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Había una vez una pequeña ciudad en medio de la nada.

Era un lugar tranquilo, donde


todos se conocían y se ayudaban mutuamente. Sin embargo, un día, todo cambió.

Una extraña criatura apareció en la ciudad. Era enorme, con escamas verdes y
dientes afilados. La gente se asustó y comenzó a esconderse en sus hogares. Pero la
criatura no parecía tener intenciones hostiles. Solo caminaba por las calles, como
si estuviera buscando algo.

Un grupo de valientes habitantes de la ciudad decidió investigar la situación. Se


reunieron en la plaza principal y discutieron un plan para abordar a la criatura.
Finalmente, acordaron enviar a un joven llamado Juan para hablar con ella.

Juan, con un poco de miedo, se acercó lentamente a la criatura. La criatura lo miró


con sus grandes ojos amarillos y pareció reconocerlo. Juan estaba sorprendido.
¿Cómo podía la criatura conocerlo?

Fue entonces cuando se dio cuenta de que la criatura era en realidad su antigua
mascota, un dragón de Komodo que había escapado de su jaula hace algunos años. Juan
estaba emocionado de volver a ver a su amigo y rápidamente llamó a los demás para
que lo vieran.

La gente de la ciudad estaba impresionada. Nunca antes habían visto un dragón de


Komodo de cerca, y mucho menos uno domesticado. Comenzaron a llamar a la criatura
"Juanito", en honor a su dueño.

A medida que pasaron los días, la gente comenzó a aceptar a Juanito como uno más de
la comunidad. Incluso comenzaron a enseñarle algunos trucos. Aprendió a buscar
cosas perdidas, como llaves y carteras, y a llevarlas de vuelta a sus dueños.
También aprendió a recoger la basura y a llevarla a la planta de reciclaje.

Juanito se convirtió en una atracción turística y la gente de otras ciudades


comenzó a visitar la pequeña ciudad solo para verlo. Los negocios locales
comenzaron a prosperar gracias al turismo, y la ciudad se convirtió en un lugar más
próspero.

Pero un día, una compañía de construcción llegó a la ciudad y anunció que iba a
construir un gran centro comercial en el lugar donde se encontraba la plaza
principal. La gente de la ciudad estaba indignada. La plaza era el corazón de su
comunidad, y no podían permitir que la demolieran.

Organizaron manifestaciones y protestas, pero la compañía de construcción no


parecía estar interesada en escucharlos. Fue entonces cuando Juanito decidió
intervenir.

Una noche, mientras la ciudad dormía, Juanito entró en el sitio de construcción y


comenzó a destruir las máquinas y los materiales de construcción. La compañía de
construcción llamó a la policía, pero no pudieron hacer nada para detener a
Juanito.

Finalmente, la compañía de construcción decidió retirarse. La plaza principal se


salvó, y Juanito se convirtió en un héroe local.

La pequeña ciudad volvió a su vida tranquila y pacífica, pero ahora tenía un nuevo
integrante: un dragón

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