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Índice

Presentación ........................................................................................................................................1
Bienvenida. Objetivos. Fundamentación .......................................................................................1
Biografía de Micaela García ...........................................................................................................2
Guía de cursado .............................................................................................................................3
Fuentes bibliográficas ....................................................................................................................5

Eje 1.........................................................................................................................................................6
Introducción. Objetivo. Contenidos ...............................................................................................6
Extracto video clase Dra. Faur........................................................................................................7
Extracto video clase Dra. Maffía ....................................................................................................8
Extracto video Dra. Barrancos..................................................................................................... 10
Reflexión sobre estereotipos ...................................................................................................... 13
Guía de recomendaciones para un lenguaje incluyente ............................................................. 16

Eje 2...................................................................................................................................................... 19
Introducción. Objetivo. Contenidos ............................................................................................ 19
Extracto video clase Dr. Saba ...................................................................................................... 20
Extracto video clase Dra. Gherardi – Cupo femenino ................................................................. 25
Extracto video clase Dra. Gherardi – Estudio “Sexo y poder” de ELA ......................................... 25
Extracto video clase Dra. Tojo ..................................................................................................... 26
Material de lectura...................................................................................................................... 27
Constitución Nacional (arts. 16 y 75) ................................................................................ 27
CEDAW (art. 4) .................................................................................................................. 27
Igualdad sin discriminación - Joan Williams ..................................................................... 28
Material audiovisual sugerido ..................................................................................................... 46
Jurisprudencia ............................................................................................................................. 46

Eje 3...................................................................................................................................................... 49
Introducción. Objetivo. Contenidos ............................................................................................ 49
Extracto video clase Dra. Tojo ..................................................................................................... 49
Extracto video clase Dra. Pautassi............................................................................................... 53
Instrumentos normativos vinculados a los derechos humanos de las mujeres ......................... 54
Jerarquía Constitucional .............................................................................................. 54
Sistema de Naciones Unidas ........................................................................................ 57
Sistema Interamericano............................................................................................... 68
Legislación Nacional..................................................................................................... 72
Recursos de interés ..................................................................................................................... 75
Material de lectura sugerido ....................................................................................................... 75
Material complementario ........................................................................................................... 75

Eje 4...................................................................................................................................................... 76
Introducción. Objetivo. Contenidos ............................................................................................ 76
Transcripción video “La exclusión” ............................................................................................. 76
Transcripción video “La visita” .................................................................................................... 79
Transcripción video “La audiencia” ............................................................................................. 81
Presentación
Bienvenida
Les damos la bienvenida al curso de implementación de la Ley Micaela (27.499).
El objetivo de esta primera etapa es que quienes desempeñan tareas en la justicia, desde el primero al último
cargo, adquieran las herramientas conceptuales que les permitan dar una respuesta acorde con el programa
constitucional y los tratados internacionales firmados por nuestro país para alcanzar la eliminación de todo
tipo de discriminación y violencia contra las mujeres.
Este curso fue diseñado por la Oficina de la Mujer del TSJ de la Provincia de Córdoba en base a los contenidos
producidos por la OM de la C.S.J.N. y que fueron validados por el Sistema de Naciones Unidas en Argentina.

Objetivos
Que quienes participen logren:
• Comprender y analizar los conceptos sobre el patriarcado y su incidencia en la construcción de
estereotipos de género.
• Conocer los contenidos constitucionales de la igualdad ante la ley.
• Reflexionar sobre los fundamentos de las convenciones internacionales y otros instrumentos legales
vinculados con los derechos humanos de las mujeres.

Fundamentación
Los contenidos han sido desarrollados en el marco del cumplimiento de los compromisos internacionales
asumidos por nuestro país, en especial de los artículos que a continuación se transcriben:
• Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer (CEDAW) Art.
2 c) de la que dispone que el Estado deberá “...establecer la protección jurídica de los derechos de la
mujer sobre una base de igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales
nacionales competentes..., la protección efectiva de la mujer contra todo acto de discriminación...”.
• Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (Belém
do Pará) Art. 8 c) establece que los Estados parte fomentarán “...la educación y capacitación del
personal en la administración de justicia, policial y demás funcionarios encargados de la aplicación
de la ley... ".
• Recomendación General N.° 19 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer
Establece que “...es indispensable que se capacite a los funcionarios judiciales, los agentes del orden
público y otros funcionarios públicos para que apliquen la Convención.”.
• Ley Micaela de capacitación obligatoria en género para todas las personas que integran los tres
poderes del estado (27.499) Art. 1 Establécese la capacitación obligatoria en la temática de género y
violencia contra las mujeres para todas las personas que se desempeñen en la función pública en
todos sus niveles y jerarquías en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.

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Biografía de Micaela Garcia
¿Quién era Micaela?
Video sobre la vida de Micaela de DTV Diputados televisión: https://vimeo.com/393715761/52038724c6
Video sobre el origen de la ley de DTV Diputados televisión: https://vimeo.com/394161342/fefef0d7fa

Femicidio
Micaela García era una joven activista de 21 años violada y asesinada en abril de 2017 en Entre Ríos por
Sebastián Wagner, quien fue condenado por "abuso sexual con acceso carnal en concurso ideal con homicidio
calificado por alevosía, criminis causae y femicidio".
Sebastián Wagner al momento del hecho había sido puesto en libertad condicional por el Juez Carlos Rossi.
Wagner cumplía una condena por delitos contra la integridad sexual cometido hacia dos jóvenes y la libertad
condicional le fue concedida por el juez no obstante el informe del equipo técnico criminológico de la Unidad
9 de Gualeguaychú que se oponía a eso. Wagner cumplía el total de su condena el 1 de diciembre de 2019.

Vida personal
Micaela García, como fue bautizada; “La Negra”, como ella se presentaba cuando la conocían, y como le
decían sus compañeras y compañeros de militancia, fue una gran soñadora, que empezó soñando para sí
desde muy pequeña y siguió soñando para las desprotegidas, los desprotegidos, los excluidos, las excluidas,
las últimas o los últimos de la fila como solía repetir. Principalmente soñaba una vida mejor para las gurisas
y los gurises de los asentamientos más humildes.
A los 5 años comenzó a hacer danza en Concepción del Uruguay. Al poco tiempo, y con mucho entusiasmo
comenzó a incursionar la gimnasia aeróbica recreativa.
No se practicaba Gimnasia Aeróbica Deportiva en la ciudad, y Micaela comenzó a entrenarse en Buenos Aires,
Fue campeona nacional a los 9 años de edad en Mar del Plata, años más tarde volvió a ser campeona nacional.
Fue además campeona panamericana en trío, subcampeona panamericana en grupo y clasificó a dos
mundiales.
A los 18 años, comenzó a cursar el Profesorado de Educación Física en Gualeguay en la Universidad Autónoma
de Entre Ríos, donde también se involucró en la actividad gremial estudiantil (Fuente: INAM).

Militancia
La Negra fue militante y dirigente del Movimiento Evita de la Ciudad y de la Provincia de Entre Ríos y como a
ella le gustaba decir integraba “La gloriosa Jota Pe”.
Micaela fue una joven comprometida con la sociedad, con “Los nadies” como llama a los excluidos y las
excluidas Eduardo Galeano, a quien la Negra leía y admiraba.
Micaela, la Negra, era una gran militante que concebía la militancia como un acto de un profundo amor. Y no
se puede amar sin ser libre. Militancia, amor y libertad resumen el compromiso social que tenía.
Su papá, Néstor “Yuyo” García, suele mencionar repetidamente que “Mica ha trascendido mucho más por la
manera en que eligió vivir que por la manera en que le quitaron la vida” (Fuente: INAM).

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Guía de cursado
1. Presentación
Objetivo: Detallar la fundamentación y propuesta del curso. Materiales: Biografía de Micaela García.
Programa. Bibliografía. Actividades: Leer los documentos disponibles.

2. Equipo docente
• Barrancos, Dora es licenciada en Sociología (UBA), Magister en Educación (UFMG-Brasil), Doctora en
Historia (UNICAMP). Profesora Consulta de la UBA, Investigadora Principal del CONICET y Directora
de este organismo en representación de las Ciencias Sociales y Humanidades desde 2010. Dirigió el
Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (FFyL- UBA), y la Maestría y el Doctorado en
Ciencias Sociales y Humanas (UNQ). Declarada Personalidad Ilustre de la CABA, obtuvo el Premio
Excelencia Académica de la Universidad de Buenos Aires. Premio Konex 2016: estudios de género.
• Faur, Eleonor es doctora en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO). Investiga sobre relaciones de género, familias y políticas públicas. Dictó cursos y seminarios
de posgrado en políticas sociales con perspectiva de género en diversas universidades del país y del
exterior, entre las que se cuenta el Programa de Posgrado en Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de General Sarmiento y el Instituto de Desarrollo Económico y Social (UNGS-IDES). Posee
una extensa trayectoria en la promoción de políticas y programas que, con base en evidencias
científicas, integren la perspectiva de derechos humanos en su diseño e implementación. Fue asesora
de organismos públicos y de la sociedad civil en la Argentina y en Colombia; consultora en distintas
agencias del sistema de las Naciones Unidas (Unicef, UNRISD, PNUD), y responsable de la oficina
argentina del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unpfa). Es autora de Masculinidades y
desarrollo social. Las relaciones de género desde las perspectivas de los hombres (2004) y Las lógicas
del cuidado infantil. Entre las familias, el Estado y el mercado (con Valeria Esquivel y Elizabeth Jelin,
2012), entre otras publicaciones.
• Gherardi, Natalia. Master en Derecho (LLM), with Merit. London School of Economics and Political
Science, Gran Bretaña. 1999-2000. Directora Ejecutiva de ELA - Equipo Latinoamericano de Justicia y
Género, asociación civil que tiene como misión promover el ejercicio de los derechos de las mujeres
y la equidad de género a través del derecho y las políticas públicas. Desde septiembre 2007. Miembro
fundadora e integrante de la Red ALAS – Red de Académicas y Académicos de Derecho de América
Latina. Desde 2003.
• Maffia, Diana es miembro del Consejo Académico del Centro de Formación Judicial del Consejo de
la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Doctora en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires
con una tesis sobre “Género, subjetividad y conocimiento”. Docente de “Gnoseología” de la Facultad
de Filosofía y Letras (UBA) y de “Epistemología feminista” en la Maestría de Estudios de Género de
la Universidad de Rosario. Investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la
Universidad de Buenos Aires, donde dirijo con Dora Barrancos un programa sobre “Construcción de
ciudadanía de las mujeres y otros grupos subalternos”.
• Pautassi, Laura es abogada (UNC). Después de su formación de grado en Córdoba, siguió su carrera
en la Universidad Libre de Berlín y en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es investigadora
independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Instituto
de Investigaciones Jurídicas y Sociales A. Gioja, de la Facultad de Derecho de la UBA. Integra el Equipo
Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y es directora del Grupo de Trabajo Derechos Sociales y
Políticas Públicas y consultora de la Cepal.
• Pinto, Mónica es doctora en Derecho por la Universidad de Buenos Aires. La Dra. Pinto es Profesora
titular de Derecho internacional público y Derechos Humanos y Garantías, Facultad de Derecho,
Universidad de Buenos Aires (UBA). Fue decana de esa Facultad (2010-14) y la Coordinadora del

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Programa de Derechos Humanos de la UBA (desde 2007). Profesora, Academia de Derecho
Internacional de La Haya (2007). Profesora invitada en Columbia Law School (2001, 2003), Université
Panthéon-Assas Paris II (1997, 2005, 2009), Université de Rouen (2007), Université Panthéon-
Sorbonne Paris I (2008). Directora de estudios para la sesión en francés de derecho internacional
público del 2000 en la Académie de droit international de La Haya. Profesora invitada del Institut
International des droits de l’Homme (2004-08, 2012), del Programa UNITAR-Academia de Derecho
Internacional de La Haya (2001- 02, 2004, 2007-08). Profesora en el Summer Programme de
Southwestern Law School en Buenos Aires (2006-11). Profesora invitada en la Universidad de Alcalá
de Henares (2002) y en la Universidad San Carlos de Guatemala (2009). Fue investigadora visitante
de la Universidad de Michigan, Ann Arbour, Estados Unidos, 1988. Miembro del Comité Ejecutivo del
Observatorio de Derechos Humanos de la Asociación de Universidades del Grupo Montevideo
(AUGM) en representación de la UBA. Directora de la Maestría y de la Carrera de Especialización en
Derecho Internacional de los Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la UBA. Ex-Presidenta
de la International Association of Law Schools 2008-11 (Washington DC). Vicedecana y secretaria
académica de la Facultad de Derecho, UBA, 1994-2006. Consejera Directiva por el claustro de
profesores 1998- 2006. Presidenta de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA), 2007-10.
• Ramírez, Fernando es juez de Cámara, integrante del Tribunal Oral en lo Criminal no 9 de la Capital
Federal. Es abogado, recibido en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires (23 de diciembre de 1980). - Ha coordinado y dictado numerosos seminarios en el
marco del Programa "Hacia una Jurisprudencia de Igualdad" organizado por la Asociación de Mujeres
Jueces de Argentina y el BID y dictó cursos para la Escuela Judicial dependiente de la Asociación de
Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional y para la Escuela Judicial dependiente del Consejo
de la Magistratura, dependiente del Poder Judicial de la Nación. Ha participado en cursos de
capacitación de la Oficina de Violencia Doméstica de la CSJN, de la oficina de la Mujer, también de la
CSJN y de distintas oficinas especializadas dependientes de Cortes y Superiores Tribunales de
Provincia y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de la Secretaría de Género de la Defensoría
General de la Nación, del Ministerio de Defensa y del Ministerio de Seguridad y ha colaborado con la
CONSAVIG en la elaboración de un proyecto integral de respuesta estatal al femicidio.
• Saba, Roberto es abogado de la Universidad de Buenos Aires, tiene un master y un doctorado en la
Universidad de Yale. Desde 2009 se desempeña como Decano de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Palermo (Argentina), donde dirige el Centro de Estudios de Posgrados desde 1997.
Fue Co-Fundador y Director Ejecutivo de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) de Argentina
(2001-2009) y Director Ejecutivo de la Fundación Poder Ciudadano, Capítulo Argentino de
Transparency International (1995-1998). Es Profesor de Derecho Constitucional y de Derecho
Humanos de las Universidades de Buenos Aires y de Palermo desde 1997.
• Tojo, Liliana es abogada especialista en Estudios de Género. Fue consultora en UNICEF y UNIFEM. Es
autora de publicaciones sobre género y derechos humanos. Ha dictado cursos y realizado múltiples
presentaciones en diversos foros sobre derecho internacional de los derechos humanos. Es profesora
invitada de la Maestría de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de La Plata. Directora del
Programa para Bolivia y el Cono Sur del CEJIL.

3. Eje 1:
Objetivo: Comprender el concepto de patriarcado y su incidencia en la construcción de estereotipos de
género. Materiales: transcripción de 3 video clases (Dra. Faur, Dra. Maffia y Dra. Barrancos). 2 documentos
de lectura: Reflexión sobre estereotipos y Lenguaje incluyente. Actividad en el Campus Virtual: Evaluación
automática.

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4. Eje 2:
Objetivo: Reflexionar sobre los contenidos constitucionales de la igualdad ante la ley. Materiales:
transcripción de 4 video clases (Dr. Saba, Dra. Gherardi y Dra. Tojo). 3 documentos de lectura. Actividad en
el Campus Virtual: Actividad de reflexión.

5. Eje 3:
Objetivo: Conocer los fundamentos y la importancia de las convenciones internacionales sobre los derechos
humanos de las mujeres. Materiales: transcripción de 2 video clases (Dra. Tojo y Dra. Pautassi). 4 documentos
de lectura. Actividad en el Campus Virtual: Evaluación automática.

6. Eje 4:
Objetivo: Identificar las características de la violencia doméstica y su reproducción en forma cíclica, como así
también reflexionar sobre los mitos de la violencia. Materiales: transcripción de 3 videos sobre historias de
violencia. Actividad en el Campus Virtual: Actividad de reflexión.

7. Actividad Final:
Objetivo: Integrar los conocimientos adquiridos a lo largo de cada Eje propuesto. Actividades en el Campus
Virtual: Evaluación automática. Contribución individual para el cambio.

Fuentes bibliográficas
El presente curso utiliza como fuente parte del material elaborado por la OM de la CSJN: Compendio
normativo y teórico - Talleres sobre perspectiva de género, trata de personas y explotación sexual de la OM
CSJN.
Realización y coordinación del proyecto: Dra. Flora Sofía Acselrad (OM-CSJN), Dra. Gabriela Pastorino (OM-
CSJN), Dr. Marcelo Colombo (PROTEX-MPF), Dra. Romina Pzellinsky (Género-MPF.), Dra. Laura Elena
Mazzaferri (MPF).
Diseño y diagramación: D.G. Pablo Molina Almirón (OM-CSJN).
Correctoras: Prof. Diana Ardissone (CSJN), Prof. Clara Berrotarán (CSJN) y Sra. María Laura Ramírez (OM-
CSJN).
Edición material audiovisual: Dra. Flora Sofía Acselrad, Dra. Gabriela Pastorino y D.G. Pablo Molina Almirón
(OM-CSJN).

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Eje 1: El patriarcado, los roles de género y la construcción
de estereotipos
Introducción
El objetivo de este primer eje es comprender el concepto de patriarcado y su incidencia en la construcción
de estereotipos de género.
La reproducción de estereotipos de género puede generar discriminación y justificar la violencia hacia la
mujer. De allí la importancia de identificar, en primer lugar, los estereotipos de género que se manifiestan
en nuestra vida cotidiana, para luego reconocer la estructura social que los sustentan.
Este módulo invita a reflexionar sobre aspectos más personales de nuestro ámbito familiar y laboral para
comenzar a usar los “lentes de género” que nos permitan ver las desigualdades estructurales que allí se
manifiestan.
Para lograr estos objetivos les proponemos actividades de reflexión, clases teóricas de especialistas en
género y ejercicios que ponen en práctica los conocimientos adquiridos.

Objetivo
Comprender el concepto de patriarcado y su incidencia en la construcción de estereotipos de género.

Contenidos
1. El patriarcado como producto histórico-cultural. Origen. Evolución. Estamentación de los roles de
género: lo privado y lo público.
2. Construcción de una identidad de género. Concepto de género. Relaciones de género. Jerarquías.
Concepto de familia. Androcentrismo. Roles de género: estereotipos.

Extractos de video clases


A continuación se disponen los extractos de las video clases de este eje.

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1. Extracto video clase Dra. Eleonor Faur

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2. Extracto video clase Dra. Diana Maffía

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3. Extracto video Dra. Dora Barrancos
El patriarcado
El patriarcado es protoconstitutivo de nuestras sociedades y une sus raíces allá lejos en el fondo de los
tiempos de modo que es casi imperceptible su legado, su presencia, su manifestación. Es un sistema integral
y es un sistema cuyo mayor éxito según Pierre Bourdieu, ha sido justamente mostrarse con tales
características que aparece como a-histórico, como algo absolutamente no posible de ser analizado a la luz
de las evoluciones históricas. Aparece con una fuerza natural que vaya a saber si impregna sus sentidos como
si se tratara de una estabilidad propiciada por la naturaleza que puede desafiar durante todos los siglos,
cualquier arremetida de la cultura. El patriarcado estaría en este punto situado en un orden de la naturaleza.
Bien, quiero convencerlos de que no hay ninguna naturaleza que se manifieste a favor del patriarcado.
La naturaleza, en principio, no tiene ninguna normativa hacia lo que podría ser la jerarquía de los sexos, si se
analiza la propia naturaleza (como naturaleza) se verá que inclusive desde el punto de vista biológico, hay
diferencias que no siempre prerrogan a favor de los machos en la vida natural. Pero lo que quiero decir es
que la naturaleza no tiene ninguna moral, la naturaleza no marca ninguna ética. La moral, la ética, esto es lo
que tiene que ver con las costumbres, con las relaciones que les hemos dado a los géneros es una producción
histórico cultural de las más intensas que conozcamos.

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El sistema patriarcal es sobre todo un sistema asimétrico en relaciones en donde las prerrogativas
fundamentales corren por cuenta de lo que sería la humanidad investida bajo la forma de los varones. Y ese
patriarcalismo ha significado, también, severas restricciones a los propios varones. Solemos decir que, si las
víctimas de la asimetría, de la jerarquización de los sexos han sido históricamente las mujeres, los varones
han pagado un precio extraordinario por su condición de varones. Piénsese que fueron obligados a tener el
mandato de la producción, a ser los jefes sostenedores de las familias, a no pronunciarse de manera emotiva,
a ser exclusivamente racionales, a vencer las emociones, a controlar sus impulsos. Entonces, las mujeres que
han padecido de la asimetría, sin embargo, pudieron evidentemente hacer uso de la afectividad y la emoción.
Era una de las posiciones fundamentales en orden a la estructura femenina esperada por estas sociedades
occidentales (por las otras también), pero me voy a referir especialmente a las tradiciones devenidas en
nuestras sociedades occidentales.

Evolución histórica del patriarcado


No sabemos bien la verdad de cuando se inició el patriarcado. Hay una literatura hecha durante el siglo XIX
y encarnada con más ímpetu durante el siglo XX daba cuenta de que el patriarcado se había originado
exactamente con la propiedad privada. Estas son tesis muy antiguas que Engels las sostuvo. Pero hay
evidencias etnográficas de que hay patriarcado aun cuando no hay propiedad privada. Sí se sabe, y los análisis
más recientes lo cuentan, es que la hominización, el camino del humano siempre ha significado alguna
diferencia en los papeles. Si bien hay un momento precursor de la humanidad es que esta diferencia entre
los papeles sexuales de ninguna manera es tan antagónica, ni se presenta con los diferenciales que
conocemos en el siglo XVII, XVIII, XIX y en nuestros días. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que allá
lejos en el neolítico, en primer lugar, las mujeres fecundaban sin que hubiera casi periodos intergenésicos
dilatados.
Es decir, las primeras fases de nuestra humanidad significan que las mujeres son paridoras a continua edad
porque además hay un déficit sustancial de nuestra especie humana. Y el déficit sustancial de nuestra especie
humana es que justamente es la especie más débil que existe. Un retoño humano necesita cuidados
especiales durante un largo tiempo. En cambio en la naturaleza en general (y se ve hasta en los mamíferos
superiores), los retoños de esas especies se habilitan rápidamente para sostenerse con cuatro patas, digamos
en la escala inferior de las especies se verá que hay menor debilidad que en el humano. Ahora,
evidentemente nosotros estamos muy compensados porque somos la especie más inteligente. En el
neolítico, la capacidad de procrear significa también una altísima probabilidad de mortalidad de la especie.
Es decir, el mayor número de crías humanas, significa una alta exposición a los riesgos de todo orden en esas
sociedades. Por lo tanto, tampoco existe la idea de cuidados especiales durante el embarazo, esto es una
creación completamente reciente y se sabe muy bien que varones y mujeres participan de las mismas
actividades que les permiten sobrevivir recolectando, cazando, en fin, proveyéndose de todos los recursos
necesarios para la sobrevivencia.
Esto no está pintándonos un cuadro situacional donde hay severas diferencias entre las expectativas, los
papeles, los roles de género. Hay más bien, una adecuación, un compartir y una existencia muy común entre
lo que es la parte sexuada femenina de la especie de lo que sería el aspecto sexual masculino de nuestra
especie. Entonces, tenemos actividades que se hacen de la misma manera ya si se sea varón o se sea mujer.

Construcción cultural de los roles de género


La gran revolución advenida en el camino de nuestra humanización ha sido, sin duda, la llamada revolución
agraria producida en algún momento del neolítico y producida por supuesto a lo largo de varios siglos. Es
imposible hacernos una idea acertadísima del proceso que llevó la llamada revolución agraria que significó

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que se saliera del nomadismo para una nueva experiencia de sedentarismo y este sedentarismo significó que
hubiera un cambio tecnológico extraordinario en la vida de esas primitivas comunidades humanas.
¿Cuál es este cambio? El cambio de poder sembrar, de calcular el tiempo de maduración del sembradío, de
recolectar. Son cambios extraordinarios que efectivamente por los que pasó nuestra humanidad y esto sí
significó un largo proceso de nueva adecuación de papeles para varones y mujeres. Los varones
efectivamente siguieron siendo recolectores, cazadores y las mujeres se asimilaron a una vida que tenía que
ver con la partición de actividades reproductivas y actividades productivas en un cuadro espacial muy cercano
al hábitat conseguido. Este cuidado del cultivo significó ya, un papel nuevo para las mujeres y significó
también, creo, el principio de lo que podríamos decir, un patriarcado exitoso en un programa que
evidentemente nunca consistió en ser algo completamente consciente para la humanidad.
De ahí en adelante tenemos entonces una experiencia variadísima según se trate de qué comunidad, de qué
espacio y desde luego de qué momento histórico vivido por nuestros ancestros. En fin, en todos los pueblos
y en las sociedades en los procesos civilizatorios antiguos, se constata la presencia patriarcal. Una presencia
que ya significa entonces una división relativamente tajante entre lo que se espera de los varones y lo que se
espera de las mujeres. Debemos decir que inclusiva ser varón o mujer, es ya una construcción cultural y esa
construcción cultural ha devenido una fuerza tan impregnadora de los sentidos generales del proyecto
desenvuelto luego por las criaturas humanas que se impone con la fuerza de un acto trascendental. Debemos
saber que si podemos participar de la naturaleza, porque efectivamente hay una parte innegable biológica,
esa parte que es mínima y nuestros recursos culturales son formidables y son los verdaderos constructores
de los significados dados al sexo femenino y al sexo masculino.
Es evidente que a medida que se han desarrollado las sociedades que conocemos, a medida en que nos
acercamos a lo que suele llamarse la tradición judeo- cristiana, a medida que avanzó lo que sería el proceso
civilizatorio tanto en los países de Europa (los que hoy llamamos y concebimos como Europa, en su centro y
en su periferia) evidentemente se hicieron más profundos los cauces que separaban la expectativa esperada
de la función femenina y la expectativa esperada con relación a los varones.

SIGLO XIX. Estamentación de los roles de género. Lo privado y lo público.


Durante el siglo XIX, es un momento de maduración de este sistema en donde evidentemente los papeles
entre varones y mujeres eran dramáticamente acelerados. El siglo XIX es un siglo que va a disponer de un
mecanismo de institucionalidad (o de institucionalización si me permiten), de algo que va a ser recortado
como algo casi sacramental: la madre. Por supuesto que en los siglos anteriores ha habido respeto y dignidad
para las madres, pero la madre entronizada en el siglo XIX difiere muchísimo de las madres del siglo XVI, del
siglo XVII.
La característica de la madre, que es la característica prototípica que va a ser el estereotipo femenino, es
muy propia del siglo XIX que es un siglo que además clausuró derechos a las mujeres. Los clausuró con la
codificación. Lo cierto es que el habitus, para usar un término muy notable de Pierre Bourdieu (sociólogo
francés). Ese habitus coloca una dimensión fundamental entre relaciones privadas que significan algo así
como una suerte de estamentación constitutiva de las sociedades modernas. Y eso está significando un
disvalor de la condición femenina y un euvalor, es decir una positividad mayor para el ejercicio público, el
ejercicio fundamental legislado a los hombres. Entonces, allí lo que encontramos es una dramática ruptura
entre lo que es el orden de las esferas que constituyen nuestras sociedades porque el fondo de la cuestión
es que, como nunca las sociedades del siglo XIX van a diferenciar el orden privado doméstico, del orden
público. Esta no sunción de continuidad entre las esferas significa que la regencia del orden privado se espera
sea, tenga, cuerpo de mujer. Y la regencia del orden público se espera tenga cuerpo de varón.

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A medida que la ciencia haga mayor uso de sus propios enunciados, a mediados del siglo XIX, van a referirse
como un estado natural de las mujeres. La ciencia del siglo XIX contribuyó dramáticamente a pesar en esta
diferencia a la que se van acostumbrando las mentes y se unía el orden también jurídico. Entonces, a las
mujeres por naturaleza les corresponde la función doméstica y a los varones, por el dictado de la propia
evolución humana, le corresponde la vida pública. Esta dramática separación ha subsistido hasta nuestros
días. A pesar de los avances que tenemos en materia de construcción de derechos, a pesar de la enorme
agencia realizada por las mujeres desde mediados del siglo XIX.

El rol de la justicia. Construir con igualdad


No solamente ahora sino en el pasado, un orden normativo nuevo no significa una disposición de los agentes
que aplican ese orden de manera inmanente. No hay una inmanencia, no hay una traducción inmanente,
aparece una norma legal, etc,, hay que cumplirla. Pero hasta el cumplimiento, hay una adaptación subjetiva
que todos los que están en la justicia saben muy bien. Entonces, esta adaptación subjetiva le ocurrió inclusive
al código civil, el código civil de Vélez Sarsfield tardó en aplicarse y todavía nos debemos una buena
investigación sobre la lentitud con que la subjetividad de los intérpretes de la justicia se ponían de acuerdo
para la aplicación.
Las mujeres todavía no son individuos plenos en nuestro país, esto es una invitación que yo hago todavía el
sujeto mujer es un sujeto que, ha ganado derechos pero en realidad es un sujeto regulador de derechos para
otros, la mujer sigue siendo la reguladora de derechos para los niños, sigue siendo la reguladora de los
derechos que tienen que ver con el sostenimiento de hogares para niños, inclusive de aplicaciones de
políticas sociales que manifestarían esto que estoy diciendo. Entonces es necesario que haya una nueva
convicción, el derecho es la expresión más notable de la cultura en nuestra sociedad, y por lo tanto yo invito
a ser pródigos en una nueva cultura, que es la manera en que efectivamente se tiene que interpretar nuestro
papel social, somos sujetos de cultura, no somos sujetos de naturaleza.

Reflexión sobre estereotipos

ESTEREOTIPO: “Es toda forma o patrón invariable, una noción fija o convencional sobre una persona,
grupo, idea, etc. Sostenida por un número de personas y que no permite individualidad ni juicio crítico”

Si todas las personas son iguales ¿Por qué una misma actitud es calificada de manera distinta cuando la
realiza un hombre que cuando la adopta una mujer?

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Identidad de género
• Desde el nacimiento cada persona va adquiriendo una identidad de género en el proceso mismo de
socialización.
• En sus primeras relaciones familiares, en la educación formal o informal que reciba, en sus relaciones
sociales y laborales, el género está presente posicionando a cada persona respecto de las demás y,
fundamentalmente, respecto del otro género.
• De pequeño, la niña o el niño no sólo adquirirán una identidad de género a partir del modo en que
se lo trate, la ropa con que se lo vista y los juegos hacia los que se lo oriente, sino que estará de hecho
inserto en un medio familiar en el cual las relaciones de género ya están establecidas y quedará
naturalmente instalado en ellas.
• La escuela y los medios de comunicación, muy especialmente la televisión, terminarán de moldear y
fijar su identidad de género que será reforzada en cada una de sus relaciones.

Volver al índice 14
Sus consecuencias
Una identidad así construida no resulta en sí misma negativa en la medida en que constituya un modo apto
para lograr una adecuada integración social que permita a la persona interactuar igualitariamente con los
demás, desarrollarse y alcanzar su felicidad.
Sin embargo, se torna absolutamente negativa cuando, por aplicación de los estereotipos de género:
• La identidad adquirida funciona como un encorsetamiento rígido que impide el desarrollo de las
personas -o de algunas de ellas-,
• Establece jerarquías de subordinación de las mujeres a los varones,
• Le niega a éstas un ejercicio pleno de sus derechos.
Los estereotipos, en cuanto constructos culturales rígidos no sólo intervienen en la adquisición individual de
la identidad de género sino que estructuran las relaciones interpersonales fijándolas de modo tal que la
modificación de una situación particular de injusticia se ve obstaculizada o impedida por el temor o la
imposibilidad de asumir una conducta distinta a la establecida por el estereotipo.
En definitiva, los estereotipos actúan en la adquisición de la identidad de género provocando desigualdad y
discriminación.

Marco normativo
CEDAW - CONVENCIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE TODAS LAS FORMAS DE DISCRIMINACIÓN CONTRA LA
MUJER
Artículo 5
Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para:

Volver al índice 15
a) Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la
eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén
basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones
estereotipadas de hombres y mujeres (...).
Artículo 10
Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la
mujer, a fin de asegurarle la igualdad de derechos con el hombre en la esfera de la educación y en
particular para asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres:(...).
c) La eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los
niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el estímulo de la educación mixta y de otros
tipos de educación que contribuyan a lograr este objetivo y, en particular, mediante la modificación
de los libros y programas escolares y la adaptación de los métodos en enseñanza. (...).

BELEM DO PARÁ - CONVENCIÓN INTERAMERICANA PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA


CONTRA LA MUJER
Artículo 6
El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros: (...)
b) El derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones estereotipados de
comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o
subordinación. (...).

Guía de recomendaciones para un lenguaje incluyente

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Volver al índice 17
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Eje 2: Revisando el contenido de la igualdad ante la ley
Introducción
Se encuentra Ud. en el segundo eje del curso. A continuación presentamos su objetivo y con la misma
metodología invitamos a que acceda a sus contenidos.

Objetivo
Reflexionar sobre los contenidos constitucionales de la igualdad ante la ley.

Contenidos
1. Igualdad ante la ley Artículo 16 de la Constitución Nacional. Igualdad como no discriminación. Relación de
funcionalidad entre el criterio de selección y el fin buscado por la ley. Desigualdad estructural. Igualdad como
no sometimiento.
2. Acciones positivas. Artículo 75, inciso 23 de la CN.

Extractos de video clases


A continuación se disponen los extractos de las video clases de este eje.

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1. Extracto video clase Dr. Saba

Volver al índice 20
Volver al índice 21
Volver al índice 22
Volver al índice 23
Volver al índice 24
2. Extracto video clase Dra. Gherardi – Cupo Femenino
Hay una herramienta de acción positiva implementada del año 91’ que es el cupo femenino para espacios
legislativos que ha sido, ha probado ser realmente exitosa: desde el 5% de mujeres en las legislaturas a nivel
nacional en el 83’ se pasó a casi el 40% en el año 2000. Sin embargo, eso no fue indicativo del avance
igualitario en ese tema en toda la Argentina. Basta recordar el debate legislativo y las dificultades de la
provincia de Jujuy que fue la última en sancionar una ley de cupo, recién en el año 2010, después de 20 años
de incidencia y de trabajo de un movimiento de mujeres y de personas comprometidas con los DD.HH. en la
provincia de Jujuy.
Tampoco pareciera que se ha llegado a la consolidación de un convencimiento, un consenso de la relevancia
de respetar el cupo de mujeres en el ámbito legislativo. Basta recordar lo que pasa frente a la renuncia o el
fallecimiento de mujeres que ocupan cargos legislativos. En general son reemplazadas por varones, o por
mujeres, pero nadie piensa dos veces en la importancia de mantener ese número crítico, base de mujeres en
el ámbito legislativo. Nos preguntamos entonces si es tiempo de reformar levemente las normas de cupo
para asegurar que el reemplazo de una mujer que ha llegado en ejercicio, el espacio de cupo tenga, legal y
obligatoriamente, que ser reemplazada por una mujer. Ahora, también la llegada de las mujeres a los
espacios de poder en la legislatura gracias a la ley de cupo tampoco ha redundado en una transformación del
lugar de las mujeres en el interior de las estructuras legislativas.
En un estudio que hicimos en 2011 mirando la composición de las estructuras legislativas del Congreso
Nacional y de 6 legislaturas locales (entre las que estaba la ciudad de Bs. As., la provincia de Bs. As., Santa Fe,
Corrientes, creo que Misiones y Mendoza) vimos que las mujeres están, en general, sobre-representadas en
las comisiones que podemos calificar como de reproducción –las vinculadas con aspectos sociales- y están
sub-representadas en las comisiones que se llaman de producción o de mantenimiento de la estructura (los
asuntos constitucionales, de legislación general, de economía). Están sub-representadas en aquellas y sobre-
representadas en las que se vinculan con minoridad, familia, derechos sociales, etc.
Pero no sólo eso: las mujeres que están en el Congreso tienen, en general, menos cantidad de hijos que los
varones que están en el Congreso (que sus pares). Las mujeres son, en general, en mayor proporción solteras,
viudas o separadas y en menor proporción casadas o unidas. Entonces pareciera que las responsabilidades
reproductivas, las responsabilidades del cuidado tienen un impacto también en las oportunidades de la
carrera legislativa. Entonces aún con la ley de cupo, la herramienta de acción positiva que favoreció la
incorporación de mujeres en las legislaturas nacionales y provinciales, ni aun así eso aseguró la
transformación al interior de las estructuras legislativas.
Obviamente, no hay que desconocer el enorme impacto que tuvo la incorporación de mujeres a la legislatura
porque gracias a eso probablemente, sin duda debido a eso, se comenzaron a discutir leyes fundamentales
en el Congreso nacional y los provinciales: las leyes de violencia, las leyes de derechos sexuales y
reproductivos, las leyes de educación sexual. Todas esas leyes llegaron después de que se incorporó por lo
menos el 30% de mujeres. Obviamente fueron iniciativas muy bien acompañadas por una cantidad enorme
y sustantiva de varones pero por algún motivo esos temas no habían llegado a la legislatura antes de que las
mujeres estuvieran sentadas en esas bancas.

3. Extracto video clase Dra. Gherardi – Estudio “sexo y poder” de ELA


Hicimos otro estudio, que se llama “Sexo y poder, quién manda en la Argentina”, con el objetivo de identificar
cuantitativamente la presencia de mujeres en espacios de decisión en el ámbito político, pero también
económico y social. Relevamos más de 13.000 puestos de máxima autoridad de más de 4.000 instituciones
del orden nacional, provincial y municipal, y creamos este índice de participación de las mujeres, el IPM. Lo

Volver al índice 25
que nos muestra el IPM es que hay menos de 2 de cada 10 lugares de máxima decisión en espacios sociales,
políticos y económicos de argentina ocupados por mujeres.
Menos de 2 de cada 10 lugares de máxima jerarquía en la argentina, considerado más ampliamente están
ocupados por mujeres. Obviamente más en el ámbito político, fraccionado para arriba por la ley de cupos y
la presencia de la legislatura, con un peor desempeño en el poder ejecutivo nacional y provincial y un mal
desempeño en el poder judicial. Pero mucho peor que los espacios públicos son los espacios privados: si
pensamos en las principales empresas, menos del 5% en lugares de máxima decisión de las principales mil
empresas de argentina están ocupados por mujeres. Menos del 3% en las cámaras empresariales. En los
sindicatos, a pesar de hay una ley de cupos, solo hay 5% de los lugares que están ocupados por mujeres. No
hay mujeres en ámbitos como en la radio, por ejemplo, máxima jerarquía de las radios, hay muy pocas
mujeres en los medios de comunicaciones de la prensa escrita, o televisiva. La máxima jerarquía de la
sociedad argentina no está ocupada por mujeres, lo que nos muestra esto es que no hay una preocupación
social más amplia por mirar que diversidad tenemos en los lugares de decisión. Y eso tiene un correlato muy
fuerte con cuales son las voces que se representan, cuáles son las ideas que prevalecen, cuáles son los temas
que se colocan en la agenda.

4. Extracto video clase Dra. Tojo


Vamos entonces a ver rápidamente la definición de discriminación contra la mujer que tiene el artículo 1 de
la CEDAW, que es una definición súper poderosa: “toda distinción, exclusión a restricción basada en el sexo
que tenga por objeto o por resultado (...)” y esto es lo que le da a esta definición un poder especial, no
importa si el objeto de la ley o de la práctica era discriminar, lo que importa es el resultado que tuvo su
aplicación.
Y Córdoba es famosa internacionalmente porque los casos de participación de las mujeres en los espacios
políticos llegaron a instancias internacionales de la mano de una cordobesa que presentó una denuncia sobre
su derecho de acceder a las listas de candidatos a diputados con expectativas reales de ser electas, no allá
en el fondo de la lista donde nunca la van a elegir. Y eso dio por resultado la interpretación a un documento
muy interesante que es un efecto directo del trabajo de esta mujer, que es un documento que analiza la
aplicación efectivamente del alcance de la igualdad real en el derecho internacional, documento de la
Convención Interamericana de Derechos Humanos, que lo que hace es analizar esas cuestiones. Y dice bueno,
“mire no alcanza con que usted mire el objeto explícito de la ley o de la práctica, (este fenómeno es
importante también, que los análisis no sólo sobre las normas, sino también sobre las prácticas también de
los poderes del estado) y hay que mirar el resultado concreto que eso produce, “si usted dice que tiene
igualdad de pago, pero resulta que las mujeres ganan mucho menos que los varones, entonces usted ahí está
discriminando. “Si usted dice en un concurso que todos tienen igualdad de trato, que solo van a analizar los
méritos, pero usted no tiene en cuenta la licencia de maternidad que la mujer tuvo que tomar porque tuvo
mellizos y se tomó un año de excedencia, usted no está actuando con igualdad, usted está discriminando.”
Por eso, como esta concepción de discriminación hace foco sobre el resultado real, sobre el efecto real que
la ley o la práctica tiene, la propia CEDAW genera las medidas de acción positiva. Entonces, si la práctica o la
ley es aparentemente neutral, pero el resultado es claramente discriminatorio, ¿sabe qué? yo voy a cooperar
con la acción positiva y voy a generar una “desigualdad” aparente para garantizar la igualdad efectiva.

Volver al índice 26
Material de lectura
1. Constitución Nacional
Artículo 16.- La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros
personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin
otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas.

Artículo 75.- Corresponde al Congreso:


(*)22. Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones
internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a
las leyes.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de Derechos
Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo
Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las
condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte
de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos.
Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las dos
terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara.
Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso,
requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de
la jerarquía constitucional.
23. Legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de
trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados
internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los
ancianos y las personas con discapacidad.
Dictar un régimen de seguridad social especial e integral en protección del niño en situación de desamparo,
desde el embarazo hasta la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre durante el
embarazo y el tiempo de lactancia.

2. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW)
Articulo 4.-
1. La adopción por los Estados Partes de medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la
igualdad de facto entre el hombre y la mujer no se considerará discriminación en la forma definida en la
presente Convención, pero de ningún modo entrañará, como consecuencia, el mantenimiento de normas
desiguales o separadas; estas medidas cesarán cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de
oportunidad y trato.
2. La adopción por los Estados Partes de medidas especiales, incluso las contenidas en la presente
Convención, encaminadas a proteger la maternidad no se considerará discriminatoria.

Volver al índice 27
3. Igualdad sin discriminación. Joan Williams*
Sumario

Introducción. I. Igualdad ante la ley. 1.1. Eliminando los privilegios otorgados a los hombres y las desventajas
padecidas por las mujeres. 1.2. Eliminando privilegios otorgadas a las mujeres. II. Cuando la igualdad exige
deconstruir normas masculinas. Como esto difiere de “acomodar las diferencias de las mujeres”.

Introducción

Parecería no ser controversial, entre las feministas y sus aliadas/os, que las mujeres tienen derecho a la
igualdad de género. Aún así, la cuestión de la igualdad se vuelve compleja en el contexto del género. Porque,
para citar a Aristóteles, el principio de igualdad exige tratar a las cosas iguales de igual manera, pero también,
a las diferentes, de manera diferente1. El «sentido común» dicta que hombres y mujeres son diferentes.
Entonces, ¿qué significa igualdad en el contexto de género?

Esto es lo que Pablo Pérez Tremps ha llamado «el gran problema técnico» en la legislación para la igualdad2.
La experiencia en Estados Unidos sugiere que éste no permanece técnico por mucho tiempo. El uso de la
retórica de la igualdad para socavar las demandas de las mujeres por pensión alimenticia marcó una pauta
para las feministas. Originalmente, la pensión alimenticia era solamente asequible a las mujeres. Esta práctica
se convirtió en blanco una vez que las feministas empezaron a insistir en la igualdad ante la ley. Entonces, la
pensión alimenticia se hizo asequible también a los hombres, a menudo con resultados muy injustos3. En un
caso reciente, una mujer que se estaba divorciando de su abusivo marido, un artista a quien ella había
mantenido por años, descubrió que los estatutos del Estado, neutrales en términos de género, la hacían
potencialmente responsable de mantenerlo, a pesar de que ella no sólo había ganado prácticamente todos
los ingresos, sino que además, se había encargado de todo el trabajo doméstico y del cuidado de la prole.

A menudo, en América Latina, se me pregunta cómo es trabajar en una cultura en donde las feministas son
tan fuertes. Mi respuesta es que las feministas norteamericanas han, a menudo, dispersado su fuerza en
disputas sobre metas y estrategias. Ejemplo de esto es el debate sobre igualdad y diferencia. Un error del
lado de la “igualdad” en ese debate surge cuando mujeres comunes tratan de actuar responsablemente en
dirección equivocada. Por ejemplo, la mujer quien, ignorando la política de permisos por maternidad, que
otras han logrado con sus luchas, decide regresar al trabajo una semana después del parto porque no quiere
«trato especial». Ella está tratando de vivir a la imagen del profesional, muy conscientemente diseñada en el
siglo 19: hombre con apoyo de una esposa4.

La desilusión con la igualdad ha surgido en muchos contextos. En el ámbito de la custodia, por ejemplo, las
madres norteamericanas tradicionalmente, se suponía, tenían el derecho a la de sus criaturas de corta edad.

1
Introduction To Aristotle, Potitics. Book Iil, capítulo 8. McKeon, Richard, Ed. 1947, pág. 593-
2
Pérez Tremps, Pablo. Curso IV: Mujer y Derechos Humanos (Presentación sobre Igualdad y Diferencia). Movimiento Manuela Ramos, diciembre
1998.
3
Orr v Orr, 440 U.S. 268 (1979).
4
Ver MacKinnon, Catharine. Feminism Unmodified. 1987, pág. 33; Williams, loan. Unbending Gender: Market Work and Family Work in the 21st
Cenlury. Oxford University Press, 1999 (por salir), Capítulo 7.

Volver al índice 28
Al igual que el derecho a la pensión, este supuesto se eliminó durante los primeros años de la revolución
feminista. El resultado ha sido que muchos padres varones norteamericanos hoy se comportan, en las
negociaciones de divorcio, como si quisieran la custodia, aunque no sea así; al hacerlo, obligan a muchas
madres a ceder en sus demandas económicas contra ellos, para garantizarse la custodia. Refiriéndose a estos
ejemplos, feministas importantes norteamericanas, como Martha Fineman y Mary Becker, han argumentado
que la igualdad hiere a las mujeres, y que el movimiento debería evitar expresar sus demandas con el lenguaje
de la igualdad5.

Sin embargo, las alternativas que ellas proponen tienen muchas limitaciones. Becker ha dicho que las
feministas debemos apoyar las disposiciones que le regresan la custodia a las madres. Pero esto implicaría
que, aunque un padre haya marginado su participación en la fuerza laboral para cuidar de la prole, de todas
formas perdería la custodia si su esposa decidiera divorciarse de él. Este ejemplo resalta cómo volver a la
custodia materna se convertiría en otra institución social para apostar a las mujeres de nuevo en los roles
tradicionales femeninos, y a los hombres fuera de ellos; funcionaría para disuadir a padres que quieren cuidar
de su prole, y como argumento que los esposos usarían contra las esposas que los quieren persuadir de
participar por igual en el trabajo de la familia.

Martha Fineman ha argumentado que, en el contexto de la asignación de los bienes familiares en el divorcio,
las feministas deberían enfocarse no en la igualdad, sino en qué necesitan las mujeres6. Sin embargo, en
ambas Américas, el mandato social es darles igualdad a las mujeres, no llenar sus necesidades, ni las de
ningún otro grupo social. En los Estados Unidos, la resistencia al lenguaje de las necesidades es ideológica.
«De cada uno de acuerdo con sus posibilidades, para cada uno de acuerdo con sus necesidades»; si en
Estados Unidos hay un principio que sea anatema, es éste7. En América Latina, la resistencia a llenar las
necesidades sociales no es ideológica, sino práctica. América Latina tiene la más desigual distribución de
ingresos en el mundo; llenar las necesidades de la ciudadanía está a menudo fuera de la agenda política
porque parece ser económicamente imposible8.

De manera parecida, el mandato de la no discriminación es uno de los principales y menos disputado de los
elementos en la legislación de derechos humanos; los derechos económicos enunciados en el Convenio de
Derechos Culturales y Económicos son mucho más debatidos. Muchas leyes y constituciones
latinoamericanas también prometen igualdad de género. Así que regresamos a la pregunta: ¿qué es lo que
se requiere con el principio de igualdad entre hombres y mujeres?9

5
Ver, por ejemplo Fineman, Martha Albertson. Feminist Theory in Lato: The Dijference it Makes. 2 Colum. J. Gender & L. 1, pág: 10 (1992); Becker,
Mary. Prinee Charming: “Abstract Equality”, en Feminist Legal Theory: Foundations. Weisberg, D. Kelly, Ed. 1993, pág. 225 (en adelante Founda-
tions).
6
Ver Fineman, Martha Albertson. The lllusion of Equality: The Rhetoric and Reality ofDivorce Reform. 1991, págs. 46-52.
7
Ver Marx, Karl. “Critique of the Gotha Program”, en The Marx-Engels Reader. Tucker, Robert C., Ed. 2a ed. 1978, pág. 531.
8
Duyea, Suzanne y Székely, Miguel. The Haves and Ihe Have-Nots. Banco Interamericano de Desarrollo, Office of the Chief Economist, Latin
American Economic Policies. No. 5, 4th quarter. 1998, pág. 1.
9
Ver “Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales”, reproducido en^4 Com- pilation of lntemalional Instruments. Vol 1:
Universal Instruments. 1994; “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”, en ídem., pág. 20; Declaración sobre la Eliminación de la
Discriminación Contra la Mujer, en ídem., pág. 145; Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1993, págs. 519-39.

Volver al índice 29
Este artículo nos llevará más allá de los debates entre igualdad y diferencia, más allá de los argumentos de
que la igualdad de género exige que tratemos a mujeres y hombres igualo que los tratemos diferente. Nos
lleva más allá de la afirmación de Catharine MacKinnon, de que las mujeres deberíamos «recibir trato igual
cuando somos iguales, diferente cuando somos diferentes. Pero así les sucede a los hombres: iguales y
diferentes, también».10

Decir que la igualdad exige que las mujeres sean tratadas igual cuando son iguales, y diferente cuando son
diferentes, es una aseveración que a menudo dejará a las mujeres en una posición vulnerable. El
tradicionalista responderá que es legítimo discriminar contra las mujeres casadas en el lugar de trabajo,
porque -como resultado de matrimonios contraídos libremente- las madres saben que de ellas se espera
cuidar a la prole y el hogar; los patronos deberían tener el derecho de dar los mejores empleos a los
trabajadores que no están sobrecargados con responsabilidades familiares, y por lo tanto pueden dedicar
toda su atención al trabajo. Esto es tratar a las mujeres diferente porque están en una situación distinta a la
de los hombres. ¿Es esto entonces consonante con el principio de igualdad de género para ellas?

Claro que no. Yo argumentaré que tratar a mujeres y hombres de igual manera, a menudo exige más que
igualdad simple ante las leyes e instituciones existentes. Como han señalado por largo tiempo las feministas,
muchas leyes e instituciones están estructuradas alrededor de los cuerpos y patrones de vida de los
hombres11. Cuando éste es el caso, la igualdad de género exige la eliminación de estas normas masculinas,
como primer paso para traer la igualdad a las mujeres. De éstas se dirá mucho más, pero por ahora será
suficiente un simple ejemplo: las normas del o la trabajadora ideal en el trabajo de mercado.

Este trabajo está diseñado alrededor de un trabajador ideal que labora tiempo completo y extra, y no toma
tiempo libre para partos ni crianza de criaturas. Esta no es una norma sin género. Está estructurada alrededor
de los cuerpos de los hombres, quienes no quedan embarazados. También alrededor de las biografías de
ellos, quienes -tanto tradicionalmente, como hoy, en las dos Américas -están apoyados por un torrente de
servicios domésticos de ellas. Las mujeres en los Estados Unidos todavía hacen dos tercios del trabajo del
hogar y el 80% del cuidado infantil; una sospecha que los números son todavía más altos en otras partes.
Ellas no gozan del torrente de trabajo familiar que apoya a los trabajadores ideales masculinos, ni tampoco
disfrutan de otros privilegios de género que les permiten a los hombres cumplir como trabajadores ideales;
por ejemplo, la capacidad de mudar a sus familias para recibir capacitación, o para aprovechar buenas
oportunidades de trabajo12.

Personas con varias formas de cuerpo pueden desempeñarse como trabajadores ideales -no es una norma
vinculada al sexo. Pero sí con el género: con los privilegios de género que gozan los hombres como grupo.
Por lo tanto, otorgarles a las mujeres iguales oportunidades para desempeñarse como trabajadoras ideales,
solamente les da oportunidad de vivir según las normas fijadas por ellos, sin tener cuerpos de hombre ni

10
Ver MacKinnon, op. cit., pág. 37.

11
Ver ídem., págs. 36-37 (cuerpos y biografías de hombres).
12
Ver Williams, op. cit., Introducción.

Volver al índice 30
contar con el torrente de trabajo familiar asequible a los trabajadores ideales masculinos. Tratar a hombres
y mujeres igual frente a la norma del trabajador ideal masculino no ofrece verdadera igualdad de género,
sino una continua discriminación contra las mujeres.

La igualdad de género sin discriminación requiere, primero, que la norma del trabajador ideal sea sustituida
con una que no exija de las personas que trabajan, el poder social que tienen los varones, ni el torrente de
trabajo familiar y otros privilegios asequibles a la mayoría de los hombres, pero a muy pocas mujeres. Este
artículo generaliza este punto, argumentando que la igualdad sin discriminación exige, no sólo igual trato a
ambos sexos, sino también la deconstrucción de las normas masculinas actualmente empotradas en muchas
leyes e instituciones sociales. Para identificar las normas masculinas y valorar cómo diseñar nuevas políticas
que sustituyan las instituciones y normas tradicionales generizadas, es necesario un análisis de la igualdad
que incluya uno del género como poder social.

El entendimiento consecutivo de la igualdad elimina la confusión sobre si igualdad de género implica que se
trate igual o diferente a mujeres y hombres. La igualdad requiere igual tratamiento de ambos sexos ante
normas que no estén diseñadas alrededor de los cuerpos y los patrones de vida de los hombres. En algunos
contextos, esto no requiere más que igual trato ante leyes y normas existentes. En otros, exige el cambio de
una sola institución, ley o norma; o el cambio de la forma en la cual la persona que toma las decisiones
pertinentes, aplica la norma o ley existente.

En otras situaciones no será posible llegar a la igualdad de género simplemente con el cambio de una norma
o institución, porque el proceso de toma de decisiones involucra a muchos / as actores / as sociales,
muchas/os de ellas / os motivadas / os por estereotipos que les llevan a discriminar contra las mujeres. En
tales contextos, en los cuales muchos / as actores / as operan en un proceso de toma de decisiones
descentralizado, la igualdad de género exige, no sólo igual tratamiento ante leyes y normas existentes o
cambios a una ley o norma específica, sino que también exige acción afirmativa.

I. Igualdad ante la ley

1.1. Eliminando los privilegios tradicionalmente otorgados a los hombres y las desventajas
tradicionalmente padecidas por las mujeres

Empiezo con situaciones en las cuales la igualdad de género no exige más que igual trato ante la ley. En los
Estados Unidos, este principio fue establecido en la legislación constitucional por litigios que llevó Ruth Bader
Ginsberg, quien entonces trabajaba para una organización no gubernamental llamada American CivilLiberties
Union Womens Rights Project, y ahora es magistrada de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos.
Ginsberg entabló casos diseñados para eliminar las desventajas tradicionales de las mujeres ante la ley.
Ejemplo entre éstos es aquel de 1971, que objetaba una ley estatal de la Florida, la cual estipulaba que si dos
personas de categoría elegible aspiraban a administrar un patrimonio, se preferiría automáticamente al
hombre por sobre las mujeres13. El Estado de Florida justificaba la ley diciendo que daba trato diferente a

13
Reed v Reed, 404 U.S. 71 (1971).

Volver al índice 31
hombres y mujeres porque, de hecho, no eran iguales: sus roles domésticos y su exclusión de los públicos,
significaba que la mayoría de las mujeres probablemente tendrían menos pericia en asuntos financieros de
la que tendrían los hombres. Un feminismo que permitiera que se trate diferente a las mujeres cuando
«verdaderamente» son diferentes, dejaría a las mujeres vulnerables ante este tipo de tratamientos
discriminatorios.

La solución de Ruth Bader Ginsberg fue desviar la atención de las diferencias, y argumentar que se debería
prohibir a las y los actores gubernamentales categorizar a las personas individuales con base en el sexo. En
parte, esta estrategia se originó en las peculiaridades de las leyes constitucionales de los Estados Unidos,
pero también reflejó su comedido cálculo de que, si a las legislaturas estadounidenses se les permitía usar
categorías basadas en el sexo, terminarían usándolas para colocar a las mujeres en roles tradicionales de
género. Por lo tanto, la insistencia de Ginsberg en prohibir el uso de categorizaciones basadas en el sexo no
era tanto una teoría de igualdad, como una estrategia para restringir a actores con quiénes no se podía contar
para no discriminar, si se les permitiera tratar a las mujeres diferente que a los hombres.

En la actualidad, en Latino América, la eliminación de los privilegios masculinos tradicionales continúa siendo
un punto importante en la agenda. Quizá un ejemplo sobresaliente es la ley guatemalteca, la cual todavía
exige a las mujeres permiso de sus maridos para poder salir a trabajar14. La aplicación del principio que
prohíbe a las legislaturas categorizar con base en el sexo, declararía sin lugar ese, estatuto, como
incongruente con la igualdad de género.

Otros casos también atañían a la eliminación de los privilegios masculinos tradicionales sobre los beneficios
sociales, que han acompañado el rol de macho proveedor. En uno de ellos, Weinberger v Weisenfeld, la ONG
de Ginsberg representó a un padre, quien quería quedarse en casa criando a su hijo después de la muerte de
su esposa15. No lo podía hacer porque la Seguridad Social otorgaba pensión a las viudas, pero no a los viudos.
La Corte Suprema dictó que otorgarles la pensión solamente a ellas, violaba la garantía de igual protección
en la Constitución de los Estados Unidos. En otro caso, Frontiero v Richardson, la misma representó a una
soldada, quien quería declarar a su marido como dependiente, para poder calificar para una bonificación más
alta de alquiler y beneficios médicos y dentales para su familia. No podía hacerlo, porque las regulaciones
militares permitían que todos los hombres declararan a sus esposas como dependientes, pero exigía a las
mujeres que deseaban hacer lo mismo, probar que ellas ganaban la mitad, o más, de todo el ingreso familiar.
De nuevo, la Corte Suprema eliminó la regla objetada como una violación a la Cláusula de Igual Protección16.

Weisenfeld y Frontiero extendieron a las trabajadoras ideales, privilegios tradicionalmente ofrecidos


solamente a los trabajadores ideales. En este tipo de contexto, la igualdad requiere solamente de igual trato
a ambos sexos, porque ellas ya están ocupando el rol de trabajador ideal tradicionalmente restringido a ellos,
y el único obstáculo en su camino para poder gozar de privilegios asociados con ese rol masculino, son las
reglas formales que limitan la eligibilidad de esos privilegios a los hombres.

14
Código Civil de Guatemala, Párrafo IV, Art. 114, Esta sección del código se sostuvo contra una recusación constitucional en la Corte de
Constitucionalidad, República de Guatemala, Expediente 84-92, y ha sido apelada ante el sistema interamericano.
15
420 U.S. 636 (1975).
16
411 U.S. 677 (1973).

Volver al índice 32
Dado que los privilegios tradicionalmente asequibles a los varones son incongruentes con la igualdad de
género, ¿cuál es el remedio adecuado? Aunque a este paso no se le ha reconocido la necesidad de un análisis
preciso en el feminismo de los Estados Unidos, de hecho, es extremadamente importante desarrollar un
método separado para diseñar la medicina adecuada, una vez que se ha determinado que la ley o regla actual
viola el principio de igualdad de género.

En este contexto, es digna de nota la estipulación del código peruano, que con la pretensión de eliminar la
regla tradicional de que las mujeres casadas no pueden trabajar fuera de la casa sin permiso de sus maridos,
extiende ese derecho de veto a las mujeres. Cito:

“Cada cónyuge puede ejercer cualquier profesión o industria permitidos por la ley, así como efectuar
cualquier trabajo fuera del hogar, con el asentimiento expreso o tácito del otro”17.

Para captar porqué este remedio es inadecuado, es necesario combinar un análisis de igualdad, con un
análisis de género y poder. En los Estados Unidos, este análisis ha tendido a enfocarse en la erotización de la
dominación: en las formas en las cuales nuestra sexualidad está vinculada con la erotización del ejercicio del
poder sobre las mujeres, en la violencia doméstica, el hostigamiento sexual y la violación. Pero nuestras
estructuras de trabajo y familia heredadas, también operan para dar a los hombres poder sobre las mujeres:
ejemplos sobresalientes son la norma del trabajador ideal y el sistema resultante, el cual procura el cuidado
de la niñez marginando económicamente a quienes lo proporcionan. Es necesario que las feministas hagan
un análisis de género y poder en cada análisis de igualdad de género, excepto en la limitada situación en la
cual el asunto es si las mujeres que viven según las normas masculinas pueden recibir privilegios
tradicionalmente asequibles sólo a los hombres.

Para volver al estatuto peruano, el análisis parte del hecho que, en todas las Américas, se considera,
tradicionalmente, que los hombres son quienes se ganan la vida, son los proveedores, mientras que las
mujeres no18. Este patrón ha sido puesto en tela de juicio por el feminismo, con el resultado de que los roles
de las mujeres son

cuestionados y están en proceso de cambio. Pero el deber y derecho de los hombres a trabajar en el mercado
nunca ha sido seriamente puesto en duda, ni antes del feminismo, ni ahora. Por lo tanto, los hombres tienen
permiso tácito para trabajar fuera del hogar, por el rol de proveedor que se vincula culturalmente con la
masculinidad. Por la unión entre trabajo de mercado y hombría, la mayoría de ellos siente que no les queda
más elección que desempeñarse como trabajadores ideales, hasta donde su clase y raza se los permite. El
vínculo cultural entre trabajo de mercado y hombría también significa que pocos hombres tienen elección
económica alguna, más que trabajar, ya que la mayoría típicamente gana más que sus esposas19.

Dadas estas condiciones sociales, pocas mujeres tendrán oportunidad real de prohibirle a sus esposos que
trabajen afuera del hogar, aunque una ley les dé derecho formal de hacerlo. Como señaló Alda Fació, la ley

17
Código Civil. Analizado y comentado por el Dr. Hernán Figueroa Estremadoyro. Título II, Art. 293. Colección Jurídica Inkari, 1998.
18
Ver Potuchek, Jean. Who Supports The Family? Gender AndBreadwmningln Dual-Earner Marriages, 1997; Williams, op. cit., Introducción.
19
Los hombres en los Estados Unidos ganan, en promedio, 70% de los ingresos familiares. Rose, Stephen. On Shaky Ground: Rising Fears About
Incomes And Eaming. National Commission for Employment Policy Research Report No. 94-02, 1994.

Volver al índice 33
debe analizarse en tres niveles; darles a las mujeres un derecho formal que nunca se ejercerá por causa de
los derechos que los hombres tienen a nivel social, no es un remedio que ofrezca verdadera igualdad. La
concesión formal a las mujeres, de poder de veto sobre sus maridos, se vuelve una ficción cínica20.

Lo mismo no es cierto de la prohibición de los hombres al derecho de ellas a trabajar fuera del hogar. En el
nivel social de la costumbre, no hay aprobación tácita que otorgue a las mujeres el derecho a involucrarse en
el trabajo de mercado por el hecho de serlo (en agudo contraste con la situación con respecto a los hombres).
Además, impedir a una mujer su desempeño en el mercado laboral no se interpretaría como una castración
a su feminidad, mientras que si se hiciera lo mismo a un hombre, se entendería como una castración a su
hombría. Para terminar, por supuesto que muchos esposos pueden darse el lujo de prohibirles a sus esposas
trabajar fuera del hogar, porque la mayoría de ellos gana más que ellas (en gran parte, porque han gozado
de dos privilegios masculinos clave: el derecho a un torrente de trabajo familiar de sus esposas, y el derecho
a mudarse con sus familias, si es «necesario» para promover sus carreras). En este contexto social, el
otorgamiento a los hombres de poder de veto sobre la participación de sus esposas en la fuerza laboral, no
es una ficción. Al contrario, es muy real.

Hasta que no evaluemos cualquier remedio propuesto contra un análisis de la relación entre género y poder,
no podremos estar seguras de que aquel no implica dar a las mujeres igualdad formal en una situación en la
cual el género empotrado dentro de la economía y dentro de nuestras definiciones de masculinidad y
feminidad- volverá completamente ficticio lo que a primera vista parece ser igual trato. Un análisis de género
y poder nos demuestra que, al enfrentar problemas que se originan de los privilegios tradicionales de los
hombres y de las desventajas tradicionales de las mujeres, la verdadera igualdad de género exige eliminar
las desventajas tradicionales vinculadas con el sexo tanto para ellos como para ellas, más que pretender
aplicar la desventaja «por igual» a ellos, en un contexto social en el cual tienen ciertos privilegios sociales de
los cuales las ellas carecen.

Aunque el principio de igual trato ante las leyes muy importante en los casos que atañen a los privilegios
tradicionalmente gozados por los hombres, el planteamiento de tratar a mujeres y hombres de igual manera
choca con dificultades cuando se aplica, no a las desventajas tradicionales de ellas, sino a sus privilegios
tradicionales. Un ejemplo de ésto es la pensión alimenticia.

Esta es uno de los (relativamente pocos) derechos económicos otorgados a las mujeres que proporcionan
cuidado y atención. Como señalé anteriormente, el principio de igualdad, tradicionalmente, se ha aplicado
ampliando la pensión alimenticia, para que ésta no esté limitada solamente a ellas, sino que también sea
asequible a ellos. También señalé antes el hecho de que este cambio a menudo causa daño a las mujeres, y
ha llevado a algunas feministas en los Estados Unidos a preguntarse si la igualdad las daña o las ayuda. Se me
ha dicho que también algunas latinoamericanas se preguntan lo mismo frente a nuevas leyes de pensión
alimenticia, neutrales en términos de género.

20
Fado, Alda. Cuando El Género Suena, Cambios Trae. 1996, págs. 73-86.

Volver al índice 34
1.2. Eliminando privilegios tradicionalmente otorgados a las mujeres

«Lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa también». En otras palabras, no podemos esperar
eliminar privilegios tradicionalmente otorgados a los hombres, sin también eliminar los privilegios
tradicionalmente otorgados a las mujeres.

Algunas feministas estadounidenses han argumentado que la confusión generada por la teoría de la igualdad
es señal de que las feministas deberían evitar la gran teoría, y concentrarse en aquello que ayudará a las
mujeres, sin preocuparse por las implicaciones teóricas involucradas21. Esta sugerencia va más de acuerdo
con la disposición norteamericana, con su aversión por la teoría, que con la latina, en donde la amplia gama
de discurso político hace que la gente sea más conciente de lo que hace y sus acciones se reflejan en la teoría.
Este abordaje antiteorético tiene riesgos en cualquier contexto, porque manda el mensaje de que las
feministas están dejando de lado su reclamo moral por la igualdad, y están en la arena, con otros agentes
políticos, en una rebatiña por lograr lo que sea.

Para generar una teoría congruente, una debe empezar por que la posición de eliminar privilegios
tradicionales masculinos, en nombre de la igualdad, también exige eliminar los asignados solamente a las
mujeres. Pero esto no dicta ningún remedio particular, sobre cómo proceder después de que los privilegios
vinculados con sexo se eliminan. En el contexto de las pensiones alimenticias han surgido problemas cuando
las normas tradicionales de la pensión, vinculadas con el sexo, son cambiadas para que los hombres también
sean elegibles para ella, con base en la necesidad.

Aunque la necesidad es la prueba tradicional para la pensión, el requisito se impuso para limitar la gama de
esposas elegibles en un contexto social en el cual virtualmente todas las esposas eran económicamente
dependientes de sus maridos22. En el mundo en el cual se formuló la norma para las pensiones alimenticias,
aquello fue aceptado corno un hecho. El propósito de la norma de la necesidad era limitar la pensión para
una subclase de esposas dependientes: aquellas sin habilidades laborales o sin un ingreso independiente
para mantenerse sin la ayuda de sus exmaridos.

En resumen, el propósito de las pensiones era ofrecer ingresos post matrimoniales a personas adultas que
habían sido marginadas por el rol de esposas, o más precisamente, por el rol de cuidado que asumen las
madres casadas, cuyo trabajo fue (y es) proporcionar aquel torrente de cuidado infantil y otros servicios
domésticos necesarios para apoyar al marido trabajador-ideal. De esta manera, una norma neutral en
términos de sexo para la pensión alimenticia la proporcionaría a todas las personas, sin importar la forma de
sus cuerpos, que hubieran desempeñado el papel de cuidador I a marginada I o que exige la actual estructura
del trabajo de mercado, siempre que pudieran demostrar necesidad.

De esta manera, en el caso mencionado en la introducción, del artista cuya esposa se había desempeñado
tanto en el trabajo de mercado como en el grueso del trabajo familiar, por mientras duró el matrimonio, la
pensión no sería asequible. Porque la dependenca del artista difiere de aquella de la esposa tradicional. A
diferencia de ella, el artista no aportaba el torrente de trabajo familiar para apoyar la capacidad de su esposa

21
Ver Fineman, Martha. Challenging Law, Establishing Differences: The Future of Feminist Legal Scholarship. 42 Fia. L. Rev. 2S (1990).
22
Ver, por ejemplo, Uniform Marriage & Divorce Act, Sección 308.

Volver al índice 35
para desempeñarse como trabajadora ideal. El no asumió el rol de cuidador marginado que da pie a las
solicitudes de pensión. Por lo tanto, él no llena el requisito mínimo, no cargó con el rol marginal,
tradicionalmente desempeñado por las mujeres.

En contraste, tomemos la situación de un hombre que ha sido amo de casa, que ha dejado su carrera para
cuidar a la prole, mientras su esposa se desempeñaba como trabajadora ideal. En ese contexto, el esposo
desempeñó el rol de género para el cual fue diseñada la pensión alimenticia. Por lo tanto, a él se le permitiría
pedirla, si pudiera probar que tiene necesidad de ella.

Es de notar que el punto clave, en contextos que atañen a los privilegios tradicionales de las mujeres, es que
éstos deberían desvincularse del sexo -de la forma del cuerpo- y vincularse al género -a los roles sociales
tradicionalmente asignados a las mujeres.

Un reexámen del trabajo temprano de las comunmente consideradas feministas de la igualdad (sameness),
Ruth Bader Ginsberg y Wendy Williams, demuestra que estos son los tipos de remedios por los cuales ellas
abogaban23. Entonces, ¿de adonde vienen las acusaciones de que existe un grupo de feministas de la igualdad
que defienden tratar a hombres y mujeres por igual, aún cuando esa estrategia daña a las mujeres? Ahora
vemos que esta denuncia significa que algunas feministas han abogado por eliminar los privilegios
tradicionales ofrecidos a las mujeres. Esto describe a unas pocas feministas. Por ejemplo, la connotada
feminista norteamericana, Herma Hill Kaye (quien ayudó a Ruth Ginsberg a escribir el primer libro de texto
sobre mujeres y Derecho, y quien es ahora decana de la escuela de leyes en Berkeley) abogó, por un tiempo,
por abolir la pensión para las mujeres más jóvenes, con la esperanza de que esto las hiciera desistir de
marginarse del trabajo de mercado. Pero pronto se dio cuenta de que esta propuesta dañaría a las mujeres,
y la retiró, reconociendo que había sido poco atinada. Ahora vemos porqué. El principio general es que,
cuando se trata de eliminar privilegios tradicionales vinculados al sexo que tienen las personas que se dedican
a dar cuidado, dichos privilegios deberían desvincularse del sexo (de la forma del cuerpo) y vincularse más
bien al género (al rol social)24.

Una vez adoptado este acercamiento, se eliminan algunas de las principales contraindicaciones del
tratamiento igual a hombres y mujeres ante la ley. Otro ejemplo es la experiencia con la eliminación de la
custodia materna. En ese contexto, la tendencia predominante en los Estados Unidos ha sido hacia la custodia
compartida. Este resultado podría parecer mandato de los tratados de derechos humanos, que dictan que
ambos, padre y madre, conservan derechos paterno/maternos después del divorcio. La custodia compartida
funciona bien en aquellas situaciones, la minoría, en las cuales ambos, madre y padre, la eligen libremente
porque están igualmente comprometidos a proporcionar la mitad del cuidado diario de la criatura; de hecho,
en ausencia de violencia o algún otro problema agudo en la dinámica familiar, ésta es probablemente la
solución ideal de custodia. El problema con la custodia compartida, al estilo norteamericano, es que, cuando
se convierte en presunción en casos en los cuales no se comparte por igual el cuidado diario, ésta le da al

23
Ver, por ejemplo, Williams, Wendy W. “Equality’s Riddle: Pregnancy and the Equal Treatment/ Special Treatment Debate”, en Foundations, op.
cit., pág. 144; Williams, Wendy W. “Notes from a First Generation”. 1989 U. Chi. L.F. 99; Ginsberg, Ruth Bader. “Gender and the Constitution”. 44
U.Cin. L. Rev. 1, págs. 28, 30-40 (1975).
24
Kaye, Herma Hill. “Equality and Difference: A Perspective on No-Fault Divorce and Its Aftermath”. 56 U.Cin. L. Rev. 1 (1987); Kaye, Herma Hill.
“Commentary: Toward a Theory of Fair Distribu- tion”. 57Brook. L. Rev. 755 (1991).

Volver al índice 36
padre los mismos derechos de controlar la vida y trabajo de la madre que tuvo durante el matrimonio. En
aproximadamente un 90% de las familias con custodia compartida, la criatura todavía vive con la madre, pero
como la custodia es legalmente compartida, el padre gana derechos importantes. Primero, conserva, en
efecto, el derecho que los padres tienen en el matrimonio intacto: proporcionar solamente un pequeño
porcentaje del trabajo diario de la crianza, mientras mantienen iguales derechos en tomas de decisión
importantes para ésta. Que el padre tenga el derecho de disponer cómo deben las madres desempeñar el
cuidado y atención necesarios para criar una criatura, está muy alejado de la igualdad para las mujeres.
Segundo, las cortes han mostrado menos voluntad, en casos en los cuales padre y madre tienen custodia
legal compartida, de permitir que la madre se mude, para tener un mejor empleo, o estar cerca de la familia
u otras redes de apoyo. Esto es de particular importancia porque, en las familias intactas, la familia muy a
menudo vive en dónde al padre le convenga más, ya sea por su trabajo u otras preferencias. Prohibirle a la
madre mudarse después del divorcio, en efecto, obliga a la madre a continuar viviendo en un lugar elegido
por las conveniencias de su anterior marido, hasta después de que el matrimonio ha terminado. En una
sociedad en la cual se espera que las esposas sigan a sus esposos, prohibirle a una madre que tiene la custodia
mudarse, también significa que ella tendrá, a menudo, que escoger entre la prole y un nuevo marido, quien
quiere o «necesita» mudarse para perseguir buenas oportunidades de trabajo25.

Es claro que la custodia compartida va en contra de las mujeres de muchas maneras. También lo hace el
análisis predominante, que es investigar cuál es el mejor interés del o la niña26. Esto se convierte en una
pesquisa sobre quién es el mejor padre o madre, en un contexto social en el cual los jueces a menudo
asumirán que, un padre que hace el 20% del trabajo familiar es más admirable que una madre que hace el
50%, si en la sociedad la mayoría de las madres hacen el 100% y muchos padres virtualmente nada. El no
expresado y muy sexista supuesto de que el trabajo de cuidado y atención que proporcionan las madres es
derecho de los padres, a menudo distorciona la investigación a la cual «los mejores intereses del o la niña»
obligan.

Una alternativa es cambiar privilegios que tradicionalmente se vinculan con la forma del cuerpo, en
privilegios vinculados con roles de género. Esto significaría la presunta custodia de cualquiera que haya
marginado su participación en el mercado de trabajo, para proporcionar cuidado y atención. La mejor
propuesta es la de Karen Czapanskiy, que parte del principio que -en una sociedad que procura el cuidado
infantil marginando a quién lo da- la niñez necesita poder depender, no sólo del cuidado continuo del o la
adulta de la cual dependen, sino también del otro, padre o madre, para que apoye a la persona que da el
cuidado. Por lo tanto Czapanskiy propone que, después del divorcio, la custodia se otorgue corno reflejo de
la división del cuidado infantil mientras el matrimonio (o unión libre) estuvo intacto, y que la persona que no
tiene la custodia primaria tiene derecho al apoyo de su anterior pareja. «Apoyo» implica no sólo apoyo
financiero; bajo este modelo, las visitas del padre o la madre que no tiene la custodia se convierten, no en
privilegio, sino en deber. Este modelo proporciona sanciones importantes en una sociedad en donde los

25
Ver Bartlett, Katharine y Harris, Angela. Gender and Law: Theory, Doctrine, Commentary. 1998, págs. 457-64 (información sobre los impactos de
la custodia conjunta).
26
Cf. Kearney, Mary Kate. “Symposium: Children and the Law. The New Paradigm in Custody Law. Looking at Parents With a Loving Eye”. 28 Ariz. St.
L.J. 543, pág. 553 (1996) (resúmenes de críticas de las normas del mejor interés: «pueden fácilmente convertirse en un resumen de los prejuicios de
una persona individual».)

Volver al índice 37
padres llegan a visitar sólo cuando a ellos se les antoja, y llenan de decepción a la criatura cuando a ellos no
se les antoja27.

Para resumir: la igualdad formal, o la igualdad ante la ley, es un importantísimo principio para lograr la
igualdad de género. En contextos en los cuales están involucrados los privilegios tradicionales de los
hombres, la igualdad se puede alcanzar simplemente abriendo esos principios para todas las personas, sin
que importe la forma del cuerpo. En el contexto de los privilegios tradicionales de las mujeres, el remedio
correcto es hacer esos privilegios accesibles a todas las personas que asumen roles de género - notablemente
el papel de cuidadora marginada- que tradicionalmente desempeñan las mujeres.

La igualdad formal es un primer paso importante para lograr la igualdad para las mujeres, por varias razones.
Es efectiva para abrir los privilegios tradicionales de los hombres a las mujeres; como son los beneficios que
han tradicionalmente acompañado la condición de trabajador ideal. También es efectiva para eliminar las
tradicionales desventajas de las mujeres, como es la prohibición para ellas de hacer trabajo de mercado sin
el permiso de sus maridos. Finalmente, es positiva para abrir las ventajas tradicionales de las mujeres para
hombres que desempeñan roles tradicionalmente asociados con las mujeres, especialmente el de cuidadora
marginada. (Lo último es importante, porque sin ello, los hombres no comenzarán a interesarse en ocupar
roles de cuidado y otros, tradicionalmente desempeñados solamente por mujeres.)

En cada contexto, el compromiso con la igualdad formal debe venir acompañado de atención especial a la
manera de moldear el remedio que abra el camino para el cambio de género (gender flux), sin dañar a las
mujeres que están en roles tradicionales. Estas medidas correctivas pueden servir para exacerbar la
desigualdad de las mujeres, en vez de aliviarla, a no ser que se diseñen con especial atención al vínculo entre
género y poder. La sensibilidad al género y al poder brindará pautas para el diseño de medidas correctivas
para lograr igualdad de género. Primero, bsprivilegios tradicionales de los hombres deberían extenderse a
las mujeres que desempeñan roles tradicionalmente masculinos. Segundo, las desventajas tradicionales de
las mujeres deberían ser eliminadas para ambos sexos; pretender extenderlas a los hombres,
inevitablemente resultará ser una ficción. Finalmente, los privilegios tradicionales de las mujeres deberían
extenderse a los hombres que desempeñan roles tradicionalmente femeninos, cambiando el objetivo de
ellos, de sexo (forma del cuerpo) a género (roles sociales).

Todos estos pasos ayudarán a las mujeres que deseen moverse hacia roles tradicionalmente masculinos (y a
los hombres que deseen moverse a roles tradicionalmente femeninos), sin eliminar los privilegios
tradicionales de las cuidadoras marginadas y otras mujeres en roles tradicionalmente femeninos. En este
punto encontramos los límites de la igualdad formal. Porque la meta del feminismo no es simplemente
permitir a una minoría de mujeres, quienes no se conforman con el estereotipo, entrar en roles
tradicionalmente masculinos. El feminismo también debe dirigirse a las necesidades de la gran cantidad de

27
Ver Czapanskiy, Karen. Santa Clara L.Rev. (1999) (por salir). Czapanskiy trabaja sobre la sugerencia de Elizabeth Scott, de que la custodia debería
ir de acuerdo con las proporciones de cuidado desempeñadas por padre y madre antes del divorcio. Ver Scott, Elizabeth. “Pluralism, Parental Prefe-
rence, and Child Custody”. 80 Cal. L. Rev. 615 (1992). Hay que tener en cuenta que el modelo de Czapanskiy daría iguales derechos a padres y a
madres que se encargan de la crianza básica. También les daría a padres que han tenido mayor participación en el cuidado durante el matrimonio
más derechos después del divorcio, introduciendo, por lo tanto, en el matrimonio, un incentivo para que los padres asuman más igualitariamente el
paternazgo.

Volver al índice 38
mujeres que permanece en papeles tradicionalmente femeninos. Por ejemplo, aún en Estados Unidos, en
donde grandes cantidades de mujeres integran la fuerza laboral, las madres permanecen al margen del
trabajo de mercado: aproximadamente el 60% de las madres casadas y el 50% de las solteras, no se
desempeñan como trabajadoras ideales, ni aún en el sentido mínimo de trabajar a tiempo completo28. El
objetivo final del feminismo es traer igualdad a las mujeres -no sólo a las mujeres cuyas biografías son iguales
a las tradicionales de los hombres. ¿Cómo, si en algo, ayuda la promesa de igualdad a las mujeres con cuerpos
y biografías tradicionalmente femeninas?

II. Cuando la igualdad exige deconstruir normas masculinas

La idea de que gran parte del mundo está diseñada alrededor de las normas masculinas ha sido, por largo
tiempo, básica en el análisis feminista. La mejor afirmación ha sido la de Catharine MacKinnon:

La fisiología de los hombres define los deportes, sus necesidades definen la cobertura de los seguros de vida
y de automóviles, sus biografías socialmente diseñadas definen las expectativas en el lugar de trabajo y los
patrones de carreras exitosas, sus perspectivas y preocupaciones definen la calidad del saber, sus
experiencias y obsesiones definen el mérito, sus servicios militares definen la ciudadanía, su presencia define
a la familia, su incapacidad de llevarse bien los unos con los otros -sus guerras y sus gobiernos- definen la
historia, su imagen define a dios, y sus genitales definen el sexo. Para cada una de sus diferencias con las
mujeres, está vigente un tipo de plan de acción afirmativa, lo cual es conocido como la estructura y valores
de la sociedad americana29.

Los horarios del trabajador ideal son otro ejemplo de la norma masculina. Especialmente en contextos, como
Estados Unidos, en donde los trabajadores ideales trabajan cantidades considerables de horas extra,
desempeñarse como trabajador ideal es incongruente con las nociones comunes de cuánta atención y
cuidado de padre y madre necesitan hijas e hijos30. Como ya se ha señalado, esto significa que, para
desempeñarse como trabajador ideal, es necesario el apoyo de una esposa cuidadora marginada. Dejar este
sistema intacto implica que la mayoría de las madres casadas «escogerán» no desempeñarse como
trabajadoras ideales, porque para ellas esa elección significa algo diferente que para los hombres: ellos saben
que si no les proporcionan cuidado a hijas e hijos, las mujeres lo harán, mientras que ellas saben que si no lo
hacen ellas mismas, la única alternativa es delegarlo en una trabajadora doméstica. Aunque las domésticas
hagan muy bien su trabajo, no son madres: poca gente siente que el cuidado materno / paterno y el cuidado
de mercado es fungible. (He llamado a este sentido la norma de cuidado materno/paterno).

28
Ver Kalleberg, Anne L. “Part-Time Work and Workers in the United States: Correlates and Policy Issues”. 52 Wash & Lee L. Rev. 771, pág. 780
(1996); Bureau ofLabor Statistics, U.S. Department of Labor, Unpublished Marital and Family Tabulations from the Current Population Survey. 1996,
tbl.28A. (<<Unemployed Persons Not at Work and Persons at Work in Nonagricultural Industries by Actual Hours of Work at Al! Jobs during Reference
Week, Marital Status, Sex, and Age, Annual Average 1995») (aquí en adelante Datos del BLS). He calculado el porcentaje de madres casadas que
trabajar! tiempo parcial sobre diferente base que el BLS. El Bureau clasifica a cualquiera que trabaje más de treinta y cinco horas por semana como
tiempo completo; yo clasifico a cualquiera que trabaje menos de cuarenta horas por semana como tiempo parcial, basándome en mi percepción de
que la mayoría de la gente empleada considera que tiempo completo es por lo menos cuarenta horas por semana.
29
Mackinnon, op. cit., pág. 36.
30
Ver Schor, Juliet B. The OverworkedAmerican: The Unexpected Decline OfLeisure, 1991.

Volver al índice 39
En este contexto, dejar intacta la norma del trabajador ideal no brinda igualdad para las mujeres. Impide la
igualdad de oportunidades, salvo para las mujeres trabajadoras ideales: en los Estados Unidos, dichas
mujeres ganan el 90% del salario promedio de los hombres31, y las madres, que componen casi el 90% de las
mujeres, ganan solamente el 60% del salario promedio de los padres32. Estas estadísticas reflejan que,
ofrecerles a las mujeres la oportunidad de desempeñarse como trabajadoras ideales, sin el torrente de
trabajo familiar que apoya al trabajador ideal masculino, no es una oferta de igualdad, sino de discriminación
prolongada. La verdadera igualdad económica de las mujeres exige deconstruir la norma del trabajador ideal,
y reconstruir el trabajo de mercado con la oferta de horarios más flexibles, que permita a las trabajadoras y
trabajadores dar a la niñez los tipos de cuidado diario que sentimos necesitan.

Existe literatura abundante sobre otros tipos de normas masculinas. Un ejemplo sobresaliente es el elegante
análisis de Elizabeth Schneider, de la forma en que los jueces aplican la doctrina de la defensa propia en el
derecho penal. En los Estados Unidos, el caso paradigma para la defensa propia es una riña de bar. En ese
contexto, los jueces exigen que la amenaza sea «inminente» para que se justifique el uso de la defensa
propia. (Entiendo que en muchos países latinoamericanos también es necesaria una amenaza inmediata,
aunque el caso paradigma es el de un intruso en el hogar)33.

Schneider señala que esta norma para la defensa propia deja a muchas mujeres vulnerables en casos de
violencia doméstica. El ejemplo clásico es cuando un marido o conviviente la ha golpeado severamente
durante varios años. Luego las golpizas se intensifican en fuerza o frecuencia, ya menudo hay amenazas de
muerte. Supongamos que ella ha tratado repetidamente de huir, o no lo ha intentado porque cree que
cumplirá con sus amenazas de matarla si lo hace. En los Estados Unidos ella tiene derecho a una orden
protectora que le prohíbe a él acercársele, pero obviamente la policía no puede protegerla las veinticuatro
horas del día. Quizás ella haya intentado ir a la policía antes, y han rehusado ayudarla; más bien le han
preguntado qué ha hecho para provocarlo, y le han recomendado que evite hacerlo en el futuro. En
consecuencia, ella (justificadamente) cree que no puede contar con la protección policíaca, y que si trata de
irse, él la matará. Ella rehúsa desaparecer, porque eso implicaría aislarse de sus hijas, hijos, nietos, nietas y
otras personas de la familia, e irse a una ciudad desconocida, en donde no tiene ni trabajo ni ataduras. Así
que espera hasta que, en un patrón a menudo repetido, él se emborracha, la golpea, y cae en la cama,
atontado por el alcohol. Entonces ella lo mata.

¿Defensa propia? No: no había amenaza inmediata. Para entender por qué su comportamiento fue defensa
propia legítima, necesitamos recordar sus características de género, de mujer típicamente femenina. Haber
sido golpeada repetidamente y no haber correspondido de la misma manera, es el comportamiento que una
a menudo ve entre las mujeres, pero raramente entre los hombres. El hecho de la violencia doméstica en sí
es un fenómeno generalizado, que se origina del sentimiento que tienen algunos hombres, de que, para tener
la dignidad masculina que se merecen, ellos deben ejercer poder sobre «su» mujer. A menudo conlleva

31
Ver Waldfogel, Jane. “Understanding the «Family Gap» in Pay for Women with Children”. 12 J. Econ. Persp 137 (1998).
32
Ver Waldfogel, Jane. “Effect of Children on Women’s Wages”. 62 Am. Soc. Rev. 209 (1997).
33
Ver Schneider, Elizabeth M. “Describing and Changing: Women’s Self Defense Work and the Problem of Expert Testimony on Battering”. 14
Womens Rts. L. Rep. 213, págs. 218-30 (1992); Conversación con Marcela Huaita, diciembre de 1998.

Volver al índice 40
elementos sexuales también: muchos agresores encuentran erótico ejercer poder brutal sobre sus amantes.
También es un asunto gene rizado el hecho de que muchas víctimas de violencia no puedan salirse de esa
situación, ya sea porque son económicamente dependientes de su agresor, o porque tienen la
responsabilidad del cuidado de la prole, o por ambas razones. El hecho de que esta víctima no encontrara
ayuda de la policía también es generizado: ¿Cuál víctima de robo sería interrogada para ver qué provocó el
robo? Finalmente, el hecho de que la perpetradora esperó hasta que su agresor estuviera dormido es
generizado: ella no se sentía capaz de poder contra él, ya sea porque es más fuerte que ella, o porque está
entrenado a pelear de una manera que ella, como mujer, no lo está.

Para entender por qué una mujer en esta situación de violencia aguda y crónica mató a su agresor, y porqué
esperó hasta que él estuviera dormido para hacerlo, una debe entender su experiencia de género, como
mujer y como madre. Esto no implica que debamos tener una norma para la defensa propia de las mujeres,
y otra para la de los hombres. De hecho, si un hombre se encontrara en la misma situación que nuestra mujer
hipotética -recibiendo por años trato brutal, de alguien más fuerte mejor entrenado para pelear, incapaz de
escapar de la situación, en donde las autoridades se han mostrado renuentes a ofrecerle la clase de
protección que ofrecen a otros / as ciudadanos / as similarmente inocentes- a él también debería otorgársele
el beneficio de la doctrina de defensa propia. El punto no es que las mujeres deberían ser tratadas de manera
diferente a los hombres, sino que cualquier persona en la situación en que típicamente ellas se encuentran,
debería ser considerada de haber actuado en defensa propia. El ofrecer la doctrina de defensa propia sólo a
la gente que se defiende en una riña de bar -o a «uno» que defiende su casa de un intruso- constituye
discriminación contra las mujeres, porque la ofrece en situaciones paradigma en la cual los hombres la
necesitan, mientras que la niega en aquellas en que las mujeres la necesitan. Los jueces que usan la doctrina
de la defensa propia de esta manera están violando el principio de igualdad de género.

Un análisis similar se puede hacer de las leyes sobre violación. Obviamente, los jueces tienen que diferenciar
entre sexo consensual y violación. Típica mente, las leyes lo hacen por medio del requisito de que la víctima
«se resista» al violador. Una norma más adecuada sería que la víctima indique su ausencia de
consentimiento, tomando en cuenta que las violaciones están cargadas de potencial violento, y que la forma
de resistencia que use reflejará su miedo de ser asesinada o herida severamente: de hecho, estudios indican
que hay más peligro de muerte o de heridas severas si la víctima se resiste; tan es así, que mucha de la
literatura sobre violación aconseja a las mujeres no resistirse. Seguramente no es demasiado pedir que los
hombres eviten hacer sus solicitudes de sexo en situaciones tan cargadas de violencia, o la amenaza de ella,
que el objeto de sus atenciones tema por su vida o su seguridad si dice que no34.

De esta manera, el requisito de la resistencia en sí, indica que las leyes están más interesadas en proteger a
los hombres de falsas acusaciones de violación, que en proteger a las mujeres de la violación: he aquí la
primera norma masculina actuando en las leyes de violación. Esta primera norma masculina se exacerba
cuando los jueces aplican el requisito de la resistencia de maneras que, en efecto, exigen que la víctima luche
hasta la muerte; si no, se le dicta que consintió en tener relaciones sexuales en tal situación. Interpretar el
requisito de la resistencia de esta manera, otra vez, es adoptar el punto de vista de los hombres

34
Ver Estrich, Susan. “Rape”. 95 Yale L.J. 1087 (1986).

Volver al índice 41
(naturalmente preocupados con las falsas acusaciones de violación) más que el de las mujeres (naturalmente
preocupadas por evitar la humillación del sexo forzado).

Por supuesto, las leyes que dictan que toda una pandilla de violadores queda exonerada si uno del grupo se
casa con la víctima, también reflejan las normas masculinas en dos sentidos35. La primera es que esta ley
define la violación como un crimen contra el derecho tradicional masculino de proteger el honor de la familia
-el cual tradicionalmente ha tenido el sentido del interés de propiedad del padre al controlar la sexualidad
de «sus» mujeres. Las mujeres, por supuesto, no han tenido nunca derechos de propiedad en la sexualidad
de sus hombres. La segunda es que las leyes sobre violación, construidas de esta manera, tienen el interés
de proteger las proezas sexuales de los hombres y su derecho a «deshonrar» mujeres; ésto explica la lógica
(de otra manera oculta) de eliminar los cargos por violación cuando un hombre está de acuerdo en
«renunciar» a su derecho tradicional a las vírgenes. Definir las leyes de violación para proteger dos derechos
tradicionales de los hombres -el control de la sexualidad de las mujeres en su familia, y las proezas
masculinas- es incumplir con el deber de dar igual protección a mujeres y hombres. Las doctrinas legales
diseñadas para proteger los derechos de los hombres, más que los derechos humanos de las mujeres (en
este caso a la autonomía sexual) incumplen con otorgar igualdad para las mujeres.

Estos ejemplos demuestran que las normas masculinas estructuran los tres niveles del derecho expuestos
por Alda Fació: las reglas formales (como las leyes de violación) la forma en que se aplican las leyes (cómo
las cortes definen lo que constituye resistencia en el contexto de una violación), y las costumbres sociales
(cómo los empleadores estructuran el mercado laboral). La igualdad exige cambiar cada tipo de norma: no
sólo cambiando las reglas formales, sino también cambiando la forma en que los jueces aplican las reglas, y
cambiando las costumbres sociales (como la norma del trabajador ideal) que están empotradas en reglas
informales y expectativas no habladas.

A menudo estos tipos de normas masculinas se pueden cambiar cambiando una sola regla -las disposiciones
del código que conciernen a la violación- o la forma en la cual juezas y jueces aplican la regla -por ejemplo
cómo aplican el requisito de la resistencia. En otros contextos, sin embargo, las mujeres están en desventaja,
no sólo por una mera regla o interpretación, sino por procesos que involucran a muchos actores diferentes,
motivados por una variedad de estereotipos de los cuales apenas están conscientes, o de que están
felizmente inconscientes.

Tomemos el ejemplo de mujeres candidatas a puestos políticos. Están en desventaja, primero ante la prensa,
que cubre a los candidatos con preguntas sobre su posición política, y a las candidatas con preguntas que se
enfocan más en la forma de sus piernas, que en la calidad de sus ideas. O están en desventaja cuando
enfrentan preguntas sobre si sus hijas e hijos sufruirán cuando ella sea elegida, o si sus cónyuges objetan la
candidatura. Estas preguntas nunca se le harían a los hombres, y mandan mensajes sutiles de que el
verdadero papel de la mujer es servir a su marido y su prole; una conducta que sería interpretada como
espíritu público en un hombre, se transforma sutilmente en egoísta e irresponsable en una mujer. También

35
Ver Atwood, Roger. Perú Strikes Lato (hat Allowed Marriage after Rape. Reuters North American Wire, viernes 4 de abril, 1997, ciclo BC, LEXISINEXIS.

Volver al índice 42
enfrentan desventajas las candidatas cuando la selección de candidatos se hace a través de la red de
«amigotes», porque tienen menores probabilidades de ser incluidas en los momentos de formación de los
lazos masculinos, los cuales ofrecen el estilo aceptado y las actividades claves, sean éstas los deportes, la
cacería o el sexo extramarital. Juntas, éstas y otras fuerzas forman un campo de fuerza poderoso, que las
saca de los roles tradicionalmente masculinos y las inserta en los tradicionalmente femeninos. Este campo
de fuerza no es insalvable, por lo cual algunas mujeres -en particular aquellas con biografías masculinas- lo
pueden sobrepasar. Pero las arrastra fuera de los roles políticos de poder y responsabilidad.

Cuando las desventajas de las mujeres se originan, no de una norma masculina que se mantiene en pie por
una sola institución o un solo agente, sino más bien de muchas personas (mujeres y hombres) que actúan de
manera descentralizada y que se dejan llevar por estereotipos (a menudo inconscientes), entonces no existe
un método efectivo para eliminar las normas masculinas desde su fuente. El problema se vuelve complejo,
porque la única manera efectiva de, por ejemplo, cambiar los estereotipos de la gente sobre las mujeres
candidatas es tener más candidatas. Pero el campo de fuerza que arrastra a las mujeres actualmente es tan
fuerte, que pocas candidatas lo sobreviven - no porque sean menos capaces que los hombres, sino porque
enfrentan retos que sus contrapartes masculinas no enfrentan.

En este tipo de contexto, la única manera de dar a las mujeres igual oportunidad es por medio de la acción
afirmativa. Es de notar que la acción afirmativa es necesaria no para aliviar las desventajas pasadas de las
mujeres; es necesaria para remediar la manera en que los estereotipos y otros tipos de norma masculina
crean desventajas contemporáneas para las mujeres.

Los campos de fuerza que arrastran a las mujeres operan no sólo en la política, sino también en el lugar de
trabajo, en donde las sacan de posiciones altas en la administración y las profesiones. La Glass Ceiling
Commission del gobierno de Estados Unidos informó que el 97% de los empleos de alto nivel, profesionales
y administrativos, en ese país, están todavía en manos de hombres blancos36. En estos empleos, y también
en muchos de nivel más bajo, tanto estereotipos como estructuras de trabajo, se combinan para convertir a
las mujeres en candidatas no plausibles, o para afectar su aptitud de llenar las normas existentes en el lugar
de trabajo. Alda Fació37 da un brillante ejemplo, tomado de un folleto de educación popular no firmado
(Boletín No. 12. Círculo de Estudios de la Mujer):

Volver al índice 43
Este cuadro presenta una metodología que comunica, con humor y sin cólera, cómo las normas masculinas
funcionan y existen hoy en el lugar de trabajo. Uno de sus importantes mensajes es que mucha de la
discriminación se da a nivel inconsciente.

La discriminación a veces refleja una creencia consciente de que las mujeres deberían permanecer en sus
roles, pero cada vez más, ese proceso es bien diferente. Personas con los más altos ideales sobre la igualdad
de las mujeres -mujeres tanto como hombres- a menudo albergan estereotipos que reflejan diferentes
expectativas a nivel social para mujeres y para hombres. El ejemplo del significado social de la foto en el
escritorio de él o de ella las ilustra muy vividamente. En los Estados Unidos, estos estereotipos, a menudo
inconscientes, son los que le dan forma a la discriminación actual. Pero ésta es la clase de discriminación que
no está definida como tal en la Constitución de los Estados Unidos, porque la Corte Suprema ha definido
«igual protección», en ese contexto, como discriminación intencioné. El hecho es, que en Estados Unidos, la
discriminación abierta e intencional es escasa. La Corte Suprema debería reinterpretar la Constitución para
eliminar el requisito (relativamente nuevo) de que la discriminación debe ser intencional; el no hacerlo,
significa que la Constitución no cumple con la protección a las mujeres de muchas de las principales formas

Volver al índice 44
en que se les discrimina en la actualidad. (El estatuto federal que prohíbe la discriminación en el empleo sí
permite la recuperación de la discriminación inconsciente en algunas circunstancias.)36

Sin embargo, los tratados de derechos humanos garantizan plena igualdad sin discriminación. Y como hemos
visto, esto requiere no solamente igual trato ante las leyes, las instituciones y las normas existentes, sino
también, igual trato bajo leyes e instituciones que no albergan normas masculinas. La igualdad de
oportunidades exige no sólo tratar a hombres y mujeres por igual ante las leyes e instituciones existentes;
exige cambiar aquellas leyes e instituciones que están estructuradas alrededor de los cuerpos y los patrones
de vida de los hombres.

2.1. Como esto difiere de “acomodar las diferencias de las mujeres”.

¿Cuál es la diferencia entre las propuestas presentadas aquí y las propuestas diseñadas para “acomodar las
diferencias de las mujeres», o darles «tratamiento especial?” Ambas fórmulas le atribuyen a los cuerpos y a
las siques de las mujeres, la necesidad de un trato diferencial: necesitan permiso de maternidad porque dan
a luz; necesitan carreras especiales designadas para mujeres porque crian hijas e hijos. Estas formulaciones
tienen dos inconvenientes importantes: primero, esta estructura de «acomodamiento» hace difusa la
distinción entre las diferencias biológicas de hombres y mujeres y las diferencias en los roles sociales;
segundo, sirve para reforzar el sentir de que mujeres y hombres realmente necesitan ser tratados de
diferente manera, debido a «verdaderas diferencias» que las feministas están tratando de negar.

En marcado contraste con los acercamientos que se fundamentan en “acomodar las diferencias de las
mujeres”, el expuesto aquí no oculta las diferencias biológicas y sociales. Mantiene el enfoque en las normas
masculinas, que hacen la diferencia de sexo entre hombres y mujeres significativa. Al hacerlo, la atención
está en donde debe estar: en cómo los hombres están sistemáticamente en ventaja, gracias a un mundo
construí do alrededor de sus características sociales y físicas. Es este mundo el que produce la situación en la
cual las mujeres requieren «adaptación especial».

Lo único que las mujeres necesitan es aquello que los hombres tienen: igual oportunidad en un mundo no
cargado en su contra. La igualdad sin discriminación solamente necesita que las normas masculinas sean
reemplazadas por nuevas normas que reflejen los cuerpos y experiencia de vida de las mujeres, así como
también los de los hombres. Esta es la promesa de igualdad sin discriminación.

* WILLIAMS, Joan “Igualdad sin discriminación”, en Género y Derecho, editado por Alda Facio y
Lorena Fríes, Santiago de Chile, Ediciones LOM, 1999, pp. 75
97. Traducido por Paquita Cruz. Publicado en: AVILA SANTAMARÍA, Ramiro; SALGADO, Judith;
VALLADARES, Lola. El género en el derecho. Ensayos críticos. 2009. Disponible en:
http://www.justicia.gob.ec/wp
content/uploads/downloads/2012/07/4_Genero_en_el_derecho.pdf

36
Ver Bartlett y Harris, op. cit., págs. 166-67 (en que cita Tille VII of the Civil Rights Act of 1964, Sección 701 et seq., como se enmendó, 42 U.S.C.
Secciones 2000 el seq. y Griggs v Duke Power Co.,401 U.S. 424 (1971)).

Volver al índice 45
Material audivisual sugerido
Video “Debate en el Congreso por el voto femenino” (Argentina, 1947):
https://vimeo.com/191539288/034633e6f7

Jurisprudencia
El caso "Sisneros" - Resumen
La Corte hizo lugar a un amparo en una causa por discriminación laboral
Noticia publicada por el CIJ el 20 de mayo de 2014
Fuente: http://www.cij.gov.ar/nota-13425-La-Corte-hizo-lugar-a-un-amparo-en-una-causa-por-
discriminaci-n-laboral-.html

La Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió en el acuerdo de este martes una causa en la que se
discutió el alcance del derecho a elegir libremente una profesión o empleo y a no ser discriminado en razón
del género en el proceso de selección para acceder a un empleo, en el marco de una acción de amparo
interpuesta conjuntamente por la señora Mirtha Graciela Sisnero y por la Fundación Entre Mujeres contra la
Sociedad Anónima del Estado del Transporte Automotor (SAETA), la Autoridad Metropolitana de Transporte
(AMT) y las siete empresas operadoras de transporte público de pasajeros de la ciudad de Salta ante la no
incorporación de mujeres como conductoras en dicho servicio.
La parte actora interpuso dos pretensiones. La primera -de carácter individual- fue promovida por la señora
Sisnero, quien alegó la violación de los derechos la igualdad y a la no discriminación ante la imposibilidad de
acceder a un puesto de trabajo como chofer en la planta de empleados de las empresas demandadas, pese
a haber cumplido con todos los requisitos de idoneidad requeridos para dicha labor. La segunda pretensión
-de naturaleza colectiva- fue deducida por la citada fundación con motivo de la vulneración de esos mismos
derechos ante la falta de contratación de choferes mujeres por parte de las referidas empresas. En virtud de
ello, se solicitó el cese de la discriminación por razones de género y la incorporación de Mirtha Sisnero como
chofer de colectivo, así como el establecimiento de un cupo de puestos de trabajo para ser cubiertos
exclusivamente por mujeres, hasta tanto la distribución total de empleados reflejara una equitativa
integración de los géneros en el plantel de choferes de las empresas operadoras del servicio.
La Cámara de Apelaciones Civil y Comercial, Sala V, de la ciudad de Salta, había hecho lugar a la demanda,
ordenado el cese de la discriminación por razones de género y establecido un cupo del 30% de mujeres en
las plantas de choferes. Asimismo, había dispuesto que la Autoridad Metropolita de Transporte
confeccionara un listado de las postulantes mujeres que cumplieran con los requisitos legales vigentes –con
Sisnero ubicada en primer lugar- y que, en caso de que alguna de las empresas demandas violara lo dispuesto,
debería abonarle a la primera mujer de la lista un salario igual al correspondiente al chofer de mejor
remuneración.
Ante la apelación de las demandadas, la Corte de Justicia de Salta revocó el pronunciamiento al considerar
que la pretensión no podía prosperar pues, a su entender, para tener por configurado un caso de
discriminación, la señora Sisnero debió haber demostrado que contaba con la idoneidad requerida para
cubrir el puesto laboral pretendido y que, en igualdad de condiciones, las empresas demandadas habían
preferido a otro postulante por el mero hecho de ser hombre. A su vez, señaló que la mera omisión de
responder a las reiteras solicitudes de trabajo de Sisnero era insuficiente para tener por configurado un
supuesto de discriminación porque las empresas no tenían ningún deber constitucional de responderle. Sin
perjuicio de ello, tras identificar “síntomas discriminatorios en la sociedad” y observar que bastaba con

Volver al índice 46
“detenerse en cualquier parada de colectivos para relevar la nula presencia de mujeres conduciendo estos
móviles”, intimó a las empresas demandadas a presentar ante la Autoridad Metropolitana de Transporte los
requisitos que éstas exigen para la contratación de choferes y exhortó a los poderes legislativo y ejecutivo
provinciales a emitir las normas necesarias para modificar los patrones socioculturales de discriminación
existentes.
Disconformes con lo resuelto, las actoras interpusieron el recurso extraordinario federal, que fue denegado
por el superior tribunal local por considerar no sólo que no estaba dirigido contra una sentencia definitiva,
sino también que no existía caso en los términos del art. 116 de la Constitución Nacional, pues no se había
demostrado la violación por parte de las empresas demandadas del derecho a la igualdad de la amparista ni
tampoco respecto de otras mujeres. Ante esa decisión, las accionantes interpusieron la queja por recurso
extraordinario denegado.
La Corte –mediante el fallo suscripto por los jueces Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y por la jueza
Highton de Nolasco- hizo lugar a la queja, declaró procedente el recurso extraordinario y, en consecuencia,
dejó sin efecto la sentencia apelada al considerar que el tribunal a quo no había respetado los criterios
establecidos en la jurisprudencia del Alto Tribunal en materia de cargas probatorias para los casos de
discriminación. (cons. 7°)
Dicho resultado se imponía, a juicio de los magistrados, debido a que, al concluir que no se había acreditado
un acto discriminatorio, la sentencia en recurso no había valorado adecuadamente la prueba obrante en el
expediente ni había tenido en cuenta los criterios aplicables en la materia.
En relación con ello, el Tribunal indicó que “se acreditaron diversos hechos conducentes y suficientes para
configurar un caso prima facie encuadrable en una situación discriminatoria. Así, las diversas pruebas
enumeradas en el pto. IV del dictamen de la Procuración General y, en particular, las nóminas de empleados
incorporadas al expediente y el informe de la Autoridad Metropolitana de Transporte, de los que se
desprende que en las empresas demandadas no existen mujeres contratadas y que dicha práctica se mantuvo
aun después de las sucesivas postulaciones y reclamos por parte de Sisnero”. Además, afirmó que “las
dogmáticas explicaciones esbozadas por las empresas resultan inadmisibles para destruir la presunción de
que las demandadas han incurrido en conductas y prácticas discriminatorias contra las mujeres en general y
contra Sisnero, en particular”.
El Tribunal sostuvo también que en el caso “el propio sentenciante ha reconocido la existencia de los que dio
en llamar ‘síntomas discriminatorios en la sociedad´, que explican la ausencia de mujeres en un empleo como
el de chofer de colectivos. Un claro ejemplo en esta dirección, por cierto, lo constituyen las manifestaciones
de uno de los empresarios demandados ante un medio periodístico, quien, con relación a este juicio, señaló
sin ambages y ‘entre risas´ que ‘esto es Salta Turística, y las mujeres deberían demostrar sus artes culinarias
[…] Esas manos son para acariciar, no para estar llenas de callos […] Se debe ordenar el tránsito de la ciudad,
y […] no es tiempo de que una mujer maneje colectivos[…] (cf. entrevista agregada a fs. 564)”. (cons. 6°)
A su vez, al pronunciarse concretamente sobre la prueba del supuesto acto discriminatorio, la Corte señaló
que “si el reclamante puede acreditar la existencia de hechos de los que pueda presumirse su carácter
discriminatorio, corresponderá al demandado la prueba de su inexistencia”.
Para ello, relacionó la doctrina expuesta en el precedente “Pellicori” -Fallos: 334:1387-, en el que se afirmó -
por un lado- que “la discriminación no suele manifestarse de forma abierta y claramente identificable; de allí
que su prueba con frecuencia resulte compleja. Lo más habitual es que la discriminación sea una acción más
presunta que patente, y difícil de demostrar ya que normalmente el motivo subyacente a la diferencia de
trato está en la mente de su autor, y ‘la información y los archivos que podrían servir de elementos de prueba
están, la mayor parte de la veces, en manos de la persona a la que se dirige el reproche de discriminación´”,
y -por otro- se estableció el estándar probatorio aplicable a estas situaciones según el cual “para la parte
que invoca un acto discriminatorio, es suficiente con ‘la acreditación de hechos, que prima facie evaluados,

Volver al índice 47
resulten idóneos para inducir su existencia, caso en el cual corresponderá al demandado, a quien se reprocha
la comisión del trato impugnado, la prueba de que éste tuvo como causa un motivo objetivo y razonable
ajeno a toda discriminación”.
Asimismo, expresó que “este principio de reparto de la carga de la prueba en materia de discriminación tiene
sus orígenes en la jurisprudencia norteamericana y se encuentra actualmente consolidado en el derecho
internacional y comparado”. (cons. 5°)
El fallo destacó también que “los principios de igualdad y de prohibición de toda discriminación resultan
elementos estructurales del orden jurídico constitucional argentino e internacional” y subrayó –
especialmente- las obligaciones estatales, establecidas en la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, de adoptar todas las medidas apropiadas “para eliminar la
discriminación contra la mujer en la esfera del empleo, a fin de asegurar [… ] b) el derecho a las mismas
oportunidades de empleo, inclusive a la aplicación de los mismos criterios de selección […] y c) el derecho a
elegir libremente profesión y empleo […]” , así como para “eliminar la discriminación contra la mujer
practicada por cualesquiera personas, organizaciones o empresas […]”, “incluso las de carácter legislativo,
para modificar o derogar leyes, reglamentos, usos y prácticas que constituyan discriminación contra la mujer”
(cons. 2°).
A su vez, recordó que los derechos fundamentales deben ser respetados tanto por los poderes públicos como
por los particulares, con cita de los precedentes “Kot” –Fallos: 241:291, esp. 299- y “Álvarez, Maximiliano c/
Cencosud SA” –Fallos: 333:2306, esp. 2313/2315- así como de la Opinión Consultiva 18/03, párrafo 140, de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la que se expresó que “en una relación laboral regida por
el derecho privado, se debe tener en cuenta que existe una obligación de respecto de los derechos humanos
entre particulares, esto es, de la obligación positiva de asegurar la efectividad de los derechos humanos
protegidos, que existe en cabeza de los Estados, se derivan efectos en relación con terceros (erga omnes)”
(cons. 3°).
Acceda aquí al fallo: https://drive.google.com/open?id=18USTeo-a6_43B1IQ9I6VHINzV2Xgf3fE

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Eje 3: Las convenciones internacionales que se refieren a
los derechos de las mujeres
Introducción
A lo largo de la historia el movimiento de mujeres ha luchado por el reconocimiento de sus derechos que
fueron sistemáticamente vulnerados.
Estas luchas llevaron a que organismos internacionales sancionaran convenciones y recomendaciones para
que los estados partes pudieran rever las leyes y prácticas culturales que perpetúan la desigualdad y la
discriminación hacia las mujeres de todo el mundo.
En este eje se presentan los instrumentos normativos que son especialmente importantes para la protección
de los derechos humanos de las mujeres y se destacan los aspectos más relevantes para los/as
destinatarios/as de este curso.
Se propone la lectura de la transcripción de la video clase y la lectura del material teórico.

Objetivo
Conocer los fundamentos y la importancia de las convenciones internacionales sobre los derechos humanos
de las mujeres.

Contenidos
1. Marco internacional de los derechos de las mujeres. Convención sobre la eliminación de todas las
formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Concepto de discriminación.
2. Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (Belém
do Pará). Violencia como manifestación de las relaciones desiguales de poder.
3. Jurisprudencia sobre los derechos humanos de las mujeres. Decisiones de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos. Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.

1. Extracto video clase Dra. Tojo

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2. Extracto video clase Dra. Pautassi
Estándares internacionales de derechos humanos de las mujeres
Presentadora: Le damos la bienvenida a la Dra. Laura Pautassi, con quien vamos a dialogar sobre estándares
internacionales de derechos humanos de las mujeres. Hola Laura.
Dra. Pautassi: Hola, qué tal Luciana. ¿Cómo estás?
Presentadora: Te queríamos preguntar ¿Qué son los estándares internacionales de derechos humanos de
las mujeres?
Dra. Pautassi: Hay una serie de Convenciones Internacionales, Pactos Internacionales, Declaraciones tanto
del Sistema de Naciones Unidas como del Sistema Interamericano de Derechos Humano, que establecen una
serie de derechos, que esto implica también obligaciones para los Estados, obligaciones positivas y
obligaciones negativas de cumplimiento obligatorio por parte de los Estados. Este conjunto de normativa
internacional es bastante amplio. Entonces ha sido necesario precisar el alcance de cada uno de estos
derechos contemplados y, en este caso, los derechos de las mujeres, contemplados en cada una de las
convenciones. Los estándares son pautas fijadas de una labor interpretativa que lo hacen ciertos intérpretes
autorizados. En general, los intérpretes autorizados son los Comités de los pactos, que son aquellos Comités
que están encargados del seguimiento de cada una de las Convenciones. Si no, como los propios Comités han
dicho, cada Convención no tendría razón de ser.
Entonces estos estándares establecen ciertas pautas obligatorias, que requieren ser aplicadas en los Estados
para interpretar el alcance de cada uno de estos derechos. Ahora, estos estándares que puede ser como el
estándar de igualdad y no discriminación, un estándar central en derechos humanos y en derecho de las
mujeres, clarísimo como el principio de progresividad y no regresividad: nunca se puede aplicar o retrotraer
derechos ya adquiridos y la idea de progresividad siempre es avanzar más. Siempre en derechos humanos
estamos en un punto de partida, nunca en un punto de llegada.
Entonces estos estándares que establecen estos tipos de principios y de preceptos obligatorios para los
Estados, no pueden ser medidos directamente. Para eso requerimos una siguiente herramienta que son los
indicadores de progreso, que son aquellos que nos permiten poner evidencia empírica al cumplimento de
cada uno de los derechos de las mujeres. Y allí es importante también hacer una lectura: cuando hablamos
de los derechos de las mujeres hay una serie de Convenciones. Siempre se nos viene como primera
rápidamente la idea de la CEDAW que es la Convención contra la Discriminación de la Mujer, pero el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos tiene una Convención específica, que es la Convención de Belém do
Pará, que garantiza la vida libre de violencia, de estereotipos para las mujeres. Es la más ratificada del Sistema
Interamericano: 32 de los 35 Estados partes. Pero además también la Convención de Viena de Derechos
Humanos de 1993, una Convención de la cual debemos volver muchas veces. En su plataforma de acción
establece un principio, que es un estándar también, que establece el artículo 5: todos los derechos humanos
son universales, indivisibles e interdependientes. Por lo tanto, los Estados, no solamente es necesario que
garanticen el ejercicio de derechos civiles, políticos, sino también de derechos económicos, sociales y
culturales. Esta idea de interdependencia también es sumamente importante a los efectos de la aplicación
de los estándares.
Presentadora: ¿Y cómo podemos encontrar los estándares internacionales de derechos humanos de las
mujeres en una sentencia?
Dra Pautassi: En primer lugar, hay muchas herramientas y acá hay que volver a recuperar el valor creativo
de la interpretación judicial de las sentencias judiciales y eso creo que es una invitación importante. Y la
garantía de los derechos de las mujeres nos ofrece una variedad muy importante para establecer también
estos lineamientos de universalidad e interdependencia.

Volver al índice 53
Ahora, por ejemplo, la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema, tiene una Guía de Estándares Internacionales.
Es una guía interactiva donde muy fácilmente, online, se puede acceder a cada uno de los estándares que
hay hasta la fecha. Y esto también tiene que ver con que es dinámico el sistema de Derechos Humanos,
permanentemente va avanzado en interpretar, en reinterpretar, en precisar mejor estos estándares. Muy
fácilmente uno puede encontrar, primero una primera base, que ahí está todo lo que es el corpus de derechos
humanos que, como decía, son las interpretaciones que han hecho los comités de los pactos, el comité de la
CEDAW. En esta guía podemos encontrar la “norma madre” o la norma por la cual se está partiendo. Pero
además también está toda la labor que han realizado todos los intérpretes vinculados a los Relatores
Especiales. Tenemos el relator o la relatora especial, para el derecho a la salud, el relator o la relatora especial
para el derecho a la vivienda. En muchos fallos de derechos de las mujeres es muy importante incorporar
este corpus. Pero además, en el caso del Sistema Interamericano, también tenemos la labor de las expertas
de CEVI, el Comité de Expertas en violencia que es el que da el seguimiento a la Convención de Belém do
Pará. Tenemos el Protocolo de San Salvador de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del Sistema
Interamericano. Pero además tenemos toda la interpretación de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. O sea los estándares son sumamente ricos,
sumamente, digamos que uno puede generar también un proceso de inspiración muy fuerte. Pero además
de la inspiración, son obligatorios de aplicar. Son las normas, la carta de navegación interpretativa de los
derechos consagrados en los Pactos de Derechos Humanos que tienen que estar necesariamente
incorporados dentro de la sentencia.
Entonces tu pregunta de inicio ¿Dónde están en las sentencias? Tenemos algunas sentencias que realmente
son un ejercicio muy claro de esta interpretación: el caso “F.A.L”. el cual recurrimos muchas veces es una
guía muy importante en esta línea, el Caso “Gongora”. Digamos hay una serie de sentencias que podemos
buscar y ojalá ésta sea una invitación para que cada vez se apliquen más estos estándares, cada vez más todo
el corpus que, insisto, es muy rico, es muy creativo y que va nutriendo el alcance de este punto de partida
que hoy tenemos en derechos humanos. Pero que tenemos que avanzar, dada la progresividad de derechos,
hacia la satisfacción plena de derechos de las mujeres, que puedan ser incorporadas en cada una de las
sentencias judiciales.
Presentadora: Muchas gracias Laura.
Dra Pautassi: No, gracias a ustedes.

Instrumentos normativos vinculados a los derechos humanos de las mujeres


JERARQUÍA CONSTITUCIONAL
Es un principio del Derecho constitucional que señala que las normas de la Constitución están por encima de
todas las demás normas del sistema jurídico. Esto significa que no se pueden dictar y aplicar leyes, decretos
o reglamentos que vayan en contra de lo que dictan las normas constitucionales.
En 1994, Argentina incorporó a la Constitución Nacional un grupo de instrumentos internacionales sobre
Derechos Humanos en el art. 75 inc. 22, y estableció un procedimiento legislativo específico para incorporar
otros tratados a ese grupo.

Volver al índice 54
En Argentina, en el art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional, entre las atribuciones del Congreso establece:
“Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales y
los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de Derechos
Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo
Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las
condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte
de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos.
Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las dos
terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara.
Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso,
requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de
la jerarquía constitucional.”
ART. 75 inc. 24. "Aprobar tratados de integración que deleguen competencias y jurisdicción a organizaciones
supraestatales en condiciones de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrático y los
derechos humanos. Las normas dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes.
La aprobación de estos tratados con Estados de Latinoamérica requerirá la mayoría absoluta de la totalidad
de los miembros de cada Cámara. En el caso de tratados con otros Estados, el Congreso de la Nación, con la
mayoría absoluta de los miembros presentes de cada Cámara, declarará la conveniencia de la aprobación del

Volver al índice 55
tratado y sólo podrá ser aprobado con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada
Cámara, después de ciento veinte días del acto declarativo."

Volver al índice 56
1. SISTEMA DE NACIONES UNIDAS
a. Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)
• Fue aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979 y puede ser
considerada como la norma internacional de mayor importancia en la protección de los derechos de
las mujeres.
• Fue ratificada por Argentina en 1985 y tiene jerarquía constitucional conforme el Art. 75 inc 22 de la
Constitución Nacional.
• Entre sus aspectos más destacables se encuentra la definición amplia de la discriminación contra la
mujer, mediante actos que pueden producirse en distintas etapas de la existencia de un derecho: en
el reconocimiento, el goce o el ejercicio. Incluye los actos que tengan por objeto o resultado un trato
discriminatorio (Art 1.)
• Por otra parte, establece obligaciones concretas para los Estados a fin de eliminar la discriminación
contra la mujer practicada por personas, organizaciones y empresas.
• En definitiva, este instrumento promueve un modelo de «igualdad sustantiva» que comprende
igualdad de oportunidades, igualdad de acceso a las oportunidades e igualdad de resultado.

Artículos destacados:
Artículo 1.- A los efectos de la presente Convención, la expresión «discriminación contra la mujer» denotará
toda distinción, exclusión a restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar
o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la
base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las
esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.
Artículo 2.- Los Estados Partes condenan la discriminación contra la mujer en todas sus formas, convienen
en seguir, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, una política encaminada a eliminar la
discriminación contra la mujer y, con tal objeto, se comprometen a:
a) Consagrar, si aún no lo han hecho, en sus constituciones nacionales y en cualquier otra legislación
apropiada el principio de la igualdad del hombre y de la mujer y asegurar por ley u otros medios apropiados
la realización práctica de ese principio;
b) Adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro carácter, con las sanciones correspondientes, que
prohíban toda discriminación contra la mujer;
c) Establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de igualdad con los del hombre
y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales o competentes y de otras instituciones públicas, la
protección efectiva de la mujer contra todo acto de discriminación;
d) Abstenerse de incurrir en todo acto a práctica de discriminación contra la mujer y velar porque las
autoridades e instituciones públicas actúen de conformidad con esta obligación;
e) Tomar todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer practicada por
cualesquiera personas, organizaciones o empresas;
f) Adaptar todas las medidas adecuadas, incluso de carácter legislativo, para modificar o derogar leyes,
reglamentos, usos y prácticas que constituyan discriminación contra la mujer;
g) Derogar todas las disposiciones penales nacionales que constituyan discriminación contra la mujer.
Artículo 5.- Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para:

Volver al índice 57
a) Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la
eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en
la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres
y mujeres;
b) Garantizar que la educación familiar incluya una comprensión adecuada de la maternidad como función
social y el reconocimiento de la responsabilidad común de hombres y mujeres en cuanto a la educación y al
desarrollo de sus hijos, en la inteligencia de que el interés de los hijos constituirá la consideración primordial
en todos los casos.

Puede acceder al instrumento completo desde aquí: Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

b. Recomendaciones n.° 19 y n.° 28


• De conformidad con lo dispuesto en el párrafo 1 del Artículo 21 de la CEDAW el Comité CEDAW puede
hacer sugerencias y recomendaciones de carácter general basadas en el examen de los informes y
de los datos transmitidos por los Estados Partes.
• Las recomendaciones seleccionadas se destacan por aclarar el alcance y el significado de los Art. 1 y
2 de la CEDAW.
• En este sentido la Recomendación N.° 19 estipula que la definición de discriminación contra la mujer
incluye la violencia basada en el sexo.
• Por su parte la Recomendación N.° 28 aclara el concepto de discriminación contra la mujer, abarca
la violencia contra la mujer por motivos de género y aclara el uso de los términos.

Recomendación general n. °19


6. El Artículo 1 de la Convención define la discriminación contra la mujer. Esa definición incluye la violencia
basada en el sexo, es decir, la violencia dirigida contra la mujer porque es mujer o que la afecta en forma
desproporcionada. Incluye actos que infligen daños o sufrimientos de índole física, mental o sexual,
amenazas de cometer esos actos, coacción y otras formas de privación de la libertad. La violencia contra la
mujer puede contravenir disposiciones de la Convención, sin tener en cuenta si hablan expresamente de la
violencia.
Inciso f) del Artículo 2, Artículo 5 e inciso c) del Artículo 10 11. Las actitudes tradicionales, según las cuales se
considera a la mujer como subordinada o se le atribuyen funciones estereotipadas perpetúan la difusión de
prácticas que entrañan violencia o coacción, como la violencia y los malos tratos en la familia, los matrimonios
forzosos, el asesinato por presentar dotes insuficientes, los ataques con ácido y la circuncisión femenina.
Esos prejuicios y prácticas pueden llegar a justificar la violencia contra la mujer como una forma de protección
o dominación. El efecto de dicha violencia sobre su integridad física y mental es privarla del goce efectivo, el
ejercicio y aun el conocimiento de sus derechos humanos y libertades fundamentales. Si bien en esta
observación se hace hincapié en la violencia real o las amenazas de violencia, sus consecuencias básicas
contribuyen a mantener a la mujer subordinada, a su escasa participación en política y a su nivel inferior de
educación y capacitación y de oportunidades de empleo.

Volver al índice 58
9. No obstante, cabe subrayar que, de conformidad con la Convención, la discriminación no se limita a los
actos cometidos por los gobiernos o en su nombre (véanse los incisos e) y f) del artículo 2 y el artículo 5). Por
ejemplo, en virtud del inciso e) del artículo 2 de la Convención, los Estados Partes se comprometen a adoptar
todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer practicada por cualesquiera
personas, organizaciones o empresas. En virtud del derecho internacional y de pactos específicos de derechos
humanos, los Estados también pueden ser responsables de actos privados si no adoptan medidas con la
diligencia debida para impedir la violación de los derechos o para investigar y castigar los actos de violencia
e indemnizar a las víctimas.

Recomendación general n.° 28


4. El objetivo de la Convención es eliminar todas las formas de discriminación contra la mujer por motivos de
sexo. Garantiza a la mujer un reconocimiento igualitario, así como el goce y el ejercicio de todos los derechos
humanos y las libertades fundamentales en los ámbitos político, económico, social, cultural, civil, doméstico
o de otro tipo, independientemente de su estado civil, y en condiciones de igualdad con el hombre.
5. Si bien en la Convención solo se menciona la discriminación por motivos de sexo, al interpretar el Artículo
1 junto con el párrafo f) del Artículo 2 y el párrafo a) del Artículo 5 se pone de manifiesto que la Convención
abarca la discriminación contra la mujer por motivos de género.
El término «sexo» se refiere aquí a las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer.
El término «género» se refiere a las identidades, las funciones y los atributos construidos socialmente de la
mujer y el hombre y al significado social y cultural que la sociedad atribuye a esas diferencias biológicas, lo
que da lugar a relaciones jerárquicas entre hombres y mujeres y a la distribución de facultades y derechos en
favor del hombre y en detrimento de la mujer. El lugar que la mujer y el hombre ocupan en la sociedad
depende de factores políticos, económicos, culturales, sociales, religiosos, ideológicos y ambientales que la
cultura, la sociedad y la comunidad pueden cambiar.
La aplicación de la Convención a la discriminación por motivos de género se pone de manifiesto en la
definición de discriminación contenida en el Artículo 1. Esta definición señala que cualquier distinción,
exclusión o restricción que tenga por objeto o por resultado reducir o anular el reconocimiento, el disfrute o
el ejercicio por las mujeres de sus derechos humanos y libertades fundamentales constituye discriminación,
incluso cuando no sea en forma intencional. De esto se desprendería que el trato idéntico o neutro de la
mujer y el hombre podría constituir discriminación contra la mujer cuando tuviera como resultado o efecto
privarla del ejercicio de un derecho al no haberse tenido en cuenta la desventaja y la desigualdad
preexistentes por motivos de género. Las opiniones del Comité al respecto se ponen de manifiesto en su
examen de los informes, sus recomendaciones generales, decisiones, sugerencias y declaraciones, su examen
de las comunicaciones individuales y sus investigaciones en virtud del Protocolo Facultativo.
Los Estados partes deben tener en cuenta que han de cumplir con sus obligaciones jurídicas con todas las
mujeres mediante la formulación de políticas, programas y marcos institucionales de carácter público que
tengan por objetivo satisfacer las necesidades específicas de la mujer a fin de lograr el pleno desarrollo de su
potencial en pie de igualdad con el hombre.
10. Los Estados partes tienen la obligación de no discriminar a la mujer por acción u omisión; además, están
obligados a reaccionar activamente ante la discriminación contra la mujer, independientemente de que esas
acciones u omisiones sean cometidas por el Estado o por actores privados. La discriminación puede ocurrir
cuando los Estados no adoptan las medidas legislativas necesarias para asegurar la plena efectividad de los

Volver al índice 59
derechos de la mujer, no aprueban políticas nacionales para alcanzar la igualdad entre el hombre y la mujer
y no dan cumplimiento a las leyes pertinentes. Además, los Estados partes tienen la responsabilidad
internacional de crear y mejorar constantemente sus bases de datos estadísticos y profundizar el análisis de
todas las formas de discriminación contra las mujeres en general y, en particular, contra las mujeres de
determinados grupos vulnerables.
18. La interseccionalidad es un concepto básico para comprender el alcance de las obligaciones generales de
los Estados partes en virtud del Artículo 2. La discriminación de la mujer por motivos de sexo y género está
unida de manera indivisible a otros factores que afectan a la mujer, como la raza, el origen étnico, la religión
o las creencias, la salud, el estatus, la edad, la clase, la casta, la orientación sexual y la identidad de género.
La discriminación por motivos de sexo o género puede afectar a las mujeres de algunos grupos en diferente
medida o forma que a los hombres. Los Estados partes deben reconocer y prohibir en sus instrumentos
jurídicos estas formas entrecruzadas de discriminación y su impacto negativo combinado en las mujeres
afectadas. También deben aprobar y poner en práctica políticas y programas para eliminar estas situaciones
y, en particular, cuando corresponda, adoptar medidas especiales de carácter temporal, de conformidad con
el párrafo 1 del Artículo 4 de la Convención y la Recomendación general Nº 25.
19. La discriminación contra la mujer por motivos de sexo y género comprende, como se señala en la
Recomendación general Nº 19 relativa a la violencia contra la mujer, la violencia por motivos de género, es
decir la violencia dirigida contra una mujer por ser mujer o la violencia que afecta a la mujer de manera
desproporcionada. Es una forma de discriminación que inhibe seriamente la capacidad de la mujer de gozar
y ejercer sus derechos humanos y libertades fundamentales en pie de igualdad con el hombre. Abarca los
actos que inflingen lesiones o sufrimientos de carácter físico, mental o sexual, la amenaza de dichos actos, la
coacción y otras formas de privación de la libertad, la violencia cometida en la familia o la unidad doméstica
o en cualquier otra relación interpersonal, o la violencia perpetrada o condonada por el Estado o sus agentes,
independientemente del lugar en que se cometa. La violencia por motivos de género puede constituir una
violación de disposiciones específicas de la Convención, aún cuando dichas disposiciones no mencionen
expresamente la violencia. Los Estados partes están obligados a proceder con la diligencia debida para
prevenir, investigar, enjuiciar y castigar esos actos de violencia por motivos de género
29. La expresión «sin dilaciones» deja en claro que la obligación de los Estados partes de seguir sus políticas,
por todos los medios adecuados, tiene carácter inmediato. Esta expresión es incondicional y no admite
ninguna demora ni un enfoque gradual voluntario en el cumplimiento de las obligaciones asumidas por los
Estados al ratificar la Convención o adherirse a ella. De esto se desprende que las demoras no se pueden
justificar por ningún motivo, ya sea político, social, cultural, religioso, económico o de recursos ni por otras
consideraciones o carencias de un Estado. Cuando un Estado parte carezca de los recursos o necesite
conocimientos técnicos o de otro tipo para facilitar el cumplimiento de sus obligaciones en virtud de la
Convención, podrá solicitar la cooperación internacional para superar esas dificultades.

Puede acceder a estas Recomendaciones aquí.

c. Recomendación n.° 25
De conformidad con lo dispuesto en el párrafo 1 del Artículo 21 de la CEDAW el Comité CEDAW puede hacer
sugerencias y recomendaciones de carácter general basadas en el examen de los informes y de los datos
transmitidos por los Estados Partes.

Volver al índice 60
La recomendación seleccionada se destaca por aclarar el alcance y el significado del Art. 4 de la CEDAW
referente a medidas especiales de carácter temporal.
En este sentido la Recomendación N.° 25 estipula que la definición de discriminación contra la mujer incluye
la violencia basada en el sexo.
Recomendación general N.° 25, sobre el párrafo 1 del artículo 4 de la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer, referente a medidas especiales de carácter temporal.
Con la presente recomendación general, el Comité trata de aclarar la naturaleza y el significado del párrafo
1 del artículo 4 a fin de facilitar y asegurar su plena utilización por los Estados Partes en la aplicación de la
Convención.
Antecedentes: objeto y fin de la Convención
El alcance y el significado del párrafo 1 del artículo 4 deben determinarse en el contexto del objeto y fin
general de la Convención, que es la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer con
miras a lograr la igualdad de jure y de facto entre el hombre y la mujer en el goce de los derechos humanos
y las libertades fundamentales de ambos. Los Estados Partes en la Convención tienen la obligación jurídica
de respetar, proteger, promover y cumplir este derecho de no discriminación de la mujer y asegurar el
desarrollo y el adelanto de la mujer a fin de mejorar su situación hasta alcanzar la igualdad tanto de jure
como de facto respecto del hombre.
La Convención va más allá del concepto de discriminación utilizado en muchas disposiciones y normas legales,
nacionales e internacionales. Si bien dichas disposiciones y normas prohíben la discriminación por razones
de sexo y protegen al hombre y la mujer de tratos basados en distinciones arbitrarias, injustas o
injustificables, la Convención se centra en la discriminación contra la mujer, insistiendo en que la mujer ha
sido y sigue siendo objeto de diversas formas de discriminación por el hecho de ser mujer.
Una lectura conjunta de los artículos 1 a 5 y 24, que constituyen el marco interpretativo general de todos los
artículos sustantivos de la Convención, indica que hay tres obligaciones que son fundamentales en la labor
de los Estados Partes de eliminar la discriminación contra la mujer. Estas obligaciones deben cumplirse en
forma integrada y trascienden la simple obligación jurídica formal de la igualdad de trato entre la mujer y el
hombre.
En primer lugar, los Estados Partes tienen la obligación de garantizar que no haya discriminación directa ni
indirecta1 contra la mujer en las leyes y que, en el ámbito público y el privado, la mujer esté protegida contra
la discriminación —que puedan cometer las autoridades públicas, los jueces, las organizaciones, las empresas
o los particulares— por tribunales competentes y por la existencia de sanciones y otras formas de reparación.
La segunda obligación de los Estados Partes es mejorar la situación de facto de la mujer adoptando políticas
y programas concretos y eficaces. En tercer lugar los Estados Partes están obligados a hacer frente a las
relaciones prevalecientes entre los géneros2 y a la persistencia de estereotipos basados en el género que
afectan a la mujer no sólo a través de actos individuales sino también porque se reflejan en las leyes y las
estructuras e instituciones jurídicas y sociales.
En opinión del Comité, un enfoque jurídico o programático puramente formal, no es suficiente para lograr la
igualdad de facto con el hombre, que el Comité interpreta como igualdad sustantiva. Además, la Convención
requiere que la mujer tenga las mismas oportunidades desde un primer momento y que disponga de un
entorno que le permita conseguir la igualdad de resultados. No es suficiente garantizar a la mujer un trato
idéntico al del hombre. También deben tenerse en cuenta las diferencias biológicas que hay entre la mujer y
el hombre y las diferencias que la sociedad y la cultura han creado. En ciertas circunstancias será necesario

Volver al índice 61
que haya un trato no idéntico de mujeres y hombres para equilibrar esas diferencias. El logro del objetivo de
la igualdad sustantiva también exige una estrategia eficaz encaminada a corregir la representación
insuficiente de la mujer y una redistribución de los recursos y el poder entre el hombre y la mujer.
La igualdad de resultados es la culminación lógica de la igualdad sustantiva o de facto. Estos resultados
pueden ser de carácter cuantitativo o cualitativo, es decir que pueden manifestarse en que, en diferentes
campos, las mujeres disfrutan de derechos en proporciones casi iguales que los hombres, en que tienen los
mismos niveles de ingresos, en que hay igualdad en la adopción de decisiones y la influencia política y en que
la mujer vive libre de actos de violencia.
La situación de la mujer no mejorará mientras las causas subyacentes de la discriminación contra ella y de su
desigualdad no se aborden de manera efectiva. La vida de la mujer y la vida del hombre deben enfocarse
teniendo en cuenta su contexto y deben adoptarse medidas para transformar realmente las oportunidades,
las instituciones y los sistemas de modo que dejen de basarse en pautas de vida y paradigmas de poder
masculinos determinados históricamente.
Las necesidades y experiencias permanentes determinadas biológicamente de la mujer deben distinguirse
de otras necesidades que pueden ser el resultado de la discriminación pasada y presente cometida contra la
mujer por personas concretas, de la ideología de género dominante o de manifestaciones de dicha
discriminación en estructuras e instituciones sociales y culturales. Conforme se vayan adoptando medidas
para eliminar la
discriminación contra la mujer, sus necesidades pueden cambiar o desaparecer o convertirse en necesidades
tanto para el hombre como la mujer. Por ello, es necesario mantener en examen continuo las leyes, los
programas y las prácticas encaminados al logro de la igualdad sustantiva o de facto de la mujer a fin de evitar
la perpetuación de un trato no idéntico que quizás ya no se justifique.
Las mujeres pertenecientes a algunos grupos, además de sufrir discriminación por el hecho de ser mujeres,
también pueden ser objeto de múltiples formas de discriminación por otras razones, como la raza, el origen
étnico, la religión, la incapacidad, la edad, la clase, la casta u otros factores. Esa discriminación puede afectar
a estos grupos de mujeres principalmente, o en diferente medida o en distinta forma que a los hombres.
Quizás sea necesario que los Estados Partes adopten determinadas medidas especiales de carácter temporal
para eliminar esas formas múltiples de discriminación múltiple contra la mujer y las consecuencias negativas
y complejas que tiene.
Además de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, otros
instrumentos internacionales de derechos humanos y documentos de política aprobados en el sistema de las
Naciones Unidas incluyen disposiciones sobre medidas especiales de carácter temporal para apoyar el logro
de la igualdad. Dichas medidas se describen usando términos diferentes y también difieren el significado y la
interpretación que se les da. El Comité espera que la presente recomendación general relativa al párrafo 1
del artículo 4 ayude a aclarar la terminología3.
La Convención proscribe las dimensiones discriminatorias de contextos culturales y sociales pasados y
presentes que impiden que la mujer goce de sus derechos humanos y libertades fundamentales. Su finalidad
es la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, incluida la eliminación de las causas
y consecuencias de la desigualdad sustantiva o de facto. Por lo tanto, la aplicación de medidas especiales de
carácter temporal de conformidad con la Convención es un medio de hacer realidad la igualdad sustantiva o
de facto de la mujer y no una excepción a las normas de no discriminación e igualdad.

Volver al índice 62
Significado y alcance de las medidas especiales de carácter temporal en la Convención sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer
Artículo 4, párrafo 1
La adopción por los Estados Partes de medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la
igualdad de facto entre el hombre y la mujer no se considerará discriminación en la forma definida en la
presente Convención, pero de ningún modo entrañará, como consecuencia, el mantenimiento de normas
desiguales o separadas; estas medidas cesarán cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de
oportunidad y trato.
Artículo 4, párrafo 2
La adopción por los Estados Partes de medidas especiales, incluso las contenidas en la presente Convención,
encaminadas a proteger la maternidad no se considerará discriminatoria.
Relación entre los párrafos 1 y 2 del artículo 4Hay una diferencia clara entre la finalidad de las “medidas
especiales” a las que se hace referencia en el párrafo 1 del artículo 4 y las del párrafo 2. La finalidad del
párrafo 1 es acelerar la mejora de la situación de la mujer para lograr su igualdad sustantiva o de facto con
el hombre y realizar los cambios estructurales, sociales y culturales necesarios para corregir las formas y
consecuencias pasadas y presentes de la discriminación contra la mujer, así como compensarlas. Estas
medidas son de carácter temporal.
El párrafo 2 del artículo 4 contempla un trato no idéntico de mujeres y hombres que se basa en diferencias
biológicas. Esas medidas tienen carácter permanente, por lo menos hasta que los conocimientos científicos
y tecnológicos a los que se hace referencia en el párrafo 3 del artículo 11 obliguen a reconsiderarlas.
Terminología
En los trabajos preparatorios de la Convención se utilizan diferentes términos para hacer referencia a las
“medidas especiales de carácter temporal” que se prevén en el párrafo 1 del artículo 4. El mismo Comité, en
sus recomendaciones generales anteriores, utilizó términos diferentes. Los Estados Partes a menudo
equiparan la expresión “medidas especiales” en su sentido correctivo, compensatorio y de promoción con
las expresiones “acción afirmativa”, “acción positiva”, “medidas positivas”, “discriminación en sentido
inverso” y “discriminación positiva”. Estos términos surgen de debates y prácticas diversas en diferentes
contextos nacionales4. En esta recomendación general, y con arreglo a la práctica que sigue en el examen de
los informes de los Estados Partes, el Comité utiliza únicamente la expresión “medidas especiales de carácter
temporal”, como se recoge en el párrafo 1 del artículo 4.
Elementos fundamentales del párrafo 1 del artículo 4
Las medidas que se adopten en virtud del párrafo 1 del artículo 4 por los Estados Partes deben tener como
finalidad acelerar la participación en condiciones de igualdad de la mujer en el ámbito político, económico,
social, cultural y civil, o en cualquier otro ámbito. El Comité considera la aplicación de estas medidas no como
excepción a la regla de no discriminación sino como forma de subrayar que las medidas especiales de carácter
temporal son parte de una estrategia necesaria de los Estados Partes para lograr la igualdad sustantiva o de
facto de la mujer y el hombre en el goce de sus derechos humanos y libertades fundamentales. Si bien la
aplicación de medidas especiales de carácter temporal a menudo repara las consecuencias de la
discriminación sufrida por la mujer en el pasado, los Estados Partes tienen la obligación, en virtud de la
Convención, de mejorar la situación de la mujer para transformarla en una situación de igualdad sustantiva
o de facto con el hombre, independientemente de que haya o no pruebas de que ha habido discriminación

Volver al índice 63
en el pasado. El Comité considera que los Estados Partes que adoptan y aplican dichas medidas en virtud de
la Convención no discriminan contra el hombre.
Los Estados Partes deben distinguir claramente entre las medidas especiales de carácter temporal adoptadas
en virtud del párrafo 1 del artículo 4 para acelerar el logro de un objetivo concreto relacionado con la igualdad
sustantiva o de facto de la mujer, y otras políticas sociales generales adoptadas para mejorar la situación de
la mujer y la niña. No todas las medidas que puedan ser o que serán favorables a las mujeres son medidas
especiales de carácter temporal. El establecimiento de condiciones generales que garanticen los derechos
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de la mujer y la niña y que tengan por objeto asegurar para
ellas una vida digna y sin discriminación no pueden ser llamadas medidas especiales de carácter temporal.
El párrafo 1 del artículo 4 indica expresamente el carácter “temporal” de dichas medidas especiales. Por lo
tanto, no debe considerarse que esas medidas son necesarias para siempre, aun cuando el sentido del
término “temporal” pueda, de hecho, dar lugar a la aplicación de dichas medidas durante un período largo.
La duración de una medida especial de carácter temporal se debe determinar teniendo en cuenta el resultado
funcional que tiene a los fines de la solución de un problema concreto y no estableciendo un plazo
determinado. Las medidas especiales de carácter temporal deben suspenderse cuando los resultados
deseados se hayan alcanzado y se hayan mantenido durante un período de tiempo.
El término “especiales”, aunque se ajusta a la terminología empleada en el campo de los derechos humanos,
también debe ser explicado detenidamente. Su uso a veces describe a las mujeres y a otros grupos objeto de
discriminación como grupos débiles y vulnerables y que necesitan medidas extraordinarias o “especiales”
para participar o competir en la sociedad. No obstante, el significado real del término “especiales” en la
formulación del párrafo 1 del artículo 4 es que las medidas están destinadas a alcanzar un objetivo específico.
El término “medidas” abarca una amplia gama de instrumentos, políticas y prácticas de índole legislativa,
ejecutiva, administrativa, y reglamentaria, como pueden ser los programas de divulgación o apoyo; la
asignación o reasignación de recursos; el trato preferencial; la determinación de metas en materia de
contratación y promoción; los objetivos cuantitativos relacionados con plazos determinados; y los sistemas
de cuotas. La elección de una “medida” en particular dependerá del contexto en que se aplique el párrafo 1
del artículo 4 y del objetivo concreto que se trate de lograr.
La adopción y la aplicación de medidas especiales de carácter temporal pueden dar lugar a un examen de las
cualificaciones y los méritos del grupo o las personas a las que van dirigidas y a una impugnación de las
preferencias concedidas a mujeres supuestamente menos cualificadas que hombres en ámbitos como la
política, la educación y el empleo. Dado que las medidas especiales de carácter temporal tienen como
finalidad acelerar el logro de la igualdad sustantiva o de facto, las cuestiones de las cualificaciones y los
méritos, en particular en el ámbito del empleo en el sector público y el privado, tienen que examinarse
detenidamente para ver si reflejan prejuicios de género, ya que vienen determinadas por las normas y la
cultura. En el proceso de nombramiento, selección o elección para el desempeño de cargos públicos y
políticos, también es posible que haya que tener en cuenta otros factores aparte de las cualificaciones y los
méritos, incluida la aplicación de los principios de equidad democrática y participación electoral.
El párrafo 1 del artículo 4, leído conjuntamente con los artículos 1, 2, 3, 5 y 24, debe aplicarse en relación con
los artículos 6 a 16 que estipulan que los
Estados Partes “tomarán todas las medidas apropiadas”. Por lo tanto, el Comité entiende que los Estados
Partes tienen la obligación de adoptar y aplicar medidas especiales de carácter temporal en relación con
cualquiera de esos artículos si se puede demostrar que dichas medidas son necesarias y apropiadas para

Volver al índice 64
acelerar el logro del objetivo general de la igualdad sustantiva o de facto de la mujer o de un objetivo
específico relacionado con esa igualdad.
Recomendaciones a los Estados Partes
En los informes de los Estados Partes deberá figurar información sobre la adopción o no de medidas
especiales de carácter temporal en virtud del párrafo
1 del artículo 4 de la Convención y los Estados Partes deberán preferiblemente utilizar la expresión “medidas
especiales de carácter temporal” a fin de evitar confusión.
Los Estados Partes deberán distinguir claramente entre las medidas especiales de carácter temporal
destinadas a acelerar el logro de un objetivo concreto de igualdad sustantiva o de facto de la mujer y otras
políticas sociales generales adoptadas y aplicadas para mejorar la situación de las mujeres y las niñas. Los
Estados Partes deberán tener en cuenta que no todas las medidas que potencialmente son o serían
favorables a la mujer reúnen los requisitos necesarios para ser consideradas medidas especiales de carácter
temporal.
Al aplicar medidas especiales de carácter temporal para acelerar el logro de la igualdad sustantiva o de facto
de la mujer, los Estados Partes deberán analizar el contexto de la situación de la mujer en todos los ámbitos
de la vida, así como en el ámbito específico al que vayan dirigidas esas medidas. Deberán evaluar la posible
repercusión de las medidas especiales de carácter temporal respecto de un objetivo concreto en el contexto
nacional y adoptar las medidas especiales de carácter temporal que consideren más adecuadas para acelerar
el logro de la igualdad sustantiva o de facto de la mujer.
Los Estados Partes deberán explicar las razones de la elección de un tipo de medida u otro. La justificación
de la aplicación de dichas medidas deberá incluir una descripción de la situación real de la vida de la mujer,
incluidas las condiciones e influencias que conforman su vida y sus oportunidades, o de un grupo específico
de mujeres que sean objeto de formas múltiples de discriminación, cuya situación trata de mejorar el Estado
Parte de manera acelerada con la aplicación de dichas medidas especiales de carácter temporal. Asimismo,
deberá aclararse la relación que haya entre dichas medidas y las medidas y los esfuerzos generales que se
lleven a cabo para mejorar la situación de la mujer.
Los Estados Partes deberán dar explicaciones adecuadas en todos los casos en que no adopten medidas
especiales de carácter temporal. Esos casos no podrán justificarse simplemente alegando imposibilidad de
actuar o atribuyendo la inactividad a las fuerzas políticas o del mercado predominantes, como las inherentes
al sector privado, las organizaciones privadas o los partidos políticos. Se recuerda a los Estados Partes que en
el artículo 2 de la Convención, que debe considerarse junto con todos los demás artículos, se establece la
responsabilidad del Estado Parte por la conducta de dichas entidades.
Los Estados Partes podrán informar de la adopción de medidas especiales de carácter temporal en relación
con diversos artículos. En el marco del artículo 2, se invita a los Estados Partes a que informen acerca de la
base jurídica o de otro tipo de dichas medidas y de la razón por la que han elegido un enfoque determinado.
También se invita a los Estados Partes a que faciliten detalles sobre la legislación relativa a medidas especiales
de carácter temporal y en particular acerca de si esa legislación estipula que las medidas especiales de
carácter temporal son obligatorias o voluntarias.
Los Estados Partes deberán incluir en sus constituciones o en su legislación nacional disposiciones que
permitan adoptar medidas especiales de carácter temporal. El Comité recuerda a los Estados Partes que la
legislación, como las leyes generales que prohíben la discriminación, las leyes sobre la igualdad de
oportunidades o los decretos sobre la igualdad de la mujer, puede ofrecer orientación respecto del tipo de

Volver al índice 65
medidas especiales de carácter temporal que deben aplicarse para lograr el objetivo o los objetivos
propuestos en determinados ámbitos. Esa orientación también puede figurar en legislación referente
específicamente al empleo o la educación. La legislación pertinente sobre la prohibición de la discriminación
y las medidas especiales de carácter temporal debe ser aplicable al sector público y también a las
organizaciones o empresas privadas.
El Comité señala a la atención de los Estados Partes el hecho de que las medidas especiales de carácter
temporal también pueden basarse en decretos, directivas sobre políticas o directrices administrativas
formulados y aprobados por órganos ejecutivos nacionales, regionales o locales aplicables al empleo en el
sector público y la educación. Esas medidas especiales de carácter temporal podrán incluir la administración
pública, la actividad política, la educación privada y el empleo. El Comité señala también a la atención de los
Estados Partes que dichas medidas también podrán ser negociadas entre los interlocutores sociales del sector
del empleo público o privado, o ser aplicadas de manera voluntaria por las empresas, organizaciones e
instituciones públicas o privadas, así como por los partidos políticos.
El Comité reitera que los planes de acción sobre medidas especiales de carácter temporal tienen que ser
elaborados, aplicados y evaluados en el contexto nacional concreto y teniendo en cuenta los antecedentes
particulares del problema que procuran resolver. El Comité recomienda que los Estados Partes incluyan en
sus informes detalles de los planes de acción que puedan tener como finalidad crear vías de acceso para la
mujer y superar su representación insuficiente en ámbitos concretos, redistribuir los recursos y el poder en
determinadas áreas y poner en marcha cambios institucionales para acabar con la discriminación pasada o
presente y acelerar el logro de la igualdad de facto. En los informes también debe explicarse si esos planes
de acción incluyen consideraciones sobre los posibles efectos colaterales perjudiciales imprevistos de esas
medidas y sobre las posibles fórmulas para proteger a las mujeres de ellos. Los Estados Partes también
deberán describir en sus informes los resultados de las medidas especiales de carácter temporal y evaluar
las causas de su posible fracaso.
En el marco del artículo 3, se invita a los Estados Partes a que informen sobre las instituciones encargadas de
elaborar, aplicar, supervisar, evaluar y hacer cumplir las medidas especiales de carácter temporal. Esta
responsabilidad podrá confiarse a instituciones nacionales existentes o previstas, como los ministerios de
asuntos de la mujer, los departamentos de asuntos de la mujer integrados en ministerios o en las oficinas
presidenciales, los defensores del pueblo, los tribunales u otras entidades de carácter público o privado que
tengan explícitamente el mandato de elaborar programas concretos, supervisar su aplicación y evaluar su
repercusión y sus resultados. El Comité recomienda que los Estados Partes velen para que las mujeres en
general, y los grupos de mujeres afectados en particular, participen en la elaboración, aplicación y evaluación
de dichos programas. Se recomienda en especial que haya un proceso de colaboración y consulta con la
sociedad civil y con organizaciones no gubernamentales que representen a distintos grupos de mujeres. El
Comité recuerda y reitera su recomendación general No. 9 sobre datos estadísticos relativos a la situación
de la mujer, y recomienda que los Estados Partes presenten datos estadísticos desglosados por sexo a fin de
medir los progresos realizados en el logro de la igualdad sustantiva o de facto de la mujer y la eficacia de las
medidas especiales de carácter temporal.
Los Estados Partes deberán informar acerca de los tipos de medidas especiales de carácter temporal
adoptadas en ámbitos específicos en relación con el artículo o los artículos pertinentes de la Convención. La
información que se presente respecto de cada artículo deberá incluir referencias a objetivos y fines
concretos, plazos, razones de la elección de medidas determinadas, medios para permitir que las mujeres se
beneficien con esas medidas e instituciones responsables de supervisar la aplicación de las medidas y los
progresos alcanzados. También se pide a los Estados Partes que indiquen el número de mujeres a las que se

Volver al índice 66
refiere una medida concreta, el número de las que ganarían acceso y participarían en un ámbito determinado
gracias a una medida especial de carácter temporal, o los recursos y el poder que esa medida trata de
redistribuir, entre qué número de mujeres y en qué plazos.
El Comité reitera sus recomendaciones generales 5, 8 y 23, en las que recomendó la aplicación de medidas
especiales de carácter temporal en la educación, la economía, la política y el empleo, respecto de la actuación
de mujeres en la representación de sus gobiernos a nivel internacional y su participación en la labor de las
organizaciones internacionales y en la vida política y pública. Los Estados Partes deben intensificar esos
esfuerzos en el contexto nacional, especialmente en lo referente a todos los aspectos de la educación a todos
los niveles, así como a todos los aspectos y niveles de la formación, el empleo y la representación en la vida
pública y política. El Comité recuerda que en todos los casos, pero en particular en el área de la salud, los
Estados Partes deben distinguir claramente en cada esfera qué medidas son de carácter permanente y cuáles
son de carácter temporal.
Se recuerda a los Estados Partes que las medidas especiales de carácter temporal deberán adoptarse para
acelerar la modificación y la eliminación de prácticas culturales y actitudes y comportamientos estereotípicos
que discriminan a la mujer o la sitúan en posición de desventaja. También deberán aplicarse medidas
especiales de carácter temporal en relación con los créditos y préstamos, los deportes, la cultura y el
esparcimiento y la divulgación de conocimientos jurídicos. Cuando sea necesario, esas medidas deberán estar
destinadas a las mujeres que son objeto de discriminación múltiple, incluidas las mujeres rurales.
Aunque quizás no sea posible aplicar medidas especiales de carácter temporal en relación con todos los
artículos de la Convención, el Comité recomienda que se considere la posibilidad de adoptarlas en todos los
casos en que se plantee la cuestión de acelerar el acceso a una participación igual, por un lado, y de acelerar
la redistribución del poder y de los recursos, por el otro, y cuando se pueda demostrar que estas medidas
son necesarias y absolutamente adecuadas en las circunstancias de que se trate.
Puede haber discriminación indirecta contra la mujer cuando las leyes, las políticas y los programas se basan
en criterios que aparentemente son neutros desde el punto de vista del género pero que, de hecho,
repercuten negativamente en la mujer. Las leyes, las políticas y los programas que son neutros desde el punto
de vista del género pueden, sin proponérselo, perpetuar las consecuencias de la discriminación pasada.
Pueden elaborarse tomando como ejemplo, de manera inadvertida, estilos de vida masculinos y así no tener
en cuenta aspectos de la vida de la mujer que pueden diferir de los del hombre. Estas diferencias pueden
existir como consecuencia de expectativas, actitudes y comportamientos estereotípicos hacia la mujer que
se basan en las diferencias biológicas entre los sexos. También pueden deberse a la subordinación
generalizada de la mujer al hombre.
1 “El género se define como los significados sociales que se confieren a las diferencias biológicas entre los
sexos. Es un producto ideológico y cultural aunque también se reproduce en el ámbito de las prácticas físicas;
a su vez, influye en los resultados de tales prácticas. Afecta la distribución de los recursos, la riqueza, el
trabajo, la adopción de decisiones y el poder político, y el disfrute de los derechos dentro de la familia y en
la vida pública. Pese a las variantes que existen según las culturas y la época, las relaciones de género en todo
el mundo entrañan una asimetría de poder entre el hombre y la mujer como característica profunda. Así
pues, el género produce estratos sociales y, en ese sentido, se asemeja a otras fuentes de estratos como la
raza, la clase, la etnicidad, la sexualidad y la edad. Nos ayuda a comprender la estructura social de la identidad
de las personas según su género y la estructura desigual del poder vinculada a la relación entre los sexos”.
Estudio Mundial sobre el papel de la mujer en el desarrollo, 1999: Mundialización, género y trabajo, Naciones
Unidas, Nueva York, 1999, pág. 8.

Volver al índice 67
2 véase, por ejemplo, la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Racial que prescribe medidas especiales de carácter temporal. La práctica de los órganos encargados de la
vigilancia de los tratados, incluido el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Comité de Derechos Humanos demuestra que esos órganos
consideran que la aplicación de medidas especiales de carácter temporal es obligatoria para alcanzar los
propósitos de los respectivos tratados. Los convenios y convenciones aprobados bajo los auspicios de la
Organización Internacional del Trabajo y varios documentos de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura también contemplan de manera explícita o implícita medidas de ese tipo.
La Subcomisión para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos examinó esta cuestión y nombró
un Relator Especial encargado de preparar informes para que los considerara y adoptara medidas al respecto.
La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer examinó el uso de medidas especiales de carácter
temporal en 1992. Los documentos finales aprobados por las conferencias mundiales de las Naciones Unidas
sobre la mujer, incluso la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995 y el
examen de seguimiento del año 2000 contienen referencias a medidas positivas como instrumentos para
lograr la igualdad de facto. El uso por parte del Secretario General de las Naciones Unidas de medidas
especiales de carácter temporal es un ejemplo práctico en el ámbito del empleo de la mujer, incluidas las
instrucciones administrativas sobre la contratación, el ascenso y la asignación de mujeres en la Secretaría. La
finalidad de estas medidas es lograr el objetivo de una distribución entre los géneros del 50% en todas las
categorías, y en particular en las más altas.
3 Las palabras “acción afirmativa” se utilizan en los Estados Unidos de América y en varios documentos de
las Naciones Unidas, mientras que “acción positiva” tiene uso difundido en Europa y en muchos documentos
de las Naciones Unidas. No obstante, “acción positiva” se utiliza también en otro sentido en las normas
internacionales sobre derechos humanos para describir sobre “una acción positiva del Estado” (la obligación
de un Estado de tomar medidas en contraposición de su obligación de abstenerse de actuar). Por lo tanto, la
expresión “acción positiva” es ambigua porque no abarca solamente medidas especiales de carácter
temporal en el sentido del párrafo 1 del artículo 4 de la Convención. Las expresiones “discriminación en
sentido inverso” o “discriminación positiva” han sido criticadas por varios comentaristas por considerarlas
incorrectas.

Puede acceder a esta Recomendación aquí.

2. SISTEMA INTERAMERICANO
a. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer conocida
como «Convención De Belem Do Para
• Se trata de un instrumento regional aprobado en 1994 por la Asamblea de la Organización de Estados
Americanos y ratificado por Argentina en el año 1996 mediante a la ley 24.632.
• La convención aborda específicamente la problemática de la violencia contra la mujer en sus distintas
formas.
• Define en su preámbulo a la violencia contra la mujer «como una violación de los derechos humanos
y las libertades fundamentales que limita total o parcialmente a la mujer el reconocimiento, goce y
ejercicio de tales derechos y libertades». Reconoce además que la violencia es una manifestación de
las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres.

Volver al índice 68
• Entre sus artículos más importantes se destaca el Art. 3 que reconoce el derecho de las mujeres a
una vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado y el Artículo 7 donde
establece las obligaciones de los Estados a adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones,
políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia.

Artículos destacados
Capítulo I Definición y ámbito de aplicación
Artículo 1.- Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier
acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a
la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado.
Artículo 2.- Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica: a. que
tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el
agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros,
violación, maltrato y abuso sexual; b. que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier
persona y que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución
forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas,
establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus
agentes, donde quiera que ocurra.
Artículo 6.- El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros: a. el derecho de la
mujer a ser libre de toda forma de discriminación, y b. el derecho de la mujer a ser valorada y educada libre
de patrones estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de
inferioridad o subordinación.
Deberes de los Estados
Artículo 7.- Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y convienen en
adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar y
erradicar dicha violencia y en llevar a cabo lo siguiente:
a. abstenerse de cualquier acción o práctica de violencia contra la mujer y velar por que las
autoridades, sus funcionarios, personal y agentes e instituciones se comporten de conformidad con
esta obligación;
b. actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer;
c. incluir en su legislación interna normas penales, civiles y administrativas, así como las de otra
naturaleza que sean necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y
adoptar las medidas administrativas apropiadas que sean del caso;
d. adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de hostigar, intimidar, amenazar,
dañar o poner en peligro la vida de la mujer de cualquier forma que atente contra su integridad o
perjudique su propiedad;
e. tomar todas las medidas apropiadas, incluyendo medidas de tipo legislativo, para modificar o
abolir leyes y reglamentos vigentes, o para modificar prácticas jurídicas o consuetudinarias que
respalden la persistencia o la tolerancia de la violencia contra la mujer;

Volver al índice 69
f. establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer que haya sido sometida a
violencia, que incluyan, entre otros, medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a
tales procedimientos;
g. establecer los mecanismos judiciales y administrativos necesarios para asegurar que la mujer
objeto de violencia tenga acceso efectivo a resarcimiento, reparación del daño u otros medios de
compensación justos y eficaces, y
h. adoptar las disposiciones legislativas o de otra índole que sean necesarias para hacer efectiva esta
Convención.
Artículo 8.- Los Estados Partes convienen en adoptar, en forma progresiva, medidas específicas, inclusive
programas para:
a. fomentar el conocimiento y la observancia del derecho de la mujer a una vida libre de violencia, y
el derecho de la mujer a que se respeten y protejan sus derechos humanos;
b. modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, incluyendo el diseño de
programas de educación formales y no formales apropiados a todo nivel del proceso educativo, para
contrarrestar prejuicios y costumbres y todo otro tipo de prácticas que se basen en la premisa de la
inferioridad o superioridad de cualquiera de los géneros o en los papeles estereotipados para el
hombre y la mujer que legitimizan o exacerban la violencia contra la mujer;
c. fomentar la educación y capacitación del personal en la administración de justicia, policial y demás
funcionarios encargados de la aplicación de la ley, así como del personal a cuyo cargo esté la
aplicación de las políticas de prevención, sanción y eliminación de la violencia contra la mujer;
d. suministrar los servicios especializados apropiados para la atención necesaria a la mujer objeto de
violencia, por medio de entidades de los sectores público y privado, inclusive refugios, servicios de
orientación para toda la familia, cuando sea del caso, y cuidado y custodia de los menores afectados;
e. fomentar y apoyar programas de educación gubernamentales y del sector privado destinados a
concientizar al público sobre los problemas relacionados con la violencia contra la mujer, los recursos
legales y la reparación que corresponda;
f. ofrecer a la mujer objeto de violencia acceso a programas eficaces de rehabilitación y capacitación
que le permitan participar plenamente en la vida pública, privada y social;
g. alentar a los medios de comunicación a elaborar directrices adecuadas de difusión que contribuyan
a erradicar la violencia contra la mujer en todas sus formas y a realzar el respeto a la dignidad de la
mujer;
h. garantizar la investigación y recopilación de estadísticas y demás información pertinente sobre las
causas, consecuencias y frecuencia de la violencia contra la mujer, con el fin de evaluar la eficacia de
las medidas para prevenir, sancionar y eliminar la violencia contra la mujer y de formular y aplicar los
cambios que sean necesarios, y i. promover la cooperación internacional para el intercambio de ideas
y experiencias y la ejecución de programas encaminados a proteger a la mujer objeto de violencia.

Volver al índice 70
Artículo 9.-
Para la adopción de las medidas a que se refiere este capítulo, los Estados Partes tendrán especialmente en
cuenta la situación de vulnerabilidad a la violencia que pueda sufrir la mujer en razón, entre otras, de su raza
o de su condición étnica, de migrante, refugiada o desplazada. En igual sentido se considerará a la mujer que
es objeto de violencia cuando está embarazada, es discapacitada, menor de edad, anciana, o está en situación
socioeconómica desfavorable o afectada por situaciones de conflictos armados o de privación de su libertad.

Puede acceder a al instrumento completo aquí.

b. 100 Reglas de Brasilia, sobre acceso a la Justicia de las Personas en Condición de Vulnerabilidad
Elaborado y aprobado en la XIV Cumbre Judicial Iberoamericana. El instrumento contiene recomendaciones
orientadas a garantizar el acceso efectivo a la justicia de las personas en condiciones de vulnerabilidad,
comprendiendo en esta definición a quienes «por razón, de su edad, género, estado físico o mental, o por
circunstancias sociales, económicas, étnicas y/o culturales, encuentran especiales dificultades para ejercitar
con plenitud ante el sistema de justicia los derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico» («Regla 3»).

Artículos destacados
8. Género
(17) La discriminación que la mujer sufre en determinados ámbitos supone un obstáculo para el acceso a la
justicia, que se ve agravado en aquellos casos en los que concurra alguna otra causa de vulnerabilidad.
(18) Se entiende por discriminación contra la mujer toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo
que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer,
independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos
humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en
cualquier otra esfera.
(19) Se considera violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause
muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el
privado, mediante el empleo de la violencia física o psíquica.
(20) Se impulsarán las medidas necesarias para eliminar la discriminación contra la mujer en el acceso al
sistema de justicia para la tutela de sus derechos e intereses legítimos, logrando la igualdad efectiva de
condiciones. Se prestará una especial atención en los supuestos de violencia contra la mujer, estableciendo
mecanismos eficaces destinados a la protección de sus bienes jurídicos, al acceso a los procesos judiciales y
a su tramitación ágil y oportuna.

Puede acceder a al instrumento completo aquí.

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3. LEGISLACIÓN NACIONAL
Ley de protección integral de las mujeres - Ley N° 26485
• Esta ley nacional fue sancionada por el Congreso de la Nación en el año 2009 en concordancia con
dispuesto por la «Convención Belem do Para».
• Incluye una amplia definición de violencia contra las mujeres (Art.4) y establece además la obligación
a los tres poderes del Estado de adoptar medidas para garantizar la igualdad de las mujeres y varones.
• Prohíbe las audiencias judiciales de mediación o conciliación y que contempla provisión
presupuestaria para la implementación de las normas en forma anual a través de la Ley de
Presupuesto General de la Administración Nacional.
• Designa al Consejo Nacional de la Mujer como el organismo encargado del diseño de políticas
públicas y crea el Observatorio de Violencia contra las Mujeres, entre otros aspectos relevantes.

Artículos destacados
Artículo 2.- Objeto. La presente ley tiene por objeto promover y garantizar: a) La eliminación de la
discriminación entre mujeres y varones en todos los órdenes de la vida; b) El derecho de las mujeres a vivir
una vida sin violencia; c) Las condiciones aptas para sensibilizar y prevenir, sancionar y erradicar la
discriminación y la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos; d) El
desarrollo de políticas públicas de carácter interinstitucional sobre violencia contra las mujeres; e) La
remoción de patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones
de poder sobre las mujeres; f) El acceso a la justicia de las mujeres que padecen violencia; g) La asistencia
integral a las mujeres que padecen violencia en las áreas estatales y privadas que realicen actividades
programáticas destinadas a las mujeres y/o en los servicios especializados de violencia.
Artículo 3.- Derechos Protegidos. Esta ley garantiza todos los derechos reconocidos por la Convención para
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, la Convención sobre los Derechos de los Niños y
la Ley 26.061 de Protección Integral de los derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes y, en especial, los
referidos a:
a) Una vida sin violencia y sin discriminaciones;
b) La salud, la educación y la seguridad personal;
c) La integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial;
d) Que se respete su dignidad;
e) Decidir sobre la vida reproductiva, número de embarazos y cuándo tenerlos, de conformidad con
la Ley 25.673 de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable;
f) La intimidad, la libertad de creencias y de pensamiento;
g) Recibir información y asesoramiento adecuado;
h) Gozar de medidas integrales de asistencia, protección y seguridad;
i) Gozar de acceso gratuito a la justicia en casos comprendidos en el ámbito de aplicación de la
presente ley;
j) La igualdad real de derechos, oportunidades y de trato entre varones y mujeres;

Volver al índice 72
k) Un trato respetuoso de las mujeres que padecen violencia, evitando toda conducta, acto u omisión
que produzca revictimización.
Artículo 4.- Definición. Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de
manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual
de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial,
como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus
agentes. Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acción omisión,
disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón.
Artículo 5.- Tipos. Quedan especialmente comprendidos en la definición del Artículo precedente, los
siguientes tipos de violencia contra la mujer:
1.- Física: La que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de
producirlo y cualquier otra forma de maltrato agresión que afecte su integridad física.
2.- Psicológica: La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba
el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos,
creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra,
descrédito, manipulación aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante,
exigencia de obediencia sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono,
celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o
cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación.
3.- Sexual: Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital,
del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través
de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del
matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la
prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.
4.- Económica y patrimonial: La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos
o patrimoniales de la mujer, a través de: a) La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de
sus bienes; b) La pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos,
instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales; c) La
limitación de los recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de los
medios indispensables para vivir una vida digna; d) La limitación o control de sus ingresos, así como
la percepción de un salario menor por igual tarea, dentro de un mismo lugar de trabajo.
5.- Simbólica: La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos
transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales,
naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.
Artículo 6.- Modalidades. A los efectos de esta ley se entiende por modalidades las formas en que se
manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los diferentes ámbitos, quedando
especialmente comprendidas las siguientes:
a) Violencia doméstica contra las mujeres: aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del
grupo familiar, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el
bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad,
comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende
por grupo familiar el originado en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el
matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o
finalizadas, no siendo requisito la convivencia;

Volver al índice 73
b) Violencia institucional contra las mujeres: aquella realizada por las/los funcionarias/os,
profesionales, personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución pública, que
tenga como fin retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres tengan acceso a las políticas públicas
y ejerzan los derechos previstos en esta ley. Quedan comprendidas, además, las que se ejercen en
los partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, deportivas y de la sociedad civil;
c) Violencia laboral contra las mujeres: aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de
trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso, estabilidad
o permanencia en el mismo, exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia
física o la realización de test de embarazo. Constituye también violencia contra las mujeres en el
ámbito laboral quebrantar el derecho de igual remuneración por igual tarea o función. Asimismo,
incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática sobre una determinada trabajadora con el
fin de lograr su exclusión laboral;
d) Violencia contra la libertad reproductiva: aquella que vulnere el derecho de las mujeres a decidir
libre y responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos, de
conformidad con la Ley 25.673 de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable;
e) Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos
reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y
patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929.
f) Violencia mediática contra las mujeres: aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes
estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o
indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre,
humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres,
adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o
construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia
contra las mujeres.

TITULO II - POLITICAS PUBLICAS


CAPITULO I - PRECEPTOS RECTORES
ARTICULO 7.- Preceptos rectores. Los tres poderes del Estado, sean del ámbito nacional o provincial,
adoptarán las medidas necesarias y ratificarán en cada una de sus actuaciones el respeto irrestricto del
derecho constitucional a la igualdad entre mujeres y varones. Para el cumplimiento de los fines de la presente
ley deberán garantizar los siguientes preceptos rectores:
a) La eliminación de la discriminación y las desiguales relaciones de poder sobre las mujeres;
b) La adopción de medidas tendientes a sensibilizar a la sociedad, promoviendo valores de igualdad
y deslegitimación de la violencia contra las mujeres;
c) La asistencia en forma integral y oportuna de las mujeres que padecen cualquier tipo de violencia,
asegurándoles el acceso gratuito, rápido, transparente y eficaz en servicios creados a tal fin, así como
promover la sanción y reeducación de quienes ejercen violencia;
d) La adopción del principio de transversalidad estará presente en todas las medidas así como en la
ejecución de las disposiciones normativas, articulando interinstitucionalmente y coordinando
recursos presupuestarios;

Volver al índice 74
e) El incentivo a la cooperación y participación de la sociedad civil, comprometiendo a entidades
privadas y actores públicos no estatales;
f) El respeto del derecho a la confidencialidad y a la intimidad, prohibiéndose la reproducción para
uso particular o difusión pública de la información relacionada con situaciones de violencia contra la
mujer, sin autorización de quien la padece;
g) La garantía de la existencia y disponibilidad de recursos económicos que permitan el cumplimiento
de los objetivos de la presente ley;
h) Todas las acciones conducentes a efectivizar los principios y derechos reconocidos por la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

Puede acceder a al instrumento completo aquí.

Recursos de interés
• Guía interactiva de estándares internacionales sobre derechos de las mujeres:
https://www.csjn.gov.ar/om/guia_ddmm/index.html
• Guía de instrumentos jurídicos vinculados a los derechos de las mujeres:
http://escuelajudicial.justiciacordoba.gob.ar/wp-content/uploads/Guia-de-instrumentos-
juridicos.pdf
• Base de jurisprudencia con perspectiva de género de la CSJN:
https://om.csjn.gov.ar/JurisprudenciaOM/consultaOM/consultaSentencias.html
• Compendio de jurisprudencia con perspectiva de género de la Provincia de Córdoba:
https://drive.google.com/open?id=1swzNxerkUhPyt4JrWK14s899wljpHHX4

Material de lectura sugerido


• Publicaciones CEJIL (Centro por la Justicia y el Derecho Internacional):
https://cejil.org/es/publicaciones/violencia-de-genero
• Transcripción de la conferencia dictada el 8-03-2013. Córdoba, Argentina por la Dra. Tojo - Violencia
de género. Alcance de los Tratados Internacionales y su incidencia en la administración de justicia:
https://drive.google.com/open?id=17rLKN9TfEY9TEp5cluQl0k_sHuTo-Tq3
• Segunda edición Compendio normativo realizado por la OM Córdoba (versión digital) - El derecho
humano de las mujeres a una vida sin violencia. Instrumentos normativos para su protección:
https://drive.google.com/open?id=19-YjwHxZmvOITOzKz5dLehMq36OXSmMb

Material complementario
Ponemos a disposición enlaces a videos sobre algunos de los casos más emblemáticos en relación a los
derechos humanos de las mujeres.

• Video Jurisprudencia internacional Dra. Pinto.


• Video Jurisprudencia internacional Dra Tojo.
• Video Jurisprudencia internacional Dr. Ramírez.

Volver al índice 75
Eje 4: Violencia doméstica
Introducción
Los contenidos desarrollados hasta aquí nos permitieron advertir que la violencia hacia las mujeres no
constituye un problema individual ni privado, sino que debe ser entendido como una “manifestación de las
relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres” (Convención “Belen do Para”).
Este eje aborda una de las modalidades en que se presenta la violencia hacia las mujeres y que suele tener
una mayor repercusión mediática: aquella que sucede en el ámbito doméstico. Tal como las estadísticas lo
demuestran, los femicidios, como máxima expresión de la violencia de género, fueron perpetrados en su
gran mayoría por sus parejas, ex parejas, novios y maridos.
Para poder tener una mayor comprensión de este fenómeno es importante reconocer cuáles son sus
características, el ciclo de violencia que se reproduce en la mayoría de los casos y los mitos que tienden a
justificarla y minimizarla.
Con este objetivo, les proponemos leer atentamente las transcripciones de los videos de las tres historias.
Estas historias son ficticias y fueron elaboradas en base al estudio de cientos de expedientes presentados
ante la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la CSJN.
Sin dudas, una mayor sensibilización y mejor comprensión sobre estas situaciones es un paso necesario para
su adecuado tratamiento en los relatos periodísticos.

Objetivo
Identificar las características de la violencia doméstica y su reproducción en forma cíclica, como así también
reflexionar sobre los mitos de la violencia.

Contenidos
3 historias: la exclusión, la visita, la audiencia.

1. Transcripción de video “La exclusión”


Pedro vivía dos casas más allá de la mía, iba y venía sin saber de mi existencia. Yo estaba perdidamente
enamorada desde los 11 años, cuando esperaba a que volviera con el equipo de futbol embarrado o los
sábados cuando salía de noche con el pelo todavía mojado Una tarde, yo tenía 14 años, y salía con el uniforme
para ir a la escuela cuando escuché que me gritaba: “Esperá”. Me di vuelta y me quedé quieta, mirándolo
acercarse, sonriendo, seguro, me besó. Él tenía 17 y desde ese día fuimos novios.
Una vez que terminamos los estudios, nos mudamos a la Capital. Lleno de grandes ideas, Pedro quería
alejarse de la provincia para construir una vida a su medida. Mis viejos no lo entendieron, no lo quisieron
nunca, me prohibieron irme con él… Tampoco lo habían entendido mis amigas…
Alquilamos un pequeño departamento en un barrio algo alejado y esa noche celebramos.
Compró una botella de buen vino y sobre la cena le conté mi idea de buscar trabajo como secretaria bilingüe
en una oficina de abogados o en una oficina de contadores o en alguna empresa incluso, después de todo
hablaba perfecto inglés. Su cara cambió de expresión. Tomó la botella de vino y la tiró contra la pared. Se

Volver al índice 76
levantó y salió del departamento. Tres horas más tarde volvió, sorprendido de encontrarme en el mismo
lugar.
–Tontita –dijo mientras me secaba las lágrimas– no ves que yo quiero que seas una reina, mi reina. El único
trabajo que tenés es el de ponerte hermosa y poner hermosa nuestra casa, del resto me ocupo yo.
Para ese momento, yo ya estaba embarazada de Victoria. Cuando nació, Pedro empezó a pasar más tiempo
fuera de casa. Es cierto, que la casa era un desastre y yo no tenía tiempo para ordenar, menos todavía para
arreglarme. Para colmo, Victoria lloraba casi permanentemente. Y yo, además de estar gorda y ojerosa, no
hablaba de otra cosa que de la beba y sus progresos: si se sentaba, se reía, si aplaudía o comía.
¡Pobre Pedro! Las pocas veces que lográbamos alguna comida juntos, tenía yo la nena en brazos, se ponía
nervioso. “¡Dejá de comer, estás gorda!”, me gritaba. Por ese entonces, comenzó a llamarme “vaca”. Lo hacía
tomándome el pelo cuando venían sus amigos o me gritaba que por favor terminara de hablar de Victoria.
No me gustaba, pero peor que las críticas o los insultos eran los silencios. No soportaba que estuviera en casa
y no me dirigiera la palabra.
A veces, intentaba esforzarme, incluso preparaba alguna comida diferente, y… me avergüenza contarlo,
Pedro podía tirar el plato entero a la basura porque le resultaba “incomible”, se levantaba y se iba de casa
por horas.
Ya ni siquiera sabía cuándo iba a llegar, en general no venía a cenar. Igual, yo tenía que dejarle comida
preparada -comida que en general quedaba sin tocar- para tratar de no despertar su furia. Llegaba tarde de
noche, cuando la casa ya estaba a oscuras, se sacaba la corbata y el saco en el living, terminaba de desvestirse
en la habitación y se metía en la cama. Muchas de esas noches, me agarraba por atrás. No me atrevía a decirle
que no, no me atrevía a decir nada, sólo cerraba los ojos con fuerza esperando que terminara. Después, se
daba la vuelta y quedaba profundamente dormido.
Al año y medio volví a quedar embarazada. Decidí esperar la ocasión para contarle porque tenía miedo de su
reacción. Sabía que quería que nos mudáramos, decía que la casa era muy chica, que no entrábamos bien los
tres, menos entraríamos los cuatro. Pedro se preocupaba demasiado por nosotras, pero los créditos de los
bancos no alcanzaban para comprar un departamento como el que él quería.
Ordené toda la casa, limpié hasta hacer brillar las hornallas de la cocina. Fui a la peluquería, compré flores,
puse la mesa, dormí a Victoria y me senté en el sillón a esperar a Pedro. Me despertó con un sacudón en el
hombro.
–¿Qué hacés acá?
–¿Por qué llegás a esta hora? –le contesté casi gritando.
–¿Qué cuernos te importa?
–Me importa, soy tu esposa, vivo con vos, por lo menos tené la delicadeza de avisarme si vas a llegar tarde
¡Me obligás a hacer comida que nadie come! ¡A dormirme sola todas las noches!
De pronto se transfiguró, de un salto estaba sobre mí, golpeándome con los puños cerrados, y ya en el piso,
pateándome. Me escuché gemir despacito, como desde lejos. Cuando se cansó, creo que se cansó, salió de
la casa. Quedé abrazándome, hecha un ovillo, tirada en el suelo. No sé cuánto tiempo pasó hasta que empezó
a llorar Victoria, tenía hambre. Entonces, me levanté para darle la mamadera. Después, la acuné hasta que
se durmió.
Al rato regresó. Se sentó en el borde de la cama y acarició a Victoria.

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–¿No ves cómo sos? ¿Por qué me hacés enojar? Mirate un poco. Ahora, además de gorda, estás llena de
magullones, va a ser mejor que no salgas por varios días –me abrazó. Mis lágrimas comenzaron a caer
mojándole la camisa.
A la mañana siguiente me levanté mojada, tenía sangre. Le pedí a mi vecina que por favor se quedara con
Victoria, le expliqué la situación. En la clínica me dijeron que tenía un hematoma interno en el riñón izquierdo
y que había perdido el embarazo. Me explicaron que lo del riñón era solo cuestión de tomar unos
medicamentos, hacer reposo y ver cómo evolucionaba. El resto de los moretones no eran de cuidado. Pese
a que yo expliqué que me había caído de una escalera, una de las enfermeras me dio un papel con la dirección
de un Tribunal al que podía ir pedir ayuda por lo que me estaba pasando. Ya estaba saliendo cuando insistió:
“no te equivoques, aquí no terminó la violencia”.
Casi no podía caminar. Lo hacía con dificultad, pero el dolor físico era una bendición porque calmaba un poco
el dolor más profundo que tenía, sabía que no iba a conocer la carita de mi bebito, trataba de imaginarme
cómo hubiera sido. Llegué a casa y me acosté. Estuve dos días en cama. Pedro pidió dos días en su trabajo,
me atendió sin dejar que me levantara, me sirvió la comida, cuidó a Victoria.
Al tercer día, de a poco, empecé a moverme. Sin embargo, no podía sacarme la imagen de la enfermera ni
sus palabras. Tenía miedo.
Cuando me levanté, tomé la decisión de ir al Tribunal. Me atendió una asistente social. Se notaba que estaba
ocupada, parecía que tenía mucho trabajo y que tenía que irse. Sentía que la estaba demorando, que lo que
le decía le parecían pavadas, mientras le iba contando lo que me había pasado se levantó varias veces a
atender otras consultas. Atendía el teléfono y me hacía un gesto con la mano para que esperara. A veces
miraba el celular y se sonreía como si estuviese en otro lado. Empecé a sentirme incómoda. Las preguntas
parecían reproches, recriminaciones por no haber actuado diferente, como si en el fondo yo tuviera la culpa.
Empecé a pensar en Pedro, y me sentía una traidora yendo a sus espaldas a un juzgado.
El juez resolvió que Pedro se tenía que ir de nuestra casa y le prohibió acercarse a más de 300 metros por
tres meses. Me entregaron a mí la resolución y me indicaron que la llevara a la comisaría de mi barrio.
El oficial llegó y le entregó el papel, le dijo que tenía diez minutos para juntar algunas cosas y retirarse de la
vivienda, y que no podía acercarse. Pedro se sonrió, me miró y me dijo: “a vos te voy a matar, hija de puta”.
Se fue. Otra vez me sentía aterrada.
Volví al juzgado y expliqué que tenía miedo, me había amenazado y tenía miedo. Me explicaron que ellos
mismos darían intervención a un Juzgado Penal, que no me preocupara.
Esa misma noche se apareció nuevamente en casa. Yo no sabía que todavía tenía una copia de la llave y pasó.
–Sólo te pedía que fueras mi reina, ¿era mucho eso? –se acercaba despacito, hablaba en voz baja –Quería
que estuvieras hermosa –avanzaba sobre mí– que fueras una madre como la gente, ¿no era tanto, no?
Y ya no escuché más nada, tenía la cara empapada de lágrimas. No era tanto, no, no era tanto. El cuchillo que
tenía en la mano me perforó el cuello y la sangre y las lágrimas se juntaban y todo se volvió oscuro. No era
tanto, ¿no? No era tanto.

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2. Transcripción de video “La visita”
Yo sabía, yo sabía que algo iba pasar y se lo dije al juez, traté de explicarlo, se los dije a todos… Pero no podía
probar esas pequeñas cosas sin sentido, porque en todos los años que estuvimos juntos, jamás pude
encontrarle sentido, sin embargo, estaban allí. Al principio casi no me daba cuenta, casi como lógicas, críticas
nada más…
Yo sé que el padre es el padre, no crea que lo ignoro, pero Juan no es un padre como otros padres No tiene
una relación normal con nuestro hijo, no tiene ninguna, créame, no exagero.
Cuando nos conocimos, Juan ya era arquitecto y mi profesor. Siempre me acercaba a consultarle y pasábamos
largas horas discutiendo maquetas. A veces se hacía tarde y me invitaba a cenar, entonces la charla seguía
hasta altas horas.
Se instaló en mi casa cuando estaba por nacer Joaquín …tal vez fue entonces, sí, tal vez… que empezaron los
reproches: primero fue que no me dedicaba con seriedad al estudio, luego que la casa estaba desprolija o
sucia, más adelante, que no sabía ponerle límites a Joaquín, que el horario del baño lo despabilaba, que lo
estaba haciendo un maricón cantándole para dormirlo. Joaquín lloraba mucho, entonces me acusaba de no
tener suficiente leche, de querer matarlo de hambre por no comprar leche maternizada. Cuando le pedía
opinión sobre una maqueta que tenía que presentar, no me escuchaba porque yo había decidido no tomarme
en serio el estudio y ser “una mediocre”.
Yo me enojaba, intentaba razonar con él, pero no me dejaba siquiera avanzar con un reclamo. Sin levantar la
voz me decía que hacía una montaña de un grano de arena. No toleraba que llorara, me decía que no tenía
motivo alguno para eso y si no lograba contenerme, se iba de casa: “vuelvo cuando te calmes”.
Prohibió las visitas porque no era bueno para el bebé. Para tratar de evitar conflictos, yo misma rechazaba
amigas y familiares cuando llamaban para venir. Pero como me daba vergüenza decir que Juan era quien lo
prohibía, mentía. Decía que no me sentía bien o que el bebé estaba enfermo. ¿Pero sabe lo que hacía Juan?
Cuando volvían a llamar para saber cómo seguía Joaquín, les explicaba que nunca había tenido nada y que
no entendía por qué yo había dicho una cosa así.
Si alguien llegaba sin avisar, Juan atendía a la visita y se mostraba orgulloso del bebé, lo levantaba, me
preguntaba servicial si necesitaba algo. Contaba lo feliz que le hacía llegar a casa para encontrarnos. Pero era
todo mentira, un show ¿Usted, me entiende? ¡Juan no levantó en brazos ni una vez a su hijo! Solo lo hacía
en esos momentos, cuando había gente. Después, cuando estábamos solos, nunca, ni cuando Joaquín lloraba
desesperado y yo estaba preparando su mamadera. Me gritaba para que me apurara porque no aguantaba
el llanto. Nunca lo ayudó a dormir, ni trató de tranquilizarlo. Cuando las visitas se iban se transformaba, me
acusaba de haber roto las “reglas de la casa”, así las llamaba, las “reglas de la casa”. Cada vez había más.
Había una, una en particular que me angustiaba terriblemente: no debía levantar a Joaquín en brazos. Yo me
moría por tenerlo encima y besarle la cabecita, pero si Juan estaba en la casa, estaba absolutamente
prohibido. Decía que era para evitar que se malcriara. Todo lo que yo hacía estaba mal, todo iba contra las
“reglas”.
Antes de los dos meses, sin ninguna explicación, me quedé sin leche. Después de haber insistido en que le
diera fórmula me empezó a decir que Joaquín era muy chico para dejar de tomar leche materna y que yo no
tenía ningún motivo para no alimentarlo como correspondía. Sacó él mismo un turno con el pediatra y me
acompañó. Otra vez hizo un espectáculo, delante del médico se mostraba infinitamente preocupado por el
bienestar de Joaquín. Lo tuvo a upa toda la consulta. El pediatra preguntaba si había algo que me

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preocupara, y él contestaba que no, que yo no tenía ninguna preocupación: ¿estrés? ¿trabajo excesivo? A
todo contestaba que no. El médico explicó que en algunos casos la depresión postparto se extendía y que
esa podía ser una explicación. Juan se abalanzó sobre la idea: “Sí, doctor sí. Tiene que ser eso. Mírela, ya no
se arregla, todo le parece un gran esfuerzo. Joaquín se pasa el día llorando y ella no lo puede atender, la casa
está dada vuelta. Ella ya no es la de antes” Le dijo que estaba desesperado y que, por favor, le explicara qué
hacer, cómo ayudarme. El médico sonrió, me recetó un antidepresivo y una leche materna para Joaquín e
intentó tranquilizar a Juan diciéndole que había hecho lo correcto.
En el camino a casa, pensé seriamente en el diagnóstico del médico. Tal vez Juan tuviera razón. La depresión
era la respuesta Tal vez estaba todo en mi cabeza. Juan se volvió obsesivo, me alcanzaba las dos pastillas
diarias y no se movía de mi lado hasta ver que las tomaba.
Mientras él trabajaba, o cuando se iba a dormir, yo aprovechaba para ocuparme de mis maquetas y estudiar.
Así después de algunas escapadas para presentar proyectos y rendir exámenes logré recibirme. La profesora
que me tomó el último examen me dijo que mis proyectos eran brillantes y me ofreció trabajar dos veces por
semana en su Estudio.
Llegué a casa feliz, esperé a Juan y le di la noticia. Con mi sueldo íbamos a poder contratar a alguien que nos
ayudara con Joaquín y la casa. Y yo finalmente iba a poder salir a trabajar en lo que me gustaba. La respuesta
de Juan no fue la que esperaba. “No podés con lo que tenés en el plato y vas por más. ¿Te das cuenta que
funcionás gracias a una pastilla? ¿Alguna vez pensaste en mí? ¿En nosotros?” Se levantó y no dejó que le
dijera nada más. No me dirigió la palabra por dos días.
Al poco tiempo me llamó la profesora y me insistió en que no dejara pasar la oportunidad. Me explicó que a
ella también se le había hecho difícil dejar a los chicos para volver a trabajar pero que al final había sido para
el bien de toda la familia. Sentí que alguien me entendía y que Juan también iba a hacerlo.
Me comenzó a ir muy bien en el trabajo y no tardé en empezar a ganar más que Juan y aunque no dije nada
por miedo a su reacción, sé que él lo sabía. No podría no saberlo cuando me revisaba todo: celular, papeles,
computadora, cuentas bancarias. A la semana de que me aumentaran el sueldo comenzaron a
desaparecerme cosas. Al principio eran tonterías y pensé que debía de estar distraída, pero un día la agenda
que siempre guardaba en la cartera y donde tenía toda la información del estudio no aparecía por ningún
lado. Cuando le pregunté, Juan dijo que no tenía idea de dónde la había metido y me explicó que era todo
culpa de mi desorden y mi falta de profesionalismo. Después fueron mis llaves, las llaves del auto, el cuaderno
de notas de Joaquín las cosas que empezaron a desaparecer. Cada vez le tenía más miedo. No sabía de qué
sería capaz, a veces tardaba mucho en dormirme, siempre después que él.
Un día, estaba en el Estudio y una reunión se extendió más de lo previsto. Llamé a Juan y le pregunté si podía
pasar por la guardería a buscar a Joaquín porque no llegaba y se estaba discutiendo un proyecto que yo había
presentado. Me contestó que no tenía problemas, que me quedara tranquila. A la hora me llamaron para
decirme que nadie había pasado a buscar a Joaquín. Salí corriendo de la reunión. Cuando llegué a casa, le
pregunté qué le había pasado. Me miró y me dijo que no sabía de qué le estaba hablando. Me puse nerviosa
y le expliqué que lo había llamado y él había aceptado ir a buscar a Joaquín. Lo negó. Me preguntó si me
sentía bien, si no me habría confundido. Insistió en que él jamás había hablado conmigo y empezó a
preguntarme si estaba tomando bien las pastillas y llegó a insinuar que a lo mejor había que aumentar la
dosis.
Le dije que lo mejor era separarnos, que las cosas no estaban bien hacía ya mucho tiempo. Me miró tranquilo,
sin inmutarse y asintió, me dijo que podía irme pero que Joaquín se quedaba con él. Me aclaró que en mi

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estado, nadie dejaría a un niño conmigo y él menos que nadie. Me di cuenta de que Juan tenía razón. Joaquín
era su rehén y yo no podía irme sin perder a mi hijo. La charla había terminado. Volvió a lo que estaba
haciendo, como si hubiéramos hablado de algo insignificante, y yo me senté en la cama de mi hijo a mirarlo
dormir hasta que en algún momento, yo también me quedé dormida.
Cuando me desperté sentí que Juan iba a hacerle daño a Joaquín para castigarme. Armé un bolso con ropa,
escribí una carta diciéndole que era mejor que nos separáramos y que hablaría con un abogado para que
arreglara todo. Pese a que vivíamos en mí departamento, decidí que lo mejor, mientras conseguía a un
abogado era irnos a la casa de mi mamá. Una semana más tarde, recibí una nota firmada por un juez donde
me citaba a una audiencia. Ahí me habló sobre el derecho de los padres y de los hijos a mantener una relación,
pese a la separación matrimonial, me dijo que eso es querer verdaderamente a los hijos. Me explicó que uno
no puede apropiarse de ellos y que llevárselos impidiendo el contacto con el otro es un delito penal. No podía
escucharme, no quiso escucharme. Él sacó sus conclusiones haciéndome preguntas que no explicaban lo que
había pasado:
–¿Señora, alguna vez le pegó su marido?
–No… no me pegó nunca.
–Ajá… esto es, usted, dice que le tiene miedo pero que él nunca la agredió… ni siquiera le levantó la voz.
¿Señora, alguna vez el Señor tuvo algún gesto violento con el niño?
–No… pero no me dejaba levantarlo.
–Aja… esto es, usted, me dice que nunca agredió al niño y que el problema es que no dejaba que usted lo
levantara porque decía que lo malcriaba… Ya veo… Usted, dice que se llevó al niño de la casa porque estaba
en peligro…
Le pedí a mi abogado que hiciera algo, que no dejara que se lo llevara el fin de semana, pero no pude hacer
nada. Cuando Joaquín comenzó a llorar me aferré a él, pero el juez dijo que si me oponía iba a tener que
ordenar que me detuvieran por impedir el contacto con su padre. Mi abogado me llevó aparte y me dijo que
no tenía salida.
Lloré mientras lo vi irse en el auto, yo sabía que algo iba a pasar. Nadie me escuchó… o escucharon sólo una
parte… la que estaba en los formularios, la que podía completarse rápido… pero no me escucharon
realmente. Ahora, me dicen que mi hijo no aparece, que no está por ningún lado. Me dicen que se le perdió
al padre y que no lo encuentran. Me piden que me quede tranquila, ¿alguien puede escucharme?

3. Transcripción de video “La audiencia”


Mi hermana Clara se había alejado. Hacía un año que no nos veíamos. “Si vas a volver con esa bestia, no me
llames más”, me dijo. Esa fue la última vez que la vi. El resto de la familia, que no era mucha, tomó partido
por ella.
Esa última vez, me había acompañado al dentista y me había pagado el arreglo del diente. Él no había querido
hacerme nada, pero justo me di vuelta y me dio acá (señalando la parte de arriba). Clara se ofreció a pagarme
porque hacía seis meses que siempre pasaba algo y nunca había plata para eso. Me pusieron algo que me
tapaba.
…Igual no era muy importante, tampoco me reía tanto, no había de qué.

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“¡Bruja!”, me decía, “¿Quién te va a querer si no estás conmigo? ¡Ni para perro!”
¡Tenía toda la razón! Estaba horrible sin el diente…
La extraño a Clara. Pero ella no lo conoce bien y no quiere que estemos juntos. No sabe que muchas veces
soy yo la que lo provoca hasta que se enoja.
No estoy segura pero creo que desde ahí, desde ese día que me pusieron el diente, las cosas se pusieron
peor. Yo pensé que como ya no veía más a mi familia y no lo dejaba para perder tiempo con ellos las cosas
iban a ir mejor, pero empezaron a aparecer otros reclamos, más reclamos. Nada le alcanzaba.
Una noche, vinieron sus compañeros de trabajo a comer. Juro (haciendo la señal de la cruz en los labios) que
trabajé: amasé unas pizzas, compré la cerveza que a él le gustaba, la casa estaba ordenada. Todo había estado
perfecto, hasta que le acerqué un cenicero para que tirara las cenizas del cigarrillo ahí y no en el piso como
lo estaba haciendo. No me dijo nada, me miró y siguió tirando las cenizas al piso.
Cuando se fueron, comenzó a decirme que por qué lo desafiaba delante de sus amigos, que no paraba de
mirarlos, que tenía una puta de esposa, que si estaba caliente, iba saber lo que era estar caliente. Después
pasó lo que pasó.
En los meses siguientes me quedé en lo de mi mamá que entre curación y curación no paraba con los
reproches: que yo te dije, que vos no escuchás a nadie, que creés que te las sabés todas.
Clara nunca vino a verme.
Tal vez fue por eso que cuando llegó la citación del juez para la audiencia de “probation”, no sé, así dicen que
la llaman, sentí… algo que… me da vergüenza admitir… pero sí, sí, sentí algo de entusiasmo… miedo también,
pero tal vez los recuerdos me estaban jugando una mala pasada… no siempre había sido todo así…
Pensé que tal vez había estado exagerando… Es que me habían hecho demasiadas preguntas, me habían
confundido, yo no entendía qué era lo que pasaba: “¿Dónde más la quemó, señora?” “¿Había alguien
presente?” ”¿Desde cuánto su marido es violento?” ”¿Tiene familiares o amigos a quienes podamos llamar?”
Dije lo que ellos querían que dijese. Solo quería que terminaran. Sí, sí, sí todo esto es por los abogados. Ellos
tienen la culpa, me hicieron decir cosas que no quería, ellos y toda esa gente que no lo conoce, que no sabe.
Pero por fin alguien estaba pensando en la familia. El juez era una persona formada que sabía lo que estaba
haciendo y por algo nos estaba reuniendo.
Estaba impaciente… mientras esperaba me acordé de tantas cosas, me pasaban los recuerdos …(primero
mira a la distancia, luego la mirada, baja, hasta mirarse una quemadura en la mano).
Me llamaron y me hicieron pasar a una sala. Uno de los de traje, que no sé bien quién era dijo: “A ver cómo
se puede arreglar esto”. Me dio vergüenza, como si me hubiese retado mi papá. ¡No entendía qué estaba
pasando!
Esa persona me dijo que si aceptaba nos iba a ahorrar a todos lo incómodo y largo de un juicio, que podíamos
hacer esto gracias a que Omar no tenía antecedentes y que si yo quería llevarlo a juicio podía –yo no quería
llevarlo a juicio-podía pasar que Omar tuviera que pasar tiempo en la cárcel. –¿Cárcel? Nunca habíamos
hablado de eso– o que podíamos arreglar y volver a la normalidad. Me dijo que esto dependía de mi
decisión…
Cuando empezó la audiencia, otra persona me explicó que Omar había dicho que iba a ir a un taller sobre
violencia en el Hospital Central, dijo que también me iba a pagar un dinero por un año, ya no me acuerdo
cuánto pero no era demasiado…

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Él estaba ahí, al costado, sentado. Se había cortado el pelo y estaba afeitado. Tenía la camisa que yo le había
regalado para su último cumpleaños. Estaba más flaco y eso me preocupó. Seguro llegaba de trabajar muy
tarde y comía cualquier cosa o ni siquiera comía. Tenía también cara de cansado y triste. Sí, sí, triste, pero
cuando me miró nos entendimos como el primer día.
Miré sus manos. Él también tenía el anillo todavía.
–Sí, acepto –dije sin sacar la mirada del anillo
Después, sólo me acuerdo tomando mates en la cocina, como hacíamos al principio…
¡Pero lo arruinaron, tuvieron que arruinarlo todo! Tocaron a la puerta. Traían una nota del Juez. No pude
escuchar bien, pero cuando Omar volvió ya no parecía la misma persona.
Me frotó la nota judicial en la cara…
–¿Cómo vamos a pagar ahora esto? Mirá, mirá lo que hiciste ¿Honorarios de qué? ¿Qué es lo que tengo que
pagar?
Después sólo me acuerdo de un calor intenso… tan intenso que se volvió insoportable.

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