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ESTUDIOS

LA PROFESIONALIZACION MILITAR
EN COLOMBIA (III): LOS REGIMENES
MILITARES (1953-1958)

Eduardo Pizarro Leongómez*

I. EL GOBIERNO DE GUSTAVO RO JA S ras en México, Eduardo Santos en Francia y


PIN IL L A Alfonso López en Inglaterra. Sólo dos sectores
m inoritarios se expresaban en el Partido: los
No més derramamiento de sangre, no más depreda­
ciones a nombre de ningún partido político. No más partidarios de una respuesta radical al autori­
crímenes entre los hijos de una misma Colombia in­ tarism o gubernam ental y los partidarios del
mortal. Paz, Justicia, Libertad para todos sin discri­ colaboracionismo. El ospinismo y el alzatismo,
minación, y con preferencia para las clases menos fa­ que sufrían en forma creciente de un aislam ien­
vorecidas por la fortuna. La patria no vivirá tranquila to político, colocaron en el nuevo gobierno mili­
mientras sus hijos se hallen pobres y desnudos...
ta r sus posibilidades de volver a acceder a los
Con estas palabras simples, pero sentidas n a­ cargos de dirección del E stado. En el sector
cionalmente, Rojas tom ó posesión del gobier­ laureanista, aun cuando tenían el control del
no. gobierno, comenzaban a aflorar fisuras ante el
caos que invadía al país, lo cual se expresaba en
¿Cuál era la posición de los actores políticos en forma inesperada con el apoyo brindado por
el momento del golpe? Puede afirm arse que, muchos de sus dirigentes al nuevo gobierno (1).
con excepción del laureanismo, todos los secto­
res sufrían un régimen de silenciamiento, de Es, sin duda, el ospinismo el que saluda con
censura y de represión abierta o velada. Los mayor entusiasm o el golpe. Elíseo Arango cla­
Partidos Com unista y Liberal eran, obviam en­ ma con alborozo que “ hoy no tenemos sino dos
te, los más perseguidos y, al mismo tiempo, jefes: el presidente de la República, teniente
quienes tenían menos opciones de participar en general G ustavo Rojas Pinilla y el doctor M a­
el juego político. La única voz liberal era la de riano Ospina Pérez...” (2). E sta afirmación no
los diarios capitalinos, pues como colectividad dejará de tener una enorm e incidencia en el fu­
estaba prácticam ente en receso; los tres miem ­ turo, ya que los conservadores reivindicarán
bros m ás influyentes de la Dirección Nacional este m andato como un hecho provisional mien­
tras se reconstruyen las condiciones para rea­
Liberal se encontraban en el exilio: Carlos Lle­
sum ir el poder. Por su parte, el alzatismo colo­
caba como titu lar de su diario, un jubiloso “ oh,
* Sociólogo, investigador del Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales. Las dos prim eras partes de este
ensayo aparecieron en los dos prim eros núm eros de la revis­ 1. Camilo Vázquez, El F rente Nacional, su origen y su d esarro ­
ta, y el conjunto ha contado con la colaboración de C ésar llo, Cali, Pro P atria, p. 107, s.f.
Torres del Río. 2. El Espectador, 15 de junio de 1953.

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PR O FE SIO N A L IZ A C IO N M IL IT A R EN COLOM BIA (III). E . PIZA RR O 7

gloria inm arcesible” (3). E l liberalismo, al últimos meses una competencia de lealtades
menos a nivel de su dirección y a diferencia de entre oficiales laureanistas y ospinistas, estos
m últiples interpretaciones que le prestan un últimos ligados a Rojas, quien estaba promo­
apoyo entusiasta y decidido al golpe, lo asum e viendo abiertam ente su clan para consolidarse
con alivio (al menos en tres ocasiones había internam ente. De hecho, en el momento del gol­
buscado el golpe m ilitar en los años anteriores, pe, la institución actuó como un bloque homo­
en diciembre de 1949, y en marzo y en julio de géneo con m uy contadas excepciones. De una
1950), pero ante todo con enorme expectativa. parte, si bien el Batallón G uardia Presidencial
Desde México, Carlos Lleras Restrepo expresa reconoció a Laureano Gómez en el momento
al otro día del golpe que “no hemos tom ado que retom ó el Ejecutivo de manos del presiden­
ninguna decisión ni en favor ni en contra” , lo te encargado, Roberto U rdaneta, poco después
cual sintetiza bien los sentim ientos que predo­ se pasó del lado de los golpistas. De o tra parte,
m inan en los dirección de esta colectividad. El entre los oficiales que se opusieron al golpe
pasado extrem adam ente sectario de Rojas Pi- sobresalieron el general Régulo G aitán, laurea-
nilla llam aba al menos a la discreción. No obs­ n ista convencido, quien asum ió m om entánea­
tante, en los sectores de base del Partido, las mente el cargo de Com andante General de las
adhesiones se produjeron de inmediato, ya que Fuerzas A rm adas, en remplazo de Rojas el día
el tono conciliatorio utilizado por el nuevo go­ mismo de los sucesos, y el general M ariano
bierno, su política de pacificación y de búsque­ Ospina Rodríguez, quien por convicción perso­
da de la norm alidad institucional respondía a nal se oponía a una ru p tu ra del orden constitu­
sus anhelos m ás profundos. Lo mismo ocurrió cional (5). De hecho, pues, Rojas pudo contar
con los residuos del gaitanism o que adhirieron con un casi total respaldo institucional, gracias
en forma entusiasta al nuevo régimen y perm a­ a que “logró combinar las dem andas m ilitares
necieron como una de sus bases de apoyo hasta con su propia ambición política” (6), y am bas
el último día. con el m alestar que cubría al país.
En cuanto hace a las Fuerzas M ilitares, era La Iglesia, igualmente, dio su adhesión al nue­
casi unánime la convicción de la incapacidad de vo presidente. El influyente cardenal Crisanto
los Partidos políticos para sortear la situación Luque, en respuesta a una carta enviada por el
crítica que vivía el país, lo cual estará en el ori­ presidente depuesto solicitándole su apoyo,
gen del “mesianismo m ilitar” que predominará afirma “ que el sentir general es que la situación
en los años por venir. Había, además, muchos jurídica del actual gobierno fue regularizada
factores de m alestar institucional que al inte­ por la Asamblea Nacional C onstituyente” (7).
grarse al m alestar de los Partidos, convergerán Una actitud similar fue asumida por los gre­
en el golpe del 13 de junio: ante todo, el senti­ mios, fatigados y preocupados por el creciente
miento existente de una desproporción entre aumento de los im puestos para pagar una gue­
los esfuerzos que se exigían a las Fuerzas Mili­ rra que no m ostraba resultados. En síntesis, el
tares en la lucha contra la violencia y los recur­ país entero, con muy contadas excepciones (el
sos que se le asignaban, además de la inexis­ laureanismo y el Partido Comunista), saludó el
tencia de una efectiva voluntad política para golpe o al menos se colocó en una actitud de
contener la conservatización forzada en m últi­ expectativa positiva. En este sentido, son váli­
ples regiones, que chocaba con la perspectiva das las críticas formuladas por diversos auto­
no solo de oficiales liberales, sino incluso con­ res a la noción de “cuartelazo” utilizada por
servadores opuestos a esa política. Inevitable­ Samuel Finer para referirse a Rojas. El “ golpe
mente, una institución que se había convertido de opinión” , según las palabras de Darío
progresivam ente en el pilar del E stado, term i­ Echandía, evidencia que no se tra tó de un golpe
naría queriendo ‘‘arrogarse todos los privile­
gios del poder y no solo sus costos de sosteni­
m iento” (4). Además, se había desatado en los 5. Willy M ury, L'armée colombienne, étude d'une transition,
1930-1974, París, Tesis de Doctorado, U niversidad de París
V, 1975, p. 203 (notas 5 y 9).
3 . Diario de Colombia. 14 de junio de 1953. 6. C hristopher Abel, Política, Iglesia y partidos en Colombia,
4. Mario A rrubla, "S íntesis de historia política contem porá­ Bogotá, FAES-Universidad Nacional de Colombia, 1988,
n e a " . en Varios A utores, Colombia hoy. Bogotá, Siglo XXI p. 255.
E ditores, 1978. p. 195. 7. Revista Javeriana, Bogotá, septiem bre de 1953, p. 67.
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m ilitar desarrollado con un gran m argen de consolidación. Bajo el m ando del Comando
autonom ía de los actores civiles. E s, en esencia, General se hallaban subordinadas el resto de
un golpe cívico-militar promovido y respalda­ las fuerzas (M arina, Aviación e incluso la Poli­
do, y al menos en sus dos prim eros años tu te la ­ cía), la Inspección G eneral de las Fuerzas Mili­
do y vigilado de cerca por sectores políticos y tares (encargada de la justicia penal militar), la
empresariales, “en el cual el consenso existente oficina de personal y el Estado Mayor. O sea,
fue el factor decisivo, más allá de cualquier tra­ que tiene bajo su cargo no solo funciones mili­
bajo clandestino de preparación’’ (8). tares sino adm inistrativas. E sta concentración
que tuvo como origen la necesidad de centrali­
La emergencia de las Fuerzas M ilitares como zar el proceso de decisiones m ilitares en la lu­
actor político está determ inada por la creciente cha contra las guerrillas liberales, se convirtió
dependencia de los gobiernos conservadores en un recurso de poder formidable para Rojas
respecto de las acciones del ejército, en el plano en el momento del golpe (10). F rente al fraccio­
del orden público interno. Es decir, el ejército namiento de los Partidos, las Fuerzas A rm adas
comienza a ser un agente de decisiones políti­ presentaban una centralización burocrática to­
cas, que en un contexto de crisis catastrófica tal.
adquieren dimensiones estratégicas, lo cual ele­
va su protagonism o. De un rol secundario y La luna de miel no durará, sin em bargo, mucho
limitado, el ejército pasa en pocos años a un tiempo. A los dos años se hará evidente el di­
papel de prim er plano que hace de esta in stitu ­ vorcio entre los objetivos que se propusieron
ción —ante la quiebra de los P a rtid o s— la úni­ las clases dirigentes al im pulsar el “arbitraje
ca capaz de rescatar al país de su derrum be m ilitar” (superar las rencillas interpartidistas
inminente. La solución a la crisis que vivía el y la violencia política, restau rar a mediano pla­
país se apartó del mecanismo tradicionalm ente zo el régimen constitucional, impedir la aproba­
utilizado por las élites dirigentes, los gobiernos ción de la reforma constitucional laureanista),
de coalición bipartidista, para asum ir por p ri­ y los objetivos que fueron naciendo de las am ­
mera vez en nuestra historia la m odalidad del biciones de prolongar el poder por parte del
“arbitraje m ilitar” , tan común en otros países nuevo gobierno. De esta m anera, en el gobierno
del continente. E ra evidente la imposibilidad de Rojas se pueden distinguir dos etapas, to ­
de encontrar la vía para un acuerdo bipartid is­ mando en consideración las relaciones entre las
ta de inmediato, ante el resquebrajam iento de fuerzas civiles y la institución arm ada: la pri­
las relaciones inter e intra-partidistas, debien­ mera, que se puede caracterizar como un “ go­
do este pacto esperar un poco m ás de cuatro bierno m ilitar bajo tutoría civil” , y la segunda,
años para m aterializarse. Un tercer jugador a partir de la reelección de Rojas en 1954, como
tuvo que mediar entre ambos Partidos, para un gobierno m ilitar con ciertos rasgos nacional-
restablecer la institucionalidad evaporada. La populistas. El Frente Civil, de una parte, y la
unanim idad en torno a Rojas, así sea con titu ­ Tercera Fuerza (el binomio pueblo-Fuerzas
beos en ciertos sectores, pone en evidencia la Armadas) de otro, expresan el reagrupam iento
crisis de legitim idad que afectaba a la adm inis­ de fuerzas que condujo al derrocam iento de Ro­
tración conservadora, además de expresar ta n ­ jas. Sin embargo, en las dos etapas menciona­
to la ausencia de recursos de poder suficiente das se combinaron con distinto énfasis tan to
del régimen laureanista para imponer su “la retórica y la práctica del populismo m ilitar
proyecto autoritario, como de la oposición polí­ — nuevo en Colombia— y un autoritarism o
tica para derrocarlo por sí misma (9). m ilitar, ya latente en el frustrado golpe de
1944” (11). Prácticas latentes inicialmente, y
Una situación diferente se vivía en las Fuerzas que se harán visibles y predom inantes a fines
M ilitares gracias a la enorme concentración de de 1954.
funciones en su Comando General, lo cual faci­
litó tan to el acceso al poder de Rojas como su 10. Javier Torres, "M ilitary governm ent, political crisis, and
exceptional state: the Arm ed Forces of Colombia and the
National Front, 1954-1974", a dissertation subm itted to the
8. Carlos Urán, Rojas y la manipulación del poder, Bogotá, C ar­ Faculty of the G raduate School of State University of New
los Valencia E ditores, 1983, p. 68, nota 6. York for th e deg ree of Doctor of Philosophy.
9. C hristopher Abel, o p .c it., p. 331. 11. C hristopher Abel, op. cit., p. 332.
PRO FESTON A LIZ ACION M IL IT A R E N COLOM BIA ( I I I ). E. PIZA RRO 9

Es evidente que el intento de im plem entar su les. E n prim er térm ino, se designó a los miem­
propio proyecto político marcó el ocaso de Ro­ bros que entrarían a ocupar los cargos de direc­
jas, en la medida en que rompía la idea de la ción de la Asamblea: presidente, M ariano Os-
transitoriedad de su m andato que tenían en pina Pérez y vicepresidentes, Rafael Azuero
mente las élites y, sobre todo, porque Rojas Manchóla y Abelardo Forero Benavides, uno
buscó desplazarlos del control del E stado, en de los pocos liberales que habían apoyado el
beneficio de nuevos sectores em ergentes. La proyecto constituyente laureanista. La compo­
élite em presarial y política va a reaccionar sición de la mesa directiva de la ANAC pone en
como una “fiera herida” , como había ocurrido evidencia el deseo del gobierno y en general de
cien años antes con el gobierno del general José los sectores dirigentes de congelar los conflic­
M aría Meló y los artesanos de Bogotá, que da­ tos interpartidistas, para lograr un consenso en
ría origen al prim er gobierno frentenacionalis- torno al nuevo gobierno y contener la violencia.
ta: la Unión Sacra y la presidencia de Manuel La segunda decisión de im portancia fue la de
M aría Mallarino. entrar a estudiar el proyecto de reform a consti­
tucional elaborado por el gobierno depuesto.
Dado que la especificidad burocrática de las Por último, se brindó todo el apoyo al general
instituciones m ilitares (el monopolio de la re­ Rojas.
presión), cambia en estos años gracias al nuevo
protagonism o que asumen al servir de m edia­ El 18 de junio de 1953 la ANAC expide el Acto
doras en el conflicto que desgarra al país, es ne­ Legislativo No. 1, que declara vacante la Presi­
cesario observar la evolución de la profesionali- dencia de la República y ante este vacío de
zación militar desde la perspectiva de sus rela­ poder designa a Rojas en propiedad para term i­
ciones y conflictos con el conjunto de actores nar el período presidencial, lo cual fue conside­
que actúan en el sistem a político. Es decir, en rado como el mecanismo m ás ágil para legiti­
este capítulo nuestro objetivo es describir el m ar al nuevo gobierno (12).
funcionamiento de las Fuerzas M ilitares en
tanto que fuerzas políticas y observar cómo La C onstituyente dejó de funcionar tra s sus
incidió el gobierno militar en su comporta­ prim eras decisiones que sirvieron para ap u n ta­
miento futuro. lar al nuevo régimen durante el resto del año, y
solo sería convocada nuevam ente, tras un duro
La consolidación del régimen forcejeo con el Partido Conservador, h asta m e­
diados del año siguiente.
El 7 de mayo de 1953, el régimen conservador,
por intermedio de Luis Ignacio Andrade, m i­ Ahora bien, la conformación inicial del gobier­
nistro de Gobierno, había presentado el proyec­ no m uestra para algunos analistas el deseo de
to de reforma constitucional que serviría de Rojas de im pulsar una simple “ restauración en
base para la construcción del “nuevo orden” la continuidad” . Es decir, que expresa una cier­
ideado por Laureano Gómez. La discusión ta conciencia en la cúpula m ilitar del carácter
tomó de inmediato un giro polémico, que pola­ provisional y excepcional de su trán sito por el
rizó al país y que habrá de constituir una de las gobierno (13). E sto se evidenciaría en la com­
m anzanas de la discordia entre los Partidos, posición del nuevo gabinete que solo incluye
que aceleran la salida m ilitar. Paradójicam en­ tres m ilitares y m antiene en sus cargos m inis­
te, quien habrá de usufructuar la constituyente teriales a cinco de los m inistros de la adm inis­
no será su progenitor, Laureano Gómez, que tración depuesta (14). E sta sensación es refor-
parte para el exilio, sino Rojas Pinilla, quien no
tard ará en convertirla en una “constituyente
de bolsillo” . La Asamblea Nacional C onstitu­ 12. Carlos R estrepo Piedrahita, 25 años de evolución político-
yente (ANAC) va a desbordar sus funciones constitucional. 1950-1975, Bogotá, Publicaciones U niversi­
dad Externado de Colombia. 1976, p. 24.
para constituirse en un factor de legitimación 13. Willy M ury, op. cit., p. 165.
del nuevo gobierno. 14. Los m inistros m ilitares fueron los siguientes: en el M iniste­
rio de G uerra, el brigadier general Gustavo Berrío Muñoz;
en el de Comunicaciones, el teniente coronel M anuel Agu-
En las sesiones de instalación de la constitu ­ delo y en el de A gricultura, el brigadier general Arturo
yente se tom aron tres decisiones fundam enta­ C harry. Fueron ratificados como m inistros Antonio Escobar
10 A N A L IS IS PO LITICO No. 3- EN E R O A A B R IL D E 1988

zada con la designación del último m inistro de ejemplo, el levantam iento de la censura de
Gobierno de Laureano Gómez, Rafael Azuero prensa o la reform a de la tem ida Jefatu ra de
Manchóla, como prim er vicepresidente de la Seguridad, que se transform a en el Servicio de
ANAC. Aun cuando ya existen, como veremos Inteligencia Colombiano —SIC— (16). Por otra
más adelante, signos de un proyecto autono­ parte, la criticada Policía Nacional (incluyendo
m ista en el plano del discurso gubernam ental, las divisiones de aduanas, minas, inmigración
es evidente que en esta prim era etapa del go­ y puertos) responsable de atropellos sin núme­
bierno rojista se logra una relativa unidad polí­ ro en los últimos años, es trasladada el 10 de
tica gracias al arbitraje m ilitar. Los rasgos julio de 1953 del M inisterio de Gobierno al Mi­
bonap artistas del gobierno en esta etapa son nisterio de G uerra, quedando cobijada por las
funcionales para la estabilidad del sistem a polí­ norm as del Código Penal Militar. Para su sa­
tico, en la medida en que sirve de mediador en­ neam iento es nom brado director un alto oficial,
tre las fracciones dom inantes en conflicto, y el brigadier general Deogracias Fonseca.
entre éstas y los sectores populares, en especial
las guerrillas cam pesinas, cuya politización ha
desbordado el encuadram iento bipartidista. Un El nuevo papel que van a cumplir las Fuerzas
hecho, sin embargo, va a socavar ese consenso: M ilitares al asum ir la dirección del E stado (ro­
el m antenim iento de la hegemonía conservado­ les políticos y roles propiam ente m ilitares), los
ra en los cargos centrales de la administración. conduce a buscar una nueva relación con la
Si bien los liberales obtuvieron mayores garan ­ población y las guerrillas. “ Su misión era b u s­
tías políticas, continuaron excluidos del gobier­ car el consenso que los civiles no habían atin a­
no, salvo con una m inoritaria representación en do captar; por ello su gobierno se inauguró con
la C onstituyente y en la Corte Suprem a de J u s ­ un nuevo método político, en el tratam iento del
ticia paritaria nom brada por Rojas, en el que problema guerrillero: la am nistía de junio de
fue catalogado como su prim er acto tendiente a 1953 fue la p rueba” (17). Los éxitos fueron ini­
controlar las instituciones para prolongar su cialmente rotundos, gracias al nuevo clima que
m andato (15). creó el cambio de gobierno. La violencia se re­
dujo en pocos meses a algunos conflictos locali­
El papel asignado por las élites políticas al nue­ zados en el sur del Tolima. En los días inmedia­
vo gobierno es, en lo fundam ental, alcanzado tam ente posteriores al golpe, el gobierno conce­
en los prim eros m eses de su mandato: en pri­ dió indulto a numerosos presos políticos, sus­
m er término, la pacificación del país m ediante pendió las operaciones m ilitares en muchas
la desmovilización de la inm ensa mayoría de regiones, ofreció am nistiar a los guerrilleros
los grupos alzados en arm as; en segundo lu­ que se acogieran a la política de pacificación y,
gar, im pedir la aprobación por parte de la finalmente, se comprometió a proteger a quie­
Asamblea Nacional Constituyente del proyecto nes quisieran regresar a sus lugares de origen.
corporativista presentado por la Comisión de Aun cuando la respuesta de los distintos g ru­
Estudios Constitucionales; en tercer término, pos alzados en arm as fue muy diversa (desde
rescatar un clima de seguridad colectiva y de rendiciones incondicionales h asta desmoviliza­
restauración de ciertas libertades mínimas, por ción sin entrega), de hecho el gobierno m ilitar
logró desm ontar el am enazante movimiento
armado, con un mínimo de concesiones reales
Cam argo, Pedro Nel Rueda, Antonio Alvarez Restrepo, que serán la fuente de su posterior reactivación
Lucio Pabón Núñez y M anuel M osquera, aun cuando estos
dos últim os cam biaron de cartera. Los únicos m inisterios
ante las frustraciones que deja este pacto prác­
que el gobierno m ilitar va a m antener con m iem bros activos ticam ente unilateral.
de las Fuerzas M ilitares, son los de Comunicación, G uerra
y O bras Públicas, que se constituyeron en los pilares del
gobierno militar.
15. Rojas, quien había tenido un duro enfrentam iento con la 16. Tanto el director de la Jefatu ra de Seguridad, Enrique Var­
Corte a raíz de sus duras críticas a la inm oralidad que, se ­ gas O rejuela, como sus subalternos, son destituidos. El di­
gún el general, corroía a la justicia, aceptó la dimisión in­ rector del nuevo Servicio de Inteligencia, coronel Luis E nri­
dignada de los m agistrados; de inm ediato, m ediante el d e ­ que O rdóñez, declara que “ no podemos im poner la auto ri­
creto 3110 del 27 de noviem bre de 1953, nombró una nueva dad a base de atropellos. El torm ento y la tortura p e rten e­
Corte com puesta de 8 liberales y 8 conservadores, que será cen al p a s a d o '. El Espectador, 18 de diciembre de 1953.
bastante obsecuente en el futuro. Véase, Carlos Urán, op. 17. Carlos M iguel Ortiz, Estado y subversión en Colombia, Bo­
cit., p. 77. gotá, Fondo Editorial CEREC y CIDER, 1985, p. 271.
PROFE SIO N ALIZ ACION M ILITA R EN COLOM BIA (III). E. PIZA RRO 11

Uno de los factores que favorecieron enorme­ aum entaron las brigadas del ejército de 5 a 7,
mente la popularidad del gobierno de Rojas en ampliándose el área de influencia de la Brigada
sus dos primeros años, fue la coyuntura econó­ de In stitu to s M ilitares de Bogotá, al tiempo
mica excepcional que vivió el país gracias a los que la Policía Nacional fue organizada en zonas
altos precios del café, lo cual favoreció un rápi­ de influencia que coincidían con los límites
do crecimiento económico fundado en la su sti­ departam entales. A fines del año de 1955 se
tución de importaciones, que habría de prolon­ amplió el tiempo del servicio m ilitar de 18 a 24
garse hasta 1957 a un ritm o del 8% para el sec­ meses, y el ejército llegó a contar al año si­
tor industrial. Industrias existentes vivieron guiente con 32.000 hombres, es decir, la cifra
una im portante etapa de ampliación (tales m ás alta desde la creación de la Escuela M ilitar
como la química y la de electrodomésticos), y en 1907 (20). La rápida reactivación de la vio­
otras ram as despegaron, tales como la metal- lencia en una buena parte del territorio nacio­
mecánica, gracias a las Acerías de Paz de nal no es extraña a estas decisiones.
Río (18). E sta abundancia de recursos con los
que contó el nuevo gobierno le permitieron Así, pues, bajo la adm inistración de Rojas Pi-
im pulsar una gigantesca política de obras p ú ­ nilla los miembros de las Fuerzas M ilitares al­
blicas, gracias al dinamismo del alm irante R u­ canzaron una participación en los ingresos n a ­
bén Piedrahita, M inistro de Obras Públicas. cionales que no habían obtenido en la primera
Igualm ente, le perm itieron al gobierno brindar m itad de este siglo. El H ospital M ilitar, el Club
a las Fuerzas M ilitares una inyección económi­ M ilitar, el mejoramiento sustancial de sueldos
ca que no habían conocido en el pasado, lo cual y equipos, la adecuación de las edificaciones
cim entará una relativa —aunque frágil a la m ilitares constituían viejas reivindicaciones de
p o stre— “ solidaridad de cuerpo” , cuyas expre­ la institución. Los riesgos de configurar una
siones no tardarán en aflorar a medida que el “c a sta ” m ilitar alim entada m ediante los recur­
régimen comienza a depender, casi que exclusi­ sos del E stado, tan común en el Tercer Mundo,
vamente, de la institución misma. era una posibilidad. A medida que creció su ais­
lamiento, Rojas impulsó esta opción, que se
En efecto, el crecimiento del presupuesto mili­ frustró, sin embargo, ya que no logró hacer de
ta r que había sufrido un salto significativo des­ las Fuerzas Arm adas un factor de poder au tó ­
de la adm inistración de Ospina, en íntim a rela­ nomo, ni concitar en torno a ellas un vasto
ción con el papel creciente de la institución movimiento popular. Lo cual no impide que al­
m ilitar en el manejo del orden público, tendrá gunos de los sectores m ilitares beneficiados con
un nuevo auge bajo Rojas. E n el año de 1953 la adm inistración resistieran h asta el último
las Fuerzas M ilitares reciben el 27.1% del gasto momento al abandono del poder, y continuaran
público y al año siguiente, en el cual el gobierno expresando su añoranza muchos años des­
anuncia el m ás alto presupuesto alcanzado por pués (21).
el país, pasa el gasto m ilitar a un 28.2% (su­
mando los gastos de defensa y de seguridad), a Aun cuando las buenas relaciones entre Rojas
los cuales debe añadirse una m ultitud de obras y las élites tradicionales no tardaron mucho
desarrolladas por el M inisterio de Obras Públi­ tiempo en deteriorarse, lo cierto es que en los
cas con destinación a la institución m ilitar
(“construcciones m ilitares” ) (19). Las críticas
se hicieron sentir dadas las perspicacias que 20. Datos tom ados de Russell Ram sey, Guerrilleros y soldados,
producía en la opinión pública un gasto m ilitar Bogotá, Ediciones Tercer M undo, 1981, p. 236.
21. Para diversos autores, la ausencia de un protagonism o polí­
abultado en un medio continental plagado de tico autónom o de las clases m edias en Colombia, su d ep en ­
regímenes militares. El destino de estos recur­ dencia de las estructuras políticas y económicas de las élites
sos era el mejoramiento de las sedes militares, tradicionales, se expresaron, igualm ente, d urante el go­
bierno militar: “ Las Fuerzas A rm adas dem ostraron no
aumentos de sueldos y compra de arm am entos haber desarrollado un 'espíritu de cuerpo' capaz de em anci­
en el mercado mundial. Al año siguiente se parse de las estructuras oligárquicas de las clases m edias.
Los generales que rodeaban a Rojas fueron fácilm ente cap­
tados por los dirigentes de los dos partidos y solam ente
algunos oficiales de rango inferior m ostraron posteriorm en­
18. Daniel Pécaut, Política y sindicalism o en Colombia, Bogotá, te algún deseo de reconstruir la perdida hegem onía mili­
Ediciones C ulturales, 1982. p. 251. ta r " (Fem ando Guillén, El poder político en Colombia,
19. Willy Mury, op. cit., p. 167. Bogotá, Editorial Punta de Lanza, 1979, p. 549).
12 A N A L IS IS PO LITIC O No. 3- E N E R O A A B R IL DE 1988

dos primeros años había en estos sectores un En 1954 se enviaron a los E stados Unidos los
reconocimiento a la labor que desarrollaba la primeros oficiales con objeto de recibir prepara­
institución m ilitar, o al menos un sentim iento ción como “ran g ers” , en la prestigiosa “ Ranger
de que era un mal necesario y provisional. Lo School” localizada en F ort Benning, Geor­
cual se expresaría en la reelección de Rojas gia (23). E stos prim eros instructores, en aso­
para un nuevo período presidencial. cio del m ayor Ralph Pocket y del teniente John
Galvin (24), crearon la Escuela de Lanceros
Tras el largo receso que prácticam ente se pro­
longó desde las prim eras semanas del golpe como dependencia de la Escuela de Infantería
de Usaquén. “ La escuela entrenaba suboficia­
h asta el 27 de julio de 1954, la C onstituyente
les y oficiales jóvenes como com andantes de
reabrió sus sesiones luego de graves fricciones
entre el gobierno renuente y el Partido Conser­ pequeñas unidades para operaciones conven­
vador, ávido de definir el nuevo rum bo del país cionales. E n breve lapso, la escuela había m ejo­
tras el cumplimiento del período presidencial rado considerablemente la calidad de m ando de
de Rojas. La designación del nuevo m andatario pequeñas unidades, factor vital para los ejérci­
arriesgaba convertirse en un factor de conflicto tos involucrados en una lucha de tipo irregu­
la r” (25). E sta escuela, la prim era de su género
grave puesto que, aun cuando existía un con­
senso respecto a lo inapropiado de convocar en América Latina, señala simbólicamente el
destino futuro del ejército colombiano: un ejér­
elecciones ante el clima de sectarism o no supe­
rado, tan to Ospina como Valencia aspiraban a cito que estará involucrado en una guerra inte­
ser designados para la Presidencia de la Repú­ rior de contrainsurgencia en las décadas si­
blica (22). Sin embargo, ganó la idea defendida guientes, determ inando su organización, su
m entalidad, sus valores y pau tas de com porta­
por Eduardo Santos, de que era preferible ree­
miento.
legir a Rojas Pinilla para el nuevo período pre­
sidencial, teniendo en cuenta los riesgos que E ntre tanto, Colombia continuó recibiendo
conllevaría eventualm ente una restauración del ayuda m ilitar de los E stados Unidos a través
régimen civil a destiempo. E sta decisión se del Program a de A sistencia M ilitar firmado en
tomó el 3 de agosto. 1951. Aviones de com bate Lockheed T-33A,
M entor T-34A, J e t Sabré F-86 (el interceptor
Con el nuevo receso del mes de septiem bre de
aéreo m ás moderno en ese momento, al lado del
1954, la ANAC no volvería a reunirse h asta dos
MIG-17 ruso), aviones de carga C-54 (26), que
años m ás tarde, pasando la dirección total de
llevaron a una modernización acelerada de la
los asuntos nacionales al Ejecutivo, quien go­
Fuerza Aérea, similar a la que estaba viviendo
bernaría sin contrapesos y a punto de decretos
el ejército con su preparación para la guerra
suyos durante todo este largo período.
irregular. Además, Colombia, como el resto de
En estos meses se vivió un recrudecimiento de países del continente, aceleró el envío de oficia­
la violencia en varios departam entos del centro les para recibir adiestram iento en los E stados
del país, que condujo a innovaciones en las Unidos o en la Zona del Canal de Panam á. En
Fuerzas M ilitares que van a m arcar profunda­ el presupuesto de ayuda m ilitar y técnica de los
m ente a la institución en el futuro. En efecto, Estados Unidos en estos años se destinó una
tanto este hecho como el fracaso vivido por las im portante sum a para becarios latinoam erica­
Fuerzas M ilitares en su guerra irregular en los nos, y se dictaron solo en 1953, 595 cursos bási­
años anteriores, llevó al convencimiento de los cos (27). H asta 1959, el program a se orientó
altos mandos acerca de la necesidad de un vuel­
co en la concepción de la guerra y en la prepara­ 23. Capitán Ramiro Zam brano, ‘‘Siluetas para una historia ",
ción de la tropa. Se tra ta b a de condicionar al en Suplemento de la Revista del Ejército, No. 29, Bogotá,
ejército para la nueva m odalidad de conflicto p. 95.
24. El entonces teniente John Galvin, sería designado m ás ta r­
armado que se generalizaría en el mundo des­ de com andante del Comando Sur de los Estados Unidos,
pués de la segunda guerra mundial: la guerra con sede en el Cañad de Panam á, y hoy ocupa uno de los
cargos m ás decisivos en el aparato m ilitar de O ccidente:
de guerrillas. com andante general de la OTAN.
25. Russell Ramsey, op. cit., p. 246.
26. Idem., p. 250.
22. “ E ntrevista con Lucio Pabón N úñez", en Revista de H isto­ 27. Entre 1950 y 1963 se adiestró un total de 2.516 oficiales co­
ria, No. 8, Vol. I, Bogotá, 1981, p. 17. lombianos dentro del program a de A sistencia M ilitar
PR O FE SION A LIZA C IO N M IL IT A R E N COLOM BIA (III). E. PIZA RR O 13

fundam entalm ente hacia la enseñanza del em ­ orden, la disciplina y la unidad nacional sin fi­
pleo del m aterial que provenía de los E stados suras. En Rojas, estas connotaciones conserva­
Unidos de acuerdo con la Ley de Defensa M u­ doras (Dios y Patria) estarán por encima de sus
tua. A diestram iento y m aterial dirigidos a la débiles referencias populares y antioligárqui­
preparación de las Fuerzas A rm adas latinoa­ cas, lo cual se reflejará en su contradictorio e
mericanas para repeler una eventual agresión inconsistente discurso, así como en sus múlti­
externa. E sta preparación para la guerra con­ ples y confusas bases sociales de sustentación.
vencional difería de la que recibían algunos ofi­ Esto explica, igualm ente, por qué el conflicto
ciales en la recién creada Escuela de Lanceros con las clases dirigentes no se da en el plano
para la guerra irregular, la cual se im pondrá en propiam ente económico (Rojas no representa a
los años sesentas, con la inmersión total del ningún sector en particular), sino en lo funda­
ejército en el modelo de contrainsurgencia. m ental en el plano político.
En el año de 1954 es ya corriente el térm ino
El proyecto de autonom ía “ gobierno de las Fuerzas A rm adas’’, tanto en
los discursos como en los comunicados oficia­
En su exhaustivo ensayo sobre la evolución de les. El ahondam iento de la distancia que sepa­
las instituciones políticas en la década de los ra al gobierno de los partidos tradicionales,
años cincuentas, Alvaro Echeverri —contraria­ buscará ser llenado por Rojas m ediante un apo­
m ente a las versiones m ás difundidas —, sos­ yo más sólido de las propias Fuerzas M ilitares,
tiene la tesis de que el proyecto autonom ista de de un sector vagam ente denom inado como
Rojas se puede rastrear a nivel del discurso y “ socialista’’ (que recoge en lo fundam ental al
antiguo gaitanismo) y a los miembros de los
en ciertas medidas lim itadas, prácticam ente
Partidos tradicionales que comenzaban a des­
desde el inicio de su m andato. Declaraciones
lindarse. Lentam ente se comienza a crear el
tem pranas de Rojas, como aquella hecha pocos
escenario de la ruptura, en la m edida en que
días después del golpe, el 19 de junio, en res­
las élites políticas presienten que se acerca el
puesta a una m anifestación de respaldo e stu ­
momento de su remplazo por nuevos sectores.
diantil y en la cual sostuvo que “ nuestro movi­
miento no será capitalizado por ningún grupo El proceso de distanciam iento de Rojas y la
partidista’’, así lo m uestran. Asomos tímidos creación concomitante de aparatos destinados
de autonomía se vislumbran, igualm ente, po­ a im pulsar sus propios canales de apoyo popu­
cos días más tarde, en una alocución radial, lar, así como orientados a consolidar una opi­
cuando el ministro de Gobierno califica al régi­ nión pública favorable a su m andato, se fue te­
men como “ nacional y con objetivos naciona­ jiendo lentam ente como una compleja telaraña
les’’ (28). Rojas habla, incluso en sus prim eras que buscaba invadir todas las esferas de la vida
intervenciones, de la necesidad de estim ular la social e institucional. Sin duda las élites bipar­
conformación de “ nuevas clases dirigentes’’, tidistas no midieron el potencial de autonomía
ante el desplom e al cual condujeron al país los que poseían ya en ciernes las Fuerzas M ilitares
Partidos. La visión iluminada de las Fuerzas desde el propio 13 de junio, y creyeron que
M ilitares como la más nacional y patriótica de podrían m antener su control e instrum entaliza-
las instituciones, busca servir como “ ideología ción indefinidam ente. Pero la dinámica misma
cohesionadora” de su nuevo papel de líder del proceso ante la crisis política, el fracciona­
ante el país. Rojas, como un típico exponente miento de los Partidos y la ausencia de un lide­
de una corriente militar conservadora busca razgo civil coherente, le daban al ejército una
“ despolitizar’’ al Estado (y a la vida política), gran iniciativa en el terreno político.
con objeto de obtener un consenso interno en
torno a los valores corporativos tales como el Un rasgo de los sistem as políticos bajo dominio
militar es el de que “ las fuerzas arm adas se
politizan, tanto como la política se militari­
(PAM) de los E stados Unidos, de un total de 24.421 oficia­ za’’ (29), intento al cual no escapa este gobier-
les de América Latina. Cf. Rosa Gómez y Juan Valdés, La
intervención militar yanki en Colombia, Bogotá, Ediciones
Frente Social, 1972, p. 80. 29. Darkwart Rustow, A world of nations, problem of political
28. Alvaro Echeverry, Elites y proceso político en Colombia, modernization, W ashington, The Brooking Institution,
1950-1978, Bogotá, FUAC, 1987, p. 125. 1967, p. 193.
14 A N A L IS IS PO LITIC O No. 3- E N E R O A A B R IL DE 1988

no, que buscó efectivam ente m ilitarizar la so­ gobierno se apoyó en el diario La Paz, bajo la
ciedad política. Desafío nada fácil en un país de dirección de M anuel M osquera Garcés, que
tradición de gobiernos civiles, lo cual se tradu­ sería rem plazado dos años más tarde, en agos­
jo en la incapacidad de las Fuerzas Armadas to de 1956, por el Diario Oficial, al ser converti­
para estructurar un proyecto nacional con am ­ do en el vocero del gobierno, con un alto tiraje,
plias bases de apoyo social, lo que perm itirá a circulación diaria y a precios más módicos que
los Partidos recuperar la iniciativa histórica. el resto de los periódicos (solo dos centavos
Rojas solo logró rodearse de un clan cerrado y frente a quince que costaba el resto). Igual­
no alcanzó a gestar un movimiento de m asas, a m ente, el gobierno utilizó am pliam ente la tele­
pesar de los múltiples medios utilizados para visión, que nace bajo su adm inistración, como
este efecto. medio de comunicación oficial, así como el ra-
dioperiódico Actualidad Nacional y la Em presa
En el plano de los medios de comunicación, el Nacional de Publicaciones, creada para tal
gobierno militar desarrolló una gran ofensiva efecto a fines de 1954. E sta em presa, bajo la
tendiente a buscar una opinión favorable a su dirección de un oficial, tenía el monopolio en
mandato. El 1 de junio de 1954 el ministro de la importación de papel, lo cual la convertía en
G uerra, brigadier general Gustavo Berrío, en­ un instrum ento adicional de presión sobre los
vió a los altos mandos de las Fuerzas M ilitares medios escritos. Y para bloquear las crecientes
y de Policía la Circular No. 01538 con objeto de evidencias de corrupción que venían denun­
crear un periódico oficial. Dice la misiva en ciando los distintos medios, el gobierno expidió
algunos de sus apartes: el 24 de septiem bre de 1954 el decreto 2835
sobre la “ injuria y la calum nia” , que causó
En Colombia, todo órgano periodístico funciona se­ hondo m alestar en el país, y fue calificado por
gún una doctrina política y sus informaciones se El Espectador como “ una am enaza cierta con­
orientan a lograr los fines de aquella, aun apartándo­
se en ocasiones a la realidad de los hechos que sean
tra la libertad de expresión’’ (32).
interpretados con sujeción a sus doctrinas. Siendo
propósito del gobierno desarrollar en el pueblo co­ A esta búsqueda de medios para canalizar y
lombiano un espíritu patriótico independiente y na­ conformar una opinión pública favorable al
cional colocado por encima de los credos políticos y gobierno, se añadieron otros ingredientes ten­
con el pensamiento en el bienestar común de los co­
lombianos, para beneficio de la patria, su fe en Dios
dientes a plasm ar unas bases de apoyo al go­
(...), es necesario que estos ideales tengan su propio bierno: en el plano sindical, la creación de la
órgano de información que dé a conocer en forma Central Nacional de Trabajadores (CNT); en el
exacta la acción de los dirigentes del gobierno (30). plano social, la fundación del Secretariado de
Acción Social y de Protección de los niños
Para im plem entar esta medida, se constituyó (SENDAS), y en el plano político, el impulso de
en Bogotá una comisión presidida por el briga­ una nueva agrupación política, el Movimiento
dier general Rafael Calderón Reyes, com pues­ de Acción Nacional (MAN).
ta por oficiales en servicio y en retiro. Se creó
una sociedad anónima, con un capital inicial de La CNT recibe su personería jurídica el 16 de
un millón de pesos distribuidos en 50.000 ac­ diciembre de 1954. La vaga plataform a de la
ciones, que serían adquiridas por oficiales de nueva central fue elaborada al parecer por el
las Fuerzas M ilitares en forma obligatoria. Pa­ propio M inistro del Trabajo, Aurelio Caicedo
ra tranquilizar a los sectores civiles que habían Ayerbe (33) y es resum ida por el Diario de Co­
recibido con natural alarm a esta noticia, se lombia, así:
anunció que ‘ ‘con esto no se trata de crear (un)
órgano de lucha contra los Partidos en funcio­ 1. Respeto al sentim iento católico de Colom­
namiento, sino de orientación popular y de bia;
unión sincera de Fuerzas Arm adas y pueblo en 2. Central católica que ve complacida la ayuda
torno a nuestro eximio Presidente para (la) moral y espiritual que pueda prestarle la
reconstrucción moral, política y económica del Iglesia por interm edio de sus jerarcas;
país” (31). Si bien este proyecto no funcionó, el
32. El Espectador, 27 de noviem bre de 1954.
30. El Espectador, 2 de agosto de 1954. 33. M iguel U rrutia, Historia del sindicalismo colombiano, Bo­
31. Idem. gotá, Editorial La C arreta, 1976, p. 236.
PR O FE SIO N A L IZ A C IO N M IL IT A R EN COLOM BIA (III). E. PIZA R R O 15

3. Ser anticom unista; MAN es am pliam ente representativa de las va­


4. M antenerse inm une contra las doctrinas y rias fracciones políticas que acom pañan al go­
prácticas que causan mal a la patria; bierno rojista: Luis Em iro Valencia, H ernando
5. H acer un sindicalismo grem ial indepen­ Rodríguez, José Jaram illo Giraldo y Carlos
diente de los partidos políticos; Vesga Duarte, es decir, un socialista, un sindi­
6. Propender por la libertad de sindicalización; calista gaitanista, un liberal y un conservador.
7. Ser nacionalista (34). Sim ultáneam ente aparece en las calles de Bo­
gotá un cartel en apoyo al gobierno militar fir­
A pesar de esta declaración de fe en la Iglesia y mado por un grupo que se autodenom ina
en los principios cristianos y nacionalistas, la Alianza Nacional Popular con más de tres mil
jerarquía eclesiástica reaccionó en forma viru­ firmas (38).
lenta contra la nueva central obrera, que entra
a disputarle su monopolio virtual sobre el sin­ El proyecto del MAN tuvo, a pesar del apoyo
dicalismo a través de la UTC. En un panfleto oficial, una vida fugaz, debido a que frente a la
afirm an los obispos de Antioquia, portavoces oposición intransigente de los dos Partidos, la
de la Iglesia en su conjunto, lo siguiente: “ La Iglesia, los gremios y los principales medios
CNT no es una organización sindical para cató­ escritos, el gobierno retrocedió y decidió disol­
licos, es de dudosa índole nacional y sus ten­ ver esta iniciativa. E sta indecisión, que se re­
dencias m anifiestam ente anticatólicas, pero­ petirá dos años más tarde cuando se funda la
nistas o ‘justicialistas’ y com unistas’’ (35). Aun “ Tercera F uerza” (el segundo proyecto de un
cuando no existe una plena comprobación de partido-apoyo al régimen), evidencia cómo el
que la nueva central haya sido inspirada direc­ gobierno militar fue incapaz de elaborar un
tam ente por el gobierno peronista, es evidente proyecto propio, m uestra su impotencia para
que Bogotá m antuvo una estrecha vinculación gestar mecanismos de integración política via­
con Buenos Aires en estos años y en todo caso, bles y, ante todo, la solidez del bipartidismo, a
la nueva central se afilió a la Asociación de Tra­ pesar de las dificultades que lo aquejan, para
bajadores de América Latina, de clara inspira­ bloquear toda iniciativa que buscara desplazar­
ción justicialista (36). lo en forma definitiva del control del Estado.
En forma sim ultánea con la CNT, el gobierno Estos intentos de suscitar bases de apoyo sin­
buscó conformar una organización de carácter dical y político, se acom pañaron de otras medi­
político, el Movimiento de Acción Nacional, das tendientes a am pliar el respaldo de nuevos
que se presenta como una respuesta a la cre­ sectores al gobierno, tales como la mujer, la
ciente unidad de los Partidos tradicionales. “ El clase media y los sectores urbanos más depri­
MAN es el verdadero frente democrático, con­ midos. La creación de SENDAS el 24 de mayo
tra todo otro frente de las oligarquías resenti­ de 1954 es, sin duda, el más significativo.
d a s” , la auténtica “ unión del pueblo conserva­
dor, liberal y socialista” (37), según sus inspi­ Pero todo un paquete de m edidas similares se
radores. orienta en el mismo sentido: en octubre de
1953 se crea la policía fem enina para la protec­
Esta fue la gota que colmó la paciencia de las ción de la niñez y se hace público un vasto plan
élites políticas, dado que el intento de Rojas de de construcción de vivienda para sectores me­
buscar consolidar sus propios núcleos de apoyo dios de la población, mediante un subsidio
popular al m argen de los Partidos tradiciona­ familiar para tal efecto; en mayo de 1954 se
les, quebraba en forma definitiva el tutelaje funda el servicio cívico social femenino y en
que éstos ejercían sobre el gobierno, despla­ agosto del mismo año se concede el voto a la
zándolos no en forma provisional sino definiti­ m ujer m ediante una reforma constitucional
va del control del Estado. La dirección del adoptada por la ANAC; y finalmente, en abril
de 1955 se crea el Instituto Nacional de A baste­
cimiento (INA), para facilitar el acceso de ali­
34. El Diario de Colombia. 3 de mayo de 1954.
35. La República, 10 de enero de 1954. mentos subsidiados a sectores deprimidos de
36. Carlos Urán. op. cit., p. 82.
37. Medófilo M edina. La protesta urbana en Colombia en el
siglo veinte, Bogotá, Ediciones Aurora, 1984, p. 93. 38. El Espectador, 13 de enero de 1955.
16 A N A L IS IS PO LITIC O No. 3- EN ER O A A B R IL DE 1988

la población. El conjunto de estas medidas choque fueron las principales víctimas, pero no
m ostraba la derivación creciente hacia un po­ las únicas (41). La violencia urbana, a diferen­
pulismo redistributivo, como todos los del con­ cia de la rural tenía la virtualidad de producir
tinente en este período, hacia el cual se orien­ mayor impacto en la opinión pública. Por ello,
taba el gobierno militar. SENDAS, organismo al fracaso de la pacificación rural se añadía este
directam ente dependiente de la presidencia y am biente de inseguridad urbana, que amplia­
al cuidado de la hija de Rojas, era especialm en­ ba el m argen de resistencia al gobierno. El rei­
te adecuado para alcanzar ese objetivo, ya que nicio de la censura de prensa y el cierre del dia­
buscaba asim ilar la imagen de M aría Eugenia rio El Tiempo expresaban esta tensión crecien­
con la popular Evita Perón. El balance de este te. Igualm ente, la ilegalización del Partido
conjunto de iniciativas va a estar, sin embargo, Comunista por parte de la ANAC, así como la
muy por debajo de las expectativas del gobier­ llamada “ guerra de Villarrica” dirigida contra
no y en todo caso fueron insuficientes para con­ regiones de influencia de este Partido.
solidar la añorada base de sustentación popu­
lar. Un indicio claro en el fracaso m anifiesto de Para algunos autores, con esa ilegalización
Rojas para conformar esta base de apoyo se buscaba Rojas “ tranquilizar a las clases domi­
reflejó más tarde, el 10 de mayo de 1957: según nantes frente a los objetivos reform istas, no
sus propias palabras, en esta fecha solo obtuvo radicales, de su gobierno” (42). Creemos, sin
un respaldo de los trabajadores de 15 a 16 fá­ embargo, que esa decisión reflejaba, ante
bricas en Bogotá y entre diez a quince mil obre­ todo, un componente perm anente de la ideolo­
ros en M edellín. Es indudable que Rojas cons­ gía de Rojas como se reflejó en todas sus inicia­
tituyó un proyecto de populismo militar aborta­ tivas, en las cuales, el anticomunismo era una
do (39). constante. En todo caso, esta decisión así como
la declaración de la región del Sumapaz y el
Un factor clave que incidió en este fracaso fue oriente del Tolima como zona militar, m uestran
la reactivación de la violencia, que term inaría que la tardía asimilación del anticomunismo
por colocar en entredicho la justificación mis­ propio de la “ guerra fría” , comienza ya a pe­
ma del gobierno de Rojas: si su acceso irregu­ netrar a los cuarteles (43). Clima de guerra fría
lar al poder tenía como justificación central la que se abre paso con fuerza en todo el conti­
erradicación de la violencia, la agudización de nente, como se reflejó en la resolución contra el
los enfrentam ientos ponía al desnudo más que comunismo aprobada en la Décima Conferen­
cualquier otro hecho la incapacidad guberna­ cia Interam ericana de Caracas (1954), inspira­
mental. Aun cuando el área de la denom inada da por el secretario de Estado norteamericano,
“ segunda ola de Violencia’’ fue más reducida John Foster Dulles, y que se reflejaría en la
que en la anterior (Tolima, Huila, Caldas, Va­ declaración de ilegalización de! Partido Comu­
lle, Cauca y un sector del Carare), en este pe­ nista a los pocos meses.
ríodo la violencia tuvo un carácter “ más bárba­
ro e intenso” (40). Además, esta nueva etapa La Tercera Fuerza
va a tener una connotación que no tuvo la ante­
rior, que se hallaba fundam entalm ente locali­ El último intento por consolidar un movimiento
zada en las zonas rurales: es su extensión a las político de apoyo al régimen sería la denomina-
principales ciudades, en particular a la propia
capital. En la medida en que la oposición al 41. Sobre este clima de inseguridad urbana (tales como los
gobierno se amplió a sectores cada vez más acontecim ientos de la Plaza de Toros u otros), cf., Medófilo
vastos, que el aislam iento y la pérdida de con­ M edina, op. cit., pp. 98-102.
42. Esta es la opinión, por ejem plo, de Alvaro Echeverri, op,
senso comenzaron a tom ar cuerpo, un perfil día cit., p. 124.
a día más autoritario y represivo se fue estable­ 43. El 4 de abril de 1954 la región de Sum apaz, en donde se h a­
ciendo en el régim en militar. Los estudiantes bían diluido las guerrillas com unistas en la m odalidad de
autodefensa cam pesina tra s el 13 de junio, es declarada
que se constituyeron en la principal fuerza de zona m ilitar. Varios miles de soldados, apoyados por la
aviación m ilitar, bajo el comando operativo de la Brigada de
Institutos M ilitares, iniciaron un plan de aniquilam iento
39. Cf., Jav ierT o rres, op. cit., p. 197. global —en una de las páginas m ás oscuras de nu estra his­
40. G erm án G uzmán, Orlando Fals y Eduardo Umaña, La Vio­ toria m ilitar—, que condujo a una reactivación de la g u e rri­
lencia en Colombia, T. I, Bogotá, Punta de Lanza, 1977, lla com unista. Esta ola de violencia en la región solo term i­
p. 104. nará en 1958 bajo Lleras Camargo.
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da “ Tercera F uerza’’. E ste proyecto fue lanza­ nació como una respuesta del gobierno y de sus
do con ocasión del tercer aniversario del acceso asesores a la constitución por parte de las élites
al poder de Rojas, m ediante dos juram entos políticas del llamado Frente Civil, propuesto
públicos, el uno en la plaza de Bolívar y el otro desde noviembre de 1955 por Lleras Cam argo
en el estadio del Campín. El prim ero, el m artes como alternativa al continuismo militar. Así, el
12 de junio de 1956, sería el juram ento de las binomio pueblo-Fuerzas A rm adas es percibido
Fuerzas M ilitares y el segundo, el miércoles como un polo unitario frente a las pretensiones
13, de los sectores civiles. de “ las oligarquías resentidas” .

Tanto los discursos de Rojas Pinilla, como la Una diferencia central se vislumbra entre el
intervención del m inistro de G uerra el 13 de ensayo inicial de un partido militar, el MAN, y
junio en la noche, durante la inauguración del la experiencia postrera de la Tercera Fuerza: el
Club Militar, se orientaban a subrayar la im­ carácter más hondam ente m ilitarista del se­
portancia de una “ tercera fuerza” que perm i­ gundo, que expresa el estrecham iento de las
tiese despolitizar al país, bajar los niveles de bases de apoyo al gobierno y que lo obligan
pugnacidad entre los Partidos y gestar un mo­ cada vez más a apoyarse casi exclusivamente
vimiento suprapartidista que colocase los inte­ en la sola institución castrense. La idea de con­
reses del país más allá de los mezquinos intere­ vertir a los estados mayores de las distintas
ses grupistas. Es decir, según el pensam iento brigadas, a su vez, en los estam entos dirigen­
de Rojas, alcanzar una “ regeneración apolíti­ tes de la Tercera Fuerza a nivel regional simbo­
ca” del país, gracias a la mayor incidencia de liza esta característica. En efecto, cuando en
la oficialidad en la conducción del Estado. La junio de 1956 el brigadier general Rafael Cal­
comunión del pueblo con las Fuerzas M ilitares, derón Reyes es designado como jefe del Estado
como pilar de la nueva institucionalidad, debía M ayor de la Tercera Fuerza, éste anuncia la
consagrarse sin interm ediarios partidistas que creación sim ultánea de organismos similares
dividían al país y que habían conducido a la en todo el país, bajo la conducción de miem­
hecatombe anterior al 13 de junio. “ ... el 7 de bros de las Fuerzas M ilitares. El discurso de
agosto de 1819 nos independizó del coloniaje y Rojas term ina en el Club M ilitar con estas sig­
el 13 de junio de 1953 nos libertó de la corrup­ nificativas palabras:
ción política... la que no es ni puede ser un ter­
cer partido porque ella unifica lo que los parti­ Es evidente, señores oficiales, que la suerte de la
Patria continúa en nuestras manos y que sin vacila­
dos dividen” , sostenía Rojas en su interven­ ción sabremos garantizar para el futuro la conviven­
ción en la Plaza de Bolívar (44). A su vez, el cia nacional y el normal funcionamiento de su vida
general Gabriel París en el homenaje a Rojas institucional libre ya de los abusos democráticos que
afirmaba: “ Las Fuerzas A rm adas, al asum ir la en el pasado la llenaron de vergüenza, pero tened
responsabilidad histórica de salvar a Colombia presente, que no podremos cumplir los sagrados jura­
mentos y solemnes promesas que hemos hecho ante
de la anarquía y de la disolución, han tomado la Dios, si olvidamos un solo instante que en la unión
invariable determ inación ante Dios y ante la firme y sincera de las cuatro armas está nuestra fuer­
Patria, de no perm itir que el país regrese a las za, y que de esta fuerza depende la tranquilidad y el
prácticas y vicios liquidados el 13 de junio de bienestar del pueblo, la defensa y el porvenir de las
1953” (45). Los partidos quedaban notificados Fuerzas Armadas, y la seguridad y salvación de Co­
lombia (46).
de que las Fuerzas M ilitares no consideraban
term inada su función terapéutica. Esto se evi­
Pero las diferencias entre el MAN y la Tercera
denciaría un poco más tarde, cuando el minis­
Fuerza no deben ocultar dos rasgos similares:
tro de G uerra anunciara la decisión inquebran­
uno, el carácter nebuloso de la ideología de uno
table de las Fuerzas M ilitares de continuar en
y otro proyecto político se pierde en la retórica,
el poder hasta el año de 1962. De las escaram u­
mostrando la dificultad que siem pre tuvo el
zas entre el gobierno y los Partidos, se estaba
proyecto rqjista para articular una alternativa
en trance de pasar a la batalla campal. Recor­
política sólida. La Tercera Fuerza se funda en
demos que el proyecto de la Tercera Fuerza
una mezcla confusa de nacionalismo, cristia­
nismo y anticomunismo, cuya divisa era “ Dios
44. Sem ana, No. 501, 25 de junio de 1956, p. 14.
45. Idem. 46. Idem.
18 A N A L IS IS PO LITIC O No. 3- E N E R O A A B R IL D E 1988

y P atria” ; y dos, la inconsistencia de am bas cialización autoritaria y el carácter m arginal de


iniciativas, que ante la resistencia de los esta­ su credo doctrinario, la hacen poco adecuada
m entos civiles y políticos son rápidam ente para transform arse en una estructura partidis­
abandonadas. La Tercera Fuerza tampoco re­ ta más abierta al debate, a la confrontación de
sistió este em bate y poco después murió sin intereses y a la conformación de facciones en
pena ni gloria. Los inspiradores de la Tercera disputa. De otra parte, y en consecuencia, in­
Fuerza provenían de sectores tan disímiles, troducir de lleno al Ejército en la competencia
que era prácticam ente imposible darle una política lo am enaza de disolución interna, debi­
coherencia al movimiento. M ientras que el na­ do al choque que debe enfrentar esta modali­
cionalismo de derecha simbolizado en el Diario dad de organización burocrática con funciones
de Colombia que seguía las orientaciones de específicas (la guerra), en un escenario para el
Gilberto Alzate Avendaño, veía con euforia el cual no está preparada. Por ello, las Fuerzas
nacimiento de un movimiento “ cristiano nacio­ A rm adas en el poder buscan, más bien, esti­
nalista” llamado a “ enrutar a la nacionalidad m ular Partidos políticos subordinados en aras
hacia el retom o a Dios, hacia los ideales de de alcanzar una base de apoyo popular, cuya
Cristo y a la consolidación de un nacionalismo viabilidad está condicionada a la debilidad de
vital que vuelva a hacer de Colombia la cabeza la sociedad civil y, por tanto, a la ausencia de
de América” , había sectores que sostenían sistem as de partidos (49). En Colombia la reali­
posturas diferentes. Socialistas como Antonio dad era otra. Los dos intentos de Rojas choca­
García y Luis Em iro Valencia, liberales como ron con un sistem a bipartidista en crisis, pero
José Jaram illoG iraldo, sindicalistas como H er­ que conservaba la adhesión mayoritaria de la
nando Rodríguez. Virgilio Conde o Héctor población. Su rápida reconstitución lo atesti­
Aguilar. Una colcha de retazos. “ Esta alianza gua.
de nacionalismos no ofreció base sólida de don­
de pudiera surgir la coherencia política que el Es im portante subrayar, adem ás, que el mo­
proyecto de la Tercera Fuerza dem andaba para mento en que nace la Tercera Fuerza es el
constituirse en alternativa válida al bipartidis- menos adecuado, pues en estos m eses se vis­
mo” (47). En agosto Rojas desistió definitiva­ lumbra por prim era vez una posibilidad seria
m ente de sus proyectos de crear una fuerza para no dejar la reelección de Rojas como la
propia, ante el evidente vacío de apoyo político única alternativa existente en el país. En efec­
que tenia su gobierno. Además, introducir de to, en pocos m eses la situación sufre un vuelco
lleno al Ejército en la competencia política con total. M ientras que en los inicios del año 1956
el Frente Civil era extrem adam ente riesgoso existe conciencia en el país de la imposibilidad
debido a que una eventual dislocación de la absoluta de retornar a corto plazo a un sistem a
lealtad militar hacia el gobierno, quebraba el electoral abierto (que solo serviría para revivir
único pilar que le iba quedando al régimen. El la violencia política latente), lo cual favorecía a
intento de militarización de la sociedad civil Rojas, de improviso en el mes de marzo surge
m ediante una multifuncionalidad de roles para una fórmula que revuelve todas las cartas. La
la oficialidad (sim ultáneam ente gobernadores, fórmula salvadora, que en realidad sólo es un
com andantes de brigada y jefes de la Tercera viejo recurso múltiples veces utilizado en el
Fuerza), era disolvente. pasado para sortear situaciones de crisis, es el
de un gobierno de coalición bipartidista. En
Aun cuando los ensayos de constituir “ partidos una carta de Alfonso López Pum arejo enviada
m ilitares” (48) abundan en el Tercer Mundo, el 2 de marzo de 1956 a la Comisión de Acción
su consolidación choca con barreras, a las cua­ Política reunida en Medellín, que hace las ve­
les no fue extraña la experiencia de Rojas. De ces de convención liberal, se ofrece una alter-
una parte, la rigidez institucional de las Fuer­
zas Armadas fundada en la jerarquización y la
verticalidad de las decisiones, así como su so- 49. Este es el caso sobre todo de las naciones recién descoloni­
zadas tanto en Africa como en Asia, en las cuales los movi­
mientos de liberación, transformados en ejércitos en el
poder, se constituyen en los edificadores del Estado Nacio­
47. Medófilo Medina, op. cit., p. 95. nal. Cf., Alain Rouquie (dir.), La politique de mars. Les
48. Cf., Alain Rouquie (dir.). Les Partis militaires au Brésil, processus politiques dans les partis militaires contempo­
París, FNSP, 1980, pp. 9-24. rains, Paris, Le Sycomore, 1981.
PR O FE SIO N A L IZ A C IO N M IL IT A R EN C OLO M BIA (III). E . PIZA R R O 19

nativa a la continuidad de Rojas en el poder: un bajo la coadministración franco-inglesa, por


acuerdo entre los dos Partidos tradicionales p arte del gobierno de Egipto al m ando del co­
que se acompaña de una proposición novedosa, ronel N asser llevó a una inm ediata reacción de
la designación de un candidato conservador estos países, quienes m ediante una acción con­
con el apoyo del Partido Liberal. E sta segunda ju n ta de paracaidistas se lanzaron sobre Port-
propuesta era indispensable en ese momento, Said y Port^Fuad, al tiem po que tropas israe­
dado que los conservadores consideraban que líes ocupaban la península del Sinaí. Estos
el gobierno m ilitar había asum ido el poder en hechos condujeron a una alerta mundial, con
su detrim ento. Esta carta, que caería como una am enazas soviéticas de utilizar contra Francia
bomba en la reunión liberal mencionada, ha­ e Inglaterra su arsenal nuclear si se negaban a
bría de allanar, sin em bargo, el camino para la abandonar a Egipto. Si Francia e Inglaterra
reconciliación bipartidista. La ausencia de al­ rehicieron rápidam ente sus equipajes, Israel
ternativas al continuismo rojista se había supe­ por el contrario condicionó su retiro a la crea­
rado. La “ Declaración de M edellín” selló su ción de una fuerza internacional de policía que
suerte. La Comisión de Acción Política no solo garantizara la neutralidad del territorio que
acogió la sugestión de López, sino que le reco­ separaba este país de Egipto: el Sinaí. Ante la
m endó al director único del liberalismo, Alber­ gravedad de la situación, el secretario general
to Lleras, adelantar esa política de entendi­ de las Naciones Unidas, Daj Hamarkjhold, con­
miento con la otra colectividad, lo cual condujo vocó a los Estados miembros de la Organiza­
a Lleras a España, donde se firm aría la ‘‘Decla­ ción logrando que 11 países de 4 continentes
ración de Benidorm ’’. acudieran a su llamado con el compromiso de
enviar tropas. Colombia aceptó de inm ediato la
Las alianzas políticas habían sufrido un vuelco resolución de la Asamblea G eneral de las Na­
total: la del 53, que reunía a liberales y ospinis- ciones Unidas (en cuyo trám ite la delegación
tas en torno a Rojas, basculaba a favor de un del país había jugado un papel destacado), que
nuevo acuerdo entre liberales y laureanistas, colocaba a esta fuerza internacional de m edia­
en contra de Rojas y del ospinismo que conti­ ción y arbitraje, poniendo de inm ediato a su
nuaba siendo su soporte principal en el terreno disposición el Batallón de Infantería No. 2
político, dadas las aspiraciones de Ospina de “ Colombia” . El prim er contingente partió
ser, esta vez, designado a la Presidencia me­ para el Sinaí el 11 de noviembre de 1956 (50).
diante la Constituyente. Con los acuerdos de Aun cuando el impacto en la política interna
Benidorm entró en lenta agonía el gobierno del país de este nuevo compromiso internacio­
militar, dado el carácter arrollador de la nueva nal fue nulo, a diferencia de la participación en
alternativa política, que obtendría un inmedia­ Corea, sirvió para reforzar los vínculos de la
to consenso nacional. Sin em bargo, la confron­ oficialidad colombiana con los Estados Unidos.
tación no era fácil para los sectores civiles dado A lo cual se añade una dimensión inesperada e
que el modelo de poder ejecutivo im puesto por hipotética de esta participación: la connotación
Rojas, le concede una enorm e capacidad de “ nasserista” que tendrá el m esianism o m ilitar
control político, tanto a nivel nacional como a de los años sesentas, bajo la inspiración del
nivel regional. Los gobernadores y alcaldes general Alberto Ruiz Novoa y la generación de
militares tenían una gran capacidad de deci­ Corea, varios de cuyos m iembros estuvieron
sión, debido al hecho de que tanto las asam ­ igualm ente en el Sinaí.
bleas como los concejos municipales habían
sido convertidos en entes adm inistrativos, de­ Ahora bien, ¿cuál es la actitud de la institución
signados por el Ejecutivo y la ANAC. E sta pro­ militar ante el evidente aislam iento que vive el
gresiva militarización del Estado bien podía ser gobierno y, ante todo, frente a las graves acu­
utilizada para enfrentar la oposición. saciones de corrupción que enfrenta?

La unanim idad de 1953 que consideraba indis­


La grave crisis que se desata el 29 de octubre
pensable la acción m ilitar como factor d e “ sal­
de 1956 en el Canal de Suez, lleva al país a su
vación nacional” , ya no es evidente: en mu­
segundo compromiso internacional al lado de
las Naciones Unidas tras la experiencia corea­
na. La expropiación del Canal, que se hallaba so. Intermedio, 11 de noviembre de 1954.
20 A N A L IS IS PO LITICO No. 3- E N E R O A A B R IL DE 1988

chos sectores se cuestiona la conveniencia y la Constituyente tras un receso que se había pro­
oportunidad de institucionalizar el régim en longado durante dos años. El 1 de octubre de
militar. De ahí la reunión el 15 de agosto de 1956, Rojas inauguró sus sesiones y en una
1956 en el Teatro Patria, en la cual Rojas se vio breve intervención solicitó a la Constituyente
obligado a m oderar sus ambiciones comprome­ una ampliación de su núm ero en 25 miembros
tiéndose frente a la oficialidad a entregar el (quienes serían designados por el Ejecutivo),
poder el 7 de agosto de 1958, a disolver la Ter­ así como la aprobación, para cubrirlas con el
cera Fuerza y a convocar de inm ediato la m anto de la legalidad, de la totalidad de los
ANAC, con objeto de buscar una salida a la cri­ decretos dictados por el gobierno durante los
sis política (51). Rojas no tardaría en olvidar dos años de receso de la Asam blea. La idea de
este prim er llamado de atención de la oficiali­ am pliar el núm ero de miembros de la corpora­
dad, que evidenciaba fracturas en la unidad de ción no hizo más que aum entar la oposición al
su única base real de sustentación. En esta régim en por parte del recién constituido Frente
ausencia de contacto con la realidad de la diná­ Civil, ante el tem or justificado de que esa am­
mica política que vivía el país, es indudable la pliación condujese a un nuevo período presi­
incidencia de un equipo de asesores íntimos dencial de Rojas, en contravía con los pactos
que lo aíslan y lo conducen a buscar prolongar bipartidistas que habían lanzado desde 1956,
su control del E stado a pesar de que cuentan en el llamado Pacto de Marzo, la consigna de la
cada vez con menos recursos políticos. “ elección popular del Presidente de la Repú­
blica’’.
¿Por qué los sectores renuentes de las Fuerzas
M ilitares no aprovecharon esta reunión, para Pese a la oposición del Frente Civil, el 3 de no­
solicitar la renuncia de Rojas? Para W. Mury, viembre de 1956, por 50 votos a favor y 43 en
quien formula esta pertinente pregunta, se contra, la Asamblea autorizó al Presidente
combinaron toda una serie de factores: la nece­ para am pliar el número de miembros de la
sidad de m antener la legitimidad del gobierno Constituyente, que se elevó a 127. Quien se
m ilitar hasta el 7 de agosto de 1958 de acuerdo había levantado hacía solam ente dos años para
con las decisiones de la ANAC, es decir, de no anunciar la reelección de Rojas a la Presiden­
producir una nuéva ruptura institucional; el cia, M ariano Ospina Pérez, principal soporte
deseo de salvar a toda costa la sacrosanta uni­ del gobierno en su prim era etapa, declararía en
dad de las Fuerzas Armadas; la presión de los esta ocasión que esa medida colocaba “en sus
sectores conservadores que rodean al general manos (de Rojas) toda la Asamblea. Estam os
para evitar una reorganización del Partido Li­ encarando un continuo proceso de acumulación
beral, garantizar el continuismo conservador de autoridad en una sola persona” , tra s lo cual
en el poder y, ante todo, evitar un retorno al renunció a la presidencia de la ANAC. En los
régim en civil en momentos en que el Partido
dos meses siguientes, se fue consolidando la
Conservador estaba más hondam ente dividido
idea de lanzar un candidato conservador como
que nunca; finalm ente, afirma Mury, el “ culto
alternativa a Rojas. El 31 de enero, como res­
a la personalidad’’ que vivía esta adm inistra­
puesta a la “decisión irrevocable” anunciada
ción, no dejaba ver uno o unos oficiales con
por el com andante de las Fuerzas A rm adas de
prestigio para rem plazar a Rojas (52). En los
imponer una vez m ás la reelección del Presiden­
m eses siguientes hubo nuevas reuniones con
te-general, el Frente Civil anunció la candida­
los altos mandos, en las cuales nuevam ente se
tura de Guillermo León Valencia. La estrategia
expresaron dudas con respecto a la convenien­
se había puesto en m archa. La clase política
cia de la reelección.
contaba, además, con el pleno apoyo de los sec­
tores gremiales agrupados en la Asociación
Reelección y caída de Rojas Nacional de Industriales (ANDI) y la Federa­
ción Nacional de Comerciantes (FENALCO),
En este contexto de creciente aislam iento de así como en el sector financiero, quienes habían
Rojas, vuelve a sesionar la Asamblea Nacional visto cómo se deterioraba la situación económi­
ca en los últim os años (agotam iento de las divi­
51. Willy Mury, op. cit., p. 177. sas, inflación galopante, inversiones suntuarias
52. Idem., p. 179. e im productivas, fuga de capitales, caída de las
PR O FE SIO N A L IZ A C IO N M IL IT A R EN COLOM BIA (III). E. PIZA RRO 21

tasas de inversión, corrupción estatal, etc.), lo Varios hechos, sin embargo, estaban sucedien­
cual los lleva a colocarse abiertam ente en la do fuera del recinto de la ANAC, que iban en
oposición. M ás que un movimiento popular, contravía de la continuidad de Rojas en el po­
será el paro cívico patronal im pulsado por estos der. De una parte, a pesar de la idea de total
sectores, lo que sellará el destino de la dictadu- monolitismo que quería m ostrar el estam ento
m ilitar, éste m ostraba ya ciertas fisuras. En
sus Memorias, Camilo Vázquez Carrizosa cuen­
E ntre tanto, la ANAC había dejado de sesio­ ta cómo, desde el 16 de marzo, Alvaro Gómez
nar, hasta el día en que Rojas —como había H urtado había informado sobre la existencia de
venido ocurriendo desde el 13 de junio de una corriente m ilitar contraria al continuismo
1953 —, volvió a necesitar de sus favores. El 20 rojista y “ que serían a favor de Beni-
de marzo de 1957 es convocada una vez más, dorm ” (53). Lleras Camargo se m ostró franca­
ahora bajo la presidencia del testaferro mayor m ente desconcertado con esta información, que
del régimen m ilitar, Lucio Pabón Núñez. Su planteaba una eventual salida a la situación,
único acto legislativo digno de mención y como diferente a la que estaban proyectando los p rin­
respuesta a la creciente oposición que se vivía cipales dirigentes políticos del país. “ ¿Será po­
en su interior, contenía la disolución de la pro­ sible que Alvaro esté pensando en ju g a r al gol­
pia ANAC, autorizando a su vez al gobierno pe de E stad o ?” , se preguntaba con alarm a Lle­
para convocar una nueva. Todas las piezas es­ ras, lo cual iba en detrim ento de la estrategia
taban siendo dispuestas en el tablero, como de la candidatura conservadora como alternati­
correspondía para garantizar la reelección. va a las decisiones de la C onstituyente. E n es­
tas sem anas de tensión civil-militar no se pudo,
sin embargo, llegar a un acuerdo unificado en­
Una semana m ás tarde, el 28 de marzo, Rojas tre los Partidos, lo cual cierra la posibilidad
decretaría la creación de la nueva ANAC, la inm ediata de una restauración del gobierno
“p ro stituyente” como sería denom inada por la civil. Sin duda, el fraccionamiento del Frente
prensa de oposición. E sta debía componerse, de Civil debido al carácter irreconciliable entre
acuerdo con las norm as expedidas por la disuel­ Laureano y el dúo Ospina-Valencia, “el oro y la
ta Asamblea, de 90 miembros, 30 designados escoria” (54), le resta fuerza a esa perspectiva,
por el propio Ejecutivo y 60 por un Consejo creando, por el contrario, las condiciones para
Nacional de D elegatarios Electorales, lo cual un nuevo gobierno de transición y arbitraje,
aum entó la actitud opositora tan to del Frente que se habrá de m aterializar en la J u n ta Mili­
Civil, como de la Iglesia que condenó, por la tar.
boca del cardenal Luque, la reelección de Rojas.
El general Rafael Navas Pardo niega, en una
A pesar de las voces cada vez m ás estridentes entrevista reciente, que existiera en ese enton­
de la oposición y del estrecham iento de las b a­ ces una fracción que conspirara al lado del
ses de apoyo de la dictadura, la nueva C onsti­ Frente Civil para derrocar a Rojas: “ No hubo
tuyente se reunió con el objeto específico de ni anarquía ni división entre nosotros. Se lo di­
ratificar a Rojas para el período presidencial de go yo, que era el Com andante del Ejército. E s­
1958 a 1962. En aras de la “conveniencia adm i­ tábam os unidos para respaldarlo” (55). La ver-
n istra tiv a ” , eufemismo utilizado por el gobier­
no para evitarse trám ites engorrosos en un
momento de desenlaces, los 60 miembros no 53. Camilo Vázquez, op. cit., p. 242.
elegidos por el presidente fueron sencillamente 54. E stas p alabras fueron pronunciadas por Laureano Gómez a
su retorno a Colombia, en un agresivo discurso pronunciado
designados por un Comité Ejecutivo de tres en Cali y dirigido contra los “ trec e ju n istas", en especial,
personas: Lucio Pabón Núñez, Julio Roberto haciendo referencia a Ospina y Valencia.
Salazar Ferro y Anacreonte González, quienes 55. Credencial, No. 6, mayo de 1987, p. 21. Por el contrario,
autores bien inform ados como Russell Ram sey, sostienen
ocuparían para m ayor escándalo los cargos de que desde el año de 1956 com enzaron a producirse algunas
presidente, primer vicepresidente y segundo fisuras en la institución: “ En centenares de cuarteles y
vicepresidente en la postrera C onstituyente. La pequeños cam pam entos o puestos de avanzada a lo largo y
ancho de la nación, los oficiales com enzaron a com entar
C onstituyente títere había allanado así el cam i­ entre sí lo que algunos políticos adm itían. El supuesto go­
no para reelegir a Rojas. bierno neutral creaba disensiones. Se corrompía y agrieta-
22 A N A L IS IS PO LITIC O No. 3- E N E R O A A B R IL D E 1988

dad es, sin embargo, otra. El director del SIC, m aterializara, salvo que Rojas hubiese decidido
general Luis Enrique Ordóñez, sí se hallaba en imponer el orden a “ sangre y fuego” . E s decir,
contacto con algunos dirigentes civiles y con apoyándose en sus compañeros de arm as como
un sector de la oficialidad buscando una alter­ único soporte y fundando su poder en la sola
nativa a la reelección, que perm itiese a las utilización de la violencia desnuda. En un gesto
Fuerzas M ilitares una “ salida honrosa” y que de realismo, prefirió nom brar, entre sus m ás
garantizase a su vez la reconstrucción del régi­ próximos colaboradores, una J u n ta M ilitar de
men civil. E ste era el sector al cual hacía refe­ Gobierno, y salir del país. C uarenta y ocho ho­
rencia Alvaro Gómez y que ta n ta alarm a cau­ ras después de su reelección se encontraba en el
saba en ciertos círculos, tan to políticos como exilio. Con el derrocam iento de la dictadura, los
militares. dirigentes políticos habían logrado, en una ma­
niobra bien concebida, borrar la imagen de su
Incluso N avas Pardo, quien acompañó a Rojas responsabilidad en la violencia, para convertir­
h asta el último minuto, dudaba de la viabilidad se en los nuevos héroes de la civilidad y la con­
y conveniencia de su reelección, como tam bién vivencia democrática. El plebiscito constituirá
era el caso de otros personajes próximos al ge­ el cénit en la recomposición de su legitim idad
neral. De acuerdo con su testim onio, el futuro política.
miembro de la J u n ta le planteó a Rojas: “ Mi
General, no se haga reelegir de la C onstitu­ Dos rasgos de la caída de Rojas deben conside­
yente, y menos aún con año y medio de antici­ rarse para el análisis de su impacto futuro: de
pación. A este país lo único que le g u sta es ele­ una parte, tal como había ocurrido cuatro años
gir Presidentes. Lo demás no im porta. E n cam ­ atrás con su acceso al poder, su retiro del poder
bio, si usted hace que la C onstituyente autorice tuvo como actores decisivos a las élites civiles,
su reelección, se puede presentar después como más que a la propia institución castrense, que
candidato. Y seguro va a ganar con todos los asum ió un papel ante todo instrum ental. Lo
alcaldes m ilitares y todos los gobernadores m i­ cual refuerza la idea de la débil capacidad de
litares, eso no tiene rem edio” (56). E s decir, la generar una “politización autónom a” por parte
idea de celebrar elecciones de carácter plebisci­ de las Fuerzas M ilitares, en un país de una ex­
tario, controladas y m anipuladas desde el po­ cepcional estabilidad bipartidista y de gobier­
der para darle una legitim idad popular al nuevo nos civiles, así como de una tradicional cultura
m andato del general-presidente. m arcadam ente antim ilitarista. Incluso, cuando
acceden al poder fracasan en su intento de ges­
Rojas intentó, entonces, una últim a m aniobra ta r un movimiento propio y autónomo. De otra
para salvar a su gobierno de un derrocam iento parte, en el derrocam iento del régimen m ilitar
deshonroso. Envió al general N avas Pardo a no participan más que como actores pasivos los
una reunión con la plana m ayor conservadora sectores populares, lo cual hace del movimiento
para garantizarles la convocatoria de eleccio­ del 10 de mayo un triunfo de la élite em presa­
nes, una vez hubiese culminado su m andato. rial y política, que im pondrá sus intereses en la
A nte la negativa rotunda de este sector políti­ próxim a restauración del régimen civil.
co, los acontecimientos se precipitaron: m ien­
tra s Rojas lograba su ratificación gracias a una II LA JUNTA MILITAR DE GOBIERNO
C onstituyente de bolsillo que no gozaba de nin­
guna credibilidad en el país, el Frente Civil en­
dureció su postura con el paro cívico y la paráli­ Gobierno militar provisional
sis industrial, bancaria y de transporte. El in­
tento de posesión de Rojas para su nuevo pe­ Rojas pensaba que el régimen m ilitar podría
ríodo presidencial transcurría en medio de una continuar sin trabas, una vez se hubiese retira­
dinámica política que había ya desbordado do de la Presidencia y que a mediano plazo,
cualquier posibilidad de que esa reelección se manejando en forma adecuada sus fichas, po­
dría ser incluso restituido en la silla presiden­
cial. Sin respeto estricto a la antigüedad, nom ­
ba su principal órgano de neutralidad: el ejército" (op. cit.,
p. 252). bra la Ju n ta. Si tres oficiales ocupaban los car­
56. Credencial, No. 6, mayo de 1987, p. 21. gos de m ayor jerarquía m ilitar, los mayores
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generales Gabriel París (quien ocupaba el cargo y reconoce como una prueba de patriotismo y desinte­
de m inistro de Guerra), Deogracias Fonseca rés excepcionales, promete sobre su palabra de honor
(director de la Policía) y el contraalm irante convocar a elecciones populares el próximo año, de tal
manera que el futuro presidente de la República será
Rubén Piedrahita (m inistro de Obras Públi­ elegido por voto popular y en forma establecida por
cas), los otros dos tenían por encima otros ofi­ la Constitución y las leyes (59).
ciales de m ayor antigüedad: los brigadieres
generales Rafael N avas Pardo (com andante del La función histórica de la J u n ta era, sin duda,
Ejército) y Luis Enrique Ordóñez (director del enorme: le correspondía hacer frente a los nue­
SIC). Los mayores generales Alfredo D uarte vos brotes de violencia que afectaban al país,
Blum y Pedro A. Muñoz, quienes a pesar de su debido al nacimiento del bandolerismo social.
antigüedad no fueron incluidos en la Ju n ta , se­
Reconstruir económicamente al país, que re­
rían integrados al prim er gabinete del nuevo
quiere de profundos ajustes ya que se halla, en
gobierno militar.
palabras del nuevo m inistro de Hacienda, al
La Ju n ta M ilitar, desde el instan te mismo en borde de la bancarrota (presupuesto caótico,
que se posesiona, im pulsa un “compromiso de inflación galopante, sin crédito externo). Crear
transición” (57) con los dirigentes de los P a rti­ las condiciones para el trán sito hacia las nue­
dos tradicionales para restituirles el manejo del vas instituciones civiles y dem ocráticas y, fi­
Estado. Conscientes del aislamiento y despres­ nalmente, colocar en su sitio al rojismo que re­
tigio en que había caído la institución m ilitar viste en esta etapa un cariz abiertam ente cons-
en los dos últimos años, buscaron a toda costa piratorio (60).
reconstruir su imagen. Por ello, ser los arqui­
tectos en la reconstrucción del régimen civil se La Ju n ta designó un gabinete bipartidista
convirtió en una obsesión, mucho m ás cuanto compuesto por cinco m inistros liberales, cinco
que el m argen de m aniobra del que disponían conservadores y tres m ilitares en servicio acti­
era bien limitado. “ E n tanto el gobierno de vo (61). E sta decisión se tom ó conjuntam ente
Rojas Pinilla nació a la vida en un intento de con los líderes del Frente Civil, Lleras y Valen­
detener la guerra y despolitízar la nación, la cia, quienes visitaron a la Ju n ta el mismo 10 de
J u n ta tuvo que hacer lo mismo respecto a la mayo en las horas de la m añana. A su vez, la
contienda pero bajo el compromiso de repoliti- Ju n ta distribuyó entre sus cinco miembros las
zarla” , subraya con perspicacia Russell Ram- principales funciones del gobierno, en una suer­
sey (58). En sus palabras iniciales, al tiempo te de gobierno colegial con especializaciones
que buscaban m antener la ficción de que Rojas particulares, salvo en las decisiones generales
había dimitido voluntariam ente (es decir, que en las cuides se decidía y se v otaba por mayoría
las Fuerzas A rm adas no habían sido derrota­ simple. Los quíntuples tenían conciencia de las
das), los quíntuples ofrecían sus esfuerzos para dificultades por las cuales pasaba la institución
abrirle paso a la reconstrucción democrática:
59. John Martz, Colombia. Un estudio de política contemporá­
La Junta Militar, leal a las declaraciones del presiden­ nea, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1969,
te Rojas Pinilla, cuya admirable actitud alaba, exalta p. 315. No se debe olvidar que ¡os dirigentes del Frente Ci­
vil no dieron la orden de levantar el paro cívico mientras
que la Junta no se comprometió a fondo con ciertas exigen­
57. Francisco Leal, Estado y política en Colombia, Bogot¿, Si­ cias políticas que los colocaban bajo la tutoría y dirección de
glo XXI Editores y CEREC, 1984, p. 205. La ausencia de los Partidos.
apego de los miembros de la Junta con respecto a sus com­ 60. Entre 1957 y 1961, los atentados y complots inspirados en
promisos con el general depuesto, serán en el futuro una corrientes que se reivindicaban como rojistas, fueron per­
fuente de tensiones, como lo señala este mismo autor: manentes, constituyéndose en un factor desestabilizador en
“Con la salida del general Rojas del país, la Junta Militar este período de transición. En los días siguientes a la caída
de Gobierno se sometió a la burguesía y estableció un nue­ de Rojas, se presentaron desórdenes graves en Bogotá,
vo compromiso de transición. La falta de lealtad (...) permi­ debido a diversos actos protagonizados por sectores adictos
tió que en muchos círculos militares se criticara la actuación al general que coreaban su nombre y golpeaban brutalmen­
de la Junta (...). Eran los militares más politizados dentro te a quienes se oponían. En esos mismos días se colocó una
del esquema partidario, con predominio de los adscriptiva- bomba en la sede del diario El Independiente. Diversas
mente conservadores” . La Junta fue más lejos de lo que se denuncias señalaban la presencia de la Policía Militar en
pensó originalmente: Rojas fue despojado de su título de estos actos, dirigida por el futuro golpista, coronel Hernan­
Jefe Supremo (cargo que se abolió de un trazo), y separado do Forero.
del servicio activo sin los honores que le correspondían 61. Estos últimos eran los generales Alfredo Duarte Blum en la
según su cargo. cartera de Justicia, Pedro Muñoz en el Ministerio de Comu­
58. Russell Ramsey, op. cit., p. 263. nicaciones y Alfonso Saíz Montoya en el de Guerra.
24 A N A L IS IS PO LITICO No. 3- E N E R O A A B R IL DE 1988

y del manejo delicado que exigía la difícil situ a­ mantelam iento de la A sam blea Nacional Cons­
ción que vivía el país. Por ello, la paridad libe- tituyente y de la Sala Constitucional de la Corte
ral-conservadora fue reforzada igualm ente a Suprem a de Justicia, que se había hecho eco
nivel departam ental y municipal, conservándo­ complaciente de todas las m edidas dictadas
se gobernadores m ilitares únicam ente en aque­ por el gobierno anterior. Como “ suprem a cor­
llos departam entos en los cuales subsistían tesan a” era denom inada la Corte en los corri­
problemas delicados de orden público. llos bogotanos. E ste discurso causó profundo
m alestar en las Fuerzas M ilitares. Veinticuatro
De otra parte, la J u n ta M ilitar, en su búsqueda horas más tarde, el mayor general Gabriel Pa­
de rescatar el clima de convivencia, dictó en sus rís, presidente de la Ju n ta, leyó por la cadena
primeros días de gobierno una serie de medidas nacional de Radio y Televisión el siguiente
que dem andaban con ahínco los Partidos y que m ensaje en respuesta a las afrentas de Valen­
habrían de destruir de un tajo algunas de las cia:
bases de la institucionalidad rojista: se clausu­
ró el órgano oficial del gobierno depuesto, el La Junta Militar de Gobierno ha escuchado con dolo-
Diario Oficial, se abolió el Directorio Nacional rosa sorpresa las frases que uno de los más destaca­
dos jefes políticos pronunció en la alocución radiodi­
de Información y Propaganda y se suspendió la fundida el día de ayer a todos los colombianos y ha
censura de prensa. En este nuevo clima de li­ venido tomando nota de cómo algunos escritores,
bertad de información reinició su tiraje el diario haciendo uso ilimitado de la libertad de prensa, no
laureanista, El Siglo. solo dan a conocer sus ideas políticas y orientaciones
doctrinarias, sino que dan rienda suelta a sentimien­
tos de rencor, incompatibles con el propósito de paci­
A pesar de las múltiples garantías que ofrecían ficación que busca el actual gobierno. La Junta Mili­
los miembros de la Ju n ta de su inflexible vo­ tar, tanto en sus declaraciones para la prensa como
luntad para restituir el poder a los partidos, en en la conversación sostenida el 10 de mayo con los
muchos círculos políticos existía una gran des­ jefes de los partidos políticos, expresó su patriótico
confianza hacia unos oficiales que habían esta­ deseo y firme decisión de hacer cuanto esté a su al­
cance para llevar al país a la normalidad (...) La re­
do estrecham ente vinculados con Rojas y que
criminación violenta, injusta e inútil a las Fuerzas
podían eventualm ente desarrollar un nuevo Armadas que escuchamos ayer, no es el medio para
liderazgo y un deseo de perpetuarse en el po­ la consecución de este anhelado objetivo (63).
der. Fue, sin duda, Guillermo León Valencia en
una alocución dirigida al país por el radioperió- El discurso de Valencia, que sintetizaba bien
dico “ Orientación” , quien mejor sintetizó es­ un clima de hostilidad hacia las Fuerzas Milita­
tos tem ores y desconfianzas, en un discurso res presente en múltiples sectores, causaría
que fue calificado, sin embargo, de poco apro­ con el tiempo y con su incesante repicar en los
piado y fuera de tono. Valencia aplaudía el medios de comunicación, un sentim iento de
tránsito que vivían las Fuerzas Arm adas de rebeldía en las filas castrenses que se halla en
“ ejército de los ganaderos” , que habían hecho la base del complot m ilitar del 2 de mayo de
de los negocios una “ actividad castrense” , 1958. A los pocos días, sin embargo, Alberto
hacia un ejército adscrito a sus funciones cons­ Lleras se dirigió al país en un tono conciliador
titucionales. Llamaba a darles un compás de que buscaba despejar este tenso episodio. Y al
confianza, pero vigilante: “ no es una amenaza poco tiempo se cambió el nombre del Frente
que le formulamos a las Fuerzas Armadas, por­ Civil, dadas sus connotaciones de enfrenta­
que sabemos que todavía tienen en sus manos miento con el estam ento militar, por el de
la capacidad física de m atar a sus conciudada­ Frente Nacional, que era más com prehensivo e
nos, pero ni aun este tem or nos arredra, por­ incluía a la institución castrense en el futuro
que nuestra adhesión no provendrá jam ás del proyecto político.
miedo (...) sino del partidism o con que haya­
mos de celebrar sus aciertos . . . ” (62). Como El acuerdo político bipartidista
evidencia de esta voluntad de la Ju n ta de conti­
nuar desm ontando las instituciones rojistao, Los acuerdos de Benidorm, aunque hablaban
Valencia exigió en el mismo discurso el des- de un próximo gobierno de coalición entre libe-

62. El Independiente, 16 de mayo de 1957, p. 6. 63. Idem., 18 de mayo de 1957, p. 7.


PR O FE SION A I.IZAC ION M IL IT A R EN COLOM BIA (H it. E. PIZA RR O 25

rales y conservadores, o de una sucesión de nal’’, que precise los mecanismos de la transi­
gobiernos de este tipo, no entraban a definir ción. Esta total “ obsecuencia de los militares
con precisión los mecanismos concretos para se ha logrado a cambio de la concesión de dejar
alcanzar esos objetivos. A este vacio se añadía a salvo el prestigio de la institución arm ada,
el grave conflicto que desgarraba al Partido extendiendo a los miembros de ésta el manto
Conservador y cuya virulencia en estos m eses de “ perdón y olvido’’ (66). Es así como la Co­
claves de transición política habría de poner en misión Investigadora de los Delitos de la Dicta­
grave riesgo el nacimiento del Frente Nacional. dura, integrada por los juristas Aníbal Cardozo
El acuerdo alcanzado entre A lberto Lleras y G aitán y A rturo Tapias Pilonieta, habiendo so­
Laureano Gómez para una presidencia conser­ licitado el levantam iento del “ fuero m ilitar’’
vadora que iniciara la nueva experiencia políti­ para algunos de sus miembros, recibe una
ca, se halla entrabado debido a la total falta de negativa rotunda del m inistro de Justicia, ge­
consenso en el nombre de Guillermo León Va­ neral D uarte Blum, bajo el alegato de su in-
lencia (64). Laureano es intransigente: no constitucionalidad. El alto oficial es respaldado
acepta bajo ningún motivo un “ trecejunista” , en el Consejo de M inistros, ocasionando la re­
es decir, alguien que hubiese en cualquier nuncia inm ediata de los investigadores. La
momento colaborado con la dictadura de Rojas. Ju n ta expide, entonces, un decreto por el que
Por ello esa candidatura era percibida como un disponía que los delitos cometidos por los mili­
desacato a uno de los padres de Benidorm, cre­ tares en aquel período serían de la exclusiva
ciendo lentam ente en los medios políticos la competencia de la justicia castrense.
idea que “ sin Laureano, no hay unión nacio­
nal” . El poder del envejecido caudillo había El 1 de diciembre de 1957 se llevó a cabo el ple­
sido subestim ado. La crisis era inm inente y con biscito, con una participación acrecentada gra­
objeto de salvar el Frente Civil y la política de cias a la conquista de la m ujer de sus derechos
restauración constitucional, A lberto Lleras se electorales. Frente a un potencial electoral cal­
ve obligado a regresar a España para dirim ir culado en 6.080.342 personas, la votación total,
estos conflictos. En esta nueva reunión, se lo­ que alcanzó la cifra de 4.397.090 sufragios, es
gran clarificar los mecanismos de la transición decir, un 72.31 por ciento, constituiría el por­
política gracias a la llamada “ Declaración de centaje de movilización electoral más alto en
Sitges’’ y al Proyecto de Consulta Plebiscitaria. este siglo.

Con base en los Acuerdos de Sitges (firmados CUADRO No. 1


el 18 de julio de 1957), la Ju n ta disuelve la
A sam blea Nacional Constituyente el 26 de julio Votación %
siguiente, y convoca a elecciones presidencia­
A favor 4.169.294 94.82
les para el domingo 4 de mayo del año siguien­ 206.864
En contra 4.70
te. “ A partir de ese momento, la élite dicta su En blanco 20.738 0.47
voluntad a la junta de militares, la cual se en­ Anulados 194 0.01
carga de su formulación en decretos ejecutivos
al am paro del estado de sitio. Se trataba, por Total 4.397.090 100.00
tanto, de apurar los acontecimientos, some­
Fuente: Carlos Restrepo, op. cit., p. 55.
tiéndolos a un trám ite rápido y con las menores
discusiones posibles’’ (65). Evitar un nuevo
proyecto autónomo de las Fuerzas M ilitares, El éxito del plebiscito tuvo la virtualidad nega­
parecía ser la consigna. Para alcanzar ese obje­ tiva de despertar una nueva era de denuncia y
tivo, A lberto Lleras y Guillermo León Valencia develamiento de constantes complots, en los
proponen el 15 de mayo la conformación de una cuales se hallan comprometidos tanto civiles
“ Comisión Paritaria de Reajuste Institucio- como militares en servicio activo o en retiro.
Etapa similar en este aspecto a la de los años
1941-1944, se prolongará hasta bien entrada la
64. Como se sabe, al final fue necesario cam biar las reglas del
juego para salvar al Frente Nacional, iniciando éste con un adm inistración de Alberto Lleras, m ientras el
liberal, y prolongando la alternación de 12 a 16 años para
que la rotación term inara con un conservador.
65. Alvaro E cheverri, o p .c it., p. 176. 66. Idem ., p. 178.
26 A N A L IS IS PO LITICO No. 3- E N E R O A A B R IL D E 1988

rojismo hizo tránsito de organización conspira- siguiente: “ El presidente de la República to­


tiva a organización partidista. m ará posesión de su cargo el 7 de agosto de
1958, y hasta esa fecha continuará ejerciendo
Poco antes de la realización del plebiscito ya se la Presidencia de la República la Ju n ta de Go­
había puesto al descubierto un complot inspira­ bierno .. . ’’. Así, pues, en este juego de presta­
do por seguidores del dictador depuesto, que ciones recíprocas que se instaura entre la élite
había culminado con el arresto de los implica­ civil y la cúpula militar, en febrero de 1958 la
dos. Como consecuencia de este golpe frustra­ Corte Electoral presidida por Alberto Lleras le
do, es destituido de su cargo el ministro de expide credenciales presidenciales a los miem­
Justicia, general D uarte Blum, por sospechas bros de la Junta, en virtud de la legalidad
de complicidad. Y un mes más tarde, se descu­ “ acordada a la Ju n ta en virtud del plebiscito’’.
bre un nuevo complot organizado en esta oca­
sión por un grupo de civiles y militares, enca­ E ntre tanto, la candidatura de Valencia term i­
bezados por el célebre abogado y conspirador nó enredándose y comenzaron a barajarse múl­
profesional Prada Cáceres, para derrocar a la tiples fórmulas para iniciar el Frente Nacional.
Junta, rum orándose que este hecho contaba Finalm ente, tras graves tensiones que llegaron
con el apoyo del general Luis E. Ordóñez, sin­ a poner en entredicho el proceso de transición
dicación que éste desm iente indignado. política, se logra un acuerdo de em ergencia
denominado el Pacto de San Carlos, m ediante
Los conflictos que vivirá el país en este periodo el cual se pospusieron las elecciones parlam en­
de transición son expresión de las corrientes tarias (inicialmente previstas para antes del
que dividen a las Fuerzas M ilitares: de una plebiscito) hasta el mes de marzo de 1958 y en
parte, los oficiales que todavía perm anecen fie­ consonancia con los resultados, la ju n ta de par­
les a Rojas Pinilla, de otra parte los partidarios lamentarios conservadores electos designaría
firmes del Frente Civil y, finalmente, “ la de el candidato único de su partido.
muchos miembros de la institución, que res­
pondiendo al instinto del ‘espíritu de cuerpo’, CUADRO No. 2
sentían lesionado el honor de la misma, ante
las cam pañas desatadas en su contra y se mos ­ Partido Facción Subtotal % Total %
traban temerosos con respecto a la continuidad
de sus privilegios (personales e instituciona­ Liberal Ninguna N /A 2.105.171 58
les)’’ (67). E sta diversidad de posiciones lleva
Ospinistas 340.106 22
a los jefes políticos a un complejo juego de Conservador Laureanistas 915.886 59 1.543.742 42
prestaciones y contraprestaciones, buscando 287.760 19
apoyarse en el sector civilista de la institución, Otros 1.683
para neutralizar a las otras dos corrientes y,
ante todo, aislar al sector propiam ente rojista. 3.650.606 100
Corriente que perm anecerá activa durante un Fuente: Russell Ramsey, op. cit., p. 271.
lustro al menos.

La Ju nta vivía en este clima de inestabilidad Estas elecciones pondrían en evidencia no solo
con un handicap adicional: su ausencia de títu­ que el Partido Liberal constituía la mayoría en
los legítimos para ejercer la función guberna­ el país, sino que en el Partido Conservador el
mental. Por ello, de igual m anera como la sector laureanista fácilmente había logrado só­
ANAC había legitimado en el pasado inmedia­ lidas mayorías que le perm itirían a Laureano
to al gobierno de Rojas, bajo la ficción política, Gómez y a su fracción política determ inar la
que no jurídica, del “ abandono de cargo’’ pro­ candidatura inicial del Frente Nacional. Los
piciada por Laureano Gómez, el plebiscito en­ laureanistas habían alcanzado un total control
tró a legitimar a la Junta en el ejercicio del de la Ju n ta de Parlam entarios ya que poseían
poder ejecutivo hasta el 7 de agosto de 1958. El 24 de las 40 curules conservadoras en el Sena­
artículo 10 del texto plebiscitario afirm aba lo do y 40 de las 74 curules en la Cám ara asigna­
das a su Partido. Valencia, como candidato del
sector ospinista, vio borradas todas sus espe­
67. Idem ., p. 167. ranzas, lo cual produjo una fuerte desazón en
PR O FE SIO N A L IZ A C IO N M IL IT A R EN COLO M BIA (III). E. PIZA RRO 27

la Junta, ya que esto hacía imposible un con­ insistente rum or durante toda la sem ana del
senso mayoritario en torno a un candidato para inm inente retorno de Rojas al país.
iniciar el Frente Nacional. El general Ordóñez,
a nombre de la Junta, anunció que de todas El golpe se había previsto en varias etapas,
m aneras entregarían el poder a un designado según su dirigente visible, H ernando Forero,
elegido por el Congreso el 7 de agosto. Laurea­ quien afirma adem ás que se trataba de un típi­
no toma entonces una decisión, largam ente co cuartelazo de origen estrecham ente castren­
m adurada e impulsa el nombre de un liberal se: “ prim ero se daba el golpe; se establecía
para iniciar el Frente Nacional: Alberto Lleras una junta provisional, y como en Derecho las
Camargo. cosas se deshacen como se hacen, entonces
nosotros pensábam os traer al general Rojas
Sin embargo, no todas las dificultades habían que era el presidente legítimo. Porque en reali­
desaparecido con este acuerdo. Los reductos dad, lo que produjo contra él el frente llamado
del rojismo y de quienes en la institución mili­ civil, con unos m ilitares que se le aliaron y que
tar no veían con buenos ojos el abandono del posteriorm ente fueron llamados traidores, fue
poder, intentaron frustrar las elecciones con el darle un golpe de Estado. Rojas Pinilla, hasta
golpe del 2 de mayo de 1958. el momento del diez de mayo era el presidente
legítimo en virtud de la Constituyente. Enton­
ces, el sentim iento era que regresara, asum ie­
El 2 de mayo de 1958 ra y convocara a unas elecciones libres’’ (69).

En esta fecha, dos días antes de las elecciones En la práctica, el complot fue rápidam ente
que proclaman a Alberto Lleras como prim er develado a pesar de que contem plaba, según
Presidente del Frente Nacional, se produjo el sus organizadores, alterar el orden público en
intento golpista comandado por el teniente todo el territorio nacional: fuga de las divisio­
coronel H ernando Forero Gómez, com andante nes de policía de Norte de Santander, Santan­
del Batallón No. 1 de la Policía M ilitar de Bogo­ der, Nariño y Boyacá; la detención de los m an­
tá (68). dos m ilitares en Bogotá; la captura de todos los
miembros de la Ju n ta M ilitar y de Alberto Lle­
Toda una serie de hechos habían antecedido ras; bloqueo de las carreteras que unen a Bo­
este golpe abortado: en abril se había produci­ gotá con el resto del país. De todo ello solo se
do una asonada en San Gil y existía el rum or de llevó a cabo el alzam iento del batallón de la
que en varios departam entos (Santander, Bo- Policía M ilitar de Bogotá (aproxim adam ente
yacá y Nariño) existían sectores organizados en 500 hombres) y la captura de cuatro miembros
son de revuelta. El 1 de mayo habían estallado de la Junta, dado que el alm irante Piedrahita
petardos en algunos teatros de Bogotá, adem ás logró eludir la detención y Alberto Lleras fue
de 16 bombas en Tunja. De otra parte, se ha­ liberado casualm ente de manos de sus capto­
bían propagado algunos rum ores en las Fuer­ res poco después de ser arrestado (70). La si­
zas M ilitares que estaban causando un fuerte tuación fue rápidam ente controlada, generán­
malestar: una supuesta desnacionalización de dose un estado de tem or paralizante entre los
la policía nacional, la persecución inm inente de inspiradores del golpe, quienes abandonaron
los oficiales de extracción conservadora y, su al coronel Forero a su suerte. Este terminó soli­
retiro de la institución si ascendía Lleras al citando asilo en la Em bajada de El Salvador y
poder, a lo cual se sum aba el clima de hostili­ los miembros de la Ju n ta anunciaron de inme­
dad hacia las Fuerzas Armadas en ciertos sec­ diato que, a pesar de esta perturbación, las
tores de la prensa y los medios políticos, y el elecciones se celebrarían, como estaba progra­
mado, el domingo siguiente.

68. Este batallón que tenia como funciones principales, adem ás


de m antener la disciplina en las unidades del ejército, m a­ 69. “ El 2 de mayo de 1958” (Entrevista con el coronel H ernan­
nejar los m otines urbanos con un em pleo reducido de m edi­ do Forero Gómez), en Revista de Historia, No. 4, Bogotá,
das represivas, fue creado por Rojas como consecuencia del 1977, p. 7.
m anejo impropio dado por el ejército a las m archas e stu ­ 70. El vehículo en el cual era conducido Lleras fue detenido por
diantiles en 1954, que produjo un gran núm ero de bajas. m iem bros del ejército no com prom etidos en el golpe, por
Russell Ram sey, op. cit., p. 272. exceso de velocidad, y el candidato liberado.
28 A N A L IS IS PO LITIC O No. 3- E N E R O A A B R IL D E 1988

No obstante, para diversos analistas este inten­ entonces Com andante G eneral de las Fuerzas
to golpista encerraba toda una serie de implica­ A rm adas, general Gómez Arenas, quien sería
ciones preocupantes: de una parte, constituía eximido de toda culpabilidad. Y ante la Comi­
una nueva intromisión en política de la institu­ sión de Acusaciones de la Cám ara de Repre­
ción militar y un brote más de politización par­ sentantes, dada su condición de jefes de E sta­
tidista en sectores de las Fuerzas Armadas. De do, debieron haber comparecido los generales
otra parte, evidenciaba la existencia de grupos Rafael Navas Pardo y Luis Enrique Ordóñez,
en la institución m ilitar que añoraban el pasado pero la Comisión ni siquiera dio trám ite a los
y se negaban a aceptar las m edidas que abrían documentos que contenían los cargos entrega­
el retorno de las élites civiles. El golpe no con­ dos por el Tribunal Superior Militar.
tó, sin embargo, con el apoyo del grueso de las
Fuerzas Arm adas y de Policía que perm anecie­ Según H ernando Forero en diversas entrevis­
ron leales al gobierno. El deseo de desem bara­ tas, adem ás de los dos miembros de la Ju n ta
zarse del poder, tras la traum ática experiencia M ilitar y del com andante de las Fuerzas Milita­
vivida en los años anteriores, pesaba más que res ya mencionados, se hallaba igualm ente
cualquier otra motivación. comprometido en el golpe el entonces coman­
dante de la Policía Nacional coronel Quintín
A pesar de estas graves implicaciones, en el Gustavo Gómez. Este debía ocupar, de acuerdo
momento del juzgam iento de los responsables con Forero, un puesto en la nueva Ju n ta Mili­
se llegó a una “ im punidad pactada’’ por razo­ tar m ientras Rojas regresaba. Estos cargos no
nes de Estado (para evitar ahondar el enfrenta­ se comprobaron jam ás, ni hubo interés de ha­
miento civil-militar en un momento clave de la cerlo. De hecho, es bien probable que algunos
transición política). Esta decisión impidió cor­ de los cabecillas intelectuales provinieran de
tar de raíz este alto nivel de politización que antiguos colaboradores de Rojas, en especial
afectaba la unidad de la institución castrense, civiles de filiación conservadora que conserva­
como se evidenciaría en los años posteriores. ban una añoranza del antiguo régim en (73).

El proceso judicial para los reales o supuestos El “ síndrome Rojas”


protagonistas m ateriales e intelectuales de la
rebelión debía desarrollarse en tres instancias: A pesar de este perturbador pronunciam iento
ante la justicia penal militar debía presentarse militar, las elecciones se celebraron el día pre­
un total de 65 oficiales y suboficiales, así como visto, 4 de mayo de 1958, triunfando am plia­
dos civiles (71): el teniente coronel H ernando m ente A lberto Lleras sobre Jorge Leyva, quien
Forero Gómez, el capitán Armando Becerra, el simbolizaba la frustración de amplios sectores
teniente Alberto Cendales y otros sindicados conservadores, producida por la candidatura
sin fuero especial salvo el castrense, quienes liberal para iniciar el Frente Nacional. Un he­
serían absueltos ante la consideración de que cho era, sin em bargo, perturbador: en escasos
no eran los cabecillas del golpe; por “ obedien­ cinco m eses los votos contrarios a los acuerdos
cia debida’’, diríamos hoy en día (72). Ante la frentenacionalistas se habían triplicado, lo cual
Corte Suprem a de Justicia debió com parecer el no constituía un buen augurio. El “ gran susto’’
que vivirán las clases dirigentes en 1970, tenia
ya serios antecedentes en estos días iniciales
71. Uno de éstos era el abogado José M aría Prada Cáceres, va­
rias veces detenido en abortados complots anteriores. El de euforia democrática.
m ás grave había ocurrido el 16 de enero de 1958, cuando en
un atentado a bom ba, frustrado en el barrio Sam per M en­ La prim era intervención de impacto nacional
doza de Bogotá, contra Carlos Lleras R estrepo, m urieron
varias personas. Según El Espectador (enero 15 de 1959, del candidato triunfante fue su famoso discurso
p. 3), en una radiopatrulla com andada por el capitán Ar­ en el Teatro Patria el 9 de mayo de 1958 ante el
m ando Becerra, se había cubierto la retirada de los terro ris­
tas del Sam per M endoza. Estos detalles evidencian la exis­
tencia de un círculo conspirativo relativam ente e stru ctu ra­ 73. G erm án G uzmán, Eduardo Umaña y Orlando Fals, op. cit.,
do. p. 379. Aun cuando la responsabilidad de ningún m ando
72. En realidad, en el consejo verbal de gu erra que se adelantó m ilitar se comprobó, no es de extrañar que en un am biente
tras la investigación conducida por el teniente coronel conspirativo y de resentim iento ante el tono antim ilitarista
Edm undo Rubiano Groot, se condenó en prim era instancia existente en amplios círculos políticos y periodísticos, algu­
a los principales im plicados. Será en una instancia superior nos oficiales hubiesen caído en las garras de esta ‘'m anio­
donde alcanzarán la absolución un poco m ás tarde. bra rom ántica” , como la calificó su principal ejecutor.
P R O FE SIO N A L IZ ACION M IL IT A R EN COLOM BIA (III). E. PIZA RR O 29

CUADRO No. 3 ja s ” pesará en el futuro sólidamente en la con­


ciencia militar, actuando como una suerte de
Candidato Votación % “ bloqueo psicológico" para una eventual inter­
Alberto Lleras 2.482.948 79.87
vención golpista. La degradación del régim en
Jorge Ley va 611.861 19.78 rojista en sus últimos años, en contravía con
Otros 290 0.01 sus objetivos iniciales (corrupción generaliza­
Nulos y en blanco 10.468 0.34 da, reinicio de la violencia rural, cierre de los
diarios de oposición, ruptura con las élites tra­
Total 3.108.567 100.00 dicionales y la Iglesia), así como su hum illante
..

Fuente: DAÑE, Boletín Mensual de Estadística, caída, dejaron muy m altrecha la im agen de la
No. 221, 1969. p. 100. institución militar y una mala conciencia inter­
na. Aun cuando, “ es muy difícil m edir hasta
conjunto de la oficialidad presente en Bogotá, dónde el peso psicológico de ese factor inhibi­
cuyos términos debian servir de base para defi­ torio es más o menos intenso y generalizado,
nir las futuras relaciones entre el poder civil y resulta de todas m aneras manifestativo de una
las Fuerzas M ilitares a lo largo del Frente Na­ desconfianza de los m ilitares colombianos en
cional. En su enérgica intervención reafirmó su propia capacidad política de dirección de la
con fuerza los principios centrales del pensa­ sociedad, reforzada adem ás por la conciencia
miento liberal con respecto a las m odalidades de su inexperiencia adm inistrativa" (75). En
de la actividad militar: su total subordinación adelante, las Fuerzas M ilitares buscarán con­
al poder civil y su carácter no deliberante. En servar las prerrogativas alcanzadas en estos
clara alusión no solo al intento golpista de la años (en particular, su autonomía en el manejo
sem ana anterior, sino a los regím enes m ilitares del orden público interno) pero, salvo movi­
que se habían sucedido en los últimos años, mientos m arginales, no habrá un diseño es­
afirmó: tructurado de un eventual gobierno militar. En
todo caso, la estrategia de las clases dirigentes
Si las Fuerzas Armadas entran a la política y a la di­ tendiente a recomponer la m altrecha imagen
rección del gobierno, entran inevitablemente en la de la institución militar, al diferenciar la insti­
disputa sobre si el gobierno es bueno o malo. Inme­ tución “ san a" del “ usurpador" malvado,
diatamente se forma un partido, el suyo y otro, el
adversario del gobierno. Dividen a la Nación, en vez
quien poco después será juzgado y humillado
de unificarla. Es que aun con las mejores intenciones, en el Senado, les garantizará la gratitud del
no se puede gobernar a gusto de todos. Eso es contra­ grueso del Ejército. Apoyo que se m ostrará
rio a la naturaleza de las cosas. Y el desprestigio que indispensable en una nueva época de turbulen­
cae sobre todo el gobierno, no puede caer sobre una cia que nace a consecuencia de la revolución
institución armada, sin destruirla. Si los jefes delibe­
ran en plaza pública, dan opiniones sobre materias
cubana y la em ergencia del movimiento guerri­
ajenas a la milicia, sufren equivocaciones, se enredan llero (76).
en los inevitables líos de gobernar, los oficiales subal­
ternos se sentirán obligados a discutir su conducta, El 7 de agosto de 1958 se posesionó el prim er
que ya escapa a la disciplina del oficio, y hasta los sol­ presidente del Frente Nacional, dando por ter­
dados entrarán en la controversia Ejércitos, Arma­
minado el único ciclo de gobiernos militares en
das, Fuerzas Aéreas, Fuerzas Policiales, sometidas a
ese tratamiento, se anarquizan y se desbaratan (74). este siglo. Un detalle impactó, sin embargo, a

A este enérgico llamamiento a la subordinación 75. Alvaro Echeverri, El poder y los m ilitares, Bogotá, Editorial
de las Fuerzas M ilitares, se añadía el m alestar Sudam érica, 1978, p. 104.
dejado por la adm inistración Rojas. Esa expe­ 76. Willy Muri, op. cit., p. 201. A lexander W ilde tiene la m is­
riencia, al mismo tiem po que consolidó el des­ ma opinión, fundándose en la " te sis de la desvinculación”
form ulada por Gonzalo Canal en su obra Del 13 de junio al
pegue de la institución militar como factor de 10 de mayo en las Fuerzas A rm adas (Bogotá. Editorial An-
poder en la sociedad colombiana, jugó sim ultá­ tares, 1957). Dice Wilde que "e n pago, a los oficiales se les
nea y paradójicam ente un pape! obstaculizador aseguró que todos los fracasos o excesos del ejército en el
pasado, serían considerados responsabilidad personal de
para el desarrollo de una autonomía militar Rojas, en vez de considerar a la institución m ilitar respon­
más allá de ciertos límites. El “ síndrome Ro­ sable. El ejército y el Frente Nacional necesitaban uno del
o tro " (Conversación de caballeros. La quiebra de la dem o­
cracia en Colombia, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo,
^4. El Tiempo, 19 de enero de 1984, p. 14 A. 1982, p. 111).
30 A N A L IS IS PO LITIC O No. 3- E N E R O A A B R IL DE 1988

los observadores: el día de la posesión no había olvidando que la desestabilización política no


en la Plaza de Bolívar, vigilando la zona, miem­ comenzó el 13 de junio, sino que culminó en
bros del Ejército, sino de la M arina de G uerra esa fecha. Precisam ente, el papel de Rojas con­
que habían sido trasladados m asivam ente de sistió en evitar el colapso definitivo de las insti­
Cartagena, los días previos al acto de trasm i­ tuciones políticas, aun cuando su propia admi­
sión de mando. La desconfianza en el ejército nistración dio origen a nuevos factores de
todavía tardaría algún tiempo para ser supera­ desestabilización. Esta crisis condujo al nuevo
da (77). arbitraje militar, la Ju n ta Militar, que cumplió
el papel de garantizar la transición hacia el
Sin embargo, la participación de las Fuerzas Frente Nacional.
M ilitares en el proceso decisional del Estado,
sería ya irreversible, en particular en el área
del orden público interno. Como subraya Pie-
rre Gilhodés, ‘ ‘el regreso al régim en civil no se
produjo sin equívocos. En prim er lugar, los
militares no regresaron a los cuarteles. Desde
el inicio de la violencia, el ejército se halla des­
plegado en el país, que recorre y vigila. E sta
situación justificada por el orden público, con­
tinuará durante el Frente Nacional. En segun­
do lugar, el ejército juega un papel evidente a
nivel de la vida política nacional; se halla pre­
sente en todos los gabinetes (...), en cierto
núm ero de organismos del Estado” (78). A
pesar de esta irrupción de militarismo como
factor de poder, Colombia no evolucionará ni
hacia un régim en civil-militar, ni hacia una
“ democracia tutelada” . Pero, la ausencia de
las Fuerzas M ilitares como actor político en la
prim era mitad de este siglo, se había transfor­
mado.

Con el Frente Nacional los Partidos regresaron


al control del Estado, y el sistem a tradicional
de ejercicio del poder político se logró m ante­
ner. En este sentido, según los térm inos de
Gonzalo Sánchez, los regím enes m ilitares no
constituyeron una “ anomalía histórica” (79),
sino un mecanismo de recomposición de la le­
gitimidad bipartidista, tras la mayor crisis vivi­
da por las instituciones en este siglo. La histo­
riografía oficial tiende a ver en el gobierno de
Rojas una anomalía en la vida política nacional,
en su sereno discurrir democrático y civilista,

77. Mario Latorre, "El Frente Nacional: una restauración con­


servadora", en El Espectador, 7 de mayo de 1978.
78. Pierre Gilhodés, La question agraire en Colombie, Paris,
Cahiers de la Fondation Nationale des Sciences Politique,
Armand Colin, 1974, p. 265.
79. Según la expresión de Di Telia, citado por Gonzalo Sánchez,
"La Violencia y sus efectos en el sistema político colombia­
no” , en Cuadernos Colombianos, No. 9, Medellin, 1976,
p. 28.

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