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A

Álvaro Cuadra

El Príncipe
Posmoderno
COMUNICACIÓN POLÍTICA

Alvaro cuadra
Tabla de Materias
Introducción

1.- Comunicación Política y Tekhné

2.- De la Industria Cultural a la Híper Industria Cultural

3.- Híper Control: Usuarios y Trending Topics

4.- Público, Masa y Redes

5.- Crítica y Metáforas Líquidas

6.- Del “giro lingüístico” al “giro informacional”

7.- Forma de Vida

8.- La Condición Comunicacional: Consumo y Tehkné

9.- Comunicación y Crítica en América Latina

10.-Cultura de la Protesta: Protesta de la Cultura

11.- El Príncipe y la Posverdad

12.- Lo Popular: Usuarios y Consumidores

13.- Partidos políticos y redes sociales

14.- El ocaso de los intelectuales

Entrevista

AUTORIZADA TODA REPRODUCCIÓN SOLO CON FINES EDUCATIVOS


Es propiedad intelectual.
eBook. 2019

2
Introducción

Una de las primeras cuestiones que surge al


plantearse un tema como el que nos ocupa es su
lugar en la cartografía de las ciencias sociales,
esto es, su inscripción epistemológica. En efecto,
preguntarse por las características del Príncipe en
la actualidad nos lleva a una zona difusa en la
que comparece la comunicación política tanto
como la teoría política misma.

La interrogante en torno a la figura del Príncipe


encuentra su asidero en la constatación de
ciertas mutaciones histórico – culturales que
atañen al modo de ejercer el gobierno. Así,
podríamos reconocer un “Príncipe pre-moderno”
en la noción que propone Niccolò Machiavelli en
el siglo XVI, cuando dedica su obra “Al magnífico
Lorenzo de Médicis” Hagamos notar que . en este
caso, Machiavelli está pensando en una persona
de carne y hueso, esto es, en un “estadista” como
expresión histórica frente a un “pueblo” en el
seno de una “sociedad disciplinaria1

1 Maquiavelo N. El Príncipe. Bogotá. Pamericana Editorial. 1998 (5º Edición)

3
Esta mirada pre-moderna en torno a la figura del
Príncipe será contestada por el pensador político
moderno, de raigambre marxista, Antonio
Gramsci cuando escribe: “ El moderno príncipe,
el mito-príncipe, no puede ser una persona real,
un individuo concreto; sólo puede ser un
organismo, un elemento de sociedad complejo en
el cual comience a concretarse una voluntad
colectiva reconocida y afirmada parcialmente en
la acción. Este organismo ya ha sido dado por el
desarrollo histórico y es el partido político: la
primera célula en la que se resumen los gérmenes
de voluntad colectiva que tienden a devenir
universales y totales”2

La afirmación de Gramsci es tan lúcida como


radical, pues, en efecto, el desarrollo histórico
europeo legitimó y consolidó el partido político
como portador de una voluntad colectiva. Desde
la Revolución Francesa, el partido aparece como
el agente principal de “lo político” en las
sociedades modernas. La irrupción de un régimen
partitocrático en el seno de la modernidad no
significa, empero, la abolición de toda forma

2 Gramsci, Antonio. “El príncipe moderno”, en “Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el

Estado moderno”. Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1984.

4
concreta de liderazgo o caudillismo. El líder de
carne y hueso sigue presente, aunque ya no como
un príncipe autócrata dotado de una voluntad
autónoma sino más bien como figura de un
partido; así, Robespierre o Lenin, para no hablar
de Hitler. A diferencia del príncipe autocrático de
antaño, el caudillo moderno es un militante. El
partido político aparece, entonces, como la forma
de organizar la voluntad colectiva en las
sociedades burguesas; sociedades llamadas a
convertirse en sociedades de masas.

Desde el punto de vista de la Comunicación


Política, existe una relación muy estrecha entre el
partido político y la llamada Industria Cultural.
Esta relación fue propuesta por Walter Benjamin
cuando afirma que el atrofia del aura lleva a la
construcción de la “personality”, esto es, a cierto
culto a las estrellas: “A la atrofia del aura el cine
responde con una construcción artificial de la
personality fuera de los estudios; el culto a las
“estrellas”, fomentado por el capital
cinematográfico, conserva aquella magia de la
personalidad, pero reducida, desde hace ya
tiempo, a la magia averiada de su carácter de
mercancía”3

3 Benjamín, Walter. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica in Discursos

Interrumpidos I. Madrid. Taurus Ediciones. 1973: 17 – 59

5
Walter Benjamin, advirtió cómo la Industria
Cultural modifica a los actores de cine y a los
actores políticos…: “La radio y el cine no sólo
modifican la función del actor profesional, sino
que cambian también la de quienes, como los
gobernantes, se presentan ante sus mecanismos.
Sin perjuicio de los diversos cometidos específicos
de ambos, la dirección de dicho cambio es la
misma en lo que respecta al actor de cine y al
gobernante. Aspira, bajo determinadas
condiciones sociales, a exhibir sus actuaciones de
manera más comprobable e incluso más
asumible. De lo cual resulta una nueva selección,
una selección ante esos aparatos, y de ella salen
vencedores el dictador y la estrella de cine”4
Es interesante observar cómo Walter Benjamin
advirtió muy tempranamente el impacto de los
medios de comunicación sobre los gobernantes y
políticos. En las sociedades mediatizadas, lo
político es impensable sin su correlato
comunicacional y, de hecho, las grandes figuras
del momento no son sino estereotipos de los
massmedia. El Príncipe Moderno es un líder
militante y un líder mediático. La preocupación
por la imagen de un candidato no es tan nueva
como pudiera pensarse. Recordemos, a modo de

4 Op. Cit.-

6
ejemplo, aquel célebre escrito que lleva por título
“Commentariolvm Petitionis” atribuido a Q.
Ciceron, en la que Quintio se dirige a su hermano
M. Tulio Ciceron 5

PRÍNCIPE PRÍNCIPE PRÍNCIPE


PREMODERNO MODERNO POSMODERNO

N. MACHIAVELLI A. GRAMSCI VARIOS AUTORES

GOBIERNO PRÍNCIPE PARTIDO GUBERNAMENTALIDAD


POLÍTICO ALGOTIMICA (REDES)

LIDERAZGO ESTADISTA CAUDILLO AVATAR


AUTOCRATA MILITANTE PERSONALITY

SUJETO PUEBLO/PLEBE MASA/PÚBLICO ENJAMBRE DIGITAL

TIPO DE SOCIEDAD SOCIEDADES SOCIEDADES DE SOCIEDADES DE


DISCIPLINARIAS CONTROL HIPERCONTROL

CUADRO Nº 1

En la actual Sociedad de la Información, el


liderazgo se convierte en un constructo
digitalizado que circula por las redes sociales; es
decir, el Príncipe Posmoderno es, en primer lugar

5 Gomez Pantoja, J. Historia. Nº 16. Madrid. Universidad de Alcalá. 1989. Traducción extractada

de la publicada en Historia 16 , 164 (1989) pp. 65-77, bajo el título de Una guía para ganar las
elecciones. Mi versión sigue el texto de la edición de W.S. Watt, M. Tulli Ciceronis Epistulae , vol. III,
Oxford 1958.

7
un Avatar. En tanto constructo digital que fluye
por las redes, el nuevo líder constituye una
“personality on line” El nuevo Príncipe de la
posmodernidad ya no aspira a un liderazgo total y
absoluto, su verdadero éxito radica en sumar
followers con cada Trending Topics. En el océano
virtual donde los enjambres oscilan frente a los
estimulos transcontextuales, el Príncipe Avatar,
sigue los vértigos de las mareas constantes y
permanentes. (Véase Cuadro Nº 1)
En la actualidad, el diagnóstico de muchos
pensadores apunta a una profunda “crisis de la
modernidad”, una crisis que ha sido llamada
“Posmodernidad” Una de las características de
“lo posmoderno” es, precisamente, el
desfondamiento de los grandes relatos
ideológicos; esta bancarrota de los meta relatos
trae consigo un debilitamiento de los partidos
políticos 6 . Si el partido político ya no es el
portador de una voluntad colectiva y el poder
individual resulta impensable en una sociedad de
masas, surge inevitable la cuestión sobre las

6 Nuestro diagnóstico coincide con Peter Mair, citado por Streeck, cuando sostiene que : “La época

de la democracia de partidos se ha terminado. Aunque los partidos permanezcan, se han


desconectado tanto de la sociedad y persiguen un tipo de competición que tiene tan poco sentido,
que ya no parecen capaces de sostener la democracia en su forma actual”
Streeck, Wolfang. (2014) La política de la salida. New Left Review. Segunda Época, Nº 88.
Septiembre-Octubre: 129- 137: 130

8
nuevas formas que adquiere el ejercicio del poder.
¿Qué características evidencia en nuestro
presente – un presente de consumo y redes
digitales – el Príncipe Posmoderno?

Uno de los rasgos más singulares de la hora


presente es la velocidad con que fluye la
información y con ella las mutaciones en los
estados de opinión. Las “Redes Sociales On Line”
(RSO), en tanto socio tecnologías, poseen la
capacidad de acelerar los flujos temporales y con
ello el decurso de los acontecimientos. Las
imágenes y sonidos que fluyen de las pantallas
van creando nuestro presente histórico,
sincronizados con los flujos temporales de
conciencia de millones de “usuarios”

Durante el siglo XX se concibió los estados de


opinión como la oposición de una Masa y un
Público. Así, un Público se entendió como un
número significativo de personas, capaces de
replicar al poder y de actuar de manera
autónoma. A primera vista, bien pudiera pensase
que las RSO constituyen el medio ideal para
fortalecer una sólida y poderosa “Opinión
Pública” Sin embargo, constatamos, por el
contrario, que cada día “lo Público, lejos de
fortalecerse tiende más bien a desdibujarse,

9
acaso a desparecer. El mundo actual no es un
lugar más informado, ni más democrático ni más
justo.

La constitución de “lo Público” fue un proceso


histórico, lo que quiere decir: un proceso inscrito
en el “Tiempo Histórico” inherente a la
modernidad que se desarrolló al alero del
pensamiento liberal de las sociedades burguesas.
Una Masa puede devenir Público en el transcurso
de décadas, acaso siglos, dependiendo de
determinados “Contextos”

Las RSO cumplen, en la actualidad, una función


corrosiva de “lo Público” Esta función emoliente
nace del hecho fundamental que los “usuarios” de
las redes digitales no constituyen una Masa sino
un “Enjambre”. Con este concepto se quiere
denominar una aglomeración de “usuarios”
carentes de cualquier sentido gregario; individuos
aislados. No obstante, y a pesar de esta
desintegración de “lo Público” en las redes
digitalizadas, se puede observar que ante
determinadas circunstancias un “Enjambre” es
capaz de aglomerarse en torno a un suceso que
llamaremos “Trending Topic”

10
Notemos que el tránsito desde un estado de
“Enjambre” al de aglomeración o “Público-red” se
verifica de manera súbita; de hecho, un Tópic en
la red puede convertirse en tendencia en cuestión
de horas; todo depende de la acumulación de
“Followers” y “Likes” A este acelerado
desplazamiento en el estado de opinión lo
llamaremos “Comportamiento Ondulatorio” Los
nuevos comportamientos políticos y sociales en
las RSO nos llevan a concebir el ejercicio del
poder de manera muy distinta al de hace algunos
años. Atrás van quedando las llamadas
“Sociedades de Control” ancladas al
disciplinamiento y la vigilancia.

El Príncipe de este nuevo mundo sabe que el


Poder de las redes constituye, al mismo tiempo,
las redes del Poder. Por eso, el “Príncipe Digital”
debe ser muy diestro en el ejercicio del poder en
tanto una sutil “gubernamentalidad algorítmica”
Sus prosélitos y súbditos – “Followers” - ya han
dejado de ser opacos para convertirse en
entidades transparentes gracias al “Big Data” La
enorme acumulación de datos hace posible, por
vez primera en la historia, una suerte de
“modulación automatizada” de millones de
“usuarios”, lo que abre las puertas a una
inminente “Sociedad de Hípercontrol”

11
Quito, Ecuador. 2019

12
1.- Comunicación Política y Tekhné

Cuando afirmamos que las nuevas tecnologías


digitales están inaugurando un nuevo “régimen
de significación” queremos decir que el nuevo
“lenguaje de equivalencia” digital está
transformando a escala planetaria la “economía
cultural” y los “modos de significación” Esto
puede y debe entenderse como una “mutación
antropológica” a escala global que nos arrastra a
una crisis epistemológica de los estudios
comunicacionales en general y, ciertamente, a
una crisis en la llamada Comunicación Política,
en particular.

La Comunicación Política es, desde hace décadas,


un punto crucial en el debate latinoamericano en
torno a lo comunicacional. Esto no es, en
absoluto, casual y responde, en última instancia
al contexto político regional, inexorablemente
signado por la urgencia de sus luchas
democráticas.
La relación entre la Comunicación Política y las
llamadas nuevas Tecnologias de la Información y
la Comunicación, es de suyo problemática.
Muchos investigadores, a la hora de evaluar el

13
impacto de las tecnologias digitales en el ámbito
político, basculan entre una radical tecnofobia o
una eufórica tecnofilia. Así, por ejemplo, para el
investigador Juan José Trillos: “...contrario a lo
que la gran mayoría de autores señalan, el
traslado ocasional de la participación política de
las plazas y calles, al escenario de la red, no ha
permitido a sus actores, ni a los que aún
permanecen excluidos de ella, un mejoramiento
de sus condiciones de vida” 7 Hay aquí una
confusión que pretende atribuir a las redes una
cierta responsabilidad como escenario de lo
político. Habría que recordar que las nuevas
tecnologías digitales “catalizan” fenómenos
sociales y políticos, pero no son “agentes” en sí
mismos. De manera que debemos reconocer las
nuevas formas que toma dicha “catálisis”, y no
confundir la singularidad de la red con los
soportes propios de la era industrial:“…la red, al
igual que la televisión, la radio y los medios
impresos, son soportes que vehiculizan las
mediaciones políticas y de poder entre los
hombres en sociedad y por eso el mero uso
técnico de esas infraestructuras tecnológicas no
garantiza nada distinto de servir de transporte de
las mismas” 8

7 Trillos, JJ. La red: escenario para la fragmentación del poder y la política en América Latina in

Arancibia&Salinas. Op. Cit: 94


8 Op. Cit. 100

14
Los argumentos de este jaez, bien merecen un
comentario más detenido. Por de pronto, digamos
que el espacio virtual no es un soporte más,
equivalente al que representaron, en su
momento, los medios impresos, la radio y la
televisión. A diferencia de los soportes
prototípicos de la llamada Industria Cultural, las
tecnologías digitales inauguran un nuevo
“lenguaje de equivalencia”, fundamento de la
llamada Computer Mediated Communication
(CMC) y, a nivel global, de la llamada Híper
Industria Cultural.

Si a mediados del siglo XX, los estudios


comunicacionales adquirieron un marcado tinte
crítico ideológico9; es menester reconocer que en
la actualidad dicha crítica se orienta más bien
hacia la Tekhné que representan los dispositivos
digitales, en tanto artefactos y en tanto cultura.
Si entendemos la cultura como una “entidad
semiótica”10, resulta claro que el tránsito desde

9 En el lúcido artículo – verdadera cartografía - de Carlos Ossandón, Claudio Salinas y Hans
Stange; estos investigadores nos advierten que los estudios comunicacionales estaban presididos
por una “actitud crítica” que ponía en relación un objeto científico y un proceso histórico y social. En
la actualidad, dicha actitud estaría en declive: “Esta capacidad de la actitud crítica para organizar y
dar sentido a la investigación de la comunicación parece haber perdido vigor y consistencia en
nuestros días”
Ossandón et al. “Sin armas para la crítica. El estancamiento de los estudios críticos en comunicación y
los viejos debates teórico – políticos” in Arancibia, J.P & Salinas C. (Eds.) Comunicación política y
democracia en América Latina. Barcelona. Editorial Gedisa. 2016:39
10 “El concepto de cultura que propugno…es esencialmente, un concepto semiótico. Creyendo con Max

Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero

15
un “lenguaje de equivalencia” afincado en la
lecto-escritura hacia uno fundamentado en la
codificación digital implica, ni más ni menos, la
irrupción de un nuevo sistema interrelacionado
de estructuras de significación y comunicación
que está configurando un inédito repertorio
sensible en esta época histórica; en pocas
palabras, está emergiendo una mutación cultural
mayúscula, un nuevo “régimen de significación”11
Un “régimen de significación” , en tanto repertorio
o sistema, en francés “régime”, posee dos aristas
relacionadas, pero distintas. Por una parte, todo
“régimen de significación” supone una “Economía
Cultural” que le es inherente; una manera propia
de Producir, Distribuir y Consumir bienes
simbólicos. Así, durante el Renacimiento, lo
propio era el mecenazgo. Por otra parte, no
obstante, existe un “Modo de Significación”, esto
es, la experiencia sensible de una sociedad
histórica que se traduce en un cierto “sensorium


que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia
experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”

Geertz.C “Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura” in La interpretación de las
culturas. México.Gedisa. 1987

11Esta noción de “régimen de significación” ha sido propuesta como una extrapolación al ámbito
cultural de la categoría de Marx, “régimen de producción” por Scott Lash

Lash, S. Sociología del postmodernismo. B. Aires. Amorrortu editores. 1997 (Original. Londres
1990).

16
de masas”, fundamento de un determinado
Imaginario histórico social (Véase cuadro nº 2)

ECONOMIA CULTURAL

Modo particular de Producir, Distribuir y Consumir


bienes simbólicos en un momento histórico-social.

REGIMEN DE SIGNIFICACIÓN

Sistema interrelacionado de estructuras y


soportes de significación que configura un
repertorio sensible en una época histórica
dada.

MODO DE SIGNIFICACIÓN

Experiencia de lo sensible o “Sensorium” como


fundamento de un Imaginario histórico-social.

CUADRO Nº 2

17
2.-De la Industria Cultural a
la Híper Industria Cultural

Una manera de caracterizar la actual condición


de la cultura a nivel global, es seguir y radicalizar
la reflexión de Adorno en torno a la Industria
Cultural.12 Este concepto, que desplaza el clásico
diagnóstico de la massculture, posee la virtud de
desnudar el caracter industrial del “régimen de
significación” propio del siglo XX, es decir, su
condición “económico cultural” de producción
seriada de los bienes simbólicos y,
consecuentemente, del imaginario histórico y
social de la época.

Si la “economía cultural” pudo ser descrita por T.


Adorno como una Industria Cultural, fue Walter
Benjamin quien examinó, por primera vez, los
“modos de significación”, introduciendo una
lectura sensible de la modernidad industrial.13 En
efecto, examinando lo que acontece con la obra de

12 Horkheimer, M. Y T. Adorno. La industria cultural in Industria cultural y sociedad de masas.

Caracas. Monte Avila Editores. 1992: 178.

13 Benjamín, Walter. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica in Discursos

Interrumpidos I. Madrid. Taurus Ediciones. 1973: 17 – 59

18
arte, Benjamin puso de relieve cómo los bienes
simbólicos producidos en serie en la era
industrial perdían su valor cultual para adquirir,
en cambio, un ilimitado valor exhibitivo: en suma,
la obra de arte perdía su “aura”. Ello, argumenta,
Walter Benjamin, ha sido posible en virtud de la
“reproducción técnica”. Hagamos notar que el
escrito clásico de Benjamin en torno a este tema
no es una disquisición puramente estética, sino
que se trata de un profundo y sutil escrito
político.

La industrialización es, de hecho, la condición de


posibilidad para la “reproducción técnica” y
aquella conmoción de la tradición, la pérdida del
“aura”. Siguiendo esta línea de pensamiento,
habría que decir que en la actualidad la
“reproducción” de toda suerte de bienes
simbólicos ha devenido “reproducción digital” o
“hiperreproducibilidad digital”, como la llama
Stiegler:“ La tecnología digital permite reproducir
cualquier tipo de dato sin degradación de señal
con unos medios técnicos que se convierten ellos
mismos en bienes ordinarios de gran consumo: la
reproducción digital se convierte en una práctica
social intensa que alimenta las redes mundiales

19
porque es simplemente la condición de
posibilidad del sistema mnemotécnico mundial”14

Así, entonces, la “reproducción técnica” hizo


posible la expansión de la Industria Cultural a
largo del siglo pasado; en la actualidad, la
“hiperreproducibilidad digital” ha creado las
condiciones de posibilidad para una Híper
Industria Cultural de alcance planetario. Como
escribe Stiegler:“La hiperreproducibilidad, que
resulta de la generalización de las tecnologías
numéricas, constituye al mismo tiempo una
hiperindustrialización de la cultura, es decir, una
integración industrial de todas las formas de
actividades humanas en torno a las industrias de
programas, encargadas de promover los
“servicios” que forman la realidad económica
específica de esta época hiperindustrial, en la que
lo que antes era el hecho ya sea de servicios
públicos, de iniciativas económicas
independientes o el hecho de actividades
domésticas es sistemáticamente invertido por ‘el
mercado’”15

Entre las muchas novedades que nos trae esta


híperindustrialización de la cultura, advertimos
cómo lo comunicacional transita desde una

14 Stiegler, B. La técnica y el tiempo. Guipúzcoa. Editorial Hiru Hondarribia. 2004. T3 :355
15 Op.Cit. 356

20
“modalidad Broadcast”, centralizada, hacia una
forma horizontal de redes, la “modalidad
Podcast”, cuyo condición de posibilidad es la
CMC (Véase cuadro nº 3) Notemos, cómo, hoy,
estamos transitando hacia formas de
comunicación hípermasivas o mundiales en que
la imagen ha devenido imagen anóptica, en un
momento en que el sistema retencional terciario16
se desplaza desde una textualidad alfabética
hacia una hípermedial. Por último, observemos
cómo los procesos de personalización, van
sustituyendo la regimentación o uniformidad en
los gustos y en las opciones sexuales, éticas y
políticas.

El nuevo paradigma comunicacional nos obliga a


una reflexión teórico epistemológica que es, al
mismo tiempo, una revisión de las estrategias
metodológicas al uso. La Comunicación Política
no podría ser la excepción. Más allá de los
prejuicios tecnofóbicos y de las promesas
tecnofílicas, se hace indispensable analizar cómo

16 “Las retenciones son lo retenido o recogido por la consciencia. El término proviene de Husserl,

pero las retenciones terciarias son propias de la filosofía de Bernard Stiegler. Las retenciones son
selecciones: en el flujo de la conciencia que uno es, no nos es posible retener todo, lo que retenemos
es lo que somos, pero lo que retenemos depende de aquello que ya hemos retenido. La especie
humana, originalmente protésica, dispone de una tercera memoria, que no es genética ni
epigenética: el medio epifilogenético, como conjunto de retenciones terciarias que configuran
dispositivos retencionales.” Extraído de la entrada “Retención”, en Stiegler, B, y Petit, V:
Pharmacologie du Front national : Suivi du Vocabulaire d’Ars Industrialis. Flammarion, 2013. Obra
aún no traducida al español

21
se emplaza la experiencia de lo político en un
espacio de flujos y conexiones.

La Comunicación Política, en la actualidad, debe


hacerse cargo de una verdadera revolución
semiósica equivalente a la irrupción de la
escritura alfabética hace más de dos milenios.
Las transformaciones económico culturales, así
como en los modos de significación están
reconfigurando no solo el “reparto de lo sensible”
sino, más radicalmente todo el imaginario
histórico social de nuestra época: esto es, los
sujetos de la comunicación, la conformación de
opiniones y las formas de ejercer el “control
social”

CUADRO Nº 3

22
3.- Hípercontrol:
Usuarios y Trending Topics

Usuario : Un nuevo sujeto de la comunicación

Al poner en relación la Comunicación Política y el


espacio virtual, es imprescindible introducir
algunas precisiones; no solo en cuanto
ingresamos a un espacio de flujos y conexiones,
un espacio sin territorio o, si se quiere,
desarraigado; sino y muy especialmente, en
cuanto irrumpe un nuevo sujeto de la
comunicación: el usuario. Si observamos los
modelos clásicos de la comunicación – modelos
logocéntricos o psicogenéticos - , ellos siempre
suponían un sujeto emisor y un sujeto receptor,
que en su forma más obvia era un hablante y un
oyente, cuya memoria no era otra que la memoria
psíquica inmanente al sistema lengua.

23
En un segundo momento, los modelos
“pragmático – formales” o sociogenéticos,
estatuyeron el sujeto de la comunicación como un
actor social, capaz de actuar en una trama de
actos ilocucionarios. Esta vez, la memoria no solo
era de índole psicogenética, es decir, no se apela
tan solo a las competencias lingüísticas sino que
se reclaman competencias histórico-culturales.
La exposición más completa de este punto de
vista teórico lo constituye la Teoría de la Acción
Comunicativa de Jürgen Habermas.17

En la hora actual, nos enfrentamos a la CMC


(Comunicación Mediada por Computador); una
modalidad comunicacional que suma una nueva
forma de memoria, una tecno-memoria. Los
nuevos dispositivos digitales integran una
memoria tecnológica y definen un nuevo sujeto de
la comunicación: el usuario. En los modelos
bipolares logocéntricos se estatuyó un polo
emisor y un polo receptor, hablante y oyente. En
las redes digitales aparece la noción de usuario,
un nuevo ente de razón en los estudios
comunicacionales, en tanto componente
funcional del sistema red, como sostiene Stiegler:
“…como el agua que hace funcionar la fábrica


17 Habermas, J. Teoría de la Acción Comunicativa. Buenos Aires. Editorial Taurus. 1989: Tomos I II
III

24
maremotriz es plurifuncional y está asociada al
funcionamiento de la turbina Guimbal”18

Desde la Comunicación Política, el concepto de


usuario aparece como problemático, pues, en
tanto componente funcional de una red
informacional, se trata de una entidad
desarraigada; esto es, un usuario – por definición
– no está arraigado a un territorio físico, ni a una
clase social… Por ello, nociones clásicas como
ciudadanía o participación ya no pueden ser
pensadas como antaño. De hecho, no se puede
establecer, de buenas a primeras, una
equivalencia entre “participación” e
“interactividad”. Sin embargo, es indudable que
las redes sociales digitales están jugando un
importante papel en los procesos políticos
contemporáneos, sea desde la ciudadanía, sea
desde los gobiernos (e-goverment). Como
sabemos, muchas campañas electorales ya
incorporan los dispositivos digitales en sus
estrategias de comunicación política.

La cuestión es si acaso la irrupción de un nuevo


sujeto de la comunicación, y de la Comunicación
Política, en particular, se comporta como una

18 Stiegler, B. La técnica y el tiempo. Guipúzcoa. Editorial Hiru Hondarribia. 2004. T3 : 358

25
masa o como un público. La experiencia histórica
reciente parece indicar que, en efecto, estamos
ante públicos capaces de forjar una opinión que
se transforma en acciones políticas. En este
punto, nuestra hipótesis apunta a que las nuevas
modalidades comunicacionales de flujos en red
están instilando en los usuarios, nativos digitales,
nuevos patrones de percepción, pensamiento y
acción – habitus - que se oponen a las típicas
estructuras verticalistas, burocráticas y
normativas en que se desenvuelven los actores
políticos. Si pensamos al sujeto “usuario” en su
doble dimensión, como componente funcional de
una red y, al mismo tiempo, como ciudadano en
un espacio político, podremos advertir la
importancia y la profundidad de la mutación en
curso.

Los acontecimientos históricos recientes


parecieran avalar este punto de vista, así, las
protestas estudiantiles en Chile, la llamada
“Primavera Árabe” o el reciente triunfo de Donald
Trump en los Estados Unidos19 Es claro que las
redes sociales digitales están mostrando su

19 Los directos de Trump lograron una audiencia de 119 millones de visualizaciones mientras que

los de Clinton de 31 millones pese a que la demócrata ya hacía uso de Facebook Live en septiembre
y el republicano no empezó hasta octubre. Trump fue más activo en los días decisivos: llegó a emitir
10 directos diarios en la antesala de los comicios, mientras que Clinton solo uno. Y eso se tradujo
en el número de comentarios que propiciaron esas emisiones: 70.000 de media para Clinton por
directo y 150.000 para Trump.
Faus Joan. ¿Tiene Facebook la clave del éxito electoral de Trump?. Diario El País. 8/12/2006

26
capacidad para movilizar a millones de personas
en torno a determinadas causas y que su impacto
es un factor que debe considerarse muy
seriamente.

Público y Masa

Desde la Comunicación Política, resulta de


particular interés el concepto de “Opinión
Pública” al ser contrastado con el de “Trending
Topics”. Habermas aborda, precisamente, la
transformación de la opinión pública, haciendo lo
que llama “Un intento sociológico de
clarificación” 20 Es interesante destacar que
utilizando la dicotomía “público” y “masa”,
establecida por C.W. Mills, ofrece algunos
criterios empíricos para aproximarse a un
concepto de Opinión Pública.

La Opinión Pública es capaz de emerger cuando


un público está suficientemente organizado para
responder, aún frente al sistema de autoridad
prevaleciente. En este sentido, existiría cierta
autonomía en sus comportamientos: ” En un
público... (1) el número de personas que expresa

20 Habermas, J. Historia y crítica de la opinión publica. México. Gustavo Gili. 1986: 268 - 274

27
opiniones es virtualmente igual al número que las
recibe (2) Las comunicaciones públicas están
organizadas de manera que exista una posibilidad
eficaz e inmediata de replicar cualquier opinión
expresada en público . La opinión formada por
una tal discusión (3) se traduce en seguida en
una actuación eficaz aún contra – si fuera
necesario –el sistema de autoridad imperante. Y
(4) las instituciones autorizadas no penetran en el
público, que goza por ello, en mayor o menor
grado, de autonomía en sus actuaciones”21

Por el contrario, la masa sería solo el eco de los


medios, carente de autonomía, una mera suma
de opiniones individuales dispersas: “ En una
masa: (1) El número de personas que expresan
opiniones en mucho menor que el que las recibe;
la comunidad de públicos se convierte en un
conjunto abstracto de individuos que reciben
impresiones de los medios de comunicación de
masas. (2)La comunicación imperante está
organizada de tal modo que es difícil o imposible
para el individuo replicar inmediatamente o con
alguna eficacia. (3) La transformación de la
opinón en actuación está controlada por las
autoridades que organizan y controlan los
canales de esa actuación. (4) La masa no goza de

21 Mills, Ch. The Power Elite citado por Habermas. Op. Cit.273

28
autonomía frente a las instituciones; antes al
contrario, agentes de las instituciones
autorizadas, penetran en esa masa, eliminando
cualquier autonomía que pudiera existir en la
formación de opinión mediante la discusión...”22

Si examinamos los cuatro criterios establecidos


por Mills para la emergencia de una Opinión
Pública, con respecto a las opiniones vertidas en
redes digitales; pareciera, a primera vista , que
se cumplen los requisitos que reclama lo público.

En efecto, en los “Trending Topics”, se produce el


fenómeno de que la cantidad de personas que
emite opinión es igual al número de personas que
las recibe. El “tema del momento” resulta de
aquellos términos o palabras más repetidas en un
momento determinado en una red social. Si
entendemos una red social como una red
conversacional, entonces, un término emitido y
comentado cumple con el primer criterio, pues se
eleva la densidad de red respecto a un tema.

El diseño y la arquitectura de una red social


garantiza, en principio, que cualquier usuario
posee la posibilidad de replicar de manera eficaz e
inmediata ante cualquier opinión expresada en la

22 Ibidém

29
red. Este punto es importante, pues implica una
cierta forma de participación y de creación de
parte de los usuarios, demintiendo con ello un
estado puramente pasivo. De suerte que las redes
cumpirían con el segundo criterio de Mills.

El tercer y cuarto criterio resultan cruciales a la


hora de ponderar la importancia de las redes
sociales en la conformación de opiniones.
Observemos que el tercer criterio nos dice que
una cierta opinión formada se traduce en acción,
aún contra un sistema de autoridad imperante y
el cuarto, nos aclara que, en definitiva, las
instituciones no penetran el pùblico, y en este
sentido, sus actuaciones gozarían de cierto grado
de autonomía. Bastaría pensar en WikiLeaks 23 ,
para consentir que, efectivamente, las redes
poseen cierta autonomía respecto de los poderes
institucionales y que, en muchas ocasiones,
impelen a la acción. Observemos las protestas
estudiantiles en Chile o el uso político de redes
sociales en los recientes procesos electorales,
especialmente, en los Estados Unidos.

23 WikiLeaks nos deja varias lecciones. La primera es que, a veces, basta la figura de un individuo

para denunciar los atropellos a los ciudadanos. Las figuras emblemáticas de Assange y Snowden no
solo nos alertan frente a lo que está sucediendo sino que testimonian que más allá de la High Tech
está todavía la conciencia humana, capaz de revertir, aunque sea muy parcialmente, el abuso de los
poderosos. Lo que está aconteciendo nos prepara para el futuro que se está fraguando, una
“democracia” convertida en espectáculo por una Hiper Industria Cultural cuyo único fundamento
no es otro que la performance estadística de índices y cifras.

30
En suma, si nos atenemos a los criterios
propuestos por Jürgen Habermas respecto a la
Opinión Pública, podemos colegir que las redes
sociales extienden lo público hacia el espacio de
lo virtual y, en un sentido muy concreto, estas
redes han demostrado ser capaces de multiplicar
exponencialmente opiniones organizadas en red,
viralizando réplicas de usuarios de un modo
eficaz e inmediato, formando opiniones que se
traducen en actuaciones o comportamientos
políticos, aún contra la autoridad, de manera
relativamente autónoma. (Véase cuadro nº 4)

CUADRO Nº 4

31
Hípercontrol y Proletarización

La noción de Hípercontrol ha sido propuesta por


Bernard Stiegler, siguiendo la línea de
pensamiento inaugurado por Félix Guatari,
Deleuze y Derrida, entre otros. La hipótesis de
Stiegler recoge el concepto de “proletarización”, en
el sentido de Gilbert Simondon, en cuanto
servidumbre y pérdida; de suerte que las
sociedades híperindustriales estarían
radicalizando un proceso de proletarización
global: “Las sociedades hiperindustriales que
crecen sobre las ruinas de democracias
industriales conducen a la proletarización total:
después de la pérdida del saber-hacer en el siglo
XIX de la mano del maquinismo industrial, luego
de la pérdida del saber-vivir en el siglo XX a
causa de los medios de masas, el siglo XXI trae la
pérdida de los saberes teóricos, de la mano del
cálculo intensivo y correlacionista: con la
automatización integral que posibilita la
tecnología digital, los frutos más sublimados de la
idealización y de la identificación, que son las
teorías, se consideran obsoletos –y con ellas,
incluso el método científico”24(Véase cuadro nº 5)

24 Stiegler, B. Ars e invenciones organológicas en las sociedades de hipercontrol. NOMBRES. Revista

de Filosofía. Córdoba. Argentina. Año XXII, Nº 28. Noviembre 2014: 147

32
Si la proletarización del trabajo – la industria -
está anclada a la subsistencia y la proletarización
de la sensibilidad al condicionamiento de la
existencia, las redes sociales digitales estarían
proletarizando, ni más ni menos, la racionalidad
misma: “La proletarización de los gestos del
trabajo como obra [ouvrage] es la proletarización
de las condiciones de subsistencia del trabajador.
La proletarización de las sensibilidades y de la
relación social –que es reemplazada por el
condicionamiento- es la proletarización de las
condiciones de existencia del ciudadano. La
proletarización de los espíritus como facultades
noéticas de teorización, y en ese sentido de
deliberación, es la proletarización de las
condiciones de consistencia de la vida del espíritu
racional en general y de la vida científica en
particular (incluidas las ciencias del hombre y de
la sociedad) –por la cual la racionalidad deviene lo
que Adorno describe como racionalización”25

La proletarización total que plantea Stiegler, sería


un proceso entrópico cuyo horizonte no es sino la
des-integración psíquica y social: “… el problema
es que el devenir que conduce a ese estado de la
proletarización es intrínsecamente entrópico:
agota los recursos que explota –en este caso, los

25 Ibidém.

33
individuos psíquicos y los individuos colectivos:
en el estricto sentido del término, los conduce al
estado de su des- integración”26

La des-integración contemporánea, respondería al


desarrollo de dos vectores, la comunicación y el
consumo; las redes digitales y las sociedades de
consumo han cumplido una función deletérea
respecto al psiquísmo individual y colectivo, como
apunta Stiegler: “La des-integración de los
individuos psíquicos y de los individuos colectivos
comenzó con la explotación de las pulsiones
cuando, una vez que la deseconomía libidinal
consumista destruyó los procesos de idealización
e identificación sometiendo todas las
singularidades a la calculabilidad… el marketing
se vio obligado a apelar y a explotar directamente
las pulsiones – a falta de poder captar deseos que
no existían más porque todos sus objetos,
devenidos comodities, no consistían más”27

Si aceptamos la tesis de Stiegler, las sociedades


hiperindustriales se estarían alejando del control
disciplinario, aproximándose a formas de
sociedades de hípercontrol en que la
automatización y la modulación, cortocircuitan la
capacidad de crítica y deliberación, mediante los

26 Stiegler. Op.Cit. 154
27 Ibidém

34
sistemas de retención terciarios digitales,
verdadero “operador contemporáneo de la
proletarización” De esta manera, según Bernard
Stiegler: “En el presente, la sociedad automática
intenta canalizar y controlar esos peligrosos
automatismos que son las pulsiones
sometiéndolas a nuevos dispositivos retencionales
automáticos, que capturan esos automatismos
pulsionales superándolos: formalizados por las
matemáticas aplicadas y concretizados por los
algoritmos de captación y de explotación de las
trazas generadas por los comportamientos
individuales y colectivos, los automatismos
interactivos reticulares son dispositivos de
captura de expresiones comportamentales”28

Las redes sociales serían, entonces, el canal para


estandarizar los comportamientos y expresiones,
constituyendo ya no un público, como diría Mills,
sino una masa. En palabras de Stiegler “En la
sociedad automática, las llamadas redes
“sociales” digitales canalizan esas expresiones
sometiéndolas a protocolos obligatorios a los
cuales se pliegan los individuos psíquicos porque
son atraídos y capturados por lo que llamamos el
efecto de red que, con el social networking,
deviene un efecto automáticamente gregario, es

28 Ibidém

35
decir, altamente mimético – y que constituye una
nueva forma de masa convencional en el sentido
que Freud le daba a esta expresión”29

Bernard Stiegler llega a concluir que los nuevos


dispositivos digitales resultan ser una técnica de
Hípercontrol, una modulación automatizada,
mediada por el “Big Data”, y en consecuencia, un
poderoso factor de desintegración social. 30 En
este sentido, las redes sociales digitales serían un
“pharmakon”, un mero simulacro de relaciones
sociales que conduciría a una suerte de
“governamentalidad algorítmica”: “El estado de
hecho hiperindustrial conlleva lo que Deleuze
llamó sociedades de control, fundadas sobre la
modulación de los medios de masas, en la etapa
de hipercontrol generado por los datos personales
auto- producidos, auto-captados y auto-
publicados por las personas mismas –
deliberadamente o no- y explotados por el cálculo
intensivo sobre esos datos masivos. Esta

29Op.Cit. 155
30 Por el efecto de red, por las masas convencionales que este permite crear, (mil millones de
individuos psíquicos en Facebook), y por el crowd- sourcing que este permite implementar, en
particular a través de los big data, es posible: suscitar la producción y la autocaptación, por parte
de los individuos, de retenciones terciarias llamadas personnal data, que espacializan sus
temporalidades psicosociales, poniendo en relación esos “datos personales” a la velocidad de la luz,
intervenir en los procesos de transindividuación que se traman entre ellos a través de circuitos
diseñados automáticamente y performativamente, por esos circuitos, y por las retenciones
secundarias colectivas que en ellos se crean automáticamente, y ya no transindividualmente,
intervenir recíprocamente y de manera casi inmediata en las retenciones secundarias psíquicas, es
decir también en las protensiones, las expectativas, y final- mente en los comportamientos
personales: teleguiar uno por uno a los miembros de la red –lo que llamamos personalización- se
vuelve posible. Op.Cit. 156

36
modulación automatizada instala lo que Thomas
Berns y Antoinette Rouvroy han llamado una
governamentalidad algorítmica”31

Las ideas expuestas por Stiegler en toda su


radicalidad, nos obligan a volver sobre la
dicotomía de Mills con más precaución. Si bien
las redes sociales digitales parecen satisfacer los
cuatro criterios fundamentales de Mills para
estatuir lo público, es decir, número, posibilidad
de réplica, acción y autonomía; esto no garantiza
que la formación de opinión escape a formas de
proletarización o modulación automatizada. En
definitiva, la autonomía respecto de las
instituciones autorizadas IRL (in Real Life) no
significa autonomía respecto de los parámetros,
protocolos y formatos inherentes a una red social
digital.

Esto plantea un desafío mayúsculo para el futuro


inmediato de los estudios en Comunicación
Política. Si como todo está indicando, el Ágora se
ha extendido al espacio de flujos y conexiones,
surge la interrogante sobre las nuevas
modalidades que adquiere la Comunicación
Política en red y las implicancias en los
comportamientos políticos en la vida Off Line.

31 Op.Cit.158

37
CUADRO Nº 5

38
4.- Público, Masa y Redes

Una de las paradojas que las sociotecnologías


plantean a la Comunicación Política, radica en
que al observar las llamadas redes sociales, y
dependiendo de ciertas “circunstancias”, éstas
parecen comportarse – a veces – como una masa
y otras como un público. Esto nos obliga a un
ejercicio de imaginación teórica para delimitar
esta “anomalía” socio-comunicacional.

Lo primero que debemos considerar es la


distancia que se puede establecer entre las
estructuras sociales y las redes de flujos y
conexiones. Nos parece que la paradoja que
plantean las redes sociales nace de la diferencia
entre los conceptos de “estructura” y “flujo”
Conviene tener presente una clara advertencia
que hace Scott Lash: “En contraste con otros
análisis... Bell (1973),Touraine (1974) y Castells
(1996), creo que debemos entender la Sociedad de
la Información concentrándonos en las

39
cualidades primarias de la propia información”32
Así, pues, al oponer la noción de “estructura” y
“flujo”, queremos caracterizar, precisamente, dos
momentos históricos que atañen directamente a
la Comunicación Política. Tales cualidades
primarias de la información las resume Lash:“Las
cualidades primarias de la información son el
flujo, el desarraigo, la compresión espacial y
temporal y las relaciones en tiempo real. En este
sentido, no excluyente pero sí fundamental,
vivimos en una era de la información” 33 Como
sabemos, las redes sociales digitales son, al
mismo tiempo, redes informacionales. Por tanto,
muchos de los fenómenos y “anomalías” que
observamos en ellas, como muy bien sostiene
Lash, se derivan de las cualidades primarias de la
información misma.

Desde el punto de vista de la Comunicación


Política, el tránsito desde estructuras sociales
nítidas y, relativamente estables, hacia redes
sociales digitales, es decir, hacia una realidad de
flujos informacionales fluctuantes, nos obliga a
revisar muchos de nuestros supuestos. Por de
pronto, pareciera que la distinción entre una
masa y un público tiende a desdibujarse. Los
usuarios de una red social se comportan, a veces,

32 Lash, S. Crítica de la Información. Buenos Aires. Amorrortu Editores. 2005: 22
33 Ibidém

40
como una masa - red, y otras veces, se conforman
un público - red. Diríase que el comportamiento
de los usuarios de una red es de caracter
ondulatorio, inestable y muy difícil de predecir.
(Véase cuadro nº 6)

CUADRO Nº 6

Hagamos notar que en los últimos años, las


encuestas han perdido confiabilidad, pensemos
en el Brexit, por ejemplo. Llama la atención que
instrumentos perfectamente calibrados con un
margen de error mínimo, se distancien de los
resultados en rangos que van del cinco al diez por
ciento. A nuestro entender, no se trata de un
defecto metodológico ni a falla de los
instrumentos utilizados. Más bien, pensamos que

41
tales herramientas son absolutamente
pertinentes para estructuras, relativamente
estables, y no para un sustrato de flujos en red
en que se desenvuelven las relaciones sociales
débiles, cuyo caracter ondulatorio torna muy
complejas las predicciones, más próximas a la
meteorología que a las ciencias exactas. Las redes
tienden a comportarse de acuerdo a leyes
probabilísticas y bajo ciertas “circunstancias”,
una masa se convierte en un público.

En una sociedad de la información, se impone la


lógica informacional al mismo tiempo que se
debilita la Ideologiekritik. Esta crisis de los
metarrelatos, se traduce en las redes
informacionales, en redes conversacionales, en
que cada nodo usuario se expresa aleatoriamente
en el ámbito de un cierto “sentido común”. Los
grandes relatos se han pulverizado en infinitas
opiniones individuales que se asemeja a una red-
masa susceptible, en principio, de ser penetrada
por agentes institucionales. Pero, en tanto red de
flujos fluctuantes, la red-masa puede devenir una
red-público; esto se puede graficar como un
aumento en la densidad en zonas oscuras de una
red, donde se acrecienta el número de links y de
usuarios. (Véase cuadro nº 7)

42
CUADRO Nº 7

Las “circunstancias” que transforman a una red-


masa en una red-público, corresponden a
determinado tipo de información cuyo origen, y es
lo habitual, corresponde a una regularidad de
datos de la realidad, un “Contexto”; es decir, una
interpretación dada de acontecimientos políticos –
una isotopía - en el seno de una sociedad
histórica. Notemos que no existe un lazo lógico
que garantice un criterio de “verdad” entre la
interpretación y los datos utilizados para
construirla.

De hecho, la información que hizo posible el éxito


del Brexit o el triunfo de Donald Trump, está

43
plagada de “fake news”, falacias e invenciones.
Aclaremos, Las redes, en tanto lazos sociales
débiles, extienden el Ágora, como espacio
agonístico, al cíberespacio. En este sentido, el
espacio de flujos y conexiones es, de suyo, un
espacio donde se confrontan actores sociales y
políticos. Las redes no son un espacio neutro ni,
mucho menos, apolítico. Por el contrario,
individuos, movimientos, partidos y gobiernos
escenifican en Internet sus particulares
orientaciones e intereses. Términos tales como
Cíberataque, Cíberguerra, no son, en absoluto,
ajenos a la red y constituyen una de las
preocupaciones de diversos gobiernos. 34 El
espacio virtual es, en estricto rigor, un espacio
político y, en tanto tal, objeto privilegiado de la
Comunicación Política

En este primer caso, los “Contextos”, constituyen


la primera componente exógena de una cadena -
capaz de transformar una red-masa en una red-
público - en que los acontecimientos funcionan
como “Estímulos” para constituir “Datos”,


34 El affaire WikiLeaks protagonizado por Julian Assange, y más recientemente, el caso de Edward

Snowden, están confirmando nuestras sospechas: Internet, que nació como una estrategia de índole
militar (ARPANET), nunca ha dejado de serlo. Las denuncias parecen confirmar que las agencias de
inteligencia de los Estados Unidos con la participación de grandes empresas de servicios vigilan a
millones de ciudadanos en todo el mundo, invadiendo su privacidad. Esta nueva forma de espionaje
se extiende a numerosos gobiernos e instituciones oficiales alrededor del planeta tierra.

44
“Información”, “Conocimiento” y, eventualmente,
“Opinión” y “Acción” (Véase cuadro nº 8)

CUADRO Nº 8

Existe, no obstante, un segundo caso posible, en


que la componente que desata la alquimia de
masa-red a público-red es puramente endógena.
En este caso, y por descabellado que pudiera
parecer, los “Estímulos” no se verifican en lo
“real” sino que se trata de pura información;
llamaremos a estos “constructos informacionales”
“Transcontextos”. La información construida en la
red puede convertirse en el “Estímulo” que puede
desencadenar “Opinión” y “Acción”, prescindiendo
de toda relación con los “Datos” y con lo “real”:

45
irrumpe un “Régimen de Posverdad”, ya no la
contrastación empírica sino la primacía de
creencias y emociones.

En la hora actual, la mnemotecnologías de


alcance planetario constituyen la condición de
posibilidad para que los constructos
informacionales sean capaces de desplazar los
relatos ideológicos. Tales “constructos” se nos
presentan como “Transmedia storytelling”, un tipo
de relato que apela múltiples medios y
plataformas; en el que los usuarios toman un
papel activo en su difusión. Los usuarios de una
red comparten desde breves vídeos a memes en
torno a un tema determinado. A diferencia del
discurso ideológico, inevitablemente normativo y
contextual; la narrativa transmedia despliega el
testimonio, el humor, la denuncia, construyendo
un Transcontexto.

La Comunicación Política, en una sociedad de


redes y flujos, en que la Información ha devenido
relato transmedia y la cultura toda ha adquirido
una dimensión psicomórfica donde prima la
subjetividad modulada, debe ser repensada en
sus fundamentos teórico – epistemológicos y en
sus aspectos metodológicos. Se trata, que duda

46
cabe, de una tarea portentosa y, sin embargo,
imprescindible.

En tanto Comunicación Estratégica, la


Comunicación Política, se ha entendido en
función del “éxito”35 y su pretensión de validez ha
sido la “eficacia”. Para ello se dispuso de todo un
arsenal teórico y metodológico para auscultar y
orientar los comportamientos políticos de una
sociedad histórica. Las redes sociales digitales
extienden el Ágora a un espacio de flujos y
conexiones, transformando radicalmente los
sujetos de la comunicación, la conformación de
opiniones (y acciones) y, las formas de control
social.

El mundo virtual no es, en absoluto, un mundo


otro. Si bien lo “real” y lo “virtual” constituyen dos
ámbitos diferenciados, existe una clara relación
entre ellos. Diríase que la frontera entre lo “real” y
lo “virtual” es una delgada membrana permeable.
Por ello, la relación entre ambos espacios puede
caracterizarse como una doble implicancia, esto
es: los acontecimientos de lo “real” generan
disputas simbólicas en el ámbito de lo “virtual”; y

35 Estamos utilizando la noción propuesta por Habermas: “El éxito viene definido como la

efectuación en el mundo del estado de cosas deseado que en una situación dada puede ser
generado causalmente mediante acción y omisión calculadas”
J. Habermas. Op. Cit., T.I., p. 366.

47
a la inversa, lo que acontece en el espacio virtual
“cataliza” eventos en la realidad.

La catalisis de lo “real” quiere significar, en


definitiva, que los “constructos informacionales”
pueden devenir “Acciones” muy concretas en el
decurso histórico de una sociedad. Si, como
hemos señalado, una masa-red puede
transformarse en un público-red; esto quiere
decir que un “usuario” puede convertirse en un
“agente” de cambio político.

En este estricto sentido, las tecno – memorias


hacen posible una nueva experiencia de lo
político y de lo histórico. La llamada “compresión
espacio-temporal” no hace sino dibujar desde un
Ahora, todos aquellos “presentes diferidos”, ese
“Otrora” que se resignifica una y otra vez en cada
vídeo documental, en cada página digital, en el
infinito registro de conversaciones.

48
5.- Crítica y Metáforas Líquidas

La cultura contemporánea ha sido caracterizada


apelando a muchas denominaciones, así,
términos como Posmodernidad,
Hípermodernidad, entre muchos. En todos ellas
se establece una oposición epistemológica entre lo
rígido y lo flexible. Gilles Lipovetsky, por ejemplo,
propone el término “Hípermodernidad” para
enfatizar la continuidad de los supuestos de la
Modernidad, más que de las rupturas o
discontinuidades: “ Tout se passe comme si l’on
était passé de l’ère “post” à l’ère “hyper”. Une
nouvelle société de modernité voit le jour. Il ne
s’agit plus de sortir du monde de la tradition pour
accéder à la rationalité moderne mais de
moderniser la modernité elle-même, rationaliser
la rationalisation, c’est-à-dire, de fait, détruire les
« archaïsmes » et les routines bureaucratiques,
mettre fin aux rigidités institutionnelles et aux
entraves protectionnistes, délocaliser,
privatiser”36

36Lipovetsky, G. Les temps hypermodernes. Paris. Grasset. 2004 : 78

49
De hecho, una de las metáforas37 más nítidas a
este respecto es la que propone Zygmunt
Bauman, en el sentido de entender el estado
actual de la modernidad como una modernidad
líquida: “Uso aquí el término “modernidad
líquida” para la forma actual de la condición
moderna, que otros autores denominan
“posmodernidad”, “modernidad tardía”, “segunda”
o “híper” modernidad. Esta modernidad se vuelve
“líquida” en el transcurso de una “modernización”
obsesiva y compulsiva que se propulsa e
intensifica a sí misma, como resultado de la cual,
a la manera del líquido –de ahí la elección del
término–, ninguna de las etapas consecutivas de
la vida social puede mantener su forma durante
un tiempo prolongado” 38 Existe, a nuestro
entender, una clara relación entre la irrupción de
las tecnologías digitales y este tránsito histórico -
cultural de estructuras a flujos. Las sociedades
comienzan a organizarse y a funcionar, siguiendo
las características de los flujos informacionales
Esta idea ha sido expuesta por el mismo
Bauman, cuando subraya: "Cuando una cantidad
cada vez más grande de información se distribuye

37 “Las metáforas parecen florecer cuando los modos de ser, actuar, pensar y fabular más o menos

sedimentados se sienten conmovidos” Ianni, O. Teorías de la globalización. México. Siglo XXI


Editores.1996:4

38 Bauman, Z. La cultura en el mundo de la modernidad líquida. México: FCE. 2013:

50
a una velocidad cada vez más alta, la creación de
secuencias narrativas, ordenadas y progresivas,
se hace paulatinamente más dificultosa. La
fragmentación amenaza con devenir hegemónica.
Y esto tiene consecuencias en el modo en que nos
relacionamos con el conocimiento, con el trabajo
y con el estilo de vida en un sentido amplio"39 El
hecho de que una Sociedad de la Información se
organiza sobre las propiedades inmanentes a las
redes informacionales significa que cualidades
como flujo, desterritorialización o compresión
espacio-temporal, serán los atributos propios de
una sociedad tal.40
Al intentar pensar la crítica - el pensamiento
crítico - en el seno de una sociedad de flujos
surgen una serie de interrogantes nada fáciles de
contestar. Scott Lash nos propone, en toda su
radicalidad, la cuestión cuando señala: ”…la
teoría crítica solía entenderse sobre todo como
Ideologiekritik: una teoría crítica ampliada para
abarcar a Adorno, Habermas y el marxismo. Pero
¿qué pasa en una era en la cual el poder
simbólico ya no es ideológico, esto es, ya no toma
las formas de los sistemas de ideas que
constituyen las ideologías? ¿Qué pasa cuando el

39 Bauman, Z. Sobre la educación en un mundo líquido: Conversaciones con Ricardo Mazzeo.

Madrid. Paidós Ibérica. 2013

40 Véase a este respecto:


Lash, S. Crítica de la Información. Buenos Aires. Amorrortu Editores. 2005: 22

51
poder simbólico, en cambio, es principalmente
informacional?”41
Las tecnologías digitales inauguran el llamado
espacio virtual, un espacio “líquido” de flujos y
conexiones. Para muchos teóricos de la cultura,
este hecho es radical, pues nos obliga a
replantear la noción y la posibilidad misma de
una “crítica” Entre otros muchos, Fredric
Jameson advierte este problema cuando escribe:“
Parece posible que, en una situación de flujo total
donde los contenidos de la pantalla manan sin
cesar ante nosotros...lo que solía llamarse
‘distancia crítica’ se haya quedado obsoleto”42 En
una sociedad que se organiza, cada vez más,
como Sociedad de la Información, esto es, en un
espacio de flujos, se produce una exclusión
estructural de la memoria y la distancia crítica.
Durante siglos, tanto el Poder como sus
antagonistas reconocieron en la lecto-escritura el
“lenguaje de equivalencia” portador de sus
argumentos. El discurso del poder – o de sus
detractores - se organizó como un sistema
razonado de ideas, una ideología explícita o
implícita que tomó la forma de un relato o
metarrelato. Tales narraciones estatuían los

41 Op. Cit 21
42 Jameson, Fredric. Teoría de la postmodernidad. Madrid. Editorial Trotta. 1996: 101

52
sujetos de la acción, sus metas, así como los
“amigos” y “enemigos” en una gesta histórica o
trascendente. Un relato ideológico dotaba de
sentido y legitimaba la acción e instalaba un
tiempo diferido como Utopía. Una ideología era
una Weltanschauung, una visión de mundo,
holística y compartida por los prosélitos que re-
presentaba su sentido existencial, histórico y
absoluto.
En la actualidad, la idea misma de “Revolución”43
ha sido relegada al escaparate del “marketing
político”; los grandes relatos emancipadores, en
tanto sistemas portadores de ideas, se
encuentran devaluados, arrastrando al descrédito
a cualquier discurso político. 44 Esta cuestión
adquiere especial relevancia en América Latina,
no solo como una disquisición teórica sino como
un problema político muy concreto.

43 Lo cierto es que la idea de una revolución -al menos entendida como una brusca ruptura en la

trama del tiempo, una discontinuidad entre un antes y un después, la afirmación de un orden
radicalmente distinto- ha retrocedido incluso en los grupos más radicales de Occidente, que ya no
la ven en un horizonte cercano como condición de posibilidad sino como un recuerdo lejano. En
una especie de lifting semántico, la carga política y social de la palabra perdió terreno ante la
estampida de desarrollos científicos y tecnológicos que se adueñaron de ella como vehículo para
seducirnos con "lo último". De pertenecer al sindicato de palabras que exigen una reverencia,
ponerse de pie, tratarlas de "usted" -como "Verdad", "Estado", "Historia"-, la revolución pasó a ser
un recurso más del marketing. "Los grandes valores del modernismo están agotados. La revolución,
el progreso, el futuro, el espacio ya no entusiasman a nadie -diagnosticaba ya a comienzos de los
años 80 el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky: “En los países occidentales desarrollados, la
era revolucionaria ha concluido, la lucha de clases se ha institucionalizado, ya no es portadora de una
discontinuidad histórica. La sociedad posmoderna no tiene ningún proyecto histórico movilizador.
Estamos ya regidos por el vacío, un vacío que no comporta, sin embargo, ni tragedia ni apocalipsis."
Kucso. F. La Nación. Buenos Aires. 04.12.16

44 Para una discusión tan amplia como contemporánea de estos tópicos, véase:
Castells, M. Comunicación y Poder. Madrid. Alianza Editorial. 2009

53
Hacemos nuestra la hipótesis central de Lash,
compartida por otros pensadores, en cuanto a
que la debacle de la Ideologiekritik, está en directa
relación con el advenimiento de una Sociedad de
la Información, lo cual significa, entre otras
cosas, la aparición de un nuevo “lenguaje de
equivalencia” que arrastra a nuestras sociedades
desde aquello que Àngel Rama llamó la Ciudad
Letrada hacia una inédita Ciudad Virtual;
desplazando la noción de representación por la de
presentación.
Si la Sociedad de la Información es un estadio
inherente al tardocapitalismo global en que
estamos sumidos, no podemos olvidar que el
diseño socio-cultural en que se verifica este
fenómeno no es otro que las llamadas Sociedades
de Consumidores. De suerte que, la
Comunicación y el Consumo constituyen los dos
vectores fundamentales que se nos imponen para
analizar y reflexionar sobre el ejercicio del
pensamiento crítico actual.

54
6.- Giro lingüístico:
Giro informacional

Scott Lash, argumenta que las tradiciones del


pensamiento crítico, tanto en su modalidad
dialéctica alemana (de Marx y Hegel hasta
Habermas), como en su modalidad aporética (todo
el posestructuralismo francés) se basan en un
“dualismo” anclado a los dos tipos de razón
kantiana. La cuestión fundamental para Lash es
que, siendo ambas formas de crítica legítimas,
ambas apelan, en última instancia, a una esfera
de “trascendencia”: “Pero en la medida en que
tenemos un ámbito trascendental de pensamiento
y ese ámbito se identifica con la verdad, el ser, lo
primordial y cosas similares (y esto vale para
Heidegger como para Marx, para Gadamer como
para Habermas), aún nos encontramos en el
reino de la Ideologiekritik” 45 De acuerdo a la
línea de pensamiento planteada por Lash, en una
Sociedad de la Información, toda la cultura y el
pensamiento es “barrido al plano general de la

45 Lash. Op. Cit. 33

55
inmanencia”: “En la era de la información, la
experiencia cultural se aparta de los dualismos
trascendentales anteriormente existentes del
lector y el libro, el concierto y el auditorio, la
pintura y el espectador. La cultura se desplaza a
un plano inmanente de actores asociados o
conectados en interfaz por máquinas”46
Hagamos notar que, según nuestro autor, el
modelo informacional no ha sido establecido por
la computación sino por los llamados Medios de
Comunicación de Masas, escribe Lash: “De
manera interesante y paradójica, Second Media
Age, de Mark Poster (1995), argumenta que la
primera era mediática ya estableció el modelo
básico de los medios para la ‘segunda edad
mediática’. No sería necesario, por lo tanto, dar
este último nombre a la era contemporánea, sino
considerar a esta únicamente como la época en la
cual el principio de información establecido por
los medios masivos vigentes desde hace un siglo
llegó a ser predominante. Hace mucho que hay
medios de masas, pero la edad mediática solo se
establece con la convergencia de los medios, la
computación y las telecomunicaciones”47
Desde otro punto de vista, habría que consentir

46 Ibíd.
47 Op. Cit. 120

56
con Lash en el sentido de que un modelo
instaurado por la Industria Cultural ha devenido,
hoy por hoy, Híper Industria Cultural, como
hegemonía plena del sistema tecno-industrial a
nivel planetario. Esta constatación lleva a Scott
Lash a plantear una Teoría Mediática como
estrategia de pensamiento crítico para dar cuenta
de lo cultural y lo social en nuestros días: “Si la
crítica ya no puede ser trascendental sino
inmanente al orden de la información, la crítica
de la información se convierte cada vez más en
teoría mediática” 48 De suerte que una Sociedad
de la Información debe ser entendida
teóricamente como una “Sociedad Mediática”,
pues, en definitiva:”/la teoría mediática/ es la
forma paradigmática de pensamiento en la
sociedad global de la información de nuestros
días. Los medios…proporcionan el modelo y
establecen el paradigma de la información en el
mundo de hoy” 49 La implicancia inmediata de
este estado de informacionalización generalizado
es la desestabilización epistemológica de los
estudios comunicacionales y, más extensamente,
de todas las ciencias sociales: “…la ‘teoría
mediática’ surge cuando el principio de la
información, que es asimismo…el de los ‘medios’,
alcanza una posición tan predominante que

48 Op.Cit. 119
49 Ibíd.

57
también devora el reino de la teoría”50 Para poner
en perspectiva el alcance de su propuesta, nos
advierte: “Es menester advertir otra vez que no
digo que la teoría social y cultural deba referirse
de manera creciente a los medios o concentrarse
en estos como objeto de investigación. Sostengo,
en cambio, que la teoría pertenecerá cada vez
más al mismo género que la información y los
medios”51
En este punto nos parece que esta idea es muy
próxima y afín a aquella planteada por Bernard
Stiegler en cuanto al “fin de la teoría”, cuando
escribe: “Si,… los big data anuncian el “fin de la
teoría” -considerando que la tecnología de los big
data que designa lo que llamamos también high
performance computing, o cálculo intensivo sobre
datos masivos, implica el procesamiento de datos
que las retenciones terciarias digitales
constituyen en tiempo real (a la velocidad de la
luz) a escalas globales de muchas centenas de
miles de millones de data, y a través de
dispositivos de captura implantados en todo el
planeta en casi todos los dispositivos relacionales
que constituyen una sociedad-, es porque las
retenciones terciarias digitales y los algoritmos
que permiten tanto producirlas como explotarlas

50 Op. Cit. 136
51 Op. Cit. 120

58
hacen posible el corto- circuito de la razón como
facultad sintética superada por el entendimiento
como facultad analítica automatizada”52
Si entendemos la noción de “dato” como
diferencias discernibles en los estados del mundo
e “información” como ciertas regularidades
significativas en un conjunto de datos, es claro
que todo ello no alcanza a dar cuenta del
complejo proceso que podemos llamar
“conocimiento” En este sentido, el “corto-circuito”
al que alude Stiegler se impone como la brutal
facticidad que impone un sistema informacional
globalizado; como escribe Lash: “ Los diarios y
otros medios informacionales nos hacen creer lo
que dicen no por la argumentación lógica sino
por la facticidad en bruto de sus mensajes”53 En
toda su radicalidad, la información no se nos
impone ni como “valor de uso” que remite a un
pasado, ni como “valor de cambio” que remite a
un futuro sino que como un “valor de signo” que
se resuelve en su efímera instantaneidad. Ya no
la re-presentación sino la mera presentación.
Como concluye nuestro autor: “La teoría
mediática no se ocupa de los medios ‘auráticos’ ni
de las representaciones de larga duración, sino
principalmente de los medios cuyo contenido es

52 Stiegler, B. Ars e invenciones organológicas en las sociedades de hipercontrol. NOMBRES. Revista

de Filosofía. Córdoba. Argentina. Año XXII, Nº 28. Noviembre 2014: 151


53 Lash. Op. Cit. 133

59
informacion o mensajes; se ocupa, entonces, de
presentaciones de corta duración” 54
En una línea muy próxima, Guillermo Orozco nos
ofrece el siguiente diagnóstico sobre las
comunicaciones en la hora presente: ““Lo que nos
parece que está pasando ante el fenómeno de las
sociedades red, con ese intenso flujo informativo
en distintos sentidos, es que “el significado” ya no
alcanza para explicar muchos de los procesos
comunicativos. Estos ya no solo dependen del
intercambio o negociación del significado. Hay
otros elementos no semióticos, como la
materialidad y la presencia de los dispositivos
comunicativos (Gumprecht) o la intensidad del
flujo de comunicación multisentido que provoca
sensaciones y experiencia instantánea (Gittiln)
sin memoria y por tanto sin trascendencia (como
la febril expectación que produce ver un partido
de fútbol en la pantalla), que son los elementos
que acaban perfilando las interacciones con las
pantallas y sus ofertas de contenido. Como
argumenta el filósofo Steven Johnson al referirse
a los videojuegos, hay algunos donde todo gira
alrededor de la acción (violenta) pero el sentido de
la violencia es secundario, ya que la violencia es
solo el pretexto para que la acción se pueda dar,


54 Op. Cit. 134

60
se sostenga y exista juego”55
Una “Teoría Mediática”, entonces, no consiste,
como nos advierte Lash, en ocuparse de los
medios como objetos de investigación. Se trata
más bien de que los estudios sociales y culturales
incorporen aquellas cualidades inmanentes y
específicas de la información y los medios para
dar cuenta de los fenómenos propios de sus
ámbitos de estudio. Si durante el siglo veinte se
verificó un “giro lingüístico” en las ciencias
sociales, en la actualidad asistimos a una suerte
de “giro informacional” destinado a introducir un
“salto epistemológico” de envergadura en todas
las ciencias sociales, en general, y en el
pensamiento crítico, en particular. De este modo,
por ejemplo, una investigación en el dominio de la
Comunicación Política, no podría desentenderse
de una Etnografía Virtual o de un Análisis de
Redes Sociales, como estrategias para explicar el
comportamiento ondulatorio – masa y público -
de los llamados “enjambres digitales” Este
fenómeno significa, a nuestro entender, integrar
la componente comunicacional y digital, en la
construcción de un pensamiento crítico no
adscrito a una Ideologiekritik, capaz de instalar

55 Orozco G. La condición comunicacional contemporánea. Desafios latinoamericanos de la
investigación de las interacciones en la sociedad red in Jacks N. (Ed.) Análisis de recepción en
América Latina. Quito. CIESPAL. 2011: 402

61
un horizonte de comprensión de las nuevas
constelaciones problemáticas que emergen en el
siglo presente.

62
7.- Forma de Vida

Si la sociedad adquieren cada vez más muchas de


las características del modelo informacional; no
es menos cierto que una Sociedad de la
Información corre paralela a una Sociedad de
Consumidores. Ambas configuraciones
antropológico culturales se han diseminado por el
mundo entero y, ciertamente, América Latina no
es la excepción. Vivimos en una sociedad en que
la Información y el Consumo configuran nuestra
“forma de vida”
En nuestra primera aproximación a las
Sociedades de Consumidores, proponíamos dos
miradas no excluyentes 56 . En primer lugar,
reconocer en este tipo de sociedades el
desplazamiento de una “función económica” hacia
una “función simbólica” Es claro que el
advenimiento y la expansión de una Sociedad de
Consumo remite a procesos históricos y
económicos muy concretos, esto aconteció en los

56Estamos remitiendo al lector a nuestro libro:
Cuadra, A. De la ciudad letrada a la ciudad virtual. Santiago de Chile. Editorial LOM. 2003: 17 -
27

63
Estados Unidos a principios del siglo pasado: “El
consumismo aparece a primera vista como un
comportamiento social masificado, sello distintivo
de las llamadas sociedades de consumo. El
consumo, en tanto función económica, se ha
convertido en nuestro tiempo en una función
simbólica. Históricamente, el concepto de
consumismo y su correlato social, aparecen como
un estadio avanzado del capitalismo en Estados
Unidos durante las primeras décadas de este
siglo; permitiendo que el capitalismo victoriano
afincado en la ética protestante cediera el paso al
hedonismo de masas . Esto fue posible en virtud
de avances tecnológicos tales como la producción
seriada; pero además, gracias al desarrollo de
mecanismos financieros y de organización
laboral: nos referimos en concreto a la irrupción
del crédito y la taylorización del trabajo”57
En segundo lugar, argumentamos que una
sociedad tal era susceptible de ser entendida
como una nueva cultura, una inédita “forma de
vida”: “Desde otro punto de vista, no podemos
dejar de observar que el consumismo es un nuevo
ethos cultural, en que las necesidades impuestas
por un orden económico devienen impulsos o
deseos. Esta mutación antropológica , puede ser
explicada como un nuevo perfil psicosocial; entre

57 Op.Cit. 17

64
los teóricos contemporáneos se ha acuñado el
término neo-narcisismo , para describir el perfil
del sujeto actual. No se trata, por cierto, de la
mera instrumentalización de algunas categorías
psicológicas para analizar la cultura
contemporánea, como afirma Jameson . Se trata
más bien de postular un perfil socio-genético del
individuo y de la cultura. Así, neo- narcisismo y
cultura psicomórfica, resultan ser la impronta de
una época. Si admitimos el consumismo como
diseño socio-cultural en toda su radicalidad,
podríamos hacerlo análogo a forma de vida, a
modo de ser”58
A casi dos décadas de esta reflexión, el concepto
de “forma de vida” se ha legitimado ya en el
ámbito del pensamiento social. Por lo mismo, se
hace indispensable precisar el término y su
alcance. Scott Lash nos ofrece una primera
aproximación al concepto cuando escribe: “Una
forma de vida es un “modo de vida”, una manera
de hacer las cosas. Una cultura, en el sentido
antropológico y cotidiano, es una forma de vida,
una manera de hacer las cosas”59 Una “forma de
vida”, entonces, es un concepto que quiere dar
cuenta de lo que hemos entendido por cultura; es
una noción amplia e inclusiva:“Las formas de

58 Op.Cit. 19
59 Lash. Op. Cit.39

65
vida incluyen por una parte las naturales o
biológicas y, por otra, las sociales o culturales”60
La noción de “forma de vida” no debe confundirse
con visiones “organicistas” de corte positivista;
muy por el contrario, un “forma de vida” alude
más bien al espacio de la experiencia; en este
sentido, se trata, en rigor, de un enfoque más
fenomenológico. Como nos aclara Lash:“Pero la
idea de formas de vida – el linaje de la noción de
Wittgenstein – es intrínsecamente antipositivista.
En ella, la vida no es organicista sino vitalista; es
fenomenológica. De allí el lugar central de la ‘vida’
o la fuerza vital o la Lebensphilosophie:
Nietzsche, Bergson, Dilthey y Simmel (y en la
novela, Proust y Joyce)” 61 Notemos que nos
alejamos tanto de un énfasis en una pretendida
neutralidad científica como objetivista: “Se pasa
aquí del yo cartesiano desencarnado a la ‘vida’ del
cuerpo, de la cognición a la percepción, del
tiempo newtoniano al tiempo de la experiencia…
En la fenomenología no comprendemos las cosas
por la neutralidad sino por la ‘intencionalidad”.
No conocemos ya desde la posición neutral del
observador objetivo sino desde una posición de
‘interés’, una ‘actitud’ hacia algo”62


60 Op. Cit. 40
61 Op. Cit. 41
62 Ibíd.

66
Esto nos lleva a concebir una “forma de vida”
como una búsqueda más ontológica que
epistemológica, ya no “desde arriba” sino “desde
abajo”, esto es, desde la experiencia en un
“lebenswelt” (mundo de la vida). Por tanto, el
concepto de “forma de vida” adquiere todo su
alcance como una búsqueda de estructuras
ontológicas profundas: “De tal modo, en las
formas de vida el conocimiento tiene lugar en el
mundo de la vida,, a través del sujeto entendido
como vida (el cuerpo, el interés de clase, el
inconsciente, la voluntad de poder). Al ubicarnos,
con las cosas, en el mundo, y ya no por encima
de ellas, nos enfrentamos a las estructuras
ontológicas más profundas y no a la
epistemología y las apariencias”63
No parece exagerado pensar que la búsqueda de
“estructuras ontológicas”, mediante un nuevo
arsenal categorial, pudieran ser la simiente de un
nuevo pensamiento crítico en una era de flujos.
En este sentido, la noción de “forma de vida”,
tanto como otras, podría entenderse como un
concepto inaugural, o si se quiere, un punto de
partida para una reflexión crítica de nuevo cuño.


63 Op. Cit. 42

67
8.- La Condición Comunicacional:
Consumo y Tekhné

Al examinar la Sociedad de Consumidores y la


Sociedad de la Información, advertimos que se
trata de dos fenómenos que se nutren
mutuamente y que, en conjunto, conforman en la
hora presente lo que se entiende por “forma de
vida” Seguiremos, en este punto, al notable
investigador mexicano Guillermo Orozco, quien al
examinar la “condición comunicacional”
contemporánea se plantea algunas preguntas
importantes para los estudios comunicacionales
en América Latina: “¿Se está acabando el tiempo
de la recepción de medios y con él de los modos
de hacer investigación de sus procesos y de sus
audiencias, así como del consumo cultural
mediático? Hemos pasado o estamos transitando
como sujetos sociales a otras formas de estar en
lo comunicativo y, por tanto, ¿empezaremos a ser
algo distinto de aquello que nos ha caracterizado
durante cinco décadas en nuestras interacciones
con las pantallas? ¿Vamos entrando finalmente

68
en América Latina, y bajo qué condiciones, a una
cultura de participación diferente, donde
intercambiaremos historias propias e identidades
convirtiéndonos en fans y mantendremos una
híper conexión a través de las redes sociales?...
¿Cómo hacer una investigación de las
interacciones con las pantallas que sea
comunicativa, social y políticamente relevante?”64
Cuando Orozco se pregunta por las “nuevas
formas de estar en lo comunicativo”, alude a un
nuevo “sujeto de la comunicación” Poco se ha
destacado la importancia - teórica y
epistemológica – de la irrupción de los llamados
“usuarios”: “Esto es sumamente importante como
premisa epistemológica para la investigación de
las interacciones en la sociedad red, porque
apunta precisamente al sujeto de la
comunicación y su comprensión en la
investigación que se realice. Según se asuma el
sujeto comunicante, según será la manera de
interpelarlo, proyectarlo en las producciones
audiovisuales, y apoyarlo finalmente en esa gran
aventura que es hoy en día ser audiencia, ser
comunicante de muchas maneras a la vez”65
Si concebimos a los “usuarios” como una

64 Orozco. Op.Cit. 377
65 Op.Cit. 390

69
componente funcional del sistema red, portadores
de una “tecnomemoria que se agrega a la
memoria sociogenética y a la memoria psíquica,
advertiremos que ya no se trata de una entidad
pasiva sino muy por el contrario:
“Específicamente, el cambio de papel o estatus de
las audiencias, que ya se aprecia entre sectores
sociales tecnológicamente avanzados, se
manifiesta en un tránsito, por lo pronto y quizá
luego en una mutación, de audiencias a usuarios,
a comunicantes, “prosumidores”, ya que la
interactividad que permiten las nuevas pantallas
trasciende la mera interacción simbólica con
ellas… En teoría, ese tránsito posible y por
supuesto deseable de receptores a productores y
emisores, que no es automático como sostienen
algunos autores como Piscitelli, es quizá uno de
los cambios societales más significativos hoy en
día, y en la medida que se concretice, cada vez
más será también el epicentro de otros cambios
en el “estar como espectadores”, en la
conformación y negociación de identidades y,
finalmente, en la producción informativa y
cultural mismas, en lo que propiamente sería una
cultura de la participación”66
La irrupción de este nuevo sujeto de la
comunicación está transformando aquello que

66 Op. Cit. 389

70
Orozco llama la “condición comunicacional”,
tanto por el papel fundamental de lo
comunicativo en las sociedades contemporáneas
como por una mutación de las audiencias: “La
condición comunicacional de nuestro tiempo…
entonces, consiste en primer lugar en una
recentralización de lo comunicativo como
dimensión prioritaria para entender las
sociedades hoy en día. Engloba la asunción del
poder como intercambio en las interacciones,
especialmente a través del discurso, sus géneros
y sus formatos. Incluye a la vez la consideración
de ese cambio fundamental por el cual, como
audiencias, las sociedades actuales pueden dejar
de ser reconocidas esencialmente por su estatus
des-empoderado casi siempre como receptores de
medios masivos autoritarios, para empezar a ser
reconocidas por un estar-siendo activos, cada vez
más creativos, en la producción y emisión
comunicacionales” 67 Habría que introducir una
precisión relativa a la nueva “condición
comunicacional” El momento actual se
caracteriza como un desplazamiento, esto
significa que las formas mediáticas verticalistas,
siguiendo el “modelo Broadcast”, coexisten con
las nuevas modalidades impuestas por las redes,
esto es, el “modelo Podcast”

67 Op. Cit. 388

71
Esta cuestión resulta fundamental a la hora de
enfrentar una investigación concreta, por sus
implicancias teóricas y metodológicas. Si, como
sostenemos, una Sociedad de la Información no
es concebible sino como correlato de una
Sociedad de Consumidores, es evidente que junto
a la “condición comunicacional” debemos
atender a una cierta “condición mercantil” En
este punto nuestro pensamiento coincide con lo
que propone el doctor Orozco cuando señala
rotundamente: “La ‘condición mercantil’ define en
gran parte la condición comunicacional” 68 En
efecto, la expansión y refinamiento del mercado,
en su más amplia acepción, solo es comprensible
como un maridaje entre lo mercantil y lo
mediático-tecnológico: “La condición mercantil
supone y depende de dispositivos mediáticos y
tecnológicos como nunca antes. Los géneros y
formatos que la industria audiovisual y del
entretenimiento usa son, a su vez, condición para
el flujo comunicativo y la interconexión múltiple
de los comunicantes en las sociedades red. Hay
una creciente ‘industria del deseo’, para usar los
términos de Joan Ferrés, que se vuelve un
sensorio envolvente en sí mismo, desde donde se
convoca a los comunicantes a participar con lo


68 Op.Cit. 402

72
transmitido en las pantallas”69
El tardocapitalismo, tal y como se nos presenta
en la actualidad, esto es, como un “sistema-
mundo” o, si se quiere, como un “capitalismo
global”, encuentra su fundamento en flujos y
redes, más que en estructuras. Como muy bien
apunta Guillermo Orozco: “Lo esencial para el
mercado contemporáneo es los flujos, las redes y
su circulación. Es decir: la comunicación. Como
sugiere Rifkin en su tratado sobre Trabajo.
Nuevas tecnologías y glocalización, el capitalismo
contemporáneo necesita de los medios y
tecnologías, de todas las pantallas, para poder
existir y desarrollarse. Lo que permite agregar que
resulta más importante hoy enfocarse en
consolidar fidelidades a las marcas, antes que en
la venta directa de las mercancías. Y las
fidelidades se construyen a partir de
interacciones, dentro de la comunicación”70
El advenimiento de un nuevo “sujeto de la
comunicación” – el “usuario” – tiene su exacto
correlato en un nuevo “sujeto de la cultura”, el
“consumidor”, como dos caras de una misma
moneda, lo que se ha dado en llamar el
“prosumidor” Ante esta nueva dinámica de la

69 Op. Cit. 401
70 Op. Cit. 402

73
cultura toda, muchas nociones aceptadas
durante décadas por la Ideologiekritik, resultan
hoy extemporáneas.
El consumo convertido en función simbólica, esto
es, en cultura; tanto como la expansión y la
hegemonía de las redes digitales, constituyen el
estado último de un largo proceso de ex-
nominación de las sociedades burguesas,
convertidas hoy en sociedades anónimas.
Constatamos un desplazamiento global del
concepto de “clase” o por el de “consumidor”; el
concepto de “ciudadano” por “usuario” y el de
“participación” por el de “interactividad”. Lejos de
ser un mero avatar tecno-económico, el consumo
y la comunicación digital constituyen el más
poderoso vector cultural destinado a transformar
todos los dominios del quehacer humano.
Esta nueva “condición comunicacional” y la
nueva “condición mercantil” inauguran una
nueva episteme para los estudios
comunicacionales, un nuevo espectro de
interrogantes que reclaman inéditas
investigaciones para las nuevas generaciones.
Entre las muchas preguntas, el profesor Orozco
nos plantea una inquietante cuestión: “¿De qué
manera lo mercantil va definiendo los tipos de
interacciones posibles y deseables entre

74
comunicantes y pantallas en la sociedad red? Es
una gran pregunta para la investigación presente
y futura de la comunicación”71
Si la comunicación y el consumo resultan ser los
ejes que definen la cultura global, conviene
preguntarse sobre las singularidades que
adquiere este fenómeno entre nosotros; ¿Qué
caracteristicas posee este tránsito desde una
Ciudad Letrada hacia una Ciudad Virtual en
América Latina? Pensar “nuestra América” en el
seno de un tardocapitalismo global y en red,
presidido por una creciente híper
industrialización de la cultura, tal es el desafío.


71 Op.Cit. 403

75
9.- América Latina:
Comunicación y Crítica

La cuestión del pensamiento crítico posee


especial relevancia en América Latina, pues,
durante la segunda mitad del siglo pasado surgió
entre nosotros una rica tradición intelectual de
talante crítico en los estudios comunicacionales
en nuestra región – Mattelart, Verón, Orozco,
Martín-Barbero, entre otros – que, según muchos
diagnósticos, hoy ha perdido su vigor y
consistencia: “Por sobre las definiciones
disciplinarias o la adscripción a determinados
paradigmas y modelos de investigación, el estudio
de la comunicación estaba orientado por una
actitud crítica que colocaba en el centro de sus
preocupaciones la comprensión de los vínculos
siempre presentes entre el objeto científico y el
proceso histórico y social. Si la investigación no
resultaba en una aplicación tecnológica, una
política pública o una acción normativa, proponía
en cambio tesis comprensivas acerca del orden

76
social del cual participaba”72
En los estudios comunicacionales
latinoamericanos, la Ideologiekritik, adquirió en lo
fundamental una “modalidad dialéctica” En una
caracterización muy sucinta, habría que repetir
con nuestros autores: “El estudio de los medios
masivos tenía a la vista la noción de ideología o
de hegemonía cultural, del mismo modo que la
investigación sobre consumo cultural tenía como
horizonte los conceptos de identidad y
modernidad en Latinoamérica”73 La constatación
de una pérdida de vigor y consistencia en los
estudios comunicacionales latinoamericanos, en
la hora presente, lleva a nuestros investigadores a
una pregunta cardinal, con la cual no podríamos
sino consentir: “¿ Qué procesos han llevado a la
merma de una actitud crítica en la investigación
justo en el contexto en que las condiciones de
producción científica parecen más robustas que
nunca”74
Si bien la interrogante planteada es más que
pertinente, pareciera que cualquier presunta
respuesta es más que problemática. Nuestros

72 Ossandón et al. “Sin armas para la crítica. El estancamiento de los estudios críticos en comunicación
y los viejos debates teórico – políticos” in Arancibia, J.P & Salinas C. (Eds.) Comunicación política y
democracia en América Latina. Barcelona. Editorial Gedisa. 2016:39

73 Op. Cit 38
74 Op.Cit 39

77
autores ensayan dos niveles de respuesta, un
nivel socio-político y un nivel epistemológico: “
Desde nuestra perspectiva, el declive de la actitud
crítica puede percibirse en dos fenómenos
distintos, pero relacionados: 1. Una difuminación
del horizonte político de los estudios en
comunicación, a causa de la pérdida de relación
de las investigaciones con sus contextos
sociopolíticos.2. Una acuciante indefinición
acerca del estatuto epistemológico de la
comunicación, permanentemente jalonado entre
una idea de la comunicación como objeto
científico y otra idea de la comunicación como
problema filosófico-político”75
La respuesta que ofrecen nuestros autores, con
todo lo provocativa que es, solo desplaza la
interrogante planteada; pues, podemos insistir en
la pregunta: ¿Qué procesos han llevado a la
pérdida de relación de las investigaciones con sus
contextos sociopolíticos? Y más, todavía: ¿Qué
procesos han llevado a una acuciante indefinición
del estatuto epistemológico de la comunicación?
Pareciera que al replantear las preguntas en toda
su radicalidad surge otro ámbito de cuestiones
que merecen ser revisados. Así, la “pérdida de
relación de las investigaciones con sus contextos
sociopolíticos”, nos obliga a revisar tales

75 Op.Cit. 40

78
contextos, en su dimensión sociopolítica, pero
también en su dimensión cultural. Se hace
indispensable tener muy presente lo que escribe
Guillermo Orozco respecto de la nueva “condición
comunicacional” en América Latina: “En la época
actual, la producción de identidades, tanto como
la de ciudadanías, pasan necesariamente por las
pantallas. Llevan a ellas y a la vez resulta de ellas
… Hoy, la interacción con las pantallas para ese
sector que está en interacción con ellas es “un
dado”, es un punto de partida y también de
llegada, es una condición de la cotidianidad y del
intercambio social en su conjunto. Para subsistir
en el mundo contemporáneo, las pantallas, quizá
unas más que otras, se han vuelto
imprescindibles. El evadirlas conlleva un enorme
riesgo de quedar fuera, excluido, precisamente
porque excluirse del intercambio con las
pantallas es excluirse de la cultura
contemporánea ”76
En un sentido muy próximo, las palabras de
Scott Lash comienzan a adquirir un inusitado
sentido entre nosotros: “Las propias relaciones
sociales comienzan a ser menos una cuestión de
socialidad que de informacionalidad… a
distancia, de corta duración y más


76 Orozco. Op.Cit.393

79
presentacionales que representacionales” 77 En
una Sociedad de la Información, en que el
teléfono móvil se ha convertido en el modo de
comunicación predominante – las llamadas
Tecnologías R - para establecer relaciones
sociotécnicas, la figura histórica del “intelectual”
tiende a devaluarse, así como su modalidad
discursiva de la comunicación: “Los medios
discursivos, como el artículo o el libro
académicos, operan a través de la reflexión y el
argumento. Los medios informacionales trabajan
por conducto de la cruda violencia simbólica del
hecho” 78 Los mentados contextos sociopolíticos
han dejado de ser aprehensibles desde la
Ideologiekritik, por ello, advertimos una “pérdida
de relación” y, al mismo tiempo, “una acuciante
indefinición acerca del estatuto epistemológico de
la comunicación”. Un principio de respuesta es la
que nos ofrece el mismo Scott Lash: “Debe haber
necesariamente una informacionalización de la
crítica. Esto es muy diferente de la antigua
Ideologiekritik. De algun modo, la Ideologiekritik
tenía que estar fuera de la ideología. Con la
desparición de un afuera constitutivo, la crítica-
de-la-información debe estar dentro de la
información. Ya no hay afuera. La crítica, y los
textos de teoría crítica, deben ser parte integrante

77 Lash. Op.Cit 136
78 Ibíd.

80
de esa informacionalización general”79
Conviene detenernos en la noción de “actitud
crítica” como una particular relación con
determinados contextos sociopolíticos. Si la
“actitud crítica” se entiende como una cierta
relación con ciertos contextos sociopolíticos, se
impone la pregunta: qué ocurre cuando tales
contextos se definen según un “modelo
informacional”, en que el desarraigo, la
inmediatez y la “compresión espacio temporal” se
vuelven cualidades de un flujo inmanente.
El ocaso de la Ciudad Letrada, y el advenimiento
de una Ciudad Virtual, significa una mutación
mayúscula en el “régimen de significación”
predominante. La escritura alfabética, que nos ha
acompañado por más de veinticinco siglos, y que
ha estado como impronta del decurso cultural
latinoamericano, va cediendo su protagonismo al
nuevo modelo informacional como nuevo
“lenguaje de equivalencia” Es importante destacar
que al afirmar que hasta el siglo pasado el
“lenguaje de equivalencia” estuvo arraigado en la
lecto-escritura, se está señalando la preeminencia
de lo textual: “ El principio del texto, con sus
lectores e incluso con su polisemia y su
significado diferido, era en ese momento un

79 Op. Cit. 35

81
principio estructurante para una gama muy
amplia de experiencias culturales. Por entonces,
aun la información de los medios se subordinaba
en mayor o menor medida al principio textual, un
principio de representación, reflexión, producción
y recepción. Pero en los inicios del siglo XXI reina
el principio informacional. Ahora, el texto – y la
teoría – es otra variedad más de la información,
aunque, sin dudas, con diferencias específicas”80
La cultura en América Latina se está desplazando
desde su rica tradición discursiva – la Ciudad
Letrada – hacia una inédito espacio de flujos, la
Ciudad Virtual. En este tránsito, advetimos,
exclusiones y desigualdades, lo que nos impele a
una doble tarea; por una parte, ocuparnos de
estas “nuevas constelaciones emergentes de
poder y desigualdad” 81 y, al mismo tiempo,
repensar el estatuto epistemológico de los
estudios comunicacionales, lo que significa
pensar en los nuevos modos de relación entre el
pensamiento crítico y los flujos sociotécnicos que
están redefiniendo lo social, lo político y lo
cultural entre nosotros.


80 Op.Cit. 137
81 Op.Cit 35

82
10.- Cultura de la Protesta:
Protesta de la Cultura

Redes sociales: ¿Lazos débiles o Pharmaka?

Este artículo vuelve sobre una reflexión


inaugurada en nuestro libro digital
“Manifestaciones estudiantiles en Chile. Cultura
de la protesta: Protesta de la cultura” (2012)82 En
ese escrito hemos consignado algunas
observaciones que bien merecen más
detenimiento. Lo primero que llamaba nuestra
atención era el carácter estético-performativo que
adquiría la protesta de los estudiantes. Esto
puede entenderse como una conjunción necesaria
entre el ámbito de lo sensible y aquel de lo
político, más o menos en los términos que

82 Cuadra, Alvaro. Manifestaciones estudiantiles en Chile. Cultura de la protesta: Protesta de la

cultura. eBook disponible en:


http://www.labrechadigital.org/labrecha/libros/ebook-manifestaciones-
estudiantiles-en-chile.html

83
propone Rancière: “Hay una estética de la política
en el sentido en que los actos de subjetivación
política redefinen lo que es visible, lo que se
puede decir de ello y qué sujetos son capaces de
hacerlo. Hay una política de la estética en el
sentido en que las formas nuevas de circulación
de la palabra, de exposición de lo visible y de
producción de los afectos determinan
capacidades nuevas, en ruptura con la antigua
configuración de lo posible” 83 No obstante, es
menester considerar la materialidad que hace
posible este encuentro de lo estético y lo político,
tal es, precisamente, la crítica que va a plantear a
este autor Bernard Stiegler: ” Jacques Rancière a
justement rappelé que la ‘politicité’ est sensible,
c’est-à-dire que la question politique est d’emblée
esthétique. Mais il a étrangement ignoré qu’à
l’époque industrielle la sensibilité matraquée par
le marketing est devenue l’enjeu d’une veritable
guerre, dont les armes sont des technologies, et
dont les victimes sont les singularités,
individuelles ou collectives (‘culturelles’), au point
que se developpe une inmense misère
symbolique”84

83 Tengamos presente que la noción de “estética” en Rancière no se refiere tan solo a obras de arte

sino a lo que podríamos llamar un “modo de significación”, esto es, un modo de percibir, sentir y
actuar que constituye un régimen de significación.
Rancière, Jacques. El espectador emancipado. Buenos Aires. Ediciones Manantial. 2010:29

84 Stiegler, Bernard. De la misère symbolique. Paris. Éditions Galilée. 2013: 15

84
Si la politicidad solo es concebible desde lo
sensible, es indudable que tal relación está
mediada por la tecnología, y para ser más
precisos, por una “mnemotecnología”85 de alcance
planetario. De suerte que habría que consentir
con Stiegler en cuanto a que la cuestión estética,
la cuestión política y la cuestión industrial no
constituyen sino una. 86 En una línea de
pensamiento próxima, Jean-Louis Déotte va a
sostener, contra Rancière, que: ”Lo ‘sensible puro’
es una realidad que no se puede concebir más
que poniendo entre paréntesis todas las
relaciones del arte con la técnica, ya sea la
técnica de una obra específica, la del artista, la
técnica de reproducción y, cómo no, de todo el
conjunto de los aparatos de las artes”87

Esta verdadera simbiosis alcanza su culmen en la


era presente, caracterizada por una híper
industrialización de los bienes simbólicos que ha
trascendido la reproducción técnica, de la cual
nos advirtió tempranamente Walter Benjamin,

85 El término mnemotecnología y no mnemotécnica, enfatiza el carácter industrial y maquínico

inaugurado durante el siglo XIX y que ha derivado hoy a lo digital como soporte de un sistema
retencional terciario que ha sido llamado “capitalismo cognitivo” Stiegler. Op.Cit. p. 23
86 Stiegler. Op.Cit. p.20

87Si bien la traducción de “appareillage” nos parece defectuosa, en cuanto no se alude a “apparats”
sino más bien a lo que podríamos traducir como “equipos” o “aparatajes”, se hace clara la idea del
autor en cuanto a la mediación técnica en la aparición de lo sensible. Véase:

Déotte Jean-Louis. ¿Qué es un aparato estético? Santiago. Ediciones Metales Pesados.2012: 9

85
para devenir reproducción digital88

La forma comunicacional que ha adquirido la era


de la Híper Industria Cultural ha sido
caracterizada como CMC (Comunicación Mediada
por Computador) 89 Hagamos notar que esta
nueva modalidad comunicacional mediada
tecnológicamente desplaza al emisor único para
públicos masivos e indistintos, típicos de los
medios de comunicación del siglo XX, el llamado
modelo Broadcast, para instalar en su lugar una
red horizontal de “usuarios” en la modalidad
Podcast.

Esto nos lleva a adelantar dos consideraciones,


primero, la irrupción de un nuevo concepto como
el de “usuario” en tanto componente funcional de
la red y, segundo, nos lleva a una epistemocrítica
radical de los modelos comunicacionales al uso,
instalando la hipótesis del advenimiento de una
comunicación política Podcast90

88 Benjamin, Walter. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica in Discursos

Interrumpidos I. Madrid. Taurus Ediciones. 1973: 17 – 59

89 Hine, Christine. Etnografía Virtual. Barcelona. Editorial UOC.2004

90En el contexto de la CMC, lo primero que nos llama la atención es la mutación que sufre el
supuesto sujeto de la comunicación que ha devenido, hoy por hoy, “usuario”. Esta noción sólo es
concebible como una función del sistema red, es decir, parte constitutiva de una red de flujos
interactivos y multidireccionales. Usuario quiere decir “ser parte activa de” la red, sea como emisor,
sea como receptor, sea como actor o como mero espectador. Cualquier modelo comunicacional en
red debe hacerse cargo del usuario-nodo, portador no sólo de una memoria psíquica y social sino

86
Los estudios comunicacionales están sumidos en
una paradoja epistemológica según la cual las
investigaciones teóricas acentúan su carácter
logocéntrico, en tanto la cultura toda instituye un
nuevo régimen de significación y con ello un
nuevo régimen de politicidad cuya mediación la
constituyen las nuevas mnemotecnologías
numéricas 91 . Esta constatación no significa,
empero, reificar lo tecnológico, pues como ha sido
señalado, las nuevas tecnologías digitales actúan
más como catalizadores de cambios que como
agentes en sí mismas.

Al examinar algunos rasgos de las


manifestaciones estudiantiles en Chile, en el
periodo 2011 – 2012, advertimos dos
singularidades en las que debemos reparar, dos
aspectos que aparecen relacionadas entre sí, a

que de una tecno – memoria propia de su entorno. Esta nueva mnemotecnología existe hace más de
medio siglo y se llama, en concreto, disco duro y ha modificado radicalmente la logística de las
comunicaciones, es decir su capacidad de almacenamiento, mediante los así llamados ”sistemas
retencionales terciarios”. Cada disco de una PC es el reservorio tecnológico de una memoria
potencial extendida al conjunto de usuarios a nivel planetario. Es evidente que no todas las
memorias son de libre acceso, no obstante, el conjunto de datos almacenados en cada disco es, en
rigor, una memoria red que puede actualizarse en algún momento. Existe, no obstante, una red
especializada en la función logística, son aquellos nodos que ofrecen diversas Bases de Datos, sea
bajo la forma de bibliotecas virtuales u otras. Las Nuevas Tecnologías de la Comunicación y la
Información no hacen sino exteriorizar la convergencia tecno científica de los aspectos logísticos,
tele comunicacionales y de lenguaje que se advierten hoy. El desplazamiento hacia la videósfera, el
aumento en la capacidad de memoria y la expansión del ancho de banda en las transmisiones
marcan un momento histórico que pone en jaque treinta siglos de comunicación alfabética,
constituyendo la mayor mutación civilizacional de la actualidad, cuyo alcance político apenas
comenzamos a barruntar.

91 La relación entre un régimen de significación y un régimen de politicidad ha sido agudamente

señalado por el profesor Juan Pablo Arancibia en su libro:


Arancibia, Juan Pablo. Comunicación Política. Santiago. Editorial Arcis. 2006

87
saber: Una primera cuestión se refiere a la
manera en que se gestan las protestas y los
modos de organización a que da lugar. Y una
segunda cuestión que alude a la noción de “avant
garde” en el dominio del pensamiento político.

Los estudiantes coordinan sus movimientos


mediante la utilización de las llamadas
“tecnologías relacionales”, las que han sido
caracterizadas como formas de “lazos sociales
débiles”, próximos al de la llamada sociabilidad
urbana. Por ello, se ha llegado a afirmar que
estaríamos ante una suerte de “traducción” de lo
citadino al mundo virtual: “En ce sens, les
réseaux sociaux numériques sont la traduction
dans le monde du virtual de la quinteessence de
la ville, d’une métropolisation planétaire” 92 Es
claro que estas nuevas sociotecnologías se
definen por su “horizontalidad” y el acceso remoto
en “tiempo real” Por último, hagamos notar que
los “foros” y “chats” están abiertos y disponibles
de manera continua y permanente.

Esta nueva modalidad socio comunicacional


introduce aquello que Bourdieu ha llamado

92 Moulier-Boutang, Yann. Les réseaux sociaux numériques: une application de la forcé de liens

faibles in Réseaux sociaux.


Culture politique et ingénerie des réseaux sociaux. Paris.FyP éditions, 2012: 67-81

88
“habitus”, esto es, la interiorización de esquemas
fundamentales que permiten la génesis de
percepciones, pensamientos y acciones en el seno
de una cultura93. Si nuestra hipótesis es correcta,
las llamadas “tecnologías R” representan una
mutación mayúscula del “régimen de
significación”, no solo transformando el modo de
producir, distribuir y consumir bienes simbólicos,
la economía cultural, sino y muy especialmente,
los “modos de significación”, esto es, una
reconfiguración de los patrones perceptuales y
conceptuales que, en el límite, instalan un nuevo
imaginario histórico social94(Véase cuadro nº 9)

Al examinar el emblemático grito estudiantil “El


pueblo unido avanza sin partido”, advertimos de
inmediato el talante libertario que anima este
movimiento social. Constatamos que la
organización de los estudiantes se aleja de una
cierta “racionalidad partitocrática” que
caracterizó la vida política del Chile republicano e
ilustrado hasta el golpe de estado de 1973.
Notemos cómo el rechazo a las estructuras
verticalistas y burocráticas inherentes a los

93 Véase
Bourdieu, P. “Postface” in Panofsky, Architecture gothique et pensée scolastique. Paris. Minuit.
1967
94 Para una discusión más amplia, véase:

Cuadra, Álvaro. Híper Industria Cultural. Santiago, Editorial Arcis. 2008

89
partidos políticos es sustituida por una tendencia
al “asambleísmo permanente”, horizontal,
igualitario y participativo. Podríamos avanzar la
idea de que un “habitus” se proyecta en la acción
social y política IRL (in Real Life)

El comportamiento político de las nuevas


generaciones pareciera bascular desde partidos
organizados como burocracias políticas más o
menos centralizadas, jerárquicas que reconocen
nítidas gramáticas ideológicas hacia movimientos
horizontales, flexibles y en flujo. No nos parece
casual encontrar un decurso similar en los modos
comunicacionales. En efecto, estamos transitando
desde el clásico esquema de medios de
comunicación centralizados de emisor único, el
llamado “modelo Broadcast”, hacia una
modalidad personalizada, en flujo, que podríamos
llamar “modelo Podcast”95 La distinción de estos
dos momentos en los “modos de significación” no
puede desatender la dimensión económico
cultural, en cuanto a la constitución a nivel
mundial de un “complejo militar mediático” Para
decirlo sin ambages, habría que insistir: “La
hiperindustrialización de la cultura es la
hegemonía plena del sistema tecno industrial en
la producción del imaginario, la experiencia y

90
cualquier memoria posible. Es el hecho político y
cultural central de nuestro tiempo”96

Desde un punto de vista crítico más radical,


Bernard Stiegler, siguiendo las ideas de
Simondon en cuanto a que solo se puede llegar a
ser individuo psíquicamente, individuándose
colectivamente, sostiene que las sociotecnologías
serían meros “pharmaka” de red social: ”
Considérant les choses sous cet angle, on se met
alors à pensar que ce que l’on voit se développer á
travers á Facebook et tant d’autres médiations
sociotechnologiques, dont les jeux en réseaux
forme des réseaux non sociaux, qui sont des
substituts des réseaux rèellement sociaux: des
pharmaka de reseaux sociaux, ersatz, simulacres
et expédients que viennent supléer l’absence de
réalité sociale” 97 Habría que relativizar la
dimensión “farmacológica” que advierte nuestro
autor, pues podemos pensar este debilitamiento
de la individuación como una de las propiedades
inmanentes a esta tecnología relacional, pues
como escribe Sei: “ El escándalo y el desastre
para el espíritu, sin embargo, no estriba tanto en
reconocer que la producción de la cultura y del

96Cuadra, A. Op.Cit. p.74
97Stiegler, Bernard. Le bien le plus précieux á l`´epoque des sociotechnologies in Réseaux sociaux.
Culture
politique et ingénerie des réseaux sociaux. Paris.FyP éditions, 2012: 13-36

91
imaginario se realizan industrialmente sino más
bien en el hecho de que el ritmo productivo,
anónimo y deslocalizado, asume cada vez más las
características de un flujo cuyo discurrir tiende a
coincidir con el de la conciencia misma…Los
soportes terciarios, al no inscribirse en la
duración, ya no soportan cosa alguna y es por
tanto el horizonte temporal mismo de la
conciencia el que se encoge, limitando de este
modo también sus posibilidades individuantes:
sin sustratos duraderos detrás, ya no puede
anticipar sino a corto o cortísimo plazo y contraer
su tejido existencial en un presente prolongado
vivida igualmente como una temporalidad de flujo
que se encadena necesariamente al ritmo del
objeto temporal industrial constructor de la
actualidad (escuchar la radio, ver televisión)”98

Las marchas estudiantiles se inscriben en una


temporalidad de flujo que encuentra su correlato
en los medios, la protesta estudiantil es de suyo
fotogénica y telegénica, conjugando sus
demandas con la fuerza de la “seducción”. Los
“lazos débiles” construidos por los dispositivos
sociotecnológicos coinciden y se escenifican así
en el paisaje urbano.

98 Sei, Mario. Técnica, memoria, individuación. Logos. Anales del seminario de Metafísica. Vol 37

(2004): 362

92
El discurso deliberativo de lo político anclado en
la “convicción” va cediendo su lugar a la
“seducción” y el vértigo de la acción. La protesta
es, literalmente, un flujo al que se entra y del
cual se sale. Participar es ingresar al flujo en
instante. La marcha de los estudiantes es aquello
que “nos acontece”, no se milita ni se pertenece a
una marcha, se trata más bien de un “estar ahí”,
presencia en un ahora. La politicidad de lo
político no es diferida como utopía ni mediada por
discursos. Lo político se realiza en cada marcha,
es

CUADRO Nº 9

93
Una vanguardia Telecrática

Si hay algo que se puede afirmar con certeza de


las protestas estudiantiles en Chile, es su
inmenso protagonismo en los medios. Cada noche
la televisión reproduce los diversos episodios y
anécdotas de cada marcha en las distintas
ciudades del país. Los jóvenes que dirigen las
diversas asambleas que constituyen el
movimiento han sido elevados a la categoría de
rostros emblemáticos. En pocas palabras, el
movimiento de los estudiantes secundarios y
universitarios ha opacado a otros movimientos
sociales tales como las minorías étnicas, los
movimientos de protesta regional entre otros. El
movimiento estudiantil ha logrado instalar sus
demandas por una educación pública, gratuita y
de calidad en la agenda política de izquierdas y
derechas.

En la tradición polemológica, estética y política se


reserva el término “vanguardia” para referirse a la
línea de avanzada con respecto al grupo principal.
La “retaguardia”, por el contrario, indica a los
rezagados. Desde luego, toda “vanguardia”
supone una desviación de una tendencia
hegemónica o tradición. La “vanguardia” es

94
heterodoxia, “habla idiolectal” que el decurso
histórico puede convertir en “sociolecto”, canon o
procedimiento. Sea que se trate de un comando
militar, un grupo de artistas o un movimiento
revolucionario, aquello que preside toda “avant
garde” es la “poesis”, el pensamiento divergente.
Esta condición hace de la “vanguardia” algo
efímero, experimental, inédita e inestable.

Si consideramos su modo organizacional y su


discurso, advertimos en el movimiento
estudiantil, efectivamente algunas
singularidades. Por de pronto, destaquemos que
la demanda por una educación gratuita y pública
pone en tensión todo el tinglado neoliberal en que
se ha sostenido el llamado “modelo chileno”:
Mientras los expertos oficialistas hablan de un
“bien de consumo”, los estudiantes oponen el
concepto de educación como “un derecho” No
obstante, el protagonismo del movimiento
estudiantil no emerge de la radicalidad de su
discurso, de hecho sus demandas son tenidas
como “sentido común” en muchas naciones
democráticas del orbe, sino por su presencia en
los medios de comunicación.

95
El movimiento estudiantil se ha erigido en una
suerte de “vanguardia telecrática”99

Habría que distinguir entre las demandas


democráticas del movimiento estudiantil y la
“puesta en cuadro” que hacen de ello los medios
audiovisuales, esto es, las narrativas que
construyen los medios. Son éstos lo que han
construido el liderazgo de sus figuras
emblemáticas, al punto que algunas de ellas han
ingresado como candidatos al sistema político
formal.

Con todo, la eficacia propiamente política, es


decir la capacidad de transformar el concreto
social y sus relaciones ha sido escasa o nula. Tal
como acontece con los “Indignados” o los
“Chalecos amarillos” en las grandes ciudades del
mundo, los movimientos ciudadanos no han
demostrado, todavía, su capacidad de
“transformar el mundo” ni, mucho menos,
“cambiar la vida”

El protagonismo de los jóvenes posee varias



99 Utilizamos este término con precaución, pues entraña lo que ha sido denunciado como

“populismo industrial”, aquel que usa el poder de los medios para obtener un plus valor financiero
de las pulsiones escópicas de las masas. Para un análisis extenso véase:
Stiegler, Bernard. La télecratie contre la démocratie. Paris. Flammarion.2008

96
aristas, entre las cuales habría que destacar
aquello que señala Eric Hobsbawn: “La cultura
juvenil se convirtió en la matriz de la revolución
cultural en el sentido más amplio de una
revolución en el comportamiento y las
costumbres, en el modo de disponer del ocio y en
las artes comerciales, que pasaron a configurar
cada vez más el ambiente que respiraban los
hombres y mujeres urbanos. Dos de sus
características son importantes: era populista e
iconoclasta…”100 Después de todo, los jóvenes que
desfilan por las calles son, principalmente, los
hijos de una cierta clase media, lo que genera
una fuerte empatía hacia sus demandas. Ellos
son los portadores de una demanda democrática
que se opone a una tradición de tinte clasista y
oligárquico. Pero debemos ser cautos, no estamos
ante un discurso revolucionario sino ante la
“iconoclastia” juvenil, un rasgo de lo que se ha
llamado “contra-cultura”

Esto nos recuerda que en una sociedad


profundamente desigual como la chilena existe
una fuerte asimetría entre un “ethos” que sigue
los patrones cosmopolitas y una “polis” arcaica,
anclada en el autoritarismo. Cuando la
concentración de los medios se vuelve un

100 Hobsbawn, Eric. Historia del siglo XX. Buenos Aires. Editorial Crítica. 2002:331

97
verdadero “duopolio”, como es el caso, no debe
extrañarnos que la “telecracia” se convierta en
manipulación mediática, imponiendo como
destino ineluctable la miseria de la política. Una
“vanguardia telecrática” encubre un espacio
donde reina la impostura de lo político, otro modo
de nombrar ese lugar donde el pensamiento y la
política han enmudecido.

Hemos llegado al punto en que la híper


industrialización de la cultura es capaz de
construir una “avant garde”, esto es, instalar en
los flujos mediáticos discursos que operan como
identidades colectivas. Estas vanguardias no
poseen el espesor histórico que pudiera ser
garantizado por una acción revolucionaria sino
que responden más bien a una “mise-en-scène”
que es, a su vez, “puesta-en-cuadro” en las
pantallas de plasma de todo el mundo. Este es el
momento histórico cuando las tecnologías
industriales toman el control de la producción
simbólica, produciendo con ello lo que Stiegler
llama “miseria simbólica”, el orden opuesto a la
producción e intercambio de símbolos desde las
singularidades individuales o colectivas.101


101 Stiegler, Bernard. De la misère symbolique. Paris. Éditions Galilée. 2013

98
En una mirada panorámica, se puede sostener
que los medios instalan una forma de populismo
que sustituye la opinión pública por las
audiencias, destruyendo el concepto mismo de
ciudadanía, ofreciendo “interactividad” donde se
reclama “participación” ciudadana. En la
pragmática del lenguaje se ha hablado estos
últimos años del carácter “locucionario” de los
enunciados, que son “ilocucionarios” al mismo
tiempo y que, bajo ciertas condiciones, instan a la
acción en su dimensión “perlocucionaria”. Nadie
ha reparado, empero, en la imperiosa necesidad
de restituir al lenguaje humano su dimensión
“interlocucionaria”, única posibilidad de
recuperar el “habla política”, acaso la única vía
para alejarnos del grado cero del pensamiento en
que estamos sumidos.

Una “vanguardia telecrática” resulta ser,


entonces, el modo de administración que hacen
los medios de un movimiento social que no
encuentra su lugar en un sistema político en
descomposición e incapaz de responder. La forma
“telecrática” representa la disolución de los lazos
sociales, proponiendo en cambio, simulacros,
convirtiendo el concepto de democracia en un
espectáculo y en una “performance” estadística.
Hay “telecracia” allí donde no hay democracia,

99
donde la miseria política ha expurgado toda
posibilidad expresiva de creación simbólica, allí
donde la participación, travestida en
interactividad es, en definitiva, una mera ficción.

100
11.- El Príncipe Posmoderno
y la Postverdad

Las sociedades históricas contemporáneas no son


ni más democráticas ni más participativas ni más
justas; más bien asistimos a una degradación de
lo público. ¿Por qué los millones de individuos
conectados a las redes sociales no constituyen un
público, en los términos propuestos por
Habermas?

Para intentar responder a la interrogante


planteada, debemos ocuparnos de dos cuestiones
fundamentales: el concepto de masa y el
problema de la temporalidad en una Sociedad de
la Información. El concepto de masa es, en la
actualidad, problemático. Lo primero que
deberíamos reconocer es que la noción de masa-
red no es equivalente a la noción de masa.
Mientras la masa se desenvuelve en un tiempo
histórico y en un contexto social; una masa-red
habita el mundo virtual, donde lo que prima son
transcontextos informacionales, es decir,
estructuras de significación que resultan ser

101
constructos digitales. En este sentido, habría que
considerar lo que afirma Byung-Chul Han: “Las
masas, que antes podían organizarse en partidos
y asociaciones y que estaban animadas por una
ideología, se descomponen ahora en enjambres de
puras unidades, es decir, en los Hikikomoris
digitales aislados para sí, que no forman ningún
público articulado y no participan en ningún
discurso público. Frente al sistema
autorreferencial se encuentran los individuos
aislados para sí, que no actúan políticamente. Se
descompone el nosotros político que sería capaz
de acción en sentido enfático”102 Si la masa-red
está desarraigada – como la información misma –
ya no puede ser entendida en un contexto
histórico y social dado. Como sostiene Chul Han:
”La nueva masa es el enjambre digital. Este
muestra propiedades que lo distinguen
radicalmente de las formaciones clásicas de los
muchos, a saber, de la masa”103 La masa-red no
es, en estricto rigor, una masa sino un “enjambre
digital”: “El enjambre digital no es ninguna masa
porque no es inherente a ninguna alma, a ningún
espíritu. El alma es congregadora y unificante. El
enjambre digital consta de individuos aislados” 104


102 Byung - Chul Han En el enjambre. Barcelona.Herder. 2014: 70

103 Op.Cit.16
104 Ibíd.

102
Si bien podemos consentir con el diagnóstico,
habría que aclarar que la nueva “condición
comunicacional” resulta inseparable de la
llamada “condición mercantil”; esto quiere
subrayar que lo comunicacional es inseparable de
un diseño antropológico cultural inherente al
tardocapitalismo; en suma, que junto a las
transformaciones de lo comunicacional,
posibilitado por la convergencia tecno científica,
debemos considerar la expansión de las llamadas
Sociedades de Consumo. Solo de este modo, se
esclarece la afirmación de que “El enjambre
digital consta de individuos aislado” 105 La
exaltación del individualismo en las sociedades de
consumidores corre paralela con la exaltación del
narcisismo sociogenético como nuevo “carácter
social” de nuestra época y la subsecuente
abolición de la conciencia histórica. 106

Así, entonces, Comunicación y Consumo


aparecen como las vigas maestras de toda
consideración sobre los comportamientos sociales
en la era de la Tecnopolitica. Desde un punto de
vista informacional, un usuario es un nodo,

105 Ibíd.
106 Para un análisis más detenido de este fenómeno, véase:

Lasch, Ch. La cultura del narcisismo. Santiago. Editorial Andrés Bello.1991


Lipovetsky, G. La era del vacío. Barcelona. Anagrama. 1990.
Sennet, R. Narcisismo y cultura moderna. Barcelona. Editorial Kairós. 1980

103
componente funcional de una red; desde un
punto de vista sociológico, se trata de un
consumidor y productor de información.

Contextos y Trascontextos

La conformación de públicos está en directa


relación con determinados contextos histórico
sociales. La conformación de públicos-red atiende
más a lo que llamamos transcontextos que a
circunstancias exógenas.

Un Transcontexto es un constructo digital que no


reclama ninguna contrastación empírica sino que
se afinca más bien en la dimensión emotiva y
valórica del psiquísmo humano. Si bien la
componente experiencial “Transcontextual” fue
concebida por Gregory Bateson en términos
genéticos: “Tienen que existir, por supuesto,
componentes genéticos en la etiología de
síndromes transcontextuales. Esperablemente,
estos operarán en niveles más abstractos que el
experiencial”107; en la actualidad, pareciera, más
bien, que la transcontextualidad es inducida de
modo Tecnogenético. Ya no se trata de una

107 Bateson, G. Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires. Carlos Lolhé Ediciones.

1991:193

104
síndrome reservado en su fase positiva a los
artistas y en su fase negativa asociado
convencionalmente a una etiología de la
esquizofrenia. Un Transcontexto es un constructo
digital configurado como un “double bind” 108
Podría decirse, en este sentido, que los
transcontextos son propios de una cultura
psicomórfica que encuentra sus pilares,
precisamente, en las nuevas formas de
Comunicación Mediada por Computador (CMC) y
del consumo en tanto función simbólica.

Si un Contexto se asienta en circunstancias que


están determinadas por una calendariedad y una
cardinalidad que, en última instancia, se
corresponden con la experiencia de un sujeto; un
Transcontexto se instala en la virtualidad, donde
la “compresión espacio –temporal” es capaz de
abolir el tiempo y el espacio ordinarios: Surge
ante nosotros, una “virtual reality” La condición
virtual de los Transcontextos resulta crucial a la
hora de considerar el comportamiento de una
masa-red y, ciertamenta, la velocidad en que un
enjambre deviene un circunstancial público-red.


108 Hemos tomado el concepto “transcontextual” de Gregory Bateson, en relación a su conocida

hipótesis en torno al “double bind” como componente experiencial de una etiología de los síntomeas
esquizofrénicos.

105
Es claro que una masa-red, un enjambre, es
capaz de agruparse en torno a un transcontexto
determinado. Las Protestas Estudiantiles en Chile
(2011) constituyen un buen ejemplo acerca de
cómo una masa-red puede transformarse en un
público-red, organizado, autónomo y capaz de
coordinar acciones en todo un país. Así, también
los Indignados en España y movimientos
ciudadanos alrededor del mundo.

Si una masa depende del tiempo histórico para


devenir un público, una mutación de los
Contextos que se mide en años, acaso décadas;
en el caso de los enjambres digitales es un
fenómeno que puede tardar solo pocos días o
semanas. El comportamiento de la masa-red se
verifica en un tiempo acelerado y es de carácter
ondulatorio. Basta que un fenómeno – real o
ficticio- que se tenga por cierto y afecte a muchos
irrumpa en la red para que en poco tiempo se
convierta en un Trending Topic. Puede tratarse de
un hecho, un personaje, una ley, una crisis
económica u otro acontecimiento. La masa-red se
comportará como público-red, encendiendo
acalorados debates y comentarios en torno a
determinado asunto, lo que en Internet se llama

106
Flaming.109 A diferencia de un público tradicional,
el púbico-red expresa su interés por un tópico
más inspirado en la Seducción que en cualquier
Convicción; son los “Likes” los que jerarquizan los
Topics. Si el público se nos presenta como una
estructura estable; los públicos-red aparecen más
bien como flujos Inestables y Efímeros. Por
último, notemos que para que un mensaje en red
adquiera la condición de Topic debe poseer
ciertas características que lo distancien de otros
asuntos; es decir, el Topic ofrece una
Diferenciación Marginal que le otorga una
relevancia, cierta o no, y una capacidad de
seducción significativa. El Topic comparte, en
suma, los mismos atributos que un producto en
la dinámica del mercado; esto instala la sospecha
de que el comportamiento de los usuarios es
análogo al de los consumidores.

Un Trendig Topic, en rigor, puede ser un mensaje


fundamentado en alguna referencia cultural,
histórica o social, esto es, reconocer un
fundamento contextual; o, simplemente, puede
ser un mensaje sin referencia, un mensaje
transcontextual que no admite ni reclama
contrastación empírica alguna.

109 Desde un punto de vista metodológico, el análisis de un público- red exigiría hacerse cargo de

variables como Amplitud, Frecuencia y Longitud de ondas producidas por los temas que marcan
tendencias en un momento determinado.

107
Una masa-red puede constituir un público-red,
aunque de manera inestable y efímera. Esta
nueva lógica de los usuarios la hemos
denominado comportamiento ondulatorio. Esto
significa que si bien es posible aglutinar a un
número significativo de followers en torno a un
tema, lo cierto es que se trata de un fenómeno de
corta duración. Como escribe Byung-Chul Han:
“Las olas de indignación son muy eficientes para
movilizar y aglutinar la atención. Pero en virtud
de su carácter fluido y de su volatilidad no son
apropiadas para configurar el discurso público, el
espacio público. Para esto son demasiado
incontrolables, incalculables, inestables, efímeras
y amorfas. Crecen súbitamente y se dispersan
con la misma rapidez” 110 Por lo mismo, un
público – red no garantiza, en absoluto, la
constitución de lo público: “Les faltan la
estabilidad, la constancia y la continuidad
indispensables para el discurso público. No
pueden integrarse en un nexo estable de
discurso. Las olas de indignación surgen con
frecuencia a la vista de aquellos sucesos que
tienen una importancia social o política muy
escasa”111


110 Byung. Op. Cit. 13
111 Ibíd.

108
Las consecuencias políticas de este
comportamiento ondulatorio pueden rastrearse
en protestas estudiantiles y otras olas de
indignación; pues, aún cuando logran movilizar,
circunstancialmente, a miles de personas, su
eficacia política sigue siendo incierta. Como
afirma enfáticamente Byung -Chul Han: “Los
habitantes digitales de la red no se congregan.
Les falta la intimidad de la congregación, que
produciría un nosotros. Constituyen una
concentración sin congregación, una multitud sin
interioridad, un conjunto sin interioridad, sin
alma o espíritu. Son ante todo Hikikomoris
aislados, singularizados, que se sientan solitarios
ante el monitor. Medios electrónicos como la
radio congregan a hombres, mientras que los
medios digitales los aíslan” 112

El tránsito desde la noción sociopolítica de masa


/ público hacia el concepto de enjambre /
público-red, representa el desplazamiento desde
una arquitectura social basada en estructuras
hacia una basada en flujos. Si nuestra hipótesis
es correcta, los comportamientos sociales y
políticos contemporáneos han entrado en una
fase de inestabilidad en que los cambios son
súbitos, impredecibles y de corta duración.

112 Op. Cit. 16

109
El actual sistema mnemotecnológico de escala
planetaria se ha convertido, así, en la condición
de posibilidad para el advenimiento de los
Transcontextos que, como espejismos virtuales se
instalan más allá de toda constatación empírica,
orientando, no obstante, el comportamieno de
millones de usuarios alrededor del mundo.

Los usuarios en red basculan entre una masa-red


y un público – red, según la multiplicidad de
estímulos a los que están sometidos y que se
traduce en un aumento o una disminución de la
“densidad de red”, produciendo zonas claras y
oscuras en un grafo. En en un modelo clásico, la
oscilación, el paso de zonas oscuras a zonas
claras, depende de estimulos procesados por
filtros perceptuales que alimentan la
configuración de un Contexto; en la actualidad,
los Transcontextos, en tanto constructos
virtuales, se instalan como paquetes de
información arreferenciales, esto es, con total
prescindencia del mundo.

Este fenómeno no es tan nuevo como pudiera


parecer, de hecho, la manipulación de la opinión
pública mediante estrategias mediáticas es de
antigua data y ha sido una práctica habitual en

110
regímenes totalitarios a la derecha y a la
izquierda del espectro político. Lo nuevo radica en
el grado de penetración, su virtuosismo
tecnológico y en la instantaneidad con que se nos
aparece

Fata Morgana

La Postverdad está más allá de los criterios


lógico- discursivos y es un fenómeno que alcanza
su culmen gracias a las nuevas tecnologías
digitales113. En este sentido, la Postverdad es más
un “verosímil” que una falsedad lisa y llana.
Habría que insistir en aquello que escribiéramos
hace ya más de una década: “El verosímil es un
constructo que se fundamenta en un
convencionalismo literario, aquello que podríamos
llamar denotación nula, en la cual un lector
renuncia a la dimensión semántica extensional de
la escritura, a favor de un dispositivo estético
literario. Sólo así es posible que podamos leer un
relato, sea éste realista, fantástico o maravilloso;

113 En el límite, las nuevas tecnologías nos obligan a plantearnos con toda seriedad esa vieja

pregunta filosófica que, de un modo u otro, ha sido actualizada por teóricos de la comunicación;
esto es, el límite entre lo real y la ficción . Los procesos de virtualización, como una subordinación
de los procesos de significación y designación a las lógicas significantes, trastornan la semiosis,
instalando escenarios digitales allí donde se ha abolido la referencialidad. En palabras más simples,
la virtualización no refiere contextos sino que instituye un verosímil que reclama para sí los fueros
de lo real.
Cuadra, A. De la Ciudad Letrada a la Ciudad Virtual. Santiago. LOM Ediciones. 2004

111
siguiendo las reglas del juego, sin exigir una
prueba de verdad acerca de lo que enuncia el
hablante intratextual. El lenguaje renuncia al
discurso factual para instalarse en el plano de las
aserciones simuladas o, como prefieren otros,
referencias no denotacionales” 114 La Postverdad,
por el contrario, no apela a convencionalismo
alguno, no quiere “representar” sino “presentar”
en un Transcontexto otro modo de organizar los
datos: “ Los transcontextos … enuncian desde la
videósfera una realidad que se nos presenta
perceptualmente en un nivel fisiológico, cultural y
subjetivo, sin apelar a convencionalismos
literarios; los transcontextos se aproximan más a
la teatralidad que a la literariedad. Los
transcontextos escenifican una realidad a partir
de complejos semióticos verboicónicos en
movimiento; a diferencia de la escritura que se
basa en sintagmas secuenciados temporalmente,
los transcontextos espacializan una experiencia
polisensorial en una teatralidad digitalizada: un
flujo total de imágenes y sonido que no admite,
en principio, un punto de vista extradiegético,
exterior a la acción. La virtualización televisiva,
no sólo es la subordinación del referente y el
significado a las lógicas significantes, es también
la preeminencia de una semiotíca de la

114 Op.Cit.137

112
comunicación por sobre una semiótica de la
significación. Este hecho es, a nuestro entender,
capital; pues, en principio, la tecnoimagen es el
instrumento ideal para make believe, esto es,
para crear ficciones”115

La expresión “make believe” puede ser entendida


como la pretensión de hacer real algo que no es
real. Este fenómeno es un atributo digno de
celebrarse en la ficción literaria o
cinematográfica; sin embargo, resulta reñida con
cualquier criterio ético en el ámbito periodístico.

La Postverdad, sostenida en la tecnoimagen es la


expresión más acabada de este “make believe”,
ofreciendo explicaciones alternativas - doble-
vinculantes - ante cualquier acontecimiento,
suspendiendo los criterios de validación, y el
mayor desafío mediático de nuestro tiempo.116


115 Op. Cit. 138
116 Alors que les algorithmes présentent une vision du monde qui renforce les croyances que nous
avions déjà, le rôle des médias a changé. Il est avant tout d’expliquer, vérifier, préciser, démentir les
rumeurs, mais aussi d´éduquer aux médias á l’information, pour mieux armer les citoyens contre la
manipulation d’où qu’elle provienne.
Cuando los algoritmos presentan una visión de mundo que refuerza las creencias que ya teníamos,
el rol de los medios ha cambiado. Ante todo, se trata de explicar, verificar, precisar, desmentir los
rumores, pero también de educar a los medios en la información, para armar mejor a los
ciudadanos contra la manipulación de la que proviene. (Traducción libre del autor)
Katharine Viner travaille depuis 1997 au Guardian dont elle est devenue la rédactrice en chef en
2015.
Le Monde. Le 24 juin 2017.

113
Si bien el término Postverdad fue entronizado por
el Oxford Dictionary como “palabra del año”
(2016), en el sentido de "circunstancias en las
que hechos objetivos influyen menos en la
formación de la opinión pública que lo que lo
hacen los llamamientos a emociones y creencias
personales"117; no parece forzado incluirlo junto a
términos afines, tales como: fake news,
desinformación, demagogia, populismo,
manipulación, desinformación, entre otras.

Una mirada ingenua – de sentido común, si se


quiere - en torno a la Postverdad, pudiera
llevarnos a pensar que frente a un espejismo, se
impone, finalmente, la prosaica realidad de los
hechos. De suerte que más allá de su seductor
virtuosismo tecnológico, se trataría de una
cuestión política episódica, marginal, acaso,
inane.

Muy por el contrario, sostenemos la hipótesis de


que el fenómeno de la Postverdad es, apenas, la
punta de un iceberg mucho más intrincado de lo
que pareciera a primera vista. La Postverdad, en
tanto dispositivo político, no es sino un síntoma


117 Oxford Dictionaries. https://en.oxforddictionaries.com/definition/post-truth (Traducción libre

del autor)

114
inequívoco de una mutación muy profunda de los
Modos de Significación contemporáneos.

Si entendemos la cultura toda como una entidad


semiótica, esto es, como un Régimen de
Significación históricamente acotado; advertimos
que dicho régimen se escinde en dos ámbitos
congruentes, pero diferentes, a saber: una
Economía Cultural que estatuye el modo de
producción, distribución y consumo de bienes
simbólicos; un Modo de Significación que
configura los modo y manera de percepción
sensorial, es decir, el “Sensorium de Masas”,
verdadero fundamento de los esquemas de
percepciones, pensamientos y acciones,
precisamente, aquello que Bourdieu llama
“Habitus” Es más, en el límite, los “Modos de
Significación” se traducen en un “Imaginario
Histórico Social”, esto quiere decir, la manera en
que una sociedad sedimenta el conjunto de
rituales, emblemas y mitos que cristalizan en la
conciencia de los sujetos como verdad. Se trata,
desde luego, de un fenómeno colectivo que se
impone al psiquísmo individual.

En nuestra línea de pensamiento, la noción de


Postverdad está delatando una mutación
inherente a lo que hemos llamado la Hiper

115
Industrialización Cultural, otro modo de
denominar el estadio de la cultura en el
tardocapitalismo globalizado.

Por descabellado y desconcertante que pudiera


parecer, la Postverdad, lejos de ser un Fata
Morgana, constituye un “Modo de Significación”
emergente que, en tanto tal, instituye nuevos
“modos de percepción”, nuevos “Habitus” y un
nuevo “Imaginario Histórico Social” Esto se
traduce, por cierto, en nuevos y desconcertantes
comportamientos sociales y políticos que
observamos en la actualidad. Como escribe
Byung-Chul Han: “Cojeamos tras el medio digital,
que, por debajo de la decisión consciente, cambia
decisivamente nuestra conducta, nuestra
percepción, nuestra sensación, nuestro
pensamiento, nuestra convivencia. Nos
embriagamos hoy con el medio digital, sin que
podamos valorar por completo las consecuencias
de esta embriaguez. Esta ceguera y la simultánea
obnubilación constituyen la crisis actual”118

Desde una perspectiva Tecnopolítica, llama la


atención cómo en la actualidad se tiende a pensar
que cada usuario se podría asimilar a un ente
autónomo, capaz de expresar su singularidad en

118 Chul Han. Op.Cit. 6

116
un espacio de libertad. Esta visión idílica de las
redes sociales virtuales parecen presidir el
pensamiento de Byung-Chul Han cuando se
pregunta:” ¿Para qué son necesarios hoy los
partidos, si cada uno es él mismo un partido, si
las ideologías, que en tiempo constituían un
horizonte político, se descomponen en
innumerables opiniones y opciones particulares?
… ¿A quién representan los representantes
políticos si cada uno ya solo se representa a sí
mismo?”119

Las interrogantes planteadas inauguran un


debate que bien merece nuestra atención.
Admitiendo que, en efecto, estamos sumidos en
una crisis de la Kritikideologie y que en las
Sociedades de la Información todo
trascendentalismo cede su lugar al inmanentismo
del dato; no es menos cierto que ha sido la misma
acumulación y uso de datos – el llamado Big
Data – lo que ha posibilitado una “modulación
automátizada” en Sociedades de Hípercontrol.120
Afirmar que cada cual se representa a sí mismo
es políticamente naïf. Bastará recordar que,
desde una perspectiva económica-cultural, las

119Op.Cit. 70
120Stiegler, B. Ars e invenciones organológicas en las sociedades de hipercontrol. NOMBRES. Revista
de Filosofía. Córdoba. Argentina. Año XXII, No 28. Noviembre 2014

117
empresas que administran plataformas y
softwares con datos a escala mundial no son más
que cinco : Google, Amazon, Facebook, Apple,
Microsoft. La Híper Industria Cultural marca el
momento de la hegemonía tecnoindustrial plena,
convirtiéndose en el hecho político fundamental
de nuestro tiempo; transformando radicalmente
los componentes de la experiencia y la memoria. 121

Si la Postverdad afincada en Transcontextos


digitales es una experiencia de “double bind”, esto
quiere decir que: “La experiencia exógena puede
ser estructurada en los contextos del sueño, y el
pensamiento interno, puede ser proyectado en los
contextos del mundo externo”122 Así, entonces, allí
donde la Ideología nos proponía un relato
histórico trascendental del mundo, la Postverdad
nos propone la experiencia ahístórica e
inmanente del mundo. En este límite, todo Otrora
queda abolido a favor de una seductora inmersión
en el flujo polisensorial de un Ahora.

El Príncipe de la era Digital nos observa en cada


instante a través de millones de cámaras
diseminadas en las esquinas urbanas o flotando
en drones; su “gubernamentalidad algorítimica”

121 Para un interesante análisis psicosocial de la relación entre subjetividad y tecnología, véase:
Figueroa, Heidi. Imaginarios de sujeto en la Era Digital. Quito. Ediciones Ciespal. 2017

122 Bateson. Op.Cit. 193

118
exige al Príncipe monitorear, evaluar y ponderar,
en tiempo real, no solo todas las cosas del mundo
(Internet of Things) sino también todos nuestros
perfiles (Big Data), la experiencia misma de
nuestras vidas.

119
12.- Lo Popular:
Usuarios y Consumidores

Lo popular: ¿de que estamos hablando?

Hace ya algunas décadas que Nestor García


Canclini planteó una interrogante, tan lúcida
como radical, que no ha perdido, en absoluto, su
lozanía: ¿De qué estamos hablando cuando
hablamos de lo popular? 123 Hemos organizado
este artículo, precisamente, como un comentario
y sobre todo como una obstinada insistencia en
aquella pregunta en torno a “lo Popular” Así
entonces, nos proponemos una lectura crítica de
aquel texto de García Canclini, datado en 1983,
en el actual contexto de los llamados “Enjambres
digitales”124


123 García Canclini, N. (2004) ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular? in

Antología sobre cultura popular e indígena. Lecturas del Seminario Diálogos en la acción (pp. 153-
165). Primera Etapa. México: Conaculta. Recuperado de http://
sic.conaculta.gob.mx/documentos/853.pdf G

124 Byung - Chul Han En el enjambre. Barcelona.Herder. 2014

120
En la década de los ochenta de siglo pasado
surgió en las ciencias sociales un interés y una
preocupación por las culturas populares que
nuestro autor atribuye a tres tipos de causas, a
saber : causas socioeconómicas; causas políticas
y, finalmente, causas ideológicas.

En efecto, desde un punto de vista social y


económico, debemos mencionar la expansión de
la industrialización y la urbanización en toda la
región latinoamericana durante la segunda mitad
del siglo XX, lo que se tradujo en migraciones
masivas hacia las ciudades y la irrupción de
cinturones de extrema pobreza en las capitales y
las ciudades más importantes. Asimismo, habría
que consignar la incorporación de sectores
populares al consumo. En lo que concierne a las
causas políticas, recordemos que el ámbito
político se va a interesar por “lo Popular” desde
dos perspectivas, tanto desde el Estado nacional
que busca conocer las “estructuras culturales de
los grupos emergentes o migrantes para entender
sus movimientos sociales y renovar el consenso
en medio de los cambios” 125 , como desde los
partidos y movimientos de izquierda, populistas y
marxistas, que: “…reconocen entre las causas de
sus derrotas las falencias de concepciones

125 Canclini. Op.Cit. 154

121
clientelistas o economicistas sobre el
desenvolvimiento ideológico de las masas” 126
Hagamos notar que junto al ocaso del “socialismo
real”, se ha producido una obsolescencia de
ciertas ideas ortodoxas en torno a conceptos
como “proletariado” e incluso frente a la noción
misma de “clase”

Por último, García Canclini nos refiere las causas


ideológicas, proponiendo una línea argumental
que resulta muy pertinente en la actualidad: “…al
desmoronarse los paradigmas economicistas en
las ciencias sociales, se ha hecho visible que la
crisis económica del capitalismo y la crisis del
Estado se vinculan con una crisis ideológico-
cultural” 127 En este punto, nuestro autor se
muestra fiel a Gramsci y su concepción de
“hegemonía”, así, escribe: “Hoy entendemos esta
triple conmoción, al modo de Gramsci, como una
crisis de hegemonía, y sabemos que no basta
analizar las estructuras globales de la producción
y reproducción social para explicar y modificar
procesos que se desarrollan con una lógica
específica, en la vida cotidiana de las clases
subalternas”128


126 Ibid.-
127 Ibid.-
128 Ibid.-

122
Han transcurrido más de tres décadas desde que
este destacado antropólogo argentino llamara
nuestra atención sobre el súbito interés de la
ciencias sociales por “lo Popular” Es nuestro
parecer que este interés no ha menguado con los
años, por el contrario, pareciera que la cuestión
por “lo Popular” regresa de un modo
insospechado.

Si repitiéramos la pregunta de partida de García


Canclini: “¿Por qué surge con tal vehemencia en
los últimos años la preocupación por las culturas
populares?” 129 ; según nuestra hipótesis de
trabajo, ya no sería suficiente apelar a causas
socioeconómicas, tampoco atribuir dicho interés a
factores políticos e ideológicos. Reconociendo la
importancia de dichos aspectos, se hace
indispensable analizar un nuevo factor - algo que
nuestro autor no pudo haber imaginado hace
treinta y cinco años - lo que podríamos llamar
“causas tecno-culturales”

Entendemos como “causas tecno-culturales” la


irrupción de un nuevo “régimen de significación”
que está reconfigurando no sólo la “economía
cultural” de nuestro tiempo sino, además, los
“modos de significación” y con ello el concepto

129 Ibid.-

123
mismo de “lo Popular” Las transformaciones
tecno-culturales contemporáneas – verdadera
mutación antropológica - se despliegan en dos
dimensiones que podríamos resumir con los
conceptos de “comunicación” y “consumo”

En efecto, las tecnologías digitales han traído


consigo la llamada CMC (Computer Mediated
Communication) que no solo ofrece formas
inéditas de percepción - un nuevo “Sensorium”,
para decirlo en términos benjaminianos – sino
que además instala, ni más ni menos, un nuevo
sujeto de la comunicación llamado: “Usuario”

Las redes digitales cristalizan una convergencia


tecno-científica de varias décadas que corre
paralela a la expansión del mercado. Las nuevas
tecnologías se despliegan en una “Sociedad de
Consumidores” de alcance planetario. La
“comunicación” y el “consumo” constituyen, a
nuestro entender, las dos cuestiones
fundamentales que hacen posible replantear la
pregunta por “lo Popular” : ¿De qué estamos
hablando cuando hablamos de lo popular en la
era de la comunicación digital y del consumo?

124
Dominación y Resistencia

La cartografía que nos propone García Canclini


sobre la bibliografía que discute “lo Popular” en la
segunda mitad del siglo pasado constituye una
verdadera dicotomía: “La mayor parte de la
bibliografía puede ser agrupada en dos vertientes
que aparentan ser alternativas: describen los
mecanismos supuestamente omnipotentes de la
dominación ideológica o exaltan la capacidad de
resistencia política de las clases subalternas”130

Hagamos notar que, en efecto, el pensamiento


crítico de los años sesenta, hizo una lectura muy
mecánica de la Escuela de Frankfurt – de hecho,
ni siquiera se conocía la obra de Walter Benjamin
en América Latina – de suerte que se concibió a
los públicos como una entidad acrítica y pasiva
sometidos a un modelo cultural heterodirigido. El
poder es pensado desde una concepción
“teológica”, como señala nuestro autor, pues la
dominación se ejercía por medio de un poder
omnipotente y omnipresente.

Es interesante hacer notar que en esta “crítica


apocalíptica”, en términos de Umberto Eco, se
denuncia una cierta “economía cultural”, un

130 Op.Cit. 157

125
modo concreto de producción, distribución y
consumo de bienes culturales; esto es, una típica
superestructura de un régimen capitalista131 Sin
embargo, se deja de lado toda consideración en
torno a los “modos de significación” , es decir, a
las maneras en que los medios transforman el
“Sensorium” de sus públicos en largos periodos
históricos. En aquellos años, no era posible
concebir una lectura sensible de la modernidad
capitalista.

Esta concepción mecánica de “lo Popular” estaba


condenada a la esterilidad teórica y política, con
justa razón García Canclini acusa: “ En la década
de los setenta, los estudios encarados desde el
modelo anterior demostraron su unilateralidad,
su fatalismo, sus deficiencias para explicar
muchos aspectos de la cultura popular”132 Esta
mirada, llevada a sus límites, construyó un
libreto, acaso una caricatura, según la cual la
cultura hegemónica ejerce el dominio, mientras
que la cultura subalterna no hace sino resistir.

En este punto, nuestro autor – apelando a las


ideas de Godelier 133 - es muy lúcido cuando

131 Eco, Umberto; Apocalípticos e Integrados. Barcelona. Lumen. 1995. (Escrito originalmente en

1965

132Canclini, Op. Cit. 158


133Godelier, M.“La part idéelle du réel”, L’ Homme, julio- diciembre, 1978, XVIII (3-4), pp. 155-188
Citado por Canclini. Op. Cit. 160

126
contesta: “Si no pensamos al pueblo como una
masa sumisa que se deja ilusionar siempre sobre
lo que quiere, admitiremos que su dependencia
deriva, en parte, de que encuentra en la acción
hegemónica cierta utilidad para sus necesidades.
Debido a que este servicio no es enteramente
ilusorio, las clases populares prestan su
consenso, conceden a la hegemonía una cierta
legitimidad”134 Al distinguir entre los conceptos
de dominación y hegemonía, se desplaza la
noción de violencia por aquella de “contrato”, es
decir:”…una alianza en la que hegemónicos y
subalternos pactan prestaciones recíprocas”135

Lo anterior explica, aunque sea parcialmente, el


éxito de un cierto populismo político y
comunicacional capaz de articular alianzas
políticas entre sectores hegemónicos y
subalternos 136 . En este sentido, las
organizaciones populares no solo actúan como

134 Op. Cit. 160
135 Ibid.-
136 En un sentido más amplio, podríamos repetir con García Canclini que la desigualdad se instala en

la cotidianeidad de grupos e individuos: La sociedad organiza la distribución ⎯desigual de los


bienes materiales y simbólicos, y al mismo tiempo organiza en los grupos y los individuos la relación
subjetiva con ellos, las aspiraciones, la conciencia de lo que cada uno puede apropiarse. En esta
estructuración de la vida cotidiana se arraiga la hegemonía: no tanto en un conjunto de ideas
“alienadas” sobre la dependencia o la inferioridad de los sectores populares como en una
interiorización muda de la desigualdad social, bajo la forma de disposiciones inconscientes, inscriptas
en el propio cuerpo, en el ordenamiento del tiempo y el espacio, en la conciencia de lo posible y de lo
inalcanzable.

Cuadra. A. De la ciudad letrada a la ciudad virtual. Santiago. LOM. 2003: 142

127
agentes contra hegemónicos sino que, al mismo
tiempo: “…participan de las relaciones sociales y
las reglas de poder fijadas por el sistema. Sus
miembros que militan en sindicatos o partidos
también intervienen en procesos de consumo, en
la competencia sexual, cultural, barrial, en otros
espacios de lucha material y simbólica” 137 Una
concepción tal de “lo Popular” instala ciertos
campos problemáticos que nuestro autor resume
en tres cuestiones: (1) La estructura de las
contradicciones y la localización social de los
conflictos; (2) El carácter integral de la
transformación social; (3) Los sujetos sociales. En
efecto, la visión mecánica que plantea una lucha
entre lo hegemónico y lo subalterno, suponiendo
que “lo Popular” se explica como una oposición
entre capital y trabajo; es, por decir lo menos, un
modo muy insuficiente de explicar la estructura
de las contradicciones.

Los Nuevos Sujetos Sociales

Una de las cuestiones fundamentales que plantea


García Canclini es el carácter integral de la
transformación social en las postrimerías del siglo
pasado. Efectivamente, nuestro autor reconoce el
amplio espectro de agentes sociales que

137 Canclini. Op.Cit. 161

128
participan de “lo Popular”: “…los movimientos
indígenas que conciben unificadamente como
tratándose de lo mismo, la lucha por la tierra, la
lengua y la cultura; los movimientos sociales
urbanos que reclaman a la vez mejores salarios,
servicios materiales y culturales; los movimientos
feministas que cuestionan conjuntamente la
desigualdad en el trabajo y la vida cotidiana”138
Esta constatación de la diversidad lleva a nuestro
autor a una rotunda conclusión que sigue vigente
hasta el presente: “Lo popular se construye en la
totalidad de las relaciones sociales, en la
producción material y en la producción de
significados, en la organización macroestructural,
en los hábitos subjetivos y en las prácticas
interpersonales” 139 Al reconocer el carácter
diverso de “lo Popular”, comenzamos a columbrar
que el concepto de “clase” - en su sentido
marxista clásico – resulta del todo insuficiente
para dar cuenta de un fenómeno social y
antropológico tan complejo. En pocas palabras,
ya no es posible explicar “lo Popular”,
entendiendo este concepto, exclusivamente, en
términos de posiciones y relaciones económicas.

La complejidad de “lo Popular” se ha ampliado


todavía más en las últimas décadas, pues no se

138 Op.Cit. 164
139 Ibid.-

129
trata tan solo de reconocer los aspectos
antropológico –culturales que intervienen en su
constitución como reclamó con lucidez García
Canclini, sino que debemos hacernos cargo de
una verdadera “mutación antropológica” que está
redefiniendo el fenómeno desde dos ámbitos que
articulan el presente, a saber: el consumo y la
comunicación.

Hagamos notar que ambos vectores instalan un


nuevo sujeto social y cultural. En efecto, el
consumo, que en principio es una función
económica, se ha convertido en una función
simbólica que caracteriza las llamadas
“sociedades de consumidores” Del mismo modo,
una radical convergencia tecno-científica ha
transformado el ámbito comunicacional en una
realidad de redes digitales que cubren ya todo el
orbe. En la actualidad, podemos definir el nuevo
sujeto social como un sujeto de la comunicación y
, al mismo tiempo, como un sujeto del consumo,
es decir, estamos frente a un “usuario-
consumidor”

Si bien preguntarse si acaso las redes sociales


son, en efecto, sociales, pudiera parecer – a
primera vista – una cuestión bizantina; lo cierto
es que esta interrogante reviste, a nuestro

130
entender, la mayor importancia teórica y
metodológica.

Para intentar responder a la pregunta planteada,


es imprescindible hacer notar que la noción de
“Red Social” fue concebida en el ámbito de la
antropología mucho antes de que aparecieran las
“Redes Sociales On line” (RSO). En efecto, se
atribuye a Alfred Radcliffe- Brown (1881-1955) la
creación del SNA (Social Network Analysis) En la
actualidad , estamos asistiendo a un
redescubrimiento del análisis de redes, como
metáfora epistemológica, para desentrañar las
llamadas RSO. Así, tal y como ocurre con la
Etnografía Virtual 140 toda, el “Análisis de Redes
Sociales” (ARS) se desplaza desde el espacio físico
hacia el espacio virtual.

Hay destacados investigadores que niegan la


posibilidad de que pudieran constituirse lazos
sociales en el espacio virtual. Tal es el punto de
vista radical de Bernard Stiegler, quien, siguiendo
las ideas de Simondon en cuanto a que solo se
puede llegar a ser individuo psíquicamente,
individuándose colectivamente, sostiene que las
sociotecnologías serían meros “pharmaka” o
“simulacros” que vienen a suplir, precisamente, la

140 Hine, Ch. Etnografía Virtual. Barcelona. UOC. 2004

131
ausencia de realidad social.141 Ante una mirada
tan controversial, hay otros estudiosos que
prefieren matizar la cuestión, reconociendo la
posibilidad de establecer “lazos sociales débiles”
en las RSO que, serían una verdadera traducción
de ciertos protocolos urbanos. 142

Si aceptamos la hipótesis de que las “Redes


Sociales On line” constituyen, efectivamente, una
Red Social de lazos débiles, podríamos aceptar la
definición que hace Rheingold de las
comunidades virtuales: “Las comunidades
virtuales son agregaciones sociales que emergen
de Internet cuando suficientes personas se
mantienen en una discusión pública, durante
suficiente tiempo, con suficiente sentimiento
humano como para establecer redes de relaciones
personales en el ciberespacio”143

Aquí debemos introducir un par de precisiones


relativas a la noción de “comunidad virtual”
Primero: el verdadero sujeto de la Comunicación

141 Stiegler, Bernard. Le bien le plus précieux á l`´epoque des sociotechnologies in Réseaux sociaux.

Culture politique et ingénerie des réseaux sociaux. Paris.FyP éditions, 2012: 13-36

142 “En ce sens, les réseaux sociaux numériques sont la traduction dans le monde du virtual de la

quinteessence de la ville, d’une métropolisation planétaire”


Moulier-Boutang, Yann. Les réseaux sociaux numériques: une application de la forcé de liens faibles
in Réseaux sociaux. Culture politique et ingénerie des réseaux sociaux. Paris.FyP éditions, 2012:
67-81

143 Rheingold, H. The Virtual Community: Homestedading on the Electronic Frontier. Reading. MA.

Addison-Wesley. 1993: 5. Citado por Hine. Op. Cit. p.- 28

132
Mediada por Computador (CMC) es el “usuario”
que, en estricto rigor, es “componente funcional”
del sistema red. Segundo: toda RSO es – al mismo
tiempo – una Red Informacional cuyas cualidades
inherentes delimitan las posibilidades de
establecer lazos sociales.

La irrupción de un nuevo sujeto de la


comunicación, como es el “usuario”, así como las
cualidades que ofrece una “Red Informacional”
para la construcción de “Redes Sociales On line”
de alcance planetario instalan una serie de
nuevas preguntas frente a “lo Popular”; por de
pronto: ¿Cómo se conjuga lo local frente a lo
global en las redes digitales? ¿Qué sucede con las
claves identitarias en las comunidades virtuales?

Lo Popular : Estado y Nación

El concepto de “lo Popular” nace asociado a


mitos, instituciones y costumbres de nuestros
pueblos. Como señala García Canclini: “Casi
siempre limitaron lo popular a manifestaciones de
zonas rurales más o menos ajenas a las
transformaciones contemporáneas del
capitalismo: lo redujeron a lo "tradicional". Los
antropólogos estudiaron minuciosamente
"comunidades" aisladas o desprendidas por ellos

133
al conocerlas de los cambios de la sociedad
nacional; los investigadores del folklore vieron la
cultura popular como una colección de objetos,
prácticas y creencias, congelaron los procesos
sociales en las formas que asumieron en algún
momento del pasado”144

Esta visión idealista es calificada por nuestro


autor, no sin razón, de un “reduccionismo
anacronizante” puesto que descontextualizan el
fenómeno de lo popular, exhibiendo una retahíla
de productos, pero sin dar cuenta de los procesos
sociales que los hicieron posible. Esta modo de
concebir “lo Popular” se relaciona con una
concepción “biológico-telúrica” de lo popular.
Para García Canclini, esta concepción es propia
de una ideología inherente a los Estados
oligárquicos y que, en la actualidad, se encuentra
todavía presente en los movimientos nacionalistas
de derechas. Desde nuestro punto de vista, la
concepción “biológico-telúrica” de “lo Popular” es
el fundamento de una “modernidad
oligárquica” 145 propia de las naciones
latinoamericanas y que se tradujo en el llamado
“mito aristocrático”, un cierto “modo de ser”


144 Canclini. Op.Cit. 154
145 Larraín, Jorge. ¿América Latina moderna?. Santiago. LOM Ediciones. 2005

134
secularizado en nuestras elites a lo largo del siglo
XIX.146

Es evidente que el relato oligárquico quiere


construir un “ser nacional”, más allá de la
historia y su inevitable conflictividad: “Sus
meditaciones metafísicas sobre el ser nacional
buscan preservar en el plano simbólico la
identificación de los intereses nacionales con los
de los patricios y las grandes familias, disimulan
bajo interpretaciones aristocráticas del pasado la
explotación con que la oligarquía obtuvo sus
privilegios, bajo el respeto a los orígenes y la
sumisión al orden que los benefició”147

Esta visión tan aristocrática como sustancialista


se va a transformar en una mirada estatista en
que la noción de “lo Popular” deviene en lo “
Nacional Popular” De tal manera que la identidad
del pueblo ya no se encuentra solo en la raza,
tampoco en la geografía ni en la historia y la
tradición sino, principalmente en el Estado; hay
una identidad plena entre Nación y Estado. Como
nos advierte García Canclini: “… para esta
concepción lo nacional reside en el Estado y no
en el pueblo, porque éste es aludido como
destinatario de la acción del gobierno, convocado

146 Barros, L. & Ximena Vergara. El modo de ser aristocrático. Santiago. Ediciones Aconcagua. 1978
147 Canclini. Op. Cit. 155

135
a adherir a ella, pero no reconocido
genuinamente como fuente y justificación de esos
actos al punto de someterlos a su libre
aprobación o rectificación. Por el contrario, se
exige a las iniciativas populares que se
subordinen a “los intereses de la nación” (fijados
por el Estado) y se descalifican los intentos de
organización independiente de las masas”148

La identificación de lo nacional con “lo Popular”


marca, a nuestro parecer, un punto de inflexión
en América Latina, pues es a partir de esta
identidad profunda que se han construido
nuestros Estados nacionales; casi siempre, de la
mano de algún personaje carismático. Resulta
claro que lo “Nacional - Popular” no es la
abolición del mito aristocrático, se trata más bien
de su prolongación hacia un presente histórico,
pero con un nuevo sentido en que “lo Popular” se
contrapone a lo oligárquico. García Canclini nos
advierte: “También suele recurrirse al origen
étnico o al orgullo histórico para reforzar la
afirmación nacional, por lo cual esta corriente
prolonga en parte la anterior; pero el ejercicio y el
control de la identidad no se derivan
prioritariamente del pasado sino de la cohesión
presente tal y como el gobierno nacionalista la

148 Op. Cit. 156

136
representa. La política cultural identifica la
continuidad de lo nacional-popular con la
preservación del Estado. Promueve, entonces, las
actividades capaces de cohesionar al pueblo y a
algunos sectores de la “burguesía nacional”
contra la oligarquía, caracterizada como
antinación”149
Si la identificación de lo nacional con lo popular
marcó gran parte de la historia latinoamericana
durante el siglo XX, como la Argentina de Perón
o el Brasil de Vargas; surge la interrogante:
¿Cómo se construye hoy “lo Popular” en las Redes
Sociales On line?

De lo Nacional Popular a
lo Internacional Popular

El concepto de “Nación” al cual se ha apelado


tantas veces en América latina, entraña una
innegable dimensión metafísica que nadie mejor
que Ernest Renan ha sintetizado cuando escribe:
“Una nación es un alma, un principio espiritual.
Dos cosas, que en verdad hacen una, constituyen
esta alma y este principio espiritual. Una está en
el pasado, otra en el presente. Una, es la posesión
en común de un rico legado de recuerdos; el otro

149 Ibid.-

137
es el consentimiento actual, el deseo de vivir
juntos, la voluntad de validar la herencia que
recibimos como individuos” 150
Las nuevas generaciones, socializadas en el
consumo y en las redes digitales, sienten como
algo muy ajeno y extemporáneo los conceptos de
“alma” o “principio espiritual” , viven más bien un
estado de aislamiento y soledad, constituyen lo
que Byung Chul Han llama “Hikikomoris”151 Esto
es así porque en nuestras sociedades va
quedando atrás la “convicción” como fuente de
certezas frente al mundo. En la actualidad la así
llamada “Sociedad de Consumo” ha instalado la
“seducción”, un nuevo vector cultural de alcance
mundial que define nuestra relación con el
mundo desde nuevos criterios que nada tienen
que ver con la añeja categoría de “alienación”
Como sostiene Lipovetsky: “La seducción nada
tiene que ver con la representación falsa y la
alienación de las conciencias; es ella la que
construye nuestro mundo y lo remodela según un
proceso sistemático de personalización que

150 E. Renan, Qu’est-ce qu’une nation?, Paris, Presses Pocket, 1992, p. 54. Citado por: Ortiz,

Renato. Mundialización y cultura. Buenos Aires, Alianza Editorial, 1997:195

151Los habitantes digitales de la red no se congregan. Les falta la intimidad de la congregación, que
produciría un nosotros. Constituyen una concentración sin congregación, una multitud sin
interioridad, un conjunto sin interioridad, sin alma o espíritu. Son ante todo Hikikomoris aislados,
singularizados, que se sientan solitarios ante el monitor. Medios electrónicos como la radio
congregan a hombres, mientras que los medios digitales los aíslan.
Byung Chul-Han. Op.Cit.18

138
consiste esencialmente en multiplicar y
diversificar la oferta, en proponer más para que
uno decida más, en substituir la sujección
uniforme por la libre elección, la homogeneidad
por la pluralidad, la austeridad por la realización
de los deseos”152
Durante todo el siglo XX se expandió aquello que
Adorno denominó la Kulturindustrie, es decir, la
lógica industrial de la producción simbólica. Así,
la prensa de gran tiraje, la radio y el cine fueron
los pilares de esta industrialización de la cultura.
Ahora bien, la producción industrial de los bienes
simbólicos trae como consecuencia la producción
seriada del imaginario. De manera que el
consumo y la nación van a converger en la
cultura de masas: “ En rigor, esta asociación
entre consumo y nación no aparece solamente en
el caso de la publicidad. También se considera
que las historietas cimentan la unificación
nacional. Como dicen algunos estudiosos:
“Durante siglos consideramos las escuelas como
agentes de la unidad nacional de una población
heterogénea, inculcando en los niños, mientras
van creciendo, conceptos comunes, doctrinas,
actitudes, sentimientos. Pero las historietas,

152 Lipovetsky, G. La era del vacío. Barcelona. Anagrama. 1990: 19

139
consideradas más bien una diversión, vienen
haciendo eso continuamente y en mayor medida
de lo que lo hacen la escuela o la prensa”. En
cuanto expresarían la autenticidad de las
creencias y de los sueños del hombre medio
norteamericano, los comics difundirían una
conciencia del destino y de las aspiraciones de
EE.UU.153
En la actualidad, aquello que entendíamos como
Industria Cultural se ha transformado en una
“Híper Industria Cultural” gracias a una
convergencia tecno científica que ha aumentado
exponencialmente nuestra capacidad de
almacenar datos (la logística) y nuestra capacidad
de transmitirlas (telecomunicaciones). En la
actualidad, asistimos a una “mutación
antropológica” que redefine “lo Popular” Ya no
como un paradigma “Nacional Popular” sino como
una “Cultura Internacional Popular”, un régimen
de significación inédito capaz de abolir las
fronteras y la territorialidad misma; un nuevo
territorio habitado por “usuarios-consumidores”
Emerge en el seno de una “modernidad-mundo” -
que se sostiene tanto en la expansión del
consumo como en las tecnologías digitales - un

153 D. M White y J. Pendleton, Popular culture: mirror of American life, Publisher’s Inc.,1977. Citado

por Ortiz.. R. Op.Cit. 182

140
imaginario histórico social inédito, una “Memoria
Internacional Popular”: “Afirmar la existencia de
una memoria internacional-popular es reconocer
que en el interior de las sociedades de consumo
se forjan referencias culturales mundializadas.
Los personajes, imágenes, situaciones,
vehiculizados por la publicidad, las historietas, la
televisión, el cine, se constituyen en sustratos de
esta memoria. En ella se inscriben los recuerdos
de todos.”154
La híper industrialización de la cultura no hace
sino extender la difusión de las referencias
mundializadas y fortalecer la “Memoria
Internacional Popular”, construyendo, en estricto
rigor, una “Cultura Internacional Popular” que
contiene “los recuerdos de todos” Las redes
sociales constituyen ese espacio holístico en el
cual los “memes”, los “emoticons” y los “likes”
construyen esa atmósfera lúdica, humorística y
melodramática salpicada de lugares comunes que
resulta ser la bitácora de la vida cotidiana de
millones de “usuarios- consumidores”. Esta
nueva “Cultura Internacional Popular” que está
en nuestros teléfonos móviles no es otra cosa que
el “ethos” de una “classe moyenne” planetaria: “lo
Popular” en la era digital.


154 Op. Cit. 185

141
Si los ciudadanos de antaño han sido sustituidos
por los nativos digitales, “usuarios-
consumidores”, a escala planetaria; surge la
pregunta sobre las nuevas modalidades de la
resistencia social y política en el seno del tardo
capitalismo mundializado. Más de tres décadas
después, debemos insistir en las interrogantes
planteadas por García Canclini:”¿Cómo vincular
las luchas sectoriales con las de los partidos y
clases, cómo combinar las batallas en el
consumo, o simplemente las prácticas cotidianas,
con los conflictos en la producción? ¿Puede
mantenerse la independencia, la especificidad de
las luchas parciales, y a la vez superar la
fragmentación social en que el capitalismo basa el
control multifocalizado de los conflictos?” 155

Más allá de estas cuestiones , en la hora presente


han surgido más preguntas que extienden,
todavía más, el campo problemático que nos
ocupa, a saber: ¿Qué características evidencia en
nuestro presente – un presente de consumo y
redes digitales – lo político como mediación entre
las estructuras de poder y la vida cotidiana del
mundo popular?


155 Op. Cit. 165

142
Si observamos la lucha y las protestas sociales de
los últimos años, advertimos de inmediato que las
nuevas herramientas digitales han tenido un
papel importante en ellas.156 Esto es cierto para
las protestas estudiantiles en Chile (2011) o para
el movimiento de los Indignados. En ambas
experiencias, sin embargo, no resulta claro su
capacidad para constituirse en movimientos
sociales con un determinado contenido político;
por ello se ha dicho: “Las olas de indignación son
muy eficientes para movilizar y aglutinar la
atención. Pero en virtud de su carácter fluido y de
su volatilidad no son apropiadas para configurar
el discurso público, el espacio público. Para esto
son demasiado incontrolables, incalculables,
inestables, efímeras y amorfas. Crecen
súbitamente y se dispersan con la misma
rapidez.” 157

En el caso de las protestas estudiantiles en Chile,


se constata un debilitamiento de los partidos
políticos: “Al examinar el emblemático grito
estudiantil El pueblo unido avanza sin partido’,
advertimos de inmediato el talante libertario que
anima este movimiento social. Constatamos que

156 Las características de lo político en la era digital lo hemos analizado extensamente en nuestro

libro:
Cuadra, A. “El Príncipe Posmoderno” (En proceso de edición. Ciespal. Quito 2019)

157 Byung, Chul Han. Op. Cit. 13

143
la organización de los estudiantes se aleja de una
cierta “racionalidad partitocrática” que
caracterizó la vida política del Chile republicano e
ilustrado hasta el golpe de estado de 1973.
Notemos cómo el rechazo a las estructuras
verticalistas y burocráticas inherentes a los
partidos políticos es sustituida por una tendencia
al “asambleísmo permanente”, horizontal,
igualitario y participativo” 158 Los estudiantes
chilenos se alejan de las gramáticas rigurosas y
de las organizaciones verticalistas; al igual que en
un chat, las nuevas generaciones optan por la
horizontalidad: “El comportamiento político de las
nuevas generaciones pareciera bascular desde
partidos organizados como burocracias políticas
más o menos centralizadas, jerárquicas que
reconocen nítidas gramáticas ideológicas hacia
movimientos horizontales, flexibles y en flujo. No
nos parece casual encontrar un decurso similar
en los modos comunicacionales”159

Tanto en el caso de los Indignados como en el de


los estudiantes chilenos se manifiesta una difusa
insatisfacción, lo que se ha dado en llamar un
“malestar ciudadano” Se trata de nuevas
generaciones de “enjambres digitales” que viven
un mundo de “Redes Sociales On line” a escala

158 Cuadra. Op. Cit. 77
159 Ibid.-

144
mundial. Nuevos sujetos sociales – “usuarios y
consumidores”- que están redefiniendo el
concepto mismo de “lo Popular”, instalándose en
las grandes urbes de nuestro continente en medio
de las tensiones entre las lógicas de un poder
globalizado y la cultura cotidiana que les ha
tocado vivir. Nuevos horizontes culturales y
sociales que reclaman un cambio profundo de las
relaciones políticas en nuestras sociedades.

145
Partidos Políticos y Redes Sociales

Redes Sociales y Partidos Políticos

La sociedad contemporánea es susceptible de ser


entendida como la conjunción de una Sociedad
de Consumidores y una Sociedad de la
Información. La consecuencia inmediata de esta
hipótesis atañe a la irrupción de un nuevo sujeto
social, a saber: el “usuario-consumidor” Una
Sociedad de Consumidores va a acentuar un
“carácter social” inédito que se traduce en un
individualismo hedonista generalizado, en el
límite, un Hikikomori. 160

En el pensamiento de Byung Chul Han, el


concepto de “masa” ya no se puede aplicar a los

160
Conviene detenernos en el concepto de “Hikikomori”, una palabra creada por el psicólogo japonés Tamaki
Saito en 1998 en su libro: “Aislamiento social: una interminable adolescencia” Una definición mínima del
término alude a un aislamiento físico, social y psicológico que puede prolongarse por semanas, meses, o años.
Se trata de un padecimiento que afecta a cientos de miles de jóvenes no sólo en Japón sino en diversas partes
del mundo.

146
Enjambres digitales, pues lo que se ha
descompuesto en éstos es, precisamente,
cualquier sentido de un “nosotros”: “Las masas,
que antes podían organizarse en partidos y
asociaciones y que estaban animadas por una
ideología, se descomponen ahora en enjambres de
puras unidades, es decir, en los Hikikomoris
digitales aislados para sí, que no forman ningún
público articulado y no participan en ningún
discurso público”161

Es evidente que un “Hikikomori” es incapaz de


actuar políticamente, pues como una suerte de
ermitaño digitalizado carece de todo sentimiento
gregario. La idea de individuos aislados es
absolutamente congruente con lo que se ha
denunciado como el nuevo “carácter social”
propio de los consumidores. De hecho, muchos
autores hablan de un “narcisismo sociogenético”
como rasgo inherente a la llamada Sociedad de
Consumidores.162


161 Byung - Chul Han. En el enjambre. Barcelona.Herder. 2014: 70

162 Véase:

Lasch, Ch. (1991)La cultura del narcisismo. Santiago. Editorial Andrés Bello.

Sennett, R. (1980) Narcisismo y cultura moderna. Barcelona. Ed. Kairós.

147
Es este contexto inédito surge la pregunta radical
por el lugar de “lo político”. Para escudriñar la
relación que pudiera establecerse entre la
expansión de las Redes Sociales on line (RSO) y
“lo político”, hemos propuesto la figura de El
Príncipe Posmoderno como un guiño, desde luego,
a la obra de Maquiavelo, así como a aquella de
Antonio Gramsci, El Príncipe Moderno.

Sostenemos que, en la era actual, la figura que


encarna una voluntad política ya no puede ser,
como pensó Maquiavelo, una persona de carne y
hueso como fue Lorenzo de Médicis. Del mismo
modo, nos resulta difícil consentir hoy con
Gramsci en cuanto a que el organismo que
concreta y afirma una voluntad política colectiva
sea el partido político. Nuestro diagnóstico
coincide, más bien, con Peter Mair, citado por
Streeck, cuando sostiene que : “La época de la
democracia de partidos se ha terminado. Aunque
los partidos permanezcan, se han desconectado
tanto de la sociedad y persiguen un tipo de
competición que tiene tan poco sentido, que ya no
parecen capaces de sostener la democracia en su
forma actual” 163


163 Streeck,
Wolfang. La política de la salida. New Left Review. Segunda Época, Nº 88. Septiembre-
Octubre 2014: 129- 137: 130

148
De acuerdo a nuestra línea de pensamiento,
asistimos a la irrupción de un nuevo sujeto social
que hemos denominado “usuario-consumidor”.
Este hecho resulta capital a la hora de describir
lo que está aconteciendo en la actualidad con los
partidos políticos en todo el mundo. El “usuario –
consumidor” – como el dios Jano – posee una
doble faz.

En tanto “consumidor” el sujeto se orienta hacia


el individualismo hedonista, esto explicaría , en
parte “ la erosión sufrida por los entornos sociales
de cohesión que ayudaron a estructurar el
crecimiento original de los partidos de masas (el
mundo de los sindicatos, clubes, iglesias,
asociaciones profesionales, grupos de campesinos
y otros) así como a la fragmentación de las
identidades colectivas, incluyendo la de la clase
obrera industrial” 164

Si bien la individualización resulta plausible


como principio explicativo de la apatía política
contemporánea y de la profunda erosión del
demos moderno, nos parece todavía incompleta.
Si pensamos al nuevo sujeto social, no solo como
“consumidor” sino en tanto componente funcional
de una red virtual planetaria, esto es, en tanto

164 Op.Cit. 132

149
“usuario” nuestro diagnóstico se torna más
nítido.

Las llamadas Redes Sociales on line (RSO), se han


convertido no solo en herramientas
indispensables de la comunicación
contemporánea sino en formas asociativas de
“nodos usuarios” que le disputan el lugar de “lo
político” a los partidos tradicionales: “Como el
ciberespacio se salta la geografía, se rompe la
conexión, elemental para la movilización política
tradicional, entre intereses compartidos y
relaciones personales surgidas de la vecindad
física. Una consecuencia es que el control social
entre los «miembros de una red» se minimiza;
darse de baja es fácil, especialmente cuando las
personas usan seudónimos: otra faceta del nuevo
voluntarismo de las relaciones sociales… en
comparación con los partidos políticos de la vieja
escuela, no hay presión por la coherencia
ideológica ni por la adhesión a un programa
común”165 Al pensar la llamada Sociedad de la
Información y las nuevas formas de comunicación
(nos referimos, por cierto a la CMC o Computer
Mediated Communication), se hace indispensable
revisar la naturaleza misma de lo que
entendemos por “lazos sociales”

165 Op.Cit. 135

150
Lo social y lo tecnológico se conjugan en lo que
hemos llamado un “usuario-consumidor” Un
sujeto que se define, ciertamente, como usuario
en tanto componente funcional de la red y, al
mismo tiempo, como consumidor, esto es, un
actor inmerso en una red de relaciones
simbólicas que exceden con mucho la función
económica. Un sujeto que, paradojalmente,
consume tiempo y signos desplegados en una red
de la cual él mismo es parte constitutiva. ¿Cómo
se relacionan ambas dimensiones de este nuevo
sujeto? Esto nos lleva a revisar los
comportamientos de los usuarios empíricos en las
RSO e intentar establecer su conexión con el
perfil en tanto consumidores.

Los Enjambres digitales

En los últimos años, hemos asistido a una serie


de protestas de nuevo cuño que van desde las
protestas estudiantiles en Chile (2011) hasta las
manifestaciones masivas de los llamados
“Chalecos amarillos” en Francia (2018). Lo
novedoso de estos eventos está en directa relación
con una nueva forma comunicacional llamada
CMC. En efecto, desde hace ya algunos años se

151
advierte la importancia de las RSO como espacio
virtual en el cual se gesta y se organiza una
determinada protesta social.

Si antes se concebía la comunicación política y la


constitución de una Opinión pública como un
desplazamiento inscrito en el tiempo histórico
entre una Masa y un Público; en la hora presente,
es menester revisar este supuesto. Un modo
ingenuo de caracterizar el momento actual, es
creer que las RSO crean las condiciones ideales
para constituir una robusta Opinión pública a
escala planetaria, cuando la realidad desmiente
día a día esta ilusión Sin ingenuidad alguna
debemos admitir que el mundo actual dista
mucho de ser más libre, más justo o más
democrático, la cuestión es por qué.

Un principio de respuesta al desolador panorama


que nos ofrece la comunicación política
contemporánea, es la que nos ofrece Byung Chul
Han cuando nos hace notar que ya no existe nada
parecido a una Masa como antaño sino que hoy
solo hay Enjambres digitales: “El enjambre digital
no es ninguna masa porque no es inherente a
ninguna alma, a ningún espíritu. El alma es

152
congregadora y unificante. El enjambre digital
consta de individuos aislados” 166

De acuerdo a la hipótesis de Byung Chul Han,


asistimos al despliegue digital de millones de
“usuarios-consumidores” aislados, carentes de
“espíritu”. No obstante, debemos reconocer que
esos entes aislados son capaces de congregarse
ante determinados estímulos. Esto significa que
un Enjambre digital disperso es capaz de
transformarse en un conglomerado de millones.
De este modo, podemos constatar que el
comportamiento de los “usuarios-consumidores”
es de Carácter Ondulatorio, congregando los
Enjambres digitales ante determinados estímulos
o Trending Topics

El Giro Informacional: Estructuras y Flujos

Al examinar el comportamiento de los “usuarios –


consumidores”, podemos deducir algunas
características de las nuevas audiencias en la era
de la CMC.


166 Han. Op. Cit p.17

153
1.- El desarrollo de las llamadas Redes sociales
on line, puede ser entendido como un
desplazamiento desde un mundo cuya
arquitectura se organiza como un “complejo de
estructuras” hacia un universo virtual que se
organiza como una “red de conexiones y flujos ”

2.- El desplazamiento desde un universo


asentado en estructuras hacia un universo
virtual basado en RSO, esto es, en flujos,
entraña, en sí mismo, un “giro informacional”. Un
quiebre epistemológico no solo de los estudios
comunicacionales sino de todas las ciencias
sociales.

3.- El universo virtual trae consigo una inédita


“compresión espacio temporal” Esto es, una
nueva concepción y una nueva experiencia del
espacio y del tiempo.

4.- En este punto nos parece crucial hacer notar


que durante milenios, las sociedades humanas se
han desarrollado inmersas en un Tiempo histórico,
de suerte que las oscilaciones de los
comportamientos determinaban los llamados
“periodos históricos” que, normalmente se
medían en años, décadas o siglos. En la
actualidad, las RSO han introducido un Tiempo

154
informacional que cataliza y acelera los procesos,
de manera que los sinusoides varían en cuestión
de días o semanas.

5.- Todo lo anterior significa que las oscilaciones


de las nuevas audiencias constituidas por
Enjambres de “usuarios- consumidores” ya no
reaccionan, necesariamente, frente a “Contextos”
inscritos en el tiempo históricos sino frente a
“Transcontextos” sujetos a un tiempo
informacional.

6.- Por descabellado que pudiera parecer a


primera vista, lo cierto es que las nuevas
audiencias on line ya no habitan realidad alguna
sino ficciones, “Transcontextos”: otra forma de
llamar a los constructos digitales, fundamento de
la llamada Posverdad.

7.- El proceso de desrealización en el que estamos


inmersos solo es concebible en el seno de un
régimen de significación que ha abolido el signo.
En efecto, así como l’avant garde de principios del
siglo XX abolió la referencia, renunciando al arte
mimético e inaugurando el arte abstracto; en la
hora presente, asistimos a un “giro
informacional”, un proceso de virtualización capaz

155
de abolir el significado, proponiendo una suerte
de “hiperrealismo metafísico”

8.-El universo virtual es ante todo el despliegue


de signos vacíos, superficies significantes, o si se
quiere una suerte de ideología de la forma. La
consecuencia inmediata de esta erosión del signo
es el debilitamiento del pensamiento crítico, sea
en su versión dialéctica - Kritikideologie - o en su
versión aporética, el estructuralismo francés.

9.- Las nuevas audiencias virtuales son muy


numerosas a nivel global y se orientan por los
vectores de la seducción, de suerte que sus
comportamientos son efímeros e inestables. En
tanto “usuarios- consumidores”, los enjambres
digitales son más vulnerables frente a las
estrategias de manipulación mediática En este
sentido, no parece casual que la expansión de las
RSO coincide históricamente con la irrupción de
la llamada Posverdad.

En las últimas décadas del siglo pasado se


constata un decaimiento de los partidos políticos,
y en el límite, una deserción de las masas de las
más diversas formas asociativas. Como muy bien
nos recuerda Streeck: “Las últimas décadas del
siglo xx fueron. . . testigo de «una retirada

156
gradual pero también inexorable de los partidos
desde el ámbito de la sociedad civil al del
gobierno y el Estado». Tal como destaca Mair, esta
«retirada de las elites» ha ido acompañada de la
desafección de la ciudadanía, con caídas
constantes de la participación media, década tras
década, y el «abandono de la implicación popular»
en la vida política” 167

Los partidos políticos se alejan de las masas para


instalarse como una “clase política”
indiferenciada. Así la distancia entre las otrora
irreconciliables izquierdas y derechas se tornan
mínimas. Tal y como ya hemos señalado, una
dimensión de esta mutación se atribuye a la
expansión de un nuevo carácter social asociado a
las Sociedades de Consumidores. No obstante lo
anterior, pareciera que las RSO resultan un factor
determinante al evaluar el decurso de los partidos
políticos en las últimas décadas.

En efecto, la expansión de las tecnologías


relacionales a nivel mundial han sido capaces de
reformular el concepto mismo de “comunidad
política” como un conjunto de individuos unidos
por lazos sociales débiles frente a una coyuntura
dada: “En el orden de cosas que parece estar

167 Streeck. Op.Cit. p.132

157
emergiendo, los lazos sociales se basan en el
gusto y en la elección más que en la obligación,
con el resultado de que las comunidades
parezcan asociaciones voluntarias de las que se
puede dimitir si exigen demasiada abnegación, en
lugar de «comunidades de destino» con las que
uno sube o cae”168

El partido político fue pensado como una


comunidad de masas: ideológica, burocrática,
verticalista y jerárquica. Esta organización era la
“Vox populi” donde encontraban su lugar los
militantes unidos por interesas y utopías
compartidas. El partido moderno, tal como pensó
Gramsci, constituyó la primera célula que
expresaba la voluntad política de un colectivo. Sin
embargo, en la actualidad debemos admitir que la
lógica de las tecnologías digitales y de las RSO, en
particular, va en contra de los partidos políticos.
Las RSO constituyen comunidades instantáneas
y efímeras, no geográficas y descentralizadas. En
la era actual, el poder simbólico es informacional
y ya no pasa por los partidos políticos.

Ante la instantaneidad de la comunicación


digital, surge la exigencia de soluciones políticas
inmediatas, emotivas y totales. Lo político

168 Op. Cit. 135

158
adquiere la dimensión de espectáculo Hi Tech
para públicos hípermasivos, en la era de una
Híper Industria Cultural. El político actual
emancipado de los partidos, por su parte, se
convierte, entonces, en una “personality”, acaso
un “avatar”: un nuevo Príncipe, reticular y
digitalizado.

159
14.- El ocaso de los intelectuales

Race de Caïn, ton supplice


Aura-t-il jamais une fin

Abel et Caïn. Charles Baudelaire

La sociedad de los poetas

A fines del siglo XIX, la cultura en el ámbito


latinoamericano sufrió una gran conmoción
que tuvo consecuencias estéticas y políticas.
Ángel Rama ha dado buena cuenta de ello a
propósito de Rubén Darío 169 En efecto, la
irrupción del mercado transformó el régimen de
significación prevaleciente hasta 1900. Como
escribe Rama: ”La repetida condena del
burgués materialista en que unánimemente
coinciden los escritores del modernismo, desde
los esteticistas que acaudilla Darío —como se

169 Rama, Ángel, “Los poetas modernistas en el mercado económico” in Rubén Darío y el

Modernismo, España, Alfadil Ediciones, Colección Trópicos, 1995, pp. 35-79.

160
puede ver en su cuento “El rey burgués”—,
hasta sus objetores, poseídos de la
preocupación moral o social, tanto en la línea
apostólica de Martí como en la didáctica de
Rodó, responde a la más flagrante evidencia de
la nueva economía de la época finisecular: la
instauración del mercado”170

Es interesante destacar que la crisis finisecular


que conmueve al modernismo se traduce en el
ocaso de los poetas como figuras protagónicas
del quehacer cultural de la época: “Producida
la división del trabajo y la instauración del
mercado, el poeta hispanoamericano se vio
condenado a desaparecer. La alarma fue
general. Se acumularon centenares de
testimonios denunciando esta situación y
señalando el peligro que para la vida espiritual
profunda de las sociedades hispanoamericanas
comportaba la que se veía como inminente
desaparición del arte y la literatura. A los ojos
de los poetas, el mundo circundante había sido
dominado por un materialismo hostil al
espíritu, en lo que no se equivocaban mucho, y
si algunos confundieron la fatal quiebra de los
valores retóricos del pasado con la extinción
misma de la cultura, los más comprendieron

170 Op. Cit. 35

161
agudamente lo que estaba ocurriendo” 171
Hagamos notar que paralelo a este ocaso del
poeta, emergía en Francia una figura inédita, el
intelectual. Recordemos que en 1898, Èmile
Zola escribe su famosa carta J’Accuse en el
diario L’Aurore, dirigida nada menos que al
Presidente de la República, lo que le valió un
proceso por difamación y un breve exilio en
Londres.

Mientras la figura histórica del poeta era


degradada a la condición de excrecencia que ya
no encuentra sitio en una sociedad burguesa
mercantilizada 172 , el intelectual ligado a los
medios de comunicación comienza su camino
para convertirse en la conciencia moral de su
sociedad. El nuevo régimen de significación ya
no podía otorgarle al poeta dignidad alguna,
quizás fue Baudelaire uno de los primeros en
advertir este fenómeno cuarenta años antes en


171 Op. Cit. 37
172 En las últimas décadas del XIX y comienzos del XX, en ese período propiamente modernista
que se cierra en 1910, no sólo es evidente que no hay sitio para el poeta en la sociedad
utilitaria que se ha instaurado, sino que ésta, al regirse por el criterio de economía y el uso
racional de todos sus elementos para los fines productivos que se traza, debe destruir la
antigua dignidad que le otorgara el patriciado al poeta y vilipendiarlo como una excrecencia
social peligrosa. Ser poeta pasó a constituir una vergüenza. La imagen que de él se construyó
en el uso público fue la del vagabundo, la del insocial, la del hombre entregado a borracheras y
orgías, la del neurasténico y desequilibrado, la del droguista, la del esteta delicado e incapaz,
en una palabra —y es la más fea del momento— la del improductivo. Quienes más
contribuyeron a crear esta imagen fueron, porque no pueden ser otros, intelectuales, en
especial los críticos tradicionalistas, verdaderos ideólogos de esta lucha contra el poeta que
orienta la burguesía hispanoamericana, porque no distinguía mucho entre el peligro de un
hombre dedicado a la poesía y el de un anarquista con su bomba en la mano. Op. Cit 38

162
París. 173 Ante el advenimiento de una nueva
configuración económico cultural que se
convertirá en pocas décadas en la naciente
industria cultural, es decir ante un nuevo
modo de producir, distribuir y consumir los
bienes simbólicos, la única posibilidad para los
poetas fue la de convertirse en intelectuales.

Mientras la analogía del poeta y el anarquista


lo volvía un personaje peligroso e indeseable,
muy difícil de vindicar; el intelectual ligado a
los libros de ideas como dispositivos de una
gran industria editorial de gran tiraje, emergía
como un líder de opinión y, en el límite, como
ideólogo en una sociedad de masas
convulsionada por revoluciones de distinto
sello. El lugar del intelectual era discutido
entre fascistas, marxistas y liberales, pero
pocos se atrevían a negarle su espacio y
dignidad.

En la actualidad, hay muchos que anuncian el


fin de los intelectuales174 De hecho, podemos
constatar a diario que el nuevo sentido común
ya no viene de ilustrados líderes de opinión

173 Véase el clásico estudio de Walter Benjamin:
Benjamin, W. El país del segundo Imperio en Baudelaire in Poesía y Capitalismo. Madrid.
Taurus.1988
174 Véase Debray, R. Muerte de un centenario: el intelectual: www.elpais.es/opinion 3 junio

2001.

163
sino de los medios de comunicación y sus
estrellas. Este nuevo estado de cosas remite,
por cierto, a una reconfiguración cultural que
en toda su radicalidad implica un nuevo
régimen de significación: la
híperindustrialización de la cultura.

Híperreproducibilidad: Híperindustria Cultural

Antes de caracterizar la encrucijada en que se


encuentra la figura del intelectual hoy, se hace
indispensable introducir algunas distinciones
teóricas a la escena comunicacional
contemporánea. Entre las muchas acepciones
que puede tener la noción de cultura, está
ciertamente, aquella de índole comunicacional.
En efecto, la cultura puede ser entendida en
cuanto una cierta configuración o régimen de
significación que estatuye límites y
posibilidades en dos sentidos: en primer lugar,
toda cultura genera un modo de producir,
distribuir y consumir bienes simbólicos, es
decir, toda cultura posee una dimensión
económico cultural. En segundo lugar, y no
menos importante, los límites y posibilidades
de un cierto régimen de significación trazan el

164
horizonte de lo concebible, esto es, las
posibilidades del imaginario histórico social,
tanto desde una dimensión perceptual como
cognitiva. Así, entonces, la cultura en tanto
régimen de significación no sólo atañe a la
dimensión objetiva del fenómeno sino también
a la dimensión subjetiva.

Entre los primeros en advertir las mutaciones


que traía consigo la industrialización de las
comunicaciones se destaca la figura de Adorno,
quien acuñó el concepto de kulturindustrie,
para hacer evidente la producción seriada de
bienes simbólicos. Por su parte Walter
Benjamin mostró con nitidez las implicancias
del nuevo modo de significación, en cuanto una
abolición del modo de existencia aureático de
las obras y la subsecuente transformación del
sensorium bajo la experiencia del shock.

El diagnóstico de los frankfurtianos bien


merece ser revisado a más de cinco décadas,
pues hoy resulta claro que a la reproducción
mecánica advertida por Benjamin se suma la
hiperreproducción digital, devenida una
practica social de bajo coste y sin pérdida de
señal. Este panorama crea en los hechos las
condiciones de posibilidad para una

165
hiperindustrialización de la cultura, esto es, la
expansión de una red capilar, abierta y
horizontal, que permite una comunicación no
centralizada al modo broadcast sino el acceso
de todos a todos, la modalidad podcast.175

La hiperindustria cultural, dirigida a públicos


hipermasivos, es capaz de crear una
sincronización plena entre los flujos temporales
de conciencia y los flujos massmediáticos
audiovisuales, transformando con ello la
cardinalidad y calendariedad del imaginario
social contemporáneo.

El plañidero reclamo ilustrado ante la actual


cultura de masas inmersa en las coordenadas
de las sociedades de consumo, pretende
instituir el momento de la reflexión y la
convicción frente a un mundo de flujos
orientado hacia la seducción, convirtiéndose
en mera nostalgia ante un capitalismo libidinal
cuyo epicentro no es sino el deseo.

La figura del intelectual nacido en una época


en que el sensorium estuvo marcado por un

175 Para una exposición detallada de este punto, véase

Cuadra, A. La obra de arte en la época de su hiperreproducibilidad digital in Walter


Benjamín Research Syndicate. London. 2007 (www.wbenjamin.org/obra_de_arte.html)

166
régimen cuya configuración básica fue la
grafósfera como matriz mental, se encuentra
ahora en una encrucijada compleja ante el
nuevo mundo de la videósfera, nuevo modo de
percibir, conocer y pensar.

No olvidemos que el intelectual es la exaltación


del individuo privilegiado, aquel sujeto de las
sociedades burguesas que por sus virtudes y
conocimientos era capaz de iluminar a las
masas. El intelectual es el autor, la auctoritas,
el propietario y origen de un discurso. Tal
figura es impensable en un mundo plebeyo
mas igualitario. El homo aequalis instituido
como usuario y consumidor no es compatible
con la noción de intelectual. Así, tanto la nueva
división del trabajo, como una cultura
igualitaria y consumista ligada genéticamente
al espectáculo, no admite ni necesita
intelectuales.176

176 En el Chile actual, por cierto, la videósfera ha desplazado la figura del intelectual por los

rostros rutilantes de la estrellas. En las producciones massmediáticas ya nadie se ocupa del


autor (auctoritas) sino de la superestrella; incluso el libro como difusor de ideas entra en crisis,
produciendo un doble efecto: se expanden los públicos para las nuevas ideas, pero la vigencia
de éstas es cada vez más efímera. La nueva Ciudad Virtual es una sociedad más bien de flujos y
no de stocks: el intelectual clásico ha sido una construcción histórica que sucumbe ante el
glamour digitalizado de los massmedia. La televisión instala un nuevo sentido común, pues
como afirma Beatriz Sarlo: Hoy, el sentido común se teje con ideas que, literalmente, caen del
cielo. La televisión es una de las filosofías del sentido común contemporáneo. El gran sacerdote
electrónico habla frente a su pueblo y ambos, sacerdote y pueblo, se influyen: la televisión
escucha los deseos de su público y responde a ellos; el público descubre que sus deseos son
bastante parecidos a los que le propone la televisión
Véase:
Sarlo, Beatriz. Todo es televisión in Instantáneas. Buenos Aires. Ariel. 1995: 113-195

167
Los silencios de Caín

Si hace un siglo, la figura de Caín se encarnó


en el poeta que no encontró su lugar en las
sociedades burguesas finiseculares, hoy en día
el “expulsado del Paraíso” es el intelectual.
Nuestra hipótesis apunta a un doble
movimiento, por una parte, una
transformación del régimen de significación en
los albores del siglo XXI, esto es, una mutación
simultanea de la dimensión económica cultural
como de los modos de significación que excluye
la figura histórica del intelectual. Pero, al
mismo tiempo, el fenómeno posee un alcance
político no menor: la extinción del pensamiento
crítico. Así, entonces, el mentado “silencio de
los intelectuales” remite tanto a una revolución
cultural derivada de la convergencia
tecnocientífica logística, y de
telecomunicaciones que ha transformado los
lenguajes de equivalencia de una cultura
planetarizada, como a una hegemonía política
de los flujos de capital devenido significantes
digitalizados.

168
Asistimos a la paradoja en la cual pareciera
que los intelectuales han enmudecido,
precisamente, en el momento histórico en que
se multiplican las “buenas causas” que bien
merecen una reflexión seria: degradación de la
biosfera, empobrecimiento de los medios de
comunicación social, extensión global de la
violencia y pauperización acelerada de gran
parte de la humanidad. Como afirma Subirats:
“Definir este cambio histórico es una tarea
compleja… Pero podemos formularlo
provisionalmente a partir de tres
constituyentes que definen la crisis civilizatoria
de nuestro tiempo: primero, la destrucción de
la biosfera; segundo, la eliminación de las
memorias culturales; por último, el nihilismo,
el principio ético y epistemológico
autodestructivo que alimenta nuestro presente
histórico”177

Si el presente representa ya un descalabro


planetario nunca antes visto, las previsiones
para el futuro inmediato resultan apocalípticas:
“La perspectiva sobre el futuro que arrojan
estos cuadros sociales es simplemente
aterradora. Presupone que una fracción
creciente de la humanidad tiene que ser

177 Subirats, Eduardo. Violencia y civilización. Madrid. Losada. 2006: 143

169
excluida del derecho a la supervivencia, ya sea
en términos monetarios, sometiéndoles a
políticas corruptas y economías de expolio, o
bien bajo las restricciones, cada día más
extremadas, al acceso social de los recursos
naturales más elementales, como agua, tierra y
aire no contaminados. El principio de esta
exclusión ya ha sido formulado por las políticas
y las elites de las grandes corporaciones y
organizaciones militares mundiales a lo largo
del 2003. Y se ha hecho precisamente en los
foros y las cumbres de las Naciones Unidas.”178

Frente a esta verdadera distopía convertida por


la híperindustria cultural en imágenes
cotidianas, la figura del intelectual se
encuentra sintomáticamente ausente. Tal
parece que su ausencia es condición de
posibilidad para que la pesadilla siga adelante,
esto es lo que piensa nuestro autor cuando
señala: “Este proceso de regresión cultural no
podría tener lugar sin una condición
preliminar: el silencio de los intelectuales bajo
cualquiera de sus manifestaciones, ya sean
artísticas o académicas, periodísticas o
literarias”179


178 Op Cit. 139
179 Op. Cit. 165

170
Este silencio de los intelectuales no obedece,
desde luego, a la voluntad del estamento
académico o artístico. Se trata más bien de una
mutación del régimen de significación que
acompaña un proceso todavía mayor cual es la
nueva configuración del capital a escala global.
Como denuncia Subirats: ”Lo que quiero
denunciar es más bien que este artista o
intelectual ha sido aislado y trasformado, y en
última instancia eliminado a través de las
normas de la industria cultural y de la
reconfiguración de la vida académica bajo las
categoría corporativas de departamentalización
y profesionalidad.”180

La conclusión de Subirats es apasionada y


rotunda: “Bajo la primacía absoluta de la
ficcionalización de lo real y de la reducción de
la cultura a entertainment se han eliminado las
voces y las tradiciones intelectuales más
lúcidas del siglo XX como si no fueran otra
cosa que un deliro superfluo”181

Se advierte en nuestro pensador un cierto


talante ilustrado que al igual que Adorno,
desconfía de los medios masivos y del
entertainment, reponiendo en cierto modo un

180 Op. Cit. 166
181 Ibid

171
debate de los años sesenta. 182 Nos interesa
destacar, sin embargo, la primera afirmación
en torno a una “ficcionalización de lo real”.
Efectivamente, la híperindustrialización de la
cultura logra una sincronización plena entre
los flujos temporales de conciencia y los flujos
massmediáticos, produciendo una
“ficcionalización de lo real”, modo oblicuo de
afirmar que los medios de comunicación han
alcanzado la capacidad para fabricar el
presente histórico. Esta capacidad ya no se
afinca en la escritura como sistema retencional
sino en la digitalización audiovisual.

El ocaso de la crítica

Cualquiera sea la envergadura de la pesadilla


en que estemos inmersos, es innegable que
ésta se nos ofrecerá como una virtualidad HD
(High Definition). Nada de este virtuosismo
tecnológico, empero, le resta urgencia y
legitimidad al reclamo del filósofo: “La alegre
banalización y la subsiguiente abdicación de
las tradiciones críticas en las culturas de los
cuatro continentes, la insolidaridad con las
resistencias y protestas sociales en nombre de
la superación de los sujetos históricos, y la

182 Estamos pensando, por cierto, en el clásico de Eco:

Eco, U. Apocalípticos e integrados. Barcelona. Editorial Lumen. 1995. (Bompiani 1965).

172
celebración de la cultura como espectáculo han
enmudecido a esa intelligentsia tachada frente
a lo que hoy se exhibe obscenamente como sus
últimas consecuencias: la trivialidad de la
guerra como videojuego, la deconstrucción
estadística de la democracia como
performance, y una devastación de
ecosistemas, comunidades humanas y culturas
de magnitudes incontrolables bajo el
espectáculo global de paraísos comodificados y
una arcaica impasibilidad social.183

El ocaso de la figura del intelectual es un


proceso histórico y cultural en curso, derivado
de una acelerada híperindustrialización de la
cultura. No obstante, el reclamo de Eduardo
Subirats encuentra su asidero en algo todavía
más profundo: no se trata del fin del
pensamiento sino más bien del ocaso de un
cierto pensamiento crítico. Así, un proceso
histórico y cultural es, al mismo tiempo, un
proceso político.

La situación es inquietante, pues a fines del


siglo XIX, la figura del poeta se desplazó hacia
la del intelectual, lo que le garantizó cierta
dignidad en las nuevas coordenadas económico

183 Subirats.Op.Cit. 167

173
culturales. Recordemos que, finalmente, los
poetas de fines del siglo XIX lograron instalarse
en las nuevas coordenadas culturales,
transformándose en intelectuales. Como
escribe Rama: ”Pero había un modo oblicuo por
el cual los poetas habrían de entrar al
mercado, hasta devenir parte indispensable de
su funcionamiento, sin tener que negarse a sí
mismos por entero. Si no ingresan en cuanto
poetas, lo harán en cuanto intelectuales. La ley
de la oferta y la demanda, que es el ins-
trumento de manejo del mercado, se aplicará
también a ellos haciendo que en su mayoría
devengan periodistas. En efecto, la generación
modernista fue también la brillante generación
de los periodistas, a veces llamados a la
francesa “chroniqueurs”, encargados de una
gama intermedia entre la mera información y el
artículo doctrinario o editorial, a saber: notas
amenas, comentario de las actualidades,
crónicas sociales, crítica de espectáculos
teatrales y circenses, eventualmente
comentario de libros, perfiles de personajes
célebres o artistas, muchas descripciones de
viaje de conformidad con la recién descubierta
pasión por el vasto mundo. Cronistas
específicamente fueron Gómez Carrillo y
Vargas Vila, pero también lo fueron Gutiérrez

174
Nájera y Julián del Casal, y, sobre todo, los dos
mayores: Martí y Darío”.184

La situación en la actualidad es muy otra: el


intelectual no encuentra un locus al cual
pudiera desplazarse. Las categorías de experto
o consultor, así como la de académico
requieren no sólo de una alta especialización
sino que exigen las más de las veces una
mirada pretendidamente “científica y objetiva”,
esto es, despolitizada. Por lo demás, el campo
laboral de los expertos y consultores está
constituido por gobiernos, corporaciones u
organismos multinacionales cuyos intereses
están predeterminados. Por otra parte, el
espacio universitario no sólo se ha
profesionalizado sino que además se ha
privatizado, al punto de convertir, muchas
veces, los centros de estudios superiores en
verdaderos “Think Tanks” de gobiernos y
empresas transnacionales. En las actuales
circunstancias, cualquier reivindicación de la
tradición crítica supone la exclusión de los
circuitos legitimados. Así como el poeta fue
degradado hacia fines del siglo XIX a la
condición de anarquista y peligroso; hoy, el
pensamiento crítico y con ello la figura del

184 Rama. Op. Cit. 160

175
intelectual es degradado a la condición de lo
marginal y lo excéntrico, cuando no, a
cómplice de la violencia y el terrorismo. El
intelectual de tradición crítica carga con la
marca de Caín y es, en el mejor de los casos,
un molesto diletante muy lejano de aquella
conciencia moral de otrora. La nueva
conciencia moral está ahora instalada en los
medios hipermasivos que transmiten en tiempo
real la historia pasada, presente y futura de la
humanidad.

Espectáculo y Barbarie

La figura del intelectual ha quedado atrapada


en un doble movimiento, que como una
telaraña se expande por el mundo entero.
Primero: El mismo desarrollo de la industria
cultural que catapultó a los intelectuales hasta
los años setenta, hoy los sepulta al desplazar
su lenguaje de equivalencia desde la escritura
a lo audiovisual digitalizado en red. La
híperindustrialización de la cultura, forma
contemporánea de los flujos simbólicos
hípermasivos, hípermediales y anclados a la
estética del shock, deja fuera el pensamiento
deliberativo – reflexivo - critico inherente al

176
ejercicio escritural y toda forma de actividad
intelectual. Segundo: La caída del muro como
exteriorización de una crisis mayúscula de los
metarrelatos de la modernidad y de sus
excesos, ha creado las condiciones de
posibilidad para un nuevo ethos, sea que le
llamemos postmodernidad, hípermodernidad o
postcomunismo.

El nuevo ethos entraña, que duda cabe, serios


riesgos políticos, pues tal como ha señalado
Eagleton: “El pensamiento postmoderno del fin
– de - la - historia no nos augura un futuro
muy diferente del presente, una imagen a la
que ve, extrañamente, como motivo de
celebración. Pero hay en realidad un futuro
posible entre otros, y su nombre es fascismo.
La gran prueba del postmodernismo o, por lo
que importa, de toda otra doctrina política, es
cómo zafar de esto. Pero su relativismo cultural
y su convencionalismo moral, su escepticismo,
pragmatismo y localismo, su disgusto por las
ideas de solidaridad y organización
disciplinada, su falta de una teoría adecuada
de la participación política: todo eso pesa
fuertemente contra él”. 185 Bastará tener en
mente la llamada Global War contra el

185 Eagleton,Terry. Las ilusiones del postmodernismo. Paidós. Buenos Aires. 1998:197

177
terrorismo, que supone un estado de guerra
permanente, difusa y que compromete al
planeta en su totalidad. Una guerra, por cierto,
que supera el llamado “complejo militar
industrial” de mediados del siglo XX e inaugura
el “complejo militar mediático” Lo mediático y
lo militar son dos componentes fundamentales
que nos traen a la mente el concepto de
fascismo. Como escribe Subirats: “Bajo esta
doble constelación el nuevo poder mediático y
militar global ha creado aquella misma
condición objetiva elemental bajo la que Walter
Benjamin o Pier Paolo Pasolini definieron el
fascismo moderno: el estado general de
impotencia de una humanidad disminuida a la
función de espectador y consumidor de su
propia destrucción” 186

Desde otra perspectiva, este nuevo ethos


cultural excluye la figura del intelectual como
artífice de nuevas ideas. El nuevo estatuto del
saber y la imaginación teórica se ha tornado
“perfomativo” e interdisciplinario. 187 Hoy son
los equipos de “expertos” los que generan
“nuevas jugadas” en la pragmática del saber.188

186Subirats. Op. Cit 163
187Seguimos en este punto las interesantes tesis de Lyotard.
Lyotard, J.F. La condición postmoderna. B.Aires. REI. 1987

188 En un mundo como el que hemos descrito, la figura del “maestro” o “profesor” resulta

problemática, cuando no agónica. Si los sistemas nemotécnicos de producción de retenciones

178
Aclaremos que cuando afirmamos el ocaso de
la figura histórica del intelectual, nos referimos
a aquello que Walzer denomina “crítico social”
cuando escribe: “Sin duda las sociedades no se
critican a sí mismas: los críticos sociales son
individuos, pero también son la mayor parte
del tiempo, miembros que hablan en público a
otros miembros que se incorporan al habla y
cuyo discurso constituye una reflexión
colectiva sobre las condiciones de la vida
colectiva”189

La intelligentsia telegénica

La extinción de los intelectuales ha generado


un vacío que es llenado a diario por los medios
de comunicación. Son ellos los encargados no
sólo de regular el registro y el tono de los
grandes temas sino de proponer a su público
hipermasivo el repertorio de tópicos que merece
nuestra atención. El lugar de la convicción que
alguna vez ocupó el docto intelectual ha sido
barrido del imaginario contemporáneo por el

terciarias, y con ello del imaginario contemporáneo, lograron abolir la figura del “intelectual” al
estilo de Zolá, el nuevo estatuto del saber pone en crisis al “profesor”: “...la deslegitimación y el
dominio de la performatividad son el toque de agonía de la era del Profesor: éste no es más
competente que las redes de memoria para transmitir el saber establecido, y no es más
competente que los equipos interdisciplinarios para imaginar nuevas jugadas o nuevos juegos”.
Véase Lyotard. Op.Cit. 98

189 Walzer, Michael. Interpretación y crítica social. Bs. Aires. Ediciones Nueva Vision. 1993: 39

179
lugar de la seducción propio del comentarista u
opinólogo.190

El opinólogo, inédita physiologie del siglo XXI,


se distingue del intelectual en cuanto se trata
de un animal televisivo y telegénico, espacio en
que se legitima al emitir opinión. El opinólogo
es el cúlmen del homo aequalis, no hay
distancia respecto de su público hipermasivo.
Esta nueva figura no apela a episteme alguno,
su saber se instala en el sentido común que no
reconoce límites. Su discurso plebeyo
contornea el imaginario de las masas, desde lo
sentimental y melodramático a la opinión
política promedio. Lejos de cualquier relación
asimétrica, el opinólogo encarna y expresa la
Vox Populi, la dimensión cotidiana y obvia de
la existencia. En las antípodas del intelectual,
el opinólogo habita el mundo audiovisual,


190 Si otrora fueron los “publicistas” y luego los “comentaristas” y “expertos”, los que se

ocupaban de tópicos específicos: comentario político, económico, artístico, entre muchos. Hoy,
en una sociedad hipermediatizada, la voz del opinólogo adquiere relevancia por dos razones:
primero, el opinólogo habita el mismo “sentido común “de la tele audiencia, su relación es
horizontal, creando una inmediatez psíquica y social con su público. El buen opinólogo no es
ni más instruido ni más perspicaz que su público, es un igual: habla como la mayoría, piensa
como la mayoría, actúa como la mayoría. Segundo, la mayoría de los auditores de medios en
una hipercultura de masas se aproxima, como hemos señalado, a una cierta cultura
internacional popular, pero, dirigida precisamente por las grandes coordenadas del consumo
mediático y suntuario. En este sentido, se trata de una masa cuyos estereotipos vienen desde
el universo hipermediático de manera vertical y no desde las profundidades antropológicas y
folklóricas de la cultura popular clásica. La hipercultura de masas es más plebeya que
popular. El opinólogo es, pues, no sólo telegénico sino el “alter televisivo” de una masa plebeya.
Cuadra, A. Hiperindustria cultural e-book in www.labrechadigital.org

180
pariente lejano del comediante, el orador y el
clown.

Con todo, cuando algún intelectual entra al


mundo mediático, lo hace al precio de
travestirse en una figura televisiva, sea como
comentarista u opinólogo. Es más, la figura del
intelectual es caricaturizada por los clichés de
la farándula: un personaje excéntrico, gris,
opaco y denso que habla un lenguaje
incomprensible. El pensamiento y el saber sólo
son valorados en cuanto productivos y
utilitarios, basta revisar las expectativas
educacionales de los padres en relación a sus
retoños.

Al comenzar este siglo XXI vemos periclitar la


figura centenaria del intelectual como
exteriorización de una mutación mucho más
profunda. Asistimos al ocaso de aquella
Ciudad letrada” descrita por Ángel Rama en su
obra homónima y al advenimiento de la Ciudad
Virtual. Los áulicos espacios de nuestras
bibliotecas van cediendo poco a poco a las
bases de datos que se multiplican en la red. Es
ya un lugar común denunciar cómo las
seductoras pantallas digitales y sus derivados
van desplazando a los libros y a la lectura. El

181
siglo XXI es el siglo del bullicio, vivimos la
saturación de imágenes y sonidos, nuestras
metrópolis están inundadas de mercancías,
ruido, luces y pancartas digitales. Pero,
paradojalmente, éste es el tiempo en que las
ideas radicalmente nuevas y creativas se han
tornado más escasas que nunca. En ese
sentido, este es también un tiempo de censuras
y silencios.

***

182
Revista Chilena de Semiótica
Entrevista a Álvaro Cuadra

Desnudando al Príncipe Posmoderno191

Por Rubén Dittus (Editor)

1.- ¿Cuál es el análisis que haces del rol de las


redes sociales en la forma de hacer política? ¿No
es, acaso, un método efectista y a corto plazo? ¿Se
trataría, tal como indicas en tu libro, de un
acelerado desplazamiento en el estado de opinión
que defines como “Comportamiento Ondulatorio” o,
más bien, estandarizador?

Para responder a esta pregunta, se hace


imprescindible hacer antes un mínimo bosquejo
de carácter histórico y político. Cuando Nicolás
Maquiavelo escribe El Príncipe, lo concibe como
una persona de carne y hueso. De hecho, el libro
esta dedicado al estadista, explícitamente “Al

191 Dittus, Rubén. Entrevista a Álvaro Cuadra . Revista Chile de Semiótica Nº 11: Julio 2019

183
magnífico Lorenzo de Médicis” Este hecho no
pasó desapercibido para un pensador tan notable
como Antonio Gramsci, quien advierte en su libro
El Príncipe Moderno que el mito-príncipe ya no
puede ser una persona real. Para Gramsci,
resultaba claro que el desarrollo histórico de la
modernidad había dado un nuevo organismo
capaz de expresar la legítima voluntad política
colectiva, dicho organismo no podría ser sino el
partido político.

Al contrastar estos antecedentes históricos con la


realidad presente, me resultaba muy claro que los
partidos políticos perdían su protagonismo y que
la concepción moderna de Gramsci perdía
vigencia. Se hacía indispensable volver a pensar
lo político y la figura del príncipe en la llamada
era digital. Pensar un Príncipe Posmoderno remite
a tres cuestiones fundamentales, a saber: el
ocaso de los partidos políticos, una mutación de
las audiencias y lo que podríamos llamar un “giro
informacional” de lo político.

De algún modo, los otrora poderosos partidos


políticos se habían reducido a verdaderos
“carteles” y los políticos, en su gran mayoría, se
han convertido en personajes de dudosa
catadura. Esta intuición se consolidaba más al

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compartir con los estudiantes que en sus
marchas gritaban “El pueblo unido avanza sin
partido” Se trataba, por cierto, de un fenómeno
global, sea que se tratase de las protestas
estudiantiles en Chile (2011), o de los “chalecos
amarillos“ en Francia (2018), la cuestión de fondo
era la misma: la época de la democracia de
partidos parece estar llegando a su fin.
Aclaremos, la crisis de los partidos acontece tanto
a la izquierda como a la derecha del espectro
político. Pienso que lo que ha entrado en crisis es
una cierta concepción de la democracia
representativa que fue concebida en otra época.
Como se ha dicho, la democracia representativa
es “analógica” en un mundo digital, la
democracia, tal como la conocemos, no ha sido
hecha para esto que estamos viviendo.

Las nuevas audiencias ya no responden a esa


dicotomía que nos enseñaron en la universidad,
esto es, masa y público, según Habermas y Mills.
Las cosas han cambiado mucho desde aquellos
años, hoy existe una nueva forma de
comunicación que domina el mundo, se llama
CMC (Computer Mediated Communication) En la
hora presente, los usuarios de las RSO (Redes
sociales on line) ya no constituyen propiamente
una masa, pues como afirma, Byung Chul Han,

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los enjambres digitales carecen de “espíritu”, son
solo unidades aisladas o “Hikikomoris” No solo
eso, sino que además, los enjambres digitales se
aglutinan y se dispersan súbitamente ante
determinados estímulos. A esto lo llamamos
“Comportamientos ondulatorios” de las
audiencias en la red.

Si antes se hablaba de un “ giro lingüístico” en


las ciencias sociales, un riguroso ejercicio
epistemológico nos lleva a concebir un “giro
informacional” en la actualidad. En el actual
estado de cosas, un estado de “miseria
simbólica”, los comportamientos de los
enjambres digitales se han tornado superficiales,
inestables y efímeros, pues ahora todo parece
resolverse en unos cuantos “Likes”, haciendo de
las encuestas, instrumentos poco fiables.

2.- ¿Cómo dialoga la figura del Príncipe


Posmoderno con los liderazgos populistas,
nacionalistas o conservadores de la era digital?
¿Se puede hablar de una nueva forma de liderazgo
o es más de lo mismo (emocional y seductor), pero
usando otras plataformas?
Los nuevos líderes políticos ya no se sostienen en
estructuras partidarias, verticalistas y
burocráticas, sino más bien en movimientos

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horizontales, asambleístas y lúdicos. Las nuevas
audiencias esperan de su Príncipe Posmoderno
respuestas inmediatas, totales y emotivas. Esto
explica, en gran medida, el ascenso de los
llamados populismos, a la derecha y a la
izquierda del espectro político. Un fenómeno que,
en mi opinión, ha llegado para quedarse por un
largo tiempo. En este punto debemos ser cautos,
pues las recientes olas de protesta han sido
capaces de movilizar a muchos y llamar la
atención de los medios, pero dado su carácter
amorfo y volátil, no se ha mostrado capaz de
transformar efectivamente el espacio público.

En la hora actual, desde mi perspectiva, se está


produciendo la conjunción de dos grandes
fenómenos socio-culturales; por una parte, se ha
instalado a nivel mundial una Sociedad de
Consumidores, último estadio de un tardo
capitalismo global. Por otra parte, Internet cubre
ya la mayor parte del orbe, cubriendo el mundo
entero con una red capilar de flujos y conexiones:
el espacio virtual propio de la llamada Sociedad
de la Información. El nuevo sujeto social es, pues,
un “usuario” y un “consumidor” al mismo tiempo.
Asistimos, en la actualidad, a la irrupción de
nuevas formas de hacer política y a nuevas
formas de liderazgo.

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Se podría pensar que lo que acontece en las redes
es más de lo mismo, no obstante debemos
reconocer algunas singularidades de la
comunicación política digital. Estimo que las
redes sociales On line representan una verdadera
revolución semiósica y social; pues, aunque
podemos reconocer la seducción como vector que
orienta las conductas de los usuarios-
consumidores, no ocurre lo mismo con una
noción tan fundamental como el espacio-tiempo.
El “tiempo histórico” contextual difiere del
“tiempo informacional”. Esta es, a mi entender, la
diferencia fundamental entre los Contextos y los
Transcontextos, lo que percibimos como una
aceleración vertiginosa de los cambios abruptos
en los comportamientos políticos del enjambre
digital. Este hecho capital inaugura lo que se ha
dado en llamar una “gubernamentalidad
algorítmica”, en que lo político se fundamenta en
el “Big Data” Esto se va a traducir en nuevas
modalidades de lo político, sea que lo llamemos
Telecracia o Psicopolítica.

3.- En tu opinión, ¿lo anterior es el principal factor


del auge de la posverdad o hay otras causas, como
líderes invisibles y estrategias cuidadosamente
articuladas? Se habla de la crisis de los meta

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relatos tras la impronta del discurso posmoderno,
¿no sería el escepticismo global una forma de
relato creíble abiertamente hiper moderno? No creer
en el calentamiento global o en la eficacia de las
vacunas, serían ejemplos de aquello. ¿Está en
crisis la democracia ante la nueva valoración de “lo
público”?

Digamos de entrada que la mentira y el engaño –


como la traición, la corrupción y el crimen - han
acompañado a la política desde siempre; por
tanto, la primera cuestión que es menester
esclarecer dice relación con el concepto mismo de
Posverdad. Un término, por cierto, que ha sido
admitido por el Oxford Dictionary en 2016.

La Posverdad, desde mi punto de vista, no es una


categoría lógico – discursiva, pues no alude al
valor veritativo de los enunciados. Se trata de una
categoría que instala un dispositivo de
significación política que aunque pudiera resultar
grotesco reclama y exige una respuesta política.
En este sentido, toda Posverdad instituye un
“verosímil”, una suerte de interpretación alterna
de la realidad. El término Posverdad es afín a
palabras como “fake news”, desinformación,
demagogia entre otras.

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En un modelo muy elemental podríamos decir
que una verdad se construye a partir de
estímulos del mundo que nuestros sentidos
convierten en “datos”, estos datos son tamizados
por nuestros filtros conceptuales para devenir
“información”, la que al ser contrastada con
nuestros modelos mentales y nuestros valores se
transforman en “conocimiento” y es este
conocimiento el que orienta nuestras acciones y
comportamientos en el mundo. Pues bien, la
Posverdad nace cuando hemos abolido los
estímulos del mundo (es decir los datos de la
realidad) y admitimos como cierto un paquete de
información que se ajusta a nuestros valores y
prejuicios. Poco antes de su muerte, Umberto
Eco, ese célebre semiólogo y novelista, tuvo
palabras muy duras hacia las redes sociales On
line: “Es la invasión de los idiotas”

Millones de personas viven sus pseudoverdades


en un circuito cerrado, consumiendo toda
información que reafirme sus creencias: Afirmo el
racismo por ejemplo, y consumo páginas Web que
exaltan el supremacismo ario. La Posverdad es ya
patrimonio de la propaganda política y ha sido
utilizada como una técnica legítima en varios
procesos electorales. De hecho, se sabe que la

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empresa “Cambridge Analytica”, experta en estos
temas, jugó un papel preponderante en la
reciente elección estadounidense, utilizando
técnicas que se encuentran en el límite de lo
moral y lo legal.

Si George Orwell imaginó un Ministerio de la


Verdad en su célebre novela 1984, habría que
decir que la distopía en que se ha convertido el
mundo contemporáneo no requiere un ministerio
tal, pues cada uno de los dos mil millones de
usuarios de redes virtuales en el planeta se han
convertido, de manera consciente o inconsciente
en entusiastas funcionarios y colaboradores del
Ministerio de la Posverdad. Cada vez que
compartimos información espuria, ayudamos a
difundirla sin ninguna garantía de verdad.

4.- Se observa cada vez con más fuerza la


presencia de la ciudadanía en las calles. Marchas,
protestas y funas han crecido en número cobertura
e impacto. ¿Es el fin de la democracia
representativa de partidos tal como la conocemos
hoy día?
Me tocó presenciar en primera fila las marchas
estudiantiles en Chile durante el 2011. A partir
de esa experiencia he observado una serie de
cambios respecto de aquellas marchas que

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vivimos en nuestra juventud. Hemos aprendido
que esta nueva forma de lo político deja atrás el
discurso deliberativo que construía un relato
anclado en la “convicción”. Lo que convoca hoy a
los jóvenes se relaciona más con la “seducción” de
una actuación en que cualquier relato cede su
lugar a la experiencia derivada de la acción
misma. Lo político adquiere así las características
de un flujo al que se entra y se sale.

Participar es ingresar al flujo en un instante


determinado, participar es actuar, hacer. La
marcha serpentea las calles y avenidas del
laberinto urbano, hay adrenalina en los gritos y
altoparlantes, hay “suspense” en las siluetas
amenazantes de los carabineros dispuestos para
el evento. El flujo temporal se experimenta como
un avanzar que no reconoce, necesariamente, un
“libreto preestablecido”. Toda marcha es
incertidumbre, sorpresa. Ninguna marcha es
igual a otra, hay anécdotas y episodios que se
viven como únicos e irrepetibles. Toda marcha es,
como el mismo decurso histórico, un riesgo.

La marcha enarbola banderas, pancartas y


disemina gritos y cantos, pero su “mensaje” es
políticamente amplio. No se milita en una marcha,
se protesta, se reclama, pero no se exhibe un

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código ideológico acotado. Ya lo hemos dicho, las
marchas estudiantiles son la experiencia de lo
diverso. Cada sujeto encuentra su expresión en el
seno de un grupo que avanza. La participación
política adquiere, entonces, la fisonomía de
aquello que acontece y, en toda su radicalidad, de
“aquello que nos acontece”. Lo político atañe al
cuerpo, es el vértigo de un “estar ahí”, una “des-
automatización” perceptual y corporal que
subvierte la rutina. La movilización estudiantil
pone en relación, a lo menos dos temporalidades,
aquella que fluye como “acontecimiento” y aquella
que fluye como consciencia de “estar ahí”.
Cuidado, “estar ahí” no puede traducirse de
buenas a primeras como un “pertenecer a”, esta
distinción es sutil, pero exige nuestra atención.
Lo político como acción mancomunada fue
entendido como organización, partido o
contingente. Sin embargo, en la actualidad, la
muchedumbre es capaz de habitar lo político
como flujo. Se puede afirmar que “estar ahí” es
“presencia en el ahora”, es la constelación que
nos convoca a un presente como experiencia. La
politicidad de lo político ya no está diferida como
utopía ni mediada como discurso. En cada
manifestación de los estudiantes, lo político se
realiza, simplemente “Es”

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Por su parte, el “Poder” actúa, literalmente, como
clausura de una manifestación. Su “estar ahí” es,
desde luego, un “estar político” Su disposición no
es otra que afirmar el orden del presente, y en
este preciso sentido, su papel es,
ineluctablemente, conservador. Podríamos decir
que si la politicidad de una manifestación reside
en el flujo mismo, lo político inmanente al “Poder”
es la ralentización del flujo, cuyo ideal es el
mantenimiento de una configuración histórica
dada. El “Poder” adquiere así su dimensión
maquínica, burocrática, jerarquizada, y en el
límite, sistémica.

Podríamos avanzar la idea de que las actuales


democracias representativas de partidos no son
otra cosa que la escenificación de una
“performance mediática y estadística” Con ello se
cumple la tríada prefigurada por filósofos como
Benjamin, en cuanto a la celebración del “Poder”
y el destino último de las sociedades burguesas:
la represión policial, la seducción consumista y el
fasto mediático.
5.- ¿Cuál es el aporte que la semiótica puede hacer
ante el vertiginoso cambio cultural en las relaciones
humanas? ¿Se puede pensar en un modelo
semiósico que permita comprender esa
complejidad?

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Esta es quizá la pregunta más difícil de responder
en esta entrevista. Intentaremos, por lo menos,
mostrar los límites que plantea una interrogante
tan compleja.

Lo primero que debemos señalar es que en este


momento la semiótica está padeciendo un “déficit
teórico conceptual” Durante el siglo pasado se
instituyó una serie de modelos teóricos de
inspiración logocéntrica y literaria. Tanto así que
la lingüística fue declarada la ciencia precursora
de las ciencias sociales. Hacia fines del siglo
veinte se produce un giro interesante hacia un
enfoque pragmático- formal, estoy pensando en la
famosa Teoría de la Acción Comunicativa de
Habermas. Sin embargo, ninguno de estos
modelos pudo hacerse cargo de la verdadera
revolución digital que ya está instalando el 5G,
transformando lo que hemos entendido por
comunicación e instituyendo un nuevo sujeto: el
usuario.

Digamos, en segundo lugar, que ante el déficit


teórico actual se impone una revisión
epistemocrítica de los modelos semióticos al uso,
incapaces de dar cuenta de la comunicación
digitalizada o CMC. Hay avances muy
interesantes desde la llamada “Etnografía Virtual”

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desarrollada por Christine Hine y, más
específicamente, en el ámbito del ARS (Análisis de
redes sociales), pero apenas observamos un
océano desde una orilla, queda mucho por
investigar.

En tercer lugar, si pensamos la semiótica como


una teoría general de la cultura - como propuso
Umberto Eco- estimo que, en los años venideros,
podemos esperar grandes aportes de esta ciencia
de los signos para la comprensión del cambio
cultural y la complejidad en que se desenvuelven
las sociedades actuales.

Por último, me parece que seria muy ingenuo y


presuntuoso afirmar que se ha consolidado un
modelo semiótico capaz de comprender la
complejidad actual. Pienso que ese es uno de los
grandes desafíos teóricos de la actual generación
de semiólogos enfrentados a una vertiginosa
convergencia tecno-científica de escala planetaria
como nunca antes.

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6.- Pertenecemos a una generación que se educó
con las palabras y no tanto con las imágenes
interactivas y en línea. A pesar de la existencia del
libro electrónico, las ventas de los libros impresos
no han bajado como se esperaba. En tu opinión
¿cuál es el futuro del libro como artefacto? ¿Ese
tránsito cambiará la confianza que tenemos en las
instituciones?

Es cierto, hemos sido formados con la palabra


impresa y sin embargo, estamos habitando un
mundo de imágenes interactivas en línea. Es
verdad, nuestra vida está asociada a los libros y a
las bibliotecas y sin darnos cuenta nos hemos
convertido en “inmigrantes digitales”

Hace ya más de una década, apareció, bajo el


sello de la Editorial LOM de Santiago de Chile, mi
libro De la Ciudad Letrada a la Ciudad Virtual
(2003); Como en todo libro, se advierte en sus
páginas, la impronta de una época. Así, los
tópicos abordados delatan ciertas ineludibles
“circunstancias de enunciación” que solo hoy se
muestran con nitidez. Me asistía la convicción de
que la “modernidad posdictatorial” en el Chile de
entonces estaba signada por dos grandes
cuestiones, a saber: la instauración de un inédito

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diseño socio-cultural construido de la mano de
supuestos neoliberales, una Sociedad de
Consumidores; y la expansión de nuevas
tecnologías de información y comunicación que
desafiaban el fundamento letrado e ilustrado de
nuestra tradición cultural. La Comunicación y el
Consumo constituyeron, pues, los dos grandes
vectores de nuestro pensamiento en aquel
momento.
Este libro fue, a su manera, un fecundo diálogo
con ese uruguayo magnífico que fue Ángel Rama
quien trazó una rica investigación histórico -
cultural de América latina en esa obra
imprescindible que es La Ciudad Letrada (1984),
un libro precursor de las actuales corrientes
académicas y de investigación en el ámbito de la
cultura latinoamericana. El encuentro con esta
obra maciza, verdadero descubrimiento, nos
arrastró, ineluctablemente, a una inquietante
pregunta sobre cuánto de aquello que describía
Ángel Rama pervivía entre nosotros. Debo decir
con honestidad que no he arribado a una
respuesta definitiva, pero sigo pensando - como
hace dos décadas - que América latina se
desplaza desde una Ciudad letrada, ilustrada y
anclada a la escritura y al libro, hacia una
Ciudad Virtual, llena de inciertos vértigos
multimediales.

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El libro ha sido un gran invento de la era
gutenberguiana, en este sentido se trata de un
“artefacto histórico”, tanto como la figura del
intelectual o de la literatura. Podríamos decir que
en un periodo histórico determinado – la llamada
era de la imprenta - la memoria adquirió la forma
de “paquetes de información” llamados libros
impresos organizados en bases de datos llamadas
“bibliotecas”. Ahora bien, todo lo anterior
aconteció en el espacio físico de pupitres y hojas
de papel.
En la hora actual, las redes de computadoras son
capaces de “imitar” la hoja de papel y la letra
impresa y archivar cientos de miles de “eBooks”
en “Bibliotecas digitales” Podríamos decir que el
“artefacto libro” no desparece como instancia para
organizar la información – sea como relato, sea
como mantra poético o como argumentación
ensayística - sino que más bien “muta”, se
transforma, y de algún modo se enriquece. Nos
desplazamos desde la “grafósfera” hacia la
“videósfera” y el espacio multimedial.
Supongo que siempre van a existir seres
nostálgicos, entre los que me incluyo, que de
cuando en cuando volverán a oler las hojas de un
libro nuevo y a acariciar las páginas amarillentas
de alguna preciada “primera edición” Digo esto y

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miro a mis estudiantes embelesados con su
teléfono móvil, “conversando” con sus amigos,
intercambiando fotos, memes y risas.

7.- ¿Cuál es el rol de los mercados globales ante el


panorama digital? ¿Corren por caminos propios o
hay una convergencia que seduce un “apagón
digital” en las próximas décadas por razones
proteccionistas?

La segunda mitad del siglo XX estuvo signado por


la llamada “Guerra Fría” que enfrentó al campo
socialista encabezado por la Unión Soviética con
el mundo capitalista occidental liderado por los
Estados Unidos. Tras la caída del muro se ha
estado reconfigurando el orden geopolítico
mundial en que la lucha ideológica ha sido
desplazada por una pugna económica,
tecnológica y militar. Después de las reformas de
Deng Xiaoping, la República Popular China ha
emergido como una de las principales potencias
mundiales capaz de disputar el liderazgo a los
estadounidenses.
Lo anterior se traduce en una confrontación
económica, tecnológica y militar entre el eje
anglo- americano y su antagonista sino-ruso. Uno

200
de los capítulos centrales de esta confrontación
se verifica en el mundo digital. Como sabemos, en
los próximos años las redes de quinta generación
(5G) van a transformar los procesos productivos y
el control social, generando por vez primera un
entorno inteligente. Esta tecnología va a otorgar
una clara ventaja militar y aeroespacial a quien la
maneje. La “Inteligencia Artificial” y la “Internet
de las cosas” son apenas la punta del iceberg de
una transformación que promete ser un salto
cualitativo de nuestra civilización.
No seamos ingenuos la “cuestión digital” es
central en la lucha que se está desarrollando, lo
que de verdad se está disputando es la
hegemonía mundial durante el siglo XXI. De
hecho lo digital siempre ha estado ligado a la
defensa de los países, recordemos que Internet
nació como ARPANET, una red militar de
computadores. La arremetida estadounidense
contra la empresa china Huawei es apenas la más
reciente escaramuza de una guerra mucho más
amplia. Nombres como los de Snowden o Assange
solo nos evidencian lo encarnizado de estos
enfrentamientos.
En el presente, vivimos, a falta de mejor nombre,
una “guerra comercial” entre China y los Estados
Unidos; un hecho que pone en jaque a los países

201
latinoamericanos. Más allá de los eufemismos a
los que nos tienen acostumbrados economistas y
políticos, lo cierto es que América latina sigue
siendo una región subdesarrollada que muestra
males comunes: una patética desigualdad en los
ingresos, una carencia de servicios públicos en
salud, educación y pensiones; en fin, una
“democracia” de muy baja intensidad acosada por
la violencia, la corrupción y el narcotráfico. Desde
nuestra perspectiva de países pobres, los
productos chinos son más que interesantes
porque hacen el mismo trabajo que los productos
americanos, pero a mitad de precio. Esto pasa
con el mundo digital, computadores, televisores y
“smartphones” Seamos francos, para los países
latinoamericanos - típicas economías
exportadoras de materias primas - hay dos
palabras claves para su desarrollo, la primera es
“integración” (regional, mundial) y la segunda es
“mercados abiertos”. Todo lo que signifique
“proteccionismo” nos juega en contra.
La idea de un eventual “apagón digital” derivado
de prácticas proteccionistas no parece una
amenaza real e inmediata. Por el contrario, las
confrontaciones de todo tipo no hacen sino
acelerar los procesos de desarrollo tecnológico.
En los próximos años la confrontación tecnológica
se va a agudizar mucho más. Es altamente

202
probable que la tecnología digital china sea capaz
de innovar en el plano del “software”, ofreciendo
al mercado global sistemas operativos
alternativos de alta calidad, así como dispositivos
de “Internet of Things” y de “Artificial Intelligence”.
No es impensable que un mundo 5G acentúe la
hegemonía china a nivel planetario. No es
impensable que esto signifique, al mismo tiempo,
la acentuación del ocaso de potencias
tradicionales, incapaces ya de ofrecer no solo
nuevas tecnologías sino nuevas ideas y valores.
8.- Pareciera que la ficción literaria o
cinematográfica tiene un efecto discursivo
incuestionable, algo que la teoría y el ensayo dejó
atrás, con el surgimiento de las nuevas
plataformas de demanda de contenidos (Netflix,
Amazon, Movistar, etc.). ¿Representa el ocaso de
los filósofos y una justa bienvenida a los
contadores de historias?

Esta pregunta resulta especialmente provocativa


y bien merece que nos detengamos en ella. Me
atrevería a afirmar que más que a un cierto
“ocaso de los filósofos”, estamos asistiendo a un
ocaso de los intelectuales. Así como aconteció con
los poetas - pensemos en Martí o en Darío, por
ejemplo - hacia fines del siglo XIX, que se vieron
fuera de las páginas de la prensa periódica en

203
virtud de una nueva forma de hacer periodismo,
una nueva división del trabajo; hoy, la figura del
intelectual se apaga lenta, pero inexorablemente.

La figura del intelectual nace, precisamente,


hacia fines del siglo XIX de la mano de Èmile
Zola. Recordemos que en 1898, Zola escribe su
famosa carta J’Accuse en el diario L’Aurore,
dirigida nada menos que al Presidente de la
República, lo que le valió un proceso por
difamación. Mientras la figura histórica del poeta
era degradada a la condición de excrecencia que
ya no encuentra sitio en una sociedad burguesa
mercantilizada, el intelectual ligado a los medios
de comunicación comienza su camino para
convertirse en la “conciencia moral” de su
sociedad.

Asistimos a la paradoja en la cual pareciera que


los intelectuales han enmudecido, precisamente,
en el momento histórico en que se multiplican las
“buenas causas” que merecerían una reflexión
seria: degradación de la biosfera,
empobrecimiento de los medios de comunicación
social, extensión global de la violencia y
pauperización acelerada de gran parte de la
humanidad. El intelectual, hoy en día, solo es
admitido en calidad de “experto”, “académico” o

204
“consultor”, es decir, como un aséptico portador
de saberes, una figura totalmente despolitizada y
acrítica.
El ocaso de la figura del intelectual representa el
ocaso de un cierto pensamiento crítico, lo que le
da una profunda dimensión política a la cuestión.
Cuando una “Híper Industria Cultural” logra
sincronizar los flujos temporales de conciencia de
millones con los flujos de las redes digitalizadas,
se produce una “ficcionalización” de la realidad,
capaz de crear el presente en tiempo real.
De este modo, el cine crítico y reflexivo es
marginado como “cine-arte” a circuitos cerrados
de “intelectuales de la imagen”, mientras la
corriente principal es ocupada por grandes
producciones de un cine entertainment que
explota ad nauseam el melodramatismo y un
talante lúdico adolescente, cuando no,
definitivamente infantil. Se alcanza así aquello
que nos advertía Chomsky: Promover al público a
creer que es moda el hecho de ser estúpido,
vulgar e inculto.
Más allá de la pericia tecnológica y de los
artificios digitales, el cine y la producción
audiovisual es la forma en que una cultura recrea
en imágenes su propio imaginario. Cada época
impone sus rigores, la cultura híper

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indutrializada no es la excepción. El mercado
delimita los cánones del entertainment de masas,
sin embargo, como los escritores de antaño, los
nuevos “poetas de la imagen” siempre
encontrarán los intersticios para hacer florecer la
flor en el pantano. Nuestras letras recorrieron un
largo camino, de más de un siglo, para encontrar
un modo propio de expresión que la hizo
universal, vértigo de abismo y libertad. Nuestro
cine está en el camino, hemos visto ya los inicios
de ese balbucir en filmes interesantes: “Amores
Perros”, “Hombre mirando al sudeste”, “Imagen
latente”, sólo por mencionar algunos.
Las imágenes, como todos los signos, poseen una
vocación de humanidad. Todo signo existe
cuando es susceptible de ser compartido.
Finalmente, el cine latinoamericano es el
encargado de recrear con sus nuevos lenguajes
nuestros propios “mitos”, la estatura de nuestros
sueños, una imagen de lo que somos. El cine
posee, no me cabe duda, un enorme potencial no
solo para contar historias sino para reconstruir
un nuevo imaginario histórico y social entre
nosotros. Necesitamos sanar nuestras heridas,
para ello no basta la inteligencia racional sino
también la inteligencia emocional y, ciertamente,
la sabiduría de la inteligencia espiritual.
Necesitamos con urgencia nuevos horizontes de

206
sentido en que los conceptos de “paz”,
“tolerancia”, “dignidad humana”, “solidaridad”,
“justicia social” adquieran entre nosotros toda la
profundidad y alcance que se merecen.

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