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31 Capítulo 3
Casi las once y cuarto
41 Capftulo 4
Las doce menos diez
53 Capítulo 5
Las doce y veinticuatro
65 Capítulo 6
Casi la una menos cinco
73 Capítulo 7
Una y veintiocho
87 Capítulo 8
Las dos y catorce
99 Capítulo 9
Un minuto pasadas las tres
113 Capftulo 1O
Las tres y veinticinco
125 Capítulo 11
Casi las cuatro en punto
141 Capítulo 12
Las cinco menos cinco
153 Capítulo 13
Un minuto para las seis
155 Posdata
157 El autor
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Con mi agradecimiento a Piet Chielens del museo In Flanders
Fields en Ypres.
capítulo 1
Las diez y cinco I
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Soldado Paz
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MI CHA EL MORPURG O
2 "Splitting conkers" es un juego tradicional de Inglaterra e Irlanda. Se juega con las semi-
llas del castaño de Indias, a las que se les pasa un hilo. El juego consiste en golpear la semi-
lla del otro con la propia hasta romperla .
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MICHAEL MORPURGO
3 El tejo es un árbol conífero, muy resistente y longevo. Los celtas los consideraban árboles
sagrados, probablemente porque al ser tan longevos, parecen eternos.
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susurrándole a Big Joe que papá ya no está realmente en el cajón, sino en
el cielo, ahí arriba -ella le señala el cielo más allá del campanario de la
iglesia-y que él es feliz, feliz como los pájaros. ·
La tierra golpea y retumba sobre el cajón detrás de nosotros mientras
nos alejamos, mientras lo abandonamos. Caminamos juntos a casa por tro-
chas angostas. Big Joe va recogiendo dedaleras y madreselvas, llenando
las manos de mamá con flores, y ninguno tiene lágrimas para llorar o pala-
bras para decir. Yo, menos que nadie. Porque tengo un secreto tan horrible
en mi interior, un secreto que no puedo contarle a nadie nunca, ni siquie-
ra a Charlie. Papá no tenía que morir esa mañana en el bosque de Ford's
Cleave. Trató de salvarme. Si solo hubiera tratado de salvarme yo mismo, si
hubiera corrido, él no estaría muerto en su cajón. Mientras mamá me acari-
cia el pelo y Big Joe le ofrece una madreselva más, todo lo que puedo pen-
sar es que soy la causa de todo esto.
Yo maté a mi propio padr~.
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capítulo2
las once menos veinte
Big Joe comía más que todos nosotros juntos. Todo, cualquier comida
era su favorita: pan con manteca, budín con pasas, pastel de papa, queso y
pepinillos, guiso y ñoquis. Se llenaba la boca con cualquier cosa que mamá
cocinaba, la devoraba. Lo que a Charlie y a mí no nos gustaba, se lo pasá-
bamos a su plato cuando mamá no.estaba mirando. A Big Joe siempre le
fascinó esa pequeña conspiración, y también le encantaba tener más comi-
da. No había nada que no comiera. Cuando éramos chicos, antes de tener
más conciencia, Charlie me apostó una calavera de búho a que Big Joe era
capaz de comer caca de conejo. No podía imaginarme que lo hiciera, por-
que pensaba que Big Joe debía saber cómo era. Así que acepté la apuesta.
MICHAEL MORPUR GO
Soldado Paz
4 Traducción literal de "blowing raspberries", expresión que en inglés quiere decir hacer
ruidos con la boca como si se tratara de flatulencias.
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al trote como si no nos hubiera visto. Cuando ya había pasado, Charlie so-
pló una ruidosa frambuesa a sus espaldas, y Big Joe hizo lo mismo porque
a él le encantaban los ruidos groseros. Pero el problema fue que Big Joe
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se estaba divirtiendo tanto soplando frambuesas que no paró. El Coronel
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detuvo su caballo y nos dirigió una mirada muy desagradable. Por un mo-
mento, pensé que vendría por nosotros. Por suerte no lo hizo, pero sí blan-
dió el látigo.
-¡Yo les voy a enseñar, jovencitos sinvergüenzas! -rug ió-. ¡Les voy
a enseñar!
Siempre he pensado que ese fue el momento en que el Coronel empe-
zó a odiarnos, que desde entonces siempre estuvo preparado, de una far- ·
·
ma u otra, para vengarse. Corrimos todo el camino a casa. Cuando alguien
se tira un pedo o sopla frambuesas, siempre pienso en aquel encuentro en
la barranca, en cómo Big Joe siempre se ríe de esos ruidos groseros, se ríe
como si no fuera a parar de reírse nunca . Pienso también en la mirada ame-
nazadora del Coronel y el sonido de su látigo, y cómo Big Joe, por soplarle
frambuesas, habría cambiado nuestras vidas para siempre.
También fue Big Joe la razón de mi primera pelea . Había muchas pe-
leas en la escuela, pero yo no era muy bueno y siempre terminaba con el
labio hinchado o la oreja ensangrentada. Aprendí demasiado temprano
que si uno no quiere que lo lastimen, hay que mantener la cabeza baja y
no contestar, sobre todo si el otro es más grandote. Pero un día descubrí
que a veces hay que hacer frente y pelear por lo que es justo, aun cuan-
do uno no quiera.
Era el recreo . Big Joe venía a la escuela a vernos a Charlie y a mí.
Se paraba y nos miraba desde el otro lado de la reja de entrada . Lo
hacía con frecuencia cuando Charlie y yo empezamos a ir juntos a la
escuela. Creo que se sentía solo en casa sin nosotros. Corrí hacia él.
Big Joe estaba sin aliento, los ojos brillantes de excitación . Tenía al-
go para mostrarme. Abrió sus manos entrelazadas, lo suficiente para
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que pudiera ver. Adentro había un lución enroscado . Sabía de dó~de
lo había sacado: del cementerio de la iglesia, su coto de caza favorito .
Todas las veces que íbamos a ponerle flores a la tumba de papá , Big
Joe se iba por su cuenta, a cazar más criaturas para agregar a su co-
. 1:ección. O bien se quedaba parado, contemplando el campanario y can-
. tanda "Naranjas y limones" a toda voz y mirando a los vencejos volar I
5 El lución es un lagarto sin patas, por lo que frecuentemente se lo confunde con una ·ser-
piente. Tienen el cuerpo cubierto de escamas brillantes, y pueden ser de diversos colores.
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era su ayuda . Era como si Big Joe fÚera ciego de alguna manera. Podía ver ·
perfec tamente bien, pero la mayoría de las veces no podía entender lo que
veía. Y él quería entender con toda su alma. Entonces mamá estaba allí pa-
ra decirle cómo y por qué las cosas eran como eran. Y le cantaba con fre- ·
cuencia, también, porque lo hacía feliz y lo calmaba cuando tenía uno de -
sus raptos y se ponía ansioso o alterado. También nos cantaba a Charlie y a
mf, pero más por costumbre, creo. De todas formas, nos encantaba, adorá -·.
bamos el sonido de su voz. Su voz fue la música de nuestra infancia.
Después de que papá murió, la música desapareció. Había quietud y si- :
lencio en mamá ahora, y la tristeza rondaba la casa . Yo tenía mi terrible ~
secreto, un secreto que raramente podía sacarme de la cabeza. Así, en mi ,.
culpa, me volví más y más reservado. Incluso Big Joe raramente se reía. Du- ;"
rante las comidas, la cocina parecía especialmente vacía sin papá, sin su ~
cuerpazo y su voz llenando el lugar. Su sucio abrigo de trabajo ya no caiga- :·
ba en la entrada, y el olor de su pipa persistía solo débilmente. Él ya no es- :
taba y nosotros hacíamos nuestro duelo silencioso por él a nuestra manera . . ·
Mamá todavía le hablaba a Big Joe, pero no tanto como antes. Tenía •.
que hablarle, porque ella era la única que entendía el significado de los rui- .·
dos y gruñidos que constituían el idioma de Big Joe. Charlie y yo entendía- ·•
mas algunas cosas, algunas veces, pero ella parecía entender todo lo que
él decía, a veces antes de que lo dijera . Había una sombra sobre ella; Char- ;_
lie y yo la percibíamos, y no era simplemente la sombra de la muerte de pa-
pá. Estábamos seguros de que había algo más de lo que ella no hablaba, ·
algo que nos ocultaba . Nos enteramos de lo que era muy pronto.
Estábamos de vuelta de la escuela tomando el té en casa -Mo l ly esta- .
ba ahí también-cuando alguien golpeó la puerta . Mamá supo enseguida
quién era . Se tomó su tiempo para prepararse, planchando su delantal con :
las manos y arreglándose el pelo antes de abrir la puerta. Era el Coronel.
-Quiero hablar, señora Paz -le dijo-. Creo que usted sabe a lo que
he venido .
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MICHAEL MOAPURGO
mantener un techo ·
-Nunca haría eso, Coronel. Nunca. Pero si quiero
ar la manera de poder ,:
sobre nuestras cabezas, entonces tendré que encontr
de su esposa. Eso es lo ~:
ir a trabajar para usted como la dama de compañía
,:;
que me está diciendo, ¿no es cierto?
mente, señora Paz. ;:;
-Di ría que usted ha entendido mi planteo perfecta
firmación en una serna- -:
No podría decirlo mejor yo mismo. Necesito su con
condolencias. -~-
na. Buen día, señora Paz . Y una vez más, reciba mis
antes en mi vida la }
Lo vimos irse, dejando a mamá parada ahí. Nunca
sobre el pasto alto, -: '
había visto llorar, pero ahora lloraba. Cayó de rodillas
escondiendo la cara entre sus manos. Fue entonces que
Molly y Big Joe sa- f
ió y se arrodilló a su ,t:-~
lieron de la cabaña. Cuando Big Joe vio a mamá, corr
cantando "Naranjas y--;.
lado, la abrazó y la acunó dulcemente en sus brazos,
limones" hasta que ella empezó a sonreír entre lágr
imas y a cantar con él. t
te, desafiando a que ;f
Enseguida estábamos todos cantando juntos, muy fuer
-~·
el Coronel no pudiera sino escucharnos.
Más tarde, después de que Molly se fue a su casa, Cha
rlie y yo nos sen- 5
reto entonces. Tenía _"J
tamos en la huerta en silencio. Casi le conté mi sec
me volvería a hablar :,
tantas ganas, pero no conseguí hacerlo. Pensé que no
~
otra vez si lo hacía. El momento pasó.
-. Lo voy a matar, ;f
-Od io a ese hombre -di jo Charlie en un susurro
)
Tommo. Un día, de veras, lo voy a matar.
aceptar el trabajo, [
Claro está que mamá no tenía alternativa. Tenía que
lobo. La semana si- ,./
y solo teníamos un pariente a quien recurrir: la abuela-
era nuestra abuela, no -~
guiente, se mudó con nosotros para cuidarnos. No
la tía de mamá, pero /~
realmente; nuestras abuelas habían muerto. Ella era
ue pensaba que "tía ·r~
siempre insistía en que la llamáramos "abuela" porq
o sin duda era ella.
abuela" sonaba como alguien viejo y malhumorado, com
a casa -ta nto por su
A nosotros nos caía mal antes de que viniera a vivir
peor. Conocíamos bien
bigote como por todo lo demás-, y ahora nos caía
Coronel como ama de
su historia: había trabajado en la casa grande para el
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tar bien.
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