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VISITA A UN PRIMO LEJANO

Cuando abrió los ojos la luz del día ya entraba por la ventana. La primavera comenzaba ese
sábado, los días eran cada vez más largos. Se desperezó arrojando las sábanas al piso, estirando
brazos y con un gran bostezo.

-Gustavo, dijiste que te despierte a las 8,30.

Escuchó la voz de su madre, y los golpes de nudillos en la puerta.

-Sí, ma, ya voy.

A los 21 años Gustavo aun vivía en la casa de sus padres, último hijo de 7 hermanos, era su
compañía.

Después de desayunar, abrazó y besó a Minina, como le decían a su mamá y salió de casa con
la mochila, se puso el casco y acomodó el otro en parte trasera. Dio arranque a la moto y partió
hacia la casa de Fernando.

Tocó el timbre de la casa de su amigo. Lo atendió el hermano. Fernando estaba enfermo.

“No tenía modo de avisarte, así que esperé a que llegaras” le escuchó decir y darle los
pormenores de la situación. No podría viajar

-Bueno, tendré que ir solo. Adiós.

La Fiesta de los Estudiantes en Jujuy reúne a adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes. Gustavo
vivía en San Pedro, a 100 km de la capital, donde se desarrollan las actividades cúlmines de la
fiesta, hacia allí se dirigía, había planificado pasarla de maravilla con Fernando, pero no iba a
poder ser. Trataría de pasarla bien de todas maneras.

Condujo su moto por la autopista recién inaugurada. Llegó a la ciudad al mediodía, dio un paseo
por el centro comercial hasta que vio un lugar de comidas. Un buen sitio para almorzar. Se apeó
de la motocicleta y se acomodó en una silla junto a una pequeña mesa hecha con restos de
troncos, bajo la sombra de los árboles del parque, escuchando la voz de Michael Jackson
cantando Trhiller. Todo era algarabía en la ciudad. Cuando estaba a punto de morder su
hamburguesa tamaño familiar escuchó la voz de un joven que le decía

–¡Hola! No hay más lugar ¿no te molesta si me siento a comer con vos? Estoy solo.

Le sonrió y le contestó –Sí, sí. Sentate, yo también estoy solo. Me falló mi amigo, se enfermó.

Conversaron largo rato mientras comían.

-¿Esa moto es tuya? Pregunto porque noté que la miraste varias veces y vas con campera de
cuero.

-Sí. Regalo de mis padres por mis 21. Los cumplí hace un mes.

-¡Qué casualidad! A mí también me regalaron una, pero por los 20. Los cumplí la semana pasada
pero no pude viajar en ella, así que me vine colectivo.
-Mirá, tengo otro casco. Era para mi amigo, así que si te parece, pasamos juntos la tarde y damos
vueltas por ahí en la moto.

-Me fascinan las motos, veo que la tuya es una Honda 650.

-Sí, GL Silver Wind, es importada, un modelo que se comenzó a fabricar el año pasado.

-Otra casualidad. La mía también es 650, pero Yamaha XL

Pasaron el almuerzo hablando de motos, chicas, música y por supuesto de la fiesta.

La tarde fue de ellos, encontraron gente conocida y desconocida, hablaron y rieron con todos.
A la noche fueron al desfile de carrozas, a la elección de la reina y como broche, al boliche, con
chicas que conocieron esa tarde.

A la madrugada Gustavo llevó a su nuevo amigo a la terminal de ómnibus, mientras esperaban


le dijo: - ¿Sabés que siento como si te conociera de toda la vida y nunca me dijiste tu nombre?

-¿Sabés que siento lo mismo? Y vos tampoco me dijiste el tuyo.

Se rieron a carcajadas, mientras anunciaban la salida del colectivo. Se levantaron y fueron hasta
el Bus. Se abrazaron para despedirse.

-¡Mi nombre es Gustavo!, le gritó, riendo, cuando el otro subía el primer escalón.

-¡Al fin lo dijiste! Tomá- Le contestó y le arrojó un papel.

Cuando el ómnibus salió Gustavo abrió el papel.

Ariel

España 1944

Salta Capital

Visitame

Estaba escrito en el papel.

Dos meses después Gustavo fue a la dirección del papel.

-¿Vive acá Ariel?- Preguntó a la mujer que lo atendió.

-¡Sí, acá vivo!, escuchó la voz de Ariel desde adentro, ¡Al fin viniste! Mirá, mamá, él es Gustavo,
el chico que te conté, con quién pasé la tarde y la noche en Jujuy.

Se dieron un fuerte abrazo.

-¡Encantada de conocerte! pasá, pasá- Lo saludó con un abrazo y un beso- Pero si Ariel no hace
nada más que hablar de vos.

-Yo también, siempre lo recuerdo, por eso vine a visitarlo.


-¿De dónde eres? Ariel nunca supo decirme dónde vives.

-Es que jamás se lo dije. Vivo en San Pedro.

-Pero qué coincidencia! Tengo una prima en San Pedro, pero hace 20 años que no nos vemos.

-¿Ah sí? ¿Cuál es su nombre? Tal vez la conozca.

-Se llama Guillermina Pérez, pero le dicen Minina.

-¿Minina? ¡Es mi madre!

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