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Lo que NO creen los bautistas

JUNIO 15, 2012 167 COMENTARIOS

Las creencias de los


Bautistas son frecuentemente alteradas por algunos de ellos mismos, quienes tienen
opiniones particulares, o por algunos propagandistas ignorantes de opiniones contrarias o
por aquellos que son decididamente antagonistas de la denominación Bautista y su pueblo.
De aquí que muchas veces se hable falsamente de los Bautistas y que haya extendidas
grandes equivocaciones de las doctrinas que ellos sustentan y enseñan. Se dicen de ellos
muchas cosas que no son ciertas y las cuales, con toda justicia, deben ser corregidas.
Examinaremos una lista parcial.

I. Los Bautistas no creen que el bautismo salva.


Ellos consideran el bautismo como un acto de obediencia y no como esencial para la
salvación. En verdad, ellos han estado continua y enérgicamente opuestos a la idea de la
regeneración bautismal que consideran como anti-Escritural y del todo inicua. Cristo es el
único Salvador y nosotros no podemos otorgar ni ejecutar ninguna de las ordenanzas o de
las obras que son exclusivamente suyas. Nosotros somos bautizados porque hemos sido
salvos y no para ser salvos. Así que los Bautistas no creen mucho en el agua, sino en
«mucha agua».

II. Los Bautistas no creen que los niños no son salvos.


¿Qué es de un niño cuando muere? Infinidad de Cristianos profesan la idea de que si un
niño ha sido bautizado, será salvo. La lógica de esta opinión los conduce a la alternativa de
que si él no ha sido bautizado, se perderá. Este dogma que se insinuó en las iglesias en las
primeras centurias Cristianas e hizo posible y poderosa la Iglesia Romana, ha causado quizá
más males en la tierra que cualquiera otra doctrina sencillamente errónea.
Los Bautistas rechazan tales enseñanzas como del todo reprensibles y ruinosas. Ellos creen
que todos los niños que mueren antes de llegar a la edad del discernimiento en que todo
humano es responsable de sus hechos, van directamente a Aquel que en la antigüedad
bendijo a los niñitos y dijo con solícita ternura: «Dejad a los niños que vengan a mí».

III. Los Bautistas no creen en que su fe debe ser extendida por


la fuerza.
La religión es un asunto esencialmente voluntario. Nadie absolutamente debe profesar fe en
Cristo y unirse a la iglesia, en contra de su voluntad. Cada uno, por sí mismo, debe
arrepentirse, creer y pedir ser bautizado. Nadie, excepto Cristo, tiene derecho de dar
ningunas órdenes con respecto a lo que cada uno debe hacer en asuntos de religión.

La violación de este principio de voluntad ha conducido a dificultades indecibles. La


religión de apoderados o padrinos ha venido a ser peligrosa para la verdadera religión.
Obligar a las gentes a ser Cristianas es la medida segura para perpetuar el pseudo-
Cristianismo el cual ha arruinado al mundo.

El verdadero Bautista daría su propia vida para ganar un alma para Cristo; pero no daría ni
su dedo meñique para obligar a todo el mundo a entrar al Reino, porque él sabe que el
Reino no viene por la fuerza.

IV. Los Bautistas no creen en la Iglesia Bautista.


Cuando los Romanistas hablan de «la iglesia», ellos se refieren al Papado cuyo asiento está
en el Tíber y cuyos tentáculos se extienden por todo el mundo. Oímos de «La Iglesia de
Inglaterra», de «La Iglesia Presbiteriana de los Estado Unidos», de «La Iglesia Metodista
Episcopal del Sur», y pensamos desde luego en las grandes organizaciones eclesiásticas que
llevan respectivamente estos nombres.

Pero excepto de aquellos que carecen de información, ¿quién ha oído de «La Iglesia
Bautista del Sur?» No existe tal cosa. Es correcto hablar de «las iglesias Bautistas del Sur»,
porque así se expresa la política y el genio de la denominación que considera la iglesia local
como la unidad de organización. Nos gusta también hablar del «pueblo Bautista», lo cual se
limita a lo individual; pero aún así se extiende para comprender toda el área de la influencia
Bautista.

V. Los Bautistas no creen en el aislamiento de la iglesia.


Ellos son intensamente individualistas, para estar seguros; y algunas veces abusan
lamentablemente de sus derechos, aunque en conjunto viven en conformidad con este
principio de su fe y demuestran al mundo el valor de su idea.
Ellos creen con todo su corazón en la iglesia local como una organización autorizada en el
Nuevo Testamento, que es una democracia neta sin rangos ni órdenes, y como en una
autocracia absoluta de la cual Cristo Mismo es la cabeza y que sólo ante EL, son ellos
directamente responsables.

Pero ellos creen que la iglesia local independiente debe cooperar con las demás iglesias de
la misma fe y orden en la edificación del Reino. Por esto, se organizan en asociaciones de
distrito, en convenciones de estado y Convenciones generales, como la del Sur y la del
Norte y la Alianza Bautista Mundial.

Los Bautistas no son anti fraternales en relación con los demás Cristianos. Donde no está
comprometida la esencia de las doctrinas Bíblicas, ellos encadenan sus manos y sus
corazones con todos aquellos que profesan amar al Señor.

VI. Los Bautistas no creen en los rangos de la iglesia.


Encuentran que la Biblia autoriza solamente dos oficios en las iglesias locales: el pastorado
y el diaconato. Pero el pastor es un sirviente y no un soberano; un superintendente y no un
enseñoreador; un pastor subordinado sin inferiores bajo su mando. De la misma manera, los
diáconos son sirvientes de la iglesia sin ninguna superioridad excepto la del servicio; no es
su deber dictar, ni dominar, ni tiranizar; ellos son ministros solamente en las cosas
materiales.

En otras palabras, los bautistas sostienen que todos los creyentes son iguales ante Dios,
quien no hace acepción de personas. Es el camino de la humildad el que viene a ser el
camino del honor. Todos los miembros de una iglesia Bautista están a la misma altura ante
la iglesia y ante Dios.

VII. Los Bautistas no creen en muchas otras cosas que se les


atribuyen.
Ellos no creen en una rígida «sucesión apostólica» lo cual modelaría sus iglesias
estrictamente de acuerdo con la antigua Iglesia de Jerusalén y los Doce que siguieron a
Jesús. Ellos toman más interés en hacer que sus iglesias actuales correspondan exactamente
con aquellas descritas en el Nuevo Testamento.

No aceptan credos los cuales funden ciertas verdades en un molde humano y las endurecen
hasta la inflexibilidad o quizá las osifican y las segregan. Los Bautistas consideran el
Nuevo Testamento como la única y suficiente regla de fe y práctica. Tales artículos de fe,
como ellos los arreglan, son meramente interpretativos y sin autoridad, estos no son credos,
en el verdadero sentido de este término.
Ellos no creen en un ciego e impotente fatalismo el cual impele a los extremos no bíblicos
de la doctrina de elección sobre la base de la presencia divina; tampoco en el lavatorio de
pies como una ordenanza de la iglesia, la cual ellos consideran como un incierto
literalismo; tampoco en una comunidad abierta que permita que cualquiera se una a la
iglesia sin ser antes bautizado; ni en ninguna especie de unión entre la Iglesia y el Estado,
aunque ellos profesen y ejerciten el derecho de petición; ni piensan que ellos sean los
mejores, si no los únicos Cristianos en la tierra, aunque ellos magnifiquen sus doctrinas y
sus acciones y sostengan que nunca el hombre ha oído un evangelio más puro que el
mensaje Bautista para el mundo.

EL ATALAYA BAUTISTA
Octubre 14 de 1920

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