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ANÁLISIS DE LAS MIGRACIONES TRANSNACIONALES


EN EL CONTEXTO ESPAÑOL, REVISITANDO
LA CATEGORÍA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA
ETNOGRÁFICA Y FEMINISTA*

Carmen Gregorio Gil**

Resumen: La autora lleva a cabo una revisión crítica de los trabajos sobre migraciones y relacio-
nes de género realizados en las dos últimas décadas en el contexto español. Al retomar aporta-
ciones desde la crítica feminista en antropología social, resitúa el estudio de las migraciones
transnacionales desde los ejes teóricos de la reproducción y el cambio social, otorgando un lugar
central a la organización del cuidado, cuidar y ser cuidado “como necesidad humana fundamental
y derecho naciente del sistema internacional” (Borneman, 1997: 17). La autora presenta la pers-
pectiva etnográfica en su potencialidad para desentrañar los procesos de diferenciación de gé­
nero, sexualidad, etnia, raza, extranjería y desvelar la naturalización con que dichas categorías
están siendo utilizadas en los estudios sobre migraciones transnacionales.
Palabras clave: reproducción social, cambio social, migraciones, género.
Abstract: The author of this article has conducted a critical review of research done during the
past two decades on migration and gender relations in Spain. Drawing on contributions from a
feminist critique in social anthropology, she relocates the study of transnational migrations from
the theoretical frameworks of reproduction and social change, assigning a central role to how care
is organized, i.e., to care and be cared for “as a fundamental human need and nascent right in the
international system” (Borneman,1997:17). The author presents the potential of an ethnographic
approach for deciphering differentiation processes involving gender, sexuality, ethnic group, race,
and foreignness, as well as revealing the naturalization of the use being made of these categories
in studies on transnational migrations.
Keywords: social reproduction, social change, migrations, gender.

A
*Quisiera agradecer la lectura y comenta- unque reciente, la producción
rios realizados a un primer borrador de este
texto a Txemi Apaolaza, Maggi Bullen, Begoña
teórica sobre cuestiones de gé-
Pecharromán, Carmen Díez, Herminia Gonzál- nero y migración internacio-
vez, María Espinosa, Ana Alcázar y Ana Rodrí- nal1 se nos muestra muy prolija, lo cual
guez, miembros del equipo de investigación del sin duda es fruto de la relevancia que
proyecto “SEJ2005-0639. Desigualdades de gé-
nero en el contexto de la globalización: cuida-
dos, afectos y sexualidad”, financiado por el
Plan Nacional de Investigación, Desarrollo e versidad de Granada. Línea principal de inves-
Innovación Tecnológica de la Secretaría de Es- tigación: migraciones y relaciones de género.
tado de Universidades e Investigación en el que 1
Utilizo el término migración y no e-migra-
se inscribe este trabajo. Y especialmente a Tere- ción o in-migración con la intención de incluir el
sa del Valle, maestra y amiga, por todos sus áni- campo de estudio que analiza los procesos migra-
mos para que retomase esta problemática de torios sin priorizar necesariamente un contexto,
estudio. bien sea el de los países de llegada (inmigración)
**
Doctora en Antropología Social por la Uni- o el de los países de origen (emigración).

39
40 Carmen Gregorio Gil

han ido tomando los estudios de género relaciones de género: transnacionalis-


y feministas en la academia, y de la in- mo, globalización, etnicidad, desarrollo,
cidencia del movimiento amplio de mu­ integración, identidad, derechos cultu-
jeres a escala global.2 Las categorías de rales, multiculturalismo, cambio cul­
análisis propuestas desde enfoques fe- tural, salud, mercado de trabajo, por
ministas para restituir la agencia de mencionar algunas de ellas. Y conta-
las mujeres y el hecho de que las muje- mos con importantes estudios mono-
res engrosan las filas de ciudadanas gráficos sobre la materia, que tratan
del mundo que atraviesan fronteras de erigirse desde una centralidad in-
–materiales y simbólicas– cada vez cuestionable en las teorías de las mi-
más fortificadas, está contribuyendo al graciones. Como advierte Pierrette
desmantelamiento de las representa- Hondagneu-Sotelo en una conferencia
ciones de las migraciones internacio- –cuyo título hace referencia a los traba-
nales como un asunto de hombres, “de jos del volumen editado por la autora
trabajadores inmigrantes y sus fami- en 2003 (Gender and U.S. Immigration:
lias”. Por ello no nos sorprende que Contemporary Trends)–: “Gender is one
des­de hace tres décadas empezara a of the fundamental social relations an-
hablarse de la feminización de los mo- choring and shaping immigration pat-
vimientos migratorios internacionales terns, and immigration is one of the
para llamar la atención sobre el au- most powerful forces disrupting and
mento de la participación de las muje- realigning everyday life” (Hondagneu-
res en éstos, y que problemas como la Sotelo, 2005: 2). Debemos congratular-
violencia de género y el tráfico de mu- nos de que ya nada parezca incólume
jeres con fines de explotación sexual al género y que esta categoría de análi-
hayan tomado un lugar prioritario en sis haya desterrado la especificidad “de
las agendas de las organizaciones de mujer” con la que se marginaban com-
defensa de los derechos humanos de las pilaciones de trabajos que abordaban
mujeres inmigrantes (unfpa, 2006; Am- problemáticas de género en la década
nistía Internacional, 2007). de 1980 (por ejemplo, International Mi­
En el momento actual, en casi todas gration. The Female Experience, de Si-
las temáticas de estudio sobre las mi- mon y Brettell; Women in the Cities of
graciones internacionales encontra- Asia. Migration and Urban Adapta­
mos alguna referencia especial a las tion, de Faccett, Khoo y Smith, o el
número especial de International Mi­
gration Review, dedicado al tema de
2
Maquieira (1995: 268-269) plantea la cate-
goría “movimiento amplio de mujeres” como
“Mujer y migración”). Desde el trans-
nuevo espacio teórico y práctico, para referirse, nacionalismo, uno de los enfoques teó-
siguiendo a Vargas (1991: 195), a un movimiento ricos y metodológicos más novedosos y
cuya presencia, junto con la de otros movimien- productivos en las últimas dos décadas,
tos sociales, resquebraja viejos paradigmas de
la acción política y de las ciencias sociales po-
Pessar y Mahler señalan: “The task of
niendo en cuestión la centralidad discursiva y bringing gender to a transnational
política del sujeto unificado mujer. perspective on migration was taken up
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 41

by us (Patricia Pessar and Sarah Ma- configuración de este asunto como


hler) beginning in 1996 and culmina- problema, un problema sociopolítico y
ted in a special volumen of the journal área de investigación al mismo tiempo.
Identities: Global Studies in Cul­ture Desde entonces la producción científica
and Power published in April 2001” en este campo ha sido inmensa por par-
(Pessar y Mahler, 2001: 4). te de un abanico de disciplinas. Esta
Así como al inicio de la década de producción se refleja en la publicación
1990 los trabajos sobre género y migra- de cientos de libros sobre la materia,
ción realizados en el contexto español monografías y revistas, centros de do­
se contaban apenas con los dedos de cumentación, institucionalización de
una mano, ahora, al retomar después congresos nacionales, autonómicos, pro-
de 13 años este ámbito de teorización vinciales y locales, creación de grupos e
con ocasión del proyecto de investiga- institutos de investigación en diferen-
ción mencionado, el panorama con el tes universidades y programas específi-
que me encuentro parece haber dado cos de financiamiento de investigación
un vuelco sustancial. Entre 1991 y1996, y docencia. En el caso de la disciplina
cuando realizaba un estado de la cues- antropológica, su entrada en escena se
tión sobre los trabajos que abordaban ha debido fundamentalmente al lugar
las relaciones entre género e inmigra- que ocupa en el campo de las ciencias
ción con motivo de mi tesis doctoral sociales en la teorización sobre la di­
(Gre­gorio Gil, 1996: 11-50), observé que versidad cultural. Con la llegada de po-
sólo un reducido grupo de antropólogas blación inmigrante no comunitaria al
de universidades anglosajonas destaca- territorio español, la asunción de la
ban por su abordaje de las migraciones existencia de nosotros y los otros se eri-
desde el enfoque de la “mujer” o del “gé- girá en frontera diferenciadora hacia el
nero”. Sin embargo, la categoría género “otro”, el “inmigrante”, un “otro” que
aún no era contemplada como un prin- será culturizado y como consecuencia
cipio de organización social. Un análisis de ello vendrá justificada la necesi­dad de
crítico de las teorías dominantes de las conocerlo (investigarlo), y controlarlo
migraciones –dependencia, moderniza- desde la relación de poder en la que se
ción y articulación– puede verse en
Gregorio Gil (1996, 1997, 1998). legal diferenciado. La Ley Orgánica 7/1985, de 1
En el contexto español, los primeros de julio, sobre derechos y libertades de los ex-
trabajos de investigación sobre inmi- tranjeros residentes en España, 15 años des-
gración aparecen en la década de 1990, pués reformada mediante la Ley Orgánica
4/2000 de 11 de enero sobre los derechos y liber-
coincidiendo con la llegada de pobla- tades de los extranjeros y su integración social,
ción inmigrante no comunitaria3 y la sometida a su vez a varias reformas, regulará
los derechos de esta ciudadanía. Es a esta “po-
blación no comunitaria” a la que el discurso pú-
3
Con esta denominación nos referimos a la blico asigna la denominación de “inmigrante/s”.
ciudadanía que reside en territorio español y Véase Santamaría (2002) para el análisis de la
que procede de Estados que no son miembros de construcción histórico-cultural del concepto “po-
la Unión Europea, teniendo por ello un estatus blación inmigrante no comunitaria”.
42 Carmen Gregorio Gil

plantea ese conocimiento.4 Por ello, no en diferentes programas de enseñanza


sorprende que la demanda institucio- e investigación, demanda un ejercicio
nal hacia la antropología social se haya de incitación a la reflexión epistemoló-
concretado en asuntos relacionados con gica desde nuestra responsabilidad y
la llamada “mediación intercultural” compromiso como docentes e investiga-
o en la gestión de la diversidad cultural dores. La ausencia de reflexión teórica
en diferentes ámbitos: salud, educación, y metodológica con la que se constru-
vivienda, violencia, servicios sociales, yen los problemas asumiendo no pocas
asociacionismo, mujer.5 presunciones y verdades categóricas,
Por lo que se refiere al ámbito de in- así como la carencia de datos etnográfi-
vestigación en el conjunto de las cien- cos contextualizados son las notas do-
cias sociales la producción de estas dos minantes. No pocos trabajos terminan
últimas décadas es inconmensurable, cayendo en descripciones con propósi-
algo de lo que sin duda nos debemos tos de generalización de determinadas
congratular, si bien Enrique Santama- características culturales de grupos
ría (2008: 8) observa una “desatención concretos definidos por su origen nacio-
epistemológica rampante”. La lectura nal (peruanas, marroquíes, colombia-
de trabajos publicados o presentados nas, rusas…) en localidades concretas
en congresos en este periodo, pero so- (Madrid, Huelva, Barcelona, Totana, El
bre todo la certeza con la que observo Ejido…). Como apunta Danielle Pro-
plantean sus presunciones el alumna- vansal al referirse específicamente a la
do al que vengo impartiendo docencia excesiva generalización que encon­
tramos en los trabajos sobre mujeres
4
Para un análisis crítico de los procesos de
migrantes “A pesar de que algunos tra­
construcción cultural del “otro” desde las instan- bajos hacen hincapié en su papel de
cias públicas que intervienen en asuntos migra- acto­r as sociales y en su capacidad
torios, véase Gregorio y Franzé (1999). de em­prender iniciativas, estas afir-
5
Yo misma como antropóloga social tuve la
experiencia de dirigir –en esos momentos en
maciones no se apoyan siempre en
que comenzaban a plantearse desde las insti­ ilus­tra­cio­nes convincentes sino en pin-
tuciones públicas planes y proyectos de integra- celadas que revelan un déficit de traba-
ción dirigidos a la población inmigrante– dos jo de campo” (Provansal, 2008: 342).
proyectos de intervención social para el área de
servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid
Es por ello que me gustaría contri-
durante 1996 y 1997: “La Oficina Comunitaria buir a esta reflexión desde la antro­
Intercultural (oci). Proyecto de Intervención pología social a partir de dos ejes de
social con la población inmigrante de Aravaca- teo­rización en que las aportaciones
Moncloa” y “El Proyecto de prevención e inser-
ción de menores hijos de inmigrantes y otras
de la crítica feminista han sido centra-
familias de los distritos de Centro y Arganzue- les, y que a mi juicio se hace imprescin-
la”, además de participar en el diseño del “Plan dible revisitar en su aplicabilidad al
de integración social para la población inmi- cam­po de los estudios migratorios: la
grante” en el Ayuntamiento de Parla desarro-
llando la “Investigación-acción con el colectivo
reproducción social y el cambio social.
de inmigrantes del Municipio de Parla” en 1994 Mostrar que la reproducción social se
y 1995. asienta en las desigualdades de géne-
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 43

ro, así como en otras desigualdades, y mujeres extranjeras en el servicio do-


que éstas no son inmutables, sin duda méstico”– en un campo de estudios que
sigue formando parte de nuestra em- surge aparejado a la demanda de las
presa feminista. Nuestro cometido instituciones públicas, y en disputa por
como antropólogos y antropólogas lo parte de diferentes disciplinas.
entiendo desde nuestra mirada etno- Me detendré en primer lugar en la
gráfica, aunque sea un método de acer- utilización de la categoría reproduc-
camiento que no siempre responda a ción social en el campo de los estudios
las demandas institucionales, de las migratorios, y en segundo lugar abor-
que dependen en definitiva el financia- daré uno de los asuntos que más pare-
miento de nuestras investigaciones. El ce apasionar a quienes nos hemos
camino por el que trato de discurrir en acercado a este campo desde los estu-
el campo de los estudios migratorios dios de género: el cambio en las relacio-
me lleva a resignificar la categoría re- nes de género como consecuencia de los
producción social en todo su potencial desplazamientos internacionales en
cuestionador y a restituir el valor de la que las mujeres son protagonistas.
etnografía en su capacidad para mos-
trar de forma contextualizada los pro- REPRODUCCIÓN SOCIAL Y GÉNERO
cesos mediante los que se producen las
diferenciaciones, así como la multipli- Trataré de problematizar acerca del
cidad de significados de las prácticas uso de la categoría reproducción social
sociales. Desde la crítica feminista me al observar que en los trabajos en que
propongo hacer una invitación a la ela- se utiliza queda reducida en su poten-
boración de propuestas conceptuales y cial cuestionador por la dificultad que
metodológicas que traten de superar parece entrañar la superación, de las
las dicotomías producción/reproduc- dicotomías analíticas: producción/re-
ción, público/privado, hombre/mujer producción, “mercado/hogar”, “público/
mediante las que seamos capaces de doméstico”, “sistema de género de la
mostrar cómo se construye el género, sociedad de origen/sistema de género
pero también la raza, la etnia, el pa- de la sociedad de llegada”, “hombre/
rentesco, la cultura y otras diferencia- mujer”. Así por ejemplo, trabajos etno-
ciones sociales que son asumidas desde gráficos realizados desde el enfoque
nuestros marcos teóricos y epistemo­­lógi­ transnacional, en su intento de supe-
­­cos como realidades pre-existen­tes. Las rar la dicotomía país de origen/país de
categorías emic en los trabajos, sal- destino, centran su atención en las lla-
­­­vo con­tadas excepciones, lamentable- madas “prácticas transnacionales” de
mente brillan por su ausencia en la la población inmigrante, pero naturali-
in­vestigación, al ser engullidas por zan las categorías de “mujer=madre
la necesidad que parece presidir nues- biológica” y “familia=parentesco bioló-
tras conclusiones de generalizar –“la gico”, como trataré de poner de mani-
mayoría piensa”, “las pautas reproduc- fiesto. Por su parte, los estudios que fo-
tivas de las mujeres peruanas”, “las calizan su atención en mostrar la triple
44 Carmen Gregorio Gil

discriminación género-clase-etnicidad para situar el trabajo de cuidados en el


o la estratificación étnica en el mercado centro de nuestros análisis sigue sien-
de trabajo, dejarán de lado el trabajo do un ejercicio de subversión que mo-
“reproductivo” no pagado que realizan vería quizás demasiados cimientos.
las mujeres inmigrantes para centrar- Como una más entre las propuestas
se en el sector denominado “servicios de la antropología feminista, podemos
de proximidad”.6 pensar con Marilyn Strathern que
Sin duda, la organización del tra­ ello, con toda seguridad, “desafiaría
bajo doméstico y de cuidados como eje creencias sagradas, intereses ocultos, e
de construcción de las desigualdades de incluso arrancaría perspectivas familia-
gé­nero es uno de los asuntos que con­ res y por ello confortables” (Strathern,
cita mayores acuerdos entre las dife- 1987: 280).
rentes posiciones feministas; pero no Aunque el marxismo fue una de las
ocurre lo mismo con el trabajo sexual, vías fundamentales que movió a la an-
que desde posiciones abolicionistas ante tropología a estudiar las actividades
la “prostitución” será negado como tra- económicas de las mujeres para en­
bajo. Es un hecho indiscutible que en tender su posición social (véanse, entre
las sociedades capitalistas su invisibi- otros trabajos, Brown, 1979; Gough,
lización, su naturalización como tarea 1971; Leacock, 1972; Reiter, 1975; Sacks,
“femenina” y su espacio de definición 1974), tuvo sus limitaciones al dejar
–do­méstico frente a público–han pri- fuera del análisis el trabajo productor
vado de derechos y falta de reconoci- de valores de uso. La teoría mar­xista
miento social y económico a quienes se operaba una separación fundamental
han dedicado a esa actividad en mayor entre la producción de mercancías y la
o menor exclusividad desde las pres- reproducción de la fuerza de trabajo,
cripciones de parentesco (y género). ya que a pesar de reconocer la fuerza
Sin embargo, aun cuando este análisis de trabajo como un producto econó­
ha ido calando en los diferentes acerca- mico y social, el trabajo que de ello se
mientos disciplinares –economía, so- de­riva quedaba reducido a la su­ma de
ciología, antropología, historia– y es un los me­dios de subsistencia necesarios
hecho reconocido en la comprensión de para su mantenimiento individual,
la desigualdad estructural de género y transgeneracional y su educación. El
en algunas de las formulaciones políti- tiempo de trabajo necesario en la pro-
cas para enfrentarla, me parece que ducción de la fuerza de trabajo es con-
llevar a cabo un giro de 180 grados vertido en tiempo de trabajo ne­cesario
en la producción de los medios de sub-
6
Incluye los trabajos relacionados con el cui- sistencia que constituyen mer­cancías
dado de personas, limpieza, jardinería, elabora- y, por tanto, quedan ligados a la pro­
ción de comida, compras, etc., que habitualmente ducción y creación de valores de cam­bio
tienen lugar dentro del domicilio de residencia
del empleador/a y que son realizados por traba-
(Marx, 1976; Narotzky, 1995). Co­mo se-
jadoras contratadas, por ejemplo; véase Parella ñala Narotzky, el trabajo doméstico de
(2005). las mujeres (procesamiento de alimen-
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 45

tos, confección de vestidos, socializa- rrolla fuera del hogar en el marco de


ción de los hijos, etc.), así como el tra- relaciones productivas y el que tiene lu­
bajo biológico o genésico (embarazo, gar dentro del hogar donde quedan re-
parto, lactancia), no es un trabajo abs­ legadas las mujeres. Para los enfoques
tracto sino concreto, porque si bien no marxistas feministas las rela­cio­nes de
es intercambiable como mercancía, su parentesco serán fundamen­tales, dado
uso produce un valor de cambio, la que en las sociedades sin estado funcio-
fuer­za de trabajo, y produce además nan como sistemas de pro­ducción, y las
una mercancía clave, cuya disparidad ideologías de género que los organiza
entre el valor de uso/valor de cambio condicionan el acceso a los medios de
genera plusvalía. El trabajo doméstico, producción.
aunque aparece de forma indepen- La crítica feminista más reciente en
diente a las leyes del valor, no es por antropología social ha planteado la ne-
ello trabajo improductivo, sino produc- cesidad de estudiar el valor que crean
tivo. La separación entre la esfera do- las actividades productivas de subsis-
méstica o reproductora y la productiva tencia y el trabajo doméstico, así como
supone un proceso de naturalización las relaciones políticas y de producción
de las tareas domésticas, además de la donde se crea dicho valor en su articula-
simplificación de su contenido, opacan- ción con otras relaciones de producción.
do su gran variabilidad en el espacio y En relación con ello han sido centrales
en el tiempo. las revisiones teóricas feministas de las
Los nexos entre familia y parentes- categorías de hogar, familia y pa­ren­
co no pueden desligarse de las rela­ tesco (Collier, Rosaldo y Yanagisako,
ciones económicas y políticas. Trabajos 1982; Harding, 1975; Harris, 1981; Rei-
pioneros como los de Boserup (1970) y ter, 1978), y las propuestas dirigidas a
Goody (1973, 1976), a pesar de las crí­ la ruptura de las dicotomías: relacio-
ticas recibidas (Benería y Sen, 1981; nes de producción domésticas/rela­
Wright, 1983; Harris, 1981; Narotzky, ciones de mercado, parentesco/estado
1995), nos mostrarán la existencia de (Edholm, Harris y Young, 1979; Naro-
vinculaciones entre el estatus de la tzky, 1995; Strathern 1985)
mu­jer, la división sexual del trabajo, Por lo que se refiere al concepto de
las formas de matrimonio y herencia hogar o grupo doméstico, utilizado por
y las relaciones económicas de produc- la antropología como unidad de produc­
ción. La conexión entre la desigualdad ción y consumo, y su relación con las
de género, la familia y las relaciones de divisiones del trabajo, las aportaciones
producción capitalista fue ya plantea- teóricas se han centrado en cues­tio­nar
da por Engels en 1884, y por diferentes la naturalización por la que se ha ca-
antropólogas que se inspiraron en esa racterizado. Como plantea Moore
obra (Leacock, 1972; Sacks, 1974). La (1991: 74), los hogares son “muy impor-
subordinación de la mujer es explicada tantes en los análisis feministas por-
por la división del trabajo que opera en que en torno a ellos se organiza gran
el sistema capitalista: el que se desa- parte del trabajo doméstico y reproduc-
46 Carmen Gregorio Gil

tor de la mujer. Como consecuencia, Claude Meillassoux (1977) propone los


tanto la composición como la organi­ conceptos de medios y relaciones de re­
zación de los hogares repercuten direc- producción. Presenta a las mujeres co­mo
tamente en la vida de las mujeres y, en “medios de reproducción” y a las relacio-
particular en su capacidad de ac­ce­der a nes sociales dentro de la “comunidad
los recursos, al trabajo y a la ren­ta”. Pero agrícola doméstica” como “re­la­ciones de
se hace necesario cuestionar el hogar reproducción” que contribuirían a la con-
como una unidad autónoma aislada del tinuidad y desarrollo de la sociedad. Su
conjunto de relaciones sociales, eco­ importancia radica en el intento de ligar
nómicas e ideológicas, y en la que el producción y reproducción y la articula-
matrimonio es considerado como la re- ción entre diferentes economías. Sin em-
lación determinante de las relaciones bargo, como plantean Edholm, Harris y
de género destacando por en­cima de Young (1979), será necesario considerar
otro tipo de relaciones. La cuestión, se- tres procesos reproductores que apare-
gún se­ñala Moore (1991), consistiría en cen confundidos en el planteamiento de
examinar cómo el poder de negociación Meillassoux: la reproducción social, la
en el grupo doméstico está afectado sig- reproducción de la mano de obra y la re-
nificativamente por las cuestiones de producción humana o biológica.
poder e ideología. Harris (en Moore Desde planteamientos marxistas
1991) toma como referencia diferentes las relaciones de parentesco se han
trabajos etnográficos para rebatir los analizado como relaciones de produc-
procesos de concentrar y compartir por ción; si embargo, como señala Narotzky
los que Sahlins (1974) caracterizará el (1995: 93-94), aunque los planteamien-
“modo doméstico de producción” y tos de Godelier (1976) acerca de las ca-
planteará la importancia de la división tegorías teóricas de infraestructura y
sexual del trabajo en las obligaciones y superestructura en el estudio de las so-
derechos diferenciales que supone el ciedades precapitalistas permiten flexi-
“trabajo familiar” no remunerado y los bilizar los ámbitos “económico” y de
conflictos que ello genera entre es­po­ “parentesco” mediante la distinción
sos. Desarrollos conceptuales como el de conceptual entre estructuras, funciones
“red doméstica” (Stack, 1974), relacio- y relaciones sociales, no se produce un
nes de producción configuradas en torno cuestionamiento directo de la delimi-
a hogares “matrifocales” (Gon­zález, tación de ambas categorías. Tam­poco
1965 y 1970; Prior, 1993; Smith, 1970; Goody (1976) entra de lleno en el aná­li­
Tanner, 1974) o patrones de “monoga- sis de la estratificación de género, a
mia en serie” (Brown, 1979) cuestiona- pesar de que integra aspectos relacio-
rán el peso de la pareja procreadora en nados con la configuración de las rela-
el análisis del hogar, así como la impo- ciones de parentesco (control de la
sibilidad de separar las tareas produc- sexualidad, tipo de matrimonios, tran-
tivas y reproductivas. sacciones matrimoniales, sistemas de
En un intento de articular relacio- adopción, divorcio) con lo “económico”
nes de producción y de reproducción, (transmisión de la propiedad) y posibi-
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 47

lita el análisis de los procesos de estra- caciones que dan cuenta del debate
tificación. des­de el feminismo en relación con la di­­
Los trabajos de Goody (1976) y Mei- cotomía producción/reproducción, pero
llassoux (1977) han partido del control que en sus acercamientos teórico-me-
sobre la capacidad reproductiva de las todológicos terminarán reificándola de
mujeres como aspecto central en la re- una forma u otra. El discurrir en la in­
producción social, pero Moore (1991: 93) ves­tigación parece situarse en dos vías
nos recuerda que, esta última, desde paralelas que no llegan a cruzarse: por
una perspectiva feminista, “no es un un lado la visibilización de las mujeres
acto de re­­producir individuos biológicos inmigrantes trabajadoras en los circui-
o inclu­so reproducir la fuerza de traba- tos del mercado –servicio doméstico,
jo, es un acto de producir conjuntos tra­bajo sexual, y en menor medida agri-
particulares de personas con atributos cultura y comercio–, y por otro su visibi-
especí­­fi­cos en la forma en que son con­ lización como “madres transnacionales”
gruen­tes con los patrones de poder es- dentro de las denominadas “cadenas
tablecidos socialmente”. En esto radica mundiales de afecto y asistencia”.
su importancia. En la literatura producida en el
Comprender las divisiones de géne- con­texto español las relaciones esta-
ro que operan en el marco de las rela- blecidas entre la categoría género, re-
ciones capitalistas requiere, por tanto, producción social y migraciones inter-
incorporar las ideologías de vida fami- nacionales arrancan con la propuesta
liar y las realidades económicas y orga- de Gregorio (1996, 1997, 1998) de cons-
nizativas del hogar (Comas, 1995), así truir un marco analítico que incorpore
como la intervención ideológica de las la diferenciación de género como un
instituciones políticas en la organiza- principio estructural en el análisis de
ción de la familia y vida doméstica, lo las causas y del impacto de las migra-
cual nos revela la necesaria continui- ciones. Así, “la literatura sobre inmi-
dad a establecer entre hogar y mercado, gración cada vez es más numerosa en
y entre producción y reproducción (di- España, sin embargo, los modelos teó-
ferentes casos etnográficos sobre es­ta ricos adoptados para explicar los proce-
cuestión pueden verse en Pelzer-White, sos migratorios en pocas ocasiones han
1987; Weston, 1987; Yuval-Davis, 1987). contemplado los aspectos de género
Los diferentes hechos estudiados po- implicados en ellos. Y esto, a pesar de
nen de manifiesto que el sistema capi- que en los últimos años se vienen ha-
talista de producción y las ideologías blando a nivel internacional de la pre-
que lo acompañan imponen un sistema sencia cada vez mayor de mujeres pro-
de estratificación basado en la ideolo- cedentes de países en desarrollo en las
gía del hogar, donde se establecen las migraciones internacionales (Instraw,
relaciones de género. 1994), y de que en España la población
A partir del análisis de los trabajos inmigrante femenina represente una
sobre género y migraciones en el contex- proporción similar a la mas­culina” (Gre­­
to español se observan múltiples bifur- gorio, 1996: 2).
48 Carmen Gregorio Gil

A partir de una revisión de la lite- localizaciones, evidenciando las impli-


ratura sobre migraciones producida en caciones que ello tiene para las teorías
el contexto anglosajón y de América de las migraciones: su protagonismo
Latina, así como de las relecturas des- en la reproducción social como trabaja-
de la crítica feminista, planteo la nece- doras en sentido amplio y su protago-
sidad de comprender las migraciones nismo como constructoras de redes
como “procesos generizados” (Gregorio migratorias, de parentesco y de comu-
1996: 6), tratando de poner en el centro nidad, en definitiva como agentes socia-
las relaciones de poder y los trabajos les y políticos en la reproducción social.
de las mujeres, negados y denostados Trataré con ello de superar la subalte-
en su consideración de seres meramen- ridad en que son colocadas las mujeres
te reproductivos y con ello restituir su desde acercamientos que se resisten a
cualidad de sujetos agentes. Como se- incorporar las críticas feministas, frag-
ñalo en un trabajo posterior: mentando el hecho total de la reproduc-
ción social en dimensiones económicas,
La prioridad dada desde enfoques sociales, políticas o culturales.
histórico-estructurales a la categoría Desde el enfoque transnacional,
clase y la comprensión de las migra- tratando de restituir el lugar que toma
ciones laborales en tanto formas de la provisión de afectos y asistencia en la
transferencia de mano de obra al sec- reproducción social en el orden global, y
tor capitalista de los países desarro- desde planteamientos que tratan de
llados (receptores), ha hecho que la superar el nacionalismo metodológico,7
categoría género haya estado relega- diferentes autoras, siguiendo a Arlie
da en los análisis de las migraciones. Russel Hochschild, han llamado la
Con ello, no sólo se ha restado impor- atención acerca de la existencia de “ca-
tancia a la participación de las muje-
res en las migraciones en tanto que 7
Implica configurar el objeto y contexto de
trabajadoras con sus proyectos pro-
estudio a partir de las demarcaciones del terri-
pios, más allá de meras seguidoras de torio nacional, bien de forma unitaria, el contexto
los hombres “productores”, sino que de llegada de la población migrante (nación o
también se ha invisibilizado la tras- país destino) o de forma binaria (nación de ori-
gen y destino), problema epistemológico que la
cendencia social y económica del traba­
“perspectiva transnacional” ha convertido en
jo “reproductivo” y dejado al margen una de sus señas de identidad. Desde la década
del análisis los significados y diferen- de 1980 la antropología social ha venido enca-
ciaciones de género y parentesco que rando el problema de la des-territorialización de
los sujetos, y con ello la necesidad de plantear
se muestran centrales en la división
marcos conceptuales, metodologías y técnicas
del trabajo y la composición de las mi- de investigación que posibiliten aprehender, re-
graciones (Gregorio, 2006: 110). presentar e interpretar estas realidades, por
ello sugiero la reflexión sobre el objeto teórico-
político que subyace a este nuevo concepto de
Mediante un acercamiento etnográ- transnacionalismo, que se ha impuesto como
fico daré cuenta de los trabajos de mu- una moda en su aplicación al campo de las mi-
jeres de carne y hueso en sus diferentes graciones internacionales.
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 49

denas mundiales de afecto y asisten- gráfico,9 la oportunidad de teorizar so-


cia” entendidas como “una serie de bre la interseccionalidad de la cate­
vínculos personales entre gente de todo goría género con otras categorías de
el mundo, basadas en una labor remu- diferenciación debería permitir ir más
nerada o no remunerada de asistencia” allá de la afirmación de la opresión
(Hochschild, 2001: 188). Sin embargo, a ejercida por “mujeres profesionales del
pesar del potencial teórico-político que primer mundo” hacia otras mujeres,
parece tener este concepto, su utiliza- “las inmigrantes o del tercer mundo”.
ción se ha dirigido a evidenciar las des- Convendría explicitar el objetivo teóri-
igualdades entre las mujeres a partir co-político que nos llevaría a construir
de la descripción realizada por Hochs- desde las ciencias sociales estas cate-
child, inspirada en el trabajo de Pie­ gorías diferenciadoras, evitando con
rrete Hondagneu-Sotelo y Ernestine ello caer en esencialismos hacia “las
Avila: “Estas cadenas, muchas veces mujeres” como seres afectivos y asis-
co­nectan tres series de cuidadoras: tenciales en su presunta relación con
una se encarga de los hijos de las emi- la procreación y la crianza.
grantes en el país de origen, otra cuida Desde una perspectiva etnográfica
de los hijos de la mujer que cuida de los y feminista, propondría enfatizar en la
hijos de la emigrante, y una tercera, la comprensión de la organización social
madre, emigrante, cuida de los hijos de de los cuidados en todas sus dimensio-
las profesionales en el Primer Mundo. nes –emocionales, corporales, sociales,
Las mujeres más pobres crían a los hi- económicas, políticas y éticas– como eje
jos de las mujeres más acomodadas de nuestra existencia en el sentido de
mientras mujeres todavía más pobres “sostenibilidad de la vida” planteado
–o más viejas, o más rurales- cuidan de por Carrasco (1991), tratando de com-
sus hijos” (ibidem: 195). Además, esta prender situacionalmente sus propias
cuestión de las jerarquías entre las lógicas de jerarquización y tramas de
mujeres se presenta como un asunto significación. La naturalización de los
característico de la globalización de fi- cuidados a partir del supuesto senti-
nales del siglo xx y principios del xxi, miento de “amor de la cuidadora” –como
cuando ya sabemos que desde el siglo parece subsumir Hochschild cuando
xvii, como mostró Badinter (1981), las plantea que “sea lo larga que sea la ca-
mujeres más pobres se han dedicado a dena, dondequiera que empiece y aca-
la crianza de la prole de las clases más
pudientes.8 9
Madres, suegras, hermanas, otras parien-
Si bien, las jerarquías en la organi- tes y las denominadas despectivamente “chopas”,
zación de los cuidados desde una mira- a las que se remunera su trabajo doméstico o
da transnacional es un asunto que no intercambia por bienes de subsistencia –cobijo,
pasó desapercibido en mi trabajo etno- alimentación, vestido–, conformarían eslabones
de la cadena de reproducción social de las mi-
grantes trabajadoras en el servicio doméstico y
8
Debo a Txemi Apaolaza el que traiga aquí de los hogares de clase media en Madrid (Grego-
el trabajo de Badinter. rio Gil, 1996, 1998).
50 Carmen Gregorio Gil

be, muchos de nosotros, si nos fijamos vínculos afectivos y en las obligaciones


en un eslabón y otro, vemos el amor de derivadas de la maternidad un campo
la cuidadora por el niño como una cosa para restituir la agencia a las mujeres
privada, individual e independiente migrantes como constructoras de cade-
del contexto” (Hochschild, 2001:189)–, nas, redes o comunidades, en definitiva
desde mi perspectiva implicaría poner creadoras de “vida transnacional” (Pa-
en el mismo plano todos los cuidados rella, 2007; Parella y Cavalcanti, 2007;
y en relación con ello, a las mujeres, opa- Pedone, 2006; Goñalons et al., 2008;
cando las múltiples significaciones del Suárez, 2004). El potencial que podría
cuidado y el marco de las relaciones tener este concepto como forma de ope-
económico-políticas en las que tendrían rar una politización de la maternidad,
lugar: a quién se cuide, por qué, a cam- a mi juicio, queda reducido al esenciali-
bio de qué, si es un trabajo pagado y/o zar el hecho de ser mujer a partir de la
reconocido, si es a mis parientes o no, asunción de patrones supuestamente
qué expectativas y demandas genera universales que relacionan a las muje-
en quién cuida o en quién es cuidado, res con la maternidad. En vez de obser-
etc. Al mismo tiempo, circunscribiría var dichas prácticas como intersticios,
los cuidados al estrecho marco de los en el sentido de “locus heurísticos”,10
principios de descendencia y afinidad que nos permitan indagar en las for-
(matrimonio y familia) ratificados en mas de producción de la maternidad,
las prácticas políticas y el derecho (una dichas prácticas quedan reducidas a
crítica acerca de cómo el conocimiento hechos esenciales que toda mujer, en
antropológico ha reducido el estudio de tanto madre biológica, mantiene a pe-
las formas de cuidar y ser cuidado pue- sar de la distancia física de sus seres
de verse en Borneman, 1997). La trans- queridos. En este sentido propondría
ferencia de amor al hijo ausente que ha situar nuestra atención en la obser­
quedado en el país de origen de la mu- vación de las prácticas maternales o
jer inmigrante, en caso de darse, no paternales desterritorializadas, y en
ten­dría porqué hacerse con el hijo de la cómo a partir de ellas se define y redefi-
empleadora o empleador al que cuida nen identidades y subjetividades de
la empleada de hogar, como asume Ho- género, parentesco y sexualidad en el
chschild al hablar de la “plusvalía del nuevo contexto transnacional, huyendo
afecto”, de la que se beneficiarían el hijo de relatos culpabilizantes, victimizan-
ajeno y su madre, en tanto empleadora tes o de heroicidad hacia las mujeres-
de una mujer inmigrante. madres, o convirtiendo las prácticas
Otro de los conceptos propuestos
desde la perspectiva transnacional con 10
En su propuesta para entender ciertas di-
la intención de mostrar prácticas socia- námicas sociales como locus heurísticos las au-
les de la población inmigrante que tras- toras se inspiran en Alain Tarrius, para quien
“los fenómenos y comportamientos microsocia-
pasen o transciendan las fronteras es el les tienen un valor heurístico y anticipatorio de
de “maternidad transnacional”. No po- las transformaciones que actúan en el cuerpo
cos estudios han encontrado en los social” (Provansal y Miquel, 2005: 120).
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 51

maternales en artificios metodológicos Desde la etnografía, considero que


en nuestra pretensión, epistemológica- tenemos mucho que aportar a la revi-
mente fundamentada, de superar el sión de las categorías mujer, inmigran-
“nacionalismo metodológico”. te, madre inmigrante, africana pobre…
Que todas las mujeres inmigrantes en las que encorsetamos a los sujetos
que han dejado hijos biológicos en su con quienes realizamos nuestras in­
país de origen se guían en sus prácti- vestigaciones, convirtiéndolos en com-
cas y sentimientos por el vínculo amoro­ pendios de alteridad mediante los que
so madre-hijo, más que un hecho da­do legitimamos nuestra investigación an-
debería ser un hecho a indagar. En tropológica. El debate teórico sobre la
esta dirección es interesante el trabajo doble, triple o quíntuple discriminación
de Heike Wagner, en el que además de en función de diferentes variables y la
recordarnos que no todas las madres interseccionalidad de todas ellas para
han ejercido el papel principal en la comprender mejor la experimentación
crianza y cuidado de sus hijos biológi- y vivencia de las diferentes formas de
cos, trata de mostrar las múltiples for- opresión, resultará poco fructífero si no
mas de ser madre entre las migrantes nos permitimos interrogarnos sobre
ecuatorianas en Madrid. La autora se dichas categorías. Necesitamos operar
propone contrarrestar las imágenes es- un giro radical, que vaya de la confir-
tigmatizadas de las madres que dejan mación de su existencia a la interroga-
a sus hijos en el país de origen, en el sen­ ción constante sobre su construcción y
tido de que “su migración destruye la utilización, tanto desde las prácticas de
familia”, centrando su análisis en la re­ poder institucionales, económicas y
ne­gociación de los roles de género de es­ científicas como desde las prácticas co-
tas mujeres en su cuestionamiento de la tidianas y discursos de estos sujetos,
restricción de un “ser-para-otros” y un convertidos en actores en nuestros ob-
“ser-a través-de otros” (Wagner, 2007). jetos de estudio. En esta dirección es
Es pertinente recordar aquí los es- donde veo imprescindibles acercamien-
fuerzos de la etnografía feminista por tos etnográficos que contribuyan a des-
mostrar las múltiples formas en las que cribir situacionalmente la organización
se expresa el amor maternal y las de los cuidados en el contexto global de
prácticas de cuidado hacia los menores crisis, tratando de contribuir con ello a
tratando de desencializar el supuesto la desnaturalización de la relación “mu­
vínculo universal madre-hijo que tan jer= madre= cuidadora” como un hecho
presente ha estado en la teoría antro- dado, enfatizando en los procesos políti-
pológica.11 cos e históricos que construyen cuerpos
generizados, sexualizados, racializados,
etnizados y desterritorializados en su
11
Una buena revisión de la literatura al res- relación con el cuidado.
pecto se incluye en el trabajo de Nancy Scheper-
Hughes (1997), constituyéndose además en una
excelente etnografía para replantear, desde el tica de las emociones”, el tan naturalizado y mo-
enfoque que la autora denomina “economía polí- ralmente incuestionable “instinto maternal”.
52 Carmen Gregorio Gil

El trabajo de Sandra Ezquerra pre- cuenta, la variabilidad de condiciones


sentado en el V Congreso de Migracio- y de diferenciaciones –género, edad,
nes celebrado en Valencia constituye etnicidad, raza, clase y estatus migra-
una aportación fructífera en este senti- torio– en las que se produce el trabajo
do, ya que a partir de su “etnografía en el servicio doméstico es enorme
institucional” muestra cómo el Estado (Sanjek y Colen, 1990). En el contexto
a través de sus diferentes políticas tra- es­pañol podemos mirar apenas unos
ta de construir los cuerpos de las traba­ años atrás para observar quiénes eran
jadoras filipinas como cuerpos dóciles, los grupos sociales que se encarga­ban en­
sin deseos sexuales, responsables de ­tonces del trabajo de servicio domésti-
procurar el bienestar a su familia y co en los núcleos urbanos.12 Concebir
por extensión a su país. Esta autora de esta forma el servicio doméstico
incorpora al Estado en su análisis a pasa por entender este trabajo desde la
par­tir de la identificación de sus prác- estructura de relaciones y significados
ticas de poder para “racializar y fe­ cambiantes que devienen del contexto
minizar a las trabajadoras migrantes económico y político en el que se produ-
filipinas” (Ezquerra, 1997: 2). ce, pero también de las prácticas y sig-
En otro trabajo etnográfico sobre nificaciones de los diferentes actores
inmigración y servicio doméstico (Gre- que intervienen en su reproducción y
gorio, Alcázar y Huete, 2003) nos pro- transformación:
pusimos indagar sobre los significados
de género, raza y etnicidad mediante Más allá de dar cuenta de las dife-
los que se “produce” el servicio domés- renciaciones y jerarquizaciones que
tico en el contexto actual, huyendo de incorpora como consecuencia de las
la consideración de estas categorías condiciones económicas y políticas
como realidades fijas y preexistentes, estructurales en las que se produce
dimanadas del hecho de que los sujetos –segmentaciones de extranjería y de
que trabajan en el servicio doméstico género en el mercado de trabajo como
sean “mujeres inmigrantes, extranje- consecuencia de las políticas de ex-
ras y de orígenes nacionales diversos”. tranjería e inmigración o la perma-
En nuestra investigación partimos nencia de un régimen especial regula-
conceptualmente de la consideración dor de este trabajo discriminatorio–,
del trabajo en el sector servicio domés- nos proponemos dar cuenta de los sig-
tico como una producción histórica en- nificados que subyacen a las prácti­cas
marcada en prácticas de poder, por lo
que tratamos de indagar en las lógicas 12
Para este asunto véase Sarasúa (1994),
de diferenciación y jerarquización que quien diferencia sirvientes hombres como los
subyacen a lo que se nos presentaba mayordomos –con funciones que incluyen la
como algo obvio y naturalizado, a sa- gestión económica de la casa y a los que están
subordinados los otros criados– y sirvientas
ber, su ocupación por parte de “mujeres como las camareras, las criadas de confianza de
inmigrantes”. Como la literatura etno- las señoras de las casas ricas y ayudan a éstas
gráfica ha dado, quizás, no tan sobrada en el cuidado de su aspecto físico.
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 53

de los actores implicados en su produc­ turalización científica de lo que es vis-


ción, para preguntarnos acerca del to comúnmente como especialidades
peso que toman las representaciones femeninas […]”. En este sentido, mi
feminizadas y domésticas, al mismo investigación con mujeres inmigrantes
tiempo que su desvalorización e invi- se ha centrado en aquellas actividades
sibilización como trabajo (Gregorio, en que las mujeres son minoritarias –co­
Alcázar y Huete, 2003: 218-219). mercio y empresariado artesanal–
(Provansal y Miquel 2005). A lo cual
Analíticamente, al situar el trabajo añadiría el peligro de que se configure
doméstico y de cuidados en el centro un campo de estudios específico –el de
de la reproducción social se proponen la “mujer o el de las mujeres inmigran-
superar las dicotomías producción/re­ tes”– que nos ocuparía a “nosotras”, a
producción, hombre/mujer, mujer in- las investigadoras, como parece estar
migrante/española. ocurriendo en el ámbito de las migra-
El trabajo “reproductivo” no ha ciones en el territorio español (Grego-
pasa­do desapercibido en los trabajos rio Gil, 2008).
sobre el sector “servicio doméstico” (Es-
crivá, 1999 y 2000; Herranz, 1999; Oso, EL CAMBIO EN LAS RELACIONES Y
1998) o los llamados “servicios de SISTEMAS DE GÉNERO
proximidad” (Parella, 2005) entendidos
como sectores del mercado de trabajo La problematización acerca del cambio
feminizados que están siendo ocupados en las relaciones de género como con-
por mujeres extranjeras no comunita- secuencia de la migración ha venido
rias en el contexto del Sur de Europa ocupando a un grupo de investigado­­
(Anthias y Lazardis, 2000). Si bien des- ras desde diferentes disciplinas y enfo-
de una perspectiva que se proponga ques teóricos y metodológicos a partir
superar la dicotomía producción/repro- de los años ochenta. En antropología
ducción centrar la atención en las mu- social, el análisis de la producción y
jeres inmigrantes que trabajan en el cambio en las relaciones y sistemas de
sector servicio doméstico o en los servi- género constituye uno de los ejes de teo-
cios de proximidad puede constituirse rización más productivos desde el sur-
en una forma más de reafirmar esta gimiento de la denominada antropolo-
dicotomía en la vida de las mujeres. O gía del género.13 Sin duda, contribuir a
como agudamente ha señalado Pro-
vansal (2008: 342): “el hecho de que los
Utilizo antropología del género para refe-
13
sectores en que trabajan mayoritaria- rirme al momento de teorización en antropología
mente las mujeres inmigrantes sean el social en que se opera una desnaturalización de
trabajo doméstico y el cuidado de niños la noción de mujer y de género que se venía man-
y ancianos, induce lógicamente a orien- teniendo desde las escuelas estructuralista y
marxista. La denominación de este campo o, se-
tar gran parte de los estudios en estos gún se plantee, enfoque crítico dentro de la dis­
mismos campos, lo que en mi opinión ciplina, es un asunto que se ha ido definiendo y
contribuye involuntariamente a la na- redefiniendo desde el surgimiento de la denomi-
54 Carmen Gregorio Gil

la transformación de las desigualdades tividades genéricas. Por ello no debe


de género desde posiciones epistemo­ sorprender que un importante número
lógicas feministas pasa por seguir de trabajos, sobre todo estudios micro-
mostrando cómo se construyen y trans­ sociales y localizados, se propongan
forman las relaciones de género para contribuir a la búsqueda de las conti-
desvelar y enfrentar los procesos de nuidades y fisuras que conformarían
naturalización en tanto instrumentos los sistemas de género. El interés en
legitimadores de la desigualdad social. este asunto es el que me lleva a revisi-
Los procesos migratorios –entendi- tar los trabajos sobre migraciones in-
dos en su dimensión cultural, como ternacionales con el objeto de desvelar,
materialización de conexiones, cruces o y con ello problematizar, las nociones
influencias entre diferentes concep­ de género, relaciones de género o siste-
ciones culturales– no podían pasar mas de género en las que se apoyan a
desapercibidos a una ciencia como la la hora de analizar el cambio social.
antropología social, cuya empresa, des- Diferentes autoras, desde propues-
de su surgimiento como disciplina tas analíticas diversas, hemos trata­do
cien­tífica, ha sido explorar la unidad de indagar en los factores de cambio
hu­mana en su diversidad. Pero ¿qué ha que la imbricación que dos “sistemas de
aportado y qué puede aportar la antro- género” –el sistema de origen y el de des­
pología feminista al análisis de los pro- ­­­tino– pudiese producir. Así por ejemplo,
cesos de cambio de las relaciones y Gregorio (1996) sigue la definición de
representaciones de género al depositar “sis­tema de estratificación de sexo” de
su mirada en los procesos migratorios? Saltzman (1989), además del “sis­tema
La búsqueda de los factores que ex- de género” de Connell (1987) y Thuren
pliquen la desigualdad de género en su (1993), para formular de la siguiente
imbricación con otras diferenciaciones manera sus problemas de investiga-
sociales con el objeto de desvelarlos, y ción: “¿El sistema de estratificación del
con ello contribuir a proyectos de trans- género de la sociedad de origen de la
formación social dirigidos a crear rela- población migrante incide en la compo-
ciones igualitarias, a desestabilizar el sición según género que presenta el
género en la práctica y en la teoría, flujo migratorio producido entre esa
guía nuestro trabajo de investigación. sociedad y la receptora? ¿Un proceso
El acercamiento etnográfico sin duda migratorio generizado14 puede llegar a
nos permite profundizar en la compleji- producir cambios dentro del sistema
dad de relaciones, identidades y subje- de relaciones de género de la sociedad de
origen?” (Gregorio, 1996: 6). Entre las
nada “antropología de la mujer” en los años se- dimensiones que contendría un “sis­
tenta. Para el trazo de una genealogía feminista
en antropología social pueden consultarse, entre
otros, los trabajos de Atkinson (1982), Di Leonar- 14
Traducción de la palabra inglesa gen­
do (1991), Del Valle (2006, 2007), Lamphere dered, que viene a designar las relaciones o pro-
(1977, 1987), Méndez (2007), Morgen (1989), cesos en los que el género aparece como un
Mukhopadhyay y Higgins (1988), Reiter (1979). elemento central en su definición.
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 55

tema de estratificación de género” se mas duales de género”. Dicha presun-


considera la división sexual del trabajo ción se traduce etnográficamente en la
y las relaciones de poder, entendido observancia de dos sistemas de género,
éste, en el sentido weberiano, como po- cada uno de ellos integrado y coherente
sibilidad de tomar decisiones sobre la internamente: el de la sociedad de ori-
propia vida y sobre la de los demás. En gen –“ideología patriarcal ecuatoria-
concreto, considerará las de­cisiones con na”, “estructuras de socialización de
respecto al gasto de los ingresos, la origen” (Suárez y Crespo, 2007), “rela-
sexualidad y elección de pareja y el pro- ciones de género en las zonas de origen
pio proceso migratorio que implica sus (López, 2007), “entramado social de ori-
movimientos y el de su parentela. gen” (Herrera, 2005), “modelo de fami-
Ángela Ramírez, otra autora que lia y roles de género en Ecuador”, etc.
también realiza su investigación en la –y el de la sociedad de destino– “es-
década de 1990, planteará el hecho in- tructura de género de la sociedad de
frecuente, incluso inaudito, de las mi- destino” (Suárez, Anadón y Castañón,
graciones de mujeres solas procedentes 2007)–; en la mayor parte de casos se le
de Marruecos al territorio español a presupone a este último más igualita-
principios de esa década. La autora lo rio en términos de género. Igualdad de
atribuirá a la ruptura con el “sistema género que se hace descansar funda-
de estratificación de género” de su so- mentalmente en la obtención de ingre-
ciedad de origen que definirá a partir sos fruto de la incorporación al mercado
de la “ideología islámica”, considerando laboral de la que se “beneficiarán” las
las siguientes dimensiones del cambio: mujeres inmigrantes, lo que algunas
la desaparición del poder normativo autoras han descrito como el paso de
del modelo de mujer según la ideología “mantenidas a proveedoras” (Safa,
islámica, el cambio en la relación de 1998). Ello unido a la separación física
las mujeres con el mercado de trabajo, de sus hogares y comunidades o “socie-
la desaparición de la familia extensa dades de origen”, entendidas como
como modelo de residencia, el cambio “contaminantes” en lo tocante al gé­
en la red de relación, el relajamiento nero, sentará las bases para que las
del control social y la conversión de las mujeres inmigrantes puedan negociar
in­­migrantes en mantenedoras de las fa­ relaciones de género más igualitarias. A
­milias que dejan en origen, por encima la luz de estos trabajos, el desempeño
de todos los miembros (Ramírez 1998: de un trabajo supondrá disponer de in-
27-28). greso monetario, así como salir del es-
Trabajos más recientes (Gonzálvez, pacio “doméstico”, lo que permitirá a las
2007; Herrera, 2005; López, 2007; Me- migrantes, al menos en teoría, adquirir
ñaca, 2005; Pedone, 2006; Suárez, Ana- poder, autonomía e independencia. Por
dón y Castañón, 2007; Suárez y Crespo, su lado, la separación de sus hogares,
2007) han partido de algunos de los en tanto implicará la disminución del
presupuestos expuestos manteniendo tiempo dedicado a las tareas reproduc-
lo que llamaré el enfoque de “los siste- tivas y el menor control del esposo su-
56 Carmen Gregorio Gil

pondrá una mayor disponibilidad de las ganancias, como probaría para


tiempo personal y posibilidad de decidir algu­nas autoras el hecho de que las mi­
sobre su utilización, así como un mayor gran­tes se resistan más que sus com­pa­
control de las pautas reproductivas. ­ñeros a invertir en proyectos eco­nó­mi­cos
Por ejemplo, en “La mujer indígena en sus sociedades de origen o a retornar
andina ante la emigración”, Suárez, (Escrivá, 1999; Saucedo e Itzigsohn,
Anadón y Castañón (2007: 2183-2184) 2006). Otras autoras terminan encon-
postulan que “es completamente gene- trando la raíz del problema del cambio
ralizada la transformación de los roles en el sistema de género previo a la in-
tradicionales en los que el varón era el migración que parece permanecer e
principal proveedor doméstico y la mu- impedir cambios profundos. Así, Ánge-
jer realizaba su trabajo, las más de las les Ramírez concluye que la base del
veces informal y no asalariado, en el modelo de relaciones de género que
ámbito doméstico”, para afirmar desde prescribe la ideología islámica no pare-
ahí que la emigración implicará nece- ce cambiar a pesar de que las acciones
sariamente un cambio de ideología de cotidianas de las mujeres nos parecen
género: “los procesos migratorios y el decir que sí, lo cual parece deberse a la
impacto del capitalismo postfordista posición de dependencia simbólica en
han producido de hecho tanto la incor- la que se sitúan las mujeres en relación
poración de la mujer al ámbito produc- al hombre. Es decir, “las mujeres inmi-
tivo como su presencia en el ámbito grantes marroquíes se enfrentan al
público. Aunque hay factores que limi- mundo desde su posición respecto a un
tan esta transformación (como los ni- hombre, desde su vinculación con él.
chos de empleo en el servicio doméstico Sólo desde la consecución de una rela-
y en el trabajo sexual) lo cierto es que ción con un hombre legitiman su inmi-
deberíamos encontrar consecuen­ gración frente a la familia. El fin de
temente un cambio en la ideología de sus vidas como inmigrantes, y el objeti-
género acorde a la nueva situación”. vo al que dedican sus energías es la
Desde estas presunciones, las con- conserva­­­ción o el alcance de un proyec-
clusiones de esos trabajos son tan dis- to de vida compartido con un hombre.
pares como los contextos en que se han Sólo a partir de ahí tiene valor el pres-
llevado a cabo las investigaciones y las tigio del tra­bajo, o el del dinero, o de la
experiencias particulares de las muje- belleza” (Ramírez, 1998: 28-29).
res. Incluso, desde un punto de vista La identidad de madres y esposas,
metodológico, podríamos decir, que más allá de los cambios y negociacio-
las conclusiones son precipitadas por nes en sus posiciones dentro del grupo
el corto periodo de tiempo en el que se doméstico de las mujeres procedentes
pretenden observar cambios estables de República Dominicana en Estados
para los “sistemas de género” y para las Unidos que estudia Patricia Pessar,
identidades de género. Las pérdidas y parece ser una cuestión central en la
las ganancias se ponen en una balanza valoración de los cambios en las rela-
que parece bascular inclinándose hacia ciones de género:
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 57

La amplificación del rol de las muje- enlazan sus actividades laborales con
res en la producción ha hecho que me­ la reproducción de su familia, ya sea
jo­re su estatus en la esfera doméstica en origen o en destino, emerge una
y ha incrementado su autoestima, los complejidad en la que se entremezclan
cambios ocasionados por su partici- procesos de subordinación de género,
pación en el mercado de trabajo [que con procesos de empoderamiento so-
la autora analiza en tres niveles: au­ cial, movilidad económica y desgaste
to­ridad dentro del núcleo doméstico, emocional muy intensos que vuelven el
reparto de las tareas domésticas y panorama mucho más complicado a la
control del presupuesto] aparecen su- hora de cualificar la subordinación”
bordinados a la identidad primaria (Herrera, 2005: 300)
como esposas y madres e incluso en Incluso las vidas de mujeres con tra-
muchos casos este estatus se ve refor- yectorias similares en lo relativo a su
zado. La emigración para esta autora, inmersión en supuestos sistemas de gé-
no rompe por tanto el escenario social nero, clase o procedencia idénticos se
en el que las mujeres son conceptuali- nos muestra en sus contradicciones y
zadas sino que por el contrario la mi- ambigüedades, lo cual crea un corto-cir-
gración refuerza las ataduras de la cuito en cualquier esquema más o me-
mujer a su grupo doméstico porque nos lineal del cambio, como se muestra
éste surge como la institución más va- en el trabajo de Gregorio (1996, 1998)
lorada y aparece como el campo social para las mujeres originarias del sur­
de mayor autonomía y equidad para la oeste de República Dominicana que
mujer con respecto a su pareja (Pessar emigraron a la Comunidad de Madrid
1984 y 1986, en Gregorio 1996: 42). a comienzos de la década de 1990.
Por su parte, trabajos definidos des-
Por su parte, en un trabajo con muje­ de el enfoque transnacional nos dan
res ecuatorianas insertas en el ser­vicio cuenta del protagonismo de las muje-
doméstico en territorio español, He- res en las llamadas prácticas transna-
rrera (2005) propone una diferencia- cionales –construcción de cadenas y
ción entre la dimensión estructural y la redes migratorias y gestión de las re-
cotidiana en el análisis de los cambios mesas–, situándolas en una relación de
provocados a partir de su emi­gración; poder diferencial con respecto a sus
en relación con la primera dimensión, con­trapartes varones (Escrivá, 2000,
concluye que su inserción laboral las Goñalons et al., 2008; Pedone, 2006).
sitúa en los eslabones más bajos de la Las relaciones de género, entendidas
escala social y que la condición de inter- co­mo relaciones de poder entre hom-
nas crea en estas trabajadoras una bres y mujeres se incorporan a los
relación de dependencia emocional y deno­mina­dos campos transnacionales
psí­q uica que dificulta la toma de –cadenas, redes, hogares, familias, co-
decisio­nes y la autonomía social y eco- munidades, asociaciones–. Tratando
nómica. Sin embargo, en sus “vidas coti- de huir del dualismo de sistemas de
dianas la forma en que las mujeres género adscritos a parámetros de tra-
58 Carmen Gregorio Gil

dición-modernidad, entendida esta úl- rrollan se vinculan, principalmente, a


tima como conquista de la igualdad de la familia y el hogar (Itzigsohn y Gior-
género, el análisis se abre a una multi- guli-Saucedo, 2002).
plicidad de sistemas de género “la
perspectiva transnacional permite ob- La observancia de prácticas trans-
servar cómo la mujer migrante no está nacionales diferenciadas en hombres
solamente bajo la estructura de género y mujeres, en vez de contribuir al cues-
de la sociedad de destino, sino que tionamiento de nuestros conceptos de
también puede estarlo bajo la sociedad poder, de economía, de familia etc.,
de origen o de otras comunidades” (Go­ nos muestran sin más la existencia de
ña­lons et al., 2008: 6). De esta forma dos tipos de personas con roles dife-
la vía abierta desde la consideración rentes, sin ahondar en los procesos de
de más de dos sistemas o estructuras de jerarquización y producción y repro-
género termina reduciendo la catego- ducción de personas sexuadas y gene-
ría género a la observación de roles di- rizadas en su relación con el poder y la
ferenciados entre hombres y mujeres, economía. El campo transnacional
contribuyendo a reificar dicotomías como forma de superar el nacionalismo
co­mo social o doméstico, frente a polí­ metodológico del “aquí” y “allí” se con-
tico o público, reproductor frente a pro- vierte en una especie de nuevo “sistema
ductor, y en definitiva hombre y mujer de género” con entidad propia, donde
como categorías homogéneas. Por las mujeres pueden ganar independen-
ejem­plo, en las conclusiones de Goña- cia pero también ser oprimidas (Goña-
lons et al. (2008: 15) observamos: lons et al., 2008: 11):

Varias investigaciones, como las que En relación con los análisis de género,
hemos mencionado, muestran un re- también es verdad que los espacios
sultado que se va repitiendo y que trans­­nacionales pueden proporcio­nar
diferencia claramente las prácticas una mayor posibilidad de desarro­
transnacionales de hombres y mu­ llar estrategias para superar las des-
jeres. Por un lado, los hombres se igualdades de género. Una mujer puede
centran más en actividades transna- aumentar su prestigio y poder contro-
cionales de carácter político y económi- lando las cadenas migratorias o el po-
co que, de hecho, están prácticamente der económico de una determinada
dominadas por ellos. Por ejemplo, la familia, aunque esto lo consiga siendo
investigación de Goldring (2001) empleada de hogar. Sin embargo, los
muestra como las organizaciones que espacios transnacionales también son
realizan prácticas transnacionales portadores de relaciones desiguales y
están dominadas prácticamente por reproductoras de ciertos órdenes so-
hombres. Por otro lado, las mujeres se ciales. Es, por tanto, importante no
centran más en actividades relacio- precipitarnos en concluir que el espa-
nadas con la sociedad de destino y las cio transnacional es emancipador de
prácticas transnacionales que desa- por sí, aunque sí que ofrece nuevos
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 59

ámbitos en los que se pueda buscar es- las actoras dan a sus prácticas nos lle-
pacios de emancipación (Suárez, 2004). van necesariamente a problematizar la
propia noción de “sistema de género”,
Encontrar tendencias generales al tiempo que a desvelar las asunciones
acer­ca de una mayor independencia y etnocéntricas implícitas en la concep-
autonomía de las mujeres como conse- ción del cambio a partir del hecho mi-
cuencia de las migraciones constituye gratorio. Lo que sin duda nos habla de
pro­bablemente más un deseo de quien la dificultad que tenemos para deste-
in­vestiga, forzado por nuestros pro­ rrar nuestras categorías dicotómicas
pios interrogantes y métodos, que una público/privado, mercado/hogar, hom-
realidad. Sin negar la relevancia que el bre/mujer a la hora de entender los
hecho migratorio tiene en las histo­ procesos de cambio social. Juego de es-
rias de mujeres particulares enmar­ pejos, en el que la antropología está in-
ca­­das en un contexto de relaciones mersa, que nos devuelve una y otra vez
sociales específicas, lo que me propon- nuestra imagen terminando por cono-
go cuestionar, por un lado, es la simpli- cer más de nosotras mismas que de las
ficación y generalización desde la que otras. Por eso considero importante
se viene abordando este asunto, pero preguntar ¿por qué nos preocupa el
sobre todo replantear la formulación de cambio de “las mujeres inmigrantes” y
nuestras preguntas de investigación de las relaciones de género de sus so-
al abrir diferentes vías al respecto del ciedades de origen? ¿No será que segui-
cam­bio social, que traten de sacarnos mos viendo a las mujeres inmigrantes
del etnocentrismo y la linealidad con la como otras “tradicionales” represen­
que se viene formulando esta cuestión. tadas desde la polaridad víctimas-
Los diferentes acercamientos etno- heroínas? ¿No sería más fructífero
gráficos muestran que las realidades, reflexionar sobre nuestras propias len-
experiencias y subjetividades de las tes, que nos hacen ver a las mujeres
mujeres son complejas y difíciles de bien como víctimas de sus socieda­­des
apresar en nuestras categorías estruc- patriarcales y del capitalismo desde
turales de género, extranjería, clase, modelos teóricos estructuralistas y
etnia. Ello choca una y otra vez con rea- universalistas, o bien como heroínas
lidades cambiantes y con los múl­tiples que rompen con sus realidades de opre-
significados que las mujeres otorgan a sión desde presupuestos diferencialis-
hechos que tendemos a dar un signifi- tas y postestructuralistas?
cado único en nuestras investigaciones
como el dinero, el trabajo, el cuerpo, el RECAPITULACIÓN. LA CATEGORÍA
poder, la sexualidad, la familia, las ta- GÉNERO A LA LUZ DE DIVISIONES DE
reas domésticas, el cuidado, el amor, CLASE, ÉTNICAS Y RACIALES
etc., etc. Un mayor refinamiento en
nuestros acercamientos etnográficos Como hemos planteado diferentes au-
tratando de identificar desde localiza- toras, si la proporción de mujeres que
ciones específicas los significados que emigran ahora es mayor que años o si-
60 Carmen Gregorio Gil

glos atrás es algo que no podemos afir- observarlo desde el alcance teórico y po-
mar sin tener en cuenta que nuestras lítico de sus movimientos, en tanto su-
representaciones de estas mujeres via- ponen la visibilización de un fenómeno
jeras o emigrantes serían consistentes que sí considero nuevo en la vieja Euro-
con los modelos de feminidad definidos pa: la llamada “crisis de los cui­da­dos”.17
desde Occidente y, por tanto, nos mos- La creciente sociedad de consumo, la
trarían una realidad deformada desde flexibilización del mercado de trabajo
una mirada androcéntrica y etnocén- y la consiguiente pérdida de dere­chos
trica.15 El demógrafo Ravestein (1989, sociales, la conformación de un siste-
en Gregorio, 1992) nos indica que si- ma de bienestar familiar en los países
glos atrás las mujeres de todos los con- del sur de Europa, junto con la crecien-
tinentes han participado en mayor te incorporación de las mujeres espa­
medida en las migraciones de distan- ñolas al mercado laboral, ha sacado a la
cia corta que en las de distancia larga; luz el trabajo no pagado y fuerte­men­te
pero ¿qué nos aportan estas leyes en el naturalizado que venían rea­lizando las
momento actual, cuando las distancias, mujeres como madres, esposas, hijas o
al tiempo que se acortan, se hacen in- vecinas, haciéndose visible en los cir-
salvables para algunos ciudadanos y cuitos del mercado. Trabajo de cuidado,
ciudadanas del mundo? ¿Al tiempo que en todas sus dimensiones afectivas,
el desarrollo de los medios de transpor- corporales, materiales y sociales, y por-
te y comunicación han hecho posible que no decirlo sexuales, pasando esta
para algunas de nosotras llegar a cual- última dimensión a ser objeto de lucro
quier rincón del planeta, y sin embar- del mercado capitalista (como es bien
go, distancias muy próximas se hacen sabido, la industria del sexo constituye
infranqueables en los espacios fronte- uno de los negocios más lucrativos en
rizos entre el Norte y el Sur, entre Orien­ todo el mundo).
te y Occidente? Me gustaría enfatizar
en el asunto de la feminización de las vaciones que mueven a unos y a otras a emigrar
migraciones, más allá de cifras y de la son diferentes. En esos trabajos la migración
búsqueda de las motivaciones que “autónoma” de ellas suele presentarse como la
mueven a las mujeres a emigrar,16 para prueba infalible de ruptura con el “sistema de
opresión de género de sus sociedades de origen”.
Una crítica feminista a la noción de género y de
15
Para una crítica al modo en que la teoría sujeto inmigrante que entraña esta mirada pue-
antropológica ha transferido modelos occidenta- de verse en Gregorio (1997). Desde enfoques es-
les al interpretar a las mujeres de otras cultu- tructuralistas se ha vinculado la emigración de
ras, véanse, por ejemplo, los trabajos compilados las mujeres a hechos como la “feminización de la
por Harris y Young (1979) en la década de la pobreza” (Cobo, 2005; Gregorio, 1996; Oso, 1998)
emergente antropología feminista, entonces lla- o la “feminización de la supervivencia” (Sassen-
mada “antropología de la mujer”. Para la llama- Koob, 2003).
da de atención sobre este asunto en relación con 17
Véase el apartado “La crisis de los cuida-
las representaciones de las mujeres inmigran- dos” del Periódico Diagonal, 3 al 16 de marzo de
tes, véase Juliano (1998: 99-102). 2005, pp. 12-13, y los trabajos de precarias a la
16
Me refiero específicamente a los trabajos deriva en la página electrónica de eskalera ka-
que se guían por la presunción de que las moti- rakola [http://www.sindominio.net/karakola/].
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 61

La concepción de cuidado que pro- insertas en relaciones de mercado. Pa-


pongo desborda su localización desde ralelamente, los Estados –aparen­
delimitaciones familiares y de paren- temente debilitados en el control del
tesco, para entenderlo como responsa- mercado– concentran sus fuerzas en
bilidad social –social care (Daly y reforzar sus fronteras y convierten la
Lewis, 1998; Letablier, 2007)– y ética inmigración en una amenaza para el
(Gilligan, 1982), y como un continuum bienestar, precisamente del mismo que
que incluiría dimensiones materiales, se eximen de proveer, y establecen
emocionales, afectivas, sociales y éticas alianzas supranacionales para contro-
difícilmente separables (Carrasco, lar que la mano de obra inmigrante sea
2003; Del Valle, 2003; Pérez Orozco, sólo eso: fuer­za de trabajo ajena a los
2006). Sin embargo, la naturalización beneficios sociales del Estado de dere-
de este trabajo se ha constituido en un cho y excluida del ejercicio de la ciuda-
eje demarcador de género central y la danía. En este nuevo contexto global
asunción del mismo en las relaciones las fronteras de género producidas me-
familiares y de parentesco, funda- diante la separación de la esfera repro-
mento de lo que, en su denuncia a la ductiva entendida como doméstica19 y
subordinación de las féminas, Carole la esfera productiva20 entendida como
Pateman (2005) denominó “contrato laboral, fruto del “contrato sexual” del
sexual”. Las mujeres salen del hogar modelo capitalista, se tornan comple-
para incorporarse a la vida considera- jas y aparecen nuevas lógicas de domi-
da “productiva”, al mercado de trabajo, nación. Asistimos a la producción de
y el aparente equilibrio social alcanza- cuerpos-máquinas masculinizados en
do mediante la diferenciación y jerar- tanto son necesarios para producir
quización genérica se rompe, dejando plusvalía en el marco de las relaciones
al descubierto la provisión de cuidados. de mercado, cuerpos sexuados en su re-
Ante esta circunstancia la lógica del lación con el empleo e imposibilitados
mer­cado capitalista neoliberal actúa y para cuidar y autocuidarse, y cuerpos
produce sujetos consumidores –excepto feminizados, etnizados y proletariza­
el tiempo de vida, al parecer todo puede dos que transitan entre el hogar y el
comprarse: sexo, protección, comunica- mercado y necesarios en la producción
ción, apoyo emocional y psicológico,18 de plusvalía también como proveedo-
atención a las necesidades de la vi­da ras de cuidados.
diaria, etc.– y sujetos generadores de
plusvalía, en tanto su lugar de expre-
sión, realización y reconocimiento so- 19
Esfera de la reproducción de relaciones
cial y político serán las actividades centradas en la provisión del bienestar mate-
rial, social, afectivo, sexual dentro del “hogar” y
espacio femenino por excelencia.
Cuestiones que ya comienzan a ser objeto
18 20
Esfera de la reproducción de las relaciones
de ensayos sociológicos como Amor líquido, de insertas en la lógica del mercado fuera del “ho-
Zygmunt Bauman (1995) o periodísticos como gar”, centro de la vida política y masculina por
“Sexo global” de Dennis Altman (2001). excelencia.
62 Carmen Gregorio Gil

La crisis de los cuidados emerge con cas públicas. Como nos recuerda Virgi-
la des-territorialización de la vida pro- nia Maquieira (1997: 10), la presencia
ductiva y reproductiva en los cuerpos de las mujeres no siempre lleva apare-
de las mujeres. Independiente de la in- jado un reconocimiento de su protago-
corporación de las mujeres al mercado nismo, incluso en ocasiones el exceso
de trabajo, la lógica de desigualdad de discursivo puede constituir un medio
gé­nero en la reproducción social se de control y ejercicio del poder: “el pro-
mantiene en el nuevo contexto en tanto blema de la invisibilidad de las muje-
la naturalización de la feminidad sigue res y de otros grupos sometidos a una
sujeta a la producción de beneficios situación de mutismo es algo mucho
para el mercado mediante la desvalori- más complejo que la mera constatación
zación que ello comporta. El trabajo de de su presencia en el discurso porque,
cuidados ocupará un lugar liminar en como ha señalado S. Ardener (1987), la
las relaciones de mercado al incorporar visibilidad de las mujeres en determi-
los significados del “hogar”, de “la ca­ nados contextos comunicativos no ne-
sa”,21 en la naturalización que entraña cesariamente da la voz a las mujeres”.
su cualidad de afecto o amor feminiza- Por otro lado el capital internacional
do. No es casualidad que en una ley re- y los Estados necesitan cuerpos dispo-
cientemente aprobada por el gobierno nibles a tiempo completo para maximi-
español y presentada como el cuarto zar sus beneficios en industrias como la
pilar del Estado de bienestar, la “Ley de del sexo, la construcción, la agricultura
dependencia”, se formalice un nuevo intensiva, el sector servicios o la nacien-
sector de trabajo precarizado, el “cuida- te industria de los llamados “servicios
dor familiar” o el “cuidador de depen- de proximidad”, ahorrándose los costos
dientes”–que como bien sabemos con sociales que implicaría atender el cui-
toda probabilidad será cuidadora–, dado que las personas necesitamos
reapropiándose del trabajo de las lla- para nuestra existencia dentro de un
madas “cuidadoras informales”,22 sin proyecto sostenible de humanidad a es-
mejoras sustanciales en sus derechos cala planetaria. El llamado biopoder
y reconocimiento como trabajadoras y (Foucault, 1976), o política sobre los
ciudadanas,23 y pasando las mujeres de cuerpos, actuará desde la hipersexuali-
esta forma, eso sí, de la invisibilidad a zación, etnicización y racialización en la
la imprevisibilidad, pero una vez más industria del sexo, a la asexuación y
como objetos de discurso de las políti- des-etnicización o des-racialización24 en
el mercado de los cuidados domésticos.
21
Para ver los significados de la “casa” como
manifestación del universo sexuado véase Álva- 24
Me refiero al proceso de asignación y rea-
rez (2007). signación de características que se hacen de­
22
Las mujeres que en el marco de las obliga- rivar de un supuesto origen “etnonacional”,
ciones y deberes prescritos por el parentesco “etnoracial” o “etnolingüístico”, pero que en esta
dedican gran parte de su tiempo al cuidado de ocasión su valoración positiva se justifica me-
sus familiares. diante la su­puesta cercanía de la “cultura del
23
Para una crítica a la Ley véase cgt (2006). otro” a la “nuestra”.
Análisis de las migraciones transnacionales en el contexto español 63

Si marcas sexuales y raciales son real- El mercado sexual y de cuidados en


zadas como valor en el campo de la se­ el que se emplea la mano de obra ex-
xualidad no reproductiva en el mercado tranjera requerirá de cuerpos disponi-
del sexo, en el ámbito del servicio do- bles a tiempo completo para sustituir
méstico los deseos sexuales de las tra- a las mujeres que han venido cuidando a
bajadoras constituyen una amenaza y sus parientes, para que a su vez ellas
por tanto deben carecer de ellos, ser también puedan emplearse a tiempo
dulces y cariñosas pero reafirmando su completo. Llamadas telefónicas, cartas,
cualidades maternales de servicio o so- chats, remesas, viajes de ida y vuelta,
metimiento al otro; en definitiva, no ser obsequios, forman parte de las expre-
demasiado “diferentes culturalmente” siones de cuidado hacia parientes y
al imaginario de la “buena madre y es- amigos de cuerpos sexuados y despla-
posa” (entre otros trabajos etnográficos zados, mientras la contratación a bajo
que muestran estas construcciones costo de trabajadoras domésticas y
culturales, véase Gregorio, Alcázar y de todo tipo de servicios de provisión de
Huete, 2003; Martín y Sabuco, 2006; cui­dados, afecto y sexo será el camino
Reigada, 2007). De esta forma el mode- que sigan otros cuerpos sexuados para
lo de feminidad a partir del que cons- garantizar el cuidado y el autocuidado.
truimos las diferencias étnicas de las En definitiva, el mercado capitalista
otras bascula en la polaridad puta/ma- continúa reafirmando las diferencias
dre, calle/casa o mala/buena mujer. Las de género al no poderse permitir perder
relaciones laborales que tienen lugar la “plusvalía genérica”27 mediante dos
dentro de la “casa” –servicio doméstico, procesos simultáneos: la desterritoria­
pero también ciertos trabajos en la
agricultura que suponen una extensión
de la “casa” de quien emplea–25 se pro­ 27
Anna Jónasdóttir utiliza el concepto de
du­cen en un marco de relaciones (ma) “plusvalía de dignidad genérica” para referirse
a las raíces profundas del “impuesto reproduc-
paternalistas, de “intimidad o privaci- tivo” que han de pagar las mujeres como cuida-
dad” y de preservación moral, 26 en las doras y domésticas. La autora plantea que los
que se imbrican representaciones étni- varones en las relaciones familiares se apro-
cas y de género en la reproducción de pian de los poderes de cuidado y amor de las
mujeres sin devolver equitativamente aquello
“buenas mujeres”, sustitutas de las que han recibido, explotación que les dejaría
buenas “madresposas” (Lagarde, 1990). incapacitadas para reconstruir sus reservas
emocionales y sus posibilidades de autoestima
y autoridad (Jónasdóttir, 1993: 128 en Cobo
2005: 288). Aunque no estaría de acuerdo con el
25
Me refiero al empleo en la agricultura ge- lugar que otorga a los varones como prin­cipales
neralmente de temporada cuyo contrato incluye beneficiarios y del lugar en el que que­darían
la provisión de vivienda y manutención por par- las mujeres después de ser “explotadas”, ha-
te del empleador. blar de plusvalía genérica me parece adecua­­
26
Para el análisis de los significados que do para referirnos al trabajo sexuado de cuidado
toma el trabajo en el hogar “en casa de familia” y amor, trabajo intangible, pero generador de
como garante de la moral sexual del las mujeres plusvalía en un contexto de mercado capita­
véase Gregorio (2007). lista.
64 Carmen Gregorio Gil

lización de los cuerpos sexuados del en donde la categoría inmigrante es


“espacio doméstico” construido median- tematizada –escuela, trabajo, comu­
te significados de afecto y cuidado y nidad, instituciones políticas, reli­gión,
supuestamente al margen de las rela- tecnologías y medios de comunicación,
ciones de mercado, para ponerlos a etc.– como forma de desnaturalizar las
producir plusvalía; y la mercantiliza- categorías sustancializadas de mujer,
ción de atención a la vida diaria, de las familia, maternidad, donde las muje-
relaciones afectivas y sexuales median- res de la supuesta cultura X o etnia Y
te procesos de racialización, etniciza- dejen de ser representadas como colec-
ción y proletarización. La imbricación tivo mudo, unitario y homogéneo, para
de las desigualdades –género, etnici- observarlas como actoras sociales que
dad, extranjería– en que se apoya la ló- “asumen, negocian redefinen, cues­
gica capitalista postfordista nos obliga tionan y seleccionan los rasgos de di­
a repensar las construcciones genéricas ferenciación frente a otros grupos”
desde las dicotomías doméstico/público (Maquieira 1998:183). Todo ello para
y hogar/fábrica, en la medida en que el tratar de ampliar la mirada a la totali-
ámbito productivo coloniza el repro­ dad del trabajo de reproducción social,
ductivo. Como ha señalado Álvarez restituyendo el lugar que ocuparía el
(2008: 201) en su trabajo sobre mujeres trabajo de “atención de la vida diaria” y
migrantes procedentes de Rusia y reivindicando con Borneman (1997:17)
Ucrania: “En el capitalismo informacio- “la prioridad de un proceso ontólogico
nal y cognitivo, la producción radica en (cuidar y ser cuidado) como necesidad
los flujos simbólicos (Marazzi, 2003), humana fundamental y derecho na-
donde se produce una apropiación y ex- ciente del sistema internacional”.
plotación de los saberes, deseos y subje-
tividades que generan beneficios no BIBLIOGRAFÍA
reconocidos. Se puede afirmar que en el
presente la vida social está puesta a Altman, Dennis (2001), Global Sex, Chica-
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donde la línea divisoria entre trabajo y verso sexuado: cuerpos invisibles pero
no-trabajo es prácticamente inexisten- imprescindibles. Una aproximación a
te, y las dimensiones comunicacionales experiencias de mujeres de la Europa
son estratégicamente negadas y explo- del Este que realizan trabajos domésti-
tadas”. cos”, en A. Ma. Miñoz Muñoz et al., Cuer­
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