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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SALTA

FACULTAD DE ARTES Y CIENCIAS

LICENCIATURA Y PROFESORADO EN PSICOLOGÍA


CURSO INTRODUCTORIO A LA VIDA UNIVERSITARIA
CIVU ESPECÍFICO 2023

EJE 3 - Psicología en el siglo XXI


MÓDULO 5
EJE 3: PSICOLOGÍA EN EL SIGLO XXI

Módulo 5: El rol de la Psicología en el siglo XXI: demandas y desafíos actuales en


el ejercicio profesional. Trabajo intra - multi - interdisciplinario.

1. El rol de la Psicología en el siglo XXI: demandas y desafíos actuales en


el ejercicio profesional.

1.1. Introducción: Identidad Profesional

Mg. María Pilar Torres Gálvez

Teniendo en cuenta todo el recorrido realizado


en los Capítulos anteriores y a partir de la lectura de
las Legislaciones que regulan y brindan una normativa
para el accionar de los psicólogos, vamos a
especificar un poco más las funciones e implicancias
de dicha profesión.

El/La psicólogo/a es un profesional con conocimientos científicos y teóricos


necesarios e indispensables para poder: comprender, interpretar, analizar y explicar
el comportamiento humano en todas sus dimensiones. Para ello, precisa de
destrezas y habilidades básicas que se requieren para evaluar e intervenir en el
ámbito de las demandas personales, grupales, organizacionales y sociales. Todo
ello, con el fin de promover y mejorar la salud mental integral y la calidad de vida.

La formación teórica, el conocimiento de las técnicas y estrategias, la terapia


personal, la supervisión de casos por parte de colegas con mayor experiencia y un
desempeño acorde al código ético, constituyen el “equipaje” necesario e
indispensable, con el que un psicólogo debe contar para llevar a cabo su ejercicio
profesional de un modo ético y responsable. Todos los aspectos arriba
mencionados, hacen a la formación académica y personal que hacen al quehacer
profesional.

De acuerdo a las incumbencias profesionales descritas por el Plan de


estudios de la Carrera en Psicología de la Universidad Católica de Salta, las
actividades reservadas al título son las siguientes:
● Prescribir y realizar intervenciones de orientación, asesoramiento e
implementación de técnicas específicas psicológicas tendientes a la
promoción, recuperación y rehabilitación de la salud, a la prevención de sus
alteraciones y la provisión de los cuidados paliativos.
● Prescribir y realizar acciones de evaluación, diagnóstico, pronóstico,
tratamiento, seguimiento, recuperación y rehabilitación psicológica en los
abordajes: individual, grupal, de pareja, familia, instituciones, organizaciones
y en lo social-comunitario.
● Prescribir y realizar acciones de evaluación psicológica, psicodiagnóstico,
pronóstico y seguimiento en los abordajes: individual, de pareja y familia.
● Prescribir y efectuar psicoterapias individuales, familiares, grupales y de
pareja.
● Realizar indicaciones psicoterapéuticas de
internación y externación de personas por
causas psicológicas. Indicar licencias y/o
justificar ausencias por causas
psicológicas.
● Desarrollar y validar métodos, técnicas e
instrumentos de exploración, evaluación y
estrategias de intervención psicológicas.
● Diagnosticar, realizar peritajes, asesorar y
asistir psicológicamente, en el campo jurídico-forense, a personas en
conflicto con la ley y víctimas de delitos, a sus respectivos familiares, e
intervenir en los aspectos psicológicos de las problemáticas de minoridad.
● Diagnosticar, evaluar, asistir, orientar y asesorar en todo lo concerniente a los
aspectos estrictamente psicológicos en el área educacional.
● Prescribir y realizar orientación vocacional y ocupacional, en aquellos
aspectos estrictamente psicológicos.
● Elaborar perfiles psicológicos a partir del análisis de puestos y tareas e
intervenir en procesos de formación, capacitación y desarrollo del personal,
en el marco de los ciclos de selección, inserción, reasignación, reinserción y
desvinculación laboral. Asesorar en el ámbito de higiene, seguridad y
psicopatología del trabajo.
● Diagnosticar, evaluar, asistir, orientar y asesorar en lo concerniente a los
aspectos psicológicos en el área social-comunitaria para la promoción y la
prevención de la salud y la calidad de vida de grupos y comunidades y la
intervención en situaciones críticas de emergencias y catástrofes.
● Participar desde la perspectiva psicológica en el diseño, la dirección, la
coordinación y la evaluación de políticas, instituciones y programas de salud,
educación, trabajo, justicia, derechos humanos, desarrollo social,
comunicación social y de áreas emergentes de la Psicología.
● Dirigir, participar y auditar servicios e instituciones públicas y privadas, en los
que se realicen prestaciones de salud y de salud mental.
● Asesorar en la elaboración de legislación que involucren conocimientos y
prácticas de las distintas áreas de la Psicología.
● Realizar estudios e investigaciones en los diferentes áreas del quehacer
disciplinar, a saber:
○ Los procesos psicológicos y psicopatológicos a lo largo del ciclo vital.
○ Los procesos psicológicos involucrados en el desarrollo y
funcionamiento de los grupos, instituciones, organizaciones y la
comunidad.
○ La construcción y desarrollo de métodos, técnicas e instrumentos de
intervención psicológica.
● Planificar, dirigir, organizar y supervisar programas de formación y evaluación
académica y profesional en los que se aborden actividades reservadas al
título.

1.2. Demandas y desafíos de la Clínica en el Siglo XXI

Lic. Javier Mondada

Sujetado a un acontecimiento del que padece más de la cuenta, una persona


consulta.

“Hay un hueso”, puede traducirse como “hay un obstáculo, una dificultad”.


Hay una piedra, si seguimos la referencia del poeta brasileño Carlos Drummond de
Andrade.

Al leer un poema, a uno lo captura una cierta satisfacción. Es lo que Borges


dice de Almafuerte, cuando descubre que el lenguaje no es un mero instrumento de
comunicación, sino que transmite esa curiosa fiebre mágica. (En “Prólogo de
prólogos”, libro 4).
El poema de Andrade sirve de ejemplo: repite en los primeros cuatro versos
la palabra piedra. “Si el lenguaje sirviese sólo para expresar una significación
bastaría decirlo solamente una vez”.

Existe una piedra en el camino, pero es obstáculo porque me puse a caminar.


El camino crea la piedra que se encuentra en su lugar. Es el hueso de un
tratamiento, o de una cura. Hueso, médula misma de una cura. La piedra se torna
el propio recurso del poema. (Miller, en “El hueso de un análisis”).

Una bella forma de nombrar un tratamiento es la experiencia de aquello que


significa estar en la palabra. Freud lo llamaba de otro modo, en “Análisis terminable
e interminable”: La roca de base.

El sujeto analizante, de hecho, trae a la cura los elementos de su historia, los


vuelca, los enumera, puede hasta contarlos (…) el material que (…) trae son los
elementos de su biografía, uno a uno, los acontecimientos, los pensamientos y, la
operación reducción es la condensación de todo eso en un bien decir como el del
chiste. Esa reducción a la constante es la esencia de la construcción en el análisis
(nuevamente Miller, en “El hueso de un análisis”).

Hay un malestar, un penar de más que exige un tratamiento. Reducción a lo


real, “al sistema inexplorable” (Balzac, “El reverso de la historia contemporánea”), lo
incognoscible (Hegel, “Fenomenología del espíritu), lo no clasificable. Reducción
imposible, imposible del que da vida cuenta la clínica actual.

¿Cuáles son las caras del hueso, en una improvisada serie de fenómenos
sintomáticos actuales? A-dicciones, anorexia, bulimia, patologías del acto (ideas e
intentos de suicidio), urgencias psicológicas, violencia y género, moobing, burnout,
boreout, estrés, estrés postraumático, depresión, pánico… el fenómeno clínico es
vasto y sustancioso…

Y mientras cierta “clínica (psiquiátrica) de nuestra época es, y cada vez más,
una clínica de la medicación, que alivia las afecciones del paciente a partir de los
posibles efectos de los medicamentos” (Matemas, texto de 1980), se puede
observar los impasses de la época respecto a lo que implica “estar en la palabra”,
hacer esa experiencia subjetiva (Miller, la experiencia de lo real).
En la época que algunos autores denominan de la subjetividad hipermoderna
(Lipovetsky, Miller, Assef), donde todos los saberes y prácticas se cuestionan,
donde imperan las modas y la fugacidad, tanto como lo líquido (Bauman) y su
reverso es el cansancio (Byung Chul Han, “La sociedad del cansancio” y “La
expulsión de los distinto”), en Salta llama la atención que no se deja de consultar a
un psicólogo ni se deja de asistir a la universidad. Hay allí todavía un saber que la
gente demanda. En distintos modos.

La Universidad se presenta como uno de esos recintos que, con sus


contratiempos y burocracias, no deja de dar batalla ante el malestar de la
civilización, lo que también la puede convertir en refugio.

Y aunque se descubre que, ni bien se sale de la Facu, esos estudios faltan,


tropiezan con lo real de una clínica, con ese imposible de coordenadas cambiantes,
que los rostros del padecimiento se transforman y permanece una constante
invariable e inexplorable que las disciplinas, artes o ciencias no logran aún recubrir;
cuando nos descubrimos solos en un consultorio o en la sala de un hospital o
institución, en donde cada palabra es un ejercicio de decisión que nunca dejan de
comportar cierta angustia, el oficio de escuchar y dar lugar a la palabra de un sujeto,
encuentra un terreno fértil, pero que no hay que dejar de abonar, en la universidad.

Universidad que puede ser un trámite, una tortura, o un búnker, un templo


que permite el encuentro con maestros, compañeros, herramientas, bibliotecas y
literaturas que nos permiten darle forma a lo que será el camino hacia la clínica, que
podrá ser también, un trámite, una tortura o un satisfactorio modo de vida.

La cura por la palabra, de la que la psicología es una de sus exponentes, se


ha hecho un lugar allí, en la cultura. A partir de escuelas, movimientos y
universidades ha ganado un lugar en la sociedad y la cultura. El Dr. Eric Laurent
habla en términos de extensión social del síntoma en su texto sobre “Psicoanálisis y
salud mental”. Esto también cabe a la psicología, que se ubica en distintas áreas,
como lo prueba esta mesa de trabajo, donde se reconocen algunos rasgos
específicos de un mismo campo. Y esta diáspora también comporta un riesgo en el
entrante siglo.

Entonces, festejar el día del psicólogo también es reunirnos en torno a


preguntas que quizás podría conjeturar como comunes, o por lo menos solidarias:
¿Cómo operar en una práctica que convive con ciertos imposibles? ¿Cómo
avanzar en términos de epistemología de saberes sin perder de vista lo más
singular de un sujeto? ¿Cómo solucionar hoy la eterna disyunción de sujeto/objeto
al momento de la transmisión? ¿Cómo conformamos hoy comunidades de trabajo
cuando se atomizan y se especializan de un modo tan radical y veloz las prácticas?

1.3. Reflexiones sobre las demandas y desafíos actuales de la Psicología


Jurídico-Forense

Esp. Lic. Analía Taritolay

El marco legal del ejercicio de la profesión en el Área de la Psicología


Jurídica remite a la ley Nº 6063 / 83 que enuncia: … el estudio de la personalidad
del sujeto que delinque; la rehabilitación del penado; la orientación psicológica del
liberado y de sus familiares; la prevención del delito; el tratamiento psicológico de
los delincuentes; la realización de peritajes y estudios de personalidad en juicios de
adopción y de conflictos familiares cuando se encuentre el Psicólogo habilitado
como perito oficial. Su campo de acción se desarrolla en los Tribunales Judiciales,
en los Institutos Penitenciarios y de Internación de Menores. Las grandes
transformaciones sociales aceleradas, dramáticas, y los procesos de
vulnerabilización de las víctimas (abuso, maltrato, femicidios) llevaron a la
modificación de las intervenciones en los nuevos y complejos escenarios. Las
normativas reformularon las prácticas enmarcadas en la protección de los derechos
humanos. Para enunciar algunas modificaciones comenzamos con el Código Civil y
Comercial, la ley de Salud Mental, Ley de violencia intrafamiliar, Ley de Protección
de los derechos niñas, niños y adolesc., Ley de Responsabilidad Penal Juvenil, Ley
Nacional de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra las Mujeres entre otras tantas, que trasciende y supera nuestra ley provincial.
Las injerencias de los psicólogos en las instituciones de la justicia y las que giran en
torno a ella remite inminente modificaciones ideológicas, teóricas y políticas. Los
fenómenos emergentes modificaron el campo de la subjetividad y las prácticas de
legalidad y ética de los psicólogos intervinientes. Las problemáticas de niñez,
juventud, adolescencia, adopción, víctimas, victimarios, imputable, punible y las
múltiples violencias son los condicionantes de los nuevos lazos sociales que
tensionan nuestras prácticas profesionales. Es necesario y urgente superar los
estereotipos que cristalizan y anclan los conocimientos de la psicología jurídico y
forense para poder interpelar los nuevos desafíos del malestar actual. La práctica
invita y requiere la Interdisciplina en este proceso fluido y dinámico desplegado por
la justicia devenido en los nuevos mecanismos multicausales. Para finalizar Ana
María Fernández sostiene: “El trabajo de psicoanalistas y psicólogos enfrenta una
“Situación de urgencia”, ya que, “los estilos de vida, los modos de vincularse, la
moral sexual, las organizaciones familiares, los valores y las prioridades han
cambiado a una vertiginosidad tal que muchos relatos de vida nos dejan perplejos”.

1.4. La Ley de salud mental y su propuesta en el ámbito comunitario

Paula Ulivarri - Lic. en Psicología. Especialista en Psicología Comunitaria. Mg en


Salud Pública - Docente UCASAL: Psicología Comunitaria y prácticas pre
profesionales sociocomunitarias

La Ley Nacional de Salud Mental (en adelante LNSM) implicó un gran avance
en relación a nuestras prácticas como psicólogos/as, sobre todo en el campo de lo
comunitario.

Vamos a ir analizando algunos artículos de dicha Ley y relacionándolos con


las actividades que se vienen realizando desde el ámbito de la salud pública y de la
psicología comunitaria.

Antes que nada, es importante que definamos lo que es la psicología


comunitaria y el rol del/la psicólogo/a comunitario/a en el ámbito de la salud pública.

La psicología es una disciplina tan diversa como antigua que nos ha ayudado
a generar muchas formas de comprender tanto nuestra conducta individual como las
relaciones interpersonales. Una de las ramas de la psicología que está
especialmente orientada hacia producir cambios y transformaciones sociales desde
la perspectiva de los propios actores es la psicología comunitaria. Desde sus inicios
(es una rama relativamente joven, surge de manera formal en los 70) incluye un
conjunto organizado de ideas, herramientas y conocimientos que provienen no sólo
de la psicología, sino de otras ciencias como la antropología, la sociología o la
filosofía. Igualmente, se encuentra influenciada por las luchas militantes de
pensadores latinoamericanos revolucionarios, como Martín-Baró (Teología de la
Liberación) y Paulo Freire (educación popular).

Surge cuando muchos/as profesionales (sobre todo latinoamericanos) que


trabajaban junto a poblaciones con grandes necesidades, se dieron cuenta que la
psicología individual y la social no eran suficientes, no sólo para explicar lo que
sucedía, sino que tampoco era suficiente las herramientas con las que contaban.

Para ser breve, me voy a referir a los conceptos claves que nos servirán para
entender un poco más a qué se refiere la LNSM en relación a lo comunitario.
La psicología comunitaria tiene una metodología específica: a partir de sus
planteamientos teóricos podemos desarrollar estrategias de intervención que
promuevan que las personas seamos agentes de cambio en nuestros propios
entornos y agentes activos en la detección de nuestras necesidades y la solución de
nuestros problemas. ¿Qué significa esto? Que los/as psicólogos/as comunitarios/as
nos paramos desde un posicionamiento en donde se considera que no tenemos
todo el saber, que no conocemos todo lo que le pasa a las personas, que no
sabemos nada del barrio/comunidad donde vamos a trabajar, qué necesitan.
Tampoco tenemos todos los recursos.

Pensamos que el cambio social, la transformación social, se logra a partir del


encuentro con otros, entre todos/as, los/as que viven en las comunidades, los/as
profesionales que se encuentran en territorio, las instituciones que existen y
funcionan allí.

Lo que propone la psicología comunitaria es que el acercamiento de quienes


se consideran expertos/as o de las instituciones sociales, aunque es necesario en
un primer momento, no puede permanecer en la comunidad como el/la único/a
agente de cambio, sino que se trata de promover que sean las personas de la
comunidad quienes fortalezcan la autogestión y promuevan la transformación.

Ahora vamos a la Ley y tomaremos un par de artículos para trabajar el tema:

ARTÍCULO 3° — En el marco de la presente ley se reconoce a la salud mental


como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos,
culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica
una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos
humanos y sociales de toda persona.

ARTÍCULO 8° — Debe promoverse que la atención en salud mental esté a


cargo de un equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y
otros trabajadores capacitados con la debida acreditación de la autoridad
competente.

ARTÍCULO 9° — El proceso de atención debe realizarse preferentemente


fuera del ámbito de internación hospitalario y en el marco de un abordaje
interdisciplinario e intersectorial, basado en los principios de la atención
primaria de la salud. Se orientará al reforzamiento, restitución o promoción de
los lazos sociales.

ARTÍCULO 11. — La Autoridad de Aplicación debe promover que las


autoridades de salud de cada jurisdicción, en coordinación con las áreas de
educación, desarrollo social, trabajo y otras que correspondan, implementen
acciones de inclusión social, laboral y de atención en salud mental comunitaria.
Se debe promover el desarrollo de dispositivos tales como: consultas
ambulatorias; servicios de inclusión social y laboral para personas después del
alta institucional; atención domiciliaria supervisada y apoyo a las personas y
grupos familiares y comunitarios; servicios para la promoción y prevención en
salud mental, así como otras prestaciones tales como casas de convivencia,
hospitales de día, cooperativas de trabajo, centros de capacitación socio-
laboral, emprendimientos sociales, hogares y familias sustitutas.

La psicología es una ciencia, disciplina y profesión que pertenece al campo


de la salud. Siguiendo la línea de pensamiento de un psicólogo sanitarista
latinoamericano, Morales Calatayud (2015), lo que es común en todos los planos de
ese campo, es la presencia del factor humano.

Vamos un segundo para atrás en el tiempo. Una de las Conferencias


internacionales más importantes relacionadas a la salud, fue la Conferencia
Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma-Ata, realizada en
Kazajistán, del 6 al 12 de septiembre de 1978. Fue organizada por la OMS/OPS y
UNICEF. La síntesis de sus intenciones se expresa en la Declaración de Alma-Ata,
subrayando la importancia de la atención primaria de salud como estrategia para
alcanzar un mejor nivel de salud de los pueblos. Su lema fue «Salud para todos en
el año 2000».

En este espacio internacional, se define a la salud como el estado de


completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones
o enfermedades, es un derecho humano fundamental. Si bien entendemos que lo
que se intentó aquí fue incorporar todos los elementos, claro está que el completo
bienestar es… imposible.

Entonces, diez años después, en otra reunión internacional, surge la Carta de


Otawa (1988) donde se reafirma la Atención Primaria de la salud y que el objetivo
de la acción por la salud es hacer que las condiciones sean favorables para poder
promocionar la salud. La promoción de la salud se centra en alcanzar la equidad
sanitaria.

A medida que pasan los años, a esta primera definición internacional de


salud fueron incorporándose elementos con el objetivo de atender la mayor parte de
lo que influye en el ser humano. Uno de los avances fue considerar a la salud, más
que como un completo bienestar, como un proceso. La salud como proceso implica
identificación, atención, adquisición, práctica, mantenimiento, y desarrollo. Su
objetivo debe ser la salud biopsicosocial.

Otro elemento constitutivo, incentivado por la OMS (Organización Mundial de


la Salud) fueron los determinantes de la salud. Los determinantes sociales de la
salud son las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y
envejecen, incluido el sistema de salud. Esas circunstancias son el resultado de la
distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local, que
depende a su vez de las políticas adoptadas. Los determinantes sociales de la salud
explican la mayor parte de las inequidades sanitarias, esto es, de las diferencias
injustas y evitables observadas en y entre los países en lo que respecta a la
situación sanitaria.
Con esto entenderemos en nuestra LNSM, la salud mental como parte
constitutiva de la salud de las personas y por qué es necesario pensar de manera
comunitaria, interdisciplinaria e intersectorial la búsqueda de las soluciones de las
problemáticas relacionadas.

Ahora bien, ya nos dimos cuenta que no es suficiente el trabajo al interior de


las instituciones, y cada vez encontramos más equipos y programas con perspectiva
comunitaria. Desde las políticas de salud centradas en la perspectiva de derechos y
basadas en la integralidad de las prácticas, se propuso la modificación de las
lógicas manicomiales hacia la atención de los padecimientos mentales en la
comunidad. Si bien las estrategias pueden ser múltiples, el trabajo comunitario
posee una especificidad y fundamentos específicos en el campo de prácticas. Su
inclusión requiere de una apertura epistemológica hacia el reconocimiento de los
padecimientos subjetivos en su complejidad en tanto procesos dinámicos de salud-
enfermedad-cuidados (Almeida-Filho & Paim, 1999; Menéndez, 2009).

La LNSM implica un cambio de mirada, una apertura que incluya lo colectivo,


lo diverso y lo histórico, que nos permita aceptar nuevas demandas, trabajar desde
las contradicciones y construir con otros en la heterogeneidad y a partir del
desorden.

Para que personas con padecimientos mentales puedan ser asistidas en su


comunidad, ésta también debe estar preparada. El abordaje comunitario genera
aquí grandes oportunidades y fortalezas, desde una propuesta que trabaja no sólo
con usuarios del sistema, sino que incluye a su comunidad en el abordaje de
problemáticas psicosociales en su complejidad.

Dijimos que la estrategia de promoción de salud comunitaria tiene como


objetivo propiciar la transformación de lazos comunitarios hacia vínculos solidarios y
la participación hacia la constitución de la propia comunidad como sujeto activo de
transformación de sus realidades, generando condiciones propicias para la toma de
decisiones conjunta sobre el propio proceso de salud-enfermedad-atención. Este
proceso debe estimular la reflexión crítica y la capacidad de intervención y de co-
gestión de los problemas sociales por parte de los colectivos.

La intervención comunitaria tiene por objetivo fortalecer y acompañar


procesos de transformación a nivel grupal y comunitario. La generación de espacios
de encuentro y la realización de diagnósticos participativos permiten un primer
acercamiento a la posibilidad de construcción y abordaje colectivo de las
problemáticas compartidas. De allí surgirán, a partir de la priorización de problemas
(sentidos por la misma comunidad), una planificación conjunta, con la participación
efectiva de todos/as.

Para lograr este cometido, existen muchas herramientas, instrumentos y


posibilidades. Sin embargo, la creatividad, la escucha y la disponibilidad son las
herramientas fundamentales en la tarea que se propone dar lugar y partir de los
diversos saberes comunitarios, para poder tejer alternativas a las problemáticas de
salud planteadas.

Para esto, algo esencial es la participación de todos/as los/as actores. La


posibilidad de re-conocer su territorio, donde acontecen sus actividades cotidianas,
el hablar con otros vecinos, familiares, etc., posibilita que estas personas reunidas
(porque hay algo en común que molesta, inquieta, interrumpe) conozcan y se
apropien de recursos que muchas veces se encuentran invisibilizados. La
circulación de la palabra permite el relato de soluciones muchas veces individuales
que fueron encontrando a los problemas, compartiendo y transmitiendo a los demás
sus experiencias, pudiendo de esa manera crear un espacio común, comunitario.

Entendemos que cada territorio, cada comunidad es singular, por lo que se


requiere de dispositivos flexibles y permeables para generar intervenciones que
puedan incluirse en la red comunitaria ya existente. Este trabajo requiere tiempos
prolongados, aparece como posibilidad a partir de la permanencia en un territorio,
de la generación de vínculos de confianza, se trata entonces de una práctica
específicamente vincular. Conocer las problemáticas de una comunidad o de un
colectivo no es una tarea fácil, pero es el primer gran desafío.

En esta tarea son ejes fundamentales la generación de espacios de


encuentro que promuevan vínculos solidarios, la participación y la posibilidad de
sostener espacios de alegría compartidos colectivamente para la reconfiguración de
redes barriales.

Posibilidad de encuentro, modos de mutualidad, tramitación de conflictos,


aprendizaje, complejización e historización de la relación, transformación y
apuntalamiento múltiple de la subjetividad (Barrault, 2007)

Una especificidad del trabajo comunitario es su necesaria articulación en red:


con instituciones, con referentes, con organizaciones. No estamos solos en el
universo comunitario, Es necesariamente un trabajo que articula o pone en diálogo
diferentes actores en una comunidad. Las estrategias pueden desarrollarse a partir
del trabajo articulado en varios niveles: la conformación, fortalecimiento y
sostenimiento a partir de los procesos participativos.

El desarrollo de estrategias creativas es un principio y necesidad


fundamental. Las acciones desarrolladas a partir de la planificación estratégica y
participativa nos pone de cara a la necesidad de incorporar herramientas técnicas
concretas para estos abordajes. La constitución de equipos interdisciplinarios y el
trabajo intersectorial resultan imprescindibles (Bang & Stolkiner, 2013).

Es necesario un abordaje que permita develar y abordar conjuntamente


diferentes problemáticas: procesos de estigmatización, consumo problemático de
sustancias, problemáticas de vivienda o pobreza, situaciones conflictivas en la
adolescencia, dificultades de acceso a las instituciones, aislamiento social general,
diversos procesos de segregación y exclusión, etc. Entendiendo que estas
situaciones conllevan un alto padecimiento subjetivo, asumimos que deben ser
abordadas colectiva y comunitariamente.

Gracias al carácter participativo de sus actividades, estos dispositivos


permiten además construir un puente entre las instituciones y la población. En
instituciones de salud/salud mental donde prima un modelo biomédico de atención,
la inclusión de prácticas comunitarias posibilita la construcción conjunta de una
vivencia compartida del “hacer creativo”, que va más allá de la palabra. Esto permite
crear conocimientos prácticos compartidos e incluir la dimensión afectiva entre
profesional y paciente, horizontalizando sus relaciones. Por los procesos
cooperativos asociados, estos dispositivos también permiten transmitir en acto una
perspectiva de salud integral, basada en el cuidado y asociada al placer, la alegría y
las relaciones comunitarias solidarias.

Siguiendo a un psicólogo argentino, Saforcada (2009), podríamos decir, que


a las psicólogas y psicólogos nos cabe la responsabilidad de trabajar
cooperativamente con las poblaciones a fin de incrementar su fortalecimiento y
nuestros conocimientos. Pero sin desconocer la necesidad de articularnos con
otros, que también se encuentran trabajando en los mismos espacios, con aquellos
que tienen mayor incidencia en la agenda de las políticas públicas, a fin de no correr
el riesgo de quedarnos en la periferia, en las trincheras, posición que supone en la
mayoría de los casos altos costos personales y laborales.

Para terminar, comparto con Martín-Baró una reflexión: no esperamos que la


psicología pueda por sí misma resolver los problemas que aquejan a las
comunidades, pero sí creo en una psicología comprometida con ellas, que no puede
actuar al margen de esos problemas.

1.3.2 Bibliografía

Almeida-Filho, N. & Paim J.S. (1999). La crisis de la Salud Pública y el movimiento


de Salud Colectiva en Latinoamérica. Cuadernos Médico-Sociales, 75, 5-30.

Bang, C. (2010). La estrategia de promoción de salud mental comunitaria: una


aproximación conceptual desde el paradigma de la complejidad. Memorias II
Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, Tomo
3, (242-245). Buenos Aires: Facultad de Psicología UBA.

Bang, C. & Stolkiner, A. (2013). Aportes para pensar la participación comunitaria en


salud desde la perspectiva de redes. Ciencia, Docencia y Tecnología, 46, 123-143.
Disponible en http://www.revistacdyt.uner.edu.ar

Menéndez, E. (2009). De sujetos, saberes y estructuras. Introducción al enfoque


relacional en el estudio de la salud colectiva. Buenos Aires: Lugar Editorial.

Morales Calatayud, F. (2015). La psicología y el campo de la salud: tensiones,


logros y potencialidades de una relación esencial y necesaria. PSIENCIA. Revista
latinoamericana de ciencia psicológica 7(1) 120-123. Disponible en
www.psiencia.org › ojs › index.php

1.4. Desafíos y demandas actuales de la Psicología Educacional

Lic. Daniela Moreno Valdez

La Escuela del Siglo XXI se encuentra inserta en un contexto complejo, teñido por la
globalización, la rapidez de los cambios, los avances científicos y tecnológicos, la
influencia de los medios masivos de comunicación, la diversidad cultural, entre
otros. Es de suponer, que el Sistema Educativo, no logra escapar a estos cambios
que impactan, afectan y movilizan la dinámica escolar. El psicólogo escolar, como
profesional de la educación, tampoco es ajeno a estos cambios. Cabe preguntarnos
entonces ¿Cuáles son las demandas actuales que desafían a la Psicología
Educacional en el Siglo XXI?

Es sumamente necesario replantear la función que la Escuela cumple como la


principal Institución encargada de la construcción de aprendizajes basados en
ideales y valores que sean significativos para los desafíos que se presentan en esta
nueva era. Pensar que su accionar se orienta sólo a la alfabetización, en el sentido
tradicional del término, es negarle a estas Instituciones de convivencia social las
responsabilidades que la sociedad paulatinamente les va acreditando, la
incentivación de promover una convivencia social atenuada al máximo en su
violencia, la inclusión de personas con discapacidad, la multi-culturalidad, las
competencias de conocimiento y competencias emocionales, necesarias para
instalarse en el entramado social, son algunas de las funciones que explícitamente e
implícitamente se le atribuyen a la Escuela a partir de su currículo explícito y oculto.

La Escuela, es una de las principales instituciones receptoras de demandas y


necesidades sociales, constituyendo así, uno de los lugares más influyentes para
contribuir al desarrollo integral de los alumnos; por lo tanto, son un sitio idóneo para
promover la Salud Mental.

Durante estos últimos años, la práctica profesional del Psicólogo, ha mostrado una
acumulación de funciones, la heterogeneidad de tareas que se depositan sobre su
actividad profesional, la tornan vasta, compleja y difusa, lo que genera que por
momentos pueda solaparse con funciones de otros actores institucionales.
Uno de los principales obstáculos que ha tornado contradictorio el rol del Psicólogo
Escolar, fue la hegemonía de la función clínica y diagnóstica, de trabajo
individualizado, centrado en los alumnos problemáticos o con dificultades.

Se trata de la construcción de un nuevo rol, que debiera estar caracterizado por lo


sistémico, lo preventivo y el trabajo en conjunto con otros actores. Para lograr dicho
rol, es necesario abandonar ciertos paradigmas y creencias que durante mucho
tiempo han marcado fuertemente el campo de la Psicología Educacional. De este
modo, el rol del Psicólogo Escolar, implicaría una ardua tarea, ya que lleva a
considerar continuamente la necesidad de modificarnos, de-construirnos y re-
estructurarnos como profesionales, tolerando los cambios y construyendo
habilidades y valores que sean útiles para la vida.

Esto significaría, poder correr la mirada de la patología, el déficit y las diferencias y


poder centrarla en la promoción y desarrollo de las habilidades cognitivas, afectivas,
emocionales y sociales de la Comunidad Escolar, en la tarea cotidiana de la Escuela
que se refleja en el accionar interno y externo.

Para concluir, se espera del Psicólogo Educacional un rol activo, capaz de trabajar
en equipo y de manera multidisciplinaria, para intervenir con el ser humano desde
una manera integral. Función que será sumamente importante en un mundo en
constante transformación, que cada vez exige más y mejor preparación académica,
pero por sobre todo humana.

Que la Escuela pueda entenderse como una Institución transformadora, un “puente”


que potencie las habilidades de cada sujeto, formando alumnos encargados de
saber hacer y de saber hacer con otros, que brinde aprendizajes significativos. Y si
son significativos, es porque son aprendizajes para la vida.

1.5. “Pensamientos y palabras en el día del Psicólogo desde el Campo de la


Psicología Laboral”

María Belén Viotti - Licenciada en Psicología - Docente

En la posibilidad de dejar un mensaje desde la vivencia profesional en el Día


del Psicólogo, me ha parecido significativo más que hablar únicamente de las
distintas posibilidades de intervención en este campo de trabajo, referirme a algunos
pensamientos, reflexiones y criterios que han surgido en mí, en los casi 23 años de
estar involucrada con esta actividad en distintos contextos.

Hoy particularmente en el ámbito de una escuela, donde desarrollo


regularmente tareas de una psicóloga educacional. Sin embargo, también he
asumido por mi interés, formación y experiencia en el tema, el acompañamiento del
personal docente desde su postulación, ingreso a la institución, formación y
seguimiento de su desenvolviendo profesional.

Una primera reflexión surge justamente de esta experiencia personal. Como


verán, el ámbito de trabajo de un psicólogo laboral no se circunscribe a una
empresa privada o a organizaciones convencionales, consultoras, etc. Nuestra labor
puede ser llevada a cabo en distintos contextos, desde escuelas, fundaciones,
institutos de educación no formal, organismos, etc., aun participando de otras
actividades en estos espacios, el aporte de nuestra mirada profesional puede ser
muy enriquecedora en la comprensión de las conductas, de los procesos
institucionales, de las relaciones humanas y la comunicación, de los liderazgos,
entre otros temas.

Para quién se desarrolle profesionalmente en el área de la psicología laboral


en la actualidad y en el contexto de Salta y otros, su actividad le implicará
necesariamente el trabajo en equipo, el conocimiento y comunicación con otras
disciplinas intervinientes en la consideración del Capital Humano, por lo que será
necesaria siempre una actitud de escucha, abierta y predispuesta al aprendizaje
interdisciplinar, entendiendo que la complejidad de la realidad humana en los
contextos organizacionales diversos actuales, exige más que nunca intervenciones
conjuntas, criterios dialogados a partir de miradas diferentes de un mismo desafío.
(Médicos laborales, administradores de empresas, licenciados en RRHH, abogados,
contadores, etc.

Otro punto que me parece fundamental comentar es la necesidad de


mantener en este contexto de trabajo profesional nuestro humanismo, y clara en
nuestra intención y acción, la razón de ser última de nuestra profesión que es el
cuidado de la salud mental de las personas.

Debe ser prioridad para nosotros, nunca perder de vista este bien y fin último
sellado en nuestro juramento profesional.
Este rol muchas veces nos posiciona de manera incómoda y problemática
entre los intereses financieros de las organizaciones, sus prioridades y visiones, y la
persona, el trabajador en su dignidad y en su condición propia intrínseca de
dignificarse a través de su trabajo.

No siempre es sencillo lograr conciliar ambas posiciones en una organización


y en la tarea misma por más esfuerzos que pongamos en el logro de este fin. Pero
tenemos la responsabilidad de mantener siempre disponibles los canales de
diálogo, de acuerdos, y de velar por el cuidado de las relaciones humanas y la
solución positiva a los conflictos.

Es real que nuestro rol tiene un límite y muchos temas y decisiones no


dependen exclusivamente de nosotros los psicólogos, pero podemos desde la labor
cotidiana, cargar de humanismo nuestras intervenciones, que ayudan a sobrellevar
al otro a veces lo inevitable, y eso marca una gran diferencia.

Cuando realizamos una selección de personal, cuando acompañamos una


evaluación de desempeño, al elaborar perfiles de puestos, al momento de ser
moderadores en la comunicación y en el diálogo entre partes, cuando debemos
llevar adelante una entrevista de salida, en los distintos escenarios, nuestra esencia
profesional debe sostenerse en valores de cuidado, de conciliación y de diálogo.

La escucha atenta y activa debe ser nuestra más importante herramienta de


trabajo y en las intervenciones siempre el conocimiento debe ser puesto al servicio
del cuidado del bienestar de la persona y de las organizaciones que la contienen.

2. Trabajo intra - multi - interdisciplinario.

6.2. Salud mental e interdisciplina

“A.D.N.: Aprendizaje Dinámico Necesario para la salud integral en el marco de


la R.I.A.P.S.”

Lic. en Trabajo Social; Carrazana, Georgina - Lic. en Psicología; González Barrau,


Luciana - Dra. Siles, Gabriela (Residencia de Medicina General y Familia y
Comunitaria) Dra. Soraire Méndez, María Belén

6.2.1 INTRODUCCIÓN
La Residencia Interdisciplinaria con orientación en Atención Primaria de la
Salud inicia sus actividades en Junio de 2019, siendo la primera y única en el país,
en el Interior de la Provincia de Salta: Departamento de General Güemes. Se crea
por la necesidad de la constitución de un nuevo modelo sanitario que integre la
perspectiva interdisciplinaria y la estrategia de A.P.S., fortaleciendo las redes de
atención y rejerarquizando el rol del equipo de salud de Nivel I y II.

En el marco de las Jornadas de Salud Mental organizadas por la Secretaría


de Salud Mental, surge desde el equipo interdisciplinario la propuesta de generar un
concepto que reúna las características de la residencia, la diversidad de enfoques
disciplinares, la construcción de equipos interdisciplinarios, atravesados por la
complejidad de las realidades con la que nos enfrentamos.

Es así que co-construimos el concepto de A.D.N.: Aprendizaje Dinámico


Necesario que simboliza la posibilidad de soltar conceptos absolutos y crear junto
con otros un ensamble de cadenas/disciplinas que buscan retroalimentarse
constantemente para generar espacios de salud integral en los diversos contextos.

El esquema del A.D.N. desarrollado por la medicina, nos permitió plasmar el


concepto presentado. Así, el A.D.N. presenta una doble hélice formada por dos
cadenas principales que representarían la Estrategia A.P.S. y la Interdisciplina.
Ambas cadenas se encuentran unidas por enlaces que simbolizarían las disciplinas
que conforman la residencia: Medicina Familiar, Licenciatura en Trabajo Social,
Psicología, Nutrición y Obstetricia. Por otra parte, una de las funciones del ADN es
la replicación, por lo que se propone pensar que la función del Aprendizaje Dinámico
Necesario es la transposición de saberes en los diferentes escenarios atravesados
por turbulencias e incertidumbres.

Así como el A.D.N. biológico está ubicado dentro del núcleo de la célula,
también el Aprendizaje Dinámico Necesario está rodeado de sistemas: familiares,
institucionales, económicos, políticos, culturales, sociales y ambientales que
interactúan en constante movimiento y que tienen su impacto en la salud mental del
equipo interdisciplinario.

6.2.2. ADN biológico vs. ADN interdisciplinar

La Residencia Interdisciplinaria con orientación en Atención Primaria de la


Salud inicia sus actividades en Junio de 2019, siendo la primera y única en el país,
en el Interior de la Provincia de Salta: Departamento de General Güemes. Se crea
por la necesidad de la constitución de un nuevo modelo sanitario que integre la
perspectiva interdisciplinaria y la estrategia de A.P.S., fortaleciendo las redes de
atención y rejerarquizando el rol del equipo de salud de Nivel I y II.

Desde el Equipo Interdisciplinario de residentes, co-construimos el concepto


de A.D.N.: Aprendizaje Dinámico Necesario, que simboliza la posibilidad de
transformar conceptos absolutos y crear junto con otros un ensamble de
cadenas/disciplinas que buscan retroalimentarse constantemente para generar
espacios de salud integral en los diversos contextos.

El esquema del A.D.N. desarrollado por la medicina, nos permitió plasmar el


concepto presentado. Así, éste presenta una doble hélice formada por dos cadenas
principales que representarían la Estrategia A.P.S. y la Interdisciplina.

Desde la estrategia A.P.S. nos encontramos desarrollando tareas de


prevención, promoción y asistencia en el primer nivel de atención ubicados en las
localidades de Campo Santo y El Bordo, conformando dos equipos
interdisciplinarios. Una de las actividades fundamentales en terreno, es el
acompañamiento a los agentes sanitarios en su labor cotidiana, reconociéndolos
como actores protagonistas que posibilitan el nexo con la comunidad.

Es así como estas dos cadenas se unen por enlaces que simbolizarían las
disciplinas que conforman la residencia: Medicina Familiar, Licenciatura en Trabajo
Social, Psicología, Nutrición y Obstetricia.

Por otra parte, una de las funciones del ADN es la replicación, por lo que se
propone pensar que la función del Aprendizaje Dinámico Necesario es la
transposición de saberes en los diferentes escenarios atravesados por turbulencias
e incertidumbres.

A continuación, se desarrolla el concepto presentado ampliando su


significado.

6.2.3. Transformar conceptos absolutos

Partimos de la idea de que el aprendizaje implica transformar estructuras


conceptuales previas, para poder construir conceptos interdisciplinarios y ser
aplicados en la práctica.
Esto nos lleva a pensar en soltar estructuras conceptuales previas que se
constituyen desde lo jerárquico-verticalista, y que es preciso que se cuestionen y
problematicen estos modelos aprendidos, que muchas veces son a-históricos, a-
sociales a-culturales, individualistas y subordinando saberes populares.
(Menéndez,2002, p. 194)

Estos modelos hegemónicos que se presentan en todas las disciplinas, con


conceptos absolutos, es decir cerrados, imposibilitan el intercambio de información
de entrada y salida y el desarrollo de nuevos conceptos y prácticas transformadoras.

Transformar implica soltar, dejar algo, una falta que genera tensiones
internas al sujeto/profesional, y que en la construcción de lo nuevo se reflejan en la
comunicación, provocando malestares y obstáculos que influyen en la dinámica de
los equipos. Por lo tanto supone un pasaje, una propuesta superadora que sería
comenzar a trabajar heterárquicamente desde una perspectiva de red, considerando
la posibilidad de coexistencia de jerarquías distintas, y modos de relacionarse
horizontalmente. Este concepto abordado en la Psicología Comunitaria para
“referirse a las relaciones humanas desde una perspectiva de red, considerando la
posibilidad de coexistencia de jerarquías distintas, tanto sucesivas como
simultáneas, en el funcionamiento de un sistema determinado” (Bang &
Stolkiner, 2013, p. 130).

Algunos de los obstáculos vivenciados durante el inicio de la residencia y que


se presentan a menudo en la cotidianeidad del trabajo en equipo, tienen relación
con enfrentarse a lo inesperado y desconocido, tanto en la conformación de la
residencia, en el conocimiento con otros y otras disciplinas y las realidades con las
que trabajamos.

Lo contrario a la incertidumbre sería considerar a la disciplina como absoluta,


una zona de confort que brinda una aparente seguridad y la percepción de ser la
única opción conocida y que de esta manera se repite. Se estanca, se rigidiza y se
convierte en algo instituido. Si no hay algo que movilice estructuras, es difícil
trabajar interdisciplinariamente.

6.2.4. Crear junto con otros un ensamble de cadenas/disciplinas

Este posicionamiento permite y da lugar a la creación conjunta con otros,


ensamblándonos, así como las cadenas del ADN, en una interacción dinámica que
implica ampliar la mirada, pensar diferente, hablar y escucharse, y un aprendizaje
constante.

Y paso a paso ir co-construyendo la interdisciplina, que tomando al autor


Rolando García, se relaciona con aperturas conceptuales y perceptivas
relacionadas al vínculo y emociones más que voluntades. Se juega en ello no solo
las identidades profesionales sino también personales.

La conformación de equipos interdisciplinarios conlleva el aprendizaje y


conocimiento mutuos, no solo de las incumbencias profesionales sino también de
las personalidades que se encuentran y de las experiencias profesionales previas.

6.2.5. Retroalimentación constante

Entre estas disciplinas o cadenas se busca una retroalimentación constante,


que implica un intercambio e interacción entre los ejes principales de la Residencia
(APS e Interdisciplina).

Así como el ADN tiene una estructura en doble hélice nuestras prácticas en la
comunidad presentan una doble hermenéutica. Esto quiere decir que las
intervenciones se están construyendo desde una perspectiva de intercambios entre
saberes populares y saberes científicos, posicionando a la comunidad y a los
usuarios como protagonistas de su salud.

6.2.6. Generar espacios de salud integral

Si adherimos a estos ejes y en especial a este concepto de ADN: Aprendizaje


Dinámico Necesario, es con un objetivo claro: generar espacios de salud integral,
tanto internos como externos.

Internos porque creemos y proponemos como fundamental un espacio en


donde los equipos de salud puedan encontrarse, puedan alojarse, ya que,
enfrentados a las turbulencias actuales, es preciso que también se genere entre
ellos espacios de salud mental en especial.

Externos, en donde como equipo se busca trabajar con la comunidad, con


una perspectiva de derecho y donde todos puedan disfrutar del bienestar de su
salud. Como equipo de residentes se está trabajando en diferentes espacios desde
la interdisciplina: Consultorio de Salud integral del Adolescente y asesorías
escolares, Curso de Preparación Integral para la maternidad en el Hospital, Trabajo
Clínico y Comunitario en los Centros de salud de El Bordo y Campo Santo, Guardias
de todas las disciplinas en el Hospital con enfoque integral también.

6.2.7. Diversos Contextos

Vivimos en una época de urgencia generalizada y de turbulencias


inesperadas. A mayor turbulencia mayor conciencia de condiciones malas,
incómodas o amenazadoras.

La base de la interdisciplina es la transformación de las estructuras de


representar el pensamiento científico, de ver la realidad entendiéndola también
como prácticas en un contexto y este contexto atravesados por crisis o tensiones.

Los sucesos actuales imprevisibles requieren necesariamente de re-pensar


las prácticas muchas veces aisladas, requieren de trabajo en equipo, donde se
pueda no sólo consultar lo que a la disciplina le excede en conocimiento, sino
también poder sostenerse mutuamente.

Algunos de los obstáculos vivenciados durante el inicio de la residencia y que


se presentan a menudo en la cotidianeidad del trabajo en equipo, tienen relación
con enfrentarse a lo inesperado y desconocido, tanto en la conformación de la
residencia, en el conocimiento con otros, con otras disciplinas y enfrentarse a las
realidades con las que trabajamos.

Lo contrario a la incertidumbre sería considerar a la disciplina como absoluta,


una zona de confort que brinda una aparente seguridad y la percepción de ser la
única opción conocida y que de esta manera se repiten acciones, se estancan
prácticas, se rigidizan roles y así se convierten en algo instituido. Si no hay nada
inesperado, nada que movilice nuestra consciencia y nos haga salir en búsqueda de
algo nuevo, es hora de comenzar a proponer un cambio: un ADN, un aprendizaje
dinámico necesario.

6.2.8. “Orientación analítica en la institución psiquiátrica”

Alfredo Zenoni
Miembro de la Asociación M la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Analista
Miembro de la Escuela (AME) de la École de la Cause Freudienne (ECF- Bruxelles)

Les agradezco la invitación para venir [*] a trabajar con ustedes una problemática
clínica y práctica que ha llegado a ser menos marginal en el campo freudiano ahora,
desde hace algunos años, de lo que lo era hace diez o veinte años. Mientras tanto,
cierta idea del analista solitario, recogido, especialista de la desidentificación, que no
tiene ningún ideal y que no cree en nada, ha dejado, sin duda, lugar a otra idea, que
Eric Laurent evocaba en una conferencia: la del analista ciudadano.
Los analistas han comenzado, o deberían comenzar, a captar que su deber no es
solamente el de escuchar, encerrados en su reserva, sino el de saber transmitir, en
lo que concierne a la condición humana, aquello que de la particularidad de un
sujeto, del caso por caso, puede ser útil para un mayor número. Para parafrasear lo
que dice Lacan a propósito del discurso capitalista, "que no constituirá un progreso,
si es solamente para algunos". [1] Hubo un tiempo en el que se pensaba que el
analista tenía que manifestarse principalmente en el campo de la cultura. Nosotros
creemos que hemos de intervenir también en puntos más precisos de nuestras
sociedades, y en particular en las redes de redes de asistencia, en las prácticas
institucionales y sociales, en la política de la salud mental, con el fin de que el
respeto de los "derechos del hombre" no sea amputado de la dimensión del sujeto
en la clínica, en el momento en que el discurso de la ciencia está apunto de
fagocitar toda la práctica psiquiátrica.
La antinomia psicoanálisis/institución
Lo que ha podido alejar a los practicantes del análisis de su intervención en el
campo de la salud mental ha sido, entre otras cosas, una formulación del problema
en términos de relaciones de antinomia (o de compromiso) entre dos prácticas, la
práctica del análisis y la práctica institucional. De esta manera, se han casi término a
término, las metas de la institución de salud mental y las de la cura analítica, para
resaltar que son inconciliables y derivar de ello, como conclusión para el analista, la
necesidad de una posición extra-institucional o anti-institucional (eventualmente, y
paradójicamente, en el interior de la institución misma). Recordemos algunos de los
términos de esta oposición. La institución apunta a reducir la pregnancia del
síntoma, mientras que el analista a hacer emerger sus significantes inconscientes y
su vínculo pulsional. La institución quiere el bien y la salud del individuo, le protege y
le ayuda, mientras que el analista no apunta a ningún bien, sino solamente a la
emergencia del deseo, lo que no excluye el malestar ni la angustia. La institución
responde a la demanda, mientras que el analista, por su escucha radical, apunta a
la raíz misma de la demanda. La institución, por último, trata de reconstruir la unidad
del sujeto, mientras que el analista apunta a su división.
La conclusión práctica que se deduce de esta confrontación, puede conducir así a
algunos analistas a oscilar entre una actitud de rechazo o de crítica de la institución
-en tanto que lugar inapropiado para el tratamiento psicoanalítico- una actitud de
intervención, pero con la condición de no tomar parte en el dispositivo institucional.
Plantear el problema en estos términos comporta un doble inconveniente: ya el de
dejar a dicho analista en su exterioridad absoluta, ya el de incluirlo en la institución
de un modo problemático, pues al querer desmarcarse de todo criterio de
funcionamiento institucional, termina por suscitar una aversión hacia el psicoanálisis
que conduce a su eyección. En ambos casos, el psicoanálisis termina por no tener
ninguna incidencia ni en la clínica ni en la práctica institucional.
Si la cuestión de la relación entre el psicoanálisis y las instituciones se agota
demasiado a menudo en la controversia en torno a la posibilidad de practicar la cura
analítica en la institución, creemos que ello se debe al hecho de haber identificado
demasiado estrechamente el discurso ético del psicoanálisis a su aplicación a la
terapéutica individual, en particular la del neurótico, lo que es manifiesto en la
enumeración de las oposiciones mencionadas más arriba. Ahora bien, esta
identificación ignora o desconoce que las instituciones y las redes de
asistencia no solamente reciben también otras categorías sociales que aquellas que
habitualmente se dirigen al analista -como mencionaba Freud en Nuevos caminos
de terapia psicoanalítica en 1918- sino que están sobre todo destinadas a acoger,
albergar y ayudar, prioritariamente, otras posiciones subjetivas que la de la neurosis
y a responder a una clínica que está constituida por el pasaje al acto, el acting out,
el fenómeno psicosomático, la epilepsia, más que por el síntoma neurótico. Por lo
demás, esta identificación conlleva el riesgo de ignorar lo que la consideración
"malestar en la civilización" ha podido tener de incidencia sobre la teoría de las
pulsiones y sobre la práctica del análisis en Freud mismo.
El impasse de esta formulación se debe a que se traslada, de manera pura y simple,
el esquema que representa que representa el recorrido del analizante hacia el
análisis al esquema de la institución, lo reduce la definición de la orientación
analítica de una institución al hecho de incluir en su seno una consulta de analista.
Sujeto (en la vida social) consulta del analista
Ahora bien, lo que desconoce este esquema -que transforma la práctica de
cuidados y asistencia en "el ambiente" del consultorio del analista-, es la razón
misma de la existencia de la institución. Criticar las instituciones de cuidados y
asistencia porque su marco sería desfavorable al discurso analítico, o no tolerar
trabajar en ellas más que con la condición de que sirvan de marco a la consulta
analítica, es sencillamente no tener en cuenta la clínica que acogen. Porque, antes
incluso de afrontar el "tratar" al sujeto, la institución existe para acogerlo ponerlo al
abrigo o a distancia, ayudarlo, asistirlo: antes que tener un objetivo terapéutico, es
una necesidad social. Lo que motiva la creación de una institución es la necesidad
de una respuesta a fenómenos clínicos tales como ciertos estados de la psicosis,
algunos pasajes al acto, a estados de la psicosis, algunos pasajes al acto, algunos
estados de deterioro físico que pueden conducir al sujeto hasta la exclusión social
absoluta o hasta la muerte. Es un "deber de humanidad". [2]
No se trata, entonces, de comparar la institución de cuidados a la psicoanalítica,
para decir que la primera no puede cumplir la función de la segunda o que no es
compatible con ella más que si deviene la sala de espera. Se trata de reconocer la
diferencia entre dos aplicaciones del psicoanálisis.
La clínica puede permitir o motivar la entrada en la cura psicoanalítica; es incluso
una condición necesaria, aunque no suficiente. [3] Pero, a veces la clínica exige
también la respuesta de una práctica social e institucional. Más aún que por los
fenómenos de delirio, dicha respuesta es exigida por aquello que, del goce, retorna
en torna en el cuerpo y en el actuar: pasaje al acto suicida o peligroso,
automutilación, agresión; y también, errancia, inmovilidad catatónica, estupor
melancólico, pérdida de todo interés, ausencia de todo proyecto, uso estragador de
drogas o de alcohol. Ahora bien, no es porque esa respuesta se inscriba en el
discurso del amo que no pueda ser esclarecida u orientada por el psicoanálisis, ni
por el hecho de que esté orientada por el psicoanálisis que deba implicar la
presencia de la sesión analítica. Porque esta última exige condiciones precisas
como lo recordaba recientemente A. Di Ciaccia, que son deducibles del matema del
discurso del analista.
Cuando colocamos en la base de la existencia de la institución su motivación clínica,
podemos pues proponer una tercera vía, una manera distinta de plantear el
problema que no sea la del eterno debate sobre la compatibilidad del psicoanálisis y
la institución. Puesto que la psicoterapia no existe y que no se reúnen las
condiciones de la sesión analítica, podemos entonces elegir una aplicación del
discurso analítico a la práctica institucional como tal -que es -que es una práctica
colectiva "entre varios"- sin excluir por ello que pueda aplicarse, por lo demás, a la
entrevista individual. Nuestra opción es menos la de la integración del psicoanálisis
en un conjunto "interdisciplinario" de prácticas, que la de una práctica
fundamentalmente una, incluso si es ejercida entre varios, orientada por el
psicoanálisis.
Psicoanálisis aplicado
Institución Consulta
La cuestión no es entonces ya la de saber si -y en qué medida-, la terapia analítica
puede practicarse en medio de otras prácticas sino si -y en qué medida- el
psicoanálisis puede ser aplicado a una práctica institucional;
cuestión que concierne menos a la intervención de una persona "a título de
psicoanalista" que a la política del psicoanálisis, "el deber que le toca en nuestro
mundo".
Clínica e institución
La práctica colectiva de la institución tiene lugar básicamente a causa de un
insoportable clínico y no con miras a un objetivo terapéutico. Es necesaria una
práctica de asilo, de cuidados, de asistencia -y ocasionalmente de encierro-, cuando
las modalidades estragantes del "retorno en lo real" de la pulsión amenazan la
supervivencia o simplemente la vida social de la persona que las sufre. Con su
carencia, dicha persona o su entorno corren el riesgo de verse expuestos a
consecuencias dramáticas. Una joven mujer, entrevistada en una presentación
clínica, y cuya posición subjetiva se traducía se traducía por la certeza de una
fealdad y una monstruosidad tales que no podía soportarse sin la presencia a su
lado de alguien que la amase, nos decía, por ejemplo: "fuera de aquí, voy a decir
que sí a cualquiera y a cualquier cosa", tal como había ocurrido efectivamente antes
de su hospitalización. "Por eso quiero quedarme en el hospital".
Por una parte, el hecho de recordar la motivación clínica de la existencia de la
institución tiene la ventaja de evitar desconocer su función social irremplazable y
evitar pues su supresión -como ocurrió en Italia, por ejemplo-. La institución no debe
ser mantenida por el hecho de que cure, ni debe ser suprimida porque no cure. Por
qué, en el primer caso, el riesgo de considerar como natural el hecho de
permanecer en el hospital "con duración indeterminada", es grande; y, en el
segundo, es grande el riesgo de ver a los pacientes librados a las dificultades de un
retorno a la familia o en el medio natural que les exponen a la errancia y a nuevos
pasos al acto. [4] Mantener esta función "social" es precisamente lo que permite
marcar un límite a una voluntad terapéutica que, sin este límite, arriesga transformar
la institución en un lugar de alienación y de experimentación a ultranza. Quizás no
se haya percibido que es a causa de esta confusión entre su función, hospitalaria,
de "hospitalización" (en el sentido etimológico del término) y sus objetivos
terapéuticos, por lo que la institución ha podido ser objeto de crítica y de medidas de
abolición.
Por otra parte, hacer valer la necesidad social de una práctica institucional en
respuesta a ciertas consecuencias de la "forclusión de la pulsión" tiene la ventaja de
desplazar el acento, en el seno del equipo de atención, de la jerarquía de las
competencias supuestas por los diplomas a lo real de una cuestión clínica
compartida.
Cuando el estado clínico de la psicosis puede permitir el embrague de la
transferencia sobre un analista, no es necesario -ni siquiera deseable-, que el sujeto
sea instalado en una institución o insertado en una red de asistencia. El tratamiento
de la psicosis no exige automáticamente una respuesta colectiva, como lo prueban
los numerosos testimonios de curas de sujetos psicóticos con analistas. Aunque el
sujeto se las arregle a menudo para crear a su alrededor una red de intervinientes
(analista, psiquiatra, médico general, asistente social) que equivale a una institución
invisible.
Pero cuando no es practicable dicho embrague, la clínica exige también una
respuesta que no puede ser ni la de un solo practicante ni la de un único momento
del día. La agitación, la injuria, la crisis "epileptiforme", la camorra, la interpretación
persecutoria de un gesto, no esperan a la entrevista de mañana para producirse. Y
una cierta manera una cierta manera de dirigirse al sujeto, una cierta manera de
intervenir o de no intervenir, un cálculo, en definitiva, de la posición que conviene
ocupar, pueden ser requeridos de todo practicante o en momentos de la jornada que
no coinciden con la práctica o el momento de la consulta. Brevemente, la clínica
exige a veces una respuesta tipo "hospital". Toda la cuestión es entonces la de
saber si el psicoanálisis puede aclarar, guiar, orientar la práctica hospitalaria como
tal; si el psicoanálisis puede permitir ejercer una acción médica y una acción de
asistencia, de ayuda, de albergue, que sean adecuadas para dar lugar a la clínica
del sujeto, tomando como referencia las diferentes modalidades del retorno en lo
real de la pulsión, en el contexto de una vida institucional. No se trata más de saber
si y cómo el psicoanálisis puede tener "un lugar entre las otras prácticas del campo
médico-social", sino de establecer si estas otras prácticas pueden ejercerse -en su
motivación clínica y en su función social- teniendo en cuenta las hipótesis del
psicoanálisis. Se trata de saber si los discursos que atraviesan una institución
inscrita en el campo médico-social pueden ser orientados por las cuestiones del
psicoanálisis, las cuestiones que la psicosis plantea al psicoanálisis, y no de saber si
la práctica de un psicoanalista puede llegar a inscribirse entra esas prácticas.
Cada practicante puede tener su estilo propio, su modo de estar presente
"distraídamente" o atentamente, con tono humorista o tono serio; cada práctico
puede tener sus responsabilidades específicas, pero cada uno debe contribuir a
presentificar una figura del Otro que permita al sujeto tener un lugar sin la ruptura
del paso al acto. Se ve enseguida que presentificar una figura pacificante del Otro,
promover una cierta "atmósfera" de vida en común, que haga la estancia más vivible
para todos, no es el patrimonio o el deber de un solo practicante, sino que no puede
proceder más que de una orientación de trabajo compartida por todos los
practicantes, más allá de las competencias de cada uno. Es la naturaleza de la
clínica lo que exige en esto una respuesta "entre varios", lo que exige la formación
de un equipo. Así, la referencia tomada de lo real que motiva la existencia de la
institución, transforma la cuestión de la relación "psicoanálisis e institución" (que
está finalmente motivada por la preocupación identificatoria del practicante) en dos
tipos de cuestiones más concretas: la de una aplicación posible del psicoanálisis a
otra práctica, por una parte, y la de la relación entre psicosis y psicoanálisis, por
otra.
Comunidad de trabajo y tratamiento de la psicosis
La renovación del interés por la clínica de las psicosis en el campo institucional, no
va sin relación con una modificación interna a la teoría misma de la clínica en la
enseñanza de Lacan.
Ahí donde el primer tiempo de esta enseñanza puede conducir a concebir la
psicosis en términos, podría decirse, de déficit de neurosis, y llevar a aplicar la
psicosis el psicoanálisis elaborado a partir de la clínica de la neurosis -con todas las
objeciones o reservas que esto ha podido suscitar desde Freud-, el momento ulterior
de esta enseñanza nos sitúa en el hilo de una abordaje en cierta medida inverso.
Aquí se trata sobre todo de aplicar la psicosis al psicoanálisis y de imponerle
algunos vuelcos conceptuales, modificaciones teóricas y consecuencias clínicas. La
orientación de nuestra presencia en la institución, en relación a una orientación
inicial quizás aún demasiado influenciada por la aplicación de los conceptos
pertinentes a la cura de las neurosis, se encuentra así modificada.
Resulta posible pasar de una aproximación terapéutica que consiste en importar en
el dispositivo institucional la práctica del análisis, tal como se practica en la cura de
las neurosis -sea para practicarla a solas, sea para transplantar las categorías sobre
el dispositivo institucional mismo-, a una aproximación que es más "didáctica" para
todos, si puedo decirlo puedo decirlo así. Porque, de esta de esta forma, es la
psicosis la que enseña, que enseña, sobre la estructura y enseña en cuanto a la
solución o a la variedad de soluciones que es posible inventar, al problema de la
inconsistencia de esta estructura misma.
Se sigue de ello que el campo de nuestra posición en la práctica institucional está
balizado por dos vectores: por dos vectores: una confrontación con lo que lo real de
la clínica entraña de irreductiblemente intratable, confrontación con lo imposible que
echa a perder lo que Lacan llama en su Seminario "La Ética del psicoanálisis" la
"pastoral analítica" [5], por una parte y la lección que podemos extraer de la lógica
de las "soluciones", o de las "invenciones" de la psicosis, por otra.
Esta posición de alumnos de la clínica en la que nos coloca la psicosis y su nueva
ubicación en la enseñanza de Lacan, entraña una doble modificación: en el plano
del saber y en el plano del poder.
1) De cara a todo lo que hay que interrogar, aprender o reformular, los saberes
constituidos, los títulos y los diplomas -que se suponen fundar la especialidad
terapéutica de cada uno- resultan fuertemente relativizados. Se trata menos de un
saber ya establecido, que de un saber a elaborar. Ahora bien, una posición de
investigación, de estudio, de cuestionamiento, tiene de entrada la inmensa ventaja
de contribuir a disipar los efectos imaginarios que comporta toda jerarquización de
las formaciones diplomadas, en provecho de la creación de una comunidad de
trabajo entre practicantes que operan en un mismo campo. Estar entre practicantes
en una posición no jerarquizada a priori en cuanto al saber, repercute en un reparto
de la misma responsabilidad: la de la respuesta a inventar y la del tipo de
acompañamiento a asegurar a un "trabajo de la psicosis" que corre el riesgo
siempre de encontrar el límite del paso al acto o de la transferencia erótico-agresiva.
La libido del equipo se inviste entonces en la puesta en común y la discusión de las
hipótesis sobre lo que ha tenido un efecto y sobre la estrategia a deducir.
Este vaciamiento del saber preestablecido redobla, de esta manera, la dispersión
por así decir "natural" del Sujeto-Supuesto-Saber que comporta el hecho de una
presencia entre varios. Nos sitúa en una posición, más bien de un sujeto-supuesto-
no-saber, que no es demasiado desfavorable para encontrarse con un sujeto que
sabe lo que lo que le pasa o que es la significación de lo que se desarrolla en el
lugar del Otro. No olvidemos que si la significación del Sujeto-Supuesto-Saber
puede tener una virtud de apaciguamiento para el sujeto neurótico, enchufa
directamente sobre la existencia misma del sujeto en la psicosis. Entonces el saber
no es más "supuesto" solamente, sino que está de alguna manera realizado por el
sujeto mismo, como su referencia de goce.
Un hombre joven tiene una auténtica pasión por Pink Floyd, que verosímilmente le
viene de su padre. Registra los álbumes, imita los gestos del batería, etc., pero
desarrolla también alrededor de todo esto una interpretación delirante y una
agitación invasora. ¿Hay que alentarle en esta vía, aumentando, por ejemplo, las
ocasiones en las que puede escuchar esta música, participar en conciertos, etc. o
es mejor acompañarle en otra vía? pues cuando se le plantea la pregunta: "¿hará
música más adelante, profesionalmente por ejemplo?", responde: "tengo que hacer
mi sistema de autobús". En efecto, nos enteramos de que conoce toda la cartografía
de la región, las distancias en kilómetros, las carreteras, etc. Es él quien organiza
los itinerarios de las excursiones. [6] Esta vía más siones. [6] Esta vía literal, menos
semántica, de la relación con el significante, ¿no es más bien la que hay que
estimular -por contraste con la dimensión de sentido del delirio-? He aquí un tipo de
problema que puede animar el trabajo en común de un equipo, y cuya orientación va
a ser diferente según que el centro de gravedad del saber sea situado del lado del
sujeto o del lado de los cuidadores.
2) Seguidamente, la modificación de la relación con el saber que se produce así
entre los practicantes va a tener una repercusión sobre otra dimensión de la práctica
institucional que es estrechamente dependiente de la referencia clínica que la
oriente. Pese a ser raramente evocada en los testimonios y las reseñas, no tiene
menos incidencia en los efectos de pacificación y de estabilización que pueden
producirse para un sujeto en un contexto de vida en común y cohabitación que, a no
dudarlo, no está exenta de tensiones y enfrentamientos.
Sea cual sea la diversidad de las estructuras institucionales, afrontan siempre una
misma dificultad: la de conciliar las exigencias de una solución particular -la que
cada sujeto ubica para tratar el retorno invasivo de la pulsión en lo real-, con las
exigencias de solución de cada uno de los demás. ¿Cómo intervenir, qué posición, o
qué decisión tomar? Es toda la dimensión del poder la que aquí está en juego.
A una chica que no dejaba de ir a la cocina de la institución para recoger y llevarse
todo lo que pudiera entrar en su boca, hasta el punto de hacerse un lío y gritar
delante de la puerta de la cocina cuando está cerrada, el colectivo de los
practicantes puede decidir permitirle tener mermelada cada vez que la pide, pero
"de poco en poco". Esto le va a permitir circular en la institución, cierto que con un
vaso más vacío que lleno, e interesarse en otra cosa que en la comilona.
La cuestión es más compleja, y el debate sobre qué posición adoptar será quizás
más vivo, cuando la bulimia igualmente insaciable de un chico le empuje a vaciar de
una vez todas las cajas de leche o los potes de ketchup puestos a disposición de
todos los residentes, llegando hasta utilizar el dinero que la institución tiene
destinado a los panecillos del domingo, para comprarse sus propias golosinas. La
maniobra posible es aquí más estrecha, porque no se trata solamente del goce que
invade al sujeto, sino del goce cuya presentificación para los otros puede ser él
mismo. En el mismo instante en el que situamos la particularidad de un sufrimiento o
de una construcción, tenemos también en consideración las condiciones
institucionales que pueden asegurar dicha situación, o al menos hacerla posible
entre otras.
La cohabitación entre varios -que es la otra cara de una práctica institucional- no se
da sin plantear la cuestión de una regulación mínima -sin el recurso masivo a la
farmacología y a los medios de contención física-, que debe a la vez permitir una
vida en común y efectos de pacificación y estabilización para cada residente.
La cuestión de esta regulación se confunde a menudo de una manera reductora con
el "marco" de un reglamento que todo usuario de un servicio de medicina o de un
lugar de albergue tendría que respetar, como si ese marco no tuviera incidencia
interna sobre la operación clínica o terapéutica que allí se despliega. Como
consecuencia de ello, se corre el riesgo de producir un clivaje entre los que se
ocupan de dicho "marco" con una misión de
cuidado y disciplina -y por lo que se puede desde entonces echar mano de la
práctica como puramente educativa e insensible a e educativa e insensible a la voz
del sujeto- y los que se ocupan, pongamos, de la "escucha". Ahora bien, la cuestión
de esta regulación tiene una incidencia directa no solamente sobre la condición
básica de la operación clínica y terapéutica, a saber, que el sujeto reside en la
institución y no huye aterrorizado por lo que pasa, sino también sobre la posibilidad
misma de que en la relación al Otro encuentre un Otro que sea "regular", separado
del goce.
Por esto, una consideración de nuestra práctica colectiva será la de orientarnos
sobre lo que la psicosis misma nos enseña en cuanto a la posibilidad de pasarse del
significante paterno para regular o localizar este goce.
"Decir no" al goce del Otro no implica ni suprimir toda regla o toda prohibición ni, al
contrario, encarnar la ley o la función paterna. Implica, antes bien, presentificar a un
Otro que esté él mismo "reglado", enunciar o recordar una regla que regula al Otro
asimismo, sea el conjunto del equipo o un miembro del equipo, e incluso inventar la
"regla" que permite afrontar una excepción. Dimitri, un paciente de la institución, nos
sugiere el mismo la manera, cuando responde, a la acusación que le hacen otros
residentes de pasearse desnudo por la planta de las mujeres, diciendo que "son las
enfermeras quienes quieren verle desnudo". "Nadie tiene aquí el derecho de
obligarte a pasear desnudo, hasta puedes llevar un calzoncillo, es más bonito" se le
respondió en la reunión comunitaria donde se le había cogido aparte violentamente,
un poco de la misma manera en la que los colegas que trabajan con niños
psicóticos pueden, si es la ocasión, dirigirse para regañarle o echarle una bronca, a
un Otro embiste al sujeto o le obliga a hacer tal o cual cosa.
La maniobra es sin duda más escabrosa o azarosa cuando el Otro que amenaza al
sujeto no es un cuidador sino otro u otros pacientes. La regulación de la vida en
común, que alcanza aquí formas menos simpáticas que la desnudez o la exhibición,
es decir la agresión, el robo, la injuria, el destrozo, sin olvidar el alcohol y la droga,
no tiene por objetivo, incluso en estos casos, el de disciplinar al sujeto, sino el de
referirlo a un decir que dice "no" al goce, más que a una regla que expresa la
voluntad del Otro.
De ahí se deduce un modo de enunciación (o de recordatorio) de la interdicción que
adopte lo más posible las vías de lo que en el significante es del orden formal y
literal -cierta solemnidad del tono, el recurso al escrito, la remisión a una instancia
colectiva, etc.- antes que de orden intersubjetivo o semántico. No se trata, aquí, de
la prueba de fuerza, el ultimátum o la intimidación a la otra persona, ni del
razonamiento o la persuasión sino, sobre todo, del procedimiento o la sobriedad de
una formulación en términos de derecho, que se dirijan tanto al equipo cuidador
como al residente: "no podría ser que la vida en común autorice un lenguaje
injurioso ni a los miembros del equipo ni a los residentes", por ejemplo.
Para que la respuesta se oriente en el sentido de presentificar otra dimensión del
Otro que la de su voluntad, es decir una dimensión del ideal o del "orden del
mundo", la política del equipo debe en esto precaverse de un doble escollo: uno, el
de la "regla por la regla", donde su carácter absoluto [7] tiene el riesgo de
reintroducir una forma de ferocidad del Otro que no deja ningún sitio a la
particularidad de la defensa subjetiva; y otro, el de la regla "terapéutica", es decir de
la regla sin aplicación, de la regla que no es mantenida más que en función del
"estado de salud" del sujeto, ya que ello tiene el riesgo igualmente de equivaler a
otra forma de capricho del Otro que no deja de suscitar inquietud: "¿por qué no se
me ha dicho nada? ¿Por qué se hace una excepción conmigo?", nos puede decir en
esa ocasión el sujeto.
Sobre este punto, la indicación que podemos extraer de la observación que Lacan
formulaba en la época de su tesis permanece siempre válida. [8] Transpuesta en
nuestro contexto y en los términos del Lacan ulterior, viene a decir que el
tratamiento del goce, el tratamiento del goce superyoico, lejos de ser incompatible
con la responsabilidad del sujeto, no constituye, al contrario, más que su otra faz. [9]
Decir No al goce que atraviesa al sujeto, puede consistir en detener el gesto del
individuo. Lo esencial, también aquí, es que el colectivo de los practicantes no se
encuentre enclaustrado entre los partidarios de lo "particular" y los partidarios de lo
"universal", entre partidarios del sujeto y partidarios del sujeto y partidarios de la
institución, sino que sea el lugar de una orientación de trabajo que pone en tensión
unas exigencias a primera vista antagónicas, a partir de lo real de la clínica.
Quizás encuentren que estas cuantas indicaciones conciernen más a una teoría de
la institución o una teoría del equipo que una teoría del tratamiento del psicosis. Mi
meta aquí no era la de abordar la cuestión del tratamiento de la psicosis como tal,
sino la de la acogida de una diversidad de sujetos psicóticos en un marco
institucional.
Únicamente, orientar la práctica de la institución según el principio de una
comunidad de trabajo fundada en la clínica, por el vaciamiento que comporta al nivel
del saber y de la voluntad, parece también realizar una condición propicia para el
acompañamiento de los sujetos que acoge, que no es sin efectos sobre el
tratamiento de la psicosis.
Inscribirse en esta práctica entre varios puede ser, para un analista, una ocasión
más eficaz de transmisión de la operación freudiana en la clínica y un momento más
favorable para su propia formación, que si pasa su tiempo en reivindicar un sitio
para su "especialidad".
NOTAS
[* ] Reescritura de un exposición en el Instituto Raul Suares, Belo Horizonte, octubre
1998, articulo publicado en Cuadernos de Psicoanálisis
- Revista del Instituto del Campo Freudiano en España, nº 27. Ediciones Eolia,
Bilbao 2003. Traducido por Luís Alba.
[ 1] Lacan, J., Télévision Seuil, París, 1975, p.50. [Autres écrits, p.520. La traducción
española en Anagrama, Barcelona, 1977, p. 99 parece incorrecta: "-lo que
constituirá un progreso-, si solamente es para algunos." NT]
[2] Según una formulación de J.-A. Miller, en una carta a D. Beregovoy, Nuncius,
boletín de de la EEP.
[3] Lacan, J., Conférences et entretiens, Scilicet, nº 6/7, Seuil, Paris, 1976, p.32-33.
[4] Situación evocada durante un seminario con Danielle De Vroede por Jean-
Claude Ducos, en la "Demilune" (Burdeos)
[5] Lacan, J., El Seminario, Libro VII, Paidos, Buenos Aires, 1988, p. 232.
[6] Ver: E. Laurent, Editorial, Mental, nº 2, 1996, p.7.
[7] "En el estado actual de las leyes, la represión penitencia, aplicada con el
beneficio de la atenuación máxima, posee, en opinión nuestra, un valor terapéutico
igual a la profilaxia asegurada por el asilo, al mismo tiempo que garantiza mejor los
derechos del individuo, por una parte, y por otra las responsabilidades de la
sociedad". J. Lacan
[8] Lacan, J., De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, Siglo
XXI, Madrid, 1976, p. 251.
[9] Zenoni, A., Volonté de jouissance et du sujet. Quarto, nº 73.

Recuperado de: http://www.psicopsi.com/orientacion-analitica-institucion-


psiquiatrica/

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