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NARCISO O LA ESTRATEGIA DEL VACÍO

Este texto trata el problema de que los seres humanos estamos vacíos, hace referencia al
individualismo postmoderno.

Cada generación se identifica con una gran figura mitológica o legendaria en función de los
problemas del momento. Hoy es Narciso, “el narcisismo se ha convertido en uno de los temas
centrales de la cultura americana”.
Aparece un nuevo estadio del individualismo: El narcisismo designa el surgimiento de un perfil
inédito del individuo en sus relaciones con el mismo y su cuerpo, con los demás, el mundo y el
tiempo, en el momento en el que el capitalismo autoritario cede paso al hedonista (búsqueda de
placer en todos los ámbitos de la vida). Se extiende un individualismo puro, desprovisto de los
valores sociales y morales que coexistían aun con el reino del homo economicus, de la familia, de
la revolución y del arte. Ahora lo que importa son los deseos cambiantes de los individuos.
La modernidad se identificaba con el espíritu de empresa, con la esperanza futurista. Ahora el
narcisismo inaugura la posmodernidad.

Narciso a medida

Sobreviene un abandono por lo social, ahora aparecen solo las preocupaciones puramente
personales, independientemente de la crisis económica. Hay despolitización y desindicalizacion en
los niveles más altos, la esperanza revolucionaria y la protesta estudiantil desaparecen, se agota la
contra-cultura. “la res publica esta desvitalizada”. (Lo filosófico, económico, político militar pierde
su curiosidad)
Únicamente la esfera privada parece salir victoriosa. Cuidar la salud personal, preservar la
situación material, esperar las vacaciones, vivir sin ideal eso es lo propio de la cultura actual. Hay
una hiperinversión en el espacio privado. Es un neo narcisismo que nace de la deserción de lo
político, muere el homopoliticus y nace el homo psicologicus.
Se vive solo en el presente, no en función de un pasado o un futuro. Pierde el sentido la
continuidad histórica. Lo que caracteriza a esta sociedad narcisista es una erosión del sentimiento
de pertenencia a una sucesión de generaciones enraizadas en el pasado y que se prolonga en el
futuro. Hoy vivimos para nosotros mismos, no importan más las tradiciones ni nuestra posteridad.
Se olvida el sentido histórico junto con los valores y las instituciones sociales.
La crisis económica, escasez de materias primas, angustia nuclear, desastres parecen haber sido el
porqué de las estrategias narcisistas de supervivencia, ya no se puede confiar en los líderes
políticos. El futuro se presenta amenazador e incierto, ahora se protege solo el presente. Además
pone al pasado en devaluación, para crear una sociedad sin anclajes ni opacidades. Emerge el
narcisismo colectivo: síntoma social de la crisis generalizada de las sociedades burguesas
incapaces de afrontar el futuro si no es en la desesperación.
El narcisismo contemporáneo se extiende en una gran ausencia de nihilismo trágico (Negación de
toda creencia o todo principio moral, religioso, político o social). Hay una apatía frívola. Solo los
ecologistas tienen conciencia de vivir en una época apocalíptica, las catástrofes se multiplican sin
que haya un sentimiento trágico del fin del mundo. Nos acostumbramos siempre a lo peor que
consumimos de los mass media.
El narcisismo ha abolido lo trágico y aparece como una forma inédita de apatía hecha de
sensibilización epidérmica al mundo a la vez que de profunda indiferencia hacia él (mass media se
suceden impidiendo cualquier emoción duradera).
El narcisismo surge de la deserción generalizada de los valores y finalidades sociales, provocada
por el proceso de despersonalización. Abandono de los grandes sistemas de sentido e
hiperinversión en el yo corren a la par. Todo concurre a la promoción de un individualismo puro, o
psi, liberado de los encuadres de masa y enfocado a la valoración generalizada del sujeto. Es el
materialismo exacerbado de las sociedades de la abundancia lo que ha hecho posible la eclosión
de una cultura centrada en la expansión subjetiva.
El narcisismo resulta del cruce de una lógica social individualista hedonista y de una lógica
terapéutica y psicológica.

El zombi y el psi
Simultáneamente a la revolución informática las sociedades posmodernas conocen una
“revolución interior”, un inmenso “movimiento de conciencia”, un entusiasmo sin precedentes por
el conocimiento y la realización personal, como lo demuestra el incremento de los organismos psi,
técnicas de expresión y de comunicación, meditaciones y gimnasias orientales. La sensibilidad
política de los años sesenta ha dado paso a una “sensibilidad terapéutica”.
En el momento en que el crecimiento económico se ahoga, el desarrollo psíquico toma el mando,
en el momento en que la información sustituye la producción, el consumo de conciencia se
convierte en la nueva bulimia: yoga, psicoanálisis, expresión corporal, zen, terapia primal,
dinámica de grupo, meditación trascendental; es en estas tareas en las que se enfoca el hombre,
siempre pensando en sí, en un intento por mantenerse vivo. A la inflación económica responde la
inflación psi y el formidable empuje narcisista que engendra.
Ahora las pasiones son canalizadas sobre el Yo, promovido al cargo de ombligo del mundo, la
terapia psi por más que esté teñida de corporeidad y filosofía oriental genera una figura inédita
del Narciso, identificado de una vez por todas como homo psicologicus.
El narciso obsesionado por sí mismo no sueña, no está afectado de narcosis, trabaja arduamente
por la liberación del Yo para conseguir su autonomía de independencia: renunciar al amor, solo
con él mismo debe bastarle, cree poseer todo lo que necesita.
En este dispositivo psi, el inconsciente y la represión ocupan una posición estratégica. Por el
desconocimiento radical que instituyen sobre la verdad del sujeto, son operadores cruciales del
neonarcisismo: ofrecer el cebo del deseo y la barrera de la represión es una provocación que
desencadena una irresistible tendencia a la reconquista de la verdad de yo. El narcisismo es una
respuesta al desafío del inconsciente: decidido a reencontrarse a sí mismo el Yo se empeña en un
trabajo interminable de liberación, observación e interpretación. El inconsciente es un agente
provocador cuyo efecto principal es un proceso de personalización sin fin. El inconsciente abre el
camino a un narcisismo sin límites, ya que este ya no encuentra obstáculos y puede realizarse en
toda su radicalidad. Ahora el narciso se encuentra en estado “puro”, en la búsqueda por su
realización personal, por su bienestar propio, se ha librado de los demás y hasta de sí mismo, pero
aunque se crea más vivo que nunca en realidad está vacío, muerto en vida.
La autoconciencia sustituye la conciencia de clase, la conciencia narcisista sustituye la conciencia
política, el narcisismo por su autoabsorción permite la erradicación de la esfera pública, y una
adaptación funcional al aislamiento social. Ya no importa lo social, no hay interés en el otro, se
instala el individualismo puro, todo recae sobre uno mismo. Para que este desierto social resulte
viable el Yo debe convertirse en la preocupación central: se destruye la relación con los otros, que
no tiene importancia ya que el individuo puede absorberse a sí mismo. De esta manera el
narcisismo realiza una extraña “humanización” ahondando en la fragmentación social: solución
económica a la “dispersión” generalizada, el narcisismo, en una circularidad perfecta, adapta el Yo
al mundo en el que nace. El amaestramiento social ya no se realiza por imposición disciplinaria ni
por sublimación, se efectúa por autoseducción. El narcisismo, nueva tecnología de control flexible
y autogestionado, socializa desocializando, pone a los individuos de acuerdo con un sistema social
pulverizado, mientras glorifica el reino de la expansión del Ego puro.
Cuanto más se invierte en el Yo como objeto de atención e interpretación, mayores son la
incertidumbre y la interrogación. El Yo se convierte en un espejo vacío a fuerza de
“informaciones”, que reclama más terapia y amnesia. Narciso ya no está inmovilizado en su
imagen fija, ya ni si quiera existe esa imagen, solamente una búsqueda interminable de Sí Mismo.
El neonarcisismo no se ha contentado con neutralizar el universo social al vaciar las instituciones
de sus inversiones emocionales, también es el Yo el que se ha vaciado de su identidad,
paradójicamente por la híper-inversión. Al igual que el espacio público se vacía emocionalmente
por exceso de informaciones, el Yo pierde sus referencias, su unidad, por exceso de atención, se
transforma en un conjunto impreciso. De esta manera se produce la desaparición de la realidad
rígida, es la desubstancialización lo que dirige la posmodernidad. Ya todo ha perdido su esencia.
Es a esta disolución del Yo, a lo que apunta el neonarcisismo: el esfuerzo ya no está de moda, todo
lo que supone obediencia o disciplina se ha desvalorizado en beneficio del deseo y de su
realización inmediata, como si se llevara hasta las últimas consecuencias la tendencia moderna a
favorecer la “debilidad de voluntad”.
El fin de la voluntad coincide con la era de la indiferencia pura, con la desaparición de los grandes
objetivos y las grandes iniciativas por las que la vida merece sacrificarse: “todo y ahora”, y ya no “a
través del esfuerzo, el triunfo”.
Lo social débil es la copia exacta del Yo indiferente, con la voluntad frágil, “nuevo zombi”
(atontado) atravesado de mensajes. La apatía representa, al contrario, una barrera contra los
sobresaltos de devoción histórica y los grandes objetivos. Obsesionado solo por sí mismo, en busca
de su realización personal y de su equilibrio, Narciso pone obstáculos a los discursos de
movilización de masas. Actualmente lo que más vale es la apatía narcisista, un Yo débil, el único
capaz de funcionar simultáneamente con una vivencia ordenada (sistemática) y acelerada.
El narcisismo apunta a la disolución de la personalidad rica en futuro, que se manifestó como una
última personalidad en masa, que corresponde a los sistemas de consumo y se encuentra
intermedia entre el individuo disciplinario-voluntario y el individuo narcisista. Esta personalidad de
los sistemas de consumo, con su necesidad de la aprobación del Otro, su conducta orientada por
el Otro, deja paso al narcisismo que reduce la dependencia que el Yo tiene hacia los otros.
El narcisismo representa esa liberación de la influencia del Otro, esa ruptura con el orden de la
sociedad de consumo. Disolución de la identidad del Yo y suspensión de la mirada del Otro, en
cualquier caso, el narcisismo funciona fundamentalmente como agente del proceso de
personalización.
La pasión narcisista genera un nuevo tipo de personalidad, una nueva conciencia, imprecisa e
inestable. Que el Yo se convierta en un espacio sin fijación ni referencia, adaptado a la fluidez de
nuestros sistemas, esa es la función del Narcisismo. Y, al mismo tiempo, al sacar del Yo las
resistencias y los estereotipos, el narcisismo hace posible la asimilación de los modelos de
comportamiento elaborados por todos aquellos que se dedican a evitar o corregir deformidades
de la salud física y mental.
Cuando la relación con uno mismo suplanta la relación con el otro, el fenómeno democrático deja
de ser problemático; por ello, la evolución del narcisismo significaría el abandono del reino de la
igualdad.
Simultáneamente con esa desaparición de la figura del Otro, reaparece una nueva división, la
separación psíquica. “Yo es Otro”, el nacimiento de una nueva alteridad, el fin de la familiaridad
del Uno con Uno mismo: la identidad del Yo duda cuando la unión entre individuos se ha
cumplido, cuando cualquier ser se convierte en un “semejante”.

El cuerpo reciclado
Al querer asimilar el narcisismo al psicologismo nos enfrentamos con la dificultad de los cuidados
que rodean hoy en día al cuerpo, utilizado ahora como objeto de culto. Se puede ver claramente
en muchas prácticas cotidianas: la angustia por la edad y las arrugas, por mantener el físico, la
obsesión por la salud y los rituales de control (chequeos), el superconsumo de productos
farmacéuticos, por la higiene y los mantenimientos en los spas, los cultos solares, etc.
A lo largo de los años los ideales de belleza cambian, la representación social del cuerpo que
tenemos hoy es lo que lleva a producir el narcisismo. El cuerpo ya no es una maquina como se lo
tomaba antes, ni algo desagradable, ahora no hay que avergonzarse del cuerpo sino que tiene que
ser exhibido, como se ve en las playas nudistas y espectáculos. El cuerpo ahora gana dignidad,
debe ser respetado, vigilado constantemente en función de su buen funcionamiento, hay que
luchar contra su obsolescencia combatiendo los signos de degradación por medio de las cirugías,
el deporte, las dietas.
En nuestra actualidad (neo narcisismo) el mayor miedo de la persona es el de envejecer y morir.
Hay un desinterés por las generaciones futuras que intensifica la angustia de la muerte, mientras
la necesidad permanente de ser valorado y admirado por la belleza, el encanto, la celebridad
hacen la perspectiva de la vejez intolerable.
El individuo encerrado en ese miedo, se enfrenta a su condición mortal sin ningún apoyo
trascendente (político moral o religioso). En los sistemas personalizados, no queda más remedio
que durar y mantenerse, aumentar la fiabilidad del cuerpo y ganar tiempo. Permanecer joven y no
envejecer, ese es el objetivo.
La dicotomía cuerpo y espíritu se ha esfumado, se borran las oposiciones. El cuerpo ya no está
relegado a un estatuto de positividad material en oposición a una conciencia cósmica y se
convierte en un objeto-sujeto. ¿Dónde comienza el cuerpo y donde acaba? Sus fronteras se
difuminan. El cuerpo psicológico ha substituido al cuerpo objetivo y la concienciación del cuerpo
por si mismo se ha convertido en una finalidad en si para el narcicismo: hacer existir el cuerpo por
sí mismo, reconquistar su interioridad. Si el cuerpo y la conciencia se intercambian, si el cuerpo
habla debemos escucharlo y amarlo, debe expresarse, comunicar. Estamos inmersos en una
“cultura de la personalidad” a condición de precisar que el propio cuerpo se convierte en sujeto, y
así debe liberarse, revolucionarse. El narcisismo tiene una misión de “normalización del cuerpo”, el
interés que tenemos por el cuerpo no es en absoluto espontaneo y libre, obedece a imperativos
sociales (la línea, la forma, el orgasmo). Uno debe ser joven, esbelto y moderno.
La tarea del narcisismo es liberar al cuerpo de los tabúes y sujeciones arcaicas (“sujetado al
pasado”) y hacerlo así permeable a las normas sociales.
Paralelamente a la desubstancialización del yo, hay desubstancialización del cuerpo, es decir
eliminación de la corporeidad salvaje o estática. El narcisismo por la atención hacia el cuerpo,
desmonta las resistencias tradicionales y hace al cuerpo disponible para cualquier
experimentación. El cuerpo se convierte en un espacio flotante, deslocalizado, en manos de la
movilidad social.
El narcisismo procede de una hiperinversión de los códigos y funciona como un tipo inédito de
control social sobre almas y cuerpos.

Un teatro discreto
El narcisismo no solo designa la pasión del conocimiento de uno mismo, sino incluso la necesidad
de la revelación intima tal como lo podemos observar en la actualidad en la enorme cantidad de
biografías y autobiografías incluso también en la psicologización del lenguaje político. Las
cuestiones impersonales solo parecen interesante cuando son enfocadas, erróneamente, bajo un
ángulo personalizado. Todo debe ser psicologizado: hay que implicarse, revelar las propias
motivaciones, demostrar en cualquier ocasión la propia personalidad y emociones, expresar el
sentimiento íntimo, sin estos actos la persona cae a la frialdad y el anonimato.
En una sociedad intimista la autenticidad y la sinceridad se vuelven virtudes fundamentales, y los
individuos, tan encerrados en sí mismos, son cada vez menos capases de desempeñar roles
sociales. El narcisismo debilita la capacidad de jugar con la vida social, hace imposible el
distanciamiento entre lo que se siente y lo que se expresa: la capacidad de ser expresivo se pierde,
por que intentamos identificar la apariencia a nuestro ser profundo y porque ligamos el problema
de la expresión al de su autenticidad. Al exigir constantemente una mayor inmediatez y
proximidad, abrumando al otro con el peso de las confidencias personales, ya no respetamos la
distancia necesaria para el respeto de la vida privada de los demás.
La sociabilidad tiene reglas, las únicas que pueden proteger a los individuos unos de otros; sin
embargo, donde reina la intimidad, la comunidad se destroza y las relaciones humanas de tornan
destructoras. La desaparición de los roles públicos y la necesidad del individuo de ser autentico
han generado una forma de incivismo que se manifiesta de dos formas: primero rechaza las
relaciones anónimas con desconocidos en la ciudad y se aferra a su ghetto íntimo, y segundo,
disminuye el sentimiento de pertenencia a un grupo y acentúan los fenómenos de exclusión.
El proceso de personalización no elimina los códigos, los “revive”, a la vez que realiza nuevas
reglas para producir una persona pacífica. Se puede decir lo que se quiere, pero sin llegar a los
acatos, esa liberación del discurso, aunque vaya acompañada de violencia verbal, conlleva a la
violencia física.
Hay búsqueda de autenticidad, de espontaneidad: Narciso no es un actor atrofiado, las facultades
expresivas y lúdicas no están ni más ni menos desarrollados hoy que ayer. Observen la cantidad de
“truquitos” que hay en la vida cotidiana, las trampas en el mundo del trabajo, el arte del disimulo.
En la modernidad, la discreción se presenta como la forma moderna de dignidad, el narciso se
define por el encierro en sí mismo no tanto por la expresión libre de sus emociones.
Cuando una sociedad valora el sentimiento subjetivo de los actos en vez del carácter objetivo de la
acción, comienza a desustanciabilizar las acciones y doctrinas. Cuanto más íntima es la gente, más
dolorosas se vuelven sus relaciones, criminal y asociales.

¿Apocalipsis now?
Se presenta un discurso apocalíptico que establece que cuanto más tolerante es la imagen que
tiene la sociedad de sí misma, el conflicto se generaliza. Así podemos observar el universo
económico, donde la rivalidad y el conflicto es algo que se ve constantemente, ya no importa el
progreso individual y social, sino que el éxito es lo más importante. El único objetivo que tiene la
riqueza es la admiración o lo contrario, la envidia
Nuestra sociedad es narcisista, donde se busca que seamos envidiados por los otros. Esta sociedad
se manifiesta como una “jungla burocrática” donde lo que prima es la manipulación y la
competencia.
Las relaciones públicas y privadas, comenzaron a hacer relaciones de dominio, con conflictos. La
vida privada también genera un estado de guerra, ya no podemos estar seguros en ella misma.
La burocracia, la multiplicación de las imágenes, las ideologías, educación, culto al consumo,
transformaciones en las familias generan al narcisismo. En este las relaciones humanas ya no hay
paz y buena comunicación sino que son cada vez más crueles y conflictivas. Se busca solamente el
interés propio sin preocuparnos por las generaciones futuras. Un ejemplo de la actualidad es el
problema con el agua. Es un recurso natural que es utilizado de forma incorrecta ya que hay abuso
de la sociedad y si no se toma conciencia sobre este problema, puede que en algunos años se
acabe.
También existe agresión en las relaciones con la mujer y el hombre. El feminismo aumenta el odio
sobre el hombre, al tener cada vez mas exigencias sobre él, y que el hombre no puede satisfacer
todo lo que la mujer exige (las mujeres se han liberado de las reglas pacificadoras de la cortesía)
La sociedad moderna, se ha vuelto violenta
Se genera una revolución en las relaciones interpersonales, donde solamente importa la persona
misma, el interés propio, actuar sin importar los criterios del Otro y esta rivalidad interhumana da
lugar a una relación pública donde el Otro es indiferente y está abandonado.
La ambición social permanece, pero en algunos sectores se intensifica más. Categorías sociales
siguen luchando para obtener mayor dinero y mayor prestigio como los ejecutivos de empresas,
políticos, dirigentes entre otros.

Pero en contra de esto hay también otros individuos que solo tienen la voluntad para integrase a
una convivencia. Estos se convierten en “Satélites psi” porque todos los problemas sociales por
más que no estén involucrados caen sobre ellos.
Por lo tanto podemos ver que la lucha por reconocerse y ser visto no desaparece y se manifiesta
sobre todo en las relaciones íntimas. El deseo de ser escuchado, respetado, amado, tranquilizado.
Por eso es que la agresividad en las personas se da más en las relaciones interpersonales, de
existencia a existencia que en las relaciones sociales.
Por un lado la escena pública e individual se pacifican por autoabsorción narcisista y la escena
privada se psicoanaliza y toma una dependencia del narcisismo donde cada uno obtiene lo que
desea.
El narcisismo se puntualiza en el progreso de las realidades individuales y sociales dentro de una
realidad subjetiva, sin la exclusión del otro.

24.000 watios
En la posmodernidad el individuo no sólo lucha contra los demás sino también con él mismo. La
sociedad en sí se ha vuelto más intolerable a la violencia social; por lo tanto, esa violencia que no
se expresa en el exterior se reduplica en el interior de cada uno.
En este caso hablamos de una violencia anárquica, desubstancializada, vacía, individual. La
violencia social se vuelca sobre uno mismo, repercute en la propia persona. Por tal motivo el autor
habla de una violencia con el Superyo: el hombre posmoderno lucha contra los demás y contra su
propio interior.
Esta lucha interior se agrava cada vez más a partir de las celebridades que se le presentan al
individuo constantemente como modelos ideales a seguir. Somos una sociedad de “fans” que
consumimos a las estrellas como personas perfectas, aspiramos ser como ellos, y si no lo
logramos, nos despreciamos.
La sociedad narcisista favorece la denigración y el desprecio de uno mismo. El narcisismo se nutre
antes del odio del Yo que de su propia admiración.
Luego de un período de tiempo estas celebridades van cayendo, pierden su esencia, dejan de
atrapar, entusiasmar a las masas ya que todo lo que tiene una altura muy importante en un
momento, desaparece.
La personalización, se forma a través del exceso de imágenes y celebridades, sumamente
relacionadas con la moda. La posmodernidad implica la aceleración y multiplicación de los
famosos, de esta forma nadie “fundarse” en una figura inhumana.
En la actualidad no es tan importante la realización, la transformación y los logros del otro como lo
son los propios.
El principio de realidad es sustituido por el principio de transparencia, aquel que transforma lo
real en un lugar de paso, de tránsito: la personalización es puesta en circulación. Todo nuestro
entorno (urbano y tecnológico) está dispuesto para acelerar la circulación de los individuos, la
velocidad. El ser humano de la actualidad busca cambiar de aire, moverse, de esta forma se refleja
la indiferencia característica de nuestra época.
Evitamos la realidad, cada uno de nosotros estamos inmersos en nuestro propio mundo. El autor,
metafóricamente, nos dice que debemos identificarnos con la música (con nosotros mismos) y
olvidar la exterioridad de lo real.
Surge una nueva indiferencia: hoy, Narciso, se protege, se libera, en su música y está protegido
por sus auriculares.

El vacío
Gran cantidad de personas que habitan el mundo actual están desesperados por poder sentir algo,
ya que están totalmente vacíos. Según los terapeutas, en los últimos 30 años la mayor parte
trastornos psíquicos los construyen los desórdenes de tipo narcisista. Estos trastornos (los
narcisistas) no son claros y definidos sino que se presentan como trastornos de carácter,
caracterizados por un malestar difuso que invade todo, por un sentimiento de vacío interior, por la
imposibilidad de sentir. Consideran que la vida no vale la pena, que es absurda; no tienen la
capacidad para sentir a los seres y las cosas. En esta instancia la desubstancialización llegó a su
punto final, explicitando la verdad del proceso narcisista: la estrategia del vacío. En la
posmodernidad los sujetos aspiran a un desapego emocional, generando vínculos interindividuales
poco profundos. Los individuos no se sienten vulnerables, buscan desarrollar su propia
independencia afectiva. Todas estas características conformarían el perfil de Narciso. Los
individuos neo narcisistas defienden las relaciones libres, condenan los celosos y la posesividad;
“enfrian” el sexo, le quitan toda tensión emocional para poder lograr un estado de indiferencia y
desapego. De esta manera se protegen tanto de decepciones amorosas como de sus propios
impulsos que son amenazantes para el equilibrio interior. Cada uno está encerrado en la
indiferencia, cuidándose de las pasiones propias y ajenas.
El reflujo de la moda sentimental ha sido destronado por el sexo, el placer, la autonomía. El
sentimentalismo ha sufrido el mismo destino que la muerte, ahora a la persona le resulta
incómodo expresar sus pasiones, su amor, llorar y manifestar sus impulsos emocionales. Resulta
incómodo, hay que hacer estas cosas con discreción. Es un efecto del proceso de personalización
que apunta a erradicar los sentimientos.
El pudor sentimental está regido por un principio de economía y sobriedad, constitutivo del
proceso de personalización. Lo que más nos caracteriza es la huida ante los signos de
sentimentalidad. El drama es más profundo que el desapego cool; los hombres y las mujeres
siguen aspirando a una intensidad emocional en las relaciones, hay mucha demanda afectiva, pero
mientras más esperan, más lejos están de ese milagro y es más breve. Cuantas más posibilidades
de encuentro hay, mas solas se sienten las personas. Las relaciones se vuelven más libres, es más
rara la posibilidad de encontrar una relación intensa. En todas partes hay vacio, hay dificultad de
sentir. Desolación de Narciso, se encuentra demasiado absorbido en sí mismo para que pueda
afectarle un otro, para poder salir de si mismo, aunque mal programado ya que todavía desea una
relación afectiva.

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