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EVOLUCIÓN

110 consejos de civilidad, cortesía y elegancia (un obsequio de George

Washington)

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A continuación, las 110 reglas (la última es


una maravilla):
1. Cada acción realizada en compañía debe estar hecha con alguna
señal de respeto a los que están presentes.
2. Cuando estés acompañado, no pongas las manos en alguna parte
del cuerpo en donde por lo general no sea común.
3. No le muestres nada a tu amigo que pueda asustarlo.
4. En presencia de otros, no te cantes a ti mismo con un tarareo, ni
tamborilees con los dedos o los pies.
5. Si toses, estornudas, suspiras o bostezas, hazlo en privado; y no
hables mientras bostezas, utiliza el pañuelo o la mano y gira tu
rostro de lado.
6. No duermas cuando otros hablan, no te sientes cuando los demás
están parados, no hables en momentos donde debes mantener la
serenidad, no camines si los demás se detienen.
7. No te quites la ropa en presencia de otros, ni salgas de tu
recámara a medio vestir.
8. En el juego y la vestimenta, utiliza buenos modales y procura no
hablar más alto de lo normal para no afectar a otros.
9. No escupas en el fuego, ni te agaches para tocarlo; no pongas las
manos en el fuego para calentarte, ni coloques tus pies sobre el
fuego, sobre todo si habrá carne antes de eso.
10. Cuando te sientes, mantén los pies firmes sin poner uno sobre
otro o cruzándolos.
11. No te cambies frente a otros, ni te muerdas las uñas.
12. No agites la cabeza, los pies o las piernas; no ruedes los ojos; no
levantes una ceja más alta que la otra de manera irónica, y no le
escupas a la cara a nadie con tu saliva por acercarte demasiado al
hablar.
13. No mates bichos, pulgas, piojos, garrapatas u otros insectos
frente a los demás; si ves cualquier suciedad o saliva espesa en el
suelo, pon el pie con destreza sobre ella.
14. No le des la espalda a los demás, sobre todo al hablar; no corras
a la mesa o hacia el escritorio en el que otro lee o escribe; no te
apoyes en nadie.
15. Mantén tus uñas limpias y cortas, también las manos y los
dientes limpios, pero sin mostrar gran preocupación por ellos.
16. No infles las mejillas, no saques la lengua con las manos o en la
barba, no empujes hacia fuera los labios o los muerdas, no
mantengas los labios demasiado abiertos o demasiado cerrados.
17. No seas adulador, ni juegues con cualquiera con quien no haya
agrado mutuo.
18. No leas ninguna carta, libros o papeles cuando estés
acompañado, pero cuando haya necesidad de hacerlo, pide permiso
para salir. No te acerques a los libros o escritos de alguien sólo por
curiosidad de leerlos y tampoco opines si no te lo han pedido.
Además, no lleves la mirada a lo que otro está escribiendo.
19. Deja que tu rostro sea agradable, pero en asuntos serios, que sea
solemne.
20. Los gestos del cuerpo deben ser adecuados para el discurso que
emites.
21. No reclames a nadie las flaquezas de la naturaleza, ni deleites a
los que las tienen en cuenta.
22. No te muestres contento o contenta ante la desgracia del otro,
aunque sea tu enemigo.
23. Cuando veas que un delito es castigado, es posible que
interiormente te sientas complacido; pero siempre muestra piedad
ante el infractor en sufrimiento.
24. No te rías mucho o muy alto ante cualquier espectáculo público.
25. Los elogios superfluos y toda afectación de ceremonias se deben
evitar; sin embargo, donde sea debido, no deben ser descuidados.
26. Al quitarte el sombrero ante personas distinguidas, como nobles,
jueces, eclesiásticos, etc., haz una reverencia, inclinándote más o
menos de acuerdo a la costumbre de la mejor calidad de las
personas. Entre tus iguales no esperes siempre que deben empezar
por ti, y quitarse el sombrero cuando no hay necesidad puede
afectar. Al saludar con el cuerpo y saludar con palabras, mantén la
costumbre más usual.
27. A aquel que tiene demasiada prisa por ponerse su sombrero, no
le va bien; sin embargo, debe ponérselo la primera vez, o como
mucho la segunda vez que se le ha pedido. Las ceremonias sin
límites son problemáticas; por eso en la conducta se debe saludar,
tomar el lugar y sentarse.
28. Si alguien viene a hablar contigo mientras estás sentado, ponte
de pie, a pesar de que sea tu inferior, y cuando ofrezcas asientos,
que sea para todo el mundo de acuerdo a su grado.
29. Cuando te encuentras con alguien de mayor grado que tú, párate
y retírate, sobre todo si estás en una puerta o cualquier lugar recto,
para abrirle paso.
30. Al caminar, el lugar jerárquico más alto en la mayoría de los
países parece estar del lado derecho; por lo tanto, colócate a la
izquierda de aquel a quien deseas honrar. Pero si tres caminan
juntos, el lugar de en medio es el más honorable; la pared es dada al
más digno si andan dos juntos.
31. Si alguien que supera con creces a otros, ya sea en edad, estado
o mérito, llega a ofrecer su lugar a uno de más bajo rango que él en
su propio alojamiento o en otro lugar, no se le debe rechazar. Por
otra parte, no se debe utilizar mucho fervor para ofrecerlo una o dos
veces.
32. A quien sea tu igual, o no muy inferior, debes ofrecerle el
principal lugar en tu alojamiento, y aquel a quien se le ofrece debe
rechazarlo primero y luego, en segundo lugar, aceptar, aunque no
sin reconocer su propia indignidad.
33. Las personas dignas tienen en todos los lugares precedencia,
pero mientras son jóvenes, deben respetar los que son sus iguales en
el nacimiento u otras cualidades, a pesar de que no tengan ningún
cargo público.
34. Es de buena educación preferir a los que les hablamos antes que
a nosotros mismos, sobre todo si están por encima de nosotros, y de
ninguna manera deberíamos comenzar a hablar con ellos.
35. Deja que tu conversación con los hombres de negocios sea corta
y completa.
36. Los artífices y personas de bajo grado no deben hacer muchas
ceremonias a las personas de alto grado, más que respetarlos y
honrarlos, y los de alto grado deben tratarlos con amabilidad y
cortesía, sin arrogancia.
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37. Al hablar con personas de calidad no te inclines ni los mires
directamente a la cara, ni te acerques demasiado de su lado derecho.
Mantén un espacio respecto de ellos.
38. Al visitar a los enfermos, no juegues al médico si no sabes lo
que tienen.
39. Al escribir o hablar, dale a cada persona lo que le corresponde
de acuerdo a su título de grado y la costumbre del lugar.
40. No luches con tu superior en una discusión, pero siempre
presenta tu juicio a los demás con modestia.
41. No enseñes a tu igual el arte de su profesión; eso indica
arrogancia.
42. Deja que tus ceremonias de cortesía sean las adecuadas a la
dignidad de la persona con quien conversas, porque es absurdo
actuar de la misma manera con un payaso que con un príncipe.
43. No expreses alegría frente a alguien que está enfermo de dolor,
ya que esa pasión va a agravar su miseria.
44. Cuando un hombre hace todo lo posible, y el éxito no ocurre, no
lo culpes a él.
45. Antes de aconsejar o reprender a cualquiera, considera si
debería ser en público o en privado, y en ese momento o en algún
otro, en qué condiciones debes hacerlo, y no con el afán de
reprobarle sino con toda dulzura y suavidad.
46. Agradece todas las advertencias, en cualquier momento o lugar
en que ocurran, pero después de no ser culpable, toma un tiempo y
lugar conveniente para hacerle saber al otro lo que te dio.
47. No bromees ni te burles de cualquier cosa de importancia. No
hagas bromas que sean agudas, penetrantes, y si comentas algo
ingenioso y agradable, abstente de reírte de ello tú mismo.
48. En lo que repruebes a otro sé irreprochable, pues el ejemplo es
más importante que los preceptos.
49. No utilices un lenguaje de reproche contra nadie, ni maldigas, ni
injuries.
50. No te apresures a creer los informes que vuelan, sobre la
denigración de cualquiera.
51. No utilices ropa rota o polvorienta, cepilla una vez al día tu ropa
y cuida que no quede expuesta a cualquier inmundicia.
52. En tu ropa muestra modestia y esfuérzate para dar cabida a la
naturaleza, en lugar de procurar la admiración; mantente a la moda
de tus iguales, como son civiles, con respecto al tiempo y los
lugares.
53. No corras en las calles, ni vayas demasiado lento, ni con la boca
abierta; no vayas agitando los brazos, ni los dedos, ni patees la tierra
con tus pies, ni en un espectáculo de danza.
54. No juegues al pavo real, mirándote en todas partes para ver si
estás bien presentado, si tus zapatos encajan bien, si tus medias se
sientan perfectamente o tu ropa es la adecuada.
55. No comas en la calle, ni en la casa, comida fuera de temporada.
56. Asóciate con las personas de buena calidad si estimas tu propia
reputación; mejor estar solo que mal acompañado.
57. Caminando arriba y abajo en una casa, cuando estés
acompañado, si el acompañante tiene más grado que tú, primero
cédele la derecha y no te detengas hasta que él lo haga y no seas el
primero en girar, y cuando gires que sea con tu rostro hacia el
acompañante; si es una persona de gran calidad no camines a su
lado, sino un poco atrás de él, de tal manera que le sea fácil dirigirse
a ti.
58. Evita que tu conversación tenga malicia o envidia, pues esto es
un signo de carácter dócil y encomiable, y en todas las causas de
pasión, permite a la razón gobernar.
59. Nunca expreses nada indecoroso, ni actúes en contra de las
reglas morales ante tus inferiores.
60. No seas modesto para instar a tus amigos a descubrir un secreto.
61. Procura no hablar cosas frívolas entre intelectuales, tampoco
toques temas complejos o hagas preguntas difíciles entre los
ignorantes, o que sean difíciles de creer; no llenes tu discurso de
oraciones entre tus superiores o iguales.
62. No hables de cosas dolientes en un momento de alegría o en la
mesa; no hables de las cosas tristes como la muerte y heridas, y si
otros las mencionan, cambia, si es posible, el discurso. No cuentes
tus sueños más que a tu amigo íntimo.
63. Un hombre no debe valorarse a sí mismo por sus logros o
cualidades raras de ingenio; mucho menos por su riqueza, virtud o
cosas afines.
64. No hagas una broma donde no hay el placer de la alegría; ríe, no
en voz alta, ni en absoluto sin motivo; no te burles de la desgracia
de nadie, aunque parezca que hay alguna causa.
65. No hables palabras perjudiciales, ni en broma ni serio; no te
burles de nadie, aunque se dé la ocasión.
66. No seas perverso sino amable y cortés, sé el primero en saludar,
escuchar y responder; y no seas pensativo cuando es un tiempo para
conversar.
67. No entres en detrimento ante los demás, ni seas excesivo al
mando.
68. No vayas donde no sabes si serás bienvenido o no; no des
consejos sin que te lo hayan pedido, y cuando lo desees, hazlo
brevemente.
69. Si hay dos que están de acuerdo no tomes parte, y no seas
obstinado en tu propia opinión. En cosas indiferentes, mantente del
lado de la mayoría.
70. No reprendas las imperfecciones de los demás porque eso le
pertenece a los padres, los maestros y superiores.
71. No mires las marcas o imperfecciones de los demás y no
preguntes cómo aparecieron. Lo que puedes hablar en secreto con tu
amigo, no se lo digas a otros.
72. No hables en una lengua desconocida cuando estés acompañado,
sino en tu propio idioma, como los hombres de calidad lo hacen y
no como los vulgares. Los asuntos sublimes se tratan en serio.
73. Piensa antes de hablar, pronuncia perfectamente; no pronuncies
tus palabras con demasiada precipitación, sino ordenada y
claramente.
74. Cuando alguien habla, pon atención y no molestes a la
audiencia. Si alguno duda en sus palabras, ayúdalo sólo si pide
ayuda. No lo interrumpas ni respondas hasta que su discurso haya
terminado.
75. En medio del discurso no interrumpas para preguntar de qué se
trata, pero si percibes cualquier pausa a causa de tu acercamiento, es
correcto pedirle al otro suavemente que proceda. Si una persona de
calidad se acerca mientras estás conversando, es cortés repetir lo
que se dijo antes.
76. Mientras hablas, no señales con el dedo a aquel con quien
hablas, ni te le acerques demasiado, especialmente a su cara.
77. Trata los negocios con los hombres en los tiempos precisos para
ello, y no susurres en compañía de otros.
78. No hagas comparaciones, y si alguno de los acompañantes es
elogiado por algún acto valiente o virtuoso, no felicites a otro por lo
mismo.
79. No cuentes noticias si no sabes si son verdad. En cuanto a
discutir sobre las cosas que has oído, mantén en secreto a tu autor.
Siempre es un secreto que no se debe descubrir.
80. No seas aburrido en el discurso o en la lectura, a menos que
encuentres a tu acompañante complacido con ello.
81. No seas curioso por conocer los asuntos de los demás, ni te
acerques a los que hablan en privado.
82. No prometas lo que no puedes realizar, y ten cuidado en
mantener tu promesa.

83. Al hacer una pregunta hazlo sin pasión y con discreción, y haz
que la persona lo note.

84. Cuando tus superiores hablen, no escuches lo que dicen, ni


hables, ni rías.

85. En compañía de los de mayor rango que tú, no hables hasta que
se te pregunte; a continuación ponte de pie, retírate el sombrero y
responde en pocas palabras.

86. En las controversias, no estés deseoso de tener la razón hasta el


punto de no dar libertad a cada uno para expresar su opinión y
sométete al juicio de la mayoría, sobre todo si son jueces de la
disputa.

87. Deja que tu semblante sea tal que te convierta en una tumba,
asentada y atenta a lo que se habla. No contradigas en cada
oportunidad lo que otros dicen.

88. No seas aburrido en el discurso; que no tenga muchas


digresiones, ni repitas a menudo el mismo tipo de discurso.
89. No hables mal de los ausentes, porque es injusto.

90. Al estar frente a un plato de carne no te rasques, ni escupas,


tosas o te suenes la nariz, excepto que haya una necesidad para ello.

91. No demuestres un gran placer frente a tus vituallas. No te


alimentes con avidez. Come tu pan con un cuchillo. No te inclines
sobre la mesa, ni busques alguna falla en lo que comes.

92. No utilices la sal o cortes el pan con el cuchillo grasiento.

93. Es decente entretener a cualquiera en la mesa para presentarle la


carne. Sin embargo, no ayudes a aquellos que sean indeseados por
el maestro.

94. Si sumerges el pan en la salsa, cuida que no sea más de lo que


pones en tu boca cada vez, y no soples el caldo en la mesa, sino
espera hasta que se enfríe por sí mismo.
95. No lleves la carne a la boca con el cuchillo en la mano, ni
escupas las semillas de cualquier pastel de frutas en un plato, ni tires
nada debajo de la mesa.

96. Mantén tus dedos limpios, y cuando haga falta, límpialos en una
esquina de la servilleta.

97. No pongas otro bocado en la boca hasta que el previo haya sido
tragado. No dejes que tus bocados sean demasiado grandes para la
papada.

98. No bebas ni hables con la boca llena, ni mires a tu alrededor


mientras estás bebiendo.

99. No bebas demasiado lento, ni con demasiada precipitación.


Antes y después de beber, limpia tus labios. No respires ni en ese
momento ni después con demasiado ruido, porque es incivilizado.

100. No limpies tus dientes con el mantel, la servilleta, el tenedor o


el cuchillo, pero si otros lo hacen, utiliza un escarbadientes.

101. Enjuaga tu boca, pero no en presencia de los demás.

102. Está fuera de uso llamar a los acompañantes a comer seguido.


Tampoco necesitas que los demás beban cada vez que bebes.

103. En compañía de tus superiores, no tardes más que ellos en


comer. No extiendas tu brazo, sino sólo tu mano sobre la mesa.

104. Corresponde al de mayor rango desplegar la servilleta y comer


la carne en primer lugar. Pero él debería entonces comenzar a
tiempo y despachar a los demás con destreza para que incluso el
más lento tenga suficiente tiempo. 

105. No te enojes en la mesa a pesar de lo que pase y si tienes una


razón para estarlo, muéstralo pero de una manera amable,
especialmente si hay extraños, ya que el buen humor puede
convertir un platillo en un festín de carne.

106. No te coloques en la parte superior de la mesa, sólo que sea tu


casa, o que el dueño de la casa lo quiera así. No luches por el lugar,
para que no molestes a los acompañantes.

107. Si otros hablan en la mesa sé atento, pero no hables cuando


tengas carne en la boca.

108. Cuando hables de Dios o sus atributos, hazlo serio y con


reverencia. Honra y obedece a tus padres naturales, aunque sean
pobres.

109. Deja que tus recreaciones sean productivas, no pecaminosas.

110. Trabaja para mantener viva en tu pecho esa pequeña chispa de


fuego celestial llamada conciencia.

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