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¿Alguna vez te preguntaste quien fue Santiago? La Biblia revela que era también
llamado Jacobo, y que había dos, ambos eran de los 12 apóstoles de Jesucristo. Sin
embargo también nos habla de otro Santiago; un tercero llamado Santiago “El Justo”, y
este fue hermano de Jesús (hijo de su madre María y su padre terrenal José). Santiago
era pastor de la iglesia primitiva en Jerusalén. Después de que los discípulos fueron
dispersados por la persecución de cristianos, Santiago fue elegido por Dios para
pastorear aquella iglesia en medio de la sociedad religiosa, que quería a toda costa matar
a todo creyente que profesara ser discípulo o seguidor de Jesús. Todos y cada uno de
ellos eran asesinados, de modo que el contacto entre ellos era atreves de cartas. El
apóstol Pablo escribió una carta a Santiago, esto demuestra que ellos se comunicaban.
Vamos a ir a la Escritura en Santiago 1:1-8:
1. Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la
dispersión: Salud.
2. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
4. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que
os falte cosa alguna.
6. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del
mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
7. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
Nuestro pastor siempre dice: “La vida Cristiana no es fácil, pero es padrísima”.
Saber que Cristo te ama, que dio su vida por ti, y que él tiene el total control de tu vida, es
el regalo más grandioso que puedas recibir. Pero es también una prueba muy dura.
Cuando decidimos voluntariamente seguir a Cristo. En mi corazón tenía todo el deseo de
servir a Dios y dejar que el cambiara toda mi triste, superficial y cochina vida. Para mis
amigos era lo mejor, pero por dentro estaba gritando auxilio. Y ellos eran todo para mi,
quería agradarles tanto que en algún momento de mi vida me paso por la mente: “¿Y si
soy cristiano en la iglesia, y en la escuela no? ¿Quién se dará cuenta? ¿Dios? Ya sé, me
arrepiento el domingo, y el Lunes sigo siendo lo que solía hacer, quizá ya no igual pero
parecido.” ¿Lo has pensado igual tú alguna vez? Este tipo de pensamientos son de “doble
animo” y eso es de lo que quiero hablarte hoy.
Algo bien importante que debes saber como cristiano es saber qué es lo que
quieres. Que quieres hacer de tu vida: ¿Quieres ser cristiano, o no quieres ser cristiano?
Ser personas de doble ánimo (como el ejemplo de la novia) es malo, pero ser cristianos
de doble ánimo es aún peor, porque estás jugando con el perdón de Dios y Dios no puede
ser burlado. No te engañes. Lo que siembras cosechas, si siembras odio, segaras odio. Si
siembras amor, segaras amor. Si siembras fe, cosecharas fe. Cuando en el corazón está
el deseo de agradar a los demás por el “que dirán” o “por agradar a alguna novia o
amigos”, estamos entrando en terreno peligroso.
Santiago batallaba con discípulos de doble ánimo. Pero así como batallaba con
algunos, tenía otros que le ayudaban a pastorear la Iglesia. Que le ayudaban a levantar a
aquellos que son débiles, que no han entendido y que les es muy difícil poner a Dios por
encima de sus deleites. Discípulos que les enseñaban a orar con fe, a pedir con fe, a
resistir al Diablo y a acercarse a Dios. Si tú conoces algún cristiano de doble ánimo
ayúdalo, enséñale, sopórtalo con paciencia y acércalo a Dios. No lo mires con desprecio,
pídele a Dios que te muestre lo que él ve en esa persona, pues salvara su alma y tu
hospitalidad cubrirá sus muchos pecados. ¿Ya sabes a quien vas a ayudar? Pues ¡Manos
a la obra!
Santiago 5:19-20