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ENSAYO

“DONDE ESTA LA FRANJA AMARILLA” William Ospina

En Colombia es muy común escuchar hablar sobre temas de desigualdad

social, esa brecha tan grande que existe entre pobres y ricos la cual con el pasar de los

años se hace cada vez mayor, es una constante inequidad que conlleva a niveles altos

de inseguridad, pobreza extrema y criminalidad, por un lado, y altos niveles de

corrupción en la administración del país e ineficiencia estatal, por el otro, gobernantes

que solo recuerdan al pueblo en época de elecciones, los mismo que se avergüenzan

de su país pero se lucran del mismo. Es tan grande esta brecha que la salud para dos

personas en una misma condición, pero diferente estrato social, marca una delgada

línea entre la vida y la muerte, aunque si bien es cierto la precariedad en la prestación

de servicios de salud es general, en un momento decisivo pesa más quien tiene mejor

posición económica y social.

En Colombia el tema de la corrupción tiene historia, surge desde nuestros

antepasados, de esa lucha constante por mantenerse en el poder y lucrarse pasando

por encima de la dignidad y derechos del pueblo, que nunca han buscado la grandeza

del mismo, ya que para ellos el país es un mero productor de materias primas para la

gran industria mundial que llena sus bolsillos, es la gallinita de los huevos de oro que no

quieren soltar.

El estado opresor desde sus inicios ha marcado su especial interés en

mantener al pueblo alejado de la educación, aquella que puede lograr que se organicen

y luchen por sus derechos ante tanta corrupción, ejemplo de ello Gaitán, quien en sus
época tuvo eco en un pueblo pretendidamente ignorante y salvaje, y su lucha por

transformar la sociedad por las vías democráticas y pacificas le costó la vida. Pensar en

luchar por igualdad es condenarse a muerte, pero poco a poco el pueblo está

despertando, está perdiendo el miedo a exigir sus derechos y alzar la vos por toda una

sociedad que exige una vida digna.

Con el pasar de los años, la evolución de la humanidad, los cambios en el

orden social, hacen necesario reformas ajustables, las cuales deben ir de la mano con

esa evolución, y la ausencia de ellos cobra factura en algún momento de la vida,

generando dificultades a los gobernantes a cargo, cuando el pueblo alza la vos y toma

acciones para defender y luchar por sus derechos, cuando las diferencias entre clases

sociales son cada vez mayores y privilegian a unos pocos, cuando son mayoría quienes

a diario deben luchar por un plato de comida por lo menos al día, cuando deben hacer

largas filas y esperar tiempos incalculables para una atención médica, cuando tener un

techo donde dormir no es un derecho si no un privilegio.

Es común que a diario las noticias nos informen sobre la negligencia de los

hospitales y profesionales de la salud, sobre los trámites incalculables que se deben

hacer ante una eps para conseguir una autorización, sobre la negativa para entregar

medicamentos de los cuales depende la vida de una persona, ese es el diario vivir en

Colombia, un interminable papeleo para exigir algo que por derecho debería ser

accesible, pero el estado no cumple deberes, estos quedaron en el papel, y el papel

aguanta todo.

El aumento de la población del país y de igual manera la población inmigrante

es un fenómeno que no es reciente, razón por la cual la salud viene pidiendo a gritos
una reforma desde hace muchos años, una reforma que permita ofrecer una prestación

de servicios de salud de calidad y con fácil acceso, y en ausencia de esta se generan

inconformidades, muertes evitables, enfermedades sin tratamiento, personas a la

espera de un medicamento del que depende su vida, paseos de la muerte, negligencia

por parte del personal de la salud, entre otros.

La brecha entre ricos y pobres también se puede apreciar en la prestación de

servicios de salud, son los de posición social alta a quienes priorizan para dar una

habitación y una cama en un hospital, a quienes se les entrega de manera más

recurrente los medicamentos y a quienes se les otorgan citas con mayor premura, y

todo por qué? Porque tienen altos copagos, que benefician el bolsillo de este negocio

llamado salud, las personas dejan de serlo y se convierten en mercancía de mayor y

menor valor, la entrega de medicamentos se convierte en una subasta que la gana

quien da más por un medicamento.

Es triste ver el panorama al que se enfrenta Colombia a diario, es el estado

quien debe velar por una excelente prestación de servicios de salud, quien a través de

sus colaboradores debe generar ajustes y reformas que permitan mejorar la calidad de

vida del pueblo que lo eligió, es momento de realizar cambios que debieron ser

progresivos a través del tiempo, pero en vista de que no se dieron, es ahora cuando se

debe hacer una reforma eficaz que reduzca las diferencias entre clases sociales, que

promueva la equidad y justicia, pero esto solo es posible si se logra acabar con la

corrupción de los gobernantes, si se dejan de elegir siempre a los mismos que desde

hace años ocupan el poder, los culpables de que Colombia haya llegado al límite,

porque son sus acciones y erradas decisiones las que han provocado olas de violencia,
inseguridad, pobreza y muertes en el país, porque este estado no puede elegir que se

respete la ley si el mismo no la respeta.

Se trata de erradicar los males desde su fuente para evitar un fracaso

inminente, los nuevos gobernantes deben conocer la historia del país y diseñar un

proyecto económico, político y cultural a partir de la conciencia de sus posibilidades y

sus limitaciones.

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