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Muy buenos días queridos hermanos y hermanas, seguimos caminando día a día buscando

la voluntad del Señor a la luz de su Palabra. Soy Luis, misionero de la Familia Verbum Dei
de Piura, y hoy sábado 30 de julio, les invito a orar la Palabra del Maestro en el capítulo 14
del evangelio de Mateo, versículos del 1 al 12, que dice así:
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes:
«Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan
en él.»
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado
por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le
estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que
lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante
de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su
madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó
decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la
joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y
fueron a contárselo a Jesús.
Juan Bautista y Herodes, son los protagonistas en este relato. Juan ha antepuesto la verdad
y la autoridad de la Ley a costa de su propia vida, con tal de ayudar a Herodes a
reconsiderar el proceder de haber tomado como mujer a Herodías, la esposa de su hermano
Felipe. Juan ha puesto la verdad por delante y Herodes sabe las implicaciones de su actuar,
Juan ha querido ser casi como la conciencia del propio Herodes, quien se debate entre el
uso recto de la justicia según la Ley, y la influencia de la imagen propia y de sus
desórdenes sexuales y morales. Y esa tensión se define cuando Herodes inclina la balanza
en favor de su nombre y del buen decir de los demás. Juan pierde la vida y Herodes pierde
deliberadamente la oportunidad de actuar en favor de la justicia y del orden moral.
Esta narración sigue siendo actual en nuestra época, los personajes de este evangelio siguen
siendo retratados en muchas personas con nombres concretos. Vienen seguramente a
nuestra mente instituciones, políticos, robos, deshonestidades, mafias, abusos y un continuo
desencanto social. Pero el Señor quiere ayudarnos a destacar la lucha incansable de la
evangelización y de los continuos intentos por la transformación de las estructuras de dolor
y de pecado provocados por el mal moral del mismo hombre.
Juan Bautista perdió la vida, pero la Palabra de la Vida con mayúsculas, dejó iluminada y
denunciada una realidad de pecado. Ésa es precisamente nuestra tarea como
evangelizadores, aprender a sostenernos con confianza en la fuerza del Amor resucitado y
resucitador del Señor, con tal que quede en pie la bandera de la esperanza y del Evangelio;
en medio de escenarios que siembran la cultura de muerte, en medio incluso de las
persecuciones y contradicciones.
Vamos a ofrecer al Señor nuestros constantes esfuerzos por el trabajo evangelizador que
realizamos, muchos de ellos seguramente inadvertidos o realizados en lo escondido, en lo
sencillo y en lo cotidiano. Y demos gracias porque Él nos llamó para confiarnos la hermosa
tarea de hacer mucho bien a nuestro mundo a través de la predicación de su Palabra,
predicación que es constante revelación de la presencia y rostro del mismo Jesucristo. ¡Es
loable y hermosa la tarea que realizamos!
Que el Señor pueda contar cada vez más con nuestras arriesgadas decisiones en pos del
Evangelio, por muy pequeñas que sean, pero que son significativas cuando son hechas con
fidelidad y devoción. No temamos poner la verdad del Evangelio por delante, no temamos
anteponer lo propio, a fin que el Evangelio brille para el bien de muchos.
Que el Evangelio del Señor pueda abrazar todo lo que eres, para convertirte así en portador
de su Verdad. Que tengas una gran jornada en la voluntad de Dios.

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