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Asesinaron al presidente de Haití: hay

estado de sitio, poca información y


repudio mundial
El ataque contra Jovenel Moïse se produjo durante la madrugada del miércoles,
cuando un "grupo de individuos no identificados", entre ellos "varios que hablaban
español", asaltó la vivienda.
El presidente de Haití, Jovenel Moise, fue asesinado en la madrugada de este miércoles
en su residencia de Puerto Príncipe por un comando integrado por personas
extranjeras, anunció el primer ministro, Claude Joseph.
La esposa del presidente resultó herida en el ataque y fue hospitalizada , y
se habló de un posible traslado a Miami dijo Joseph, quien pidió calma a la población, y
aseguró que la policía y el Ejército se encargan de mantener el orden.
El primer ministro Claude Joseph informó oficialmente del crimen, detalló que la
esposa de Moise resultó herida en el ataque y fue hospitalizada -sería llevada a
Miami-, y pidió calma a la población.

"El presidente fue asesinado en su casa por extranjeros que hablaban inglés y
español", dijo Joseph, citado por las agencias de noticias AFP y Sputnik.
El funcionario a cargo dispuso de inmediato el estado de sitio, cerró el aeropuerto de
la capital y blindó la frontera con República Dominicana, país con el que Haití comparte
la isla.
"En estricta aplicación del artículo 149 de la Constitución, acabo de presidir un Consejo
Extraordinario de ministros y hemos decidido declarar el estado de sitio en todo el
país", anunció Joseph en un discurso difundido en las redes sociales. Prometió además
que el crimen de Moïse “no quedará impune” y que los asesinos “pagarán en la Justicia
lo que hicieron”.
La noticia causó reacciones de condena inmediatas en el mundo. La Casa Blanca
calificó de "horrible" el crimen y dijo a través de la secretaria de prensa, Jen Psaki, que
Estados Unidos estaba dispuesto a ayudar en la investigación.
"Ayudaremos de cualquier manera al pueblo de Haití, al Gobierno de Haití si hay una
investigación", dijo y añadió que la Casa Blanca estaba "todavía reuniendo
información".

La esposa del presidente resultó herida en el ataque y fue hospitalizada

El primer ministro británico, Boris Johnson, en tanto, dijo estar "conmocionado" y


calificó el hecho como un "acto odioso".
En medio de la conmoción nacional, el aeropuerto internacional de Puerto Príncipe fue
cerrado y varios vuelos programados con destino al aeropuerto de la capital haitiana
fueron cancelados o desviados a estaciones aéreas en terceros países, según Listín
Diario, de la vecina República Dominicana.
Dos aerolíneas que tienen rutas diarias a la capital haitiana cancelaron sus vuelos
previstos para este miércoles. En tanto, el Gobierno dominicano ordenó el "cierre
inmediato" de su frontera con Haití.
"Se ordenó el cierre inmediato" de la frontera de 380 kilómetros que ambos países
comparten en la isla La Española, dijo a AFP la encargada de comunicaciones del
Ministerio de Defensa, Ceinett Sánchez.
Un comando del que no sabe el número de integrantes ni el origen o su motivación
entró de madrugada a la residencia de Moïse en el barrio Pelerin de Puerto Príncipe, y
disparó contra el mandatario. Un hijo estaba en el lugar, pero resultó ileso.
El diario El País de España señaló que varias embajadas de Haití en el exterior dieron a
conocer un comunicado en el que precisaron que los asaltantes eran individuos no
identificados, “de los cuales varios hablaban en español”.
EEUU se pronunció por respetar ese llamado a elecciones para el 26 de septiembre,
con probable segunda vuelta el 21 de noviembre.
"Estados Unidos aún considera que las elecciones de este año deben mantenerse,
porque eso facilitaría una transferencia pacífica del poder a un presidente recién
electo”, afirmó el vocero del Departamento de Estado, Ned Price.
En medio de la conmoción, el aeropuerto internacional de Puerto Príncipe fue
cerrado y varios vuelos programados con destino a la capital haitiana fueron
cancelados o desviados a estaciones aéreas en terceros países, según Listín Diario, de
la vecina República Dominicana.
Mientras la agencia de noticias Sputnik señaló que Dominicana investiga una posible
fuga hacia su territorio de los asesinos, el diario El Nacional de Santo Domingo citó un
informe de inteligencia de Haití que sostiene que algunos de los integrantes del
comando que asesinaron al mandatario son colombianos.
"Se pusieron en alerta máxima a los organismos de seguridad en los aeropuertos,
puertos y puntos fronterizos para que impidan la salida del territorio nacional de
cualquier ciudadano de origen colombiano", señaló el diario.
Otra publicación, Diario Libre, mencionó a un grupo de siete sudamericanos, cuatro
colombianos y tres venezolanos, que cumplieron órdenes de "gente muy poderosa
involucrada en el narcotráfico y el secuestro".

TRES AÑOS DESPUÉS DEL SISMO


Haití, despedazado por sus benefactores
Por Céline Raffalli*
El 12 de enero de 2010, un sismo de magnitud 7 devastaba Haití
y dejaba el atroz saldo de más de
230.000 muertos. A tres años de esa tragedia y pese a las
solemnes promesas, la ayuda humanitaria
dio como resultado poco más que la importación del vibrión del
cólera y la instalación de empresas
poco respetuosas del derecho laboral.

Cae la noche sobre las ruinas de Puerto Príncipe y en pocos minutos la ciudad queda
sumergida en la oscuridad. Sólo se ve a lo lejos un semáforo rojo balanceándose sobre un
cruce de calles. En cualquier lugar que se detenga la mirada los escombros invaden el espacio.
Los perros tomaron posesión de la noche. De un tiempo a otro, sus aullidos quiebran el
silencio. Por la mañana zumban los motores. A la luz cruda del amanecer, los autos intentan
abrirse paso en medio del caos de una ciudad superpoblada. Los tap-tap –taxis colectivos–
esquivan cráteres que dictan los meandros de la circulación. En el aire, olor a muerte,
mezclado con el del agua sucia que sale de una cloaca a cielo abierto y con el polvo de las
ruinas, que el viento sopla sobre los vivos. Los haitianos viven en un dulce surrealismo: los
desaparecidos siguen presentes; no es difícil imaginárselos en cada esquina, todavía presos del
hormigón. Siete en la escala de Richter: un sismo equivalente a varias bombas atómicas que
explotaran bajo tierra. El 12 de enero de 2010, sólo una de cada tres casas quedó en pie. Si una
resistió milagrosamente, sin ningún vidrio roto, la de al lado quedó reducida a nada: un
gigantesco juego de azar y masacre que dejó doscientos treinta mil muertos, trescientos mil
heridos y un millón trescientos mil sin techo. Sin contar los daños materiales: 7.800 millones
de dólares, 120% del Producto Interno Bruto (PIB) de 2009. Tres años después, la
reconstrucción todavía no parece haber comenzado. En las calles, algunos hombres con
remeras con los colores de diferentes organizaciones no gubernamentales (ONG), pala en
mano, reemplazaron a las topadoras y a las excavadoras, repatriadas desde hace ya mucho
tiempo bien lejos de la isla. A este ritmo, ¿cuántos años se necesitarán para reconstruir? Las
carpas sucias, rotas, pegadas unas a otras, donde todavía se hacinan trescientas setenta mil
personas, se extienden por toda la capital, mientras que la mayoría de las ONG ya hizo sus
valijas. En barrios devastados, durante kilómetros y kilómetros, sus manchas azules tapan los
morros. Para hacerles ventanas, cortan con cuchillo la tela de las carpas, y se sobrevive bajo un
calor asesino. A la caída del sol, una mujer se lava al costado de una ruta, apenas separada de
los autos que escupen su humo negro.

Haití
Una crisis sin precedentes
15/10/2019 |  François Bonnet
“Haití ha conocido muchas dificultades, muchas crisis, pero esta sobrepasa todo lo que hemos
conocido. Esta es mucho más grave”, afirma Pierre Espérance, contactado por Mediapart en
Puerto Príncipe. Es uno de los responsables de una asociación respetada, la Red Nacional de
Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH). “Este poder organiza la inseguridad, se burla de
la democracia y viola sistemáticamente las leyes, los derechos políticos y sociales”, añade
Pierre Espérance.
La RNDDH publicó el jueves, 3 de octubre, un balance de los motines y manifestaciones que
han paralizado completamente el país desde el 16 de septiembre. Del 16 al 30 de septiembre,
“al menos han matado a 17 personas […] y al menos otras 189 han resultado heridas”, señala
la asociación, que denuncia la violencia de la policía nacional haitiana, “los disparos con fuego
real, las brutalidades policiales, el empleo abusivo de gases lacrimógenos y todos los demás
actos represivos”.
Ahora que se acerca el décimo aniversario del terremoto de enero de 2010, que causó la
muerte de más de 250.000 personas y redujo el país a escombros, Haití vive una crisis política
que lo aboca al caos. El viernes, 4 de octubre, después de dos días de calma, se produjeron
nuevas manifestaciones en todo el país. Desde comienzos de año, esta crisis contabiliza
decenas de muertos y centenares de heridos.
“Haïti lok”, Haití bloqueado. “Ya no funciona nada, en vez de reforzar las instituciones, el poder
prefiere reforzar a las bandas y opta por la violencia”, asegura Pierre Espérance. “Tenemos un
presidente fantoche y un Estado fallido”, añade el famoso novelista Gary Victor. Este último
forma parte de la decena de escritores (Yanick Lahens, Lyonel Trouillot, Kettly Mars, James
Noël…) que acaban de lanzar un llamamiento “a la ciudadanía del mundo para que apoye la
causa haitiana”.
Elegido en noviembre de 2016, el presidente Jovenel Moïse ya perdió toda su credibilidad
pocos meses después de ocupar el cargo en febrero de 2017. Este desconocido de 51 años,
alzado a la presidencia por su predecesor Michel Martelly y sostenido por EE UU, fue elegido
ya en la primera vuelta, aunque con una participación oficial del 21 % al término de un
escrutinio muy controvertido. El año anterior, unos comicios presidenciales que ganó fueron
anulados debido a las irregularidades detectadas.
Este hombre de negocios, productor y exportador de bananas, no ha conseguido nunca que le
aprobaran un presupuesto. El país vive hoy con un parlamento paralizado, un gobierno en
funciones, un primer ministro en funciones y un presidente virtualmente desaparecido. El
jueves, 3 de octubre, Jovenel Moïse hizo su primera aparición sobre el terreno desde hacía
unos dos meses: un alto de 55 segundos de duración en una calle de Petion-Ville, el barrio
elegante en la parte alta de Puerto Príncipe, para dar algunos apretones de manos, rodeado de
una guardia personal armada hasta los dientes.
El 25 de septiembre, después de diez días de disturbios y violencias, decidió intervenir en
directo en la televisión nacional para llamar a la constitución de “un gobierno de unión
nacional”. Pero lo hizo a las 2 de la madrugada, cuando el país duerme y la electricidad está
cortada en numerosos barrios, sin hablar ya del mundo rural. En lo esencial, el presidente se
manifiesta a través de su cuenta de Facebook, que por cierto es esquelética. Su repentino
llamamiento a la unión resultó totalmente irreal, habida cuenta de que quienes le apoyan y los
responsables del partido presidencial, el PHTK, están acusados de cometer las peores
violencias. Dos días antes de su discurso nocturno, un senador de su partido desenfundó su
pistola y disparó contra los manifestantes que se apelotonaban delante de su automóvil dentro
del recinto del parlamento. Dos hombres resultaron heridos, uno de ellos un fotógrafo de la
agencia AP. “La legítima defensa es un derecho sagrado”, se defendió después Jean-Marie
Ralph Fethière.
El suceso podría ser un episodio rápidamente olvidado si no reforzara las acusaciones
formuladas por numerosos observadores, periodistas y asociaciones. Además de la policía, que
puede violentar a los manifestantes sin temor a ser inquietada, al parecer determinados
círculos del poder financian y arman a bandas criminales, cuya presencia siempre ha sido una
constante en Haití. La red RNDDH señala que “individuos armados, partidarios del poder,
participan activamente en las operaciones policiales. Los utilizan para atacar violentamente las
manifestaciones antigubernamentales”. Como prueba de esta afirmación, la asociación publica
una fotografía de la asunción del cargo de un delegado del partido en el norte de la isla, el
pasado 30 de septiembre: el hombre aparece rodeado de una milicia armada.
Asimismo, crecen las sospechas sobre la implicación de personas cercanas al poder en la
masacre de La Saline que se produjo hace un año. El 10 de noviembre de 2018, pocos días
antes de una nueva manifestación, una banda criminal ejecutó a 73 personas por lo menos y
cometió violaciones en La Saline. Mucha gente vio en ello una estrategia del terror para
“quebrar el ímpetu de la movilización contra el poder en este barrio conocido por su hostilidad
al presidente Jovenel Moïse”, según el novelista. Una investigación patrocinada por Naciones
Unidas todavía no ha concluido a fecha de hoy.
En este clima insurreccional, los partidos de oposición rechazan toda negociación y exigen la
dimisión del presidente y la disolución del Parlamento. No son los únicos. Después de haber
reclamado durante un tiempo un diálogo, un buen número de iglesias exigen a su vez la
retirada de Jovenel Moïse, al igual que muchos músicos, artistas y escritores que multiplican
los llamamientos.
El programa PetroCaribe o el robo del siglo
“Hoy todas las instancias de la vida nacional, los representantes de todos los cultos, las
entidades de defensa de los derechos humanos, los profesores de universidad, colectivos de
artistas y de intelectuales, los partidos de oposición de todas las tendencias, los sindicatos y
asociaciones del sector empresarial reclaman la dimisión del presidente y de lo que queda del
parlamento”, afirman los escritores en el llamamiento antes citado.
“El ejecutivo, y quienes le apoyan, resisten mientras numerosas comisarías de policía son
atacadas, empresas privadas se ven saqueadas, instituciones públicas están siendo
devastadas y manifestantes son recibidos con balas”, señala el periodista Frantz Duval en el
mayor diario de la isla, Le Nouvelliste. La crisis actual ha estallado a raíz de las penurias
reiteradas de carburante en agosto y de la revelación de nuevos escándalos de corrupción. Por
ejemplo, el caso de cinco diputados que explicaban que los habían comprado por 100.000
dólares a cambio de un voto favorable al primer ministro…
Sin embargo, en realidad el origen de esta crisis se remonta a julio de 2018, cuando el poder
anunció que dejaría de subvencionar el carburante, provocando aumentos del precio de cerca
del 50 %. En el país más pobre de América, donde “más de la mitad de la población sufre
inseguridad alimentaria crónica”, según el Programa Alimentario Mundial, y donde la clase
media embrionaria se ve golpeada de lleno por una inflación del 20 %, el anuncio sirvió de
detonador.
Porque al mismo tiempo la población salía a manifestarse para denunciar el robo del siglo, es
decir, el escándalo de PetroCaribe. Este programa de ayuda masiva, lanzado por la Venezuela
de Hugo Chávez, llegó a representar hasta el 25 % del Producto Nacional Bruto de Haití, según
un informe del Banco Mundial. Consistía en el suministro de petróleo a precios de saldo y
permitió a la hacienda pública haitiana ingresar más de 2.500 millones de dólares de 2008 a
2016. La mayor parte de estos recursos, que debían destinarse a financiar proyectos
humanitarios y la reconstrucción del país después de 2010, se la embolsaron diversos
ministros, responsables políticos y empresarios amigos.

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