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Sábado 31 de diciembre del 2022

El arca perdida y muerte de Elí

Texto: 1 Samuel 4:12-22

12 
Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, llegó el mismo día a Silo, rotos sus
vestidos y tierra sobre su cabeza; 

13 
y cuando llegó, he aquí que Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al
camino, porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Llegado,
pues, aquel hombre a la ciudad, y dadas las nuevas, toda la ciudad gritó. 

14 
Cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, dijo: ¿Qué estruendo de alboroto es este?
Y aquel hombre vino aprisa y dio las nuevas a Elí. 

15 
Era ya Elí de edad de noventa y ocho años, y sus ojos se habían oscurecido, de modo
que no podía ver. 

16 
Dijo, pues, aquel hombre a Elí: Yo vengo de la batalla, he escapado hoy del combate.
Y Elí dijo: ¿Qué ha acontecido, hijo mío? 

17 
Y el mensajero respondió diciendo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue
hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron
muertos, y el arca de Dios ha sido tomada.

  18  Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la
silla al lado de la puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y
había juzgado a Israel cuarenta años.

19 
Y su nuera la mujer de Finees, que estaba encinta, cercana al alumbramiento,
oyendo el rumor que el arca de Dios había sido tomada, y muertos su suegro y su
marido, se inclinó y dio a luz; porque le sobrevinieron sus dolores de repente.

  20  Y al tiempo que moría, le decían las que estaban junto a ella: No tengas temor,
porque has dado a luz un hijo. Mas ella no respondió, ni se dio por entendida. 

21 
Y llamó al niño Icabod,   diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! por haber sido
[a]

tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido. 

22 
Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios.
Verdad Central: Nos es necesario cuidar la presencia de Dios en nuestras vidas
manteniendo una vida de obediencia y verdad

INTRODUCCIÓN

Israel había entrado en guerra contra los filisteos y la primera batalla había sido a
favor de los filisteos los cuales hirieron en el campo de batalla como a cuatro mil
hombres. Vuelto al campamento en Eben-ezer, Israel se pregunta “¿por qué nos ha
herido hoy Jehová delante de los filisteos?”. Lo que ellos no entienden no es que Dios
los haya abandonado de forma inesperada e ilógica como si Dios hiciere las cosas
de esa forma. Lo que pasa es que el respaldo de Dios ya no está con su pueblo y
llegó el día en que Jehová iba a juzgar a Elí y su casa y esta guerra era la
oportunidad para ello. Lo siguiente es que los ancianos de Israel toman una decisión
osada y solicitan que el arca de Dios sea trasladada de Silo hasta el campamento
en Eben-ezer a fin de que viniendo entre ellos la salve de mano de sus enemigos,
una absurda determinación carente de toda sabiduría y entendimiento de la voluntad
de Dios pues el arca no es ningún amuleto que pudieran llevar de aquí para allá en
busca de situaciones favorables, nada de eso. No hubo arrepentimiento ni tampoco
confesión, no hubo sacrificios y búsqueda de Dios, no hubo oración y clamor por la
victoria, solo hubo obstinación en hacer las cosas de forma equivocada. Y así, el
arca de Dios fue llevada al campo de batalla y con ella los dos hijos de Elí, Ofni y
Finees. Con esto Israel se envalentonó, pero los filisteos, lejos de desanimarse se
motivaron aún más a pelear como hombres valientes y vencieron a Israel haciendo
una gran matanza de treinta mil hombres y el carca de Dios fue capturada y los dos
hijos de Elí muertos. Israel huye del campo de batalla y la noticia de la derrota ha de
llegar a todo el territorio con el añadido de que los filisteos se han llevado el arca De
Dios, símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo y lo han de introducir
como botín en el templo de sus dioses. Una desgracia nacional que tendrá
repercusiones por venir.

CUERPO

1. La noticia de la derrota llega a Silo, v. 12-13. “Y corriendo de la batalla un hombre de


Benjamín, llegó el mismo día a Silo, roto sus vestidos y tierra sobre su cabeza; y cuando
llegó, he aquí que Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque su
corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Llegado, pues, aquel hombre a la
ciudad, y dadas las nuevas, toda la ciudad gritó”. La noticia de la derrota y de la captura
del arca de Dios, lo cual era ya una tragedia, fue llevada a Silo por un benjaminita,
presentado como mensajero con vestidos rotos y tierra sobre su cabeza como señal
de su profundo dolor espiritual y todo el pueblo gritó por la conmoción de saber que
además de la derrota el arca de Dios había sido capturada por los incircuncisos
filisteos. El anciano Elí estaba sentado vigilando el camino y oyó el grito de la gente
y su corazón temblaba por causa del arca de Dios que fue llevada al campamento y
de allí al campo de batalla sin orden divina o permiso de parte suya. Había llegado
el momento en que Dios iba a cumplir cada palabra que había dado a Elí, la sanción
para toda su casa comenzando con la muerte de sus dos hijos en el mismo día en el
campo de batalla y lo que sería una desgracia nacional, aquello que Dios había
dicho que iba a hacer, “que a quien la oyere, le retirarán ambos oídos”, es decir, sería
una calamidad y eso fue la pérdida del arca de Dios. El mensajero no era mensajero
de buenas noticias, de noticias de victoria, de paz o de gozo, todo lo contrario, eran
noticias de tragedia, ¡y qué tragedia! Mensajero fiel para llegar el mismo día a Silo
pero que mal mensaje o nuevas traía, llevando en su corazón el dolor espiritual de
la derrota y la vergüenza. Hoy en día la gente se ha vuelto en mensajeros de malas
noticias y es casi inevitable que lo sean pues no tienen otra cosa que transmitir que
no sea la situación crítica por la que pasa nuestra sociedad y nuestra nación. Los
noticieros son un recuento de asaltos, de asesinatos, de secuestros, de violencia
contra la mujer y los niños, de sicarios, de corrupción, de convulsión social, de crisis
económica, de inestabilidad política y eso se va transmitiendo de uno a otro pues
todos hacen papel de mensajeros de malas nuevas. Le pregunto, ¿qué clase de
mensajero es usted? Es inevitable que sea un mensajero, pero ¿qué noticias lleva?
¿Noticias de gran gozo? ¿Buenas nuevas de salvación, perdón y reconciliación?
Esas noticias que traen paz al corazón las buenas nuevas que en griego significa
evangelio son las noticias que hoy se necesitan, las buenas nuevas, el evangelio de
Jesucristo, nuevas que usted y yo debemos de llevar a tanta gente que solo recibe
malas nuevas. A ver si nos ponemos a la orden con el mensaje y corremos con
prontitud para llevarlo a mucha gente, sin vestidos rotos ni tierra sobre nuestras
cabezas sino con ropa de justicia y óleo santo sobre nosotros, eso sería muy bueno,
sería excelente.

2. Elí recibe la noticia y muere, v. 14-18. “Cuando Elí escucha el estruendo de la gritería,
dijo: ‘“¿Qué estruendo de alboroto es este? Y aquel hombre vino aprisa y dio las nuevas a
Elí. Era ya Elí de edad de noventa y ocho años, y sus ojos se habían oscurecido, de modo
que no podía ver” (v. 14-15). Cuando Elí escucha las voces de la gente y el tumulto
que se había generado preguntó la razón, así que el mensajero fue presuroso para
presentarse y darle las nuevas. Elí tenía 98 años y ya casi había perdido la vista, de
manera que no podía ver, pero sí podía oír por lo cual pregunta y el hombre le
responde: “Dijo, pues, aquel hombre a Elí: Yo vengo de la batalla, he escapado hoy del
combate. Y Elí le dijo: ¿Qué ha acontecido hijo mío? Y el mensajero respondió diciendo:
Israel huyó delante de los filisteos, y también fue hecha gran mortandad en el pueblo; y
también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron muertos, y el arca de Dios ha sido tomada” (v.
16-17). El anciano sacerdote escucha con estupor la noticia de la derrota del
ejército, de la muerte de sus dos hijos y la pérdida del arca, siendo esta última la
peor de las noticias, y el texto describe lo que sucedió inmediatamente: “Y aconteció
que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la
puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel
cuarenta años” (v. 18). La pérdida del arca fue la peor noticia de todas las noticias,
peor aún que la muerte de sus dos hijos por lo que cayendo de espaldas por la
impresión se desnucó y murió. Así terminó la carrera de este sacerdote, juez y
profeta de 98 años, que no cumplió la palabra de Jehová, sino que había honrado
más a sus hijos que al Señor y ahora había venido el juicio para él, su casa y la
nación. El triste final de Elí nos hace recordar las lecciones pasadas donde vemos a
un hombre con una gran responsabilidad pero que no puede cumplirla con todo
honor por cuanto prefiere honrar más a sus hijos que al Señor. Ahora, aunque no
puede ver, sí puede oír y entender que Dios ha juzgado su vida y su casa y que es
responsable también de que el arca de Dios haya sido llevada al campo de batalla
de forma absurda y sin el consentimiento del Señor. Es triste teniendo tantos
privilegios llegar a una edad avanzada y despedirte de este mundo en medio de una
tragedia vinculada a la derrota por causa de tu falta de fidelidad al Señor y tomar
acciones oportunas que glorificasen al Señor y no a los hombres. Nosotros somos
receptores de su mensaje y tenemos la responsabilidad de llevarlo a mucha gente,
pero tal tarea que es un privilegio se ve obstaculizado por que damos más honra a
las cosas de este mundo, relaciones de este mundo, afectos de este mundo, todo
en plan de oposición a la honra que se le debe dar a Dios.

3. Icabod, ¡Traspasada es la gloria de Israel! v. 19-22. El juicio que cayó sobre Elí
siguió su curso y esto es lo que nos narra el texto de Samuel: “Y su nuera la mujer de
Finees, que estaba encinta, cercana al alumbramiento, oyendo el rumor de que el arca de
Dios había sido tomada, y muertos su suegro y su marido, se inclinó y dio a luz; porque le
sobrevinieron los dolores de repente. Y al tiempo que moría, le decían las que estaban junto
a ella: No tengas temor, porque has dado a luz un hijo. Mas ella no respondió, ni se dio por
entendida” (v. 19-20). La esposa de Finees estaba a punto de dar a luz pues estaba
en trabajo de parto y cuando escuchó la noticia de la captura del arca de Dios, así
como la muerte de su suegro y de su esposo, se arrodilló e inmediatamente dio a
luz de tal forma que al momento que nacía el niño ella estaba muriendo y no
entendía lo que las mujeres que la atendían le decían pues ya no le acompañaba el
gozo de que haya nacido un hombre en su casa ni tampoco entendía de las
felicitaciones que le daban. Así el acontecimiento por el cual estaba pasando su
casa y la nación dejó sin importancia el nacimiento de este varón y se le dio un
nombre que rememora la tragedia: “Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la
gloria de Israel! Por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su
marido. Dijo pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de
Dios” (v. 21-22). A ella le afectó principalmente la pérdida del arca de Dios más que
la muerte de su suegro y su marido pues esto le genera la muerte al entender que la
gloria se ha apartado de Israel con lo cual solo queda la humillación, situación
extrema para un pueblo que Dios había amado y le había concedido su presencia y
ahora, sin esa presencia el pacto con Dios no tenía sentido pues en aquella arca
estaban las tablas de Moisés y la vara de Aarón, los cuales eran la garantía visible
del pacto de gracia que Jehová Dios tenía con Israel. Ahora todo eso estaba en
tierra de filisteos, llevado como botín de guerra y puesto en la casa de su Dios
Dagón. Elí y su casa no entendieron finalmente la magnitud de sus acciones y cómo
esto repercutiría en su relación con Dios. Ahora las cosas están mal pues solo
queda la derrota, muerte, pérdida del arca de Dios y ya no hay gloria en Israel. Eso
se traduce en una existencia sin valor ni sentido. Ahora, a esta generación le tocará
vivir con la pérdida de todo lo glorioso que Dios es y que demuestra cada día, será
una nación vacía, en espera de que Dios vuelva a traer su gloria y restaure la
relación con su pueblo.

CONCLUSIÓN

Israel era un pueblo diferente pues tenía al Dios Creador y Señor de todo como su
Dios y el reflejo de aquella gloria era el arca del pacto que Israel guardaba y en el
cual se ofrecía la sangre en el día de la expiación, la fiesta central de los israelitas.
El arca del pacto era el testimonio de la presencia de Dios en medio de su pueblo, y
debía ser cuidada y honrada, pero en esta ocasión Israel pecó de soberbio y sin
consultar nada a Dios toma decisiones que no le corresponden y llevan a la batalla
el arca creyendo que ahora vencerán a los filisteos, pero todo es al revés pues son
los filisteos los vencedores y capturan el arca del pacto. Dios ha prometido su
presencia por medio de su gracia y misericordia y solo requiere obediencia y fe,
elementos que Israel perdió y ahora lamenta la pérdida de la gloria de Dios.

APLICACIÓN

Hoy en día se vive sin esa gloria pues el diablo destruyó la relación del hombre con
Dios por medio de la desobediencia en el huerto de Edén. La consecuencia de esto
es que Dios no es honrado por la gente, sino que el hombre se ha acostumbrado a
vivir lleno de falsedad pues fuera de Dios no hay nada cierto ni verdadero, no hay
gloria, solo apariencia, engaño. Ese es el reflejo de esta sociedad en la cual vivimos
y requerimos retornar a Dios con la finalidad de que su gloria venga a nosotros en la
persona de Jesucristo. La única manera de cambiar esto es por medio del
arrepentimiento y conversión del corazón. No se trata de ser religioso, se trata de
ser verdadero y esa verdad que nos distingue de la falsedad solo proviene de Dios
al cual hay que buscar, hallar, recibir, adorar y servir. Nosotros somos mensajeros
de buenas nuevas, el evangelio de Jesucristo y el mensaje que les traemos es que
Dios tienen un plan maravilloso para su vida, plan que usted y yo debemos de
aceptar y con él caminar hacia la gloria eterna siendo salvos de la condenación.
Acérquese a Jesucristo y reciba la presencia de Dios en su corazón mediante el
perdón de pecados y Dios bendecirá su vida de muchas formas y en todo tiempo.
Oremos…

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