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Créditos
Moderadora
Neera
Traductores
Neera
Brat
Lvic15
Correctoras
Neera
Emerie
Laavic
Revisión & Recopilación
Neera
Diseño
Angela Camarena
Índice
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Sobre la autora
Sinopsis
Después de una horrible ruptura, Summer está deseando tener un par de meses en
casa para recuperarse. Después de que una pelea con su ex la deja vacilando, hace algo
que nunca había hecho antes, tener una noche de sexo casual.

Hunter observó a Mitch tratar a Summer como basura por meses, por lo que se
sintió aliviado cuando rompieron para siempre. Incluso mejor cuando ella lo invitó a su
dormitorio la noche antes de que dejara el campus por el verano.

La mañana siguiente viene con una sorpresa que ninguno de ellos vio venir…
Summer tiene un nuevo hermanastro.

Hunter
Capítulo 1
Metí lo último de mi ropa en una mochila y luego la cerré. Mi segundo año de
universidad estaba completo, y estaba lista para un verano relajante libre de estrés. Mi
vida fue un ciclo interminable de drama, y todo giraba alrededor de un tipo que ya no
podía soportar. Miré la caja de sus pertenencias y gemí. Tendría que devolverle sus cosas
tarde o temprano.

Suspiré, agarré la caja y me dirigí a su dormitorio. Debería haber sentido algún


tipo de emoción, pero todo lo que pude reunir fue la irritación de haber perdido dos años
de mi vida en Mitch. El primer año fue genial. Fuimos inseparables. Jóvenes amantes que
hicieron todo lo posible para estar juntos tan a menudo como pudimos. Pasamos mucho
tiempo buscando lugares para tener sexo. Debería haberlo dejado a principios de año,
pensé mientras llevaba la caja de sus cosas por el campus.

Llegué a su puerta y la puse en el suelo. Podía alejarme y dejarla ahí para que la
encontrara, y entonces me preocupé que alguien la tomara. No había nada de valor, pero
eran sus cosas. La agarré, la balanceé en mi cadera y llamé a la puerta.

La puerta se abrió, pero no era Mitch. Su primo, Hunter, la abrió.

Él puso los ojos en blanco.

—¿Qué quieres, Summer?

Me miró fijamente. Más parecido a fulminarme. Hunter y yo no éramos


exactamente amigos. Estudiamos la misma carrera, así que compartimos muchas de las
mismas clases. Hubo una competencia hostil entre nosotros para ver quién podría
terminar como el primero de la clase.

Empujé la caja hacia él.

—Ve que Mitch reciba esto, ¿lo harías?

Hunter lo agarró y miró la parte superior.

—No hay problema. ¿Qué hay ahí dentro?

Me burlé. Mi irritación por Mitch y todo este año de mierda salió a flote.

—Es toda la mierda que dejó en mi dormitorio.

—Así que ustedes dos realmente terminaron, ¿eh? —Hunter sacó un osito de
peluche rosado. Mitch me lo había dado después de nuestra última reconciliación—.
¿Esto era de él?
—No, pero ya no lo quiero. —No quería nada de él nunca más.

Hunter rió y dejó caer al oso de nuevo en la caja.

—¿Qué pasó con ustedes dos, de todas formas?

Crucé mis brazos sobre mi pecho.

—Como si no lo supieras. Probablemente te lo diga todo. —Me volteé y me fui,


pero momentos después, Hunter caminaba a mi lado.

—¿Obtuviste tu nota de química?

Asentí.

—He comprobado esta mañana.

—¿Y?

Miré a Hunter por el rabillo del ojo.

—No es asunto tuyo —escupí.

Aumenté mi ritmo, pero sus piernas eran más largas que las mías. Aunque saliera
corriendo, no me alejaría de él.

Él sonrió y metió sus manos en los bolsillos.

—Sí, sabía que te había ganado.

—¿Perdón? —Me detuve y giré para enfrentarme a él.

—La única manera de que no presumas de tu nota es si era una mierda. Así que te
supere. Es bueno saberlo. —Giró sobre sus talones y caminó hacia su dormitorio.

—Imbécil.

Irrumpí en mi habitación y luego me arrojé en mi cama. Si era honesta conmigo


misma, una parte de mi había esperado ver a Mitch. Quería ver si era tan miserable como
yo me sentía.

Felicity, mi compañera de cuarto, entró en ese momento.

—Summer, no vale la pena.

La fulminé con la mirada.


—No estoy deprimida.

—¿No? —Agarró mi teléfono y me lo lanzó—. Eso es lo que parece. Tu madre


llamó.

Felicity ya había empacado y organizado, completamente lista para irse a casa.


Ella era así, siempre diez pasos por delante de todo.

—He entregado la caja.

Ella abrió los ojos.

—¿La caja con sus cosas? —Se sentó en su cama y cruzó las piernas—. ¿Cómo
lo tomó?

Me encogí de hombros.

—No estaba allí. Lo dejé con Hunter.

—Deberías haberle prendido fuego.

Me reí.

—El pensamiento cruzó mi mente.

—¿Por qué no lo hiciste?

—No eran mis cosas para destruirlas.

—Eres buena persona, Summer.

Nunca estaba segura de si Felicity quería decir eso como un cumplido o como un
insulto. Me lo había dicho unas cuantas veces, generalmente cuando no estaba dispuesta
a hacer algo atrevido o imprudente, o cualquier cosa que fuera contra las reglas.

Mi teléfono vibró. Respondí sin mirar la pantalla.

—Oye.

—¿Así que no estás guardando ninguno de los regalos que te di? jodidamente
madura, Summer.

Dejé las piernas sobre el borde de la cama y me senté.

—No estoy guardando nada de lo que tocaste, Mitch.

Mitch se echó a reír.


—Puede que quieras deshacerte de tu compañera de cuarto entonces. —La línea
se apagó.

—Cabrón.

Terminé la llamada y miré el teléfono. Siempre fue así. Terminaríamos, él sería


hostil y diría cosas horribles. El regresaría arrastrándose. Lo perdonaría porque lo amaba,
pero ahora no. Nunca podría amarlo después de verlo a él y a Tiffany Jacobs. La imagen
se quemó en mi cerebro. Su falda alrededor de su cintura, la lengua de Mitch en su boca.
Él me odiaba porque ya no sería su tapete. Felicity vino y se sentó a mi lado.

—¿Estás bien? —Puso un brazo sobre mis hombros.

Asentí, luego exhalé.

—Estoy bien. Es un cabrón. Lo superé.

Ella alzó una ceja.

—¿Lo hiciste?

—No. —Mi risa fue cortada cuando mi teléfono sonó otra vez—. Cada vez que
llama y es un cabrón lo hace mucho más fácil.

Molesta, le respondí:

—¿Puedes dejarme sola?

—¿Summer?

—Mierda. Mamá. Hola. Lo siento. Pensé que eras otra persona.

Felicity puso su mano sobre su boca para sofocar su risa.

—Claramente. —Mamá sonaba menos que impresionada—. Oye, tengo una gran
sorpresa para ti.

—Sí, ¿Qué es?

—Todavía no puedo decirte. Cuando estés aquí mañana, haremos el almuerzo y


te lo contaré, ¿de acuerdo?

—Está bien.

No me gustaba cuando mi madre decidía sorprenderme. La última vez que había tenido
una gran sorpresa para mí, tenía diez años. Me había desarraigado y nos habíamos
movido por todo el país. Había habido tres sorpresas más grandes igual que
aquella en el momento en que me fui a la universidad.

—Tengo que irme, cariño. Te veré mañana. Te amo.

—Te amo. Adiós. —Summer colgó—. Si esta cosa nunca vuelve a sonar, será
demasiado pronto.

—¿Qué fue eso?

—Mamá tiene una sorpresa para mí. —Rodé mis ojos. Quería arrastrarme a un
agujero y nunca salir.

—Uh-oh. —Felicity le dio a mi hombro un simpático apretón—. Sé lo que te


alegrará.

Gruñí. Ruidosamente. La idea de Felicity de animar a alguien era encontrarles un


barril de cerveza para beber y un chico caliente para manosear.

—¿Dónde es la fiesta?

—Los chicos de Sigma están teniendo una tremenda fiesta de final de año. —
Felicity se levantó y abrió la cremallera de su bolsa de prendas de vestir—. Y tengo el
atuendo para ti.
Capítulo 2
—Me siento ridícula —dije mientras tiraba del dobladillo de mi vestido por
décima vez.

Felicity tenía un atrevido sentido de la moda. Escotes, espalda desnuda, encaje,


cuero. Si era sexy, ella lo poseía. Tenía diferentes pares de pantalones de yoga.

—Te ves caliente. —Felicity me agarró de la mano y me condujo por los escalones
de la fraternidad Sigma.

Seguí a Felicity hacia la cerveza. Mi falda corta ya estaba atrayendo la atención.


Necesitaría un montón de alcohol para acostumbrarme a este vestido. Felicity me tendió
un vaso, y lo bebí.

—Mierda, Summer. Tranquila —dijo Felicity riendo sus palabras, pero ella
hablaba en serio. Sabía muy bien lo que podría pasar cuando bebes el trago demasiado
fuerte y rápido.

—Relájate, Felicity. —Busqué otra cerveza y bebí un sorbo—. Solo necesitaba


ese primero para ayudarme a acostumbrarme a este vestido.

—Oh, no es tan malo. —Felicity me dio un empujón en el hombro.

Miré el diminuto vestido rojo que me había hecho usar. Sentí como si todo el
mundo pudiera ver todo sobre mi.

—¿Estás segura de que no dejaste la otra mitad en el dormitorio? —contesté con


una sonrisa torcida mientras tiraba del dobladillo, deseando que se extendiera un par de
centímetros.

—Oh, relájate, Summer. Estas muy tensa.

Fruncí el ceño y bebí otro trago. Felicity me puso la mano en el brazo.

—Lo siento, Summer. Sabes que te quiero. —Su apretón se hizo más fuerte—.
Mierda.

—¿Qué?

—Mitch está aquí. —Asintió en su dirección.

Mi corazón se estrelló contra mi caja torácica cuando una explosión de adrenalina


me invadió. Mitch se movió entre la multitud. Parecía molesto por algo. Cerré mi mano
en un puño, me giré y fingí que no lo había visto. Mi piel comenzó a erizarse cuando lo
sentí detrás de mí.
—Pensé que ya te habías ido. —El olor a alcohol llegó a mí. Mitch tenía una gran
ventaja.

—Mi vida ya no es asunto tuyo. —Agarré a Felicity por la mano y traté de escapar
a la multitud, pero tan borracho como estaba, Mitch fue rápido.

Se colocó frente a mí. Su mirada se deslizó por mi cuerpo.

—Summer, no deberías estar aquí. —Su mirada se encontró con la mía. Había ira
en su mirada.

—¿Por qué, Mitch? —Bebí algo de mi cerveza. A diez minutos de la fiesta, y


acababa de terminar dos vasos. La noche estaba lejos de un gran comienzo. Se acercó por
mi cintura, pero me eché hacia atrás—. No me toques.

—Te ves bien. —Él suavizo su mirada. Lo estaba haciendo otra vez—. Tan bien.

—Mitch, estas borracho. Ve a casa. —Felicity trató de alejarme, pero Mitch me


agarró de la muñeca.

—Solo quiero hablar con Summer.

Felicity forzó para ponerse delante de Mitch. Quedó cerca de su rostro y lo miró
fijamente.

—Déjala en paz, Mitch.

—Solo quiero cinco minutos.

Felicity lo empujó.

—No.

El rostro de Mitch se puso rojo de rabia. Fue mi turno de intervenir.

—Felicity, está bien —dije mientras guiaba a Mitch—. Vamos a salir y hablar.
volveré en cinco minutos.

Su rostro cayó.

—Summer, no.

—Estaré bien.

—No te vayas a ninguna parte con ese demente —protestó ella.


—Está bien.

Sus ojos se estrecharon.

—Bien, Summer. Bien. Búscame cuando dejes de ser una idiota. —Sacudió la
muñeca, giró sobre sus talones y salió disparada.

Apreté los dientes y seguí a Mitch afuera. El aire fresco me golpeó como una
tonelada de ladrillos, y también los dos vasos de cerveza que bebí. Nunca fui una
bebedora.

Tomé una profunda respiración.

—¿Qué quieres, Mitch? —Crucé mis brazos delante de mí.

—Te quiero de vuelta.

Eché mi cabeza hacia atrás y me reí.

—Oh, eso no va a suceder.

Dio un paso hacia mí y puso sus manos en mis brazos.

—Te amo, Summer.

Me salí de su agarre.

—No te amo.

Él frunció el ceño. Su expresión estaba llena de dolor. Si era sincero o no, no me


importaba.

—No te creo.

—Créelo. —Mis palabras salieron frías y cortas. Esto parecía enojarlo. Apoyó sus
manos a sus costados, movió sus manos y las paso por su cabello.

—Eres mía, Summer. —Me agarró del brazo y me empujó hacia él—. ¿Lo
entiendes? Eres mía.

Traté de alejarme, pero sus dedos eran como varillas de hierro. Su rostro estaba
sobre el mío. Apestaba a bebida.

—Mitch, suéltame.

—No.
—Mitch, me estás lastimando. —Mi voz vaciló mientras intentaba otra vez
escaparme. Estaba asustada ahora, desesperada, casi frenética—. Mitch, por favor.

Me agarró de la cintura y me atrajo hacia él. Su mano vagó y me agarró el trasero.

—¿Por qué viniste aquí entonces? —Miró mi escote—. ¿Vestirte así si no me


querías?

—Mitch, déjame ir. —Empujé contra su pecho, pero su agarre se apretó.

—Déjala ir, Mitch. —La voz de un ángel.

Me volteé, con los ojos llorosos para ver a Hunter de pie allí. Se quitó la chaqueta
y la colocó sobre una silla de jardín.

—Sal de aquí, hombre. Esto no es asunto tuyo.

Hunter entornó su mano.

—Déjala ir. No te lo diré de nuevo.

—Vete a la mierda, Hunter.

Mitch trató de alejarme más de la fiesta, pero Hunter fue más rápido. Estrelló su
puño en el rostro de Mitch. No sabía que un golpe en la cabeza haría un ruido tan
enfermizo. Mitch me soltó y cayó al suelo. Tan rápido, se levantó de nuevo y se lanzó
hacia Hunter, que salió del camino. Mitch aterrizó sobre su rostro e intentó levantarse,
pero para entonces se había reunido una multitud.

Mitch se levantó. Se burló de Hunter y luego desapareció entre la multitud.

—¿Estás bien? —Hunter agarró su chaqueta del respaldo de la silla.

Mi labio tembló. Traté de hablar, pero respiré hondo. Sacudí la cabeza.

—Puedo acompañarte a tu dormitorio, si quieres.

Asentí y dejé que Hunter me cubriera los hombros con la chaqueta, agradecida de
que todavía estuviera tibia. Un escalofrío se había establecido en mi corazón. Envolví mis
brazos alrededor de mi misma cuando Hunter puso su mano en mi espalda baja y me guió
lejos de la fiesta.
Capítulo 3
—Gracias. —Estábamos a medio camino a mi dormitorio cuando finalmente me
las arreglé para poder hablar de nuevo.

—No tienes que agradecerme. —Hunter negó, rescatando mi gratitud.

—Golpeaste a Mitch. —Hice una pausa—. Por mí.

Hunter me miró, su rostro ilegible.

—Lo golpeé porque es una mierda. —Apartó la mirada—. Nadie se merece lo que
te hizo.

—Lo sé, pero los amigos no suelen golpearse.

Hunter rió.

—Mitch no es mi amigo.

Fruncí el ceño.

—Es tu compañero de cuarto. —Hice una pausa—. Y tu primo.

—No todos se llevan tan bien como tú y Felicity.

—Mierda. Felicity. La abandoné. —Saqué mi teléfono de mi bolso. Tres


mensajes. Todos de Felicity. Obviamente no había oído sobre la escena con Mitch—. Ella
está bien. Ella, ah… encontró a alguien para entretenerla esta noche. —La idea de estar
sola en mi habitación ya no era tan atractiva—. Setenta y dos por ciento.

—¿Qué?

—Mi calificación en química. Setenta y dos por ciento.

Hunter sonrió.

—Igual.

—Parece que es un empate. Qué mal.

Hunter arqueó una ceja.

—¿Qué mal?
—Bueno, si hubiera un claro ganador, podríamos haber celebrado juntos. Felicity
tiene una botella de vodka en nuestra habitación.

—Bueno, ¿qué tal si nos declaro ganadores a ambos?

Me mordí el labio. ¿Qué estaba haciendo? Ni siquiera me gustaba Hunter, ¿o sí?


Me molestaba. Su constante necesidad de ser mejor que yo era una espina en mi costado.
La competencia entre nosotros no era exactamente amistosa. Hemos intercambiado un
montón de comentarios sarcásticos los últimos dos años. Aun así, él era un metro noventa
y tres para mi metro sesenta y siete. Su rostro siempre estaba cubierto por una capa de
vello oscura. Me preguntaba cómo sería besar a alguien con mucho vello facial. Mitch
siempre se mantenía completamente rasurado.

Sentí que me sonrojaba y, de alguna manera, logré sonar algo suave.

—Supongo que tendremos que beber dos veces.

—Brindo por ello.

Llegamos a mi puerta. Debería estar nerviosa. Nunca había tenido una aventura
de una noche. Nunca había besado a un tipo con el que no estaba involucrada.

—No te preocupes por el desastre. —Entré y dejé mi bolso sobre mi escritorio.

Hunter entró a la habitación y se tumbó sobre mi colchón como si hubiera estado


allí mil veces y fuera lo más natural del mundo.

—¿Estás bromeando? Has visto mi habitación. Es una pesadilla.

Abrí una de las maletas de Felicity y saqué el vodka. Le quité la tapa y luego bebí
directamente de la botella antes de tendérsela a Hunter.

—No hay copas, espero que no te importe.

Hunter tomó un trago, luego me la devolvió. Nuestras manos se tocaron. Era la


primera vez que su piel se conectaba con la mía. Quizás fueron las dos cervezas y el cálido
remolino de vodka en mi estómago. Quizás la manera en la que Hunter me rescató de
Mitch, o quizás sólo era Hunter y la manera en la que me miraba, como si fuera algo
nuevo por descubrir. No me importaba lo que fuera. Lo quería.

Llevé la botella a mis labios y bebí, lento esta vez. Disfruté de la quemadura del
vodka en mi garganta. El coraje líquido se arremolinaba en mí, pero no estaba ebria. Aún
no. Pasé junto a Hunter y coloqué la botella en mi escritorio.
Mi mirada fue hacia la suya cuando tomó mi mano y me atrajo hacia él. Me senté
en su regazo y deslicé mi otro brazo alrededor de sus hombros. Observó sus dedos
entrelazarse con los míos.

—¿Qué estamos haciendo? —Respiró.

Me lamí los labios.

—Celebrando.

Su boca se acercó a mi clavícula expuesta.

—Estamos borrachos. No deberíamos.

Sonreí a la falta de convicción en su voz. Pasé mis dedos por su nuca y me incliné
más cerca. Mi respiración pasó por su oído cuando hablé.

—Hemos tomado unas copas, Hunter. No estamos borrachos.

Besé su cuello, justo debajo de su oreja. Él se mantuvo quieto, como si estuviera


asustado que si se moviera, fuera para tumbarme sobre el colchón y tomarme. Parte de
mí deseaba que lo hiciera.

—¿Qué estamos haciendo? —Su boca encontró la carne caliente de mi clavícula


y me besó hasta llegar a mis labios, pero se detuvo antes de besarme.

Mi piel hormigueaba de anticipación. Pasó su mano por mi brazo, la deslizó por


mi cuello y giró mi cara así estaba obligada a mirarlo.

—¿Qué estamos haciendo, Summer?

Mantuve mis ojos abiertos mientras lo besaba. Sus labios eran más suaves de lo
que pensaba. Me fundí en él, luego me moví. Me senté a horcajadas sobre él, me mordí
el labio y me atreví a mirarlo a los ojos otra vez.

—Estamos celebrando.
Capítulo 4
Froté mis labios contra los suyos. Su lengua se deslizó a lo largo de mi labio
inferior antes de entrar en mi boca. Todo el oxígeno dejó mi sangre, y mi cabeza dio
vueltas, pero no dejé de besarlo. Me acerqué más. Mientras gemía, me agarró más fuerte.
Nada que hubiese hecho antes se sintió tan bien. Quizás era sólo el vodka, o la manera
que estaba sentada, pero se sintió como si mi cuerpo hormigueara por completo.

Él rompió el beso y frotó sus labios contra mi mejilla. Moría por tenerlos de vuelta.
Quería la boca de Hunter en cada parte de mí.

Su aliento hizo cosquillas cuando me susurró al oído—: Quítate el vestido.

Me alejé. Me puse de pie y dejé mis brazos laxos a mis costados. Lo miré y sonreí.

—Hazlo tú.

Mi reto fue aceptado, se puso de pie. Tragué, incliné la cabeza y lo miré. ¿Era
posible que olvidara lo alto que era? Dio vueltas hasta que se quedó detrás de mí. Colocó
sus manos en mis caderas y me atrajo hacia él. Sus labios descendieron por mi cuello.
Mordió mi carne delicada; no fuerte, pero lo suficiente para hacerme inhalar bruscamente.

Hunter agarró la cremallera de mi vestido y la deslizó hacia abajo. Sus dedos


rozaron mi piel desnuda, y sentí que se me erizaba la piel por la atención. Empujó la tela
frágil al suelo, y la pateé a un lado. Él deslizó sus manos por mi cuerpo.

—¿Mitch sabe a lo que renunció?

La mención de su nombre debería haberme hecho sentir algo, pero no pude


concentrarme lo suficiente para aferrarme a ninguna emoción. Lo único en lo que podía
pensar eran los lugares de mi cuerpo que Hunter tocó, y los que no, y lo mucho que quería
que me tocara en todas partes.

Traté de reiterarme en mi mente que esto era sólo una aventura de una noche, pero
mi cuerpo le estaba diciendo a mi cerebro que no sería suficiente. Antes de tener
demasiado tiempo para pensar en lo que estaba haciendo, me volteé y lo besé. Mis manos
tomaron vida propia y se deslizaron bajo su camisa. Dejé que mi boca recorriera su duro
pecho mientras buscaba el botón de sus jeans.

Mientras lo agarraba, las manos de Hunter envolvieron las mías.

—¿Estás segura?

Mordí mi labio y asentí mientras trabajaba en el botón.


—Estoy segura.

Tomó mi boca de nuevo, sus labios eran exigentes, posesivos. Sus besos causaron
que mi cuerpo reaccionara de una manera que nunca había experimentado. Bajé sus jeans
por sus caderas, y los hizo a un lado. Pasé mi mano por su pecho, estómago, y la metí en
sus calzoncillos. Gimió mientras envolvía mis dedos alrededor de su grueso pene. Lo
tomé más fuerte. No pude dejar de sonreír cuando volvió a gemir. El sonido vino detrás
de su garganta y lo hizo sonar como un animal.

Dio un paso adelante, forzándome a dar uno atrás. Cuando mis piernas tocaron el
borde de mi cama, me senté. Él se quitó sus calzoncillos, luego se colocó encima de mí.

Agarré sus hombros y lo atraje hacia mí. Tomé el lóbulo de su oreja y lo mordí.

—Quiero que me toques, Hunter. —Posé mis labios contra los suyos, pasando
mis manos por su espalda.

—¿Dónde? —Sus labios se movieron contra los míos, sin romper nuestro beso.

—En todos lados.

—Bien —gruñó mientras deslizaba su mano bajo mi ropa interior—. Quítatela.

Me quité la ropa interior y la arrojé al suelo. Hunter pasó su mano por mi muslo,
y me estremecí bajo su delicado toque. Rozó sus dedos sobre mi clítoris, y quería perder
el control justo en ese momento. Gemí en su boca mientras su toque flotaba sobre mi
vagina húmeda. Su toque era ligero, tentador, y me llevó al borde de la locura. Quería que
me tomara.

—Hunter. —Me retorcí cuando deslizó un dedo dentro de mí. Lo introdujo. Iba a
perder la cabeza—. Te necesito. Necesito que me folles.

Bajó su cabeza a mi cuello; chupó, mordió, besó y habló mientras deslizaba dos
dedos dentro y fuera de mí.

—Hunter, por favor.

Me miró. ¿Era tristeza en sus ojos?

—No tengo nada.

Una lenta y perezosa sonrisa se extendió por mi rostro.

—Cajón superior en mi mesita de noche.


Sacó un pequeño paquete de aluminio del cajón, lo abrió y lo enrolló. Me apoyé
sobre mi codo para tener una mejor vista. Era una espectacular, y si era honesta, podría
acostumbrarme a pasar mucho tiempo con Hunter desnudo.

No desperdició tiempo. Volvió la cama; usó una rodilla para abrir mis piernas y
se acomodó. Puso un dedo bajo mi barbilla y me besó. Era tan gentil que me hizo
estremecer y doler. Abrió sus ojos y vi allí las palabras que no tenía que preguntar. Asentí.
Estaba segura. Quería esto más de lo que quise algo en un largo tiempo.

Entró en mí, lento al principio. Mis ojos se cerraron y disfruté la sensación de él.
La forma en que me expandía, me llenaba y atormentaba, todo a la vez.

—Summer. —Su voz era ronca.

—Mmm. —Las palabras estaban más allá de mí en ese momento. Estaba en una
nube. No había palabras ni aire para hablar.

—Voy a follarte tan jodidamente duro que te va a doler por una semana. ¿Está
bien?

Tensé mis músculos internos y apreté su pene. Gimió, o tal vez fue un gruñido.
Lo siguiente que supe fue que se había sentado, deslizó sus brazos bajo mis muslos y
agarró mis caderas. Mis piernas colgaban sobre sus brazos, estaba expuesta a él. Su cuerpo
ya no cubría el mío, pero no importaba. Me acercó más mientras empujaba dentro de mí.
Entró hasta sus bolas. Gruñó. Agarró más fuerte mis caderas. Sus empujes más duros.

Todo a su alrededor se desdibujó. Éramos él y yo. Su carne en mi carne. Agarré


la almohada. Nuestros gemidos llenaron la habitación. No me molesté en tratar de
sofocarlos. Me dejé ser ruidosa. Cuanto más ruidosa era, más duro me follaba.

Soltó mis caderas y se lanzó hacia mí. Su boca se precipitó sobre la mía y su mano
se adentró en mi cabello. Tomé su rostro. Quería que el tiempo se detuviera. Quería
congelar mi vida allí, así nunca tendría que dejar de vivir ese momento.

Comenzó como una quemadura lenta, un latido, un dolor en mi estómago. Clavé


mis dedos en la espalda musculosa de Hunter mientras me estremecía y retorcía debajo
de él. Besó mi cuello, oreja, hombro; en cualquier parte excepto mi boca. Supongo que
quería escuchar las obscenidades que salían de mi boca. Mis fluidos explotaron y
cubrieron su pene.

Gimió las palabras mientras se tensaba.

—Eres tan perfecta, Summer.

Se tensó de nuevo cuando embistió contra mí. Su orgasmo provocó otro mío. Me
quedé viendo su rostro todo el tiempo. Me encantaba la mirada en sus ojos cuando estaba
perdido en su liberación, perdido en mí. Empujó y se estremeció, hasta que terminó.
Se acabó. La realidad me abrumó. Empujé su pecho y salí debajo de él. Tomé los
pantalones de yoga y la camiseta que había usado antes, y luego me los coloqué mientras
Hunter se vistió detrás de mí. No podía verlo. La verdad daba vueltas en mi cerebro como
un buitre, esperando que el resto de mí muriera junto con mi dignidad. Lo había usado
para regresar a Mitch. No fue más que amable conmigo esta noche, y tomé ventaja de eso.

Envolví los brazos alrededor de mí misma.

—Entonces, supongo que te veré en el otoño —dije mientras Hunter se ponía su


camiseta.

Hunter tomó su chaqueta, pero no se la puso. La apretó. Esperaba que se sintiera


tan incómodo como yo. Nunca había tenido una aventura de una noche. No estaba segura
cómo se suponía que terminaran.

Hunter se dirigió a la puerta, luego se volvió hacia mí.

—Hazte un favor, Summer. —Agarró el picaporte—. Mantente lejos de Mitch.


Mereces algo mejor.

Asentí, luego se fue. La puerta se cerró y caminé hacia ella. Apoyé mi frente contra
la madera dría. No sabía cómo se suponía que debía terminar esto, porque no quería que
terminara en absoluto.
Capítulo 5
Hunter tenía razón. Desperté dolorida a la mañana siguiente. Era difícil sacarlo de
mi mente cuando cada vez que daba un paso, lo sentía. Mi mamá llegó, y entre las dos,
llenamos su camioneta en una hora. Evité preguntar sobre mi sorpresa. Me lo diría a su
manera y a su propia velocidad. Lo que sea que fuera su secreto, parecía hacerla feliz.
Había un brillo a su alrededor que no estaba cuando había vuelto a casa de las vacaciones
de primavera.

Para el momento en que nos detuvimos para comer, estaba cansada de esperar.
Limpié mi boca con una servilleta e hice a un lado mi plato vacío.

—Así que, mamá, ¿cuál es tu gran sorpresa?

Ella sonrió.

—¿Recuerdas el crucero al que fui hace un mes?

—La cosa de solteros, ¿no?

Asintió.

—Conocí a alguien.

Tomé un trago de mi bebida.

—Bien por ti, mamá. Lo digo en serio. —No quería que acabase sola y miserable.
Mi padre murió hace diez años; era momento que mamá siguiera adelante y fuera feliz de
nuevo.

—Nos hemos casado. —Mi madre era una profesional en dejar caer bombas.
Habla y suelta la información lo más rápido que puedas. El cerebro de la otra persona en
poco tiempo haría cortocircuito, y las consecuencias serían menores—. Me he mudado
con él, así que, vivirás en la casa nueva este verano.

Y ahí estaba. La bomba. La sorpresa que alteraría mi vida. Ahora era una adulta.
Estaba en la universidad, su decisión tendría menos efecto en mi vida ahora que,
mayormente, estaba separada de la suya.

—Bien por ti, mamá. —Extendí una mano a través de la mesa y apreté la suya—.
Estoy feliz por ti. Así que, ¿quién es el chico afortunado?

La puerta del restaurante sonó y un hombre de mediana edad entró. Mamá lo


saludó.

—Ahí está. Su nombre es David. —David se acercó y la puerta sonó de nuevo—


. Ese es su hijo. Vas a amarlo.
Mi mirada fue a la puerta.

El planeta se detuvo.

Mi corazón se detuvo.

Mi respiración se detuvo.

Mi mirada se encontró con la de Hunter.

Sorpresa.
Capítulo 6
Supongo que mi sorpresa de mamá fue una gigante patada en la cara de parte del
buen y viejo karma. La única vez que había hecho algo imprudente, se convertía en un lío
gigante. Mi primera y última aventura de una noche fue con un chico que ya era mi
hermanastro.

Al levantarme para darles la bienvenida, David extendió la mano.

—Es bueno finalmente conocerte, Summer. Tu madre ha hablado mucho sobre ti.

Forcé una sonrisa.

—Me gustaría poder decir lo mismo.

David se apartó e hizo un gesto hacia Hunter.

—Este es mi hijo, Hunter. Es posible que lo conozcas. Asiste a la misma


universidad que tú.

Antes que pudiera decir algo, Hunter extendió la mano.

—Sí. Creo que la he visto por ahí.

No sabía qué decir. La estreché y traté de alejar una imagen en mi cabeza. Horas
antes, esas mismas manos habían vagado por mi cuerpo. Demonios, me follé sus dedos.
Todavía podría tener marcas de mis uñas en su espalda.

Sentí mi rostro enrojecer y volví mi atención a mi madre.

—¿Por qué no me dijiste que te habías vuelto a casar?

David pasó el brazo alrededor de mi madre y la besó en la sien.

—Esa fue idea mía. Quería decírtelo de inmediato, pero pensé que sería más
divertido si podía hacerlo en persona.

Sí, muy divertido.

Mamá miró a David y después su reloj.

—Si queremos que estos niños se instalen hoy, deberíamos volver a la carretera.
—Buscó en su bolso y dejó caer un puñado de billetes sobre la mesa.

—¿Qué tal si vas con papá, Megan? —Hunter me miró fijamente, con una
expresión indescifrable—. Summer y yo podemos conocernos mejor durante el camino.
Mi madre sonrió a Hunter. Se puso fue de puntillas y lo besó en la mejilla

—Qué gran idea. —Tomó el brazo de David y le entregó a Hunter las llaves de su
camioneta—. Nos encontramos en casa niños. Conduzcan con cuidado.

Podría haber matado a Hunter. O besarlo. O haber hecho un millón de otras cosas
que no debería pensar en hacerle a mi hermanastro. Sin decir una palabra, tomé mi bolso
y luego me dirigí a la camioneta. Me apoyé en el lado del pasajero y esperé. Se acercó, se
puso de pie justo frente a mí, y deslizó la llave en la puerta. Estaba tan cerca que olía su
colonia.

—Podrías simplemente haber utilizado el botón de la llave de abrir a distancia —


dije, señalando el manojo de llaves en su mano.

Tenía la esperanza que no supiera qué tipo de efecto tenía sobre mí. Antes de ayer,
no podía soportar a Hunter. Era presumido, vanidoso y tenía el deseo implacable de
superarme en todo. Hoy lo sentía cada vez que me movía. Los recuerdos de la noche
anterior me daban ganas de hacer todo de nuevo.

Sonrió y abrió la puerta para mí, y luego caminó al otro lado y se metió en el
asiento del conductor. Encendió la camioneta.

—Lista para ir a casa, hermana.

Retrocedí.

—Oh Dios, Hunter. No me llames así nunca más.

Echó la cabeza hacia atrás y rió.

—Es un interesante giro del destino, ¿verdad?

—¿No lo sabías? —Me parecía casi imposible creer que nuestros padres lo habían
mantenido en secreto.

Hunter negó.

—Ni idea.

—Una agradable sorpresa, ¿eh?

Hunter se rió.

—Podría ser peor. —Me miró—. Mi nueva hermanastra está buena.

Junté las manos y las mantuve sobre mi regazo. Miré por la ventana.
—No hemos hecho nada malo, Summer.

—Lo sé. —Miré a Hunter. Apretó los dientes y aumentó la presión sobre el
volante.

—Entonces, ¿por qué la mirada?

—¿Qué mirada? —Me ericé.

—Parece que acabas de matar a tu perro.

Allí estaba él. El Hunter al que estaba acostumbrada a tratar. El imbécil implacable
que lanzaba dardos cada vez que tenía la oportunidad.

—Mira, Hunter. Me importa una mierda si no te gusta la expresión de mi rostro.


—Todo comenzó salir. No podría dejarlo, aunque quisiera. Si mi madre y yo
compartíamos un rasgo, era no saber cuándo dejar de hablar—. No soy tan buena con los
cambios, ¿está bien? Así que, ahora, en lugar de ir a casa, me entero que mi madre se ha
mudado. No sólo eso, sino que también se ha casado de nuevo. Ahora tengo un nuevo
padrastro, el cual tiene un hijo, el cual me follé anoche. —Recogí mi cabello en una
coleta—. Así que discúlpame si no soy una en buena compañía en este momento.

—Estás enfadada conmigo.

—No.

—Admítelo, Summer. Estás enfadada conmigo.

—No estoy enfadada contigo. Estoy enojada conmigo misma, Hunter. ¿No lo
entiendes? No todo se trata de ti.

Excepto que esto sí lo era. Estaba equivocado. No estaba enfadada con él. Estaba
enfadada conmigo misma por ser estúpida e imprudente anoche. Estaba aún más enfadada
con mi madre. Era un giro triste y enfermo del destino que el único chico que me ha hecho
sentir viva, ahora sea mi hermanastro.

Hunter se quedó en silencio. Pasaron unos minutos antes que volviera a hablar

—No eres la única cuyos planes se han ido a la mierda, ¿sabes?

Allí estaba. Las paredes estaban arriba de nuevo. Anoche las rompimos con
nuestras manos, labios, sudor; sólo para reconstruirlas. Quizás aún más altas esta vez.
Capítulo 7
Ignoré a Hunter todo el camino hasta mi nueva casa. La vida ni siquiera se sentía
real. Era como si me hubiera ido a dormir y luego me hubiese despertado en un universo
paralelo. Excepto que mi madre aún estaba jalando la alfombra debajo de mí, por lo que,
este tendría que ser mi universo. Miré por la ventana durante todo el camino,
dolorosamente consciente del silencio que se amplificaba.

Una vez que, finalmente, llegamos a la entrada, estaba lista para salir de un salto
del vehículo. Miré alrededor. Hunter y su padre vivían en una gran casa de estilo colonial.
Mis ojos se agrandaron mientras salía de la camioneta.

—Mierda. —Me quité mis gafas de sol y miré alrededor—. ¿Dónde están mamá
y David?

Hunter tomó una de mis cajas de la parte trasera de la camioneta.

—Papá dijo que iban a parar para cenar.

Mi estómago rugió. Podría haber necesitado un descanso para cenar. Me mordí el


labio, agarré una caja y seguí a Hunter a la casa. Desde el exterior, parecía grande. Desde
el interior, lucía enorme. Techos abovedados, escaleras curvas, suelos de mármol.

—Mierda.

—Ya has dicho eso. —Hunter fue hacia a unas escaleras—. Sígueme. Las
habitaciones están por aquí. —Lo seguí hasta un gran tramo de escaleras y por un largo
pasillo. Se detuvo cerca del final y abrió una puerta—. Puedes tener esta habitación.

Entré y puse la caja en el suelo.

—Este lugar es más grande que algunos de los apartamentos en los que he vivido.

Sonreí al ver la cama extra grande, con dosel. No era del tipo que tenía cortinas,
donde te podías encerrar del mundo; pero era de roble macizo y cubierta de tallas
ornamentales. Me giré para darle las gracias a Hunter por mostrarme mi habitación, pero
se había ido. Miré a mi cama con añoranza. Quise arrojarme sobre ella y acurrucarme. En
su lugar, gemí y fui abajo para traer más de mis cosas.

Iba hacia las escaleras con mi última caja cuando mamá y David aparecieron de
la nada. La dejé en el suelo.

Mamá echó sus brazos a mí alrededor.


—¿Cómo estuvo el viaje?

—Estuvo bien. —Jadeé cuando levanté mi caja del suelo. David me miró, un tanto
desconcertado.

—Summer, no te dijo Hunter que estacionaras la camioneta en el garaje y que el


personal recogería tus cosas por la mañana.

Puto Hunter. Sonreí.

—Sí, pero no quería molestar a nadie.

—No es ninguna molestia, Summer.

—Eres muy amable, David, pero no es un gran problema. Puedo llevar mis cosas.
—Mis palabras sonaron más duras de lo que pretendía. Suspiré y empecé a subir las
escaleras.

—Summer.

Tomé aire y me giré.

—¿Sí?

—¿Por qué no tomas el ascensor? —Señaló una puerta un poco más abajo, en el
pasillo.

Puto Hunter. Me encogí de hombros.

—Las escaleras son un gran ejercicio cardiovascular.

Quería matar a Hunter. Me imaginaba mis manos alrededor de su garganta


mientras le quitaba la vida. Mi imaginación cambió cuando me di cuenta que, para
estrangularlo, tendría que tocarlo. Recordé lo que sucedió la última vez que nos tocamos.
Mi cuerpo traidor se calentó ante la idea.

Con mi última caja en mano, cerré la puerta con el pie. Miré mi nuevo entorno.
No estaba bromeando cuando le dije a Hunter que esta habitación era más grande que
algunos de los apartamentos en los que había vivido. Había una estantería junto a la
ventana y un gran sillón. Me tumbé en la cama, prometiéndome que sólo me relajaría
durante unos minutos antes de empezar a desempacar.

***

Mis ojos se abrieron. Todo estaba oscuro. No había luz, a excepción de la luz de la luna
que se filtraba por mi ventana. No tenía idea cuánto tiempo había dormido. Mi
estómago rugió de hambre. Necesitaba encontrar la cocina. Estaba a mitad de camino
hacia la puerta
cuando mi pie chocó contra una caja que no había visto. Caí al piso como una
tonelada de ladrillos.

Me levanté y me puse de pie cuando la luz se encendió.

— ¿Estás bien?

— ¿Qué estás haciendo? ¿Sentado frente a mi puerta? —Me puse de pie, pero no
se movió.

Se puso de pie en la puerta, con una mano apoyada en el marco, la otra sobre el
pomo. Llevaba un par de pantalones de deporte y no llevaba camiseta. Su cabello estaba
húmedo. Pasé mi mirada por su pecho, abdominales, su V sexy como el infierno, que
desaparecía dentro de sus pantalones. Alisé se cabello. Odiaba que me importase cómo
me veía.

—Estoy bien. ¿Qué hora es?

—Justo pasada la medianoche. —Hunter sonrió—. ¿Tienes hambre?

—Me lees la mente.

Hunter hizo un gesto para que lo siguiera y me llevó a la cocina.

—Siempre tenemos un alijo de sobras en la nevera. —Hunter la abrió y asomó la


cabeza—. Parece que el menú de esta noche es ensalada César y macarrones con queso
hechos en casa.

Me senté en un taburete en el mostrador.

—Suena bien.

Hunter sacó dos platos de la alacena. Calentó los macarrones con queso en el
microondas, después, sirvió la ensalada. Dejó mi plato delante de mí antes de tomar
asiento a mi lado.

Juré que casi podía sentir el calor que irradiaba, se sentó tan cerca.

—Gracias. —Comimos en silencio durante unos minutos. Lo miré por el rabillo


del ojo—. Podrías haberme dicho que había un ascensor.

Hunter sonrió.

— ¿Dónde está la diversión en eso?

—Si me lo hubieras dicho, tal vez no habría estada tan agotada como para dormir
hasta la medianoche. Estaré despierta la mitad de la noche ahora.
—Estoy despierto casi toda la noche y casi todas las noches. —Se dio la vuelta y
me miró. Pasó su mirada sobre mí, pero volvió a encontrarse con la mía—. Podría ayudar
a agotarte.

Salté del taburete y agarré mi plato.

—Eso no pasará de nuevo, Hunter.

Hunter echó la cabeza hacia atrás y rió.

—Terminaré de comer en mi habitación.

— ¿Quieres que compruebe si hay monstruos en tu armario?

—Buenas noches, Hunter.

No me tuve que voltearme para ver su sonrisa. La imagen estaba grabada a fuego
en mi cerebro, y no importaba cuánto intentara dejar de pensar en él, fallaba. Iba a ser una
larga noche.
Capítulo 8
Me desperté tarde la mañana siguiente. Culpé a Hunter por eso. Su actitud
arrogante, fría y caliente, se metía bajo mi piel. Después de haber vuelto a mi habitación,
me había pasado horas manteniéndome ocupada en un intento de no pensar en él. No
había funcionado.

Me escondí en mi habitación hasta la tarde. Deshice todas mis cajas y puse todo
en su sitio. Quería hacer feliz a mi madre y la manera de hacerlo era mostrarle lo bien que
me ajustaba a sus decisiones. Estaba decidida a ser un apoyo en su nueva vida.

Mi estómago me llevó abajo en algún momento después de las dos. Había


esperado que todos estuvieran disfrutando del sol, pero los encontré en la cocina.

—Buenas tardes, dormilona. —Mamá se puso de pie y me sirvió una taza de


café—. Espero que hayas dormido bien.

—Sí. Dormí bien. —Tomé un sorbo de mi café e ignoré el hecho de que Hunter
me estaba mirando de nuevo—. Pasé la mañana desempacando e instalándome.

—Bien, cariño, me alegro. —Mamá se volvió hacia David—. ¿Crees que las
esculturas de hielo serían demasiado?

David negó.

—Si quieres esculturas de hielo, podemos tener esculturas de hielo.

Fruncí el ceño.

—¿Esculturas de hielo? ¿Para qué?

—La reunión de la familia. —David tomó la mano de mi madre—. Quiero


presentar a mi nueva novia a toda la familia.

Sentí que la sangre se iba de mi cabeza. Toda la familia. Miré a Hunter. Parecía
imperturbable. Toda la familia. Todo el mundo.

—¿Vendrá la tía Angela? —preguntó Hunter.

—Sí, ya ha confirmado.

—¿Vendrá Mitch con ella?

—Por supuesto. ¿Por qué no?

Hunter se apartó de la encimera.


—Por nada. Sólo quería saber si debemos ocultar el licor fuerte. Recuerdas la
última vez que todo el mundo estuvo aquí, ¿verdad?

David hizo una mueca.

—Buen plan.

No escuché el resto de la conversación. Traté de encontrar una salida. Podría fingir


una enfermedad, lo cual no sería difícil. Mi estómago estaba revuelto y rodando cuando
recordé cómo Mitch había actuado conmigo en la fiesta. Dejé mi café en el mostrador y
murmuré una excusa para ir arriba.

Caminé dando vueltas. Tenía las manos en puños. Necesitaba golpear algo. Mitch,
necesitaba golpear a Mitch.

Mi puerta se abrió y entró Hunter.

Por razones que no podía imaginar, lágrimas brotaron de mis ojos.

—¿Estás aquí para disfrutar de mi miseria?

Hunter negó.

—Puedo decirle a mi padre lo que hizo. Puedo hacer que le diga que ya no está
invitado.

Me sequé las lágrimas. Me sentía ridícula, llorando por un tipo que no significaba
nada para mí.

—No. Está bien.

—¿Estás bien? —Dio un paso hacia mí, con el ceño fruncido por la preocupación.
Había desaparecido el idiota engreído y arrogante que parecía disfrutar atormentándome.

Tomé una respiración profunda y me senté en mi cama.

—¿Crees que podría esconderme en mi habitación durante todo el asunto? Podría


pretender estar lavándome el cabello.

Hunter se sentó a mi lado. Pasó sus dedos por mis largos cabellos castaños. Un
gemido casi se me escapó, pero me las arreglé para tragarlo—duro.

—Tienes esto, Summer.

—Todo está jodido. —Negué, a continuación, Hunter agarró mi cara. Cerré los
ojos para evitar su mirada penetrante.
—Todo está bien. —Su otra mano abrió un camino de fuego por mi brazo.

—¿Qué estás haciendo? —susurré.

Mis ojos aún estaban cerrados. No quería abrirlos. Me apoyé contra su contacto.
Quería fingir que todavía estábamos en mi dormitorio del campus, pero no importaba
donde estuviéramos. Él era mi hermanastro ahora. Me alejé y me levanté, pero me agarró
la mano. Hice el error de mirarle a los ojos. No podía alejarme. Él me atrajo de vuelta.

—Me gustas, Summer.

Mi risa salió más ronca de lo que esperaba. Un calor se extendió a través de mí.
Iniciándose en mi estómago y yendo hacia abajo, hacia mi coño. Me mordí el labio cuando
pensé en sus dedos y cómo se sentían cuando estaban muy dentro de mí. Lo quería tanto
que me dolía. Había un vacío dentro de mí que sólo él podía llenar.

—Te gusta atormentarme.

Se puso de pie y pasó sus dedos por mi cabello.

—Amo atormentarte.

Sus labios rozaron mi oreja, luego mi cuello. Sentí su sonrisa en mi piel. Besó un
camino hasta mi cuello y deslizó sus manos por mi espalda. Agarró mi culo y me atrajo
hacia él. Su erección presionando contra mí, pero fueron sus palabras las que me
derritieron y me hicieron quererle.

Sus labios rozaron mi oreja—. No voy a dejar que te haga daño, Summer.
Capítulo 9
Su toque calmó algo profundo dentro de mí. Fue como escuchar una canción sobre
la que habías pensado durante días. Las líneas rodaban por tu mente en repetición, y nada
era capaz de igualar la emoción que tienes cuando finalmente lo logras y la escuchas. Él
era la música. Éramos música. Nuestros latidos, el sonido de nuestra respiración, todo era
una parte de nuestra sinfonía.

Nuestras bocas chocaron, y frenéticamente busqué a tientas su cinturón.

Hunter tomó mi labio inferior entre sus dientes. Los pasó por la carne tierna, y
gruñó mientras la soltaba. Balanceó su cuerpo hacia delante, acercándome con más
fuerza. Pasó sus manos sobre mis pechos. Su toque era ligero y controlado. No quería que
se detuviera. Quería que me llevara. Necesitaba que me devorara.

Abrí su cinturón, entonces pasé la mano por la parte delantera de sus jeans. Lamí
mis labios ante la idea de probarlo, tomarlo profundamente en mi boca. Dejé su pene libre
y luego me puse de rodillas.

—Summer.

Su voz era tensa. Lo miré y pasé la lengua por su eje. Pasó sus dedos en mi cabello
mientras arremolinaba mi lengua sobre la cabeza de su pene. Hice notas mentales. Cada
gemido, gruñido, cada vez que se tensaba; me aseguré de recordar lo que hice. Suspiró
cuando abrí mis labios y mi boca se deslizó sobre su pene.

Le chupé lento, porque le gustaba ser torturado así. Nunca aparté mi mirada de él.
Eso le gustaba también. Incluso más íntimo que mi lengua sobre su eje, mis labios
alrededor de su polla, era la mirada en sus ojos mientras me observaba. Aumenté mi ritmo,
y apretó su mano con más fuerza. Movió sus caderas. Estaba follando mi boca ahora.
Echó la cabeza atrás, agarró mi cabello con más fuerza, empujó mi cabeza con más fuerza,
folló mi boca más profundo.

—Joder, Summer, mierda.

Su frente se arrugó cuando cerró los ojos con fuerza. Trató de apartarse, pero
agarré la parte posterior de sus piernas y le mantuve allí. Se puso rígido, tembló y empujó.
Su semen brotó sobre mi lengua. El líquido espeso y salado corrió por mi garganta.

Dejé que se deslizara lentamente, entonces me puse de pie. Hunter se quitó su


camisa y la dejó caer al suelo. Pasé mis manos sobre sus costillas mientras envolvía mis
brazos a su alrededor. Deslizó un dedo debajo de mi camisa. Su mano estaba caliente en
mi espalda.

—¿Por qué perdemos tanto tiempo discutiendo y compitiendo cuando podríamos haber
estado haciendo esto? —preguntó Hunter, mientras se separaba y me quitaba la camisa
por la cabeza. La dejó caer al lado de la suya, y luego miró mis pantalones—.
Quítatelos y súbete a la cama.

Levanté una ceja.

—¿Qué pasa si digo que no?

Sonrió.

—Voy a azotar ese pequeño y lindo culo hasta que no puedas sentarte durante una
semana.

Mis manos fueron a la cintura de mis pantalones, pero me detuve.

—¿Y qué si quiero que lo hagas? —No tenía idea de dónde provino este lado mío.
Era descarada y desafiante. Él me hacía querer ser mala. Sólo para él.

Me quité los pantalones, pero no fui a la cama.

Dio un paso hacia delante. Era enorme, sus hombros anchos, su estatura. Me
podría romper por la mitad. Me debería haber sentido intimidada; sin embargo, de alguna
manera, me sentí segura. Nunca me había hecho daño. Podría entregarme a él, confiar
completamente, y saber que llegaría al otro lado ilesa.

—He dicho súbete a la cama.

—Oblígame.

Hunter me levantó en sus brazos como si no pesara nada en absoluto. Me tumbó


en la cama, y luego se quedó allí por un momento y me miró.

—¿Qué voy a hacer contigo?

Deslicé una mano dentro de mis bragas y pasé mis dedos sobre mi clítoris y por
mis pliegues goteando.

—Todo lo que quieras.

Se inclinó, enganchó la cintura de mis bragas empapadas con los dedos y las
deslizó por mis piernas. Grité de sorpresa cuando me agarró por la parte posterior de los
tobillos y me arrastró hasta el borde de la cama.

—Te gustan mis dedos.

Se arrodilló y pasó la mano por encima de mi clítoris. Quería moverme, para


presionar mi coño en su mano. Me dolía más, pero no rogué por ello. Confié en que me
lo daría.
—Te gusta mi pene —dijo mientras su bajó la cabeza. Su aliento flotaba sobre mí,
y reprimí un escalofrío. Mis ojos se cerraron mientras lamía su camino hasta los labios
hinchados y mi clítoris. Gemí cuando se lo metió en su boca y lo movió con su lengua—
. Te gusta mi lengua.

Lo hizo de nuevo. Chupó y chasqueó mi clítoris hasta que agarré la manta,


desesperada por aferrarme a algo. Quería agarrar su cabeza y montar su lengua de la forma
en que la mía había montado su pene antes. Quería que me follara con su lengua hasta
que gritara.

Disminuyó la velocidad, besó mi coño dolorido y pasó las manos por mis muslos
internos. Abrí más mis piernas. Deslizó dos dedos dentro de mí. Quería cerrar mis piernas
y exprimirlo. Apreté los músculos alrededor de sus dedos mientras los sacaba de mí.

—Hunter —dije, exhalando. Mi cuerpo estaba en medio de una revuelta. Quería


quedarme quieta, pero también alejarme y retorcerme bajo su toque experto. Pasó el
pulgar sobre mi clítoris.

—Dime lo que quieres, Summer.

Grité mientras deslizaba sus dedos de vuelta dentro de mí.

—A ti, Hunter. Te quiero a ti.

Deslizó sus dedos fuera. Se puso de pie y se quitó los pantalones. Me quedé
mirándolo. Era la primera vez que lo había visto desnudo a la luz del día. Una cosa era
sentirlo dentro de mí, su polla tan profunda que sentía como si pudiera estallar. Otra era
verlo allí de pie, desnudo, esperando para follarme. Casi no podía creer que, incluso
después que se había corrido sobre mi lengua, estaba listo para repetir.

Esperaba que se subiera encima de mí, me empalara y me follara hasta quedarme


sin sentido. Sin embargo, bajó la cabeza de nuevo entre mis piernas. Lamió mi coño.
Lamió los jugos que se goteaban de mí. Gemí y pasé mis dedos por su cabello. Besó
alrededor de mi clítoris, pasó sus dedos cerca de todos los lugares que quería ser tocada,
pero se negó a tocarme donde lo necesitaba más.

Entonces sucedió algo sorprendente. Lamió mi clítoris mientras hundió sus dedos
muy dentro de mí. Le presioné contra mí mientras me movía. Me dejé llevar. Me folló
con su rostro, manos; era todo lo que necesitaba que fuera, y cuando finalmente se detuvo,
se apartó y se subió a la cama.

No abrí mis ojos. Pasó un dedo por mi mejilla. Podía olerme en él, pero ya no me
importaba. Presionó sus labios en los míos. Solté la manta y encontré su carne caliente.
Le empujé al mismo tiempo que me levanté sobre mis rodillas.
Una vez que estuvo sobre su espalda, me coloqué encima, pasé mi coño goteando
por su eje hasta que su cabeza se sumergió dentro de mí. Lo deslicé dentro, sin apartar mi
mirada de su rostro. Tomó mis pechos en su mano, se levantó, tomó un pezón en su boca,
después pasó su lengua. Apreté mis músculos alrededor de su gruesa polla, y él se tumbó
de nuevo.

Me senté con la espalda recta y eché la cabeza hacia atrás. Extendí mi mano y pasé
mis dedos sobre mi clítoris mientras movía mis caderas. Con cada toque, mis músculos
se apretaban a su alrededor. Hunter gimió más fuerte y me agarró con más fuerza.

Caí hacia adelante y encontré sus hombros con mis manos mientras me movía,
follándolo tan duro como podía. No lo suficientemente duro.

Hunter me dio la vuelta y nos mantuvo inmóviles por un momento. Besó mis
labios, luego mi mejilla antes de susurrarme al oído—: Mi turno.

Me embistió como una tormenta. Salió de la nada, pero estaba en todas partes a la
vez. Me abrazó con fuerza. Envolví mis piernas a su alrededor mientras se metía muy
dentro de mí. ¿Sería siempre así? Me preguntaba. ¿Así de intenso? Cuando estaba
alrededor, no había nada más. Me estremecí, arqueé la espalda y grité su nombre. Clavé
mis talones en su culo. Chocó contra mí con fuerza y rapidez, y luego se detuvo. Se deslizó
despacio antes de volver a ir más rápido.

Pasé mis dedos por su cuerpo y después por su cabello. Tomé su cara y deslicé mi
lengua dentro de su boca. Gimió, y perdí el control. Sofocó mis gritos mientras me
estremecía por otro orgasmo. Ola tras ola de placer rasgaron a través de mí. Me aparté y
dejé caer mi cabeza hacia atrás. Él no estuvo allí para callar las palabras que salieron de
mi boca. Una corriente de obscenidades incoherentes seguidas de un gemido.

—Mierda. Hunter. Joder, eres tan bueno.

Mis palabras debieron haber sido mágicas. Su mirada se encontró con la mía por
una fracción de segundo antes que sus ojos se cerraran. Embistió profundamente y gruñó.
Su pene se movió dentro de mí mientras se corría, una y otra vez. Cada compresión
provocó otro chorro de líquido. Después que terminó, salió, se tumbó junto a mí y me
acercó.

Nos quedamos allí, jadeando, sin aliento y agotados. Me acurruqué más cerca y
puse mi cabeza sobre su hombro. Envolvió su brazo alrededor de mí y dejó su mano
descansando sobre mi lado. Mis ojos se cerraron y me quedé dormida.

***

Cuando desperté, Hunter aún estaba allí. Incliné la cabeza, con cuidado de no
molestarlo. Se veía tan pacífico, tan sereno. Sus labios se movieron.

—Buenos días, dormilona.


Me estiré y besé su mejilla antes de acurrucarme de nuevo contra él.

—Buenos días. —Pasó un dedo por mi lado—. Si no paras eso, tendré que tomar
represalias. —Puse mi mano sobre su pecho.

—Ese era el punto. —Hunter rió.

Me levanté y me apoyé sobre mi codo.

—¿En serio? ¿De nuevo?

Hunter abrió los ojos.

—Podría pasar todo el día en la cama contigo.

—Mmm. —Presioné mis labios contra los suyos y deslicé mi lengua por su labio
inferior—. Eso suena como un gran plan. ¿Crees que nos echarían de menos en la
reunión? Podríamos ocultarnos aquí todo el tiempo. —Pasé mi mano por su estómago,
pero él tomó mi muñeca y evitó que continuara.

—No dejaré que Mitch te haga daño, Summer.

Me mordí el labio y asentí. Lo sabía. Incluso dudaba que Mitch fuera un idiota
conmigo delante de toda su familia. Un temor se revolvió en mi estómago y no pude evitar
la sensación que algo malo iba a suceder. Me sentía ridícula, estúpida, pero sin importar
cuántas veces me lo dijera, la sensación no se iba.

Me acosté sobre mi lado. Hunter se dio la vuelta para acurrucarnos de cerca. Puso
su mano sobre mi cadera. Estaba apoyado sobre su codo ahora. Besos, suaves y tiernos,
aterrizaron en mi cuello, detrás de mi oreja.

—Prometo que ya no te volverá a hacer daño.

No temía que Mitch me hiciera daño. Iba a ser difícil volver a verlo, pero no era a
quien temía. Era a Hunter. Había prometido protegerme de Mitch, y le creía, pero, ¿quién
iba a protegerme de Hunter? Él estaba en mi mente casi constantemente. No lo podía
evitar. No quería salir lastimada de nuevo. No podría sobrellevar otro corazón roto, pero
estaba demasiado comprometida para alejarme ahora.

Cerré los ojos, y me dejé disfrutar de la respiración lenta y constante del hombre
que me sostenía. No, no sería Mitch quien me haría daño. Sería Hunter, y lo que había
entre nosotros, lo que fuese. Ya estaba demasiado apegada.

Me envolví en sus brazos. No importaba que supiera que esto nunca podría
terminar bien. Me aferré. Ya me esforzaría en dejarlo ir más adelante.
Capítulo 10
A través de algún milagro, o las excelentes habilidades de persuasión de Hunter,
la reunión no ocurriría hasta mediados del verano. Él y yo pasamos ese mes
escabulléndonos. A veces le decíamos a todos que iríamos a lugares diferentes, luego nos
reuníamos en otro lugar. Otras veces nos evitábamos todos juntos. Fue un juego para
nosotros. ¿Quién le pondría fin primero? Nunca pasamos un día entero sin que uno de
nosotros se escabullera en la habitación del otro.

La mañana de la reunión salí de la ducha y me estaba secando el cabello cuando


mi mamá llamó a la puerta de mi baño.

—Summer, cariño, ¿estás ahí?

—Sí. —Envolví una toalla alrededor de mí y luego abrí la puerta—. ¿Qué pasa?

—Dios, esto es vergonzoso. —Mordió su labio inferior—. ¿Tienes algún tampón?

Me acerqué al armario debajo del lavabo, abrí la caja nueva y le di unos cuantos.

—Sin ofender, mamá, pero ¿no eres un poco vieja?

Rodó los ojos.

—Debería serlo, pero la madre naturaleza tiene un divertido sentido del humor.
—Me dio unas palmaditas en el hombro—. Gracias por rescatarme, cariño.

—Cuando quieras.

Mamá dejó el baño y seguí secando mi cabello. Vi la caja de tampones y los arrojé
al armario. Entonces me golpeó. No había tenido mi periodo. Lo debí tener justo antes de
que dejara la escuela. Había estado por aquí un mes. Un mes entero de sexo
ininterrumpido con Hunter. Me agarré del mostrador y me senté en la tapa del inodoro.
Habíamos usado protección un par de veces, pero no todo el tiempo. No estaba tomando
la píldora. Dejé de hacerlo cuando atrapé a Mitch engañándome. El sexo era la última
cosa en mi mente. Hasta Hunter.

Me cubrí el rostro con las manos. ¿Qué iba a decir? ¿Cómo podría decirle? No
podía hacerlo hoy, su familia entera iba a venir. Ni siquiera sabía si estaba embarazada.
Me apresuré a entrar en mi habitación y me puse un par de pantalones de yoga y una
sudadera suelta. Era estúpido. Si estuviera embarazada, no había manera de que nadie lo
supiera, pero no importaba. La paranoia ya se había establecido.

Estaba a mitad de la escalera cuando me encontré con Hunter.


—Hola, Hermosa. —Metió un mechón de mi cabello húmedo detrás de mi oreja.
Notó las llaves en mi mano—. ¿A dónde vas? ¿No deberías estar arreglándote?

No quería herir sus sentimientos, pero no podía dejarlo venir conmigo.

—Estoy corriendo a la farmacia. Estaré devuelta en diez minutos. —Eché un


vistazo alrededor para ver a cualquier espectador y luego lo besé.

—¿Quieres que vaya contigo?

—No, está bien. —Comencé a bajar las escaleras, pero Hunter me siguió.

—¿Estás bien, Summer?

—Sí. Lo estaré. Solo tengo un poco de malestar estomacal hoy.

—Te dije que podía tener a Mitch sin invitación.

Tomé la mano de Hunter. Casi podía imaginar sus manos envueltas alrededor de
mi gran vientre hinchado. En mi mente, él me besa el estómago y habla con el bebé. Le
diría todo tipo de cosas horribles que no se supone que le digas a los bebés, pero sería
dulce de todos modos, porque era él. Mi corazón se sentía como si se fuera a romper por
la mitad.

Sacudí mi cabeza.

—Está bien. Voy a conseguir un poco de antiácido y Tylenol.

Me escabullí antes de que me rompiera. Nunca podría ocultar nada de Hunter por
mucho tiempo. Me preocupaba que, si me quedaba allí un minuto más, me arrojaría en
sus brazos y le contaría todo.

Conduje hasta una farmacia al otro lado de la ciudad. Estaba cerca de uno de los
hoteles que Hunter y yo frecuentábamos. Agarré dos pruebas de embarazo y luego me
caminé hacia el mostrador. No me importó comprar otras diez cosas que no necesitaba
con la esperanza de que el cajero no se diera cuenta de las pruebas de embarazo. Estaba
en la universidad. Podía hacer esto sin ayuda, sin vacilar. Si no podía, estaba condenada.

De vuelta en casa, me escabullí y corrí a mi habitación. Entré en la habitación


contigua, cerré la puerta y saqué las cajas de mi cartera. Leí las instrucciones cinco veces.
No porque no sabía cómo usar uno. Eran bastante sencillos. Quitar la tapa, orinar en la
tira absorbente. Esperar. Tenía miedo. Tenía miedo de estar embarazada y tener que
decirle a todo el mundo que mi hermanastro era el padre. Tenía miedo de que Hunter no
quisiera ayudarme a criar al bebé, que me odiaría y pensaría que había intentado atraparlo.
Pero, sobre todo, tenía miedo de no estar embarazada. Una vez que la posibilidad entró
en mi mente, supe que lo quería.
Hice la prueba. Esperé los dos minutos. Tuve un escalofrió mientras me preparaba
para darme la vuelta y mirar la prueba en el mostrador.

—Summer, ¿estás ahí? —Fue Hunter esta vez. Sin duda estaba buscando un poco
de diversión antes de que comenzaran las celebraciones.

—Sí. Aunque casi termino.

—Tengo algo para ti. Abre la puerta.

Me mordí el labio.

—Um. Solo será un segundo, ¿de acuerdo?

Abrí mi cartera y dejé la prueba dentro, sin verla. No podía mirar los resultados,
luego mirar a Hunter a los ojos y fingir que todo estaba bien. Empujé la otra prueba sin
usar debajo del lavabo antes de abrir la puerta.

Hunter entró, presionó sus labios contra los míos y sonrió.

—Te tengo algo.

—¿Qué es?

Hunter me llevó a mi habitación, donde me esperaba un nuevo vestido de fiesta.


Era un cuello V plateado que parecía caer justo encima de la rodilla. Las finas correas
brillaban como diamantes.

—Hunter, es precioso.

Hunter deslizó su mano por mi espalda y gruñó en mi oído:

—Pruébatelo.

Estaba a punto cuando él golpeo mi cartera y mi misión vino a mí de nuevo.

—Tendrás que esperar a la fiesta, como todos los demás.

—¿Ningún adelanto?

Agarré el sujetador de mi cartera.

—No. Ahora sal de aquí para que me pueda cambiar. —Lo empujé hacia la
puerta—. Tienes que vestirte también.

—Sí, jefa —bromeó.


Finalmente, estaba sola. Me senté en la cama y rasgué mi bolso abierto.

Mi vida iba a ser un millón de veces más complicada.

Estaba embarazada.
Capítulo 11
Ojalá hubiera comprado algunos antiácidos mientras estaba en la farmacia. No
tenía que tomar la segunda prueba. Me puse el vestido, me coloqué el cabello en un moño
suelto en la nuca y bajé las escaleras. Algunos de los invitados ya habían llegado, así que
estreché manos, sonreí e hice pequeñas agradables charlas.

Hunter tenía una enorme familia, pero entre los extraños había una cara que no
quería ver. La de Mitch. Me encontró justo cuando encontré la mesa de refrigerios. Me
ayudé con una soda y fingí que no lo había visto. Esperaba que, si lo ignoraba, él
entendería y me dejaría en paz. Por supuesto que nunca podría tener esa suerte.

Observe la habitación, buscando a Hunter mientras Mitch se acercaba a mí.

—Summer, te ves maravillosa.

—Gracias. —Me paralicé al ver a Hunter al otro lado de la habitación. Antes de


dar un paso, me encontré cara-a-cara con Mitch.

—Summer, por favor. —Agarró mi mano, pero la quite.

—No quiero hablar contigo, Mitch. Ya hemos terminado. Se acabó.

Él se inclinó hacia adelante. Su rostro contraído de dolor.

—Summer, por favor. ¿No podemos solo hablar en alguna parte? Estoy seguro de
que podemos resolverlo.

Ya había tenido suficiente de su mendicidad.

—No, Mitch.

—Dime por qué. ¿Por qué no puedes hablar conmigo?

—Porque no hay nada que decir.

Me agarró de nuevo la mano. Esta vez la capturó en la suya.

—Entonces solo escucha. Eso es todo lo que tienes que hacer.

— ¿No entiendes la palabra no cuando la escuchas? —pregunté mientras retiraba


mi mano.

—Summer, te amo. Te necesito. Tenemos que arreglarlo.


Estas eran todas las palabras que había oído antes. Eso era todo lo que eran.
Palabras. Nunca serian de verdad. Nunca serian reales, pero por alguna razón él pensaba
que las creía. Tal vez él lo hizo algunas veces, pero yo no lo hacía. Ya no. Vi a Hunter
cruzando la habitación y sonreí.

—Mitch, no hay nada de qué hablar.

—Solo cinco minutos, por favor.

Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas. Tal vez pensé que eso
detendría su insistente búsqueda de mí. Tal vez quería lastimarlo como él me había
lastimado a mí. Tal vez solo quería decirle a alguien y las dos primeras razones
justificaron mis acciones.

—Mitch, estoy embarazada.

Sus ojos se ensancharon y sus brazos quedaron inmóviles a sus lados.

—Summer, ¿estás segura?

—Sí. —Levanté mi mano mientras él daba un paso hacia mí—. No es tuyo, Mitch.

Su rostro cayó, y por un momento, casi sentí lástima por él.

—No te creo.

—Es verdad.

Mitch retrocedió.

— ¿Quién es el padre entonces?

—Eso no es asunto tuyo. Ahora si no te importa, quiero que me dejes en paz.

Mitch asintió, entonces desapareció entre la multitud justo cuando Hunter


apareció a mi lado.

— ¿Estás bien?

Asentí, pero no estaba segura. Hunter me agarró por el brazo y me guio lejos. Me
llevó a un estudio y cerró la puerta.

— ¿Qué paso ahí afuera? Te ves inquieta. —Hunter se tensó—. Si dijo algo que
te molestara, lo mataré.

Me incliné contra Hunter y lo respiré. Me encantaba el aroma almizclado de su


colonia.
—Está bien. —Pasé los brazos alrededor de su cintura—. Mitch ya no me puede
lastimar. —Mi mirada se encontró con la de él—. Eres el único con ese poder.

Hunter inclinó mi cabeza.

—No te haré daño, Summer. Nunca te haré daño.

Me besó lentamente. Al principio fue suave y tierno. Se tomó su tiempo y exploró


mis labios con los suyos antes de que metiera su lengua en mi boca.

Pensé en la diminuta vida que crecía dentro de mí y lo besé más fuerte. Quería
decírselo, pero no así. Esperaría hasta después de la fiesta cuando pudiéramos estar
verdaderamente solos. Por pura determinación, me aparté.

—Deberíamos regresar ahí afuera. —No me moví.

Hunter deslizó su mano por mi espalda y por sobre mi trasero. Sentí su larga y
gruesa erección a través de sus pantalones.

—Tengo una mejor idea. —Se inclinó y cerró con llave—. No escondemos aquí
por un tiempo.

— ¿No nos extrañarán?

Hunter se inclinó y me besó el cuello, justo debajo de mi oreja, antes de que hiciera
un camino de besos hasta mi hombro.

—Mi familia es enorme, y la mayoría está medio borracha. Nadie se dará cuenta
de que nos hemos ido. —Hundió sus dientes en mi carne. Incliné mi cuello para darle un
mejor acceso para devorarme.

Lo necesitaba de la peor manera. Descubrir que estaba embarazada fue una


sorpresa, y también lo sorprendería a él. Todo estaba a punto de cambiar. Nuestro mundo
entero estaba a punto de ser sacudido. Lo quería una vez más antes de que se desatara el
caos.

Hunter me movió paso a paso. Me besó, me agarró, me tocó mientras me apoyaba


contra la puerta. Rozó sus dedos contra mis pezones y solté un gemido. Mis manos
temblaron mientras desabrochaba su camisa y la empujaba de sus hombros. Pasó la lengua
por mi labio inferior.

—No deberíamos hacer esto aquí. —Mi protesta cayó en oídos sordos mientras él
se ponía de rodillas.

Deslizó sus manos por mis piernas, bajo mi vestido. Coloqué las mías en sus
hombros para apoyarme mientras él deslizaba los dedos en la liga de mis bragas y las
jalaba hacia abajo. Me miró.
—Deberíamos hacer esto en todas partes. —Deslizó su mano por la parte interna
de mi muslo. Frotó los dedos contra mi clítoris y sonrió—. Tengo que probarte, Summer.
Necesito probarte, entonces necesito follarte.

Mi cabeza golpeó contra la puerta cuando Hunter se inclinó y tomó mi clítoris en


su boca. Lo chupó, tocándolo con su lengua, deslizándolo fuera de su boca tan lento como
pudo.

—Te necesito también, Hunter.


Capítulo 12
Clavé las uñas en su carne mientras pasaba su lengua a lo largo de mi clítoris.

—Abre para mí, Summer.

Pronunció las palabras en mi montículo, ensanché mi postura, abriéndome para


él. Gemí cuando pasó la lengua por mis pliegues. Delineó a lo largo de los bordes de mi
coño, burlándose de mí. Quería escalar la pared para alejarme de él y empujar su boca
más cerca al mismo tiempo.

Hunter se estremeció cuando clavé las uñas.

—No me importa cuando me marcas, Summer, pero si me haces sangrar, voy a


hacer que pagues.

Mis dedos dejaron sus hombros y fueron hacia su cabello. Los suaves mechones
se deslizaron a través de mis dedos mientras le pedía que se acercara.

—Hablas demasiado, Hunter.

Se apartó y arqueó una ceja.

— ¿Hablo demasiado? —preguntó, su tono en una mezcla de confusión y


diversión.

Me mordí el labio y asentí cuando el empujó un dedo dentro de mí.

— ¿Realmente piensas que hablo mucho? —Lentamente lo sacó y luego deslizó


su palma sobre mi coño goteando. Su piel rozó la mía, pero sentí su toque en cada parte
de mi cuerpo.

—Cállate y fóllame, Hunter —siseé mientras él empujaba dos dedos dentro.

—Tan mandona. —Lamió mi clítoris antes de sonreír cuando me retorcí—. Tan


demandante.

Empujó un tercer dedo adentro, y jalé su cabeza más cerca, empujó su boca contra
mi coño. Me chupó el clítoris, le pasó la lengua, lo acarició con los labios mientras me
follaba con la mano.

Me sujeté de sus hombros mientras él sacaba sus dedos y me agarraba por la parte
posterior de mis muslos. Me acercó más y metió su rostro más profundo. Movió la
lengua más rápido. Me mordí el labio más fuerte y ahogué un gemido. El éxtasis
nublaba los bordes de mi mundo hasta que solo estaba él y la puerta que me sostenía.
Me llevó al borde, pero
me mantuvo allí, nunca permitiéndome ir completamente. Me retorcí cuando
apartó la boca y se puso de pie. La repentina ausencia de su tacto fue agonía.

Quitó el moño de mi cabello y pasó sus dedos por él, haciéndolo caer sobre mis
hombros.

—Eres tan hermosa.

Sujetó un puñado mientras introducía su lengua en mi boca. Él sabía fuerte.


Saboreé fuerte. Su erección se presionó contra mí. Me aparté y agarré el botón de sus
pantalones.

Gimió en mi boca mientras deslizaba mi mano en sus pantalones y trabajaba su


pene. Miré su rostro mientras movía mis dedos hacia abajo y lo tomaba en mi mano. Cerró
los ojos y reprimió un gemido. Utilizó la pared para apoyarse mientras me colocaba de
rodillas.

Lo miré y esperé a que hiciera contacto visual antes de pasar mi lengua alrededor
de la cabeza de su pene. Abrí la boca e introduje su cabeza, solo por un momento. Giré
mi lengua alrededor y luego por el largo de su eje hasta que brillaba.

Su rostro se retorció de placer mientras abría mi boca y dejaba que su pene se


deslizara nuevamente. Cerré los labios alrededor de su grueso pene y lo chupé poco a
poco. Con su mano libre, Hunter sujetó un puñado de mi cabello. Su agarre era sólido y
jaló un poco, pero respondí tomándolo aún más profundo. Me sostuvo fuertemente, pero
no me empujó. Quería que me empujara.

Me quedé quieta, lo miré y no me moví hasta que él presionó su mano contra la


parte posterior de mi cabeza y me forzó hacia adelante. Mis ojos se cerraron. Envolví los
dedos alrededor de su pene de nuevo cuando aumentó la velocidad.

Hunter apretó su agarre en mi cabello.

—Mírame, Summer. Déjame ver esos brillantes ojos azules.

Él gruñó cuando abrí los ojos, luego empujó más fuerte, más rápido, más
profundo. Era todo lo que podía hacer para no ahogarme con él, pero habíamos caído en
un compás. Él sabía cuánto dar y tomar. Sabía cuándo retroceder y cuándo aumentar el
ritmo.

Hunter gimió, se puso rígido, luego quitó su mano de mi cabello.

—Joder, Summer. No puedo hacer esto. —Sacó su pene de mi boca, me agarró


por los brazos y me puso de pie—. No puedo esperar más. —Me alzó, me apoyó contra
la puerta y guío su pene dentro de mí. Agarré sus hombros y envolví mis piernas alrededor
de su cintura. Me jaló hacia él mientras se estrellaba contra mí.

Esto era lo que el amor era. Confiando en que no me dejara caer. Confiar en él para
darme lo que necesitaba mientras satisfacía sus propias necesidades. Su boca invadió la
mía
y me robó la respiración. La habitación giró. No, yo gire. Hunter me separó de la
puerta y me llevó a un sofá al otro lado de la habitación. Me colocó en él, nunca
dejándome. Jugué con los rebeldes rizos que él nunca podría hacer que se comporten con
mis dedos. Eran como él: salvaje, libre, incontrolable.

— ¿Qué está pasando en esa bonita cabeza tuya? —preguntó mientras se inclinaba
y pasaba sus labios a lo largo de mi mandíbula.

—Nada.

—Mentirosa. —Me mordió la oreja, haciendo que me retorciera—. Lo puedo ver


en tus ojos. Tu cerebro está trabajando a un millón de kilómetros por hora.

—Solo estoy pensando en ti. En nosotros. Esto que tenemos, es muy bueno.

Tomó mi rostro con sus manos y deslizó su pulgar sobre mi mejilla.

—Summer.

Me quedé sin aliento por el modo en que había dicho mi nombre. Sus cejas se
estrecharon como si tuviera dolor, pero sonaba como una oración.

Clavé mis dedos en sus brazos y levanté mi cabeza para rozar mis labios contra
los de él.

—Deberíamos volver afuera.

Hunter gruñó y se hundió más profundo. Apreté mi agarre y ahogué un gemido.

—No vas a ir a ninguna parte. —Hunter capturó mis labios con los suyos, metió
la lengua en mi boca y me besó con fuerza. Arqueé mis caderas, animándolo a que me
follara, pero sonrió mientras gemía de frustración—. Voy a follarte lentamente, Summer.

Se retiró tan lento que pensé que iba a morir antes de que pudiera deslizarse de
nuevo. Su cuerpo entero era sólido como una roca mientras se contenía. Nuestras miradas
nunca se separaron. Eso se sentía más íntimo, como si estuviera mirando a mi alma. Se
estremeció cuando pasé mis manos por sus brazos y metí los dedos en su cabello.

—Hunter. —Su nombre apenas había cruzado mis labios antes de que se hundiera
en mí. Fue rápido, profundo y fuera de control. Se sujetó a mis hombros y se apoyó en
mí, metiéndose más profundo. Las palabras salieron de mi boca antes de poder
detenerlas—. Hunter, te amo. —Hizo una pausa por una fracción de segundos. El miedo
de que se detuviera para siempre me anudaba el estómago.

—Te amo. —Capturó mi boca con la suya, me besó duro y me folló con su pene
hasta que llegué al borde la liberación.
Arañé su espalda y gemí en su boca mientras la primera ola de mi orgasmo rasgó
a través de mí. Hunter se vino conmigo. Se puso rígido, gruñó, se estremeció y me
embistió hasta que ambos estuvimos.

Hunter se recostó de lado y me acercó. Permanecimos en silencio durante un


minuto mientras recuperábamos el aliento.

— ¿Acaso oliste mi cabello? —pregunté, sonriendo, porque no podía parar aunque


quisiera.

Levantó su mano de mi cadera y pasó sus dedos por mi cabello.

—Tal vez.

Cerré los ojos y absorbí su presencia. No hablamos de lo que dijimos hace unos
minutos. Movió su brazo alrededor de mí y me atrajo más cerca. Habría mucho tiempo
para hablar más tarde cuando la fiesta se termine y estemos solos.
Capítulo 13
— ¿Cómo me veo? —Me subí las bragas, luego alisé mi vestido.

Hunter me agarró por las caderas y me acercó.

—Como si hubieses sido follada.

Me reí y me aparté.

—Entonces supongo que mejor salimos por separado.

Sus labios flotaron cerca de mi oído. Me estremecí cuando su aliento tocó mi piel.

—Mézclate por diez o quince minutos, luego busca una excusa para dejar la
fiesta. Espérame en tu habitación. Te veré ahí.

— ¿No puedes tener suficiente de mí, verdad?

Su beso fue un rayo. Su voz fue un trueno, tan profunda que me llenó mientras
retumbó.

—Nunca.

Se apartó, guiñó el ojo y dejó la habitación. Miré al reloj y añadí los minutos hasta
que Hunter y yo estaríamos solos y pudiera contarle mis noticias. Media hora. En media
hora, estaría en sus brazos. Podría susurrárselo. Sería nuestro secreto entonces. Acaricié
mi estómago plano antes de alisar mi vestido y salí de la habitación.

Hunter estaba en lo cierto. Nadie parecía notar nuestra ausencia. Agarré un vaso
de soda y circulé la habitación, aunque gran parte de la fiesta se había trasladado al gran
patio. Mi mamá estaba afuera. Se colgó del brazo de su nuevo marido mientras se reían y
hablaban con su familia. Ahora era suya. Me sonreí a mí misma. Esta era mi familia ahora
también, y de mi bebé.

Debía haberme asustado… La idea de tener un bebé antes de la universidad había


terminado. Todo lo que sentí fue alegría. La vida con Hunter no era nada como lo que
había experimentado antes. Sabía en mi interior que todo estaría bien.

Una cálida mano tomó mi brazo por encima del codo.

— ¿No puedes alejarte de mí, verdad? —Mi sonrisa se transformó en un ceño


fruncido cuando me volví y me di cuenta de que era Mitch, no Hunter, quien me agarró.
Tiré de mi brazo—. ¿Qué quieres?
Mitch sacó su billetera de su bolsillo trasero. Tomó un fajo de billetes y lo presionó
en mi mano.

—Eso debería cubrirlo.

Perpleja, lo miré.

— ¿Cubrir qué?

—El aborto que vas a tener.

Estupefacta, me quedé mirándole. Muchos pensamientos horribles corrieron por


mi mente, pero no podía decir una sola palabra. Después de lo que parecía una eternidad,
le empujé el dinero.

—No voy a tener un aborto. —Chiflé.

Mitch tomó mi brazo y presionó el dinero de vuelta en mi mano.

—Sí, lo harás. No vas a ensillarme con pagos de pensión por algún mocoso
chillón.

—Ni siquiera es tuyo.

Mitch entrecerró sus ojos.

—Deshazte de eso, Summer.

—Jódete.

—No, Summer, jódete tú. Todas las chicas sois iguales. Dirás que no es mío hasta
el día en que salga, entonces me vas a golpear por la manutención.

Estaba tan molesta que no podía hablar. La gente nos miró ahora. Vieron la escena
entera desplegarse. Quería hundirme en la tierra y morir. Odiaba que dejara que se me
escapara antes. Debí haber sabido que Mitch encontraría alguna manera para joderme.
Abrí mi boca para decir algo, pero vi a Hunter. Su mirada vio la mía por un momento,
luego sacudió su cabeza y desapareció en la multitud.

No.

No. No, no, no, no. Esto no podía estar pasando.

—Hunter, espera.

Tiré el dinero de Mitch a sus pies y luego salí tras Hunter. No me importó quién
me vio perseguirlo. No me importaba ya. Tenía que encontrarlo. Tenía que hacerle
entender.
Alcancé a Hunter en las escaleras. Tenía su chaqueta y llaves del coche en su
mano.

—Hunter, por favor —alcancé su mano, pero se zafó. La mirada en su cara aplastó
mi alma—. Todo está hecho un desastre. Déjame explicarte.

Sacudió su cabeza.

—No hay nada que explicar, Summer. —Pasó por delante de mí y siguió adelante.

Lo seguí hacia afuera. Corrí frente a él y me presioné contra la puerta lateral del
conductor de su coche.

—Hunter, por favor, no sé qué crees que escuchaste, pero no es lo que parece.

— ¿Estás embarazada?

—Sí, pero…

Me interrumpió.

—Entonces no hay nada de qué hablar.

—Sólo escúchame, ¿podrías? —supliqué incluso mientras me apartaba del


camino. Luché, pero con cada segundo que pasó, mi decisión de hacerle escuchar se
desvaneció—. El bebé es tuyo, Hunter. Tuyo y mío.

Me miró como si le hubiera dicho que su perro había muerto.

— ¿Entonces por qué Mitch te estaba dando dinero para un aborto?

—Porque él cree que es suyo.

Lágrimas cayeron por mi cara. No me molesté en limpiarlas. Si Hunter iba a darme


la espalda, yo iba a asegurarme de que recordara mi dolor.

—Así que él lo supo antes que yo. ¿Por qué le dirías a él primero si es mío? —
Abrí mi boca para hablar, pero me interrumpió de nuevo—. Guárdatelo, Summer. —Me
apartó del camino y luego se metió en su coche.

— ¿A dónde vas?

Hunter no me respondió. No me miró. ¿Cómo podría? Me odiaba. El amor se


había transformado en odio en cuestión de minutos, todo porque él no escucharía y yo
carecía de poder para hacerle escuchar. Caminé hacia atrás y lo vi irse. Una multitud se
había reunido. Todos se quedaron mirando. Todos susurraban. Todos excepto Mitch. Él
sonrió con sus manos metidas en sus bolsillos.
No había manera de que pudiera caminar entre la multitud de personas. Me volví
y me dirigí a la carretera. No les dejaría verme llorar más. No me quedaría parada mientras
ellos murmuraban sobre Hunter y yo.

Encontré una parte aislada en el jardín y me senté en el banco cerca del estanque.
No pasó mucho antes de que mi madre me encontrara. Se sentó junto a mí, colocó su
brazo sobre mis hombros y me acercó.

— ¿Quieres hablar sobre ello?

Esnifé, luego sacudí mi cabeza.

— ¿Puedes escuchar? —Luego de que asentí, ella continuó—. Mitch fue un idiota
al hacerte eso, pero no te preocupes por él, cariño. Incluso si él no quiere estar ahí para ti
y el bebé, que sepas que tienes nuestro apoyo. David y yo estaremos siempre aquí para ti,
no importa lo que necesites.

Quería reír o llorar, pero todo se desmoronó y todo lo que quedó fue un vacío tan
completo que me entumeció. No me importaba que todos creyeran que Mitch era el padre.
Sería más fácil de explicar que la verdad.

—Estoy cansada. Me voy a la cama. —Mamá no me siguió. Ella sabía que quería
estar sola.

Me metí en la casa sin ser notada y luego me arrastré hacia arriba por las escaleras.
Mitch esperó por mí afuera de la habitación.

— ¿Qué quieres, Mitch?

—La oferta aún sigue en pie. —Sostuvo el fajo de dinero.

—No es tuyo, Mitch. —Cubrí mi estómago con mi mano como si pudiera


sostenerlo más cerca y proteger mi bebé de Mitch y sus horribles palabras.

—Oh, sé que no lo es —metió el dinero de vuelta en su bolsillo y la esquina de su


boca se convirtió en una sonrisa. Dio un paso hacia mí—. No lo sabía al principio. Pensé
que estabas tratando de joderme la mente, jugando algún tipo de juego conmigo. Luego
vi a Hunter salir del estudio. Él nunca deja una fiesta a no ser que sea por un pedazo de
culo. Quería ver su anotación, así que esperé. Imagina mi sorpresa cuando tú saliste de
esa habitación con esa pinta de recién follada.

—Felicidades, lo averiguaste. Averiguaste mi secreto, luego lo arruinaste todo.


Hunter se fue, Mitch. Tú puedes irte también —intenté dar un paso a su alrededor, pero
él bloqueó mi camino. Se elevó sobre mí, me miró, trató de intimidarme, pero yo estaba
más allá de sentirme intimidada ahora—. ¿Por qué, Mitch? ¿Por qué lo hiciste?
— ¿Karma? Quizás —se inclinó más cerca—. ¿Venganza? ¿Quién sabe?

Se apartó de mi camino y luego desapareció escaleras abajo. Me metí en mi


habitación y miré alrededor. Apreté la mano sobre mi boca mientras contenía un sollozo.
Los recuerdos de Hunter estaban por todas partes. Se había ido, pero su presencia me
rodeaba, me llenaba, sin embargo, su ausencia se sentía profundamente.

Saqué una maleta de mi armario antes de arrojar mi ropa dentro de ella. Si había
un beneficio sobre mi nuevo padrastro, era su cuenta bancaria. Rogaría por ser enviada a
algún lugar por el verano. Le rogaría porque me alquilara una cabaña en el bosque o un
apartamento en la ciudad. Tenía que irme. No podía empezar de nuevo mientras siguiera
rodeada por todos los recuerdos. Criaría a este bebé por mí misma.
Capítulo 14
—Deberías darle una oportunidad, Summer —Felicity me estaba poniendo la cara
de nuevo. Los redondos y amplios ojos de perrito, labios sensuales—. De verdad le gustas.

—Sí, todos quieren salir con las embarazadas. Ellos saben que nos abrimos de
piernas y no pueden preñarnos. Soy el sueño húmedo de un perro cornudo. —Me burlé.

Si bien no estaba notablemente embarazada aún, las citas no estaban arriba en mi


lista de cosas por hacer. Mi plan era completar el primer semestre de este año, luego
volver el siguiente otoño cuando el bebé fuera un poco más mayor.

—Vamos, Summer. Apenas has dejado el apartamento en toda la semana.


Además, Craig no es así.

—Estoy muy cansada como para dejar el apartamento. —Me hundí en el sofá y
tomé el control remoto. Paseé por los canales, pero Felicity me lo quitó.

—Te has estado escondiendo.

—No lo he hecho.

Felicity alzó una ceja.

— ¿En serio?

Suspiré y cerré los ojos.

—Bien. Me he estado escondiendo. Merezco esconderme. —Mis manos fueron a


mi estómago—. He tenido mucho en qué pensar.

Felicity tomó mi mano y la sostuvo.

—Sé que la vida te lanzó una gran bola curva, pero no puedes dejar que te impida
vivir. —Tomó mi teléfono de la mesa de café y lo empujó hacia mis manos—. Llámalo.

Felicity tenía razón. Yo sabía que la tenía. No he visto u oído de Hunter desde la
reunión. Tan rápido como él salió de allí esa noche, me había ido la mañana siguiente.
Felicity me había aceptado, y me había mudado a su nuevo apartamento fuera del campus.
Hunter no me había enviado ni un mensaje de texto. Era hora de seguir adelante.

Mi mano flotó sobre el teléfono, pero dejé caer mis manos sobre mi regazo.

—No puedo ir a una cita con algún chico aleatorio, Felicity.


La mano de Felicity vino a descansar en mi muslo y me dio sonrisa simpática.

—Está bien, lo entiendo.

— ¿En serio? —Alcé una ceja. Felicity no era conocida por su flexibilidad. Una
vez se decidía por algo, era implacable.

—Así es, pero necesitas salir de este apartamento.

— ¿Necesito? —gruñí. Felicity ya había renunciado a sus planes de


emparejamiento. Sin embargo, ella no iba a dejarme en paz hasta que aceptara participar
en algún tipo de actividad social. Miré abajo a mis pantalones deportivos—. ¿Esto
significa que tendré que vestirme?

Me tomó de las manos y me puso en pie.

—Sí, y yo tengo que vestirte.

—No —me quejé. Felicity tenía una manera especial en que le gustaba hacerme
lucir. Dijo que era glamuroso, pero siempre me sentí como una puta cuando ella
terminaba. Puse mis ojos en blanco mientras ella me arrastraba a su habitación—. Quiero
algo que cubra más del doce por ciento de mi cuerpo.

—Relájate, Summer. Te verás extremadamente bien cuando termine contigo.

Una hora después, seguí a Felicity por la calle. Fiel a su palabra, yo lucía
maravillosa. Ella había excavado profundo en su guardarropa y me había vestido con una
blusa polca de puntos con un cinturón de plata ancho y una falda negra que me golpeaba
justo por encima de la rodilla.

— ¿A dónde vamos, de todos modos?

—Un amigo mío estará tocando en Marquee esta noche.

— ¿No es ese un lugar casi imposible de entrar?

Felicity sonrió y me dio un empujón juguetón.

—No cuando estás con la banda.

Media hora después, me instalaron en una cabina. Bebí una soda y la vi moler la
pista de baile. Esta era su idea de que yo fuera social. Ignorando avances de simplones
medio borrachos y viéndola a ella mover el esqueleto. Sinceramente, podría ser peor.
Me incliné hacia atrás en la cabina y cerré mis ojos. Al menos la banda era decente,
y Felicity se veía feliz. Saltó sobre el escenario y envolvió sus brazos alrededor del chico
del bajo. Le dio un beso largo y profundo, y la multitud enloqueció.

Sentí una punzada de anhelo. No debería extrañar a Hunter después de lo que hizo,
pero no me podía ayudar a mí misma. Saqué mi teléfono de mi bolso me quedé mirando
la pantalla. Sin llamadas perdidas. Sin mensajes sin responder. Quería un trago, algo
suficientemente fuerte como para patearme en el trasero. No quería pensar más. Tomé un
sorbo de mi soda mientras Felicity se lanzó sobre el asiento que estaba a mi lado. Estaba
sin aliento y sofocada de sus esfuerzos en la pista de baile y su acto de tragar la lengua en
el escenario.

Tomó un largo trago de su cerveza, luego se inclinó sobre la mesa. Entrecerró sus
ojos y estudió mi cara.

— ¿No te estás divirtiendo, verdad?

—Lo estoy.

Felicity se inclinó hacia atrás y cruzó sus brazos en frente suyo.

—No lo estás. Admítelo.

Suspiré.

—Lo siento, Felicity. Quiero divertirme, pero es sólo que... —agité una mano—,
en realidad esta no es mi escena ahora mismo. No puedo beber, no bailo y no estoy en
busca de algún tipo con el que engancharme. —La esquina de mi boca se levantó en una
media sonrisa—. Pero la música es buena, al menos.

—Lamento haberte arrastrado hasta aquí, Summer.

—Está bien, Felicity.

— ¿Estás segura? Porque te ves miserable.

—Estoy segura. Mi miseria no tiene nada que ver contigo.

Felicity tomó mi mano.

—Vamos, Summer. Te llevaré a casa. Podemos tener un maratón de Netflix.

—Es la mejor idea que has tenido en todo el día.

El sol se estaba hundiendo debajo del horizonte cuando Felicity y yo dejamos el


bar. El calor del día había desaparecido y un leve enfriamiento entró.
—Mejor nos damos prisa —dije mientras notaba la forma en que las hojas se
volvían al viento. Sus partes inferiores de color verde claro brillaban en la luz del sol—.
Parece que va a llover.

Felicity no respondió. En cambio, se mordió el labio inferior. Era algo que sólo
hacía cuando estaba sumida en sus pensamientos.

— ¿Pasa algo, Felicity?

Me miró, abrió la boca y luego la cerró de nuevo. Apartó la mirada y la mantuvo


fija en la calle. Permaneció en silencio durante media manzana antes de que finalmente
contestara.

— ¿Lo extrañas, verdad?

Me encogí de hombros.

—No importa si lo extraño. Obviamente él no me extraña.

— ¿Y si lo hiciera?

—Si me extrañara, habría llamado, habría mandado un mensaje —tragué el nudo


de dolor que me tapó la garganta—. No ha hecho nada de eso.

— ¿Qué dirías si lo hiciera?

Era mi turno de responder. La verdad era que no sabía qué diría si él llamaba.
Parte de mí quería creer que sería suficientemente fuerte como para dejarlo para siempre,
pero si esa era la verdad, ya lo hubiera hecho. La dolorosa realidad era que quería a Hunter
casi tanto como quería el bebé, nuestro bebé. Era patética, pero si él me quería, lo traería
de vuelta. En lugar de decir algo de eso, le dije que no sabía.

Si Felicity vio a través de mi mentira, era suficientemente buena amiga para no


mencionármelo.

Finalmente en casa, Felicity tomó el picaporte, pero no lo abrió. Su frente se


arrugó y mordió su labio.

—Hice algo por lo que podrías odiarme.

Ella cerró sus dedos en un puño y lo golpeó en la puerta. Dos ruidosos golpes. La
abrió y luego se apartó del camino.

Globos. Flores. Nuestro apartamento lucía como si una tienda de regalos hubiese
explotado adentro.
— ¿Qué es todo esto? —Tomé un paso tentativo por la puerta, luego me detuve
en seco—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Capítulo 15
Se veía muy mal. Su cara estaba pálida. Las bolsas bajo sus ojos me decían que
había estado durmiendo igual que yo… Nada. No se había afeitado en mucho tiempo y
lucía como si hubiese perdido los tres kilos que yo había ganado.

Dio un paso hacia mí.

—Summer, por favor. Lo siento. Sólo quiero hablar.

Mi cerebro me dijo que dijera que no. Debería hacer que se fuera, pero antes de
que pudiera pensar, asentí y dejé mi bolso sobre el mostrador.

Felicity lanzó sus brazos a mí alrededor y me dio un apretón.

—Tendré mi teléfono encendido si me necesitas, Summer. —Lanzó una mirada


simpática a Hunter mientras se deslizó fuera del apartamento. Me estremecí cuando la
puerta se cerró detrás de ella.

Hunter se acercó a mí, pero di un paso hacia atrás.

— ¿Por qué estás aquí?

Crucé mis brazos y caminé hacia el otro lado del apartamento. Había olvidado el
poder que él tenía sobre mí. Él apenas había pronunciado una palabra, pero yo quería
envolverme en él. A pesar de mis mejores esfuerzos, había fallado en odiarlo.

—Lo arruiné.

Reí.

— ¿Apenas te diste cuenta de esto? ¿Cómo me encontraste siquiera?

—Llamé a Felicity. Supuse que ella sabría dónde estabas.

Gruñí y me senté en el sofá.

—Juró no decirle a nadie que estaba aquí.

—Estaba preocupada por ti. —Hunter hizo una mueca—. Aunque puso una pelea
del infierno, si eso te hace sentir mejor. Pensé que iba a matarme por teléfono. —Hizo
una pausa por un largo tiempo como si buscara las palabras correctas y resultó vacío—.
¿Estás bien?

—Estoy bien.
Caminé hacia la ventana y me quedé mirando a través de las salpicaduras de lluvia.
La tormenta afuera estaba tomando velocidad. La gente en la calle corría por cobertura.
Yo no tenía dónde esconderme.

Cruzó la habitación y se paró a mi lado.

—Soy miserable sin ti.

—Bien. —La emoción se rompió a través de mí y mi barbilla tembló—. ¿Qué


quieres de mí, Hunter?

—Quiero mi vida de vuelta. —Tomó mi mano en la suya. Pasó su pulgar sobre el


dorso de mi mano, y supe justo entonces que ya le había perdonado.

—Hunter. —Empecé a hablar, pero su otra mano fue hacia mi cara.

Puso un dedo sobre mis labios. El simple acto de su toque despertó partes de mí
que creí que estaban muertas para siempre. Afuera, la severidad de la tormenta aumentó.
Un relámpago destelló a la distancia y el trueno sacudió las ventanas. Nada de eso se
comparaba con la tormenta que se elaboró dentro de mí.

—Por favor, Summer. Sólo escúchame —tomó un profundo aliento—. Lamento


no haber estado aquí para ti. Debí haber estado. Estaba molesto, estúpido y confundido,
y me dejé caer a mí mismo en las tonterías de Mitch. Debí haberte escuchado.

—No me esforcé exactamente en explicarlo.

Hunter sacudió su cabeza y apretó mi mano más fuete.

—No te atrevas a tomar culpa por nada de esto, Summer. Yo fui el idiota. Sabía
que nunca me mentirías sobre algo como eso, pero entré en pánico. Era más fácil creer la
línea de mentiras de Mitch que confrontar la verdad.

Lo tiré hasta el sofá y nos sentamos. Estuvimos callados por un minuto. No nos
habíamos reconciliado oficialmente aún, y se sintió como si uno de nosotros dijera lo
incorrecto, esta frágil conversación se rompería y se disolvería por completo.

— ¿Por qué le dijiste a Mitch antes que a mí?

El dolor estaba grabado en su cara, y me mataba saber que yo lo causé.

—Vino a la reunión y era el mismo antiguo Mitch. Me quería de vuelta, o al menos


pensó que me quería de vuelta. Yo sólo quería que me dejara en paz —plegué mis manos
en mi regazo y torcí mis dedos entre sí—Creí que me dejaría en paz —limpié una ráfaga
de lágrimas—No pensé que trataría de arruinar todo. Pero luego Mitch te vio salir del
estudio. Supuso que habías estado con alguien, así que esperó para ver con quién te había
liado.
Tomé un profundo aliento mientras recordé la horrible escena en la reunión—.
¿Por qué me hizo eso en frente de todos?

—Venganza, supongo.

— ¿Venganza?

—Mitch y yo solíamos ir a bares y fiestas juntos, mucho. Éramos el compañero


del otro. —Hunter apartó la mirada—. Tiffany Jacobs no fue la primera chica con la que
Mitch te engañó.

Me encogí de hombros. El saberlo debería haber sido un cuchillo en mi intestino,


pero era más como una espina en mi costado.

—No me sorprende —gruñí mientras los sentimientos familiares de vergüenza y


estupidez volvieron.

—Podría decir que se estaba poniendo serio con Tiffany, pero él no quería dejar
de verte. Yo no te amaba para entonces. Apenas te conocía, pero no me gustó cómo te
estaba tratando. Así que cuando desapareció en su habitación con Tiffany, te escribí desde
su teléfono.

El recuerdo de ese día se reprodujo en mi mente como una de una vieja película.
La imagen era borrosa y algunas de las palabras estaban perdidas, pero estaba todo ahí.
Mitch me había enviado un mensaje para que fuera a verlo, había dicho que tenía una
sorpresa para mí.

Pasé mi mirada sobre el rostro de Hunter.

—Me preparaste.

—Sólo quería que supieras la verdad.

—Debiste haberme dicho.

Hunter arqueó una ceja.

—Pelábamos cada vez que llegábamos a menos de seis metros del otro. ¿Me
habrías creído?

Pensé sobre la confesión de Hunter.

— ¿Entonces Mitch siendo un imbécil conmigo era para devolvértela?

—Bueno, y a ti también. Su ego se golpeó cuando lo dejaste.


—Dios —suspiré—. No tienes idea.

Pellizcó mi pezón, luego tiró su mano fuera de mi camiseta. Habló mientras la


desabotonó.

—Voy a explorar tu cuerpo toda la noche, Summer.

Se inclinó y besó mi clavícula. Me estremecí mientras pasaba la punta de su lengua


por mi cuello. Ahogué un gemido cuando lo mordió.

Apreté mis muslos juntos.

—No seré más que un charco de papilla cuando termines conmigo, Hunter. —
Agarré el cojín del sofá mientras él pasó sus labios sobre la parte superior de mis pechos
expuestos.

Alzó su mirada hacia mí, sus ojos oscuros con lujuria.

— ¿Quién dice que alguna vez terminaré contigo? —Apartó mi blusa de mis
hombros—. Planeo hacer esto cada día por el resto de nuestras vidas, pero esta noche te
quiero lentamente. —Hunter se levantó, luego me arrancó del sofá como si no pasara nada
y me llevó a mi habitación.

No me puso en la cama. Me bajó así que estuve parada frente de ella. Caminó
detrás de mí y sacó mi blusa por completo. Sus manos se deslizaron por mi espalda,
lentamente, como si estuviera descubriéndome de nuevo. Me desabrocho el sostén y lo
quité. Me dolía que me tocara. Me dolía tanto que hormigueaba de anticipación.

Me volvió hacia él. Sus ojos bajaron.

—Sácate el cinturón. —Su voz era dominante, pero no era una orden. Era una
necesidad, como la mía. Mi necesidad por él excavaba dentro de mí y se convirtió en la
razón de todo lo que hice.

Me quité el cinturón y lo tiré al costado. No tuvo que pedirme que me quitara la


falda. Deslicé la cremallera y la empujé al suelo, llevándome las bragas con ella. Me
aparté de ellas y las pateé a un lado.

Hunter gruñó en aprobación mientras se aferraba a mis caderas.

—Joder, Summer. Eres tan hermosa. —Sonó sin aliento, como si el momento le
quitara el oxígeno.

Sonreí cuando dejó mis caderas y deslizaba las manos sobre mi estómago casi
plano.

—No se me notará por un tiempo. Apenas estoy de seis semanas.


—Estás radiante. —Su frente se arrugó—. ¿Es eso posible?

Me encogí de hombros.

—No lo sé.

— ¿Cómo te sientes? ¿Tienes malestar por la mañana?

Su súbita preocupación era dulce, pero solo había una cosa en mi mente cuando
alcancé su cinturón.

—Me siento bien, Hunter, mejor que bien.

Coloqué una mano dentro de sus pantalones y bajé por la punta de su pene. Empujé
contra la tela. Me mordí el labio mientras lo trabajaba libremente. Me puse de rodillas y
lo miré a través de mis pestañas.

Pasé mi lengua sobre mis labios, luego desde la punta hacia debajo de su eje, sin
romper el contacto visual ni una vez. Hizo un sonido en la parte posterior de su garganta
mientras su cabeza se inclinaba hacia atrás. Rodeé la base de su pene con mi mano
mientras la punta se deslizaba sobre mis labios y mi lengua.

Mío. Ese simple conocimiento me llevó al límite. Hunter era mío, y yo era suya.
Apreté los dedos mientras movía mi boca hacia arriba y hacia abajo por el largo de su eje.
Giré mi lengua alrededor de la cabeza. Apretó mi cabello y me instó a que lo tomara más
profundo. Giré mi lengua hasta que alcancé mi mano. La dejé caer y tomé el resto de él
en mí. En mi garganta, una y otra vez, hasta que se tensó y estremeció. Gruñó mi nombre
una y otra vez cuando su pene se sacudió y pulsó.

Desenredó los dedos y se alejó. Usé mi dedo índice y limpié la única gota de
esperma que se deslizó fuera de él y sobre mi labio. Lamí el líquido salado. Hunter se
agachó, me agarró por el codo y me ayudó a ponerme de pie. Me apretó contra él. Su
pecho se alzaba mientras luchaba por recuperar el aliento.

Uno de los dedos de Hunter me tomó de la barbilla y me hizo mirar hacia él.

— ¿Qué haría sin ti? —preguntó, su voz ahogada por la emoción, la lujuria, o
ambas cosas.

Tocó mis labios con los suyos, lo suficiente para darme una probada de él, luego
estaban lejos. Estaban en mi oído, mi cuello, mi clavícula. Exploró mi cuerpo con las
manos. Estaba por todas partes al mismo tiempo. No sabía si quedarme quieta o saltar y
envolver mis piernas alrededor de él.

Besó la parte superior de mi pecho, luego tocó mi pezón con su lengua antes de que se
lo metiera en la boca y lo chupara. Viajó hacia el otro seno. Me tragué un gemido
mientras rodeaba con la lengua la tierna punta. Besó un camino hasta mi estómago.
Ahora estaba de rodillas y no pude resistirme a pasar las manos por su cabello.

Presionó sus labios en mi estómago. El beso no era para mí, sino para la pequeña
vida que crecía dentro de mí. La pequeña vida que sería una mitad de mí y la otra de él y
cien por ciento perfecto. Tendría su salvaje sonrisa, llena de travesuras. Tendría mis ojos.
En mi mente nuestro hijo ya estaba tomando forma.

Mis piernas temblaron cuando Hunter pasó las manos por la espalda.

—Hunter.

Ahogué su nombre. Hundí mis dedos en sus hombros mientras él saboreaba la


carne cerca de mi coño. Arqueé mi espalda, una silenciosa suplica para más. Cada nervio
en mi cuerpo estaba electrificado, y él apenas había comenzado a tocarme. Tomó mi
clítoris en su boca y giró su lengua alrededor. Quería agarrar su cabeza en mis manos y
empujarla más cerca de entre mis piernas. No era suficiente. Nunca lo seria. Podría tenerlo
así para siempre, y aun así no sería suficiente para satisfacer mi hambre por él.

Hunter canturreó en aprobación mientras movía su lengua entre mis pliegues. Casi
me caí cuando, sin previo aviso, deslizó dos dedos dentro de mí. Quería juntar mis muslos,
mantenerlo inmóvil y apretarlo fuertemente, pero me obligué a quedarme quieta y tomar
cualquier placer que me diera.

Con un agarre de muerte en sus hombros, cabalgué sus dedos. De alguna manera
resistí la necesidad de meter mis manos en su cabello y forzar su boca hacia abajo en mi
palpitante clítoris. Mis piernas temblaron cuando él me empujó más cerca del borde. Me
sostuvo en ese precipicio, cerca de la liberación, pero se retiró, se retiró. Gemí ante la
falta.

—Mmm. ¿Hambrienta?

Se puso de pie, capturó mis labios con su boca y metió la lengua cuando gemía.
Le agarré la camisa, desesperada por sentir más de su piel en la mía. Más de él en mí.
Levantó sus brazos y jalé de su cabeza. Bajé mis manos por su pecho. Mis uñas dejaron
rastros blancos que desparecieron casi instantáneamente.

Él acunó mi rostro en sus manos y rozó su pulgar contra mi mejilla.

— ¿Por qué tengo la sensación de que me quieres desgarrar?

Deslicé mi mano por sus abdominales y rodeé su cintura mientras me acercaba.


No había espacio entre nosotros, solo piel.

—Porque voy a hacerlo. Si me haces esperar mucho más, te destrozaré.


En un rápido movimiento, me levantó en sus brazos y me puso en la cama antes
de quitarse los pantalones. Subió encima de mí, abrió mis piernas y se movió para
tomarme, pero puse una mano en su pecho.

—No tan rápido. —Una sonrisa apareció en las comisuras de mi boca—. Ponte de
espaldas.

—Sí, señora. —Hunter se colocó sobre su espalda y puso las manos detrás de su
cabeza—. ¿Está bien?

—Mmm. Espero que seas siempre así de obediente.

Me volví y me puse en posición sobre él. Cerró los ojos mientras balanceaba las
caderas, moliendo mi coño contra él. Me incliné hacia adelante, presionando mis labios
contra los suyos y puse la cabeza de su pene en la entrada de mi coño. Deslicé mi lengua
en su boca mientras bajaba sobre él.

Fue una lenta y dolorosa tortura y los sonidos que hizo me dijeron que disfrutaba
cada momento mientras continuaba mi lento descenso en su eje. Una vez que su longitud
estuvo dentro de mí, empujé hasta que se puso en posición vertical de nuevo.

Me mordí el labio y pasé mis dedos por mi cabello mientras balanceaba mis
caderas. Se agarró de ellas. Una mano me pellizcó el pezón. Intentó sentarse, pero lo
obligué a acostarse.

—No. —Negué, sin detener el ritmo de mis caderas.

Presionó la cabeza con más fuerza en la almohada y apretó mi cintura.

—Me estas torturando, ¿sabes? —Su mano bajó. Me agaché cuando rozó mi
clítoris con su pulgar—. Te puedo torturar de vuelta. —Su toque era tan ligero que casi
no estaba allí, pero aun así encendió el impulso de explotar.

Planté mis manos en su pecho y recibí la onda del placer que me atravesó mientras
rozaba mi clítoris por segunda vez. Me mordí el labio cuando la electricidad se extendió
a través de mí. Se agarró de mis caderas, estrellándose profundamente dentro de mí,
rompiendo mi contención. Clavé mis dedos en sus hombros mientras me penetraba de
nuevo. Su propia liberación estaba llegando, estaba justo allí con la mía, en el borde,
esperando el empuje final. Llevé mis labios a los suyos y nos tragamos los gritos del otro
mientras nos estremecíamos y retorcíamos.

Me desplomé encima de él y me envolvió en sus brazos. Nos tomó unos minutos


para hablar. La importancia del momento estaba presente en la habitación. Mi corazón
seguía martilleando cuando sentí los labios de Hunter en mi cabeza.

—Eres mía, Summer. Siempre te he deseado.


—No siempre.

Me reí recordando la forma en que solíamos pelear y competir por las notas en
clase. Me deslicé de su abrazo, pero me coloqué apretada contra su costado. Apoyé mi
cabeza en su hombro y él movió su brazo alrededor de mí, su pesada mano en mi cadera.
Había extrañado a Hunter. Echaba de menos besarlo y follar con él, claro. Lo que más
echaba de menos era esto. Estos momentos de calma, cuando sentía como si todo el
mundo se hubiera ido y fuéramos todo lo que quedaba.

Hunter se rio entre dientes.

—No, no siempre. Supongo que tienes razón. Eras un dolor en mi trasero.

— ¿Cuándo me deseaste entonces?

—Cuando viniste a mi dormitorio, llevando esa caja con las cosas de Mitch. —
Pasó un dedo por mi lado—. Parecías triste, pero había algo más con la tristeza. Era como
si estuvieras decidida a superarlo tan rápido como pudieras porque no querías permanecer
derribada. No querías ser lastimada. —Se detuvo por un momento y su pecho se alzó
cuando respiró profundamente—. Te he derribado. Te lastimé.

Me levanté y lo miré.

— ¿Te parezco herida?

Me estudió un momento y sonrió.

—No, supongo que no.


Capítulo 16
— ¿No puedes dormir? —preguntó Hunter mientras se levantaba.

Se deslizó detrás de mí y me cubrió el estómago con un brazo. Yo era enorme


ahora, debido a que el bebé nacía en solo unas pocas semanas. Tener una pelota de playa
como estómago a veces hacía un poco interesante dormir.

—Creo que voy a dar a luz a un acróbata. —Sonreí cuando el bebé hizo otra
voltereta.

—Oye, pequeño hombre. ¿Qué tal si dejas que tu mami duerma? —Hunter frotó
suavemente mi estómago, y el bebé respondió con una dura patada. Era como si ya
estuvieran teniendo una conversación entre sí.

Hunter dejaba besos en mi hombro y cuello. Gemí, pero no de buena manera.

—Tengo que usar el baño. Juro que este chico puede salir en cualquier momento.
Me siento como una ballena varada. —Me levanté y me dirigí al baño, ignorando las
quejas de Hunter.

Estaba de regreso del baño, y Hunter hizo esa cosa donde se queda viéndome.
Siempre me estaba mirando. Decía que crecía cada día más hermosa. Yo siempre
bromeaba con que solo crecía cada día.

Estaba a punto de subir de nuevo a la cama cuando sentí un tirón en mi estómago.


Era diferente a una patada. Era más como una punzada, no un calambre. Un líquido
caliente se filtró a través de mis bragas.

Agarré mi estómago.

—Hunter.

Estaba fuera de la cama y a mi lado antes de que yo pudiera dar otro paso.

—Rompí aguas.

— ¿Estás segura?

—Estoy entrenada para ir al baño. No me meé encima —dije. Estaba asustada.


Nunca había hecho esto antes—. ¿No es demasiado pronto?

—Estás de treinta y siete semanas. Es solo un poco demasiado pronto. Estará bien.

Hunter agarró mi maleta del armario y luego me llevó al coche. Desde allí llamó al
hospital para informarles que íbamos. Condujimos los veinte minutos al hospital, y mis
manos no dejaron mi estómago todo el camino. Entré con su apoyo y una
enfermera se precipitó con una silla de ruedas. Las contracciones eran fuertes y con cinco
minutos de diferencia.

Dicen que las mujeres nunca olvidan el dolor del parto, pero no es el dolor lo que
pensé que recordaría. Era Hunter y la forma en que me miraba con mil emociones a la
vez. Miedo. Amor. Adoración. Terror. Esperanza. Todas estaban allí a flote. Era como si
no supiera qué emoción tener, así que las tenía todas. Me dejó aplastar su mano durante
las contracciones, y su mirada nunca dejó mi rostro. Nunca dejó mi lado. Las palabras
resonaron en mí. Hunter nunca se irá.

Desde el día en que Hunter se presentó en el apartamento de Felicity y pidió


perdón, nunca se fue. Había pasado todo conmigo. Él había leído todos los libros. Me
ayudó a crear el registro de bebés. Estaba allí para mí en la clase de lamaze y para todo el
trabajo de sangre, pruebas y ultrasonidos. Estaba allí para todo.

Una vez que la contracción terminó y pude respirar otra vez, lo miré.

—Casémonos.

Hunter sonrió.

— ¿Creí que ya te lo había propuesto?

—Lo sé, pero ya no quiero esperar más.

— ¿Quieres casarte ahora mismo? —preguntó Hunter con las cejas juntas.
Siempre lo hacía cuando estaba confundido.

—No ahora, pero pronto. La próxima semana. Próximo mes. Haremos algo muy
simple y solo invitaremos a nuestros amigos y familiares más cercanos.

— ¿No quieres una gran boda?

Negué.

—Lo único que quiero es a ti. —Agarré su mano mientras otra contracción me
azotaba—. Y que este bebé nazca.

—Entonces lo haremos. Pronto. Déjame todo a mí, Summer. Lo tengo.

***

Ambos eran asombrosos y míos. Todavía no podía entender lo perfecto que era
todo. Había sido madre durante seis increíbles semanas y una esposa por dos. La vida era
perfecta. A veces era tan perfecta que me asustaba pensar en lo diferente que pudo haber
sido.
Hunter se reclinó en su silla favorita y su nueva persona favorita dormía en su
pecho. Mil. Ese era el número de veces que pensé que mi corazón iba a estallar porque
estaba tan lleno. Nunca lo hizo. Solo se hizo más grande. Era una esponja ahora,
absorbiendo todo el amor que Hunter y nuestra hija, Emma, tenían para dar.

Los ojos de Hunter se abrieron y me sorprendió mirándolo fijamente. Guiñó un


ojo, luego beso la parte superior de la cabeza de Emma.

Mil uno.

Fin
Sobre la autora

E. M. Denning es una escritora de British Columbia.


Ama a su familia y a los animales, y cualquier cosa linda y
peluda. Nació como una romántica empedernida, y cuando
no está escribiendo romance erótico, es probable que lo esté
leyendo. Ama el amor.

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