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Michael Belina Czechowski

Hola mi nombre es Michael Belina Czechowski

Estudié para ser sacerdote en mi país natal Polonia, sin embargo, debido a los problemas

políticos en lo que me vi envuelto tuve que abandonar mi país saliendo a escondidas en una

carreta llena de heno.

Fui encarcelado en Roma por una confusión de nombres, y tuve 3 años como exiliado en Francia,

luego fui a suiza donde renuncie a mis votos como sacerdote y contraje matrimonio con Marie

Virginia Delevoet , con mi esposa viajamos a Bélgica donde trabaje como encuadernador , luego

en la huida de los jesuitas llegue a Londres donde conocí a unos bautistas que nos ayudaron a

obtener un pasaje gratuito para viajar a New York , luego nos mudamos a Montreal Canadá

donde también trabaje como encuadernador

En el 1852 los bautistas me ofrecieron trabajo como evangelista, tuve tanto éxito que fui

ordenado como pastor

En 1856 conocí a un grupo de creyentes adventistas (que aún no se habían organizado como

Iglesia Adventista del Séptimo Día), me uní a ellos y desde ese momento, dondequiera que mis

viajes me llevaran, enseñé el mensaje adventista del inminente regreso de Cristo.


Como antes había sido sacerdote a las personas les llamaba mucho la atención mi historia y

hacían publicaciones sobre mi en la revista adventista Review and Herald

Trabaje en New york con personas de diferentes nacionalidades para que aceptaran a Jesús como

su salvador, abrimos una nueva congregación en Brooklyn.

Algunas personas como James White consideraban que era difícil trabajar conmigo ya que tengo

un carácter terco y me gusta trabajar por mi cuenta.

Estuve mucho tiempo pidiéndole a mis hermanos adventistas me enviaran a Europa a

evangelizar, pero no quisieron, me veían demasiado impulsivo, con limitaciones para administrar

y de carácter difícil para trabajar con los demás.

Recibí varias cartas de la hermana Elena W. De White donde me recomendaba que no trabajara

por mi cuenta, sino que escuchara el consejo de los demás hermanos.

Poco después asistí a una convención de la iglesia cristiana adventista, ellos eran el cuerpo

mayor de observadores del domingo, les hablé de mi intención de regresar a evangelizar a

Europa y enseñarle de Jesús a mis paisanos y resolvieron patrocinarme.

En el 1864 fui al norte de Italia y durante 14 meses trabajé cerca de Torre Pellice, después me fui

a suiza donde estuve 3 años y 40 personas fueron bautizadas.


Envié a mis patrocinadores guardadores dl domingo reportes de la obra que estaba haciendo le

reporté que prediqué 36 sermones en agosto de 1864 y mantuve 18 reuniones en septiembre de

1864.

Envié numerosos informes a mis patrocinadores en Estados Unidos sin mencionarles que en

realidad estaba proclamando las creencias de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, incluyendo

el mensaje del sábado.

Levante diferentes iglesias, la principal de ella está en Tramelan,suiza , esta iglesia se organizo

en el 1867 y es la primera iglesia adventista del séptimo día fuera de América.

En 1867 tuve serias dificultades económicas ya que gasté en la predicación del evangelio más de

lo que recibí de donaciones, ese mismo año la editorial en Cornaux se quemó hasta los cimientos,

nos marchamos a vivir en Hauterive en una casa hipotecada que no podía pagar.

A principios de 1868 la Sociedad Misionera Americana que me había estado apoyando averiguó

que además del mensaje de la Segunda Venida de Cristo, también estaba enseñando “el sábado

judío” y, por lo tanto, cesaron su salario.

En el mismo año, deje Suiza debiendo dinero y me embarque en extensos viajes misioneros que

me llevaron a Friburgo, Baden-Baden, Karlsruhe, y Stuttgart (todos en Alemania), así como a

Francia, Hungría, Rumanía y Ucrania.


Mi querida esposa, a quien deje en Suiza, murió el 22 de julio de 1870 y fue enterrada en St.

Blaise.

Mis últimos días los pase en Viena. El 2 de febrero de 1876 caí sin sentido en la calle, y fui

admitido en la casa de pobres e inválidos, una división del actual Hospital General de Viena,

donde el 25 de febrero, a la edad de 57 años fallecí por “agotamiento”.

No fui ni un santo, ni un rebelde, pero fui el primer misionero pionero adventista en Europa.

Si bien tuve muchos defectos de carácter y cometí muchos errores siempre mi mayor deseo fue

predicar el pronto regreso de Jesús a la tierra y que las personas pudieran conocer la verdad del

sábado. Dedique mi vida a servir al señor con todas mis fuerzas, talentos y limitaciones.

Fui al descanso habiendo peleado la batalla de la fe, por lo cual me está reservada la corona de

justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos

los que aman su venida.

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