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En La detonación recrea Buero Vallejo la vida y la muerte de Mariano José de

Larra. Al atardecer del 13 de febrero de 1837, Dolores Armijo, con la que este
había mantenido una corta pero intensa relación, abandonaba para siempre la
casa del escritor romántico. Larra, solo en su despacho, abrió un estuche que
contenía una pistola y se disparó. Buero hace discurrir toda la acción de la obra en
el instante inmediatamente anterior a la detonación. Una ráfaga de recuerdos
golpea la mente del suicida. Su muerte respondía a una doble decepción amorosa:
por una mujer y por un país que no era como él había soñado. Inspirado en el
relato bíblico de la mujer adúltera a la que Jesús salva del apedreamiento, Las
palabras en la arena cuestiona la moralidad y la razón de ser de los represores e
indaga en la idea del destino como algo escrito en la arena. Ricardo Doménech
destaca en su introducción a estas dos obras, tan distintas y distantes en el
tiempo, la dramatización de un pasado histórico y mítico que Buero rescata para
enfrentarnos a nuestro presente.

Las palabras en la arena 


Antonio Buero Vallejo
La obra está basada en un pasaje del Nuevo Testamento en el que Jesús sorprende a una
mujer en situación de adulterio. Asaf y sus amigos, su mujer, Noemí, y Fenicia, la criada de
la mujer, son los testigos del episodio de la mujer adúltera. Después de la partida de Jesús
de Nazaret, la gente lee el mensaje que éste dejo escrito a cada uno en la arena. Las
palabras escritas por Jesús son las características de la gente que las lee. El clímax de la
obra coincide con el asesinato de Noemí por Asaf por haber intentado mantener una
relación adúltera con otro hombre. La obra termina con la revelación de lo que Jesús había
escrito en la arena para Asaf: asesino.

TEMAS: Amor, Adulterio, Asesinato, Destino, Venganza

GÉNERO: Drama, Melodrama

 
DATOS RELEVANTES:
Esta obra obtuvo el Premio de la Asociación de amigos de los Quintero. Es una historia
bíblica adecuada para la realización de una historia dramática acerca del adulterio.
Buero Vallejo es el gran autor teatral del siglo XX. Ganó el Premio Cervantes (1986) y
el Premio Nacional de las Letras Españolas (1996). Además, ha recibido en cuatro
ocasiones el Premio Nacional de Teatro y también el Premio Max de Honor, entre otras
muchas distinciones.
Antonio Buero Vallejo:
historias de la
posguerra
RAFAEL NARBONA
14 agosto, 2018

Antonio Buero-Vallejo
El primer centenario del nacimiento de Antonio Buero Vallejo pasó de puntillas. Sus
obras apenas pisaron los escenarios y la prensa se limitó a cumplir sumariamente
con su obligación de evocar a una de las grandes figuras del teatro español del
siglo XX. La obra de Buero Vallejo ha soportado la hostilidad del periodista,
ensayista y crítico teatral Eduardo Haro Tecglen, que describió su teatro como “un
canto a la costumbre, a la monotonía, a lo agotado”, y del profesor, escritor y crítico
literario Miguel García Posada, que escribió un obituario particularmente
despiadado, afirmando que sus textos se caracterizaban por “un prosaísmo verista
nunca cargado de trascendencia poética”. Ambos juicios me parecen injustos y,
por su ferocidad, insinúan la intervención de emociones personales que se
despreocupan de cualquier pretensión de ecuanimidad. La obra dramática de
Buero Vallejo, con sus cimas y sus caídas, sí posee trascendencia poética, pues
aborda con originalidad y voz propia cuestiones esenciales, como el sentido de la
vida, la angustia ante la muerte, el absurdo, la libertad frente al poder político, el
compromiso, los diferentes rostros del mal, la fraternidad, las ensoñaciones
románticas, el miedo, la soledad, la utopía de un mundo sin injusticias ni agravios.

La herida de la Guerra Civil palpita en todas las obras de Buero Vallejo. Su


oposición a la dictadura franquista no es complaciente u oportunista, sino honesta
y airada, pero con la generosidad necesaria para superar un trauma colectivo
mediante el diálogo y la reconciliación. Alfonso Sastre acusó a Buero de
posibilismo, de transigir con el régimen, enarbolando una disidencia domesticada.
Aunque ambos dramaturgos simpatizan con el socialismo, difieren en su forma de
plantear la acción política. Sastre entiende que es legítimo recurrir a la violencia
para transformar el orden social. Por el contrario, Buero cree firmemente en las
vías democráticas. Su experiencia personal le ha enseñado que la confrontación
cruenta sólo perpetúa los conflictos. Su disidencia inteligente, meditada, no es un
guiño al régimen, sino al futuro. Sus personajes conocen la tortura, el encierro, la
humillación, el miedo, pero luchan para no ceder al odio y el rencor. Saben que es el
único camino para preservar su dignidad. Sastre nunca apoyó la Transición, pues
opinaba que sólo era una maniobra reformista orquestada por las élites
franquistas. En cambio, Buero saludó el cambio con alegría y optimismo.
Paradójicamente, los nuevos tiempos no favorecieron a su teatro. Miembro de la
Real Academia desde 1971, obtuvo el Premio Cervantes en 1986 y el Premio
Nacional de las Letras Españolas en 1996. Los reconocimientos corrieron
paralelos a un progresivo alejamiento del público, que demandaba fórmulas
nuevas y quería romper drásticamente con el pasado. Las últimas obras de Buero
intentaron adaptarse al cambio de sensibilidad, pero su escritura, firmemente
anclada en el teatro de ideas de Ibsen y, en menor medida, en el teatro dialéctico
de Bertolt Brecht, no congeniaba con la nueva idea del teatro como espectáculo
total y desafío provocador. Buero asimiló las enseñanzas del teatro del absurdo,
concediéndole la palabra a locos, visionarios, lisiados y soñadores, pero siempre
mantuvo un clasicismo formal que se asoció equivocadamente a lo caduco y
agotado.

Antonio Buero Vallejo nació el 29 de septiembre de 1916 en Guadalajara. Su padre,


Francisco Buero García, era un militar gaditano con una mente abierta y nada
dogmática. Fue profesor de matemáticas e inglés en la Academia de Ingenieros.
Su mujer, María Cruz, nunca ocultó su escepticismo religioso. En 1934, la familia se
traslada a Madrid y Antonio manifiesta su deseo de estudiar en la Escuela de
Bellas Artes de San Fernando. Por entonces, ya era un joven aficionado al teatro y
a la pintura, que había ganado un concurso escolar con su relato ‘El único
hombre’, cuya edición se demoraría hasta 2001. Su padre apoya su vocación y
respeta sus ideas políticas, próximas al marxismo. Cuando se produce la rebelión
militar, Antonio quiere alistarse, pero su familia le quita la idea de la cabeza. Su
padre es detenido y encerrado en la Cárcel de Porlier, pese a no participar en la
sublevación. Sería fusilado el 7 de diciembre de 1936. Se ha especulado que fue
una de las víctimas de las matanzas de Paracuellos. Antonio siempre conservó un
recuerdo entrañable de su padre. Entrevistado en 1976 por Joaquín Soler en el
programa A fondo de RTVE, el dramaturgo destacó que su progenitor nunca le
propinó un azote y que siempre dialogó abiertamente con él, razonando sus
posturas. Su talante moderado y comprensivo no evitó que se convirtiera en una de
las incomprensibles víctimas del “terror rojo”. A pesar de la tragedia, Antonio se
incorpora a un batallón de infantería del ejército republicano y realiza labores de
propaganda, dibujando y escribiendo para La Voz de la Sanidad. Conoce a Miguel
Hernández en Benicasim y se afilia al Partido Comunista. El fin de la guerra le
sorprende en la Jefatura de Sanidad de Valencia. Será recluido en la plaza de toros
y pasará un mes en el campo de concentración de Soneja, Castellón. Liberado con
la autorización de volver a Madrid, empieza a trabajar clandestinamente en la
reorganización del Partido Comunista, del que se distanciaría años más tarde.
Incumple su obligación de presentarse periódicamente ante las
autoridades. Detenido de nuevo, es juzgado por “adhesión a la rebelión” y
condenado a muerte. A los ocho meses, se conmuta la sentencia por una pena de
treinta años. Comienza su peregrinaje por distintas cárceles. En Conde de Toreno,
coincide con Miguel Hernández. Se hacen amigos íntimos y dibuja su famoso
retrato. Se implica en un intento de fuga, que años después le inspirará algunos
pasajes de La Fundación, estrenada en 1974. Los traslados son continuos: El
Dueso, Yeserías, Santa Rita, Ocaña. Durante ese tiempo, dibujará sin parar y
escribirá notas y apuntes, casi siempre sobre el arte pictórico. En 1946 se le
concede la libertad condicional, pero se le destierra de Madrid. Se instala en
Carabanchel Bajo y dibuja para revistas para ganar algo de dinero. Poco a poco, la
escritura desplaza al dibujo. En una semana de agosto de 1946, escribe su primer
drama, En la ardiente oscuridad. Entre 1947 y 1948, escribe Historia de una
escalera, que recibe el Premio Lope de Vega en unas condiciones bastante
pintorescas (el jurado desconocía su identidad y su historial como preso político).
Se estrena el 14 de octubre de 1949 en el Teatro Español, logrando un éxito
colosal. Por fin, sube a escena la posguerra. Historia de una escalera no habla
abiertamente de política, pero todo el mundo advierte que sus personajes
encarnan la tragedia de un país postrado, amordazado y dividido.

Historia de una escalera consta de tres actos. Comienza con una cita de Miqueas,
libro profético del Antiguo Testamento: “Porque el hijo deshonra al padre, la hija se
levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son
los de su casa” (7, 6). Se trata de un fragmento iluminador que anuncia claramente
la historia escenificada. Durante treinta años, las familias que viven en una
modesta casa se enfrentarán por envidia, celos o resentimiento, destruyendo los
lazos comunitarios que podrían haber labrado una convivencia basada en el
respeto mutuo y la solidaridad. Urbano, un sindicalista, apela a la unión de los
trabajadores para mejorar sus condiciones de vida y crear una sociedad más justa.
Es un hombre apasionado, pero no brillante. Fernando trabaja en una papelería
como simple empleado, pero se comporta como un señorito. Sueña con ser poeta
y aparejador. No cree en la solidaridad, sino en la ambición individual. Sin embargo,
la pereza marca su rutina. Muchas veces no acude a su trabajo, alegando falsos
pretextos. Atractivo y elocuente, seduce a las mujeres con facilidad. Elvira y
Carmina se disputan su amor. Los sueños de todos los personajes serán
cruelmente escarnecidos por la realidad. Pasan los años y ni la solidaridad ni la
ambición, consiguen sacar a los personajes de su horizonte de miseria y hastío.
Fernando amaba a Carmina, pero se casó con Elvira por el dinero de su padre, don
Manuel, un oficinista con una pequeña agencia de trámites legales. Carmina se
casó con Urbano, pese a no amarlo, creyendo que su honradez le ayudaría a
prosperar. No contaba con su fatalismo trágico y su escasa autoestima. Urbano
cree en la solidaridad, pero no en sí mismo. Fernando no tendrá más suerte.
Incapaz de asumir responsabilidades y trabajar seriamente, despilfarrará el dinero
de su suegro, condenando a su mujer y a su hijo a vivir en la escasez. Los treinta
años que separan el primer acto del segundo abarcan el período comprendido
entre la España de los años 20 y la de finales de los 40. La censura de la dictadura
difumina el contexto, pero el espectador de la época apenas necesitaba esforzarse
para captar el cuadro completo. Historia de una escalera pivota sobre la hendidura
abierta por la Guerra Civil, mostrando la deriva de un país que se moderniza con
retraso por culpa de las tensiones ideológicas y las agudas desigualdades
sociales.

El primer acto nos sitúa en una época donde la sociedad española anhela un
cambio que abra perspectivas de futuro. “¡Sería terrible seguir así! Subiendo y
bajando la escalera, una escalera que no conduce a ningún sitio”, exclama
Fernando. Urbano le pregunta si cree que podrá librarse de ese destino, empleando
sólo sus fuerzas: “Aunque no lo creas, siempre necesitamos de los demás. No
podrás luchar solo sin cansarte”. El segundo acto evoca la guerra, pero de forma
indirecta. La muerte de un vecino, el padre de Carmina, propaga el luto y la
desesperanza por la escalera. La pobreza y la falta de oportunidades exacerban los
conflictos. Elvira se lamenta de su matrimonio con Fernando, que sigue enamorado
de Carmina. Urbano corteja a Carmina, prometiéndole que “subirá”, que estudiará
mecánica y conseguirá un buen empleo. La violencia verbal entre los personajes es
un tímido eco de los crímenes perpetrados por los dos bandos durante la Guerra
Civil. Buero Vallejo no refleja en Historia de una escalera su optimismo
antropológico, adquirido paradójicamente durante su cautiverio. En la citada
entrevista con Joaquín Soler, describe su paso por distintos penales como “años
de una impagable experiencia”, donde no prevaleció la amargura, sino “la
esperanza, la solidaridad y el aprendizaje”. El dramaturgo cita a un compañero de
prisión que compartió su manta con él, cuando le confinaron en el campo de
concentración de Soneja, donde se dormía al aire libre, soportando la lluvia y las
bajas temperaturas de la noche. Su gesto le reveló que la especie humana no es
deleznable, como aseguran muchos pesimistas, sino digna de admiración. Incluso
en unas circunstancias más dramáticas, donde la muerte acecha y el hambre, el
frío y los malos tratos se ensañan con hombres vencidos e indefensos, la
solidaridad se manifiesta. El compañero de cautiverio que compartió la manta se
llamaba Juan Barrios y le salvó la vida, pues el frío se cobraba víctimas cada
noche. Los personajes de Historia de una escalera sufren cada vez más porque no
aman, porque renuncian a sus afectos, buscando seguridad y bienestar. O porque
su amor no está sostenido por la voluntad y la inteligencia. A veces, sólo es un
arrebato. Otras, una ensoñación, una pueril fantasía romántica. El verdadero amor
es desinteresado y sencillo, firme y realista. No se aprecia nada de eso en los
vecinos de Historia de una escalera, atrapados en una red de miserias que les
condena a repetir cíclicamente sus errores.

El último acto refleja la España de la posguerra. Después de la derrota del Eje, la


represión se aplaca y comienza a cuestionarse la autarquía como modelo
económico. Poco después, llegarán los acuerdos con Estados Unidos y el fin del
racionamiento. Los nuevos vecinos disponen de más ingresos gracias al
pluriempleo y lamentan que los viejos inquilinos no puedan costear mejoras en el
inmueble. Urbano y Fernando se han convertido en irreconciliables enemigos.
Carmina y Elvira, sus esposas, también se tributan una mutua antipatía. En cierto
sentido, son dos bandos, pero en su querella no hay vencedores. Todos han sido
derrotados por el tiempo. “¿Dónde han ido a parar tus proyectos de trabajo? –
pregunta Urbano a Fernando, con los ojos llenos de rabia–. No has sabido hacer
más que mirar por encima del hombro a los demás. ¡Pero no te has emancipado,
no te has libertado! (Pegando en el pasamanos). ¡Sigues amarrado a esta escalera,
como yo, como todos!”. Fernando soñó con ser clase media, burguesía, pero sólo
es un triste empleado con un salario raquítico. Urbano continúa siendo un obrero.
Sólo unos pocos privilegiados disfrutan de una existencia cómoda y desahogada,
pero viven en otros barrios. Sus vidas transcurren fuera de campo, en otro
escenario, invisible para el espectador medio, alojado en puertas y rellanos
semejantes a los de la obra. Fernando, hijo de Fernando y Elvira, y Carmina, hija de
Urbano y Carmina, mantienen un idilio clandestino y sueñan con un futuro mejor.
Fernando, hijo, cree que podrán huir de ese escenario miserable, con broncas
continuas: “Tenemos que ser más fuertes que nuestros padres. Ellos se han dejado
vencer por la vida. Han pasado treinta años subiendo y bajando esta escalera…
Haciéndose cada día más mezquinos y más vulgares. Pero nosotros no nos
dejaremos vencer por este ambiente”. Fernando promete a Carmina que estudiará,
que será ingeniero. Sus palabras se parecen a las de su padre, pero con la
diferencia de que no se plantea combinar el trabajo con la poesía. Buero Vallejo
plantea un final abierto. Quizás todo se repita o tal vez no. La creatividad del ser
humano puede cambiar el curso de la historia, incluso cuando todos los caminos
parecen cerrados.

El teatro de Buero Vallejo no es un teatro de circunstancias. Indudablemente, es


uno de los testigos más lúcidos de su tiempo, pero sus obras trascienden su
marco temporal e histórico. Es un teatro de ideas, en cierto sentido unamuniano,
con sed de absoluto, pero su espíritu trágico no se aplaca ante la idea de Dios,
marginal en su obra, sino ante la idea del hombre, que aporta sentido y esperanza
al cosmos. El hombre puede cometer las peores iniquidades, pero su naturaleza no
es perversa. El origen del mal hay que buscarlo en las ideologías y en sus ídolos, no
en el corazón humano, que late compasiva y solidariamente hasta que el odio
enciende sus pasiones más destructivas. El hombre supera esos impulsos
mediante los afectos, que le acercan al otro, y el sentido ético, que salvaguarda su
dignidad y le permite reinventarse tras sus peores fracasos. Buero Vallejo
identifica el mal radical con la tortura, quizás una experiencia autobiográfica. El
dramaturgo comenzó a escribir unas confesiones o memorias, pero acabó
destruyendo el manuscrito. Desconocemos, por tanto, aspectos cruciales de su
biografía, pero su experiencia en los campos de concentración franquistas
presupone un conocimiento directo de la violencia, la humillación, la impotencia y
el miedo. Lejos de responder a estas vivencias con resentimiento, Buero Vallejo
apostó por un mundo más libre y solidario, que no surgiría de la violencia, sino del
ingenio, la compasión y la tenacidad del ser humano.

Conservo un ejemplar de la primera edición de Historia de una escalera, dedicado a


mi padre por el autor. Escribe Buero: “A Rafael Narbona, con un abrazo cordial de
su compañero y amigo”. Y, tras firmar, anota una fecha: “31 de marzo de 1952”. Es
un libro de pequeño formato, publicado por Ediciones Alfil, que incluye otra obra en
un acto, Las palabras en la arena. La portada es roja y las letras blancas. El papel es
de pésima calidad. Las páginas están amarillentas y se rompen con facilidad. 1952
es el año en que finalizó el racionamiento, pero hasta 1954 España no recobraría la
renta por habitante de 1935. Mi ejemplar, al margen de su valor sentimental, es un
fiel reflejo de una época de escasez, desánimo y tristeza. Buero Vallejo era
necesario. Renovó el lenguaje teatral, pero sobre todo aportó esperanza y
voluntad de resistencia.

Comentario
de texto
Historia de una escalera
A. Buero
Vallejo
Trabajo de Lengua y Literatura
2º Bachillerato. Grupo B
I.B Rábida. 02/03
¡sigues amarraO A ESTA ESCALERA, COMO YO, COMO TODOS!
urbano. Acto 3º.Pág. 93
íNDICE
Localización..................................................................................4 Pág.

Biografía del autor

Obra

Premios y Reconocimientos

Su contexto histórico

El Teatro Español de posguerra.......................................................9 Pág.

Movimiento literario al que pertenece

EL Teatro de Buero Vallejo.............................................................9 Pág.

Introducción a la obra....................................................................10 Pág.

Contenido de la obra......................................................................12 Pág.

Tema

Argumento

Estructura

Tiempo y Espacio narrativo...........................................................11 Pág.

Personajes.......................................................................................14 Pág.

El lenguaje: simbolismo....................................................................9 Pág.

Valoración personal ......................................................................16 Pág.

FICHA BIBLIOGRÁFICA
AUTOR: Antonio Buero Valllejo

TÍTULO: Historia de una escalera

NÚMERO DE PÁGINAS: 238

LUGAR DE EDICIÓN: Madrid

EDITORIAL: ESPASE−CALPE, S.A.

FECHA DE EDICIÓN: 1981

1. LOCALIZACIÓN
1
A) Biografía del Autor
Antonio Buero Vallejo es, sin duda, uno de los dramaturgos españoles más honrado. La honradez de Buero es,
además, una honradez difícil: la de un hombre auténtico que, sin dejar de serlo, revisa sus propias opiniones y
las adapta a la evolución de su pensamiento y su experiencia de la vida.
Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara, Españal, el 29 de septiembre de 1916. Su padre era soldado con
el nombre de Francisco Buero y su madre era Cruz Vallejo, una familia de clase media. Su padre era un
capitán de Ingenieros que se sumó al Alzamiento de Franco y fue fusilado por la República en los primeros
meses de la contienda. Por entonces, Antonio militaba en el ejército republicano y estaba afiliado al Partido
Comunista, adscripción que no abandonará en ningún momento. Este hecho marcará la vida y la obra del
escritor.
En 1911 nace su hermano Francisco y en 1926 su hermana Carmen. En Guadalajara pasa toda su infancia,
salvo dos años, desde 1927 a 1928, que vivió en Larache, adonde fue destinado el padre. Pronto se aficionó a
la lectura gracias a la completa biblioteca que poseía su padre, lo que le permitió el acceso a textos literarios y
dramáticos. Aficionado a la música y a la pintura y el dibujo, desde los cuatro años dibuja incansablemente,
porque quería ser pintor. De la mano paterna acude al teatro y, hacia los nueve años, en su teatrito de juguete
dirige «ingenuas representaciones» en las que es también un entusiasmado actor.
Estudia Bachillerato en Guadalajara entre los años 1926 y 1933. Siente curiosidad por la Filosofía, la Ciencia
y la Política. En 1932 recibe el primer premio de un concurso literario para alumnos de Segunda Enseñanza y
de Magisterio de Guadalajara por la narración
El único hombre
, sin editar hasta 2001 en
Antonio Buero
Vallejo, dramaturgo universal
(1). Comienza a redactar unas
Confesiones
que posteriormente destruye.
En 1934 la familia se traslada a vivir a Madrid, y allí ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San
Fernando. Le sigue interesando la pintura, pero las lecturas son continuas, así como su asistencia al teatro.
Aunque no milita en ningún partido, se acentúa su sensibilidad por la política y se siente próximo al
marxismo. Al comenzar la Guerra Civil piensa en alistarse voluntario para ir al frente; finalmente desecha esta
idea ante la oposición de su familia. En la contienda su padre es detenido y fusilado el 7 de diciembre de
1936.
En 1937 se incorpora a un batallón de infantería. Con sus escritos y dibujos colabora en murales, en
La
Voz de la Sanidad
, así como en otras actividades culturales. En Benicasim conoce a Miguel Hernández. Al
finalizar la guerra Buero se encuentra en la Jefatura de Sanidad de Valencia, donde es recluido unos días en la
plaza de toros y durante un mes en el campo de concentración de Soneja (Castellón). Es autorizado a volver a
su lugar de residencia, pero con la orden de tener que presentarse a las autoridades, que nunca cumple.
Comienza a trabajar en la reorganización del Partido Comunista, al cual se había afiliado durante la contienda
y de cuya militancia se va alejando años después. Es detenido en mayo o junio de 1939 y condenado a muerte
en un juicio sumarísimo, junto a otros compañeros, por «adhesión a la rebelión». La condena a la pena capital
se mantiene durante ocho meses y, finalmente, la sentencia fue conmutada por una pena de treinta años. Pasa
por diversas cárceles: en la de Conde de Toreno permanece año y medio y en ella realiza el famoso retrato de
Miguel Hernández, con el que intimó mucho. En esta misma prisión ayuda a un intento de fuga que le inspiró
más tarde ciertos aspectos de
La Fundación
. En la de Yeserías apenas estuvo mes y medio; unos tres años en
El Dueso; un año en la prisión de Santa Rita. En estas cárceles escribe «notas y especulaciones, sobre todo
acerca de la pintura», pero no literarias; hace retratos a muchos compañeros y sigue en su empeño de aprender
el oficio pictórico.
Del penal de Ocaña sale en libertad condicional, pero desterrado de Madrid, a comienzos de marzo de
1946, por lo que fija su residencia en Carabanchel Bajo, aunque pasa la mayor parte del día en la capital. Su
afición pictórica empieza a decaer en pro de la escritura. Refleja a través de la narrativa los pensamientos de
su último año de cárcel, si bien pronto abandona ese género por el teatro. El tema de la ceguera, que siempre
2
le había interesado, se convierte en el centro argumental de su primer drama,
En la ardiente oscuridad
,
redactado en una semana del mes de agosto de 1946. Escribe
Historia despiadada
y
Otro juicio de Salomón
en 1948.
Entre 1947 y 1948 compuso
Historia de una escalera
, inicialmente llamada
La escalera
, que se modificó
por coincidir con el título de una obra de Eusebio García Luengo. De 1948 es
Las palabras en la arena
, única
pieza bueriana en un acto, presentada al primer concurso íntimo, de los tres que se convocaron, en la tertulia
del Café Lisboa; con ella lo ganó, como el de narración con «Diana». Olvidado quedó el proyecto de
Nos
están mirando
, del que Buero escribió un primer acto en 1948 ó 1949.
Su labor como dramaturgo se amplía, y publica y estrena de forma constante sus obras en varios teatros de
Madrid, incluso, como es el caso de
Historia de una escalera
, es llevada al cine por Ignacio F. Iquino.
En la década de los 50 se intensifica su labor dramática:
La tejedora de sueños
,
La señal que se espera
,
Casi un cuento de hadas
,
Madrugada
,
Irene, o el tesoro
,
Hoy es fiesta
y su primer drama histórico,
Un
soñador para un pueblo
, son algunas de las obras que escribe y estrena en esta década. Llegan las primeras
representaciones en el extranjero, como las de
Historia de una escalera
, en marzo de 1950 en la Ciudad de
México y la de
En la ardiente oscuridad
en diciembre de 1952 en Santa Bárbara, California. Se inicia una
considerable y muy frecuente presencia posterior en numerosos escenarios de todo el mundo.
En 1959, Daniel Tinayre dirige en Argentina una película basada en
En la ardiente oscuridad
, con ese
mismo título pero modificó el final del drama, cambiando su sentido, por lo que Buero sólo permitió su
distribución en España, y en 1962, con un título distinto:
Luz en la sombra
. En ese mismo año, 1959, se casa
con la actriz Victoria Rodríguez, con la que tuvo dos hijos: Carlos, que nace al año siguiente, y un año más
tarde nace Enrique, en 1961.
En los años sesenta, consigue estrenar algunos títulos, aunque sigue teniendo bastantes problemas con la
censura que había en el país Los estrenos de esta década son:
El concierto de San Ovidio
,
Aventura en lo gris
,
El tragaluz
, así como las versiones que realiza de
Hamlet, príncipe de Dinamarca
, de Shakespeare y
Madre
Coraje y sus hijos
, de Bertolt Brecht.
Con el estreno de
Las Meninas
, el 9 de diciembre de 1960, con dirección de José Tamayo, obtiene el
mayor éxito de público logrado hasta entonces.
En 1963 se le propone su incorporación al Consejo Superior de Teatro, pero Buero renuncia a ello.
Encabezados por Bergamín, firma, con otros cien intelectuales, una carta dirigida al ministro de Información y
Turismo solicitando explicaciones sobre el trato dado por la policía a algunos mineros asturianos. El
Ministerio publica la carta en la prensa con una respuesta, y aunque no se adoptan medidas públicas contra los
firmantes, hay una condena al silencio por parte de la prensa y cierto «desvío de editoriales y empresas».
Buero no podrá estrenar hasta 1967 a pesar del interés de algunos empresarios por
La doble historia del
doctor Valmy
(escrita en 1964), que permaneció sin representarse en España hasta 1976, ya pasada la
dictadura.
Ante las dificultades económicas que padece, se ve obligado a viajar a Estados Unidos. Durante dos meses de
1966 visita una quincena de universidades y, contra su costumbre y sus deseos, da charlas acerca de su teatro,
así como conferencias sobre diferentes temas: «Valle−Inclán y el punto de vista del dramaturgo», «¿Cómo era
Velázquez?», «Esencia del problema trágico», «El problema de la esperanza trágica» y «El teatro español
después de la guerra civil».
En 1967 estrena
El tragaluz
, y la crítica consideró el drama como una de las cumbres de la producción de
su autor y el público lo recibió con entusiasmo. Se mantuvo en cartel desde el 7 de octubre hasta el 16 de
junio de 1968, con quinientas diecisiete representaciones. En 1969 escribe
El sueño de la razón
, y desde que
3
en junio se terminó el texto, se solicitó en varias ocasiones la aprobación de la censura, sin obtenerla;
coincidiendo con un cambio ministerial, ésta se autorizó en octubre sin modificaciones.
Viaja a Estados Unidos, invitado a un simposio acerca de su obra y del teatro español en la Universidad de
North Carolina en Chapel Hill, en el que participa con la ponencia «Las modernas corrientes escénicas vistas
por un autor español». Buero viaja a Las Palmas de Gran Canaria para asistir al XXVII Congreso Mundial de
Autores, en el que interviene con la conferencia, después publicada, «Problemas del teatro actual».
En los primeros años de la democracia aumentan los ataques al autor y se producen incluso anónimas
amenazas de muerte contra él. Es miembro fundador de la Unión de Ex Combatientes de la Guerra de
España y de la Asociación de Ex Presos y Represaliados de la Guerra Civil. El reconocimiento internacional
es constante.
En junio de 1984 año muere en accidente de tráfico su hijo menor, el actor Enrique Buero Rodríguez, a
cuya memoria está dedicada
Lázaro en el laberinto
.
En 1993 publica su
Libro de estampas
, donde se recogen abundantes muestras de su «vocación pictórica»,
con textos inéditos del autor.
El 29 de abril de 2000, a los 83 años, muere Antonio Buero Vallejo en una clínica madrileña tras sufrir un
infarto cerebral. Su capilla ardiente se instaló en el Teatro María Guerrero, por donde pasaron más de seis mil
personas, desde las autoridades hasta el pueblo llano, para rendirle un último homenaje.
Artúculo periodistico de su muerte
CULTURA
Sábado, 29 de abril de 2000
MADRID.− El dramaturgo y académico de la Lengua Antonio Buero Vallejo, de 83 años de edad, falleció en
la madrugada de hoy, sábado, en Madrid, según información facilitada a la agencia Efe por el jefe de Prensa
del Centro Dramático Nacional, José Ramón Fernández.
Buero Vallejo, que fue ingresado en una clínica de Madrid el pasado jueves en estado muy grave, tras sufrir
un infarto cerebral, falleció a las 00.10 horas de hoy, sábado.
Según las fuentes citadas por la agencia, la capilla ardiente del académico quedará instalada a mediodía de
hoy en el Teatro María Guerrero de Madrid.
El lugar donde se rendirá homenaje fúnebre al dramaturgo será probablemente el patio de butacas del teatro
en el que se estrenó en 1950, su obra En la ardiente oscuridad. Un teatro, el María Guerrero, que fue
visitado el 27 de enero de 1999 por Antonio Buero Vallejo, con un aspecto físico ya muy deteriorado, con
ocasión de que Los Reyes presidieran el regreso a los escenarios de La Fundación, una de las piezas
fundamentales del dramaturgo, cuando se cumplían los 25 años de su estreno.
A pesar de su ya entonces delicado estado de salud, Buero Vallejo, no quiso perderse el reestreno de su obra
(inicialmente repuesta en el Teatro Campoamor de Oviedo el 17 de noviembre de 1998), y dirigida por el
director del Centro Dramático Nacional, Juan Carlos Pérez de la Fuente.
En aquel reestreno, como homenaje al autor, los Reyes se sentaron entre el público, en el patio de butacas,
4
dos filas detrás de la familia Buero Vallejo. Buero, que el pasado septiembre cumplió 83 años, sufrió esta
semana un infarto cerebral, que se agravó en las últimas horas, sumiéndole un en estado de coma, fatalmente
irreversible.
El autor de obras como Historia de una escalera, El tragaluz y La Fundación, hubo de permanecer recluido
en su domicilio la mayor parte del tiempo durante los últimos meses. A pesar de ello, Buero Vallejo asistió el
domingo pasado a una representación en el Centro Dramático Nacional de La visita de la vieja dama, de
Friedrich Durrenmatt, en cuyo reparto figura su esposa, la actriz Victoria Rodríguez.
El director del CDN, Pérez de la Fuente, con quien se encontró en aquella ocasión, comentó, al conocer la
muerte del dramaturgo que «desaparece un hombre comprometido con la sociedad, que siempre ha buscado
la verdad del ser humano». Pérez de la Fuente añadió que toda la obra de Buero Vallejo es «una tragedia
existencial de un gran maestro, lleno de grandeza y humildad que ha vivido todas las contradicciones de este
terrible siglo español».
El director del CDN añadió que lo vio como «un hombre tranquilo, sereno y consciente de que había
cumplido todo su cometido». En el último año, Buero Vallejo, que había permanecido apartado de la escena
durante un largo periodo, ha asistido al reestreno de uno de sus títulos más representativos, La Fundación, y
al estreno (en octubre de 1999) de su última obra, Misión al pueblo desierto, dirigida por Gustavo Pérez Puig
y Mara Recatero.
Considerado como uno de los dramaturgos españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX, el
autor estuvo en la cárcel siete años tras la Guerra Civil española, en la que participó en defensa de la
República, y fue condenado a muerte.
Esta experiencia carcelaria influyó sobremanera en su obra, en la que manifiesta una firme oposición a la
censura de la libertad y revive el problema de la tragedia humana.
El teatro es mi REALIZACIÓN y vida....
Cuando Buero deje de existir ya no quedará más que su obra
y Buero será su obra.
A. Buero Vallejo
B) Obra
Desde 1971 pertenece a la Real Academia Española. Rebelde a las clasificaciones, la obra dramática de Buero
Vallejo se integra en una serie de planos que aparecen superpuestos en sus primeras obras y que irán
evolucionando a lo largo de su trayectoria dramática.
Historia de una escalera: Comedia dramática (1950)

En la ardiente oscuridad (1951)

Las palabras en la arena (1952)

La señal que se espera: Comedia dramática en tres actos (1952)

La tejedora de sueños: Drama en tres actos (1952)

Casi un cuento de hadas: Una glosa de Perrault, en tres actos (1953)

Aventura en lo gris: Drama en dos actos unidos por un sueño (1954)

Madrugada: Episodio dramático en dos actos (1954)

Irene, o el tesoro: Fábula en tres actos (1955)

Una extraña armonía (1956)

5
Hoy es fiesta: Tragicomedia en tres actos (1957)

Las cartas boca abajo: Tragedia española en dos partes y cuatro cuadros (1958)

Un soñador para un pueblo: Versión libre en dos partes (1959)

Teatro: I (1959)

Las meninas: Fantasía velazqueña en dos partes (1961)

El concierto de San Ovidio: Parábola en tres actos (1962)

Teatro: II (1962)

Teatro Selecto (1966)

La doble historia del doctor Valmy: Relato escénico en dos partes (1967)

Dos dramas de Buero Vallejo: Las palabras en la arena; Aventura en lo gris (1967)

El tragaluz: Experimento en dos partes (1967)

Antología (1968)

Mito: Libro para una ópera (1968)

Teatro: Hoy es fiesta; Las meninas; El tragaluz (1968)

El sueño de la razón: Fantasía en dos partes (1970)

Llegada de los dioses: Fábula en dos partes (1971)

García Lorca ante el esperpento (1972)

Tres maestros ante el público: (Valle Inclán, Velázquez, Lorca) (1973)

La Fundación: Fábula en dos partes (1974)

La detonación: Fantasía en dos partes (1978)

Jueces en la noche: Misterio profano en dos actos (1979)

El terror inmóvil: Tragedia en tres catos (1979)

Caimán: Relato escénico en dos partes; Las cartas boca abajo (1981)

Marginalia (1984)

Diálogo secreto: Fantasía en dos partes (1985)

Lázaro en el laberinto: Fábula en dos partes (1987)

Música cercana: Fábula en dos partes (1990)

Teatro (1991)

Tentativas poéticas (1991)

Obra completa/ edición crítica de Luis Iglesias Feijoo... (1992)

Libro de estampas (1993)

Las trampas del azar (1994)

Misión al pueblo desierto (1999)

C) Premios y Reconocimientos
1949
Premio Lope de Vega por
Historia de una escalera
.
Premio de la Asociación de Amigos de los Quintero por
Las palabras en la arena
.
1956
Premio Nacional de Teatro y Premio María Rolland por
Hoy es fiesta
.
1957
Premio Nacional de Teatro por
Las cartas boca abajo
.
1958
Premio Nacional de Teatro y Premio María Rolland por
Un soñador para un pueblo
.
1959
Premio de la Crítica de Barcelona por
Un soñador para un pueblo
.
Premio de Teatro de la Fundación Juan March por
Hoy es fiesta
.
1960
Premio María Rolland por
Las Meninas
.
1962
Premio Larra y Premio de la Crítica de Barcelona por
El concierto de San Ovidio
.
1966
Miembro correspondiente de The Hispanic Society of America.
1967
Premio El Espectador y la Crítica y Premio Leopoldo Cano por
El tragaluz
.
1969
Miembro Honorario de The American Association de Teachers of Spanish and Portuguese.
1970
Premio El Espectador y la Crítica y Premio Leopoldo Cano por
El sueño de la razón
.
6
1971
Es elegido miembro de número de la Real Academia Española para el sillón X.
Miembro de The Hispanic Society of America.
Premio Leopoldo Cano por
Llegada de los dioses
.
1974
Premios Leopoldo Cano, Mayte, El Espectador y la Crítica, Long Play, Le Carrousel y Foro Teatral
por La Fundación.
1976
Premios El Espectador y la Crítica, Leopoldo Cano, Radio España y Maratón Radio Popular por La
doble historia del doctor Valmy.
Medalla de Oro de la Gaceta ilustrada.
1977
Premio El Espectador y la Crítica por
La detonación
.
Miembro fundador de la Unión de Ex Combatientes de la Guerra de España y de la Asociación de Ex
Presos y Represaliados de la Guerra Civil.
1978
Homenaje en Nueva York en una sesión extraordinaria de la Modern Language Association.
1980
Premio Nacional de Teatro por el conjunto de su obra.
Medalla de Plata del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
1981
Premio El Espectador y la Crítica y Premio Long Play por Caimán.
1983
Oficial de las Palmas Académicas en Francia.
1984
Premios El Espectador y la Crítica, Long Play y Ercilla por Diálogo secreto.
Medalla Valle−Inclán de la Asociación de Escritores y Artistas.
ABC de Oro.
1985
Creación del Premio de Teatro Antonio Buero Vallejo por el Ayuntamiento de Guadalajara.
1986
Premio Pablo Iglesias.
Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes.
Premio El Espectador y la Crítica por
Lázaro en el laberinto
.
1987
Entrega del Premio Miguel de Cervantes.
Es nombrado Hijo Predilecto de Guadalajara, y se le entrega la Medalla de Oro de la ciudad.
Consejero de Honor de la Sociedad General de Autores.
1988
Medalla de Oro de Castilla−La Mancha.
Socio de Honor de la Asociación de Escritores y Artistas.
1991
Presidente de Honor de la Asociación de Autores de Teatro.
Homenaje en su ciudad natal organizado por el Patronato Municipal de Cultura del Ayuntamiento de
Guadalajara.
1992
El Ayuntamiento de Guadalajara da el nombre de Antonio Buero Vallejo a una calle de esta ciudad.
1993
Homenaje en la I Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos en Alicante.
Homenaje en Murcia con la presentación del
Libro de estampas
.
Homenaje en los cursos de verano de la Universidad Complutense, en el Escorial.
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
1994
Medalla de Honor de la Sociedad General de Autores de España.
1995
Se da el nombre de Antonio Buero Vallejo al Teatro de Alcorcón (Madrid).
1996
Homenajes del Ateneo de Madrid, de la Asociación de Autores de Teatro, del Festival de Otoño y de
la Universidad de Murcia.
Premio Nacional de las Letras Españolas, por primera vez otorgado a un dramaturgo.
1997
Medalla de Honor de la Universidad Carlos III de Madrid.
Medalla de la Universidad de Castilla−La Mancha.
Medalla de Oro de la provincia de Guadalajara.
7
Banda de honor de la «Orden de Andrés Bello» de la República de Venezuela.
Premio a las Letras de la Comunidad de Madrid.
1999
Premio Max de honor.
2000
El 29 de septiembre, homenaje de la Junta de Comunidades de Castilla−La Mancha con la lectura
dramatizada Antonio Buero Vallejo: La realidad iluminada en el Teatro Moderno de Guadalajara.
D) Su contexto histórico
El siglo XX es seguramente, uno de los más inestables de la Historia de Europa. En su transcurso han tenido
lugar dos Guerras Mundiales y el fin del Colonialismo Imperialista, la Revolución Rusa y la expansión del
comunismo , la Guerra Fría, desmoronamiento del socialismo soviético, la Reunificación Alemana y el
conflicto de Los Balcanes. Tanta agitación ha remodelado la estructura de los países de la Europa actual y sin
duda, la mentalidad de los habitantes.
En la literatura se refleja perfectamente las experiencias traumáticas y la crisis de valores sufridas por la
sociedad a lo largo del siglo XX. De ahí a sus rasgos de innovación y experimentalismo, preocupación por lo
social y político, etc.
Historia de una escalera
, fue estrenada en 1949, una época en la ya se había producido la Guerra Civil en
España (1936−1939), la llamada: posguerra española.
En el terreno político español nos encontramos con el franquismo (1939−1975). Un régimen político y
dictatorial impuesto por el general Francisco Franco tras la victoria militar en la Guerra Civil, y que se
prolongará hasta 1975; a lo largo de sus cuatro décadas de duración se sucede una serie de etapas que tendrán
claro reflejo en el desarrollo de la literatura española.
Franco impuso una administración totalitaria basada en una única ideología oficial (el nacionalismo), un solo
parido (FET y las de JONS) y un jefe permanente, el Caudillo, que concentraba en sus manos todos los
poderes. Para ello, suprimió las libertades democráticas, instauró medidas conservadoras y represivas e inició,
en parte por imperativos externos, una larga etapa de autarquía política y económica.
La década de los años cuarenta se ve marcada, por secuelas de la miseria, el hambre y la desconfianza, es el
comienzo de la reconstrucción nacional. Es la etapa más dura del régimen. A todo ellos ha de añadirse el
aislamiento internacional, debido al apoyo de Franco a Hitler y Mussolini durante la Segunda Guerra
Mundial, a pesar de la neutralidad oficial, por el que España queda excluida de la ONU entre 1946 y 1955.
Los años cincuenta se inician con un crecimiento económico y una apertura hacia el exterior, se incorpora a
algunos organismos internacionales, en la órbita de EEUU. El incipiente desarrollo del turismo y la industria
conlleva cierta recuperación económica y cambios en los estilos de vida, como las migraciones de los
campesinos hacia las ciudades, la difícil inserción de estas personas en los suburbios urbanos, etc. Al mismo
tiempo, los jóvenes que han vivido la guerra como niños o adolescentes consideran la guerra y el país de
posguerra desde otra perspectiva y aparecen actitudes críticas respecto al poder y a la división social entre
vencedores y vencidos. Estas posturas se manifiestan sobre todo en círculos obreros y universitarios.
En los sesenta nos encontramos con un desarrollo económico y modernización. Supusieron el despegue
económico de España, que se convertirá en la décima potencia industrial del planeta, y la superación del
aislamiento, merced al creciente número de turistas que contribuyen a cambiar las costumbres nacionales y el
aspecto de las costas españolas. En lo político, se nombra, en 1966, sucesor al Príncipe Juan Carlos con el
título de Rey.
2.EL TEATRO ESPAÑOL DE POSGUERRA
8
Para acercarnos al tema de estudio de la obra que aquí nos hemos propuesto y para entender la significación
que va a adquirir el teatro de Buero Vallejo, resulta imprescindible que tengamos una idea de cuál es la
situación teatral de posguerra.
El desenlace de la Guerra Civil y la posterior consolidación del régimen de Franco tuvo tres consecuencias
que repercutieron en los distintos géneros literarios:
Una ruptura con las tendencias previas, que habían situado a las letras españolas en una
verdadera Edad de Plata.

El exilio de buena parte de los intelectuales. Ello obliga a considerar durante estos años dos
literaturas españolas: la de interior y la de exilio, que contó con nombres de la relevancia de
Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna, Ramón J.Sender
Alejandro Casona y varios poetas del 27.

La actuación dentro del territorio nacional de una activa censura, a través de la cual el
Régimen procuraba evitar que en las obras literarias aparecieran críticas al sistema político
imperante, alusiones despectivas al catolicismo y escenas o situaciones que atentaran contra
la moral y las buenas costumbres. La presencia de la censura afectó de manera especial a
género dramático.

Al acabar la Guerra Civil habían muerto los dos dramaturgos más importantes del primer tercio de siglo, otros
marcharon al exilio, y otro grupo de escritores se pasaron a la escena. Federico García Lorca − con
Valle−Inclán, la más alta cima del teatro español del siglo XX − muere fusilado en agosto de 1936. Miguel
Hernández − prometedor − muere en alicante, en 1942; además de la muerte de Valle−Inclán. Como
consecuencia de la muerte de dramaturgos españoles, o de su exilio se inicia un proceso de recuperación.;
surgiendo cuatro corrientes principales:
− Teatro político − representado por Rafael Alberti.
Teatro realista − representado por Max Aub y Buero Vallejo.

Teatro existencial o intelectual − representado por Pedro Salinas.

Teatro poético o siimbolista − Alejandro Casona.

La situación de los poetas, dramaturgos y prosistas en la España de la posguerra presenta un panorama
desolador. Entre 1939 y 1949, el mejor teatro español se publica o estrena fuera de España. Los nombres que
más decisivamente cuentan en la renovación teatral de los años treinta desaparecen por completo de nuestra
escena al término de la guerra. La literatura dramática española que, durante la posguerra, se escribe y se
publica fuera de España es brillante y diversa. Es diversa en todo: en ideología y en estética. Cuyo factor
común sería el permanente recuerdo de España, de cuya realidad social se encuentran cada vez más alejados.
La prensa y la literatura, dominadas por el poder, se ven sometidas a una fuerte censura, debido a la singular
capacidad comunicativa que poseen. Sólo los escritos costumbristas, las obras intranscendentes
pequeño−burguesas y las composiciones proclaman el triunfalismo del régimen dominan el mercado literario.
Pero paralelamente empiezan a despuntar interesantes proyectos artísticos que tienen mayor o menor
continuación en años posteriores.
a) Movimiento literario al que pertenece
− EL TEATRO REALISTA −
Con el estreno de
Historia de una escalera
(1949) de Buero Vallejo se abre camino la modalidad dramática
más representativa de los años cincuenta, el teatro realista centrado en el compromiso político y la denuncia
9
5. CONTENIDO DE LA OBRA
A) tema
Frustración familiar ante lo social y ante la búsqueda de la felicidad y de la libertad por caminos del
conocimiento y del amor.
B) argumento
Historia de una escalera
no es la historia de lo que acontece a la escalera durante el transcurso de treinta años
sino lo que ocurre a los que la habitan a lo largo de tres generaciones, el autor pretende sacar a la luz todas las
penas y frustraciones de los personajes, provocados por la sociedad del momento y por sus propias familias.
− En el primer acto se nos describe el espacio en el que va a transcurrir toda la obra, también se presenta a los
personajes y se ven los primeros rasgos de cada cual y las distintas relaciones que tienen entre sí. En este acto
se ven diversas discusiones, el comienzo de algunas relaciones sentimentales...
− En el segundo acto han muerto diferentes personajes( Dña. Asunción, D. Manuel y por último, en este acto
la muerte en la que se relata algo más es la de Gregorio, padre de Carmina), se ve también que muchas parejas
se han casado y han formado nuevas familias, como Fernando y Elvira, que han tenido en bebe, Urbano y
Carmina se hicieron novios. Debido a estos nuevos emparejamientos el ambiente entre la gente ha empeorado
porque ahora hay más tensión y existe rencor. Rosa y Pepe siguen de novios
− En el tercer acto, con ya las familias formadas .Fernando tenía ya dos hijos, Fernandito y Manolín. Y
Urbano y Carmina tenían una hija, Carmina. Fernandito y Carmina están muy enamorados pero por culpa de
sus padres no pueden ni verse y hablan a escondidas en la escalera. Se ve una rivalidad entre las familias y se
nos hace testigos de una gran discusión en la que se echan todo en cara debido a que no quieren que sus
respectivos hijos salgan juntos. Al final se repite la escena del principio en la que Fernando le declara su amor
a Carmina, pero esta vez los protagonistas son su hijos mientras ellos que estaban presentes se miraban
expresivamente.
La obra se puede resumir en: Vivir es volver; es ver volver todo en un retorno perdurable, eterno
C) Estructura
Interna
Planteamiento
Se puede encuadrar en el planteamiento el primer acto, este acto esta lleno de discusiones, comienzos de
relaciones sentimentales y afianzamiento de algunas de estas relaciones.
Nudo
El nudo de la obra sería el segundo acto: se consolidan las relaciones tras diez años, las situación tienen
más tensión y más frustración ante el fracaso de la búsqueda de la felicidad.
Desenlace
12
Las palabras en la arena
Tragedia en un acto escrita en 1948 y estrenada en el Teatro Español de Madrid
el 19 de diciembre de 1949.
Ediciones: Alfil (Escelicer), Colección Teatro, n.º 10, Madrid, 1952
(con Historia de una escalera).- En Dos dramas de Buero Vallejo, Edición e
Introducción de Isabel Magaña de Schevill, Appleton-Century-Crofts, New York,
1967 (con Aventura en lo gris).- Espasa-Calpe, Selecciones Austral, n.º 52, Madrid,
1979 (con La detonación). Prólogo de Luciano García Lorenzo.
Traducida al italiano, al francés y al holandés.
Centenario de Antonio Buero Vallejo (1916-2000)
Antonio Buero Vallejo, nació en Guadalajara, el 29 de
septiembre de 1916-y murió el 28 de abril de 2000). Fue un
dramaturgo español, ganador del Premio Lope de Vega en
1948 y del Premio Cervantes en 1986.

ACADÉMICO DESDE 1972

Buero Vallejo, que ocupó la silla X de la RAE, tomó


posesión de su plaza el 21 de mayo de 1972 con el
discurso titulado García Lorca ante el esperpento. Le
respondió, en nombre de la corporación, Pedro Laín
Entralgo. Fue tesorero entre 1978 y 1986 y vocal adjunto
de la Junta de Gobierno de la RAE de 1976 a 1978.

Antonio Buero Vallejo se sintió desde muy joven atraído


por la pintura, «pero los azares de la guerra le llevaron
hacia otro lado: el teatro». Un teatro, el suyo, «respetado y
admirado en los escenarios de todo el mundo», en
palabras de Alonso Zamora Vicente en su Historia de la
Real Academia Española (1999, 2015). 

De 1934 a 1936 Buero realizó estudios en la Escuela de


Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. Antes, en 1933,
tal como recuerda Mariano de Paco en el Diccionario
biográfico español (2011), recibió el primer premio del
Certamen Literario de la Federación Alcarreña de
Estudiantes por su cuento El único hombre.

AUTOR TEATRAL

En 1948 Buero presentó En la ardiente oscuridad e Historia


de una escalera al Premio Lope de Vega, convocado por el
Ayuntamiento de Madrid. La segunda de las obras recibió
el galardón por unanimidad y se estrenó el 14 de octubre
de aquel mismo año en el Teatro Español de Madrid con
«una excelente acogida de la crítica y éxito de público».

Al año siguiente, el 19 de diciembre de 1949, se representó


la única pieza en un acto de Buero, Las palabras en la
arena, primer premio de la Asociación de Amigos de los
Quintero. Desde entonces, sus textos —que han sido
traducidos a más de veinte idiomas— empezaron a
representarse en el extranjero. El primer estreno fue
Historia de una escalera, en el Teatro Abreu de Ciudad de
México en 1950, al que siguió En la ardiente oscuridad en
el Riviera Auditorium de Santa Bárbara (California) en
1952.

LA CENSURA

No obstante, en los años sesenta Buero tropezó con la


censura, que le impidió llevar a escena alguna de sus
obras. Además, la firma, junto con otros cien intelectuales,
de una carta de protesta por el trato dado por la policía a
los mineros asturianos le causó, como señala el biógrafo
Mariano de Paco, «el desvío de editoriales y empresas»,
viéndose obligado a viajar a Estados Unidos con el fin de
pronunciar conferencias en distintas universidades. Buero
no pudo estrenar hasta 1967 El tragaluz, que obtuvo un
gran éxito de público y crítica.

«Con más de una treintena de obras que, salvo en tres


casos, han pasado a la escena», Buero recibió numerosos
reconocimientos, entre los que destacan el Premio
Nacional de Teatro, obtenido en cuatro ocasiones —1956,
Hoy es fiesta; 1957, Las cartas boca abajo; 1958, Un
soñador para un pueblo, y 1980, por el conjunto de su
producción—; el Premio María Rolland —en 1956 por Hoy
es fiesta, en 1958 por Un soñador para un pueblo, y en
1960 por Las Meninas—; el Premio Miguel de Cervantes
en 1986 y el Premio Nacional de las Letras Españolas en
1996 —estos dos últimos otorgados por primera vez a un
dramaturgo—. Además, los premios de la Fundación Juan
March, de la Crítica de Barcelona, Larra, Leopoldo Cano,
El Espectador y la Crítica, Max de honor, entre otros.

Su última obra, Misión al pueblo desierto, subió al


escenario del Teatro Español el 8 de octubre de 1999,
cincuenta años después de que se representara en el
mismo lugar su primera pieza estrenada. Al año siguiente,
murió en Madrid a los ochenta y tres años.

AÑOS DE PRISIÓN

En 1937 se incorporó a un batallón de infantería y sirvió a


la República en varios destinos. Con sus escritos y dibujos
colaboró en murales y en el periódico La Voz de la
Sanidad, así como en diferentes obras culturales. Al
finalizar la Guerra Civil, fue detenido y recluido en distintas
prisiones. En una de ellas, Conde de Toreno (Madrid),
dibujó el famoso retrato del poeta Miguel Hernández (1910-
1942), a quien había conocido en un hospital de
Benicasim.
Retrato del poeta Miguel Hernández
Tras varias conmutaciones de pena —en 1939 había sido
condenado a muerte por «adhesión a la rebelión» en un
juicio sumarísimo—, en 1947 fue indultado —un año antes
se le había concedido la libertad condicional con destierro
de Madrid—.

«El progresivo abandono de la pintura coincidió —señala


Mariano de Paco— con el comienzo de la escritura
dramática». En 1948, Buero presentó En la ardiente
oscuridad e Historia de una escalera al Premio Lope de
Vega, convocado por el Ayuntamiento de Madrid. La
segunda de las obras recibió el galardón «por unanimidad»
y se estrenó, el 14 de octubre de aquel mismo año, en el
Teatro Español de Madrid con «una excelente acogida de
la crítica y éxito de público».
Al año siguiente, el 19 de diciembre de 1949, se representó
la única pieza en un acto de Buero, Las palabras en la
arena, primer premio de la Asociación de Amigos de los
Quintero.

Su labor como dramaturgo se amplió por esa época, en la


que publicó y estrenó de forma constante sus obras en
Madrid. Asimismo, sus textos —que han sido traducidos a
más de veinte idiomas— empezaron a representarse en el
extranjero. El primer estreno fue Historia de una escalera
en el Teatro Abreu de Ciudad de México, en 1950, al que
siguió En la ardiente oscuridad en el Riviera Auditorium de
Santa Bárbara (California), en 1952.

CENSURA Y ESTRENOS

No obstante, en los años sesenta Buero tropezó con la


censura, que le impidió llevar a escena algunas de sus
obras. Además, la firma con otros cien intelectuales de una
carta de protesta sobre el trato dado por la policía a
algunos mineros asturianos le causó, como señala Mariano
de Paco, «el desvío de editoriales y empresas», viéndose
obligado a viajar a Estados Unidos con el fin de pronunciar
conferencias en distintas universidades. Buero no pudo
estrenar hasta 1967 El tragaluz, que obtuvo un gran éxito
de público y crítica.

«Con más de una treintena de obras que, salvo en tres


casos, han pasado a la escena», Buero recibió abundantes
reconocimientos, entre los que destacan el Premio
Nacional de Teatro, obtenido en cuatro ocasiones —
1956, Hoy es fiesta; 1957, Las cartas boca abajo; 1958, Un
soñador para un pueblo, y 1980, por el conjunto de su
producción—; el Premio María Rolland —en 1956 por Hoy
es fiesta, en 1958 por Un soñador para un pueblo, y en
1960 por Las Meninas—; el Premio Miguel de Cervantes
en 1986 y el Premio Nacional de las Letras Españolas en
1996 —estos dos últimos otorgados por primera vez a un
dramaturgo—. Además, los premios de la Fundación Juan
March, de la Crítica de Barcelona, Larra, Leopoldo Cano,
El Espectador y la Crítica, Max de honor, entre otros.

UN CLÁSICO

Miembro de honor de la Hispanic Society of America


(1971), oficial de las Palmas Académicas de Francia
(1983), hijo predilecto de Guadalajara y dedalla de oro de
la ciudad (1987), presidente de honor de la Asociación de
Autores de Teatro desde 1991, dedalla de oro de Castilla-
La Mancha (1988), dedalla de oro al mérito en las bellas
artes (1993), medalla de honor de la Sociedad General de
Autores de España (1994) y banda de honor de la Orden
de Andrés Bello de la República de Venezuela (1997),
Buero Vallejo es considerado, en palabras de Mariano de
Paco, «un clásico de nuestro teatro que ha dejado tras de
sí una consistente “huella” en los autores que lo han
seguido en el tiempo».

Buero se ocupó, asimismo, de la obra de otros


dramaturgos —Bertolt Brecht, Valle-Inclán o García Lorca
— y estrenó versiones del propio Brecht, Shakespeare o
Ibsen. Varios de sus textos se han adaptado al cine o a la
televisión.

Su última obra, Misión al pueblo desierto, subió al


escenario del Teatro Español el 8 de octubre de 1999,
cincuenta años después de que se representara en el
mismo lugar su primera pieza estrenada. Al año siguiente,
murió en Madrid a los ochenta y tres años.

 
El concierto de San Ovidio
ANTONIO JOSÉ DOMÍNGUEZ

En la historia del Teatro español contemporáneo existe una


fecha, el 14 de octubre de 1949, y una obra, Historia de una
escalera, que es una referencia ineludible para comprender el
posterior desarrollo, no solo de la carrera personal de su autor,
sino también los avatares de la escena española de las
décadas siguientes. No debemos olvidar que estamos en los
años cuarenta, época en la que el franquismo controla
mediante la censura toda manifestación artística y política.
Este dramaturgo era Antonio Buero Vallejo, desconocido hasta
entonces para el público, pero que al obtener el premio Lope
de Vega con la obra citada anteriormente, convocado por el
Ayuntamiento de Madrid y que conllevaba el estreno en el
Teatro Español, hizo posible su representación con gran
acogida y buena recepción crítica a pesar de ser el drama
escrito por un vencido. En el epílogo a su primera edición,
Buero Vallejo escribió: Historia de una escalera se
desenvuelve dentro de una línea de preocupación por el
tiempo y el espacio como límites del hombre, propuesta que
es el inicio de una teoría que poco a poco se incorporaría a las
diversas tendencias del teatro contemporáneo.

Historia de una escalera, además abre una brecha en el teatro


de la época, en el llamado “teatro de la derecha” y pese a las
dificultades políticas y económicas de entonces inicia una
tendencia que cristalizará en los años sesenta en la llamada
generación realista, entre cuyos componentes están Alfonso
Sastre, José María Rodríguez Méndez, Carlos Muñiz, José
Martín Recuerda, entre otros, creadores de un teatro crítico
enraizado tanto en Bertolt Brecht como en Valle-Inclán, que
mantienen una resistencia al franquismo desde estéticas
diferentes. Buero Vallejo también tuvo que luchar contra las
reticencias y sospechas creadas en torno a su persona por
haber pertenecido al bando republicano, haber sufrido años de
cárcel y una condena de pena de muerte que fue conmutada,
además de las “cuarentenas”, periodos sin poder estrenar por
prohibiciones dictadas por las autoridades franquistas a causa
de su pasado y por mantener una actitud resistente y
denunciar públicamente los comportamientos fascistas, como
por ejemplo, las torturas infligidas por la guardia civil a los
mineros asturianos. Sin embargo, estas circunstancias
biográficas no impiden que sus estrenos fuesen esperados
con gran expectación y gran acogida de público que veía en
su teatro la otra realidad que escondía la historia oficial.

Ante una situación de vigilancia y sospecha, Antonio Buero


Vallejo creó una extensa obra dramática y una teoría de la
tragedia basada en la tradición clásica y en el esperpento de
Valle Inclán al que le dedicó varios estudios, no sin tener en
cuenta los progresos teóricos y prácticos del teatro europeo.
Su compromiso intelectual y político le obliga a teorizar en
varios estudios sobre los fundamentos dramáticos de su teatro
que acompañan a su práctica teatral. Por ejemplo, en 1958
escribe La tragedia, ensayo que aparece en 1959 en la
Enciclopedia de arte escénico dirigida por Guillermo Díaz-
Plaja. Uno de los conceptos aristotélicos que revisa es la
“catarsis” y sus elementos: la purga de la piedad y el terror: La
acción catártica, nos explica Buero Vallejo, puede dejarnos
pasivo o provocarnos un imperioso deseo de laborar a favor
de nuestros semejantes y contra los dolores o los problemas
que la obra presenta […] nuestra acción posterior al goce de la
tragedia, si se produce, ya no podrá ser vulgar. Pues, en
definitiva, “catarsis” es lo mismo que interior
perfeccionamiento. Para Buero este perfeccionamiento no
alcanzará su plenitud si el espectador no experimenta deseos
de actuación inmediata y no se plantea la problemática del ser
humano y de su destino. Con respecto a esta concepción de la
tragedia, los críticos señalaron su aparente contradicción con
la dramaturgia bueriana a la que caracterizaban de pesimista.
Buero respondió que la identificación del terror, la lástima y el
dolor es propia de personas o colectividades que huyen de sus
propios problemas o deciden negar su existencia por no
querer o no poder afrontarlos. Apunta también Buero que en
medio de la realidad sombría de la tragedia siempre está
presente la esperanza en la justificación metafísica del mundo
o en la solución terrenal de los problemas humanos, ideas que
enriquece en una encuesta realizada en la revista Primer acto
sobre “la función social del teatro” en la que se preguntaba por
el papel que debería desempeñar el teatro de nuestro tiempo y
que enlaza con su concepción trágica. Nuestro autor
respondió: Desde sus diversos géneros, plantear y criticar
dramáticamente los conflictos del hombre y de la sociedad en
que vive: despertar la conciencias frente a ellos, enfocarlos
con autenticidad y verdad… mostrar lo que el hombre tiene de
humano y de inhumano. Y lo que tiene de ser histórico.

Este breve acercamiento a la concepción dramática bueriana


no tiene otro objetivo que acercarnos a la comprensión de la
lectura de El concierto de San Ovidio, la teoría que la sustenta
y la práctica, es decir, el desarrollo y la composición de la
acción dramática. Esta obra pertenece al ciclo denominado
“teatro histórico” y que está formado por Un soñador para un
pueblo (1958), Las Meninas (1960) y La detonación (1977),
dramas en los que sus personajes Esquilache, Velázquez y
Larra tienen la misma actitud frente al poder: su insumisión y
la denuncia de sus imposturas desde sus conciencias
enraizadas en la ética de la insobornabilidad. Buero Vallejo,
como Bertolt Brecht, Arthur Miller, Sean O’Casey, utiliza la
historia como un elemento de “distanciamiento” que exige la
naturaleza de la propia fábula y no, como un recurso retórico
posibilista, aunque en el caso de El concierto de San Ovidio,
era evidente, como afirmó Ricardo Doménico, que esta
parábola era una manera de decir lo que pasa, cuando lo que
pasa no se puede decir, algo que es una verdad a medias,
porque en este caso su significación y la implicaciones no
siempre derivan de la anécdota. Existen lo que se llama
subtexto y en el conjunto de la representación elementos
llenos de connotación que pueden abundar y explicar aspectos
de la realidad para impedir el esquematismo o las
interpretaciones mecanicistas que anularían cuestiones
esenciales de la obra. Estaba claro que algunos elementos de
este drama como determinados diálogos, para el espectador
sus referentes eran la realidad española de entonces.

Este drama se basa en un hecho histórico que ocurrió en París


en 1771. Al hospicio de los Quince Veintes, institución fundada
por San Luis de Francia en la Edad Media para dar cobijo a los
ciegos de París, acude un día Valindin con el objetivo de
contratar a seis ciegos para formar una orquestina que cante
en su barraca durante la feria de San Ovidio. La Priora accede
a la demanda del empresario, pues el hospicio se sostiene con
las limosnas que los ciegos recogen mendigando por las calles
de París y por las mandas de oraciones de los ciudadanos
parisinos. Este es el punto de partida de El Concierto de San
Ovidio, obra formada por tres actos, aunque el desarrollo y
linealidad de la acción rompe con las tres unidades y con un
escenario, que dividido en tres partes, señalan los espacios en
el que ocurren los acontecimientos. El tiempo histórico del
relato se corresponde con el periodo anterior a la Revolución
de 1789 en el que las circunstancias sociales, económicas y
políticas del mismo son señaladas con breves alusiones a
través de la acción. Es el tiempo en que la burguesía,
representada por París, tiene aún vínculos con Versalles,
fenómeno que en la obra lo representa Valindin, que no tiene
escrúpulos en conseguir sus intereses aprovechándose de la
situación de hambre que vive el país y en la fuerza represiva
que le da el poder a través de las lettres à cachet, denuncias
anónimas contra cualquier ciudadano que le condenaba a
prisión. Nos encontramos en el inicio de un capitalismo
ascendente, pero todavía con las sombras del ancien régime.

El Concierto es la historia de una explotación donde


predomina la ética del beneficio y de una rebelión encabezada
por David, uno de los seis ciegos elegido para cantar y tocar
en la barraca de Valindin en una orquestina que tiene como fin
realizar un espectáculo en el que ciego grotescamente vestido
interpretaba canciones acompañadas de un violín de dos
cuerdas y que habían aprendido a tocar mecánicamente. En
suma, un espectáculo de escarnio para un público ajeno a tal
ignominia.

La rebelión de David no solo se alza contra las condiciones


impuestas por Valindin, sino también contra sus propios
compañeros que, frente a sus negativas iniciales, les
dice: ¡Tenéis que decir sí a vuestros violines! […] ¡Hay que
convencer a los que ven de que somos hombres como ellos,
no animales enfermos! […] Podréis leer. Para ello les relata la
historia de Melania de Salignac, hermosa señora, que sabe
lenguas, ciencias, música. Aun así, sus compañeros se
resisten. Y David exclama: ¡Estáis muertos y no lo sabéis!, no
sin decirles que es más fácil tocar en un violín de cuatro
cuerdas que uno de dos, como lo hacen en la barraca. ¡Pero
hay que querer! ¡Hay que decirle sí al violín! Este personaje
aceptaba tocar en la barraca como el inicio de una liberación,
pero las contradicciones se desatan y su sueño no puede
realizarse, no sin antes ajustar cuentas violentamente con
Valindin.

Sin embargo, su sueño prosiguió en otros. Así, un día en


medio de un público que asistía a una representación sin la
menor piedad por lo que allí presenciaba, surgió enojado un
joven espectador, Valentín Haüy, que se levantó de su silla y
en pie denunció aquel “ultraje a la humanidad”, al tiempo que
comprendió a partir de entonces que su vida tenía un sentido y
se dijo: “… Yo haré leer a los ciegos; pondré en sus manos
libros que ellos habrán impreso. Trazarán los signos y leerán
su propia escritura. Finalmente les haré ejecutar conciertos
armoniosos.” A partir de ese día Valentin Haüy inició una labor
que otros proseguirían después para cumplir con sus deseos,
y con los de aquel personaje llamado David por el que se ha
preguntado varias veces. Pero en medio del adagio de Corelli
que toca uno de aquellos ciegos por las esquinas, se interroga
inútilmente por la muerte de uno de ellos que fue ahorcado.
¿Quién asume ya esa muerte? ¿Quién la rescata?, preguntas
que no dejan de ser una apelación al espectador.

Fuente: Mundo Obrero
 

 
El centenario de Buero Vallejo
Manuel Román

Antonio Buero Vallejo hubiera cumplido estos días cien años.


Nació en Guadalajara el 29 de septiembre de 1916. Quien
revolucionara el teatro español en 1949 con el estreno de
Historia de una escalera y diera a conocer posteriormente
buen número de comedias dramáticas que ya están entre las
más acreditadas de la segunda mitad del siglo XX de nuestra
escena, no ha tenido en esta efeméride ningún reconocimiento
oficial. Para el Ministerio de Cultura (y Deporte, claro), aunque
en funciones, el centenario de uno de nuestros más grandes
dramaturgos ha pasado inadvertido. La viuda de Buero,
Victoria Rodríguez, manifiesta con amargura: "Me dicen que
no hay dinero para montar una obra suya en estos días". Y ello
sucede con quien dio a conocer veintisiete obras, era
académico de la Lengua y fue premio Cervantes 1986.

En su juventud, Buero Vallejo pensaba dedicarse a la pintura y


con tal fin ingresó en 1933 en la Escuela de Bellas Artes de
Madrid. La guerra civil truncó aquellos estudios. Soldado raso
republicano conoció en Benicarló a Miguel Hernández.
Coincidiría con él después cuando cumplían presidio en la
madrileña cárcel del Conde de Toreno, ambos condenados a
la última pena. A Buero se la conmutarían por ocho meses y
medio de cárcel. El destino trágico del poeta oriolano, ya es
harto sabido.

En una de esas negras jornadas carcelarias, Antonio se


entretuvo en dibujar a lápiz un retrato de su compañero y
amigo. Con el transcurso del tiempo esa imagen del rostro
serio, de ojos vivaces del autor de las Nanas de la cebolla
aparecería en los libros de texto. Millones de estudiantes
hemos de recordar haberla visto más de
una vez. Posiblemente sea uno el
retrato de un poeta del siglo XX más
reproducido, si excluimos fotos de
García Lorca y Antonio Machado.

Feroz censura
 
Antonio Buero Vallejo tuvo siempre que
enfrentarse a una feroz censura que le

  
impedía estrenar muchas de sus comedias. Ha de recordarse
que Historia de una escalera se estrenó en el teatro Español
de Madrid en 1949 por haber ganado el premio Lope de Vega,
que obligaba a ello. Siendo un hombre represaliado por el
régimen franquista, de ideología comunista, de la que fue
distanciándose poco a poco aunque no de sus posturas de
izquierda, es fácil comprender que estuviera en el ojo del
huracán de aquellos severos censores. Pese a los cuáles,
aunque tuviera que esperar años y aceptar el lápiz rojo de
aquellos, pudo estrenar obras de gran entidad dramática y
contenido social.

Naturalmente utilizaba el simbolismo para burlarlos y en la


visión de críticos y espectadores avezados podían encontrarse
claves donde el autor planteaba su visión de la política
franquista y la sociedad de su época, habituada a un teatro de
costumbres; complacientes sus autores con el régimen. De
aquellas obras espigamos títulos tan relevantes como En la
ardiente oscuridad, La señal que se espera, Madrugada, Un
soñador para un pueblo… Eso en la década de los 50.

En la siguiente reflejó, aportando su gran conocimiento de la


pintura, las vidas de Velázquez y Goya en Las Meninas y El
sueño de la razón, respectivamente. La ceguera, que
naturalmente en su pluma llevaba aparejada la simbología de
la situación política española, pudo desarrollarla con tacto e
inteligencia para que no prohibieran El concierto de San
Ovidio. Decenio en que se conoció El tragaluz, en 1967, otra
de sus obras esenciales. Doce años permaneció en un cajón
de su vivienda el original de La doble
historia del doctor Valmy.

Su consagración definitiva

Muerto Franco, se representó con gran


  éxito durante dos o tres temporadas,
incluso con doble compañía, una para
Madrid y la otra, como se decía sin

   
ánimo peyorativo aunque lo pareciera, "por provincias". Es en
la década de los 70 y 80 cuando Buero Vallejo se consagra
definitivamente (pese a las feroces críticas de algunos como
Eduardo Haro Tecglen) con La llegada de los dioses, La
Fundación, Diálogo secreto, Las trampas del azar… Su teatro,
donde exponía a veces crípticamente sus dudas sobre la
razón humana, el comportamiento social, el desarrollo de
acontecimientos que nos afectaran, tenía al final de su
aparente pesimismo un signo de esperanza, de fe en el
porvenir del hombre.

En una de las diferentes entrevistas que mantuve con el


dramaturgo, me dijo entre otras cosas, lo siguiente:

Mi teatro intento que al mismo tiempo no deje de ser


espectáculo, entretenga al público haciéndole
olvidar problemas cotidianos, sirva para interesarle
en otros, vivos, acuciantes, enfrentando a la gente y
a mí mismo con ellos, pues creo que esos
problemas han de ventilarse en escena. Si me exijo
mucho al escribir es para no defraudarme a mí
mismo. Demasiado sé que en el teatro hay caminos
fáciles y chabacanos que no defraudan nunca al
respetable. ¿Qué si sería capaz de escribir otros
géneros ajenos a la escena? Sí, claro: he escrito
ensayos, artículos, comentarios a mis propias obras
y hasta cuando yo no era conocido intenté que me
publicaran unas narraciones.

Me enteré que tenía escrita una ópera, titulada Mito sobre la


que me dijo que no tenía ilusiones de que se llegara a
estrenar, como así fue. Lo acusaban, insisto, en ser un escritor
pesimista, a lo que retrucó en mi presencia:

Me acusan de ello, lo sé, pero no lo soy. Lo que


sucede es que no debemos rehuir el enfrentamiento
con casos negativos, por muy graves y sombríos
que nos parezcan. La mirada a estos últimos
aspectos de los que le hablo es pesimismo para el
hombre superficial. Pero no lo es. Se dirige para no
engañarnos respecto a lo real. Insisto en no ser
pesimista. Defiendo que hay que reflejar muchas
cosas de la vida y superar lo negativo.

Tenía fama de tacaño. No solía cambiar mucho su vestuario.


¿Vive usted sólo del teatro?, le pregunté. "Sí, pero discreta,
modestamente. Sería hombre rico o acomodado si estrenara
más. Pero escribo poco, por dos razones: la primera porque
me invade la pereza y la segunda porque me cuesta encontrar
temas que me satisfagan".

Lejos de la vida pública

La última comedia dramática que estrenó fue Misión al pueblo


desierto, en 1999. Para entonces llevaba largo tiempo
apenado, y lo traslucía en su rostro, de por sí ya taciturno:
trece años atrás tuvo que enterrar al segundo de sus hijos,
Enrique, joven actor, víctima de un accidente de tráfico. Ello lo
alejó un tiempo de la vida pública, aunque era siempre un
estrenista puntual, al que se le veía en cualquier
acontecimiento escénico.

Antonio Buero Vallejo murió en Madrid el 29 de abril de 2000.


Victoria Rodríguez le confesaba hace pocos días en Abc a
nuestro querido colega Juan Ignacio García Garzón que "hay
gente que lo celebra y lo reconoce… y lo estudian en las
escuelas". Al menos, esto último nos reconforta, aunque
coincidimos con la viuda de Buero Vallejo en que "en nuestro
país la cultura es muy floja". La prueba, entre tantas que se
conocen, es la de que el centenario del gran dramaturgo, que
está en la Historia del teatro español, volvemos a repetir, ha
sido triste e injustamente olvidado.

Fuente: LibertadDigital
 
 
Cronología
Año y acontecimientos sobre la vida de Antonio Buero Vallejo
Acontecimiento
Año

1916 Nace el 29 de septiembre en Guadalajara.

1926- Bachillerato en su ciudad natal y en Larache (Marruecos),


1933 donde estuvo destinado temporalmente su padre.

1934- Estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en


1936 Madrid. Comenzada la Guerra Civil, colabora en Madrid con la
Junta de Salvamento Artístico.

1937- Sirve a la República en varios destinos. Escribe y dibuja en un


1939 periódico del frente y participa en actividades culturales. Llevado
a juicio, es condenado a muerte.

1939- La condena a la pena capital se mantiene durante ocho meses.


1946 Sufre reclusión en diversas prisiones.

1946- Después de sucesivas rebajas de la condena, se le concede la


1948 libertad condicional, pero es desterrado de Madrid. Deja la
pintura y comienza a escribir teatro. Presenta dos obras, En la
ardiente oscuridad e Historia de una escalera, al Premio Lope
de Vega del Ayuntamiento de Madrid.

1949 Historia de una escalera recibe el galardón y es estrenada en el


Teatro Español de Madrid el 14 de octubre de 1949. Escribe El
terror inmóvil y Aventura en lo gris, y comienza La tejedora de
sueños.

1950 Estreno de En la ardiente oscuridad (Teatro María Guerrero, 1


de diciembre). Versión cinematográfica de Historia de una
escaleradirigida por Ignacio F. Iquino. Concluye La tejedora de
sueños.

1951 Publica En la ardiente oscuridad en la Colección Teatro de


Ediciones Alfil con un «Comentario», al igual que vendrá
haciendo en la primera edición de los textos de la misma
colección hasta Hoy es fiesta (1957).
la presentación del libro Buero antes de BUERO y el audiovisual
de Antonio Pérez Henares y Pedro José Pradillo La Guadalajara
de Buero. Los días 23 y 24 de marzo, se representa, en el
Teatro Auditorio Buero Vallejo, En la ardiente oscuridad, dirigida
por Mariano de Paco Serrano. Precede a estas
representaciones el estreno del monólogo inédito que Buero
Vallejo escribió para su hijo Enrique.
La biblioteca de la sede del Instituto Cervantes en Burdeos
recibe el nombre de «Antonio Buero Vallejo». Se realiza para la
ocasión una edición bilingüe con artículos de Carlos Buero,
Mariano de Paco, María Fernanda Santiago Bolaños y un
fragmento de El sueño de la razón.
2010 Reposición de Irene, o el tesoro (Teatro Casa de Vacas de
Madrid, 7 de enero).
Reposición de su versión de Madre Coraje y sus hijos (Teatro
Valle Inclán de Madrid, Centro Dramático Nacional, 11 de
febrero).
Se instala una placa conmemorativa en el edificio donde vivió,
con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento.
2011 Su versión inédita de la obra El puente, de Carlos Gorostiza,
prohibida por la censura en los años cincuenta, es publicada en
la revista Pygmalion.
2012 Reposición de El sueño de la razón (Teatro-Circo de Murcia, 15
de noviembre).
 

 
Obra dramática
El tema común que liga toda su producción es la tragedia del
individuo, analizada desde un punto de vista social, ético y
moral. Los principales problemas que angustian al hombre se
apuntan ya en su primera obra, En la ardiente oscuridad, y
continúan en obras posteriores.

La crítica ha clasificado su obra en teatro simbolista, teatro de


crítica social y dramas históricos.
colegio de ciegos en donde la ceguera es símbolo de las limitaciones impuesta al hombre por
su

condición humana y por la sociedad.

2. Segunda época, desde 1958 hasta 1970, predomina el enfoque social e histórico. Se insiste

más en las relaciones entre el individuo y su entorno. Se hace hincapié en las raíces y en

las consecuencias sociales de los actos. Estéticamente, también se supera la escenificación

realista y se acentúa el valor simbólico de algunos elementos escénicos (semisótano=caverna

platónica) o motivos (ceguera física = ceguera moral).

La obra más destacada es El tragaluz (1967), tragedia ambientada en un semisótano donde

una familia rota de clase media repasa lo que significó para ella la guerra civil. En ese espacio

afloran las tensiones, frustraciones y rencores.

Escribe algunas obras de tema histórico en las que se sirve del pasado para reflexionar

sobre el presente, de esta forma consigue burlar la censura y llegar a su público. Este teatro

histórico es una forma de «posibilismo»: denuncia indirecta de la realidad política de la

dictadura. Entre las obras de tema histórico destaca El concierto de San Ovidio (1962), donde

vuelve a uno de sus motivos favoritos, la ceguera y su simbolismo, en el contexto de la época

previa a la Revolución Francesa.

3. La tercera etapa abunda en los temas y motivos ya conocidos, pero los contenidos políticos y

sociales se hacen más explícitos. Obras: La fundación (1974), Lázaro en el laberinto (1986), Las

trampas del azar (1994).

 .Alfonso Sastre. El talante luchador de Sastre se observa en la serie de manifiestos para la


renovación

del teatro que inició en 1950, cuando formó el Teatro de agitación social. En su libro Drama y
sociedad

(1956) afirma que lo social es una categoría superior a lo artístico. Frente al posibilismo de
Buero

Vallejo, encarnó la opción por un teatro más explícitamente comprometido.

Con Escuadra hacia la muerte (1953), consiguió su proyección en el teatro español, aunque la
obra

fuera retirada y prohibida después de su tercera representación. En ella, unos soldados


cumplen una

misión suicida en una supuesta tercera guerra mundial. Fue, en palabras del autor, un grito de
protesta
ante la perspectiva amenazante de una nueva guerra mundial. El teatro de Sastre, que el
denominó

«tragedia compleja» es una mezcla de elementos: didactismo marxista, libertad imaginativa y

expresionismo y burla corrosiva inspirada en el esperpento de Valle-Inclán. Otras obras suyas


son

La sangre y la ceniza (1965) donde se escenifican los últimos momentos vividos por Miguel
Servet,

muerto en la hoguera por la Inquisición calvinista, y. La taberna fantástica (1966) ,estrenada


veinte años

después, es una tragedia de “quinquis”, oficio nómada, marginal y segregado socialmente.

4. El teatro experimental.

El teatro realista y social siguió siendo defendido, durante los años 60, por un sector de la
crítica,

como el único que respondía a las circunstancias del país. Pero a partir de 1970 otros
dramaturgos se

lanzan a una renovación teatral. Se supera el realismo y se asimilan corrientes experimentales


del teatro

extranjero:

 El teatro épico. Inspirado en las ideas y la obra de Bertold Brecht. Se asume que el propósito
de la obra, más que

el entretenimiento o el mimetizar la realidad, era presentar ideas e invitar al público a hacer


juicios acerca de ellas.

Los personajes no deben imitar a las personas reales, sino representar los lados opuestos de
un argumento, de

arquetipos o estereotipos. El público debería siempre ser consciente de que está viendo una
obra de teatro, y

debería permanecer a una distancia emocional de la acción. Brecha escribió obras muy lúcidas
sobre el nazismo

como La irresistible ascensión de Arturo Uí.

 El teatro de la crueldad: es un movimiento teatral muy heterogéneo, inspirado en las ideas


del escritor francés

Antonin Artaud. La base en la que se inspira este movimiento teatral es la de sorprender e


impresionar a los

espectadores, mediante situaciones impactantes e inesperadas.


 El teatro del absurdo, denominación de una conjunto de obras escritas por ciertos
dramaturgos estadounidenses y

europeos en los años '40, '50 y '60 del siglo XX, y en general al estilo teatral que surgió a partir
de la obra de

aquéllos. Estos dramaturgos daban expresión artística al concepto filosófico de Albert Camus
de que la vida es

inherentemente absurda. El teatro del absurdo se caracteriza por tramas que parecen carecer
de significado,

diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica.
Entre los

principales dramaturgos del teatro del absurdo se cuentan Eugène Ionesco (El rinoceronte) y
Samuel Beckett

(Esperando a Godot).

Surge así una vanguardia teatral, que desecha el enfoque realista por enfoques simbólicos o

alegóricos. Entre estos dramaturgos vanguardistas, podemos citar a Fernando Arrabal y a


Francisco

Nieva.

 Fernando Arrabal. Muy influido por el teatro de la crueldad de Artaud crea el llamado
«teatro pánico»,

caracterizado por la confusión, el humor, el terror y la euforia que se basa en la búsqueda


formal,

tanto espacial como gestual, y en la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje.


Sus

temas son la sexualidad, la religión, la política, el amor y la muerte. Obras: Pic-Nic (1952), El
cementerio

de automóviles (1957).

 Francisco Nieva denomina a sus obras «teatro furioso» conecta con el teatro del absurdo,
pero sin su

pesimismo. Comparte con Arrabal, la idea de un teatro catártico y liberador, cuya finalidad es
mostrar la

esencia del hombre. En su obra, se plantea el problema de las relaciones entre el hombre y la
sociedad

represiva que lo degrada. Tomando como base el lenguaje popular, pero mediante técnicas del

surrealismo y del absurdo, consigue une estilo peculiar tanto en el léxico como en sus
originales

construcciones sintácticas. No consiguió ver estrenada sus obras hasta la muerte del dictador
F. Franco
en 1975. Su obra más destacada es Carroza de plomo candente, estrenada en 1976.

El teatro independiente. Junto a estos autores vanguardistas, no podemos olvidar un


fenómeno

importante que surge a finales de los 60: el teatro independiente. Esta independencia suponía
el rechazo

del teatro conservador mediante la elaboración de una estética peculiar y de la


autofinanciación.

Destacan grupos catalanes como Els joglars o Els comediants.

Estos grupos, con obras de autor o creaciones propias, han llevado a cabo una síntesis entre lo

experimental y lo popular. De una parte asimilan las tendencias más innovadoras, de otra se
dirigen a

amplios sectores de público, actuando en plazas, pabellones deportivos o en la calle. Y junto a


enfoques

críticos, se preocupan por los aspectos lúdicos del espectáculo.

5. Ultimas dramaturgias.

Hacia 1975 aparecen una serie de autores que abordan temas contemporáneos con una
estética realista y

una moderada renovación formal.

 José Sanchís Sinisterra, influido por Brecht y Beckett, plantea montajes caracterizados por la
sencillez. Entre sus

obras, citaremos: !Ay, Carmela! (1986), en que reivindica la memoria histórica como atributo
de dignidad. Es un

drama sobre dos artistas de variedades en plena Guerra Civil. Otras obras son: Perdida en los
Apalaches (1990), El

lector por horas (1998) o La raya de pelo de William Holden (2001).

 José Luis Alonso de Santos, formado en el teatro independiente, desarrolla una dramaturgia
realista, situada en

el mundo contemporáneo. Su comedia Bajarse al moro (1984) es una parodia de la estructura


social a través de

situaciones cómicas y trágicas. Otras obras son: La estanquera de Vallecas (1980), La sombra
del tenorio (1994),

Yonquis y yanquis (1996).

 Fernando Fernán Gómez. Artista polifacético, escritor, actor, director de cine, publica en
1982 Las bicicletas son

para el verano, agridulce visión de la retaguardia republicana durante la guerra civil.

Teatro visual
Es la vanguardia del teatro actual. Muy influido por autores como Tadeusz Kantor o Pina
Bausch.

Sus características son:

 Integración de todas las artes en el espectáculo (mimo, danza, video, música...)

 El espectáculo teatral se concibe al margen de un texto previo.

 Intencionalidad crítica y catártica. Se rompe la relación tradicional actor-espectador. Este se

ve inmerso y participa en la representación.

Uno de los grupos más representativo de las última tendencias es La Fura des Baus.

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