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CASA DE DIOS 

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ESPÍRITU

Nadando en el Espíritu
27 de octubre de 2019
Tiempo de lectura: 3 minutos

Cuando en la Biblia se muestra un río comúnmente hace referencia al Espíritu de


Dios. En la historia del profeta Ezequiel no es la excepción.[1] Es muy importante
identificar que él no suplicó para que el río fluyera, sino que este lo hizo
espontáneamente. Tenemos la falsa creencia de que para experimentar un mover del
Espíritu Santo tenemos que rogar y suplicar. No hemos entendido que para
experimentar un avivamiento lo más importante es creer. En el cielo no hay ningún
problema para que se manifieste el poder de Dios, el problema está aquí en la tierra.
El Señor siempre está dispuesto a cumplir sus promesas y si Él prometió que iba a
derramar su Espíritu sobre toda carne, es porque lo hará.

El poder del Espíritu Santo se manifiesta cuando decidimos sumergirnos en la


profundidad de su presencia. No basta con ser observador o comentarista, es
necesario ser protagonistas y experimentar de primera mano una experiencia con Él.
Ezequiel al principio vio de cerca el río y entendió que debía nadar en él. La Iglesia
pierde mucho tiempo suplicando un avivamiento que ya está entre nosotros; el río ya
está fluyendo. Dios no quiere que únicamente caminemos en el Espíritu, sino que
nos sumerjamos y nademos en Él.

En el momento que morimos a nosotros mismos somos capaces de sumergirnos


plenamente en Dios. Cuando morimos en lo terrenal resucitamos en lo celestial.
Cuando renunciamos a los métodos del mundo experimentamos a Dios. Si creemos
en Jesús, brotarán ríos de agua viva a través de nosotros[2] y de esta forma
experimentaremos la nueva vida[3] que Él nos prometió. No fuimos llamados a
analizar al Espíritu Santo, sino a experimentarlo. No se trata de tener conocimiento
de Dios sino vivencias con Él.

Cuando uno se lanza al río del Espíritu Santo debe abandonar la conexión con lo
terrenal, la dirección previamente establecida, el entorno normal y nuestra propia
imagen. Si queremos experimentar un avivamiento de parte de Dios es necesario que
perdamos la dependencia a lo terrenal para que dependamos única y exclusivamente
de Él. A veces será necesario experimentar situaciones que nos produzcan
inseguridad para que el Señor tome total control de nuestra vida. Pero incluso en los
momentos de incertidumbre confiemos en que no nos movemos de lugar por
decisión propia sino por designación divina.

Debemos tener la actitud correcta para experimentar la manifestación de la presencia


de Dios. Hay quienes se creen bomberos del fuego del Señor (siempre se resisten a
sus manifestaciones); otros, prácticamente son catadores del vino de su Espíritu
(siempre calificando y emitiendo juicios); pero también hay quienes se enfocan
exclusivamente a experimentar su presencia. ¿Con cuál de estas tres te identificas
más? Dejemos de analizar al Espíritu Santo y simplemente recibamos lo que tiene
preparado para nosotros. Hoy es un buen día para sumergirnos completamente en Él.

[1] Ezequiel 47:1-9: Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas


que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de
la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho
de la casa, al sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me
hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que
mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho. Y salió el varón hacia el
oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las
aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las
rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos.
Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían
crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Has visto,
hijo de hombre? Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río. Y
volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro
lado. Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá,
y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda
alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y
habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y
vivirá todo lo que entrare en este río.

[2] Juan 7:38-39: El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán
ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en
él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún
glorificado.

[3] Romanos 6:4: Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el


bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos en vida nueva.

¿Por qué permite Dios el sufrimiento?


por Billy Graham

«El hombre dijo: “No te necesito, Dios. Puedo construir mi mundo sin ti”.
Dios dijo: “Si tomas esa decisión, sufrirás y morirás”. El hombre tomó esa
decisión y comenzó a sufrir. Y ha estado muriendo desde entonces».

Mi abuela solía coser cubrecamas. Cuando era pequeño, no lograba entender


cómo se vería el patrón que ella estaba diseñando porque siempre la veía
cosiendo el lado interior. A veces, cuando subo a un avión, hay nubes oscuras
y llueve. Pero unos minutos después, el avión atraviesa las nubes y puedo ver
brillar el sol. Te puedo asegurar que por encima de las nubes en tu vida, el sol
está brillando. Dios sigue ahí a pesar de cualquier tragedia que puedas estar
experimentando.

¿Por qué Dios permite las tragedias? En 1976 estábamos en Guatemala


cuando se produjo un terrible terremoto, y parecía que casi todo el país se
estaba hundiendo. El presidente me preguntó si quería aparecer en televisión
para explicarle a la gente por qué Dios permitiría que una tragedia tan grande
ocurriera a su país.

El día que la música se detuvo

El 21 de noviembre de 1980, cuando el MGM Grand Hotel de Las Vegas se


incendió, trajeron a los sobrevivientes al Centro de Convenciones, donde se
estaban realizando las reuniones de nuestras Cruzadas. En una entrevista, el
gobernador Robert List habló de que tan solo 24 horas antes, la gente estaba
disfrutando un tiempo agradable en el MGM. «Y cuán rápidamente», dijo, «la
música se ha detenido».
Algún día, para todos ustedes, si no conocen a Dios, la música se detendrá.
Habrá terminado. La Biblia dice que «está establecido que los seres humanos
mueran una sola vez, y después venga el juicio» (Hebreos 9:27, NVI).

La Biblia dice que Job perdió repentinamente toda su riqueza y sus hijos. Él
no sabía que se estaba desarrollando una poderosa lucha espiritual. Satanás
había acusado a Dios de hacer de Job su protegido y darle posesiones
terrenales. El diablo dijo a Dios: Si le quitas todas esas posesiones, te
maldecirá y se alejará de ti. Pero Dios contestó: Puedes hacerle lo que
desees, pero no puedes matarlo. Entonces veremos (Job 1:11-12).

Job no preguntó nunca por qué le estaban ocurriendo esas cosas. Lo más
cerca que llegó fue cuando dijo: «Dime qué es lo que tienes contra mí» (Job
10:2). Job estaba compartiendo su agonía espiritual con el mismo Dios a
quien él no podía entender.

El sufrimiento trae consigo un mensaje

El sufrimiento nos transmite varios mensajes. El sufrimiento lleva un mensaje


de misterio. La Biblia dice: «Grande es el misterio de nuestra fe» (1 Timoteo
3:16). Cuando me pidieron que explicara la tragedia del incendio en el MGM
Grand Hotel, tuve que decir: «Hay un misterio en esta clase de tragedias. No
sabemos la respuesta». Y tal vez nunca la sepamos hasta que Dios nos
explique todas las cosas.

Para la humanidad, es un misterio aun saber por qué Dios creó la tierra. Es un
misterio por qué puso personas sobre esta tierra. Pero Dios ha revelado
respuestas a través de la Biblia y a través de la Persona de su Hijo, Jesucristo.
En la Biblia usted encontrará las respuestas a las preguntas y los problemas
de su vida. En la Biblia encontrarás las respuestas a las preguntas y los
problemas de tu vida. Dios nos creó porque nos ama. Dios nunca quiso que
hubiera tragedias y prejuicios, guerras y odio, lujuria y codicia, celos y orgullo.
Dios quiso que la tierra fuera un paraíso, un lugar donde no hubiera muerte.

Pero el hombre se rebeló contra Dios. El hombre dijo: «No te necesito, Dios.
Puedo construir mi mundo sin ti». Dios dijo: «Si tomas esa decisión, sufrirás y
morirás». El hombre tomó esa decisión y comenzó a sufrir. Y ha estado
muriendo desde entonces. La muerte física es solo la muerte del cuerpo, pero
el espíritu sigue viviendo. Si su espíritu está separado de Dios por la
eternidad, se perderá para siempre.

La Biblia enseña que Satanás es el autor del pecado. El pecado es la causa de


que tengamos sufrimiento, incluyendo la muerte. Todos nuestros problemas
y nuestro sufrimiento, incluyendo la muerte misma, son producto de la
rebelión del hombre contra Dios. Pero Dios ha provisto un rescate por medio
de su Hijo, Jesucristo. Por ese motivo murió Cristo en la cruz. Por eso
resucitó.

En el sufrimiento también hay un mensaje de compasión. Jesús dijo: «Porque


tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber;
fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve
enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron» (Mateo 25:35-
36). Mientras el fuego avanzaba por el MGM Grand Hotel, vi equipos de
emergencia, militares, el Ejército de Salvación, la Cruz Roja, médicos,
enfermeras y personas que venían a donar ropa y alimentos. Vi la compasión
en acción.

Unidad y consuelo

En el sufrimiento hay un mensaje de unidad. Los hijos mellizos de Isaac, Jacob


y Esaú, habían estado discutiendo y peleando. Pero, cuando murió Isaac,
fueron a enterrarlo. Por la muerte de su padre, los dos hijos se unieron.

Jesús oró, diciendo: «Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo
en ti» (Juan 17:21, RV60). Y así deberíamos ser como cristianos, uno en
Cristo. Si hemos nacido de nuevo en la familia de Dios, somos hijos de Dios.
Somos hermanos y hermanas.

El sufrimiento contiene un mensaje de consuelo. En 2 Corintios leemos:


«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los
que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios» (2 Corintios 1:3-4). Cuando usted ha
sufrido una tragedia tiene un mayor sentido de identificación con otras
personas que sufren tragedias. Podrá comprenderlas en esa situación de
sufrimiento. Porque hemos sido consolados a través de la Palabra de Dios,
podemos a su vez consolar a otros.

¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia el sufrimiento?

Primero, debe ser de adoración. Deberíamos decir: «Oh, Dios, creo que Tú
eres el gran y poderoso Dios. No entiendo todas las cosas que están
ocurriendo en mi vida, pero, oh Dios, confío en ti».

Segundo, debemos pedir a Dios que nos enseñe todo lo que quiere que
aprendamos acerca de Él, acerca de nosotros, acerca de los demás y de cómo
podemos ministrar a los que sufren.
Tercero, nuestra actitud en el sufrimiento debe glorificar a Dios. Las personas
nos van a observar como cristianos. Preguntarán: «¿Cómo puede ser que
Cristo esté en control de su vida de tal forma que aun en esa situación pudo
ayudar a los demás?».

Jesús sufrió y murió por nosotros en la cruz, pero Dios lo levantó de los


muertos. Jesucristo está ahora sentado a la diestra de Dios el Padre, y Él ve
nuestro sufrimiento. Ve nuestra vida cada día y sabe exactamente dónde
estamos parados.

La Biblia enseña que debemos ser pacientes en el sufrimiento. Eso es lo que


más cuesta: ser pacientes y cantar canciones incluso en la oscuridad. Las
lágrimas se convierten en telescopios hacia el cielo, acercándonos un poco a
la eternidad.

Creo que en el sufrimiento también hay un mensaje de advertencia. El


profeta Amós dijo: «¡Quedaron como tizones arrebatados del fuego! Con
todo, ustedes no se volvieron a mí», afirma el Señor. «Por eso, Israel, voy a
actuar contra ti; (…) ¡Prepárate, Israel, para encontrarte con tu Dios!» (Amós
4:11-12). ¿Está usted preparado para encontrarse con Dios?

¿Qué tiene que hacer para estar listo? Dios tomó la iniciativa al entregar a su
Hijo, Jesucristo. Dios dice: «Yo te amo. Quiero perdonarte. Quiero que vayas
al cielo». Pero usted debe responderle.

¿Cómo responder?

Usted debe responder haciendo tres cosas.

Primero, arrepentirse de su pecados. Diga: «Señor, soy un pecador. Quiero


arrepentirme de mis pecados». Esto involucra un cambio en la forma de
pensar y de vivir. Jesús dijo: «A menos que se arrepientan, perecerán» (ver
Lucas 13:3).

Segundo, usted debe recibir por fe a Jesucristo en su corazón. La fe significa


un compromiso total. Significa que tiene que llevar su mente y sus emociones
a Cristo por fe. Tiene que decir: «Señor, creo en ti. Creo que Jesucristo murió
por mis pecados y es mi Salvador».

Tercero, debe estar dispuesto a seguirlo y servirlo como discípulo. Eso


significa leer la Biblia, orar y testificar. Eso significa amar: «De este modo
todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» (Juan
13:35). La característica de todo creyente es el amor. Dios nos da su amor, un
amor sobrenatural. Esa es la razón por la que los esposos pueden amarse en
una nueva dimensión cuando conocen a Cristo. Es la razón por la que padres
e hijos pueden amarse de una nueva forma cuando acuden a Cristo.

Reciba a Jesucristo en su corazón como Señor, Maestro y Salvador. Sígalo y


sírvalo de ahora en adelante. Usted tendrá la certeza de saber que está
preparado para encontrarse con Dios, sin importar lo que depare el futuro.

Esta es una traducción del sermón de Billy Graham publicado en la


revista  Decision  en el número de agosto y septiembre de 1981.

© 1981 (revisado en 1994, 1999) BGEA.

Una Semilla de Mostaza


Predicación de Cash Luna basada en Lucas 13:18-19. Jesús no pudo hacer
milagros en Nazaret —el pueblo donde creció con su familia— porque lo veían
como un carpintero y no como el Hijo de Dios. Todos podemos obrar milagros
si creemos y hay honra entre nosotros.
Todos podemos obrar milagros si creemos y hay honra entre nosotros. -
Pastor Cash Luna

UNA SEMILLA DE MOSTAZA


Predicación de Cash Luna basada en Lucas 13:18-19. Parábola de la
semilla de mostaza

"Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé?. Es


semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su
huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus
ramas." Lucas 13:18-19; Mt. 13.31-32; Mr. 4.30-32

Hay semillas pequeñas que se convierten en un inmenso árbol.

Jesús no pudo hacer milagros en Nazaret —el pueblo donde creció


con su familia— porque lo veían como un carpintero y no como el Hijo
de Dios.
Allí no encontró fe sino suspicacia. Sabemos que la Palabra de Dios es viva
y eficaz, que es buena semilla y no regresa vacía, pero los afanes de la vida
y el engaño de las riquezas pueden ahogarla y volverla ineficiente.

Por esa razón hay que aprender lo correcto sobre riqueza según los
principios bíblicos, para que no tenga más poder en ti que Su Palabra.
Cuando hablamos de ver milagros, es importante recordar la honra que
debemos demostrar al Señor porque Él podrá obrar maravillas solamente si
creemos en Su capacidad de hacerlo.
¡La incredulidad y el afán de la vida pueden neutralizar el poder de Dios!
Cuando leí esto en las Escrituras yo también me quedé con la boca abierta.
En Su tierra neutralizaron a Jesús con desprecio, descrédito, deshonra y
envidia; fue como si lo bombardearan con kriptonita.

Cuando lo veas como el Señor de señores, el milagro sucederá. Acepta el


poder de Dios así como aceptas el poder de la ciencia humana.

Si ves a tu pastor simplemente como un amigo más, sin respeto, ¿cómo


quieres que Dios lo use para bendecirte? Proclama tu fe con valentía y
defiende lo que crees porque de eso depende tu bendición. Honra a Jesús,
¡demuéstrale que es tu Señor y Él podrá hacer Su obra! Sé congruente con
tus actos: si dices que Él es tu Señor, demuéstralo. Aprécialo y apréciate
porque te ha delegado autoridad.

Todos podemos obrar milagros si creemos y hay honra entre nosotros.


Somos hijos de Dios y Él puede escoger a través de quién bendecirá a
otros. Entre esposos pueden ser usados por Dios, pero deben darse honra
a pesar de sus defectos; ya que estos no serán estorbo si Dios encuentra fe
en la pareja. Puedes ver a Jesús como tu mejor amigo, pero no dejes de
verlo como tu Señor, a quien honras y a quien le crees con todo el corazón.
Yo le creo a Jesús, tengo mil defectos, pero le creo. Cuando me
invitaron a ir a la iglesia llegué con una cajetilla de cigarros en la bolsa de mi
pantalón de lona roto. Al escuchar todo lo que Jesús había hecho por mí,
sin dudarlo, me levanté y lo acepté como mi Señor.

No llegué cansado, decepcionado, frustrado o herido, era un joven que


estudiaba y tenía una empresa; así que no lo acepté por desesperación sino
por agradecimiento, porque a pesar de la vida que llevaba Él me amaba y
me bendecía. Desde entonces decidí creerle y fui radical en hacerlo.

Así como pagaba por el mejor licor en las discotecas, desde ese día pagué
por la mejor Biblia que pude comprar e invertí en mucho material instructivo
para aprender y compartir con los demás; me dediqué a crecer en fe y no he
sido defraudado. Retomé la vocación que sentía cuando era niño y Él me
formó porque yo no tenía ni idea sobre cómo predicar, cómo ser pastor y
entregar mi vida al ministerio.

El camino no fue fácil. Cualquiera que hubiera predicado en el zoológico


de su ciudad sin que nadie lo escuchara habría desistido, cualquiera que
hubiera regalado pequeños folletos bíblicos a la entrada de los cines o que
hubiera escrito mensajes en los tickets de bus frente a la mirada
desconfiada de los pasajeros habría dudado de lo que le deparaba el futuro,
pero yo le creí, acepté el reto de mi llamado y le doy gracias porque he
tenido Su respaldo incluso cuando me he equivocado, algo que ha sucedido
muchas veces.

Si lo hizo conmigo, sin duda lo puede hacer contigo, pero no regreses a


Jesús a la carpintería, no lo veas como el hijo del carpintero, sino como el
Hijo de Dios que está sentado en Su trono, a la derecha del Padre, donde
intercede por ti. Pídele perdón si lo has menospreciado y si te has
menospreciado.
Aprende a ver a tus semejantes como hermanos en Cristo dignos de
honra, a quienes Dios puede usar para bendecirte. Pídele que abra tus
ojos, que puedas verlo tal como es: Señor de señores, Rey de reyes, y
puedas ver en otros a Sus hijos, discípulos y representantes. Pídele que te
enseñe sobre el honor y la fe, y que te ayude a desechar toda incredulidad.

Cuida cómo oyes

Y ¿cómo se hace para deshacerse de la incredulidad? Pues buscando


escuchar solo palabras que nos edifiquen. En una oportunidad, cuando los
discípulos intentaron echar fuera un demonio y no lo lograron, le
preguntaron a Jesús qué había sucedido.

Entonces Él les explicó que les faltaba fe y les puso el ejemplo del grano de
mostaza, pero la analogía no es que se tenga una fe tan pequeña como esa
semilla, sino que sea tan poderosa con el mismo temple y carácter, porque
siendo minúscula, llega a ser la mayor de las hortalizas y se transforma en
árbol grande que da abundante fruto.

Además, les enseñó cómo incrementar la fe: con oración y ayuno. Cuando


deseamos sanar a alguien no debemos orar y ayunar por el enfermo sino
por nosotros, para que nuestra fe se fortalezca y seamos usados como
instrumentos de la obra del Señor.

El género de incredulidad solo se elimina buscando a Dios con todo el


corazón. Las cosas buenas suceden cuando erradicas tu incredulidad. Ya
sabemos que nadie con sus ojos puestos en el reino de la tierra alcanza
grandes logros, solo con la vista en las maravillas del Señor se logran los
milagros.

En otro momento, Jesús comparó el reino de los cielos con el grano de


mostaza que se extiende poderosamente, y la mejor parte es que en sus
ramas resistentes y frondosas anidan las aves del cielo. Las bendiciones del
Señor anidan en las personas que luchan por sus sueños y crecen como
la semilla de mostaza.

Dios siempre hará algo más si usas tu fe para creerle y alcanzar tus
metas. Dicho de otra forma, no debemos concentrarnos en lo que somos
sino en lo que estamos llamados a ser. Tal vez ahora te ves pequeño como
una semilla, pero serás como un inmenso árbol que dará cobijo a otros en el
nombre del Señor. ¡Escucha y cree que estás llamado a la grandeza!

Jamás se menosprecian los inicios. La más pequeña de las semillas


estaba convencida de su gran capacidad de crecimiento. Imagina una
semilla de mostaza frente a una de naranja, de durazno o de aguacate. No
dejaría que la humillaran, seguramente les diría: «Ahora soy pequeña, pero
ya verán lo grande que llegaré a ser cuando me siembren, abonen y
rieguen».

No lo olvides: ¡la Palabra de Dios te hará grande! La semilla de mostaza


incluso cree que cambiará de especie, ya no será hortaliza sino árbol. No
importa si es un árbol pequeño, lo importante es que trascendió sus
fronteras y no se conformó con ser una hortaliza grande. Si tienes fe puedes
ser transformado como esa semilla; tenemos un enorme potencial para
crecer y dar fruto.

No te veas como eres ahora, mírate con los ojos de la fe, como la persona
exitosa y feliz que ya eres. Si crees con esa fe de la mostaza todo será
posible: sanidad, restauración y salvación. Muchos se limitan porque se
piensan indignos de recibir bendición, pero el reino de Dios opera por fe, no
por obras. No veas qué precio debes pagar porque Jesús ya lo pagó. ¡Solo
cree y ora!
Si un demonio no sale al echarlo fuera en el nombre de Jesús, puedes orar
y ayunar, pero no porque sea más poderoso que Su nombre, sino porque, al
hacerlo, tu fe se fortalece. Un estómago vacío por ayuno no es más
poderoso que el Señor. La oración y el ayuno son efectivos para
fortalecer tu fe, no como «fórmulas mágicas» que provocan el resultado
que deseamos.

La fe viene por el oír y sale por el hablar.

Cuando somos hombres y mujeres de fe cuidamos lo que escuchamos y lo


que hablamos. El apóstol Pablo predicaba palabra de fe porque ayudaría a
los nuevos cristianos a vencer las dificultades y la persecución.

Nunca olvidemos que la Palabra dice que el justo por su fe vivirá, es decir,
que la fe sirve para vivir, para salir adelante día a día; así que debemos
alimentarnos con esa Palabra de fe que nos hace vivir y crecer para
avanzar.

El Profeta Elías y la Gran


Tribulación
YIYE AVILA
¿Cuales son los eventos bíblicos proféticos que anuncian el Rapto de la Iglesia?
¿Pasará la iglesia por la Gran Tribulación? Yiye Avila en su predica trae luz
sobre estos temas.
El Profeta Elias es arrebatado por una carroza de Fuego y llevado al cielo

El profeta Elías y la Gran Tribulación


En la Biblia en 2 Reyes 2:11, se nos dice que dos varones caminaban juntos
por la orilla del Jordán y de pronto se abrieron los cielos y apareció un carro
de fuego tirado por caballos de fuego y apartó a Elias y Eliseo, y Elias subió
al cielo en un torbellino. Eliseo se quedó clamando desesperado.

EL ARREBATAMIENTO DE ELIAS ES UNA FIGURA DEL RAPTO DE LOS


SANTOS que ocurrirá en breve.

Uno fue tomado y el otro dejado (Lucas 17:34). Después de esto Eliseo
subió de allí a Betel, y subiendo por el camino salieron los muchachos de la
ciudad, y se burlaban de él, diciendo: "¡Sube calvo! ¡Sube calvo!" Era como
una burla al Rapto de Elias, del cual Eliseo había comentado. Y mirando él
atrás, los maldijo en el Nombre de Jehová, y salieron DOS OSOS del
monte, y DESPEDAZARON A CUARENTA Y DOS de ellos.

Todo esto es una FIGURA PROFETICA sobre los eventos que pronto
ocurrirán. El juicio terrible que despedazó a cuarenta JOVENES es tipo
de la GRAN TRIBULACION.

En Apocalipsis 13:5, no dice que el ANTICRISTO que viene le fue dado


poder para obrar por CUARENTA Y DOS MESES con todo el poder de
Satanás. En esos días multitudes perecerán y se irán al infierno.

Los CUARENTA Y DOS JOVENES fueron DESPEDAZADOS, y esto es


TIPO DE LA GRAN TRIBULACION que viene, pero es glorioso observar
que antes de ese juicio HUBO UN RAPTO.

Elias fue arrebatado al cielo por Dios. ¡Aleluya! Así mismo será ahora.
Primero ocurrirá el Rapto, y hombres y mujeres firmes en el Señor volarán
al cielo y desaparecerán, y luego vendrán CUARENTA Y DOS MESES DEL
JUICIO TERRIBLE DE LA GRAN TRIBULACION.

Es muy significativo que el juicio sobre los CUARENTA Y DOS JOVENES


fue obrado por DOS OSOS.

La Biblia nos muestra que el ANTICRISTO aparece como una BESTIA que


sale del mar y tiene PATAS COMO DE OSO. Hoy existe una nación cuyo
emblema nacional es el Oso, y esa es Rusia. Entre Rusia y el Anticristo
lanzarán la tierra a los días terribles y mortales de la Gran Tribulación, pero
gloria a Dios, que como en los días de Elias, antes del juicio de
los CUARENTA Y DOS MESES, HABRA UN RAPTO y los justos volarán
arrebatados en nubes al encuentro con Jesús. ¡Aleluya!

No olvide que justos son sólo los que justificados, pues por la fe, tenemos
paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 5:1).
Justificados en Su Sangre por El, seremos salvos de la ira (Romanos 5:9).

Los lavados en Su SANGRE ESCAPAREMOS DE LA IRA. LOS JUSTOS


NO PERECERAN CON LOS IMPIOS. Escaparemos a tiempo con Jesús
hacia el cielo. El es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Amén.

Las Promesas De Dios


Luis Palau » Prédicas Escritas » » Las Promesas De Dios

Fecha: 2011-10-27
Categoría:
By: Admin
Tengo la impresión de que para muchos cristianos el problema más serio radica en las
promesas de Dios.
Luego de leer, estudiar, memorizar y meditar en varios pasajes de la Biblia, ¿cuáles parecen
ser los más difíciles de creer?

¿Las profecías? ¿Las porciones narrativas? ¿Los pasajes doctrinales? ¿Las promesas de
Dios?
Tengo la impresión de que para muchos cristianos el problema más serio radica en las
promesas de Dios. Son lindas palabras. A veces hasta nos animan. Pero no podemos dejar
de preguntarnos: "¿Funcionan en realidad?" Inconscientemente, al menos, nos
cuestionamos si Dios es fiel a sus promesas.

El evangelista Moody declaró con confianza: "Dios nunca hizo una promesa que fuera
demasiado maravillosa como para ser verdad." Piense en esa aseveración.
En el Antiguo Testamento leemos: "No faltó palabra de todas las buenas promesas que
Jehová había hecho a la Casa de Israel; todo se cumplió" (Josué 21:45. Compare con 23:14-
15). Años más tarde Salomón declaró: "Bendito sea Jehová que ha cumplido su promesa y
ha dado reposo a su pueblo Israel; ni una palabra ha dejado de cumplir de todas las
maravillosas promesas dadas por su siervo Moisés" (1 Reyes 8:56).

Ninguna de las promesas de Dios ha faltado. Todas se han cumplido. Los únicos absolutos
que podemos proclamar son aquellos que hallamos en la Palabra de Dios. El hombre tiene
conocimientos y puede adquirir más independientemente de la revelación de Dios, pero la
Biblia testifica de cosas que van más allá de todo eso.

Dios muchas veces ha hecho declaraciones en Su Palabra de verdad, y ha dado a su pueblo


"preciosas y grandísimas promesas" (2 Pedro 1:4).
Algunas de sus promesas fueron hechas específicamente a un individuo (Josué 14:9), a un
grupo de personas (Deuteronomio 15:18) o incluso a una nación (Hageo 1:13). Debemos
tener cuidado de no pedir a Dios el cumplimiento de promesas que fueron dadas de manera
específica a otra persona.

Afortunadamente, muchas de las promesas del Antiguo Testamento, están repetidas en el


Nuevo, y son nuestras para pedirlas a Dios hoy también. Dios prometió a Josué: "No te
dejaré ni te desampararé" (Josué 1:5). En Hebreos 13:5 Dios transfiere esa promesa a
nosotros como cristianos.

El predicador Carlos Spurgeon señaló: "Oh hombre, te ruego, no trates las promesas de
Dios como si fueran curiosidades para un museo; sino créelas y úsalas." Nos apropiamos de
las promesas de Dios aprendiéndolas (a través del estudio y la memorización), viendo
nuestra necesidad de ellas, y dándole tiempo a Dios para que las haga parte de nuestra
experiencia diaria.

El teólogo J.I. Packer dice: "Antes de conceder Sus promesas, Dios enseña al creyente a
valorar esos regalos que promete haciendo que el creyente espere por ellos, y obligándolo a
orar persistentemente para recibirlos."
Dios ha prometido satisfacer todas nuestras necesidades. Pero, por otra parte, debemos
pedir su provisión. Cristo dice: "Pide y se te concederá lo que pidas. Busca y hallarás. Toca
y te abrirán" (Mateo 7:7 BD).

Cada una de las promesas que podemos pedir en el nombre de Cristo, están garantizadas y
serán cumplidas por Dios en nuestro favor para Su gloria (Juan 14:13-14; 2 Corintios 1:20).
¿Cuál es la necesidad de su corazón hoy, amigo mío? El Señor ha prometido suplir esa
necesidad. Crea en El.

Enoc, el Hombre que Camino con


Dios
JOHN MACARTHUR

Enoc es considerado un héroe de la fe porque se mantuvo imtegro durante un


largo período de tiempo. La Biblia destaca que Enoc caminó con Dios, y que fue
el hombre que junto al profeta Elías nunca murieron. Una predicación del
pastor John Macarthur.
predica cristiana sobre la vida de Enoc por el pastor John Macarthur

Algunos héroes se hacen en un momento; otros son definidos por toda una
vida. Ese fue sin duda el caso del líder cristiano del siglo cuarto, Atanasio,
cuyo heroísmo fue demostrado a lo largo de muchas décadas por su firme
negativa a hacer concesiones cuando las personas que había en todo su
mundo se unieron contra él.

Atanasio ministró en Alejandría, Egipto, durante una época de transición


épica dentro del Imperio Romano. El emperador Constantino recientemente
había puesto fin a la persecución contra los cristianos, cambiando la
situación social para ellos drásticamente.
La aceptación y el descanso recién encontrados de la iglesia, sin embargo,
fueron breves debido a los errores subversivos de un falso maestro llamado
Arrio. En juego estaba nada menos que el entendimiento bíblico de la
deidad de Cristo y, por tanto, la doctrina de la Trinidad.

La doctrina de la deidad de Cristo siempre había sido una verdad


esencial para la iglesia, desde la época de los apóstoles. Pero el hereje
Arrio desafió de forma arrogante esa realidad, afirmando con descaro que el
Hijo de Dios fue meramente un ser creado que era inferior y no igual a Dios
Padre. Para establecer una comparación moderna, Arrio fue el testigo de
Jehová original.
Negó la deidad de Cristo y, por tanto, destruyó el evangelio verdadero,
cambiándolo por un sustituto condenatorio. Aunque sus puntos de vista
fueron denunciados abrumadoramente en el Concilio de Nicea, en el año
325, siguieron siendo populares incluso después de su muerte en el año
336.

En el año 321, Atanasio (que entonces tenía solo veintitrés años de


edad) comenzó a escribir contra las falsas enseñanzas de Arrio.

Siete años después, en el 328, se convirtió en el pastor de la iglesia en


Alejandría, una de las ciudades más influyentes en el Imperio Romano.
Apropiadamente conocido como «el santo de la terquedad», Atanasio
dedicó su vida y su ministerio de modo incansable a defender la deidad de
Cristo y a derrotar la herejía arriana; pero esa postura valiente demostró ser
costosa.
Los arrianos no solo eran populares, sino que también tenían poderosos
aliados políticos, e incluso a Satanás, de su lado. Como resultado, la vida
de Atanasio estaba constantemente en peligro.

Fue desterrado de Alejandría en cinco ocasiones, pasando un total de


diecisiete años en el exilio; todo ello porque se negó firmemente a hacer
concesiones. El inquebrantable pastor murió en el año 373, después de
haber guardado con toda diligencia la sana doctrina durante más de medio
siglo. Y el Señor recompensó su fidelidad, utilizando a Atanasio para
mantener su dedo en el dique y retener la inundación de herejía en un
momento crítico en la historia de la iglesia.

En los siglos desde entonces, un famoso dicho ha sido atribuido a Atanasio,


aunque no puede demostrarse que él mismo lo dijese nunca. La frase en
latín es Athanasius contra mundum. Significa «Atanasio contra el mundo» y
tipifica de modo preciso su postura durante toda la vida contra los errores
tan extendidos del arrianismo.

Aunque, a veces, parecía como si todo el Imperio Romano hubiera sido


barrido por la falsa enseñanza, Atanasio no hizo concesiones. Durante
aquellos largos años en el exilio, cuando se sentía casi completamente solo,
se negó a ceder. Y eso es lo que le hizo ser héroe.

Enoc es considerado adecuadamente héroe por la misma razón: se


mantuvo firme durante un largo período de tiempo. Al igual que
Atanasio, se opuso con valentía a los falsos maestros de su época,
confrontando con coraje las opiniones públicas de la sociedad en la que
vivía (cp. Judas 14–15). Incluso en medio de una civilización corrupta y
perversa (tan malvada que el Señor decidió destruirla en el diluvio), Enoc
se negó a hacer concesiones.

A veces, sin duda se sintió solo, como si todo el mundo entero estuviese
contra él; sin embargo, se mantuvo firme en el Señor. El autor de Hebreos
resumió el legado de Enoc con estas profundas palabras: «tuvo testimonio
de haber agradado a Dios» (Hebreos 11.5). Sorprendentemente, lo hizo no
solo durante varias décadas, ¡sino durante trescientos años!

UN HOMBRE QUE JAMÁS MURIÓ

Durante pasadas generaciones de historia humana, de los miles de millones


de personas que han vivido en esta tierra solamente dos no murieron
nunca. Aunque aquellos notables individuos estuvieron separados por
muchos siglos, sus vidas comparten sorprendentes similitudes.
Ambos eran profetas de Dios; ambos advirtieron a los malvados del juicio
que llegaría; ambos vivieron en una época en la que seguir al Señor era
totalmente impopular; y ambos se fueron al cielo sin experimentar la muerte
física.

El segundo de esos hombres, el profeta Elías, confrontó con valentía la


adoración a los ídolos de su época, llamando y amenazando a Israel para
que regresara al Dios verdadero. A veces, también se sintió solo, como si el
mundo entero estuviese contra él (1 Reyes 19.10).

Sin embargo, permaneció fiel. Aunque vivió en constante peligro (y le


habrían matado si hubiera sido capturado), Elías sobrevivió hasta que Dios
envió un carro de fuego para transportarle a su hogar eterno. Un día,
mientras el experimentado profeta iba caminando con su alumno
Eliseo, «he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los
dos; y Elías subió al cielo en un torbellino» (2 Reyes 2.11).

Mientras el asombrado Eliseo observaba boquiabierto, su estimado


compañero fue arrebatado por Dios. En un momento, con una ráfaga de
viento sobrenatural y un relámpago de brillantez cegadora, desapareció
para no ser visto en la tierra nunca más; hasta que hizo una breve aparición
en forma glorificada en la transfiguración de Jesús (cp. Mateo 17.1–9).

Un milenio antes, Dios había arrebatado a otro hombre de la tierra en forma


similar. Durante tres siglos, este piadoso predicador caminó con el Señor en
una íntima comunión y justa obediencia. Su viaje temporal terminó un día
mientras caminaba con Dios. Enoc, sin ver muerte, fue arrebatado
repentinamente al cielo.

El relato bíblico concerniente a Enoc se reduce tan solo a un puñado de


versículos hallados en Génesis, Hebreos y Judas (junto con menciones a su
nombre en 1 Crónicas 1.3 y Lucas 3.37). Aun así, se nos da mucha
información sobre él como para incluir su asombrosa historia en un libro de
héroes.

Al estudiar su vida, encontramos a un individuo cuyo testimonio fue tanto


ejemplar como extraordinario. Aunque las experiencias de Enoc fueron
notables y únicas, sigue estableciendo un convincente ejemplo para que
nosotros lo sigamos: un ejemplo de una fe firme y una obediencia libre de
compromisos.

UN HOMBRE CON UNA NATURALEZA COMO LA NUESTRA

El mundo de Enoc era muy distinto al nuestro. La tierra aún no había sido
destruida y acomodada en su actual forma por el diluvio. La esperanza de
vida se medía en siglos en lugar de décadas. Enoc mismo nació solo 622
años después de la creación, en la séptima generación desde Adán. Su hijo,
Matusalén, vivió más que ninguna otra persona (969 años); y su nieto Noé,
el conocido constructor del arca, la terminó a la edad de 600 años.

Los largos períodos de vida de este tiempo eran posibles por las
condiciones ideales que había en este planeta antes del diluvio. Según
Génesis 1.6, una burbuja de agua cubría por completo la atmósfera,
protegiendo así la superficie de la tierra de los efectos destructivos de la
radiación ultravioleta del sol.

También creaba un entorno de tipo efecto invernadero que moderaba el


clima y la temperatura, minimizaba los vientos y las tormentas, y creaba las
condiciones más favorables para la vida vegetal. Además, en este escenario
tropical exuberante la lluvia no era necesaria porque todo el mundo estaba
regado por un sistema de aspersores natural: un rocío que subía de la tierra
(Génesis 2.5–6).

Sin embargo, a pesar de su belleza y sus recursos naturales, la presencia


del pecado en el mundo antes del diluvio había corrompido todo lo que vivía
allí. Los efectos de la Caída se dejaron sentir de inmediato después de que
Adán y Eva se rebelaron contra Dios. El hijo mayor de Adán, Caín, mató a
su hermano menor —Abel— a sangre fría (Génesis 4.8). Y la historia
empeora.

Uno de los descendientes de Caín, un hombre llamado Lamec, al igual que


Enoc, nació en la séptima generación desde Adán. A diferencia de Enoc, no
obstante, Lamec alardeaba francamente de ser asesino y polígamo
(Génesis 4.23). Su flagrante anarquía era algo característico de la
civilización en que vivía.

Tres generaciones después, cuando el Señor vio «que la maldad de los


hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos
del corazón de ellos era de continuo solamente el mal» (Génesis 6.5),
decidió inundar al mundo entero.

En términos de topografía, el mundo de Enoc tenía un aspecto muy distinto


al de nuestros días. Pero la cultura en que vivía era la misma, caracterizada
por una gran corrupción, decadencia moral en todos los sentidos posibles y
rebeldía franca contra Dios.

El que la gente viviera tanto tiempo era a la vez una maldición y una
bendición. Sus largos período de vida les permitía desarrollarse
intelectualmente y culturalmente con mucha rapidez, lo cual al comienzo de
la civilización humana era un elemento importante para habitar y cultivar las
riquezas de la tierra (Génesis 1.28).

Sin embargo, al mismo tiempo, esa longevidad también aceleraba la


degradación de la sociedad. En nuestros días, sabemos lo difícil que puede
ser luchar contra la tentación durante setenta u ochenta años. Pero quienes
querían tener una vida piadosa en la era prediluviana tenían que luchar
contra el pecado y soportar su impacto durante muchos cientos de años.
Eso es lo que hace que ejemplos de hombres justos como Enoc sean tan
notorios: él luchó contra la corrupción de su cultura, ¡y caminó con Dios
durante tres siglos!

El legado de la fidelidad de Enoc no es solo un ejemplo monumental a


seguir para todos los creyentes, sino también una influencia penetrante y
duradera sobre su propia familia. Ese impacto es especialmente evidente en
la vida de su bisnieto Noé.

Aunque Noé nació sesenta y nueve años después de que Enoc se fuese al
cielo, el testimonio de Enoc le habría sido transmitido mediante su padre y
su abuelo. Según Génesis 6.9: «Noé, varón justo, era perfecto en sus
generaciones; con Dios caminó Noé», así como lo había hecho su abuelo
Enoc.

Segunda de Pedro 2.5 describe a Noé como un «predicador de justicia»,


un modelo que él indudablemente aprendió de los relatos que oyó del
ministerio de su bisabuelo (cp. Judas 14–15). Como Enoc, Noé confrontó
la corrupción de su cultura, y así como a Enoc, Dios salvó
milagrosamente a Noé de su malvada sociedad.

La destacada vida de Enoc puede parecer, como la de Elías, algo imposible


para nosotros de emular. Pero no es así. Al escribir sobre Elías, el apóstol
Santiago les dijo a sus oyentes: «Elías era hombre sujeto a pasiones
semejantes a las nuestras» (Santiago 5.17a). Lo mismo podríamos decir
de Enoc.

Como miembro de la raza humana pecaminosa, Enoc lidió con las mismas
tentaciones, temores y debilidades que han plagado a todos los hombres y
las mujeres desde la Caída. Aun así, pudo demostrar una justicia
persistente, no porque no tuviera pecado sino porque confió en los recursos
divinos.

Era un pecador que fue salvo por gracia y capacitado por el Espíritu Santo
para vivir mediante una fe obediente. Así, el caminar justo de Enoc no
debería intimidarnos, sino más bien, como testigo de una vida de fe
(Hebreos 12.1), su ejemplo debiera motivarnos a una mayor fidelidad y una
resolución más profunda en nuestro caminar con el Señor.

UN HOMBRE QUE CAMINÓ CON DIOS

Volvamos al principio de la historia de Enoc. Se le menciona por primera


vez en el registro genealógico de Génesis 5, un capítulo que traza los
descendientes justos de Adán desde Set hasta Noé. Como se podría
esperar de una genealogía, se nos presenta a Enoc de una forma
puramente práctica: «Vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró
a Enoc» (Génesis 5.18). Pero la breve biografía de Enoc solo unos
versículos después deja claro que su vida fue de todo menos común. Según
Génesis 5.21–24:

Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc


con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró
hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco
años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.

En menos de cincuenta palabras todo el relato del Antiguo Testamento de la


vida de Enoc queda completo. Aun así, aquí hay mucho más que datos
genealógicos.

La genealogía de Génesis 5 es muy importante al menos por dos razones.

En primer lugar, indica que Génesis 1—9 es historia real, y aporta una
cronología precisa de ese período de tiempo. Es el registro verdadero de
la humanidad desde Adán hasta Noé (desde la creación de Dios del mundo
del agua hasta su destrucción mediante agua).

En segundo lugar, la genealogía hace una crónica de muertes, ya que


cada obituario termina con las palabras: «y murió». La maldición está en
su pleno esplendor (Génesis 2.17), y para todos los enumerados en el árbol
genealógico, el final es siempre el mismo; con una destacada excepción.

Enoc es un caso aparte porque «caminó con Dios» y porque «desapareció,


porque le llevó Dios». Examinemos los lacónicos, aunque cargados,
elementos de su vida.

Dos veces en solo cuatro versículos se nos dice que Enoc caminó con Dios.
De hecho, esa corta frase es todo lo que Génesis 5 nos dice del carácter de
este hombre. Pero es suficiente. Enoc vivió de tal forma que, después de
365 años en este mundo, su vida se podría resumir verazmente con una
brevedad repetida y sublime.

Casi siete siglos después del huerto del Edén, cuando Adán y Eva habían
caminado con Dios en perfección (cp. Génesis 3.8), finalmente hay alguien
que tiene comunión con Dios de forma íntima y diaria. Y lo hizo durante más
de trescientos años.

Caminar con Dios es otra forma de decir que Enoc agradó a Dios. De
hecho, la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo)
escribe la frase exactamente así: «Enoc agradó a Dios». El escritor de
Hebreos sella este significado cuando describe la vida de Enoc: «tuvo
testimonio de haber agradado a Dios» (Hebreos 11.5b). Como Enoc
buscó agradar a Dios, a Dios le agradó estar en comunión con él.

¿Qué aspecto práctico podemos aprender en cuanto a caminar con Dios


para que podamos seguir el ejemplo de Enoc? Las Escrituras, en donde
este tema se reitera y se amplía, revelan que caminar con Dios incluye al
menos tres componentes. Comienza con el perdón del pecado, consiste en
la fe en el Señor y resulta en frutos de justicia. Entender estos tres aspectos
abre la puerta al abundante tesoro espiritual que hay detrás de las sencillas
palabras de Génesis 5.

EL PUNTO DE INICIO: PERDÓN DEL PECADO

La Biblia aclara muy bien que para que las personas pecadoras puedan
tener comunión con un Dios santo, primero deben reconciliarse con Él a fin
de arreglar su alienada condición pecaminosa.

En Amós 3.3, el profeta preguntó retóricamente: «¿Andarán dos juntos, si


no estuvieren de acuerdo?» El apóstol Pablo estableció un punto similar
en 2 Corintios 6.14: «porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con
la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?» Para que los
pecadores estén en acuerdo y armonía con el Señor contra quien se han
rebelado (y, por tanto, para disfrutar de comunión con Él) sus pecados
deben ser perdonados así como sus corazones limpiados y hechos nuevos.

Puede parecer obvio, pero es importante decir que Enoc era un hombre
salvo. Por la gracia divina, todos sus pecados le habían sido perdonados y
había pasado de ser enemigo de Dios a amigo.

¿Sobre qué base puede perdonar un Dios santo? ¿De qué forma es esto
coherente con su justicia perfecta? Para obtener la respuesta, debemos ir a
Hebreos 11 donde se destaca el ejemplo de la fe salvadora de Enoc
inmediatamente después de la de Abel.

El autor de Hebreos dice esto del segundo hijo de Adán: «Por la fe Abel
ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo» (Hebreos 11.4a). Como demuestra el ejemplo
de Abel, los pecadores deben acudir a Dios como Él requiere.

En el caso de Abel, Dios requería un sacrificio animal (Génesis 4.4), el cual


ofreció Abel con fe. Tales sacrificios eran necesarios como un vivo
recordatorio de que el pecado trae muerte y que la comunión con Dios
requiere una expiación (o cobertura) del pecado. Aunque el pecador debía
morir, se mataba un animal como sustituto para ocupar su lugar.

El sacrificio de Abel, como ocurría con todos los sacrificios del Antiguo
Testamento, señalaba a la cruz, donde Jesucristo murió una vez para
siempre a fin de hacer la única expiación plena y satisfactoria por el pecado.
Gracias a la muerte de Cristo en su lugar, los pecadores pueden recibir
perdón y ser declarados justos por Dios independientemente de cualquier
bondad moral que haya en ellos.

Con sus pecados redimidos mediante el sacrificio de Jesús, están cubiertos


con la misma justicia de Cristo. Esa justicia imputada establece la
reconciliación y permite que los seres humanos caídos disfruten de
comunión con un Dios santo.

Al igual que Abel, Enoc era un hombre que entendió su propia


indignidad y la necesidad de un sacrificio adecuado. A medida que la
verdad era transmitida de generación en generación entre los justos
descendientes de Set, Enoc habría aprendido de la ofrenda sacrificial de
Abel.

Claramente, él recibió la verdad que había en ello encerrada, entendiendo


que era un pecador inmerecido que necesitaba un sustituto ordenado por
Dios para llevar el castigo en su lugar. Su relación personal con el Señor
comenzó cuando sus pecados fueron perdonados y fue cubierto por la
justicia del Salvador que llevaría los pecados de Enoc en la cruz y pagaría
el castigo completo de todos ellos. Como todos los creyentes a lo largo de
todas las épocas de la historia, el testimonio de Enoc fue de salvación por
gracia mediante la fe.

Además, la vida de Enoc no se caracterizó por un duro legalismo, sino por


el gozo de la íntima comunión con su Creador. La gente supone
erróneamente que el Antiguo Testamento se enfoca solamente en reglas,
rituales y ceremonias. Pero como demuestra el ejemplo de Enoc, el corazón
de la verdadera religión siempre se ha centrado en la comunión constante
con Dios. El Señor era el compañero de Enoc y su confidente; por lo que
Enoc disfrutaba diariamente de una comunión personal con Él.

De igual modo, el término caminar expresa la idea de una comunión


momento a momento con el Señor. Y en los primeros capítulos de la
Escritura, es la forma principal en que a alguien se le identifica como una
persona que ha recibido perdón de pecados y que ha sido reconciliada con
Dios. Como Noé caminó con Dios, escapó del juicio (Génesis 6.9).

Como Abraham caminó con Dios, recibió bendición (Génesis 17.1).


Como Enoc caminó con Dios, evitó la muerte.

Ese tipo de comunión es lo que Dios desea y provee. Ese mismo tipo de
relación es la que sigue ofreciendo hoy a los pecadores. Como Jesús les
dijo a las multitudes a las que predicaba: «Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas» (Mateo 11.28–29).
Incluso ahora, el Señor está buscando personas que acudan a Él pidiendo
perdón —en base a su sacrificio sustitutorio—, y que caminen con Él.

LA BASE: FE EN EL SEÑOR

El autor de Hebreos, en su relato de la vida de Enoc, proporciona más luz


para saber lo que significa caminar con Dios.

Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado,


porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio
de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que
es galardonador de los que le buscan. (Hebreos 11.5–6)

Aquí el énfasis está en la base espiritual del caminar de Enoc, es decir, la fe


en Dios. Sin esa fe, el pecador no puede reconciliarse o tener comunión con
Él. Como dice tan claramente Efesios 2.8–9: «Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe».

Hebreos 11.6 denota dos características descriptivas de aquellos que,


como Enoc, poseen una verdadera fe salvadora. Primero, «el que se
acerca a Dios crea que le hay». En otras palabras, el pecador debe
afirmar al Dios verdadero tal como Él realmente es. Creer en un dios que es
producto de nuestra propia imaginación, o en el concepto genérico de un
poder superior, no es suficiente. La fe salvadora encuentra su sentido
solo en el Dios verdadero como lo revela la Escritura.

¿Cómo podemos conocer la verdad sobre Dios y la salvación? Solo porque


Él ha revelado tanto el camino como a sí mismo en su Palabra. Incluso en
los días de Enoc, en el primer milenio de la historia de la humanidad, el
Señor había revelado la verdad salvadora sobre sí mismo y sus justos
requisitos a la gente de ese tiempo (cp. Judas 14–15).

Enoc recibió esa verdad y puso su fe firmemente en el Dios verdadero.


Para usar el lenguaje de Hebreos 11.6: Enoc creyó que Dios es, queriendo
decir que recibió a Dios de todo corazón como Él se había revelado a sí
mismo. Si queremos caminar con el Señor, nosotros también debemos
poner nuestra fe en Él tal como Él mismo se ha dado a conocer en la Biblia.

Dios Es Fuente De Alegria


Marcos Witt » Prédicas Escritas » » Dios Es Fuente De Alegria
Fecha: 2012-04-24
Categoría:
By: Admin
Cada día, usted puede determinar si va a vivir alegre o triste. No deje que decidan por
usted.

    El Salmo 118:24 dice:"Este es el día que hizo el Señor, me gozaré y me alegraré en él".
Podemos vivir cada día con gozo y alegría. Definitivamente, no hay nada más triste que un
cristiano triste. Usted y yo tenemos el poder de Jesucristo viviendo dentro de nosotros, la
sangre de Jesús que nos cubre, nos lava y nos limpia, el Espíritu Santo que nos acompaña y
la Palabra de Dios que nos enseña. Por lo tanto, tenemos razones suficientes para gozarnos
y alegrarnos todos los días.

Cada día, usted puede determinar si va a vivir alegre o triste. La alegría no depende de las
circunstancias que nos rodean, sino que es una fuente que Dios pone en cada uno de
nosotros. No importa lo que usted esté viviendo, ni lo que le hayan dicho los doctores,
usted puede gozarse el día de hoy, porque "este es el día que hizo el Señor".

Los doctores no tienen la última palabra. El único que tiene la última palabra es el Rey de
reyes y Señor de señores. No se preocupe usted por el día de mañana. Jesucristo dijo en
Mateo 6:33 "No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para
preocuparse". Cada día—dice Jesús—tiene bastante con sus propios problemas. Sin
embargo, Jesús no dijo, "desentiéndanse del mañana", más bien lo que quiso decir fue:
"Disfrute y goce el día de hoy". Él no está diciendo que se olviden del día de mañana, sino
que no se preocupen por el mañana. Recuerde que las decisiones que usted tome hoy,
afectarán el día de mañana. Por eso, gócese el día de hoy, y cuando llegue mañana, las
cosas van a estar arregladas.

Le quiero sugerir a usted este estilo de vida. Ponga un ojo sobre el día de mañana, pero
mientras se goza en el día de hoy. Si usted quiere un carro nuevo, ponga el ojo en ese carro
nuevo, pero, mientras tanto, gócese la carcacha que pueda tener el día de hoy. Muchos
están tan preocupados por mañana que no se gozan el día de hoy. Quizás usted diga: "¿Y
qué hago con mis problemas?". Cristo Jesús dijo: "En el mundo tendrás aflicciones
(problemas)". Sin embargo, también dijo: "Pero confiad porque yo he vencido al mundo".

Tenemos un Cristo que venció el mal, venció al diablo en la cruz del calvario, así que usted
no tiene que preocuparse porque Cristo llevó nuestras preocupaciones.
Filipenses 4:6 dice: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios, en toda oración y ruego con acción de gracias". Por lo tanto, no se afane.
Jesucristo dijo en Mateo 6:31: "En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá
prolongar su vida ni siquiera una hora?".

Aunque usted se preocupe mucho, hay cosas que no podrá cambiar. Los desafíos no se van
sólo porque usted se preocupa. Si nada más con preocuparnos se irían los desafíos y los
problemas, a muchos de nosotros se nos hubieran ido los problemas hace mucho tiempo
atrás.

Hay mucha gente que se preocupa cuando no tiene de qué preocuparse. Se ponen nerviosos
cuando no han tenido una crisis. Dijo Jesús en Mateo 6:27: "¿Y quién de vosotros, por
mucho que se afane, puede añadir a su estatura una medida?". Y quizás usted diga: "Pero
entonces, ¿qué hacemos con los afanes, las necesidades y nuestras preocupaciones?".
Llévelos a los pies de Jesús. La Biblia dice que Él puede con nuestras necesidades.

Primera de Pedro 5:7 dice: "Echando toda nuestra ansiedad sobre Jesús, porque Él tiene
cuidado de nosotros". Él tiene cuidado de usted. Eche sus ansiedades sobre Jesús. Recuerde
lo que dice Filipenses 4:6: "Sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y
ruego".
 
Cuando usted tenga una preocupación, en lugar de ir y divulgarlo, lleve esa preocupación a
los pies de Jesús. Yo le aseguro que si usted se toma el tiempo de llevarle su problema a los
pies de Jesús, El tomará sus cargas, y le dará fuerzas, ánimo y nuevo gozo. Hay una
decisión que usted debe tomar. No deje que el diablo, ni su jefe, ni su vecino decidan por
usted. Diga como en el Salmo 118: "Este es el día que hizo el Señor, me alegraré y me
gozaré en él".

Por Que Permite Dios el Mal


ARMANDO ALDUCIN
La mayoría de la gente se pregunta: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué se
robaron mi carro? ¿Por qué se tuvo que morir mi hijo?. El Pastor Armando
alducin explica en su sermon el por qué de la existencia del mal y porque Dios
lo permite.
El Pastor Armando Alducin predica en su sermon sobre el mal y porque
Dios lo permite

La mayoría de la gente se pregunta: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué
se robaron mi carro? ¿Por qué se tuvo que morir mi hijo? Permíteme darte
un ejemplo de la vida real: el dueño de una de las cadenas de televisión de
noticias más grande del mundo, se casó con una ex actriz de cine. Este
hombre iba a una iglesia cristiana-evangélica, como la mayoría de los
norteamericanos. Cuando tenía diecisiete años de edad, su hermana fue
diagnosticada con cáncer.

En sus memorias cuenta que clamó a Dios diciéndole: “Si tu eres Dios,
sánala”. Dios no la sanó, y por eso, a los dieciocho años se hizo ateo. Se
amargó contra Dios. Hasta la fecha, es uno de los hombres que más odia a
los cristianos y a la Biblia en el mundo entero.
El rey Salomón fue un hombre muy rico también y lleno de tesoros; tuvo un
trono de oro, miles de piedras preciosas, cientos de mujeres (esposas y
amantes) y escribió: “No negué a mis ojos nada que mis ojos pudieran
desear y después dije: Vanidad de vanidades es la vida. Dije yo en mi
corazón: Ven ahora, te probara con alegría, y gozarás de bienes. Mas
he aquí esto también era vanidad. A la risa dije: enloqueces y al placer:
¿De qué sirve esto?" (Eclesiastés 2:1-2).

Salomón descubrió que nada en la vida (de todas las riquezas, bienes
materiales, placeres y mujeres que tuvo) le satisfizo. Su corazón seguía
estando vacío y tratando de encontrar el verdadero sentido y propósito para
lo cual había sido creado. Pero al contrario del personaje de nuestro
ejemplo anterior, Salomón pudo encontrar en Dios al final de su vida, la
razón de su existencia y las respuestas que su alma necesitaba para
comprender los caminos de Dios.

Así pues, podemos preguntarnos:

¿Por qué existen terremotos, huracanes, inundaciones, fenómenos


naturales que se llevan y devastan a miles de seres humanos? Por ejemplo:
los acto terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York donde se
estrellaron dos aviones y murieron más de tres mil personas que estaban
dentro de las dos torres, más los pasajeros y tripulación de los aviones.

Cuando mueren colectivamente miles de seres humanos, nos impacta oír


que mueran juntos. Cuando hay un terremoto y se lleva a mil o dos mil
personas nos impresiona. Sin embargo, nunca nos hemos detenido a
pensar que de algún modo y algún día, ¡todas esas personas se tenían que
morir! A diario se mueren millones personas en el mundo, aisladamente, y
no nos damos cuenta.

La vida y la muerte están a diario a nuestro alrededor, pero lo que más


nos impacta es cuando mueren colectivamente. Esto nos parece una
tragedia. Hay niños que todos los días se están muriendo de leucemia, que
mueren en los terremotos, familias enteras que mueren en inundaciónes.

Todos tenemos la misma cita con la muerte, pero lo que más nos afecta es
que ¡se mueran al mismo tiempo! Todos nos tenemos que morir tarde o
temprano. Eso no nos da la facultad de decirle a Dios cómo queremos
morirnos.

Todos quisiéramos morir tranquila y quietamente, pero esto no sucede así,


la mayoría de las veces.. Solo Dios sabe la hora y la manera en que cada
ser humano va a enfrentar la muerte.

Solo estamos seguros que todo tenemos la misma cita con la


muerte: “Pues está establecido para los hombres que mueran una sola
vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

Desgraciadamente, no siempre podemos dar respuestas que satisfagan a


las almas humanas que están atravesando por diferentes desgracias.
Pero, no faltan personas que usan todos estos argumentos y los esgrimen
con términos filosóficos para negar la existencia de Dios.

A esas personas sí podemos darles respuestas, pues sus principales


argumentos son los siguientes:

1. No puede exister un buen propósito para el sufrimiento. Si el sufrimiento


existe, no puede haber algo bueno detrás de ello.
2. Un Dios bueno no tendría un buen propósito para permitir todas esas
cosas malas.

No puede existir un Dios que sea bueno y permita lo malo.


Si existe Dios, ¿por qué permite el mal en el universo?
Un dios bueno no haría eso.

Hace algunos años sostuve un debate en el Canal Once del Instituto


Politécnico Nacional con un ateo, quien me lanzó esos mismos argumentos
para decir por qué no creía en Dios. Yo le respondí con estos puntos:
1. Necesitamos hacer una distinción entre nuestro conocimiento finito
del propósito del mal y el propósito de Dios para permitir el mal.

Ningún ser humano puede decir: "Yo sé por qué sucedió eso", pues tendría
que ser Dios para hacer esa aseveración. Como no se conoce la razón, se
le atribuye a que es algo malo y entonces, se pelea contra Dios. Según este
razonamiento, no puede haber algo bueno detrás de aquellas cosas que no
entendemos. Tenemos que recordar que Dios es infinitamente más grande
y más poderoso que nosotros, y por lo tanto, Él tiene propósitos
infinitamente más sabios.

Otro problema es nuestra falta de paciencia, como mencionamos


anteriormente. Nosotros quisiéramos que Dios nos explicara sus motivos
ahora, pero El nunca contesta de esa manera o en el tiempo que querramos
nosotros. Ahora bien, aunque no conozcamos el propósito de Dios,
podemos descubrirlo a través de la revelación que Dios nos ha dejado en la
Biblia: “Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien” (Romanos 8:28).

Hace dos meses una muchacha se acercó a mi esposa y a mí y nos dijo:


"Mi novio se fue. Yo fui buena con él y él se fue con mi mejor amiga. Dios
sabía que yo lo quería y que nos íbamos a casar”. Mi esposa le dijo: "Sabes
una cosa, te voy a dar un secreto: siempre que no entiendas lo que está
pasando alaba a Dios, ¡alábalo! ¡No te imaginas el poder que está
escondido dentro de la alabanza!

Alábalo y dile: Padre, no entiendo, pero solo se que tú lo permitiste. Yo no


sé qué está pasando, en este momento no veo un propósito bueno, pero yo
te alabo porque eres infinitamente sabio y sé que tienes algo mejor para mi
vida".
Cuando tú entras con esta actitud en la presencia de Dios, demuestras que
crees en El, pones en acción tu fe y Dios se agradará de ti. Espera en El, y
El hará” . . Esta muchacha le habló a mi esposa meses después y le dijo:
"Fíjese que un muchacho que conocí en un Seminario Bíblico, me ha pedido
que si acepto ser su novia". Mi esposa le dijo: "Ya ves, ahora después de un
tiempo entendiste lo que no habías podido anteriormente".

Esta jovencita descubrió que lo que creía que era malo, en realidad era una
cirugía de Dios para quitarle un tumor que, posiblemente, le iba a hacer
sufrir más adelante en su vida:

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con El todas las
cosas?” (Romanos 8:32).

Muchas veces no podemos ver los propósitos de Dios al permitir que ciertas
cosas sucedan, pero por esto no podemos asumir que no exista un buen
propósito para algo solo porque no conocemos o no entendemos lo que
tiene Dios detrás de ello. Esto es filosóficamente incongruente.

2. Algunos males nos traen mejores situaciones y mejores bienes.

Veamos un ejemplo bíblico: Si José no hubiera sido vendido por sus


hermanos, no habría sido encarcelado por su pureza. Si no hubiera pasado
esas cosas que al principio creía malas, no habría desarrollado el bendito
hábito de no amargarse en la cárcel, de no amargarse contra sus hermanos
y de mantener su confianza en Dios. Todas estas cosas "malas” que le
sucedieron, formaban parte del programa de Dios para que él se llegara a
ser, anos más tarde, el gobernador de Egipto. Solo así, toda su familia pudo
evitar morirse de hambre.
Casi al final de su vida, José lo expresó con las siguientes palabras a
sus hermanos:

“Ustedes pensaron mal contra mi, más Dios lo encaminó a bien…para


mantener en vida mucho pueblo” (Génesis 50:20).
¿Quién es Dios?
Es el Dios que transforma en limonada los limones que nos avienta el
diablo; es nuestro escudo, es el que detiene las flechas que nos quieren
herir y lastimar.

Dios está controlando de todas aquellas cosas con las cuales el mundo nos
quiere lastimar. El sufrimiento tiene un propósito maravilloso que contribuye
a la formación del carácter:

“…nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que La tribulación


produce paciencia” (Romanos 5:3).

Recordemos a Job: Perdió a su familia, su salud y todos sus bienes


materiales,y por si fuera poco, ¡su esposa quejumbrosa se quedó con él! Yo
estoy seguro de que Job hubiera querido decirle a Dios: “Señor, te la
hubieras llevado a ella también”. Sin embargo, ¡Dios no se la llevó!

Detrás de todas esas cosas tragedias existen otras cosas maravillosas que
nosotros, aparentemente, no podemos ver. Algunas personas creen que
habría sido mejor para Dios haber creado seres humanos que no pecaran,
pero esto es una imposibilidad teológica porque, como ya dijimos, no
existiría la libertad. Claro que Dios sabía que las criaturas se iban a rebelar
contra El; sabía que iban a abusar de la libertad que les confirió. El mal vino
por el abuso de nuestra libertad, pero Dios lo permitió. En el libro de Job
podemos encontrar algunas preguntas que Dios le hace al ser humano:

“¿Descubrirás tu los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del


Todopoderoso? Es más alta que los cielos, ¿qué harás? Es mis profunda
que el Seol, ¿cómo la conocerás? Su dimensión es más extensa que la
tierra y más ancha que el mar” (Job 11:7-9).
Dios tiene secretos profundos y si hubiera algún ser humano que los
conociera todos, ¡sería Dios! Por eso es que tiene que haber cosas
escondidas que nosotros no comprendamos, ni entendamos, ni sepamos.

"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios ¡mas las


reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para
que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deuteronomio 29:29).

Para que nuestra mente alcance la infinitud de la mente de Dios, tendríamos


que ser dioses, y no lo somos. Esa perfección es más alta que los cielos,
más profunda que el mar, su dimensión es más extensa que la tierra y más
ancha que el mar: "Con Dios está la sabiduría y el poder, suyo es el consejo
y la inteligencia" (Job 12:13).

¿Qué necesitamos para comprender la vida y el sufrimiento? ¿Qué


necesitamos para entender por qué permite Dios el mal?... ¡Sabiduría!
Dios nos la puede dar porque es de Él. ¿Qué necesitamos para tener esa
sabiduría?

 En primer lugar, tener a Cristo en el corazón.


 En segundo lugar, tener comunión con El a través de la Biblia.
 En tercer lugar, mantener una vida transparente, de santidad y de
pureza en nuestro corazón.

Solo así, Dios nos revelará los secretos profundos de su conocimiento: “


El principio de la sabiduría, es el temor de Jehová” (Proverbios 1:7).
Vale la pena ser santos. "Con El está el poder y la sabiduría; suyo es el
que yerra y que hace errar. El hace andar despojados de consejo a los
consejeros, y entontece a los jueces".(Job 12:16-17).
Job se preguntó: “¿Mas dónde se hallara la sabiduría? ¿Dónde está
el lugar de la inteligencia?" (Job 28:12).
¿En la Universidad de Harvard?

¿En los Montes del Himalaya o con los gurús?


¿Con el Dalai Lama?
¿Con Buda?
¿Con el Papa?
¿Con los filósofos griegos?
¿Dónde está la sabiduría?

No se encuentra en este planeta, ¡se encuentra en Dios! "No conoce su


valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes" (Job 28:13).
La Biblia nos revela que Cristo vino del cielo, que El es la verdad, el
camino y la vida y que “en Él están encerrados todos los tesoros de
la sabiduría y del conocimiento" (Colosenses 2:3).

"¿De dónde, pues, vendría la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la


inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente y a toda
ave del cielo oculta".

¿Por qué contiendes contra El? Porque El no da cuenta de ninguna de


sus razones" (Job 28:20-21; 33:13). Los ateos se seguirán rompiendo la
cabeza contra la pared, pues jamás en lo finito de sus pensamientos
comprenderán los caminos y los pensamientos de Dios, pues “sus
pensamiento no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son
nuestros caminos” (Isaías 55:8-9).
Friedrich Nietzsche, el ateo alemán, escribió: "Dios está muerto”, pero al
final de su vida, murió loco en un hospital psiquiátrico, y Dios ¡sigue aun
vivo!

Jean Paul Sartre, el padre del existencialismo francés en los años


sesenta, escribió los libros: “La nausea” y “El muro”. Estas son dos obras
clásicas y famosas de de la literatura atea.

Lo irónico de su vida es que, antes de morir, dijo: “Toda mi vida me he


dado cuenta de que esto es como un muro frente a mí que ya no puedo
pasar”. ¡Reconoció su finitud intelectual!

Trató por medio de su mente finita darle respuesta a problemas que


trascienden la capacidad humana. También escribió al final de su vida:
“Choco como contra una pared, y aunque yo se que Dios siempre me ha
perseguido, muero desesperado porque sé que es demasiado tarde para
buscarlo". (El Muro-Jean Paul Sartre). Así es la estupidez de creer que a
través de nuestra mente, de suposiciones filosóficas, o de
razonamientos, vamos a contender contra Dios y lo vamos a entender.

“He aquí que Dios es excelso en su poder. ¿Qué maestro es


semejante a Él? ¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Quién le dirá
que ha hecho mal?” (Job 36:22-23).

El libro de Job nos habla de todas estas cosas, pues a través de todos
sus sufrimientos nos revela todos estos secretos de la sabiduría de Dios.
Gracias a su paciencia y a su confianza pudo comprender, finalmente, la
razón por la cual Dios había permitido que todas estas cosas sucedieran
en su vida. A pesar de no tener respuesta inmediata del Señor, confesó
su esperanza en Dios con estas palabras:

“Yo sé que mi Redentor vive y al fin se levantará del polvo, y


después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a
Dios….aunque mi corazón desfallece dentro de mi” (Job 19:25-27).

¿Qué es lo que nos enseña el libro de Job?


La fe ante lo desconocido.
David escribió: "En el día que temo, en ti confío”.Toda nuestra vida
debe ser de confianza en Dios. Debemos decirle: "No entiendo Señor,
pero sé que si tu lo hiciste, no necesito entenderlo, sino confiar. Solo te
pido, dame tu paz”.
Con su paz atravesaremos los valles de sombras y de muerte.

''Además, respondió Jehová a Job, y le dijo: ¿Es sabiduría


contender con el omnipotente? El que disputa con Dios, responda a
esto. Entonces respondió Job a Jehová, y dijo: He aquí que yo soy
vil; ¿qué te responderé?” (Job 40:1-4).

Finalmente, Dios comienza a revelarle a Job todas las cosas que no


podía entender:

"Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se


esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?
Por tanto, yo hablaba lo que no entendía, cosas demasiado maravillosas
para mi, que yo no que si tu lo hiciste, no necesito entenderlo, sino
confiar. Solo te pido, dame tu paz”.

Con su paz atravesaremos los valles de sombras y de muerte.

''Además, respondió Jehová a Job, y le dijo: ¿Es sabiduría contender con


el omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto. Entonces
respondió Job a Jehová, y dijo: He aquí que yo soy vil; ¿qué te
responderé?” (Job 40:1-4).
Finalmente, Dios comienza a revelarle a Job todas las cosas que no
podía entender:

"Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se


esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?
Por tanto, yo hablaba lo que no entendía, cosas demasiado maravillosas
para mi, que yo no comprendía"
(Job 42:2).

Este es el resumen de la historia humana. Los filósofos y los ateos


hablan cosas que ni ellos entienden. Tratan de competir y de retar a
Dios diciéndole: "Te equivocaste en todo lo que hiciste, porque si
yo me hubiera sentado en tu trono lo habría hecho mejor”.

¡Se creen que hubieran podido hacer un mundo mejor!


¡Se creen mejores, más buenos y más misericordiosos que Dios!
¡No saben lo que dicen!
Por eso dice la Biblia, que cuando nosotros confiamos en el Señor, El es
fortaleza en el tiempo de nuestra angustia.

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