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herndn poveda LA POESIA RELIGIOSA NOTA INTRODUCTORIA No debe sorprender la mezcla de curio- sidad y extrafieza con que se mira el pa- sado indio. Las hazafas, los mitos, las costumbres, toda la historia indigena fue- ron antes de la Conquista un mundo ais- lado, el espacio de donde arranca la hi toria de América, que los investigadores han explorado y descubierto compulsando documentos y descifrando enigmas arqueo- légicos. Pero es en las manifestaciones del arte donde resulta con mayor relieve la oposicién entre las dos civilizaciones. En particular, el contraste es tajante entre el lirismo austero de los poetas indigenas del México precortesiano y el barroq mo de los primeros cultores de la poesia en la Nueva Espaiia. A tiempo que éstos manejan un idioma y unas imagenes ya elaboradas, una especie de “prosa orna- mentada" (Barthes), aquellos establecen una relacién directa con la naturaleza y | DE NEZAHUALCOYOTL con el ultramundo y son los verdaderos descubridores de la palabra poética. A ellos pertenece, el mas grande entre to- dos, el rey Nezahualcsyot!, cuyos cantos de desolacién nos entregan lo més repre- sentativo de su produccién y la més autén- tica clave de su genio. Hemos escogido esta modalidad de su numen pottiio, ais- landola de la de sus cantos festivos, en los que brota justamente la mayor riqueza metaforica, porque nos ha parecido que esta poesia de tonos oscuros, mas proxi ma al desespero que al dolor, es la que, por paradoja, mejor ilumina el misterio fu- gaz del alumbramiento de las palabras, por lo menos en el caso de este indio tocado por la magia del claroscuro Al final transcribimos, a modo de bre- ve antologia, algunos de los poemas de la desolacion. En general, no pueden éstos escapar a las mistificaciones que han afectado a veces la obra poética de Neza- 54 hualcéyotl, debido a la falta de anélisis critico de las colecciones de antiguas can- ciones en néhuatl. Pero los que aqui se incluyen no admiten duda en cuanto a su autoria definitiva. Esta es otra voz que ha atravesado si alos trayendo el eco de la palabra herida, intertono de imprecacién y lamento, de las ‘ue reconoce la gran poesia universal, la aue desafia la traduccién a cualquier len- qua, segura de no perder su poder y su temblor, porque, ante todo, no cuenta con la masica que arrulla el oido sino que pri- vilegia lo que nombra comunicdndole toda Ia fuerza de su significacion. Tal vez en la Jenaua nahuatl, que era la vehicular de to- do el imperio, en que tuvo expresién oral al, se restituyan esos mos que persiguen las modulaciones del canto. Fn espaiiol, como llega hasta noso- tros, no ocurre asi en todo caso. Ciertos componentes convencionales (ritmo, ca- dencia, imagenes) no son alli un “atribu- to” —no pueden serlo— sino parte de una “sustancia que lleva en si su naturaleza v no necesita sefalar afuera su identi- dad", Por eso no vacilamos en sefialar su universalidad; porque ese es el distin- tivo capital de la poesia moderna, porque desde el fondo de su espiritu afronta el mundo objetivo incluyendo en él al de- miurgo que atormenta al hombre; porque no es el discurso interpretativo de una realidad dolorosa pero ajena sino el pro- yecto de esa realidad en nosotros mis- mos Viene de un pais y una historia que por su exotismo no son ya los nuestros, de una zona brumosa del pasado indoameri- cano que todavia no ha terminado de re- velar los secretos de su legado exquisito y violento. Evoca la leyenda biblica de un rey-poeta que goberné a un pueblo elegi- do y castigado por Dios. Guarda una nota- ble consonancia con la poesia mexicana en general, “‘sobria, inteligente y afilada, que huye del resplandor tanto como del grito y que, lejos del discurso y de la con- fesion, se recata, cuando se entrega, en la confidencia” “. Digamos de una vez que Nezahualcé- yotl, monarea de Texcoco entre 1431 y 1472, y quien en una especie de Triple Alianza con los soberanos de México y Tenochtitlan, mantuvo bajo su dominio al México del siglo XV, fue el nombre ma- yor de la poesia precolombina y su obra, tan corta como sustantiva, ocupa lugar de primer orden en la literatura universal ® Déspota ilustrado, guerrero invencible y promotor de progreso intelectual y técni- co, se refugia sin embargo en una hosca soledad para crear una obra que se equi- libra en una interaccidn constante de ani mus y anima“ y que se reparte en can- tos de guerra, de florilegio y de desola- cion. Es en estos tiltimos donde se expan- de la sustancia de su estro poético, donde vierte su angustiada desazén ante la in- diferencia de un dios ignoto, la fragilidad de la amistad y el amor y el mundo voca- do a la muerte y la destruccién. Poeta fil sofo, se plantea los temas eternos de la ontologia fundamental y en ellos proyecta una conciencia que interroga sin descan- so y se conturba porque a sus clamores s6lo responde el silencio. Por algo se le ha citado al lado de Hélderlin como miem- bro de una hermandad que hace de la in- quietud metafisica una categoria estéti ca*. Y {c6mo no acercarlo dentro de un amplio cronotopo, al ‘“‘dolorido sentir” de poetas como el espafiol Jorge Manrique y el italiano Giacomo Leopardi? Cuando se medita bajo ese peso de sombra es cuando resulta inevitable el en- cuentro con un dios desconocido que de- soye toda pregunta pero dicta duras sen- tencias inapelables. Sometido apenas de * En Holderlin, en Mallarmé y en varios poetas de culturas Crientales piensa Pascal Coumes cuando subraya la pro- pension de Nezahualedyotl_a adentrarse, como los grandes Atistas del verbo, en los Ambitos filoséticos. (Les Chants p. 29, condenado, Nezahualcéyot! se dirige a él y lo asedia con sus requisiciones. De alli nace “El canto de la huida", el més céle- bre de sus poemas, escrito a raiz del ase- sinato de su padre, crimen que él presen- ci6 oculto y que lo obligé a huir para sal- var la vida. Es un canto inspirado en una teologia que se sostiene en un vacio de fe y en que se recrimina con varonil re- signacién al Hacedor de la Desesperanza. En vano he nacido, en vano he venido a salir de la casa del dios a la tierra, iYo soy menesteroso! Ojala en verdad no hubiera salido; que de verdad no hubiera venido a la tierra. ( 4C6mo lo determina tu corazén Dador de la Vida? iSalga ya tu disgusto! Extiende tu compasién, Estoy a tu lado, ti eres dios. jAcaso quieres darme la muerte? Lo primero que se advierte es que Ne- zahualcoyotl desdefia la propia religién de su pueblo. La de los aztecas, compleja que ya era, se fue poblando de todos los dio- ses de los pueblos que fueron conquistan- do. Crefan en una vida ultraterrena (Mi tlan), en un paraiso (Tlalocan) en donde los bienaventurados cantaban dichosos, protegidos por un Tlaloc benévolo, dios del agua y la lluvia, La sangre de los dio- ses tenia una virtud creadora y los hom- bres debian corresponder, ofreciendo y derramando la suya para fortalecer la vi- da del sol”. A medida que se avanza en la lectura de sus poemas, se echa de ver que Neza- hualcéyot! hace tabla rasa de la fe de sus antepasados y sus subditos. Nunca la con- fiesa, ni siquiera la nombra. Indiferente o dubitativo ante el destino, contempla el mundo como si fuera sélo el reino de la incertidumbre, contingente, inmediato y 55 no lo que ensefia la cosmogonia oficial: el Ultimo de los cinco soles que se han su- cedido desde la creacién y que ha de hun- dirse en medio de sismos pavorosos. La humanidad sera aniquilada. Es la catés- trofe final y puede sobrevenir en cualquier momento, Los aztecas, pueblo solar, de- bian rechazar este final apocaliptico y por eso entregan un “agua preciosa” al gran astro, a la tierra, a todas las divinidades Ese liquido era la sangre de los sacrificios humanos que se celebraban desde la era tolteca y a los cuales Nezahualcdyot! el humanista sdlo destinaba prisioneros de guerra. Pero ni atin instancias tan espantables conmueven 0 amedrentan al poeta. Ni el propio Quetzacéatl, la mas temida y loada deidad del Olimpo nahua, acude por un momento a su imaginacién. Sdlo la cerca- nia del Unico, del Dador de la Vida, que deberia ser portador de paz, concita toda su ansiedad y acendra su desencanto. He venido a crecer la amargura, Junto a ti y a tu lado, Dador de vida. Porque este dios genera —por asi de- cirlo— su propia causalidad. Es el acto pu- risimo de la concepcidn teoldgica tomis- tica, lo que destaca la hondura de la re- flexién filoséfica del poeta. Se ha dado a si mismo la vida, y esto, ontolégicamente, va més alla del pensamiento judeo-cristia- no, ya que en ninguna parte de la Biblia se hace mencién de una autocreacién di- vina*, No en parte alguna puede estar la casa del inventor de si mismo. Dios, el sefior nuestro, por todas partes es invocado, por todas partes es también venerado. Se busca su gloria, su fama en la tierra El es quien inventa las cosas, él es quien se inventa a si mismo. (“No en parte alguna") {Es simplemente lo que se desprende de una tradicién de lecturas y relecturas del texto biblico, No presumimos de filésolos y menos de te6logos. 56 Y es también el Dador de la Vida de los hombres, al que se invoca repetidamente, ausencia y presencia a la vez, el que se- fiorea al viviente para luego dejarlo solo en el universo. Eres td verdadero (tienes raiz?) ‘S6lo quien todas las cosas domina el Dador de la Vida, iEs esto verdad? iAcaso no lo es, como dicen? Todo lo que es verdadero (lo que tiene raiz) dicen que no es verdadero (que no tiene raiz). EI Dador de la Vida Sélo se muestra arbitrario iQue nuestros corazones no tengan tormento! “;Eres ti verdadero?"). Por ninguna parte asoman, en medio de la sensacién creciente de anonada- miento, la nocién de pecado ni el senti- miento de culpa que atraen la magnanil dad y apaciguan los rigores del Todopo- deroso. Esta lad es indiferente al lla- mado de su criatura. Juega, distante, con el destino de los mortales, a los que re- presenta con flores y figuras zoomérficas. Hace, si, un arte del trato con la humani- dad. El mundo es un libro en que dibuja y escribe, dibuja y borra y en el cual los hombres existen ansiosamente hasta que son borrados por el dios-artista del “libro de pinturas que es tu corazén” Y la alegoria ejerce el doble efecto de exaltar un poderfo casi intolerable que co- bra victima tras victima y de iluminarlo con pinceladas de un colorido y una plas- ticidad inesperados. Con flores escribes, Dador de Vida, Con cantos das color, Con cantos sombreas A los que han de vivir en la tierra. Después destruirds dguilas y tigres, Sélo en tu libro de pinturas vivimos Aqui sobre la tierra Con tinta negra borrars lo que fue la hermandad, la comunidad, la nobleza. Tu sombreas a los que han de vivir en la tierra (“Con flores escribes”) No hay un més alla esperanzador ni una moral que lo prefigure. Lo que para un cristiano tendria el presti, reverencial del dogma, en este poema es un miraje engajioso, una frustracién que se denun- cia con una suerte de turbia serenidad. Me he doblegado iSoy desdichado! he quedado abandonado al lado de la gente Reparemos en esta expresién. Lo Gini co cierto son el abandono y la incomuni- cacién “al lado de la gente. Es éste uno de los mas conspicuos temas de la poe- sia elegiaca contempordnea: el hombre derelicto, abrumado de soledad en medio de la multitud. La alegria no es clima del corazén en este mundo y la compaiiia de los hombres, como a San Agustin, lo hace regresar menos hombre. iEs verdad que nos alegramos? Que vivimos sobre la tierra? No es cierto que vivimos y hemos venido a alegrarnos sobre la tierra. Todos asi somos menesterosos El Dador acompaiia aqui abajo, pero no alimenta ninguna esperanza de eternidad. El més alla es una incognita que nunca se esclarece. Y viene la reiteracién, casi ren- corosa La amargura predice el destino aqui al lado de la gente. Nezahualcsyot! se hunde en la angus- tia. En vano busca la compaiifa divina que seria como un estado de gracia. No la en- cuentra. No le implora proteccién y la amistad ofrecida lo deja poco menos que indiferente. Mi corazén padece. Tdi eres apenas mi amigo en la tierra, aqui La amistad es un goce que sélo el hom- bre depara plenamente y la autocompa: sidn, el Gnico sucedéneo posible de quien padece en soledad. Que no se angustie mi corazén, no reflexiones ya mas. Verdaderamente apenas de mi mismo tengo compasién en la tierra. El poeta, atribulado, recuerda a los amigos que lo precedieron en el viaje, los que “nunca volveran a vivir". Se enterne- ce y les desea una forma de bienaventu- ranza: la sola privacién del sufrimiento Solamente yo busco, recuerdo a nuestros amigos. iAcaso vendran una vez mas, iAcaso volveran a vivir? Sélo una vez perecemos, s6lo una vez aqui en la tierra. Que no sufran sus corazones Junto y al lado del Dador de la Vida Nezahualedyot! es religioso pero no creyente. Establece una relacién continua, insistente con un ser trascendente al que éI mismo reconoce cualidades divinas (uni- dad, omnipotencia, infinitud) pero se afe- rra a un interrogante que nunca se resuel- ve en favor de la idea simple de una dei: dad paternal que cuida de los hombres y los conduce a su morada, como en otras mitologias, ni apunta a la nocién més com- pleja de un final al que todo tiende, pues esta concepcién teleolégica est reserva- da al sol. En el mundo precolombino, donde la organizacién politica y social es funcién de la ideologia religiosa y donde el hom- bre participa en lo sagrado como un in- termediario entre el Cielo y la Tierra, Ne- zahualc6yotl representa una figura prome- teica que padece sin tregua el martirio que se le inflige como castigo por haber des- cubierto la tnica verdad que los dioses no toleran: la duda. Y es esta misma la que 37 le roe la entrafia y arde en su cerebro co- mo una hoguera nocturna inextinguible. Nuestra inmersién de siglos en la filoso- fia moderna nos hace olvidar que en esas culturas, como en todas las precristianas, la duda nunca fue una via de progreso gno- seolégico. Pero en Nezahualcoyot! la du- da religiosa surge de uno de sus contra- rios, un voluntarismo de la fe que flaquea una y otra vez a los embates del mundo 0 de la naturaleza y que nos hace oir al rey- poeta exclamando como en el pasaje evan- gélico: “Creo, socorre mi incredulidad” (Marcos, 11,24). Definitivamente, no acer- tamos a sefialar un antecedente mas le- jano y paradojal del testimonio de los mag- nos agonistas cristianos. Es un mistico de frustrados, imposibles arrobos, en aguda antinomia con los santos del amor divino que encontramos en la lirica espafiola del Siglo de Oro. Excluidos los cantos de florilegio y de guerra, Nezahualesyot! deja una poesia intimista, atormentada cuyo rasgo sobre- saliente es un escepticismo que permea cada palabra, cada verso, y que sensibili- za por igual al piadoso y al agnéstico. De incipio a fin se instituye la inanidad, la gratuidad absurda de la existencia y se produce un vacio escatolégico que no se lena nunca. No hay que buscar alli profusién de imagenes captadas por unos sentidos an- siosos que se tienden al mundo circun- dante. Se encuentran, pero estén tan inte- riorizadas que hacen parte de una subje- tividad vuelta sobre si, cerrada a las cla- ridades del exterior, Y sin embargo, el he- cho postico sigue en actividad. El discur- 0, acaso por eso mismo, se desenvuelve directo, sin adornos, desprendiéndose de la confesa “afliccién" de! poeta como de una fuente secreta He venido a estar triste, me aflijo. Ya no estas aqui, ya no, en laregién donde de algun modo se existe, nos dejaste sin provision en la tierra, Por eso a mi mismo me desgarro Aqui no hay abundancia léxica ni se es- cuchan violoncelos en jardines otofiales. Aqui hay, como dirfa Unamuno, “desgarra- miento del propio ser vital”. Aqui la pa- labra es total y tiene forma genérica. Go- za de absoluta libertad. De ahi incluso, cierta monotonia que parece envolver ca- da poema y que no es tal sino una alitera- cién de silencios que vale por los ritmos ignorados de néhuatl. El aqui, el “nican” (que es una de las palabras que mas re- piten, el ahora del cantor) es la vivienda del dios y del hombre, la que éste habita desvelado por la muerte venidera. El es- pacio y el tiempo ofrecen un pobre refu- gio perecedero a los viajeros que parten con el resto de los seres vivos hacia el alla, al pais de los “descarnados” Sélo por poco tiempo estaremos junto a ti y a tu lado. Nos enloquece el Dador de Vida, Nos embriaga aqi Nadie puede estar acaso a su lado, tener éxito, reinar en la tierra (“No en parte alguna”). Meditadlo, sefores, Aguilas y tigres, aunque fuerais de jade, aunque fuerais de oro también alld iréis, al lugar de los descarnados Tendremos que desaparecer. Nadie habré de quedar. ("Percibo lo secreto Y al escaparse la vida, al no existir se- res humanos, no existen conciencias y por tanto el mundo es la nada del futuro. Todo se encamina hacia un aniquilamiento que aflige por ineluctable y que el dios presen- cia impasible por una razén muy simpl no es un ser de amor y por tanto no es vencia sino carencia de la criatura que ado- lece de hambre de eternidad e inmortali- dad, Recuerda extraftamente al Dios de Spi- noza, que no nos ama ni nos odia porque es absolutamente imparcial. Cuenta la cronica que Nezahualeéyotl a la vista de su final, en 1472 se reconci- con la idea de la muerte e insté a sus stibditos a que celebraran su deceso con dnimo valeroso y cénticos de alborozo co- mo testimonio de fortaleza ante los pue- blos ganados para el imperio. De todos mo- dos, quiso dejar memoria perdurable de su reinado e hizo construir un templo a un dios sin rostro, sin historia mistica, “due- fio del cerca y del junto, el invisible como la noche e impalpable como el viento”. So- bre el templo se erguia una torre en cuya ciispide el santuario de la divinidad no os- testaba leyenda ni imagen algunas... ". Contemplada con mirada secular, la obra poética de Nezahualeéyot!, dominan- do sobre la de otros cultores de su lengua, es el simbolo de una de esas derrotas que eternizan al vencido. Se incorpora a la co- rriente histérica de México en su periodo inicial. Punto de ruptura y punto de parti- da, retrotrae la historia de la literatura mexicana a la vispera del gran trasplante de la Hispanidad, a la propia raiz antropo- légica de una nacionalidad que hoy la rei- vindica con justificado orgullo. Se escu- cha en ella el canto de cisne del alma indt- gena que columbra el Apocalipsis de su gran nacién. Cuatro o cinco lustros des- pués, la Conquista, revestida de hierro y fuego, aplasté una civilizacién de doscien- tos afios que asombré a sus invasores y que representaba, ella sola, la prez de la cultura al norte del Nuevo Mundo. LOS CANTOS DE DESOLACION Esta muestra de la poesia religiosa de Nezahualcéyot! no alcanza a incluir la mi- tad de los poemas que componen la obra completa. Pero si es suficiente para dar testimonio a la vez de su rechazo y de su desolado afan de unin con Ia divinidad. Quienquiera que busque mayor amplitud antolégica puede encontrarla, con las res- tricciones que sefialamos al principio, en el libro de José Luis Martinez Nezahualcé- yotl: textos coleccionados, con un estudio CANTO DE LA HUIDA (De Nezahualesyot! cuando andaba huyendo del Seftor de Azcapotzalco) En vano he na en vano he venido a salir de la casa del dios a la tierra, iyo soy menesteroso! Ojala en verdad no hubiera salido, que de verdad no hubiera venido a la tierra No lo digo, pero. . {Qué es lo que haré?, ioh principes que aqui habéis venido! iVivo frente al rostro de la gente? 7Qué podrd ser?, iReflexiona! iHabré de erguirme sobre la tierra? iCual es mi destino?, yo soy menesteroso, Mi corazén padece, ti eres apenas mi amigo en la tierra, aqui. 4Cémo hay que vivir al lado de la gente? 7Obra desconsideradamente, vive, el que sostiene y eleva a los hombres? iVive en paz, pasa la vida en calma! Me he doblegado, sélo vivo con la cabeza inclinada al lado de la gente. Por esto me aflijo, jsoy desdichado! he quedado abandonado al lado de la gente en la tierra 4Cémo lo determina tu coraz6n, Dador de la Vida? iSalga tu disgusto! Extiende tu compasion, estoy a tu lado, tu eres dios. iAcaso quieres darme la muerte? jEs verdad que nos alegramos, que vivimos sobre la tierra? No es cierto que vivimos y hemos venido a alegrarnos en la tierra. Todos asi somos menesterosos. La amargura predice el destino aqui, al lado de la gente. Que no se angustie mi corazén. No reflexiones ya mas. Verdaderamente apenas de mi mismo tengo compasién en la tierra. Ha venido a crecer la amargura, junto a ti y a tu lado, Dador de la Vida. Solamente yo busco, recuerdo a nuestros amigos. jAcaso volveran a vivir? Sélo una vez aqui en la tierra. Que no sufran sus corazones, junto y al lado del Dador de la Vida. PONEOS DE PIE jAmigos mios, poneos de pie! Desamparados estan los principes, yo soy Nezahualedyotl, soy el cantor, soy papagayo de gran cabeza. Toma ya tus flores y tu abanico. iCon ellos ponte a bailar! Tu eres mi hijo, ti eres Yoyontzin. Toma ya tu cacao, la flor del cacao, ique sea ya bebida! iHagase el baile! No es aqui nuestra casa, no viviremos aqui, 0 de igual modo tendrds que marcharte. SOLAMENTE EL Solamente él el Dador de la Vida. Vana sabiduria tenia yo, Acaso alguien no lo sabia? iAcaso alguien? No tenia yo contento al lado de la gente. 60 Realidades preciosas haces lover, de ti proviene tu felicidad, iDador de la Vida! Olorosas flores, flores preciosas con ansia yo las deseaba, vana sabiduria tenia yo. ESTOY TRISTE Estoy triste, me aflijo, yo, el sefior Nezahualcsyotl, Con flores y con cantos recuerdo a los principes, a los que se fueron, a Tezozomoctzin, a Quahquauhtzin. En verdad viven, all en donde de algtin modo se existe. iOjalé pudiera yo seguir a los principes, Hevarles nuestras flores! iSi pudiera yo hacer mios los hermosos cantos de Tezozometzin! Jamés pereceré tu nombre, iOh mi sefior, ta, Tezozomoctzin! asi, echando de menos tus cantos, me he venido a afligi Solo he venido a quedar triste, yo a mi mismo me desgarro. He venido a estar triste, me aflijo Ya no estés aqui, ya no, en la regién donde de algtin modo se existe, nos dejaste sin provisin en la tierra, Por esto, a mi mismo me desgarro YO LO PREGUNTO Yo, Nezahualcéyotl lo pregunto: iAcaso de veras se vive con raiz en la tierra? No para siempre en la tierra sélo un poco aqui Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea oro se rompe, aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. No para siempre en la tierra: s6lo un poco aqui. PERCIBO LO SECRETO Percibo lo secreto, lo oculto iOh vosotros sefiores! Asi somos, somos mortales, de cuatro en cuatro nosotros los hombres, todos habremos de irnos, todos habremos de morir en Ia tierra... Nadie en jade, nadie en oro se convertira: en la tierra quedaré guardado. Todos nos iremos alla, de igual modo Nadie quedard, conjuntamente habré que perecer, nosotros iremos asi a su casa. Como una pintura nos iremos borrando. Como una flor, nos iremos secando aqui sobre la tierra. Como vestidura de plumaje de ave zacuén, de la preciosa ave de cuello de hule, nos iremos acabando, Nos vamos a su casa Se acercé aq hace giros la tristeza de los que en su interior viven Meditadlo, sefiores, Aguilas y tigres, aunque fuerais de jade aunque fuerais de oro también alla iréis, al lugar de los descarnados Tendremos que desaparecer nadie habré de quedar. ESTOY EMBRIAGADO. Estoy embriagado, lloro, me aflijo, pienso, digo, en mi interior lo encuentro: si yo nunca muriera, si nunca desapareciera Alla donde no hay muerte, alla donde ella es conquistada, que allé vaya yo Si yo nunca muriera si yo nunca desapareciera. ZA DONDE IREMOS? 2A dénde iremos donde la muerte no existe? Mas,

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