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El barrendero llega a limpiar el lugar, lo cual hace sin inmutarse, pero las dos cabezas permanecen
calladas, y luego de que sale, la conversación de éstas gira en torno al tipo de muerte que hubieran
preferido, en torno a la política, la religión, la remembranza imprecisa de qué año es. Podría ser el
año de Hitler, el año de Mao y Stalin, o el año del Che Guevara. Enseguida ingresa una pareja
riendo de manera lasciva; pero de súbito la mujer deja de reír, y Goter y Moter creen que el haber
visto sus cadáveres decapitados le causó terror; el hombre que acompaña a la mujer, cubre con un
pañuelo el rostro de Moter y sale apresurado del lugar.
Luego Goter y Moter se dedican a discurrir sobre la reacción del público a sus ejecuciones y el
hecho de que al haberlos matado juntos, un idealista se ha equiparado con un ladrón. Hablan de la
justicia, y Goter recita un poema, en tanto Moter reflexiona acerca del significado de la memoria,
pero pronto ambos se dan cuenta que se han desviado de su plan original y empiezan a practicar
el grito de la palabra «amor», aunque no al unísono porque quieren escucharse el uno al otro, y
resulta obvio que nadie más puede oírles.
Enseguida el escenario se oscurece, y una niña llega a encender velas junto a sus cuerpos y retira
el pañuelo de la cara de de Moter para luego salir corriendo. Los decapitados se preguntan si
acaso la niña era un ángel; si van a ser sepultados, o si existe Dios. Un hombre ciego se aproxima
con su perro, y Goter y Moter confunden el sonido de su bastón con los ruidos de la elaboración de
ataúdes, y después de divagar sobre de qué raza podría ser el perro, enfocan su curiosidad en el
no vidente, de cómo perdió la vista.
Entonces escuchan la historia del ciego, de cómo se unió a la legión francesa durante la guerra de
liberación en Argelia, habiendo sido capturado por los franceses y su esposa torturada. Él les relata
cómo fue obligado a masturbarse mentalmente frente a una imagen de Brigitte Bardot antes de que
el guardia le arrancara los ojos con el dedo pulgar. Por su parte el ciego, al escuchar a Goter y
Moter discutiendo las ejecuciones recientes, empieza a sospechar que las voces que oye
pertenecen a los hombres que fueron ejecutados, pero ambos lo niegan, afirmando simplemente
que una parte de su cuerpo no se encuentra. Moter lee en voz alta la justificación de las
ejecuciones que está impresa en las volantes empapadas de sangre regadas por doquier. Los tres
escuchan algo distinto de la lectura: el ciego, una ordenanza municipal; Moter, un manifiesto
insultante; y Goter, una canción de paz y libertad. El ciego procede a sugerir la unión de fuerzas, la
combinación de su cuerpo funcional con los ojos de ellos que pueden ver, pero Goter y Moter se
niegan. Poco antes de que el ciego se retire, los tres debaten sobre el nombre de la plaza en que
se encuentran, aunque los tres propugnan el mismo nombre: Plaza de la Libertad.
Goter y Moter esperan que alguien más llegue, pero concluyen que todo el mundo está en casa,
viendo televisión y «saciado con emociones». Moter le pregunta a Goter si haría las mismas cosas
otra vez dada la oportunidad, y le confiesa que estaba del lado de la legión francesa en África, pero
que en realidad nunca luchó porque se escapó con un bailarina negra. Goter vuelve a preguntar
quién le sacó los ojos al ciego, y esta vez la explicación de Moter es que fueron los yanquis y que
sucedió en Vietnam, pero Goter sostiene que fue en Argelia. Discuten sobre esto durante un rato,
defendiendo cada uno su caso de Vietnam o Argelia con vehemencia, aunque dichos países se
vuelven intercambiables con Cuba, la República Dominicana, los árabes en Israel, los judíos en
Biafra, Bolivia, etc. La discusión la resuelve Goter con las palabras: "Lo que digas; pero fue en la
Tierra".
Al término de la obra, Moter y Goter experimentan algo extraño. Empiezan a sentirse menos
tangibles, y a medida que van perdiendo la esperanza en su plan para hacer contacto con el
mundo viviente, la melodía del Requiem de Giuseppe Verdi se puede escuchar, en tanto un
hombre comienza a lavar la sangre lanzando cubetas de agua, y Goter y Moter, primero
tentativamente, y luego a todo pulmón, gritan la palabra "amor", y claman por la vida, pero sus
voces son ahogadas por el creciente sonido de las trompetas de la música de Verdi.
Juicio valorativo