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UNIVERSIDAD DE CHILE

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Ciencias Históricas

¿Hijos de la Dictadura o Hijos de la Subversión?


Lecturas sobre la continuidad represiva y la resistencia apartidista
durante la transición democrática. Santiago, 1985-2010.

Análisis para un balance histórico y una proyección de la identidad y


la praxis juvenil rebelde-popular

Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia

Estudiantes:
Ignacio Flores Cartes
Carmen González Quiroz

Profesor Guía:
Gabriel Salazar Vergara

Santiago, diciembre de 2015


ÍNDICE

I. Introducción .................................................................................................................4
1. El sujeto: juventud no militante .................................................................................5
2. Esta investigación y sus objetivos..............................................................................8

II. Contexto Histórico ....................................................................................................11

III. Capítulo primero: Represión y persecución de la rebeldía.................................24

1. Aspectos legales e institucionales de la represión 1980-1994. ..............................25


1.1 Continuidad de la Constitución de 1980 ............................................................26
1.2 Legalización de la represión en democracia ......................................................28
1.3 Inteligencia para exterminar ...............................................................................33
1.4 Presidio especial para los terroristas de la democracia ......................................38
1.5 El paradigma de la Seguridad Ciudadana ..........................................................40

2. Aspectos simbólico-discursivos de la represión dictadura-democracia...................44


2.1 La necesidad de resignificar la represión ...........................................................44
2.2 Continuidad y resignificación de la represión en la transición chilena ..............47
2.3 La deslegitimización de la rebeldía: democracia a cualquier costo ...................52

IV. Capitulo segundo: Los hijos de la dictadura.


El largo camino de la resistencia ...........................................................................59

1. Las raíces de la identidad rebelde ......................................................................... 59


1.1 La familia como raíz identitaria .........................................................................61
1.2 La Iglesia como refugio de la acción social .......................................................67
1.3 La identidad poblacional: legado y continuidad en la resistencia ......................71

2. Evolución de la identidad y la praxis en la juventud poblacional ’80-‘90...............80


2.1 La realidad y la visión juvenil ............................................................................80
2.2 La vuelta a la democracia...................................................................................86
2.3 La juventud y su lectura histórica de la transición .............................................91
2.4 Los viejos motivos y las nuevas formas .............................................................95

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2.5 La complejidad del nuevo escenario ................................................................100

V. Capítulo tercero: Los hijos de la subversión. Balance histórico y proyección en


las formas de organización y resistencia política 1990-2010..............................104

1. Para una evaluación de lo realizado .......................................................................105


1.1 Impacto de la resistencia respecto del sistema ................................................106
1.2 Repercusiones en el espacio de lucha ..............................................................109
1.3 La subjetividad rebelde....................................................................................114

2. La especificidad del escenario noventero ..............................................................118


2.1 Afinando la puntería: y ahora ¿quién es el enemigo? ......................................119
2.2 Las nuevas formas organizacionales ................................................................122

3. Balance histórico y proyección en las formas de organización y resistencia política


1990 - 2015 ................................................................................................................129
3.1 Conceptos y elementos para una continuidad histórica ...................................129
3.2 Diferenciaciones y algunas rupturas ................................................................136
3.3 Un paso más allá: la radicalización de un proceso inacabado .........................141
3.4 Los años noventa como puntapié inicial: la germinación de una puesta en
marcha ....................................................................................................................148
3.5 Para una proyección incierta ............................................................................153

VI. Conclusiones ..........................................................................................................160

VII. Anexos ...................................................................................................................171

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Dónde está el azul del cielo.
Dónde están tus ojos serenos.
Dónde se ha metido la dignidad
de aquellos que en su vida viven sin luchar.
Dime qué pasó con la naturaleza salvaje.
No te das cuenta de que por dinero
destruyen el mundo entero
y en complicidad estamos nosotros en medio.
Dónde está el verde del bosque
y el aullido de tu pecho indomable.
Se habrá perdido tu rebeldía
en este océano de porquería…
Ya no hay motivos para sonreír
Solo el deseo incontrolable de destruir.

(Mauricio Morales Duarte; “Amarillo Crepúsculo, ya no hay motivos para sonreír”.


En Mauri… la ofensiva no te olvida).

-3-
I. Introducción

¿Desde dónde surge esta propuesta investigativa?, ¿qué sentido nos hace
indagar en este periodo y en estos sujetos?

Nuestras motivaciones para embarcarnos en esta investigación en particular


son diversas. Podríamos decir que responden a intereses políticos, abarcando la
totalidad de ellas, por cuanto dicen relación con la vida misma: la persistencia de la
persecución de las ideas en distintas esferas de la vida cotidiana (población, universidad,
trabajo, calle), a más de veinte años del prometido (y nunca cumplido) cambio político y
social que traería consigo la “transición democrática”; el modo soslayado que ha
adquirido esta represión y que la hace casi imperceptible, sostenible, legal, recriminable,
criminalizable, condenable y, sobre todo, repulsiva.

A la vez, estas múltiples motivaciones personales se pueden traducir en una


sola: el interés por rastrear los orígenes más inmediatos de nuestra propia realidad,
donde, en definitiva, la alegría del cambio nunca llegó.

Nuestro interés es, entonces, por indagar en un periodo que consideramos de


importancia vital, puesto que corresponde al momento que sigue a uno de los más
crudos de la historia de Chile, la dictadura militar de Pinochet. Es de gran importancia
también por constituir el antecedente a nuestro presente, el momento/periodo/proceso
que determina la comprensión de nuestra realidad actual.

De modo que, además del interés histórico que nos suscita esta investigación,
encontramos en ella una posibilidad de proyección a nuestros días, donde es posible
observar una concordancia y una continuidad en los procesos. En tiempos en que la ley
antiterrorista es invocada cada vez que es posible, de persecución a la nación mapuche,
de criminalización de quienes piensan distinto, de “caso Security”, de “caso Bombas”,
de compañeros caídos en recuperaciones, consideramos indispensable un análisis de los
antecedentes de nuestra realidad, que encontramos precisamente en esta propuesta
investigativa.

Sin embargo, nuestra pretensión no se limita a ello. También esperamos


mediante esta investigación lograr una proyección histórica a futuro, a través del

-4-
conocimiento y el entendimiento de los procesos históricos que abarcaremos, para
evidenciar las falencias que tuvo un momento que pudo ser de cambio, para integrarlo a
la experiencia subversiva popular, quizás para posibilitarlo.

1. El sujeto: juventud no militante

Plantear esta investigación a partir de las voces de sujetos que se plantearon la


rebeldía como modo de vida, particularmente en el periodo a estudiar, implica acercarse
íntimamente a sus motivaciones y anhelos personales, los que se encuentran
estrechamente relacionados con sus valores y su modo de entender el mundo. En base a
ellos es que deciden desmarcarse de formas organizativas estructuralmente desiguales y
que constituyen un fin en sí mismo, en pos de llevar la subversión desde lo más acotado
a un escenario mayor: desde la propia vida hacer frente al sistema opresor en sus
múltiples facetas.

Estas experiencias tienen lugar en un contexto de “despolitización tradicional” 1


mayor, relacionado con las derrotas sufridas por las organizaciones rebeldes militantes,
tales como el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (y sus distintas ramas) y el Movimiento Juvenil Lautaro, durante fines
de los ’80 y comienzo de los ’90. Este proceso, sin duda plantea desafíos: “La orfandad
conceptual, de identidad y proyectiva se cierne sobre las subjetividades sociales "no
estructurales" o "en tránsito", como serían entonces los pobladores, jóvenes, las
mujeres, grupos étnicos, las minorías sexuales, ambientalistas, etc. Como los rebeldes
prisioneros, estos "alien" del sistema son también criminales o sospechosos de serlo. La
exclusión y discriminación a priori de actores sociales como los señalados, configura
un pensamiento global de exclusión, que se pone en sintonía con la marginación
sistémica más radical, ejercida durante el período dictatorial, y también con aquella
más reciente que opera bajo la forma de la institucionalización y cooptación de los
movimientos sociales a través del Estado, consultores, mediadores, promotores y ONGs

1
Barría, Gabriela. “El Chaca, la Chica y el Jonny. Represión y muertes en el Chile Democrático.
Santiago, 1988-2008, 2012”. Recurso digital disponible en
http://tesis.uchile.cl/bitstream/handle/2250/111483/Barria%20Gabriela.pdf?sequence=1

-5-
que introducen en la subjetividad social, la autoestima política de los "beneficiarios",
de la oferta con que gobierno y agencias ordenan y regulan una demanda que de otro
modo se haría incontrolable.” 2

Desde la academia, el desafío se plantea en función del reconocimiento de la


singularidad de este sujeto, independencia o especificidad epistemológica que le ha sido
esquiva, aunque otorgada en recientes estudios emanados desde la sociología y la
historia. Abrazando esta perspectiva, Igor Goicovic plantea que: “Hoy día existe una
condición de ser joven que se puede visualizar no sólo en los estigmas,
discriminaciones, exclusiones y carencias de que son víctimas los jóvenes. También
existe una asociatividad juvenil, heterogénea, diversa, que va desde el grupo cultural
hasta la barra brava. […] La resistencia a la cooptación se manifiesta como una
expresión cultural de rechazo a las estructuras y mecanismos de dominación que
impone el sistema. Esta resistencia se nutre del quehacer y de las contradicciones
cotidianas que atraviesan al mundo juvenil y se manifiesta en la generación de
alternativas contraculturales -fuerza transformadora- surgidas desde el seno del mismo
del mundo juvenil.” 3

Si se le confiere a la juventud como concepto un equipaje de cualidades en


forma de carga subjetiva conformada por la rebeldía inherente y el potencial de
transformación social en base a la frescura, el ímpetu y la renovación, el rango etario
constituiría un factor “determinante” del sujeto, mientras este se manifieste en
concordancia activa con estas premisas y no permanezca indiferente. En este sentido,
Víctor Muñoz se refiere al rol histórico de este sujeto señalando que:
“Independientemente de las representaciones, es claro que los jóvenes han
desarrollado potencialidades históricas y no esenciales, que los han situado como
actores relevantes de múltiples procesos sociales en Chile. Sus luchas por constituirse
en sujetos plenos se han manifestado desde sus tensiones individuales al proyectar

2
Rosas, Pedro. “Rebeldía, Subversión y Prisión Política”. LOM Ediciones, Santiago, 2004, pp. 50-51
3
Goicovic, Igor. “Del control social a la política social. La conflictiva relación entre los jóvenes
populares y el Estado en la historia de Chile”. Recurso electrónico disponible en:
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-22362000000100008&script=sci_arttext.

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metas y sueños en sus vidas, hasta aquellas asociaciones en que han compartido
socialmente tales tensiones y han proyectado futuros colectivos” 4

En la misma línea, Klaudio Duarte plantea a la juventud como una


construcción social que se ve influida por el entorno en que se ubica y por los otros
actores que participan de él; ambos factores que toman parte en su conformación:
“nadie es joven porque sí, sino que es una construcción sociohistórica y constituye una
relación con otros sectores sociales (niñas, niños, adultos, adultos mayores). En ese
sentido las influencias históricas y culturales (si vives en el campo o en la ciudad, si
eres negro o blanco, mujer u hombre, estudiante, trabajador, etcétera) del ser joven,
permiten comprender mejor a los mundos juveniles" 5

Ahora bien, respecto de su capacidad asociativa y organizativa, nos


encontramos con consideraciones respecto de que dentro de la noción de juventud
destaca su alta potencialidad de vincularse a otros para gestar y proponer desde lo
colectivo, y de forma específica en función de la asociación establecida. Óscar Dávila
destaca: “la posibilidad y capacidad efectiva de los jóvenes urbano populares de
involucrarse en acciones colectivas, junto a sus pares y en ocasiones con otros actores,
para lo cual se dan las formas de estructuración pertinentes para los fines perseguidos;
donde puede ser que cada expresión colectiva de un conjunto de sujetos genera una
forma de asociatividad, que le es propia a cada colectivo en cuanto tal.” 6

Mediante la interacción colectiva y la asociatividad entre jóvenes es que se


construyen sus identidades, en estrecha relacional con la especificidad de su mundo
(comprendido dentro de su categoría etaria): “Es a través de acciones colectivas donde
los jóvenes satisfacen ciertas necesidades, motivaciones e intereses —más o menos
comunes—, dándose para ello las formas de participación y ejecución particulares; y a
su vez, es uno de los espacios propicios para la sociabilidad e interacción a nivel de la
subjetividad juvenil, posibilitando procesos identitarios en lo individual y colectivo. Por
ese motivo, cobra gran relevancia la noción de autonomía de los jóvenes: autonomía

4
Muñoz Tamayo, Víctor, “La juventud chilena y el derecho a construir sociedad. Una perspectiva
histórica”, Apuntes Sociología, Escuela de Verano 2004, pág. 8. Recurso digital en https://www.u-
cursos-cl mediante ingreso regulado con contraseña.
5
Duarte Quapper, Klaudio, “Rotundos Invisibles: ser jóvenes en sociedades adultocéntricas”, en
Cuadernos Teológicos, nº4, ed. Caminos, La Habana, 2003, p.18.
6
Dávila León, Óscar. “Juventud popular: Transitando por el trapecio ¿Con red o sin ella?”. Revista
Última Década, núm. 3, 1995, Centro de Estudios Sociales Valparaíso, pp. 5-6

-7-
respecto a las variables objetivas y subjetivas de la vivencia juvenil”. 7Lo que da paso a
la posibilidad de definir y concretar los proyectos inmediatos y futuros de los jóvenes,
proyectos que se encuentran en constante construcción en el ahora, lo que otorga valor a
la “temporalidad de la dimensión juvenil” en términos de tomar decisiones u optar por
algo que tiene lugar en el tiempo presente, y no únicamente como una previa del futuro
adulto.

Así, al estar en conocimiento de su capacidad de determinación y de la


relevancia concreta de sus opciones, los jóvenes que constituyen el sujeto a partir de
cuyos relatos y experiencias desarrollaremos esta propuesta investigativa, se hicieron
cargo de una apuesta rebelde y subversiva que respondió a sus propias consideraciones
y conceptualizaciones en torno a la realidad que vivían. De manera que, tanto su
pensamiento como su actuar fueron reflejo de una construcción identitaria vinculada
fuertemente al desarrollo de su autonomía y a las lógicas y dinámicas organizativas que
desplegaron individual y colectivamente.

2. Esta investigación y sus objetivos

Mediante el desarrollo de esta investigación nos proponemos dar cuenta del


enfrentamiento político, y de las formas asumidas y/o desarrolladas, entre el Estado
neoliberal democrático de la transición y los elementos subversivos, situando especial
énfasis en el caso de aquellos jóvenes rebeldes alejados de la militancia partidista, la
política de control y represión de la que fueron objeto y la reestructuración de las
lógicas organizativas rebeldes a partir de fines de la década de los ‘80.

En este sentido, estableceremos una descripción y análisis claros respecto de la


confrontación entre los jóvenes subversivos apartidistas y el “nuevo” Estado neoliberal
democrático, dando cuenta de las resignificaciones y acciones provenientes de cada lado
en la lucha rebelde y subversiva por un lado y el mantenimiento del orden por el otro.
En función de esto, es necesario realizar un análisis de carácter histórico y con
proyección al futuro del conflicto entre la cultura rebelde de la juventud poblacional y el

7
Ibíd.

-8-
carácter represivo del Estado liberal, situándonos desde la experiencia de jóvenes
rebeldes provenientes de distintas poblaciones de Santiago y entre los años 1985 –
2010.

En pos de abarcar y cumplir con todas las aristas del objetivo de esta
investigación, lo abordaremos en primer lugar a través del análisis de la evolución del
carácter represivo del Estado entre los años 1985 y 1994, otorgando particular atención
a la rearticulación y formalización democrática del aparato represivo estatal. Esto, pues
consideramos necesario efectuar un análisis concreto de la evolución represiva del
Estado liberal desde la dictadura militar y hacia la democracia, estableciéndonos en la
denominada “transición”. Para ello es menester dar cuenta del proceso de rearticulación
y formalización represiva por parte del Estado democrático hacia los elementos
subversivos persistentes durante los primeros años de la década de los ’90, dando a
conocer el continuismo, transformación y perfeccionamiento de la represión dictatorial
desde allí y hasta nuestros días.

En segundo término, nos daremos a la tarea de indagar en los orígenes e


identidad de la cultura rebelde poblacional de entre los años 1985 y 1994, centrando el
foco en los elementos identitarios propios de los jóvenes subversivos del periodo, que
organizaban su rebeldía de manera autónoma. En función de comprender a cabalidad la
identidad, las motivaciones y el accionar de la juventud rebelde no militante, es
requerido realizar un estudio de las raíces histórico-culturales de dichos sujetos.
Convenimos entonces analizar los orígenes y evolución de la cultura rebelde
poblacional de la generación de los ’80, en proyección al nuevo escenario político de la
“transición” de la siguiente década, para comprender así la identidad y acción de
nuestros protagonistas durante los primeros años de democracia, y de cómo leyeron la
realidad y asumieron una posición clara respecto de ella y del escenario venidero.

Posteriormente, hemos de efectuar un balance histórico hacia la


actualidad y una proyección del enfrentamiento entre los sujetos subversivos
organizados informalmente y el Estado neoliberal democrático y su rearticulada política
represiva en tanto formas y lógicas, considerando para ello la reestructuración del
accionar rebelde tras la derrota de los ’80 y en adelante. Con este propósito,
estableceremos la especificidad histórica del accionar rebelde durante la década de los
’90 para realizar un seguimiento de ella a través de las décadas siguientes en función de

-9-
su propio aprendizaje y desarrollo y de la compleja relación con el sistema económico,
social y político imperante. De esta manera, podremos efectuar un balance histórico del
problema y efectuar, a su vez, una proyección del mismo carácter respecto de un
conflicto que se retroalimenta, re articula y resignifica en forma constante y que, por lo
pronto, cuesta creer terminará.

Para lograr nuestro cometido, creemos se hace necesario no solamente abarcar


los años de duración “oficial” de la transición democrática. Más bien, entendemos la
necesidad de ahondar en las raíces de la postura de nuestros protagonistas, por lo que,
para comprender a cabalidad el proceso de construcción identitaria, discursiva y
práctica, fijamos el inicio temporal a mediados de la década de los ’80, tras las grandes
protestas nacionales, comprendiendo que los sujetos fueron crecidos bajo el panorama
dictatorial. Por el otro lado, comprendemos que el proceso de construcción y
replanteamiento político de la juventud rebelde post-dictadura claramente no acaba el
año 1994, ni acaba aún, por lo que para efectos de la investigación será extrapolada la
temporalidad hasta dos décadas después, aproximadamente el año 2010, hasta donde
podemos realizar un análisis claro y concreto.

Por otra parte, como ya esbozamos anteriormente, nuestros sujetos de


investigación se materializan en la juventud popular y rebelde durante la década de
1990, por lo que la espacialidad hubo también de ser definida. Al tratarse el presente
trabajo investigativo sobre lógicas y variables casi transversales a un determinado perfil
de sujeto histórico dentro de una temporalidad determinada, creemos no hace
suficiencia el reducir la muestra a un territorio específico (localidad, barrio o población)
u organización acotada dentro del gran Santiago. Más bien, pretendemos aunar
experiencias y relatos de distintos sujetos territoriales de distintos puntos de la capital
para comprender a cabalidad un proceso complejo de lectura, posicionamiento y
construcción de rebeldía en diferentes espacios, aunque hermanados por su raigambre
popular.

- 10 -
II. Contexto Histórico

Con posterioridad al plebiscito de 1988 y tras el pactado cambio de mando bajo


el proceso denominado de “transición”, algunas de las organizaciones políticas de la
lucha contra la dictadura continuaron operando en la pelea contra el sistema dictatorial
heredado, contribuyendo a las llamadas condiciones objetivas y subjetivas que
ampliaran los espacios para las ideas revolucionarias y permitieran un cambio “real” y
popular. El nuevo escenario, a su vez, hacía más difícil el funcionamiento y rompía en
gran medida con la relación de organizaciones tales como el FPMR, el MIR-EGP-PL y
el MJL con las bases sociales.

De esta manera, el nuevo “gobierno democrático” reestructuraba sus aparatos


de represión y mejoraba en lo posible la eficiencia contra cualquier foco de subversión,
continuando con la política represiva de la dictadura en un movimiento a todas luces
antidemocrático. No se depuraba ni “ablandaba” dichos aparatos ni menos aún se
terminaba con la infraestructura de la represión y la persecución, más aún, se creaban
unidades tales como el CAS (Cárcel de Alta Seguridad) y nuevas leyes de seguridad e
inteligencia. Es claro entonces que la “reestructuración” de los aparatos de coerción
bajo los nuevos gobiernos democráticos se dirigía fundamentalmente a impedir
cualquier germen de organización revolucionaria y a desarticular y destruir a aquellas
que continuaban su funcionamiento.

Con el comienzo de un nuevo régimen político en 1990, comenzó entonces


también un período de represión despiadada de los movimientos sociales. Se inició un
proceso arduo de criminalización de los opositores al sistema, desarrollado y sostenido
mediante variados mecanismos. El gobierno de Patricio Aylwin comenzó a utilizar
diversos métodos represivos, de mayor sofisticación incluso que los utilizados por la
dictadura. En 1991, se creó un nuevo servicio de inteligencia: el Consejo Coordinador
de Seguridad Pública, más conocido como "La Oficina"; que nació con dos misiones
muy claras: la desarticulación de las organizaciones rebeldes que aún continuaban
actuando en el país y la persecución sistemática de cualquier opositor al sistema.

La dictadura de Pinochet fue capaz de legitimar desde las alturas una dura
legislación “antiterrorista”, que ni siquiera define la naturaleza de dichos actos

- 11 -
“terroristas”. De esta forma, va a depender casi totalmente de la voluntad, criterio y
subjetividad de quien juzga la acción, otorgando dramáticas penas y castigos a los
acusados. En el mismo sentido, la obtención de pruebas y la defensa del imputado son,
por decir lo menos, dudosas; la presunción de la culpa justifica entonces duros tratos y
condiciones a los acusados. De esta manera, es visible que se trata de leyes, y
persecución, políticas y no meramente delictuales, aunque se anteponen discursos y
figuras de terrorismo y crimen hacia la opinión pública (a través de los medios de
comunicación y la prensa de masas) y el exterior. Es clara la intención de la autoridad
de preservarse a sí misma a toda costa, persiguiendo y aislando o eliminando elementos
determinados de la sociedad. Básicamente la idea consiste en deslegitimar la lucha
política y perseguir a los sujetos “terroristas”, depurando la sociedad y el sistema de
ellos, y haciéndoles perder cualquier motivo de lucha anti-sistémica. Así pues, el Estado
se legitima democrática e históricamente, mientras la represión se endurece y
perfecciona en forma continua, y se tilda de terroristas a los sujetos u organizaciones
que se contrapongan a la nueva “transición hacia la democracia plena”.

En este escenario, pues, nos encontramos con elementos subversivos


organizados que experimentan la continuidad de las políticas dictatoriales desde las
propias condiciones de vida cotidianas y que continúan en su lucha por abatirlas y, por
otro lado, con un “nuevo” poder que busca acallarlos.

Vale entonces preguntarse acerca de esta relación: ¿la transición de poder en


pos de la democracia en Chile busca realmente una sociedad más libre o simplemente
pretende ocultar el horror de la dictadura aun cuando mantiene sus mismas prácticas?,
¿se asume de hecho que la continuidad de las organizaciones subversivas resultará en
daño para el nuevo orden político? Pero principalmente, ¿cómo se asimila un discurso
de cambio pro democrático cuando las condiciones objetivas dentro de la sociedad
siguen siendo las mismas?, ¿se asume como parte de la esencia de la clase política o
constituye una traición?, ¿cómo enfrenta el perfeccionamiento del aparataje legal y
técnico que avala la persecución de las ideas en un periodo de supuesta libertad?

La visión de quienes, pasado el plebiscito, siguen en resistencia es la que nos


interesa abordar en esta investigación, por cuanto experimentaron en carne propia esta
transición de palabra, con continuidad política, jurídica y económica, como ya
señalamos, pero que también se tradujo en una prolongación de intereses del poder, en

- 12 -
desmedro de los intereses de los más y, por tanto, en la repetición de las condiciones
socioeconómicas. En este sentido, la experiencia de jóvenes subversivos del periodo nos
resulta significativa desde su origen (inicios en la rebeldía), sus acciones, su forma de
abordar la política de aniquilamiento de la organización social rebelde, hasta su
proyección hacia el cambio de siglo.

Es entonces desde los ojos de quienes experimentan este supuesto cambio


como un mero juego de poder, que pretendemos dar cuenta de las dinámicas de
persecución y aniquilamiento por parte del estado hacia los elementos subversivos y la
resistencia de éstos ante la pactada transición y su continuismo dictatorial.

Ahora bien, por la naturaleza de esta propuesta investigativa debemos, antes


que todo, apuntar al fenómeno histórico de la violencia proveniente desde el bajo pueblo
y hacia el orden establecido, pues la naturaleza misma y la carga histórica de los sujetos
y grupos populares han tendido desde siempre a actuar, autónomamente, hacia el orden
deshumanizador existente. Al respecto, Gabriel Salazar nos dice que “la tendencia del
“bajo pueblo” a romper el cerco y forzar una salida humanizadora no ha sido ni es
conmutable como uno o varios episodios de tipo coyuntural. Sería un error procesarla
como una reacción “dependiente” ante el aumento del nivel de precios, o como eco
mecánico de las insinuaciones o provocaciones oportunistas de caudillos, partidos o
agitadores profesionales”. 8

En este sentido, el bajo pueblo siempre se ha desenvuelto y desarrollado de una


forma más dinámica en las subterráneas y horizontales líneas de la historia y la sociedad
a través del tiempo (al menos 200 años), por fuera o por debajo de las instituciones
verticales emanadas del poder. Encontramos así la denominada ciencia popular, a
espaldas (y contrapuesta) de la ciencia oficial, que la desprestigia y deslegitima
constantemente (es decir, se encuentra siempre bajo “sospecha oficial”) 9. Para Salazar,
sólo el golpe militar de 1973 volvería a sus estaciones estructurales al bajo pueblo
(aunque a gran costo) durante una década, y es tras esa década que iniciamos el
presente estudio.

8
Salazar, Gabriel, “La violencia política popular en las ‘Grandes Alamedas’. La violencia en Chile 1947-
1987 (Una perspectiva histórico popular)”. LOM Ediciones, segunda edición, 2006, p.53.
9
Ibid., p.59.

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Aunque la dictadura militar hizo “volver a sus estaciones” al bajo pueblo, no
hizo desaparecer nunca las condiciones estructurales que otorgan tanta carga política e
histórica a la clase popular. Por el contrario, las agudizó, generando una situación más
crítica que antes del golpe y que derivó en una Violencia Política Popular mayor,
aunque distinta. La naturaleza ilegítima del régimen claramente provocaría violencia,
cuestionamiento y desacato, “porque ningún sistema liberal puro puede considerarse
definitivamente estabilizado si está, a la vez que dominando, generando una clase
popular en actitud VPP”. 10 Es decir, la presión de la dictadura agrietó pero no pulverizó
la VPP, que renació con renovadas armas para llegar a su clímax durante los años 1986-
1987, justo en el momento previo al plebiscito. En ese sentido, durante toda la fase
dictatorial de Pinochet no existió alguna otra variable política opositora que no fuera el
movimiento VPP 11.

Pero fue otro el éxito de la dictadura: tras 1985, dejar “fuera de juego” este
movimiento VPP, y así “la dictadura liberal pudo ser presentada a la clase popular no
como una fuerza antagónica destructiva, sino como una fuerza conductora de
configuración positiva, la única capaz de evitar el aceramiento del resorte VPP […]
Degollando así el horizonte socialista del proyecto histórico popular anidado en el
interior del movimiento VPP” 12. Pero hizo aparición una nueva generación dentro del
movimiento popular: los denominados hijos del golpe, la generación de los ‘80, hijos de
la agrietada generación del ‘68. Comenzó entonces una nueva búsqueda identitaria “de
oposición”, entre “la fracasada” generación anterior y los nuevos “hijos de la dictadura”,
que florecían con miedo, con agresividad y rabia, y, lo más importante, con
autoafirmación de sí 13; una refundación hecha no desde o por el Estado, sino por sí
misma.

Se producía así una refundación del sujeto popular entre los años 1973 y 1987,
que logró superar las viejas trabas clientelísticas de las generaciones anteriores, para
pasar desde la defensiva a una ofensiva directa contra la dictadura liberal: “después de
1973 el movimiento VPP desarrolló una significativa ‘cultura VPP’, que abarcó e
integró, en un sólo sistema de acciones directas, desde los valores universales del
simple ‘derecho a la vida’, hasta los valores tecnologizados de la ‘guerrilla o
10
Ibid., p.278.
11
Ibid., p.279.
12
Ibid., p.283.
13
Ibid., p.284.

- 14 -
terrorismo urbano’. […] Todos los elementos de la nueva cultura popular se
convirtieron en armas de lucha y elementos de acción subversiva contra el Estado”. 14

Claramente es una nueva generación popular, que no ha vivido momentos de


gloria u “omnipotencia política” como otras generaciones, que no tiene un Allende ni
una izquierda articulada (más bien exiliada y destruida) y que, por ende, empieza en la
práctica desde cero, sólo con las historias que propugnan los viejos, la familia, el barrio
y la clase (fuentes identitarias por dar a conocer). Esta nueva generación de potencial
revolucionario se enfrenta a un nuevo desafío: “convertir la derrota en un horizonte
cultural de esperanza y este horizonte en un nuevo proyecto de sociedad”; para ello,
cuentan con rasgos propios e inéditos: “social y económicamente son más homogéneas
(se ha producido la homogeneización socio-cultural hacia abajo en la juventud y una
heterogeneización económica hacia arriba) y cualitativamente más multitudinarias que
las anteriores” 15. Esta transición juvenil y ciudadana bajo dictadura hizo reflotar los
partidos de izquierda (PC, MIR, MAPU) sobre los hombros de la nueva generación de
fines de los ‘70 y no viceversa: “se nutrieron para ello de la cultura de resistencia
desarrollada por las nuevas generaciones y no de sus tradiciones”. 16

Pero hubo una segunda derrota. El fracaso del MIR en la instalación de las
guerrillas y el fracaso del FPMR en la operación Siglo XX; la primera derrota de la
nueva generación rebelde de los ‘80 (la segunda del movimiento popular de los últimos
años). Tras ello, el triunfo del NO, que más que “traer la alegría”, sólo agudizó los
procesos subjetivos e intersubjetivos de esta generación. De esta manera, se producía un
mayor desencanto de las organizaciones político-militares (partidarias) hacia el año
1987, “desencanto que, como alternativa, llevó a crear un grupo armado distinto, más
consecuente con las formas asociativas y culturales desarrolladas en los tardíos ‘70: el
Movimiento Juvenil Lautaro” 17; que surgió tras el colapso de las antiguas
organizaciones (a partir de 1987), y que llegó no para repetir fórmulas, sino para dar
paso a nuevas formas y fórmulas militares y revolucionarias, lejos de las políticas de
rehabilitación e integración ofrecidas por el Estado liberal (dictadura/democracia).

14
Ibid., pp.285-286.
15
Salazar, Gabriel; Pinto, Julio, “Historia contemporánea de Chile Vol.5. Niñez y juventud (Construcción
cultural de actores emergentes)”. LOM Ediciones, primera edición, 2002, p.234.
16
Ibid., p.243.
17
Ibid., p.244.

- 15 -
Sin embargo, esta nueva organización estuvo lejos de abarcar la totalidad de las
energías juveniles rebeldes y subversivas del periodo, puesto que una gran parte de
quienes se resistieron a creer en el espejismo del cambio democrático optaron por
alejarse de las estructurales organizativas de corte militante partidista y se plantearon la
rebeldía desde la autonomía y la horizontalidad.

La juventud de los ‘80 llegaba con una “nueva rebeldía”, más allá de las
derrotas y desarticulaciones de antaño vividas por la generación del ‘68. Es por ello que
gran parte de la juventud subversiva del periodo desarrolla sus lógicas organizativas
paralelamente al ocaso de los partidos de izquierda; viene con otra vivencia, directa,
diaria, violenta. La generación rebelde del ‘68 fue inspirada por un dolor y una rabia de
carácter global y latinoamericano frente a la colonización y la explotación imperialista,
una ideología, pero la nueva generación, escribe Salazar, es distinta: “la “vivencia” de
los adolescentes y jóvenes del ‘80 fue, en cambio, un dolor específicamente chileno,
fulminantemente empírico, vecinal, familiar y personal. Surgió de la vida diaria, a todo
lo largo de la niñez y juventud, no de una conversión ‘ideológica’ 18. Es esta juventud la
que configura y engrosa el accionar rebelde de la época, “este nuevo contingente vivió el
golpe siendo niño; supo del miedo que anonadó a sus padres; experimentó el
terrorismo ambiental producido por los cercos y balaceras desatadas por los militares
en las poblaciones; vivió la pérdida de empleo del padre o la humillación sufrida por
los viejos cuando debieron trabajar en el PEM y el POJH; supo cuánto dolía
abandonar los estudios para trabajar en cualquier cosa (incluida la prostitución
infantil) a fin de solidarizar con la quebrada economía hogareña; conoció la cultura
solidaria desarrollada por los grupos juveniles en los años ‘70, bajo el amparo de la
Iglesia, etc.”. 19

Muestran entonces estos jóvenes rebeldes no militantes historias parecidas,


eran las historias de los jóvenes populares pertenecientes a la época, endurecidos por su
propia historia y animados por la rebeldía, la felicidad, la libertad; a la vez que
blindados contra el “travestismo pseudo-democrático” 20, contra la indiferencia de la

18
Ibid., p.254.
19
Ibid.
20
Moulian, Tomás. “Chile actual: anatomía de un mito”. LOM Ediciones, tercera edición 2002.

- 16 -
sociedad, contra los políticos negociadores, contra los prejuicios sobre la anomia 21 y el
estar ni ahí y contra el militarismo de los revolucionarios de antaño. Constituyen
producto autóctono de la población, de la juventud y de la década de los ‘80: no son
intelectuales ni militares ni leninistas.

Mientras tanto, se pactaba “más que proceso social, un verdadero artefacto


político, denominado en el vocabulario de la alquimia política travesti, como ‘la
transición’” 22, que “ponía fin a la historia” y consolidaba el éxito liberal: en 1973 un
éxito militar, en 1980 un éxito constitucional, en 1984 (-85) un éxito económico y en
1990 el faltante éxito democrático.

Ya iniciado el nuevo “proceso democrático”, los jóvenes rebeldes organizados


de forma autónoma y horizontal sabían claramente lo que esto significaba: un
continuismo político-económico de la dictadura de Pinochet, la continuidad de las
estructuras impuestas desde 1973 (como también lo sabían las organizaciones de corte
militante partidista que aun resistían, como el MJL, el MIR EGP o el FPMR). Frente a
ello, siguieron en la lucha subversiva por obtener las condiciones tanto objetivas como
subjetivas para un levantamiento insurreccional y popular, mediante los métodos
desarrollados ya por esta generación de los jóvenes ochenteros. A su vez, el Estado
ahora “democrático” renovaba y rearticulaba sus organismos represivos y de
persecución, perfeccionándolos y agudizándolos específicamente contra cualquier foco
de subversión que “ya no tenía cabida”.

Se contraponen entonces dichos elementos subversivos contra un “nuevo


poder” que busca su aniquilamiento total y que prosigue con las políticas dictatoriales y
su estructura sociopolítica de miseria. Desde el Estado y para la opinión pública ya no
son extremistas sino, derechamente, terroristas.

Se enfrentaban así dos fuerzas, una subversiva y otra represiva (de la cual
debemos dar cuenta a cabalidad), en ofensivas permanentes: una en la búsqueda de la
caída del sistema y el otro en la búsqueda de aniquilación en presente y futuro de
cualquier germen subversivo organizado. De esta forma, “paralelamente al persistente

21
Concepto sociológico desarrollado por Emile Durkheim en el contexto de la modernidad, que se refiere
al momento en el que los vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde su fuerza para integrar y
regular adecuadamente a los individuos, generando fenómenos sociales alterados.
22
Rosas, Pedro, op. cit., p.187.

- 17 -
despliegue de las acciones rebeldes, ya desde los primeros meses de la década de los
‘90, el primer gobierno de la Concertación había comenzado a trazar un camino a la
‘pacificación’ que significaría la concentración de esfuerzos para lograr la detención y
encarcelamiento de los militantes rebeldes y la desarticulación de la acción político-
militar de las organizaciones revolucionarias” 23. Se privilegia ahora la detención y el
encarcelamiento (aislamiento) por sobre la eliminación física, para romper cualquier
vínculo entre los rebeldes y futuros subversivos.

Sólo en los cuatro primeros años de gobierno de la Concertación fueron


detenidas 170 personas por actividades ilícitas de carácter político 24. Por la vereda
opuesta, la rebeldía buscaba rearticularse y desarrollar nuevas formas de resistir en
función de los aprendizajes construidos a raíz de su propia experiencia y de la derrota de
las organizaciones militantes cuyos remanentes comenzaban a poblar la recién
inaugurada Cárcel de Alta Seguridad. “En el campo de fuerzas de la confrontación
entre el movimiento rebelde y el Estado, empeñado en su control social y eventual
aniquilamiento, se establece una línea de confrontación o de contacto beligerante que
con matices se había presentado reiteradamente entre el movimiento popular y el
sistema. El horizonte va desde la formulación de discurso hasta la eliminación política
recíproca en la cual la idea del aniquilamiento político policíaco-militar a través de la
‘pacificación, ‘lucha antiterrorista’ y ‘seguridad ciudadana’ provoca un constante
deterioro y desgaste de carácter inevitable en la fuerza propia de los rebeldes y de otra
parte de tensión y concentración represiva por parte del Estado, particularmente
‘limitado’ aunque no anulado por las nuevas condiciones de reconversión represiva
que imponía la transición democrática. Por ello era útil y necesario llamarlos
‘terroristas’; quedaban aislados” 25.

La idea de seguir impulsando el proyecto rebelde desde las clases populares en


momentos en que eran declarados fuera de lugar y terroristas, con toda la situación y el
discurso en contra, dio paso a una “nueva guerra” para estos jóvenes rebeldes, aunque
contra el mismo modelo. De uno y otro lado existían cargas históricas demasiado
extensas y nutridas como para acabar con una llamada “transición”, cada uno poseía
ahora métodos nuevos, rearticulados y resignificados. La subversión y la rebeldía

23
Rosas, Pedro, op.cit., p.188.
24
Ibid., p.189.
25
Ibid.

- 18 -
estaban siendo planteadas por una nueva generación de combatientes que no vieron la
solución en la nueva democracia, sino más bien una agudización del hipócrita sistema.
Con todo el peso popular de la historia y el movimiento VPP desarrollado podemos
comprender la continuidad de su guerra (contra la continuidad sistémica) durante los
agitados años de la “transición” en la década de los ‘90.

Ya que para quienes permanecieron planteándose desde la rebeldía “el término


negociado de la dictadura no significaba más que la continuidad de la misma” 26,
durante el periodo de transición se agudiza el desencanto y surge la necesidad de
sobreponerse a la derrota y buscar nuevas formas organizativas de hacer frente a la
embestida sistémica, tanto a partir del discurso como de las acciones.

Sin embargo, como ya hemos señalado, este nuevo gobierno viene aparejado
de una represión despiadada de los movimientos sociales y, para llevar a cabo
efectivamente su política represiva, y a la vez intentar separarse del sesgo autoritario y
brutal de la dictadura, el gobierno de transición implementó un perfeccionamiento de
los dispositivos y las políticas persecutorios: “el gobierno de Patricio Aylwin comenzó a
utilizar diversos métodos represivos, de mayor sofisticación incluso que los utilizados
por la dictadura. En 1991, se creó un nuevo servicio de inteligencia: el Consejo
Coordinador de Seguridad Pública, más conocido como "La Oficina"; la que nació con
dos misiones muy claras: la desarticulación de las organizaciones rebeldes que aún
continuaban actuando en el país y la persecución sistemática de cualquier opositor al
sistema”. 27

Además del hostigamiento y la persecución política de la que era objeto


cualquier elemento subversivo, encontramos la prisión como dispositivo de disolución
de los mismos. Al comienzo del gobierno “democrático”, entonces, vemos como las
cárceles públicas son utilizadas con este propósito, sin embargo, el punto cúlmine en
este proceso vino el año 1994 cuando “los reos denominados como “subversivos” o
“terroristas” fueron trasladados a una prisión recién construida especialmente para
ellos: la Cárcel de Alta Seguridad (CAS)”. 28

26
Faure, Eyleen, “Los locos del poder. Aproximación histórica a la experiencia del Movimiento Juvenil
Lautaro (1982-1997)”, 2006. Versión digital en
http://www.tesis.uchile.cl/tesis/uchile/2006/faure_e/html/index-frames.html
27
Ibid.
28
Ibid.

- 19 -
Respecto de este proceso, cabe destacar por un lado el esfuerzo esgrimido por
el nuevo gobierno por desmarcarse de los métodos represivos dictatoriales, ya
fuertemente condenados, en momentos que le resulta imperativo apagar cualquier foco
subversivo. Y por otro, la importancia de ejercer “mano dura” por el peso comparativo
que cae sobre el gobierno de Aylwin respecto de la figura y el gobierno dictatorial. En
este sentido Gabriela Barría señala que la creación de “la Oficina” ocurre en un
“contexto en el que el principal interés del gobierno es sostener su “independencia” de
las FFAA en materia de Seguridad Interior e Inteligencia. Recordemos la valiosa
función del procesamiento de información en pos de la toma de decisiones políticas que
hay detrás de estas actividades, sobre todo considerando que el gobierno de Aylwin
estuvo marcado por un sino constante de coerción ante la influencia política y
simbólica de Pinochet”. 29

No obstante, es posible reconocer en el gobierno de transición una cierta


utilización, basada en la memoria, del gobierno militar así como de la figura del
dictador. De acuerdo a Tomás Moulian, la “presencia” (el recuerdo o la
“omnipresencia”) del dictador resulta fundamental para la mantención del orden interno
(político, social, y económico); “Pinochet Necesario: para la transición porque, sin él,
(se dice) las fieras dormidas despertarían, el león sordo interrumpiría el concierto de
violines que cantan glorias al modelo”. 30

Otro elemento utilizado para la mantención del orden en transición, que jugó
un rol fundamental, fue el discurso construido entorno a la delincuencia como enemigo
de la sociedad: “en los inicios del gobierno de Aylwin los discursos apocalípticos eran
un instrumento en la estrategia de construcción de la imagen de caos, el cual sería la
inevitable consecuencia del gobierno débil que se presagiaba”. 31En este contexto
también es posible identificar la “utilización” antes mencionada del régimen militar,
como instrumento pacificador de la sociedad, puesto que se erigía como modelo (pasado
y comprobado) de orden y sofocación del caos y la delincuencia, que comenzaba a
instalarse como mecanismo amedrentador: “el dispositivo de denuncia orquestada de la
delincuencia recrudecida, que intentaba que los chilenos echáramos de menos el
gobierno fuerte de Pinochet, libre de esa lacra, funcionó con eficacia en la

29
Barría, Gabriela. Op. cit.
30
Moulian, Tomás. Op. cit., p. 42
31
Ibid., p. 131

- 20 -
visibilización del problema. El tema de la delincuencia se ubicó en el primer lugar de
las preocupaciones ciudadanas en las encuestas de opinión pública y en la agenda
televisiva”. 32

Sin embargo, es necesario precisar que el proceso de perfeccionamiento


represivo durante el nuevo gobierno “democrático”, así como los métodos antes
mencionados para la mantención del orden establecido (durante la dictadura), no se
levantan como elementos nuevos, propios del gobierno de transición, sino que por el
contrario, se vinieron gestando, articulando y legalizando desde la dictadura y, por lo
tanto, son imposibles de comprender sin ella como antecedente y creador.

En este sentido, Moulian nos señala como ya el Acta de Constitución de la


Junta de Gobierno “representó el primer acto jurídico del nuevo poder político, aquel
que lo fundaba en derecho, puesto que la violencia lo fundaba en el terreno político” 33.
Pero sin duda, fue la Constitución de 1980 la que marcó un hito respecto de la
normalización de la violencia de estado que se continuaría, con esta como base, durante
la transición democrática: “la construcción de un cepo fue la segunda tarea cumplida
por el dispositivo derecho. Junto con reacomodar el sistema político se procedió a
legalizar la represión”. 34 De allí en adelante, se procedió con el objetivo de establecer
la represión mediante la vía legal durante la dictadura, ejemplo de ello es la “Ley sobre
conductas terroristas”, que “fue aprobada por la Junta Militar el año 1984, siendo su
promulgación el mejor escarnio público que podía generar el Gobierno dictatorial ante
la cada vez mayor disidencia política en el país”. 35

Fueron entonces la ley y el orden recibidos en herencia por la transición,


institucionalizados y en construcción progresiva durante la dictadura, los que sirvieron
como base para el desarrollo de la represión como política del nuevo estado
“democrático”. Este hecho, como sabemos y ya hemos señalado, sumado a la
continuación y el fortalecimiento del modelo económico, constituye un rasgo
fundamental de un gobierno de transición que no experimentó cambios sustantivos

32
Ibid., p. 132
33
Ibid., p. 205
34
Ibid., p. 207
35
Barría, Gabriela, Op. Cit.

- 21 -
respecto del anterior dictatorial. Para Moulian, “los únicos cambios significativos
aportados por la transición están concentrados en lo político”. 36

Con esta afirmación, no pretendemos desconocer la importancia que tuvo para


gran parte de la población el proceso democrático llevado a cabo para la instauración de
este nuevo gobierno (entiéndase esto como la participación en el plebiscito y las
elecciones como símbolo del quiebre dictatorial), sino más bien poner de manifiesto que
lo acontecido durante las últimas décadas de los años ochenta, como ya es sabido, no
fue una revolución política contra el régimen militar para sacarlo del poder, sino una
negociación con cambio de actores para mantenerse en el poder. Esto es precisamente lo
que explica la permanencia y la agudización del descontento popular, y la presencia
constante de oposición rebelde al sistema económico, político y social imperante.

Incluso dibujado este escenario, resulta necesario reconocer que no es lo


mismo un régimen autoritario que un régimen de “democracia protegida” 37, como
describe Moulian al nuevo gobierno: “es una semidemocracia, porque su fuente
inspiradora es la idea de un “gobierno científico”. En este la hermandad entre razón y
poder, garantizada por las instituciones “tecnificadoras”, tiene la misión de impedir
los perniciosos efectos de las inevitables veleidades de la masa”. 38

Esta definición nos permite comprender exactamente la actitud tomada por una
“oposición” que llega al gobierno tras una dictadura militar y que, sin embargo,
mantiene las lógicas llevadas a cabo por sus antecesores al momento de gobernar; esto,
producto del cambio negociado de gobierno. Para esto fue necesario alcanzar un
consenso entre las elites políticas, que permitiera crear una apariencia de cambio aun
perpetuándose el poder en las mismas manos: “En el caso chileno la reproductibilidad
(mantención con pequeños cambios de la política económica del Gobierno militar)
necesitaba de esa apariencia que era el consenso”. 39

En este escenario, resulta evidente el abandono de las promesas de


reestructuración social y cambio esgrimidas por la “oposición” y anheladas por el
pueblo, de modo que “la noción de profundización democrática se volatizo antes que el

36
Moulian, Tomás, op. Cit., p. 53
37
Ibid.
38
Ibid.
39
Ibid., p. 45

- 22 -
muro de Berlín” 40. Al mismo tiempo que resultaba imperante la negación y
principalmente el olvido del pasado reciente, para la consolidación de este “nuevo”
modelo político. Es por ello, insistimos, que urge aplacar los restos de disidencia
existentes, pues “la historicidad representaría la amenaza del retorno al comienzo
caótico, superado por el ‘pacto consensual’” 41.

La denominación de “transformismo” para este proceso, resulta entonces, muy


acertada, pues engloba la noción de reproducción con ajustes que se desarrolla durante
la transición: “llamo “transformismo” al largo proceso de preparación durante la
dictadura, de una salida de la dictadura, destinada a permitir la continuidad de sus
estructuras básicas bajo otros ropajes políticos, las vestimentas democráticas”. 42

Este continuismo es entonces el marco y la esencia del periodo que


pretendemos estudiar a profundidad, ahondando principalmente en los mecanismos, las
dinámicas y las lógicas que lo hicieron posible, así como su instrumentalización en el
ámbito de la represión. Respecto de esto, consideramos el valor de las investigaciones
realizadas hasta la fecha, por los autores tratados en esta breve revisión, así como por
los que hemos omitido. La experiencia de jóvenes subversivos de la época nos permitirá
tener la visión de los disidentes a este proceso, de los engañados por la ilusión
democrática, pero también conocer las motivaciones de lucha que tuvieron durante este
periodo específico donde “cambiaron los titulares del poder, pero no la sociedad. Se ha
realizado el principio central del “gatopardismo”: que todo parezca cambiar para que
todo siga igual”. 43

40
Ibid., p. 47
41
Ibid., p. 51
42
Ibid., p. 141
43
Ibid., p. 333

- 23 -
Mientras pasa la estrella fugaz
acopio este deseo instantáneo
montones de deseos hondos y prioritarios.
Por ejemplo, que el dolor no me apague la rabia,
que la alegría no desarme mi amor,
que los asesinos del pueblo se traguen
sus molares caninos e incisivos
y se muerdan juiciosamente el hígado,
que los barrotes de las celdas
se vuelvan de azúcar o se curven de piedad
y mis hermanos puedan hacer de nuevo
el amor y la revolución.
Que cuando enfrentemos el implacable espejo
no maldigamos ni nos maldigamos,
que los justos avancen
aunque estén imperfectos y heridos
que avancen porfiados como castores,
solidarios como abejas,
aguerridos como jaguares
y empuñen todos sus noes
para instalar la gran afirmación,
que la muerte pierda su asquerosa puntualidad,
que cuando el corazón se salga del pecho
pueda encontrar el camino de regreso,
que la muerte pierda su asquerosa
y brutal puntualidad,
pero si llega puntual no nos agarre
muertos de vergüenza,
que el aire vuelva a ser respirable y de todos
y que vos muchachita sigas alegre y dolorida
poniendo en tus ojos el alma
y tu mano en mi mano.

Y nada más,
porque el cielo ya está de nuevo torvo
y sin estrellas
con helicóptero y sin dios.

(Mario Benedetti, Hombre que mira el cielo).

- 24 -
III. Capítulo primero: Represión y persecución de la rebeldía

Hoy extiendo mis manos a través de estos muros,


condenados a retener vacíos agónicos,
a quebrar la identidad que huele a barro,
a arrancar las ideologías estelares escritas en la piel.

Hoy, voy tatuando contra la pared los pensamientos,


los olores, los sonidos liberados, rebeldes, subversivos e insurrectos,
y termino los murales inconclusos
de las calles que aún no se construyen.

Y, hoy, enciendo, encendemos mil hogueras,


me amotino, nos amotinamos mil veces.
Entro en huelga, construyo túneles quiméricos,
y mañana volveré, volveremos a hacer arder tus barrotes.

Porque ninguna cadena será perpetua,


y ninguna cárcel de “alta seguridad” para los sueños de los grillos
y las esperanzas de cigarra.
¡porque estos óvulos subversivos y amurallados,
darán a luz la próxima barricada.

(Claudia López Benaiges; Tras los cuerpos amurallados 44)

1. Aspectos legales e institucionales de la represión 1980-1994

Para comprender el particular paso de la dictadura a la democracia en Chile, es


necesario considerar que sólo fue posible mediante pactos entre la clase político-militar
que gobernaba y la clase política que aspiraba a abrir las puertas de la democracia. Fue
entonces un traspaso, un legado que tuvo lugar, a través de un pacto económico social
basado en el modelo neoliberal instaurado por los “Chicago Boys” de Pinochet, y un
pacto constitucional que “nació en el momento en que la oposición democrática
reconoció que la lucha contra el régimen militar no podía desarrollarse exitosamente
al margen de la institucionalidad consagrada por la Constitución del general Pinochet,
dictada el año 1980. Al aceptar de hecho la Constitución y su institucionalidad, y

44
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- 25 -
adaptar a dicho marco de hierro su propia estrategia política, la oposición dio un paso
decisivo que puso en marcha el proceso de transición. Pues desde ese instante quedó
descartada cualquier alternativa opositora más radical, de ruptura y confrontación
directa con el régimen militar”. 45

Este pacto legislativo se fue consolidando en varias etapas que analizaremos a


continuación, poniendo especial énfasis en sus aristas ligadas al reforzamiento de la
política represiva del nuevo estado democrático.

1.1 Continuidad de la Constitución de 1980

La reforma constitucional de 1989 46, negociada entre tiras y aflojas por la Junta
de Gobierno y la oposición política de la época, constituye un hecho fundamental en el
proceso de transición, poniendo de manifiesto el carácter pactado de la misma. El
consenso alcanzado en torno a las modificaciones a la Constitución de 1980 dio como
resultado un texto sin mayores variaciones del original y, por sobre todo, la aceptación
de una Constitución redactada en dictadura para ser la base de la legalidad del próximo
gobierno democrático: “Hasta ese momento, la oposición había venido aceptando
solamente de hecho la Constitución de 1980, sin reconocerle, por el contrario,
legitimidad. De ahora en adelante, en cambio, entraría a comportarse como una
«fuerza constitucionalista», incluso reservándose el derecho a introducir, en el futuro,
nuevas reformas a la ley fundamental. De esta manera obtuvieron las Fuerzas Armadas
garantía suficiente de que el proceso de transición seguiría encauzándose dentro del
marco institucional y constitucional consagrado, cuyas modificaciones ulteriores en
todo caso aparecen difíciles debido a los resguardos consagrados en la propia
Constitución para regular su reforma” 47.

De manera que se prolongó una legalidad heredada de la dictadura:

45
Brunner, José Joaquín. “Chile: claves de una transición pactada” Revista Nueva Sociedad Nro. 106,
1990, pp. 6-12. Versión digital en: http://www.nuso.org/upload/articulos/1844_1.pdf
46
Ley 18.825, véase en su versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en :
http://bcn.cl/30bg
47
Brunner, José Joaquín, op cit.

- 26 -
“nunca cambio nada,…lo que perpetúa la democracia y lo que la mantiene
con las cadenas es una constitución política retrógrada que se creó en una base del
capitalismo…” 48.

Así, introduciendo, derogando y modificando artículos e incisos de la Carta


Fundamental redactada e instituida durante la dictadura militar de Pinochet, la clase
política y militar buscaba dotar de legitimidad la transición política para que la nueva
institucionalidad estuviera asentada sobre sólidos pilares de estabilidad que permitieran
la gobernabilidad.

En este sentido, la persistencia de grupos disidentes que cuestionaran este


‘nuevo’ orden y provocaran agitación social resultaba problemática, especialmente si se
trataba de grupos armados como los que venían actuando en la escena política del país.
Es por esto que el artículo 8 de la Constitución suscitó amplio debate en las
negociaciones; este dictaba que “Todo acto de persona o grupo destinado a propagar
doctrinas que atenten contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la
sociedad, del Estado o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha
de clases, es ilícito y contrario al ordenamiento institucional de la República.” 49

Y, aunque finalmente el polémico artículo fue derogado, estaba claro que


cualquier forma de disidencia armada no tendría cabida en el nuevo orden democrático.
Esto quedó plasmado en la reforma:

“8.- Agréganse en el artículo 19, a continuación del inciso quinto del número
15°, los siguientes incisos:
"La Constitución Política garantiza el pluralismo político. Son
inconstitucionales los partidos, movimientos u otras formas de organización cuyos
objetivos, actos o conductas no respeten los principios básicos del régimen
democrático y constitucional, procuren el establecimiento de un sistema totalitario,
como asimismo aquellos que hagan uso de la violencia, la propugnen o inciten a ella
como método de acción política. Corresponderá al Tribunal Constitucional declarar
esta inconstitucionalidad.

48
Entrevista Ismael, 18/11/2013
49
Constitución Política de la República de Chile 1980.

- 27 -
Sin perjuicio de las demás sanciones establecidas en la Constitución o en la
ley, las personas que hubieren tenido participación en los hechos que motiven la
declaración de inconstitucionalidad a que se refiere el inciso precedente, no podrán
participar en la formación de otros partidos políticos, movimientos u otras formas de
organización política, ni optar a cargos públicos de elección popular ni desempeñar los
cargos que se mencionan en los números 1) a 6) del artículo 54, por el término de cinco
años, contado desde la resolución del Tribunal. Si a esa fecha las personas referidas
estuvieren en posesión de las funciones o cargos indicados, los perderán de pleno
derecho. … “ 50

Esta modificación, sumada a otras acerca de conductas terroristas, evidencia la


condena que cae sobre la izquierda más extrema, esa que no formó parte del negociado,
y a la que no se le dejará margen una vez llegada la democracia.

1.2 Legalización de la represión en democracia

Cuando se hubo sellado el pacto y la administración democrática de Patricio


Aylwin se encontró ya en el poder, se adoptaron nuevas disposiciones legales con el fin
de garantizar el orden interno. Estas apuntaron principalmente a la desarticulación e
incluso al aniquilamiento de los grupos subversivos que permanecían activos. En este
contexto, las llamadas “Leyes Cumplido”, promulgadas en 1991, jugaron un rol de gran
relevancia.

Este conjunto de leyes 51, que reciben el nombre de su impulsor Francisco


Cumplido, dicta en su encabezado que “modifica diversos textos legales que indica, a
fin de garantizar en mejor forma los derechos de las personas” 52, buscando así suplir
una de las grandes deudas que se heredó de la dictadura: el trato de los presos políticos
y los derechos humanos. Mediante las Leyes Cumplido fue posible “modificar diversos
textos legales y favorecer el tratamiento de los presos no beneficiados por los decretos

50
Ley 18.825… op. cit.
51
Ley 19.047, versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en: http://bcn.cl/uas
52
Ibíd.

- 28 -
de indulto” 53. Sin embargo, este conglomerado legal avala la aplicación de las leyes que
modifica, aun cuando éstas hayan sido redactadas en un contexto político y social
disímil, dando paso también a una caracterización y tipificación distinta tanto de los
delitos que normaban como de quienes los cometían, en claro desmedro de la lucha
social.

Tal es el caso de la Ley de Seguridad Interior del Estado 54. Esta ley que es
ratificada por el recién estrenado gobierno democrático, data de 1958 55 y constituyó el
marco legal para los delitos subversivos, previo a la existencia de la ley de conductas
terroristas durante la dictadura. Su aplicación es amplia, pues no necesita la
comprobación de pertenencia o militancia en algún grupo o movimiento subversivo,
mientras exista algún delito de los que tipifica como transgresor a la seguridad interna
de la nación. Además, esta ley se encuentra ligada al Ministerio del Interior como
organismo coordinador, que participa de los procesos que devienen de ella, lo que la
hace un instrumento de gran relevancia durante este periodo de transición. Las
modificaciones que sufre son principalmente respecto del agravamiento de las penas.

Otro ejemplo visible es la modificación realizada a la Ley de Conductas


Terroristas 56, o “Ley Antiterrorista” reformada mediante la ley N° 19.027 de 1991. Fue
creada en 1984 por la dictadura militar de Pinochet para sancionar drásticamente
cualquier tipo de insurrección contra dicho régimen.

Ante el concepto de terrorismo como un delito esencialmente político e


ideológico, las reformas entonces introducidas intentaron eliminar sus connotaciones
políticas tipificándolo puramente como un delito violento gravísimo contra las personas.
De esta forma, se libera de cargos terroristas a aquellos condenados únicamente por sus
creencias, pero se amplía el espectro de potenciales terroristas. De acuerdo a Pedro
Rosas, “…la democracia chilena se ha blindado legalmente contra una amplia noción
de terrorismo” 57.

53
Arrate, Jorge y Rojas, Eduardo “Memoria de la izquierda chilena (1850-2000)”. Recurso digital
disponible en: http://www.archivochile.com/Izquierda_chilena/vision_gen/ICHvisiongen0016.pdf
54
Ley 12.927, versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en: http://bcn.cl/1ldq
55
Fue también reformada en 1975.
56
Ley 18.314, versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en: http://bcn.cl/19kl
57
Rosas, Pedro, op. cit. p.206

- 29 -
Una arista de gran relevancia que se introduce en la modificación de la ley de
Conductas Terroristas, es la figura de asociación ilícita terrorista, mediante la cual no
sólo se penaliza la comisión del delito de asociación ilícita, sino también la motivación
que existe para cometerlo. Además esta ley remozada penaliza incluso la intención o la
amenaza de cometer los delitos que describe: "Artículo 7°.- La tentativa de comisión de
un delito terrorista de los contemplados en esta ley será sancionada con la pena
mínima señalada por la ley para el delito consumado. Si esta última constare de un solo
grado, se aplicará lo dispuesto en el artículo 67 del Código Penal y se impondrá a la
tentativa el mínimo de ella. La amenaza seria y verosímil de cometer alguno de los
mencionados delitos, será castigada como tentativa del mismo. La conspiración
respecto de los mismos delitos se castigará con la pena correspondiente al delito
consumado, rebajada en uno o dos grados." 58

La importancia de modificar estas leyes, radica en que estando en democracia


se aceptan y continúan constituyendo la base legal para la persecución, el procesamiento
y la condena de los delitos que califican como terroristas o como amenazas internas al
orden establecido:

“Es como un continuismo igual po, se afilaron caleta de tácticas, se siguió


actuando sobre el mismo sistema jurídico que dejó la dictadura culiá, sobre sus mismas
leyes anti terroristas cachai, la seguridad interior del estado…” 59

Y esta persecución se llevó a cabo aun mediante aberraciones legales. Así lo


reconoce su impulsor, ejemplificando con la consideración de asociación ilícita
terrorista: “No es suficiente que los asociados cometan un delito terrorista para
calificar la asociación de terrorista, sino que tal asociación debe tener entre sus
objetivos el cometer tales delitos. Así, la finalidad de la asociación es la sustitución del
régimen político o sistema de gobierno por medios distintos a los establecidos en la
Constitución, tal asociación es ilícita, pero su objetivo es político, no terrorista…esta
interpretación no ha sido aplicada por algunos tribunales, y se ha condenado y se
encuentran procesados personas por asociación terrorista, por el sólo hecho de

58
Artículo 5° de la ley 19.027, versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en:
http://bcn.cl/1395
59
Entrevista Fermín, 23/10/2013

- 30 -
cometer un delito y pertenecer a un movimiento político…Este error jurídico ha sido
reconocido por las propias autoridades supremas del poder judicial.” 60

Otra de las normativas que fue sujeta a variación en el marco Cumplido es la


Ley de Control de Armas 61, que fue “…promulgada por el presidente Allende en medio
de una virulenta campaña propagandística y de presión de la derecha y las Fuerzas
Armadas. Esta ley permitió allanar locales de grupos de izquierda, fábricas y
poblaciones en todo Chile especialmente después del tanquetazo del 29 de junio de
1973, anticipando y neutralizando una respuesta popular armada a los planes
golpistas.” 62

Mediante las modificaciones introducidas en 1991, se condena el porte,


confección y facilitación de explosivos, bombas, armas biológicas, etc., y se agravan las
penas para quienes la incumpliesen. Además, se hace especial énfasis a la condena de
grupos armados: "Los que organizaren, pertenecieren, financiaren, dotaren,
instruyeren, incitaren o indujeren a la creación y funcionamiento de limilicias privadas,
grupos de combate o partidas militarmente organizadas, armadas con alguno de los
elementos indicados en el artículo 3°, serán sancionados con la pena de presidio mayor
en cualquiera de sus grados.” 63 Durante los noventas, fue un instrumento ampliamente
utilizado para el enjuiciamiento de subversivos.

También cabe destacar dentro de la legislación “Cumplido” consideraciones


respecto a la rapidez y efectividad con que deben ser llevadas a cabo las causas
relacionadas con delitos subversivos: “En los procesos por infracción a la ley N°
12.927, sobre Seguridad del Estado, o la ley N° 17.798, sobre Control de Armas, el
sumario no podrá prorrogarse por un plazo superior a ciento ochenta días, o a
trescientos sesenta días, respectivamente, contados desde aquel en que el inculpado
haya sido declarado reo. Si al vencimiento de dichos plazos el juez no ha cerrado el
sumario, deberá informar a la Corte respectiva sobre los motivos que le han impedido
hacerlo. El tribunal de alzada podrá adoptar todas las providencias que juzgue

60
Rosas, Pedro, op. cit.
61
Ley 17.798, versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en: http://bcn.cl/rif
62
Rosas, Pedro, op. cit., p. 153
63
Agregado en las modificaciones de las Leyes Cumplido. Ver recurso digital de la Biblioteca del
Congreso Nacional de Chile en: http://bcn.cl/uas o http://bcn.cl/rif

- 31 -
necesarias para acelerar la tramitación del proceso, así como las medidas
disciplinarias que fueren del caso.” 64

Es posible ver, entonces, que por medio de las Leyes Cumplido se realizó una
visible criminalización de los elementos subversivos que seguían constituyendo una
amenaza, aunque cada vez más débil, para la estabilidad política. A las reformas ya
mencionadas, se agregan las realizadas al Código Penal para definir sanciones
carcelarias (como el aislamiento) y aumentar diversas penas diferenciando a los
condenados antes y después de 1990 Sin embargo, aun con todas estas medidas
represivas desplegadas y respaldadas en lo legal, los grupos subversivos aún
continuaban operando en la escena política y realizando acciones de alto impacto, como
fue el asesinato del senador Jaime Guzmán el 1 de abril de 1991. Entonces resultaba
perentorio atacar con más fuerza a estas agrupaciones hasta lograr su dislocación,
aunque esto significara poner abiertamente de manifiesto la política represiva del
Estado.

Una de las leyes más significativas en este contexto, fue la ley sobre
Arrepentimiento Eficaz 65 o de “Delación Compensada”. También impulsada por el
ministro de justicia Francisco Cumplido, fue promulgada el año 1992, y establecía
beneficios carcelarios, rebajas de penas e incluso excarcelación para quien, habiendo
cometido un delito terrorista:

“a) entregue o revele a la autoridad información, antecedentes o elementos de


prueba que sirvan eficazmente para prevenir o impedir la perpetración o consumación
de delitos terroristas e individualizar y detener a los responsables, o

b) ayude eficazmente a desarticular a la asociación ilícita a la cual pertenecía,


o a parte importante de ella, revelando antecedentes no conocidos, tales como sus
planes, la individualización de sus miembros o el paradero de sus dirigentes e
integrantes.” 66

A través del arrepentimiento eficaz, se buscaba acceder a información


fidedigna que permitiera acceder a grupos, posibilitar detenciones, y permitir así la

64
Ley 19.047, versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en: http://bcn.cl/uas
65
Ley 19.172, versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en: http://bcn.cl/1i5h
66
Ibíd

- 32 -
desarticulación de los mismos, o al menos su debilitamiento. Este mecanismo fue
encausado mediante el Consejo Coordinador de Seguridad Pública 67.

Es así como, a través de este mecanismo de recompensas penales


sumado a la batería de leyes represivas, se logró desarmar a grupos armados tales como
el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el Movimiento Juvenil Lautaro y las facciones
que continuaban activas del MIR (MIR EGP-PL) en un corto plazo de tiempo. No
obstante, para conseguirlo, el Consejo Coordinador de Seguridad Pública fue más allá,
incurriendo incluso en prácticas totalmente fuera de la legalidad.

1.3 Inteligencia para exterminar

Las acciones de grupos subversivos fueron reiteradas durante los dos primeros
años de gobierno de Patricio Aylwin, pudiendo contar entre ellas:

“- Más de cien asaltos a entidades bancarias y financieras sólo en 1991.

- Rescate armado de un reo lautarista desde el Hospital Sotero del Río, con el
asesinato de un carabinero.

- Asesinato de de varios funcionarios de investigaciones en Concepción y del


personal que custodiaba al Intendente Pareto en Santiago.

- Secuestro de Cristian Edwards.

- Asesinato de una docena de carabineros por parte de terroristas del grupo


Lautaro.

- Innumerables atentados explosivos desde la tercera a la décima región, al


tendido eléctrico y en contra de reparticiones públicas.

- Varias decenas de asaltos armados a entidades privadas.

- Asesinato de Jaime Guzmán.” 68

67
Características de este organismo en el siguiente apartado.

- 33 -
El asesinato de un senador de la República, como ya señalamos, fue un hecho
de alto impacto, y puso en evidencia la necesidad de acabar rápida y certeramente con
los grupos armados que hacían tambalear la tan ansiada estabilidad política y social.
Para concretar este objetivo, había que hacer uso de todos los instrumentos disponibles
e incluso crear aquellos con los que no se contaba. Es por esto que el presidente Aylwin
instruye la creación de un organismo civil 69 de inteligencia y seguridad, que ve la luz el
23 de octubre de 1991 mediante el Decreto Supremo N° 363 70: así nace el Consejo
Coordinador de Seguridad Pública, más conocido como “la Oficina”.

En palabras de un joven rebelde de la época:

“Hay un perfeccionamiento…los grupos armados siguieron existiendo


¿cachai?, pero que hubo un aniquilamiento y encarcelamiento de los compañeros que
tenían una postura más radical, sistemática así como política de Estado cachai, que es
lo que pasó con los locos del Frente, con los Lautaro…La creación de la Oficina es una
ejemplo de la hueá…ya es como ponerse corbata, los locos se sacaron el casco y se
pusieron corbata así, como básicamente esa hueá.” 71

Para su conformación, la Oficina contó con fuertes personalidades


concertacionista:

“- Presidencia: Mario Fernández (DC) quien se desempeñaba como


Subsecretario de Aviación. Posteriormente fue Ministro de Defensa de Ricardo Lagos.

- Dirección: Jorge Burgos (DC). Era Jefe de Gabinete del Ministro del
Interior. En la administración Lagos fue Subsecretario del Interior y Diputado en los
periodos 2002-2006, 2006-2010 y actualmente para el periodo 2010-2014.

- Secretaría Ejecutiva: Marcelo Schilling (PS). Posterior Ministro de


Planificación de Eduardo Frei, Embajador en Francia durante la era Lagos. Diputado
del 2008 al 2010, en reemplazo del fallecido Juan Bustos y actualmente en el periodo
2010-2014.

68
Rosas, Pedro, op. cit., p. 96
69
Durante la dictadura existieron organismos de inteligencia (DINA, CNI), pero estos eran de carácter
militar.
70
Versión digital de este decreto en la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile: http://bcn.cl/9hnh
71
Entrevista Fernando, 27/12/2013.

- 34 -
- En el Departamento de Análisis se encontraba el militante PS Antonio
Ramos, quien “ofició de experto en guerra psicológica” y Lenin Guardia, analista
vinculado también a operaciones especiales en el campo de los grupos rebeldes y los
círculos donde estos se movilizan” 72

Dependiente del Ministerio del Interior este organismo surge, según dicta, de la
necesidad de que el presidente cuente con asesoría respecto de asuntos terroristas. Entre
sus facultades se contaban:

“a) Proponer medidas tendientes a coordinar el intercambio de información


obtenida por Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones de Chile en los
ámbitos propios de sus competencias;

b) Efectuar análisis sobre las materias de competencia de la Oficina y


proponer medidas tendientes a lograr una adecuada coordinación en la búsqueda de
información por parte de las Unidades de Inteligencia de las citadas Instituciones de
Orden y Seguridad, en materia de Seguridad Pública vinculadas al ámbito terrorista.

c) Proponer al Presidente de la República por intermedio del Ministro del


Interior, cursos de acción para orientar las tareas de captación y búsqueda de
información por parte de las Unidades de Inteligencia de ambas Instituciones en la
señalada actividad.

d) Preparar informes con el objeto de proponer la adopción de las medidas


que cada situación aconseje sobre la base del análisis de la información reunida.

e) Diseñar y proponer programas informáticos de seguimiento de la actividad


y banco de datos necesarios para las tareas de procesamiento de la información
reunida.

f) Proponer medidas de Seguridad Pública en el ámbito terrorista,


considerando la información que al respecto también proporcionarán al Consejo, los
servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas y otros órganos del Estado.

g) Proponer al Presidente de la República, reformas de carácter legal o


reglamentario en materias de competencia del Consejo;

72
Rosas, Pedro, op. cit, p. 90.

- 35 -
h) Prestar cualquier otra asesoría en materias propias del Consejo, que le
fuere requerida por el Presidente de la República, de manera directa o a través del
Ministro del Interior.” 73

Además de estas atribuciones que tenía por decreto, la Oficina manejaba


información, obtenida principalmente a través del sistema de arrepentimiento eficaz, y
mediante el reforzamiento que constituía la colaboración de las reestructuradas fuerzas
policiales y la inteligencia militar, a saber: la Dirección de Inteligencia del Ejército
(DINE), la Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros (DIPOLCAR), la Brigada
de Investigaciones Criminales (BIOC), la Brigada de Inteligencia Policial de
Investigaciones (BIP) y el Servicio de Inteligencia Policial (SIP).

De este modo, la Oficina se erigía como el gran aparato de inteligencia estatal


que arrasaría con la disidencia armada. Y, en efecto, así lo hizo, pero para ello recurrió a
tácticas que se encontraban por completo fuera de la legalidad;

“…se dan cuenta que con la misma lógica, con los mismos personajes en
inteligencia no van a poder, si no pudieron en todos los ’80 ¿cachai?, descabezar los
movimientos políticos rebeldes, no lo iban a poder hacer en los ’90 siguiendo la misma
lógica, por lo tanto tenían que aplicar como la delación, la infiltración, el sapeo
directamente, el pago…” 74

Desde la Oficina no sólo se ofrecían recompensas judiciales para descabezar


estos grupos rebeldes,

“… la democracia fue más allá pa’ lograrlo, puso plata, delación compensada.
La delación compensada fue uno de los mejores inventos, te pagaban, te mantienen, hay
gente que todavía sigue mantenida ¿por qué? Por seguir delatando. Y viven bien. O
muchos otros trabajan en el gobierno y tiene trabajo hasta el día de hoy y ganan
grandes sueldos.” 75

El pago por información es corroborado en una entrevista por Ana Cecilia


Contreras, esposa del informante López Candia: “incluso una vez detenido, continuó

73
Decreto supremo N° 363, versión digital de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en:
http://bcn.cl/9hnh
74
Entrevista Marcelo, 30/09/2013.
75
Entrevista Ismael, op. cit.

- 36 -
durante tres meses recibiendo sueldo de la Oficina ($90.000) que le hacían llegar vía
télex” 76

La información además no sólo era recibida de parte de sujetos condenados,


sino que existía la figura de “agente encubierto” o infiltrado, por lo cual

“muchos que no dejaban de estar como operativos en sus partidos, jugaban a


dos bandas.” 77

Desde la vereda de los subversivos, el actuar de la Oficina estaba presente:

“Cuando empiezan a simular un montón de cosas, y eran todas cosas que


estaban infiltradas, así, todas. La mayoría de la gente que empezaron a caer estaba
infiltrada, a tal punto que habían fotos, habían seguimientos de cosas que no podían
estar. Por lo tanto, robar un banco era difícil, se seguía haciendo pero ya era cada vez
más difícil.” 78

“hay un asalto y a las 2 horas ya sabían más menos a qué tipo de personas
buscar y era, eso sólo obedece a la delación po ¿cachai?” 79

Además de incurrir en estas prácticas ilegales, la Oficina escondía otras


anormalidades que le costaron su existencia; a saber: la “Oficina chica” de Huérfanos
creada por Schilling desde la cual operaba ilegalmente con su grupo de informantes,
protección a informantes, muerte de informantes, actuar irregularmente en conjunto con
la Policía de Investigaciones, labor paralela de Schilling luego de dejar la Oficina,
encubrimiento del “Chele” sindicado como autor intelectual del asesinato de Jaime
Guzmán, e inculpar a Olea Gaona del crimen contra el senador. 80

Cuando estas prácticas ilícitas se hicieron de conocimiento público, fue el fin


de la Oficina. Mediante el decreto N° 599 de Interior 81, el día 30 de abril de 1993 se
puso término a la existencia del Consejo, y se crea la Dirección de Seguridad Pública e

76
La Segunda, 6 de enero de 1997.
77
Entrevista Ismael, op. cit.
78
Ibíd.
79
Entrevista Marcelo, op. cit.
80
Más detalles de estas irregularidades en Valdivia, Verónica. “El rostro oculto de la transición”
81
Versión digital de este decreto en la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile: http://bcn.cl/1jd8t

- 37 -
Informaciones 82, bajo el mando de un hombre de confianza del subsecretario de interior
Belisario Velasco, Isidro Solís.

Este nuevo organismo también se dará a la tarea de perseguir a quienes atenten


contra la seguridad pública y el orden interno del país mediante la comisión de actos
violentistas. Pero su tarea será más liviana pues el grueso de la desarticulación de los
grupos armados lo realizó la Oficina durante su corta duración, utilizando todos los
medios que le fue posible, frente a una resistencia armada que

“ya está totalmente infiltrada y el modo de actuar ya se sabe cómo es y por lo


tanto…tení que mirar el Lautaro, que el hueón que no terminó muerto, terminó preso
po ¿cachai? Ya los grupos organizados armados desaparecen en los ’90 y desaparecen
porque son acribillados o metidos presos todos po, no queda ¿cachai?” 83

1.4 Presidio especial para los terroristas de la democracia

Frente a la existencia de una disidencia armada y a su esperada dislocación, el


gobierno de Aylwin consideró la creación de un recinto penal que recibiera a estos
terroristas de la democracia para que, luego de desarmarlos y frenar su acción, también
se pudieran aniquilar sus ideas. Es por esto que se destinaron $3.150 millones 84 para
levantar la Cárcel de Alta Seguridad (CAS), destinada a la prisión política, de la que sus
mismos gestores renegaban. La CAS fue puesta en funcionamiento el 20 de febrero de
1994 con el traslado de 45 presos, aun cuando el decreto ley que la creaba fue
presentado el 25 del mismo mes y año, y sólo fue promulgado en el diario oficial el 10
de mayo de 1994.

Se comenzó a construir el año anterior,

82
Ley 19.212, versión digital de en la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile en: http://bcn.cl/16u88
83
Entrevista Marcelo, op. cit.
84
Zapata, Victoria. “Cárcel de Alta Seguridad. Inhumanidad, represión y rebeldía” Editorial Mare
Nostrum, 2005, p. 31

- 38 -
“…era como un rumor que se escuchaba, como que se veía, de repente no, y de
repente se hizo realidad po. Era cuático po, brígido que se forme una cárcel sólo pa’ la
prisión política, sólo pa’ meter hueones presos políticos dentro de la hueá po…” 85.

Y se instaló oculta, como si se quisiera marginar y aislar aún más a estos reos,
pues fue situada dentro de la Penitenciaría: una cárcel al interior de otra.

De acuerdo a María Emilia Tijoux 86, la CAS tiene tres finalidades, “encerrar,
castigar y aniquilar a los militantes detenidos después del 11 de marzo de 1990” 87. Si
bien no se decía destinada exclusivamente para la prisión política, sino para presos de
alta peligrosidad en general, durante al menos diez años estos presos fueron los únicos
que conocieron su interior y su severidad. Dentro de la CAS se ejercía un “régimen
disciplinario especial basado en la segregación interna y externa. Una cárcel que
incorporó los fundamentos teóricos y el diseño estructural del panóptico y los últimos
avances de la criminología y el castigo carcelario”. 88

De hecho, las condiciones de inhumanidad en el tratamiento de los presos


recluidos en este penal, fue motivo de cuestionamiento y preocupación por parte de los
familiares y de organizaciones de derechos humanos, desde la apertura del recinto. Tal
fue el caso del Centro de Salud Mental y Derechos Humanos (CINTRAS), que emitió
un comunicado 89 y publicó un artículo describiendo la situación de los reos que no
podían tener contacto físico con sus familiares o amigos en visita, se encontraban en
completo aislamiento del resto de la población penal, y ni siquiera podían tener
comunicación privada con sus abogados. 90

El propio hecho de la prisión, sumado al injusto tratamiento de los presos,


generaba este tipo de reacciones de los rebeldes que, con suerte, seguían en libertad:

85
Entrevista Antonio, 05/11/2013.
86
Académica de la Universidad Arcis y profesora de sociología de los presos que cursan dicha carrera en
la CAS, en entrevista concedida a Victoria Zapata y citada por la misma en “Cárcel de Alta
Seguridad…” op. cit.
87
Zapata, Victoria; op. cit., p.33
88
Ibíd, p. 32
89
Ver anexos.
90
Ver el artículo de Beatriz Brinkmann “Alta Seguridad y Derechos Humanos”, publicado en la revista
Reflexión de CINTRAS, año 7, N° 21, junio de 1994, pp. 24-27. Versión digital en:
http://www.cintras.org/textos/reflexion/r21/revista21completa.pdf

- 39 -
“…ahí tenían una cárcel que era especialmente para todos. Ahí era donde
todo podía, todos podían llegar a estar algún día. Así cuando se genera la cárcel de
Alta Seguridad, se sigue estimulando el enfrentamiento…” 91

Sin embargo, tras el eficiente despliegue de la inteligencia y frente a las


encrucijadas legales fabricadas desde el estado, ya no quedaban muchos rebeldes para
resistir el enfrentamiento,

“por más que hayan habido hechos políticos militares armados ¿cachai? hasta
el ’96, ’97, hasta el año ’93, ’94 ya teniai claro de que militarmente la hueá estaba
perdida y que no te ganó los milicos, que sobreviviste a los milicos, sobreviviste 17
años de dictadura pero no fuiste capaz de sobrevivir ni siquiera al gobierno de Aylwin
po.” 92

En síntesis, tomamos las palabras de Victoria Zapata: “La ‘cacería de los


rebeldes’, que significó la muerte para decenas de militantes revolucionarios y el
confinamiento en la CAS de los sobrevivientes, fue un aspecto fundamental de la
estrategia que siguió especialmente el gobierno de Patricio Aylwin para destruir a sus
organizaciones: por una parte el exterminio y, por otra, la reclusión de sus cuadros,
con el fin de aislarlos de sus bases sociales, que las proveían de militantes y nutrían su
proyecto político.” 93

Así, la Cárcel de alta Seguridad se erige como el imponente símbolo de la


extinción de la subversión armada en Chile, tan extinta que ni siquiera puede ser vista
desde afuera, doblemente encarcelada.

1.5 El paradigma de la Seguridad Ciudadana

Además de las estrategias represivas vinculadas al ámbito jurídico-legal, el


recién estrenado gobierno “democrático” se sirvió de la Seguridad Ciudadana para
alcanzar el control social interno, al cual se llegaría aniquilando a la disidencia rebelde,
los “terroristas”, y conteniendo el fenómeno de la delincuencia.

91
Entrevista Ismael, op. cit.
92
Entrevista Marcelo, op. cit.
93
Zapata, Victoria; op. cit., p. 13

- 40 -
El concepto de Seguridad Ciudadana aparece en la escena luego del declive del
paradigma de la Doctrina de Seguridad Nacional, que tuvo lugar en el contexto
internacional de Guerra Fría, y que estuvo detrás del accionar de las dictaduras
latinoamericanas entre 1950 y fines de 1980.
A nivel internacional, la caída de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
bajo el yugo hegemónico del neoliberalismo implicó el cese de la guerra contra el
comunismo, lo que en términos de seguridad generó también una transformación,
puesto que “durante el período de Guerra Fría primaron los conceptos de seguridad
enfocados a la perspectiva estatal desde un prisma eminentemente militar. En la
actualidad se aprecia una transición hacia un concepto de seguridad más
comprehensivo, que permita alcanzar la paz, estabilidad internacional y la protección
de los individuos y las comunidades.” 94
De esta noción, se desprende la lucha contra la delincuencia que se presenta
como “nuevo” fenómeno (en tanto que se acrecienta) característico de las sociedades
neoliberales, como consecuencia de las graves desigualdades que el sistema genera de
manera intrínseca. Allí, entonces, radica el problema de fondo que favorece o genera las
condiciones para la comisión de delitos.
En términos del combate de la delincuencia, la noción de Seguridad Ciudadana
abre dos aristas: la represiva y la ciudadana. Ambas se conjugan en una sociedad donde
la sociabilización se relaciona cada vez más estrechamente con el consumo y donde los
lazos de confianza social se resquebrajan; contexto en el que las figuras represivas
ligadas a la seguridad, como la policía, asumen un papel preponderante en el orden
social, rol que es reconocido y hasta solicitado por la comunidad ha roto sus vínculos
dando paso a la suspicacia : “En un mundo que ahora se percibe más frágil, más
incierto y que deja al “ciudadano” vulnerable ante los vaivenes del mercado y las
dinámicas de exclusión, la desconfianza se constituye como el vínculo social
preponderante. Los discursos de la Seguridad Ciudadana, ponen principalmente al
aparato policial como el ente externo que regula y organiza. Donde antes había un
patrón y luego un Estado, ahora se sitúa en forma predominante la figura del policía. A
él se le reclama el orden, la seguridad y la protección que el Estado ni el mercado
brindan. El supuesto continúa siendo que es necesaria la presencia de un ente externo
organizador que garantice un orden que no se garantiza a sí mismo […] Este llamado

94
Fuentes Lillo, Claudia. “Seguridad Humana y Seguridad Nacional: Relación Conceptual y Práctica”.
Academia Nacional de Estudios Políticos Estratégicos, Anepe. Santiago de Chile, 2004, p. 7

- 41 -
al Estado para que se manifieste aunque sea sólo en su rol vigilante y represor,
conlleva una exacerbación paranoica frente al Padre-Estado-Represor y se traduce en
un vínculo social basado en la sospecha.” 95
En el Chile post dictatorial de los ’90, la batalla contra la delincuencia se asocia
además a la que se da contra el “extremismo”, ambos elementos que han de ser
neutralizados en favor del orden y la paz social. A propósito de este fin, tanto el
gobierno de “transición” como la “oposición” derechista alcanzaron un consenso en
torno al fondo y a las formas que debían adoptar las fuerzas represivas en función de
atacar efectivamente ambos objetivos.
Como capitalización de este consenso, y como muestra de la unívoca voluntad
del poder político por protegerse a sí mismo y generar las condiciones necesarias para el
desarrollo pleno del modelo neoliberal, el 3 de abril de 1992 se funda Paz Ciudadana,
“una institución autónoma cuyo principal mentor, mecenas y presidente de la
organización es el poderoso dueño de El Mercurio, Agustín Edwards. En su directorio
figuran connotadas personalidades de todos los sectores políticos, académicos,
públicos y privados, representantes de la nueva clase político-empresarial, entre ellos
se encuentra: Sergio Bitar (PPD), ex ministro de Minería de Allende, ministro de
Educación del Gobierno de Ricardo Lagos y además empresario; Bernardo Matte
(RN), el menor de los hermanos Matte, su familia es dueña de la Compañía
Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC); José Joaquín Brunner (PPD), ex
Ministro Secretario General del Gobierno de Eduardo Frei, y ex Presidente del
Consejo Nacional de TV. En la actualidad, Sebastián Piñera lo nombró miembro del
nuevo directorio de Chilevisión; Carlos Cáceres, ex Ministro del Interior de la
dictadura militar, empresario y fundador del Instituto Libertad y Desarrollo, y
presidente de Chile-Tabacos; vinculado a la campaña de Hernán Büchi en 1989;
Mónica Jiménez de la Jara (PDC), participó activamente en la campaña presidencial
de Patricio Aylwin, y dirige una fundación de nombre ‘Participa’; Guillermo Luksic,
Consejero del Centro de Estudios Públicos (CEP), empresario y director del Banco de
Chile; Carlos Bombal (UDI), Senador de la República por Santiago Oriente; Edmundo
Pérez Yoma (PDC), ministro de Defensa del Gobierno de Eduardo Frei, empresario, ex

95
Valle, Manuela. “Seguridad Ciudadana: El último llamado a la Seguridad de los ciudadanos en
Democracia”. En: Primer Simposio Nacional de Investigación sobre Violencia y Delincuencia. Instituto
de Sociología Pontificia Universidad Católica de Chile y Fundación Paz Ciudadana, pp. 225-226

- 42 -
Cónsul General de Chile en Bolivia. Además, cuenta con la colaboración de los medios
de comunicación”. 96
Los miembros de esta institución plantean como el objetivo principal de la
misma el combate a la “delincuencia” y al “extremismo”, pues consideraban que estos
fenómenos estaban en abierto desarrollo en la realidad chilena de la época: “A
comienzos de la década de los ’90, la sociedad chilena enfrentó un fenómeno
inesperado de fuerte incremento de la delincuencia, tanto en número de delitos, como
en la diversificación de sus formas y la violencia con que muchos de ellos eran
perpetrados. Asimismo, se detectaron, en ciertos casos, formas diferentes de
organización para la actividad delictiva. Incluso, se registraron graves casos de
delincuencia extremista que se había supuesto que desaparecerían con el
restablecimiento de la plena democracia en ese año, y síntomas de expansión de redes
de narcotráfico hacia Chile…” 97
En función de alcanzar la neutralización de estas amenazas, Paz Ciudadana se
planteó planes de acción que dijeran relación tanto con la prevención de ellas así con su
represión; a saber: “se establecieron las prioridades de acción en los campos de la
modernización del sistema judicial penal, de las policías, del sistema penitenciario-
carcelario, del sistema de estadísticas delictivas, de diseño de canales de cooperación
interactiva entre las autoridades y la población, de difusión de técnicas de prevención,
y en general de transferencia de conocimientos y tecnología antidelictiva de avanzada,
recolectada de experiencias internacionales exitosas, así como la promoción del inicio
de investigación académica propia, en Chile, en temas relacionados con prevención y
contención de la delincuencia y rehabilitación del delincuente”. 98
Las repercusiones sociales tras la creación de Paz Ciudadana, y de la noción de
Seguridad Ciudadana en general, fueron nefastas, puesto que llevaron a la
estigmatización de parte de la población (los “delincuentes” y los “extremistas o
terroristas”) e infundieron el temor en el resto de ella (los “ciudadanos”). En relación a
la delincuencia, cabe rememorar la conocida campaña de “Don Graf”, difundida a través
de los medios de comunicación, y que invitaba a temerle a la omnipresente delincuencia
y a encerrarse en las casas, cerrando así las puertas a la sociabilización en vecindarios,
barrios y poblaciones.

96
Zapata, Verónica; op. cit., pp. 24-25
97
Historia de Paz Ciudadana: www.pazciudadana.cl Citado en Zapata, Verónica. Op. cit., p. 25.
98
Ibid.

- 43 -
Respecto de la acción rebelde y de las organizaciones sociales que se planteaban
en contra del gobierno pseudo democrático y del modelo económico heredado de la
dictadura, las consecuencias también se dejaron sentir, ya que este paradigma de la
Seguridad Ciudadana puso a la población en contra de sus reivindicaciones y acciones
por considerarlas fuera de lugar en el alegre panorama de consumo democrático y por
atentar contra la normalidad, el orden y la paz social tan anheladas tras la experiencia
dictatorial.
Adaptándose a las condiciones de este periodo de “transición”, las nociones de
seguridad y orden social adquirieron nuevos tenores, siendo los poderes políticos y
económicos sus principales impulsores. Así, el aparataje represivo desplegado por el
nuevo orden democrático jugó todas sus cartas, legales, sociales y políticas, en función
de ganarle la mano a la rebeldía, acallándola, criminalizándola, penalizándola y
recluyéndola.

2. Aspectos simbólico-discursivos de la represión dictadura-democracia

2.1 La necesidad de resignificar la represión.

La transición chilena a la democracia se impuso pactadamente como un


esquema sucesorio de la dictadura, no siendo original ni excepcional a otros casos:
“Comparte las condiciones globales de las transiciones llamadas sistémicas,
institucionales o ‘desde arriba’, cuyo desarrollo está determinado por las reglas y
procedimientos establecidos por los gobiernos autoritarios precedentes” 99. Pero la
“originalidad” de la transición chilena radica en el éxito del gobierno precedente de
proteger su legado y su proyecto y, pactando con los nuevos gobernantes, de legitimarlo
y reproducirlo intrínsecamente a la sociedad. Si bien los partidos democráticos se
debieron regir (en su momento) por el “mal menor”, negociaron y continuaron con una

99
Moulian, Tomás, “Limitaciones a la transición a la democracia en Chile”, en Proposiciones 25, 1994,
p.26.

- 44 -
“democracia protegida”, prolongando la institucionalidad autoritaria de la dictadura y
obteniendo la requerida “paz” a costa de la mutilación democrática. Más allá de la
derrota vivida por los movimientos sociales y partidarios democráticos durante la
primera mitad de los 80, los grandes triunfadores fueron Pinochet y la Constitución del
‘80 que supieron superponerse y consagrarse hasta el día de hoy, aun perdiendo el
plebiscito.

Tras sobreponerse a las crisis de los años ‘83-‘84, Pinochet se volcó a ampliar
y profundizar aún más los resguardos previstos constitucionalmente mezclando poder,
represión, proyecto y legitimación. De esta manera, el nuevo esquema se veía reducido
a la reproducción socioeconómica preexistente, limitando a la sociedad en su capacidad
democrática y transformadora. Se había creado una transición protegida, dentro de un
marco legal establecido; así pues, “el sistema democrático no produce dinámicas de
cambio, sino sólo tendencias a la reproducción de lo existente, mediante cambios
adaptativos” 100. Sobre eso, encontramos también la presencia y el poder de los militares
en la toma de decisiones durante la transición, sobre todo en materia de Derechos
Humanos y Constitución, manipulando el miedo, fortaleciendo la imagen de Pinochet y
fomentando el temor a la “involución”. “Una triple combinación: una Constitución que
consagra una democracia representativa imperfecta, apoyada en los poderes fácticos
de las Fuerzas Armadas y sobre una derecha que defiende esos privilegios
‘proteccionistas’” 101.

En el mismo sentido, la Concertación y especialmente el Partido Socialista,


jugaron un rol fundamental en la legitimación de esta transición como el único camino,
descartando su oposición al modelo y a los roles establecidos por la dictadura:
“derechizándose”. “Si bien este pacto dejó insatisfechas a las dos partes, dio una suerte
de legitimidad al proceso transicional. Con esto, la oposición pasaba a ser una ‘fuerza
constitucionalista’, y daba a las Fuerzas Armadas las garantías de que la transición se
daría en los marcos institucionales que ellos crearon” 102. Moulian nos dice al respecto:
“por eso es adecuado hablar de ‘transformismo’, de ajustes cosméticos y
mimetizadores, cuyo objetivo es procurar la adaptación del capitalismo chileno,

100
Ibíd., p.28
101
Ibíd., p.30
102
Brunner, José Joaquín, “Chile: claves de una transición pactada”, en Celis Ramírez, Susana,
“Rebeldía y Utopía, Castigo y Represión. Políticas represivas en el primer gobierno de la
Concertación”, reportaje para optar al título de Periodista, USACH, 2010, p.38.

- 45 -
‘revolucionado’ por Pinochet, a las condiciones de una democracia competitiva” 103. Se
debilita también de esta manera las bases culturales de la integración, barridas por las
del éxito individual y el consumo. Hay un volcamiento hacia lo privado, un
desligamiento de lo público y una obsesión adquisitiva, condenando la asociatividad. Se
crea de esta forma una visión fatalista y depresiva, una derrota en los ‘70 y un miedo a
los ‘80, los vencidos del ‘73 y del ‘86; un mercado implacable y un Pinochet que
siempre gana, reafirmado ahora por una nueva élite política que pide olvido y tolerancia
hacia el pasado, y tolerancia cero “hacia abajo” en el presente.

En este sentido, a pesar del cambio de mando, la represión a los grupos o


individuos que atenten contra el “nuevo orden” sigue sosteniéndose, aún más ahora en
este frágil sistema político. Para ello, fue fundamental la construcción de una
legitimidad y resignificación en materia represiva, al mismo tiempo que se establecían
cambios, reinvenciones y continuidades respecto a la misma. Cabe destacar que en este
caso, no fueron las instituciones las que se reemplazaron o adecuaron a un nuevo
régimen político, sino que fue este último el que se adecuó a muchas de las instituciones
y limitantes de la dictadura. Como decíamos anteriormente, el temor al pasado y la
fragilidad del nuevo sistema hicieron volver la vista de toda la nueva y antigua clase
política hacia el problema de los elementos contrarios al nuevo régimen, descubierto en
su continuismo dictatorial: “por esto, la democracia restringida debe constituirse en
dos vertientes: por un lado la política militar encargada de la represión y caracterizada
por el ejército y, por otro lado, una élite proveniente de una clase política actuando
como resguardo de la consciencia y legitimando cultural e identitariamente el proyecto
llevado a cabo por las FF.AA.” 104

Para este nuevo problema se toman medidas materiales, legales e inmateriales


o imaginarias (colectivas), pues: “la imagen de una sociedad armónica es insostenible
ante la presencia cotidiana del conflicto. La monopolización se extiende a lo político,
dando lugar a los pactos y al consenso, desarrollando una nueva concepción de la
<<razón de Estado>>, clausurando el debate sobre unos términos cada vez más

103
Ibíd., p.31. Para mayor profundización, véase Moulian, Tomás, “Chile actual. Anatomía de un mito”,
LOM ediciones, tercera edición, 2002, pp.330-333.
104
Valenzuela Setter, Sebastián, “Pacificación de los movimientos subversivos en Chile. Análisis de las
política represivas entre 1987 y 1994”, tesis para optar al grado de licenciado en Historia, Universidad de
Chile, 2006, p.17.

- 46 -
estrechos que marginaliza y criminaliza todo lo restante” 105. Así pues, debe reprimirse
todo aquello que resulte fastidioso políticamente, y, para ello, es requerido un consenso
social amplio que lo permita y avale, sin cuestionar la ampliación del radio de acción
del poder político y su brazo represivo, como condición garante del nuevo orden
democrático.

“Es que es como un continuismo igual po, se afilaron caleta de tácticas, se


siguió actuando sobre el mismo sistema jurídico que dejó la dictadura culiá, sobre sus
mismas leyes anti terroristas, la seguridad interior del Estado ¿cachai?; se creó la
Oficina con ese Belisario Velasco cerdo culiao que tiene cualquier sangre, y la
consideración en sí, la única diferencia es que ya no están los milicos en la calle, pero
el Estado nunca ha dejado de matar a nadie ni encarcelar, por algo después se creó
una cárcel especial pa’ los locos que estaban por problemas políticos, entonces puta es
un continuismo histórico nomás po, quizás más solapado, porque al final el Estado es el
problema po, uno era un gobierno culiao liberal, bueno todos son liberales, pero uno
era con milicos, era dictadura militar y el otro era dictadura del capital nomás po
¿cachai?” 106

2.2 Continuidad y resignificación de la represión en la transición


chilena.

Así pues, más allá de las (re) formulaciones legales y materiales realizadas por
la Concertación (principalmente las leyes Cumplido, la creación de la “Oficina” y la
construcción de la CAS), también se trabajó fervientemente en lo que fue la
resignificación tanto de la represión misma como de la rebeldía y la subversión. Fue una
ardua tarea de “resignificación simbólica” de los grupos e individuos rebeldes y sus
acciones. Los rebeldes dejan de ser considerados sujetos políticos y son convertidos,
desde el poder, en delincuentes comunes que atentan contra el orden y la tranquilidad de
la población en el nuevo escenario “de la alegría”; ya no son militantes “extremistas” o
sujetos subversivos, sino que ahora son delincuentes y/o “terroristas”. “Si bien siempre

105
Olarieta Alberdi, Juan Manuel, “Transición y Represión Política”, en Revista de Estudios políticos
(Nueva Época) n°70, octubre-diciembre 1990, España, p.255.
106
Entrevista a Fermín, op. cit.

- 47 -
se persiguió a los integrantes de movimientos rebeldes en Chile […] nunca se había
hecho desde la esfera del delito común, al contrario se le perseguía desde la vertiente
política; la cual solo había permitido articular un movimiento subversivo cada vez más
fuerte y organizado” 107. Se busca de esta manera el rechazo social transversal hacia
dichos elementos a la vez que se les castiga como delincuentes comunes.

“Es como que ni siquiera se daba el derecho o se da el derecho de que


nuestras acciones fueran políticas, se les despojaba de ese sentido porque para estos
mismos señores que eran miembros del gobierno y que habían sido muchos militantes
socialistas y todo… estos mismos en su cabeza consideraban que su accionar cuando
joven era lo político, pero esto ya no es político, […] y lo cambian hasta desde el
lenguaje po…” 108.

“Antes el subversivo se combatía como subversivo, ahora el subversivo es


delincuente y hay que combatirlo como delincuente. Casi te tratan de poner a la altura
de un lanza que andai cagando a la gente y en realidad no se daña a la gente po, lo
único que se daña ojalá son los símbolos del poder: un paco, un milico, un banco…” 109.

Se debía proteger a cualquier costo la nueva Democracia y para ello era


menester la desarticulación de cualquier grupo que luchase fuera de los marcos
negociadores de la transición. El enemigo era el mismo de antaño, se encontraba en el
mismo lugar y peleaba por lo mismo. Frente al problema, Aylwin y la Concertación
llevaron a cabo lo que Pedro Rosas reconoce como “Política de Pacificación y
Aniquilamiento Subversivo” 110. Comienza así la batalla por la erradicación total de los
gérmenes subversivos que atentasen contra el orden (pre) establecido mediante el
encarcelamiento, la desarticulación y posteriormente el aniquilamiento físico y
psicológico (CAS), si es que no la propia muerte. Con el traspaso de la banda
presidencial a Aylwin desaparecerían las condiciones que justificaban la lucha armada
de antaño, o simplemente cualquier lucha fuera de los marcos pactados. De esta forma,
se buscaba posicionar la lucha subversiva como enemiga de la Democracia,
“describiendo sus delitos ya no como ‘delincuente político’ sino como ‘delincuente
común’, se le desacreditaba el sentido de su lucha político-social como cualquier otro

107
Valenzuela Setter, Sebastián; op.cit.
108
Entrevista a Luis, 08/01/2014
109
Entrevista a Antonio, op. cit.
110
Rosas, Pedro; op. cit.

- 48 -
hampón, el cual solo busca la satisfacción y el lucro personal antes de buscar una
respuesta revolucionaria a los problemas sociales, políticos y económicos” 111.

“Hubo un aniquilamiento y encarcelamiento de los compañeros que tenían una


postura más radical, sistemática así como política de Estado ¿cachai?, que es lo que
pasó con los locos del Frente, con los Lautaro…La creación de la Oficina es una
ejemplo de la hueá…ya es como ponerse corbata, los locos se sacaron el casco y se
pusieron corbata así, como básicamente esa hueá. Es como la hueá que hizo el Pinocho
para las campañas del Sí, cuando el hueón se sacó el uniforme y se vistió de un terno
azul creo que era la hueá… es un perfeccionamiento no más, así los locos la hicieron,
en la Oficina…era tan cuática la Oficina, tan nefasta es la hueá, que se dio hasta
espacio para la delación…” 112.

Para su legitimación, el discurso oficial y los medios de comunicación jugaron


un rol fundamental en la resignificación y el cambio nominal a delincuentes comunes,
mientras, al mismo tiempo, se instauraba la política de Seguridad Ciudadana. Los
antiguos rebeldes, activos contra la Dictadura, eran ahora enemigos del país y su
estabilidad democrática: son delincuentes y no reivindican nada políticamente. Por ello
es necesario “reducir e incluso eliminar a los grupos y las personas que puedan
oponerse de forma marginal e informal a través de la violencia, al Estado de
Derecho” 113. Así pues, todo el rigor de la ley es aceptado, pues el Estado es garante de
la estabilidad y el orden y actúa en pos de la seguridad de las personas.

“Los subversivos eran como el premio mayor pa’ la policía po, llevarse en
cana a un Lautaro o alguien del Frente era como el premio gordo pa’ los locos y en la
tele era como “que nadie se atreva a hacer lo que hacen ellos o se van presos o se
mueren” po ¿cachai? […] La prensa nunca salió cuestionando el accionar policial po,
solo cuestionaban el accionar de los cabros po, ‘los malos’”. 114

En el mismo instante, se aplicaba la amnistía a los antiguos violadores de los


Derechos Humanos, y los casos de violación de ellos durante la transición eran
interpretados solo como “costos en el establecimiento del orden” o “excesos policiales”.

111
Valenzuela Setter, Sebastián; op.cit.
112
Entrevista a Fernando; op. cit.
113
Valenzuela Setter, Sebastián; op. cit., p.11.
114
Entrevista a Antonio; op. cit.

- 49 -
Apuntemos que el Estado reconoce presos y ejecutados políticos solo hasta marzo de
1990, en adelante, ya no existen dichas categorías.

Es posible decir que la presión no era ejercida sólo por los subversivos, sino
también por la misma derecha (la oficial) y los militares, a los que debía darse signos
claros de gobernabilidad y estabilidad, a la vez que se otorgaba garantías como la
amnistía y la anulación de casos judiciales frente a eventos como el “boinazo”.
“Entonces una de las principales tareas que tenía la Concertación en su primer
gobierno, era asegurar la gobernabilidad del país desmintiendo los pronósticos de
caos, desgobierno y conflicto de los partidarios del régimen saliente que habrían puesto
en peligro la legitimidad ‘por desempeño’ de la todavía frágil democracia
reconstituida, dando pretexto para posibles intentos de regresión política” 115. A la
presión de la derecha se sumaba el descontento de los sectores populares que aspiraban
a nuevas expectativas con la llegada de la democracia y que podían ser fácilmente
“gatilladas” por los sectores rebeldes, pues las condiciones sociales, políticas y
económicas no avanzaron hacia una mejora, sino todo lo contrario, excluyeron aún más.
Debía frenarse en seco la inestabilidad sociopolítica “de abajo” y, para ello, era
menester que los sectores populares condenasen la acción subversiva vista como mera
acción delictual.

“Se deslegitimaba cualquier tipo de lucha política fuera de la que se pactaba


en los márgenes de la democracia po, da rabia. […] Los que mandan, los grupos
económicos, logran introducirse en la gente e imponerles su rollo y transformar gente
que uno quiere o con la que uno espera que estemos del mismo lado, ponerlos del otro
lado. Da un sentimiento de rabia de que se justificara la repre y la gente lo
internalizara… “la violencia está fuera de lugar”, y criticar, apuntar, juzgar, decir que
no sabían lo que estaban haciendo como una actitud así infantilizante; ‘estos veinte
pelagatos que quedan no han cachado que el camino es otro, que ya pasó esto, que
llegó la alegría’, en fin.

Entonces quienes en algún momento estaban al lado codo a codo peleando,


tirándole piedras a los pacos, haciendo actividades de propaganda, haciendo
actividades en la población, en el barrio, ellos mismos luego juzgaban y repetían el

115
Boeninger, Edgardo, “Democracia en Chile, lecciones para la gobernabilidad”, editorial Andrés
Bello, Santiago, 1998, p.381.

- 50 -
mismo discurso de la tele y los diarios, en el sentido de decir que ya todo esto estaba
fuera de lugar, que ahora todo lo podíamos arreglar dentro del dialogo, de la
conversación, pero que la violencia estaba fuera de lugar, eso da rabia”. 116

La transición intentaba y lograba de esta manera internalizar en la población la


supuesta anacronía de cualquier intento de rebeldía tras la vuelta a la democracia. Al
mismo tiempo, establecía la acción política sólo dentro de los márgenes pactados por las
clases políticas (militares y civiles) en la llamada transición a la democracia.

“…como llegó la democracia había llegado la alegría, entonces, no podí


seguir peleando por una hueá que ya no existe po, si llegó la alegría. ¿Por qué seguir
peleando ahora si ya se fue lo malo? Y se fue Pinochet, que era el estandarte de lo
malo, de la dictadura, de todos los crímenes que se habían cometido, ya no estaba
Pinocho, por qué seguíai actuando. […] Se decía ‘oiga aquí ya paró, aquí ya no se
mata gente, ya no hay toque de queda, aquí ya no están los mismo mecanismos que
habían antes. Ahora nosotros estamos en democracia, ahora uno puede votar, ahora
uno puede hacer esto, hay que terminar con el miedo de lo que había antes, pero ahora
hay que hacerlo todo democráticamente, hay que hacerlo bajo la vías de la
democracia’, eso era algo en lo que nosotros nunca creímos, porque eso nunca fue
democracia, porque eso era algo que seguía manteniendo y perpetuando lo de antes,
sólo que ya no estaba Pinochet”. 117

Se aplicaba la más dura de las manos hacia cualquier elemento de subversión,


deslegitimando tanto la subversión misma a su vez que también los sujetos que osaban
llevar a cabo acciones rebeldes en pos de un proyecto político revolucionario. Los
medios de comunicación aumentaban su poder y espectro de (des)información, y
claramente respondían al discurso emanado desde el poder.

“Está todo el discurso del sin sentido de seguir siendo rebelde po, porque se
supone que la llegada de la democracia así como la vendieron los locos es que llegó la
alegría po, aquí ya no hay que hacer nada más. […] ‘La hiciste, la lograste y ahora
podemos todos vivir en paz, somos todos hermanos, no pasó ni una hueá’ cachai. Pero
en realidad la hueá no era así po, y aquel que se daba cuenta de eso, que asumía una
posición, era, puta, una lacra social de alguna manera así para la gran masa, para la
116
Entrevista a Luis; op. cit.
117
Entrevista a Ismael; op. cit.

- 51 -
mayoría de la población que también se deja influenciar en ese tiempo enormemente
por la prensa po. Que la prensa a su vez hizo su trabajo también po, la prensa se alineó
así con la llegada de la dicha democracia y ya se dejó de lado así todo… toda
expresión, todo pensamiento, todo movimiento que no estuviera acorde con los
principios democráticos establecidos por la transición, era una amenaza, una estupidez
así o… o eran hueones locos”. 118

2.3 La deslegitimización de la rebeldía: Democracia a cualquier costo

Nada podía empañar el retorno pacífico a la Democracia y por ello existía una
clara línea de acción frente a la subversión: la desarticulación, pacificación y
aniquilamiento. A los nuevos “delincuentes-terroristas” se les aplicaba persecución
especial, les eran aplicadas leyes antiguas y nuevas referentes a terrorismo y crimen
político, se les ajusticiaba muchas veces en el lugar de los hechos (no como un criminal
cualquiera), se les infiltraba mediante la oficina y se les construyó una Cárcel de Alta
Seguridad; ¿cómo negar entonces su condición de perseguidos, presos y ejecutados
políticos?

Para ello se contaba con fuerzas policiales y de investigación profesionales


(asesorados por la Oficina), calificadas y tecnologizadas que, pudiendo evitar muchos
costos humanos, muchas veces optaron por ellos 119. En dichos casos, se justificaba el
accionar de Carabineros e Investigaciones diciendo desde el propio gobierno que se
actuaba dentro del marco de la legalidad, y que respondían a costos de un bien superior:
la pacificación. Eduardo Frei Ruiz-Tagle decía al respecto de la Matanza de Apoquindo:
“mientras algunos críticos de la oposición decían que había impunidad para los
terroristas, después de lo sucedido ayer, nadie podrá hablar de impunidad para los
terroristas” 120. No se les mandaba a matar, pero si ocurría, no serían castigados los

118
Entrevista a Fernando, op. cit.
119
Son altamente ejemplificadores los casos de la Matanza de Apoquindo o el asesinato de Marco Ariel
Antonioletti.
120
Eduardo Frei Ruiz-Tagle, sobre el caso de Apoquindo en “Sangre en las Condes”, diario La Nación,
Santiago, 31 de octubre de 1993.

- 52 -
culpables; es decir, la impunidad aplicada a los militares y policías de la Dictadura, era
ahora extrapolada a las fuerzas de orden de la Democracia.

“…los locos como que la profesionalizan la hueá, […] han logrado hacer que
la represión se vea como una hueá que no está po, como que la invisibilizan de cierta
manera. Entonces, puta, la represión sigue siendo igual de cruda pero es como
menos…menos patente, es más latente, está así…está constantemente en tu vida pero la
gente por lo general no se da cuenta.” 121

El gobierno dejaba fuera de carrera cualquier actor político extra institucional,


con mayor razón si era insurgente: “llamados ahora delincuentes terroristas, las
acciones políticas que realizan son delitos comunes, tratados como tal, y sembrando
entre la población el imaginario e ideal de la ‘seguridad ciudadana’, como un concepto
que se debe alcanzar, justificando el actuar de las fuerzas policiales” 122. Como hemos
dicho, para ello se instauró un discurso claro y eficaz desde el gobierno y apoyado en
los grandes medios de comunicación de masas. Se instauraba “un léxico nuevo para los
que habían vivido durante la dictadura, […] es el cambio semántico que traslada el
sujeto de la exclusión en sujeto de criminalización, lo cual lleva el acercamiento a
conceptos tales como: delincuencia, terrorismo y seguridad ciudadana” 123. Se
garantizaba entonces y ante todo la seguridad, generando un alto control en la población
y devolviéndole a la gente la confianza en las fuerzas policiales que operaban como
resguardo del orden y la estabilidad:

“Y eso es lo que le sirve a ellos, por ejemplo, hasta el día de hoy para legitimar
los gastos de defensa, los gastos de plata en carabineros, en los ratis, eso es lo que
legitima su actuar po, como todavía hay focos subversivos y como en ese tiempo
todavía habían muchos focos subversivos, era justificado que ellos utilizaran más
recursos para reprimirlos, ‘como no los vamos a reprimir si siguen habiendo y no hay
razón para que ellos sigan teniendo armas’. […] Un grupo de taimados o cabeza de
pistolas no podían seguir pensando en esa forma de actuar, no se justificaba bajo
ningún punto de vista. Había que darles y donde duele”. 124

121
Entrevista a Fernando, op. cit.
122
Celis Ramírez, Susana, “Rebeldía y Utopía, Castigo y Represión. Políticas represivas en el primer
gobierno de la Concertación”, reportaje para optar al título de Periodista, USACH, 2010, p.104.
123
Valenzuela Setter, Sebastián; op.cit.
124
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 53 -
Así pues ya no existían los rebeldes subversivos, sino solo delincuentes,
terroristas que siembran el terror contra la ciudadanía en su conjunto, contra su
estabilidad, contra la paz y la gobernabilidad: la exclusión política en una primera
etapa dará lugar a la exclusión judicial.

La Democracia estaba en instalación, la Dictadura “había caído” y ya no


existían las razones para ningún tipo de lucha más allá de la permitida. Se establece de
esta forma y en tan poco tiempo las nuevas políticas represivas y el nuevo tratamiento
dado a los rebeldes o a cualquier resto de movimiento popular que operase por vías de
insurgencia: “Con estos elementos, se construye una política de pacificación, con claros
objetivos, y bastante eficaz. Selectiva, de información e inteligencia, de resignificación
simbólica hacia la población, de búsqueda de la sensación de estabilidad y seguridad,
etc.” 125. Los sujetos subversivos son “re significados” simbólicamente, y sus actos son
condenados como actos de violencia y criminales frente a la opinión pública, mientras
son perseguidos, encarcelados y muertos por razones políticas. A pesar de que son
vistos desde el Estado como un problema político e ideológico (por ello se buscaba
desmantelar y aislar) y son vigilados e infiltrados por la Oficina, no se les considera
bajo la categoría de presos políticos desde el 11 de marzo de 1990. “Se trató en todo
momento de la transición de persuadir a la ciudadanía que políticamente estos sujetos
rebeldes eran delincuentes comunes. Algo bastante contradictorio ya que penalmente
eran tratados como enemigos de Estado y juzgados con el máximo rigor de la ley” 126.

Se conseguía entonces el repudio generalizado de la población a la actividad


rebelde, alineándola ahora contra la delincuencia y el terrorismo, criminalizando la
pobreza y la juventud 127: “Esto pasa por desconstruir la visión del mundo popular en
las acciones políticas de estos grupos, llevándolos al mundo delictual con las
consecuentes penas por proteger a estos individuos. No resulta extraño que se acuñe
una nueva terminología para estos sujetos como delincuentes subversivos, violentistas o
delincuentes extremistas” 128. Se instauró “el valor social” de la represión y se midió con
la vara de la seguridad la calidad de vida, mientras se exacerbaba la delincuencia en el
imaginario colectivo: “La creación de la Oficina, la construcción de imagen y consenso
125
Celis Ramírez, Susana; op.cit., p.106.
126
Valenzuela Setter, Sebastián; op.cit.
127
Como era posible apreciar en las ya mencionadas campañas televisivas de Seguridad Ciudadana y las
advertencias de su personaje Don Graff, llamando a encerrarse en los hogares por el peligro de las
poblaciones y sus habitantes.
128
Valenzuela Setter, Sebastián; op.cit.

- 54 -
en torno al repudio sin contemplaciones de la acción rebelde, en general, la nueva
concepción de seguridad, la necesidad global de control social bajo el rótulo de la
pacificación no respondían a una pura cosmética democrática en relación al pasado.
Por el contrario, la nueva fase de gestión del modelo requería de la erradicación en
breve plazo de la sostenida actividad rebelde” 129. Podemos decir, entonces, que la
represión política no sólo continuó desde la dictadura sino que, aún más, se perfeccionó,
“resignificó” y legitimó profundamente. El Estado se posicionaba como el legítimo
protector de la Democracia, y no como el autoritario déspota de la Dictadura.

Los medios de comunicación masivos por su parte, continuaban lavando el


rostro e impulsando la transición de los nuevos políticos en cuanto a la defensa y
consolidación de la democracia a cualquier costo.

“Puta, los medios de comunicación siempre son del poder po, van a estar a
favor del poder y van a tratar de que la gente esté también a favor del poder. La tele te
lava el cerebro, en el fondo tratan de que la población diga ‘ah ya pero pa’ qué siguen
peleando si estamos en democracia’, si los hueones salen todo el día diciendo en la tele
que estamos en Democracia, que somos un pueblo libre, que tenemos derecho de
expresión. […] Si muestran la represión es como pa’ decirle a la población, a la
ciudadanía que nadie se atreva a ser rebelde, que nadie se atreva a atacar a los
símbolos del Estado, y menos aún que nadie se atreva a atacar a los símbolos del
mercado”. 130

Como apoyo, reproducimos ahora algunos titulares de los primeros años de


transición democrática:

- “Violentistas sólo persiguen la destrucción de la sociedad”. 131

- “Carabineros preparados para enfrentar a los subversivos”. 132

- “Recrudece ola de terrorismo”. 133

- “Carabineros detuvo a trío de asaltantes subversivos”. 134

129
Rosas, Pedro; op. cit, p.95.
130
Entrevista a Antonio, op. cit.
131
La Tercera, 1 de junio de 1990.
132
La Nación, 2 de junio de 1990.
133
La Tercera, 5 de junio de 1990.

- 55 -
- “Exhiben armas descubiertas a subversivos”. 135

- “Presunto comando extremista se lleva 135 millones”. 136

Sumamos a ello algunas declaraciones de los distintos sectores del poder


durante la época: Gobierno, Oposición, Carabineros y Episcopado respectivamente.

- “El violentismo no es una materia que preocupe solo al gobierno, sino que a
toda la comunidad chilena, y por eso mismo, todos los chilenos deben reaccionar y
responder ante este violentismo”. 137

- “El año transcurrido desde marzo de 1990, nos demuestra, en forma tan
elocuente como dramática, que la amenaza terrorista sigue vigente. La creencia de que
el advenimiento de la plenitud democrática haría desistir a los terroristas de sus
desquiciados afanes, se ha visto crudamente contradicha por los hechos”. 138

- “Este alevoso ataque terrorista, que repugna a la conciencia nacional, pone


en evidencia que el terrorismo no solo agrede con ensañamiento a personas e
instituciones, sino que vulnera los derechos más elementales de la comunidad toda, lo
que exige la más férrea unidad y colaboración de los chilenos para repudiarlo y
combatirlo”. 139

- “Al optar por el retorno a la Democracia, el pueblo chileno rechazó la


violencia y claramente eligió el camino del consenso a través del diálogo y la
participación, para construir un país reconciliado y en paz… llamamos a los autores
intelectuales y materiales de estos hecho a reflexionar sobre sus motivaciones y les
recordamos a estos nuevos caínes, que asesinan a personas inocentes, que la vida sólo
le pertenece a Dios”. 140

Bajo estas nuevas dinámicas y lógicas se “resignificaba” la Represión de la


rebeldía (y esta misma) como algo lógico y transversal a la sociedad, y principalmente
para las capas más bajas. Se legitimaba de esta manera la continuidad y

134
La Tercera, 1 de noviembre de 1990.
135
La Nación, 3 de octubre de 1992.
136
La Nación, 24 de noviembre de 1993.
137
Enrique Krauss, Ministro del Interior, La Tercera, 2 de junio de 1990.
138
Jaime Guzmán, Senador UDI, La Tercera, 23 de marzo de 1991.
139
Rodolfo Stange, Director de Carabineros, La Tercera, 15 de noviembre de 1990.
140
Comunicado del Episcopado, La Tercera, 15 de noviembre de 1990.

- 56 -
perfeccionamiento del aparato represivo estatal inhumano que aislaba, reprimía,
perseguía y en último caso aniquilaba total (asesinaba) o parcialmente (recluía en la
CAS). El esfuerzo ciudadano y estatal debía volcarse en conjunto hacia la lucha contra
aquel terrorismo delictual, ilegitimo y descontextualizado bajo (en) las normas de la
Democracia. De esta manera, poco a poco fueron detectándose, seleccionándose,
infiltrándose y desarticulándose los focos subversivos (que identificaban la continuidad
del sistema dictatorial y la impunidad de los opresores de ayer y hoy) que operaban aún
bajo el “nuevo régimen democrático”, y que eran tratados oficial y mediáticamente
como delincuentes comunes. “Debemos reconocer una enorme contradicción la de
considerar al sujeto subversivo como un delincuente para efectos mediáticos a la vez
que ser considerado como un terrorista de Estado para efectos judiciales” 141.

A pesar de tratarse oficialmente de “delincuentes comunes”, los rebeldes


detenidos son mantenidos bajo regímenes especiales y posteriormente recluidos en un
centro carcelario propio de los presos políticos (aunque ellos “no existiesen”): desde
1991 comienzan a aplicarse las Leyes Cumplido y desde 1994 a aniquilarse psicológica
y socialmente dentro de la Cárcel de Alta Seguridad. Otros simplemente son liquidados
por las fuerzas policiales que, siendo profesionales y calificadas, cometían asesinatos
sin ser sometidos a justicia alguna (lo que indica una clara política de Estado frente al
problema de la subversión). El asesinato del primer ejecutado político (Osman
Yeomans) en democracia marcó el inicio de una nueva conciencia de impunidad para
las fuerzas y aparatos de represión del nuevo régimen, igualada a la impunidad de la
dictadura (agentes que tampoco fueron condenados llegada la democracia).

“…implementan miedo, te dicen que tení que tener miedo. Si querí vivir
tranquilo ten miedo, tenle miedo al Estado, si no, tenemos esto y esto…” 142

El enfrentamiento es entonces reconocido por ambas fuerzas: la subversiva y la


estatal, como una contraposición constante en que cada una busca aplacar a la otra. Para
ello, el Estado se legitima a sí mismo a la vez que deslegitima la rebeldía y ataca
mediante la represión (material y social) y el discurso, mientras la subversión lo hace
mediante acciones de propaganda y ofensiva (y/o resistencia) que profundizaremos más
adelante. Podemos citar a Rosas cuando dice:

141
Valenzuela Setter, Sebastián; op.cit.
142
Entrevista a Antonio, op. cit.

- 57 -
“El horizonte va desde la formulación de discurso hasta la eliminación política
recíproca en la cual la idea del aniquilamiento político policíaco-militar a través de la
‘pacificación’, ‘lucha antiterrorista’ y ‘seguridad ciudadana’ provoca un constante
deterioro y desgaste de carácter inevitable en la fuerza propia de los rebeldes y de otra
parte de tensión y concentración represiva por parte del Estado, particularmente
‘limitado’ aunque no anulado por las nuevas condiciones de reconversión represiva
que imponía la transición democrática. Por ello era útil y necesario llamarlos
‘terroristas’; quedaban aislados” 143.

143
Pedro Rosas, op.cit., editorial Septiembre Negro, 2010, p.189

- 58 -
IV Capítulo segundo: Los hijos de la Dictadura. El largo camino de la
resistencia.

De nuestros miedos
nacen nuestros corajes
y en nuestras dudas
viven nuestras certezas.

Los sueños anuncian


otra realidad posible
y los delirios otra razón.

En los extravíos
nos esperan hallazgos,
porque es preciso perderse
para volver a encontrarse.

(Eduardo Galeano; De nuestros miedos.


En El libro de los abrazos).

1. Las raíces de la identidad rebelde

A través de este capítulo, indagaremos en la memoria histórica de los jóvenes


pobladores de los ’80, intentando escarbar en las nociones elementales relativas a su
identidad rebelde, la misma que los llevó a plantearse socialmente desde la vereda de la
resistencia y la subversión, primero respecto de la dictadura militar y sus prácticas
inhumanas y, luego, del continuismo represivo disfrazado de democracia.

Si bien no es posible establecer una generalidad de causas o lineamientos


determinados que conduzcan al sendero de la resistencia ni al ejercicio de la rebeldía en
lo cotidiano, nos abocaremos al análisis de aquellos elementos constitutivos de
identidad en los sujetos, relevando aquellos ligados al sentimiento primario de
oposición y resistencia; esto, desde una perspectiva histórica que posibilite una
comprensión adecuada de las bases primeras de estos sentimientos que, en el tiempo, se
traducirán en acción.

- 59 -
En función de esto, identificamos tres principales pilares sobre los cuales los
jóvenes pobladores de los ’80 construyeron sus identidades personales las que, en cierto
sentido, confluyeron en una identidad colectiva. Familia, iglesia y población
constituyeron elementos fundamentales para nutrirlas, mezclándose en la construcción
social de los sujetos y derivando en estas identidades.

Por supuesto, la vida misma de cada sujeto conforma la base primera de su


rebeldía, por cuanto se compone en función de acontecimientos, vivencias, compañías,
complicidades, cariños, experiencias, procesos de aprendizaje, sentimientos e hitos,
cada uno de los cuales deja una huella honda y marcada en cada uno. Es, entonces, a
partir de la conjugación de todos estos elementos que los sujetos van construyendo su
propia visión del mundo y de la realidad de la que forman parte, pudiendo posicionarse
ante ella.

Como escenario en el que transcurre este proceso de vivir y construirse como


sujeto, se encuentra el contexto social en el cual los individuos se relacionan con otros y
sus propias historias. La individualidad y lo colectivo se entremezclan dando paso a la
conformación de complejos entramados de construcción social que tienen cabida en la
formación de la memoria de los sujetos; puesto que “quienes tienen memoria y
recuerdan son seres humanos, individuos, siempre ubicados en contextos grupales y
sociales específicos. Es imposible recordar o recrear el pasado sin apelar a estos
contextos” 144. Entonces, el nexo entre las memorias personales y el contexto social que
comprende a los individuos la que las dota de sentido social e historicidad, haciéndolas
parte de un relato y un acontecer que se desarrolla conjuntamente, en plural.

De esta forma, en función de factores tales como el tiempo, el espacio y los


sucesos, las memorias “sueltas” pasan a ser parte de “memorias emblemáticas” 145
mayores construidas por un determinado grupo social, pues estos factores son comunes
y forman parte de la vida de otros diversos sujetos. Esto, a su vez, da paso a la
conformación de una identidad común en torno a estos factores compartidos, aun
cuando estos sean sólo similares.

144
Jelin, Elizabeth, “Los trabajos de la memoria”. Siglo XX editores, 1998, p. 20.
145
Stern, Steve J., “De la memoria suelta a la memoria emblemática: hacia el recordar y el olvidar como
proceso histórico (Chile, 1973-1998)”, en Garcés, Mario (compilador), Memoria para un nuevo siglo”,
Lom ediciones, 2000.

- 60 -
Identidades en cuya construcción cada sujeto toma parte, haciéndose cargo de
sí mismo, su historicidad y de la consistencia entre lo individual y su correlación con lo
colectivo, de manera que “para fijar cierto parámetros de identidad, el sujeto
selecciona ciertos hitos, ciertas memorias, que lo ponen en relación con otros. Estos
parámetros, que implican al mismo tiempo resaltar algunos rasgos de identificación
grupal con algunos y de diferenciación con otros para definir los límites de la propia
identidad, se convierten en marcos sociales para encuadrar las memorias”. 146

La constante interacción entre lo personal y lo social propician el


enriquecimiento y la persistencia de la memoria histórica, base sobre la cual los jóvenes
pobladores de los ’80 nos darán luces acerca de su propia construcción identitaria y
acerca de las consideraciones que dan paso a la constitución de elementos comunes en
el pensamiento y la acción en resistencia.

1.1 La familia como raíz identitaria

Como primer nexo entre el individuo y la sociedad, la familia constituye la


primera instancia de socialización, erigiéndose como un pilar fundamental en la
formación de los sujetos, así como en su manera de posicionarse y actuar dentro (o al
margen) de la sociedad en que están insertos. Así, en función de la visión que la
familia tenga del mundo, del orden relativo que le confiera y de la versión que de él
conozca, es que los sujetos van construyendo su propio relato en torno a la comprensión
del mundo en general, y también el lente especifico a través del cual han de observar,
analizar y posicionarse dentro de la sociedad en particular.

Esta injerencia primaria y elemental de la familia en la formación de los


individuos y su conformación como sujetos sociales, tiene también un lugar de
relevancia en la continua construcción de identidad propia de cada sujeto, nutriendo y
formando parte de las raíces de la rebeldía como elemento identitario característico de
los jóvenes que constituyen nuestro sujeto de estudio, y de su posicionamiento social
desde la resistencia al orden sociopolítico imperante.

146
Jelin Elizabeth; op. cit., p. 25

- 61 -
Sin embargo, no existe un tipo de familia en particular que propenda per se a la
identificación con la rebeldía, ni una influencia ni experiencia singular que se ejerza
sobre los sujetos y que decante necesariamente en una visión determinada del mundo;
de manera que, en la diversidad y disimilitud de cada familia y su propia historia, es que
anidan las bases de las distintas identidades personales que darán paso a la convergencia
en una identidad rebelde común.

De esta forma, la familia surge naturalmente en el relato de las historias de vida


de nuestros entrevistados como referente primero de sus memorias personales
relacionadas a los orígenes de su rebeldía y posterior postura y acción de resistencia;
conjugando factores de continuidad y oposición respecto al posicionamiento político
adoptado por sus familias o integrantes de ellas, así como de avenencia, resignación o
desacuerdo frente a la realidad social en que se encontraban inmersos y el orden político
establecido.

Es así como se torna de la mayor relevancia analizar las posturas y visiones que
tuvieron las familias de estos jóvenes respecto de la realidad sociopolítica que vivía el
país durante el periodo en que vivieron su infancia y adolescencia, ambas etapas de gran
apego y cercanía con su núcleo familiar, y que estuvieron marcadas por el sesgo
represivo de la dictadura militar.

En este sentido, es posible observar que la militancia política de izquierda (y,


en consecuencia, la abierta oposición al régimen instaurado por la dictadura de
Pinochet) de uno o más miembros de la familia y las lógicas relacionales asociadas a
ella, tuvieron incidencia en la formación inicial de estos sujetos rebeldes. Tal es el caso
de Ismael, quien señala al respecto:

“Mi familia son cuatro personas: mis papás, mi hermana… y es una familia
así como bien unida. Mis papás por un lado siempre fueron así de orientación
marxista-leninista, militantes, ellos pertenecían al MIR y eran personas bien integras
en su vida diaria. Como que siempre nos enseñaron a mí y a mi hermana, eh… a que
había que pensar un poquito”. 147

“Y ahí está mi papá… porque mi papá siempre estuvo al lado de nosotros


diciéndonos que se podía y que no se podía. Así, el loco nos contaba historias acerca de
147
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 62 -
Miguel, dentro del proceso histórico del MIR ¿cachai?, nos contaba también…
experiencias de él y nos hablaban acerca de cómo funcionaban no sé po, los
sindicatos, los vecinos, la pobla…”. 148

Así, como en todo núcleo familiar se transmiten e inculcan valores y visiones


del mundo, ocurre lo mismo con las formas de comprender y enfrentar el contexto
social del que se es parte; siendo en este caso el pensamiento crítico y la necesidad de
pensar, cuestionar y repensar la realidad, herramientas trabajadas y desarrolladas desde
la infancia.

“Mi papá me enseñó una frase cuando yo era muy chico, que era una frase que
le dijo Miguel Enríquez a Salvador Allende: si el gobierno y el estado tiene su ejército,
el pueblo debe tener su propio ejército, que los defienda a ellos, porque nadie va a
defender al pueblo de los intereses del estado, a no ser que sea un estado
revolucionario. Por lo tanto, nosotros creíamos que teníamos esta labor, nosotros
teníamos que enfrentarnos a ellos, no había, no había otra forma”.

Sumado a lo anterior, otro elemento común indagado dentro de estas familias


con militancia política de izquierda, es el mayor acceso o disponibilidad de literatura
crítica y de izquierda, censurada por la dictadura militar, tal como nos describe Fermín:

“mi papá era un comunista que tenía la casa llena de libros, entonces como
que siempre tuve una formación teórica grande, de corte más marxista y todo, si el loco
era comunista obrero vieja escuela”. 149

O, como sostiene Ismael:

“Principalmente fue mi familia… en la base de todo está mi familia. Era así


leer mucho y cachar algo”. 150

Esta oportunidad de ampliar el conocimiento teórico más allá de lo


estrictamente delimitado por el régimen impuesto durante la dictadura, abría el
horizonte de posibilidades a través de las cuales pensar y analizar la realidad
sociopolítica a la que asistían estos jóvenes, sembrando en ellos las primeras semillas

148
Ibíd.
149
Entrevista a Fermín, op. cit.
150
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 63 -
constitutivas de un pensamiento personal de cuestionamiento y crítica autónomo, no
meramente impuesto o transmitido por su núcleo familiar. Entonces, la teoría fue
contrastando y aportando a la construcción identitaria de estos jóvenes, tal como nos lo
menciona Antonio, cuyo padre detenido desaparecido también militó en el MIR, gracias
a lo cual tuvo acceso a literatura de izquierda:

“ya cuando uno es más grande, doce, trece años, empezai a cachar más, a
tener más mente y empezai a cuestionarte las hueás, las cosas te hacen sentido. Yo
siempre he sido bueno pa’ leer entonces… leía sobre marxismo, me hacía sentido, leía
sobre lo poco que llegaba de anarquismo y me hacía sentido. Ahí uno se va
diferenciando políticamente, se va definiendo”. 151

No obstante, la visión y el juicio que se hace en una familia respecto de la


dictadura militar, no sólo está influenciada por el pensamiento político de sus
integrantes, sino también por los sucesos y acontecimientos vividos como consecuencia
de las medidas y acciones del régimen político y de la oposición a él; esto es, las
experiencias personales y colectivas del núcleo familiar que se encuentran en relación a
la represión, característica intrínseca de una dictadura militar como la de Pinochet. En
este sentido, “es innegable que las diferencias en el enjuiciamiento del pasado están
asociadas a dimensiones emocionales importantes, porque ese pasado hace referencia
a experiencias personales extremas como el riesgo de perder la vida y el poder de dar
muerte. Implica la percepción de amenazas intolerables (…). Implica también la
percepción de sufrimientos casi imposibles de imaginar (…). También está asociada a
juicios políticos y éticos sobre el país, su pasado y su futuro”. 152

De manera que las experiencias familiares transmitidas a los niños y


adolescentes de la década de los ochenta, y también aquellas de las cuales fueron
testigos directos, y que tuvieron consecuencias emocionales en la vida familiar, también
toman parte en la construcción del rechazo, el cuestionamiento y la oposición a la
realidad sociopolítica que se vive. En definitiva, experiencias y vivencias familiares que
se transforman en una huella constitutiva de memoria e identidad de los sujetos:

151
Entrevista a Antonio, op. cit.
152
Lira, Elizabeth, “Reflexiones sobre memoria y olvido desde una perspectiva psico-histórica”, en
Garcés, Mario (compilador), “Memoria para un nuevo siglo”, LOM ediciones, Santiago, 2000, p. 71.

- 64 -
“ya después no supe nada más de mi viejo porque el ‘80 desapareció (…) mi
viejo era militante del MIR… puta, participó en una acción, en verdad nunca supe,
nunca quise preguntar, y en realidad nunca me quisieron contar bien, pero al loco se lo
llevaron preso y no volvimos a saber de él (…) de pendejo mi vieja como que se quiso
desligar. Ahora entendí ya más viejo que era por miedo, pa’ que yo no hiciera hueás
parecidas po. Pero de chico siempre tenía el bichito, siempre supe que los milicos lo
desaparecieron también po, nunca me engañaron”. 153

Entonces, la noción en torno al ejercicio y a las consecuencias de la represión


política durante la dictadura de Pinochet quedaron patentes en la memoria de los
jóvenes de la época, influyendo en su posicionamiento en oposición a ella; esto, aunque
en casos como el de Antonio, la familia ocultara u omitiera esa parte de la historia
familiar, principalmente por temor a que la represión cayera nuevamente sobre ellos.

Este temor es un elemento común a aquellas familias como la de Marcelo,


quienes no militando, desean mantenerse alejados de cualquier peligro o riesgo asociado
a la participación política activa:

“Es que cuando estai en una familia que no, que tiene miedo, no se habla
mucho de eso po, hasta cuando ya catorce, quince años empezai a darte cuenta, en mi
caso junto con mi familia, como va pasando la cosa y vai de a poco interiorizándote, en
una familia que no era marxista pero si era de izquierda, te vai de a poco sacando los…
¿cachai?, los temores”. 154

Es, entonces, la reacción o postura que asume la familia frente a la dictadura,


sea a través de la reacción o traducida en miedo e inacción, la que de una u otra forma
va moldeando el pensamiento de los jóvenes sujetos. De manera que el temor en la
esfera familiar no se traduce necesariamente en un impedimento para el posterior
desarrollo de una conciencia rebelde ni en un agente inmovilizador que frene el
ejercicio de la resistencia política en lo posterior.

Con otros matices, el temor a que los hijos vivieran episodios violentos e
inhumanos invadió también a quienes sufrieron la represión en forma de exilio y
retornaron al país con hijos adolescentes como Luis:

153
Entrevista a Antonio, op. cit.
154
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 65 -
“era raro porque a pesar de que mi papá estaba clandestino y ponía en riesgo
su vida permanentemente, igual ellos tenían temor de que… lo cual igual entiendo…
tenían temor de que yo me expusiese a esos riesgos po, más aun que yo era un niño”. 155

El contexto de vida de una familia exiliada y luego retornada, se presenta como


un escenario distinto, puesto que las consideraciones y juicios acerca de la represión que
había marcado la historia familiar se formaron en estos jóvenes, inicialmente, desde
fuera del país, y luego, insertándose en una sociedad que tampoco les resultaba propia o
cercana:

“yo viví mi niñez entonces en Francia, rodeado de puros hijos de chilenos y


compañeros de mi papá, también algunos franceses que eran solidarios con la causa
chilena. Teníamos mucha conciencia de lo que pasaba, dentro de que vivía en otro país
y que no podía saber lo que ocurría cotidianamente acá, pero al menos todo de la
vivencia que tuvieron mis papás acá, y luego de lo que las noticias iban llegando allá,
de los compañeros que iban llegando (…)Al volver, de partida, me sentía en un país
ajeno, distinto a donde me había criado, no me sentía ni chileno ni francés, era como de
ambos y de ninguno a la vez.”. 156

La clandestinidad de un integrante de la familia, se presentó como otra arista de


la represión política que en el momento determinó el desarrollo de la vida familiar y,
que enraizó en la conciencia política de los jóvenes, aportando en la construcción del
imaginario en torno a la situación política del país y a la oposición declarada a ella,
como en el caso de Luis:

“Podía ver esporádicamente a mi papá porque nos ponía en riesgo a nosotros


y se ponía en riesgo él. En todo caso igual, como en la casa, como uno ya tenía unas
ideas políticas previas, formadas, teníamos al principio mucho temor de conversar con
los vecinos, no desarrollamos muchos vínculos, hasta que me empecé a hacer como más
adolescente, más joven (…) tal vez ahora lo miro hacia atrás y analizo y me doy cuenta
de ciertas cosas que entonces no las comprendía de la misma forma; pero yo creo que
todo eso va llegando de algún modo como influencia desde el pasado”. 157

155
Entrevista a Luis, op. cit.
156
Ibíd.
157
Ibíd.

- 66 -
Resulta, entonces, significativa la influencia de la esfera familiar en la
conformación de los sujetos y su pensamiento político, especialmente en los casos
analizados, donde la militancia o adherencia política de izquierda decanta en los más
jóvenes de la familia, con matices diversos en función de las experiencias familiares
vividas relacionadas a la represión dictatorial, a la memoria transmitida por los mayores,
al grado de compromiso político ligado a la militancia, y a la historia familiar particular
de cada núcleo.

1.2 La iglesia como refugio de la acción social

En momentos de escasas libertades y en que eran contados los espacios en los


que la represión dictatorial no se dejaba caer, la iglesia, especialmente la iglesia
emplazada en sectores populares, se erigió como un lugar de encuentro, reunión,
organización y trabajo social, bajo cuyo alero las organizaciones sociales pudieron abrir
espacios de participación a la comunidad, incluyendo a niños y jóvenes que pudieron así
ampliar su espectro relacional y hacerse parte de distintas actividades y proyectos de
corte sociopolítico. Esto, gracias a que la iglesia abrió sus puertas a quienes desearan
integrarse a este lugar de encuentro en una sociedad obligadamente aislada, más allá de
que practicaran el catolicismo doctrinariamente o no.

Es así como a partir de instancias del ámbito religioso, tales como la


catequesis, los jóvenes de la época pudieron relacionarse con vecinos que confluían en
la misma iglesia de la población, y entablaron vínculos que muchas veces superaban lo
estrictamente religioso, dando paso a la asociatividad política, amparados por la
apariencia discreta que brindaba dicho espacio, como nos relata Ismael:

“Era un lugar que pasaba piola, por decirlo así. La iglesia era puta
fundamental, porque ahí podíai que estar el sábado o el domingo, podiai tomar once
con tus amigos pero se generaban esos vínculos siempre po. Ahí era donde nosotros

- 67 -
empezamos a coordinarnos así como no sé po, amigos que fuéramos al colegio o en
otros colegios de ahí mismo, de la zona”. 158

De la mano de estos primeros lazos de asociación política, surgieron también


las primeras acciones de rebeldía de estos jóvenes, quienes tímidamente comenzaron a
hacer patente su descontento y a traducirlo en acción:

“Por ejemplo, ahí coordinábamos que el lunes ciertas calles tenían que
amanecer con cosas pegadas, entonces, nosotros, el domingo en la noche salíamos y
pegábamos donde nos tocaba pegar a nosotros y hacia que el lunes en la mañana
estuviera pegado no se po, de Cardenal Caro con Independencia hasta la Palmilla,
toda esa parte de Cardenal Caro llena de tallarines”. 159

Instancia religiosa, que para algunos jóvenes resultaba una excusa para
reunirse, organizarse o escaparse a alguna protesta; finalmente, para compartir, crear
lazos e identificarse con un grupo de intereses y motivaciones comunes:

“Tú te metí a grupos ¿cachai? como dentro de la iglesia que a la larga eran
disfraces po, mis viejos me meten en un… a como confirmación de ahí voy viendo po,
como trece, catorce años, que más encima coincidió con la edad de que ya, por la
época que yo nací, ya estaban todas las protestas y vai, de a poco te vai como no sé po,
decíais que ibai a jugar a la pelota, te arrancabai y ibai a las barricadas, a los paros, a
las protestas nacionales, todo eso te vai metiendo po ¿cachai?, vai viendo con tus
amigos o vai cachando que están en la misma y vai viendo po”. 160

Primeros atisbos de rebeldía juvenil que tomaban forma en las iglesias y


parroquias de la periferia y que sirvieron para afianzar o desarrollar convicciones
políticas, incluso en las familias menos politizadas. Esto, debido a que el espacio
eclesiástico no solo otorgaba privacidad en la acción, sino que además ponía sobre el
tapete el discurso del rol social de la iglesia y de la necesidad de justicia para el país:

“Un año, no me acuerdo la verdad en que año exacto pero llegó a trabajar así,
en la parroquia, un cura que había sido vocero del MIR que era Rafael Maroto que fue
un cura así bien conocido, con harta historia, fue buscado en un momento. Y él llegó

158
Entrevista a Ismael, op. cit.
159
Ibíd.
160
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 68 -
ahí y hacía el trabajo parroquial po, se juntaba mucho con los jóvenes, y él era un
caballero que tenía así una formación política, el loco creía así en, en cómo se llama
esto, en la labor social de la iglesia 100%, y política, porque había una labor política
de la iglesia. Porque él hablaba de que Dios no podía estar del lado de los que
tuvieran el poder y los que tuvieran más dinero, si los desposeídos estaban ahí po, era
el lugar donde a él le correspondía estar, pudiendo entregar un grano de arena”. 161

De manera que, no sólo los jóvenes pudieron desplegar con relativa libertad
acciones tendientes a manifestarse políticamente, sino que también las comunidades
pudieron conocer e identificarse con el mensaje de justicia promovido por la iglesia con
discurso social, perdiendo el temor a la dictadura de Pinochet al saberse una comunidad,
con apoyo de personas a quienes reconocían como autoridades (aunque fueran
eclesiásticas) y que hacían público su discurso en oposición a la dictadura y su política
represiva, y al ir socializando con sus vecinos:

“Mi familia la verdad no era muy política la verdad, pero sí era católica,
entonces no se hablaba mucho de marxismo ni de política en la familia pero si a través
de la iglesia se fue perdiendo un poco el miedo, y a finales ya de los ’80 eh empezaron
no sé po mis mismos viejos a salir a la calle, a perderle el miedo a los milicos”. 162

Además de crear o fortalecer el sentimiento de comunidad y de pertenencia a la


población, los espacios parroquiales, a través de las instancias de comunidades
cristianas de base, posibilitaron la participación y el diálogo de grandes y chicos,
transformándose en disimulados ejes articuladores de la organización dentro de las
poblaciones:

“La iglesia era súper fuerte también, habían espacios abiertos a la


organización, talleres también. Eso era así algo importante porque por lo menos en mi
población, a través de la iglesia fue donde se canalizó lo político, mayoritariamente.
Porque a través de la iglesia tú podiai juntarte con tus amigos sin que llamarai la
atención. Entonces como que nos juntábamos, en catequesis, a veces como pretexto y
salían otras cosas”. 163

161
Ibíd.
162
Entrevista a Marcelo, op. cit.
163
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 69 -
“Después terminamos todos como compartiendo en la calle po ¿cachai?, bien,
y sobre todo a partir de las comunidades cristianas de base que se daban en las
parroquias en ese tiempo eran, la mayoría si no era creyente por lo menos participaba
o ocupaba las instancias de las comunidades cristianas pa’ poder dialogar
políticamente, disfrazado pa’ que los milicos no cacharan”. 164

Es así como también, y a instancias de la iglesia y sus actividades oficiales,


algunas militancias políticas vieron la posibilidad de desplegar sus prácticas y discursos
en estos espacios, adaptándose al contexto religioso y a la edad de los niños y
adolescentes, y desarrollando roles específicos dentro de la militancia; tal fue el caso del
Frente Patriótico Manuel Rodríguez, como nos cuenta Ismael:

“Habían militantes del Frente, había harta persona del Frente, que se movían
a través de la iglesia Si po, los que hacían los talleres de catequesis finalmente. Ahí
llegan cabros más viejos y que sabían más (…) Entonces, ahí pueden ver si tú vai a
estar en la parroquia trabajando y si estai trabajando en la parroquia soy una persona
más pública, porque la gente te ve más igual po, entonces te quedai como ahí y tení que
hacer ciertas cosas, trabajar con los niños ¿cachai?, que era algo que se daba caleta y
mucho era trabajar con niños”. 165

En definitiva, es posible concluir que durante la dictadura, la iglesia popular se


hizo cargo de un discurso de justicia social, en directa relación a sus convicciones
religiosas, pero también cumplió diversos roles como reflejo de las necesidades de la
comunidad. Así, se convirtió en refugio de la sociabilidad comunitaria, abrió espacios
de asociación entre vecinos e incluyó a los niños y jóvenes en un espacio de libertad
relativa, bajo el cual pudieron desenvolverse relacionalmente con sus pares, pero
también desarrollar una identidad ligada a lo comunitario, a la solidaridad y al diálogo.
Además, estas instancias permitieron un acercamiento de las familias gracias a derribar
en cierta medida el temor a la represión:

“Después la misma familia pierde el miedo, te acompaña, ya al final mis viejos


eran… me juntaban los neumáticos, como que de a poco viendo que todos están en la

164
Entrevista a Marcelo, op. cit.
165
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 70 -
misma, vai perdiendo el miedo, tení una red de apoyo que es desde la misma
iglesia”. 166

Pilar que resultó fundamental para el reafianzamiento de la identidad


comunitaria en las poblaciones, así como para el despertar social de muchos niños y
jóvenes pobladores que vieron en la iglesia un oasis en medio de la censura y las
prohibiciones propias del contexto dictatorial en el que vivían. Es por esto que las
comunidades se vieron resentidas al perder este espacio asociativo y organizativo local:

“Sobre todo a partir del ’86, cuando la iglesia cierra las comunidades
cristianas de base y te quedai sin espacio, y sobre todo cuando hay un cambio en la
dirección de la iglesia y empieza el sapeo desde la iglesia”. 167

No obstante, las bases fundadas a instancias de la iglesia popular durante la


dictadura permanecieron en forma de una cierta organización poblacional y de
resistencia juvenil, que luego se trasladaría a otros frentes.

1.3 La identidad poblacional: legado y continuidad en la resistencia

Como un espacio fundamental de socialización inmediata, y que sigue a la


familia como agente primario en lo que a interacción social se refiere, encontramos el
vecindario, el barrio o, en este caso, la población en la cual se vive y se desarrollan los
primeros lazos relacionales con otros sujetos, ajenos al ambiente familiar. El
establecimiento de estos vínculos implica un intercambio de nociones e intereses,
historias familiares, el compartir en torno a la cotidianeidad, entre otros elementos, que
hacen que los sujetos vayan conformando en sí mismos y hacia afuera un sentimiento de
comunidad, sea esta reducida, comprendiendo a los vecinos o amigos más cercanos, o
más bien amplia, al entenderse como parte de un espacio vivo y que, por tanto, respira,
sangra y tiene memoria histórica.

166
Entrevista a Marcelo, op. cit.
167
Ibíd.

- 71 -
Durante la década de los ’80, la población albergaba prácticamente la totalidad
de las instancias sociales dentro de las cuales los jóvenes pobladores del periodo
desarrollaban los diversos aspectos de su vida cotidiana: el hogar, la escuela, la iglesia,
los círculos de amistades. Todos espacios de socialización que dotaban de dinamismo a
las poblaciones, a la vez que nutrían las bases identitarias de los jóvenes y daban paso a
la conformación de sus propias redes de afinidades y complicidad.

Otro elemento que enriquece la vida en la población y la dota de singularidad, es


el conocimiento de sus orígenes, su historia, que se encuentra como una presencia
latente en el aire, y que es transmitida por los más viejos a los más jóvenes,
transformándose en un elemento constitutivo de pertenencia tanto al espacio territorial
que la alberga, como a la comunidad global unida por este pasado que, aunque remoto,
sigue sintiéndose como propio, y a la vez común a todos los pobladores, quienes hacen
suya su historia, respetándola y haciéndola parte de su realidad.
Es en función de esto que los jóvenes pobladores reconocen el peso o la
importancia de la historia de sus poblaciones en su propia historia ya desde la
conformación identitaria inicial, identificándose con la carga de lucha política y social
que arrastra, y haciéndose cargo de ella.

“Eso me hizo ser lo que soy ahora igual po, o lo que fui después. Tiene mucho
que ver donde nací y la resistencia del lugar con las decisiones que yo tomé después en
mi vida y…de dar un paso a la lucha, a la resistencia, como se le quiera llamar po, o al
ataque como se le llama ahora también”. 168

En esta línea, los jóvenes de los ‘80 inician el relato sobre los orígenes de su
identidad rebelde hablando de las poblaciones en que nacieron y crecieron:

“La villa Portales… no sé si cachan ustedes pero siempre ha sido movida. En


dictadura fue movido, hubieron muertos, a un cabro le explotó un chimbazo aquí,
murieron dos personas… entonces siempre hubo una agitación política entorno a la
villa”. 169

168
Entrevista a Fernando, op. cit.
169
Entrevista a Antonio, op. cit.

- 72 -
“Nací en el ’72, en agosto, y nací en una de las poblaciones que fue bastante
combativa durante la dictadura, yo nací en Conchalí, en la Juanita Aguirre y allá en la
calle había mucho policía, mucho militar”. 170

“Yo nací en el tiempo de la UP ¿cachai?, finales de la UP, ’72.


Eh…población, sector poniente…la Simón Bolívar, bien barrial, bien de vecinos, bien
de olla común… ¿cachai?, sector poniente de tradición histórica la población de
movimiento…Eso, tampoco vengo de una familia muy política, pero en el sector sí”. 171

De la misma forma, se nutren los relatos con historias oídas hace años a los
padres y a la gente antigua de la población, a los propios protagonistas o testigos del
pasado de resistencia que ha marcado el nombre de la población; relevándose así la
transmisión oral de la historia como un elemento fundamental para la conservación de la
misma y el cuidado de la vida social y comunitaria característica que allí se ha forjado
durante décadas:

“Los viejos eran los que siempre te contaban lo que pasaba en la población,
que la Juanita Aguirre era una población combativa, entonces que era una población
que no se podía perder. Que uno así, no podía de ser de la Juanita Aguirre o no podía
no sentirse identificado con la historia del lugar, que era un lugar que había así,
luchado históricamente po, lucharon por sus casas primero, entonces después que
consiguieron las casas lucharon por otras cosas y ahí llegó la dictadura y había que
seguir luchando, no se podía dejar la lucha”. 172

“Donde yo vivía, era tanto lo que se movía políticamente, por lo que me


cuentan mis viejos, que hicieron una villa que es de la fuerza aérea muy cerca de
Vespucio, la villa la FACH que se conoce ahí. Ahí traen a mucho uniformado por el
sector y viven ahí como para tratar de tener el control de la población. Lo que no
funcionó tampoco mucho pero ya te das más cuenta de que tení que…como que, algo
pasaba mayormente”. 173

Se le otorga un valor único al relato de los viejos acerca del pasado de la


población, así como a los sucesos acaecidos en ella en periodos anteriores sin tener una

170
Entrevista a Ismael, op. cit.
171
Entrevista a Marcelo, op. cit.
172
Entrevista a Ismael, op. cit.
173
Ibíd.

- 73 -
fuente directa de información que se los dieran a conocer. Así, la historia de la
población se va convirtiendo en un relato conocido por todos los pobladores y, en
ocasiones, transciende los límites territoriales, conformándose una caracterización
propia del lugar. En este sentido, se reconocen los elementos distintivos del propio
espacio territorial, así como los de otras poblaciones, incluso tildándolas de
“emblemáticas” en lo relativo a la resistencia y la rebeldía:

“La Juanita Aguirre y todo ese lado es medio combativo, como que se tomaban
calles, tampoco cuático al nivel no se po, el nivel de otras poblas más emblemáticas,
que hay varias… como la villa Francia que sería de las más reconocidas, pero sí,
siempre se han hecho cosas de cortes al menos. Además todo ese sector fue una toma,
La Palmilla todos esos lados, un poco antes sipo, entonces fue marcado un poco por la
barricadas en las noches, pa’ las fechas simbólicas y pa’ otros días también
‘normales’”. 174

Se comprenden, además, ciertos elementos distintivos de las poblaciones en


general, factores comunes a este tipo de asentamientos, por su origen y su larga historia
de resistencia, pero también por su ubicación periférica:

“El típico acoso policial nomás que yo creo que se vivió en todas las
poblaciones, porque igual no hubo tanto muerto ni na’ por ahí, creo. Lo típico de todos
lados, carros policiales dando vuelta, allanamiento a las casas, los helicópteros, pero
más que eso no tanto, si el ambiente ya era represivo en la sociedad po, entonces
aumentaba un poco más nomás por estar en la periferia y en un sector más
poblacional”. 175

Surgen aquí consideraciones acerca del nexo entre la identidad poblacional y la


represión dictatorial, noción que está fundada en el pasado combativo y rebelde de
algunas poblaciones que, a través de la persistencia de la memoria colectiva y la
resistencia como factor de identidad individual y comunitario, convierten a las
poblaciones en foco de riesgo de subversión y oposición abierta y directamente activa a
la dictadura militar.

174
Entrevista a Fermín, op. cit.
175
Ibíd.

- 74 -
“Vivir en la Bandera igual es distinto po. La presencia de la resistencia a la
dictadura en ese espacio era fuerte, era cotidiana, una cosa de todos los días; de cierta
manera igual ahí era un poco más abierta que en otros lugares (…), más que nada por
la presencia policial que había en el lugar, que era un acoso constante policial y
militar po, entonces la gente que se crió en esos tiempos, que nació en dictadura o un
poco antes y se fue criando en ese espacio, fue asumiendo una posición frente a la
vida”. 176

“Es distinto ser rebelde en un contexto así que en otro, porque un rebelde en
una población donde ha sido así una población marginal, que ha sido acosada
constantemente por el poder, por la autoridad es distinto a un loco que surge así en no
sé po en una región que no sea Santiago ¿cachai?, o en una comuna culiá que no sea
así como…que se han dado casos que no sea una comuna tan popular po ¿cachai?, o
una población en realidad”. 177

Otro elemento que es posible entrever en el discurso de estos jóvenes


pobladores de los ’80 es la correlación que establecen entre la represión y lo que
denominan “marginalidad” o característica “poblacional” o “popular” del sector en que
crecieron; esto es, que la represión cae sobre estos lugares también debido a la
extracción social de sus habitantes. Y, aún más, relacionan directamente su clase social
a la identificación con su población de origen pudiendo observarse, entonces, una
identidad de clase ligada estrechamente a la población:

“Surge el apego por tu población, porque erai más pobre…” 178

En este aspecto, se va gestando además un sentimiento de recelo respecto de la


vulneración del espacio poblacional y, por tanto, de mayor rechazo u oposición al
régimen opresor, por cuanto existe un sentido de pertenencia y una identificación tanto
con la historia como con la comunidad con la que se comparte una identidad de clase
común:

176
Entrevista a Fernando, op. cit.
177
Ibíd.
178
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 75 -
“El primer choque siempre es con la figura de autoridad, con la presencia de
los milicos en las calles de tu pobla, con el hecho de que hayan habido vecinos
desaparecidos ¿cachai?, locos que mataron…”. 179

“La postura anticapitalista viene… puta viene como consecuencia de tener una
vida así, una vida de mierda yo creo y estar consciente de eso”. 180

Al mismo tiempo, esta identificación con el lugar de origen dice relación con
las lógicas y prácticas propias de la vida en población y su cotidianeidad. En palabras de
Ismael:

“Era fuerte el rollo de la población po, era súper fuerte. Tú conocíai no sé po,
habían como, no sé, cinco colegios ahí mismo en la población, teniai compañeros que
iban en un colegio más allá, conocíai a los hermanos, y así… era fuerte el rollo de que
conociai mucho a la gente con la que te veíai”. 181

La permanencia dentro del espacio físico de la población para desarrollar


distintas actividades, tales como asistir a la escuela, posibilitaba el contacto constante
con vecinos y conocidos que formaban parte de la misma realidad contextual y que, por
tanto, compartían la misma identidad poblacional con base en la memoria histórica del
lugar. La dificultad económica que representaba estudiar lejos de la casa, se presentaba
como una posibilidad de conocer a los vecinos y establecer relaciones sociales más
cercanas y tibias.

Del mismo modo, la realización de acciones domésticas cotidianas también


funcionaba como elemento aglutinador de los sujetos que se encontraban a diario en las
calles:

“El supermercado quedaba casi en la esquina de mi casa po, entonces si ibai a


comprar o ibai al almacén haciai la misma fila, pal, pal como se llama, pa’ la parafina
o pa’l pan en el invierno ¿cachai?. Entonces estabai siempre en contacto, entonces eso
es algo súper fuerte, y en la parroquia también po, ya era algo trascendental, porque

179
Entrevista a Fernando, op. cit.
180
Ibíd.
181
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 76 -
finalmente te generaba una formación de joven cristiano ¿cachai?, y dentro de eso
estaba todo lo social también”. 182

Asimismo, la población abarcaba el desarrollo participativo y organizacional


que posibilitaron las iglesias que se encontraban en su interior, como ya analizamos
anteriormente; de manera que el constante encuentro con el otro durante las actividades
diarias que se da en estos espacios, facilita la cercanía, el diálogo y, finalmente, el
desarrollo de una vida comunitaria característica de este tipo de vecindades.

En algunos casos, la convivencia con vecinos de la población contribuyó a


ampliar las redes de apoyo y de conocimiento en función del sentimiento de rebeldía de
estos jóvenes:

“Vecinos más viejos, papás de amigos que cuando ya te ven que estai en la
misma se atreven a dialogar más, te van contando su experiencia, te vai dando cuenta
que están metidos en hueás similares y vai de a poco dialogando y, como te decía antes
que en el caso de mis viejos que no eran políticos, no…no tenía un referente interno al
hogar que fuera en ese aspecto, entonces lo tuve que ir a buscar y dónde lo encontré,
tuve la suerte de estar en un sector ¿cachai? con harta actividad comunitaria, que se
daba la conversación, también se daba el sapeo pero sobretodo se daba la
conversación franca con varios de los vecinos”. 183

“Alguien que te juntabai era tu vecino de una cuadra más allá… y el papá
podía ser detenido en su domicilio y su hermano podía ser torturado o podía estar
preso ¿cachai? Y…ya en ese sentido, puta tu imagen paterna se mantiene pero, tú
empezai a conocer, a ver lo que le pasó a otra persona. Entonces, entendí que el
hermano de un hueón está preso y el hermano de él sigue mucho o puede seguir mucho
el ejemplo de este otro hermano po, entonces estás vinculado mayormente”. 184

En definitiva, las lógicas de apoyo mutuo y de vida en comunidad que se


nutrían diariamente en las casas, calles, escuelas e iglesias de las poblaciones durante la
década de los ‘80, fueron gestando un rico entramado social solidario y cooperativo
dentro del cual los jóvenes pobladores pudieron desenvolverse en lo social y lo político,

182
Ibíd.
183
Entrevista a Marcelo, op. cit.
184
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 77 -
enriqueciéndose con relatos y experiencias de los viejos, pero también experimentando
las propias en la medida en que se asociaban en torno al cariño, la confianza, los ideales
y la complicidad.

Es en este escenario en el que estos jóvenes pobladores dan sus primeros pasos
en la rebeldía a través de acciones directas que hablaban sobre su resistencia activa a la
dictadura militar y sus políticas represivas. Al comienzo, estas pequeñas acciones
pudieron formar parte de la imitación de cosas que se veían en lo cotidiano, pero fueron
afianzándose en la propia convicción con el tiempo:

“En la misma pobla, uno de chico por pelusón salía a apañar a las barricadas,
camotear a los pacos, siempre se hizo eso como un juego que no se entendía mucho,
pero después ya más adolescente se iba dándole todo el corte político y contenido más
social”. 185

En ocasiones, la realización de estas acciones tenía que ver también con el


grado de asociación con los vecinos de la población, ya que estos adolescentes podían
sumarse en pequeñas tareas a acciones que grupos de mayores llevaran a cabo,
iniciándose así gradualmente en ello, contando así con una red de apoyo:

“De repente igual hay locos que son viejos dentro de la villa o de los piños
motivaos; como que van cachando que puta, erís de confianza po… entonces de partida
no es como que te aburrai de tirar piedras y agarrí una tuna y salgai a disparar po,
pero puta de repente ser como ayudista, ¿cachai?, esas eran las primera acciones que
puta, teníai más riesgo”. 186

Siempre dentro del ámbito comunitario que otorga la vida en la


población, otros jóvenes optaron por acrecentar el grado de sus acciones rebeldes
tomando como base el amparo de las mismas dinámicas de apoyo mutuo que generaban
los vecinos.

“De pendejo uno veía como los vecinos más grandes participaban en cosas y,
no sé po de participar en una…puta de ir a una velatón, de participar en una olla
común…de ahí un paso a tirar un cadenazo no es nada po, o a participar en una

185
Entrevista a Fermín, op. cit.
186
Entrevista a Antonio, op. cit.

- 78 -
barricada así, es una cosa, una consecuencia no más po que va con el tiempo cada vez
siendo de mayor edad se va participando en cosas más puntudas, por decirlo de alguna
manera”. 187

Otros adolescentes, en tanto, optaron por la militancia política como medio a


través del cual dirigir sus acciones de resistencia, motivo por el cual recibieron una
formación que los llevó a desarrollar distintas tareas de manera gradual. Esta forma de
aproximación a la participación política, pese a ser más rígida o dirigida, también va a
derivar en un crecimiento personal y en una evolución del pensamiento sociopolítico de
los sujetos:

“A los trece años, ya estaba así, no militando pero era casi pre-militante de
un grupo de la zona, que era así de orientación mirista igual, ¿cachai?, entonces como
que ahí tenía una formación en la que los locos te sacan a pegar, empezai a hacer como
pequeñas cositas y pequeñas cositas te forjan lo que tú vai pensando y lo que vai
sintiendo del período”. 188

Sea cual fuera la manera o el medio a través del cual los jóvenes pobladores de
la década del ’80 dieran sus primeros pasos concretos en la acción rebelde, lo claro es
que tanto sus motivaciones como su visión de la realidad política del país se
encontraban en estrecha relación con su crecimiento y desarrollo dentro de sus
respectivas poblaciones. La pertenencia a un territorio con memoria histórica de lucha y
resistencia, las lógicas inherentes a la vida poblacional tendiente a lo comunitario y el
sentimiento de identificación con una identidad de clase, se conjugaron para constituir
un cimiento sólido sobre el cual sentar las bases de sus identidades personales desde la
misma infancia.

La identificación de estos elementos distintivos de la población como lugar de


desarrollo y formación, dan cabida a una reflexión en torno a la conformación de una
identidad colectiva ligada a espacio poblacional y sus dinámicas relacionales; identidad
o sentimiento compartido de rebeldía y subversión en abierta oposición a la represión de
la “marginalidad”, lo “popular” y lo “poblacional” que se erigía como emblema de sus
lugares de origen: las poblaciones.

187
Entrevista a Fernando, op. cit.
188
Entrevista a Ismael, op. cit.

- 79 -
2. Evolución de la identidad y la praxis en la juventud poblacional
‘80 – ‘90

2.1 La realidad y la visión juvenil

Es posible apreciar entonces que el principal (o casi transversal) pilar


identitario de la juventud pobladora de la década de los ochenta, lo constituye la
población misma. En la década anterior fueron las fábricas las que ocuparon un lugar
similar en la baja sociedad urbana, desde donde se auto apropiaba la experiencia y se
convertían los obreros en sus propios referentes de identidad, discurso y acción. Pero la
dictadura y la nueva economía terminaron casi por desbaratar dicho proceso, obligando
o condicionando a los pobladores a replegarse hacia el reducto de su propia población
donde habitaba y convivía, y donde era posible lograr aun un alto grado de autonomía,
muy probablemente en la periferia, resistiendo a los embates del Estado. La exclusión
sociopolítica, económica y hasta geográfica termina entonces por generar una nueva
identidad “fuera” del control estatal.

Allí es donde logramos situar a los nuevos jóvenes pobladores, “nacidos y


criados” en dictadura, hijos de los derrotados en el ‘73; sin la participación política
formal de antaño, sin trabajo, marginales geográficamente pero situados en el ojo de la
protesta y la resistencia poblacional: que no conocieron otro Chile fuera del de Pinochet,
y que establecen su identidad propia en tanto que su identidad social. Su realidad e
identidad socioeconómica así como la memoria de los mayores (saber
transgeneracional) juegan un rol fundamental en su proceso de autoconstrucción, en
donde la carencia y las visiones políticas de antaño se funden en la comprensión de un
proceso político que les es inherente, pero que reconocen vino después de un conflicto
en que (como trabajadores y/o pobladores) fueron derrotados.

- 80 -
De esta manera, se identifica a sí mismo y grupalmente no sólo por el factor
cronológico (generacional), sino también por las condiciones de existencia y por las
acciones que llegan a desplegarse en el tiempo y el espacio, contextualmente
apropiados. Viven en la población, viven lo popular, y generan un sentimiento más o
menos común frente al sistema aplastante en el que viven tras experiencias unificadoras
de acción social. Así comienzan a hacerse cada vez más protagonistas de una historia de
resistencia sociopolítica un tanto descontinuada por la generación anterior, y que queda
cada vez más en sus propias manos: “ya sea chocando frontal y violentamente con
agentes o símbolos del sistema social, ya sea negándolo a través de prácticas
asociativas con que los sujetos se desvinculan de las ofertas de integración, las formas
de resolución del conflicto social colocan siempre en el centro al joven poblador, sus
vivencias y sus sueños” 189.

Pero el poder no quedaría inerte frente a dicho proceso: el capitalismo ya


estaba instaurado en el país y restaba consolidarlo y salvaguardarlo de cualquier
amenaza de aquí en adelante. Los costos sociales de la marginación no eran (ni son)
tomados en cuenta puesto que “el sistema ofrece todo lo necesario” y “es cuestión
individual tomar las oportunidades o no hacerlo”. En ese sentido, la agrupación juvenil
en su amplio espectro era considerada un peligro, pues daba la espalda al nuevo sistema
para romper con el personalista o individual espíritu liberal. “Rondó por el país una
imagen social que, por un lado, retrató a un joven exitoso, al que los beneficios de la
modernidad permiten destacarse por la constancia y el esfuerzo. […] Por otro, nos
mostró a un muchachón sospechoso, ‘presunto’ autor de las acciones más violentas, un
delincuente por vocación, anómico, apático e inmoral. […] Los jóvenes pobres ‘sólo
buscan oportunidad’, y el sistema se las proporciona. Los que no la aceptan, los que se
droguen, cometan violencia en los estadios, o comprometan la seguridad ciudadana,
serán reprimidos, y para ello se han creado las respectivas leyes” 190.

Dicho “sueño americano en Chile” era prácticamente inviable para las familias
pobladoras y la juventud lo sabe; ante este escenario, es entendible que se haga tan
lógico volcarse a las relaciones interpersonales con “sus pares”, estrechadas por la

189
Olavarría Araya, Braulio, “Ni anómicos ni desintegrados: tres generaciones juveniles y un Proyecto.
Proceso histórico de cambios en las prácticas sociales y políticas de la Juventud urbano-popular de las
comunas de La Granja, San Ramón y La Pintana (Chile), entre 1973 y 2000”, tesis para optar al grado de
Licenciado en Historia. Universidad de Chile, Santiago, enero de 2003, p.20.
190
Ibíd., pp.33-34.

- 81 -
realidad cruda en un principio, y muchas veces afianzadas más tarde por factores
ideológicos y/o políticos, es decir, lo social primero, luego lo político, en un sentido
general: “La identidad social refiere a una definición de clase, es decir, a un sentido de
pertenencia a un mundo popular escindido del orden dominante e impuesto. […] Muy
ligada a ello, la identidad política corresponde al momento en que la identificación
clasista se vuelve sujeto de una acción orientada en última instancia al cambio social.
Por tanto, ‘lo social’ en el discurso juvenil, refiere a un estado definido por el orden,
mientras que ‘lo político’ apela a una actitud que dicho estado social cualifica
proyectivamente” 191. En ese sentido, las protestas nacionales de los años 1983 y 1984
jugaron un rol fundamental en lo que significó la ampliación de lo social y lo local hacia
una proyectualidad política nacional. Si bien resultaron ser un fracaso en tanto terminar
con el régimen (junto con la operación siglo XX posteriormente), sí se tradujeron en una
fuerte experiencia en que los jóvenes fueron capaces de reiniciar el camino de sus
predecesores reivindicando lo poblacional como plataforma principal de resistencia y
lucha: “así como los jóvenes de 1975 encontraron su referente en la UP, los de 1986-87
lo tuvieron en la movilización social de principios de los ochenta” 192.

Pero el escenario entrante es complejo. La campaña por el NO y el nuevo


sistema de partidos absorbe la mayor parte de los esfuerzos de cambio político de la
(baja) sociedad, y específicamente de los más viejos, dejando a la enérgica juventud un
tanto a la deriva en su urgencia de rebeldía. En ese sentido, mientras muchos jóvenes se
volcaban hacia los partidos y la militancia, otros se volvían nuevamente a la
cotidianeidad de su espacio territorial. Pero las ansias de cambio terminarán por reunir a
muchos de los jóvenes de ambos posicionamientos en la lucha, más aun con la noción
de insuficiencia que luego reconocen en los partidos y en la llamada transición política
que llegaba. Así lo político rebalsaba el sistema partidario y se perfilaba ya a fines de
los ochenta hacia una nueva postura política (casi) apartidista: “es a partir de entonces
que se sanciona el hoy día tan bullado ‘desapego de los jóvenes por la política’, que,
para el caso de esta segunda generación, debe ser entendido como una actitud
generacional de rechazo de los excluyentes mecanismos de toma de decisiones que han
incurrido en el presente proceso de construcción de Estado” 193. Desde los años
posteriores a las grandes jornadas de protesta nacional en adelante, se hacen ya

191
Ibíd., p.54.
192
Ibíd., p.64.
193
Ibíd., p.67.

- 82 -
protagonistas las dinámicas propias de asociatividad y acción de la juventud de
población. “Estos jóvenes se apropiaron del espacio de sus poblaciones marginales y
desarrollaron un conjunto de acciones de desobediencia que fueron más allá de las
intenciones y las orientaciones de los dirigentes políticos de la oposición” 194.

Se crea de esta forma un tejido informal de relaciones interpersonales que


constituirán la base, diferenciada generacionalmente, de la acción socio-política
colectiva frente al enemigo común, reconocido en el Estado y su represión 195. La
juventud “ochentera” ha socializado desde siempre bajo el autoritarismo y la represión,
sin participación democrática y con la experiencia permanente de la violencia, es decir,
la dictadura marca o condiciona sus prácticas y sus referencias políticas y sociales. Las
instituciones generan, sin duda, desconfianza para la juventud: “la experiencia de la
represión policial marca a esta generación. La juventud subproletaria es uno de los
sectores más vigilados y castigados de la sociedad chilena […] El contacto con la
violencia de Estado es una constante entre los jóvenes, contacto que tiene
consecuencias tanto en términos de desgaste y de sufrimiento como en el aprendizaje de
mecanismos de defensa contra esta agresión” 196.

El espacio utilizado es, por ende, la población, territorialmente localizada,


donde se vive el día a día, y que constituye el espacio “a liberar” y defender. La
espontaneidad de la protesta como la reconstitución de lazos entre los vecinos se hace
primordial. “La protesta de estos jóvenes es también violenta, extra-institucional y
activa. La manifestación se hace mediante diferentes gestos […], el discurso es raro y
efímero, por el contrario, predomina la participación colectiva. El estar implicado en la
movilización representa, para el joven, el desarrollo, con su pequeño grupo, de tareas
concretas y visibles” 197. Se demuestra la disconformidad con las condiciones generales,
el rechazo al orden y a la represión, y el desprecio por sus símbolos; así pues, la policía
es la expresión física del estado de cosas.

194
Weinstein, José, “Los jóvenes pobladores en las protestas nacionales (1983 – 1984). Una visión
sociopolítica”, CIDE, Santiago, 1988, p.5.
195
De ahí probablemente la aglomeración de grupos de distinta índole: “volados”, militantes, parroquias
de base, “pelusones”, etc., que reconocen finalmente la represión, la marginación y al Estado mismo
como el enemigo común.
196
Weinstein, José, op.cit., p.25.
197
Ibíd., p.49.

- 83 -
Pero el aprendizaje político no es lineal, ni unidireccional. La crítica y la
oposición a determinadas formas de organización y participación también forman parte
del quehacer político de la juventud, que, pasada la infancia, adquiere mayor grado de
autonomía y conocimiento concreto de lo político. En ese sentido, los pilares
identitarios de la rebeldía no son estáticos (aunque podrían llegar a serlo) en la
evolución política de la juventud de los ochenta: “la distancia cultural
intergeneracional genera, en consecuencia, potencialidades de acciones colectivas de
juventud orientadas hacia transformaciones principalmente culturales. Los valores, las
costumbres y las prácticas son puestas en duda por la acción de los jóvenes que
introducen innovaciones culturales” 198. En la misma línea, Eduardo Valenzuela
reconoce al menos cuatro vertientes de acción de la juventud: las conductas de
retraimiento o evasión, las conductas de retraimiento organizado, las conductas de
rebelión anómica, y las conductas de movilización política organizada 199. Como
podemos suponer, al menos estas cuatro formas de acción colectiva colisionarían en
algún momento con la coerción estatal: desde los volados, pasando por las comunidades
parroquiales de base y los rebeldes no organizados, hasta los militantes; es decir, el
germen de la rebeldía en la población, viniese de donde viniese, es casi transversal a la
juventud.

“…es otro mundo, vivir en la Bandera igual es distinto po. La presencia


de…así como de la resistencia en ese espacio era fuerte, era cotidiana, una cosa de
todos los días; de cierta manera igual ahí era un poco más abierta que en otros lugares
[…] Igual obviamente los vecinos estaban divididos también po, pero en su gran
mayoría era resistente a la dictadura, más que nada por la presencia policial que había
en el lugar, que era un acoso constante policial y militar po, entonces la gente que se
crió en esos tiempos, que nació en dictadura o un poco antes y se fue criando en ese
espacio, fue asumiendo una posición frente a la vida po. Y lo más… o sea el primer
choque siempre es con la figura de autoridad, con la presencia de los milicos en las
calles, con el hecho de que haya habido vecinos desaparecidos ¿cachai? y locos que
mataron…” 200.

198
Ibíd., p.84.
199
Ver en Valenzuela, Eduardo, “La rebelión de los jóvenes”, Ediciones SUR, Santiago, 1984, pp. 94-95.
200
Entrevista a Fernando, op.cit.

- 84 -
Continuando con la realidad territorial y las causas de una postura rebelde,
Fernando continúa diciendo:

“Se supone que uno lucha por un bien mayor po, pero también hay… bueno,
motivaciones personales así muy subjetivas, que es como que uno no podría estar
viviendo así, cachando que el mundo es una porquería, y estar muy tranquilo y negarlo,
pero también hay como…hay hueás prácticas que te hacen así, no sé po, sobre todo si
lo hacís desde la población te hacen recuperar pequeñas cosas.” 201

Y es justamente en la población donde se vive la cotidianeidad para esta


juventud en específico. El contexto poblacional marca su infancia y juventud enmarcado
en el contexto dictatorial, por ello, la resistencia es casi visceral, es naturalizada y es
cotidiana; los grandes recuerdos y/o referencias los constituyen las grandes protestas
populares y la resistencia en población, no la fábrica ni la militancia ni los referentes de
los mayores. Lo que durante la niñez y adolescencia constituyó algo “normal” o natural,
fue interiorizándose y obteniendo significatividad propia para los jóvenes, que
comienzan a cuestionarse y encontrar respuestas propias:

“Pa’ mí al principio era como abacanado, ‘soy terrible rebelde y ando ahí, le
tiro piedra a los pacos’. Después crecí, madurai, te vai dando cuenta que la rebeldía no
tiene que llevarse en la boca sino que en la mente y en las acciones po. Puta el solo
hecho de no tragarme las cuestiones que me decían que tenía que creer, que tenía que
quedarme callado, que tenía que andar con miedo… eso ya me convertía en un rebelde
po. Incluso, puta incluso era medio punky entonces hasta en mi vestimenta trataba de
imponer mi rebeldía po ¿cachai?” 202.

Y no por nada la rebeldía y la resistencia a los embates del nuevo sistema


neoliberal eran tales; como dijimos, la juventud se crió en dictadura y conoció la
crudeza de la represión hacia sus propias familias y vecinos, de ahí la visceralidad del
rechazo a la policía y el sistema con que crecieron. Respecto a la crudeza de la represión
con que se creció y vivió, un entrevistado expresa:

“…eso tuvo que ver así fundamentalmente con que, no sé po, había por
ejemplo cabros de nuestra edad que aparecían muertos. Entonces como que ahí te

201
Ibíd.
202
Entrevista a Antonio, op.cit.

- 85 -
chocaba más, de repente, no sé po, habían desaparecido un par de cabros, habían
matado a otro. Ahí surge como… un poco antes surge lo de los hermanos Vergara, que
lo que uno sabía era que, puta, mataron a un par de cabros, pero después ese par de
cabros podiai ser tú con tu amigo, como podía ser tu vecino, ¿cachai? Y como la
información nunca era real, entonces siempre podiai ser el malo tú, aunque fuerai a
comprar pan” 203.

Otra entrevista, haciendo alusión al mismo punto:

“…en ese tiempo yo era más chico pero igual ya estaba vi’o… y ahí como que
partió una identidad de rebeldía con respecto a lo que está impuesto, con respecto a
todo el tiempo de mierda que había tocado vivir, a los muertos, entonces ahí fue como
rebeldía […] Entonces yo creo que en ese tiempo partió, y que se aumentó obviamente
con toda la farsa culiá del plebiscito y de la salida pactá’ del chuchetumare cuando ya
estaba más grande” 204.

Es claro el balance y el análisis de la situación que hace la juventud en pos de


una identidad de rebeldía y disconformidad como posicionamiento clave hacia el
presente y futuro. Dicho posicionamiento naturalizado y visceral de la infancia y
adolescencia irá tomando sentido y mayor significancia durante la juventud;
paralelamente se estará dando paso en el país a la transformación (o transformismo) de
la transición política a la democracia, y con ello nuevos escenarios y desafíos para la
juventud popular. Sin embargo, las bases identitarias y la posición de rechazo y
resistencia ya estaban erguidas, con ellas se creció y con ellas se hizo el ingreso a la
nueva y “alegre” democracia.

2.2 La vuelta a la democracia

Bajo este panorama social de la juventud popular es que se produce el


plebiscito de 1988 y el cambio de mando de Pinochet a la Concertación de Partidos por
la Democracia, constituida por algunas izquierdas partidarias opositoras e incluso

203
Entrevista a Ismael, op.cit.
204
Entrevista a Fermín, op.cit.

- 86 -
“centristas” antes golpistas y ahora opositoras. El eslogan de la llegada de la alegría con
la vuelta a la democracia fue en gran medida una conjunción de esperanzas para el
mundo popular, y más específicamente para los grupos mayores, derrotados de antaño.
Por otra parte, la juventud popular nunca conoció una alegría, nació y creció bajo un
mismo régimen y creó sus propias expresiones y asociaciones en la misma población.
Por ende, no tenían mayor referente partidario ni figura política confiable, más bien los
invadía todo lo contrario: la desconfianza y la rabia.

La juventud se auto-organizaba, desde simples (pero complejas) afinidades


hasta simpatías o militancias en antiguos pero rearticulados partidos como el FPMR o el
MIR, y principalmente de “nuevos” grupos o partidos como el MJL, que no vieron en la
transición un triunfo, sino todo lo contrario. A pesar de la magnitud y trascendencia del
“Lautaro” en el nuevo escenario democrático, la mayor parte de los jóvenes se mantenía
al margen de las lógicas partidarias, y optaba por asociarse de manera horizontal con sus
pares, viendo cómo se traspasaba el mando político y la propia realidad no se
transformaba. Un joven adolescente en tiempos de plebiscito nos dice respecto al
aspecto represivo:

“…en verdad yo igual era pendejo, y cuando ganó el NO, puta salí a la calle a
celebrar po’, con mi familia y pa’ mí era como un… el hecho de decir esta hueá por fin
se acabó; por fin se acabó lo que había pasado con mi viejo, con los hermanos
Vergara, con el Toño, con todos los presos y asesinados en Dictadura po. Eso… ahí
tenía 15 años y creía todavía en el viejito pascuero po, después ya tenía, como el 92,
93, cuando todavía funcionaba la Oficina, puta ahí ya era más grande y tenía más
mente po, 18, 19 años, empezai a darte cuenta que las hueás siguen igual po… siguen
pasando los pacos, cada 11 te disparan, te gasean, los pacos con sus hueás de
guerra…” 205

Posteriormente complementa refiriéndose a la dimensión económica y en


cuanto a su propio posicionamiento:

“…yo nací cuando se estaba implementando el libre mercado y como que en


los 90’ vai viendo, decí puta ojalá que se detenga esa liberalización de la vida, pero no
sucedió po. Entonces ¿contra quién cargábamos? Contra los hueones que nos

205
Entrevista a Antonio, op.cit.

- 87 -
vendieron la mula diciendo que iba a ser mejor, que íbamos a estar felices, que la
alegría iba a venir y todas esas mierdas po.” 206

De esta forma, un joven en genérico vio el cambio político desde una brutal
dictadura a una democracia igualmente represiva, con su propio sistema de inteligencia,
y que no hizo más que profundizar un sistema económico liberal que claramente nunca
los favoreció. De la misma forma, es posible apreciar cómo se reconoce en la clase
política antigua y nueva un enemigo inhumano y mentiroso. Así pues, constituyeron los
jóvenes el grueso de la población resistente o al menos desconfiada a la transición a una
democracia pactada e impuesta y desconocida. Luis nos complementa al respecto,
aludiendo bajo su lectura a la naturaleza de la transición democrática cuando nos dice:

“Según mi punto de vista no es una transición que fuese ganada y conseguida


por la gente y por lo tanto en sus propios términos, sino que fue urdida desde arriba,
con locos que la legitimaron y respondieron a intereses económicos en general, para
legitimar el proyecto instalado en los 80’s en Chile…

Siento por un lado que en las generaciones anteriores a mí fue demasiado el


peso de la represión, de la tortura, de la muerte, y ese fue un gran logro de la
dictadura, que permitió que aceptáramos cualquier democracia que nos ofrecieran,
aceptamos lo primero que dijeron y muchos se agarraron a eso como un náufrago a un
madero”207.

Podemos reconocer nuevamente la desconfianza y disconformidad con la


vuelta a la democracia o, al menos, con la forma en que se produjo la misma. Se
identifica los factores proyectuales económicos como los principales ejes de continuidad
de un sistema urdido “ilegítimamente desde arriba”, pero al que, a diferencia de los
mayores derrotados, los jóvenes no temían de sobremanera y en que no reconocían un
triunfo (a diferencia de los viejos, que sí vieron una salida positiva de una dictadura
brutal), sino sólo un maquillaje y/o transformismo de una misma realidad
socioeconómica, de relaciones de poder y con ello también de represión. Por otro lado y
como hemos esbozado anteriormente, los partidos no constituían un referente identitario
ni político claro para la juventud que en su mayoría no militaba, pero que, en algunos
casos en que sí lo hacía (o simpatizaba), vieron un desplome con la entrada en juego al
206
Ibíd.
207
Entrevista a Luis, op.cit.

- 88 -
plebiscito y el cambio de mando permitido por la propia dictadura, que ya no se erguía
con la fuerza de antaño:

”…esto era un negociado… que daba lo mismo votar o no votar, porque la


hueá ya estaba ¿cachai?, ya estaba arreglado el paquete y que mucho no iba a cambiar
la cosa tampoco ¿cachai?. Yo creo que, sobre todo el año del plebiscito, cuando el PC
después de llamar a… todos los años de la guerra popular de masas, y cuando llama ya
a inscribirse, pierde gran opción de ser un referente político. Como yo me sentía más
cercano al PC en esa época, un referente político y social, y ya pasó a ser solo un
partido de la opción más izquierda dentro de la legalidad y nada más po” 208.

Más profundamente fue o la decepción o el aumento del rechazo a los partidos


una vez iniciado el gobierno de la Concertación. Los antiguos opositores al gobierno de
Pinochet eran ahora los nuevos opresores de cualquier atisbo de rebeldía política frente
al “nuevo” sistema: se rearticuló tanto la represión simbólica como la práctica a la vez
que se formaba un nuevo sistema de inteligencia aún más eficaz, ahora compuesto por
ex militantes de la antigua oposición y que conocían determinadas lógicas de la
subversión:

“…el eslogan era muy bueno, ‘la alegría ya viene’, la diferencia es que
nosotros nunca luchamos por esa alegría, entonces, no había alegría que ver. Sólo
seguíai viendo a los pacos y seguíai viendo que pasaban cosas; ya no era por ejemplo
en la tanqueta, ahora veíais así camionetas raras y siempre habían hueones raros,
entonces la represión pasó de ser explícita a ser implícita, a andar con 8 ojos abiertos
porque ya eran más desgraciaos. Cuando llega la democracia, los hueones que
pertenecían a grupos armados del PS, del PC, se dan vuelta la chaqueta y empiezan a
trabajar para el gobierno y no hay nada peor que un hueón que haya sido así, que sepa
cómo funciona la cosa; ahora es del otro lado, es más represivo, es mucho más
represivo”.

Es probablemente esa “dada vuelta de chaqueta” la que terminará o incidirá


finalmente en la deslegitimización de los partidos políticos en la década de los noventa:
por un lado los partidos pro-dictadura, por el otro los nuevos opresores, que legitiman y
profundizan el anterior proyecto económico y lo defienden con nuevos métodos

208
Entrevista a Marcelo, op.cit.

- 89 -
coercitivos. Algunos jóvenes militantes/simpatizantes terminan de sufrir una gran
“decepción” de los partidos de la antigua resistencia ahora gobernantes, mientras que
los no militantes profundizan su rechazo hacia toda la maquina partidaria de Estado. El
“no estar ni ahí” típico de los noventa hace referencia hacia el rechazo o indiferencia de
los jóvenes a la política formal e institucional que se desmedra en pos de nuevas lógicas
político-organizativas que se han ido desarrollando informalmente hasta nuestros días, y
que significaron (significan) un mayor problema para el Estado aún después de
desarticulados los grupos militares de izquierda durante los años noventa.

Un joven militante denota en su relato dicha llamada decepción hacia los


propios partidos con los que conjuntamente se había resistido la dictadura y que luego
asumieron el poder y la represión:

“…cuando empieza así el 90’, yo tenía casi 20 años y nosotros no luchábamos


pa’ que estuvieran esas personas ahí po, nosotros luchábamos pa’ que esta hueá
terminara, pa’ que hubiera otro, pa’ que hubiera un cambio trascendental. Nosotros
creíamos en la revolución y creíamos en una revolución que dadas la condiciones -lo
creíamos antes y lo seguimos creyendo después-, dada las condiciones había que tener
un enfrentamiento armado con los locos; si ellos iban a proteger lo que era de ellos po.
Por lo tanto, nosotros creíamos que teníamos esta labor, nosotros teníamos que
enfrentarnos a ellos, no había otra forma…”

“…manteníamos una continuidad en la lucha, que esto no iba a cesar, que esto
no cesaba. Así que nosotros no íbamos a parar el enfrentamiento, no hay razón de ser
por la que… por la cual bajar las armas o por la cual deponer un enfrentamiento. No
existía razón alguna… así que creo que a ninguno le cabe en la cabeza que tuviéramos
que cambiar nuestro modo y apaciguarlo. Nosotros no creíamos que podíamos ser
como ellos, ellos se dieron vuelta la chaqueta y trabajaron pa’ otros y nos buscaron a
nosotros.” 209

La militancia revolucionaria era para impetuosos jóvenes una postura que no


debiese cesar pese al triunfo del NO, pues no cambiaban las condiciones materiales de
un sistema capitalista impuesto. Frente a ellos, algunos partidos de izquierda
colaboraban en el proceso de sufragio y transición a la democracia en un cambio de

209
Entrevista a Ismael, op.cit.

- 90 -
postura muchas veces “inentendible” para la juventud militante o no. Ver a antiguos
compañeros colaborando con la consolidación del modelo implantado (o reimplantado)
por la dictadura fue un hecho de dura asimilación, que produjo (o indujo) también a un
cambio táctico de la rebeldía organizada o no. Muchos militantes optaron por
desvincularse de sus partidos o terminaron haciéndolo por la represión y consiguiente
desarticulación de los mismos. Finalmente militantes y no militantes acabaron en gran
medida por radicalizar sus posturas apartados de los partidos políticos, ahora con una
mayor madurez revolucionaria que en la adolescencia bajo el escenario dictatorial.

2.3 La juventud y su lectura histórica de la transición

Es notable entonces la ruptura general de los nacidos y/o crecidos en dictadura


frente a los partidos políticos, ya sea por no confiar jamás en ellos o por ser
considerados traidores a fines de los ochenta. La juventud buscaba y establecía sus
propias lógicas asociativas para el trabajo político y social, a un nivel horizontal y
mayormente territorial. Si bien la “caída” de Pinochet en el plebiscito constituyó una
alegría generalizada para el mundo popular, los jóvenes fueron quienes más
inmediatamente leyeron la continuidad de un sistema sociopolítico y económico
implantado en dictadura. Por tanto, la celebración tendía a ser más una anécdota que un
triunfo, y los ánimos de lucha política seguían intactos y hasta aumentados. Un entonces
joven poblador nos relata:

“Igual hubo como un emborrachamiento en el hecho de que el viejo culiao se


haya ido pero… pero fue un momento no más po. Fue como celebrar no más de que el
viejo se había ido, así como una especie de muerte del loco, pero al final te pegai el
charchazo al tiro que no po’ […] Mi posición por ejemplo, en mi caso, no se vio
afectada […] yo creo que aumentándole odio no más a la hueá y como radicalizándome
un poco más” 210.

Sabemos que los hijos de la dictadura militar iniciada en 1973 no creían ni


confiaban en los partidos políticos y, por lo general, nunca sintieron apego por las

210
Entrevista a Fernando, op.cit.

- 91 -
lógicas partidarias de las generaciones anteriores (otros terminaron por defraudarse
después). Por otra parte no sintieron profundamente la derrota del ’73 como sus padres e
irradiaban el enérgico ímpetu propio de la juventud. Habían encontrado dinámicas
organizativas nuevas, horizontales y territoriales, y tenían además repulsión por la
figura policiaco-militar y de autoridad en general ¿Por qué habría de ocurrir entonces
una nueva radicalización más allá de la postura rebelde ya aprehendida?

Inferimos del sentir de los propios entrevistados que el triunfo del NO y la


vuelta a la democracia constituyó una nueva derrota, pero ahora una derrota propia.
Vivieron las grandes protestas en los ochenta y vieron en sus propios barrios un espacio
de resistencia al poder y el neoliberalismo; por ende, la vuelta a la democracia constituía
una legitimización de aquello que los oprimía y reprimía. La negativa a Pinochet en el
plebiscito no significó un triunfo, sino más bien la pérdida del apoyo popular a la
resistencia y la proyectualidad política revolucionaria que intentaban levantar jóvenes y
adultos anti-capitalistas. Así pues, con el llamado emborrachamiento social que trajo
consigo el retorno a la democracia, no quedaba más que radicalizar posturas y acciones
contra el orden social y económico heredado. La lucha continuaba, aunque ahora de
manera más dificultosa.

“¡Ah! y bueno también desenmascarar la farsa po’, constantemente. Ahora


uno se asume como… o sea yo básicamente me asumí como anticapitalista, y lo sigo
siendo; entonces al llegar la democracia -y el capitalismo culiao triunfó y se
perfeccionó- el libre mercado así bailó sobre la tumba de todos los hueones…” 211

Otro joven del período, que ingresó a estudiar al ex Pedagógico y encontró allí
nuevas afinidades a principios de los noventa nos habla de una nueva mentira, una
nueva derrota, y una nueva evolución propia:

“…la cuestión se terminó de desarrollar cuando fue la hueá del plebiscito


¿cachai?, esa fue una hueá como que nos vendieron a todos, nos mintieron a todos,
entonces como que ahí viene el principal cambio. Yo salí del colegio el 91, ahí entre a
estudiar y ahí se cachó al tiro que la mano se venía pesadita pa’ todos los que siguieran
cuestionando el orden; entonces ese es como el principio del cambio, más allá de lo que
haya sido la pobla. Fue el cambio histórico, el contexto histórico que se dio, el hecho

211
Ibíd.

- 92 -
culiao de la salida pactada, y que al final se empezó a masacrar y destruir y
desarticular a todos los grupos armados y a perseguir identidades subversivas,
¿cachai? Ahí como que viene el crecimiento más grande mío, en cuanto a teoría y
práctica igual po’, porque igual ahí te poní más choro además” 212.

Además de los fenómenos y sentires a-priori el plebiscito, la juventud rebelde


pobladora identificó también una derrota y nuevas mentiras desde el nuevo gobierno
democrático de la transición. Sabían que sería difícil y que quedarían deslegitimados
ahora bajo las nuevas lógicas democráticas de aceptación del nuevo gobierno; de esta
forma, identifican en la Concertación un nuevo enemigo, que sigue reprimiendo y que
perpetúa un sistema que a todas luces les resulta injusto: sólo constituyen una nueva
administración del modelo pinochetista y sólo tienen por objetivo consolidar las lógicas
neoliberales en la población; al mismo tiempo, deslegitiman cualquier atisbo de
subversión y/o pretensión de transformación social mientras re articulan y perfeccionan
los sistemas represivos y de inteligencia. El nuevo gobierno constituiría sólo un
transformismo para “normalizar” a la población y apaciguar cualquier ánimo de
rebeldía.

“…en realidad los grandes capitalistas se dieron cuenta de que el mejor


administrador del modelo a nivel social era la izquierda ¿cachai?. La derecha formal
pasa por momento de crisis y la izquierda es la mejor coalición, los mejores partidos
para administrar el sistema haciendo creer a la gente de que en realidad ellos quieren
cambiar el sistema…

…y ahí está el tema de que la gran mayoría del movimiento social chileno se
compra ese discurso po’: se compra que lo importante es la democracia, es subir un
poco la vida material que tengai a través del chorreo ¿cachai?; es que te comprai que
tení un hueón que está a cargo de presidente que te va a cambiar la vida y se acabó po’
hueón… se acabó, y el que no esté conforme con eso, puta pa’ eso está la pasta y pa’
eso hay otras hueás …” 213.

Ahora, si bien la juventud popular (y todo el entramado social popular en


general) reivindicaba los Derechos Humanos, a los caídos en dictadura y la memoria
popular, no se quedaban en ello y lo que buscaban de fondo era la transformación
212
Entrevista a Fermín, op.cit.
213
Entrevista a Marcelo, op.cit.

- 93 -
social. Cuando la política de izquierda se vuelca solo a la lucha por los Derechos
Humanos, y olvida por completo la bandera de la revolución volviéndose contra ella,
muchos jóvenes terminan por categorizarla como antagonista. El anterior joven
poblador (no militante, aunque simpatizante del MJL) realiza una lectura y análisis de la
izquierda de los noventa desde la continuidad de su posición revolucionaria y socialista
frente al nuevo gobierno. Reproducimos:

“Yo creo que en los años ’90 fue desde la izquierda un tema que se centra casi
toda en la lucha en los derechos humanos, en la memoria ¿cachai?, en los presos
políticos, por lo menos durante todos los ’90. Y eso es una estrategia de la izquierda
misma, creo yo, para quitarle peso o validez incluso, pero sobretodo quitarle el peso
real y centrar la mirada de la izquierda hacia los derechos humanos, hacia la
reivindicación, hacia la exigencia de una justicia desde el Estado, más que a la toma
de… tomar la justicia en las propias manos, la venganza, o también, y principalmente,
en ver de que, claro, la izquierda pedía justicia pero no pedía socialismo, revuelta,
revolución o como sea. Ya se dieron por perdidos desde la izquierda misma,
renunciaron a sus ideales y vieron que ya la lucha en el plano económico social ya
estaba perdida, y por lo tanto quedaba rescatar como valores de izquierda en torno a
los delitos de lesa humanidad, a los valores de justicia, de no perdón ni olvido; a tratar
de juzgar a un par de personajes oscuros pero nada más allá de eso ¿cachai? Y creo
que eso es un discurso bien articulado desde la izquierda misma para debilitar la
opción de agitación social.

Reconocen por ejemplo que ya no tienen posibilidad de ganar militarmente un


gobierno ¿cachai?, y por lo tanto deben hacer pacto hasta con la derecha misma, con
la DC para mantener un gobierno. Y entran en la lógica del poder, y aquí obviamente
los socialistas y los comunistas caen en la misma lógica y les gusta, y les gusta el
poder, siempre les ha gustado, y los locos mantienen esa lógica de que ya no es
necesario una revuelta social, no es necesario una revolución, no es necesario el
socialismo que en parte reconocen que fue un fracaso. Ven ya el gobierno de izquierda
como una administración de lo mismo, del capital, o del sistema capitalista una
administración, y quizás intentar en algo poner un tono más social pero más allá de eso
nada.

- 94 -
No hay un cuestionamiento a partir de los años ’80 de realmente si lo que se
busca es el socialismo o no. Tú mirai, puta no sé po hueón, cada discurso del 11 de
septiembre de la Concertación, te dicen que lo que se perdió el 11 de septiembre del ’73
fue la democracia, y yo creo que le hubierai preguntado a cualquiera en el año ’73, y
nadie estaba preocupado por la democracia po’: todos estaban tristes, enojados o lo
que fuese porque se perdía el camino al socialismo, no la democracia po ¿cachai?.
Entonces te metieron en la cabeza ese discurso de que lo importante era la democracia,
era la capacidad de decidir, por mientras que el sistema te seguían siendo los mismos
hueones de siempre y vo seguíai estando igual de cagao que siempre no más po” 214.

Es más o menos clara la lectura que realizaba la juventud rebelde y pobladora


de la realidad a principios de los noventa: una gran mentira, una nueva derrota, una
continuidad político económica a la vez que un nuevo impulso para no cesar la agitación
y la postura rebelde, subversiva o simplemente de resistencia al nuevo gobierno
democrático pactado con el dictador. La izquierda ya no es izquierda y la postura
resistente a la dictadura de la población quedaba atrás deslegitimándose cada vez más,
pues quienes no deponían su postura rebelde ya no eran revolucionarios o subversivos
sino simplemente “delincuentes”. Por ello, es claro que los mismos sujetos que
mantuvieron su visión anti capitalista y/o rebelde frente al sistema debieron transformar
sus propios métodos, así como al mismo tiempo la represión también lo hacía. Serían
ahora muchas veces los propios “compañeros” y ex militantes quienes delataban bajo un
nuevo sistema de inteligencia y una nueva represión formal y simbólica. Y con ello se
hacía, a su vez, cada vez más común y efectiva la asociación y el trabajo político no
partidista, sino más bien horizontal, territorial, y de afinidad informal.

2.4 Los viejos motivos y las nuevas formas

Conforme desarrollamos el estudio, identificamos en los discursos de los


entrevistados los análisis, las visiones, los sentires y las rabias que los motivan a
rebelarse primero en dictadura, y para luego continuar en rebeldía llegada la transición.
En este punto, es el nuevo escenario democrático el que nos interesa en mayor grado.
214
Ibíd.

- 95 -
Hemos identificado, al mismo tiempo, una evolución clara en la identidad
pobladora y rebelde durante el proceso dictadura-democracia, al mismo tiempo que una
necesidad de modificar y/o mutar los propios mecanismos y formas de lucha.

Ahora bien, respecto las motivaciones de nuestros sujetos de estudio para


continuar su postura subversiva una vez terminada la dictadura de Pinochet e iniciado el
nuevo proceso democrático pactado con este último, creemos que un propio
entrevistado nos otorga una respuesta concisa y clara al respecto. ¿Cuáles eran las
motivaciones para continuar la lucha iniciada la transición?:

“…puta eran caleta po’. De partida reivindicar la acción de los locos que
fueron asesinados en la dictadura, la necesidad de que existiera justicia, la necesidad
de que los locos que tenían que estar presos estuvieran presos. Había millones de
cuestiones por qué luchar, desde que el pinocho culiao no fuera senador vitalicio, que
no lo viéramos todos los días en la tele, hasta que aparecieran los compas muertos. Yo
quería siempre que apareciera mi viejo y había compas que estaban en la misma
parada po’.

Ya después vai dejando de lado esas cuestiones y como que es una lucha
constante. Después nuestra lucha se convirtió en hacer, en demostrarle a la ciudadanía,
la gente, que la dictadura no había terminado po’, que no existía una democracia, y
que los locos nos iban a seguir cagando a través principalmente de las leyes po’: la ley
de educación, ¿cachai?, la hueá de los ataos de la salud, la privatización de nuestra
vida en el fondo” 215.

Se reconoce mediante el anterior testimonio tres elementos claves. Primero, la


lectura de continuidad social y político económica que realizan los sujetos del proceso
de vuelta a la democracia; segundo, el posicionamiento anticapitalista de los mismos
respecto a la realidad; y, por último, la inmovilidad sociopolítica a la que se condicionó
(por no decir determinó o arrastró) a la población en general, que interpretó un cambio
real, quizás por cansancio y miedo, en el triunfo del NO y la vuelta a la democracia.
Este último punto aumentará la dificultad del accionar rebelde/subversivo durante los
años noventa, en que, además, mutaron y perfeccionaron los sistemas de inteligencia y
represión formal y simbólica del Estado liberal.

215
Entrevista a Antonio, op.cit.

- 96 -
Así pues, y como ya dijimos en algún momento, el plebiscito y la transición
democrática no constituyeron para nuestros individuos de estudio un triunfo, sino más
bien una derrota: la legitimización de un sistema liberal y la des legitimización de la
lucha rebelde. Ahora bien, la lectura realizada fue de no bajar los brazos, los ánimos ni
incluso las armas (caseras y/o de fuego en caso de tenerlas). La transición habría
constituido un proceso pactado por las élites antiguas y nuevas, es decir, habría
constituido un proceso ajeno y no válido ni legítimo para las clases populares. Un
entonces joven nos dice:

“No es que yo diga la vía armada sí o la vía armada no. No creo que haya
soluciones así abstractas que sirvan para todas las situaciones de igual forma,
considero súper válidas y de hecho comparto también las luchas que se siguieron
dando durante la democracia, las acciones armadas, justamente por cómo se llevó a
cabo la transición” 216.

Ahora bien ¿de qué forma podría llevarse a cabo la continuidad de una lucha
socialmente deslegitimada y oficialmente reprimida? Si no se creía en el partidismo y
menos aún en los partidos políticos chilenos ¿cómo hacerlo?

Las nuevas lógicas y dinámicas organizativas de la juventud desarrolladas


durante la dictadura e iniciadas desde la población sugerían una lucha territorial y
horizontal, no sujeta a una estructura partidaria vertical ni autoritaria. Desde las grandes
protestas nacionales durante la década de los ochenta, la juventud tomó como ejemplo la
protesta y la acción política directa y autónoma desde la población; en un período en
que los partidos revolucionarios y organizaciones combativas se encontraban muy
debilitados, la fuerza social los desbordaba.

Desde allí el aprendizaje político y la asociatividad no partidista de los hijos de


la dictadura, los hijos de los antiguos militantes revolucionarios de los setenta, y que, a
diferencia de estos, no renunciaban voluntariamente a su propia libertad revolucionaria
con el fin de alcanzar una unión vanguardista de acción partidista eficaz. Más bien, se
revelaban desde su propia libertad y rabia visceral contra el poder, contra el Estado
liberal y contra los propios “partidos traidores” de la transición.

216
Entrevista a Luis, op.cit.

- 97 -
Los testimonios nos ayudan a comprender e identificar la “nueva”
asociatividad política de los jóvenes crecidos con Pinochet, que alcanzan mayor
madurez política iniciado el proceso de restauración democrática. Un joven de la Villa
Portales nos relata refiriéndose a la forma de organización política barrial en la
transición Pinochet-Transición:

“Como que uno se empieza a convertir un poco en adicto al riesgo, a la


adrenalina, y de partida, ya primero las piedras, después empezai a cachar que tení
amigos que son un poco más ‘vivos’, o que están en las misma parada que uno.
Entonces empezai como a… ‘qué pasa si hacemos acciones más cuáticas, más
violentas’. De repente igual hay locos que son viejos dentro de la villa o de los piños
motivados; como que van cachando que, puta, erís de confianza po’” 217.

Podemos dar cuenta de una organización territorial que va entretejiéndose entre


los mismos sujetos de la población/villa interesados o rebelados contra el poder. La
confianza se hace primordial en este tipo de asociatividad “informal” de compromiso,
que va desarrollándose en forma de célula, aunque sin responder a ninguna instancia
superior de jerarquías. El concepto “célula”, utilizado en la organización partidista
comienza a ser reemplazado por el concepto coloquial de “piño”, que en coordinación
con otros “piños” comienzan a enfrentarse y resistir el neoliberalismo y la nueva
cotidianeidad, al mismo tiempo que complican los embates represivos del Estado,
acostumbrado a las estructuras revolucionarias partidarias.

Otro joven nos habla también al respecto, manteniendo una lógica similar,
aunque desde el espacio de la universidad:

“…entré a estudiar al sector de Macul con Grecia y soy parte, todo el mundo
más menos de izquierda tiene un cierto sentido político y ya soy ‘parte de’, empezai
como redes de apoyo y de a poco te vay integrando más en el trabajo político po’. El
tema es que al final uno se queda, yo por lo menos me quedo particularmente en el
trabajo político desde la comunidad y desde la universidad y no necesariamente en una
participación militante activa, ¿cachai?” 218.

217
Entrevista a Antonio, op.cit.
218
Entrevista a Marcelo, op.cit.

- 98 -
Nuevamente, aunque desde otro espacio, se hace alusión al trabajo político
territorial no formal, aunque sí asociado y construido horizontalmente desde una base
“afín”. Los denominados “piños de resistencia” requieren de las redes de apoyo
mencionadas para lograr un ataque considerable al status quo desde los diferentes
espacios y frentes de resistencia no partidistas. La “afinidad” se hace particularmente
notable y hasta indispensable; otro relato hace alusión a ello:

“Debe haber sido por la hueá de mi viejo, por haber tenido tanto libro
comunista y todo, pero como que al tiro caché que había algo malo en la jerarquía y en
la autoridad, y como en la organización formal militarista. Así que siempre, siempre de
hueón como dice el coco, siempre independiente, siempre autónomo pero uniéndote con
afinidades para hacer hueás po’ ¿cachai?, con locos que están en las mismas, que vai
cachando. Los mítines ¿cachai?, y ahí mismo vai cachando… los mismos amigos de
uno… primero llegai por el vacile y la rabia nomás, pero después te mantení porque
hay un piso mínimo, básico, que te lleva haciendo acciones en función de cómo está el
contexto. Entonces hay una organización formal no po’, pero un piño sí, siempre estuve
con un piño” 219.

De esta forma el método de organización y acción política por excelencia lo


constituyó el grupo de afinidad o “piño”, que ofrecía un mayor espectro de
posibilidades e incluso una mayor seguridad que un partido político ante la represión.

Al constituirse autónomamente y no basarse el grupo afín en jerarquías ni


burocracias, puede movilizarse y actuar de maneras muy diversas, sin estar los sujetos
“obligados” a actuar en nombre de una orden. El grupo actúa de acuerdo a su propia
visión y coordina acciones con otros grupos con los que generalmente comparte
aspectos ideológicos. Así pues como “piño” se enriquece la discusión y se desarrolla a
partir de experiencias, saberes y sentires un proceso complejo de construcción de
rebeldía teórico-práctica, planificada, coordinada y directa.

219
Entrevista a Fermín, op.cit.

- 99 -
2.5 La complejidad del nuevo escenario

Confluimos entonces en un contexto donde la organización juvenil popular


iniciaba o tomaba nuevos cursos y ritmos diferenciados de antaño, donde el Estado y la
represión se re articulaban, y donde la propia sociedad a grandes rasgos cambiaba su
lectura y visión de la realidad, pues se acababa la dictadura y con ello se terminaba
generalmente la propia necesidad de resistencia sociopolítica. Un escenario complejo
para quienes no depusieron los incansables ánimos rebeldes y anticapitalistas frente a un
contexto político-económico continuo y aun en perfeccionamiento, y en que las bases
del apoyo social a la resistencia y el enfrentamiento se diluían en el discurso
democrático:

“Claro, se pierde ese apoyo que tení, y ya pasai a ser el hueón que está
reclamando por reclamar; ya te empiezan a llamar cabeza de pistola, ya empezai con
otros términos y obviamente la represión ya al ser más selectiva a finales de los ’80…
ya es precisamente porque ya es más… los apoyos sociales ¿cachai?, la base de apoyo
que te da la misma comunidad ya la perdiste, sobre todo después del ’88 cuando ya
todo el mundo está esperando solamente que se vaya Pinocho y que cambien el
gobierno, ya perdís todo eso po’” 220.

Es clave el testimonio reproducido en el punto específico de la pérdida del


apoyo social de la subversión. La pérdida o la falta de apoyo de la misma comunidad a
las acciones y los discursos concretos de las organizaciones revolucionarias formales o
no, condicionará la acción misma e incluso la propia existencia de estas mismas. El
quehacer de los grupos rebeldes durante los noventa se ve deslegitimado y condicionado
por el contexto social por lo general adverso, que se fomenta a través de los medios de
comunicación, la nueva institucionalidad y el discurso gubernamental. Es este quizás el
factor más determinante de lo que será el escenario democrático hasta nuestros días.

Por su parte, ya hemos analizado la evolución represiva del Estado desde la


brutalidad dictatorial hacia la mayor selectividad y delación utilizada a partir del nuevo
período democrático iniciado con la Concertación. Asimismo, se dio cuenta de la
transformación discursiva y simbólica del Estado y la sociedad respecto a los sujetos
220
Entrevista a Marcelo, op.cit.

- 100 -
revolucionarios post año ’89. Para la juventud subversiva las condiciones represivas no
cesaron ni disminuyeron, más bien, se transformaron y hasta agudizaron. Refiriéndose a
la violencia coercitiva ejercida desde el Estado iniciada la Democracia:

“… no se veía tan crudamente en la calle, pero si la veías en las leyes, en la


misma hueá que te decía, la creación de La Oficina, estaba el Belisario Velasco, los
locos nos persiguieron, ¿cachai?” 221.

Existe entonces una continuidad real y subjetiva de la persecución política


desde el mismo inicio de la transición. Cambiaban determinados métodos e
instituciones, pero la esencia propia de los esfuerzos represivos por aniquilar cualquier
foco o grupo revolucionario se mantenía intacta, e incluso se perfeccionó con el
fomento de la delación compensada, el funcionamiento de “La Oficina” y la
instauración de una cárcel exclusiva para la reclusión de presos políticos. La Cárcel de
Alta Seguridad constituirá el elemento más novedoso y representativo de la nueva “caza
de brujas” en Democracia.

“Era cuático po, brígido que se forme una cárcel sólo pa’ la prisión política,
solo pa’ meter hueones presos políticos dentro de la hueá po. Entonces como que te
cagai de miedo, pero a la vez decí ‘puta estamos haciendo las hueás bien porque los
locos nos tienen miedo po’… pero sí, tuvimos que redoblar nuestros cuidados, nuestra
seguridad ¿cachai?. Hubieron caleta de locos que se salieron, otros nos chantamos un
tiempo, era peligroso, nadie quería caer en esa hueá po. Más encima las leyes sobre
prisión política nunca se ablandaron po’, sino que, puta, se recrudecieron hasta el día
de hoy” 222.

Es obvio que esta reestructuración represivo-estatal y las novedades


persecutorias instauradas por la Democracia traerían consigo también una modificación
en las prácticas subversivas de los sujetos declarados en rebeldía. La reproducción
anterior ya nos mencionaba un redoble de la seguridad y un aumento del temor por el
escarmiento que significaba la instauración de la CAS. Otro joven -militante durante
fines de los ochenta y principios del noventa- declara al respecto:

221
Entrevista a Antonio, op.cit.
222
Ibíd.

- 101 -
“Había que actualizarse obviamente en lo que uno quería hacer, porque
habían cambiado los métodos, ahora eh… no sé, tus mismos compañeros eran los que
te estaban delatando, o tus mismos compañeros eran los que estaban así trabajando
con la inteligencia del Estado. Entonces, sabían cómo operabai po’, había que tener
una eh, una reestructuración” 223.

Como hemos visto anteriormente, una gran reestructuración o consolidación


diferenciada de las prácticas de antaño la constituyó la organización política “informal”
(no partidaria). El propio entrevistado abandonó su militancia para volcarse a la
organización resistente territorial y horizontal de “los piños organizados”. Pero, además
de ello, se debió también reestablecer confianzas y seguridades en todos los aspectos:

“Ahí también hubo un cambio. Yo lo percibo como una tendencia a hacerse


más silencioso, el trabajo, las acciones… de por sí tiene que ser silenciosa cualquier
acción política, pero ahora silenciosas incluso con la gente que uno puede haber tenido
confianza, porque no iban a estar de acuerdo, no estaban de acuerdo. Entonces como
que hubo un cambio en ese accionar, y para mí, que no era militante, cabro chico igual,
la acción consistía fundamentalmente en acciones con gente que tuviera ideas más o
menos afines, no organizados como partido político; aunque muchas veces sí con
personas que eran militantes, que también fueron compañeros en cierto modo” 224.

En resumen, el Estado se “democratizaba” al mismo tiempo que continuaba y


recrudecía la persecución política de los sujetos rebeldes, instauraba nuevas formas,
nuevas leyes y nuevas instituciones y recintos; por otra parte, el apoyo social de los
sectores populares a la lucha resistente y subversiva en Dictadura, se ve mermado y casi
aniquilado tras el plebiscito y con la llamada vuelta a la Democracia. Los sujetos
subversivos (re) declarados en rebeldía continuaban su lucha anticapitalista bajo nuevas
formas de lucha y organización y con diversos métodos, tradicionales o no, aunque
ahora sin el apoyo casi transversal de las propias comunidades y bases populares:

“Te veías más atado de manos po, porque de repente salían las típicas viejas
de ‘oh por qué tiran piedras, por qué se agarran con los pacos si ya terminó la
Dictadura’. Y cómo le haciai entender a la vieja que la Dictadura en realidad no había
terminado… Más encima era doble tarea po, ya no era solo enfrentarse, más encima
223
Entrevista a Ismael, op.cit.
224
Entrevista a Luis, op. cit.

- 102 -
tení que empezar a hacer propaganda. Entonces ahí hubo un cambio también desde
nuestras formas, desde nuestras prácticas cotidianas de enfrentarnos po” 225.

Es inmersos en esta inmovilidad y paz social aparente post-plebiscito en que


los sujetos disconformes y declarados rebeldes frente a un sistema liberal alzaron sus
voces y sus energías contra la continuidad y el perfeccionamiento de la opresión, la
enajenación y la represión de un “nuevo” sistema. Chile no constituía el país de la
alegría que se pintó, aunque muchos así lo asimilaran. Por ello, muchos sujetos se
alzaron en resistencia y subversión desde la autonomía y la acción espontánea o
coordinada en diversos espacios e instancias a partir de la horizontalidad y la
hermandad, alejados de las jerarquías. Durante los noventa y en proyección hacia
nuestros días se reactivaban y levantaban nuevas luchas contra la normalidad instaurada
por la hegemonía democrática liberal considerada casi incuestionable. En tiempos de
derrota tras derrota popular, muchos sujetos continuaban (y continúan) alzándose y
dando vida a prácticas político-organizativas de carácter antiautoritario y anticapitalista
a partir de lógicas autónomas y autogestivas iniciadas en barrios y poblaciones y que
continúan germinándose y multiplicándose espacio tras espacio.

225
Entrevista a Antonio, op. cit.

- 103 -
V. Capítulo tercero: Los hijos de la subversión. Balance histórico y
proyección en las formas de organización y resistencia política, 1990 - 2015.

¿Dónde está la libertad?


Digo, ¿hay quien me la mostrara?
Si aquí o allá se encontrara,
pero nadie sabe de eso,
pues se siente en carne y hueso,
sin jamás verle la cara.

Quizás no existe en ni’un lado,


ni en concepto ni elemento
y ¿cómo?,
si yo la siento cuando decisión reúno,
porque la libertad es uno
al ponerse en movimiento.

Canto afuera e’ la capacha


gozando en movilidad,
mas no vivo en libertad
por estar fuera e’ la celda.
Y también es cárcel mierda
esta vasta sociedad.

Que extraño este sentimiento


de alegría y de rencor,
mientras más crece mi amor
por la total libertad.
El odio a la autoridad
también se me hace mayor.

La acción de burla y ataque


no es propia de quien se arruga,
mas del que no se subyuga
ni a la cárcel ni a la reja,
y antes que darse en bandeja,
se reafirma en la fuga.

(La Lira Libertaria; Versitos 226)

226
En Álbum homónimo, 2015

- 104 -
1. Para una evaluación de lo realizado

Hemos podido acercarnos a la gran complejidad del escenario sociopolítico que


se vivía en el país durante el periodo histórico hasta ahora analizado –finales de los ’80
y comienzos de los ’90-, y hemos conocido algunas de las posibilidades de resistir a su
embate e intentar luchar por una transformación que diera cabida a la libertad, a la
esperanza, a la humanidad, a la dignidad, al desarrollo pleno de los sujetos en la
sociedad y a su felicidad. Cabe ahora reflexionar en torno a los alcances que tuvo el
accionar de los sujetos rebeldes respecto de sus propósitos y anhelos personales, de su
enemigo y del espacio desde el cual ejercían su resistencia. Pero, ¿cómo hacerlo?,
¿cómo dimensionar el impacto de la rebeldía en esos años, en tanto pensamiento y
acción, cuando ya sabemos que vivimos en un entramado social que es consecuencia del
aparataje socioeconómico que se montó entonces?, ¿debemos cuantificar acciones,
calcular muertos, cualificar en base a algún parámetro inerte y disociado de la realidad
hablando de eficacia o efectividad?

Resulta difícil traspasar vivencias, acciones, aprendizajes, reflexiones,


relaciones y experiencias individuales y comunitarias a términos medibles en función de
su efectividad, ya que todos estos elementos conforman un rico y complejo entramado
constitutivo de los sujetos y de su perspectiva respecto de la sociedad de la que forman
parte. La experiencia de la rebeldía, entonces, construye o altera percepciones,
valoraciones e incluso conceptuaciones propias de los individuos, lo que es altamente
difícil de asir en función de ser expresado en términos medibles. Por cuanto el objetivo
de la rebeldía supera la realización de alguna acción específica y limitada y se proyecta
en contra de un macro sistema social, político y económico, lo que resulte de ella puede
ser considerado en diversas y dispersas variables de acuerdo a la intencionalidad
primaria que la origina.

Es así como al mirar en retrospectiva e intentar realizar un balance entre el


contexto opresor al que se enfrentaban, las posibilidades de accionar en su contra y lo
efectivamente realizado, los jóvenes rebeldes dudan al hablar de efectividad, por lo que
esta suerte de evaluación tendrá como foco las reflexiones de los propios sujetos acerca
de sus propósitos y anhelos en relación a la evolución de la realidad contextual en la que
desplegaron su oposición rebelde.

- 105 -
1.1 Impacto de la resistencia respecto del sistema

El cambio de sistema político en Chile a partir del plebiscito de 1988, como


hemos mencionado anteriormente, no supuso una transformación trascendental del
orden sociopolítico que imperaba en el país, puesto que las profundas raíces del
neoliberalismo implantado durante la dictadura se afianzaban con fuerza con el pasar de
los días (y lo siguieron haciendo con mayor ímpetu durante la “democracia”), y el poder
político fue traspasado de forma consensuada a manos de quienes procuraron
consolidarlo a través de la mantención de la Constitución Política de 1980, sin reformas
significativas. La transición, entonces, no fue más que el símbolo o la esperanza de un
cambio que nunca llegó a producirse, ni pretendió ser otra cosa.

Este hecho marcó sin duda al país en su conjunto, puesto que ponía término, al
menos nominalmente, a diecisiete años de un severo régimen dictatorial para dar paso a
un regreso a la democracia, aunque esto distara mucho de representar un cambio
sustancial en las condiciones de vida de los sujetos y no se encontrara en relación a los
profundos propósitos del accionar juvenil rebelde de la época. Aun así, la caída del
dictador es reconocida como un paso adelante en ese camino:

“obviamente, el hecho más significativo es que se acaba -entre comillas- la


dictadura y vuelve la llamada democracia po, que es como el hito más importante
dentro de esos años, entonces no se puede obviar”. 227

El proceso de transición a la democracia fue entonces un cambio de mando que


dejó atrás el autoritarismo de facto, pero que no trastocó los cimientos del orden
sociopolítico que se instauró a lo largo de aquellos diecisiete años; de manera que no
puede ser reconocido como una victoria ni como la consecución de un objetivo por parte
de los rebeldes del periodo. Si bien la dictadura en si misma constituyó parte importante
de sus motivaciones para resistir y combatir, su ocaso no acabó por derrumbar las
estructuras del sistema que había implantado, por el contrario, estas se encumbraron por

227
Entrevista a Fernando, op. cit.

- 106 -
encima de las prioridades de quienes ostentarían el democrático poder político de los
’90:

“Se fue el Pinocho, pero llegó el Aylwin que es básicamente lo mismo po, o
sea, ¿qué? El Aylwin no mandaba a matar gente con los milicos pero el loco es
funcional a los Chicago Boys tanto o más que Pinochet. Entonces, en cuanto a
efectividad en ese aspecto, yo creo que claro, si hay algo efectivo es que se fuera el
Pinocho, la figura del Pinocho, la figura del fascista, es así ya casi un acto simbólico
porque los poderes económicos agarraron el país y ya decidieron ‘ya, el milico ya no
nos sirve, los marxistas ya están aniquilados, los marxistas ya no existen tampoco acá,
o sea existe el Partido Comunista que tiene menos convocatoria que iglesia musulmana
acá y démosle, pasémosle la pelota un rato a estos hueones”. 228

En este sentido, el balance resulta ser negativo, puesto que la resistencia a la


dictadura no evitó una salida pactada de ella, y los actos de rebeldía no hicieron
tambalear al sistema. Los partidos políticos que se opusieron a la dictadura militar y sus
atrocidades, como el Partido Comunista, estaban debilitados en su base social y,
además, adscribieron al pacto de traspaso de poder político respaldando la
preponderancia de la mantención del sistema económico que ahora más que antes se
afianzaba y ejercía gran influencia en el control de las decisiones políticas.

En consecuencia, el adversario lejos de debilitarse se fortaleció, ya que gran


parte de la población respiró tranquila y en conformidad con el fin del régimen de terror
de Pinochet, sin cuestionarse mayormente las implicancias que la transición pactada
tendría sobre el desarrollo de su vida cotidiana o si habría un cambio de condiciones tal
que significara una mejora en el ámbito social. Este apaciguamiento general de la
población que festejaba el regreso a la democracia sirvió para ganar terreno a la
resistencia y desmovilizar a una gran mayoría que sólo luchaba por derrocar al tirano:

“o sea, si hay una cosa que es comprobable e innegable es que el sistema es


cada vez más fuerte po, es cada vez más fuerte y es cada vez más difícil luchar contra
él. Y tiene que ver mucho con que se desmovilizó todo, se desmovilizaron muchas cosas,
y con que en realidad la gran parte de la población no estaba ni ahí…” 229

228
Entrevista a Claudia, 13/04/2014.
229
Ibid.

- 107 -
Al ver reducido el piso social de sus reivindicaciones, quienes siguieron en la
senda de la rebeldía se encontraron luchando cada vez más solos contra un sistema que
no se había modificado. El escaso o nulo interés de la gran mayoría de la población por
resistir a él se explica por la victoria que vieron en el fin de la dictadura y el arribo de
promesas de justicia a los muertos y torturados en ese periodo, pero también por el
minucioso y exhaustivo trabajo del poder en orden de normalizar frente a la población el
impacto de su injerencia y sus repercusiones a nivel social. Así, repuesta la normalidad
democrática, no cabía espacio a resistencias de ningún tipo, ya que el flamante
neoliberalismo ya rendía sus frutos y abría posibilidades a todos; o al menos esa era la
impresión que se daba a la gente. En función de esto, el rol de los medios de
comunicación fue fundamental para mantener el status quo social e integrar a una gran
mayoría a una nueva etapa del país, etapa que estaría marcada por el desinterés en las
cuestiones políticas y la fascinación por el consumo, ambos elementos que
proporcionarían una relativa paz social:

“O sea, al sistema no sé… el sistema se acomoda, se acomoda súper bien, y la


base, el gran capital por llamarlo así del sistema es la idiotización de la gente po, la
dictadura sirvió mucho pa’ eso, pa’ que esa gente se idiotizara. Y la dictadura y bueno
la Concertación continuó eso y hasta lo incrementó en alguna aspectos, como por
ejemplo en el contenido televisivo o cosas así, y entonces el gran capital en ese sentido
de todo el sistema es que la gente no… la gente se la banca po, se la banca sea como
sea”. 230

Bajo este escenario, que incluso es extensible a la realidad social actual, la


rebeldía se encontró de frente con el rechazo de la población que, dirigida y alentada por
el nuevo gobierno democrático, no dudo en creer innecesario su actuar en el nuevo
contexto de alegría post dictadura e incluso criminalizar cualquier acción que rompiera
con ella. Los anteriormente denominados “extremistas” ahora eran llamados
“terroristas”, exacerbando el repudio hacia ellos, sus acciones y sus motivaciones para
continuar luchando. En función de esto, se desarrollaron una serie de medidas para
frenar a los grupos rebeldes, tal como detallamos en el capítulo I, las que son vistas por
Fernando como un nuevo embate a la acción rebelde y como otra arista negativa en la
evaluación de lo realizado:

230
Entrevista a Fernando, op. cit.

- 108 -
“para peor, el sistema toma sus resguardos como tirar más….como no sé po,
leyes represivas, darle más… no sé cómo decirlo…darle mayor importancia al control
social. En ese sentido, el sistema sí hizo eco de nuestras acciones, pero como para
tomar medidas para seguir controlando po”. 231

En definitiva, y como era previsible en función del estado actual de la


situación, el balance relativo al accionar rebelde de fines de los ’80 y el periodo de
transición es bastante oscuro, puesto que no se logró dañar al enemigo que más bien se
fue armando de distintas corazas en la medida de lo necesario y respondió con severidad
para aplastar, disolver y encarcelar a la disidencia, dando más motivos para resistir su
opresión:

“Entonces en realidad mucho que hacerle al sistema no…tan efectivo no es, si


yo creo que… pucha, no sé, quizás instaurar algunos temas, no sé, como hacer
conciencia de que existían todavía muchos presos políticos, bueno que después con el
tiempo tuvieron amnistía, pero no sé si eso llamarlo algo efectivo en realidad”. 232

El pensamiento y el accionar rebelde y confrontacional al macro sistema


político y económico que impera en Chile no agotó sus fuerzas ni se dio por vencido
entonces, sino que siguió (y sigue) operando en una continua dinámica de ataque y
respuesta, esto pese a lo imponente del adversario y a las dificultades que representó
reconocerse en rebeldía en un contexto tan adverso. Por su parte, el sistema dio
agresivas respuestas a todo intento a subversión de la normalidad impuesta y en este
enfrentamiento no falló en convencer a gran parte de la población de que la resistencia
era anacrónica y sin sentido.

1.2 Repercusiones en el espacio de lucha

El espacio en el que la rebeldía no militante halló su principal nido durante la


dictadura militar y desde el cual se desarrollaron dinámicas de organización social y
popular, como describimos en el capítulo II, fue la población. Las precarias condiciones

231
Ibid.
232
Entrevista a Claudia, op. cit.

- 109 -
de vida ligadas al directo impacto de las políticas socioeconómicas del gobierno
dictatorial, así como la historia de lucha y conciencia social propia de las poblaciones
surgidas de tomas de terreno, se conjugaron para conformar un espacio que abarcó tanto
el rechazo y la oposición al régimen como las reflexiones y acciones de lucha en su
contra:

“en el espacio de la población, existió mucho de resistir, resistir frente a la


opresión de los milicos, frente a la opresión de los pacos, frente a la opresión del
estado”. 233

Sin embargo, con la llegada de la llamada “democracia” la unidad relativa que


unía a los espacios poblacionales en torno a la resistencia política se fue diluyendo.
Esto, en función del término de la dictadura, que se enarbolaba como principio
fundamental de la lucha en términos generalizados en las poblaciones, principio que
reunía los anhelos de los vecinos y también de los rebeldes:

“pasó mucho en las poblaciones que ya la resistencia se dejó de lado, que


mucha gente se dejó de relacionar así en función a la política […] yo creo
sinceramente que la población se… en ese tiempo, o sea después de la llegada de
Aylwin, la población se desmovilizó harto, con claras excepciones que son siempre las
tomas po, las tomas son lugares donde se resiste y se lucha constantemente, pero
también son hechos aislados”. 234

Esto, pese a que la presencia de la represión continuaba a la vuelta de la


esquina, haciendo visible que la democracia también defendería el orden y ejercería el
control:

“claro, después del plebiscito los milicos se fueron, los pacos quedaron, ojo,
los milicos se fueron a sus cuarteles pero las calles quedaron igual llenas de pacos”. 235

La desmovilización de las poblaciones se relaciona también con el cierre de


aquellos espacios que durante los ’80 albergaron la acción social, tales como la iglesia y
sus comunidades cristianas de base. Su término hacia 1986 marca en cierto sentido un

233
Ibid.
234
Entrevista a Fernando, op. cit.
235
Ibid.

- 110 -
debilitamiento de la articulación poblacional de resistencia, puesto que limita los
espacios de organización y da paso a la búsqueda de otros nuevos:

“el barrio ya no tiene en este momento la fuerza que tenía hasta los ’80
porque, por ejemplo, las comunidades cristianas de base era una utilización que la
gente le daba a los espacios que daba la iglesia que eran espacios con menos
intervención directa del estado pa’ poder organizarse po, pero no era que porque sí
fueran todos católicos o cristianos ¿cachai?, te daba… ocupabai ese espacio ¿cachai?
y ese espacio la iglesia lo cerró porque también la iglesia ya no le interesaba hacer
crítica tampoco…” 236

Sin embargo, estos factores no son los únicos que determinan el proceso de
desmovilización de las poblaciones como espacios de resistencia, ya que la ofensiva del
sistema económico se deja caer sobre la gente que ya tranquila con el fin de la
dictadura, da la bienvenida al símbolo de esta nueva etapa de neoliberalismo en
consolidación, el consumo:

“existe un triunfo simbólico con la caída del Pinocho, porque en la población


se resistía, después ya no se resistía tanto, entonces el sistema neoliberal se implementó
pero así de perillas”. 237

“la gente, incluso en la pobla… empezaron a comprar teles, pasaron de la


tele de catorce pulgadas a la de veintiún pulgadas, empezaron a comprar el equipo
estéreo, y así, cosas, cosistas, el consumismo se… llegó para quedarse y nada po…” 238

“se vive una locura en torno a la apertura del mercado, la gente se pone a
consumir brígido, entonces como que esta iniciativa popular que estaba desde los ’80
tenía que ver con cosas mucho más concretas que hoy día estaban siendo resueltas por
el mercado. En los ’80 el problema de hambre se resolvía con la gente organizándose y
haciendo ollas comunes, en los ’90 el problema del hambre se resuelve con la gente
endeudándose”. 239

236
Entrevista a Marcelo, op. cit.
237
Entrevista a Claudia, op. cit.
238
Entrevista a Fernando, op. cit.
239
Entrevista a Pablo, 23/04/2014

- 111 -
Sumado a lo anterior, las políticas de seguridad ciudadana y la inserción del
temor como estado de alerta constante, ya no el temor a la represión sino el temor a los
pares criminalizados, hacen que la vida comunitaria en las poblaciones que fuera tan
rica en las décadas precedentes, disminuya y de paso paulatinamente a la reclusión
voluntaria de las personas en sus casas:

“a partir de los ’90 la gente se tiende a encerrar cada vez más en su casa y
ocupar menos su barrio”. 240

En este sentido, el balance nuevamente no es muy alentador, puesto que en este


enfrentamiento los valores que fueron de la mano con la rebeldía en el espacio de
resistencia poblacional de los ’80, tales como la solidaridad y el comunitarismo, se ven
mermados a propósito del avance y la consolidación del neoliberalismo y las renovadas
políticas represivas tendientes al aislamiento y la criminalización de los sujetos. Así, el
individualismo y el miedo van ganando terreno progresivamente en las poblaciones en
desmedro del cooperativismo y la organización social:

“y se instala mucho este discurso que apunta mucho hacia el individuo, a tu


responsabilidad individual, ¿cachai? Como que se empieza como a deconstruir esos
conceptos que estaban planteados desde lo colectivo y desde lo comunitario”. 241

“la criminalización es parte de todo el juego neoliberal, si los dueños de los


medios que meten el miedo son los mismos que son dueños de las empresas de
seguridad, entonces no es… te meten miedo pa’ que tú te quedí encerrado en tu casa y
pongai una reja cada vez más alta, pogai chapas, te encerrí y juguí play adentro de tu
casa y no salgai a ocupar tu barrio, a tomarte una cerveza en la esquina con tus
amigos, ¿cachai? Son hueás que avanzan hacia el consumo y hacia el individualismo y
hacia la no utilización territorial, sobre todo… no es porque no les guste que estí en la
plaza, porque es que no les gusta que estí en la plaza conversando con tus vecinos y que
te organicí, sobre todo en ese periodo que ya no se quería más de eso, querían terminar
con la organización social po”. 242

240
Entrevista a Marcelo, op. cit.
241
Entrevista a Pablo, op. cit.
242
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 112 -
Sin embargo, no todo es perder puesto que, más allá de la influencia del
aparataje económico represivo del sistema, los valores fundamentales de la población se
mantuvieron en aquellas con larga y profunda historia combativa, aquellas que
conmemoraban sus fechas significativas y también las de la dictadura, las que
continuaron con la solidaridad entre vecinos aunque fuera en menor medida. Tales
experiencias dan paso en la segunda mitad de la década de los ’90 a una vuelta sobre
esos valores de antaño y a una revaloración de la historia y la trayectoria poblacional,
especialmente en aquellas poblaciones emblemáticamente combativas:

“entre el ‘85 y el ‘95 han tenido, si, igual permanecieron movilizadas. Lo que
es que, claro, se fue atenuando todo, claro, mucho, mucho, mucho. Pero después como
que, existen varios grupos o colectivos o grupos afines que empezaron a rescatar como
la memoria de la población y empezaron a hacer cosas interesantes. Entonces ahí está
el ejemplo de grupos como que, pequeños grupos que resisten en la Victoria, en Villa
Francia, en Lo Hermida.” 243

En función de los factores analizados, si es posible realizar una evaluación, esta


nos remite a la desmovilización de los espacios poblacionales como un elemento
negativo; no obstante, aquellas experiencias que durante el proceso de resistencia a la
dictadura dieron como resultado un enriquecimiento de la vida comunitaria y el
desarrollo de valores afines a ella, lograron permanecer o fueron rescatados
posteriormente en algunos espacios específicos. En el resto, el sistema se encargó de
implantar estrategias de control social bastante efectivas que, sumadas a las novedades
que trajo consigo la posibilidad del consumo virtualmente ilimitado y el avance de la
tecnología, lograron penetrar en el entramado social del espacio poblacional
debilitándolo y alejándolo de su historia de combativa resistencia.

Este suceso da paso al desarrollo de otros espacios de lucha y organización,


donde convergen los jóvenes rebeldes:

“entonces, en ese aspecto de que la pobla deja de ser el lugar pa’ organizarse,
empieza adquirir mayor así como importancia los otros espacios así como, no sé po,
creo yo el espacio de la casa de estudios, por ejemplo” 244

243
Entrevista a Fernando, op. cit.
244
Ibid.

- 113 -
1.3 La subjetividad rebelde

Una vez analizado el panorama general de la realidad chilena en el proceso de


fin de la dictadura militar y comienzo de la transición democrática, y reflexionado sobre
los efectos del enfrentamiento rebelde contra el sistema opresor en sí mismo y respecto
de los espacios de resistencia, surge la pregunta acerca de los propios rebeldes y su
introspección relativa a lo realizado y a lo que queda por hacer. ¿Qué resultó de todo lo
vivido?, ¿cuál es la motivación para continuar por el mismo camino?, ¿qué evaluación
se puede realizar en términos personales?

Más allá de la satisfacción por la consecución de pequeños objetivos traducidos


en el éxito de algunas acciones determinadas, intentamos acercarnos a las reflexiones
más profundas de quienes hicieron de la rebeldía parte fundamental de su vida y para
quienes no hubo victoria en el simbólico cambio de manos del poder político tras la
dictadura de Pinochet.

En ese sentido, el primer elemento a considerar que surge es el propio hecho de


comprender que no hubo un logro efectivo, que nada cambió y que, por lo tanto, se hace
necesario persistir en resistencia:

“en lo personal… o sea, como que el triunfo entre comillas o lo que a uno le
puede llegar a enorgullecer es que no compró la pomá po, no se la creyó, que no se
desmovilizó después del maquillaje que le dieron a este sistema po, que no se creyó el
cuento”. 245

Esta convicción lleva también a la búsqueda de certezas en relación a la forma


de organización que se ha de seguir en adelante, así como a la confirmación de aquellas
que se alejan de los valores propios. Existe, entonces, una relectura de lo vivido en lo
personal, así como de lo realizado por otras organizaciones que resistieron a la
dictadura, un repensar todo para plantearse frente a este nuevo escenario:

245
Ibid.

- 114 -
“En ese sentido, lo que pasa yo creo que como en el aspecto personal…
obviamente como terminar ya con el desencanto de… o sea, no terminar con el
desencanto, sino que desencantarse completamente ya ¿cachai?, terminar de
desencantarse por decirlo de alguna manera con las estructuras tradicionales de
organización piramidales y propias de la política oficial po o tradicional po, porque
pa’ que vamos a estar con cosas, o sea los frentistas podrán haber sido muy
antidictadura pero eran locos con un pensamiento más… o sea, eran bien cuadrados
pa’ sus cosas…” 246

De esta forma, se reafirma la distancia entre la rebeldía autónoma y las


organizaciones de corte partidista, lo que se relaciona con diversos factores asociado a
los valores propios de cada persona que no encuentran eco en este tipo de organización
que siguió siempre con un pie en los ’80. Además, las motivaciones personales y la
forma de vivir la resistencia rebelde en pos de la felicidad tampoco se condecían con las
antiguas lógicas de inmolación personal por la causa:

“… no sé po, darse cuenta que el asunto no es tan así, que no tiene por qué
haber una militancia, un sufrir por el partido, una especie de sacrificio constante
siendo que siempre había gente que dirigía y que sí o sí recibía mejor parte de la torta
po, y no estar dispuesto a ser un peón en una lucha po”. 247

Así, la desazón, el desencanto y la impotencia dan paso a reflexiones


fundamentales acerca de cómo vivir la rebeldía en lo cotidiano sabiendo que hay nuevos
impedimentos represivos para ello, que un cambio trascendental está muy lejos de
producirse y que el enemigo está siempre alerta y en constante fortalecimiento.
Fernando nos comenta que esas mismas certezas son las que abren el camino a un
repensarse más profundo y acucioso, de comprender que el sistema y sus antivalores no
sólo están frente a los sujetos, sino también dentro de ellos y que comenzar por
reconocerlo y hacerse cargo de ello es un paso de gran relevancia para continuar en la
resistencia al sistema y subvertirlo:

“ahí uno se da cuenta que hay que tomar la lucha desde un ámbito más
personal, de uno mismo, darse cuenta las cosas que… cómo el sistema está en uno

246
Entrevista a Claudia, op. cit.
247
Entrevista a Fernando, op. cit.

- 115 -
mismo. Pensar más allá de la figura icónica del dictador, o del presidente de turno…
cuál es el verdadero enemigo y dónde está…” 248

Es en este vuelco de re pensamiento y re análisis aparecen tópicos cotidianos


que no eran objeto de lucha con anterioridad, puesto que la mayor parte de las energías
se volcaban en un propósito “superior” que era el ataque al régimen dictatorial o al
sistema que desplegaron sus secuaces en el poder. En esta línea, se vuelve de la mayor
relevancia extender la lucha contra aquellos elementos o antivalores que estaban
enraizados en la normalidad de la vida diaria y que también constituían ramas del
mismo sistema contra el que se ejercía la rebeldía. ¿No habría que subvertirlos
también?:

“por ejemplo, en esos años no era tema el machismo po, o sea los grupos
subversivos, piramidalmente organizados sobre todo, eran súper machistas, y era un
tema que no se tocaba y sólo se empezó a tocar en cuanto a la reflexión, reflexiones
personales de compañeras que comenzaron a hacer eso y que después compañeros
empezaron a replicarlo o a retomarlo, porque en realidad obviamente la cuestión de
género es mucho anterior, pero no existía mucha reflexión en torno a eso”. 249

Los campos de lucha se abren, se intenta alcanzar una comprensión cabal de


los alcances del sistema en la propia realidad, más allá de la dominación, la opresión, la
desigualdad social, quienes deciden seguir en rebeldía frente a ello deciden también
hacerle frente desde las pequeñas instancias, desde los pequeños espacios más cercanos,
partiendo por ellos mismos y sus cercanos; de manera que el objetivo mayor se
encuentra estrechamente ligado a la propia vida y la manera de llevarla sabiéndose
insertos en un sistema que no les acomoda ni les hace felices:

“entonces, el proyecto en sí pasa a ser la cotidianeidad, el poder convivir con


cierta gente, feliz en algunos momentos, en otros más apremiados… el proyecto es tener
una cotidianeidad con ellos, más allá de las grandes metas que existen así como
políticamente, como superiores entre comillas, ¿cachai?” 250

248
Entrevista a Claudia, op. cit.
249
Entrevista a Fernando, op. cit.
250
Entrevista a Claudia, op. cit.

- 116 -
“yo creo que se van planteando otras formas de ver también la vida, de ver la
vida mucho más desde las bases, desde tu casa, desde tu grupo de amigos, te vai dando
cuenta que la transformación también pasa por ese plano y no por la conquista del
poder, porque finalmente el poder político no es… es un brazo más del poder
económico no más po. Entonces, creo yo que es una década triste los ’90 en general,
políticamente, socialmente, es la época de asumir la derrota y es la época de empezar a
ver hacia donde avanzar po”. 251

Finalmente, la experiencia subversiva de los años precedentes queda de


aprendizaje, los errores como ejemplo para no volver a cometerlos y la limitación en la
proyección del objetivo a enfrentar intenta derrumbarse a través del constante análisis
de las propias prácticas y del desmarque respecto de la masa que encontró (o creyó
encontrar) la alegría en el continuismo de la pactada transición democrática:

“pero yo creo que ya hay un desencanto tan grande en ese momento, tan
grande con… no sólo con la mierda q esta encima de ti, con los locos poderosos, sino
con la gente… con la gente de a pata po, q te cruzai en la calle… hay un desencanto, y
se busca encontrarte con tus pares, que piensan como tú también y sustraerse de esa
realidad, a través de pequeños triunfos y pequeños espacios liberados…. No es muy
ambicioso en realidad… es vivir no más, vivir y dar cara cada vez q se pueda dar cara,
reconocer quien es tu enemigo y cada vez q se pueda atacarlo… Eso, hay como un
asumir una situación y hacerle frente desde todas las aristas posibles, desde uno
fundamentalmente, ¿cachai?”. 252

Lo que sigue a este balance y a las reflexiones personales de quienes asumieron


la continuidad de la subversión y la rebeldía al sistema, es el pensar y actuar de acuerdo
a nuevas formas de organización que se encontraran en relación con el nuevo escenario
sociopolítico del país.

251
Entrevista a Marcelo, op. cit.
252
Entrevista a Claudia, op. cit.

- 117 -
2. La especificidad del escenario noventero

Sin duda, el proceso de transición a la democracia y el fin de la dictadura


militar significaron un remezón para los sujetos rebeldes debido a que, si bien las
condiciones estructurales del sistema permanecieron inmutables, sí se generó un nuevo
contexto desde el cual debían plantear su acción. Esto implicó la necesidad de evaluar y
repensar el objetivo al que se enfrentaban, más allá de la figura icónica y simbólica del
dictador; ¿qué es lo que coarta la libertad y la felicidad?, ¿qué es lo que nutre la
permanente ofensiva del sistema sobre los sujetos y sus vidas?, si la represión en
términos generales persiste, ¿quién la ejerce, es el sistema en sí mismo intrínsecamente
represivo?, ¿cuál es su sustrato elemental?

De la mano de estas reflexiones, se origina también el cuestionamiento acerca


de la pertinencia de las formas organizacionales mediante las cuales hacerle frente al
sistema en función de la novedad del contexto, considerando aquello que le es
históricamente específico. Si ya desde la década de los ’80, como hemos podido
observar, hubo distanciamiento de la acción rebelde respecto de la militancia partidista
y sus formas, esta brecha se agudizará al comenzar la nueva década; pero ¿basta
plantearse desde la autonomía para responder al ataque constante del sistema que
muestra su verdadera cara al sacarse la careta del dictador?, ¿dónde buscar una base de
apoyo para continuar la resistencia rebelde?, ¿de qué manera y sobre qué principios
hacerlo?

Así, al proponernos revisar lo que sucedió en el ámbito organizacional rebelde


en la década de los ’90, hemos de hacerlo en base al análisis acerca de estos
cuestionamientos y las respuestas que a ellos encontraron los jóvenes subversivos del
periodo, para así lograr una comprensión de la particularidad del fenómeno,
estableciendo continuidades y quiebres con lo ocurrido anteriormente y leyendo
aquellas líneas que se extendieron, en pos de esbozar una proyección a lo que daría paso
a las formas organizacionales más contemporáneas.

- 118 -
2.1 Afinando la puntería: y ahora, ¿quién es el enemigo?

Como ya hemos mencionado, la realidad contextual de la década de los ’90 no


sufrió un cambio trascendental respecto de la década de los ’80, puesto que las
condiciones objetivas del sistema socioeconómico impuesto durante la dictadura militar
de Pinochet siguieron su curso inalterable, produciéndose en el tiempo la estabilización
y posterior consolidación del neoliberalismo en Chile a través de la aplicación de
políticas en ese sentido. Así, se presenta un nuevo escenario en el cual la represión y el
autoritarismo del poder se encubrirán tras la máscara de la anhelada democracia, dando
paso a la necesidad de la existencia del orden social en el país; objetivo cuya realización
será facilitada por la gran mayoría de la población que, creyendo en la llegada de la
alegría, comenzará a participar del juego neoliberal.

Pero, ¿qué pasa con aquellos que se resisten a creer en ese escenario soñado y
que solo ven continuidad donde les dicen que hay un cambio?, ¿qué reflexiones hicieron
al respecto?, ¿qué implicancias tuvieron estas en la identificación de un propósito frente
al cual rebelarse?

Sabemos que el derrocamiento del dictador fue considerado por los jóvenes
rebeldes de la época como un acto simbólico, un efímero y limitado triunfo que no tuvo
relación con una transformación profunda en las raíces del sistema: el cambio de un
títere por otro. No obstante, la dictadura militar durante la década de los ’80 de todas
formas constituyó un objetivo claro al que resistir y contra el que luchar y atacar; de
manera que fue necesario repensar acerca del adversario a enfrentar, ponderando la
diferencia entre el sistema político y el económico que lo sustenta:

“también hubo que darle una vuelta a la idea como del enemigo que cambia en
ese momento y que se mantiene hasta el día de hoy. Puta, hasta los ochenta luchaba
contra la dictadura po, y eso era; pero en los noventa ¿qué pasa cuando la dictadura se
acaba? ya no está ese enemigo, ya era. Ahora es la democracia, entonces ¿quién viene
ahora?: el capitalismo”. 253

253
Entrevista a Diego, 03/05/2014.

- 119 -
Y esto no se produjo por la inexistencia de una presencia visible del sistema
económico en lo cotidiano ni por desconocimiento, sino porque el régimen político
dictatorial, la figura alegórica del dictador y la cruda represión ejercida en el periodo se
erigían como un objetivo inmediato a atacar, lo más visible y lo que causaba más
repulsa. Pero las cavilaciones que tuvieron lugar en las mentes y en los corazones de
estos jóvenes rebeldes decían relación con el desarrollo de una nueva etapa, en la que se
hacía necesario plantearse directamente en oposición a aquellos elementos heredados
del periodo que finalizaba y que ahora formaban la base a partir de la cual se instauraba
la normalidad democrática:

“lo que pasa es que… uno tiene que como regular un poco el objetivo, pero
alguna diferencia entre la democracia de Pinochet, no era mucho. Nosotros siempre
nos planteamos en contra del tipo de sistema que había, el tipo de formas que existían,
más allá de si fuera sólo una imagen la que obligaba a organizarse por el fin primero,
que era sacar a un hueón que estaba así…. Pero detrás de eso, hay una Constitución
Política, detrás de eso hay así un sistema entero que solventa una desigualdad po. El
capital no es sólo el presidente de turno o el dictador de turno… es como, todos
¿cachai?”. 254

“ahí, digamos después de que se va el Pinocho, queda clarito que hay un


enemigo que siempre es común, que se puede ampliar o reducir pero que parte de lo
mismo”. 255

Producto de esta claridad respecto del objetivo de ataque o resistencia, se


genera también una dispersión del mismo, ya que no se concentra en una persona, una
institución o un emblema específico, sino que ya desde los ’80, cuando se implantó el
germen de un capitalismo renovado, este insertó hondamente sus tentáculos en la
sociedad chilena haciéndose parte no sólo de las estructuras de poder y sus respectivos
organismos simbólicos, sino que tomó lugar en la cotidianeidad, en los barrios, en las
casas, en la familia.

Lo anterior, sumado al respaldo de la otrora oposición política y al


conformismo de la mayoría de la población, ocasionó removió algunas certezas de
quienes pensaban cómo persistir en rebeldía frente a este nuevo contexto:
254
Entrevista a Valeria, 11/05/2014.
255
Entrevista a Diego, op. cit.

- 120 -
“obviamente, pa’ los que fuimos criados y crecidos en esa época, es raro po,
es raro… no teniai el muro, tu enemigo ya estaba en todos lados y no era un enemigo
claro, los mismo hueones que eran tus amigos ahora eran tus enemigos, y se trastocó
un poco todo el orden po hueón. El ellos y nosotros, el bien y el mal ya no estaba, y en
realidad tuviste que desde cero prácticamente, con la experiencia de los años
anteriores y todo, pero desde cero como proyecto social, empezar a pensarlo desde
cero po.”. 256

La presencia de este adversario amplio y difuso evidenció, entonces, la


necesidad de avanzar en la resistencia desde la reflexión sobre las antiguas y las nuevas
formas:

“con la implantación del neoliberalismo, el modelo social y económico es


distinto al que había hace treinta años atrás, y si no te dabai cuenta de esa
transformación y si no te dabai cuenta de otras formas de organizarse y de otras formas
de proyectarse como pobre, como contrario al capital o como lo querai llamar, no
tení… vai a estar, insisto, hablando sobre Stalin cuando el mundo ya fue pa’ otro lado
po”. 257

De la mano de la urgencia de plantearse en la rebeldía desde una posición clara


ante el reconocimiento de un enemigo que abrió el juego y que se presenta afianzado en
un nuevo contexto, surge también el desafió de desarrollar otras formas de organización
y acción que digan relación con los propios valores, pero que también respondan al
aprendizaje de las experiencias -propias y ajenas- del periodo precedente:

“…en los ’90 ya solo el modelo te terminó mostrando esa verdad, que el
capitalismo no estaba en una fase crítica terminal, que siempre tiene crisis pero que va
a avanzar, y que tú tení que buscar otras formas po”. 258

256
Entrevista a Guillermo, 09/05/2014.
257
Entrevista a Marcelo, op. cit.
258
Ibid.

- 121 -
2.2 Las nuevas formas organizacionales

En lo que a la resistencia rebelde respecta, es posible identificar dos vertientes


que se desarrollaron desde la década de los ’80 y que verán su ocaso o al menos se
verán fuertemente debilitadas durante los ‘90.

En primer lugar, distinguimos aquella corriente de corte partidista que desde


los ’80 priorizó la vía insurreccional, la vía armada, y que se constituyó en torno a
expresiones orgánicas que promovían esa lucha armada, en lo que clásicamente se
conoce como el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y su apuesta de guerra patriótica, el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria y su apuesta de guerra popular, y el
Movimiento Juvenil Lautaro y su apuesta de guerra insurreccional de masas.

Luego, encontramos aquella corriente que no tenía que ver específicamente con
la idea de la lucha armada militante, pero que sí sirvió como una especie de semillero o
de entorno sobre el cual se definieron combatientes y, en general, secuaces de la
subversión. Esta vertiente, cuyo desarrollo en Santiago que ya hemos descrito y
analizado, tiene que ver con la dinámica de organización social y popular que se vive en
los sectores populares, principalmente en las poblaciones, las que fueron azotadas por la
dictadura militar, tanto por sus medidas represivas como por sus políticas económicas y
sociales, caracterizadas por la segregación y la marginalización asociada a la represión
política. En estos entornos, poblaciones periféricas, principalmente, y también nuevos
barrios periféricos, se desarrollaron una serie de organizaciones sociales, algunas más
autónomas que otras, algunas inclusive vinculadas a la Iglesia.

Ambas vertientes de la rebeldía ven mermada su acción política durante los


’90. La primera fracasa producto de la especificación de la represión que instala sobre
ellos el primer gobierno concertacionista de Patricio Aylwin. A partir del levantamiento
de la Oficina de Seguridad Pública y todo el entramado de organismos de inteligencia
post dictatoriales, se logra ahogar el proyecto insurreccional de esos militantes, en su
mayoría jóvenes.

La segunda, también sufre una pérdida importante de su base social y de su


accionar en esta década, debido a la instalación del discurso de control y de seguridad

- 122 -
ciudadana, además del desinterés por lo político, asociado a la idea del surgimiento de
civiles profesionales responsables de la política que serían los encargados de resolver
los grandes problemas que existían a nivel de país. Junto a esto, la Concertación se
dedica a perfeccionar la idea de democracia protegida que había instalado Jaime
Guzmán, para lo cual era preciso en ese momento alejar a los sectores populares de la
posible participación política en la toma de decisiones. A estos factores directos de
desarticulación política de la organización rebelde, se suman los efectos de la bullente
economía neoliberal.

De esta forma, observamos que durante la primera mitad de los ’90 se produce
un terrible aniquilamiento de las organizaciones armadas, y en la segunda mitad de los
’90 se ocasiona el abatimiento de las organizaciones sociales y populares que habían
optado diez o quince años atrás por un proyecto de organización y de autonomía.

Así, la rebeldía tuvo que reacomodarse en función de las reflexiones ya


expuestas sobre lo ocurrido y las motivaciones que llevan a su continuidad. Esto, en un
escenario social generalizado que ha sido caracterizado por carecer de interés por lo
político y lo propositivo, dejándose arrastrar por las tendencias masivas, debido a la
pérdida de confianza y de las condiciones objetivas del colectivo social; descripción que
se acerca al concepto sociológico de anomia planteado por Durkheim.

En los relatos de las rebeldes de época, podemos observar que esta


característica no es generalizable al total de la juventud noventera en Chile, puesto que
los procesos de construcción organizativa se van dando durante esa década de manera
solapada. Sí existe el desencanto, pero respecto de las formas tradicionales de hacer
política. La organización social sigue existiendo en base a la motivación de saberse en
oposición al sistema y a la participación en nuevos espacios de confluencia subversiva.
Lo particular del fenómeno es que estas instancias son reducidas si se les compara con
las del periodo precedente, así como también lo son los partícipes de ellas. De manera
que, o este reorganizarse socialmente se escabulle del ojo del sistema en ese periodo, o
bien el sistema desea invisibilizar la situación en pos del discurso de control social:

“la idea del joven noventero, no me acuerdo qué sociólogo inventa el concepto
de la anomia, que es el cabro joven que no está ni ahí po, el desencanto. Pero, en
general, realmente no había tal desencanto, el desencanto era una forma nueva de

- 123 -
organización no más po ¿cachai? Si, finalmente, la cultura del espectáculo siempre ve
la hueá que quiere ver no más po; si lo pensai ahora todavía hay cultura de desencanto
po, pero los procesos de organización siempre son subterráneos, siempre, nunca son
muy visibles”. 259

En este panorama, vemos que el desencanto que existe desde la vereda rebelde
está ligado en gran medida a las condiciones de vida de los jóvenes de los ’90, pero
también a las derrotas de los procesos organizativos anteriores, que constituyen el
antecedente inmediato de lo que se pretende construir y que, por lo tanto, se siente como
cercano, hasta propio, como una herencia directa de sueños subversivos desbaratados:

“Si bien te muestran que existe un desencanto juvenil entorno a todo, porque
se entiende que los noventa son una mierda porque existe todavía prisión política,
porque existe todavía pobreza, porque finalmente la única hueá que dejó en las
poblaciones y en los jóvenes la dictadura fue la pasta po, entonces ni siquiera tení una
droga bacán pa pasarla bien. Pero todo eso va con una hueá, va con una
rememoración de algo, porque te sentí también parte de algo; te sentí parte de todos los
hueones que se murieron antes po. 260

Este sentimiento de continuidad en la resistencia, de recibir un legado


experiencial del cual se generan aprendizajes y una invitación implícita a no decaer,
produce que lentamente comiencen a resurgir voces disidentes que de forma solapada
se organizaron, a pesar de estas derrotas y a pesar de la creencia en torno a la cultura del
desencanto o el desinterés que habría dominado la década de los ’90 en el segmento
juvenil de la población:

“el no estoy ni ahí marcó esa década, porque efectivamente la gran mayoría
de la gente no estaba ni ahí po, pero los que sí estaban un poco más despiertos o
conscientes, fueron hablando, se fueron construyendo y, finalmente, ellos
desarrollaron cosas distintas a lo que había po” 261

Durante la primera mitad de la década de los ’90, además, se siguen suscitando


golpes mortales al actuar rebelde, ligados al masivo encarcelamiento de militantes de

259
Entrevista a Diego, op. cit.
260
Entrevista a Diego, op. cit.
261
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 124 -
las organizaciones rebeldes, especialmente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, y a
la desarticulación de las organizaciones subversivas militantes que aun resistían, como
el Movimiento Juvenil Lautaro. La divulgación masiva a través de los medios de
comunicación de las acciones de estos “terroristas” de la democracia, así como de las
embestidas que recibían, caló hondo en las mentes de aquellos rebeldes autónomos que
comprendieron entonces la continuidad sistémica estructural oculta en la transición
democrática:

“Si lo pensai, fue el ’93 o ‘94 que fue la masacre de Apoquindo que se
murieron los cabros del Lautaro eran puros pendejos po; y esa hueá pasó en transición
cuando todavía seguían habiendo caleta de hueás que son terriblemente fuertes pa’l
inconsciente colectivo de un joven po. Puta el escape de los hueones del Frente, que se
siguen muriendo cabros… Todo es un continuismo de la dictadura, entonces viene toda
esta forma nueva de organizarse entorno a distintas hueás, pero el discurso es
básicamente el mismo”. 262

Van a surgir, entonces, nuevas formas de organización social, particularmente


en el entorno universitario que se presenta como un espacio de convergencia del
pensamiento rebelde, donde se generan reflexiones sobre la realidad del país, y donde es
posible encontrar a otros pares con miradas similares y con ganas de organizarse:

“Creo que en los ’90 empieza, la primera forma de organización ya no es el


partido, ya no es enlazarse a un proyecto nacional, sino que frente a coyunturas
puntuales. En el caso de las universidades no sólo se marcan las fechas ícono de la
dictadura, sino ya se empiezan a atacar hasta, por ejemplo, empiezan a haber salidas
por problemas educacionales, o sea, ya hay un avance neoliberal y frente a eso se está
teniendo una respuesta, ¿cachai? […]Y la proyección en realidad se empieza a labrar
muy desde base, muy desde pequeños grupos que se organizan y lo hacen
coyunturalmente”. 263

Estas condiciones, que también se replicarán aunque en menor medida y ya


más avanzada la década, en algunos barrios populares o poblaciones, dan paso a una
forma organizativa que comenzó a tomar fuerza en el periodo: el colectivo; una
agrupación de personas organizadas en función del algún interés o propósito común:
262
Entrevista a Paula, 30/04/2014.
263
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 125 -
“en los ’90 se empieza a dar una participación en los lugares de estudio mayor
y mucho más crítica a la política tradicional y, entendiéndose política tradicional como
los partidos formales o los partidos como importantes como el Partido Socialista, el
Partido Comunista, la Democracia Cristiana, la UDI, también una crítica a la otra
militancia, que era como la militancia de los grupos más puntudos como son el Frente
o MIR […] Y empiezan a organizarse en colectivos, culturales muchos y otros más
puntudos, más políticos, con proyecto educativo… Y empiezan otras lógicas.”. 264

“ya cuando se desarticula toda esa hueá en los ’90, con la cuestión de la
Oficina, queda como un germen en varias poblaciones y en varias universidades, que
fue bajo una dinámica bajo la que se juntaron caleta de cabros que fue la idea del
colectivo; fue una hueá súper en boga. Todos eran de un colectivo y había millones de
colectivos ¿cachai?; y todos los colectivos se declaraban como colectivos que eran
autónomos y que eran horizontales”. 265

Característico de estas agrupaciones de interés común es el rechazo a las


estructuras piramidales de organización, de las que ya habían visto su caída y que no
decían relación con los valores que propugnaban, asociados al reconocimiento del otro
como un igual y que, por lo tanto, tomaban distancia de la existencia de figuras de
autoridad o de la idea de compartimentación dentro del grupo. Así, estos colectivos se
plantean netamente desde la perspectiva de la horizontalidad, comprendiéndola también
como un valor, el que irá tomando fuerza en el transcurrir de la década:

“desde una organización horizontal po, y fue algo que por lo menos pa’ Chile
fue algo súper distinto, y eso creo que parte a tomar más fuerza, brígidamente, desde
los ’90…” 266

“creo que una de las cosas que sucedieron es que al plantearse


horizontalmente, no tení que darle cuenta a ni un hueón de arriba, finalmente te hace
darte cuenta que tení que volver a mirar a tus iguales y articularte con ellos, y a
pensar, y a escuchar, no sólo hablar sino escuchar, y a irte replanteando todas esas
ideas anteriores po”. 267

264
Entrevista a Fernando, op. cit.
265
Entrevista a Diego, op. cit.
266
Entrevista a Marcelo, op. cit.
267
Entrevista a Guillermo, op. cit.

- 126 -
En este sentido, la organización en colectivos de interés u objetivo común, se
tomó distancia de las formas organizacionales ochenteras, desmarcándose de sus lógicas
partidistas e institucionalizadas, y constituyéndose a partir de la autonomía, la
horizontalidad y la oposición al sistema (o a algún elemento específico de él), agitando,
levantando propaganda y realizando acciones de crítica y resistencia. Esto, sin duda
alguna, constituyó un cambio significativo respecto de las formas ya probadas de
organización rebelde, marcando una diferencia con los combatientes que se organizaron
en las décadas de los ’70 u ’80:

“tú te organizabai porque estabai en contra de algo: nadie se organizaba con


la parroquia ni con la muni ¿cachai? Todos los cabros que hacían hueás, los cabros de
colectivos, todos eran desordenados, todos tenían claro a qué se oponían y a las lógicas
que se oponían; por eso también los coletos y las formas organizativas de ese tiempo
tienen también esa impronta po, de integrarle otra lógica a la hueá, otra lógica de
organización, y eso también es una crítica a los tipos de organización que existían
antes: la jerarquía ochentera, la jerarquía leninista o estalinista o maoísta ¿cachai?
”. 268

De igual manera, la forma de llegar a conformar un colectivo también se alejó


de la antigua decisión de militar en algo preexistente, puesto que estas organizaciones se
nutrieron a partir de la informalidad en el establecimiento de contactos. Esto resultaba
en que además se generaran lazos con otros colectivos con similares propósitos que se
iban conociendo también de manera informal en distintas instancias, incluso recreativas:

“empezabai a conversar po, si hay buena onda, sale su pito, su pilsen


[risas]… o le cachabai la polera de una banda y te lo pillai en una tocata y el cabro
hace fanzines y buena po. Así te vai relacionando y vai generando redes po. Los cabros
que eran más al choque también se iban pillando en hueás y siempre los vai a topar en
algo o en algún lugar po”. 269

Es entonces en base a la informalidad y la iniciativa participativa como


principios organizativos y a la horizontalidad, la autonomía y la oposición al sistema
como valores primordiales, que la organización en colectivos va a tomar fuerza a lo
largo de la década de los ’90, desarrollando distinto tipo de acciones en función de los
268
Entrevista a Diego, op. cit.
269
Ibid.

- 127 -
propósito de cada colectivo, en general ligadas a la agitación y la propaganda. Cabe
destacar, además la generación de material propio, como fanzines, publicaciones o
registros audiovisuales:

“Se pierde así la lógica del militante, tú empezai a participar no más po. Toda
esa participación tenía un trasfondo, y ese trasfondo es interesante. Se establecen
también las jornadas, 'vamos a hacer una jornada, no sé, muralista'; se mete también la
tecnología, empiezan a hacer pantallazos, intervenciones audiovisuales, producciones,
registros propios, de todo ¿cachai?”. 270

Dentro del amplio espectro de colectivos que se conformaron durante la década


de los ’90, es posible distinguir dos ejes a partir de los cuales estas organizaciones
tomaron fuerza. Por un lado, estaban los colectivos que eran organizaciones de apoyo a
los presos políticos que había en ese tiempo, que

“eran casi todos los cabros rematados del Lautaro ¿cachai?, que bueno eran
los cabros que inauguran el CAS, puta era un apoyo constante a los presos del Kamina
Libre en su momento, mucho colectivo así anticarcerlario”. 271

En otro plano se encontraban los colectivos agrupados bajo la idea de la


educación popular, que veían la necesidad de desarrollar otras lógicas relacionales
construidas desde abajo y también a partir de la idea de la horizontalidad y el
cooperativismo como base primaria. Muchas veces estos colectivos hacían uso del
espacio universitario o de sedes vecinales para el desarrollo de sus actividades y
dinámicas:

“en este minuto también entra caleta la idea de la educación popular. Está
lleno de preus populares, casi todos los colectivos sacaron una publicación y tenían
preu popular...”. 272

El surgimiento de los colectivos durante los ’90 se constituirá en el antecedente


inmediato de las formas organizativas que se desarrollarán hacia finales de la misma
década y comienzo de los años 2000. Cabe entonces reflexionar en torno a la manera en

270
Entrevista a Paula, op. cit.
271
Ibid.
272
Ibid.

- 128 -
que este antecedente influye en la lucha rebelde y subversiva posterior: ¿cambio o
continuidad?

3. Balance histórico y proyección en las formas de organización y


resistencia política, 1990 - 2015.

Es claro entonces el desarrollo y el avance desde dos frentes opuestos: la


democracia instauraba y reinstauraba mecanismos e instituciones mientras los sujetos
rebeldes asimilaban y desarrollaban nuevos métodos de organización y nuevas lógicas
de resistencia. ¿Cuáles serían entonces las novedades de la resistencia a partir de los
años noventa? Si bien existió un quiebre con las antiguas formas y especialmente con
los partidos, ¿existirá una conexión de estas “nuevas formas” con las formas
posteriores? ¿Tendrá nuestro escenario actual de resistencia alguna conexión con lo
desarrollado post-dictatorialmente por nuestros sujetos de estudio? Dichas preguntas se
traducen en un amplio espectro de contestaciones y categorizaciones en tanto
continuidades, quiebres, sustentos y proyecciones, que a partir de ahora deseamos dar
respuesta.

3.1 Conceptos y elementos para una continuidad histórica

En primer lugar debemos analizar, a partir de los propios testimonios y


vivencias de los sujetos de investigación, los puntos y/o elementos que se identifican de
continuidad histórica en el proceso post-dictadura de rearme político popular resistente
principalmente a partir de la juventud.

Como ya hemos analizado anteriormente, un punto clave en el desarrollo


político colectivo re-iniciada la democracia, lo constituye la visión de horizontalidad en
las lógicas organizativas. El abandono y alejamiento del partido y de las estructuras

- 129 -
jerárquicas de organización dieron paso a orgánicas colectivas de mayor informalidad y
paralelismo en las relaciones políticas de cada grupo. Esta idea es quizás la más
reconocible a partir de los primeros años de la década de los noventa y hasta nuestros
días:

“…es que yo creo que lo más importante que podís rescatar - igual es un
recorrido súper largo desde la mitad de los ochenta hasta ahora -, si hay algún
continuismo así como entrados los noventa hasta ahora es la idea del abandono del
partido y que se pone bien en boga y se pone de moda esta idea de la horizontalidad
principalmente. Yo creo que esa hueá es como el motor más importante desde los
noventa hasta acá, ¿cachai?” 273

Claro está los procesos de organización desde los años noventa y hasta hoy en
día no se han traducido en el mundo popular en un retorno a los partidos políticos, más
bien todo lo contrario, se han traducido en una exacerbación del rechazo hacia los
partidos y la política formal, y en el levantamiento de alternativas populares con un
mayor grado de territorialidad y autonomía, que han significado incluso asambleas
territoriales en diversas comunas de la región metropolitana y en otras zonas del país.

Ahora bien, esta autonomía que (re) comenzó a levantarse y desarrollarse con
el paso del tiempo, podemos atribuirlo en mayor o menor medida al germen de la
juventud popular post-dictadura y las novedades específicas que con ellos surgieron
durante la transición democrática. Quizás la novedad más significativa la constituyó el
surgimiento y la multiplicación de los denominados “colectivos” populares, que además
de horizontales, se auto declaraban en su mayoría también como “autónomos”:

“Entonces era como la triada del colectivo: autónomo, horizontal y


anticapitalista, y todos eran la misma hueá po. Y bajo esa idea van mutando yo creo
todas las experiencias de los jóvenes hasta el día de hoy; entonces ha sido como un
continuo, como de poner en tensión distintos conceptos, pero siempre existiendo varias
hueás en común.” 274

Dicha “triada” constituye un punto clave en la especificidad histórica


desarrollada durante los noventa y en relación tanto al pasado como a nuestro presente.

273
Entrevista a Diego, op. cit.
274
Ibid.

- 130 -
La horizontalidad y la autonomía se hacen ejes claves en las nuevas organizaciones,
fuesen colectivo o no; pero el tercer punto, el “anti-capitalismo” constituirá al menos
una novedad semántica. El antiguo enemigo se había retirado voluntariamente,
cerciorando mediante un pacto político su legado, por ello el enemigo ya no era
Pinochet, sino su legado: el liberalismo. A partir de allí y muy visiblemente hasta
nuestros días, la mayor parte de las organizaciones populares no partidistas se
reivindican como “anti-capitalistas” en su amplio significado. La oposición a un sistema
social, político y económico determinado es el concepto clave en la continuidad de una
lucha resistente desde años inmemoriales:

“…yo creo que la idea de oposición le da el continuismo a toda esta hueá, es la


idea base: la oposición, y saber que existe un enemigo, porque si no tenís un enemigo
puta no hacís nada po, pero si lo tení... insisto, puede ser nuestro sistema económico,
nuestro sistema cultural, millones de hueás po, pero siempre se juntan en algo, en algún
símbolo, en lo que en el fondo te oponís po, no sé, la plata, el trabajo, los políticos...
entonces la hueá finalmente es eso, repensar el mismo rollo no más. Al final si lo pensai
no es antojadizo que si tu veí una salida de los encapuchados de la universidad ahora y
veí una de hace 40 años es exactamente la misma hueá”. 275

Las prácticas rebeldes tanto en la dimensión organizacional como de acción,


así como de oposición y resistencia, presentan una continuidad más o menos marcada a
partir de los noventa y hacia nuestros días. Pero no constituyen solo una continuidad
sino también un desarrollo, una apertura y una diversificación discursiva desde la
posición rebelde y/o subversiva frente a la realidad. Nuevas prácticas y formas fueron
desarrollándose con el paso de los años, al mismo tiempo que el discurso se leía y
releía, se construía y deconstruía constantemente, al mismo tiempo que se actualizaba y
diversificaba.

“Yo creo que en realidad las nuevas formas tienen que ver con nuevas voces
sobre prácticas ya desarrolladas, ¿cachai?... no sé po hueón, estoy pensando en los
enfrentamientos callejeros en Macul, ¿cachai?, por ponerte un ejemplo. O sea, los
enfrentamientos callejeros en Macul empiezan en los ’80, se desarrollan durante todos
los ’90, están presentes en la década del ’00 y posterior, pero lo que va cambiando
sobre la misma puesta en escena es el discurso que se instala ¿cachai?, entonces yo

275
Entrevista a Paula, op. cit.

- 131 -
creo que ahí hay como una transformación. Yo creo que lo otro tiene que ver con
empezar a levantar organizaciones políticas, que a veces vienen desde lo social, desde
lo cultural inclusive, y cada vez como que se van filtrando más hacia lo político
netamente como un espacio de organización para ejercer alguna forma de presión,
medio, o simplemente ataque en contra del orden y eso tiene que ver con romper un
poco este paradigma de yo para pertenecer a una organización política que busque eso
tenga que ser militante de un partido.” 276

Y esta idea de la relectura del discurso rebelde, y la ampliación del mismo


respecto a la realidad, era plasmada en forma de organización en los diferentes espacios,
que si bien eran trabajados territorialmente, aunaban muchas veces a los sujetos de los
distintos lugares bajo una postura universal, que generalmente la constituía un anti-
capitalismo amplio, y que permitía conformar una amplia red de organizaciones y
personas que poco a poco comenzaban a arrimarse cada vez más en tanto se acercaban a
la década del 2000.

“…se multiplica la organización informal por decirlo, y empieza a sustentarse


teóricamente también. Todos éramos de algo y todos nos cachábamos: 'ah mira ese
loco es de tal hueá', 'ah pero estos son medios marxistas', 'ah estos son como rojinegros
más picados a la población', 'estos son universitarios son medios ahueonaos' [risas].
Como que existían caleta de rollos pero todos eran de algo; en ese ser de algo te
encontrabai en todos los territorios y finalmente ya te cachabai con todo el mundo y era
una gran red de hueones donde todos se cachaban. Ese cacharse también lo da esta
nueva manera más informal de relacionarse po, porque a los locos no los cachay
porque fuiste al octavo congreso del partido po, los ¿cachai? porque te los topabai
siempre o te tomaste una chela con este, y este tenía otro amigo, y así po ¿cachai?”. 277

Encontramos entonces desde ‘los noventa’ en adelante elementos de una triple


continuidad: primeramente las lógicas de autonomía y horizontalidad en la
organización, en segundo lugar una lectura y relectura anti-capitalista en el discurso de
resistencia y oposición, y, por último, una continuidad en determinados métodos de
acción y ofensiva anti-sistémicos, que recogían y utilizaban (o recogen y utilizan)
elementos y memorias de antaño para el accionar. Un testimonio logra recoger

276
Entrevista a Pablo, op. cit.
277
Entrevista a Diego, op. cit.

- 132 -
panorámicamente determinados puntos clave al respecto, enfocándose en el discurso y
la acción de grupos y/o colectivos rebeldes desde la década de la transición, hacia
nuestros días y en relación al pasado:

“En los ’90 igual se continuaron con prácticas subversivas armadas ¿cachai?
de recuperación, de asaltos, de qué sé yo, de barricadas ¿cachai?, caleta po hueón. Yo
creo que no sé, esa hueá nunca paró de existir y, de hecho, yo creo que nunca ha
parado de existir ¿cachai? O sea, yo creo que la subversión nunca ha parado de existir
en Chile, desde el inicio de la resistencia a la dictadura, ¿cachai? Sin embargo,
permanentemente se ha actualizado su discurso, porque se valida po’, y se busca
validar, y se actualiza también al nuevo contexto capitalista po’ ¿cachai?, al nuevo
contexto también político local po’ ¿cachai?, porque no sé po’, la derecha, la izquierda
se van también actualizando, y surgen sus nuevas generaciones, con sus nuevos
discursos ¿cachai?... Es obvio que el poder también actualiza su lenguaje, y así
también actualiza el lenguaje los que también quieren destruir ese poder po’ ¿cachai?
Yo no creo que existan puntos… o sea, si bien hay puntos de quiebre, que son como de
diferencia, pero no existe un punto de desmemoria ¿cachai?, a eso es lo que iba a
llegar, que igual como que existe un respeto hacia la memoria subversiva de los ’80,
incluso a sus estructuras partidistas ¿cachai?, a su nivel operativo ¿cachai?, a su nivel
de resistencia, a su nivel de sobrevivencia y existencia po ¿cachai? Yo creo que eso es
importante, eso es un legado… y a su tragedia po’”. 278

El sujeto entrevistado establece una continuidad en lo que respecta a una


memoria no quebrada, acciones concretas permanentes en el tiempo y un discurso que a
pesar de releerse constantemente, mantiene una misma esencia. Al respecto, otro
testimonio nos dice:

“Como te digo el continuismo siempre ha existido, hay una práctica que


siempre es común, un enemigo que siempre es común, que se puede ampliar o reducir
pero que parte de lo mismo. Por ejemplo, ahora los cabros... yo he leído hueás que
están más allá: ya no son anti-capitalistas, son anti-autoritarios porque dentro de su
sustento teórico y sus autores que leen el autoritarismo está antes que el capitalismo
po, y ese es el germen de la subyugación humana. Yo lo comparto, pero para llegar a
ese sustento los cabros partieron de algo, entonces siempre hay algo que tú deconstruís

278
Entrevista a Francisco, 27/02/2014.

- 133 -
po: deconstruímos la imagen del dictador y puta tenemos la imagen del anticapitalismo,
deconstruímos la imagen del anticapitalismo y construimos la del antiautoritarismo
¿cachai?”. 279

Así pues, como el poder y el propio sistema socioeconómico actualizan su


lenguaje, su discurso y sus métodos, sin dejar de ser (neo) liberales, los sujetos
declarados en rebeldía también se actualizan de manera permanente sin perder su
esencia anti-capitalista y popular.

Es quizás este último punto, lo popular, el que con el paso de los años, con una
mayor teorización e ideologización, comienza a dejarse un tanto de lado. Hoy en día, si
bien se reivindica constantemente la naturaleza popular de los sujetos y su potencial
transformador, no se eleva con orgullo la categorización, por ejemplo, de obrero; quizás
por el retroceso del marxismo-leninismo que, a diferencia de las décadas anteriores, ya
no implanta en el inconsciente colectivo el Socialismo como futuro implacable, ni el rol
histórico del proletariado como único constructor del mismo. Más bien, muchas
organizaciones comienzan a desmarcarse ideológicamente de ello, negando cualquier
forma de poder, incluso el poder popular. Pero la continuidad de la idea del ‘pueblo’
fue una constante hasta muy recientemente.

“…la idea del pueblo también era incuestionable, todos creían en el pueblo,
todos creían en lo popular. Esa es una idea netamente ochentera; yo creo que esa idea
entra en tensión como hace cinco años donde hay grupos que se desmarcan de esa hueá
y están en contra. Entonces fueron caleta de años donde el continuismo es el mismo,
porque con un poco de años más o años menos es el mismo sujeto histórico que está en
lucha; cambia quizás el enemigo que ya no es el tirano ni el dictador pero en el fondo
es el sistema que dejó el tirano, que dejó el dictador, y que bautiza el
anticapitalismo” 280.

Ahora bien, los testimonios nos relatan la continuidad de un discurso rebelde


de oposición constante a un sistema liberal, legado de la dictadura. Variadas podían
(pueden) ser las visiones y lecturas subversivas, ya sean más teorizadas o más
viscerales, pero el eje fundamental, el punto de inflexión o el símbolo de oposición (al
que hacía referencia un relato) hasta hoy lo constituirán el anti-capitalismo, la
279
Entrevista a Paula, op. cit.
280
Entrevista a Diego, op. cit.

- 134 -
horizontalidad y la autonomía. La línea de continuidad la establecerá principalmente el
planteamiento rebelde de oposición y resistencia a un mismo sistema, y el
reconocimiento de un enemigo común, que, pese a la serie de transformaciones teórico-
ideológicos o de simple lectura de la realidad y construcción discursiva, sigue estando
presente al final de la discusión de toda una red de resistencia y ofensiva colectiva y
rebelde, aun con el paso de los años.

Por su parte, los métodos y/o lógicas de organización, así como el propio
discurso, poco a poco comienzan a desarrollarse y teorizarse con el tiempo. Variados
relatos concuerdan en que la década de los 90, y con ello la denominada tríada de la
nueva organización (autónoma, horizontal y anti-capitalista) alejada de las jerarquías y
los partidos, implanta el germen de nuevas lógicas que seguirán multiplicándose y
desarrollándose hasta nuestros días, pero que tienen un florecer visible a partir de los
años 2000. En cierta medida podemos establecer una línea de continuidad con el paso
de los años, que nos denota que hubo antes un ejercicio práctico de organización
política horizontal y no jerárquico, que con los años se multiplicó y comenzó recién a
teorizarse e ideologizarse; el discurso se releía en la práctica misma para recién en la
década siguiente y subsiguiente darle una relectura ideológica. Un testimonio logra
ejemplificarnos:

“Si finalmente te dai cuenta, asumís una derrota, ¿vai a seguir planteando el
estalinismo? ¿Vai a seguir planteando el marxismo-leninismo o maoísmo ‘o nada’? No
se po, terminarías como los albanos encerrados y pensando que el mundo sigue en los
años 30 po. El capitalismo avanzó, el mundo social también se fue modificando junto
con el capitalismo pero en contradicción, y si no hubieras asumido esa derrota no
habrías avanzado a nada de eso. Ese fracaso de los ochenta, asumir ese fracaso en los
noventa, dio paso a reflexiones que se terminan ya plasmando en hechos a partir de los
años 2000, finales de los noventa: la proliferación de las escuelas populares, la
influencia de Paulo Freire... cuando llegan cabros a crear esa hueá no parten desde
Freire generalmente, parten de su experiencia organizacional, de su experiencia
barrial o en universidades o lo que sea, y después van conociendo y ligando otros
conocimientos a la educación libertaria pero en general parten de la necesidad de

- 135 -
juntarse y la necesidad de proyectar algo distinto y desde abajo po, ese es el brillo
noventero”. 281

Así pues, el ejercicio mismo de la rebeldía y la subversión se constituyen en un


aprendizaje constante, tanto práctico como teórico, en función de elementos ideológicos
y en relación de las propias mutaciones del mismo sistema que se resiste y se combate.
Dicho aprendizaje se constituye en una constante interminable hasta nuestros días y
hacia el futuro, aciertos y errores en una cadena interminable de enfrentamiento de
quienes se plantean en contradicción ante un sistema considerado de inequidad y
opresión, que a su vez también afila sus armas y recrudece y perfecciona sus
mecanismos con el fin de autoperpetuarse y mantener la denominada normalidad. La
continuidad la reconocemos también en aquel aprendizaje permanente de la rebeldía,
que se ramifica, pero sigue siempre un mismo sentido.

“Existe esa praxis revolucionaria que quiere romper. Que se está organizando,
que no le teme a la repre, que cada vez aprende nuevas formas, y que cada vez se
quiere nutrir de nuevos métodos, hacer otro tipo de cosas cachay. Es fome que haya
gente en cana, siempre ha habido gente en cana, pero eso te demuestra que se están
cometiendo errores en cosas pero se están haciendo las cosas po. Y eso implica que hay
otros cabros que están aprendiendo de esos errores” 282.

3.2 Diferenciaciones y algunas rupturas

Como hemos esbozado anteriormente, si bien podemos establecer algunos


conceptos más o menos transversales de continuidad histórica a partir de los noventa y
hacia hoy, no es posible negar algunas apreciaciones que nos plantean puntos de
quiebre, de ruptura, o de simple diferenciación histórica en su especificidad. Los nuevos
quehaceres, las nuevas lógicas y las nuevas formas instauradas y desarrolladas por la
juventud rebelde iniciada la década del ’90 constituyen en sí mismas una ruptura y un
quiebre con gran parte de las orgánicas de resistencia de la década anterior. Ahora bien,

281
Entrevista a Marcelo, op. cit.
282
Entrevista a Valeria, op. cit.

- 136 -
desde allí hacia el presente pudimos establecer elementos de continuidad, aunque
siempre bajo una lógica de relectura constante; es esa la riqueza sembrada por nuestros
sujetos.

Una primera diferenciación acaecida con el transcurso del tiempo bajo los
gobiernos democráticos lo constituyó la multiplicación y diversificación de
organizaciones y colectivos declarados contrarios al nuevo régimen de la Concertación.
Ya no era necesariamente la militancia formal ni la participación en el partido político la
forma predilecta de organización política, más bien, con la organización informal como
método predilecto, se amplían las posibilidades de organización entorno a intereses,
acciones y discursos muy variados. Con el paso del tiempo se agudizará la multiplicidad
de discursos e intereses hasta llegar a una gran amalgama de posibilidades hacia la
actualidad.

“Lo que sí fue interesante yo creo de toda esa transición es que ese
continuismo igual tuvo que ver caleta con formas súper rupturistas de participar y
hacer política. En los noventa, puta no sé po, es la explosión de organizarse en torno a
una banda de rock por ejemplo, porque en los ochenta ¿dónde te organizabai? Entorno
a la parroquia culiá nomás po, en la comunidad de base que era donde podiai estar y
hacer tus pequeñas hueás po. Pero en los noventa resurgen las unidades muralistas,
organizaciones culturales, puta en los noventa es la hueá del punk po y en los dos mil el
hip-hop, por ejemplo” 283.

Es el resurgimiento de acciones e instancias de participación, así como la


novedad de las nuevas formas de organización informal, las que terminarán por generar
una amplia red de sujetos y colectivos que con el paso del tiempo comenzarán a
afiatarse y reconocerse cada vez más bajo la lógica de oposición al sistema. Por su
parte, será esta misma red de informalidad la que terminará por agotar la idea de la
militancia, pues los mismos sujetos podían llegar a participar de un sinfín de
organizaciones y actividades de acuerdo a los intereses propios.

“Tienen un preu popular o hacen batucadas, quizás este cabro es de una


población y allí les dan el espacio pa’ juntarse y tiran el rollo ¿cachai?; y resulta que
estos cabros se cachan de otro lado o son compañeros de universidad o algo, y conocen

283
Entrevista a Diego, op. cit.

- 137 -
a otros cabros más, y finalmente tenís cabros que son parte como de ocho colectivos
distintos po (risas). Al cabro le gusta hacer murales va para allá, le gusta que se yo,
salir a la calle y tenía amigos pa’ salir a protestar; se juntaba con otros de un taller de
fútbol y tenía un piño que hacía barricadas cachay; participaban de un millón de
hueás” 284.

Es dentro de este gran abanico implantado por la informalidad desarrollada


desde los años noventa, la que permitiría la resignificación constante y el desarrollo de
nuevas prácticas y lógicas que no sólo rompen con antaño, sino que también quiebran
constantemente consigo mismo en tanto asimilan nuevas formas y poco a poco se
ideologizan. Es un proceso imposible de categorizar y diferenciar de manera tajante,
pero sí probablemente podemos establecer algunas diferenciaciones imbricadas siempre
unas con otras: primero el quiebre con el partidismo para dar paso a la organización
informal básica de afinidad; luego el auge del colectivo como forma predilecta de
organización de resistencia; luego la diversificación y multiplicación de los discursos y
los tipos de asociación; posteriormente una mayor ideologización que culminará con la
afinidad como método de organización, ahora sustentada teóricamente. Un relato logra
ejemplificarnos en cierta medida el proceso:

“Hubo una ruptura constante, porque estos cabros noventeros y de principios


del 2000 igual rompieron con caleta de hueás como te digo: con lógicas de
organización, con lógicas de poder, con lógicas de socialización, pero también
rompieron con muchos de esos viejos que tampoco entendían estas nuevas dinámicas.
Dinámicas que pa’ los viejos eran novedosas como hacer una asamblea, la democracia
directa, que eran hueás que tampoco existían mucho po; hasta después encontrarte con
cabros que decían 'puta nosotros somos amigos y nos juntamos porque creemos en esto
y en estamos en contra de esto y esto y nos organizamos', onda colectivo, no son un
partido, son cabros no más po, son amigos y con el tiempo un piño afín ya más
sustentado” 285.

Es más o menos así el proceso constante de aprendizaje y ruptura parcial de la


organización rebelde durante dos décadas. Pero no es sólo un proceso endógeno de
auto-instrucción y de lectura de la realidad aislada de un proceso mayor. Parece raro

284
Entrevista a Paula, op. cit.
285
Entrevista a Diego, op. cit.

- 138 -
pensar como una mera casualidad que el mayor proceso de aprendizaje y re-teorización
rebelde llegue con los años 2000; tras grandes protestas a nivel internacional contra el
capitalismo mundial y la globalización. La integración cabal de Chile en el capitalismo
internacional produjo reacciones y una mayor radicalidad al respecto de quienes se
declaraban anti-capitalistas, de quienes recogían un legado de resistencia y subversión
de décadas anteriores, y de quienes eran capaces de aprehender nuevas lecturas y
actualizar su discurso y ampliar sus formas constantemente. Un testimonio establece un
punto de inflexión clave a nivel internacional, que desbordaría en nuevos aprendizajes e
ideologizaciones a nivel nacional:

“…esa integración de Chile en el mercado mundial también así como que


desborda en Seattle, en como una de las primeras marchas antiglobalización y contra
las políticas neoliberales de los países ricos en el año ’99. Y, de hecho, yo creo que de
ahí en adelante existe una nueva mirada del capitalismo que emerge a partir de los
Tratados de Libre Comercio y a partir de la integración del capitalismo cuático en
Chile po’… Y de ahí en adelante empiezan a emerger también organizaciones que
tienen así otros vínculos, y esos otros vínculos que son precisamente la lucha como
anarquista a nivel global, pero unidos también con la memoria de la subversión de los
’90 y de los ’80". 286

Asimismo, en Chile se produce un punto de inflexión que tras un largo proceso


culminó en una mayor radicalización e ideologización cercana a las ideas libertarias. Se
había sembrado el germen de la organización autónoma y horizontal, que a su vez
otorgaba la libertad necesaria de cuestionamiento y relectura constante de los procesos
nacionales y globales, y que terminaría en una mayor teorización desde la práctica y la
ideología en el enfrentamiento anti-capitalista. Es este quizás el mayor quiebre
producido desde los años noventa hacia la actualidad:

“Yo diría, entre el fin de los ’90 y un punto de inflexión potente que yo creo
que tiene que ver como con la cumbre de la APEC el 2004, ¿cachai?, que es cuando
empiezan a aparecer así caleta de voces ya con un rollo político que se diferenciaba de
los ’90 ¿cachai?, ya no sólo con este rollo de memoria y resistencia visceral, y puta que
nos sacaron la chucha y mira lo mal que estamos, sino que empezó a aparecer un
anticapitalismo más radical ¿cachai? que abordaba distintas perspectivas, o sea, el

286
Entrevista a Francisco, op. cit.

- 139 -
anticapitalismo ya no era un monotema de algún sector político, sino que más amplio, y
desde una lectura más anárquica, desde una lectura libertaria, que fuera más
autonomista aun ¿cachai?” 287

Esta radicalización y acercamiento a las ideas más libertarias contribuyeron a


su vez a una sustentación teórica de lo que venía desarrollándose como organización de
afinidad desde años anteriores. Si bien es una práctica que comienza a producirse de
manera muy adherida a la vuelta a la democracia, no es sino hasta la década siguiente
cuando se sustenta ideológicamente a partir de nuevos aprendizajes locales y nuevas (y
no tan nuevas) teorías sobre la organización informal. Así pues, la radicalización de la
postura anti-capitalista o anti-sistema o anti-autoridad va de la mano de un soporte
teórico que llega tardíamente a nuestras calles y nuestros ‘piños’, pero que no ha dejado
de germinar hasta el día de hoy en los distintos espacios de organización, de resistencia
y de ofensiva:

“Yo creo que el quiebre es como la APEC. Pa' mí la APEC es como el punto de
inflexión en la hueá, como que el aletargamiento se rompe, cuando se sale a la calle
una cantidad enorme de gente pero como de entre comillas una nueva generación. Tu
veías que la hueá estaba convocada por el Partido Comunista y por hueones así, esos
locos tenían la idea de dirigir una marcha muy tranquila, pero de ahí se empiezan a
encontrar afinidades que no necesariamente se conocían pero tenían un objetivo claro
que era ir a atacar a la policía, demostrar que en Chile no estaban bien las hueás, que
no querían que vinieran esos culiaos, y se desarrolla ese tipo de organización 'afín'.
Eso como que después tiene su réplica el 2006 con la movilización de los pingüinos;
esos son dos hitos pa' mí en tanto quiebre. Y empiezan a salir colectivos de gente que
quería cosas precisas no más po’, y no una organización eterna.” 288

De esta manera llegamos de vuelta a un punto anterior: se actualizan y cambian


las formas, se releen y se reconstruyen los discursos, se amplían los objetivos, se
diversifican las maneras y los intereses, se sustenta y re-sustenta teóricamente el cómo
hacer; pero no cesa ni se desvía en mayor medida la oposición al sistema heredado de
Pinochet y recrudecido por la democracia. Un relato nos dice refiriéndose a la
naturaleza de las nuevas organizaciones:

287
Entrevista a Pablo, op. cit.
288
Entrevista a Antonio, op. cit.

- 140 -
“…no tienen ningún rostro: se ven hueás, se ven manos; podiai tener a cinco
colectivos trabajando juntos, que se aunaban bajo un tópico común po,
informalmente… Quizás también ha cambiado en algo porque también los objetivos se
han ampliado un poco: antes era impensable que un cabro en una marcha se fuera a
pitiar una iglesia po ¿cachai?, eso no pasaba porque era ahí donde te juntabai a hacer
las cosas po [risas]. Son ramificaciones de una misma expresión” 289.

3.3 Un paso más allá: la radicalización de un proceso inacabado

A partir del año 2000 es posible entonces establecer una ruptura o, más bien,
una complejización de la postura rebelde de los jóvenes noventeros y la nueva juventud
más bien adolescente. Comienza a tener lugar una radicalización de las posturas, los
discursos y de las acciones realizadas por los grupos que operan en resistencia y/u
ofensiva. Es muy probable que no sea mera coincidencia que sea durante esta década
que comienzan a (re) surgir y aprehenderse las ideas libertarias, que comienzan a
sustentar teórico-ideológicamente el tipo de organización informal, la naturaleza
autónoma y horizontal de la misma, así como la acción directa. La semilla de la
organización y la reflexión autónoma implantada predilectamente en los noventa,
comenzará a dar fruto en la década siguiente, que presenta un panorama más álgido y
radicalizado de parte de los sujetos rebeldes:

“Puta yo creo que ya pegándonos un gran salto, no se po hablemos entrando


al 2000 cachay, igual la hueá era súper álgida po, el nivel de oposición al sistema era
súper fuerte, quizás más que ahora. Siempre ha existido esa idea de que si te estay
organizando ‘te estay organizando en contra de’. Se puso súper de moda ser ‘anti’,
todos eran ‘anti-algo’” 290.

Podemos apostar así a una germinación de las reflexiones y de los discursos de


autonomía y oposición política anti-capitalista desde los noventa en la década del 2000.
Gran parte de los valores y los conceptos de una práctica más bien libertaria

289
Entrevista a Diego, op. cit.
290
Entrevista a Paula, op. cit.

- 141 -
(escasamente sustentada en forma teórica) continúan vigentes y llevan a nuestros sujetos
rebeldes y a los nuevos sujetos, secundarios en su mayoría, a plasmarlos a una mayor
escala que, por ejemplo, la del colectivo y las redes que él pudiere generar.
Encontramos así el caso de la creación de la ACES en el mundo secundario el año 2000,
que apareció justamente a propósito de derribar los últimos coletazos visibles de la
antigua política partidista y jerarquizada:

“…y eso ya es como a principios del ’00: radicalidad, autonomía,


horizontalidad, empiezan a hacerse visibles en distintos tipos de organización
¿cachai?, ya sea a niveles sociales, a propósito como de manifestaciones, y dinámicas
de organización que hayan estado como prácticamente olvidadas, como eran por
ejemplo las movilizaciones estudiantiles ¿cachai? El 2001 cuando los secundarios se
pegan el ¿cómo se le llama? el Mochilazo ¿cachai?, y aparece la ACES, la primera
ACES ¿cachai?, en el fondo ese era el mensaje; porque, cuál era la gracia de la ACES
¿cachai? la gracia de la ACES es que logra derrumbar a la FESES, y la FESES era la
organización insigne de los comunistas y de los socialistas en el mundo secundario
durante toda la década de los ’90 ¿cachai? Y estos locos aparecen de la noche a la
mañana, derrumban a los locos, les quitan completa legitimidad y son además capaces
de conducir una movilización que se va a instalar en un discurso de ‘nosotros no somos
como ellos, nosotros no estamos dispuestos a transar en esta hueá en que estos locos
están acostumbrados a transar’, ¿cachai? Y ese es un discurso de radicalidad, de
autonomía y, además, en la forma de organización los locos reivindicaban el
asambleísmo, entonces estaba muy cerca de lo que uno podía concebir como
horizontalidad” 291.

Eran recogidos muchos de los conceptos teóricos que traían en gran medida las
ideas libertarias y que poco a poco comenzaban a calar en las organizaciones autónomas
y asociadas de todo tipo. Al mismo tiempo se radicalizaban las posturas y los discursos,
haciéndose visibles también en las protestas callejeras en que incluso comienza a
considerarse desde allí (y hasta hoy) al Partido Comunista como reaccionario y guardián
del status quo; si bien ya existía un rechazo casi transversal de la juventud hacia los
partidos, durante la década del 2000 se les hace frente directamente incluso a través de

291
Entrevista a Pablo, op. cit.

- 142 -
la violencia mutua. Hay una marcada radicalización y elevamiento de los valores de
autonomía y horizontalidad que venían desarrollándose a partir de los años anteriores.

“En esos tiempos, dos miles, se hace presente claramente la lucha callejera:
salir a la calle a agarrarse con los pacos, eventualmente agarrarse con los comunistas,
romper propiedad privada y propiedad pública. Todo eso claramente con fundamento
ideológico en gran parte de la gente que participa en esos hechos. Se hace una
constante” 292.

Y el proceso de radicalización no culmina allí, sino más bien se mantiene o


incluso amplifica hasta nuestros días, manteniendo determinados ritos callejeros de
violencia anti-capitalista, anti-Estado y anti-partido; las iniciativas pacíficas y
enmarcadas en la autorización y la ley son desbordadas por la rebeldía más bien
insurreccional. Refiriéndose al proceso de radicalización extrapolado hasta nuestros
días, un segundo testimonio nos relata al respecto:

“Ahora por ejemplo, la presencia en las calles de los capuchas en este caso, ha
sido mayor y el grado de violencia ha ido subiendo, por un mayor desencanto; se hace
mucho esto de tomarse las marchas. Las marchas se han convertido en un espacio para
manifestarte violentamente. Son marchas convocadas por movimientos sociales en
general, algunas por partidos políticos como la marcha del 11; pero llegan estos
sujetos, se toman el lugar y lo transforman po, lo convierten en otra cosa”293.

Ahora bien, los colectivos y organizaciones de base, volviendo a nuestras


organizaciones políticas informales, también se harán parte de este proceso de
radicalización e ideologización. Como hemos dicho anteriormente, la horizontalidad, la
autonomía y el anti-capitalismo fueron elementos presentes en la asociatividad política
de los jóvenes sin un mayor sustento teórico-ideológico durante la década del ‘90; pero
serán los años posteriores al 2000 los que traerán consigo aquello. La radicalización y
esta nueva ideologización constituirán un proceso imbricado, quizás indivisible, del que
no podemos apostar quién siguió a quién, sino más bien comprendiéndolo como un
proceso largo y continuo, inacabado e inacabable. La “informalidad” u organización
autónoma y horizontal (no partidista) ya existía en la práctica en los noventa, y será la

292
Entrevista a Antonio, op. cit.
293
Entrevista a Fernando, op. cit.

- 143 -
década siguiente la que aportará con el sostén teórico a partir, básicamente, de los
planteamientos del Anarquismo:

“Finalmente te empezai a organizar de esa manera informal po, después llega


un sustento teórico más importante pero era una hueá que por lo menos acá en
Santiago (yo nunca hablo de Chile en general porque las dinámicas en regiones demás
que son distintas y uno tiende caleta a totalizar siempre) ya existía la informalidad acá
antes de que tuviera ese sustento po; y si también lo pensai hasta en términos de
psicología etaria esa hueá es porque los jóvenes son más informales que la chucha po.”

“…Por eso hay caleta de colectivos que se van a acercar un poco más a la
idea rojinegra o a la idea un poco más libertaria; también el Anarquismo se empieza a
meter caleta en los noventa dentro de la organización de los jóvenes. Por esto se pone
también en tensión caleta de hueás con las antiguas formas de organización más
partidista, más vertical, con trabajo político de masas ¿cachai? Entonces es como toda
una mezcla bien rara, es como una amalgama de varias ideas. Por un lado entran
caleta de ideas del Anarquismo, las ideas de cuestionar las jerarquías, la idea de la
horizontalidad principalmente, la idea de la autonomía y la autogestión”. 294

Pero el cómo ocurrió el acercamiento a las ideas libertarias constituye otro


proceso también complejo. Primero que todo, encontramos la propia naturaleza práctica
de la organización post-dictadura, que asimila muchos conceptos claves que a su vez
también asocia el Anarquismo; a la llamada “triada” en la organización popular no
partidaria analizada antes, podemos sumar, por ejemplo algunas ideas como el
asambleísmo, la autogestión o la acción directa en alguna determinada medida. En
segundo lugar podemos mencionar el proceso endógeno de formación teórica de los
sujetos de acuerdo a un interés propio, e incluso el acercamiento de antiguos militantes,
presos o no, a la idea libertaria 295. Y en tercer lugar, el contexto económico
internacional post-Guerra Fría y las experiencias rebeldes en distintos países fomentarán
la expansión de ideas y discusiones políticas de resistencia y ofensiva al modelo

294
Entrevista a Diego, op. cit.
295
Cabe al menos mencionar el caso del Kolectivo Kamina Libre, formado a mediados de la década de
los noventa por antiguos combatientes pertenecientes en su mayoría al MAPU-Lautaro, recluidos en la
CAS, y que tras hacer abandono de sus militancias se acercan a ideas más autogestivas y libertarias. La
finalidad del colectivo lo constituye la discusión, la agitación y la acción anticarcelarias, por la liberación
de los y las prisioneros y prisioneras recluidos en Chile y el mundo. El aporte del KKL fue trascendental
en las luchas rebeldes y subversivas a partir de los noventa y en el aprendizaje político de muchos sujetos
que abrazarán ideales libertarios desde allí y en adelante. Ver declaración fundacional en anexos.

- 144 -
capitalista globalizado. Pero ¿Por qué se fortalece el Anarquismo (en su más amplia
expresión) ahora y no antes? Un testimonio logra englobar en gran medida nuestro
propio análisis del fenómeno:

“Se va de a poco conociendo otras formas de experiencias en el extranjero,


experiencias mucho más libres o libertarias si se quiere. Va llegando por ejemplo, de
mediados de los noventa en adelante, el Anarquismo empieza a hacerse notar fuerte, y
es también porque el Anarquismo desde los años 30 por parte del Marxismo fue
silenciado po’; la historia del Anarquismo chileno desaparece probablemente 50 años,
pero lo desaparece la misma izquierda, no lo desaparece el Estado como desaparece en
EE.UU. o en otros lados como en España por ejemplo, donde el Estado ataca, destruye
o mata directamente a los anarquistas. Aquí fue la izquierda la que hizo esa
invisibilización del Anarquismo, que resurge a partir de los noventa, con compas que
estaban o venían de afuera, con compas que estaban en la cárcel; por ejemplo el
Kolectivo Kamina Libre que empieza a avanzar desde finales de los noventa fuerte
hacia ideas más libertarias y rompe con sus estructuras partidarias y militares” 296.

Hemos mencionado en varios pasajes la agrupación de muchos sujetos bajo


lógicas de afinidad, más allá del colectivo o de la unidad reunida entorno a algún interés
cultural o político determinado. Aunque el grupo de afinidad fue emulado en cierta
medida a partir de la década del noventa, no fue sustentado en forma teórica sino hasta
posterior el año 2000 (por lo general), cuando el Anarquismo comienza a ganar terreno
en las organizaciones e individualidades rebeldes y/o subversivas.

Si bien hemos definido las formas y lógicas de organización a lo largo del


último tiempo, la “afinidad” establecerá un paso más adelante, pues no define sólo la
orgánica de asociación, sino también una forma determinada de actuar en ofensiva.
Constituye la unidad básica para la acción directa, ya sea autónoma o coordinadamente,
sin jerarquías y confiada a la inteligencia colectiva del grupo; es la forma en que
individual y colectivamente los sujetos pueden leer (se) y releerse (se) constantemente
como discurso y como grupo de acción. Es con el grupo de afinidad que volverá a mutar
la organización revolucionaria no partidaria, abandonando en gran medida la
atemporalidad de los colectivos para volcarse a la acción concreta y definida, y
complicando a su vez las labores represivas:

296
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 145 -
“Igual algunos conceptos nombrados son un poco más nuevos, onda 2000 en
adelante, porque en ese tiempo no se hablaba de grupo de afinidad ni de informalidad:
es una práctica que se asimila y que se da naturalmente pero que como teoría viene
después cachay. Se sustenta desde el extranjero después, con ideas del post-
anarquismo, onda Bonanno, que escribe que la forma de organización tiene que ser el
grupo de afinidad, que el grupo tiene que conformarse para una instancia específica
con un objetivo específico, y eso fue un cambio de paradigma gigante para muchos
cabros. Por eso por ejemplo yo pienso que hoy en día se pierde caleta la idea del
colectivo atemporal que duraba millones de años; nace la crítica que creo que es súper
importante en cuanto a que cuando tu organización dura mucho tu organización se
vuelve un fin en sí mismo, es una huea pésima, porque tu objetivo se diluyó po” 297.

Ahora bien, la acción mediante los grupos de afinidad acabará en gran medida
con algunos intentos libertarios de programa político en tanto proyecto, o será quizás la
complejidad de lograr aquello lo que desembocará en la acción por afinidad. Notable
fueron los intentos del Congreso de Unificación Anarco Comunista 298 de coordinar el
actuar anarquista de los distintos grupos a nivel nacional, pero las ansias de convertirse
en una organización de masas terminó por jugar en contra, disolviéndose
posteriormente, al mismo tiempo que se complejizaba y diversificaba aún más “la
escena” anárquica en Chile. Complementando el testimonio anterior entorno a la
sustentación teórica de los grupos de afinidad, un segundo relato plantea una postura
similar, pero aludiendo a hechos concretos de la política anarquista, cada vez más
potente:

“Y eso incluso yo te diría que es más posterior ¿cachai?, el discurso de la


afinidad que se instala en Chile como herencia del discurso anarcoinsurreccional de
los ’70-’80 europeo ¿cachai?... el rollo de los grupos de afinidad y las dinámicas de
grupos como de ataque o de combate en torno a una acción y no a un programa y no a
un proyecto de partido ¿cachai? es parte de la teoría que surge en Italia después de los
’70 ¿cachai? Y ahí está como harto la mente de Bonanno y otros próceres del
insurreccionalismo europeo ¿cachai? Pero eso llega a Chile tardíamente, eso es un

297
Entrevista a Diego, op. cit.
298
El Congreso de Unificación Anarco Comunista (C.U.A.C.) se constituyó en 1999 y además de
plantearse como una coordinación anarquista, pretendió constituirse en una organización de masas
libertaria sin precedentes en Chile. Planteó la necesidad de elaborar un programa a nivel nacional,
creando una estructura y posicionándose social, cultural y políticamente en el país.

- 146 -
discurso que se instala acá… puta, yo diría que hay que seguirle como un poco la pista
al rollo de lo libertario y lo anárquico en Chile, y tiene que ver con un fenómeno post
2002-2003; o sea yo diría que eso nace incluso después como del desarme del CUAC
¿cachai? como que el CUAC si bien logra ser como la organización más visible y más
reconocible dentro de la órbita libertaria de fines de los ’90, principios del ’00, nunca
llega a desarrollar un discurso como ese, y de hecho se ve como tensionado a propósito
de personas que venían ya con esta idea como más insurrecta, que ven cómo se va
detonando este quiebre y, bueno, al final se separan todos los monos y ahí hay igual
como una especie de renacer del rollo anárquico en Chile y ahí va a aparecer como la
discursividad de la afinidad, de estos grupos operativos que se reúnen para desarrollar
un solo tipo de acción y luego disolverse, etcétera, etcétera” 299.

Claro está, no podemos totalizar el fenómeno de la rebeldía juvenil ni menos


popular, pero las ideas libertarias constituyeron un desarrollo ideológico de aprendizaje
en gran magnitud en los sujetos declarados en oposición al sistema. Extrapolándolo a
nuestros días, es visible la actividad libertaria callejera, de acción directa y la alta
presencia en las manifestaciones sociales; los grupos y organizaciones populares
adhieren en gran medida a las ideas anárquicas o al menos a muchos de los valores y
conceptos claves de ellas. Así pues, podemos establecer una línea de aprendizaje
continuo a partir de los noventa, que, si bien recoge el legado subversivo y de
resistencia de las décadas anteriores, comienza un nuevo camino que va fortaleciéndose
y autoeducándose con el paso del tiempo, rehaciéndose constantemente en el discurso y
la acción, complejizándose y diversificándose cada vez más, aprendiendo de los errores
y desarrollando mecanismos concretos de ofensiva. Claramente el aprendizaje rebelde
es una constante, un proceso inacabado e inacabable.

“Yo creo que sobre todo la idea de reunirse por afinidades principalmente es
la esencia de cómo te partí ya juntando mediado los noventa en adelante. Ya no tiene
que llegar un loco y decirte 'ya compañero usted mañana parte a Calama', y partiste a
Calama po. Aquí tu hací finalmente lo que querí -no porque nadie te puede decir nada y
‘soy el hueón más libre del mundo’-, sino que porque no queremos replicar jerarquías,
no queremos replicar poderes que finalmente limitan tu capacidad de decidir, de hacer
y de construir po. Y las asambleas territoriales creo que son el desarrollo de ese

299
Entrevista a Pablo, op. cit.

- 147 -
trabajo, de unirse con tus vecinos, de hablarse con tus amigos, con los que están en la
misma, para pensar en proyectar otras cosas. Lo veo como un trabajo o una historia de
continuidad. No niego mi influencia de los setenta u ochenta, pero creo que a partir de
los noventa, de esas nuevas formas que nacen desde la derrota se empieza a proyectar,
y el fruto de ese pensarse se ve 15 años después, 20 años después y ahora. Ojalá se
mantenga y ojalá de frutos de verdad, pero creo que por lo menos le veo una línea
continua, no veo un quiebre entre los noventa y los dos mil, como si lo veo entre los
ochenta y los noventa, que veo fuertemente un quiebre” 300.

3.4 Los años noventa como puntapié inicial: la germinación de una


puesta en marcha

Según lo analizado y expuesto a lo largo del presente capítulo podemos


concluir algunas reflexiones abiertas en lo que respecta al proceso de organización y
acción política rebelde post-dictadura, en función tanto de su pasado como de su futuro.
Sabemos que las décadas anteriores otorgaron las bases identitarias y los pilares de un
posicionamiento claro ante una realidad que mutaba superficialmente para mantener lo
más sombrío de su esencia. Por su parte, las décadas siguientes constituirán la
continuidad de un proceso político-asociativo iniciado a fines de la dictadura de
Pinochet. La década de los noventa sentó algunas bases político-prácticas y algunas
reflexiones que se harán constantes a lo largo de todo un proceso de aprendizaje
permanente en lo que significa el enfrentamiento con el poder.

Gran parte de los testimonios recopilados y analizados nos dejan entrever lo


que será un proceso continuo de autoformación política iniciada con prácticas y
ejercicios de asociatividad y acción en gran medida novedosas durante los noventa, para
irse releyendo y mutando, a la vez que madurando, con el paso de los años, y que
terminarán en una germinación cuantitativa y en un abrazamiento ideológico más
cercano a las ideas libertarias que a cualquier otras. Los años noventa sentarán el inicio
de nuevas reflexiones y prácticas que se harán cada vez más masificadas y teorizadas

300
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 148 -
con el transcurso de los años, haciéndose realmente más visibles durante la década
siguiente:

“Como que en los ’90 emergen muy tibiamente algunas voces disidentes, pero
que en realidad se van a hacer como más visibles en la primera parte de los 2000,
¿cachai? Entonces, yo diría que el periodo que es como más atractivo en ese sentido,
donde uno logra ver como emerger, o inclusive como instalación de discursividades y
de prácticas más como que de nuevo empiezan a destellar es ese periodo como 2000 –
2004 ¿cachai?” 301.

Es el período de los noventa donde la juventud en particular se sacude la


derrota en cierto modo, y en otro modo la asume para re-levantar iniciativas y
reflexiones que perdurarán en el tiempo y que sentarán las bases de un ejercicio rebelde
interminable visible en los años 2000 y muy visible en nuestros días:

“Y eso es lo que entrega los noventa, el principio de esta reflexión; junto con,
por ejemplo, en los noventa son las primeras manifestaciones, huelgas de los pingüinos,
que terminan ya en 2001 y 2006 siendo masivas a un nivel nacional. Pero en general
parten desde los noventa en esas formas de reorganizarse, de sacarse los miedos, de
proyectar. Eso es algo que en los noventa, más allá que yo creo que fue una década
mala socialmente, por lo menos esta década siguió con la reflexión y sobre todo para
darte cuenta de qué forma te tení que ir organizando, pensando, construyendo
autónomamente para no caer en los mismos vicios que caímos en los ochenta po'” 302.

Es esa reflexión, comenzada a fines de los ochenta y principios de los noventa,


la que se transformará en una constante, así como las prácticas de horizontalidad y
autonomía que comenzaron también a proliferar. La rebeldía se autonomizó y
diversificó al mismo tiempo que abandonó las jerarquías tradicionales, dando lugar a un
proceso de aprendizaje individual y colectivo que terminó ramificando la subversión
pero aunándola bajo tópicos comunes que poco a poco comenzaron también a
radicalizarse y teorizarse, sin pretender aglutinar a los sujetos imponiendo un programa
o proyecto específico común.

301
Entrevista a Pablo, op. cit.
302
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 149 -
Si bien el trabajo en los sectores populares no logra reavivar la antigua
tradición asociativa poblacional (porque los problemas ya no se solucionan mediante la
comunidad sino mediante el endeudamiento individual), sí se logra mediante el trabajo
de la década del noventa un resurgir de iniciativas comunitarias y de resistencia, así
como una ofensiva anti-sistémica más radical durante la década del dos mil. Existe una
continuidad, o más bien una maduración, de las prácticas noventeras en las décadas
posteriores con la asimilación de las ideas anárquicas que terminarán por otorgar una
aún mayor complejidad teórico-ideológica a los grupos u organizaciones combativas, y
una mayor radicalidad a las acciones con el abrazamiento de las ideas insurreccionales.
Las lógicas de acción y organización de los sujetos rebeldes/subversivos mantienen una
estructura más o menos permanente a lo largo de, al menos, dos décadas:

“…este como comillas ‘regreso a la pobla’ tiene que ver también con decir:
‘bueno, pero venimos con estas ideas ¿cachai?, y hoy día nuestras ideas tienen que ver
con que no queremos estar unos encima de otros, por tanto nos vamos a basar en una
dinámica de horizontalidad; tiene que ver con que no queremos ser parte de este como
juego o circo del poder y, en consecuencia, nos vamos a plantear desde una manera
mucho más autónoma y, además de todo lo anterior ¿cachai? no estamos dispuestos a
hacerles cariño a quien nosotros consideramos que es como el mundo que nos oprime,
sino que queremos combatir’ ¿cachai?, y ahí viene como el rollo de la radicalidad
¿cachai? Y yo creo que ese terreno, el que se va a instalar, bueno…aquí yo no soy muy
bueno pa’ las fechas, te diría que es la primera parte de la década del ’00 ¿cachai?,
2000-2005, como que en eso se estaba transitando. Y bueno, ahí se empiezan a depurar
los discursos, empieza a aparecer mucho más fuertemente como un discurso ya
marcadamente anárquico que antes no existía” 303.

Y es esa base teórico-práctica la que se instalará en el discurso y en las formas


de organización política de los sujetos a principios de la transición, y muy
probablemente como experiencias aisladas antes de ello. Durante dichos años comienza
a repensarse tanto la táctica como la estrategia rebelde en contraposición a un sistema ya
implantado y que comenzaba un camino de consolidación interna e internacional. Para
un entrevistado dicho repensar partió desde la nada, tras dejar atrás toda una estrategia

303
Entrevista a Pablo, op. cit.

- 150 -
definida por la izquierda partidista (revolucionaria o no), y que se planteó desde cero
para ver una maduración o germinación tras una década de historia y de aprendizaje:

“Como proyecto social empezar a pensarlo desde cero, y eso fue como las
grandes cosas de los noventa y que no se ve plasmado sino hasta 10, 15 años después,
cuando ves pingüinos y otros locos organizándose horizontalmente en asambleas,
planteando cosas no sólo peticionistas sino tomarse la educación u otro ámbito y
ejercerlos. 10, 15 años después se empieza a ver, pero es algo que se empieza a
plantear quizás a finales de los ochenta o principios de los noventa cuando se empieza
a romper con las estructuras orgánicas de la izquierda y sobre todo con la idea de la
izquierda que era ‘Socialismo o nada’” 304.

Reconocemos entonces una primera etapa de desarrollo y multiplicación de las


bases sentadas post-dictadura: la germinación del discurso y la práctica política
autónoma y horizontal durante la década del dos mil. Pero logramos reconocer también
una segunda etapa de maduración, que tendrá cabida a partir del 2000 y se intensificará
desde mediados de la misma década: la radicalización de los sujetos y el acercamiento
teórico-ideológico a las ideas de carácter libertario. Todo enmarcado en un proceso
continuo de aprendizaje rebelde.

“No era de extrañar el ver compañeros y compañeras de antes del 2005 que
estuvieran instalados como en una clave mucho más colectiva y comunitaria, ¿cachai?
desde una discursividad mucho más popular ¿cachai?, que cinco años después tú te
encontrabai a esos mismos compañeros y compañeras pero desde un rollo como más
radical ¿cachai?, como que se encaminó más hacia ese rollo como de la neo subversión
¿cachai? […] Pero, si tú te dai cuenta ese trabajo quizás por poquito que haya sido,
por delimitado en el tiempo, generó que se abriera otro rollo discursivo, otras prácticas
más, y que esas personas continuaran en esas sendas de luchas en general
¿cachai?” 305.

Hemos planteado entonces la continuidad de un proceso en que es posible


establecer etapas, aunque muy difusas, pero donde se mantiene en gran medida los
conceptos implantados por la juventud rebelde y popular durante los primeros años de la
transición democrática, tras el rompimiento con la política de resistencia de antaño y la
304
Entrevista a Marcelo, op. cit.
305
Entrevista a Pablo, op. cit.

- 151 -
proyección de nuevas formas y lógicas. En la misma línea, podemos establecer dichas
formas y lógicas como el puntapié inicial de un proceso político de rearme, de reflexión
y de reconstrucción discursiva y práctica, y podemos establecer la década siguiente
como un período de germinación de las ideas planteadas por dicho puntapié, en tanto
asimilación, relectura, radicalización y teorización posteriores.

Ahora bien ¿qué ocurrirá después de esta última etapa de radicalización e


ideologización pensando ya en nuestros días? Los testimonios trabajados concuerdan en
la continuidad ideológica y teórica iniciada la década anterior, que culminará en una
ofensiva discursiva y práctica muchos más marcada y radical desde la juventud hacia el
sistema ya no solo capitalista, sino contra el Estado mismo y cualquier forma de
autoridad. Ahora bien, se reconoce una extensión cuantitativa en tanto sujetos y en tanto
territorios con trabajo o actividad rebeldes. Se reconoce la emergencia de nuevos barrios
que se suman a antiguas poblaciones con tradición de combate; refiriéndose a este
proceso de emergencia, un relato nos dice:

“Y yo creo que eso es lo más interesante que se da en la perspectiva territorial


así como en algunas poblaciones, pensando como… no sé po’, en la villa Francia, en
La Victoria, algunas poblaciones de combate tradicional ¿cachai? de combate callejero
tradicional, eh… o hay emergencia de poblaciones nuevas, por ejemplo, pensando no sé
po’ eh… en Pudahuel Puente Alto o San Bernardo ¿cachai?” 306.

Pero, además de este proceso emergente de nuevos territorios barriales, es


posible también reconocer la rebeldía y subvertividad política en nuevos espacios como
universidades y establecimientos secundarios sin una mayor historia combativa, que hoy
denotan constantemente mediante la acción misma sus planteamientos anti sistémicos.

Asimismo, el avance cuantitativo de los sujetos se hace notar en los distintos


espacios mediante acciones y mediante discursos diversos que continúan su proceso de
aprendizaje por medio de la experiencia y la teoría, complejizándose “la escena” cada
vez más. Un testimonio es claro al respecto, cuando trata del avance complejo que ha
generado la organización rebelde en tanto sí misma y en tanto resistencia socio-política
y ofensiva subversiva hacia nuestros días:

306
Entrevista a Francisco, op. cit.

- 152 -
“Hoy día, a diferencia de quince años atrás, yo creo que la gran diferencia es
cuantitativa ¿cachai?; o sea, antes uno podía… así poco menos que había como una
escena de la organización en Santiago y tú podiai funar a todos los locos po’ ¿cachai?
y las locas. Hoy día no, hoy día hay así caleta de cabros organizados, caleta de piños,
caleta de rollos, caleta de… y todos son neo algo ¿cachai? no sé hueón, así hay neo
anarquistas, neo situacionistas, neo marxistas, neo guevaristas, como que tú pensai…
igual eso es cuático, porque se está tratando como de re leer ¿cachai? discursos,
proyectos políticos que a lo mejor ya también quedaron atrás ¿cachai? pero que en ese
afán de no querer soltar la hueá ¿cachai? es así ‘tratemos de reactualizarlo’, y eso es
cuático ¿cachai? Igual en ese periodo como del 2005 pa’ acá, yo creo que también
claro ahí sería, o sea, no se puede invisibilizar tampoco como cierta radicalidad que
emerge del discurso más anárquico insurreccional que ya se había venido construyendo
en los últimos cinco años, pero que aquí decide como pasar del discurso a una
dinámica ofensiva mucho más clara” 307.

A pesar de que es imposible totalizar a los sujetos rebeldes y organizados, es


básicamente dicho escenario el que encontramos en nuestro contexto actual. Un
escenario en que la ofensiva insurreccional declarada se hace potente en el discurso y en
la propaganda a pesar del bajo impacto físico que logre con su ataque. La informalidad
y la afinidad como maneras de organización han sido asimiladas en gran parte de los
grupos activos en el día de hoy, tras un largo camino de maduración, aprendizaje y
multiplicación iniciado en gran medida durante la transición democrática, y que se hace
a su vez interminable bajo las lógicas de horizontalidad y autonomía sin métodos
jerárquicos ni descendidos de cúpula alguna.

3.5 Para una proyección incierta

Siendo capaces de visualizar el largo proceso de conformación y desarrollo


colectivo bajo lógicas de informalidad en su amplio sentido, se hace necesario, a partir
del escenario actual de las lógicas y formas de organización rebelde, extrapolar el
proceso (o al menos intentarlo) desde aquí y hacia un futuro no muy lejano. Observando
307
Entrevista a Pablo, op. cit.

- 153 -
el contexto actual de confrontación estatal-liberal y rebeldía (no partidaria) es posible
obtener algunas conclusiones y/o visiones sobre un futuro próximo en tanto transcurso
de un conflicto históricamente transversal.

Es claro que el transcurso del aprendizaje rebelde constituye una constante


dentro del proceso de desarrollo y ruptura permanente que se hace de sí mismo y en
cuanto a un sistema que también muta en mayor o menor medida. Así pues, dos
antagonistas auto-mutan, primero, para mantener su supervivencia y, segundo, para
lograr la mayor efectividad posible y necesaria de acuerdo a sus propios planteamientos
teóricos. De esta forma, el escenario visible lo constituye un sistema neoliberal
recrudecido económicamente, culturalmente hegemónico, coactivo y coercitivo, aunque
deslegitimado políticamente. Por otra parte, una resistencia y ofensiva generalmente
organizada en la informalidad, mediante colectivos secundarios, universitarios o
barriales, mediante grupos de acción por afinidad y mediante organizaciones culturales
de resistencia; todo ello atravesado por un proceso de ideologización cercano a los
postulados libertarios de autonomía, autogestión, horizontalidad, acción directa y, en
menor o mayor medida, de insurreccionalismo.

Dichas ideas ya se encuentran en gran medida asentadas en la organización


informal de los nuevos jóvenes, que conviven en algún grado dicha experiencia con los
ahora adultos jóvenes de antaño. De esta manera, todo el proceso de aprendizaje de la
rebeldía no partidista es asimilado más cómodamente por las nuevas generaciones de
jóvenes que comienzan a organizarse y a actuar ya desde los establecimientos
secundarios. De esta manera, los jóvenes de la(s) década(s) anterior(es) reconocen una
germinación en las nuevas generaciones entorno a las ideas y las formas desarrolladas
por años de aprendizajes y experiencias rebeldes:

“Probablemente cabros que están recién saliendo a la calle estos años, ya


crecieron con ciertas ideas. Pa' uno que fue criado en el Marxismo-Leninismo fue
complicado, más aun con el derrotismo de los años noventa” 308.

En la misma línea, se reconoce una radicalidad ya asimilada en la juventud


actual, que, abrazando ideologías o sin hacerlo, reivindican a sus pares en la rebeldía y
se plantean en contra de una realidad que son capaces de leer como indeseable:

308
Entrevista a Marcelo, op. cit.

- 154 -
“Existe una generación que rompe con esa hueá, que en los colegios ahora se
hagan los cortes de calle, que en los colegios salgan los cabros encapuchados a
agarrar con fuego a los pacos. Eso es que se está retomando y se está retomando de
buena forma. Porque quizás no son cabros anarcos o que son comunistas, pero los
cabros están saliendo a la calle, están reconociendo cuál es su enemigo, están
accionando contra su enemigo y están reivindicando a sus compañeros que luchan y se
zarpan contra esta hueá de mierda, que puede ser una compañera en Arica o un
compañero en Perú” 309.

Ahora bien, comprendemos que el aprendizaje es un proceso inacabable en


tanto no se impone una teoría ni un discurso determinado desde la altura, sino más bien
se construye y reconstruye desde la base misma. Por ende, podemos llegar a pensar que
la diversificación de discursos y la radicalización continua de que se hacen parte
muchos grupos de acción y/o resistencia pudieren terminar en una negación incluso de
la organización misma o, al menos, de otras ramificaciones rebeldes. Eso en un
escenario pesimista claro está, pues si bien se ha constituido un proceso de
radicalización casi permanente en el tiempo, la esencia misma del anticapitalismo (y
hoy en gran medida el “anti-Estado”) como base ha logrado la confluencia de diversas
ramificaciones en lo que respecta a formas alternativas de vida y de ofensivas directas al
sistema. Eso sí, creemos que la existencia misma de la rebeldía y la subversión no
cesarán en momento alguno, fuere cual fuere el panorama; así pues, hoy en día las
ofensivas dirigidas al Estado y/o al capital demuestran la existencia misma de luchas
concretas que, al menos por un largo tiempo, no dan atisbos de concluir, sino más bien
de acrecentar. Si bien no tenemos el control del tiempo ni menos del futuro, un
escenario pesimista, como dijimos, lo constituiría una negación total que viese
jerarquías o autoridades en donde quizás no las haya. Un testimonio nos habla del
escenario actual y de este posible escenario:

“Claro po, ese como arrojo de decir aquí estamos y ponemos bombas ¿cachai?
igual va a generar que sea súper visible ¿cachai? Por eso te digo que hay que tenerlo
súper presente po ¿cachai?, o sea, era un rollo que antes no estaba, y ese rollo a su vez
empieza como a radicalizarse en sí mismo ¿cachai?, y varia gente va a empezar
también como a seguir una línea después como más radical aun ¿cachai? que lo va a

309
Entrevista a Valeria, op. cit.

- 155 -
acercar como al nihilismo o a ciertas… al neo nihilismo ¿cachai?, o a ciertas
dinámicas de negación que inclusive van a llegar a generar una tensión con todo este
entorno precedente que se había venido construyendo que tenía que ver con la
dinámica del trabajo territorial o dinámicas en general de trabajo más colectivo
¿cachai? Entonces en el afán de negarlo todo, cualquier experiencia de organización
podría significar también una experiencia, no sé po hueón… jerárquica o de lo que los
cabros dicen como rechazar ¿cachai? Y eso también genera una tensión ¿cachai? una
tensión que hoy día se vive como latentemente, y que yo no sé dónde va a terminar esa
hueá ¿cachai?” 310.

Si bien no es posible esperar pasivamente las condiciones objetivas para un


punto inflexivo de revolución (pues probablemente se fallezca en la espera), una crisis
nacional pudiese significar el punto clave, quizás una prueba de fuego, para toda la
dimensión rebelde/revolucionaria en su gran extensión y heterogeneidad. La gran crisis
de representatividad que va en ascenso en Chile no es suficiente, pues queda sólo en
eso: en no creer, pero a su vez constituye un empujón hacia la autonomía y la
autogestión comunitarias, visibles por ejemplo en la formación de asambleas
territoriales. Es necesario para los grupos rebeldes fomentar dichos conceptos en los
diferentes espacios y territorios, para alcanzar una mayor transversalidad en las
comunidades de manera horizontal, al mismo tiempo que aunándose ellos mismos bajo
tópicos transversales anti-sistémicos, y nutriéndose unos a otros en la especificidad de
cada lucha, pues, finalmente, el gran objetivo apunta a los mismos enemigos. Todo ello
en un segundo escenario, el escenario optimista, también reflejado en otro de los
extensos testimonios trabajados:

“Y ahí falta también como que todos esos piños que se proyectan también en la
lucha violenta ¿cachai?, destructiva al sistema, también se sitúen desde esa perspectiva
de la recuperación también de la tierra ¿cachai?, la recuperación del cuerpo ¿cachai?,
ahí entablándose también el rollo contra la iglesia, el rollo del feminismo, el rollo de la
ecología, de los pueblos indígenas. Yo creo que lo naciente va a emerger desde ahí
hueón, va a emerger así como, yo encuentro que en este momento así lo que se está
bullendo ¿cachai?, a lo que se está apuntando, es como a cosas concretas, territorios
concretos [...] Sabemos que las cosas las tenemos que hacer uno mismo, nosotros

310
Entrevista a Pablo, op. cit.

- 156 -
mismos ¿cachai?, pero de dónde po’ ¿cachai?, cómo realmente nos liberamos po’,
¿vivimos libres realmente? Y esa actitud de no sólo resistencia, sino que también de
ofensiva, y que en algún momento de crisis va a provocar la unión de estos sectores
como expoliados po ¿cachai?, no sólo explotados sino que también expoliados, porque
en definitiva es un saqueo po’, es un despojo de los territorios, del territorio del cuerpo
y del territorio de la tierra po ¿cachai? Yo eso veo, y ojalá que también todos los
sectores anti sistémicos ¿cachai? así se reúnan en esas condiciones po’” 311.

Finalmente, si algo es posible asegurar, es la continuidad de la rebeldía y la


subversión en el tiempo, al menos mientras exista lógicas de dominación. Si bien
iniciamos el estudio con el catálogo de “hijos de la dictadura” para referirnos a los
sujetos históricos que protagonizaron la investigación, finalmente, frente al escenario
actual de nuestros sujetos rebeldes (extrapolados generacionalmente), podemos llegar a
cambiar dicha categorización por la de “hijos de la rebeldía”. Tácitamente, y en algunos
casos explícitamente, nuestros sujetos en cuestión permiten ver no sentirse hijos de la
dictadura sino más bien autoconcebirse como hijos de la resistencia y la subversión de
quienes pelearon antes que ellos. Las formas fueron transformándose, pero no así la
memoria, que permanece vigente en cuanto a aquellas generaciones que entregaron sus
energías y sus vidas en la lucha revolucionaria; ante esto, podemos plantear que los
aprendizajes son constantes, así como la memoria histórica de quienes se rebelan ante la
dominación. En los noventa se tenía una memoria inmediata de las generaciones
anteriores y, ahora, se tiene la memoria y el aprendizaje de al menos tres generaciones
que fueron construyendo y aprehendiendo en pos de lo que se siente sea lo correcto
ética y políticamente. Esa es la mayor continuidad: la del aprendizaje y la de la memoria
histórica:

“…me siento como más hijo, más como de gente, de la gente que fue mayor
que yo, fue así gente que estuvo en cana, que peló el ajo ¿cachai?, que escapó, que
fue… que juraba que la iba a hacer toda po’ ¿cachai?, y que juraba que lo iba a hacer
en tres años ¿cachai? Y yo creo que… y esa hueá es respetable totalmente ¿cachai?, y
yo creo que eso… si existe alguna apuesta seria, tiene que obviamente que no olvidar
eso, porque también olvidarlo es una arrogancia po’ ¿cachai?, una soberbia a toda esa
gente que lo dio todo po’ ¿cachai? Y, por otro lado, yo también creo que si existe

311
Entrevista a Francisco, op. cit.

- 157 -
también una posibilidad de, no sé po’, de superación del estado actual de las cosas, es
también tomando esa enseñanza, claramente, y si no se toma va a cagar también po’
¿cachai? No sé po’, un grupo mega armado también se va a constituir en una
estructura ¿cachai? desarraigada de su espacio, y va a cagar po’ ¿cachai?, va a cagar
por falta de infraestructura y falta de espacio, va a ser ahogada inmediatamente” 312.

Así pues, si bien es imposible vaticinar un contexto concreto hacia el futuro, sí


es posible al menos prever dos escenarios posibles que, imbricados o excluyentes, no
culminarán jamás con los elementos que sí podemos pronosticar: el aprendizaje y la
memoria. Sabemos pues que el aprendizaje (y el aprehendizaje) constituye un proceso
constante en cualquier sujeto y que se potencia al socializar con otros, más aún bajo una
orgánica horizontal de relaciones que no pretende bajo ninguna lógica truncar dicho
proceso. Si bien el aprendizaje puede llegar a romper con el saber determinado en un
contexto específico, no cesará jamás, pues tiene la capacidad de leerse y releerse, de
construirse y deconstruirse, y constituye una dimensión innata tanto del sujeto como de
la colectividad. Por su parte, la memoria histórica constituye una constante en el mismo
proceso de aprendizaje y proyección, pues, aunque se rompa con las estructuras del
pasado, siempre serán tomadas en cuenta las historias de quienes vivieron y murieron
por un bien superior que, transformado o reemplazado, sigue siendo el horizonte al cual
llegar.

De esta forma sabemos y somos capaces de reafirmar que la resistencia y la


subversión seguirán existiendo mientras exista la opresión, la dominación y la miseria;
como proyección final aseguramos que la rebeldía se perpetuará y que los sujetos
rebeldes se multiplicarán, pues la alegre rebeldía se hace y se rehace pero no cesa, más
bien se acrecienta. Nos quedamos con estas últimas palabras:

“Desde chico, y no lo digo como un gran mérito sino que como algo que es no
más po’, he asumido que la vida vale ser vivida… en la medida que uno esté
rebelándose constantemente contra el poder, contra el poder estatal, el poder
económico, el poder en general. Yo siento que a partir de mi vivencia he llegado a ese
camino, a entender que la rebeldía debe ser algo permanente, tratar de ser consecuente
con las formas que creo que son las que se deben llevar po’. En ese sentido he

312
Ibid.

- 158 -
intentado dirigir mi rebeldía y con esas personas he buscado o hemos buscado dar la
pelea” 313.

313
Entrevista a Luis, op.cit.

- 159 -
VI. Conclusiones

Vagamos entonces por un largo proceso sociopolítico popular de aprendizaje


por un lado, y de imposición político económico estatal por el otro, de al menos tres
nutridas aunque diferenciadas décadas. Establecimos de esta manera dos grandes
dimensiones de análisis en contradicción, opuestas la una de la otra: la primera
dimensión la constituye el orden, la hegemonía, la normalización y la paz social
impulsada desde el régimen liberal de inequidad, y la segunda las energías traducidas en
organización y acción desde las bases rebeldes en búsqueda de la transformación y/o la
destrucción de la realidad determinada en que nos situamos. Para Pedro Rosas, dicha
dimensión (ascendente) es implacablemente conflictiva:

“El movimiento descendente apunta a valores como el orden y la estabilidad


de lo instituido, que es presentado como ‘lo normal’, ‘lo bueno’, ‘lo mejor’.

Mientras lo ascendente postula ocasionalmente un cambio de escenario y


protagonismo.” 314

Es esta la antítesis de un proceso histórico inacabado y quizás inacabable que


acotamos entre el período de fines de la dictadura de Pinochet y nuestra actualidad,
centrándonos en el conflicto permanente entre las fuerzas opresivas y represivas del
Estado y la organización política informal de la rebeldía juvenil-popular en su
dimensión resistente y ofensiva. La complejidad del proceso, de los contextos y del
entramado de sus protagonistas, hace imposible la totalización del panorama y la
obtención de resultados medibles cuantitativamente, aunque si nos otorga resultados
relevantes en cuanto a las principales variables durante el transcurso de nuestra
acotación temporal y proyectual. En gran parte constituyen conclusiones poco
estudiadas por la historiografía, que habitualmente se ha centrado en mayor medida en
sujetos pertenecientes a organizaciones partidistas y/o estructuras políticas de carácter
más formal.

Así pues, iniciamos el estudio declarando la naturaleza pactada de una


transición política a la democracia, llevada a cabo entre dos clases políticas: una militar

314
Pedro Rosas, op.cit., p.323.

- 160 -
y una civil, y enmarcada en un trato de continuidad económica, social y constitucional
de la dictadura de Pinochet. Debiese legitimar y reafirmar la democracia un sistema
heredado (y recibido) para hacerlo estable y gobernable nacionalmente; para ello,
actuando ahora como fuerza constitucionalista, la Concertación convenía en acabar con
lo que la dictadura no pudo: la rebeldía y la subversión.

¿Cómo lograrlo? Con un sistema ahora socialmente legitimado la tarea se


hacía, en el papel, más fácil. Para ello mutaron, se reinventaron o se perfeccionaron
instituciones de carácter represivo al mismo tiempo que perfeccionaba también la ley,
pues era tarea pendiente la desarticulación y la aniquilación de los últimos resabios de
organización política subversiva formal. El perfeccionamiento, por ejemplo, de la Ley
Antiterrorista, de la Ley de Seguridad Interior del Estado, de la Asociación Ilícita y de
la Ley de Control de Armas, además de la creación de “La Oficina”, la instauración de
la “delación compensada” y la construcción de la Cárcel de Alta Seguridad, nos denotan
el complejo escenario represivo que hasta el día de hoy actúa con complicidad de gran
parte de la sociedad. Junto a Pedro Rosas y María Emilia Tijoux, coincidimos en que el
planteamiento motor era para el Estado democrático que la subversión debía ser
encerrada, castigada y aniquilada parcial y psicológicamente (CAS) o derechamente
muerta. Sólo así lograrían la “anhelada” paz social de una Democracia Protegida que
solicitaba “olvido y perdón” hacia el pasado, y que no tambaleaba (ni tambalea) para
aniquilar sujetos en el presente.

Sumado a ello, la Doctrina de Seguridad Ciudadana erigía al Estado como el


gran defensor del bienestar de la población, referido ahora a su nivel de consumo y
fortuna individual. Por esto, debía resguardarse el orden y la estabilidad de cualquier
atisbo de foco subversivo; se instaba a la sociedad a posicionarse contra la inestabilidad
política, marginando y deslegitimando a los sujetos rebeldes que ya no eran llamados
“extremistas” sino “terroristas” o derechamente “delincuentes”. El gobierno no
reconocía la existencia de presos políticos pero erigía una cárcel especial para ellos;
trataba a los subversivos como delincuentes comunes pero les daba trato judicial
extraordinario. De esta manera, se recobraba la confianza en la policía y se medía la
“calidad de vida” en tanto “seguridad”. Es este el escenario contextual de nuestra
primera dimensión, la descendente, que se proyecta y perfecciona hacia nuestros días,
en que se exacerba cada vez más el imaginario de la delincuencia, enalteciendo las rejas

- 161 -
de la población, encerrando a la ciudadanía más y más en sus hogares, socializando
nada más que con el televisor pagado en “cómodas cuotas”.

Ahora bien, nuestra segunda dimensión es mucho más compleja. La


complejidad de un amplio entramado social, con prácticas y discursividades variadas,
complejiza de sobremanera la dimensión ascendente de nuestro trabajo. Ahora bien, es
posible establecer algunas pautas sobre ella en un largo proceso de aprendizaje
permanente e inacabado que nos lleva a nuestra compleja realidad actual y a un incierto
futuro.

Asimismo, las bases identitarias de quienes se auto perciben y declaran


contrarios primero a un sistema dictatorial y luego a uno democrático de continuidad
socioeconómica, constituyen una amalgama imbricada de procesos y hechos tanto
objetivos como subjetivos en la propia vida de los sujetos en su conformación histórica
situados en un contexto determinado. Dichos sujetos se hicieron cargo de su propia
historicidad tanto individual como colectivamente en base a un entramado de
experiencias, sentires y aprendizajes que van desde la misma experiencia y saber
familiar en relación al propio sistema y a sí mismo, pasando por los espacios
comunitarios territoriales y enraizándose en la propia población, con sus dinámicas, sus
lógicas y sus pilares propios de resistencia contextual en la cotidianeidad. La vida se
desarrollaba en la población y la identificación de clase hacía referencia a ella, a la
marginalidad, a lo popular, a la comunidad, lo cooperativo y a la complicidad
desarrollada con sus propios pares. La base identitaria se enraíza en la propia identidad
social, provocada a su vez por la misma exclusión generada por el sistema: la
imposibilidad de vivir el “sueño americano en Chile” llegada la democracia impulsaba a
los sujetos a volcarse hacia sus pares 315 en una complicidad primero social, y luego
política e ideológica.

Así pues, se establece un amplio entramado social de marginados que reniegan


de un sistema de inequidad heredada de una dictadura que enmarcó sus propias vidas
mediante la represión y la muerte. La asociación primaria territorial comenzó a
desbordar los límites de los partidos políticos que, volcados a su transición, modificaron
su rumbo; la espontaneidad de la protesta, la resistencia cultural, el rechazo al
315
Esto, mermado en gran medida con la masificación del crédito, por cuanto la necesidad y las
problemáticas socioeconómicas eran resueltas como comunidad, para luego ser resueltas mediante el
endeudamiento individual de cada sujeto/familia.

- 162 -
capitalismo de Pinochet y el odio visceral a las fuerzas de orden constituirán elementos
claves en la asociatividad de los sujetos que reconocían un enemigo común en el Estado
perpetuador del sistema y en los partidos que ahora lo componían y que ahora también
reprimían.

Así se instituye un tejido informal de relaciones a partir de la apropiación del


espacio y la puesta en marcha de desobediencia social, de acciones de resistencia y
ofensiva que desbordan la institucionalidad de la política que se legitimaba a sí misma
como la única manera de hacer política. La Concertación simbolizaba la legitimación de
todo aquello que oprimió y reprimió durante la dictadura, y a su vez la deslegitimación
de la propia lucha revolucionaria en las mismas comunidades. No se “estaba ni ahí” con
la política formal e institucional; al mismo tiempo, los partidos revolucionarios que
pudiesen significar una alternativa a los ánimos de rebeldía eran desmantelados y
aniquilados por la nueva represión. De esta forma, el partido dejaba de ser un referente
válido al mismo tiempo que la juventud comenzó a desarrollar sus propias formas de
organización informal.

La organización comenzó a desarrollarse en base a la horizontalidad, lejos de


cualquier estructura jerárquica partidaria o no. Las grandes protestas nacionales durante
la primera mitad de los ochenta y la espontaneidad de la protesta callejera poblacional a
lo largo de la década instaron como aprendizaje a la acción autónoma, directa y
territorial. De esta manera comienzan a conformarse los denominados “piños”, activos,
organizados y co-organizados, sin jerarquías entre ellos ni al interior de ellos, sin una
instancia superior. La informalidad de un piño abría un abanico de posibilidades de
acción y agrupación, de intereses y de coordinación con otros grupos; al mismo tiempo,
otorgaba incluso mayor seguridad a los sujetos y complicaba las labores represivas, en
tanto no se puede desbaratar una gran estructura como sí se logró con los aparatos
político-militares durante los noventa. La confianza, la complicidad y el interés propio
se hacían primordiales de allí en adelante, aún más bajo el adverso escenario de
inmovilidad social lograda por la democracia en la población, mediante el discurso
gubernamental, los medios (cada día más) masivos de comunicación, la legitimación
institucional y la deslegitimización política de la rebeldía. Así pues, la organización
predilecta se hace informal, antiautoritaria y anticapitalista a partir de lógicas de
horizontalidad y autonomía.

- 163 -
Ahora bien, como dijimos anteriormente, se hace de gran complejidad
establecer determinadas mediciones entorno a las variables trabajadas, pero sí es posible
al menos identificar aproximaciones. Comprendiendo la forma de organización que
comenzó a desarrollarse por la juventud post-plebiscito, se hace complejo también
establecer cotejos en cuanto a logro de objetivos, por la heterogeneidad de los grupos y
la diversidad que se planteaba en cuanto a los mismos. Se hace complicado traspasar
aprendizajes, experiencias, saberes y acciones a términos medibles o a una mayor o
menor efectividad; será la propia intencionalidad y una determinada fijación de
objetivos ya sea a nivel micro o macro lo que permitirá al menos establecer cierto
impacto en relación a la propia finalidad deseada.

Si nos remitimos a los deseos rebeldes de acabar con la dictadura el panorama


es derechamente oscuro. Si bien la dictadura militar se retiró, lo hizo amarrando un
pacto y reafirmando su propio legado hacia el futuro, por lo que el sistema (a un nivel
supra) no fue desequilibrado ni menos aún puesto en jaque. El Estado liberal de la mano
del Capitalismo se fortaleció más y más en todos sus aspectos, siendo tristemente factor
el más determinante la propia complicidad social, que se desinteresaba cada vez más de
las cuestiones políticas para volcarse cada vez más al consumo. Las promesas de justicia
y libertad fueron asimiladas por la población incoherentemente mientras se llamaba a la
reconciliación, el perdón y el olvido; la rebeldía por su parte no cesó en la cotidianeidad
de su lucha, y avanzó al menos en relación a los presos políticos de la época que
terminaron en su mayoría amnistiados tras largos procesos de protesta y lucha
anticarcelaria. Si no hubiese sido por dicha lucha, probablemente jamás hubiesen salido
de la cárcel. Así pues la confrontación no cesó, se desarrolló de uno y otro lado y,
aunque el balance puede ser muy negativo, la rebeldía volvería a embarcarse en un
aprendizaje constante con el paso de los años, en un buque distinto al de las décadas
anteriores.

Un impacto que sí fue positivo lo constituyó la reactivación de las dinámicas


comunitarias en la población, que con la llegada de la democracia, el consumo y el
crédito se alejaba cada vez más de la propia comunidad. Los barrios populares en
Santiago tenían en su mayoría una gran tradición comunitaria de apoyo mutuo y
resistencia ante la dictadura, y fueron dichos valores de la población los que
comenzaron a ser re-levantados por diversos piños y colectivos a lo largo y ancho de la

- 164 -
capital, estableciendo un pie en la memoria comunitaria de cooperativismo y
solidaridad.

Sin embargo, el mayor impacto que nos lleva a un balance positivo dentro del
contexto noventero, lo constituirá el propio “cambio de switch” de los sujetos
declarados en rebeldía. Si bien la juventud rebelde vivió su propia derrota con la vuelta
a la democracia, fue capaz de iniciar un nuevo proceso de aprendizaje que se extiende
hasta nuestros días, sentando las bases de la horizontalidad, la autonomía y la
autogestión, por ejemplo, en la organización socio-política. Las estructuras verticales
quedaban atrás, y aunque era recogido su legado, se inicia un proceso propio, nuevo, un
puntapié hacia el futuro, un vuelco hacia la cotidianeidad y la vida misma, hacia la
“alegre rebeldía” del día a día, en tanto se hace necesario vivir en función de los propios
valores y en búsqueda de la felicidad como bien social superior. Se inicia así un
repensar más profundo de la realidad y de la propia subjetividad, una lectura y relectura
constante, donde los antivalores se encuentran tanto fuera como dentro de cada sujeto y,
por ende, deben resistirse y subvertirse en cada dimensión e instancia, en la
normalización de la cotidianeidad. Así los pequeños colectivos, los pequeños espacios,
las pequeñas acciones y la vida misma se declaraban en oposición a un sistema opresivo
y de inequidad, más allá de plantear el antiguo y definitivo “Socialismo o barbarie”.

Es esa la principal especificidad que nos entrega el período de la transición


desde la rebeldía. La lucha no era reducida a una figura, una institución o un régimen
determinado, sino más bien a todo lo que significaba un sistema de opresión, desde su
base económica hasta su superestructura, introducidas en la esencia misma de la
sociedad mediante los afilados tentáculos del Capitalismo. Incluso las nuevas formas
adoptadas por la represión podían llevar a los propios compañeros a situarse ahora como
enemigos; por ende, la distinción entre el bien y el mal, que era muy bien definida en las
décadas anteriores, se hace difusa y obliga a un replanteamiento no sólo discursivo, sino
también de las formas y los objetivos. Por eso mismo el aprendizaje y el proyecto social
se encausan casi desde la nada, se fijan nuevos rumbos, nuevas lecturas y nuevas
críticas a partir de la horizontalidad y la autonomía, que permitían excelentemente la
discusión, al no descender un discurso único sino que al construir y ascender un
discurso crítico.

- 165 -
De la misma manera, la “novedad” por excelencia en tanto organización
durante los noventa y hacia el futuro lo constituirá el colectivo, organizado entorno a
intereses y/o propósitos comunes y definidos. Se rechazaba entonces las jerarquías y las
estructuras piramidales (que caían poco a poco) pues no representaban los valores
propugnados por la nueva lectura social de organización, que veía al otro como un igual,
comprometido y confiable. Se dejaba atrás la idea de la militancia, incluso muchos
miembros de colectivos pertenecían en realidad a una serie de colectivos, lo que
informalmente fue construyendo contactos y confianzas que permitirían la acción
coordinada contra el sistema de una u otra forma: agitando, atacando, levantando
propaganda, elevando comunidad, publicando de manera audiovisual o escrita, etcétera,
en función siempre de los propios propósitos definidos. Así, el colectivo se alza bajo la
denominada triada que perdurará en la organización informal: horizontal, autónomo y
anticapitalista.

De allí surge una continuidad en la organización no partidaria con el paso de


los años: las lógicas de horizontalidad y autonomía, un anticapitalismo amplio y un
aprendizaje constante con un pie en la memoria y otro en el futuro. El anticapitalismo
permitirá la aglomeración de organizaciones y personas que comienzan a conformar una
amplia red que se fortalecerá cada vez más con el paso del tiempo, pues aún bajo la
especificidad de cada organización el enemigo se hacía común a todos. En esa línea, el
punto de inflexión o el símbolo profundo de oposición lo constituirá el capitalismo en
su amplio sentido, ya sea contrariado en mayor o menor medida visceral y teóricamente,
pues si bien el ejercicio práctico de la organización informal de características más
libertarias era un hecho, no es hasta las décadas siguientes donde logra teorizarse e
ideologizarse masivamente. Esa era la riqueza de la organización informal iniciada con
el colectivo, que, además de establecer amplias redes y acción coordinada, daba el
espacio permanente a la lectura y relectura de la realidad y las formas de actuar, una
construcción y deconstrucción constante que desarrollaría en sí misma la organización,
la acción y la teoría rebelde.

Ahora bien, es este mismo proceso de aprendizaje constante el que marcará


algunas diferenciaciones a través del tiempo. La principal transformación durante el
proceso, que se hacía previsible por la naturaleza del tipo de organización, la constituyó
la diversificación de discursividades y la multiplicidad de organizaciones, aunadas bajo
los tópicos de la llamada triada: organizaciones de educación popular, deportivas,

- 166 -
culturales, circenses, musicales, de choque, etcétera serán algunas de las muestras de la
riqueza de las redes organizativas que se construyen hasta hoy; bastaba con organizarse,
por ejemplo, en torno al hip-hop, el punk o una barra de fútbol: en todos lados se ven
manos, aunque no se ven rostros ni firmas. Al mismo tiempo, el escenario capitalista
internacional y la integración cabal de Chile en él, traerá consigo nuevos aprendizajes
ligados también a una mayor radicalidad de los sujetos y las organizaciones rebeldes,
que poco a poco comienzan a ideologizarse, acercándose en gran medida a las ideas
libertarias. Las formas mantienen entonces su esencia, aunque se actualizan y releen
constantemente estableciendo sus discursos y sus objetivos propios, discutiendo en
cierta medida el cómo pero manteniendo el por qué y el contra quién.

Así pues, el quiebre con el partidismo dio paso a la organización informal


básica de afinidad, para luego materializarse más visiblemente en los colectivos; son
estos colectivos los que diversifican y multiplican los discursos y las formas y que, al
radicalizarse e ideologizarse comienzan a establecer un sustento teórico claro de lo que
venía naturalmente realizándose desde principios de los noventa. La siembra de la
organización horizontal y autónoma y de la reflexión permanente (bajo esas mismas
lógicas) durante los noventa comenzará a germinar en la década siguiente, que a su vez
presentará un panorama más álgido y radical y en que la rebeldía comienza a acercarse
en gran medida sobre las ideas libertarias (que por la naturaleza de lo que se venía ya
haciendo calzaba casi perfectamente). Radicalización e ideologización irán de la mano
post-2000, en un proceso imbricado, inacabado y complejo que fue iniciado por la
organización informal desarrollada tras la dictadura con la triada característica del piño
y el colectivo, que se fue nutriendo además de conceptos como la acción directa, el
asambleísmo o la autogestión; por su parte los mismos sujetos comienzan bajo intereses
propios a formarse teóricamente entorno a ideas libertarias tanto dentro como fuera de
la cárcel; y, por último, el contexto económico y político internacional contribuirá
también con nuevas experiencias rebeldes y que terminarán, por ejemplo, con los grupos
de afinidad (sustentados ahora teóricamente) como orgánica predilecta de ofensiva.

Sentaron entonces las décadas de los ’70 y ’80 las bases identitarias y los
pilares fundamentales de un posicionamiento clave de la juventud rebelde frente a la
dictadura y luego frente a la democracia. Los ’90 iniciarán así un nuevo proceso de
reflexión y organización diferenciado del anterior, sentando algunas bases políticas y
prácticas que permanecerán en el tiempo en el enfrentamiento contra el “poder

- 167 -
democrático”, que mantenía lo más sombrío de la dictadura. Se sienta así la reflexión y
el aprendizaje bajo una mirada a la memoria histórica pero con la vista al futuro,
sacudiéndose las ya aniquiladas formas y la derrota democrática del plebiscito, para
mirar la realidad y darle una nueva lectura, más compleja, sentando un ejercicio
reflexivo inacabable. Los noventa constituyen un puntapié inicial que germinará en gran
manera durante los años dos mil, y que terminará radicalizándose e ideologizándose en
adelante en todos los espacios, en los antiguos y en los emergentes.

Hoy por hoy, nuevas generaciones de jóvenes asimilan con gran facilidad
muchas de las concepciones y prácticas desarrolladas a lo largo de tres décadas por la
rebeldía, que se sacudió e inició una nueva travesía en el constante enfrentamiento con
el poder y la dominación. Para la juventud de antaño, en cierta medida criada en el
leninismo, constituyó un proceso complejo de reflexiones, de memorias y de nuevos
proyectos, que culminaron en décadas de aprendizaje y de experiencias que, como la
memoria histórica, se hacen constantes. Aunque se quiebre con el pasado y con sus
estructuras, las historias de vida de quienes se declararon rebeldes se convierten en una
visión permanente a la vez que un cable a tierra en la búsqueda de un bien superior, un
horizonte y quizás una utopía. Mientras exista la dominación, la explotación, la opresión
y la injusticia la rebeldía se hará y se rehará, más nunca culminará.

Buscamos entonces a través del presente trabajo no establecer un juicio


objetivo ni de los orígenes ni de la efectividad de un proceso rebelde que abarca más de
20 años y que sigue en construcción. Más bien, pretendemos dar una lectura de dicho
proceso y contribuir al entendimiento del mismo en su complejidad, sumando a otros
relatos y otros trabajos realizados y por realizar a la reflexión, para combatir la
invisibilización, el reduccionismo y la desmemoria pretendidos desde el poder. Por ello,
este trabajo no es la descripción de un enfrentamiento ni menos una recopilación de
hechos, más bien constituye un entrelazamiento de historias, de relatos y de
experiencias a través de un largo proceso histórico de formación y conformación
rebelde que no acaba aquí, sino que se extenderá hasta el desmoronamiento de un
sistema opresivo y desigual, de explotación y dominación.

La rebeldía aprende y aprehende, se multiplica y acrecienta en un largo viaje de


construcción de sí misma, de la colectividad y de una intencionalidad final, en función
de transformar una realidad opresiva y demoler las relaciones sociales que ella impone,

- 168 -
reemplazándolas por otras que hagan de la vida misma una historia de alegría; antes de
eso sólo nos queda la “alegre rebeldía”, leída y releída, hecha y rehecha, a lo largo de la
Historia de poder y dominio.

La rebeldía se multiplica, se diversifica, está en todos los espacios y no se


detiene pese a cualquier golpe recibido; se pone de pie, se reagrupa y sigue apuntando a
sus objetivos desde la multiformidad que se hace posible mediante la horizontalidad y la
autonomía en las relaciones sociales desarrolladas por años por quienes repudian la
dominación y el poder; la heterogeneidad se convierte en riqueza y en virtud frente a un
sistema que por su naturaleza misma no duda en crear autoridades y pirámides
sociopolíticas en donde realmente no las hay, y en donde, es más, son despreciadas. La
rebeldía se agrupa y reagrupa desde diversas trincheras y lleva a cabo tantas acciones
como la convicción y la imaginación lo permitan, pues mientras exista dignidad se
caminará hacia un futuro diferente…

¿Qué tal si deliramos por un ratito?


¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia
para adivinar otro mundo posible?
El aire estará limpio de todo veneno
que no provenga de los miedos humanos
y de las humanas pasiones.
En las calles,
los automóviles serán aplastados por los perros.
La gente no será manejada por el automóvil,
ni será programada por la computadora,
ni será comprada por el supermercado,
ni será tampoco mirada por el televisor.
El televisor dejará de ser
el miembro más importante de la familia
y será tratado como la plancha o el lavarropas.
Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez
que cometen quienes viven por tener o por ganar
en vez de vivir por vivir no más
como canta el pájaro sin saber que canta
y como juega el niño sin saber que juega.
En ningún país irán presos los muchachos
que se nieguen a cumplir el servicio militar
sino los que quieran cumplirlo.
Nadie vivirá para trabajar
pero todos trabajaremos para vivir.
Los economistas no llamarán “nivel de vida”
al nivel de consumo

- 169 -
ni llamarán calidad de vida
a la cantidad de cosas.
Los cocineros no creerán que a las langostas
les encanta que las hiervan vivas.
Los historiadores no creerán que a los países
les encanta ser invadidos.
Los políticos no creerán que a los pobres
les encanta comer promesas.
La solemnidad se dejará de creer que es una virtud
y nadie, nadie tomará en serio a nadie
que no sea capaz de tomarse el pelo.
La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes
y ni por defunción ni por fortuna
se convertirá el canalla en virtuoso caballero.
La comida no será una mercancía
ni la comunicación un negocio,
porque la comida y la comunicación
son derechos humanos.
Nadie morirá de hambre
porque nadie morirá de indigestión.
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura
porque no habrá niños de la calle.
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero
porque no habrá niños ricos.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla
y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.
La justicia y la libertad, hermanas siamesas,
condenadas a vivir separadas
volverán a juntarse bien pegaditas espalda contra espalda.
En Argentina, las locas de plaza de mayo
serán un ejemplo de salud mental
porque ellas se negaron a olvidar
en los tiempos de la amnesia obligatoria.
Seremos imperfectos porque la perfección
seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses,
Pero en este mundo,
en este mundo chambón y jodido
seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero
y cada noche como si fuera la última.

(Eduardo Galeano, El Derecho al Delirio (extracto).


En Patas Arriba, La escuela del mundo al revés.)

- 170 -
VII. Anexos

- 171 -
Esquema de La “Oficina”

Revista “Qué Pasa”, 21 de diciembre de 1996

- 172 -
Patio de la CAS

Dibujo del ex preso político Pedro Mendoza. Publicado el 6 de febrero de 1997


en el diario La Tercera.

- 173 -
- 174 -
Declaración Kolectivo Kamina Libre, fundación.

¿Kienes Somos?

Somos cuatro j¢venes revolucionarios kautivos en las mazmorras del


kapitalismo chileno los ke damos vida al Kolektivo Kamina Libre. Tres de nosotros nos
enkontramos rekluidos en la kárcel de alta seguridad de santiago, Pablo Morales
Fuhrimann, Marcelo Villarroel Sepúlvada, Rodolfo Retamales Leiva, y el kuarto,
Alvaro Rodriguez Escobar, en el penal de la ciudad de La Serena.

Nuestra prisión es la resultante de la decisión intransable de enfrentar a través


de la axión polítiko-militar a los eternos dueños de este país y a sus socios imperialistas.

Fue en la lucha en kontra de la makinaria represiva de la diktadura pinochetista


ke nuestra konciencia transformadora y subversiva komienza a tomar forma. En esa
époka, plena dékada de los 80 konformamos, junto a miles de mucach*s, esa generación
valiente y decidida ke se aglutinó en torno a barrikadas kon la klara intensión de
derrokar al fascismo. Utilizamos la molotov y armas de todo tipo komo un instrumento
efektivo para anikilar el autoritarismo polítiko/económiko/valóriko/represivo del
sistema de dominación y komo medio para detener el avance policial en kalles,
universidades, liceos y poblaciones; fue una opción para acerkar y hacer real la justicia
y el anhelo popular.

La llegada de la demokracia de los rikos, kon el gobierno koncertacionista del


golpista Patricio Aylwin, no detuvo nuestra utopía emancipadora, pues sabíamos ke el
modelo neoliberal no cesaría. El orden jurídiko del Estado seguiría favoreciendo la
impunidad del régimen de dominación burgués. Por tanto nuestro axionar en la dékada
de los 90 se enmarkó en deslegitimar y kombatir el modelo económiko, los akuerdos
realizados por la koncertación, la derecha y los milikos tendientes a perpetuar y
legitimar su sistema -para kon ello avalar el pasado y presente de un estado sanguinario
y excluyente-. Por tanto no somos la resultante o prolongación de la lucha
antidiktatorial, nuestro despliegue militar y polítiko se cirkunskribe en un proyekto
históriko, el de La Revolución Socialista, ke desplaza y anula al poder, la moral y
valores burgueses.

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¨KUANDO NACE EL KOLEKTIVO?

Al llegar a prisión, entre el 90 y 92, kada uno de nosotros era militante del
Partido Mapu-Lautaro, pero en los años y produkto de diskrepancias kon la direxión y
su manera de interpretar la aktual realidad social del país y del movimiento popular y
revolucionario, y el komo enfrentar esta nueva y ya vieja etapa, ke es el encierro, nos
llevó a romper kon nuestra organización de origen.

Esto no signifikó ni klaudikación, ni derrota. Valoramos y legitimamos el


axionar radikal en kontra del kapitalismo; tanto ayer komo hoy, nuestras konciencias
siguen libres de todo valor sistámiko. De esta forma podemos afirmar ke nuestro norte
es la transformación total de la sociedad en ke hoy vivimos.

Así, en 1996 produkto de la perseverancia transgresora y el kontinuar


realizando aportes a la kausa emancipadora es ke konstituimos este espacio de trabajo,
el kual pretende reflejar el desarrollo de un pensamiento krítico y autónomo, ke se
alimenta de los aportes teórikos y de experiencias de diversos legados libertario-
revolucionarios. Esta reflexión insurrekta tiene komo objetivo principal el ser un aporte
a la difusión y axión por la libertad de tod*s l*s prisioner*s polítik*s de Chile (este
espacio está abierto para transmitir la problemátika de libertad de los rehenes del
kapitalismo a nivel mundial) y el de agrietar las kadenas y el aislamiento de este
encierro kon el fin de acerkar y vinkular nuestra problemátika presente desde una
perspektiva subversiva kon tod*s akell*s ke kontinúan kombatiendo y persistiendo por
la unidad y koordinación de las diferentes realidades ke aspiran al exterminio el orden
imperante.

Durante todo este tiempo hemos perseverado en la idea de ke el Socialismo


Autogestionario es realizable. Anhelamos desenvolvernos en una sociedad donde el
autoritarismo y el poder por el poder no exista, en donde el desprecio racial y la
explotación keden anulados ante el valor de la fraternidad humana y el apoyo mutuo, ke
junto a la solidaridad serán el pilar moral de este nuevo "orden" social. Se romper así la
lógika y relaciones sociales de produxión kapitalista determinadas por la división social
del trabajo ke han imperado; en donde el adinerado domina al pobre en un trato de
patrón a proletario.

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(*) Álvaro Rodríguez Escobar salió en libertad en enero de 2003.

:: Marcelo Andrés Villaroel Sepúlveda


:: Marcelo Andrés Villaroel Sepúlveda
Cárcel de Alta Seguridad de Santiago
Avda. Pedro Montt 1902 (Anexo CAS)
Santiago - Chile

:: Pablo Hernán Morales Fuhrimann


Cárcel de Alta seguridad de Santiago
Avda. Pedro Montt 1902 (Anexo CAS)
Santiago - Chile

:: Rodolfo Retamales Leiva


Cárcel de Alta Seguridad de Santiago
Avda. Pedro Montt 1902 (Anexo CAS)
Santiago - Chile

Fuente: http://www.nodo50.org/kaminalibre/

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