Análisis de lecturas

Haciendo un análisis de las lecturas desarrolladas (Decálogo del marketing político y hacia un
estudio del marketing político: limitaciones teóricas y metodológicas) se puede evidenciar que
si bien es cierto, el ejercicio de la política obedece a una vocación de servidor público que con
conocimiento de causa de las necesidades de la población que elige sus mandatarios, propone
su nombre y ofrece su trabajo para solventar de manera administrativa dichas necesidades; no
deja de ser un ejercicio de demanda y oferta donde varias ofertas pueden relacionar el vínculo
y autoridad moral para abordar temas que cumplan con las expectativas del electorado.

Es por ello que en materia teórica, el ejercicio del derecho de ser elegido se convierte en el
desarrollo de una serie de estrategias donde se determina el método más adecuado para
convencer por qué mi propuesta es mejor a la del contrincante político y que ocasiones sobre
pasa la realidad relacionado a las propuestas usadas para convencer al producto. Ahora bien si
se trata de darle categorización a los sujetos involucrados en el “negocio electoral”, podríamos
deducir que el producto a ofrecer seria en candidato al que estamos ofreciendo y sometiendo
al ejercicio del marketing político y medio por el cual lo estamos conduciendo a la vida pública
serán los métodos y las estrategias que usemos para llegar a este fin, quedando a finalmente el
cliente en palabras castizas lo reducimos la electorado. En este entendido vemos que a toda
luz de regulaciones mercantiles estamos haciendo una venta en donde desfiguramos
totalmente la relación del poder y la ciudanía que elige a sus mandatarios.

Ahora bien, en términos de efectividad debemos tener en cuenta que el fin primordial del
marketing político es el triunfo de nuestro producto, siendo este el candidato que
pretendamos ofrecer al público o a la demanda de un buen producto (mandatario) que a bien
se supone que es un personaje del mismo electorado, a la larga y de fondo el electorado lo
relaciona con el poder y es en ese punto donde se configura la importancia de vender un buen
producto. Pero en términos de venta no siempre debe ser un buen producto, porque si lo
relacionamos como un negocio jurídico de compra y venta, en ocasiones los productos salen
defectuosos que en palabras electorales se pueden resumir en mandatarios que prometieron
cosas que generalmente fiscales no se pueden cumplir. Es por ello que como producto es
importante tener la certeza de que tan bien estoy vendiendo y por cuanto tiempo lo estoy
vendiendo.

En el marketing político se deben tener en cuenta toda serie de métodos y estrategias donde
se marque la diferencia entre nuestro producto y el de los demás o el del contrincante más
cercano a dañarnos nuestra venda porque de ello depende tanto nuestra efectividad del
trabajo político como la continuidad de la vigencia de nuestro producto, es por ello que
depende lo que ofertemos tenga al menos un margen considerable de competencia, capacidad
y efectividad en el evento de ser vendido.

Finalmente quisiera darle un vuelco total al análisis, donde se podría cambiar de posición al
producto y al comprador del producto, en el entendido que por estrategias confusas al
electorado se presenta que a la larga se está comprando al electorado haciendo el tema más
profundo en términos investigativos en donde se está ofreciendo estrategias y métodos en el
intercambio contractual para la compra de los ciudadanos marcando las diferencias de
ostentar el poder al comprar y el electorado al venderse.

Allí obviamente se desconfigura los fines del porque un pueblo necesita un mandatario, toda
vez que si yo te ofrezco una contraprestación irrisoria por tu producto que es tu voto para
darme el estatus del poder; pues es decisión subjetiva que se venda algo tan importante como
la decisión de trazar los rumbos de un territorio. Pero a larga es de ética y valores de lo que se
refiere este argumento y en marketing político ese tema se trata después de ganar los
comicios.

Por: Winston Javier Manrique Luna