torno a la mesa del Señor, donde el Padre amoroso nos visita para alimentarnos a través de la Santa Eucaristía. Al encontrarnos con el Señor nuestra vida cambia, nos sentimos amados y cuidados, con la esperanza de que algún día podremos vivir junto a Él por la eternidad. Este gozo que sentimos al estar cerca de Él, nos lleva a querer conocerlo más, por lo que comenzamos a seguirlo, asistimos a la iglesia con regularidad, sacamos un tiempo para orar cada día. Esta búsqueda nos convierte en sus discípulos, personas que quieren conocer a su maestro para imitarlo y reflejarlo a los demás. En este día el Señor nos invita tomar acción, no podemos quedarnos disfrutando a solas de su presencia, tenemos que compartir lo que hemos recibido de Él; quiere que nos convirtamos en apóstoles que llevan su mensaje de amor y esperanza a todos, especialmente a aquellos que tenemos cerca y que no lo conocen.