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La construcción de identidades narrativas como concatenación de las

generaciones y las formas propias de la identidad regional.

Escrito por: Cristian Camilo López Baracaldo

Para comprender una idea, es indispensable reconocerla y contemplarla desde su


origen; las ideas no pertenecen ineludiblemente al demiurgo, a lo abstracto,
transitan constantemente, evolucionan con nosotros, pues el pensamiento, más
allá de la concepción racionalista pura, es un quehacer vital, que no puede ser
desligado de lo biográfico ni de lo histórico y circunstancial. Pensamos
esencialmente para vivir, para mejorar nuestras condiciones íntimas y
comunitarias; vivir es pensar y el pensamiento es una de las labores más bellas y
plenas de la existencia. Así bien, intentaré expresar en qué consiste mi proyecto
presentando su evolución en mi vida.

En el 2017, me llamaron para trabajar como profesor provisional en el


corregimiento del Bosque en el municipio de Murillo-Tolima, ese lugar siempre me
impresionó, El Bosque es una burbuja atemporal en medio de la montaña, a 3000
m.s.n.m, con la vigilancia constante del Ruíz, las nubes se confunden con su
fumarola, una región de la fantasía detenida (¿irremediablemente?) en el tiempo,
sobretodo me sorprendió el hecho de no haberlo conocido antes, siendo mi familia
del Líbano, habiendo estado tantas veces en Murillo en mi infancia. Luego entendí
que llegar allí era realmente difícil, las vías de acceso son las trochas más
olvidadas que he transitado, desde Santa Isabel o desde Murillo, están en pésimas
condiciones, pocas personas conocen este lugar por turismo y no por necesidad u
obligación, no obstante, el lugar es bellísimo, tan bello que asusta, puesto que es
verdaderamente inevitable golpearse contra la pared de su sombra histórica, aún
sin conocerla. Recuerdo que lo que más me agobió la primera noche fue el
silencio, como si el silencio y la reserva del pueblo, que manaba del paisaje
mismo, se le fuera impregnando a uno, nunca había percibido un silencio tal, no
podía dejar de escuchar el flujo de mi sangre, el pálpito, mis pensamientos,
encontrarme entonces con esa realidad tan atípica, misteriosa, generó de cierta
manera, con gran urgencia, una introspección ineludible, mi hijo había nacido
hace un año apenas, por lo cual experimenté también una soledad inacabable,
espesa, cósmica, sentí como decía Cioran, no solo mi soledad personal, sino
además, la soledad misma del planeta, mi cabeza era puro ruido y tuve que
aprender de nuevo a ser mi compañía.

Pensaba también, en lo que habían dicho algunos familiares antes de decidir


aceptar el empleo: que era muy peligroso, muy lejos, mi tía que era enfermera, le
decía a mi padre que al hospital donde trabajaba, veía siempre llegar gente herida
desde esa zona, me hablaron de Sangre Negra y la chusma… en fin, que tal cual
como lo plantea Heidegger, hube de enfrentarme a los prejuicios, desde el
momento mismo de decidir que esa sería mi circunstancia al menos por unos
años; pero la perplejidad es finalmente el estado permanente de la humanidad y
por tanto, el más fructífero. Entendí que debía habérmelas con la realidad, salir del
círculo vicioso de las preconcepciones, entrar en la nueva vida desde la nada,
saber entrar al círculo de la comprensión, debía conocer la región, su historia y
cultura, al tiempo que me conocía a mí mismo, no solo como profesor, sino como
habitante de esa geografía cultural, de las imágenes que fundan su idiosincrasia,
sus dinámicas sociales.

En la escuela se ven reflejadas las formas fundamentales que determinan los


modos de ser de las comunidades, no solo sus vicios y sus traumas históricos,
sino también sus saberes y costumbres más auténticas; así nació mi intención de,
en un primer momento, reconocer, conservar y poner en discusión estos
contenidos propios de la comunidad: agüeros, dichos, celebraciones, recetas de
cocina, remedios caseros; compilábamos la información y realizábamos
publicaciones artesanales. Luego, experimentamos poner esos conocimientos
adquiridos en el ámbito de la literatura, de la escritura creativa; los contenidos
regionales, se convirtieron en pretextos o en estímulos de la creatividad.

El gran valor de la literatura, del arte en general, radica en el hecho complejísimo


hasta que se logra, de situarnos frente al misterio de la condición humana, es muy
bello ese encuentro consigo mismo, a partir del conocimiento del territorio que uno
habita, siempre que pienso en esto, recuerdo a Rulfo, quien, de tan íntimo, tan
regional, trasciende hacia la mirada de lo esencial, de lo universal. Uno no puede
escribir y leer sino desde sí mismo y la gran dificultad con la que yo me
encontraba a la hora de intentar movilizar ejercicios de escritura en la escuela, era
el hecho de que los estudiantes no podían concebir su vida como algo interesante,
como materia de lo estético, es muy difícil no interpretarse desde el aburrimiento,
la monotonía y el hastío, cuando el mundo le ha dado la espalda a su realidad, al
campo, al campesino, me parecía increíble que jóvenes que vivían en el páramo,
que conocían tan bien esas montañas inhóspitas, que veían crecer su trabajo de la
tierra, concibieran su vida como algo tan insignificante, su vida era algo que no
merecía la pena ser contado. Fue así que me interesé por documentar las
historias de vida de los estudiantes y sus familiares, para hacerlos cuento o
poema, para que pudieran ver, experimentar cómo sus historias mutaban,
evolucionaban, hasta que, según decían, “sonaran tan parecido a los cuentos que
le gustan al profesor”. Había que mostrarles cómo se ven las cosas desde el otro
mundo, desde el sopor que ocasiona lo numinoso.

“Todos los días cruzamos la misma calle o el mismo jardín; todas las tardes
nuestros ojos tropiezan con el mismo muro rojizo, hecho de ladrillo y tiempo
urbano. De pronto, un día cualquiera, la calle da a otro mundo, el jardín acaba de
nacer, el muro fatigado se cubre de signos. Nunca los habíamos visto y ahora nos
asombra que sean así: tanto y tan abrumadoramente reales. Su misma compacta
realidad nos hace dudar: ¿son así las cosas o son de otro modo? No, esto que
vemos por primera vez ya lo habíamos visto antes. En algún lugar, en el que
acaso nunca hemos estado, ya estaban el muro, la calle, el jardín. Y a la extrañeza
sucede la añoranza. Nos parece recordar y quisiéramos volver allá, a ese lugar en
donde las cosas son siempre así, bañadas por una luz antiquísima y, al mismo
tiempo, acabada de nacer. Nosotros también somos de allá. Un soplo nos golpea
la frente. Estamos encantados, suspensos en medio de la tarde inmóvil.
Adivinamos que somos de otro mundo” (Paz, 1967, pág. 49)

Por su puesto, ese encuentro en el otro mundo con la realidad vivida, es también
un encuentro con nosotros mismos . Me parece bellísima, en este orden de ideas,
la interpretación que tienen Paul Ricoeur y Ortega y Gasset sobre la persona y la
vida, para ellos el ser humano no es una cosa, no tiene un ser determinado de una
vez y para siempre; es libre porque tiene la obligación de hacerse a sí mismo, es
historia, novelista íntimo, a partir de sus decisiones determina sus caminos y la
forma de transitarlos. Me parece tan hermoso, porque emparenta la condición
humana con la condición misma del arte y de la literatura. Mi intención era jugar
con esta visión de la persona-personaje, al tiempo que generaba un diálogo con la
región, su cultura e historia.

Creamos un archivo sonoro con las historias de vida de la comunidad, los


estudiantes entrevistaban a las generaciones pasadas, en la medida de lo posible,
a sus ancestros, padres o abuelos; no limitábamos el tema sobre el cual debía
tratar la historia, solo que fuera una historia personal, luego las escuchábamos en
clase, me sorprendió lo interesados que estaban, nunca los había visto mantener
una conversación tan fluida en clase, no era necesario “sacarles las palabras”, que
sería lo habitual. Todos en cierta medida tenemos una fascinación, a veces sana,
otras veces no tanto, por reconocer lo que nos es, en apariencia, ya conocido,
cercano, de visitar lo mismo, tal vez porque siempre queda al distanciarnos, la
posibilidad de su desvanecimiento. Es desde lo familiar llevado a lo trascendente
que encontramos el gusto por el arte. De ahí que fuese necesario ir más allá de la
mera conservación y crítica de las historias de vida de la comunidad, habíamos de
darle un tratamiento estético a ese fundamento vital que nos entregaban de
manera tan humilde los ancestros del territorio.
La búsqueda de lo estético a partir de lo vital, de lo vivido, es por supuesto,
también, una búsqueda de la verdad, de la verdad íntima, de la identidad y de la
verdad del mundo, de su realidad. Por supuesto, en esta vía, leer es
indispensable, toda obra, toda cosa, toda realidad, como reflejo intimo se convierte
en una puerta hacia el desvelamiento del mundo y de nosotros mismos, pero es
sobre todo en la escritura, en la creación, en la cual se encuentra la persona,
desde su poder creativo, con los elementos fundamentales, con los arquetipos,
con las imágenes poéticas que menciona Bachelard en La poética del espacio,
que son por decirlo de algún modo, el horizonte del sentido.

“La experiencia poética es una revelación de nuestra condición original. Y esa


revelación se resuelve siempre en una creación: la de nosotros mismos. La
revelación no descubre algo externo, que estaba ahí, ajeno, sino que el acto de
descubrir entraña la creación de lo que va a ser descubierto: nuestro propio ser. Y
en este sentido sí puede decirse, sin temor a incurrir en contradicción, que el poeta
crea al ser. Porque el ser no es algo dado, sobre lo cual se apoya nuestro existir,
sino algo que se hace”. (Paz, 1967, pág. 57)

Fue entonces que llegó con gran fuerza al proyecto, el concepto de identidad
narrativa, como configuración del yo, como acción ontológica e histórica.
Encontrarse en la otredad, llegar al encuentro de sí mismo y del otro, y de lo otro,
es en esencia, crearlo, la identidad narrativa, al igual que la identidad regional e
histórica es poiesis. Así pues, iniciamos ejercicios de escritura autobiográfica,
como puntos de partida para la configuración del yo, de la creación de la identidad
propia. Para estos ejercicios fueron, y serán, esenciales dos conceptos, a saber:
Imagen poética de Bachelard (y en esto, el abordaje topológico de los mismos) y
el concepto de razón poética de María Zambrano.

La intención con el concepto de imagen poética y de topología, es hacer que el


estudiante logre, o se aventure hacia, mejor, no solo al rastreo de su mismidad
como diría Julián Marías, sino a su expresión a partir de las imágenes esenciales y
los espacios importantes de su vida, entendiendo que en la escritura literaria, es
mejor, no limitar la acción del lector en la búsqueda del sentido, es decir, si
quieren expresar un sentimiento: amor, nostalgia y demás, no es indispensable
mencionarlo, sino dejarlo “velado” a través de imágenes poéticas. Ejemplo: un
estudiante quería expresar un profundo sentimiento de soledad en su infancia, en
lugar de decirlo literalmente, escribe: “solía pasar las tardes solo en un rincón de
mi habitación”, con esto también concebíamos el simbolismo de los espacios de la
casa.

De acuerdo al concepto de razón poética de María Zambrano, hacíamos ejercicios


de contemplación de lo pasajero, del instante, a través del recuerdo o de la
contemplación in situ: la caída de una hoja, las formas de las nubes, los cambios
atmosféricos, los gestos de las personas… buscando con esto estimular, la
descripción poética de los espacios en dónde acontecen sus vidas particulares
con el fin de darle a sus creaciones la consistencia de una realidad habitable,
queríamos con esto, que sus textos biográficos se convirtieran en experiencias.

Finalmente, volvimos al archivo sonoro, cada estudiante se ponía frente a las


historias de sus ancestros con la intención de instalar su identidad narrativa en
ellas, tratarlas desde la perspectiva del lenguaje literario, por supuesto, con el
deseo de conservar la esencia no solo de las historias, sino del lenguaje, de las
expresiones propias de la región, buscábamos encontrar un equilibrio entre la
modificación dentro del aula y los modos propios de las gentes de la región, por
eso, siempre se hizo énfasis en las expresiones más autóctonas, que aunque para
ellos eran cosa común, desde mi perspectiva guardan un gran valor estético. El
estudiante entonces, acompañaba a su ancestro como igual, en su tiempo. Los
espacios donde acontecieron las historias pasadas, eran los mismos espacios que
ellos habitaban, con lo cual podían ser más específicos, más profundos a la hora
de describirlos, se hacían espontáneamente más vívidos. Las emociones e ideas
de los padres y abuelos, se mezclaban con las emociones e ideas de los jóvenes,
convirtiéndose en metáfora más allá del tiempo, en imagen esencial, en arquetipo.
En lo actual, este proyecto se ejecutará con los estudiantes de la Institución
educativa Antonio Nariño, más específicamente en la sede ubicada en la vereda
San Miguel del corregimiento de Gaitania – Planadas. Ésta es una zona de
posconflicto, tuvo una incidencia importante no solo en la guerra subversiva sino
también con la guerra bipartidista. Cuando Walter Benjamin habla de la
experiencia, se sitúa en la crisis de principios del siglo XX, generada por la
vivencia colectiva de la gran guerra, reconocía cómo las personas parecían haber
sido silenciadas, vaciadas de historias, ante lo cual él plantea la necesidad de la
pobreza, de aceptar ese silencio como la posibilidad de hacerse a sí mismo, de
narrar su historia personal y la historia del, por así decirlo, nuevo mundo, de cierta
manera era necesario deshacerse del pasado para encontrar la voz propia; no
obstante, en Gaitania, que por cierto nació como un centro penitenciario, en sus
gentes, prevalece un entusiasmo curioso por el hecho de contar, tal vez esto
tenga que ver con los dos acuerdos de paz exitosos desarrollados en esta región y
la importancia que ha tenido el esclarecimiento de la verdad en las dinámicas
actuales. Por eso me parece tan importante ofrecer a los estudiantes y a la
comunidad en general, herramientas para tratar con lo acontecido y con lo
narrado, herramientas finalmente para narrarse, para narrar su región, para
construir desde la identidad y hacia la autenticidad.

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