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LECCIONES DE UNA HISTORIA JUDICIAL ITALIANA I. RECORRIDO PROCESAL DE UN. CASO CONTROVERTIDO Cumpliendo con lo prometido en las lejanas paginas introducto- rias, se atenderd por fin a un caso (el deta tragica y brutal muerte de la estudiante britdnica Meredith Kercher en la ciudad italiana de Perugia) cuyo itinerario procesal fue, por largo y cnrevesado, de los que llaman la atencién. En primera instaticia, se ocupo de él la Cor- te d'assise (tribunal escabinado) de Perugia (aqui sera nombrada en adelante mediante las iniciales GA), juicio que coneluyé con una sen- tencia condenatoria. Recurrida la resalucion, entrd en escena la Corte dassise d’appello, también de Perugia {identificada, en lo sucesivo, con la abreviatura CAAPer) y quevemitié ufia sentencia absolutoria. El posterior recurso en casacién, examinado por la Sezione I de la Corte di cassazione (CGI, en lo venidero) se saldé con la anulacién de la sentencia absolutoria y la.remision del caso, para un nuevo juicio de apelacién, ante un tribunal diferente: en concreto la Corte d’assise @appello de Firenze (ala que llamaré CAAFir), la cual confirmé la primera condena (incluso agravandola). Finalmente, los condenados impugnaron esta resolucion ante.la Corte di cassazione, cuya Sezione V (CCV, para abreviar) acordé anular la sentencia precedente y ab- solverlos definitivamente. Salvo una propuesta esperpéntica en la que —aprovechando el pa- so del Pisuerga por Valladolid (como suele decirse en Espaiia)— se sugerid redingfPalPehe8so tan cruento y morboso como una historia de «naturaleza sustancialmente satanica»*, las ya mas informadas opiniones (€on datos concretos en la mano, quiero decir) expresadas sobre todo en los media (de edicin diaria o semanal) propendian cada vex mas —segiin avanzaban las investigaciones— hacia la justi- © G. PADULA, G., Meredith uccisa all’ombra di Halloween, Aracne, Roma, 2008. 230 Juan Igartua Salaversia ciera fesis «culpabilista» de los imputados (la estadounidense Aman- da Knox y el italiano Raffaele Sollecito}*", en tanta que —entre les profesionales del derecho— no eran pocos (en las filas garantistas) los proclives hacia la hipstesis , «gravedad» y ..€yNo es legitimo tomar un atajo valorando la convergencia déslos:indicios sin antes haber valorado la precisién y la gravedad de cada uno de ellos. d) Los jueces de primera instancia han incurrido en esa inversién metodolégica. ¢) Dadas las carencias de precisién y gravedad que presentan los el mentos indiciarios, este tribunal de apelacian se siente exonerado de proponer una hipotesis alternativa a la de la acusacién. Apuntado lo cual, en un sintético extracto de esta resolucién ju- dicial*, cabria resaltar por ejemplo que: a) Rudy bien pudo acceder al piso de Meredith, sin que nadie le abriera la puerta, a través de la ventana de Filomena (modus operandi que ya habia ensayado en otras casas); b) no es deseartable que sélo una persona (Rudy) participara en la muerte de Meredith sorprendiéndola por la espal- da; c) la inactividad de los aparatos informAticos en el apartamento de Raffaele durante algunas horas de esa noche no prueba que la pareja hubiera salido de casa; d) el testimonio de Curatolo no es atendible debido@ gus coabbadicciones; e) no se sabe con certeza si el grito que eseucharon las sefioras Capezzali y Monacchia provenian de Meredith (ya que'la hora de su muerte no ha sido indubitada- menté determinada) @ de alguien que pasara por la calle; ¢) el dato que aporta,el testigo Quintavalle es dudoso por las circunstancias de sw bservacion y, aun si fuera cierto, careceria de significacién indi¢iaria; f) dada la eantidad de ADN encontrada en los 456 Para un comem stico de la sentenza d'appello nel processo di Perugia.. a cfr. C. CONTLE. SAVIO, «La », de punta a cabo. Indicios, duda razonable, prucha cicntifica 241 rastros genéticos hallados en el sujetador y en el cuchillo, éstos no pueden atribuirse con garantias a los imputados; g) el luminol no solo resalta las manchas de sangre sino también de otras sustaneias; ademAs la presencia de pisadas mixtas de Amanda y Meredith puede deberse a que ambas vivian en la misma casa y algo andlogo cabe conjeturar de los hilillos de sangre diluida en agua con el ADN.de ambas recogidos mediante arrastre en el bafio que las do@usabans h) el hecho de que no faltara nada en la habitacién de Filomena no a inferir que hubo una simulacién de roboyyaque [pinicial intencién de robar pudo ser abandonada al precipitarse los aconte- cimientos, ademas de que también habia eristales debajo de la ropa esparcida por el suelo; i) las inusuales reaceiones de los imputades tras la tragedia pueden conceptuarse €omo. personales maneras de reaccionar ante sucesos tan tragicos y come un imtento por pasar pagina y regresar al cauce de lo cotidiano; j) eabe Gonjeturar que la calumnia de Amanda contra Lumumba fue una salida facil y breve de aquélla para poner fin a largos y presionantes interrogatorios de los investigadores; amén de que si Amandaise hubiera encontrado en el lugar y momento del crimen,él modo.mas adecuado de defenderse hubiera sido identificar al verdadero autor del homicidio. autori: B. Para complementar conun detalle importante una de las censu- ras mds incisivas hacia lo actuado por la CA, habra de seiialarse que, acogiendo la peticién de la defensa, la CAAPer dispuso una nueva pericia genética referida al ADN (por su exigua cantidad, inferior a Ja necesaria para un resultado atendible) hallado tanto en el cuchillo como en el pedacito de sujetador (éste recogido ademas a los cuarenta dias y quizds contaminado). A juicio de los peritos nombrados por el tribunal, ambas cireunstancias, y de conformidad con lo estatuido en log protocolos internacionales, invalidaban a efectos probatorios el ugo.de los'susadi¢hos elementos; incluso hacian superfluo, por eso mismo, ebanalisis de un nuevo rastro genético detectado en el cuchillo con posterioridad. 2. La Casacion anula la sentencia absolutoria El reproche nuclear que la CCI destina a la resolucién anulatoria tiene también como preludio otro discurso del método para reivin- 242 Juan Igartua Salaversia dicar lo que se habia omitido en el «dis CAAPer. curso» programatico de la A. En conereto: particularmente (aunque no sélo) la segunda della «doble operacién» que una jurisprudencia uniforme ha elaborado en tema de valoracién de indicios. Sobre las dos etapas de este recorrido yalorativo, dice la CCI: «primeramente es obligado procedeta la va- loracién de todo elemento indiciario individualmente, para establecer si presenta o no el requisito de la precision y para constatar suaptitud demostrativa que por lo comin aparece en términog de méra posibili- dad»; pero, después, «es necesario llegara/un examen de conjunto de los elementos a fin de verificar si las margenés-de ambigiedad inevi- tablemente inherentes a cada uno (pues'si no hubiera incertidumbres demostrativas se estaria ante verdaderas y propias pruebas) puedan ser superados». Y ndose a te Suprema alcanza la «conclusi6tude que la sentencia impugnada se resiente de una 0 correcta elaboraciém de todas las evidencias dispo- nibles, no coordinadas entre si adecuadamente, extrayendo a veces con- clusiones incompatibles con datos adquiiridosss ademas de haber «mar- ginado evidencias significativas que estabaty colocadas en la base del rasonamiento probatofi@idel plimer t justificativo»; y, fnalmente, porque «presenta icto oculi una valoracién parcelada y atomista de los indicios, tomados en consideracién una por uno y privados de su potencialidad demostrativa, sin una mas amplia y completa valoracién (...) olvidando la valorizacién que las piezas del mosaico indiciario asumén cn su ValoraciGn sinérgica. Precisamente, la falta de este examen unitario ha impedido que las lagunas que fatal- mente cada indicia lleva consigo fueran colmadas» (cursivas mias); de ahi que, en la parte conclusiva de su sentencia, la CCI enfatice casi en exclusiva que «el juez de reenvio debera por tanto poner remedio, en su mis’amplia facultadide Valoracién, a los aspectos argumentativos criti- cados, realizand@un examen global y unitario de los indicios, examen a través del cual deberd verificarse si la relativa ambigiiedad de cada elemento probatorio pueda solucionarse, puesto que en la valoracién global cada indicio se aftade y se integra con los otros». tos parametros valorativos», la C or uunal, si sen adecuado discterso B. Vistos los escuetos objetivos de mi trabajo, no tiene sentido de- tenerse en la minuciosa exposicién del ostentoso varapalo que la CCI Indicios, duda razonable, prucha cientifica 243 propina a la sentencia de la CAAPer, y ain menos cuando de ésta se ha ofrecido, en el apartado precedente, apenas una aérea panordmica. Pera, siquiera para catar el tenor preciso de metodoldgi- cas, no seré un dispendio echar mano de alguna que otra ilustracién al hilo de las especificas recriminaciones que ¢l érgano casacional dirige a la sentencia recurrida; y siempre con la vista puesta como! pun- tualiza la CCI—en que el objeto de su eserutinio es «el razonamiento probatorio» y no la «revaloracién del compendio indiciario». iS censur: a) Asi, a propésito de la «(p. cj. no se climinaron las ostentosas pisadas de las capatillas de Rudy tintadas de sangre), limpieza acreditada mediante fotos, y también por la presencia de una limpara de mesa (perteneciente a Amanda) apoyada en el suelo de la habitacién de Meredith (nica manera de observar las manchas que podian quedar en Ia penumbra cuando sélo existe un tinieo foco de luz que ilumina desde el techo);Quign tenia interés en alterar la escena del crimen? S6lo quien tuviera alguna relacién con el teatro del homicidio. ¢Quién dispor de tiempo para hacerlo sin miedo a ser descubierta? Sélo quien fuera co ciente de tener todo el tiempo necesario sin riesgo de ser sorprendido por algdn habitante de la vivienda. c) Amanda no se desdijo de su imputacién contra Lumumba no s6lo porque retractarse conduciria a la reanudacién 430. 248 Juan Igartua Salaversia CAA Fir introdujera también algiin elemento probatorio inédita(p. ej. el resultado del andlisis —desechado en su dia por la CAAPer— sobre el rastro genético, hallado con posterioridad al primer juicioven el cuchillo de Raffaele, y atribuyéndoselo a Meredith). De cualquier modo, con esta sentencia seguiré el plan trazado des- de el inicio; es decir, deseribiendo —de entre sus argumentos— losin- dispensables para una suficiente comprension de esta dilatada historia judicial (y sobre todo de su inesperado desenlace}. A. Mencién expresa merece, por su sutileza, ¢l razonamiento de la CAAFir respecto de lo destapado por el Taminol. De los rastros que resalté el luminol, importan aquellos mixtos (que mezclaban ADN de Meredith y Amanda) y sobre cuya naturaleza (hematica 0 no) emer- gieron dudas ya en la primera apelacin. El tribunal dé Florencia re- conocia que las fluorescencias del luminol se producen efectivamente como reaccién ante variadas su@flitcias (zumo dé frutas, patata, lejia, etc.) no slo ante la sangre. Pero tal perplejidad, que es loable en linea de principio, deja de serlo atendiendg al contexto concreto. En efecto, esas huellas no aparecen en un éspacio neutro (en el que puede haber de todo) sino en un ambiente fuertementelafectado por una copiosa pérdida hemética (no sélo en la habitation de la victima). Ademas, junto a los rastros detectadospor el luminol, habia otros (hemiticos, como las pisadas de Rudy) pereeptibles a primera vista; lo que autori- za a inferir razonablemente que los rastros evidenciados por el lumi- nol, lejos de constituir un dato procesal excéntrico, representaban la confirmacién de qué la vivienda fue sometida, después del homicidio, a una intensa y selectiva actividad de limpieza. Pero es que, encima, esos rastros que el luminol habia hecho patentes contenian ADN hu- de exhaustives interrdgatorins sino también por la ventaja que eso com portaba: Lumumba no podia ofrecer ninguna informaci6n (puesto que no se encontraba en el lugar) sobre lo que Amanda hizo dejo de hacer; muy distinto era el caso de Rudy: éste (que sf estuvo alli) podia narrar lo acon tecido y comprometer a Amanda; es decir, la Gnica finalidad racional de la calumnia‘era alejar las sospechas sobre si y sobre Rudy inculpando a un tercero totalmente ajeno a los hechos. Y, si bien es cierto que Amanda, ac f, misma en el escenario del crimen, no le quedaba sin embargo otra salida: si no se situaba a si misma en la escena, no podia acusar eficazmente a Lumumba. Indicios, duda razonable, prucha cicntifica 249 mano. Afiddase a ello que uno de los rastros mixtos (0 sea, con el ADN de ambas) se encontraba en la habitacién de Filomena que —a diferencia de otros espacios usados por Amanda y Meredith (pyej. en el bafio pequefio, donde por cierto también se encontraron manchas de sangre con la mezcla de los dos ADN)— no era lugar de normal frecuentacién para estas dos muchachas. Y, por si algo faltara,'todo ello encaja con el robo simulado en la habitacién de Filomena; ope- racién en la que, tras el homicidio de Meredith y subsiguiente elimi- nacién de rastros, alguien transports en sus pies sangrede la/Victima. B. Igualmente se hace acreedora a ufla expresa alusién un dato que Amanda deslizé en su falsa imputacién contra Lumumba. declaracién, Amanda introdujo un movil de naturaleza sexual en el desarrollo de los hechos, lo que en definitiva result6 sér cierto ya que Meredith fue realmente violada. Sin embargo, era un dato ignorado todavia por la policia cuando Anterrogé a Amanda (pues no habia Signos externos que apuntaran en esa direccidn; si en cambio hacia la muerte provocada por un ladrén) y del qiie. se tuvo noticia fided! cuando dias después Ilegaron Ids informes del laboratorio. ;Cémo estaba Amanda al corriente de aquella circunstancia que hasta los investigadores descon6tian? in su C. Como complemento a lo que de nuevas incluye la sentencia de CAAFir, hay un par dedatos que atraen la atencién. El primero, que cuando Amanda Ilamé por el celular a Filomena para advertirle de lo observado en sushabitaciénjino lo hizo desde la casa que ambas compartian sino (como los investigadores determinaron) desde el do- micilio de Raffaele; es decir, Amanda no describia una realidad que tenia ante Sus ojos cuando estaba hablando con Filomena, pero de la que sin embargo demostré tener perfecto conocimiento. El segun- do, que Raffacle y’Amanda mintieron cuando contaron (a la policia postal que vino con los dos celulares de Meredith encontrados en un parque) que estaban a la espera de los carabinieri (a quienes habrian comunicado las anormalidades detectadas en la habitacién de Filo- mena) pues todavia no los habjan llamado; ambos estaban sentados en.el exterior de la villita esperando la llegada de Filomena y se en- contraron con una situacién no prevista (la personacién de la policia postal); o sea, alertaron a los carabinieri mas tarde (incluso un cuarto 250 Juan Igartua Salaversia fono a de hora después de que Filomena les hubiera urgido por tel que lamaran al 112). D. En pentiltimo lugar, la CAAFir acometié la tarea de réconstruir Ja causa (el madvil) del crimen pese a reputarla casi como una pieza intrascendente para la averiguacién de su autoria, puesto que, encon- sonancia con la doctrina sentada por la Corte Suprema «lavidentifi- cacidn exacta de un mavil en el delito de homicidio pierde relevancia cuando la atribucién de responsabilidad al imputado desciende de un cuadro indiciario preciso y concordante»*, siendg)ésta en su esti- macién— la coyuntura alli presente. No @bstante, en esa labor se em- pefié con minuciosidad este segundo tribunalide apelacién; por algo ia (porque confiere verosimilitud y persuasividad al relato, pienso). Pues bien, en su afanosa recomposicién dela escena del crimen, la CAAFir, tirando de inferencias que parten —decia ella— de multiples datos indiciarios muy fables y €@fitordantes (tod6s relacionados con rastros genéticos), terminaba concluyendo que habia tres personas (dos hombres y una mujer) en el lugar de los. hechos justo después del homicidio (una era Amanda, otto Rudy, cl tercero Raffaele —por el tipo de huella de un pie descalzo que habia pisado sangre y porque fue visto poco antes junto con Amanda—). De su lado, Meredith no estaba citada con nadie par@aquella noche (aseguraron sus amigas inglesas). Pues bien, si Rudy entré.cn la casa sin forzar la puerta, es que alguien se la abrié (Amanda era la unica que tenia llave del piso). Es verdad que Rudy y Raffaéle no se conocian, pero Amanda servia de conexién entreambos (era novia de Raffaele y habia coincidido con Rudy en varias ocasiones). Ubicadas los tresen ese escenario, el tribunal florentino reconoc la dificultad de identificar un movil cuando el delito hunde sus raices en motivaciones e.tipo personal o en pulsiones de cardcter instanté neo; complicacion que se dispara si son varios los autores del delito “0 Tesis asumida s6lo a medias en la doctrina mayoritaria italiana: donde, por un lado, se admite que «si la prucba del hecho es apabullante, el mévil se convierte en irrelevantes; pero, por otro, hay cierta reticencia para aceptar qué esa regla empirica valga en los procesos indiciarios, pues —se dice— «si falta el mévil, los indicios flatan como los detritos sobre las olas» (eft. EM. IACOVIELLO, La Cassazione penale..., pp. 421, 586). Indicios, duda razonable, prucha cicntifica 251 (cada cual con sus motivaciones, en las que se mezclan algunas naci- das de relaciones personales y otras provocadas por resortes comunes © también dejandose llevar por afinidades afectivas), por lo que na cabe prescindir de los datos que han emergido en el pracese, valora= dos los cuales en conjunto pueden ofrecer una indicacién sobre las razones que explican la comisién del delito. Si bien —puntualizaba el tribunal— el variable fundamento del mévil asi reconstruido.de nin- gun modo invalida la conclusividad, en torno a la autoria, derivada univocamente de tan populoso cuadro indiciario. Y ya metida en faena, la CAAFir comenzaba acentuando la tirante relacién entre Meredith (estricta, si no puritana) y Amanda, debida al habito de ésta de llevar a casa a sus ocasionales ligues y asu desidia en la limpieza de espacios y menaje comunes dela vivienda. Tension que aleanzo6 limites extremos la misma noche deautos cuando —segtin contara Rudy— Meredith culpé.a Amanda de sustraer los 300 euros que aquélla guardaba en una cajita para el pago de la renta mensual (y aunque no prosperara luego en via judicial tal acusacién por falta de pruebas, lo cierto es que el dinero no aparecié asi como tampoco dos tarjetas de crédito de la finada, ganando enteros asi la credibilidad sobre la acalorada discusién que Rudy mencionara). Se sabe también, porque asf lo deelaré Amanda, —prosigue el tri- bunal— que la tarde-noche de ese dia, ella y Raffaele, fumaron ma- rihuana y practicaron s4#6, pefolio en el apartamento de Raffaele —como ella manifest6— sino seguramente en su casa de via della Per- gola (donde se encontré.1a eolilla de un cigarrillo liado a mano y con el ADN de la pareja, aunque a policia no analizd su composicién). O sea, ya dentro de la villita, después de las 22 horas, «podia» (sic) haberse producidota siguiente situacion: Raffaele y Amanda re- tiradog en la habitacién de ésta, entregandose a intercambios intimos y a fumar ina sustancia estupefaciente; Meredith, sola en su cuartos y Rudyideambulande por la casa mientras sus apetencias sexuales se caldeaban en aquel/entorno. Situacién de aparente normalidad que exploté por obra de la antes mencionada discusién que enfrent6 a las dos muchachas y en cuya trama pudo intercalarse la conducta de vio- lencia sexual (en el caso de Rudy para desahogo de sus incontenibles ganas, en el de Amanda —y Raffaele por gananciales— para humilla- cién de la estudiante inglesa). 252 Juan Igartua Salaversia La CAAFir, llegada a este punto, abre un paréntesis en su digeurso para conceder que la busqueda de un movil no suele coronarse nece- sariamente con un hallazgo de certeza garantizada, pero de cualquier modo —afiade la Corte— no se ha aportado ninguna alegaeién que ofrezca una razonable motivacién alternativa (a la aqui propuesta) para explicar un homicidio que maduré fuera de un contexto criminal. E. Y sobre la antedicha base, el tribunal da por hecho que a cierto punto de la noche la muchacha inglesa fue agredida por Amanda, por Raffaele (que respaldaba a su chica) y por Rudy, quienes l@/obligaron a entrar en su propia habitacian donde tuvieron lugar los momentos finales de la agresion y del acuchillamiento. Los tres lbagredi A Rudy le delata su ADN encontrado.en Ja manga de felpa de la victima y en la vagina de ésta en la que intradujo un dedo; lo que deja entender que no empuiié ningun cuchillo sino que utilizé una mano para inmovilizar a Meredith y la Gtra para agredirla sexualmente. cron, Por otra parte, a la vista de las heridas que el cadaver presentaba, Meredith fuc herida con dos cuchilles de filo distinto (uno mas peque- fio que el otro) y manejados desde angulos diversos (o sea, por dos personas diferentes). Raffacle acostumbraba a llevar siempre consigo una navaja; cabe pensar razonablemente que con ella se corté el pe- dacito de sujetador en el que precisamente luego se detectaria ADN de Raffaele; a él ha de imputarsele entonces las heridas ocasionadas por el cuchillo pequefio. Por tanto, fue Amanda la que empuiié el cuchillo grande con el que se produjo el gran corte en el cuello de Meredith provocando su muerte, pués en tal cuchillo se localizé sangre de Me- redith (en la hoja) y ADN de Amanda (cn el mango). IV. ABSOLUCION DEFINITIVA En su nuevo recurso ante la instancia casacional (y del que, esta vez, sé hizo cargo su seccién V), las defensas de los acusados formu- Jaron sus alegaciones cada cual por su lado, buscando en exclusiva la exeulpacion de su respective patrocinada. Ello obligara a la CCV a-que, por gravitacion natural, finalmente deba dirimir por separado Si esta justificada o no la responsabilidad atribuida a cada uno de los dos recurrentes en la comisién del crimen. Indicios, duda razonable, prucha cientifica 253 1. Anotaciones previas Nada obstara, empera, a que el alto tribunal se extienda también en una serie de consideraciones generales suscitadas por inéidenGias («prejudiciales» y «preliminares de rito») que afectan sin distincién a Ja pareja concernida; tales como: el seguidismo de la CAAFir hacia la CCI; amnesias y omisiones en la investigacién del casogi@lamor mie didtico que imprimié una improvisada aceleracion a las investigac nes; la espasmédica busqueda de uno o mas culpables para mantener el prestigio ante la opinién publica internacionals deficienéias en la recogida, custodia y andlisis de muestras genéticass tardia disponibili- dad de algunos testigos repescados por periodistas; propalaciones de individuos presos, sin duda movidos por elineentivo del’protagonis- mo y la fama televisiva; etcétera. Pero, al margen de toda esta miscelinea délfaétores que en nada ayudaron a la busqueda de la verdad sustancial?, la CCV también incluye en ese apartado la mencién alos dos tinicos elementos firmes con los que si podia contarse. El primeroyque en el recorrido de este laborioso proceso s6lo habia un@ato’de irreftitable certeza: la culpa- bilidad de Amanda (establecida mediante sentencia judicial ad boc) por la calumniosa acdgacién eontra Limumba. El segundo, la con- dena de Rudy, corroborada igualmente por pronunciamiento judicial irrevocable (habia elegido ser jivgado aparte por el procedimiento aabreviado», como ya dije). La Corte aprovecha esta feferencia a Rudy para, sobre la base de la reconstruccién del suceso en aquella sentencia que lo condend, ex- eluir que éste hubiera actuado en solitario: las heridas en el cuello de la joven inglesa (fia por A lado y otra por el otro, con trayectorias ilmente con dos cuchillos de distinto diversas y producidas vero: filo), la falta de signos de resistencia de la vietima (bajo las uiias no se encontraron rastros del agresor ni signos de haber ofrecido deses- “8 Se ha reprochado a la CCV que simplifica excesivamente el problema al afirmar que los errores mas graves del caso radicaron en las deplorables la bores de investigacién, cuando los mayores culpables fueron tres tribunales qué no cumplieron con su funcidn de controlar las investigaciones fallidas (P-TONINL, «Nudhen indicium sine scientia. Cadono vecchi idoli Meredith Kercher», Diritto prenale e process, 2015, n° 113 p. 1410) 254 Juan Igartua Salaversia perada resistencia, las tumefacciones en los brazos por aparente afe- rramiento, las esquimosis en Zonas mandibular y labial que inducen a pensar que alguien tapé con fuerza la boca de la vietima), las copiesas manchas de sangre en la puerta derecha del armario a 50 cm, del pavi= mento (por la colocacién y la direccién de las mismas hacian suponer que la joven fue literalmente «degollada» cuando, verosimilmente. de rodillas y con la cabeza reclinada a viva fuerza, fuevaleanada por varias cuchilladas en el cuello, de las que una la inferida en la parte izquierda— determiné la muerte por asfixia debida a un imponente flujo de sangre). Una accién asi, de mecanica tan compleja, es dificil- mente imputable a una sola persona. De tamafia brutalidad cabria extraer —¢ontintia la Corte— dis- tinta conclusién relativa al movil del délitoyque la;CAAFir avanza- ba, dada la anormal desproporcin entre las meras desavenencias de Amanda y Meredith (desmentidas, ademas por la madre de ésta) o los impulsos sexuales de alguno de los participantes (Rudy) y la salvaje violencia empleada en el homicidio. Incompatibilidad atin mayor comla hipétesis (conjeturada por al- guna de las defensas) de que irrumpiera en la casa un ladrén descono- cido y, a la vista de una.mujer joven, decidiera violarla; pues resulta dificil concebir que alguienptras tina-agresiOn sexual, se dedique a un homicidio gratuito y confa ferocidad del caso, en lugar de darse a la fuga precipitadamente. 2. Entrando en materia Afrontando ya el examen de la sentencia impugnada, la CCV de- nuncia las fallas que, por defecto o por exceso, aquejan a la resolucion de la GAAFir, De momento, s6lo a las primeras (en concreto a un par de aspectos subestimados por la Corte de apelacién)*? dedicaré una breve atenci6n’en este apartado. En primer lugar al »dvil del crimen, sobre cuya sustancial irre vancia disiente la suprema Corte, dado que a su entender —y en con- ios por exceso (cor cise, sin merecerlo, a deter Indicios, duda razonable, prucha cicntifica 255 tra de la estimaci6n del tribunal florentino— el compendio indiciario era «no univoco e intrinsecamente contradictorio». Eso para empezar. Y, después, ninguno del abanico de motivos apuntados ha podide ser verificado. En particular, el mévil sexual atribuido a Rudy no es ex= tensible sin mas a la pareja por cuanto la hipdtesis de un juego erdtica en grupo no ha encontrado corroboracién alguna; ademas de que tomar parte en una actividad de esa naturaleza presupone que habfa fuertes relaciones interpersonales entre los coparticipes, y no era el caso (Amanda habia coincidido alguna que otra yez eon Rudy y no hay prueba de que Raffaele ni siquiera lo conocia). El segundo ertor tadica en negar rel@Panciala éstablecer la hora exacta de la muerte de Meredith, dando por buena la hora aproxima- da ofrecida por algunos informes periciales. Lleva razdn en su protes- ta la defensa de Raffaele, pues determinar la hora era imprescindible para verificar el alibi que el acusado habia alegado; a lo que debe sumarse que, frente al censurable musonrenismo (sic) de las investi- gaciones preliminares, la defensa del récurrente aportaba un andi mucho mas ajustado a datos factuales incontrovertible: 3. Ya en el micleo: las pruebas gensticas Hagamos ahora un poco de memoria. Son cuatro los indicios a destacar: los rastros hematicos con:ADN mixto (de Meredith y Aman- da) hallados en el baie que ambas compartian; igualmente los rastros de naturaleza hematica con ADN de ambas dos detectados mediante el uso del luminol; el ganchito del sujetador de Meredith, cortado a navaja, con el ADN de Raffaele; finalmente, el cuchillo grande cau- sante de la herida mortal. €éon ADN de Amanda en el mango y sangre de Meredith en la hoja del mismo. 4. Pero... sson de verdad «indicios» Llegados aqui, no hay mas remedio que retroceder al momento en el que, vista con el monéculo de la legislaci6n italiana, supeditabamos Ja eficacia de la prueba por indicios a la concurrencia de varias condi- ci6fies: concordancia, precision y gravedad. Que, justamente, son los requisitos que aprovecharon al primer tribunal de apelacién para ela 256 Juan Igartua Salaversia borar un pequefio «discurso del métado» sobre la prueba indiciaria y dar un yuelco a la sentencia condenatoria. Decia, en sintesis, que nos hallamos ante un indiscutible cuadre de indicios, de los que la «concordancia» es sélo x0 (no el inico) de los requisitos y ademas el siltimo (légica y cronolégicamente hablando)}; por lo que no es legitimo subrayar la convergencia de los indieiogsin antes haber valorado la precision y la gravedad de cada uno de ellos; inversion metodoldgica, sin embargo, en que ha incurrido el tribiinal de primera instancia al sortear la primera parte del recorrido (preci- sién y gravedad de los indicios) y afrontar sin mas el tramo final (el relativo a la convergencia de aquéllos),/siend6 asf que saltaban a la vista las vistosas carencias de precisién y gravedad que»presentaban los elementos indiciarios obrantes**. Reproche (de este segundo tribunal al primero) que provocard la fulminante réplica del tercero (GCI), pese a concerdar con aquél — eso si— que sel compendio probatorio recogide y elaborado» «es sin duda de cardcter indiciario», pero censurandolo por haber efectua- do una avaloracién parcelada y atomista dédlos indicios» olvidando que «los margenes de ambigiiedad inevitablemente inherentes a cada uno» pueden ser superados en una «vision unitaria de los mismos». Discusién que, en cualquier casoyafectaba nada mas a si la preci- sidn y la gravedad es exigible alos indicios tomados individualmente © cn su conjunto™, pero todos convenian en que —precisos o no, graves 0 no— nos hallamos ante genuinos indicios. Hasta que cayo el inesperado y estruendoso bombazo del ultimo tribunal (CCV) al afirmar que ni siquiera llegaban al rango de «indicios» los datos gené ticos cuya valoracién habia sido discutida hasta entonces. {Por qué? Porque no'se acredité que aquéllos fueran «ciertos» (y la «certeza» 463 a persona interesada que no disponga de tiempo o de paciencia para leer el centenary medio de paginas que componen la sentencia, encontrar una buena semblanza de la misma —como ya dije— en el articulo antes citado de C. CONTLE. SAVIO, «La sentenza d’appello nel proceso di Perugia...» 41 Asunto sobre el que no hay una linea jurisprudencial uniforme entre las di versas secciones de la Corte de Casacién italiana (cfr. D.SIGNORL, «Passato ¢ futuro nelle sentenze per Pomicidio di Meredith Kercher, pp. 751-752). Indicios, duda razonable, prucha cicntifica 257 es, como vimos en la primera parte, el requisite sine qua non debdate indiciante*®), 5. Principios para acreditar un dato «cientifico» De la referida sentencia se ha dicho —nada menos— que envella s¢ enuncian «principios completamente nuevos sobre el tema de la prueba cientifica en general y de la prueba del ADN en particulars“**, El elenco de tales prine ios vendria a ser el A. Frente al obsoleto «iudex peritus petitorumi» que dejaba en ma- nos del juez resolver como mejor le pareciera-un problema que im- plicaba conocimientos especificos aun en presencia de posiciones en conflicto, la nueva doctrina de la Casacién reconoce al imputado el derecho a la admision de la prueba pericial cuando haya un contraste entre los expertos de la acusadién.y los de la defensa; puesto que, reconocida «la legitina ignorancia débjuce» en la materia, de ahi se desprende «su incapacidad para gobernaPauténomantente la prueba cientifica» (p. 33 de la sentencia). B. Para que un dat6)«cientifico» (genético, en este caso) alcance valor indiciario es necesario que se hayan respetado las reglas estable- cidas en la recogida de muestrasyquede asegurada la cadena de custo- dia de las mismas, y éstas sean examinadas conforme a los protocolos fijados por los especialistas en.la materia. C. Corresponde a la acisacién la carga de la prueba que garan- tiza la genuinidad de la muestra desde el momento de su recogida hasta el dé)swandlisisy no a la defensa probar lo contrario, pues la obserwancia de las reglas prescritas para esas actuaciones no puede ser presumida sindidebe ser probada; lo mismo que sucede cuando “85 -¥ con el corolario adicional de que si se admitieran indicies «inciertos», éstos jamds serian ni ). Eventualidad que la CCV no tuvo en cuenta (como destaca G. GENNARL, Nuove e wecchie scienze forensi..., p. 79), pero que sin embargo no escapé ala CAAPer cuando censuraba a la policia cientifica porque «la muestra no habia sido subdividida en al menos dos partes alicuotas y sometidas cada una a un tratamiento a fin de constatar la presencia ono de los mismos alelos en los dos replicados» (p. 79) 46 Indicios, duda razonable, prucha cicntifica 259 pirico, que tempestivamente “fotografiado”, asume significatividad demostrativa» y otra muy distinta si la «valencia indicativa (del da~ to) esta indisolublemente ligada a su repeticion o repetibilidad» (por ejemplo en evitacién de falsas identificaciones con muestras de ADN): No vale, pues, invocar ese tipo de normas (como, sin embargo, asi hicieron algunos tribunales en esta historia nuestra) para dar valide: procesal a presuntas informaciones de indole genétical no eontrasta- das debidamente. 6. sPor qué no habia datos indiciantes «cientificoss? Antes de pasar revista a este cuarteto de supuestos indicios genéti- . interesa anticipar un par de cosas, A. La primera, que, bien mirados, no todos los presuntos indicios exhibirian de entrada la misma énjundia probatoria. En efecto, las muestras hematicas con ADN mixto (de Meredith y Amanda), tanto las detectadas por el luminol en el corredorde la casa como las recogi- das en el cuarto de bao, servirian a lo’sumo para probar un contacto de Amanda con la sangre de Meredith posterior al homicidio y fuera del lugar del crimen. N@)asi, por el coftrario, los otros dos indicios (tanto el ADN de Raffaele en.el ganchito del sujetador de Meredith hallado en la habitacién de ésta Como los respectivos ADN de Aman- da y Meredith en el cuchillo que provocd la muerte de la inglesa) que valdrian para involucrar a Eypareja de novios en la directa comisién del delito. B. La segunda, que los errores que impiden tomarlos como indicios acreditados sonde diversa factura*”. A titulo ejemplificativo: a veces se yerfalen la misma recogida de la muestra obviando las prescripcio- nes gcdutélas ijadagieW los protocolos correspon al determinar cudndo se dej6 en aquel lugar u objeto el rastro gené tico hallado (pues podia estar alli antes del suceso delictivo, o quizas nites; otras veces 4WssCireunstancia sobre la que Haman la atencién E TARONLEJ. VUILLE-L. LUPARIA, «La prova del DNA nella pronuncia della cassazione sul caso ¢ Raffaele Sollecito», Dirilto penale contemporaneo, 2016, 260 Juan Igartua Salaversia fue por una posterior contaminacién de la muestra); en ocasiones la equivocacién consiste en atribuir a quién pertenece el material génico encontrado sin las debidas garantfas (bien porque hay una mezela de perfiles genéticos de dificil identificacién o bien porque la muestra contiene escasisima cantidad de ADN); 0, incluso, cl desacierte puede deberse a haber establecido sin los anzlisis cientificos adecnados de qué naturaleza biolégica esta constituida la muestra (asegurando por ejemplo que es hematica s6lo porque cuadra mejor con las conjeturas de los investigadores). Lo dejo aqui. Si una cualquiera falla de ésas puede ser suficiente para negar la calidad de «dato indiciante> al elementdlpenétieo qhe fuere, zqué ha- br de decirse si tal elemento est afectado’ por varias irregularida- des en cadena (mal recogido, posiblemente Contaminado, con escasa concentracién de ADN, inviable para determinar su naturaleza bio- ldégica...)? Pues bien, precisamente cso cs lo que, en esta historia, les sucede en particular a las muestras de ADN con mayor protagonismo probatorio. 7. Pasando revista El dltimo tribunal (CCV) efecttia un balance de cuantos argumen- tos han ido emergiendo en las distintas fases de esta historia judi cial#7 en orden a negar éficacia probatoria a los datos genéticos que, hasta entonces, habian sustentado la condena de los encausados A. Voy primero €on log menos importantes, uno por uno. a) Estan, para empezar, los rastros con componente de sangre (se- lectivamente*?2, bortados/—segiin se sostenia— pero que el luminol Llama poderosamente la atencién que, incluso antes de que se anulara la primera condenay una periodista publicara un minucioso contra-andl desentrafiando [as numerosas fallas que contenia esa resalucién inicial, las cuales fueron también subrayadas por las defensas de ambos imputados en los sucesivos recursos. Me refiera al libro de M. D’ELIA, Il delitta di Perugia, alira verita, RCS Perivdici, Milano, 2010; y que también lo tendré presente al redactar este apartado, Porque junto a ellos estaban las ensangrentadas improntas del calzado de Rudy que se dejaron sin tocar. 4. Indicios, duda razonable, prucha cicntifica 261 acabé resaltando, 46 dias después del crimen) de unas pisadas-en’el corredor donde habia ADN mixto (de Amanda y Meredith); dato que no obstante desecha por inatendible el dltimo tribunal, por la sencilla razén de que hasta los propios investigadores de la policia habian des= cartado, mediante el uso de un reactive quimico especial (la tetrame- tilbenzidina), que las referidas manchas fueran de naturaleza hemati- ca. O sea, en las sentencias condenatorias se manipuld la informacion cientifica disponible*, Por otro lado —prosigue el Tribunal— no es exttaiio que en alguna zona de un dmbito domé perpuestas de pies descalzos pertenecientes a dos habitantes de la casa (recuérdese que el ADN no es datable, relaciona a un individuo con un lugar pero no con un tiempo). De ahf quéel luminol evidenciara también pisadas exclusivas bien de Amanda sola bien de Meredith sola; pero por cierto ¢qué motivo habia entonces para que también tas fueran objeto de una limpieza selectiva? 0, ademds, de haber existido un cuidadoso borrado de rastros incriminatorios, como se explica —pregunta el Tribunal— que se dejaran varios rastros hema- ticos reconocibles a simple vista en distintos lugares del baiio y faciles de eliminar? Hi b) Esta postrera observacién critica del Tribunal, nos da pie para entrar en el examen de los rastros hematicos con mezcla de ADN de Meredith y Amanda, en el lavabo y en el bidé del cuarto de bafio pe- quefio que ambas compartfan (no interesan otras manchas de sangre exclusivamente de Metedith). Tanto en el lavabo.como en el bidé se encontraron sendos hili- llos de un liquide rosacea (come de sangre diluida en agua) que iban desde el borde hasta el respective desagiie. Tomadas y analizadas las Gon el pretexto dé que, tratandose de una muy pequefia cantidad en los trosyello bien podfa impedir que la tetrametilbenzidina reaccionase ante la sangre. Pero se omiite que el test de la tetrametilbenzidina es considerado co mo muy sensible y confiable cuando excluye la presencia de sangre; es decir puede ofrecer como resultado «falsos positivas» pero no «falsos negatives» (M. D°ELIA, I! delitto di Perugia..., p. 123). A lo que debe afiadirse la observacidn de la CAAPer sobre la paradoja de qué las pisadas detectadas (de un presunto pie manchado con sangre) no fueron dejadas una detras de otra, como corresponderia, sino en lugares diferentes (p. 103). 404 262 Juan Igartua Salaversia muestras, nadie discutié que en ellas hubiera una mezcla del ADN de ambas. Pero las defensas si objetaron la manera de recogerlas: por arrastre (siguiendo de comienzo a fin, y luego a la inversa, el cecorri do del liquido rosado) en lugar de it punteando en las muestras. A lo que las acusaciones respondieron (y asi fue aceptado en las sentencias condenatorias) que era lo procedente, dado que las muestras présen- taban la figura de un hilo continuo. Respuesta que, sin embargo, no solventaba la objecién; ya que el problema central no residia én si la composicién de la muestra era la misma o no,a Tollargoltte todo el hilillo, sino que con esa operacién se arrastraba también material genético que bien podia estar ya presenté én las superficics del lavabo y del bidé (que eran de uso comin para las dosy sdlo para ellas) antes de que se formaran sobre ellas los dos hilités. de liquide rosa. La verdad es que el Tribunal, sin descendera tales detalles, evoca y asume estas «bien conocidas consideraciones sobre la segura naturale- za y referibilidad de los rastros en Cuestién». No obstante, curandose en salud y por un porsiacaso, la Casaciém agrega que incluso de «rete- ner como cierta la atribucién, el elemento procesal seria no univoco, en cuanto demostrativo de un Gontacto péstumo con aquella sangre (...) sin que ello pueda contribuir a dar certeza de su directa implica- cién (de Amanda) en la accién homicida® (p. 46 de la sentencia). B. Como antes subrayé, los rastros que comprometian a Raffaele y Amanda en tanto que ¢jecutores materiales del crimen estaban en un pedacito del sujetador (los ganchitos) de Meredith cortado a navaja asi como en un cuchillo de cocina hallado en el apartamento de Ra ffacle y perteneciente al menaje de esa vivienda. a) En el ADN de Raffaele detectado en un trocito (los ganchitos) del sujetador de Meredith cortado a navaja (se suponia) estaba la piedra angular désu{participacién criminal cuya rebuseada recons- truecién cra laique sigue. Meredith fue agredida con dos cuchillos de distinto tamafie a juzgar por las diferentes anchuras de las heridas que presentaba cl cadaver. Nunea se localizé el cuchillo pequefio, que podria ser una navaja. Raffaele siempre llevaba una y ademas poseia una Splikeciéiii de ellas. Todas las que se le ocuparon eran de doble filo. ¥ aunque la utilizada en la muerte de Meredith tenia filo tinico, sin embargo la presencia de ADN de Raffaele en aquel pedacito del Indicios, duda razonable, prucha cientifica 263 sujetador (del que fue despojado Meredith a la fuerza) lo situaba in- dubitadamente en la escena del crimen. Eso parecia. Pero... (i) El trocito fue avistado (y fotografiado) ya en la primeralinspec- cién tras el hallazgo del cadaver, si bien se desdefié su recogida dado integro. No obstante, en una inspeccién posterior, 46 dias mas tarde, la policia cientifica deéidis recogerlo. El tracito estaba a metro y medio de donde fue vistola pri- mera vez y bajo una alfombrita. A la protesta de la defensa alegando que, entre una inspeccidn y otra (con sucesivas entradas y salidas de la policia asi como con la remocién de muebles y objets), el trocito bien podia haber sufrido alguna contaminaciémel tAibumal de primera ins- tancia respondié que tocaba a la defensa indicar como ydesde donde se habia transportado el ADN de Raffaele hasta el referido pedacito. Despropésito judicial que fue enmendado en otras instancias, si no es mas porque habia una filmacion de la propia poli¢ia que mostraba c6- mo, en cl momento de su recogidayel pedacito iba pasando de mano en mano entre investigadores que llevaban guantes de litex usados en el registro de otras dependencias dela casa. que ya se disponia del sujetador casi (ii) Mas todavia. Habia en_esa presilladel sujetador una mixtura de rastras biolégicos pertenecientes a mas de un varén (no el simple de un sujeto implicado), no:siendomada Ficil reconstruir los distintos perfiles genéticos a los que referic cada uno de aquellos elementos. En- tonces, puesta que los in vestigadoles disponian del ADN de Raffaele, Jo tomaron como guia para recomponer el puzle y obtener asi un per- fil genético que fuera compatible con aquél, con la consiguiente inver- sidn de método (yiciado esta vez por el sesgo «sospechocéntrico»*”5), (iii) Por si esto fuera poco, en la muestra biolégica encontrada habia muy*poéa.concentracion de ADN; por lo que, segiin prescriben los pratocoles internacionales, debian efectuarse dos (si no hasta tres) amp te de iediien Ia segunda amplificacién pueden aparecer 8 Ietirrienda asi en lo que se conoce como

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