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La guerra fría

La Guerra Fría es el periodo entre el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y la caída de la Unión
Soviética en 1991 que dividió al mundo en el bloque occidental capitalista, liderado por Estados Unidos, y el
oriental comunista, encabezado por la URSS. Entre ambas superpotencias existía una tensión permanente,
escalada por la carrera armamentista y el desarrollo de armas nucleares. Como temían destruirse, nunca
llegaron a una guerra directa, pero sus enfrentamientos provocaron conflictos locales. 

Tanto Estados Unidos como la URSS intervinieron en la política interna de muchos países para reprimir a la
disidencia, reforzar a sus aliados e impulsar golpes de Estado para expandir su influencia. Al mismo tiempo,
se combatían a través de la propaganda ideológica y el espionaje a través de sus agencias de inteligencia,
la CIA y la KGB.

La rivalidad de las dos superpotencias

La ruptura definitiva entre Estados Unidos y la URSS llegó en 1947. Entonces, resurgieron las desconfianzas
que ya existían desde la Revolución rusa de 1917, cuando Estados Unidos apoyó a las fuerzas zaristas para
expulsar a los bolcheviques del poder, y que se habían dejado de lado para luchar contra el nazismo. Europa
estaba exhausta tras la Segunda Guerra Mundial, lo que generó un vacío de poder que aprovecharon
Washington y Moscú, vencedores principales, para expandir su influencia y convertirse en las potencias
económicas y militares hegemónicas.

Ante el temor de que las ideas socialistas y comunistas se extendieran en la Europa de posguerra, Estados
Unidos presentó en 1947 el Plan Marshall, que pretendía apoyar la reconstrucción de Europa occidental
para frenar a la URSS. Este plan se enmarcaba en la doctrina Truman, que determinó la política exterior del
país durante la Guerra Fría. La doctrina Truman consideraba que el mundo estaba dividido en dos bloques
irreconciliables, donde Estados Unidos defendía la democracia y la libertad frente a una URSS totalitaria y
hostil a los valores occidentales, que suponía una amenaza a contener.

Esa estrategia estadounidense contrarrestó el crecimiento de los partidos comunistas en Europa occidental y
estableció las bases de sus economías liberales. La respuesta soviética al Plan Marshall fue el Consejo de
Ayuda Mutua Económica (Comecom), con el que buscaba promover la cooperación económica y comercial
entre los nuevos países comunistas de Europa del Este.

Para la integración militar, el bloque occidental fundó en 1949 la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN) con el objetivo de protegerse de cualquier amenaza con medios políticos y militares. La URSS
reaccionó en 1955 creando una alianza similar, el Pacto de Varsovia, y, como consecuencia, Europa acabó
dividida en dos esferas de influencia separadas por el Telón de Acero, una frontera ideológica que llegó a
materializarse en puntos como el Muro de Berlín. 

La Guerra Fría en el resto del mundo

La tensión aumentó con la crisis de Berlín en 1949 —que dividió Alemania en un país capitalista y otro
comunista—, el final de la guerra civil china ese mismo año y el inicio de la guerra de Corea al siguiente.
Además, la URSS probó con éxito su primera bomba atómica, lo que disuadió a Estados Unidos e instauró el
temor a la destrucción mutua. Aunque hubo episodios de riesgo límite, como la crisis de los misiles en
Cuba de 1962, se pudo evitar el enfrentamiento nuclear.

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