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HISPANOAMERICANOS
m a d r id onn
MAYO 1969 «lilM
CUADERNOS
HISPANOAMERICANOS
DIRECTOR
JEFE DE REDACCION
FELIX GRANDE
DIRECCION, ADMINISTRACION
Y SECRETARIA
Teléfono 2440600
MADRID
INDICE
NUMERO 233 (MAYO DE 1969)
Páginas
Ar te y pe n s a m ie n t o
His pa n o a m é r ic a a la v is t a
No t a s y c o m e n t a r io s
Sección de Notas:
Br ia n d Nie i .d : Cuatro poemas inéditos de Vicente Aleixandre y un co-
mentario .............................................................................................................................. 4"
Ric a r d o Do m é n e c h : Notas de bibliografía teatral ............................................ 466
Au g u s t o Ma r t ín e z To r r e s : Yugoslavia: el futuro del «Nuevo Cine». 477
Ma r in a Ma y o r a l : Sobre el amor en Rosalía de Castro y sobre la des-
trucción de ciertas cartas.......................................................................................... 486
Wa l d o Ro s s : Don Quijote y los símbolos estructurales del «Martín
Fierro» ................................................................................................................................. ^02
Ca r l o s Ga r c ía Ba r r ó n : Antonio Alcalá Galiano: crítico de la novela. 513
Fe r n a n d o Qu iñ o n e s : Libro de horas ....................................................................... 523
Sección Bibliográfica:
An d r é s Aj v io r ó s : El Galdós de Montesinos .......................................................... 530
Ed u a r d o Tij e r a s ; Li-Po, ebrio ..................................................................................... 535
Ju l io E. Mir a n d a : Rilke otra vez.............................................................................. ^38
Ca r l o s Jo s é Co s t a s : De bibliografía musical .................................................... 542
Jo s é Or t e g a : Ramón Ruiz: Cuba the Making of a revolution ................. 546
Jo r g e Ro d r íg u e z Pa d r ó n : Un nuevo libro de Valente ................................ 551
Jo s é Mig u e l Ov ie d o : La ciudad obsesiva y vacía ............................................ 556
Ma r ía Ma g d a l e n a Fe r d in a n d y : Grossmann Geschichte uncí probleme
der Lateinamerikanische literatur ........................................................................ ¡5^8
Ma r ía In é s Ch a m o r r o : Poesía de protesta en la Edad Media castellana. 564
Ca r m e n Br a v o Vil l a s a n t e : Revista «Sur»: letras alemanas contempo-
ráneas ................................................................................................................................... 1565
Ilustraciones de Gu in o v a r t .
LA TRADICIÓN FANTASTICA EN LA LITERATURA
ARGENTINA
POR
2. ¿Qu é e s l it e r a t u r a f a n t á s t ic a ?
3. Dir e c c io n e s de la l it e r a t u r a f a n t á s t ic a
(5) Debe tenerse presente que la Argentina es uno de los primeros países
donde se haya conocido en toda su extensión la obra de Kafka y donde se haya
estudiado profundamente su significación. Jorge Luis Borges se ocupa de Kafka
en Otras inquisiciones. Eduardo Mallea lo hace en El sayal y la púrpura, y un
tercer gran escritor argentino, Ezequiel Martínez Estrada, lo ha examinado in-
sistentemente en varios trabajos, ahora por fin reunidos en En torno a Kafka y
Cuentan obras tan memorables como La invención de Morel y Plan de
evasión, esos dos ejemplos magistrales de ciencia-ficción que debemos
a Adolfo Bioy Casares, y tercero, la tendencia a la que conviene llamar
de lo fantástico-surrealista o, con más propiedad todavía, de lo fantás-
tico-surrealizante, pues a veces su evidente parentesco con el intenso
movimiento acaudillado por Bretón no impide, sin embargo, reconocer
también en sus mejores ejemplos, entre los que se cuentan esas Histo-
rias de cronopios y de famas por Julio Cortázar, en las que me deten-
dré más adelante, otras influencias anteriores y acaso también más
venerables.
Por este somero recuento se advertirá hasta qué punto ha sido necio
el empeño de cierta crítica, esa crítica que pretende saber de antemano
cuál es el tipo de ficción que más conviene a un pueblo, al intentar
con una prédica pedante que el autor argentino desistiera de los ejer-
cicios de fantasía pura, aplicándoles a éstos el marbete de «literatura
pura» o bien el de «literatura de evasión». Pues la intención despectiva
en estas denominaciones, que por supuesto llevan implícito el cargo
de refinamiento antipopular, no parece haber hecho mayormente mella
entre muchos de los mejores escritores argentinos contemporáneos.
Quienes se obstinan en cultivar la literatura fantástica. Quienes dispo-
nen —todo induce a pensar así— de un público no tan magro y, por
consiguiente, no tan extra-popular, el cual halla en sus refinamientos
imaginativos una distensión muy efectiva para sus fatigas diarias.
4. Lit e r a t u r a f a n t á s t ic a , l it e r a t u r a r e a l is t a
Y GRADOS DE DENSIDAD SOCIAL
otros ensayos (Seix Banal, Barcelona, 1967). Sobre Kafka deben recordarse, asi-
mismo, dos libros importantes por autores argentinos: Kafka o el pájaro y la
jaula, por Carmen R. L. de Gándara (El Ateneo, Buenos Aires, 1944) y El uni-
verso de Kafka, por .Mario Lancelotti (Argos, Buenos Aires, 1948).
influencias literarias procedentes de un país del mismo continente y de
la misma lengua, hasta en las repúblicas hermanas hay una reconocida
influencia de la obra de Borges; por ejemplo, en el caso de los mexi-
canos Helena Garro y, sobre todo, Juan José Arreóla (Confabularlo');
para no hablar ahora de lo que debe al autor de Ficciones, el joven
y brillante narrador norteamericano Kenneth Koch; por ejemplo, en
su admirado relato The Posteará Collection.
Habría, pues, que pensar, a más de la causa ya apuntada, en la
existencia de algún factor peculiar en el condicionamiento social argen-
tino, que promueve tan espontáneamente en nuestra mente literaria
una temática fantástica, llevándola a veces a insistir en ella hasta alcan-
zar un virtuosismo supremo. Pues cabe afirmar que del mismo modo
que la música es el arte indiscutible de los pueblos germánicos y de
que sólo en la pintura se realiza por completo el genio español en la
época contemporánea, del mismo modo en la literatura fantástica cul-
mina, al menos por ahora, la capacidad creadora de los argentinos.
Y esto tal vez porque nuestra misma vida real esté aquejada hasta
cierto punto de irrealidad, faltándole esa, cómo decirlo mejor, densi-
dad, que se halla, por ejemplo, en las grandes culturas europeas; una
densidad a la que en la época contemporánea concurren, por una
parte, la estabilidad de las «mores» básicas y, por la otra, la movi-
lidad de las capas sociales. En tanto qüe entre nosotros sólo parece
darse el segundo de estos agentes, de modo, pues, que nos falta un
estilo de vida bien firme y distinto, que es condición imprescindible
para el florecimiento de una gran literatura realista. Porque, en gene-
ral, la mejor literatura realista ha procedido siempre de sociedades más
estabilizadas (como España a comienzos del siglo x v ii , Inglaterra en el
siglo xvni y Francia y Rusia en el siglo xix), sociedades en las que la
imaginación literaria ha tenido mejores oportunidades para, por así
decirlo, «hilar fino», explayándose en el análisis de matices casi imper-
ceptibles del carácter y el comportamiento sociales, y descubriendo las
grietas que recorren esos bloques sociales, a primera vista tan monolí-
ticos, a primera vista tan intactos. En cambio, en las sociedades inci-
pientes, la literatura realista tiende, corno se ve por desgracia muy
a menudo en el caso argentino, hacia las toscas generalizaciones de
carácter sociologista, es decir, a algún determinismo «naturalista».
Sólo en un campo sobrenatural puede, en especial hoy, dar su
máximo rendimiento la imaginación literaria en un país como la
Argentina, donde la conducta humana, exenta a esta altura de los
tiempos de refinamientos morales y jerárquicos, esto es, ineducada,
resulta casi siempre clisé —hasta clisé de un clisé—, y le basta, como
modo de análisis, con una conceptualización sociologista o una exa-
geración caricaturesca. Para decirlo en menos palabras, porque la Ar-
gentina carece de un medio social con ricas y variadas características
propias, la imaginación literaria tiende en ella a florecer en el «vacío»
de la fantasía pura. Y una antología ecuánime, como la de Cuentos
fantásticos argentinos, compilada por el joven poeta y crítico Nicolás
Cócaro, lo pone sobradamente en evidencia; en especial por lo despa-
rejo de la calidad estética de los materiales que abarca, lo cual con-
tribuye también —de rebote, se diría— a evidenciar que el cultivo de
la literatura fantástica no es entre nosotros solamente una atributo
de la «genialidad» literaria, por ejemplo, de un Borges, sino conse-
cuencia de una urgente necesidad psico-social. Puesto que el segundón
también le consagra a ella sus desvelos...
5. Re c u e n t o de una a n t o l o g ía
Para que quede más claro lo que acabo de señalar, conviene pasar
rápida revista a los autores y piezas narrativas que aparecen en el
volumen de Cócaro.
Parecería que sólo por una razón del corazón, de esas que la
razón no comprende, Cócaro abre su volumen con un cuento, Dos
■veces el mismo rostro, por Vicente Barbieri. No hay duda de que el
difunto Barbieri solía ser, en sus mejores momentos, un excelente, un
original poeta menor. Pero su prosa, por desgracia, fue siempre bastan-
te débil, bastante chirle, y, por añadidura, en el terreno de la prosa
de pura fantasía, sus ejercicios se debaten entre la puerilidad y la
obsesión estrictamente patológica, dos extremos que —por cierto— nada
tienen que ver con la creación estética.
También el cuento de Santiago Dabove, que lo sigue en este volu-
men, El experimento de Varinsky, debe serle concedido a la debilidad
sentimental. Casi nada puede encontrarse en él de común con Ser
polvo, esa memorable fantasía del mismo Dabove que Borges y Bioy
Casares dieron a conocer, hace ahora veinticinco años, en la primera
edición de su admirable Antología de la literatura fantástica.
Leopoldo Lugones, punto de referencia imprescindible en esta tra-
dición literaria de lo fantástico, aparece representado, bastante arbi-
trariamente, por la retórica lujosa, hasta un poco charra y ya tan
datada de La lluvia de fuego, esa Evocación de un descarnado de
Gomorra, según la subtituló el gran escritor cordobés. Hay, evidente-
mente, otras piezas del mismo autor—pienso, ante todo, en Yzur,
tan como de Kafka y al mismo tiempo tan ciencia-ficción—mucho
más aptas para suscitar la admiración del lector de hoy, toda esa
admiración realmente debida a Lugones como maestro de la ficción
fantástica (6).
Por lo que hace al relato Más allá, que representa a Horacio Qui-
roga, prefiero decir solamente que me confirma la opinión de que
este narrador no era nada más que un discípulo algo desaplicado de
Poe, Maupassant y Kipling.
De Guillermo Enrique Hudson, Cócaro presenta La confesión de
Pelino Viera. Es casi un inédito, pues prácticamente no circulaba, al
menos en castellano, desde que, en 1884, apareció traducido en alguna
página de la La Nación de Buenos Aires. Es una historia de hechice-
ría narrada con destreza cautivante, una pieza de folklore que un gran
talento narrativo ha logrado convertir' realmente en literatura moderna.
Por supuesto, las cinco figuras decisivas de la actual literatura fan-
tástica argentina aparecen en Cuentos fantásticos argentinos. En el
caso de Borges, Cócaro opta sabiamente por el mejor Borges, quiero
decir por Borges, antes de convertirse en secuaz de sí mismo, Borges sin
plagiar a Borges, el de Las ruinas circulares. He aquí el cuento per-
fecto, de pura magia verbal. Acaso alguien recuerde todavía que hace
muchos años yo conjeturé que este relato constituye «una magnífica
y vasta metáfora del orgasmo» (7). Es posible que se viera en mi inter-
pretación un exceso de psicologismo, una intolerable pretensión freu-
diana. Pero, a la verdad, qué carga eléctrica y qué deleite, qué precisión
espontánea en el movimiento de este relato. Desde sus primeras pala-
bras : «Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la
canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado.»
También están excelentemente representados en la compilación de
Cócaro los dos discípulos más brillantes y devotos de Borges. Así En
memoria de Paulina, por A. Bioy Casares, es uno de los grandes cuen-
tos de este autor que, dicho sea de paso, en su obra más reciente ha
decaído en forma algo inexplicable. En cuanto a Pudo haberme ocu-
rrido, por Manuel Peyrou, tratándose de una historia de realmente
inquietante vividez, también se cuenta entre lo más logrado de su
autor. Y hay en ella toda la pasta necesaria para el guión de un
espléndido «film» de terror.
A Manuel Mujica Láinez, Cócaro lo representa con esa pieza narra-
tiva absolutamente perfecta en su brevedad, que es La Galera (que
originalmente aparece en su volumen de cuentos Misteriosa Buenos
Aires). Y de Julio Cortázar, Cócaro elige Casa tomada (primeramente
6. Dé l a h is t o r ia c o m o f a n t a s ía
y. Un a m it o l o g ía pr iv a d a
8. La r e it e r a c ió n t e m á t ic a e n l a l it e r a t u r a f a n t á s t ic a
9. In t e r r o g a n t e f in a l
En r iq u e Lu is Re v o l
Avda. Roque Sáenz Peña, 970
Có r d o b a (Re pú b l ic a Ar g e n t in a )