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Nadando en el Espíritu
27 de octubre de 2019
Tiempo de lectura: 3 minutos
Cuando uno se lanza al río del Espíritu Santo debe abandonar la conexión con lo
terrenal, la dirección previamente establecida, el entorno normal y nuestra propia
imagen. Si queremos experimentar un avivamiento de parte de Dios es necesario que
perdamos la dependencia a lo terrenal para que dependamos única y exclusivamente
de Él. A veces será necesario experimentar situaciones que nos produzcan
inseguridad para que el Señor tome total control de nuestra vida. Pero incluso en los
momentos de incertidumbre confiemos en que no nos movemos de lugar por
decisión propia sino por designación divina.
[2] Juan 7:38-39: El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán
ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en
él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún
glorificado.
«El hombre dijo: “No te necesito, Dios. Puedo construir mi mundo sin ti”.
Dios dijo: “Si tomas esa decisión, sufrirás y morirás”. El hombre tomó esa
decisión y comenzó a sufrir. Y ha estado muriendo desde entonces».
La Biblia dice que Job perdió repentinamente toda su riqueza y sus hijos. Él
no sabía que se estaba desarrollando una poderosa lucha espiritual. Satanás
había acusado a Dios de hacer de Job su protegido y darle posesiones
terrenales. El diablo dijo a Dios: Si le quitas todas esas posesiones, te
maldecirá y se alejará de ti. Pero Dios contestó: Puedes hacerle lo que
desees, pero no puedes matarlo. Entonces veremos (Job 1:11-12).
Job no preguntó nunca por qué le estaban ocurriendo esas cosas. Lo más
cerca que llegó fue cuando dijo: «Dime qué es lo que tienes contra mí» (Job
10:2). Job estaba compartiendo su agonía espiritual con el mismo Dios a
quien él no podía entender.
Para la humanidad, es un misterio aun saber por qué Dios creó la tierra. Es un
misterio por qué puso personas sobre esta tierra. Pero Dios ha revelado
respuestas a través de la Biblia y a través de la Persona de su Hijo, Jesucristo.
En la Biblia usted encontrará las respuestas a las preguntas y los problemas
de su vida. En la Biblia encontrarás las respuestas a las preguntas y los
problemas de tu vida. Dios nos creó porque nos ama. Dios nunca quiso que
hubiera tragedias y prejuicios, guerras y odio, lujuria y codicia, celos y orgullo.
Dios quiso que la tierra fuera un paraíso, un lugar donde no hubiera muerte.
Pero el hombre se rebeló contra Dios. El hombre dijo: «No te necesito, Dios.
Puedo construir mi mundo sin ti». Dios dijo: «Si tomas esa decisión, sufrirás y
morirás». El hombre tomó esa decisión y comenzó a sufrir. Y ha estado
muriendo desde entonces. La muerte física es solo la muerte del cuerpo, pero
el espíritu sigue viviendo. Si su espíritu está separado de Dios por la
eternidad, se perderá para siempre.
Unidad y consuelo
Jesús oró, diciendo: «Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo
en ti» (Juan 17:21, RV60). Y así deberíamos ser como cristianos, uno en
Cristo. Si hemos nacido de nuevo en la familia de Dios, somos hijos de Dios.
Somos hermanos y hermanas.
Primero, debe ser de adoración. Deberíamos decir: «Oh, Dios, creo que Tú
eres el gran y poderoso Dios. No entiendo todas las cosas que están
ocurriendo en mi vida, pero, oh Dios, confío en ti».
Segundo, debemos pedir a Dios que nos enseñe todo lo que quiere que
aprendamos acerca de Él, acerca de nosotros, acerca de los demás y de cómo
podemos ministrar a los que sufren.
Tercero, nuestra actitud en el sufrimiento debe glorificar a Dios. Las personas
nos van a observar como cristianos. Preguntarán: «¿Cómo puede ser que
Cristo esté en control de su vida de tal forma que aun en esa situación pudo
ayudar a los demás?».
¿Qué tiene que hacer para estar listo? Dios tomó la iniciativa al entregar a su
Hijo, Jesucristo. Dios dice: «Yo te amo. Quiero perdonarte. Quiero que vayas
al cielo». Pero usted debe responderle.
¿Cómo responder?
Por esa razón hay que aprender lo correcto sobre riqueza según los
principios bíblicos, para que no tenga más poder en ti que Su Palabra.
Cuando hablamos de ver milagros, es importante recordar la honra que
debemos demostrar al Señor porque Él podrá obrar maravillas solamente si
creemos en Su capacidad de hacerlo.
¡La incredulidad y el afán de la vida pueden neutralizar el poder de Dios!
Cuando leí esto en las Escrituras yo también me quedé con la boca abierta.
En Su tierra neutralizaron a Jesús con desprecio, descrédito, deshonra y
envidia; fue como si lo bombardearan con kriptonita.
Así como pagaba por el mejor licor en las discotecas, desde ese día pagué
por la mejor Biblia que pude comprar e invertí en mucho material instructivo
para aprender y compartir con los demás; me dediqué a crecer en fe y no he
sido defraudado. Retomé la vocación que sentía cuando era niño y Él me
formó porque yo no tenía ni idea sobre cómo predicar, cómo ser pastor y
entregar mi vida al ministerio.
Entonces Él les explicó que les faltaba fe y les puso el ejemplo del grano de
mostaza, pero la analogía no es que se tenga una fe tan pequeña como esa
semilla, sino que sea tan poderosa con el mismo temple y carácter, porque
siendo minúscula, llega a ser la mayor de las hortalizas y se transforma en
árbol grande que da abundante fruto.
Dios siempre hará algo más si usas tu fe para creerle y alcanzar tus
metas. Dicho de otra forma, no debemos concentrarnos en lo que somos
sino en lo que estamos llamados a ser. Tal vez ahora te ves pequeño como
una semilla, pero serás como un inmenso árbol que dará cobijo a otros en el
nombre del Señor. ¡Escucha y cree que estás llamado a la grandeza!
No te veas como eres ahora, mírate con los ojos de la fe, como la persona
exitosa y feliz que ya eres. Si crees con esa fe de la mostaza todo será
posible: sanidad, restauración y salvación. Muchos se limitan porque se
piensan indignos de recibir bendición, pero el reino de Dios opera por fe, no
por obras. No veas qué precio debes pagar porque Jesús ya lo pagó. ¡Solo
cree y ora!
Si un demonio no sale al echarlo fuera en el nombre de Jesús, puedes orar
y ayunar, pero no porque sea más poderoso que Su nombre, sino porque, al
hacerlo, tu fe se fortalece. Un estómago vacío por ayuno no es más
poderoso que el Señor. La oración y el ayuno son efectivos para
fortalecer tu fe, no como «fórmulas mágicas» que provocan el resultado
que deseamos.
Nunca olvidemos que la Palabra dice que el justo por su fe vivirá, es decir,
que la fe sirve para vivir, para salir adelante día a día; así que debemos
alimentarnos con esa Palabra de fe que nos hace vivir y crecer para
avanzar.
Uno fue tomado y el otro dejado (Lucas 17:34). Después de esto Eliseo
subió de allí a Betel, y subiendo por el camino salieron los muchachos de la
ciudad, y se burlaban de él, diciendo: "¡Sube calvo! ¡Sube calvo!" Era como
una burla al Rapto de Elias, del cual Eliseo había comentado. Y mirando él
atrás, los maldijo en el Nombre de Jehová, y salieron DOS OSOS del
monte, y DESPEDAZARON A CUARENTA Y DOS de ellos.
Todo esto es una FIGURA PROFETICA sobre los eventos que pronto
ocurrirán. El juicio terrible que despedazó a cuarenta JOVENES es tipo
de la GRAN TRIBULACION.
Elias fue arrebatado al cielo por Dios. ¡Aleluya! Así mismo será ahora.
Primero ocurrirá el Rapto, y hombres y mujeres firmes en el Señor volarán
al cielo y desaparecerán, y luego vendrán CUARENTA Y DOS MESES DEL
JUICIO TERRIBLE DE LA GRAN TRIBULACION.
No olvide que justos son sólo los que justificados, pues por la fe, tenemos
paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 5:1).
Justificados en Su Sangre por El, seremos salvos de la ira (Romanos 5:9).
Fecha: 2011-10-27
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By: Admin
Tengo la impresión de que para muchos cristianos el problema más serio radica en las
promesas de Dios.
Luego de leer, estudiar, memorizar y meditar en varios pasajes de la Biblia, ¿cuáles parecen
ser los más difíciles de creer?
¿Las profecías? ¿Las porciones narrativas? ¿Los pasajes doctrinales? ¿Las promesas de
Dios?
Tengo la impresión de que para muchos cristianos el problema más serio radica en las
promesas de Dios. Son lindas palabras. A veces hasta nos animan. Pero no podemos dejar
de preguntarnos: "¿Funcionan en realidad?" Inconscientemente, al menos, nos
cuestionamos si Dios es fiel a sus promesas.
El evangelista Moody declaró con confianza: "Dios nunca hizo una promesa que fuera
demasiado maravillosa como para ser verdad." Piense en esa aseveración.
En el Antiguo Testamento leemos: "No faltó palabra de todas las buenas promesas que
Jehová había hecho a la Casa de Israel; todo se cumplió" (Josué 21:45. Compare con 23:14-
15). Años más tarde Salomón declaró: "Bendito sea Jehová que ha cumplido su promesa y
ha dado reposo a su pueblo Israel; ni una palabra ha dejado de cumplir de todas las
maravillosas promesas dadas por su siervo Moisés" (1 Reyes 8:56).
Ninguna de las promesas de Dios ha faltado. Todas se han cumplido. Los únicos absolutos
que podemos proclamar son aquellos que hallamos en la Palabra de Dios. El hombre tiene
conocimientos y puede adquirir más independientemente de la revelación de Dios, pero la
Biblia testifica de cosas que van más allá de todo eso.
El predicador Carlos Spurgeon señaló: "Oh hombre, te ruego, no trates las promesas de
Dios como si fueran curiosidades para un museo; sino créelas y úsalas." Nos apropiamos de
las promesas de Dios aprendiéndolas (a través del estudio y la memorización), viendo
nuestra necesidad de ellas, y dándole tiempo a Dios para que las haga parte de nuestra
experiencia diaria.
El teólogo J.I. Packer dice: "Antes de conceder Sus promesas, Dios enseña al creyente a
valorar esos regalos que promete haciendo que el creyente espere por ellos, y obligándolo a
orar persistentemente para recibirlos."
Dios ha prometido satisfacer todas nuestras necesidades. Pero, por otra parte, debemos
pedir su provisión. Cristo dice: "Pide y se te concederá lo que pidas. Busca y hallarás. Toca
y te abrirán" (Mateo 7:7 BD).
Cada una de las promesas que podemos pedir en el nombre de Cristo, están garantizadas y
serán cumplidas por Dios en nuestro favor para Su gloria (Juan 14:13-14; 2 Corintios 1:20).
¿Cuál es la necesidad de su corazón hoy, amigo mío? El Señor ha prometido suplir esa
necesidad. Crea en El.
Algunos héroes se hacen en un momento; otros son definidos por toda una
vida. Ese fue sin duda el caso del líder cristiano del siglo cuarto, Atanasio,
cuyo heroísmo fue demostrado a lo largo de muchas décadas por su firme
negativa a hacer concesiones cuando las personas que había en todo su
mundo se unieron contra él.
A veces, sin duda se sintió solo, como si todo el mundo entero estuviese
contra él; sin embargo, se mantuvo firme en el Señor. El autor de Hebreos
resumió el legado de Enoc con estas profundas palabras: «tuvo testimonio
de haber agradado a Dios» (Hebreos 11.5). Sorprendentemente, lo hizo no
solo durante varias décadas, ¡sino durante trescientos años!
El mundo de Enoc era muy distinto al nuestro. La tierra aún no había sido
destruida y acomodada en su actual forma por el diluvio. La esperanza de
vida se medía en siglos en lugar de décadas. Enoc mismo nació solo 622
años después de la creación, en la séptima generación desde Adán. Su hijo,
Matusalén, vivió más que ninguna otra persona (969 años); y su nieto Noé,
el conocido constructor del arca, la terminó a la edad de 600 años.
Los largos períodos de vida de este tiempo eran posibles por las
condiciones ideales que había en este planeta antes del diluvio. Según
Génesis 1.6, una burbuja de agua cubría por completo la atmósfera,
protegiendo así la superficie de la tierra de los efectos destructivos de la
radiación ultravioleta del sol.
El que la gente viviera tanto tiempo era a la vez una maldición y una
bendición. Sus largos período de vida les permitía desarrollarse
intelectualmente y culturalmente con mucha rapidez, lo cual al comienzo de
la civilización humana era un elemento importante para habitar y cultivar las
riquezas de la tierra (Génesis 1.28).
Aunque Noé nació sesenta y nueve años después de que Enoc se fuese al
cielo, el testimonio de Enoc le habría sido transmitido mediante su padre y
su abuelo. Según Génesis 6.9: «Noé, varón justo, era perfecto en sus
generaciones; con Dios caminó Noé», así como lo había hecho su abuelo
Enoc.
Como miembro de la raza humana pecaminosa, Enoc lidió con las mismas
tentaciones, temores y debilidades que han plagado a todos los hombres y
las mujeres desde la Caída. Aun así, pudo demostrar una justicia
persistente, no porque no tuviera pecado sino porque confió en los recursos
divinos.
Era un pecador que fue salvo por gracia y capacitado por el Espíritu Santo
para vivir mediante una fe obediente. Así, el caminar justo de Enoc no
debería intimidarnos, sino más bien, como testigo de una vida de fe
(Hebreos 12.1), su ejemplo debiera motivarnos a una mayor fidelidad y una
resolución más profunda en nuestro caminar con el Señor.
En primer lugar, indica que Génesis 1—9 es historia real, y aporta una
cronología precisa de ese período de tiempo. Es el registro verdadero de
la humanidad desde Adán hasta Noé (desde la creación de Dios del mundo
del agua hasta su destrucción mediante agua).
Dos veces en solo cuatro versículos se nos dice que Enoc caminó con Dios.
De hecho, esa corta frase es todo lo que Génesis 5 nos dice del carácter de
este hombre. Pero es suficiente. Enoc vivió de tal forma que, después de
365 años en este mundo, su vida se podría resumir verazmente con una
brevedad repetida y sublime.
Casi siete siglos después del huerto del Edén, cuando Adán y Eva habían
caminado con Dios en perfección (cp. Génesis 3.8), finalmente hay alguien
que tiene comunión con Dios de forma íntima y diaria. Y lo hizo durante más
de trescientos años.
Caminar con Dios es otra forma de decir que Enoc agradó a Dios. De
hecho, la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo)
escribe la frase exactamente así: «Enoc agradó a Dios». El escritor de
Hebreos sella este significado cuando describe la vida de Enoc: «tuvo
testimonio de haber agradado a Dios» (Hebreos 11.5b). Como Enoc
buscó agradar a Dios, a Dios le agradó estar en comunión con él.
La Biblia aclara muy bien que para que las personas pecadoras puedan
tener comunión con un Dios santo, primero deben reconciliarse con Él a fin
de arreglar su alienada condición pecaminosa.
Puede parecer obvio, pero es importante decir que Enoc era un hombre
salvo. Por la gracia divina, todos sus pecados le habían sido perdonados y
había pasado de ser enemigo de Dios a amigo.
¿Sobre qué base puede perdonar un Dios santo? ¿De qué forma es esto
coherente con su justicia perfecta? Para obtener la respuesta, debemos ir a
Hebreos 11 donde se destaca el ejemplo de la fe salvadora de Enoc
inmediatamente después de la de Abel.
El autor de Hebreos dice esto del segundo hijo de Adán: «Por la fe Abel
ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo» (Hebreos 11.4a). Como demuestra el ejemplo
de Abel, los pecadores deben acudir a Dios como Él requiere.
El sacrificio de Abel, como ocurría con todos los sacrificios del Antiguo
Testamento, señalaba a la cruz, donde Jesucristo murió una vez para
siempre a fin de hacer la única expiación plena y satisfactoria por el pecado.
Gracias a la muerte de Cristo en su lugar, los pecadores pueden recibir
perdón y ser declarados justos por Dios independientemente de cualquier
bondad moral que haya en ellos.
Ese tipo de comunión es lo que Dios desea y provee. Ese mismo tipo de
relación es la que sigue ofreciendo hoy a los pecadores. Como Jesús les
dijo a las multitudes a las que predicaba: «Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas» (Mateo 11.28–29).
Incluso ahora, el Señor está buscando personas que acudan a Él pidiendo
perdón —en base a su sacrificio sustitutorio—, y que caminen con Él.
LA BASE: FE EN EL SEÑOR
El Salmo 118:24 dice:"Este es el día que hizo el Señor, me gozaré y me alegraré en él".
Podemos vivir cada día con gozo y alegría. Definitivamente, no hay nada más triste que un
cristiano triste. Usted y yo tenemos el poder de Jesucristo viviendo dentro de nosotros, la
sangre de Jesús que nos cubre, nos lava y nos limpia, el Espíritu Santo que nos acompaña y
la Palabra de Dios que nos enseña. Por lo tanto, tenemos razones suficientes para gozarnos
y alegrarnos todos los días.
Cada día, usted puede determinar si va a vivir alegre o triste. La alegría no depende de las
circunstancias que nos rodean, sino que es una fuente que Dios pone en cada uno de
nosotros. No importa lo que usted esté viviendo, ni lo que le hayan dicho los doctores,
usted puede gozarse el día de hoy, porque "este es el día que hizo el Señor".
Los doctores no tienen la última palabra. El único que tiene la última palabra es el Rey de
reyes y Señor de señores. No se preocupe usted por el día de mañana. Jesucristo dijo en
Mateo 6:33 "No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para
preocuparse". Cada día—dice Jesús—tiene bastante con sus propios problemas. Sin
embargo, Jesús no dijo, "desentiéndanse del mañana", más bien lo que quiso decir fue:
"Disfrute y goce el día de hoy". Él no está diciendo que se olviden del día de mañana, sino
que no se preocupen por el mañana. Recuerde que las decisiones que usted tome hoy,
afectarán el día de mañana. Por eso, gócese el día de hoy, y cuando llegue mañana, las
cosas van a estar arregladas.
Le quiero sugerir a usted este estilo de vida. Ponga un ojo sobre el día de mañana, pero
mientras se goza en el día de hoy. Si usted quiere un carro nuevo, ponga el ojo en ese carro
nuevo, pero, mientras tanto, gócese la carcacha que pueda tener el día de hoy. Muchos
están tan preocupados por mañana que no se gozan el día de hoy. Quizás usted diga: "¿Y
qué hago con mis problemas?". Cristo Jesús dijo: "En el mundo tendrás aflicciones
(problemas)". Sin embargo, también dijo: "Pero confiad porque yo he vencido al mundo".
Tenemos un Cristo que venció el mal, venció al diablo en la cruz del calvario, así que usted
no tiene que preocuparse porque Cristo llevó nuestras preocupaciones.
Filipenses 4:6 dice: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios, en toda oración y ruego con acción de gracias". Por lo tanto, no se afane.
Jesucristo dijo en Mateo 6:31: "En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá
prolongar su vida ni siquiera una hora?".
Aunque usted se preocupe mucho, hay cosas que no podrá cambiar. Los desafíos no se van
sólo porque usted se preocupa. Si nada más con preocuparnos se irían los desafíos y los
problemas, a muchos de nosotros se nos hubieran ido los problemas hace mucho tiempo
atrás.
Hay mucha gente que se preocupa cuando no tiene de qué preocuparse. Se ponen nerviosos
cuando no han tenido una crisis. Dijo Jesús en Mateo 6:27: "¿Y quién de vosotros, por
mucho que se afane, puede añadir a su estatura una medida?". Y quizás usted diga: "Pero
entonces, ¿qué hacemos con los afanes, las necesidades y nuestras preocupaciones?".
Llévelos a los pies de Jesús. La Biblia dice que Él puede con nuestras necesidades.
Primera de Pedro 5:7 dice: "Echando toda nuestra ansiedad sobre Jesús, porque Él tiene
cuidado de nosotros". Él tiene cuidado de usted. Eche sus ansiedades sobre Jesús. Recuerde
lo que dice Filipenses 4:6: "Sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y
ruego".
Cuando usted tenga una preocupación, en lugar de ir y divulgarlo, lleve esa preocupación a
los pies de Jesús. Yo le aseguro que si usted se toma el tiempo de llevarle su problema a los
pies de Jesús, El tomará sus cargas, y le dará fuerzas, ánimo y nuevo gozo. Hay una
decisión que usted debe tomar. No deje que el diablo, ni su jefe, ni su vecino decidan por
usted. Diga como en el Salmo 118: "Este es el día que hizo el Señor, me alegraré y me
gozaré en él".
La mayoría de la gente se pregunta: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué
se robaron mi carro? ¿Por qué se tuvo que morir mi hijo? Permíteme darte
un ejemplo de la vida real: el dueño de una de las cadenas de televisión de
noticias más grande del mundo, se casó con una ex actriz de cine. Este
hombre iba a una iglesia cristiana-evangélica, como la mayoría de los
norteamericanos. Cuando tenía diecisiete años de edad, su hermana fue
diagnosticada con cáncer.
En sus memorias cuenta que clamó a Dios diciéndole: “Si tu eres Dios,
sánala”. Dios no la sanó, y por eso, a los dieciocho años se hizo ateo. Se
amargó contra Dios. Hasta la fecha, es uno de los hombres que más odia a
los cristianos y a la Biblia en el mundo entero.
El rey Salomón fue un hombre muy rico también y lleno de tesoros; tuvo un
trono de oro, miles de piedras preciosas, cientos de mujeres (esposas y
amantes) y escribió: “No negué a mis ojos nada que mis ojos pudieran
desear y después dije: Vanidad de vanidades es la vida. Dije yo en mi
corazón: Ven ahora, te probara con alegría, y gozarás de bienes. Mas
he aquí esto también era vanidad. A la risa dije: enloqueces y al placer:
¿De qué sirve esto?" (Eclesiastés 2:1-2).
Salomón descubrió que nada en la vida (de todas las riquezas, bienes
materiales, placeres y mujeres que tuvo) le satisfizo. Su corazón seguía
estando vacío y tratando de encontrar el verdadero sentido y propósito para
lo cual había sido creado. Pero al contrario del personaje de nuestro
ejemplo anterior, Salomón pudo encontrar en Dios al final de su vida, la
razón de su existencia y las respuestas que su alma necesitaba para
comprender los caminos de Dios.
Todos tenemos la misma cita con la muerte, pero lo que más nos afecta es
que ¡se mueran al mismo tiempo! Todos nos tenemos que morir tarde o
temprano. Eso no nos da la facultad de decirle a Dios cómo queremos
morirnos.
Ningún ser humano puede decir: "Yo sé por qué sucedió eso", pues tendría
que ser Dios para hacer esa aseveración. Como no se conoce la razón, se
le atribuye a que es algo malo y entonces, se pelea contra Dios. Según este
razonamiento, no puede haber algo bueno detrás de aquellas cosas que no
entendemos. Tenemos que recordar que Dios es infinitamente más grande
y más poderoso que nosotros, y por lo tanto, Él tiene propósitos
infinitamente más sabios.
Esta jovencita descubrió que lo que creía que era malo, en realidad era una
cirugía de Dios para quitarle un tumor que, posiblemente, le iba a hacer
sufrir más adelante en su vida:
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con El todas las
cosas?” (Romanos 8:32).
Muchas veces no podemos ver los propósitos de Dios al permitir que ciertas
cosas sucedan, pero por esto no podemos asumir que no exista un buen
propósito para algo solo porque no conocemos o no entendemos lo que
tiene Dios detrás de ello. Esto es filosóficamente incongruente.
Dios está controlando de todas aquellas cosas con las cuales el mundo nos
quiere lastimar. El sufrimiento tiene un propósito maravilloso que contribuye
a la formación del carácter:
Detrás de todas esas cosas tragedias existen otras cosas maravillosas que
nosotros, aparentemente, no podemos ver. Algunas personas creen que
habría sido mejor para Dios haber creado seres humanos que no pecaran,
pero esto es una imposibilidad teológica porque, como ya dijimos, no
existiría la libertad. Claro que Dios sabía que las criaturas se iban a rebelar
contra El; sabía que iban a abusar de la libertad que les confirió. El mal vino
por el abuso de nuestra libertad, pero Dios lo permitió. En el libro de Job
podemos encontrar algunas preguntas que Dios le hace al ser humano:
El libro de Job nos habla de todas estas cosas, pues a través de todos
sus sufrimientos nos revela todos estos secretos de la sabiduría de Dios.
Gracias a su paciencia y a su confianza pudo comprender, finalmente, la
razón por la cual Dios había permitido que todas estas cosas sucedieran
en su vida. A pesar de no tener respuesta inmediata del Señor, confesó
su esperanza en Dios con estas palabras: