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Version Completa de La Tesis FLACSO Adelay Carias
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Capítulo I
Marco teórico: de movimientos sociales y feminismos
El fin de siglo trae visiones de un mundo cambiante, donde el optimismo hacia viejas y
nuevas formas de solidaridad se mezcla con el más absoluto pesimismo. La destrucción del
ecosistema, la globalización de la pobreza, la caída de viejas utopías, el surgimiento de nuevas
y la concretización de un nuevo proyecto de dominación geopolítico y militar, se mezclan en
un mar de imágenes masmediáticas; en las cuales, paradójicamente, aires de libertad se
entrelazan con una sociedad en la que el riesgo, el miedo y mecanismos más eficaces y
sofisticados de control social conforman nuevas relaciones y nuevas formas de entender la
modernidad. En este contexto, los movimientos sociales son una de las expresiones más
evidentes de las contradicciones de este proyecto modernizador, ya que forman parte de la
lucha de miles de personas que buscan día a día, a partir de la realización de acciones
espectaculares o de pequeñas revoluciones en la vida cotidiana, construir un mundo
alternativo, más justo e igualitario.
Una de las particularidades de estos enfoques es que la mayor parte de ellos han
surgido o se han desarrollado en Estados Unidos y Europa, no en América Latina. Esto se debe
a que la teoría social latinoamericana se ha centrado más en la crítica a los paradigmas
existentes que en la producción de un bagaje teórico-metodológico construido desde las
especificidades de la región. Igual tendencia han seguido los estudios sobre movimientos de
mujeres. Por esta razón, previo a la exposición de los enfoques teóricos a partir de los cuales
voy a analizar las dos organizaciones objeto de mi estudio, consideré imprescindible analizar
críticamente algunos de los principales enfoques y discusiones que se han realizado hasta la
fecha para el estudio de los movimientos sociales.
Quizás la forma más adecuada de presentar mi marco teórico hubiera sido justo la
contraria: primero la descripción de las teorías que voy a utilizar y después una reflexión sobre
su desarrollo. Sin embargo, consideré que invirtiendo este orden, la lectora o el lector, al llegar
a las teorías específicas que utilizo para el análisis de los datos empíricos; podía medir con
sentido crítico y con más exactitud las dimensiones y límites de estas teorías para el análisis de
los movimientos de mujeres.
Los apartados en los que se divide este capítulo son los siguientes:
1. ¿Qué teoría para cuál movimiento social? Introducción a los enfoques para el
estudio de los movimientos sociales
1.1. Enfoque de los nuevos movimientos sociales, la movilización de
recursos y las oportunidades políticas. Su desarrollo en Europa y Estados
Unidos
1.2. El estudio de los movimientos sociales en Latinoamérica
2. Teoría feminista y movimientos de mujeres
3. Propuesta de análisis
3.1. El contexto, los recursos y la estructura organizativa
3.2. Los “framing processes” o “marcos de referencia”8
8
Aunque la traducción literal de “framing processes” es “procesos de alineamiento de marco”, en este trabajo
voy a emplear la expresión de “marcos de referencia” utilizada como traducción de la primera.
3
Dentro de los enfoques que han surgido en las últimas décadas para explicar la génesis,
características y limitaciones de los movimientos sociales contemporáneos, tres de los que han
tenido más recepción son: los enfoques de los nuevos movimientos sociales, la movilización
de recursos y las oportunidades políticas.
Aunque estos enfoques surgen en Europa y Estados Unidos para tratar de dar una
explicación acerca de las nuevas formas de acción colectiva 9 que emergen en estos lugares
desde finales de la década de los sesentas, el constante intercambio y discusión de las ideas en
los medios académicos y la relativa homogeneización de los discursos y las prácticas sociales,
ha permitido que éstas hayan tenido una amplia aceptación en Latinoamérica. Sin embargo, las
notables diferencias entre los movimientos sociales del Primer y Tercer Mundo provocaron
que la utilización de estas teorías en América Latina fuera acompañada —aunque no siempre
—de una revisión crítica de las premisas y alcances de estos enfoques. En las siguientes
páginas, voy a describir brevemente, en un primer apartado, el desarrollo de estos enfoques en
Europa y Estados Unidos; y en un segundo, el desarrollo diferenciado de los mismos en
América Latina.
9
En este trabajo el término acción colectiva alude a la conducta intencional, propositiva e instrumental de las
acciones de los movimientos sociales. Para más información sobre este concepto y su desarrollo ver Federico
Javaloy. Comportamiento colectivo y movimientos sociales. Un enfoque psicosocial. (España: Pearson
Educación S.A. 2001) pp. 47.
4
políticos en Europa y Estados Unidos provocaron que las respuestas que se dieron a estos
fenómenos fueran radicalmente distintas.
En el caso de Europa, la prosperidad económica que estaban experimentando la mayor
parte de sus países, el declive de los “viejos” movimientos sociales, la emergencia de los
“nuevos” y la crisis de la izquierda posibilitaron el surgimiento de reflexiones teóricas que,
partiendo de una crítica radical al marxismo, pero nutridas del mismo, proponían nuevas
formas de construcción del relato sociológico. En este contexto surgen los enfoques de los
nuevos movimientos sociales10.
Algunas de las premisas fundamentales de estos enfoques son: 1) parten del supuesto
de que el bienestar económico y social que se produjo en Europa después de la Segunda
Guerra Mundial permitió el surgimiento de movimientos sociales portadores de valores
“posmateriales”, que ya no buscaban la satisfacción de necesidades materiales básicas sino
una mejor “calidad de vida”, expresada en valores como la autodeterminación o el cuidado de
la naturaleza11; 2) los referentes identitarios de los «viejos» movimientos sociales (izquierda/
derecha, liberal/ conservador, clase obrera/ clase media, pobre/ adinerado, población rural/
urbana, etc.) son abandonados por referentes que se codifican más bien a partir de categorías
procedentes de los planteamientos del universo, tales como el sexo, la edad, el lugar, etc. 12; 3)
aunque su punto de partida es el análisis de las transformaciones en las estructuras sociales,
enfatizan el estudio de la identidad colectiva y la forma como ésta se construye al interior de
los movimientos sociales13; 4) acorde con esta hipótesis, estos enfoques destacan el papel de
las ideas y de los procesos culturales en la formación de los movimientos contemporáneos 14;
5) el estudio de la clase social como el eje articulador de las nuevas formas de acción colectiva
pierde centralidad. Por ejemplo, Alain Touraine afirma que “el concepto de clase social
10
Se acostumbra nombrar a los enfoques o teorías de los nuevos movimientos sociales en plural debido a que en
las últimas décadas han surgido distintas perspectivas que aunque con diferencias notables, tienen en común
que parten de la premisa fundacional de que la década de los 70’s vio nacer nuevas formas de acción colectiva,
en algunos aspectos radicalmente distintos a los movimientos sociales que poblaban el escenario social previo a
esa fecha.
11
Ronald Inglehart. “Valores, ideología y movilización cognitiva en los nuevos movimientos sociales”, en
Russell J. Dalton y Manfred Küechler, Los nuevos movimientos sociales. (Valencia: Edicions Alfons El
Magnanim, 1992) pp. 71-99.
12
Claus, Offe. Partidos Políticos y Nuevos Movimientos Sociales. (Madrid: Editorial Sistema, 1988) pp. 180.
13
Hank Johnston, Enrique Laraña y Joseph Gusfield. Identidades, ideologías y vida cotidiana en los nuevos
movimientos sociales. pp. 6 y sig.
14
Enrique Laraña. La construcción de los movimientos sociales. (Madrid: Alianza Editorial, 1999) pp.136.
5
los individuos son los móviles que impulsan a las personas a organizarse16.
De este enfoque se desarrolla uno de los más ampliamente aceptados en la teoría social
estadounidense: el de la movilización de recursos. Algunas de las premisas más importantes de
este enfoque son: 1) lo que determina los límites y alcances de la acción colectiva no son los
valores, los idearios o el proyecto utópico de las personas que integran estos grupos o
movimientos sociales, sino la valoración efectiva que hagan de los recursos disponibles, que
pueden ser financieros, administrativos, logísticos, etc.; 2) supone que la insatisfacción
política y la conflictividad social son inherentes a toda sociedad, y que por lo tanto, la
construcción de los movimientos sociales depende no de la existencia de intereses por cambiar
estos hechos sino de la creación de organizaciones para movilizar este potencial; 3) enfatiza el
estudio de las organizaciones que conforman los movimientos sociales y no las causas que
provocan o motivan la acción colectiva 17. Aunque también el enfoque de las oportunidades
políticas es cada vez más aceptado en la tradición sociológica anglosajona, es el enfoque de la
movilización de recursos el que continúa teniendo más aceptación.
Las críticas que se hacen a estos enfoques son de una naturaleza distinta. A los de los
nuevos movimientos sociales se les cuestiona su excesivo énfasis en los elementos más
“micro” de la acción social, y que cataloguen las luchas de los nuevos movimientos sociales
como “posmaterialistas”, cuando en muchos casos sus propuestas pueden ser consideradas
como críticas radicales a las consecuencias perversas del capitalismo, sean estas económicas o
culturales. Al de las oportunidades políticas, se le cuestiona la supravaloración que hace de los
mecanismos democráticos de participación política. Y al de la movilización de recursos, se le
critíca que no toma en cuenta el papel de los idearios y utopías en la construcción de los
movimientos sociales. También, a todos ellos se les cuestiona que no permiten analizar
algunos de los denominados “novísimos” movimientos sociales, como el movimiento anti-
globalización; y que no son útiles para estudiar las alianzas que se dan entre los nuevos y los
16
Alain de Remes. “Elección racional, cultura y estructura: tres enfoques para el análisis político”. Revista
Mexicana de Sociología, Número 1, Vol. 63. Enero-marzo de 2001. (México: UNAM, Instituto de
Investigaciones Sociales) pp.42-43.
17
Russell J. Dalton y Manfred Küechler y Wilhelm Bürklin. “El reto de los nuevos movimientos sociales”, en
Russell J. Dalton y Manfred Küechler. Los nuevos movimientos sociales. (Valencia: Edicions Alfons El
Magnanim, 1992) pp. 27.
7
Algunas personas que estudian el tema afirman que uno de los problemas que surgen
en la utilización de estos enfoques ha sido la poca reflexión sobre su viabilidad para el análisis
de los movimientos sociales en Latinoamérica, en especial, en el caso de los enfoques de los
nuevos movimientos sociales. Por ejemplo, Daniel Camacho señala que la utilización de estos
enfoques ha provocado “un trasplante artificial y una copia acrítica de los enfoques teóricos y
de los temas de los países centrales”18. De igual forma, Sergio Zermeño señala que “la idea de
los nuevos movimientos sociales, tal y como nos llega de las sociedades desarrolladas, tiene
poco que ver con la imagen de ruptura, de cambio drástico que asumen estos movimientos en
América Latina”19. En este mismo sentido se pronuncia Grüner, cuando afirma que “hay una
tendencia en el pensamiento posmoderno de la acentuación —perfectamente legítima— de
aquellas identidades particulares a costa —lo que ya no es tan legítimo— de la casi total
18
Daniel Camacho. “Los movimientos sociales en la sociología latinoamericana reciente”; en Sistemas Políticos.
Poder y sociedad. Nueva Sociedad N° 117, mayo-junio 1992. Caracas. pp. 150.
19
Sergio Zermeño. La sociedad derrotada. (México: Siglo XXI, 1996) pp. 222.
8
expulsión de la categoría “lucha de clases” fuera del escenario histórico y sociocultural... Por
detrás de ese cuestionamiento a la “lógica de clase” está el éxito que en los últimos años han
conocido las reflexiones mas o menos foucoltianas sobre “la microfísica del poder”, así como
la promoción teórica y política de los llamados “movimientos sociales”, articulados según
otros intereses y demandas...”20.
Con respecto a este tema, hay dos posturas claramente diferenciadas. Una postura
rechaza el análisis de clase por su imposibilidad de verificación empírica. Así lo expresa
Francisco Calderón, cuando afirma que “la clase social es un concepto que sirve para describir
la estructura social en términos analíticos, pero que difícilmente puede ser observado como tal
en la realidad empírica que nos toca analizar” 22. En contraposición, otras personas objetan el
origen de esta exclusión y consideran imprescindible incluir el análisis de clase en los
movimientos sociales, como Guido Béjar, que señala que “el tema de los nuevos actores y de
las nuevas identidades es utilizado en diversos discursos como justificación del abandono o
relegamiento del estudio de las clases (...) resultado de la “realización” del discurso
20
Eduardo Grüner. “Una introducción alegórica a Jamenson y Zizek”, en Eduardo Grüner, Frederic Jamenson y
Slavok Zizek, en Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo. (México: Editorial Paidós, 1998)
pp 34-35.
21
Jaime Osorio. Fundamentos del análisis social. La realidad social y su conocimiento. (México: Fondo de
Cultura Económica, 2001) pp 77 y sig;
22
Francisco Calderón. “Los movimientos sociales frente a la crisis”, en Teotonio Dos Santos y otros, Los
movimientos sociales ante la crisis. (Buenos Aires: Universidad de las Naciones Unidas, CLACSO e
IISUNAM, 1986) pp.333-335.
9
Otro de los puntos de conflicto está relacionado con las características de los procesos
democráticos en los cuales emergieron muchos de los nuevos movimientos sociales y las
consecuencias de esto en sus dinámicas y estratégicas. Para el caso, se afirma que en América
Latina el carácter excluyente y empobrecedor de las nuevas democracias y la revitalización
que se dio a partir de la décadas de los setentas de los aportes de Gramsci sobre la sociedad
civil y el Estado, provocaron que las reflexiones se realizaran desde perspectivas diferentes a
las utilizadas en Europa o Estados Unidos. Por ejemplo, Willem Assies señala que “en
América Latina la sociedad civil —espacio por antonomasia de los movimientos sociales— se
concibió como un campo de conflicto en el que se negocia el contenido de los derechos
humanos y ciudadanos, y no como una arena neutral en la que todos los actores están ubicados
en un plano de igualdad”24.
A modo de conclusión de este apartado, puedo decir que en América Latina el debate
sobre la necesidad de incluir en el análisis de los movimientos sociales los factores macro,
estructurales o de contexto y los factores subjetivos o de la identidad, continúa vigente. Desde
mi perspectiva, lo valioso de esta discusión es permite seguir cuestionado el valor explicativo
de enfoques teóricos producidos desde contextos ajenos a este continente. Además, permite
que la teoría sea en sí misma un instrumento crítico para analizar los alcances de la acción
social de los movimientos sociales latinoamericanos, al servir de referente para la
interpretación de realidades concretas. Para el caso, como voy a demostrar tanto en mi
propuesta teórica como en el análisis de los datos empíricos, considero que es imprescindible
23
Guido Béjar. “El juicio al sujeto”, en Guido Béjar y otros, El Juicio al Sujeto. Un análisis global de los
movimientos sociales. (México: FLACSO, 1990) pp. 102 y 145.
24
Willem Assies. “Apuntes sobre la ciudadanía, la sociedad civil y los movimientos sociales”, en Ciudadanía,
Cultura Política y reforma del Estado en América Latina. pp. 158.
10
analizar las dinámicas de los movimientos sociales desde perspectivas que combinen tanto
elementos macro como micro de la acción social. Esto es especialmente relevante en el caso
específico de mi objeto de estudio, ya que en el analizo cuál fue el efecto de los cambios del
contexto —en este caso, la crisis provocada por el Huracán Mitch— en las estructuras
organizativas, ejes de trabajo, estrategias e identidad colectiva del movimiento feminista en el
país.
25
Según Keohane Nannerly, por teoría feminista puede entenderse “la teoría que replantea las explicaciones,
reconceptualiza conceptos históricos, económicos, religiosos, biológicos, artísticos y antropológicos”; a lo que
yo agregaría además que tiene como objetivo fundamental el estudio y cuestionamiento de las formas como se
construye la opresión de las mujeres en las sociedades. También considero útil agregar la definición de Carme
Castells, que combinando la dimensión del feminismo como teoría y como movimiento social, lo define como
“un pensamiento y una práctica múltiple en el que se abarcan diversas elaboraciones intelectuales y variadas
propuestas de intervención... por lo que se puede decir que en el feminismo se mezclan dimensiones diferentes:
teórico-analítico, práctica, normativa prescriptiva, política, etc., que producen pensamiento y práctica”. Para
más detalles sobre las definiciones citadas ver Keohane Nannerly (1982, p.VII) citada por Sara Sharratt,
Feminismo y ciencia: una relación problemática, Cuadernos de Ciencias Sociales, Facultad Latinoamericana
de Ciencias sociales (Costa Rica: FLACSO. 1993) pp. 15; y Carme Castells, Perspectivas feministas en teoría
política (Barcelona: Ediciones Paidós, 1996) pp.10.
11
década de los ochentas —momento en el que emergen con fuerza los movimientos feministas
en su versión contemporánea— ya se habían realizado algunos estudios sobre la participación
política de las mujeres en los movimientos populares, es hasta bien entrada la década de los
noventas cuando se empiezan a realizar de forma sistemática reflexiones sobre la participación
política de las mujeres en los movimientos sociales.
Esto se debe a dos hechos: es hasta cuando el feminismo cobra fuerza en la región
cuando se empieza a construir un relato histórico más completo sobre los movimientos de
mujeres, lo que sucede hasta principios de la década de los noventas; y a que los movimientos
de mujeres (en especial, el movimiento feminista) para surgir y consolidarse tuvieron primero
que asegurarse su razón de ser. Tuvieron que justificar por qué tenían derecho a sus propios
espacios, ante la mirada propia y de los demás (masculina). Por estas razones, y a pesar de la
larga historia de partición de las mujeres en los movimientos sociales, el estudio de los
movimientos de mujeres se fue postergando hasta que el feminismo se consolidó como
ideología y como práctica política. Antes de este momento, la reflexión sobre la participación
de las mujeres en los movimientos sociales ocupó un lugar secundario.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta que mucho antes de la aparición de estudios
sobre los movimientos de mujeres, ya se habían realizado algunos trabajos sobre la situación y
condición de las mujeres y sobre su participación en los movimientos sociales. Gran parte de
los “Estudios de la Mujer” —como se les llamó a estos trabajos pioneros —buscaban analizar
las especificidades de la subordinación de las mujeres en el contexto latinoamericano.
Estos estudios se llevaron a cabo desde perspectivas más “micro”, como las historias
de vida, a través de las cuales se buscaba desentrañar las relaciones socio-culturales que dan
lugar a la subordinación de las mujeres; o desde perspectivas más “macro”, dentro del que se
inscriben los análisis sobre la feminización de la pobreza, la participación de las mujeres en
los programas de desarrollo, los estudios sobre mujer y trabajo, etc. Se puede decir que, en
este primer momento, los trabajos feministas giraban en torno a la necesidad de conocer los
factores culturales, históricos, sociopolíticos y económicos que habían incidido en su situación
subordinada.
12
Una de las características de las reflexiones de este momento es que gran parte de ellas
se realizan bajo las premisas de los enfoques teóricos que dominaban el ambiente académico
en ese momento: las teorías de los nuevos movimientos sociales o “teorías de la identidad”,
descritas en el apartado anterior. Esto se debió sobre todo a tres hechos: 1) la centralidad que
ha tenido en el desarrollo de una epistemología feminista la deconstrucción de conceptos
identitarios asociados a la supremacía del yo masculino27; 2) el inicio de los análisis sobre los
movimientos de mujeres coincide con el auge que estaban teniendo estos enfoques en el
26
Para más datos sobre los estudios realizados en este primer momento ver Teresita De Barbieri y Orlandina De
Oliveira, “La presencia política de las mujeres: Nuevos sujetos sociales y nuevas formas de hacer política”, en
Teresita De Barbieri, Orlandina De Oliveira, Celia Amorós Puente y Judith Astelarra. Presencia política de las
mujeres, Cuadernos de Ciencias Sociales N° 40 (Costa Rica: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), 1991) pp. 12
27
Para más datos sobre este tema ver Sara Sharrat. “Feminismo y ciencia: una relación problemática”, en
Cuadernos de Ciencias Sociales N° 65. (Costa Rica: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), 1993)
13
Con respecto a este último punto, en un sentido amplio, el género y los sistemas sexo-
género son “los conjuntos de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales
que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual anátomo-fisiológica entre los
hombres y las mujeres...”28. Ahora bien, y más relacionado con los procesos colectivos de
construcción de identidades, hay algunas definiciones de identidad de género que enfatizan la
importancia de la toma de conciencia de los sujetos (en este caso, las mujeres) de su
subordinación en la estructuras sociales29. Es por esta razón que, tanto desde la teoría como
desde la práctica feminista, el estudio y la creación de mecanismos efectivos para que las
mujeres adquieran una “conciencia” o “identidad” de género que les permita subvertir las
condiciones que propician su subordinación, ha sido una tarea central para el feminismo.
Este énfasis en los aspectos más “micro” de la acción colectiva ha permitido mucha
afinidad entre la propuesta feminista y los conceptos de identidad colectiva de los enfoques de
los nuevos movimientos sociales. Por ejemplo, para Ana Aguilar “el concepto de identidad
colectiva es fundamental para la comprensión de un movimiento social, por cuanto explica por
qué los individuos deciden unirse a un movimiento” 30. Y agrega que “si bien la identidad
colectiva depende de los factores de la oportunidad política y de las redes organizacionales,
puede de manera independiente promover la generación de un movimiento social a través del
reclutamiento de los miembros”31. En el mismo sentido, para Virginia Vargas “la mayoría de
los trabajos sobre los movimientos de mujeres en los últimos años se ubican en el contexto de
lo que se ha denominado como “nuevos movimientos sociales”, ya que son eficaces para
analizar movimientos como el feminista que están manifestando la presencia y las
28
Teresita de Barbieri. Sobre la categoría género. Una introducción teórico-metodológica. Ediciones de las
Mujeres N° 17 (Santiago de Chile: Isis Internacional, 1992) pp. 114.
29
Marta Lamas. “Usos y posibilidades de la categoría de género” en Ivonne Sui Bermúdez, Wim Dierckxens y
Laura Guzmán (comp.) Antología Latinoamericana y del Caribe. Mujer y género. Período 80-90, Tomo II.
(Managua: Editorial Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA), 1999) pp. 35.
30
Ana Aguilar. “Movimientos sociales y feminismo”; en Ana Aguilar y otras, Movimiento de Mujeres en
Centroamérica. (Managua: Programa Regional La Corriente, 1997) pp. 27.
31
Idem. anterior.
14
Aunque en efecto estos enfoques pueden resultar sumamente útiles para el análisis de
los procesos de construcción de identidades colectivas en los movimientos de mujeres,
algunos de los problemas que presentan es que limitan el análisis de la acción social a sus
elementos más micro o subjetivos, y que tienden a dicotomizar las identidades (“culturales” o
de “clase”; “nuevas” o “viejas” identidades; representan valores “materialistas” o más “post”,
etc.). Por esta razón, a pesar de que la mayor parte de las definiciones de género elaboradas
desde América Latina reiteran que el género es una categoría que toma en cuenta diferencias
étnicas, de clase, históricas, etc.33; desde mi perspectiva, la tendencia ha sido más bien la de
fragmentar estas dimensiones del ser social, dando prioridad a unas sobre otras, lo que es
acorde con las teorías desde las cuales se analizan. En el caso específico de los movimientos
de mujeres, esta tendencia ha provocado que el análisis los movimientos de mujeres y la
distinción de las vertientes que lo conforman se haya efectuado a partir de la separación
analítica (y también práctica) entre la identidad de género y otros tipos de identidades, como la
de clase.
Uno de los ejemplos más claros de la separación entre estas dos categorías es la forma
como se han descrito las características de los movimientos de mujeres frente a los feministas.
En este sentido, hay dos grandes formas de analizar las diferencias entre ambos movimientos:
a partir de la prevalencia en sus luchas de las denominadas “necesidades prácticas o
estratégicas de género”; y desde la centralidad del género frente a la clase. Voy a exponer
brevemente cada una de estas propuestas y algunas de las principales críticas que se les han
hecho.
32
Virgina Vargas. “Movimiento de mujeres en América Latina: un reto para el análisis y la acción”; en Ivonne
Sui Bermúdez, Wim Dierckxens y Laura Guzmán (comp.) Antología Latinoamericana y del Caribe. Mujer y
género. Período 80-90, Tomo II. (Managua: Editorial Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA),
1999) pp. 473.
33
Lola Luna y Mercedes Villalonga. “A propósito del género”, en Lola Luna y Mercedes Villalonga (comp.)
Desde las orillas de la política. Genero y poder en América Latina (Barcelona: Universitat de Barcelona,
Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad (SIMS), 1996) pp. 25.
15
Uno de los mejores argumentos que objetan esta interpretación se refiere a la dificultad
de precisar los límites y el contenido de las acciones de ambos movimientos. Por ejemplo,
Amy Conger señala, refiriéndose a las reivindicaciones de los movimientos de mujeres
configurados alrededor de demandas socioeconómicas, que “el desarrollo de proyectos
productivos por parte de las organizaciones de mujeres no solamente debe ser visto como la
búsqueda de mejorías en las condiciones de vida, ya que la construcción de una identidad
colectiva basada en el género sugiere que las necesidades básicas no están solamente ligadas a
la sobrevivencia sino a la construcción de identidades y relaciones de poder”36.
Con respecto a las identidades de clase y de género, un ejemplo clásico de la distinción
que se hace entre los movimientos de mujeres y los feministas es la explicación que da Sofía
Montenegro sobre el surgimiento de ambos. Para esta autora, “el movimiento feminista surge
cuando el género toma posición frente a la de clase; o sea, cuando se da la movilización de
mujeres en razón de necesidades comunes y específicas derivadas de su condición de mujer,
34
Maxine Molineaux. “Movilisation withouth Emancipation: Women´s interest, State and Revolution in
Nicaragua”. 1985, Feminist Studies. Citada por Kate Young. “Enfrentar las necesidades de las mujeres”, en
Virgina Guzmán, Patricia Portocarrero y Virginia Vargas (comp.) Una nueva lectura: Género en el desarrollo.
(Santo Domingo: CIPAF, 1992) pp. 23-28
35
Ana Aguilar y otras. Movimiento de Mujeres en Centroamérica. (Managua: Programa Regional La Corriente.
1997) pp. 13.
36
Conger A. “Power, Gender and Development: Popular Womens´Organizations and the politics of Needs in
Ecuator”, en Escobar y Alvarez (edits.) “The making of Social Movements in Latin América”, pp.147-148.;
citado por Rina Villars: Para la casa más que para el mundo: Sufragismo y Feminismo en la Historia de
Honduras. (Honduras: Editorial Guaymuras, 2001) pp. 513.
16
Desde mi perspectiva, este tipo de afirmaciones han encontrado eco en las reflexiones
feministas porque el feminismo, al surgir de las entrañas mismas de los movimientos
populares basados en la clase social, necesitó producir un tipo de conocimiento teórico que, de
alguna forma, refrendara la “escisión vital” que acompañó el proceso de separación de las
feministas de los movimientos populares38. Este hecho provocó que la explicación tanto del
surgimiento del feminismo como de sus diferencias con el movimiento de mujeres se haya
efectuado desde una perspectiva que superpone una identidad de género por encima de una
identidad de clase.
sentido estricto, los movimientos de mujeres no son “nuevos”, ya que existe una larga
tradición organizativa de las mujeres, tanto en espacios más tradicionales (como los viejos
movimientos sociales) o en espacios propios, como es el caso de los movimientos sufragistas
que surgen desde mediados del siglo XIX. Es por este motivo que Judith Astelarra señala que
“el movimiento femenino no puede considerarse como un nuevo movimiento social, ya que
esto obedecería a una concepción ilustrada de la historia lineal (...) El movimiento de mujeres
tiene antecedentes remotos”39.
transformación del mundo de lo privado y con los procesos identitarios, son también parte de
la resignificación del contexto y de la definición de sus mecanismos de lucha.
Tal vez por la dificultad de dar respuestas a todas estas interrogantes planteadas es que,
en la actualidad, se observa la tendencia de abandonar estas viejas dudas desde nuevos
planteamientos. Uno de los ejemplos más claros de este hecho es la importancia que han ido
tomando en los últimos años, desde Beijing, los análisis basados en la ciudadanía. A partir de
este momento, la reflexión sobre las diferencias entre los movimientos de mujeres y los
feministas basadas en la pertenencia a una clase social o en la jerarquización de las
necesidades estratégicas o prácticas, se dirige hacia la formulación de estrategias para lograr
hacer efectivos los derechos consignados en la mayor parte de las legislaciones.
Estado y a los partidos políticos”41. Desde mi perspectiva, en la actualidad las diferencias entre
ambos movimientos se deben más a problemas de poder que a las diferencias en sus ideales,
luchas o proyectos emancipatorios. Esto no significa negar que las diferencias existan. Las hay
y son parte de las múltiples formas como las mujeres experimentamos la opresión,
dependiendo de nuestro lugar en el mundo. Significa que es posible superarlas si empezamos a
hablar y a considerar a la otra como mi igual aunque tengamos ideas diferentes de lo que es el
feminismo y de la forma como podemos llegar a construirlo.
3. Propuesta de análisis
Para estos efectos, voy a estructurar mi marco teórico a partir de propuestas que
integren elementos de las teorías de la oportunidad política, de la movilización de recursos, y
de los enfoques de los nuevos movimientos sociales. Como mencionaba con anterioridad,
como los análisis sobre los movimientos sociales latinoamericanos, más que preocuparse por
41
Monserrat Sagot. “Introducción. De la exclusión a la participación política de las mujeres”, en Linda Berrot
(comp.) Las mujeres y el poder. (Costa Rica: Editorial Mujeres, 1997) p. 14.
20
la construcción de una teoría sobre la acción social han utilizado los recursos analíticos de
teorías producidas en Europa y Norteamérica, me veo obligada a construir mi marco teórico
sobre la base de los autores que produjeron estas teorías en el primer mundo, pero completadas
con la riqueza de las reflexiones sobre este tema en América Latina.
Con respecto a la teoría feminista, desde mi perspectiva y sin negar el valor de sus
reflexiones en el estudio de los movimientos de mujeres, éstas se han preocupado más por
develar y resolver algunos temas urgentes en el futuro del movimiento que por generar un
conocimiento específico desde el feminismo sobre los movimientos sociales y de mujeres. Por
esta razón, aunque utilizo como marco de referencia muchas de las categorías y conceptos
elaborados desde la teoría feminista, me veo obligada a completarlas con otras provenientes de
los enfoques mencionados.
Teniendo en cuenta estos puntos, en este trabajo voy a utilizar los siguientes enfoques:
3.1. Para el nivel macro: la propuesta de Dieter Rucht, que incopora elementos de las
teorías de las oportunidades políticas y de la movilización de recursos; y que
permite analizar de forma conjunta el contexto político, la estructura organizativa
y las estrategias de los movimientos sociales.
3.2. Para el nivel intermedio: las teorías de los “framing proceses” (o procesos de
alineamiento o de creación de marcos), que se sitúan en un nivel intermedio entre
42
Juan Manuel Ramírez Sainz. “Pluralismo teórico y metodologías combinadas para el análisis de la acción
colectiva”, en Durand Arp-Niesen, Jorge (comp.) Movimientos sociales. Desafíos teóricos y metodológicos.
(México: Universidad de Guadalajara, 1999) pp. 60-61.
21
teorías macro y teorías más micro. Esta parte se va a desarrollar con los aportes
de Doug McAdam, John D. McCarthy, Mayer N. Zald.
3.3. Para el nivel más micro, la propuesta de Melucci relacionada con la construcción
de la identidad colectiva en los movimientos sociales.
Identidades colectivas
Nivel micro
43
Esta parte fue desarrollada a partir del articulo de Dieter Rücht “El impacto de los contextos nacionales en la
estructura de los movimientos sociales. Una comparación regional”, en Doug McAdam, John D. McCarthy,
Mayer N. Zald, Perspectivas comparativas en Movimientos sociales. pp. 185 y sig. (Título original: Dieter
Rucht, “The impact of national contexts on social movement structures: A cross-movement and cross-national
comparison”, in Doug McAdam, John D. McCarthy, Mayer N. Zald, Comparative Perspectives on Social
Movements. Political Opportunities, Mobilizing Structures, and Cultural Framings. Cambridge: Univesity
Press, 1996).
22
Estructura del
contexto Estructura del movimiento
Bases organizacionales.
Recursos con los que cuenta el
movimiento.
Cultural
Tipo de movimiento
Social
Político
Estrategias
RESULTADOS
Está conformada por las bases organizacionales, los mecanismos que sirven a la
colectividad y los recursos de los que disponen los movimientos sociales para concretar sus
demandas. La combinación de estos elementos da lugar a tres tipos de movimientos sociales:
Estos dos últimos modelos se caracterizan además por poseer estructuras organizativas
más formales y estables, con roles y funciones claramente diferenciados entre sus miembros.
Desde esta perspectiva, la “estructura del movimiento” puede ser considerada como un factor
intermedio entre la estructura de contexto y las estrategias, la movilización y los resultados
eventuales.
Las estrategias
Las estrategias son “una concepción general consciente, a largo plazo, planificada e
integral de la conducta de un actor social en un conflicto, que se basa en el contexto global y
que pone un énfasis especial en los factores de fuerza y debilidad del principal oponente”.
Forman parte de lo que se conoce como “repertorios de acción”, que designan “el conjunto de
tipos concretos de acción desarrollados por un actor colectivo determinado en el ciclo de un
24
conflicto, cuya duración puede ser de varios años o de varias décadas; y son producto de la
evaluación racional que hace el autor de los de costes y beneficios de su acción 44. Otro de los
aportes interesantes de este autor es la relación que establece entre las estrategias y el
contexto. Para él, la meta subyacente de los movimientos sociales y su estrategia general
vienen configuradas en gran medida por estas estructuras, que “forman una especie de pasillo
que limita el abanico de estrategias concretas, los tipos de organización y las acciones que
pueden elegirse”.
Una de las ventajas de esta propuesta, elaborada por Doug McAdam, John McCarthy,
Mayer Zald, es que permite analizar la relación entre el contexto, los recursos disponibles y
los procesos subjetivos a través de los cuales las personas que integran los movimientos
sociales dan sentido, unidad y coherencia a sus acciones. Según estos autores, los “framing
processes” o “marcos de referencia”, “son los esfuerzos estratégicos y consientes que los
grupos hacen para entender el mundo y darle legitimidad y motivación a su acción
colectiva”46. En forma de gráfico, se puede representar la relación de variables de la siguiente
forma:
“Marcos de Recursos
Contexto referencia” disponibles
Resultados
44
Esta parte va a ser desarrollada a partir del artículo de este
Planes, mismo
agendas autor “Estrategias y formas de acción de los
y proyectos
nuevos movimientos”, en Russell J. Dalton, Manfred Kuechler (comp.)
viables y susceptibles de ser Los nuevos movimientos sociales.
(Valencia: Ediciones Alfonso el Magnánimo, 1992) pp. 57 y
materializados.sig.
45
Aunque la traducción literal de “framing processes” es “procesos de alineamiento de marco”, en este trabajo
voy a emplear la expresión de “marcos de referencia” utilizada por otros autores.
46
Esta parte se elaboró a partir del texto de Doug McAdam, John D. McCarthy, Mayer N. Zald “Introducción:
Oportunidades, estructuras de movilización y procesos de alineamiento de marco. Hacia una síntesis
comparativa de las perspectivas en movimientos sociales”; en Doug McAdam, John D. McCarthy, Mayer N.
Zald, Perspectivas comparativas en Movimientos sociales. pp. 185 y sig. (Título original: Doug McAdam, John
D. McCarthy, Mayer N. Zald. “Introduction: “Opportunities, mobilizing structures, and framing processes —
toward a synthetic, comparative perspective on social movements”; in Comparative Perspectives on Social
Movements…
25
Como se puede observar, esta teoría incorpora elementos de enfoques más estructurales
o de contexto, elementos de las teorías de la movilización de recursos, y elementos más
“micro” o subjetivos. De acuerdo a este esquema, los marcos de referencia se ubican en un
punto intermedio entre los factores de contexto y los recursos de los que dispone la
organización o movimiento social.
Otra variante de esta propuesta, útil para los efectos de este trabajo, es la de William A.
Gamson y David S. Meyer47. Para estos autores, es necesario además distinguir entre los
elementos estables y volátiles de los sistemas políticos y sus efectos en la acción colectiva.
Señalan que los elementos relativamente estables son útiles para comparar la incidencia y
éxito de los movimientos sociales en diferentes situaciones; y los elementos volátiles para
entender la relación entre la apertura o cierre de los espacios políticos y las decisiones
estratégicas de los movimientos sociales. Este último argumento resulta útil para el análisis
que pretendo realizar, ya que permite analizar cómo influyó la apertura del espacio político
que se dio a raíz del Mitch en la definición de las estrategias de las dos organizaciones objeto
de este estudio.
Otra variante de este enfoque que va a ser utilizada es la de Scott Hunt, Robert Benford
y David Snow48. Según estos autores, el marco de referencia “es un esquema interpretativo que
simplifica y condensa el «mundo exterior», al señalar y codificar selectivamente los objetos,
las situaciones, acontecimientos, experiencias y las acciones que se han producido en torno al
presente o al pasado de cada individuo”49. Así mismo, afirman que los marcos de referencia
47
William A. Gamson y David S. Meyer, “Enmarcando las oportunidades políticas”; ambos en Doug McAdam,
John D. McCarthy, Mayer N. Zald, Perspectivas comparativas en Movimientos sociales... pp. 277 y sig. (Título
original: William A. Gamson y David S. Meyer “Framing political opportunities”, in Comparative Perspectives
on Social Movements…
48
Esta parte va a ser desarrollada de acuerdo al artículo de Scott Hunt, Robert Benford y David Snow, “Marcos
de acción colectiva y campos de identidad en la construcción social de los movimientos”, en Hank Johnston,
Enrique Laraña y Joseph Gusfield Cultura e Identidad en los nuevos movimientos sociales... pp. 228 y sig.
49
Idem. anterior.
26
permiten que los actores sociales “concentren su atención en una situación particular
considerada como problemática, produzcan una atribución para su responsabilidad a
determinadas personas o hechos y articulen propuestas alternativas, entre las que se incluyen
aquellas que los actores deben realizar para conseguir el cambio deseado”. Señalan que hay
tres tareas que los movimientos sociales deben llevar a cabo para crear estos marcos de
referencia:
Por último, también va a ser tomando en cuenta para el análisis de mi objeto de estudio
la propuesta de Dieter Rutch, que interrelaciona la creación de marcos de referencia, las
oportunidades políticas, las estrategias y las estructuras organizativas 50. Según este autor, una
situación se convierte en “oportunidad” cuando es definida como tal por un grupo de actores.
Por esta razón, insiste en que en el análisis de la apertura o cierre de las oportunidades
políticas es necesario tener en cuenta dos elementos:
La relación entre los procesos de creación de marco y los tipos de cambios políticos
que facilitan la emergencia o la acción de un movimiento social.
La relación entre la creación de marcos de referencia y la estructura organizativa de
un movimiento social. Para él, la creación de estos marcos fomenta la movilización,
es decir, es un elemento clave en la organización de las personas para luchar contra
50
Dieter Rücht “El impacto de los contextos nacionales en la estructura de los movimientos sociales… pp. 185 y
sig.
27
la ilegitimidad y vulnerabilidad del sistema. Pero, al mismo tiempo, afirma que las
estructuras organizativas previamente existentes condicionan estos procesos.
Por estas razones, este autor afirma que las oportunidades políticas son más un
producto de la interacción del movimiento con el sistema que resultado de una simple
reflexión de los cambios ocurridos dentro de él.
51
Este concepto y los esquemas y definiciones que serán presentados a continuación fueron tomados del texto de
Alberto Melucci, Códigos desafiantes: la acción colectiva en la era de la información. pp. 70 y sig (Título
original: Challenging codes: collective action in the informational age. (Cambridge: Great Britain at the
University Press, 1996)
28
En forma de mapa conceptual, esta definición y sus componentes puede ser presentado
de la siguiente forma:
Metas y objetivos del movimiento
Jerarquización de necesidades/
estrategias
Componentes de la identidad colectiva. Formulación de planes y proyectos
a. Los fines
Definición de sí mismo
b. Significados Sentido de pertenencia
Conceptualización, contenido y
c. Campo de acción significación de temas específicos
Segundo: en la mayor parte de los casos primero expongo las causas que influyeron en
los cambios que se gestaron en ambas organizaciones y después describo los cambios. Sin
embargo, en algunos casos voy a invertir este orden, cuando considere que de esta manera
puede ser más fácil comprender los factores causales que incidieron en estos hechos.
31
Capítulo II
Estrategia metodológica
1. El problema de investigación
Cambios en las
estrategias, programas,
estructuras organizativas
e identidad colectiva
Este trabajo se inscribe dentro de los estudios que analizan el comportamiento de los
movimientos sociales en épocas de crisis. Aunque este concepto y el de coyuntura son quizás
dos de los que generan mayores problemas en el análisis de los movimientos sociales, ya que
no se ha logrado un acuerdo sobre su contenido, parto de la premisa de que ambos pueden ser
entendidos como la delimitación de un espacio temporal en el que se condensan fenómenos,
manifestaciones y problemas sociales que tienen raíz en las estructuras sociales y que son
potenciados por algún evento o fenómeno particular.
32
1998
Huracán Mitch
La delimitación de este segundo momento se basa en que 1999 y el 2000 forman parte
Momento 2 del denominado período de “emergencia”. Durante estos años, la reconstrucción de la
Período Post-Mitch
infraestructura física del país y la satisfacción de los problemas más inmediatos
inmediato
(1999-2000) (como vivienda y alimentación) marcaron la dinámica tanto del Estado como de las
organizaciones sociales. Aún no había definición de planes y estrategias a más largo
plazo.
Momento 3
Período Post-Mitch
posterior El 2001 marca el momento en el que surgen, tanto del Estado como desde la sociedad
(2001-2002) civil, propuestas de reconstrucción a más largo plazo, que ya no sólo buscaban dar una
respuesta inmediata a la crisis desatada por la emergencia.
Cambios en el contexto:
Aumento de la pobreza
Primer Apertura del espacio político (aumento de los niveles organizativos de
las organizaciones y movimientos sociales)
nivel Cambios en las agendas estatales
Cambios en las agendas de la cooperación internacional
Con relación a:
Con respecto a: La participación ciudadana y la
Segundo Estructura incidencia política
nivel organizativa La lucha contra la violencia
Cambios en Programas, La pobreza
las estrategias proyectos y ejes Las relaciones con el movimiento de
de trabajo mujeres
Las relaciones con los demás
movimientos sociales
Las relaciones con el Estado.
Creación de marcos de
referencia
Fines de las
estrategias
Tercer
nivel
Cambios en la identidad colectiva o proyecto político
Como se puede observar en este gráfico, al igual que en la descripción de los enfoques
teóricos que voy a utilizar en este trabajo, expuesta en la página 20, el análisis parte de un
nivel más macro hasta uno más micro. Además, debido a la naturaleza de los cambios
ubicados en cada uno de estos niveles, considero que este modelo me permite partir de lo más
general a lo más particular, y utilizar los cambios acaecidos en el primer nivel como evidencia
para los demás.
34
5. Preguntas de investigación
6. Hipótesis
1. De conformidad con los estudios que se han realizado sobre los movimientos
sociales en épocas de crisis, estos reaccionan dependiendo de la magnitud de los
cambios en los contextos y de la capacidad que tienen para enfrentarse a nuevas
situaciones. Debido a que como expongo en la introducción a este trabajo, el Mitch
ha sido uno de los fenómenos naturales y sociales que más ha cambiado la historia
del país, es posible que los cambios que se dieron en ambas organizaciones a raíz
de la tragedia hayan sido de tal magnitud que modificaron profundamente sus
estrategias, ejes de trabajo y la forma como hasta entonces habían estructurado la
lucha contra la subordinación de las mujeres.
36
3. Según los estudios que se han realizado en el país sobre los movimientos de
mujeres y feministas en Honduras52, uno de los elementos que ha definido no sólo
el quehacer institucional sino también la identidad colectiva del movimiento
feminista en el país, ha sido la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Desde
mi perspectiva, ante la fuerza de los cambios que se dieron en el contexto del país,
en especial, en el momento más inmediato a la crisis, puede ser que se haya dado
una nueva jerarquización de esta lucha en los objetivos estratégicos de ambas
organizaciones. Es posible que haya perdido la importancia que tradicionalmente
ha tenido en las agendas de ambas organizaciones, frente a la urgencia de otros
temas como la pobreza o la participación en los espacios de discusión pública.
4. Otro de los posibles cambios en sus estrategias puede tener que ver con un cambio
en las formas como tradicionalmente se habían relacionado con el movimiento de
mujeres. Según la bibliografía anteriormente citada, una de las características de las
relaciones entre el movimiento feminista y el movimiento de mujeres del país es
que estas han sido tensas, dominadas por los conflictos y las luchas por el poder.
Sin embargo, y de conformidad con lo expuesto en mi marco teórico 53, en épocas
de crisis los movimientos sociales tienden a construir alianzas entre sí, a fin de
imprimirle más fuerza a sus propuestas. Esta necesidad y la búsqueda de estrategias
para lograr que las demandas de las organizaciones del movimiento amplio de
mujeres fueran incluidas en los planes de desarrollo, pueden haber provocado un
52
Breny Mendoza, Sintiéndose mujer, pensándose feminista. La construcción del movimiento feminista en
Honduras. (Honduras: Editorial Guyamuras/ Centro de Estudios de la Mujer, 1996); y Rina Villars, Para la
casa más que para el mundo: Sufragismo y Feminismo en la Historia de Honduras. (Honduras: Editorial
Guaymuras, 2001).
53
Ver Dieter Rücht “El impacto de los contextos nacionales en la estructura de los movimientos sociales...
pp.185 y sig.
37
5. Otra hipótesis que manejan las personas que estudian los movimientos sociales es
que en épocas de crisis aumenta la participación de éstos en los espacios políticos
(entendidos, en sentido restringido, como los espacios donde se negocian las
decisiones que atañen a la colectividad) 54. Basándome en esta premisa, otro de los
posibles cambios en las estrategias de ambas organizaciones puede estar
relacionado con el aumento de la participación del movimiento en las instancias
colectivas que surgieron en ese momento para negociar el contenido y los alcances
de los planes de emergencia y reconstrucción, propuestos desde el Estado.
Posiblemente, esto incidió en que ambas organizaciones hayan afianzado la
estrategia del “cabildeo político”, como una de las herramientas más eficaces para
lograr cambios en las políticas públicas y en las leyes que buscan hacer efectivos
los derechos de las mujeres.
54
Para más información sobre este tema ver Marta Fuentes y André Gunder Frank. Diez tesis acerca de los
movimientos sociales. (Madrid: Alfoz Editorial, 1988) pp. 54-55.
55
Ana Leticia Aguilar. “El movimiento feminista y en enfoque de género en las instituciones nacionales e
internacionales”. Balances y desafíos; en Edda Gaviola Artigas y Lissette Gonzales Martínez. Feminismos en
América Latina (Guatemala: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), 2001) pp. 77.
38
7. Aunque los cambios en ambas organizaciones están en relación directa con los
cambios en el contexto, estos procesos también se vieron acompañados de
profundas reflexiones sobre las estrategias que hasta entonces habían definido para
hacer efectivos sus proyectos políticos. Esto se debe a que en este trabajo se parte
de la premisa de que, si bien es cierto el contexto moldea y delimita las acciones de
los movimientos sociales, la interpretación y resignificación que hacen sus
integrantes de los mismos es también un factor de peso en el diseño de nuevas
estrategias frente a una coyuntura o situación determinada.
7. Unidades de observación
Las unidades de observación para realizar este trabajo son: el Centro de Estudios de la
Mujer-Honduras (CEM-H) y el Centro de Derechos de Mujeres (CDM). Esta selección se basó
en el hecho de que por su trayectoria histórico-política, son quizás dos de las organizaciones
de mujeres más representativas del feminismo en Honduras. Otro criterio sobre la base del
cual las seleccioné es que son de las que tienen más sistematizado su trabajo, lo que en vista
de la brevedad del tiempo asignado para el trabajo de campo resultaba de enorme importancia.
8. Unidad de análisis
Aunque las unidades de observación de este trabajo son dos organizaciones, la unidad
de análisis de esta investigación es el movimiento feminista en Honduras. Justifico esta
decisión sobre la base de la que es una de las permisas más importantes de mi marco teórico:
las organizaciones que conforman un movimiento social son como “unidades operativas” a
39
partir de las cuales se concretan y se hacen efectivos los idearios utópicos de los mismos.
Desde mi punto de vista, esta opción teórico-metodológica permite analizar los cambios en
ambas organizaciones más allá del peso de su estructura organizativa y de los recursos de los
que disponen; ya que permite adentrarse en elementos más relacionados con la definición de
sus proyectos políticos.
9. Fuentes
Las fuentes que se utilizaron para la realización de este trabajo son de dos tipos:
Los documentos
La información documental primaria a partir de la cual se realizó este trabajo son las
memorias e informes de trabajo que ambas organizaciones elaboran al final de cada año56.
56
Para el listado de los documentos ver Anexo 1.
40
Las entrevistas
Las múltiples tareas que realizan las mujeres a las que entrevisté y sus agendas
excesivamente cargadas, ocasionaron que en algunos casos me costara mucho trabajo
conseguirles un momentito de su tiempo. Sin embargo, la cooperación y la buena voluntad de
atenderme fue la dinámica que prevaleció.
57
Para el listado completo de las personas entrevistadas ver Anexo 2.
41
La pauta de las entrevistas58 fue diseñada de tal forma que, más que preguntas que
buscaban respuestas exactas, tuviera un esquema que me permitiera realizarlas en forma de
conversaciones, por lo que pude ahondar en algunos aspectos que si bien es cierto no estaban
previstos en los objetivos originales de la investigación, resultaron sumamente importantes
para entender la dinámica y trabajo de estas organizaciones.
Una de las dificultades con que me encontré al realizar las entrevistas fue que, al tocar
mi investigación algunos puntos sumamente delicados y sensibles en la discusión feminista,
como lo relacionado con la clase y el género, las respuestas fueron quizás más escuetas de lo
que yo esperaba o necesitaba. Igual pasó con las preguntas que tenían que ver con las
relaciones entre el movimiento feminista y el de mujeres, o las que versaban sobre la historia
personal de las entrevistadas. Era frecuente que algunas de las mujeres con las que conversé
me dijeran, en medio de la entrevista: ¿Y esto lo estás grabando? ¿Por qué no apagas un ratito
la grabadora? O en muchos casos, la tristeza que dejaban ver sus rostros me impedía continuar
con el ritmo normal de la entrevista. Sin embargo, puedo afirmar que la honestidad, la apertura
y la sinceridad en las respuestas, a pesar de lo espinoso de muchas de ellas, fue lo que
prevaleció en las entrevistas.
Por ejemplo, un día que estaba elaborando una parte de mi marco teórico sobre la
pobreza frente a mi computadora en un barrio de San José, leí que en algunos países de Asia la
riqueza se mide en base a la cantidad de cigarros que las personas se fuman al día. Y yo, en
58
Ver la pauta de las entrevistas en el Anexo 3.
42
medio de mi nerviosismo, me he vuelto cada vez más adicta al tabaco. Cuando leí esto, decidí
apagar mi computadora, cerrar mis libros y mis ojos, sintiéndome terriblemente culpable.
Entonces, soñé que estaba caminando por una vereda lodosa, oscura y quebrada de una colonia
marginal de Tegucigalpa. A lo lejos, se escuchaba el rumor de un río, fuerte, potente,
devastador, como se escuchaban los ríos de mi tierra durante el Huracán. Tenía mucho miedo.
De repente, vi una luz a lo lejos, y sin pensarlo dos veces, corrí en busca de ayuda.
Este era mi punto de partida en las entrevistas, y lo planteaba de esta manera. Pero para
mi sorpresa, la mayor parte de las respuestas que recibí durante las entrevistas mostraban con
59
Breny Mendoza, Sintiéndose mujer, pensándose feminista…pp. 116; y Rina Villars. Para la casa más que
para el mundo… pp. 250 y siguientes.
43
seguridad que este no era un problema para ellas. Entonces, me di cuenta que este conflicto era
quizás más mío, más interno. Por esta razón, puedo decir que muchas de las dudas planteadas
en las entrevistas y en este documento me pertenecen. En este trabajo no solo analizo las
percepciones de las mujeres que entrevisté con respecto a los temas abordados, pienso y
escribo también las mías. Por ello, la línea divisoria entre las dudas, culpas, sueños y
realidades propias y ajenas es difusa.
Por último, este trabajo no quiere ser un espejo donde se refleje “la” realidad. Es mi
visión sobre los hechos. Esto no significa que la objetividad, como criterio de validez y como
regla metodológica no esté presente en mi trabajo. Implica aceptar que todo análisis teórico
debe leerse también desde la subjetividad de la persona que investiga. Por este motivo, afirmo
que mi trabajo no termina aquí. Va a terminar cuando devuelva los frutos de este esfuerzo a las
organizaciones y a las mujeres aquí retratadas, cuando completen con sus preguntas y críticas
estas páginas, que de por sí no pueden con los sueños aquí contados.
44
Capítulo III
La intensidad de la crisis provocada por el paso del Huracán Mitch por tierras
hondureñas fue tal que provocó cambios profundos en las estructuras políticas, económicas y
sociales de todo el país. En palabras de Mirta Kennedy, investigadora del Centro de Estudios
de la Mujer (CEM-H):
“El Mitch nos representó como la caída del muro de Berlín. Es un hito en la
historia de Honduras”.
Ahora bien: ¿Cuáles fueron los factores que condicionaron las distintas acciones y
estrategias que desarrollaron las dos organizaciones objeto de mi estudio para lograr estos
objetivos? De conformidad con lo expuesto en mi marco teórico, las acciones de los
movimientos sociales dependen de una combinación de factores del contexto, su historia
previa, su estructura organizativa y elementos de naturaleza más subjetiva, como su identidad
colectiva o los procesos a través de los cuales los agentes valoran sus capacidades o su
posibilidad de incidencia (los marcos de referencia).
45
Por esta razón, en las siguientes páginas voy a relatar algunos hechos importantes en la
historia del movimiento feminista en Honduras, a fin de que se tenga una idea exacta de sus
ventajas y debilidades al momento de la tragedia. Como se va a poder observar, a pesar de los
errores cometidos y de los olvidos imprudentes, es la historia de la construcción de la
esperanza para miles de mujeres que viven en una de las regiones más pobres del hemisferio.
Desde sus luchas, se han ido transformando las vidas de muchas hondureñas que cargan con
el peso milenario de costumbres y leyes patriarcales que ocultan su voz, que cooptan sus
sentidos, que inhiben sus pasiones, y que las convierten en seres incapaces de sentir y de vivir
con la plenitud que nos corresponde a todas por el hecho de ser mujeres.
Este apartado se elaboró a partir de los estudios que se han realizado en el país, en
Centroamérica y en América Latina sobre los movimientos de mujeres. Puede ser considerado
como el punto de partida desde el cual voy a definir las características y la estructura de las
dos organizaciones objeto de mi análisis. Así mismo, sirve como insumo para completar los
procesos históricos, la estructura organizativa, las estrategias y las acciones desarrolladas por
el CDM y el CEM-H. Los únicos documentos detallados sobre la historia de estas
organizaciones son las memorias de trabajo elaboradas por ellas mismas, que no permiten, por
su propia naturaleza, hacer una caracterización más exhaustiva de su proceso de surgimiento y
consolidación60.
60
Como indico en la bibliografía, del CDM únicamente pude obtener un pequeño documento mimeografiado de
14 páginas sobre su historia, escrito en 1994 por Gilda Rivera, actual coordinadora de la organización. En el
caso del CEM-H, hasta donde pude averiguar, no hay un documento de este tipo, aunque la Memoria de los
diez años de vida de la organización, publicada en 1998, contiene algunos datos y reflexiones interesantes
sobre su proceso de surgimiento y consolidación.
47
A pesar de las diferencias entre ellas, compartían dos rasgos comunes: su vinculación
activa, aunque subordinada, a los movimientos populares y la centralidad de la lucha contra la
pobreza en sus demandas61. Esto se debe a dos hechos: que surgieron en medio de las llamadas
“transiciones democráticas”, y a que emergieron en medio de la crisis económica heredada de
la denominada “década perdida”, que dejó sumergida a la región en la más inimaginable
pobreza. En ese momento, se verifica muy poca articulación entre las organizaciones de
mujeres existentes, y es difícil afirmar que las pocas que trabajaban temas específicos de las
mujeres tenían un sentido claro del significado del feminismo, como es evidente en las dudas y
preguntas planteadas por las centroamericanas en los encuentros feministas de la época.
Pero a medida que el feminismo iba ganando espacio y legitimidad, algunas mujeres
que formaban parte de estos movimientos empezaron a cuestionar cuáles debían ser los
intereses o las luchas que debían privilegiar, y poco a poco se fueron distanciando y marcando
límites con los movimientos populares y de mujeres. Sin embargo, este proceso no se vio
61
Para más detalles sobre la organización y participación de las mujeres en movimientos sociales y
revolucionarios ver Ana Isabel García, Enrique Gomáriz. Mujeres Centroamericanas. Efectos del Conflicto.
Tomo II. (Costa Rica: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Universidad para la Paz,
Consejo Superior Universitario de Centroamérica (CSUCA), 1989) pp. 203 y sig.
62
Teresita de Barbieri, Orlandina de Oliveira. “La presencia política de las mujeres: nuevos sujetos sociales y
nuevas formas de hacer política”…pp. 12.
48
Los temas que se abordaron en todos estos encuentros respondían a esta situación.
Algunos de los que más se discutieron versaban sobre la “doble” militancia o la “escisión
vital” de las mujeres que participaban en los movimientos populares, y sobre el significado del
término feminismo. Con relación a este último tema, se afirmó que el feminismo
centroamericano era “vivencial y popular”: vivencial porque estaba construido sobre la base
de las experiencias cotidianas de las mujeres organizadas y no a partir de profundas
reflexiones teóricas o epistemológicas sobre el significado y contenido del feminismo; y
“popular”, porque prevaleció la propuesta de que el feminismo no podía desligarse de la lucha
contra la pobreza, ni de de las luchas de los movimientos populares64.
63
Para más detalles sobre este tema ver Maria Teresa Blandón (coord.) Encuentro Centroamericano de Mujeres.
Historia de género. Una nueva mujer, un nuevo poder (Managua: Centro Editorial de la Mujer, 1993) pp. 95.
64
Norma Vásquez. “Recuperar el feminismo para entender el género”; en Edda Gaviola Artigas, Lissette
Gonzáles Martínez. Feminismos en América Latina. … pp. 170-175.
49
65
Maria Teresa Blandón (coord.). Memorias del VI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. El
Salvador 1993. (Nicaragua: Centro Editorial de la Mujer, 1994) pp. 117.
66
Breny Mendoza, Sintiéndose mujer, pensándose feminista… pp. 116.
67
Boletín Mujer. Órgano de divulgación del Centro de Derechos de Mujeres (CEM-H) N° 7. Memoria del
Primer Encuentro Feminista “Clementina Suárez”. (Honduras: Centro de Derechos de Mujeres, 1992) pp. 17.
50
El momento posterior a la consecución del voto inaugura otra etapa en la historia de las
organizaciones de mujeres, marcada por dos tendencias claramente diferenciadas. Una
representada por la FAFH, constituida preferentemente por mujeres de clases medias y
articulada en torno a la consecución de cambios en las estructuras jurídicas que beneficiaran a
las mujeres. Aunque ya se podían observar algunos planteamientos feministas en el discurso
de esta organización, se puede decir que éstos no tenían fuerza ni eran elementos centrales en
sus luchas71. La otra tendencia estaba conformada por un nuevo movimiento de mujeres
articulado en torno a demandas de clase, como los movimientos campesinos, obreros y los
Clubes de Amas de Casa. La mayor parte de estas organizaciones eran abiertamente
68
Rina Villars. Para la casa más que para el mundo: Sufragismo y Feminismo en la Historia de Honduras… pp.
250 y siguientes.
69
Leticia de Oyuela. Mujer, Familia y sociedad. (Honduras: Editorial Guaymuras, 2001) pp.175.
70
Para más detalles acerca del papel de esta organización en la aprobación del voto femenino en Honduras ver
Maria Luisa Soto de Bertrand Anduray. Historia de la Mujer Hondureña (Época Independiente). (Honduras:
Editorial Guaymuras, 1992) pp. 19.
71
También, es necesario tener en cuenta que esta organización, al igual que muchos otros movimientos
sufragistas de la región, después de la consecución del voto entraron en una frase de “latencia” o de
disminución de su potencial de convocatoria y de acción. Para una historia de los movimientos sufragistas en
Latinoamérica ver Teresita de Barbieri, Orlandina de Oliveira. “La presencia política de las mujeres: nuevos
sujetos sociales y nuevas formas de hacer política…pp. 10; y Urania Ungo. Para Cambiar el mundo: Política y
Pensamiento del feminismo en América Latina. (Panamá: Instituto de la Mujer, 2000) pp. 13 y sig.
51
Mujer (CEM-H); en 1988 una sección del Comité Latinoamericano para la Defensa de los
Derechos de la Mujer (CLADEM), del cual se desprendió posteriormente el Centro de
Derechos de Mujeres, en 1991; y en 1990 la Colectiva de Mujeres Hondureñas (CODEMUH),
conformada en su mayoría por trabajadoras de las maquilas.
Todas estas organizaciones, a pesar de que tienen en común la lucha por mejorar la
condición y/o situación de las mujeres en el país, presentan algunas diferencias en cuanto a la
jerarquización de sus objetivos y las estrategias diseñadas para conseguirlos. Sin embargo, los
límites entre ambos tienden más bien a ser difusos, por lo que su pertenencia a uno u otro
73
Debo aclarar que por falta de información disponible no puedo especificar el año exacto en el que surgieron
estas organizaciones. La última investigación detallada sobre los movimientos y organizaciones de mujeres en
Honduras es el de Rina Villars, citado en las páginas anteriores, y no están incluidas muchas de las
organizaciones que menciono en este párrafo. Como se señala en la memoria del CEM-H del 2002, la mayor
parte de estas experiencias no están sistematizadas. Yo agrego que ni siquiera existe en el país un registro
exacto del número y tipo de organizaciones de mujeres existentes en el país. El listado que presento en este
párrafo fue tomado de dos fuentes que hacen una mención rápida de algunas de las más importantes. La
primera es la Memoria Institucional del Centro de Estudios de la Mujer del 2002, pp. 7-8; y la segunda
corresponde al Informe Final de la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (ASDI) y del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), Mapeo y caracterización de la Sociedad Civil en Honduras, también del
2002. Por lo tanto, debo admitir la mención de estas organizaciones no agota la totalidad de las organizaciones
de mujeres que existen en el país.
53
movimiento resulta difícil de establecer, tanto desde la teoría como desde la práctica. Debo
señalar que es probable que esta afirmación sea aplicable para el estado actual de los
movimientos de mujeres en el país y no sólo para sus comienzos. Como expongo al comienzo
del segundo apartado, a principios de la década de los noventas las diferencias y los conflictos
entre ambos movimientos eran profundos.
Pero las diferencias entre ambos movimientos van más allá de ser históricas. Marcan la
pauta del desarrollo diferenciado que ambos presentan en la actualidad en lo referente a sus
proyectos políticos, su estructura organizativa y su identidad colectiva. Como voy a exponer
en el capítulo siguiente, estas diferencias definieron, en gran medida, lo que es hoy el
movimiento feminista en Honduras.
74
Esta organización nace en 1987, después de que un grupo de mujeres latinoamericanas que participaron en
1985 en la tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas, en Nairobi; decidieron formar una red
autónoma, cuyo objetivo fundamental era “buscar respuestas alternativas en el campo de los derechos de la
mujer e implementar las recomendaciones del Foro Mujer, Derecho y Desarrollo de Nairobi”. Para más detalles
sobre esta red ver Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer
(CLADEM). Memoria 1998-2002. (Perú: CLADEM, 2002) pp. 5-6.
75
Este apartado va a ser desarrollado de conformidad con lo expuesto por Gilda Rivera en El Centro de
Derechos de Mujeres: Una propuesta de construcción colectiva comprometida con los derechos de las
Mujeres. Tegucigalpa, 1994. (Material Mimeografiado).
54
1987
En este año se inaugura la sección del CLADEM en Honduras. En este momento, las
fundadoras del CDM comparten este espacio con otras organizaciones de mujeres,
como la FAFH, Solidarias, Asociación Andar, el Visitación Padilla, CODIMCA, y
algunas instituciones gubernamentales.
1987-1991
En este período, siempre dentro del CLADEM, las fundadoras del CDM empiezan a
cuestionar los ejes de trabajo de esta organización. Como ellas mismas afirman: “se
vieron en la necesidad de reconceptualizar el trabajo con y desde las mujeres,
cuestionando el enfoque maternalista que prevalecía en los proyectos”. También,
señalan que en esta etapa no hay seguridad en cuanto a definirse públicamente como
feministas, ya que tenían muy interiorizado el mensaje de que “el feminismo divide la
lucha popular”. En momento, reciben los primeros financiamientos internacionales y
definen sus ejes de trabajo: la búsqueda de cambios la legislación que beneficiaran a
las mujeres, la formulación de propuestas educativas y la lucha contra la violencia.
1991-1993
Este es el momento de definición de sus estrategias institucionales y ejes de trabajo,
siendo el principal “la eliminación de todas las formas de discriminación y de violencia
hacia las mujeres”. Sin embargo, su prioridad era la construcción “del” movimiento
feminista, por lo que señalan que en ese momento “la estrategia del CEM-H estuvo
centrada en el activismo hacia fuera, en la constitución del movimiento feminista en
espacios de coordinación colectiva y en el apoyo a organizaciones de mujeres
autónomas o mixtas”. Participan en la creación de la Red Contra la Violencia Hacia la
Mujer. En 1992 abren el Programa Casa de la Mujer, uno de los más importantes de la
organización.
1993-1995
Este período marca un momento importante en la historia de la organización. En
palabras de sus protagonistas “es cuando se da un proceso de reflexión interna de la
identidad institucional y se reconoce al CEM-H como un espacio legítimo por sí
mismo dentro de la sociedad civil, la orientación hacia un proyecto político cultural
alternativo y la búsqueda de enfoques teóricos que integren esta perspectiva en una
concepción holística de la realidad, donde el análisis de las relaciones de género pueda
verse integrada con otras categorías como la clase, etnia, medio ambiente, sexualidad,
edad, etc.” En este momento, la organización establece de forma definitiva sus límites
con el movimiento de mujeres.
Como se puede observar en esta breve exposición, ambas organizaciones tienen una
historia similar. Su surgimiento y consolidación se vio acompañado de las mismas dudas,
especialmente con respecto a cómo debían ser sus relaciones con las demás organizaciones de
mujeres y los demás movimientos sociales, y en cuanto a qué intereses o luchas debían ser
centrales en sus proyectos políticos.
3. Su estructura organizativa
El grupo de soporte primario: conformado por las mujeres que integran los equipos
de coordinación y las que trabajan en los programas. Se encarga de la
administración de los recursos disponibles y de la concreción de los objetivos más
específicos del movimiento. Generalmente, son mujeres de clase media con altos
niveles educativos que se encargan de dirigir los programas y proyectos de la
organización y de administrar los fondos disponibles.
El grupo de resonancia: constituido por las mujeres beneficiarias de los programas
y por los “grupos de base”, conformados por organizaciones del movimiento
amplio de mujeres con las que realizan algún tipo de trabajo. Más adelante voy a
reflexionar acerca de la pertenencia de estos dos grupos a las estructuras
organizativas de ambas organizaciones.
78
Dieter Rucht “El impacto de los contextos nacionales en la estructura de los movimientos sociales..pp.185 y
sig.
58
Por esta razón, considero que otros enfoques como el de redes, una variación de los de
los nuevos movimientos sociales, puede brindar algunas pistas para responder a la pregunta
anteriormente planteada. Según este enfoque, los movimientos sociales contemporáneos
pueden ser considerados como “manifestaciones de redes socioespaciales latentes, cuyo
elemento aglutinador son las comunidades de valores, y que se caracterizan por tener una
naturaleza reticular; es decir, por estar constituidos por redes de interacciones informales entre
una pluralidad de individuos, grupos y organizaciones79.
De conformidad con mi marco teórico, los factores del contexto que inciden en el
desarrollo de la acción colectiva y de la estructura de los movimientos sociales pueden ser de
tres tipos: sociales, culturales políticos. Voy a analizar a continuación estos tres factores.
79
Manuel Castells, La era de la Información. Economía, sociedad y Cultura. El poder de la identidad. Volumen
3 (Madrid: Alianza Editorial S.A., 1998) pp. 401
59
El contexto cultural
Uno de los elementos del contexto cultural que más influyó en la estructura
organizativa que desarrollaron muchas organizaciones feministas fue el rechazo que los demás
movimientos sociales (mixtos y de mujeres) manifestaron hacia el feminismo. En nuestro país,
al igual que en la mayor parte del mundo, el feminismo era (y es aún hoy) una palabra
prohibida, cargada de connotaciones negativas. Como expongo en apartado 1 de este capítulo,
todo esto provocó que en Honduras, al igual que en el resto de Latinoamérica, el movimiento
feminista no surgiera como un movimiento de masas, lo que al final influyó en la construcción
de una estructura organizativa como la descrita en el apartado anterior.
El contexto político
Hay dos factores del contexto político que tuvieron mucha influencia en la estructura
organizativa que desarrollaron ambas organizaciones: el que surgieran en medio de las
“transiciones democráticas” que se verificaron en América Latina desde mediados de la
década de los ochentas y principios de los noventas; y la influencia del feminismo y de la
cooperación internacional al momento de su nacimiento.
En cuanto a las transiciones democráticas, para las personas que estudian los
movimientos sociales una de las consecuencias de estos procesos fue que produjeron cambios
en las reglas de la participación política y en las estrategias de incidencia de los actores
sociales. Señalan que uno de los cambios más importantes fue que la presión callejera y las
grandes manifestaciones dieron paso al afianzamiento del “lobby” o cabildeo para incidir en
las decisiones estatales; que según Ian Roxboroug consiste en la negociación estratégica que
realizan los actores colectivos con las instituciones estatales para el logro de sus fines 80. Ahora
bien: ¿Qué efecto tuvo esto en la estructura organizativa de muchos movimientos sociales?
Uno de los más evidentes es que condujo a que los grupos de soporte primario de los
movimientos sociales se conformaran a partir de profesionales con altos niveles educativos,
80
Ian Roxboroug. “Las posibilidades de las prácticas sociales bajo el neoliberalismo”, en Revista Mexicana de
Sociología, N° 4, marzo- abril de 1994. (México: UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales) pp.85.
60
81
Russell J. Dalton y Manfred Küechler y Wilhelm Bürklin. “El reto de los nuevos movimientos sociales”, en
Russell J. Dalton y Manfred Küechler. Los nuevos movimientos sociales… pp. 27.
61
El contexto social
82
Dieter Rucht “El impacto de los contextos nacionales... pp. 185
83
Los dos estudios más completos que se han hecho hasta la fecha sobre el movimiento feminista apoyan esta
afirmación. Para más detalles ver Breny Mendoza. Sintiéndose Mujer... pp. 144; y Rina Villars. Para la casa
más que para el mundo... pp. 609.
84
Ronald Inglehart. “Valores, ideología y movilización cognitiva en los nuevos movimientos sociales”, en
Russell J. Dalton y Manfred Küechler, Los nuevos movimientos sociales… pp. 71-99.
62
Una forma organizativa como la descrita al principio del apartado 3.1., constituida
por el grupo de soporte primario, el grupo de resonancia, y los grupos de base, pero
cohesionada a partir del funcionamiento y existencia de redes más amplias.
Una estructura organizativa centralizada, con una división clara de los roles y
funciones de sus integrantes.
Flexibilidad relativa en la ejecución de sus programas. Esto se puede observar en el
hecho de que, aunque pudieron adaptar su trabajo y reorganizar sus actividades en
el momento inmediato al Mitch, los cambios más profundos que se dieron con
posterioridad en sus programas y proyectos requirieron de más tiempo85.
Autonomía relativa en la definición de sus objetivos. Aunque dependen en gran
medida del financiamiento internacional, gozan de cierto margen de libertad, por lo
menos en la operacionalización y puesta en marcha de sus programas y proyectos.
85
Gilda Granda, “Las Organizaciones no Gubernamentales, su génesis, desarrollo y actuales tendencias y su
relación con la ayuda oficial al desarrollo” en Gilda Granda. y otros. Nuevas formas de cooperación para
España. El potencial de las Organizaciones No Gubernamentales y de las Empresas. (Madrid: Fundación
Banco Exterior, 1987) pp.18.
63
Por otra parte, algunos de los aspectos negativos de su modelo organizativo son:
86
Alberto Gonzáles-Tablas, “Cooperación, Historia y caracterización” en Gonzáles-Tablas, A. (Coord) Visión
global de la cooperación para el desarrollo. La experiencia internacional y el caso español. (Barcelona:
ICARIA Editorial S.A. 1995) pp. 64.
87
Idem anterior, pp. 79.
88
Ana Leticia Aguilar. “El movimiento feminista y en enfoque de género en las instituciones nacionales e
internacionales… pp. 77.
64
4. La identidad colectiva
Las palabras vida, colectiva, personal, memoria, mujer, negra, indígena, conciencia
crítica, pobre, conflicto, solidaridad, etc. fueron algunas de las que se nombraron. Sin
embargo, una de las más mencionadas fue la palabra política, algunas veces complementada
con la de sujeto. Esto se debe a que, para la mayor parte de las mujeres que participaron en
este encuentro, la construcción del feminismo pasa por un proceso individual y colectivo que
busca la consolidación de un sujeto político-feminista que una a mujeres diversas, que les
permita recuperar su memoria y construirlas como conciencia crítica de la sociedad.
¿Por qué este tema despierta tanto interés entre las feministas? Además de las razones
que menciono en mi marco teórico, es necesario agregar una más: es sumamente útil para
comprender como se entretejen las concepciones subjetivas de estas mujeres sobre sus
vivencias personales (o sobre su “ser feminista”) y el contexto o marco político en el cual
desarrollan sus acciones.
89
Programa Feminista Centroamericano La Corriente. Jornadas Feministas Centroamericanas. (Nicaragua:
Programa Feminista Centroamericano La Corriente, 2001) pp. 86-122.
65
primeros años de vida de ambas organizaciones. Como señalan, en este momento, “la
búsqueda de las definiciones cognitivas concernientes a los fines, significados y al campo de
acción” —el primer componente descrito por Alberto Melucci de la identidad colectiva 90—
fue central en el proceso de constitución de ambas organizaciones como un sujeto colectivo.
Voy a realizar a continuación un breve análisis de estos tres elementos.
Los fines
92
Rina Villars. Para la casa más que para el mundo… pp. 573.
93
Idem. Anterior, pp. 570-571.
67
Por esta razón, es necesario utilizar otros enfoques para el análisis de los demás
componentes de los movimientos sociales, como su estructura organizativa, las estrategias
desarrolladas, o la relación entre ambas y la identidad colectiva. Además, estas perspectivas
impiden analizar los cambios producidos por los movimientos sociales sobre las estructuras
existentes”96, imprescindible en el caso específico de este estudio.
Conclusiones
94
Para más detalles sobre este tema ver Hugo Zemelman, “La esperanza como conciencia. (Un alegato contra el
bloque histórico imperante: ideas sobre sujetos y lenguaje)”, pp.17; y Enrique de la Garza, “Estructuralismo y
positivismo en tiempos de la posmodernidad”, pp.94; en Hugo Zemelman (coord.) Determinismos y
alternativas en las ciencias sociales en América Latina. (Venezuela: Editorial Nueva Sociedad, 1995)
95
Juan Ramírez Sáinz. “Pluralismo teórico y metodologías combinadas para el análisis de la acción colectiva”,
en Jorge Durand Arp-Niesen (comp.) Movimientos sociales. Desafíos teóricos y metodológicos. (México:
Universidad de Guadalajara, 1999) pp. 59-68.
96
Enrique Rajchenberg. “El cambio social en la teoría social latinoamericana: Revolución y actores en tres
movimientos”, en Bajo el Volcán, Revista del Postgrado de Sociología de la Universidad de Puebla. N° 2, 1er
semestre del 2001. (México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades, 2001) pp. 164.
68
De los factores externos, quizá uno de los que tuvo más peso fue la cooperación
internacional. La necesidad de contar con financiamiento fue uno de los elementos que definió
su estructura organizativa y su proyecto político. A fin de ser consideradas aptas para recibir
fondos de la cooperación internacional, ambas organizaciones desarrollaron una estructura
organizativa centralizada, urbana, y adoptaron el modelo de las ONG´s. En cuanto a los
factores internos, uno de los elementos que definió su estructura organizativa y su identidad
colectiva fue la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Ambas organizaciones, a través de
la consolidación de programas para mujeres víctimas de violencia, forjaron una identidad
colectiva que les permitió definirse y ser identificadas como feministas.
Aunque la estructura organizativa que desarrollaron les permitió acceder a los fondos
de la cooperación internacional y negociar con el Estado, tuvo como consecuencia su
dependencia excesiva de la ayuda internacional. También provocó que se centraran más en
acciones de incidencia política y en la prestación de servicios que en la construcción de un
movimiento social amplio.
Capítulo IV
¿Fuera de las ciudades?
Feminismo y participación ciudadana de las mujeres en lo local-comunitario
Hay una imagen del Mitch que se quedó grabada en mi mente. En uno de los diarios
del país, aparecía la fotografía de un hombre subido en las ramas de un árbol ya sin hojas por
la fuerza del viento, sosteniendo una pequeña gallina. Pero lo más espeluznante era que hasta
donde alcanzaban los límites de la foto, que supongo fue tomada desde un helicóptero, no se
veía más que agua. Un enorme cerco de agua cercenaba el horizonte y la vida de este
campesino. Fue tomada en la zona norte del país.
Se puede decir, entonces, que una de las consecuencias del paso del Huracán Mitch por
tierras hondureñas fue que puso en evidencia la vulnerabilidad de las zonas rurales ante los
desastres naturales, los altos índices de pobreza que imperan en estas regiones y la falta de
estrategias de desarrollo a más largo plazo para contrarrestarla. Por estas razones, las
respuestas del Estado, de la cooperación internacional y de los movimientos sociales se
dirigieron sobre todo a lo que sería la piedra angular de muchas de las acciones que se
realizaron para contrarrestar los efectos del Huracán: el fortalecimiento de lo local-
70
comunitario. Esta estrategia se implementó a través de medidas que iban desde dotar de una
mayor autonomía funcional, administrativa y financiera a las corporaciones municipales, hasta
acciones más relacionadas con la participación ciudadana.
En las siguientes páginas, voy a analizar cuál fue el papel de las dos organizaciones
objeto de mi estudio en este proceso, cuáles fueron los factores que incidieron en la mayor
importancia del trabajo en el ámbito local-comunitario en sus agendas después del Mitch, y el
contenido y alcance de la estrategia que adoptaron para estos efectos: la participación
ciudadana. A fin de lograr una mayor claridad en el análisis y exposición de los hechos, decidí
dividir el abordaje de este tema en dos capítulos.
Contexto
Aumento y mayor visibilización de la
pobreza en el área rural
Cambios en la cooperación
internacional y en el Estado: la
descentralización municipal
Mayor atención
a lo rural, local
ESTRATEGIAS y comunitario
PARTICIPACIÓN
Estrategia general CIUDADANA
Cambios en
la estructura Apertura de nuevos proyectos
organizativa Descentralización de los programas
Fines u objetivos
El empoderamiento
La lucha contra la violencia
Ampliación de Lucha contra la pobreza
la ciudadanía Aumentar la incidencia política en las
municipalidades
Antes de exponer los fines de esta estrategia y la forma como fue implementada por
ambas organizaciones, voy a desarrollar el contenido teórico y las diferentes acepciones que el
término participación ciudadanía genera en su uso y comprensión; y la forma como las dos
organizaciones objeto de mi estudio han hecho suya esta palabra. Considero que responder
estas preguntas resulta fundamental para los objetivos de mi análisis, ya que me permite
97
Maria Teresa Blandón. “Para un milenio de las mujeres”, en Malabares, Revista Centroamericana de La
Corriente (Managua: Programa Feminista Centroamericano La Corriente, 1995) pp. 14.
72
definir cuáles eran los fines o los objetivos de los cambios que se gestaron en ambas
organizaciones con relación a este tema.
sociales (…) La vida pública ofrece muchas opciones y posibilidades de participación, y puede
implicar interactuar con el Estado o no”100.
Sobre la base a estos últimos argumentos, puedo decir que la participación ciudadana
se refiere a la participación de las mujeres en los diferentes espacios de la vida pública, ya
sean estatales o formales (nacionales o locales, partidos políticos, instancias gubernamentales,
etc.), o de la sociedad civil (grupos, asociaciones o movimientos sociales); que tienen como
objetivo hacer efectivos determinados derechos o demandas.
100
Rodrigo Borja, “Enciclopedia de la Política”, citado por Braulia Tillet, Mujeres y percepciones políticas
(Guatemala: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), 2001) pp. 102.
101
Mirna Flores. “Participación ciudadana, democracia cotidiana y cultura política”, en Taller: “Mujeres,
participación política y ciudadanía” (Costa Rica: Universidad de Costa Rica (UCR), 1996) pp. 34.
74
El feminismo ha hecho suya esta palabra, pero desde la disidencia a otras de sus
acepciones, cargadas de exclusión. Esto se debe a que, como señala Amelia Valcárcel, “el
feminismo es “un hijo no deseado de la ilustración, ya que cuestiona la fundamentación
filosófica, ética y política de las teorías contractualistas sobre las cuales se definió una
ciudadanía excluyente diseñada para y por los hombres, en especial, en lo que se refiere al
principio de la igualdad”102.
ciudadanía permite incluir dentro de las demandas u objetivos de la lucha por la ciudadanía
derechos que pueden ser considerados como “privados” (como los derechos sexuales y
reproductivos), y los relacionados con la actuación de las mujeres en el mundo “público” (la
participación política y las acciones de incidencia hacia el Estado).
Dejo las palabras público y privado entre comillas porque, de acuerdo con lo expresado
antes, una de las tareas fundamentales del feminismo ha sido politizar el mundo de lo privado,
darle a estos actos el carácter de una lucha política por la identidad y el cambio social. Desde
esta perspectiva, la lucha por la ciudadanía incluye también las luchas que llevan a cabo las
mujeres en sus espacios más íntimos, como el cuerpo, el hogar, la casa, la familia, que son
quizás los lugares donde se inicia el proceso de expropiación de sus derechos.
Hasta antes del Mitch, este trabajo era realizado desde los distintos programas que
buscaban educar o capacitar a las mujeres en el conocimiento y ejercicio de sus derechos; en
especial, desde los de Educación, Comunicación, Investigación y Revisión del Derecho. Pero,
como voy a demostrar en las páginas siguientes, después del Mitch se redefine la posición y
lugar de la lucha por la ciudadanía de las mujeres en los intereses y estrategias institucionales
de ambas organizaciones. Antes de abordar este punto, voy a analizar algunos de los
principales factores del contexto que incidieron en todo este proceso.
Económica para América Latina y el Caribe, Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer,
1995) pp. 11.
106
CEM-H. Memoria 1987-1997. pp. 1 y 21.
107
Gilda Rivera, El Centro de Derechos de Mujeres: Una propuesta de construcción colectiva comprometida
con los derechos de las Mujeres... y CDM, el Informe de julio-diciembre de 1997.
76
2. Factores del contexto que incidieron en los cambios en los programas y estrategias
de participación ciudadana después del Mitch
Una de las estrategias diseñadas desde el Estado para hacerle frente a la grave crisis
socio-económica desatada por la tragedia fue darle un mayor impulso a los procesos de
descentralización municipal, que se estaban ejecutando en el país desde antes del Huracán.
Este mayor énfasis a lo local, definido desde las estrategias que se adoptaron durante la
emergencia y en las políticas públicas que se implementaron después del Mitch, provocó que
muchas organizaciones y movimientos sociales redefinieran sus ejes y estrategias de acción, a
fin de lograr que sus demandas fueran incluidas en esta nueva estrategia de participación y de
desarrollo local propuesta desde el Estado.
Esto fue también lo que sucedió en el caso de las dos organizaciones objeto de mi
estudio. Así lo señalan las del CDM, cuando afirman que “partimos de reconocer que el
proceso de modernización del Estado demanda de la descentralización del gobierno y de la
autonomía de los municipios”108.
“... Algunas (agencias internacionales) amenazan con retirarse (...) Creo que a
partir de entonces ha sido más difícil llamar la atención. El Mitch hizo que se
pospusiera ese peligro… Creo que estábamos en un momento de mucho peligro.
No es secreto para nadie que los movimientos sociales han pasado tiempos
difíciles, y de pronto, hay más apoyo para ciertas cosas, como por ejemplo para
lo legal. Ahorita, participación ciudadana está teniendo mucha respuesta,
cuando hasta hace poco algunas organizaciones que trabajábamos
participación ciudadana hemos tenido dificultades para seguir nuestros
programas...”
Todos estos cambios en el contexto fueron configurando la que quizás sería una de las
principales estrategias adoptadas por ambas organizaciones para lograr cambios radicales en la
vida de las mujeres: la organización política de las redes y organizaciones de mujeres que
78
surgieron o se rearticularon a raíz del Mitch. Voy a describir como dio inicio este proceso y
como se desarrolló.
Sin embargo, fueron las mujeres las que —en especial en los días inmediatos al paso
del Huracán— participaron de forma más activa en la búsqueda de estrategias para hacerle
frente a la crisis. Mujeres con o sin experiencia previa en procesos organizativos, se dieron a la
tarea de formar grupos de presión para exigir la atención del gobierno y de la cooperación
internacional. Esto llevó al surgimiento o a la rearticulación de numerosas redes y grupos de
mujeres, que empezaron a hacerse visibles en los espacios públicos. Sin embargo, como
siempre ocurre, gran parte de estas mujeres se olvidaron de sí mismas y se preocuparon más
por garantizar la supervivencia de sus familias que por tratar de solventar sus propias
necesidades.
79
110
CEM-H/ Fundación Ford. Investigación: “El impacto del Huracán Mitch en las condiciones de vida de las
Mujeres Hondureñas y las experiencias de Participación Ciudadana”. (Material Mimeografiado) (Honduras:
S/E, 2001)
80
Una de las primeras preguntas que me surgieron fue si estas redes o grupos de mujeres
habían surgido a raíz del Mitch o tenían una historia organizativa previa. Ante esta pregunta,
Mirta, del CEM-H, me dio una respuesta sumamente interesante: que en este proceso
surgieron nuevos liderazgos y nuevas redes de mujeres que, de alguna forma, son herencia de
los Clubes de Amas de Casa que desde la década de los 60’s existen en el país:
Con respecto a los Clubes de Amas de Casa, aún cuando su propósito inicial era
impulsar programas con mujeres pobres para el mejoramiento de la economía familiar y
comunal, desde su función tradicional de madres y esposas111; en muchos casos rebasaron sus
propósitos iniciales, ya que se convirtieron en uno de los primeros espacios de reflexión para
las mujeres hondureñas sobre sus problemas. Uno de los únicos casos documentados sobre los
Clubes de Amas de Casa en Honduras, el de las mujeres de la Nueva Esperaza, expone como,
desde estos espacios, muchas mujeres fueron poco a poco transformando sus identidades y
111
Teresa Valdez y Enrique Gomáriz. Mujeres Latinoamericanas en Cifras, Tomo Comparativo (Chile:
Instituto de la Mujer de Chile, Ministerio de Asuntos Sociales Español, y Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO), 1995) pp. 178.
81
conciencias, hasta el punto de que algunas de ellas se separaron de la Iglesia y hasta fueron
excomulgadas112.
Sin negar la fuerza y valor de estos clubes y de otros grupos de mujeres que surgieron
o cobraron fuerza a partir del Mitch, como mencionaba en el apartado anterior, uno de los
problemas que identificaron ambas organizaciones fue que ni las mismas mujeres que
conformaban estos grupos se preocupaban por sus necesidades específicas. Al respecto, María
Elena Méndez, actual coordinadora del CEM-H, señala que esto se debió a que la experiencia
organizativa de muchas de ellas había sido en espacios mixtos; y que debido a este hecho,
desconocían de la perspectiva de género. Ante la pregunta que le hice respecto a la historia
organizativa previa de los grupos de mujeres que se reactivaron durante el Mitch, decía que:
“...Se trató y se luchó para que dentro de las coordinaciones hubiera más
mujeres... Nosotras colaboramos con varias colonias, pero específicamente en
el Mogote. Se trató de trabajar con la Junta Directiva, que era solo de
hombres, tratando de establecer algunas normas en la distribución de recurso.
Involucramos directamente a las mujeres, intentando que siempre participaran
en la distribución...”
112
Para una historia más detallada del surgimiento de esta organización y su historia hasta la década de los
90’s ver Rocío Tábora. Democratizando la vida. La propuesta metodológica de las mujeres del PAEM.
(Honduras: COMUNICA, 1992)
82
Las del CEM-H son todavía más claras al definir los objetivos que se perseguían con el
apoyo a los procesos organizativos. Por ejemplo, en la memoria de 1998 se afirma que “a
partir del Mitch, el trabajo organizativo con las mujeres se coloca en un primer plano, como
una estrategia fundamental para hacer frente a la crisis del desastre” 114. Estas acciones las
llevaron a cabo con grupos de mujeres con y sin organización previa. De conformidad con los
informes, en las comunidades de La Guacamaya, La Finca, y La Montañuela, ya existían tres
organizaciones de mujeres: PROFESAC, ANAHMUC y MOMUCLAA, respectivamente; y
en las restantes (El Mogote y la Colonia Cruz Roja) no habían organizaciones o los niveles
organizativos eran muy bajos.
113
CDM. Informe de julio-diciembre de 1999. pp. 4-11.
114
CEM-H. Memoria de 1998. pp. 3.
83
las puertas de las casas y en las calles. Al vernos, inmediatamente se acercaron al carro y
saludaron con mucha alegría a Mirta. Y entramos al Centro de Capacitación.
Lo primero que me llamó la atención fue lo acogedor del lugar. Había un grupo de
jóvenes y otro de mujeres mayores conversando. Y pensé: “que lindo, a pesar de toda la
tragedia que vivieron estas mujeres, tienen un lugar donde reunirse, donde hablar, donde ser
felices a pesar de todo lo que sufrieron”. Además, sabía que de muchas de las casas que había
visto y el Centro de Capacitación fueron construidos en parte por la labor del CEM-H durante
la emergencia, y que muchas mujeres eran sus propietarias.
Mirta me decía que, en la inauguración de esta colonia, una de las mujeres que
participó en el Proyecto de Reconstrucción del CEM-Hombres, a través del cual gestionaron
fondos para la construcción de sus viviendas, le había dicho:
La construcción de esta esperanza inició con una tragedia, como todos los hechos que
relato en este trabajo, cuando en la colonia donde vivían antes estas mujeres...
“Una noche fatídica, mientras la lluvia no paraba, una parte del cerro donde
vivían se derrumbó y 23 personas murieron. 451 familias perdieron sus casas...
Ellas amarran alambre, acarrean material, toman talleres, denuncian la
violencia contra sí mismas y sus compañeras, se inscriben en las planillas. Las
mujeres de todas las edades que protagonizaron este proyecto tienen mucho
84
que decir, todas ellas: las que esperan el momento de ocupar su casa, las que
llegan a la comunidad a trabajar con ellas, las que leen los informes
financieros... Si agudiza usted el oído y escucha más allá de cualquier fórmula
que aquí se plantea, se asomará a la autoridad de la voz femenina, a la
participación como acción diaria, al cambio y precisamente a la construcción
no del cemento y la cal sino de la vida, la que siempre está en construcción.
Venga, a eso le invitamos...”115
Las palabras de Miriam Suazo, psicóloga y trabajadora del CEM-H, también dejan ver
como una tragedia puede convertirse en esperanza:
“...Si bien es cierto que el Mitch les hizo vivir una tragedia de horror, en esa
zona murieron 23 personas y 454 familias quedaron sin nada, perdieron cosas
materiales y familias, muchas reconocen que el Mitch también ha sido una
oportunidad. Porque de repente, muchas nunca hubieran tenido una casa.
También, muchas mujeres rompieron un montón de cadenas. Ahora ellas
recuperaron sus liderazgos, tienen conciencia de participación, y saben que sin
las mujeres la comunidad no va a avanzar”
Creo que no hay palabras más claras que estas para describir lo que sucedió en esa
pequeña comunidad después de la tragedia. Todas estas acciones tuvieron hondos efectos en la
estructura organizativa de ambas organizaciones, como voy a exponer a continuación.
115
Centro de Estudios de la Mujer-Honduras, CEM-H, Solidaridad Internacional de España, Sistematización.
Proyecto Centro de Capacitación para Mujeres y Servicios Múltiples. Segunda fase. (Material
mimeografiado) (Honduras: S/E, 2001) pp.1 y 7.
85
Uno de los efectos más inmediatos del trabajo que realizaron ambas organizaciones en
los espacios locales, tanto urbanos como rurales, fue que se reestructuraron los programas y
proyectos de ambas organizaciones. Por ejemplo, por primera vez en la historia de estas dos
organizaciones, funcionan programas y/o proyectos cuyo objetivo específico es el trabajo en
derechos ciudadanos de las mujeres en los ámbitos locales.
Para el caso, en 1999 el CEM-H abre, dentro del Programa de Educación, el Proyecto:
“Participación Ciudadana e Incidencia Política de las Mujeres en los Gobiernos Locales para
la Reconstrucción Nacional”. Y en 1999, el CDM reorienta el programa de Educación y
Sensibilización a un nuevo programa de Participación Ciudadana. Ambos programas se llevan
a cabo con distintas comunidades rurales a lo largo del país.
Aunque antes del Mitch también realizaban trabajo fuera de los ámbitos urbanos, éstas
eran más acciones más puntuales, como talleres de capacitación en derechos humanos, y en
algunos casos, acompañamiento organizativo a grupos de mujeres. Pero el trabajo estaba
centralizado en las dos ciudades más grandes del país: Tegucigalpa y San Pedro Sula.
(El CEM-H) “Era una organización que hacía muy poco trabajo extramuros.
Hacía trabajo extramuros, pero no era parte fundamental en la organización...
Con el Mitch, me parece que ese fue el cambio más fundamental. La
organización se traslada afuera, se va”
86
La organización “se va”, o se “sale del nidito”, como dice Suyapa, también integrante
del CEM-H. Estas son quizás dos de las frases que resumen de forma más clara lo que sucedió
a raíz del Mitch. Pero, ¿cuáles fueron los cambios que se dieron en su estructura organizativa
para hacer efectiva esta nueva estrategia de trabajo? Uno de los más importantes fue la
“descentralización” del trabajo que llevaban a cabo. Como señala también Suyapa:
El listado de las comunidades con las que esta organización trabajó es elocuente:
Choloma, El Rancho, Urraco, La Lima, Santa Bárbara, Yoro, Nueva Esperanza, Morocelí,
Montanuela, Guanacaste, Colón, La Compasión, El Progreso, La Guacamaya. Estos son
algunos de los nombres de las comunidades y ciudades en las cuales se hizo presente el CEM-
H al momento de la crisis. Aunque mucho de este trabajo se abandonó después de la
emergencia, la necesidad de continuar trabajando en las áreas rurales siguió siendo una
prioridad para la organización, como es evidente en la apertura del nuevo programa de
participación ciudadana, dirigido sobre todo a las áreas rurales.
Pero el efecto de la descentralización del trabajo del CEM-H fue más allá de la
apertura de nuevos proyectos. Cambió su esquema organizativo y la forma como hasta
entonces se habían establecido los límites, objetivos y funciones de cada uno de los proyectos.
Al respecto, Mirta Kennedy, integrante del equipo de coordinación, y actual encargada del
programa de investigación, decía que:
El caso del CDM es relativamente distinto, ya que ellas desde antes del Mitch ya tenían
trabajo fuera de Tegucigalpa y San Pedro Sula. Es quizás por esta razón que la valoración que
hacen sus integrantes de los cambios que se dieron es distinta, aunque hay discrepancias entre
ellas con respecto al efecto que éstos tuvieron en la organización. Por ejemplo, Gilda afirma
que la mayor atención a lo rural no necesariamente implicó un cambio radical en las estrategias
de la organización, y mucho menos en su estructura organizativa:
Ella hizo esta afirmación en base al trabajo que el CDM venía realizando desde el
Programa de Promotoras Legales 117 y desde el proyecto “Mecanismos de Aplicación de la Ley
Contra la Violencia Doméstica desde el poder local” que funciona desde 1998 en Choluteca y
Olancho, (zona sur y oriental del país)118. Pero según Nora, estos cambos sí tuvieron
116
CEM-H. Memoria de 1999. pp. 4.
117
Recuérdese que este es uno de los programas más antiguos del CDM, ya que funciona desde 1991, época
del surgimiento de la organización.
118
CDM. Informe de enero-junio de 1998. p. 12.
88
consecuencias profundas en el trabajo del CDM. Ante la pregunta que le hice sobre el
seguimiento a los trabajos que realizaron a raíz del Mitch en algunas colonias urbano-
marginales de Tegucigalpa, comentaba que:
“Este trabajo no se continuó, porque una de las cosas que vimos fue la
necesidad de abrir trabajo hacia las zonas rurales. Entendimos que hay zonas
más marginadas que otras, y el CDM vio la necesidad de proyectarse hacia el
campo... En la zona urbana queda nada más la proyección a nivel de la
atención y prevención de la violencia de género contra las mujeres, que es el
área de asistencia psicológica y legal que tenía el CDM. También se mantiene
el área jurídico-social, que es la de la revisión crítica del derecho”
Conclusiones
Todos estos cambios responden en gran medida a los cambios que se verificaron en la
estructura económica, política y social del país después de la tragedia. De ellos, el que más
peso tuvo fue la creciente importancia en las estrategias del Estado y de la cooperación
internacional de la descentralización municipal para hacerle frente a la crisis.
Sin embargo, y de conformidad con mi marco analítico, estos cambios también fueron
producto de reflexiones internas de las integrantes de ambas organizaciones. En este proceso,
ellas valoraron las oportunidades que tenían para participar de forma activa en la
reconstrucción, evaluaron el trabajo que realizaron durante la emergencia, (especialmente el
que llevaron a cabo con las redes de mujeres del interior del país), y decidieron las estrategias
a adoptar. Sin embargo, es quizás la dependencia de ambas organizaciones de los fondos de la
cooperación internacional el elemento clave que definió que su trabajo se llevara a cabo
principalmente desde la estrategia de la participación ciudadana.
Capítulo V
Para las mujeres más que para el feminismo:
Fines de la participación ciudadana
El objetivo más general de todos los cambios que se produjeron en los programas de
ambas organizaciones tenían un fin último: el empoderamiento de las mujeres. Los cambios
que se dieron en sus proyectos, ejes de trabajo y estructura organizativa buscaban potenciar las
capacidades de las mujeres para que fueran ellas las artífices de sus propios procesos, las que
decidieran cuales eran las estrategias más adecuadas para satisfacer sus necesidades. Todo este
proceso, desde mi punto de vista, implicó que las organizaciones feministas objeto de mi
estudio reconocieran los límites de su proyecto político, sus debilidades.
Por esta razón que decidí utilizar como nombre de este capítulo el título de uno de los
libros más completos sobre la historia de los movimientos de mujeres que se han escrito en
Honduras, el de Rina Villars: “Para la casa más que para el mundo, Sufragismo y Feminismo
en la Historia de Honduras”119. Desde mi perspectiva, muchos de los cambios que sufrieron
los programas de atención a la violencia buscaban, además de empoderar a las mujeres,
ampliar los límites del proyecto feminista, darle un sentido capaz de ser comprendido por otras
mujeres que hasta entonces no habían sido más que espectadoras, no protagonistas.
En este capítulo, voy a exponer las principales estrategias implementadas por el CDM
y el CEM-H para la concreción de estos objetivos. Para estos efectos, voy a dividirlo en los
siguientes apartados:
119
Rina Villars. Para la casa más que para el mundo…
91
Ahora bien: ¿Qué es lo que se perseguía con las nuevas estrategias de acción que se
implementaron en los ámbitos locales-comunitarios después de la tragedia? La respuesta a esta
pregunta se encuentra en la relación entre el contenido del concepto de ciudadanía propuesto
por ambas organizaciones y su estrategia de participación ciudadana.
120
CEM-H, Memoria de 1998. pp. 33.
121
CDM. Informe del 2000. pp. 13-19.
92
Hay dos elementos más que es necesario tener en cuenta: ambas organizaciones parten
de que la ciudadanía es un proceso inconcluso, inacabado, y establecen una relación directa
entre la ciudadanía y la democracia. En las memorias e informes de ambas organizaciones es
evidente que parten de la premisa de que la ciudadanía es un instrumento efectivo no sólo para
lograr el ejercicio real de los derechos de las mujeres, sino también para ampliar los límites de
las democracias. La “ampliación de la ciudadanía” es la piedra angular de las reflexiones
feministas sobre la democracia, definida como “un aumento de la capacidad de las mujeres de
participar en los procesos políticos, en la vida ciudadana de las comunidades, pero además en
una ampliación de la representación y participación en los poderes del Estado y de las
instituciones políticas y sociales”122.
Uno de los objetivos centrales de los programas de participación ciudadana era lograr
que las mujeres participaran de forma activa en los procesos de descentralización que estaban
siendo impulsados desde el Estado. Esta estrategia tenía dos objetivos más específicos: lograr
que las mujeres pudieran ser beneficiaras de los cambios que se estaban dando en la gestión de
los recursos estatales a nivel municipal; y abrir nuevos espacios de participación política para
las mujeres.
Así lo señalan las del CEM-H en la memoria de 1999, cuando afirman que uno de los
objetivos centrales de este proyecto era: “lograr que las mujeres tomen conciencia de su
participación ciudadana, para que incidan en los gobiernos locales, para que sus necesidades y
demandas sean consideradas en los planes de desarrollo, y con ello, lograr cambios
sustanciales en los espacios de poder donde se toman las decisiones”125. Y en el informe del
CDM del 2000, se afirma que uno de los objetivos fundamentales de este Programa era
“fortalecer la participación ciudadana de las mujeres, potenciando su capacidad de propuesta e
incidencia en el poder político local”126.
Como menciono en el capítulo anterior, detrás de esta nueva estrategia hay un factor
del contexto que tuvo un enorme peso en su desarrollo y consolidación: el impulso que desde
125
CEM-H. Memoria de 1999. pp. 37.
126
CDM. Informe de enero-diciembre del 2000. pp. 13.
94
el Estado se le empezó a dar a la descentralización municipal. Así lo señalan las del CDM,
cuando afirman que “partimos de reconocer que el proceso de modernización del Estado
demanda de la descentralización del gobierno y de la autonomía de los municipios”127.
Sin negar lo efectiva que puede resultar esta nueva estrategia, creo que es necesario
preguntarse hasta qué punto el trabajo de incidencia política en las municipalidades no es una
forma más de validar las estrategias del gobierno para hacerle frente a la crisis. Esta es una
provocación abierta. Voy a presentar algunos argumentos para justificar esta afirmación.
Segundo argumento. Este argumento está construido sobre la base de una de las
entrevistas que más disfruté. No sólo por lo mucho que aprendí de la sabiduría y de la fuerza
de las palabras de esta mujer, sino porque fue una de las que me permitió ahondar más en lo
que considero uno de los puntos neurálgicos y más controversiales del presente y futuro del
movimiento feminista: cómo utilizar los mecanismos participativos establecidos desde el
Estado de forma tal que representen una opción para las mujeres en la conquista de sus
derechos, a pesar de ser consientes del origen de ellos y de algunos efectos perversos que éstos
han generado en las luchas de los movimientos sociales.
Así empieza la historia. En 1990 el gobierno de Honduras aprueba la “Ley de
Municipalidades”, que deroga la antigua Ley de Municipalidades y del Régimen Político, del 1
de abril de 1927. Esta ley establece, en el Artículo 25 numeral 9, dentro de las facultades de las
municipalidades: “Celebrar asambleas de carácter consultivo en cabildo abierto con
representantes de organizaciones locales, legalmente constituidas, como ser: Comunales,
127
Idem. anterior.
95
sociales, gremiales, sindicales, ecológicas y otras que por su naturaleza lo ameriten, a juicio de
la Corporación, para resolver todo tipo de situaciones que afecten a la comunidad”128.
Así continúa. Nora, del CDM, me relató como había sido uno de los procesos más
importantes que había llevado a cabo su organización después del Mitch: la realización, por
primera vez en la historia de Honduras, de un cabildo abierto convocado y conducido por
mujeres en una municipalidad. Este cabildo fue resultado de la labor conjunta de las mujeres
del municipio de Marcala, situado en el centro-occidente del país, y de las acciones realizadas
por el CEM-H desde el programa de Participación Ciudadana. En las respuestas de Nora, así
como en los datos contenidos en el informe del CDM del 2002, pude encontrar algunas claves
para tratar de responder la pregunta que esbocé al principio de este apartado.
“Bueno... Nos delimitan a través de esa ley la forma en que la sociedad civil
puede participar. Al mismo tiempo, limitan una de las formas más efectivas que
teníamos en la lucha, que era la presión callejera. Ya no se justifica que nos
vayamos a la calle a presionar por algo, y se preguntan: ¿Por qué no pedimos
un plebiscito? ¿Por qué no pedimos un cabildo abierto? Pero son mecanismos
que están establecidos en la ley, que se cumplen solo de manera formal, en los
cuales tenemos pocas posibilidades de negociar de vos a vos como sociedad
civil y gobierno”
Y ante la pregunta sobre si algo de todo esto había cambiado con el Mitch, respondió
que:
“Creo que sí. Según nuestra experiencia, si queremos un cabildo abierto para
las mujeres, en un momento para comprometer públicamente a las autoridades.
No hay tal negociación. Un cabildo abierto supone que vamos a ese espacio
público a negociar. Cuando solicitamos por escrito el cabildo abierto, con
firmas de las mujeres, nos piden que les enviemos lo que queremos, cuál es el
objetivo del cabildo, qué es lo que vamos a solicitar. Empezamos a negociar
fuera del cabildo, antes de que nos digan sí o no, que es lo que vamos a
aceptar, al momento del cabildo. De lo que se trata es de un show. Ya está todo
negociado afuera. Entonces, de lo que se trata es de recibir lo que aceptaron,
el producto de la negociación fuera del espacio abierto en el cual se supone
que deberíamos negociar frente a todo mundo, sociedad civil y gobierno. Sin
embargo, ahora estamos empezando a rescatar esos espacios públicos.
Todo este interesante testimonio me permite llegar a una conclusión: que aunque
muchas de las integrantes de estas organizaciones conocen el origen y los objetivos ocultos en
97
Ahora bien: estas acciones, el apoyo a los grupos y mujeres que surgieron o se
reactivaron en el país a raíz del huracán, y los cambios que se dieron en la estructura de los
programas de ambas organizaciones tienen un fin último, que es la base y objetivo primordial
de todas estas acciones: empoderar a las mujeres para que sean artífices de sus propios
procesos. Pero, ¿Qué entienden por empoderamiento? ¿Qué relación tiene éste con la lucha
contra la pobreza? En las siguientes páginas, voy a dar respuesta a estas dos preguntas.
129
Roy Rivera, Descentralización y gestión local en América Latina (Costa Rica: Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO), 1996) pp. 27.
130
Idem anterior, pp. 35.
131
Mack Echeverría. Ejes de tensión y agregación de la acción colectiva en el nivel municipal guatemalteco.
(Material Mimeografiado) (Guatemala: S/E, S/F) pp. 5
98
“Propias” y “vivencias” son entonces dos las dos palabras centrales del concepto de
empoderamiento. Ambas pueden traducirse como el principio de que deben ser las propias
actoras y beneficiarias de los programas las que deben planificar las estrategias para hacerlos
efectivos. Esto es sumamente importante, ya que permite incluir otro de los fines del
empoderamiento: capacitar a las mujeres para que desde ellas surjan alternativas para luchar
contra la pobreza. En este sentido se expresa Maria Elena, del CEM-H, cuando afirma que:
En el mismo sentido, Gilda del CDM, con respecto a la estrategia diseñada por ellas
para combatir la pobreza, afirma que:
132
Gilda Rivera. El Centro de derechos de Mujeres... pp. 7.
133
Idem. anterior, pp. 7.
99
134
Naila Kabeer. Realidades Trastocadas. Las jerarquías del género en el pensamiento del desarrollo.
(México: Editorial Paidós Mexicana y Universidad Nacional Autónoma de México, 1998) pp. 254.
100
feminismo: funcionar como un espacio en el cual las mujeres pueden construir una conciencia
que les permita luchar contra la opresión que experimentan en sus vidas. Los cambios en la
subjetividad y en las identidades individuales y colectivas son entonces otro fin de las
organizaciones y movimientos sociales. Por ello, Batliwala, afirma que “el empoderamiento es
el control sobre los recursos (físicos, humanos, intelectuales, financieros y de su propio ser) y
control sobre la ideología (creencias, valores y actitudes)135.
Ahora bien, y relacionado con las estrategias definidas para el combate de la pobreza,
se puede decir que el empoderamiento de las mujeres, a través de la organización de grupos y
redes sociales y el incremento de su participación en los ámbitos locales comunitarios tiene
otro fin: que las mujeres logren acceder a los recursos productivos. Es por esta razón que Elsa
Moreno afirma que “el empoderamiento de las mujeres se logra a través de la articulación y
organización de grupos y redes de mujeres tanto en el ámbito rural como urbano, ya sean
campesinas, obreras, amas de casa, profesionales, etc.; y es visibilizado como una de las
estrategias más eficaces para la lucha contra la subordinación genérica y la pobreza en las
mujeres136.
135
Batliwala, citada por Gita Sen. “El empoderamiento como un enfoque a la pobreza”, en Irma Arriagada y
Carmen Torres (edit.) Género y Pobreza. Nuevas dimensiones. EDICIONES DE LAS MUJERES N° 26,
julio 1998. (Chile: Isis Internacional, 1998) pp. 122.
136
Elsa Moreno. “Los retos de la participación política de las mujeres en Centroamérica. De cara al nuevo
milenio”, en Linda Berrot (comp.) Las mujeres y el poder… p. 14.
137
Irma Arriaga. “Introducción”, en Irma Arriagada y Carmen Torres (edit.) Género y Pobreza. Nuevas
dimensiones… pp. 12.
101
Pero queda por responder la pregunta inicial con la que comencé este apartado:
¿Cambió la forma de abordar la pobreza a raíz del Mitch? Una respuesta superficial sería que
no, ya que el empoderamiento era parte central del proyecto político de ambas organizaciones
desde antes de la tragedia. Como se desprende de los conceptos de empoderamiento
presentados, hasta antes del Mitch, al parecer este concepto estaba ligado más a cambios en
los aspectos subjetivos de la subordinación de las mujeres que en su autonomía económica. Es
decir, aunque puede inferirse que esta última era también un fin del empoderamiento, no era
quizás su objetivo fundamental.
Sin embargo, puedo afirmar que después del Mitch la lucha contra la pobreza pasa a
ser un objetivo central del empoderamiento. Aunque esto es también evidente en el contenido
de las estrategias de apoyo organizativo a las comunidades y el incremento de la capacidad de
incidencia política de las mujeres en las municipalidades, hay un tipo de acción que realizaron
138
CEM-H. Memoria de 1999. pp. 5
139
Idem. anterior.
140
CDM. Informe enero-junio 2001. pp. 10.
102
ambas organizaciones que permite afirmar que si cambian tanto los fines del empoderamiento
como la lucha contra la pobreza: la creación de microempresas.
Antes de analizar estas estrategias y las reflexiones de las integrantes del CDM y del
CEM-H con respecto a la forma como abordaron la pobreza de las mujeres a partir del Mitch,
voy a tratar de responder una pregunta que, como menciono en el capítulo referente a la
historia de los movimientos feministas en América Latina, ha sido quizás uno de los grandes
nudos irresueltos del proyecto político del movimiento feminista del país: si el movimiento ha
luchado o no contra la pobreza, y cómo lo ha hecho.
Creo que tengo que empezar siendo honesta conmigo misma y con ustedes. Cuando
inicié esta investigación y empecé a leer más a fondo sobre la historia del movimiento
feminista en Honduras, lo que yo leía en los libros confirmaba algo que yo antes ya había
sentido: que el feminismo no se había preocupado por luchar contra la pobreza. Esa pobreza
tan visible, demasiado evidente, tan dolorosa. Los dos estudios más importantes que se han
hecho en el país sobre el movimiento feminista, el de Breny Mendoza y el de Rina Villars,
cuyas reflexiones voy a exponer a continuación, aumentaron mis sospechas.
Breny Mendoza, relata en su libro que una mujer que entrevistó de una organización
del movimiento amplio de mujeres, le decía que: “Las feministas deben sentir el olor de los
pobres, deben denunciar la pobreza... nosotras podemos eventualmente (dependiendo de las
circunstancias) relacionarnos con grupos feministas que trabajan sólo por asuntos de mujeres,
103
pero nos damos cuenta de que nuestro feminismo provoca malestar a otras feministas... ”141. Y
en base a éste y otros testimonios similares, concluye que: “las feministas, de alguna manera,
dejaron de lado la lucha contra la pobreza al enfocarse exclusivamente en temas como la
violencia contra las mujeres142. Esta entrevista la hizo en 1992.
De igual forma, Rina Villars trascribe la opinión de otra integrante del movimiento
amplio de mujeres, que en 1995 afirmaba que: “El Visitación Padilla no está participando de
esa visión (feminista local)... porque no somos únicamente feministas, siempre nos hemos
declarado antiimperialistas y clasistas... Las feministas hondureñas deberían tener presente que
están trabajando con una mujer específica, una mujer que no sabe leer, que es desnutrida,
multidimensional. En América Latina no se puede ser feminista al estilo de Estados Unidos y
Europa”143. Esta autora concluye que “aunque en las agendas de las organizaciones feministas
se privilegia el trabajo con las mujeres pobres, sus estrategias políticas no siempre apuntan
hacia una lucha por la eliminación de las jerarquías de género y de clase que, como un todo
integral, definen la lucha contra la subordinación de las mujeres. La lucha contra la
“subordinación de género” las hace obviar a veces los problemas económicos que
cotidianamente enfrentan las mujeres...”144.
Lo expuesto por estas autoras, y mi suspicacia, sirvieron de base para mis hipótesis de
investigación y para la pauta de las entrevistas. Por esta razón, tengo que admitir que al
preguntar en las entrevistas a las integrantes de las organizaciones que estudié sobre la forma
como habían luchado contra la pobreza durante y después del Mitch, llevaba lista también la
duda. Por eso, después de que me respondían a esta pregunta, inmediatamente continuaba la
entrevista con otra pregunta: “Pero... ¿Qué piensa entonces usted de lo que opinan Breny y
Rina Villars, que las feministas han dejado de lado la lucha contra la pobreza?” Las respuestas
que recibí, tengo que admitirlo, cambiaron mi forma de ver este tema, y me obligaron a
pensarlo desde otra perspectiva.
141
Breny Mendoza. Sintiéndose mujer, pensándose feminista… pp. 141.
142
Idem. anterior, pp. 144.
143
Entrevista a Alba de Mejía, (1995) en Rina Villars. Para la casa más que para el mundo… pp. 614.
144
Idem. anterior, pp. 608.
104
Entendí que ellas, al igual que la mayor parte de los movimientos sociales de hoy y de
las personas que quieren luchar por un mundo mejor, tienen las manos atadas. No sólo por el
presente, sino también por un pasado que les ha dejado hondas huellas en la piel, dolorosos
recuerdos en el alma. Yo conocía la historia de algunas de ellas antes de entrevistarlas. Sabía
que muchas habían sido perseguidas y encarceladas durante la época de represión. Y aunque
de esto no me hablaron mucho en las entrevistas, encontré en sus palabras muchas respuestas a
mis dudas. Y sobre todo, aprendí a no juzgarlas. Esto no significa no admitir lo que, desde mi
perspectiva, continúa siendo todavía un gran problema: la búsqueda de estrategias más
efectivas para luchar contra la pobreza.
Ahora bien: ¿Cómo reaccionaron las mujeres que entrevisté cuando les preguntaba, en
base a estas afirmaciones, si efectivamente la lucha contra la pobreza había estado ausente de
las agendas feministas? La riqueza de las respuestas que recibí ahondaron en uno de los puntos
que, aunque sí se abordan en los estudios anteriormente mencionados, desde mi perspectiva, lo
hacen de forma muy superficial: porqué las feministas opinan que sí lo hacen y de qué manera
dicen que lo hacen.
Empiezo con las disidentes. Por ejemplo, Regina Fonseca, integrante del equipo de
coordinación del CDM, cuando le pregunté que opinaba sobre la afirmación de que las
feministas habían dejado de lado la lucha contra la pobreza, respondió que:
“Yo creo que eso es parte de un proceso. Muchas de las feministas de este país
salen de movimientos de clase. Yo lo miro como parte de la reflexión de que
este tipo de luchas no mejoran necesariamente la situación de las mujeres. A mi
me parece que es parte de la reflexión feminista”
posiciona en lo que tenemos ahora. La visibilidad que tenemos fue por haber
logrado estos espacios propios. Evidentemente no podemos obviar que unas
son mas iguales que otras, no podemos negar las especificidades, pero tampoco
podemos llegar a un discurso escencialista que te puede paralizar...”
Por ejemplo, Daysi, del CEM-H, ante la pregunta que le hice sobre si había habido
algún cambio en su organización con respecto a la lucha contra la pobreza, respondió que:
“...Mirá, yo creo que el tema antes del Mitch se abordaba desde otra
perspectiva y que no era un eje fundamental para la organización. La
organización tenia ejes claros, pero que la pobreza no era un eje fundamental.
Se abordaba de diferentes formas, con diferentes caras... La única fórmula que
se podría pensar que la organización antes del Mitch abordaba la pobreza era
en los talleres de capacitación laboral, que era como ofrecer una alternativa a
las mujeres para que pudieran afrontar la vida... La pobreza se nos vino así
encima con el Mitch, todo lo que el Mitch provocó”
Con respecto al mismo tema, María Elena, del CEM-H, cuando le pregunté cuáles eran
para ella los cambios fundamentales que había vivido su organización a raíz del Mitch, decía
que:
“Si, cambian los ejes temáticos. Ahora están los temas de gobernabilidad y
participación ciudadana y pobreza que antes no estaban. Pero ya antes del
Mitch había trabajos previos en relación a la pobreza, como el Encuentro del
96 sobre género y economía. Pero no lo habíamos trabajado con la
profundidad que lo estamos haciendo ahora, desde el punto de vista de generar
debate, propuestas de sobrevivencia en las comunidades donde estamos
trabajando, y desde la incidencia a nivel gubernamental”
Pero la respuesta más contundente fue la de Miriam, del CEM-H. Ella decía que:
“Mirá, antes del Mitch la pobreza no era un tema político. Era más el tema de
género, de la igualdad, de los derechos”
Segunda: las opiniones que sostienen que efectivamente se ha dejado de lado esta
lucha se basan en la tesis de que, efectivamente, en el proceso de constitución del feminismo
como movimiento social la lucha contra la pobreza ocupó un lugar secundario; y relacionan
con esto con el tema de la clase y el género dentro del feminismo.
Tercera: las que sostienen que el feminismo sí ha abordado la pobreza lo hacen desde
una tradición que afirma que es necesario tener en cuenta que ésta afecta de forma
diferenciada a los hombres y a las mujeres; y que toda acción que se emprenda por mejorar las
condiciones de vida de las mujeres, necesariamente debe ser acompañada por procesos de
cambio de los patrones sociales que ubican a las mujeres en una posición de desventaja frente
108
a los hombres. Esta última postura es la que encuentra en la actualidad más eco entre las
feministas, ya que la experiencia acumulada desde programas de desarrollo destinados a
mejorar las condiciones de vida de las mujeres ha demostrado que, si estas acciones no se
combinan con otras que busquen subvertir las relaciones de género, no redundan al final en
mejoras sustanciales para las mujeres.
Las que defienden que sí se ha luchado contra la pobreza, afirman que lo que hizo el
feminismo fue politizar la lucha contra la pobreza. Utilizan este término para hacer referencia
al que es uno de los puntos de partida del feminismo como teoría y como movimiento social:
que las relaciones de género, tradicionalmente incluidas dentro del mundo de lo privado,
tienen un carácter público y por lo tanto, político. Por esta razón, afirman que estaría de
acuerdo con la afirmación de que hubo ese vacío… Creo que al politizar tuvimos que partir
de lo íntimo, al ver que nos es lo mismo ser hombre o mujer a parte de ser pobre. Pero
muchas sostienen que es hasta con el Mitch cuando realmente se politiza esta lucha, por
ejemplo, cuando afirman que antes de este momento no era un tema político, era más el tema
de género, de la igualdad, de los derechos.
Cuarta: sin embargo, son claras también al afirmar que la lucha contra la pobreza se
había realizado desde otra perspectiva (al definirla no sólo desde la carencia de recursos
materiales sino desde la calidad de vida, el real ejercicio de los derechos, la ciudadanía, etc.).
Pero también agregan que esta lucha no era un eje fundamental para la organización, no lo
habían trabajado con la profundidad que lo están haciendo ahora.
En el siguiente apartado, voy a exponer una de las estrategias que adoptaron en base a
las cuales las integrantes de ambas organizaciones justifican muchas de estas afirmaciones, y
que pueden ser incluidas dentro de lo que ellas denominan como propuestas de sobrevivencia:
la creación de microempresas. Independientemente del éxito o fracaso de este tipo de acciones,
su sola realización implicó un cambio profundo en las estrategias que hasta entonces habían
definido para luchar contra este flagelo.
La creación de microempresas
109
Y Suyapa, del CEM-H, cuando le pregunté sobre las microempresas que habían
financiado, respondió que:
“El programa de micro créditos nació para morirse. Un año fue lo más que
duró. Un año después el Mitch no lo pudimos sostener. Surgió porque las
mujeres dijeron y sí, nos están capacitando, pero nosotras necesitamos dinero
para vender. Entonces nosotras empezamos a gestionar como 8 mil dólares,
menos, como 5 mil; y eso fue lo que les prestamos”
145
CEM-H. Memoria de 1999, pp.51.
146
Idem. anterior, pp. 28.
147
CDM. Informe de julio-diciembre de 1998.pp. 25.
110
¿Cuáles fueron las causas que impidieron que estos proyectos continuaran? Gilda, del
CEM-H, en una de las respuestas quizás más honestas que encontré, respondió que:
“... Yo siento que una limitación institucional tiene que ver con esta herencia
de cargar siempre con el tema de la violencia doméstica o sexual. La
institución sí tiene esa identidad, y es una imagen que la hemos vendido tan
bien que a cualquier parte que vayas se te busca por eso. Además,
internamente (inconsciente) creo que hay ciertos niveles de resistencia de
meterse a otros temas como este”
Suyapa, del CEM-H, decía que una de las causas por las cuales los proyectos de
microempresas no habían funcionado era que:
Una de las primeras conclusiones que se pueden obtener de estas palabras es que,
aunque había voluntad institucional en ambas organizaciones de apoyar más de lleno estos
programas de microcréditos, las limitaciones derivadas de la poca experiencia que han tenido
en este tipo de acciones, y la carga de una identidad colectiva definida a partir de la lucha
contra la violencia, impidieron que estas acciones fueran exitosas y que se les diera
continuidad.
La primera limitante está directamente relacionada con lo expresado por Suyapa, que a
la cooperación internacional el micro financiamiento no les gusta, porque sienten que no
tiene sostenibilidad y porque la organización no tenía experiencia en este tipo de acciones o
programas. Este es otro de los ejemplos de como las agendas e intereses de la cooperación
internacional definen y delimitan el tipo de acciones y estrategias de muchas organizaciones y
movimientos sociales.
148
Alberto Melucci, Challenging codes: collective action in the informational age... pp. 70 y sig.
149
Idem. anterior, pp. 70 y sig.
113
Si se volvemos a lo dicho por Mirta, del CEM-H, de que aunque no estaban dando
respuesta a la pobreza desde el punto de vista económico, si estaban respondiendo desde la
calidad de vida, a la pobreza, desde la forma que nosotras abordábamos el tema de la
violencia de las mujeres, la ciudadanía, los derechos; se puede decir que no hubo un cambio
en cuanto a la definición de la pobreza, ya que continúan manejando un concepto de la misma
que va más allá de la falta de acceso a los recursos materiales, al incluir en su definición lo
relacionado con los derechos humanos de las mujeres, la calidad de vida, el empoderamiento,
un verdadero ejercicio de la ciudadanía, etc.
En cuanto a las estrategias, aunque el empoderamiento de las mujeres para que accedan
a los recursos productivos continua siendo la base de su estrategia para luchar contra la
pobreza, hay dos elementos que me permiten afirman que también se dieron cambios en las
estrategias definidas para esta lucha: los intentos que se llevaron a cabo para la creación de
microempresas y la importancia jerárquica de esta lucha en sus proyectos colectivos.
“A partir del Mitch creemos que no podemos hablar de los derechos de las
mujeres si no tienen resueltas sus necesidades mínimas”
Daysi, también del CEM-H, comparte estas opiniones, aunque las elabora desde la
diferenciación entre necesidades prácticas y estratégicas:
“…Sobre todo con el Mitch, la práctica de ver cómo podes establecer los
límites entre las necesidades prácticas y las estratégicas creo que no es verdad.
Yo tengo mis reservas al respecto. En todas las necesidades prácticas hay
necesidades estratégicas y en las estratégicas hay prácticas. Me parece que las
dos cosas deben ir juntas. Que a mí no me digan que comer no es una
necesidad estratégica para estas mujeres cuando hemos visto que hay gente
que no come”
La admisión de que sus retos con respecto a la pobreza son diferentes a los de
las mujeres de los barrios, y que no se puede hablar de los derechos de las mujeres si no
tienen resueltas sus necesidades mínimas, pueden ser tomados como dos indicadores de
cambio en las formas como hasta entonces habían conceptualizado la relación entre las
necesidades estratégicas o de género. También, la admisión de que el movimiento está
conformado por mujeres de clase media, que esto signa una identidad y un discurso
colectivo y que ha habido utilización de las mujeres pobres del movimiento para las
agendas feministas; permite además estructurar una conclusión final con respecto a este
apartado: todos los cambios y las experiencias que ambas organizaciones realizaron para
combatir la pobreza han venido a cuestionar la forma como hasta entonces ellas habían
jerarquizado sus necesidades e intereses estratégicos.
Ahora bien: ¿en qué medida todos estos cambios modifican su identidad
colectiva? Aunque es difícil admitir que hay un cambio en su identidad colectiva, lo que
sí es posible afirmar es que empieza a haber un cuestionamiento radical a la forma como
hasta entonces se había construido. Desde mi perspectiva, talvez todo esto incida
finalmente en la construcción de un feminismo que sí sea capaz de articular las
necesidades de todas las mujeres, al margen de las diferencias entre sus distintas
expresiones.
Empoderamiento. Esta es la palabra clave que explica el sentido y los alcances de los
cambios que se dieron desde los programas de participación ciudadana. La descentralización
116
Hay un factor del contexto que tuvo un gran peso en todo este proceso: la mayor
importancia del trabajo en lo local-comunitario en las agendas de la cooperación internacional
y en las del Estado. Pero, considero es el cambio en las agendas de la cooperación
internacional el factor clave para entender los cambios que se dieron en el trabajo de ambas
organizaciones con respecto a la participación ciudadana.
Otro de los factores que incidieron en las estrategias que se adoptaron (o en el fracaso
de algunas de ellas), fue su identidad colectiva. Como muy bien lo señalan ellas, una identidad
colectiva construida en base a la lucha contra la violencia limitó el desarrollo de otras posibles
estrategias para afrontar los efectos de la crisis, en especial, las relacionadas con la pobreza.
Estas afirmaciones me permiten concluir con respecto a otro tema: el peso que los
procesos reflexivos tuvieron en todos estos procesos de cambio. Al igual que en el caso de la
identidad colectiva y la formación de microempresas, otro efecto de las reflexiones que se
generaron en ambas organizaciones desde la crisis del Mitch fue la revalorización del trabajo
de muchas organizaciones de mujeres en el contexto de la emergencia.
150
Recordando la propuesta de Alberto Melucci, expuesta en mi marco teórico, uno de los componentes de la
identidad colectiva, relacionado con los las definiciones cognitivas de los movimientos sociales
concernientes a los fines, esta conformado por: las metas y objetivos del movimiento, la jerarquización de las
necesidades y estrategias y la formulación de planes y proyectos. Para más detalles ver Alberto Melucci,
Challenging codes: collective action in the informational age… 70 y sig.
151
Según este mismo autor, Aunque la identidad es un elemento relativamente estático, puede ser
reestructurada en tiempos de crisis de acuerdo a las nuevas orientaciones, o dividir en compartimientos sus
esferas de acción, y aún así preservar cierta coherencia, tanto dentro como fuera de dichas esferas. Idem.
anterior.
118
Desde mi perspectiva, las acciones que realizaron con redes y grupos de mujeres que
emergieron o se reactivaron con el Mitch, en especial las de las zonas rurales, provocaron
cambios profundos en la forma como hasta entonces las feministas habían valorado las
capacidades de las organizaciones de mujeres para ser gestoras de sus procesos de
empoderamiento.
119
Capítulo VI
¿Mi cuerpo es todavía mío?
Cambios en los programas de atención directa a la violencia
“Mi cuerpo es mío” es uno de los slogans más conocidos de las campañas del CEM-H.
En estas cuatro palabras, se resume la que ha sido quizás la lucha más importante de muchas
organizaciones feministas del país: la lucha contra la violencia. Aunque ésta es sólo una de las
estrategias empleadas por el patriarcado para garantizar la subordinación y opresión de las
mujeres, es quizás una de las más efectivas. La violencia engendra dolor, sufrimiento, nos ata
a cadenas irreconciliables con el amor y la felicidad, limita nuestras posibilidades de
construirnos como nuevas mujeres, fuertes, valientes, preparadas para asumir los retos de
nuestro propio crecimiento. Por estas razones, una de las preocupaciones centrales del
feminismo, tanto desde la teoría como desde la práctica, ha sido develar las causas y los
mecanismos a través de los cuales la violencia se ejerce. Al mismo tiempo, se ha preocupado
por diseñar estrategias adecuadas para subvertir las relaciones socio-culturales que fomentan y
legitiman la violencia hacia las mujeres.
Pero esta lucha va más allá de cambios en la esfera de lo cultural. No sólo porque el
feminismo desde el principio de que “lo personal es político”, ha sacado a la luz pública y ha
politizado una de las formas más terribles de sometimiento, subordinación y agresión contra
las mujeres; sino porque además ha sido uno de los principales instrumentos utilizados por los
movimientos feministas latinoamericanos para ampliar la cobertura de su proyecto político.
Desde esta perspectiva, la lucha contra la violencia es a la vez un fin y una estrategia. Sin
embargo, desde mi punto de vista, a raíz de la crisis desatada por el Mitch esta lucha empezó a
perder importancia y centralidad en las agendas de ambas organizaciones.
En las siguientes páginas, voy a analizar cuáles fueron los factores del contexto que
incidieron en estos cambios, qué efectos tuvieron en su estructura organizativa y en qué
medida estos cambios afectan o modifican su identidad colectiva. Para desarrollar estos
puntos, voy a dividir este capítulo en los siguientes apartados:
120
154
Virginia Vargas. “Las búsquedas y los nuevos derroteros feministas en su tránsito al nuevo milenio”. En
Edda Gaviola y Lissette Gonzáles (comp.) Feminismos en América Latina…pp. 242.
155
Rina Villars. Para la casa más que para el mundo... pp. 608.
122
La atención legal, a través de la cual se brindaba orientación a las mujeres sobre los
recursos legales disponibles, las instancias a las cuales podían recurrir, etc.; en caso
de ser víctimas o sobrevivientes de violencia. En muchos casos, estas
organizaciones hasta asumían la defensa y representación legal de estas mujeres.
La atención psicológica, que se realizaba a partir de la conformación de “grupos de
autoayuda” y del seguimiento individualizado de los casos atendidos, con visitas
periódicas a las casas de las usuarias que abandonaban el programa. En los grupos
de autoayuda, las mujeres hablaban de sus experiencias, del efecto de la violencia
en sus vidas y trabajan en su recuperación emocional para lograr romper con los
círculos de violencia156. Sin embargo, los objetivos de estos grupos van más allá de
éstos, ya que otro de sus fines fundamentales es la construcción de nuevas
identidades de género, que les permitan a las mujeres reiniciar sus vidas, la
recuperación de la confianza en sí mismas y la valoración de sus capacidades157.
156
Según Cristina Sánchez Muñoz, Elena Beltrán Pedreira y Silvina Álvarez, estos grupos tienen su origen en
los grupos de autoconciencia desarrollados por las feministas radicales en Estados Unidos en la década de los
70’s. Para más detalles ver Cristina Sánchez Muñoz, Elena Beltrán Pedreira y Silvina Álvarez, “Feminismo
liberal, radical y socialista”, en Elena Beltrán y Virginia Maqueira, Feminismos, Debates teóricos
contemporáneos. (Madrid: Alianza Editorial, S.A., 2001) pp. 80-81.
157
Según Marcela Lagarde, hay tres tipos distintos de identidades de género: la asignada, que es la identidad
de clase, de género, de raza, que la sociedad impone a las mujeres; la autoidentidad (autoconciencia), que es
la que se da cuando las mujeres internalizan y hacen suyas las identidades asignadas; y la identidad optada,
producto de procesos en los cuales las mujeres deciden romper con las identidades asignadas y las
autoidentidades, en la búsqueda de formas menos opresivas de ser mujeres. Teniendo en cuenta esta
clasificación, en este párrafo hago referencia a las identidades “optadas”. Para más detalles ver Marcela
Lagarde, “Metodología del trabajo con mujeres”, en Ivonne Sui Bermúdez, Wim Dierckxens y Laura
Guzmán (comp.) Antología Latinoamericana y del Caribe. Mujer y género. Período 80-90, Tomo II.
(Managua: Editorial Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA), 1999) pp. 35.
123
También, ambas organizaciones han luchado contra la violencia hacia las mujeres a
través de las siguientes acciones y programas:
Uno de los efectos inmediatos del Mitch en el quehacer de ambas organizaciones fue
que todos los programas, incluidos los de atención directa a la violencia, cesaron
temporalmente sus actividades. Todas las mujeres que trabajaban en estas organizaciones, las
coordinadoras generales de los programas, las trabajadoras sociales, las psicólogas, las
encargadas de los centros de documentación, las que se encargaban del aseo, se volcaron de
lleno a actividades de ayuda humanitaria para tratar de solventar las necesidades y carencias
más inmediatas de tantas mujeres que perdieron parte de su vida esa noche fatídica de octubre.
Este trabajo se llevó a cabo, sobre todo, con mujeres con las que ya tenían relaciones previas:
usuarias de los programas de atención directa a la violencia e integrantes de algunas
organizaciones del movimiento amplio de mujeres con las que tenían algún tipo de trabajo
previo.
Esto se debió a que, de todos los problemas que surgieron en las comunidades
afectadas, uno de los primeros identificados fue el incremento sustancial o la mayor
visibilización de la violencia contra las mujeres, sobre todo en los macro-albergues que se
construyeron en las ciudades más grandes del país. Una investigación realizada sobre la
situación de las mujeres durante la crisis, señala que aunque muchas de estas mujeres ya eran
víctimas de la violencia antes del Mitch, la emergencia agudizó esta situación 158. En el mismo
sentido, Suyapa, del CEM-H, afirma que:
“Lo que hizo el Mitch fue visibilizar lo que ya estaba. Ya estaba la violencia
doméstica, pero en los albergues a flote, salió a lo público, porque siempre
había estado en lo privado. En esos macro-albergues, esos cubículos están tan
pegados unos a otros, que hizo que se visibilizara el problema de la violencia.
No es que se incrementara, sino que se visibilizó. También, como la gente vivía
en una sola revoltura, se dieron muchos casos de abuso sexual. Se incrementa
el abuso sexual, especialmente en niñas menores. También en niños”
Y Nora, del CDM, al referirse a la situación de las mujeres en los macro-albergues,
señala que:
158
Fundación Ford/ CEM-H. Investigación: “El impacto del Huracán Mitch en las condiciones de vida de las
mujeres hondureñas y las experiencias de participación ciudadana”. (Honduras, S/E, 2001) pp.32.
125
Por esta razón, ambas organizaciones deciden empezar a brindar atención directa a las
mujeres que fueron “reubicadas” en estos albergues. Es decir, trasladan sus equipos de trabajo
a los lugares más afectados por la tragedia.
“El personal de Casa de la Mujer se trasladaba cada quince días a las zonas
afectadas para dar asesoría legal a las mujeres que lo necesitaban”
Este cambio es sumamente importante, ya que sentó las bases de los cambios que
finalmente culminaron en trasformaciones mucho más radicales al programa de Casa de la
Mujer. En el caso el CDM, los cambios en los programas de atención directa fueron mucho
menos radicales. Al igual que el CEM-H, en un primer momento decidió trasladar la atención
directa a las comunidades (rurales y urbanas) donde estaban trabajando en el momento de la
emergencia. Sin embargo, decidieron dejar de realizar estas acciones. La principal causa
aducida fue que la demanda de atención a esta problemática se incrementó en sus oficinas 159. Y
agregan que más bien esto provocó el fortalecimiento del programa de atención centralizado en
las zonas urbanas160. Sin embargo, me parece sumamente interesante (y hasta cierto punto
contradictorio con estas afirmaciones), que ya desde antes del Mitch, en 1998, habían abierto el
proyecto “Mecanismos de Aplicación de la Ley Contra la Violencia Doméstica desde el Poder
Local” en dos ciudades en el sur y en el oriente del país (Choluteca y Olancho); cuyo objetivo
fundamental era “impulsar la creación de estructuras e coordinación entre la sociedad civil y
159
CDM.Informe de 1999. pp. 2 y 5.
160
Idem. Anterior.
126
las instancias gubernamentales encargadas de la aplicación de la ley” 161. ¿Por qué entonces no
siguieron implementando más programas específicos sobre violencia en las áreas rurales, o
fuera de Tegucigalpa y San Pedro Sula? Desde mi perspectiva, la respuesta se encuentra en la
creciente importancia de los programas de participación ciudadana en los ámbitos locales-
comunitarios, que tienen objetivos más amplios que la lucha contra la violencia.
Ahora bien: ¿Cuál fue el efecto de estos cambios en las estrategias y en la estructura
organizativa de ambas organizaciones? Debido a que éstos son radicalmente distintos en
ambas organizaciones, voy a presentar por separado los cambios acaecidos en cada una de
ellas.
La redefinición de los ejes de atención se dio desde 1999. En este año, en Tegucigalpa
ya que no se atendían casos relacionados con derecho de familia; y en San Pedro Sula ¡se
dejaron de atender denuncias sobre violencia!, ya que decidieron atender únicamente
denuncias relacionadas con los derechos laborales de trabajadoras de las maquilas. Algunas de
las razones internas aducidas son: la necesidad de mejorar la calidad de la atención y la
161
CDM. Informe enero-julio de 1998. pp. 12.
162
CDM. Informe del 2000. pp. 5.
163
Datos propios.
164
CDM. Informe del 2002. pp. 4.
165
Datos propios.
127
166
CDM. Informe de 1999.
167
Como voy a exponer más adelante, en el 2000 el programa de Educación y Sensibilización se “reorientó” a
al nuevo programa de participación ciudadana. El programa de Educación pasó a ser una unidad operativa y
ya no un programa. Para más detalles ver CDM, Informe del 2000. pp. 3.
168
CDM. Informe del 2000. pp. 5.
128
Resulta interesante que en ninguna de las memorias del CEM-H se afirma claramente
el cierre de Casa de la Mujer. A lo sumo, en el desglose de los programas de la memoria del
2003 ya no aparece este programa170. En esta misma memoria, también agregan que “aunque
ya no cuentan con un equipo profesional permanente que proporcione información y atención
a las mujeres que deciden recibir atención especializada, mediante un trabajo de voluntariado,,
la institución da apoyo emocional a las mujeres en caso de que necesiten una ayuda emocional
y asesoría legal para poder enfrentar y salir del círculo de violencia”171.
Por estas razones, se puede decir que el efecto más visible de estos cambios fue en la
estructura organizativa. Sin embargo, las consecuencias de este cambio van más allá de la
desaparición de uno de sus programas. La sustitución de un modelo centralizado, conformado
por profesionales especialistas en la atención legal y psicológica de la violencia, por un
modelo más flexible y descentralizado, implica cambios importantes en las percepciones que
tenían sobre su propio trabajo y sobre las estrategias definidas para la atención de la violencia.
Sobre este particular, una de las opiniones que más me llamó la atención fue la de Suyapa, que
al referirse a lo que le sucedió a Casa de la Mujer durante los primeros días posteriores al
Mitch, decía que:
“...Salió Casa de la Mujer de este nidito que tenía al barrio, sale con
prevención de violencia...”
El “salir del nidito” implica dejar la comodidad de la casa, el calor del fogón, la
frescura de la hamaca. Ahora bien: ¿Cuáles son los factores o causas que están detrás de estos
cambios? ¿En qué medida estos cambios fueron producto de la reflexión interna de sus
169
CEM-H. Memoria del 2001. pp. 23
170
CEM-H. Memoria del 2003. pp. 20.
171
CEM-H. Memoria del 2003. pp. 27.
129
integrantes? ¿En qué medida son también producto de los cambios en la cooperación
internacional? ¿Qué otros factores o causas están detrás? ¿Cuáles son las consecuencias de
estos cambios en su proyecto político? Voy a responder estas preguntas en el siguiente
apartado, ya que sus respuestas son, en gran medida aplicables a ambas organizaciones.
3. Factores del contexto que incidieron en los cambios en los programas de atención
directa a la violencia.
Hay dos factores del contexto que tuvieron mucho peso en los cambios que se dieron
en los programas de atención a la violencia en ambas organizaciones: al momento del Mitch
ya funcionaban las instancias estatales creadas para la atención de la violencia, y los cambios
que se dieron en las agendas de la cooperación internacional con respecto a la violencia.
“...Pero a partir del Mitch, cuando nos encontramos, primero con una Fiscalía
de la Mujer que recibe denuncias, entendimos que no podíamos quedarnos con
ese modelo institucionalizado...”
De igual forma, en la memoria del 2000, las del CDM afirman que uno de los
factores externos que influyó en la reducción de los casos de violencia fue “la mayor
captación de casos, a partir del trabajo de las organizaciones de mujeres, por la Fiscalía
Especial de la Mujer, los Juzgados, la Dirección General de Investigaciones Criminales y la
Policía Preventiva”172.
Desde mi perspectiva, aunque no se puede negar el enorme avance que ha supuesto la
aprobación de la Ley Contra la Violencia Doméstica y la creación de Fiscalías y Juzgados
especializados en la lucha contra la violencia, la violencia contra las mujeres continúa siendo
un problema irresuelto. Dos de los obstáculos que se siguen presentando son: las trabas
172
CDM. Informe del 2000. pp. 7.
130
impuestas desde los mismos sistemas legales, que aunque consigan estos derechos no
establecen estrategias adecuadas para su aplicación; y segundo: en muchos casos, tampoco
desde los movimientos sociales se formulan estrategias para lograr que sean aplicables o
exigibles. Voy a desarrollar brevemente cada uno de estos puntos.
Con respecto al primer punto, aunque estos derechos tienen el estatus de “normas
jurídicas”; de hecho son considerados más como “principios normativos” que como
“normas”173. Según la filosofía del derecho, la diferencia radica en que los principios son una
especie de “mínimos racionales” que sirven de guía y fundamento moral de los principios
legales y de los sistemas de aplicación de justicia 174. En contraposición, las normas vendrían a
ser la concreción de estos principios en sistemas jurídicos formales; es decir, incluyen la
posibilidad de ser exigidos bajo los medios coactivos contemplados en la misma ley. Por
ejemplo, a pesar de que en la mayor parte del mundo los derechos de las mujeres forman parte
de sus sistemas de derecho positivo, para efectos prácticos siguen siendo principios
normativos.
Ambos factores han provocado que muchos de estos derechos no sean más que “papel
mojado”. Por esta razón, y sin negar el valor de estas luchas, se puede decir que ha prevalecido
una concepción más formal y menos instrumental de los derechos de las mujeres. Esto,
finalmente, ha incidido en que gran parte de los esfuerzos se hayan dirigido hacia la búsqueda
de leyes que beneficien a las mujeres y no hacia el establecimiento de mecanismos efectivos
para su aplicación.
Las respuestas que recibí en torno a este tema fueron de dos tipos:
Las que afirman que los cambios en los programas de atención a la violencia están
en relación directa con los cambios en las agendas de la cooperación internacional.
En este sentido se pronuncia Suyapa, del CEM-H, cuando afirma que la prioridad que
estableció la cooperación internacional para la ayuda de emergencia frente los programas de
atención a la violencia tuvo como efecto que:
(Durante la emergencia...) “Todos los programas de prevención de violencia se
perdieron... la cooperación no quería financiar salarios para las personas que
trabajaban en el tema de la prevención de la violencia”
Otra opinión similar a estas es la de Gilda, del CDM. Sin embargo, para ella estos
cambios no obedecen a la pérdida de importancia de este tema en las agendas de la
cooperación, sino a cambios ocurridos en el contexto mundial con respecto a la ayuda
internacional. Cuando le pregunté sobre este tema, comentaba que:
“Es obvio que después del Mitch se cambian algunas cosas, y se destinan más
fondos a la emergencia. Pero esto es una tendencia a nivel global. No se podría
decir que fue por causa del Mitch, ya que es un fenómeno que está ocurriendo
no sólo en Honduras, lo podes ver también en algunos países de América del
Sur donde no hubo Mitch, y tiene que ver con una derechización de las políticas
internacionales... Ahora ha habido una disminución bastante significativa de
los recursos destinados a programas de mujeres”
Las que afirman que estos cambios fueron producto más bien de reflexiones
internas en las organizaciones.
“El cierre de Casa de la Mujer no tuvo que ver tanto con falta de recursos, sino
con el entendimiento de que ese no era el modelo correcto, ya que teníamos que
salirnos en los municipios, en las comunidades”
Sin embargo, hay algunas afirmaciones contenidas en las memorias de esta institución
que me permiten sostener lo contrario. Por ejemplo, en la memoria de 1999, en la sección
correspondiente al “fortalecimiento de la sostenibilidad institucional”, se afirma que una de
las nuevas estrategias de la organización es “el desarrollo de mayores grados de autonomía
133
Y por último, las que afirman que muchos de los cambios acaecidos en los
programas de atención a la violencia están relacionados con la creciente
importancia de la participación ciudadana, pobreza y gobernabilidad en las agendas
de la cooperación internacional.
Estos cambios también fueron resultado de hondos procesos de reflexión interna de las
integrantes de ambas organizaciones, a través del cual revaloraron las capacidades de las
mujeres (y de las usuarias de los programas) de ser artífices de sus propios procesos, desde sus
177
CEM-H. Memoria de 1999. pp. 5.
134
vivencias personales. Desde mi punto de vista, esto tiene origen sobre todo en el trabajo que
realizaron en las comunidades y albergues durante la emergencia. Sobre esto, Daysi decía que:
(Antes del Mitch) “...Las mujeres venían y tenían atención; o sea, el fuerte de la
organización estaba en la organización. Con el Mitch que me parece que ese
fue el cambio más fundamental... Cambia la visión de que las mujeres vienen a
pedir asistencia... Antes del Mitch me parece que era un poco asistencialista, la
visión de ilustrar a las mujeres en las cosas que podían hacer me parece que
por sí misma era asistencialista...”
Relacionada con esta opinión, hay una frase en las memorias que resume el fin de los
cambios que se han descrito a lo largo de este capítulo: politizar la lucha contra la violencia.
En sus propias palabras: “estos cambios obedecen a la necesidad de que las acciones de la
organización trasciendan los servicios, y así lograr rescatar o imprimir a nuestras acciones un
mayor contenido y carácter político”178.
¿Cómo puede interpretarse esta frase? ¿Es que antes del Mitch la violencia no era un
tema político? Desde mi perspectiva, lo que sucedió fue que el Mitch puso en evidencia que
los modelos de atención hasta entonces implementados no permitían que las mujeres
replicaran estas acciones en sus comunidades; por lo que en sí, los resultados de los
program1as de atención a la violencia se limitaban a cambios profundos y radicales en la vida
de estas mujeres, pero sólo en la de ellas, no en la de las demás.
Puedo afirmar, entonces, que uno de los principales objetivos de estos cambios era
lograr que la lucha contra la violencia fuera un instrumento eficaz para la construcción de un
sujeto político feminista. O dicho de otra manera, estos cambios en los programas contra la
violencia buscan ampliar la membresía del movimiento feminista, romper sus límites. Todo
esto no implica no reconocer lo valioso de su labor ni olvidar los rostros de tantas mujeres que
han logrado rehacer su vida después de asistir a estos programas. Implica aceptar que estas
178
CDM. Informe del 2000. pp. 4.
135
mujeres que han sido capaces de reconocer sus propias limitaciones, y en base a ellas,
transformar sus instrumentos de acción para que sean más efectivos.
Otra de las razones por las cuales decidieron cambiar su estrategia para la atención de
la violencia fue que, durante la emergencia, pudieron constatar que pese al gran esfuerzo
realizado por ellas y por otras organizaciones del movimiento feminista, la violencia
continuaba siendo un problema grave. Talvez sintieron que ya no tenían la misma fuerza para
continuar su lucha de la forma como hasta entonces lo habían hecho. Quizás por esta razón,
Mirta, del CEM-H, al referirse a las causas de la desintegración de Casa de la Mujer, afirmaba
que:
(Casa de la Mujer) “Fue un modelo que funcionó muy bien, pero con mucho
costo emocional para las personas que trabajábamos en él, con mucha
inestabilidad, pero con mucha riqueza. Es un modelo que ha sido replicado, y
que tuvo una validez en un momento dado...”
Hay otra opinión que quiero transcribir, ya que me parece también clave para entender
más el proceso que precedió al cierre de Casa de la Mujer. Esta es la de Suyapa, también del
CEM-H, que al explicarme cuales eran las causas del cierre de Casa de la Mujer, decía que:
“Si... Casa de la Mujer casi desapareció después del Mitch, porque el Mitch en
primer lugar... Bueno, no hubo interés de la institución en levantar el
programa. Además, no encontramos una persona que pudiera levantar el perfil
del programa... El Mitch vino a aplastar todavía más la cosa, porque antes
todavía alguna de nosotras creía en el programa...”
Esta última opinión me permite ver un aspecto que no había contemplado: que otro de
los factores que están detrás de este cambio es la falta de interés de la organización por
levantar el programa. Extraoficialmente, personas que conocen de la historia de Casa de la
Mujer me decían que el cierre de este programa se dio porque a las coordinadoras de la
institución ya no les interesaba más, por diversos motivos, continuar trabajando este tema.
Esto me lleva además a reflexionar sobre otro hecho: a pesar de que supuestamente el modelo
136
organizativo que desarrollaron estas organizaciones tiene como una de sus más grandes
ventajas la “democratización” de las decisiones que se toman, es posible que esto no se dé del
todo, y que las grandes decisiones institucionales continúen estando en manos de sus
principales miembras o coordinadoras. No hay ningún lugar ni en las entrevistas ni en las
memorias que refrenden estas palabras.
Conclusiones
estructura del movimiento (que incluye los recursos con los que cuentan las organizaciones) 179
y los procesos subjetivos o los “marcos de referencia” creados por ambas organizaciones180.
Con respecto a los cambios en el contexto, uno de los más importantes está relacionado
la nueva jerarquización de los intereses estratégicos de las agencias donantes; que empiezan a
mostrar mayor interés por lo que tiene que ver con participación ciudadana. A pesar de que no
hay consenso entre las integrantes de ambas organizaciones sobre el peso de este factor en sus
programas de atención directa a la violencia, desde mi perspectiva, estos están directamente
relacionados con la pérdida de intereses de la cooperación de continuar financiando este tipo
de programas. Todo esto obliga a preguntarnos si se puede hablar de una verdadera autonomía
de ambas organizaciones en la definición de las agendas e intereses, teniendo en cuenta su
enorme dependencia de los recursos de la cooperación internacional.
En cuanto al peso de los factores subjetivos, se puede decir que los cambios en los
programas de atención a la violencia también fueron producto de la reflexión interna de las
integrantes de ambas organizaciones. La creación de un sentido sobre estos cambios 181 (en el
caso del CEM-H: la implantación de modelos que permitan el empoderamiento de las mujeres;
y en el caso del CDM, la ampliación de los objetivos de sus programas de atención a la
violencia) fue también un elemento clave para su final concreción.
cambios no tuvieron ningún efecto en su estructura organizativa, pero sí en sus estrategias para
la lucha contra la violencia, ya que redefinen las áreas de intervención.
Ahora bien: ¿Cuál fue el efecto de todos estos cambios en el proyecto político de
ambas organizaciones? ¿Qué efectos tiene en la identidad colectiva de ambas organizaciones?
Desde mi perspectiva, con relación a la primera pregunta, estos cambios sí produjeron
transformaciones en su proyecto político, a pesar de que en las memorias de informes de
ambas organizaciones se afirma constantemente que ninguno de los cambios que se dieron en
ellas afecto su proyecto institucional. Por esta razón, creo que esta afirmación puede ser una
de las más discutibles de mi trabajo.
¿A que se debe este desacuerdo? Una respuesta tentativa puede ser que la admisión de
un cambio tan radical como el que yo propongo implica un cuestionamiento frontal al trabajo
que ha sido el eje definitorio de su quehacer institucional desde su surgimiento; sobre todo,
después de la centralidad que tomó la participación ciudadana en las agendas de ambas
organizaciones. Al igual que en lo expuesto en las conclusiones en el capítulo anterior, el que
la lucha contra la violencia hacia las mujeres haya pasado a un segundo plano, puede
interpretarse como un cambio en otra de las esferas de su identidad colectiva: la relacionada
con los fines y metas de su proyecto feminista.
Queda aún una última pregunta por responder. Todos estos cambios: ¿contribuyen de
manera efectiva a erradicar la violencia contra las mujeres? ¿Son las estrategias más
adecuadas? Considero que aún es demasiado temprano para responder a esta pregunta. Pero,
desde mi perspectiva, el Estado aún no cuenta con una estructura formal capaz de brindar ni
siquiera la atención mínima que requieren las mujeres que se encuentran en esta situación,
mucho menos para idear estrategias o acciones a más largo plazo.
Sin embargo, no hay que dejar de lado los efectos positivos de todos estos cambios.
Considero que todo este proceso trajo como resultado el reconocimiento por parte del CEM-H
y del CDM de las capacidades y de la fuerza de las mujeres que hasta entonces eran
únicamente beneficiarias de los proyectos. A partir de estos cambios, ellas pasan a ser las
139
Capítulo VII
Allá afuera… el Estado y el movimiento amplio de mujeres
A fin de abordar este tema, decidí dividir este capítulo en dos partes:
En este apartado, voy a abordar lo que concierne a las relaciones entre el Estado y las
dos organizaciones objeto de mi estudio, en el contexto de la crisis generada por la tragedia.
Como he mencionado a lo largo de estas páginas, las medidas implementadas por el Estado
para contrarrestar los efectos del Huracán se centraron sobre todo en la reconstrucción de la
infraestructura vial y productiva del país y no en la implementación de un modelo de
desarrollo que permitiera combatir el incremento de la pobreza a raíz del Mitch. Estas medidas
tampoco contemplaban la satisfacción de las necesidades específicas de las mujeres, por lo que
uno de los objetivos fundamentales de las organizaciones, redes y movimientos de mujeres fue
lograr que las demandas de las mujeres fueran incluidas en los planes de reconstrucción.
Pero antes de desarrollar cuales fueron las estrategias implementadas para el logro de
estos fines, y sus efectos en las formas de relacionarse de ambas organizaciones con el Estado,
quiero exponer brevemente algunas reflexiones acerca de dos temas que han sido centrales en
la discusión feminista: cuáles son los mecanismos más efectivos para luchar contra la opresión
y la subordinación de las mujeres; y si dentro de éstos, las acciones de incidencia política
hacia el Estado son las más efectivas.
182
Como expongo en mi marco teórico, los “repertorios de acción”, designan “el conjunto de tipos concretos
de acción desarrollados por un actor colectivo determinado en el ciclo de un conflicto, cuya duración puede
ser de varios años o de varias décadas; y son producto de la evaluación racional que hace el autor de los de
costes y beneficios de su acción”. Para más detalles ver Dieter Rütch, “Estrategias y formas de acción de los
nuevos movimientos”… pp. 185 y sig.
142
Estado, los partidos políticos o los movimientos sociales mixtos. Pero es quizás la
participación con el Estado la que ha ocasionado más debate.
Por ejemplo, algunas feministas (sobre todo, las latinoamericanas) afirman que no se
debe establecer ningún tipo de relación con el Estado, debido al carácter neoliberal y
excluyente de su proyecto democrático183. Otras afirman que el excesivo énfasis en la
incidencia política hacia el Estado puede traer como consecuencia la despolitización del
movimiento o impedir la construcción de los movimientos de mujeres como un sujeto social
autónomo y confrontativo184. Y por último, otra posición sostiene que ésta es una estrategia
fundamental para lograr cambios efectivos en la situación de las mujeres.
Ahora bien: ¿Cuál es el alcance de este concepto? Una posible respuesta se encuentra
en el único concepto de incidencia política contenido en los documentos y entrevistas, en la
memoria CEM-H de 1987-1997. En ella, se define la incidencia política como “las acciones
que se realizan para lograr cambios efectivos en las relaciones de género a favor de las
mujeres. Esas acciones se orientan sobre todo a la población femenina y a la sociedad civil en
su conjunto, para contribuir a los cambios de valores y construir una cultura de respeto de los
derechos de las mujeres, no violencia, inclusión y ampliación de la ciudadanía de las mujeres,
en un sentido amplio, y no solamente en relación al Estado”185.
183
Mirta Kennedy. “Movimiento feminista y participación política en Honduras”, en (autoras varias). Las
mujeres y el Poder… pp. 293.
184
Ana Leticia Aguilar. “El movimiento feminista y el enfoque de género en las instituciones nacionales e
internacionales”. Balances y desafíos; en Edda Gaviola Artigas, Lissette Gonzales Martínez (comp.)
Feminismos en América Latina… pp 89.
185
CEM-H. Memoria del 1987-1997. pp. 21.
143
Hay dos elementos más en esta definición que quiero recalcar y que me parecen útiles
para definir el contenido y alcance del concepto de incidencia política propuesto por ambas
organizaciones. Primero: me parece muy interesante que en esta definición se recalque que la
incidencia va más allá de las acciones de presión hacia el Estado, y no que se defina
únicamente a partir de su “contenido positivo”, por decirlo de alguna manera. Segundo:
forzando un poco más este argumento, puedo decir entonces que la incidencia política se ha
ubicado tradicionalmente en el campo de lo público-estatal, por lo que consideran necesario
incluir (tanto en su definición como en la práctica) otras posibles esferas dentro de las cuales
puede ser incluida la incidencia política.
En cuanto a las acciones de incidencia política hacia el Estado, éstas se han dirigido
sobre todo a la consecución de reformas en los sistemas legales y hacia la aprobación de
políticas públicas con equidad de género. Entre los logros obtenidos en los sistemas legales se
encuentran: las reformas al Código Penal de 1984, la Ley Contra la Violencia Doméstica en
1996, y la incorporación en la Ley de la Modernización Agrícola de 1992 de medidas
destinadas a corregir las desigualdades de género en lo relativo a la tenencia de la tierra
contenidas en la Ley de Reforma Agraria de 1966.
En el caso de las políticas públicas, aunque las luchas por su aprobación y ejecución
datan desde 1990, fue hasta en el 2000 cuando se logra la aprobación de la Política de Equidad
de Género en el Agro. Antes de este momento, la única política pública que fue aprobada en
Honduras, relacionada con los derechos de las mujeres, fue la Política Nacional de la Mujer,
de 1989, que nunca llegó a ser operacionalizada186.
Sin embargo, como voy a demostrar a lo largo de este capítulo, la incidencia política
hacia el Estado fue una estrategia central para ambas organizaciones en el contexto de la crisis.
Las reflexiones que voy a transcribir en las siguientes páginas sobre su participación con el
Estado dejan ver, una vez más, la capacidad de estas mujeres para ser críticas con su propio
trabajo.
186
Idem anterior.
144
Según las personas que estudian las dinámicas de los movimientos sociales en épocas
de crisis, uno de los efectos inmediatos de las mismas es que éstos aumentan su capacidad de
influencia, tanto en la sociedad civil como en el Estado 187. Como se pudo observar en el caso
de la crisis desatada por el Huracán, uno de los efectos más inmediatos de la misma fue la
reactivación de redes, organizaciones y movimientos sociales. Sin embargo, y de conformidad
con lo planteado en el capítulo anterior, la participación de ambas organizaciones en estos
espacios puede considerarse como una continuación del trabajo de incidencia política que ya
desde antes estaban realizando. Por esta razón, Regina, del CDM, señalaba que:
Pero esta no es la opinión mayoritaria. Por ejemplo, sobre este tema, María Elena, del
CEM-H, opina que:
“Todos los procesos que se generaron a partir del Mitch (Estocolmo, las
consultas para la Estrategia) abrieron los espacios de participación del
movimiento de mujeres y de la organización, específicamente”
Desde mi perspectiva, con base a esta opinión y a los informes, considero que el Mitch
sí abrió espacios de participación para las mujeres. Por ejemplo, durante todo este período,
participaron en instancias colectivas que surgieron desde la sociedad civil, como el Foro
Ciudadano, Interforos, FOSDE, las Mesas de Participación de Cáritas, etc. También,
187
Marta Fuentes y André Gunder Frank. Diez tesis acerca de los movimientos sociales… pp. 54-55.
145
participaron de forma activa en las comisiones que se abrieron desde el Estado, como la
Comisión Interinstitucional para el seguimiento de la Ley Contra la Violencia Doméstica, las
comisiones para la elaboración y ejecución de Políticas Públicas y para la creación y
funcionamiento del INAM, y en las mesas de participación para la discusión del Plan de
Reconstrucción188. También, en 1999 presentaron a los candidatos a la Presidencia del nuevo
gobierno “Las propuestas de las Mujeres de Honduras: La Equidad de Género: Condición
fundamental para la reconstrucción y transformación social”.
Pero, ya desde 1999 (casi inmediatamente después del Mitch) se puede observar que
aunque siguen siendo parte de estas instancias, crece el descontento y la insatisfacción de estas
mujeres con respecto a los resultados de su participación en estos espacios. Opinan que el
Estado está “tratando que las organizaciones civiles substituyan y realicen las labores que le
corresponden”189... y que ha trasladado la responsabilidad a la sociedad civil de enfrentar y
resolver problemas tales como salud, educación, vivienda y violencia, entre otros”190.
Estas afirmaciones son muy importantes por dos motivos: reflexionan sobre cuáles
deberían ser las funciones del Estado en este nuevo contexto; y por otro lado, hay un
cuestionamiento a las funciones que han desempeñado las organizaciones de la sociedad civil
frente a las responsabilidades que el Estado debería asumir. Es decir, cuestionan su papel
como “substitutas” del Estado.
Ya para el año 2000, los cuestionamientos sobre las relaciones entre el Estado y el
movimiento son mucho más radicales. Y en consecuencia, hay una disminución de la
participación de las organizaciones en estos espacios. Por ejemplo, Gilda, del CDM, señala
que:
Otras de las críticas más fuertes se dirigen hacia el desempeño del Instituto Nacional de
la Mujer (INAM). Aunque en un primer momento su creación fue considerada una de las
mayores conquistas del movimiento, Gilda, mencionada con anterioridad, opina que:
“A solo dos años de la creación del INAM, lo que ha ocurrido más bien es que
fragiliza a las organizaciones de mujeres, ya que al convertirse en
“competencia”, ha provocado casi la desaparición de muchas organizaciones
de mujeres que trabajaban con derechos sexuales y reproductivos”
También, sobre este mismo tema, en las memorias se señala que el INAM “se ha
convertido en un «organismo ejecutor de proyectos», ya que se ha alejado de los fines para los
cuales fue originalmente creado... además de que ha mostrado una tendencia a sustituir el rol
de las organizaciones sociales de mujeres, y compite por los recursos que desde antes de su
creación han sido canalizados hacia las organizaciones de mujeres”191. A pesar de todos estos
hechos, es en este período cuando se aprueban más políticas públicas en la historia de
Honduras: la de Equidad de Género en Recursos Naturales y Medio Ambiente, la de la
Secretaria de Finanzas, y finalmente, la Política Nacional de la Mujer. Además, en este
período se aprueba una de las leyes que más controversia ha generado en el país, la Ley de
Igualdad de Oportunidades para la Mujer, que contempla el establecimiento de las cuotas de
participación política para las mujeres.
191
CEM-H. Memoria del 2000. pp. 6.
147
“El Estado utiliza el género como un «eslogan», ya que lo hace desde cierta
obligatoriedad que tienen respecto al apoyo internacional”.
“Las instancias de discusión que se han abierto no son más que mecanismos
que utilizan los organismos financieros internacionales para justificar la
participación de la sociedad civil, sin ningún resultado. Por esta causa, los
sectores que forman parte del Consejo Consultivo (entre ellas el CDM y el
CEM-H) están pensando en retirarse”.
concreto están significando un incremento de la pobreza en los hogares, y que nos afecta a las
mujeres de manera significativa?192.
En todas estas opiniones se puede observar que hay una crítica cada vez más radical a
la participación de las mujeres en las consultas y acciones emprendidas por el Estado. Sin
embargo, para Zoyla, coordinadora de la Colectiva de Mujeres, esto no ha sucedido. Así,
señala que:
“Las fracturas que se dieron entre las organizaciones, a la poca capacidad del
movimiento en incidir en temas macro y a la falta de una tecnocracia
feminista”
192
CDM Informe del 2002-2003. Pp. 22.
150
2. Yo, ella, ¿Juntas? Las relaciones entre las feministas y el movimiento amplio de
mujeres
Tengo que admitir que esta es una visión parcial de los hechos, ya que sólo se analiza
analizan las opiniones de una de las protagonistas de todos los sucesos que voy a describir a
continuación: las feministas. Esto se debe a que, desde el momento en el que diseñé mi
investigación, mi intención era analizar cómo ambas organizaciones describen su interacción
con los grupos de mujeres hacia los que han sido y son dirigidos gran parte de sus acciones: el
movimiento amplio de mujeres. Pero, por la sinceridad de las respuestas que encontré, tanto en
las entrevistas como en las memorias e informes, pude darme cuenta de que es posible que
refleje también el sentimiento de las demás mujeres que forman parte de los movimientos de
mujeres del país.
En este apartado, voy a exponer brevemente las diferentes etapas por las que
atravesaron las relaciones de las dos organizaciones objeto de mi estudio con el movimiento
amplio de mujeres durante la tragedia. Como se va a poder observar, en él se percibe el que es
quizás uno de los rasgos fundamentales del pasado y presente de los movimientos de mujeres
en el país: su dificultad para conformar un proyecto colectivo común.
organizaciones del movimiento amplio de mujeres, se convirtió en una estrategia clave para
incrementar la incidencia del movimiento en los planes de reconstrucción propuestos desde el
Estado.
Por ejemplo, en el informe del CEM-H de 1999 se afirma que una de las principales
estrategias de esta organización es “…el fortalecimiento de los espacios organizativos de los
diversos sectores con los que el CEM-H tiene relación, potenciando la participación de las
mujeres en los espacios de concertación del movimiento de mujeres, como el Colectivo Contra
la Violencia, el Grupo de Participación y Acción Ciudadana para la Equidad de Género, y
otros”193. Aunque en la memoria el CDM no hay referencias a este tema, puedo afirmar que
este objetivo era también importante para la organización.
Al momento de la llegada del Mitch, el único espacio colectivo que existía entre las
feministas y las organizaciones del movimiento amplio de mujeres era Colectivo Contra la
Violencia; que surge en 1992 bajo el nombre de Red para la Prevención y Erradicación de la
Violencia Contra la Mujer194. Aunque los objetivos fundamentales del Colectivo eran lograr
reformas en los sistemas judiciales sobre la violencia doméstica, sus alcances han ido más allá
de estos, ya que ha funcionado como un espacio de relacionamiento entre el movimiento
feminista y el momento amplio de mujeres.
Sin embargo, en el contexto de la crisis del Mitch, no logró continuar cumpliendo esta
función. Aunque sí permitió que muchas de las demandas de las mujeres se realizaran desde
esta instancia colectiva, los problemas de poder entre las feministas impidieron que las
acciones realizadas desde este espacio fueran mucho más efectivas. Por ejemplo, los informes
y memorias de ambas organizaciones señalan que el colectivo, desde 1999, ya había bajado su
nivel, y que únicamente se había activado en momentos coyunturales 195. Es posible que una de
193
CEM-H. Memoria de 1999. pp. 4.
194
Rina Villars. Para la casa más que para el mundo… pp. 608.
195
CDM. Informe del 2000. pp. 31.
152
las causas del decaimiento del colectivo haya sido la conformación de Convergencia de
Mujeres.
Convergencia de Mujeres
Es interesante que, para ella, una de las causas que incidió en el surgimiento de la
Convergencia fue la especialización del Colectivo en el eje violencia, y en consecuencia, su
poca capacidad funcionar como espacio de discusión de otros temas como la pobreza. Así, al
relatar la historia de Convergencia, afirmaba que:
Sin embargo, hay otras opiniones que señalan que el surgimiento de Convergencia se
debió a otros factores. Por ejemplo, para Gladis Lanza, actual coordinara del Comité de
Mujeres por la Paz “Visitación Padilla”, organización que forma parte de la Convergencia, el
nacimiento de esta instancia se debió sobre todo a los diferentes puntos de vista, o a los
diferentes “feminismos” que existían en los movimientos de mujeres. Sobre este tema,
afirmaba que:
“El Mitch más bien nos vino a partir, ya que antes estábamos todas en el
Colectivo... como hay muchas visiones del feminismo... con esas visiones, hubo
una separación en plena crisis del Mitch. Por eso nos retiramos unas y nace la
Convergencia...”
A modo de conclusión, puedo decir que la apertura del espacio político a raíz del
Mitch, aunque posibilitó el surgimiento de nuevas instancias colectivas al interior del
movimiento de mujeres, como es el caso de la Convergencia; fue un factor que provocó la
ampliación de las brechas y de las luchas por el poder al interior del movimiento.
Las consecuencias de todo este doloroso proceso, sin embargo, no son del todo
negativas. Por ejemplo, para Mirta, del CEM-H, estos problemas fueron también un factor
clave en el proceso de descentralización que llevó a cabo su organización. Al respecto, me
decía que:
Una de las lecciones que se pueden aprender de todo esto es que debemos buscar
estrategias que permitan que la búsqueda del poder no sea un obstáculo para la construcción
de un movimiento feminista amplio, cohesionado. Como voy a exponer en las páginas
siguientes, los efectos de este conflicto van más allá de las fronteras de este movimiento, ya
que inciden en la percepción negativa que muchas organizaciones del movimiento amplio de
mujeres tenían desde antes sobre el feminismo; y en consecuencia, dificultan los procesos de
construcción de alianzas y del fortalecimiento del movimiento de mujeres en su conjunto.
Por ejemplo, Breny Mendoza señala que “a pesar de las diferencias, la colaboración
entre ambas ha sido mayoritaria y no el conflicto abierto ”198. Y Rina Villars, afirma que
“actualmente, parece que las rivalidades que han normado las relaciones entre las diferentes
organizaciones de mujeres están cediendo paso al entendimiento; y que el sectarismo y el
vanguardismo, aunque todavía persisten, esta siendo superado al menos formalmente”199.
198
Breny Mendoza, Sintiéndose mujer, pensándose feminista... pp. 137.
199
Rina Villars, Para la casa más que para el mundo... pp. 617.
156
Esta misma autora señala que las diferencias entre ambos movimientos “son más bien
«retóricas» que al nivel de movilización y articulación de planes estratégicos, y que los límites
entre ambos movimientos son más bien imprecisos”200. De igual forma, Blanca Dole afirma
que el trabajo de las feministas en las organizaciones de mujeres ha provocado que “resulte
difícil diferenciar espacios entre el movimiento de mujeres y expresiones feministas.
Prácticamente somos las mismas que estamos en uno u otro espacio, con diferente intensidad
en el planteamiento, en la concepción y en la práctica, pero interactuando de manera
simultánea en los dos espacios”201.
Sin embargo, creo que otro de pocos efectos positivos del Mitch haya sido que — a
pesar de lo descrito en el capítulo III y en este apartado— muchas organizaciones feministas y
de mujeres han empezado realmente a trabajar juntas en la búsqueda de mejores estrategias
para cambiar la vida de las mujeres. Parte de este posible cambio está relacionado con el
trabajo que algunas organizaciones feministas realizaron después del Mitch y con los cambios
de estrategias en las formas de relacionarse con las organizaciones de mujeres. Voy a empezar
con lo que es quizás la piedra angular de este cambio: el reconocimiento del carácter urbano
del movimiento feminista.
200
Idem. anterior, pp. 621.
201
Blanca Dole. “Un movimiento de mujeres naciente. Honduras”, en Aguilar Ana y otras: Movimiento de
Mujeres en Centroamérica. (Managua: Programa Regional La Corriente, 1997) pp. 206-207.
157
El carácter urbano del conflicto y las redes de mujeres que surgen a raíz del Mitch
En la lectura de los informes y en las entrevistas pareciera quedar claro que las causas
de la ruptura entre el movimiento feminista y el de mujeres no tienen mucho que ver con la
clase o el género, o con la acusación de que el movimiento feminista no ha abordado la
pobreza. Más bien, son recurrentes las afirmaciones de que los problemas se originan sobre
todo en el carácter urbano del movimiento; y que las luchas por el poder y la representación,
que se hicieron aun más evidentes entre las feministas durante el Mitch, es otra de las causas
por las cuales las organizaciones del movimiento amplio de mujeres no se parte integradas al
movimiento feminista.
Por ejemplo, las del CEM-H, en la memoria del 2002, al referirse a los conflictos entre
el Colectivo Contra la Violencia y Convergencia, señalan que: “desde las miradas de las
mujeres hondureñas que no son de Tegucigalpa, ambas instancias de concertación expresan y
representan organizaciones de mujeres de Tegucigalpa, y en estas redes participan desde hace
años las mismas caras, sin que haya habido renovación de liderazgos... Mientras en
Tegucigalpa el Colectivo Contra la Violencia y la Convergencia de Mujeres compiten por el
liderazgo del movimiento auto-representado en esas mismas organizaciones, en el resto del
país, incluyendo San Pedro Sula, el movimiento de mujeres se ha diversificado en un enorme
número de grupos, redes, organizaciones, gremios, comités y muchas otras iniciativas”202.
Como mencionaba con anterioridad, uno de los efectos del Mitch fue la reactivación de
redes de mujeres o la conformación de nuevas. La visibilidad que adquirieron estos grupos
provocó no sólo que muchas organizaciones feministas aumentaran su trabajo con ellas; logró
además que reconocieran la capacidad de estas mujeres para constituirse como sujetos de
cambio social.
Por ejemplo, en la misma memoria del CEM-H citada antes afirman que “es de hacer
notar que experiencias como las de Casa Luna de Tocoa, Colón, la Casa de la Salud de la
Mujer en Santa Bárbara, la Organización de las Hormigas en Intibucá, y las redes locales de
202
CEM-H. Memoria del 2002. pp. 18.
158
Todo esto lo expone también Mirta, del CEM-H, cuando expresa que:
Las experiencias que ambas organizaciones tuvieron con mujeres de las comunidades
durante la emergencia, el trabajo que continúan realizando con muchas de estas
organizaciones desde los programas de participación ciudadana, y el inicio de un hondo
proceso reflexivo sobre el movimiento amplio de mujeres les permitió a las integrantes de
ambas organizaciones reflexionar sobre del papel y el tipo de relaciones que hasta entonces
habían mantenido con ellas. Desde mi perspectiva, aunque estas reflexiones se limitaron sobre
todo a los problemas al interior del movimiento feminista, de igual forma tratan de entender
porqué las organizaciones del movimiento amplio de mujeres no se sienten representadas por
ellas, pero no cuestionan del todo la legitimidad de esta representación.
203
CEM-H. Memoria del 2000. pp. 18.
159
Por ejemplo, siguen partiendo de la idea de que las organizaciones del movimiento
amplio de mujeres son las “bases” del movimiento feminista. Pero...
No voy a negar que esta palabra me produce muchos problemas. ¿Las bases de qué?
¿Es que acaso el movimiento amplio de mujeres es “la base” del feminista? ¿Pueden
establecerse relaciones menos jerárquicas si uno de los movimientos es la base del otro? ¿Qué
implicaciones tiene esta percepción para el desarrollo de relaciones más proactivas entre las
feministas y las organizaciones del movimiento amplio de mujeres? Tengo que admitir que
estas preguntas no fueron directamente formuladas a las integrantes del CDM y del CEM-H.
Sin embargo, encontré muchos comentarios en las entrevistas y en los informes que me
permiten responderlas.
Comienzo por dar respuesta a la primera pregunta: cuáles son las bases del
movimiento. Aunque no pude obtener una respuesta exacta a esta pregunta, si puedo decir que
las entrevistadas entienden por las bases a todas las mujeres con las que, de una u otra forma,
mantienen relaciones a través de sus programas o de sus acciones de incidencia política.
Aunque tampoco encontré ninguna reflexión demasiado crítica con respecto a esto, si observé
por lo menos la preocupación por tratar de que las mujeres con las que trabajan sí formen
parte de su proyecto colectivo. Por ejemplo, Suyapa, del CEM-H, señalaba que:
organizativa que desarrollaron. De alguna forma, este hecho les ha permitido convertirse —
por lo menos desde su propia perspectiva— en “representantes” de las organizaciones de
mujeres. Sin embargo, a raíz del Mitch comienzan a cuestionarse la forma como se ha hecho
efectiva esta representación, aunque no su legitimidad.
Por ejemplo, en la memoria del CEM-H del 2002, las integrantes de esta organización
señalan que: “el centralismo del movimiento en Tegucigalpa, y las viejas rencillas por el poder
y el control del liderazgos no son respondidos ni comprendidos por las redes locales de los
nueve departamentos donde están integradas, ni en las múltiples organizaciones de base,
urbanas y rurales, que no se sienten representadas ni comprenden el enfrentamiento que
sucede en Tegucigalpa... Las mujeres organizadas fuera de Tegucigalpa se movilizan ante la
convocatoria de cualquiera de los bloques que dicen representarlas, y participan siguiendo
agendas políticas, sin importar si la convocatoria proviene del Colectivo o la Convergencia,
buscando expresar sus propias agendas...”204.
Pero, para algunas de las entrevistadas, como Daysi, del CEM-H, a partir del Mitch se
empieza a dar un cambio en cuanto a este punto. Ella señala que esto se nota no sólo en el
hecho de que a partir de la tragedia muchas organizaciones de mujeres empiezan a
autodenominarse como feministas, sino además en que:
Todos estos testimonios reflejan que la preocupación por ampliar las bases del
movimiento no sólo tiene que ver con la ampliación de su proyecto político. Dejan ver que hay
un cuestionamiento profundo al trabajo que ha hecho. Y sobre todo, nos deja ver que ha
204
CEM-H. Memoria del 2002. pp. 7
161
empezado un proceso reflexivo que conduce a que comprendan que, mientras no acepten las
diferencias entre ellas, los diferentes feminismos que las alimentan, no se van a lograr avances
en la construcción de un movimiento realmente amplio de mujeres. Esta es la opinión de
Miriam, del CEM-H:
“Creo que uno de los retos es empezar a trabajar desde las bases, en el área
rural, a capacitar y a organizar mujeres. Yo creo que si ellas no empiezan a
organizarse no va a pasar nada... Bueno, ha habido algunas personas que han
tocado el tema de la masividad del movimiento... Mira, desde la experiencia de
las mujeres de los barrios, desde su feminismo han aprendido que realmente
son ellas, en esa recuperación de voz, si no empiezan a demandar en sus
comunidades, no va a pasar nada, porque son realidades diferentes”
¿Que conclusiones se pueden obtener de estas opiniones? ¿Cuáles son los principales
obstáculos y riesgos (presentes y futuros) que enfrenta el movimiento de cara a las nuevas
estrategias de participación ciudadana, que buscan ampliar las bases del movimiento? Aún es
muy temprano para responder a estas preguntas. Sin embargo, y desde una perspectiva muy
personal (o quizá desde mis propias ilusiones), puedo decir que se está avanzando en la
construcción de nuevas formas de relacionamiento, talvez menos verticales, talvez más
incluyentes, por lo menos con el movimiento de mujeres. Además, considero que el
cuestionamiento del carácter urbano de los conflictos al interior del movimiento y la admisión
de que muchas de sus luchas no han logrado ampliar los límites del feminismo, son los
162
primeros pasos para lograr cambios aún más radicales en sus concepciones acerca de las
relaciones entre ellas y con el movimiento de mujeres. Es por esta razón que Nora, del CDM,
expresa que:
“... Yo creo que habría que hablar con las bases. Cuantas de las bases de estos
movimientos feministas se consideran feministas. A veces en una misma
dirigencia podemos encontrar diferencias. Creo que hay un marco riquísimo
para ir construyendo muchas cosas, pero que todavía no podemos hablar de
unidad del movimiento, ni dentro de una misma institución u organización, si
al interior de una misma organización hay diferencias radicales respecto a los
temas fundamentales que nos afectan a las mujeres”
Conclusiones
Estado de hacerlas efectivas. Por este motivo, y aunque continuaron participando en estas
instancias, poco a poco fueron reduciendo sus actividades de incidencia política hacia el
Estado. Todo esto incidió directamente en un cambio en las estrategias del movimiento frente
al Estado: se empezó a trabajar más activamente en los ámbitos locales y comunitarios.
Ahora bien: ¿Cómo puede interpretarse todo esto a la luz de las teorías de los
movimientos sociales? Según A. Gamson y David S. Meyer, citados en mi marco teórico, dos
de los elementos “volátiles” que forman parte del contexto político que moldean las acciones y
demandas de los movimientos sociales son: el acceso al sistema de partidos y a las decisiones
políticas, incluidos los canales formales e informales para influenciar las decisiones vía
participación directa, o indirecta, que implica lobbying o litigios; y la capacidad de influencia
o de implementación de políticas: es el poder de lograr que las autoridades implementen o
adopten políticas, a pesar de la resistencia externa o interna 205. En el caso del movimiento
feminista, ambas condiciones se cumple con exactitud, ya que el paso del Huracán Mitch por
tierras hondureñas abrió canales de participación para todos los movimientos sociales.
Pero: ¿Cómo se puede explicar el hecho de que estas organizaciones se hayan ido
lentamente retirando de estos espacios? ¿Fue por efecto de que las oportunidades políticas se
cerraron, una vez pasada la crisis? ¿Sucedió esto, o fue consecuencia de otros factores? La
hipótesis que yo manejo, es que no se restringió el espacio político abierto por la crisis. Lo que
sucedió, desde mi perspectiva, es que se pasó del momento de formulación de las estrategias a
seguir —como es el período de aprobación de las políticas públicas mencionadas y de la
aprobación de la Estrategia para la Reducción de la Pobreza— a la ejecución de las mismas; y
205
William A. Gamson y David S. Meyer, “Enmarcando las oportunidades políticas…Pp. 277 y sig.
164
que en este momento, la capacidad y las estructuras del movimiento no estaban preparadas
para hacerle frente a este nuevo reto.
¿En que medida estos cambios cuestionan lo que hasta la fecha se ha escrito sobre las
relaciones entre el movimiento feminista y el de mujeres? Una de las primeras conclusiones a
la que puedo llegar es que, según las integrantes de las dos organizaciones con las que trabajé,
la jerarquización del género y la clase, o las necesidades estratégicas y/ o prácticas de género
no han sido la causa de los conflictos entre ambas organizaciones. Más bien, para ellas
pareciera que el problema no son las relaciones con el movimiento de mujeres, sino las
relaciones entre las feministas.
Por esta razón, las reflexiones contenidas tanto en los informes como en las entrevistas
giran más en torno a los problemas que existen al interior del movimiento feminista que entre
ellas y las organizaciones del movimiento amplio de mujeres. Es por esta razón que, en los
informes, los problemas que surgieron entre el Colectivo Contra la Violencia y Convergencia
de Mujeres son abordados con tanta amplitud.
165
Otro de los temas presentes en sus reflexiones es el carácter urbano que hasta antes de
la tragedia había tenido el movimiento feminista en Honduras. La visibilidad que adquirieron
muchas organizaciones de mujeres desde el Mitch, y el trabajo que el CDM y el CEM-H
desarrollaron con ellas en el contexto de la crisis, les permitieron además empezar a
reflexionar sobre el tipo de trabajo que hasta entonces habían realizado y sobre los alcances o
la “masividad” del movimiento.
Sin embargo, considero que se debe seguir ahondando en otros posibles factores o
causas que impiden que se establezcan relaciones más proactivas y verticales con las
organizaciones del movimiento amplio de mujeres; en especial, los relacionados con el género
y/o la clase o las necesidades prácticas y/o estratégicas. Desde mi perspectiva, a pesar de los
cambios que se dieron en la lucha contra la pobreza, expuestos en el capítulo anterior, es
posible que éste continúe siendo un punto de conflicto entre ambas.
166
Capítulo VIII
Conclusiones
¿Cómo medir con sentido crítico y con la perspicacia que me otorga el “derecho” de
aplicar un método científico la inconmensurable labor de estas mujeres? ¿Cómo impedir que
la emoción nuble mi objetividad y que se llene de alegría mi subjetivo corazón, cuando veo en
todas las páginas de sus informes y en sus testimonios la palabra ESPERANZA?
Con estas palabras empiezo las conclusiones de mi tesis. Porque quiero dejar
constancia de que todo lo que leí, escuché y aprendí sobre ellas me impide declararme a favor
de la desesperanza, tan actual y posmoderna; y no creer que un mundo distinto es posible. Sin
embargo, esto no me impide tratar de medir con sentido crítico los alcances y debilidades de
las acciones que el CDM y el CEM-H realizaron en el contexto de la crisis. Al contrario,
considero que me da legitimidad para hablar desde un lugar no poblado por malos entendidos.
En las siguientes páginas, voy a dar las conclusiones finales de mi trabajo sobre los
temas abordados. La presentación y el contenido de cada uno de los apartados fueron
definidos a partir del diseño de mi investigación y sus tres niveles de análisis, expuesto en la
página 35; y las preguntas e hipótesis definidas desde el proyecto de investigación, expuestas
en las páginas 34 y 35, respectivamente. Debido a que mi intención es presentar los hechos
desde un esquema más global, no voy a detenerme en la descripción detallada de los cambios
y de los procesos que se gestaron en el período de estudio.
contexto que definió los restantes y las acciones de los actores sociales que participaron en la
reconstrucción: la visibilidad y el aumento de la pobreza que se dio el país a raíz de la
tragedia. Este fenómeno provocó cambios profundos en las estrategias del Estado, de la
cooperación internacional y de los movimientos sociales para hacerle frente a este viejo
flagelo, que con el Mitch, adquirió nuevas dimensiones.
Aunque hay otros factores del contexto que tuvieron también un efecto directo en la
dinámica de las dos organizaciones objeto de mi estudio, considero que estos dos son los que
más peso tuvieron en las estrategias que ambas diseñaron para hacerle frente a la tragedia. A
continuación, voy a exponer los efectos de estas nuevas estrategias en las agendas de dos de
los actores o agentes sociales del contexto que más peso tienen en la definición de la acción
social de los movimientos sociales contemporáneos: el Estado y la cooperación internacional.
1.1. La apertura del espacio político y los cambios en las agendas estatales
Como expongo a lo largo de todo este trabajo, las estrategias de los planes de
reconstrucción diseñados desde el Estado enfatizaron lo relativo a la recuperación de la
infraestructura vial y productiva del país. La reducción de la pobreza y la reconstrucción del
tejido social, a pesar de estar también incluidos en esta estrategia, fueron los grandes ausentes
de los planes de la reconstrucción.
Ahora bien: ¿Cuáles son los factores que posibilitaron este tipo de acciones? Uno de
ellos fue la apertura del espacio político que se dio en el país con motivo de la tragedia 208.
208
Esto es sostenido por Doug McAdam, John D. McCarthy, Mayer N. Zald, para quienes los cambios en el
contexto político pueden crear nuevas posibilidades para los movimientos sociales; y por Marta Fuentes y
André Gunder Frank, que afirman que las crisis pueden tener como resultado colateral el incremento de los
169
Desde mi perspectiva, en Honduras la crisis del Mitch produjo una reorganización de las
esferas o los espacios de toma de decisiones y cambios profundos en las reglas de
participación política. Esto permitió que muchas organizaciones y movimientos sociales
diseñaran nuevas estrategias de incidencia hacia el Estado, y que incrementaran su
participación en la toma de decisiones en los espacios de discusión colectiva que se abrieron o
se reorganizaron a raíz del Huracán, como se va a observar en las siguientes páginas.
1. 2. La cooperación internacional
Sin restarle peso a los demás factores del contexto que han influido en el desarrollo de
los movimientos sociales, se puede decir que los recursos con los que cuenta una organización
o un movimiento social son quizás uno de los elementos que más peso tienen en la definición
de las estrategias y de acción de muchos movimientos sociales. Por esta razón, muchos autores
incluyen los recursos dentro de la estructura organizativa de los movimientos sociales209.
Desde esta perspectiva, se puede concluir que otro factor que determina los límites y alcances
de la acción de los movimientos sociales es la valoración efectiva y la importancia que le den
los miembros de una organización a los recursos disponibles, que pueden ser financieros,
administrativos, logísticos, etc.210.
niveles organizativos y de la capacidad de incidencia de los movimientos sociales en los procesos de toma de
decisiones. Para más detalles ver Doug McAdam, John D. McCarthy, Mayer N. Zald “Oportunidades,
estructuras de movilización y procesos de alineamiento de marco… 185 y sig.; y Marta Fuentes y André
Gunder Frank. Diez tesis acerca de los movimientos sociales… pp. 54-55.
209
Dieter Rücht “El impacto de los contextos nacionales en la estructura de los movimientos sociales… pp.
185 y sig.
210
Russell J. Dalton y Manfred Küechler y Wilhelm Bürklin. “El reto de los nuevos movimientos sociales…
pp. 27.
170
Como se va a observar en las páginas siguientes, esta nueva jerarquía de los ejes de
trabajo de la cooperación produjo cambios de gran magnitud en las agendas de ambas
organizaciones. ¿Se puede entonces hablar de autonomía de las organizaciones feministas del
país, entendida como la posibilidad de definir desde sus propias necesidades e intereses sus
objetivos, planes y agendas de acción? Desde mi punto de vista, y de conformidad con la
evidencia empírica presentada, la dependencia de muchas de sus organizaciones de los fondos
de la cooperación internacional, como es el caso del CDM y del CEM-H, impide considerarlas
como organizaciones completamente autónomas e independientes. La incapacidad de
gestionar su propia sostenibilidad económica las hace muy dependientes de la ayuda externa.
Condiciona sus ejes de trabajo y sus estrategias. Define, en gran medida, cuales de los
componentes de su proyecto político son viables.
171
Como expongo en mi marco teórico, en este trabajo parto de la premisa de que hay una
relación directa entre el contexto y las estrategias definidas por los movimientos sociales.
Primero, porque el contexto funciona como “una especie de pasillo de acción que limita el
abanico de estrategias concretas, los tipos de organización y las acciones pueden elegir los
movimientos sociales”211. Segundo, porque de acuerdo con esta premisa, las estrategias son
entonces “una concepción general consciente, a largo plazo, planificada e integral de la
conducta de un actor social en un conflicto, que se basa en el contexto global y que pone un
énfasis especial en los factores de fuerza y debilidad del principal oponente”212.
La participación ciudadana
Uno de los primeros cambios en las estrategias de ambas organizaciones tiene que ver
con la que ha sido quizá una de las principales características del trabajo de ambas
organizaciones y del movimiento feminista en general: el carácter urbano de sus acciones.
Como expongo en el capítulo IV, hasta antes del Mitch, el trabajo de ambas se limitó a las
áreas urbanas o a las dos ciudades más grandes del país: Tegucigalpa y San Pedro Sula. Pero
211
Dieter Rücht “Estrategias y formas de acción de los nuevos movimientos… pp. 57 y sig.
212
Idem. anterior.
172
Participación ciudadana fue el nombre que adoptaron estas estrategias. Aunque desde
antes del Mitch la ampliación de la ciudadanía de las mujeres ya formaba parte de sus
objetivos, con la crisis esta estrategia cobra nuevas fuerzas, e incluye otros objetivos que antes
no eran contemplados. Una de ellos era aumentar la capacidad de incidencia de las mujeres en
los espacios locales de toma de decisiones, a fin de que fueran incluidas en los planes de
desarrollo que se estaban impulsando desde el Estado y la cooperación internacional. A través
del apoyo a las redes y grupos de mujeres que se surgieron o se reactivaron a raíz del Huracán,
y de cambios profundos en sus estructuras organizativas, ambas organizaciones consolidaron
los nuevos objetivos de la estrategia de participación ciudadana.
comunidades las que realizaran las funciones de atención y acompañamiento legal y emocional
a las mujeres víctimas y sobrevivientes de violencia), y se dan también cambios profundos en
su estructura organizativa.
Al margen de las diferencias en las opiniones de las entrevistadas con respecto a este
tema, desde mi perspectiva, a raíz del Mitch se producen dos cambios fundamentales en las
estrategias definidas por ambas organizaciones con respecto a este objetivo: la dimensión de la
pobreza relacionada con la falta de acceso a recursos productivos cobra más importancia, y la
lucha contra este flagelo tiene otro lugar en la definición jerárquica de los objetivos
estratégicos de ambas organizaciones.
La “apertura del espacio político” que se dio en el país con motivo de la crisis, permitió
el aumento de la participación de muchas organizaciones o movimientos sociales en los
procesos de toma de decisiones políticas, desde iniciativas individuales o desde espacios
colectivos. En un primer momento, ambas organizaciones participaron de lleno en estos
espacios. Sin embargo, poco a poco fueron dejando de lado esta estrategia, debido a que
consideraron que sus demandas no estaban siendo incorporadas a los planes de reconstrucción.
174
Por esta razón, ya en los últimos años empieza a haber un cuestionamiento radical de las
estrategias de incidencia política hacia el Estado, y empiezan a retirarse de estos espacios.
Desde mi punto de vista, uno de los problemas que presenta esta estrategia es que las
organizaciones sociales, al “microlocalizar” sus acciones, también reducen su efectividad para
lograr que estas demandas sean incorporadas a las políticas y reformas de carácter macro-
estructural. También, considero que cabe preguntarse si es políticamente correcto que las
estrategias de participación ciudadana en los ámbitos locales comunitarios sean el centro de las
acciones para lograr cambios en la vida de las mujeres. Desde mi perspectiva, muchas de estas
acciones contribuyen a legitimar las propuestas gubernamentales que se escudan en el discurso
del desarrollo local y de la descentralización administrativa como la panacea que nos va a sacar
de la pobreza.
Ahora bien: todos los cambios en el contexto y en las estrategias, descritos en las
páginas anteriores, provocaron cambios en la estructura organizativa de ambas organizaciones.
Esto se debe a que, de conformidad con mi marco teórico, la estructura organizativa funciona
como una especie de “mediadora” entre el contexto, las estrategias y los resultados de las
acciones de los movimientos sociales213. Desde esta perspectiva, los cambios que se dieron en
sus estructuras organizativas obedecen a la necesidad de establecer mecanismos efectivos para
concretar las nuevas agendas o planes estratégicos que ambas organizaciones definieron para
hacerle frente a la crisis del Mitch.
Aunque los cambios más evidentes en ambas tienen que ver con la apertura o cierre de
programas y proyectos, es necesario profundizar en los efectos que estos cambios tuvieron en
la forma como hasta entonces habían estructurado sus estrategias y sus proyectos políticos.
Esto es mucho más relevante en el caso del CDM. Como expongo a lo largo de todo mi
trabajo, los cambios que se dieron en la estructura organizativa de esta organización no fueron
tan profundos como los del CEM-H, aunque puede decirse que tenían objetivos similares.
Dieter Rücht “El impacto de los contextos nacionales en la estructura de los movimientos sociales. Una
213
En el caso de esta organización, el cambio más evidente tiene que ver con que el
programa de Educación se convierte en un proyecto y se abre un nuevo programa de
participación ciudadana, dirigido a las zonas rurales. El caso del CEM-H es un poco más
complejo. Aunque también se dan cambios en sus programas y proyectos, como el cierre del
programa de atención directa a la violencia y la apertura de un nuevo proyecto (también de
participación ciudadana), los cambios más importantes están relacionados con la modificación
de los límites y funciones de los programas y proyectos que continuaron funcionando después
del Mitch.
Quizás uno de los ejemplos más claros de este hecho se observa en los cambios que se
dieron en la estructura y estrategias del programa para la atención directa a la violencia. De
conformidad con las entrevistas y los informes, este programa pasa de un modelo de atención
centralizado en Tegucigalpa y San Pedro Sula a uno que denominaron como “modelo de
atención ambulante”, en el cual personal de Casa de la Mujer se traslada a las comunidades. Y
de éste, pasan a un modelo que denominan como de “atención directa”, que consiste en el
trasplante de los grupos de autoayuda a las comunidades.
Ahora bien: ¿Cuáles eran los objetivos que se perseguían con estos cambios? ¿Qué
relación tienen con los cambios en sus estructuras organizativas, anteriormente descritos? La
respuesta a estas preguntas se encuentra en una de las principales estrategias que ambas
organizaciones adoptaron como respuesta a la crisis: el trabajo en las zonas rurales o en los
ámbitos locales-comunitarios.
Antes del Mitch, ambas organizaciones funcionaban en base a un modelo centralizado, con una
clara diferenciación de los objetivos de cada uno de los programas, y concentrados en las áreas
urbanas. Después de la tragedia, e independientemente de los diferentes procesos que se dieron
en ambas organizaciones, tanto el CDM como el CEM-H empiezan a funcionar a partir de un
modelo descentralizado, que busca ampliar los alcances y la cobertura de sus proyectos
políticos en las zonas rurales.
¿Cuáles son entonces los elementos o condiciones que median entre el contexto y los
cambios en los movimientos sociales? Una respuesta sencilla podría ser que la profundidad de
los cambios en los movimientos sociales depende de la intensidad de las crisis. Otra hipótesis
podría ser que los cambios coyunturales de gran magnitud son los que provocan cambios más
radicales en los movimientos sociales.
Sin negar la validez de este tipo de afirmaciones, considero que hay un elemento más
que es necesario tener en cuenta en el análisis de este tipo de fenómenos: la valoración que
hacen los actores sociales de las oportunidades y constreñimientos de los contextos en los que
desarrollan su acción (o la creación de “marcos de referencia” o “framing procecess”). O dicho
de otra manera, es necesario también estudiar las percepciones y los procesos subjetivos que se
desarrollan al interior de los movimientos sociales para poder determinar en qué medida estos
responden a los cambios en el contexto, son producto de sus propias necesidades o
expectativas, o son resultado de una combinación de ambos.
178
De conformidad con mi marco analítico, hay una serie de elementos que median entre
el contexto, las estrategias y los procesos más micro o identitarios: los marcos de referencia o
“framing processes”. Estos pueden ser definidos como “los esfuerzos estratégicos y consientes
que los grupos hacen para entender el mundo y darle legitimidad y motivación a su acción
colectiva”214.
Se puede decir, entonces, que este nivel de análisis remite al estudio de los
condicionantes de la acción colectiva de los movimientos sociales que tienen que ver con: 1).
La comprensión de los cambios en los contextos o marcos de acción en los que se
desenvuelven, 2) La comprensión de los alcances y límites de sus acciones, 3) La legitimidad
que atribuyen a las mismas (entendida como la adecuación de sus acciones a un contexto
determinado), 4) La motivación de sus integrantes para participar en las acciones de los
movimientos sociales. Ahora bien, todos estos procesos subjetivos que se gestan al interior de
una organización o movimiento social tiene un objetivo determinado: darle coherencia y
sentido a las acciones que realizan los movimientos sociales en un momento histórico
determinado.
Aunque no se puede negar el peso que tuvieron en los cambios que se gestaron en
ambas organizaciones los cambios en las agendas del gobierno y de la cooperación
internacional a raíz de la crisis, este proceso no debe ser entendido como unilineal, o como una
regla de aplicación infalible para el análisis de los movimientos sociales. Primero, porque no
todos los cambios en el contexto modifican las estrategias de los movimientos sociales; y
segundo, porque la adopción de nuevas estrategias también pasa por procesos subjetivos en los
cuales las o los integrantes de un movimiento social evalúan los posibles resultados de estos
cambios y su adecuación a su proyecto o identidad colectiva.
214
Esta parte se elaboró a partir del texto de Doug McAdam, John D. McCarthy, Mayer N. Zald “Introducción:
Oportunidades, estructuras de movilización y procesos de alineamiento… pp. 185 y sig.
179
Desde esta perspectiva, se puede decir que los cambios en el contexto no provocan por
sí solos modificaciones en las estrategias de los movimientos sociales, ya que entre ambos
media la creación de estos marcos de referencia, que funcionaron como una especie de
“soporte subjetivo de valoración” a través de las cuales las integrantes de ambas
organizaciones midieron o interpretaron los cambios en el contexto y realizaron los cambios
necesarios en sus estrategias y estructura organizativa.
En el caso de las dos organizaciones objeto de mi estudio, todo este proceso pasó por
tres fases claramente definidas: la creación de marcos de diagnóstico, de pronóstico y de
motivación215. En este apartado, voy a exponer por únicamente las dos primeras fases. La
última va a ser expuesta hasta en el apartado sobre la identidad colectiva, ya que, según Scott
Hunt, Robert Benford y David Snow, autores que definieron la propuesta teórica que utilizo en
este apartado, la generación de “marcos de motivación”, está directamente relacionado con la
identidad colectiva.
Aunque en el momento inmediato a la crisis las acciones y los cambios que se dieron en
las estrategias y ejes de acción de ambas organizaciones respondían más al propósito de dar
una respuesta inmediata a algunas de las necesidades más evidentes de la población
damnificada (como es el caso de las acciones de ayuda humanitaria); poco a poco se fueron
dando cuenta que eran quizás las mujeres las que más estaban sufriendo los efectos del
desastre. Es en este momento cuando se da la creación de “marcos de diagnóstico”, que según
mi marco teórico, es el proceso a través del cual los actores identifican algunos
acontecimientos o situaciones como problemáticas y necesitadas de cambios y se identifican
los agentes responsables216.
215
Scott Hunt, Robert Benford y David Snow, Marcos de acción colectiva y campos de... pp. 228 y sig.
216
Idem. anterior.
180
la violencia contra las mujeres en los lugares de la tragedia, y que las mujeres estaban siendo
literalmente excluidas de los procesos de toma de decisiones y de los planes de desarrollo. Este
fue quizás el primer paso de la creación de marcos de diagnóstico que ambas organizaciones
realizaron en el contexto de la crisis.
Uno de los factores del contexto que está detrás de todo esto está relacionado con el
trabajo que ambas organizaciones realizaron con grupos y redes de mujeres en la etapa
inmediata a la emergencia. Este trabajo permitió que las integrantes de ambas organizaciones
valoraran la capacidad y la fuerza de las organizaciones de mujeres que existían en el país; y
que cambiaran sus estrategias para relacionarse con quienes conforman los grupos meta o el
“grupo de resonancia” del movimiento feminista: las organizaciones del movimiento amplio de
mujeres.
Otro de los factores del contexto que en este primer momento fue objeto de profundas
reflexiones por las integrantes de ambas organizaciones fue la apertura del espacio político que
se dio a raíz de la tragedia y el aumento de la participación de ambas organizaciones en los
espacios público-estatales. Sin embargo, este aumento en la participación no fue sólo
consecuencia de las oportunidades que desde el gobierno y la cooperación internacional se
brindaron para estos efectos; fue también resultado de la valoración que ambas organizaciones
realizaron con respecto a las mismas. Es decir, los cambios en el contexto político únicamente
se convierten en una “oportunidad” cuando es definida como tal por un actor o grupo de
actores217.
217
Dieter Rücht “El impacto de los contextos nacionales en la estructura de los movimientos sociales… pp.
185 y sig.
181
Uno de los resultados más inmediatos de esta valoración de las oportunidades del
contexto fue la definición de la participación ciudadana en los ámbitos locales y comunitarios
como una de las principales estrategias para lograr cambios a más largo plazo en la vida de las
mujeres. Sin embargo, y como expongo en los capítulos IV y V, los fines, objetivos y alcances
de esta nueva estrategia van más allá de el incremento de los niveles participativos de las
mujeres en los espacios locales. A partir de estas experiencias, empezaron también a cuestionar
la forma como hasta entonces habían estructurados sus luchas con relación a otros problemas,
como ser, la lucha contra la violencia, la pobreza y la incidencia política hacia el Estado.
Con respecto a la lucha contra la violencia, y en especial, en el caso del CEM-H, según
lo expresado por las integrantes de ambas organizaciones en las entrevistas e informes, lo que
sucede con el Mitch es que las integrantes de esta organización se dan cuenta de que el
mantenimiento de programas de atención directa a la violencia no resulta del todo funcional
para los objetivos de su proyecto institucional: hacer del feminismo un proyecto político para
muchas mujeres del país. Es por esta razón, que politizar la lucha contra la violencia, a través
218
Dieter Rücht “El impacto de los contextos nacionales en la estructura de los movimientos sociales… pp.
185 y sig.
182
de la implementación de estrategias que permitieran que fueran las propias mujeres las que
lideraran esta lucha, se convierte en uno de los principales fines de los cambios que se
introdujeron en las estrategias para combatir este problema. Aunque hasta el momento me he
referido sólo al caso del CEM-H, considero que esta hipótesis es aplicable al CDM, debido a
que también ellas modificaron los alcances y límites de estos programas, aunque con menor
intensidad.
Esto también me permite llegar a una segunda conclusión con respecto a la apertura de
los espacios políticos: la estructura de las oportunidades políticas es más un producto de la
interacción del movimiento con el sistema que una simple reflexión de los cambios ocurridos
dentro de él219.
219
Doug McAdam, John D. McCarthy, Mayer N. Zald “Introducción: Oportunidades, estructuras de
movilización y procesos de…pp. 13.
183
Por esta razón, considero que los intentos que ambas organizaciones realizaron para la
creación de microempresas deben interpretarse más allá de la simple búsqueda de estrategias
de sobrevivencia para las mujeres afectadas por la crisis. Desde mi perspectiva, constituye una
de los principales ejemplos de cómo las integrantes de ambas organizaciones valoraron y
cuestionaron la forma y el lugar que hasta entonces esta lucha había ocupado en sus prioridades
institucionales.
Ahora bien: ¿Cuál era el fin último de estas nuevas estrategias? Desde mi punto de
vista, y sin dejar de lado los demás fines, uno de sus objetivos principales era ampliar la
pertenencia o la membresía del movimiento feminista en el país. Desde mi perspectiva, la crisis
del Mitch les permitió evaluar los alcances de las acciones que hasta entonces habían realizado
y sus efectos en la cobertura de su proyecto político.
Con respecto al segundo punto, aunque ni en las entrevistas ni en los informes hay
muchas referencias a la identidad colectiva, considero que puede establecerse una analogía
entre lo que ellas denominan como su “misión y visión” y el proyecto político; y entre estos y
la identidad colectiva. En cuanto a los primeros dos conceptos, de acuerdo con las entrevistas,
ambos remiten a los fines de su propuesta utópica: el feminismo. De conformidad con lo
expuesto por Melucci, los fines son también parte de la identidad colectiva. También, la
utilización de estas palabras hace referencia al problema de la “permanencia” de la misión y
visión a lo largo del tiempo; que según mi marco teórico, es también uno de los objetivos o
fines de la identidad colectiva221.
220
Alberto Melucci, Challenging code… pp. 70 y sig.
221
Según este mismo autor, otra de las funciones de la identidad colectiva es permitir la “continuación del
sujeto” o la permanencia en el tiempo de los movimientos sociales, a través de la adaptación de su identidad
o proyectos políticos a los cambios en el contexto. Y directamente relacionado con este hecho, otro
componente de la identidad colectiva que define es la habilidad de los actores de percibir duración y de
establecer relaciones entre el pasado y el futuro de sus acciones y sus efectos. Idem. anterior.
185
Doy comienzo entonces al análisis de la valoración que hacen las integrantes de ambas
organizaciones de los cambios que se dieron en ellas a raíz de la crisis.
Una de las cosas que más me llamó la atención en las entrevistas e informes es que
pude observar que hay una preocupación constante por afirmar que todos estos cambios no
produjeron modificaciones fundamentales en sus ejes de trabajo. Por ejemplo, en la memoria
del CEM-H de 1998, afirman que lo que sucedió fue que “el Mitch las obligó a revisar la
estrategia institucional, la estructuración de los programas y la capacitación del personal de
acuerdo a las estrategias de intervención que demanda las nuevas situaciones sociopolíticas y
las necesidades de las mujeres en una dimensión de ser protagonistas en el escenario de
reconstrucción y transformación nacional; pero sin modificar la misión y la visión del CEM-H,
desde la perspectiva de los derechos humanos en toda su plenitud” 222. En el mismo sentido,
Maria Elena, del CEM-H, afirmaba que:
“El Mitch nos vino a renovar. Digo renovar porque su misión y visión sigue
siendo la misma. No hay cambios fundamentales. Lo que vino fue a revisar
nuestras estrategias... no sólo en los centros urbanos, sino que vino a
descentralizar el movimiento... lo que sí cambian son los ejes temáticos. La
misión y visión sigue casi igual. Ahora están los temas de gobernabilidad y
participación ciudadana y pobreza que antes no estaban”
Y en el caso del CDM, Gilda Rivera, ante la pregunta de que si el Mitch provocó
cambios radicales en su organización Gilda, del CDM, me decía que:
222
CEM-H. Memoria de 1998. p. 1.
186
¿Por qué es tan importante para ellas reafirmar que no cambió su proyecto político?
Una posible respuesta es que para ellas admitir la posibilidad de que los cambios fueron tan
intensos que pueden haber modificado su misión y visión, o su proyecto político, puede poner
en peligro la identidad, el sentido y la coherencia de sus acciones y de la forma como hasta
entonces han concretado su propuesta política. Una respuesta más prudente sería afirmar que
lo que sí cambiaron fueron las estrategias para hacerle frente a la nueva situación, pero no su
proyecto político ni su identidad colectiva. Debido a que ya respondí a la primera pregunta en
las páginas anteriores, voy dar argumentos para la primera hipótesis.
Con respecto a la lucha contra la violencia, la centralidad de este tema en las agendas
no sólo de estas organizaciones sino del movimiento feminista hondureño en su conjunto,
permite afirmar que este es quizás el fin que más define la identidad colectiva de estas
organizaciones. Entonces: ¿Pueden ser considerados los cambios que se dieron a raíz de la
crisis en los programas de atención a la violencia como indicadores de posibles cambios en la
identidad colectiva? Desde mi perspectiva, la nueva jerarquización de este objetivo en los
proyectos institucionales de ambas organizaciones (a favor del aumento de la importancia de
la participación ciudadana) si permite afirmar que, por lo menos, se reestructuró uno de los
compartimentos o “esferas de acción” en los que se divide la identidad colectiva.
El caso de la lucha contra la pobreza es similar, pero un poco más complejo. Esto se
debe a que tiene que ver con lo que continúa siendo uno de los nudos irresueltos del
feminismo: si la lucha por la satisfacción de las necesidades prácticas de género (o de clase)
está al mismo nivel o importancia que la lucha por las necesidades estratégicas. Partiendo de la
validez de la hipótesis manejada por la mayor parte de las autoras que han estudiado la historia
de las organizaciones de mujeres en el país, sobre la ausencia de la lucha contra la pobreza en
las agendas feministas: ¿Cómo pueden interpretarse los cambios que se dieron en las
estrategias para luchar contra la pobreza, relacionados con la creciente importancia de esta
lucha en las agendas de ambas organizaciones, con la creación de microempresas; y con la
reflexión que hacen sus integrantes sobre estos temas? Desde mi perspectiva, ambos cambios
permiten aducir que hay al menos un cuestionamiento del proceso de consolidación de la
identidad colectiva de ambas organizaciones, desde el cual efectivamente se excluyó la lucha
contra la pobreza (o contra las desigualdades de clase) de sus proyectos políticos.
Entonces, y a modo de conclusión de este apartado: ¿Se puede afirmar que se dio un
cambio en la identidad colectiva de ambas organizaciones? Desde mi punto de vista, lo que
sucedió fue que no se modificó la totalidad de la misma; ya que la “misión y visión” de ambas
organizaciones, o su proyecto político (el feminismo), continúa siendo el elemento definitorio
de su identidad colectiva. Pero, los cambios que se dieron en algunos de fines más específicos,
o en la jerarquización de sus necesidades y estrategias, me permiten afirmar que sí se
reestructuran algunas de las “esferas de acción” de la identidad colectiva. Esta conclusión es
188
acorde con lo expuesto por Alberto Melucci223, que sostiene que auque la identidad es un
elemento relativamente estático, puede ser reestructurada en tiempos de crisis de acuerdo a las
nuevas orientaciones, o dividir en compartimientos sus esferas de acción, y aún así preservar
cierta coherencia.
* *
*
Aunque aún falta mucho camino por recorrer, las lecciones aprendidas dejan ver que
aunque se abrió una herida profunda, que quizás nunca va a ser sanada, también se abrió un
nuevo camino. Se renovó la esperanza.
Cuando en una de las entrevistas yo sentí que todos los planes y los proyectos que me
relataba una de estas mujeres eran imposibles, que nada de lo que me estaban diciendo podía
ser concretado, cuando me dejé llevar por la pesadez de un futuro no tan promisorio, no tuve
más palabras para cerrar la entrevista que “sigamos soñando entonces...”. Pero Miriam, del
CEM-H, me respondió que: “sí, sigamos soñando, pero construyendo esos sueños”. Esta es
quizás una de las lecciones más grandes de mi vida. Aprendí que no se puede dejar de creer,
de esperar, de soñar, pero sobre todo, de luchar. Por ello, quiero terminar las últimas páginas
de este trabajo con palabras de esas mujeres valientes, maravillosas, humanas, de las que tanto
aprendí:
223
Alberto Melucci, Challenging code… pp. 70 y sig.
189
“Hay que continuar con pasión, en medio de esa madeja de hilos, a encontrar
las puntas de ese lazo para seguir logrando espacios, seguir humanizando,
seguir en medio de eso humanizando la vida de las mujeres, democratizando la
vida del país. Las mujeres somos fuertes”
190
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