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Desarrollo regenerativo, más allá de la sostenibilidad.

Rosa Castizo,
divulgadora ambiental

Cuentan que los astronautas, cuando viajan a la atmósfera, sienten que todo
cambia.
Sienten un cambio de conciencia cuando ven la Tierra como un punto azul
pálido en medio del vacío.
En ese momento sienten que, cuando regresan, su única misión es cuidar de
ese pálido punto azul, dentro del cual no existen fronteras, y que es la casa
común de todas y todos nosotros. Imaginaos 3.600 millones de años de historia
de vida en la Tierra. Si lo extrapolamos a un día, simplemente nosotros hemos
aparecido en los últimos segundos.
Y en cambio, en ese poco periodo de tiempo, hemos sido capaces de
desestabilizar todo el planeta, todo lo que habíamos ido acumulando durante
tanto tiempo. Yo soy Rosa Castizo Robles.
A mí me gustaría lograr, y para eso me levanto día a día y pongo todo mi
esfuerzo, que personas e instituciones consigan sentir ese efecto perspectiva
sin necesidad de viajar a la atmósfera. Imaginaos lo que podría llegar a
suponer, en este momento en el que vivimos, con un montón de límites
ecosistémicos, que pensáramos de una manera completamente diferente.
Aprendemos muchísimo de la naturaleza y de las personas mayores. Y en ese
aprendizaje me encantaría que me acompañarais hoy, y que me dijerais qué os
gustaría saber. A mí me preocupa muchísimo que, teniendo esa serie de
límites, los hayamos sobrepasado.
Y cuando yo me enteré de que teníamos, de que cada una, cada uno y una de
nosotros, teníamos un presupuesto ambiental anual, que íbamos gastando
antes de tiempo...
El presupuesto ambiental de todo el año, en mi caso, yo me lo gastaba en abril.
Y decía: "Bueno, ¿y el resto del año? ¿Qué pasa el resto del año? ¿A costa de
qué presupuesto ambiental estoy viviendo, si es limitado?".
Cuando me paré a pensar eso, decidí que tenía que cambiar la manera en la
que vivía, porque estaba trabajando en temas ambientales desde hacía 15
años y, en cambio, mi presupuesto ambiental era...
Y vivía a costa de otras personas, otras especies u otras generaciones que
vendrían. En ese momento decidí vivir sin generar residuos.
Hace ya muchísimos años que no genero ningún tipo de basura, y la orgánica
la composto.
También decidí, hace unos cuantos menos años, dejar de volar, y entro ya en
el cuarto año sin volar.
Y empecé a decidir bajar mi huella en todo lo que hacía.
Incluso creo que soy la única persona, quizá, que ha recorrido las 28 provincias
de España con mayor riesgo de despoblación en un vehículo eléctrico de los
antiguos, de esos que hay que ir a 25 km/h para no comerte toda la batería.
Y eso me permitió, ir a esa poca velocidad me permitió poder aprender y ver
más de cerca a muchísimas personas mayores y mucha naturaleza de esa
"España vaciada", que llaman, y que está llena de tanto.
Ante todo, muchísimas gracias por estar acá, por darnos lo más preciado que
tenéis, que es vuestro tiempo, y me encantaría que conversáramos y que, si se
os ocurre alguna pregunta por el camino, pues que también la dijerais. Muchas
gracias. Hola, Rosa. Me llamo Álex. Dices que vives sin generar residuos.
Me gustaría saber cómo diste este paso y cómo lo haces. Hace muchísimos
años vivía en Madrid.
Y cuando vivía en Madrid, pues hacía una vida totalmente... la que
supuestamente es "la normal", que para mí ahora mismo no es normal.
Y a pesar de que trabajaba en temas ambientales, realmente iba al
supermercado, a la gran superficie del barrio, con mi bolsa de tela, pensando
que bueno, que con eso estaba todo solucionado y llenaba el carro de... Todo
estaba envasado.
En un supermercado, como veis, todo está envasado. Entonces, bueno, llevaba
ahí mi vida más o menos normal y luego, al final de la semana, iba a los
contenedores de basura del barrio y echaba cada cosa a los contenedores,
pensando que de esa manera estaba contribuyendo a esa economía circular de
la que se hablaba ya entonces. Pero... años después me fui a vivir a Perú.
Y allí no había contenedores diferentes de basura para separar, sino que había
personas, en Perú, que buscaban en medio de la basura, en la noche, y
separaban ellos y tomaban aquello que tenía valor de la basura.
Cuando hablaba con ellos me daba cuenta de que realmente había
muchísimas cosas que yo creía que tenían un valor, que iban a reciclarse, que
no tenían ningún valor. Como el Tecnopor. ¿Sabéis ese corcho blanco que
ponen mucho en las bandejas de los supermercados?
Pues, por ejemplo, el Tecnopor. O todos los envases de charcutería y todas
estas cosas, el papel film del queso... Todo eso al final no se reciclaba, no tenía
ningún valor. Y les preguntaba cuánto les pagaban,
y apenas les pagaban unos céntimos por recoger toda esa basura. Entonces
me di cuenta de que realmente estaba...
Simplemente por no ir a un mercado de barrio en sábado, que es lo más
maravilloso del mundo y que os invito de verdad a que vayáis a hablar con el
frutero, la frutera, a comprar las cosas locales, e ir a una gran superficie por,
supuestamente, ahorrarme algo que al final no me ahorraba, estaba
contribuyendo a simplemente ensuciar más el planeta. Cuando me paré a
pensar que realmente qué...
O sea, todos esos envases que tenemos, si os fijáis, requieren energía y agua
para ser fabricados, transporte para ser transportados... y luego, en el proceso
de reciclaje, necesitamos también energía y agua y mucho más esfuerzo
humano para ser reciclado. Una cantidad de recursos... ¿para qué?
¿Para al final tener yo algo envasado en vez de llevar mi propio envase y
comprarlo así?
Simplemente por esa razón decidí comenzar a reducir residuos.
Y además, te das cuenta, en América Latina precisamente... Te encuentras
bolsas de plástico volando desde la Guajira colombiana hasta la superficie del
Amazonas.
Te encuentras, en todos los lugares... basura, porque no hay muchas veces
esa capacidad de gestión que aquí nos creemos que sí tenemos. El tema es
que, cuando empezaron los envases de un solo uso, quizás teníamos
capacidad para gestionarlos. Pero ahora mismo hay tantos, hay ya tantos
envases, que no hay capacidad material de poder gestionarlos a la velocidad
que se necesita.
Entonces necesitamos pensar en reducir esa cantidad.
Así fue como comencé. Y, si os fijáis, el plástico... Nos enfocamos muchas
veces en el plástico.
El plástico, de por sí, no es que sea malo. El plástico es un estupendo invento
de la humanidad, que puede tener un montón de formas, un montón de colores,
y servir y durar muchísimos años, puede durar 700 años. El problema es
cuando algo que puede durar para siempre lo utilizamos para menos de un
minuto, que es la media en la que se utilizan los envases de un solo uso.
Así que ¿por qué iba a...? No tenía razón generar esa cantidad de envases
para simplemente unos pocos minutos. En todos estos años, desde 2012, la
verdad es que no me he encontrado en ninguna situación en la cual no tuviera
una solución para evitar ese envase de un solo uso.
Así que bueno, esta es un poco la historia. Tampoco la veo muy meritoria.
Porque, si pensáis en vuestros abuelos y abuelas, llevaron décadas y décadas
y décadas, y muchos de nosotros los veíamos también cuando éramos muy
pequeños, sin utilizar envases de un solo uso. Y, como a mí me dicen cuando
hablo con ellos y con ellas, los tomates sabían a tomate y las cosas que
estaban realmente en un estado natural conservaban el sabor muchísimo
mejor. Hola, Rosa. Soy Valeria. Yo, en casa, solo reciclo papel y plástico.
¿Cómo puedo reducir más mi huella ecológica? Me encanta que me preguntes
eso. Pero fíjate, en la misma pregunta has dicho que reciclas papel y plástico.
En realidad tú no estás reciclando: estás separando, esperando que alguien
llegue a reciclar. Pero tú no estás reciclando.
Estás siendo parte de ese proceso de reciclaje. Por eso, cuando pensé en esto,
fue cuando decidí reducir en ese sentido los residuos. Pero me encanta que
hayas introducido el concepto de huella ecológica.
Eso está muy bien, porque no se trata muchas veces de pensar solo en los
residuos, que son una parte de esa huella material que tenemos en el planeta,
sino que al final nuestra huella es muchísimo mayor. La huella, en ese sentido,
es el espacio que necesitamos, todo lo que tenemos, lo que vestimos,
comemos, compramos...
Todo proviene de la naturaleza, todo necesita una base natural, todos tenemos
esa huella y esa necesidad de lo que antes se llamaba "recursos naturales",
luego se llamaron "contribuciones a la naturaleza" o "bienes y servicios
ambientales". Al final es esa huella en general de bienes que necesitamos.
Bueno, pues con respecto a lo que decías del reciclaje, yo te diría que, en
cuanto a esa huella material de residuos que tienes, más allá... Ya que
sabemos que no reciclas, sino que más bien separas.
Te diría que cómo podrías reducir esa cantidad que llegas a echar en los
contenedores.
En esa sensación como Hamlet, ¿no? "¿En qué contenedor lo echo?", "¿irá al
reciclaje o no?",
"¿se reciclará algún día?". Bueno, pues te diría que a lo mejor probaras a, en
una semana o dos semanas, intentar acumular toda esa basura inorgánica que
tienes. La orgánica, si no tienes compostera, te dejo que la eches fuera.
Que la acumularas y luego te preguntaras, de toda esa basura que tienes,
realmente, cuál tiene un fácil sustitutivo por materiales, o por llevarlo a granel, o
por comprar otra serie de cosas que no necesiten ese envase.
Ahí vas a reducir muchísimo esa huella material. Por una parte, eso, pensando
si todo eso que he acumulado o todo eso que he comprado realmente es
necesario o puedo tener sustitutivos fáciles. Eso primero. Luego, en cuanto a la
huella, al resto de nuestra huella, la huella ecológica, la huella de agua y de
energía. En mi caso, por ejemplo, yo he llegado a reducir muchísimo el agua y
la energía que necesito. Y ahora, además, estamos mucho con este tema.
Y yo te diría que, en la parte del agua, pensáramos como muchas de nuestras
abuelas.
En mi caso era mi abuela la que necesitaba, todos los días, ir a recoger al pozo
el agua que necesitaba para el resto del día. ¿Y si no fuera tan fácil como abrir
el grifo?
Porque tenemos ese... es un cambio de paradigma, de base. Tenemos ese
síndrome de...
Lo que conocemos como base es lo que realmente está establecido, y
pensamos que eso siempre ha sido así. Tenemos la facilidad de darle al
interruptor y se abre la luz, abrir el grifo y sale agua. Pero imaginaos que esa
agua la tuviéramos que acarrear. Entonces quizás no abriríamos el grifo con
tanta facilidad.
O quizás si con la energía no fuera tan sencillo como simplemente pagar la
factura, aunque sea elevada, sino que realmente supiéramos el valor que tiene
esa energía, y pensáramos que viene, ahora mismo, casi toda de una energía
fósil de hace millones de años, de los dinosaurios, bla, bla, bla. Si sintiéramos
todo ese peso, todo el esfuerzo hasta llegar a ese punto, si realmente
sintiéramos ese esfuerzo, quizá cambiaríamos esa manera de consumir.
Pero aunque reduzcamos mucho el agua y la energía más inmediata, la que
pagamos con la factura en casa, realmente lo que más huella puede llegar a
tener es esa agua y esa energía que no llegamos a ver.
Por ejemplo... En todo lo que tienes en casa hay mucha agua invisible.
Por ejemplo, una cerveza. Para una cerveza necesitamos 70 litros de agua.
Para fabricar esa cerveza.
Porque no solamente es el proceso de fabricación, que además ahora es
mucho más eficiente, sino es el cultivar la cebada, es el transporte...
La energía que se necesita para el transporte tiene una huella brutal. Una taza
de café necesita el doble que una cerveza. Imaginaos también, por ejemplo...
un kilo de aguacates. Ahora mismo se sabe que la huella, por ejemplo, de la
carne es muy alta.
Pero un kilo de aguacates, cuando no se produce en sitios donde hay bastante
agua... Un kilo de aguacates en España está necesitando 700 litros de agua.
Es increíble. Y todo esto también porque quizás estamos acostumbrados a ese
tener de todo, en todo momento, en todas partes y en todas las épocas del
año.
No hay esa sensación de comer de temporada y comer local, que siempre la
energía y la huella es menor.
Eso en cuanto a la huella de energía y de agua, que creo que es super
importante.
Básicamente, yo te diría que, para la huella ecológica, es muy importante: uno,
reducir muchísimo tu huella material, toda la cantidad de envases, a lo mejor,
que podríamos reducir.
Dos, huella de energía y de agua, tanto de esa agua y energía que vemos
como la de los productos que compramos.
Tres, también, muy importante, las finanzas: adónde van nuestras inversiones,
qué pasa con nuestro dinero.
No tenemos que olvidar nunca que no somos... O sea, la ciudadanía no
votamos solamente cada cuatro años.
Votamos cada vez que consumimos y votamos cada vez que decidimos abrir el
grifo, comprar de una manera o comprar de otra. Cada vez que tomamos
decisiones diarias.
Has dicho que te parece que estamos viviendo el momento más importante de
la historia de la humanidad.
Me gustaría saber por qué lo ves así. Pues mira, estamos viviendo el momento
más importante de la historia de la humanidad, al menos para mí, porque
podemos... Estamos en ese momento en el que podemos decidirlo todo, y a la
misma vez puede pasar de todo. Tenemos el poder en nuestras manos y
podemos desaprovecharlo. Es ese capítulo de la película, o del libro, o del
videojuego, en el cual de todo podría pasar. Y precisamente es por los límites
que comentaba al comienzo.
Porque, en realidad, tenemos unos límites de la energía de los que tampoco se
habla demasiado, o no todo lo que se debería de hablar. Hemos llegado a este
momento, al supuesto desarrollo que tenemos, gracias a una energía fósil que
se ha desarrollado durante muchísimo tiempo y que ha alcanzado unos límites,
que ya alcanzó su punto máximo, su pico, hace ya unos años.
Y ahora mismo estamos viendo las consecuencias. Cada vez es más caro
extraer un barril de petróleo.
De hecho, muchas veces se necesita más energía o se va a necesitar más
energía para extraer un barril de petróleo que el propio barril. Estamos en ese
punto en el que las energías fósiles que conocemos ya están llegando a su
máximo. Ahí podéis leer, y os aconsejo muchísimo que leáis, a Antonio Turiel,
que creo que es una referencia clave en esto. Lo ha estado estudiando los
últimos años.
Pero en realidad, sobre estos límites de la energía y del crecimiento y demás,
ya estaban los estudios hechos de hace muchísimos años. Ahora se han
cumplido, este año, los 50 años del informe Meadows.
Donella Meadows fue una de las que coordinó el informe, hace 50 años, dentro
del marco del Club de Roma.
Imaginaos, ya habló de los límites que tenía ese modelo que se había
inventado.
Porque parece que el modelo económico que tenemos es de siempre, pero no.
Realmente es de hace dos telediarios.
Si el ser humano, como decíamos, llegó hace pocos segundos, imaginaos el
modelo que tenemos.
Bueno, pues este informe Meadows planteaba esos límites del crecimiento, y
esos límites ya lo hemos sobrepasado.
Entonces estamos en ese momento de decidir qué podemos hacer y qué
tenemos que hacer. A la misma vez tenemos la gran ventaja de que sabemos
las soluciones que puede haber.
Eso en cuanto a los límites de la energía. Pero mucha gente, en cuanto a esas
soluciones, dirá: "Bueno, lo que nos dicen siempre.
Energías renovables, coches eléctricos y con eso lo vamos a solucionar todo".
Pero están también los límites materiales, todo lo que se necesita para fabricar
los molinos de viento, las placas solares, esas baterías de los coches
eléctricos, también tiene sus límites. Esos materiales no son infinitos, porque la
Tierra tiene límites, como bien sabía ese astronauta del principio de la historia.
Y esos límites de los materiales afectan a esas soluciones que decimos de los
coches eléctricos, las energías renovables... con lo cual tampoco eso va a ser
infinito. Eso por otro lado.
Y ahí os recomiendo muchísimo a Alicia Valero, que lleva estudiando esto
durante bastante tiempo.
Y por otro lado tenemos los límites de los ecosistemas. Cuando yo me doy
cuenta, hace...
Pues mira, en la primera charla que yo vi, de Johan Rockström, que si no me
equivoco fue en 2010, un año después de que publicara su libro y su estudio
sobre límites de los ecosistemas... que, por cierto, él sacó una bola del mundo
como esta. En esos límites de los ecosistemas se plantea que realmente hay,
por una parte, una serie de presiones para la Tierra, y él lo grafica muy bien en
su charla.
Y, por otro lado, hay una serie de límites. Del que ahora mismo hablamos más
es del cambio climático, pero fijaos que no es en el que estamos peor. Estamos
muchísimo peor en biodiversidad. En biodiversidad estamos explotando
muchísimos puntos de inflexión.
Y estamos abriendo la capacidad que tiene la Tierra hasta deshincharla poco a
poco.
Tenemos la pérdida de biodiversidad, tenemos los ciclos del nitrógeno y del
fósforo, que estamos peor incluso que en cambio climático. Este año ya
sabemos que hemos sobrepasado también el límite del agua dulce. Y poco a
poco la vamos deshinchando.
Y la seguimos aplastando porque, además, está silenciosa. Los océanos, en
silencio, van capturando nuestro CO2 y no dicen nada ni cobran nada por ello.
Los árboles también, los bosques, el Amazonas, esos puntos de inflexión.
Rockström tiene otro estudio sobre eso. Son puntos, que están relacionados. Y
el problema que tenemos ahora mismo, y por eso creo que es el momento más
importante de la historia humana, es que sabemos la relación que existe entre
ellos, sabemos y tenemos cuantificados esos límites, pero lo que no sabemos
es, si tocas un botón, hasta qué punto el resto de procesos se van a
desencadenar. Es un poco como la salud humana. Es un poco eso.
La Tierra es un organismo vivo. Y la seguimos aplastando. El límite de
biodiversidad, de ciclos de nitrógeno y fósforo y el de acidificación de los
océanos, además del de cambio climático están muy relacionados con la
agricultura, muy relacionados con la manera en la que comemos.
Entonces, realmente estamos en ese punto en el cual sabemos las soluciones,
sabemos los síntomas, y tenemos cada vez menos tiempo, porque sabemos
que algo puede llegar a acelerar otra cosa, que es el momento en el que
estamos viviendo.
Se están acelerando demasiado todos esos límites que pensábamos que iban
a llegar más poco a poco.
Firmamos esa Agenda 2030 en 2015, pero me di cuenta de que esos
objetivos...
Están muy bien para la forma de trabajar. Es lo bonito de la Agenda 2030, que
trae una manera diferente de trabajar.
Pero ¿hasta qué punto todos esos objetivos son suficiente? Entonces sí que
tenemos la llave en nuestras manos para transformar ese momento de
supervivencia de nuestra especie en algo realmente factible.
Con todo este reto que nos estás dibujando, ¿por dónde crees que habría que
empezar?
Y, más allá, ¿crees que hay alguna solución mágica? Bueno, soluciones
mágicas la verdad es que no hay.
Pero lo bueno del momento en el que estamos es que sí tenemos
perfectamente los datos claros, y muchas soluciones ya identificadas.
Precisamente hace unos años, en el observatorio de La Rábida, que dirijo, y
que trabaja con 22 países iberoamericanos, estuvimos analizando un montón
de informes que daban soluciones. Tenemos, por ejemplo, el informe
Drawdown, que identifica 100 soluciones para frenar el cambio climático.
Imaginaos. En 2017 ya se sacó este informe y se veían muy, muy claras esas
soluciones.
Primero, lo que costarían. Y segundo, el impacto positivo que podían llegar a
tener.
También está el informe Dasgupta, que salió hace un par de años, sobre
biodiversidad.
Tenemos un montón de informes de Naciones Unidas, del World Economic
Forum, tenemos un montón de informes que dan opciones de soluciones. Y
precisamente nosotros estuvimos viendo qué puntos comunes había en todas
ellas. Y había algo muy, muy claro, que eran los sistemas alimentarios, la
transformación de los sistemas alimentarios.
Y esa transformación no es solamente irse al mercado a comprar local.
Es todo, desde cambiar de dieta hasta soluciones basadas en los ecosistemas
de restauración, hasta soluciones sociales en la base de la pirámide, hasta
soluciones de diversificación de esa producción alimentaria
y, sobre todo, reducir el desperdicio alimentario. No olvidemos que la tercera
parte de lo que producimos, más de 30 veces la superficie de España, se
desperdicia al año en comida que no se va a llegar nunca a comer. Mientras,
cada cinco segundos se está muriendo un niño de hambre, de desnutrición.
Tenemos ese balance tan...
Por eso cuando la gente me dice: "Yo me dedico a lo social, no a lo ambiental".
Es que estamos todos relacionados al mismo nivel.
Entonces, como solución mágica... no hay una solución mágica, pero trabajar
en la transformación de los sistemas alimentarios puede llegar a tener un
efecto de impacto positivo en muchísimos temas.
Por ejemplo, en la pérdida de biodiversidad. La mayor causa de pérdida de
biodiversidad es la forma en la que producimos alimentos. Igual con los ciclos
de nitrógeno, igual con la acidificación.
Trabajar en los sistemas alimentarios puede ayudar a hinchar un poquito más
esta pelota.
A hinchar, a poder restaurar y regenerar mucho más allá la Tierra.
Y, sobre todo, algunas soluciones dentro de esos sistemas alimentarios. La
agricultura regenerativa.
Ya tenemos que llegar a pensar que no podemos sostener este sistema que
tenemos degradado.
Cuando hablamos de sostenibilidad, parece que es sostener lo que ya
tenemos. No queremos sostener una pelota así, un planeta así, con los
servicios que nos puede dar y que además se va deshinchando cada vez más.
No queremos sostener esto, necesitamos regenerarlo, necesitamos pasar a
otro estadio diferente.
No vamos a poder recuperar lo que hemos perdido, pero podemos regenerarlo
y transitar hacia otro modelo distinto.
Y en esa lógica de regeneración está la agricultura regenerativa. La agricultura
regenerativa no solamente cultiva alimentos mejores, sino que lo que hace es
capturar, hacer que el suelo capture CO2 y, de esa manera, capturando ese
CO2, se convierte ese suelo en más rico en materia orgánica, por un lado, y
segundo, menos dependiente de fertilizantes. Ahora mismo estamos viendo
cómo la alimentación es completamente dependiente de energías fósiles.
Primero, para el transporte.
Segundo, por los fertilizantes. Los fertilizantes químicos lo que hacen es matar
poco a poco el suelo, matar esa materia orgánica, con lo cual dependemos
todo el rato de insumos externos, en vez de hacer la agricultura que hacían
nuestros abuelos y abuelas, hacerla completamente autónoma y no
dependiente de insumos externos.
Eso es lo que necesitamos, ese tipo de soluciones son las que necesitamos
para estos cambios y esos momentos
de transición socioecológica que tenemos. Porque realmente, y eso lo hemos
visto también en momentos de pandemia, tenemos que pensar cada vez más
en local, intentar dar soluciones que se adapten a cada uno de los territorios
y que respondan a las necesidades de los distintos territorios. En esta parte de
soluciones a mí me gustaría muchísimo mencionar, si no lo conocéis, el
enfoque de Kate Raworth, que saca este modelo de "economía dónut" o
"economía rosquilla", como le decimos también en América Latina. Aunque el
primer estudio lo publicó en 2011, luego ha estado perfeccionándolo más y
ahora mismo, además está muy conectado con un laboratorio que hace que
esa economía rosquilla pueda estar en distintos territorios del mundo.
Y hacen análisis en cada territorio. Básicamente lo que dice es que tenemos
una serie de límites ecosistémicos, que ya habíamos visto antes por
Rockström, una serie de límites de los ecosistemas que estamos
sobrepasando, pero también tenemos una base social que necesitamos
garantizar. Entonces, al final tenemos unos límites
y, por otra parte, una base social. Y dentro de ese espacio, entre los límites,
por un lado, y la base social tenemos un espacio que es como un dónut, en el
cual podemos desarrollarnos de manera justa y segura.
Podemos tener una economía regenerativa y redistributiva y pensar en ese
sentido, que si nuestras vidas están dentro de ese dónut, si nuestros proyectos
están dentro de ese dónut, si nuestras instituciones están dentro de ese dónut,
puede ser un marco muy bueno para ver si tenemos esa capacidad de resolver
de manera regenerativa el reto en el cual nos encontramos, que es vivir dentro
de los ecosistemas, garantizar un mínimo social para todos y todas y pensar
qué es lo que consideramos como bienestar.
Al final, la sostenibilidad era mantener esa pelota en el estado en el que
estaba, deshinchada. Eso es mantener el statu quo.
Cuando hablas de regeneración o desarrollo regenerativo, al final es trabajar
para volver a un estado diferente, transformar el estado actual en sus seis
componentes.
Y para desarrollo regenerativo os aconsejo muchísimo que leáis o veáis a
Eduard Müller y a Christian Wahl, a ambos.
A Christian Wahl porque define muy bien lo que son culturas regenerativas y
cómo podemos hacer un diseño regenerativo de todo lo que tenemos. Eso por
un lado. Y a Eduard Müller porque descompone muy bien los seis
componentes del desarrollo regenerativo, que no es solamente trabajar en la
naturaleza: es trabajar en la sociedad, en la economía, es trabajar en la ética,
es trabajar en la política.
Y el hecho de trabajar de manera tan holística en comprender que, como bien
os decía antes, esa economía dónut, esa economía rosquilla, ese rosco, ese
estado que está entre los límites de los ecosistemas y la base social, esa parte
es economía regenerativa y esa parte es desarrollo regenerativo. Es trabajar
más allá de la sostenibilidad, es volver a un estado de... ya no solamente de
compensación, porque esa es otra cuestión.
A veces volamos y le damos al check de "compensar emisiones".
¿Y quién planta ese árbol? ¿Se mantendrá ese árbol?
¿Llegará a capturar lo que se dice, o morirá en un incendio? ¿Quién estará
regándolo?
¿Habrá alguien que haya comprado el mismo árbol que yo? Nos acuden tantas
dudas en esa parte de compensación, que ya no solamente tenemos que
compensar, tenemos que ir más allá. Tenemos que regenerar el estado de
degradación al que hemos llegado.
Porque quizás, si preguntara aquí qué consideráis como bienestar, o qué es lo
más importante en la vida...
Y yo creo que en esto hemos pensado mucho durante la época del
confinamiento, en la pandemia.
¿Qué es lo más importante para nosotros? Algunos dirán que la salud. Otros
dirán que irse por ahí con los amigos a pasárselo bien.
Otros dirán... no sé. Pero seguro que no entra dentro de esas prioridades tener
el último modelo de algo. Y eso es lo que realmente está desestabilizando esos
límites.
Tenemos que redefinir nuestro bienestar. Puede ser que, a corto plazo, nuestra
definición de bienestar subjetivo sea diferente y a alguna gente le incomode
comprar un vuelo por 20 dólares al otro lado del mundo. Pero cuando
comprendemos que, muchas veces, el valor de las cosas no es igual que el
precio, cuando vemos que valor no es igual a precio y que esas externalidades
las están pagando otras especies u otras generaciones, ahí te das cuenta, o al
menos yo, en su momento, me di cuenta de que tenía que cambiar el chip.
De que, si producía unas externalidades que otra gente estaba pagando... ¿por
qué tenían que pagarlo por mí, si realmente eso no era imprescindible en mi
vida ni en mi definición de bienestar?
Entonces, en ese sentido, como soluciones mágicas, hay muchísimas que se
están exponiendo. Hemos visto antes las limitaciones que tiene la energía
renovable y el vehículo eléctrico, pero a la misma vez sabemos que tenemos
enfoques, como este de la economía dónut, que nos puede ayudar a revertir
esa situación de manera muchísimo más rápida.
Hola, Rosa. Dices que aprendes de las personas mayores y de la naturaleza.
¿A qué te refieres?
¿Cuántos habéis escuchado hablar de la biomímesis? Es una ciencia en la cual
nos fijamos en la naturaleza... y esto se lleva haciendo desde siempre.
Nos fijamos en la naturaleza para poder llegar a hacer soluciones que nos
sirvan en la vida diaria.
Básicamente, la naturaleza lleva 3.600 millones de años siendo circular. No
existe la basura en la naturaleza.
Siempre es prueba, ensayo y error. Siempre tiene resiliencia para actuar y eso
nos sirve muchísimo para aprender. Y esto no es nada nuevo. Pero yo también
aprendo en la naturaleza, por otro lado.
Cuando voy recogiendo plásticos o residuos ahí en la playa, por ejemplo, o en
el monte, cuando veo un residuo...
Hay algunos, además, especialmente valiosos, como los globos. Los globos
que dejamos, o que se quedan en la naturaleza.
No sé si sabéis que los globos son la máxima causa de mortalidad no natural
de los pájaros.
Detrás de cada residuo hay una persona que lo deja, otra persona, o
muchísimas, que lo han visto antes que yo y piensan que no es asunto suyo. Y
evidentemente, al final siempre le echamos la culpa a instituciones
que deberían de recogerlos, y no los recogen, y tal. Pero cuando no los
recogemos y pensamos que realmente no es parte nuestra, no es algo que nos
incumbe, es parte de no considerar nuestra casa este planeta en el cual
vivimos.
También aprendo en la naturaleza por eso, de las reacciones de la gente con el
resto de las personas.
Y aprendo de las personas mayores, te diría, porque...
Mi abuelo nunca habló de sostenibilidad. Nunca habló de sostenibilidad. En sus
más de 90 años, nunca le oí la palabra "sostenibilidad", y menos
"regeneración". Pero en cambio, con su manera de vivir día tras día, enseñaba
muchísimo más de la sostenibilidad que muchísimas personas que a lo mejor lo
pueden saber, porque nos lo explican en las escuelas, pero que no tienen esa
experiencia ni esa conciencia vital.
Y creo que, de todas maneras, el hecho de vivir de esa forma,
mirando hacia el pasado, muchas veces nos hace pensar que la solución no
está hacia adelante sino hacia atrás.
Mirando muchas veces hacia atrás. Durante la pandemia, no sé, ustedes, por
ejemplo...
Vosotros, por ejemplo, que estáis ahí. ¿Cómo os sentíais en el confinamiento?
Horrible. Aburridos. Imagínate las personas, las... miles de personas que han
estado durante toda su vida sacándonos adelante, lo aburridas que estaban en
una residencia.
Y en una residencia de ancianos nadie pensó que estaban en muchísimo
riesgo.
Y nosotros, por ejemplo, empezamos un proyecto, dentro de Somos Memoria,
que era un proyecto que pretendía precisamente poder recuperar historias de
las personas mayores que estaban viviendo en soledad, o en compañía,
pero que quizás si no se recuperaban esas historias, esas historias y ese
conocimiento se iban a perder.
Con SomosMemoria.com intentamos empezar a recuperar... Que podéis entrar
cualquiera y podéis subir historias ahí.
Intentamos ver que se estaba perdiendo muchísima biodiversidad humana
y se estaba perdiendo muchísima capacidad de respuesta a los nuevos retos
que íbamos a ir teniendo.
Durante la pandemia descolgué el teléfono de personas que pudieran ayudar a
llevar material que necesitaban esas residencias. Y ahí te das cuenta de cómo,
en momentos cruciales, solemos sacar nuestra carta, que parece que nos han
dado nuestros TDR, nuestros términos de referencia. "No, es que a mí no me
corresponde".
Y en cambio no sacamos nuestra carta de habilidades, que son esas
habilidades que podemos poner
al servicio de la humanidad o al servicio de la sociedad para poder revertir una
situación compleja.
Y ahí, en realidad, se necesitaban personas llevando material a las residencias.
Llamamos a más de 4500 residencias, y llevamos muchísimo material, y
rescatamos ahí también muchísimas historias. Creo, además, que esa gente
mayor que resiste en los pueblos...
Ahí he tenido la suerte, hace ya muchos años, cuando compartía una gran
etapa de mi vida con un físico extraordinario, que además me abrió la puerta de
la casa de su abuela, que vivía en un pueblo de apenas cuatro personas, en
Castilla-La Mancha.
Creo que como como ella había muchísimas personas y he visto que hay
muchísimas personas mayores que resisten en esa España vaciada y que, si
no recuperamos sus historias, su manera de entender la vida, esa forma de
poder ser resilientes ante los cambios, la vamos a perder. Lo que queremos es
rescatar esos saberes de las personas mayores que se están perdiendo a lo
largo del tiempo, esa biodiversidad humana que perdemos a pasos acelerados.
Y esto es en todo, en nuestros pueblos rurales, en la selva, en comunidades
indígenas, porque al final podemos llegar a tener bancos de semillas pero, si no
sabemos cómo cultivarlas, si no tenemos respuestas a la emergencia social y
ambiental, imaginaos. Hola, Rosa. Soy Carolina, profesora y directora de
Secundaria y de Bachillerato.
¿Crees que en las escuelas se están enseñando las habilidades necesarias
para que la infancia pueda afrontar la situación de emergencia actual? Pues
mira, Carolina, creo sinceramente que no tanto.
No sé qué opinas tú, porque tú estás ahí en el día a día, y conociendo a las
personas, y me encantaría saber ahí, de la primera fila, qué opinan. Os
recomendaría muchísimo que pudierais leer o ver a François Vallaeys.
Personalmente, creo que lo que más habilidades me ha aportado en la vida ha
sido el clown y la narración oral. Me han abierto muchísimas habilidades para
entender lo que sucedía, para poder afrontar situaciones que se salen de lo
común.
Y ahí François, que precisamente es narrador oral, filósofo, y estudia mucho y
trabaja en la universidad, habla muy bien de cómo tenemos que favorecer
mucho más esas habilidades, enseñar menos al individuo y enseñar más al
grupo.
Intentar pensar más en colectivo, porque somos más resilientes como grupo
que como individuos de manera concreta. Y en ese sentido también
habilidades...
En el momento actual quizás nos va a servir muchísimo más saber cómo
plantar, cómo cultivar un huerto, que saber la lista de los reyes godos, desde
luego. Nos va a servir mucho más ser personas más humanistas, que sepan
muchas habilidades, que se puedan enfrentar a muchas situaciones, más que
una hiperespecialización, que es lo que hemos conseguido durante los últimos
años. Si os fijáis, nos hemos hiperespecializado tanto que, como os decía
antes, sacamos los términos de referencia, "esto no nos corresponde", en vez
de pensar qué es lo que realmente nos conecta con el momento actual y cuáles
son nuestras habilidades reales.
En ese sentido, pensar más en el "ikigai", en ese punto en el cual confluye lo
que sabemos hacer mejor, lo que nos gusta y lo que amamos hacer, lo que
incluso nos retribuye y nos permite vivir, y aquello que el mundo necesita.
En ese punto confluye realmente lo que podemos aportar más y además lo que
disfrutamos más.
Y quizás conectamos muy poco con ese "ikigai". Y, en ese sentido, tenemos
unas habilidades que puede que no respondan tanto al momento actual. Y esto
de la hiperespecialización también lo vi mucho el tiempo que estuve en Silicon
Valley, dentro de Singularity University, que estábamos ahí en el campus de la
NASA, 90 personas de 47 países que íbamos a utilizar las tecnologías
exponenciales para aplicar soluciones concretas y frenar el cambio climático.
Fijaos. Tremendo reto. Y ahí, quizás, el sacar la hiperespecialización que cada
uno de nosotros y nosotras teníamos pudo ser un limitante para pensar de
manera orgánica, como grupo, plantear soluciones de manera orgánica como
grupo.
Ahí vimos también esa limitación de las tecnologías, porque en ese momento
se pensaba un poco que podíamos crecer, que las tecnologías podían crecer
de manera indefinida, y tenemos ese límite material que teníamos antes. Así
que creo que sí, respondiendo a tu pregunta, hay muchísimas habilidades que
deberíamos de poder potenciar y además, vosotros y vosotras, como
profesores y profesoras, tenéis el privilegio de poder formar y poder acompañar
a la generación que, en este momento, tiene la llave de todo, porque
dependemos de ustedes, en parte.
Y creo que esa responsabilidad que tenemos es brutalmente bonita, a la misma
vez que brutalmente complicada si no lo hacemos de manera conjunta.
Hola, Rosa. Soy Esteban. Me pregunto, con tantas inundaciones, sequías, olas
de calor, ¿cómo podemos hacer que estas noticias no nos paralicen? Pues
bueno, quizás...
Ese siempre es el punto en el que nos encontramos ahora. Ese punto en el
cual las noticias generan ecoansiedad, que se llama con este término. Porque
además, muchas veces, en las generaciones más jóvenes, como decía antes,
todo depende... todo lo que tenemos, lo que vestimos, comemos, compramos,
todo depende de la naturaleza, pero también nuestra salud, mental y física.
Y de esto Fernando Valladares, al que también os recomiendo muchísimo que
leáis y consultéis, ha escrito mucho de esa relación entre la salud física, la
salud individual, la salud mental y cómo la biodiversidad nos conecta también
con esa salud planetaria.
Entonces, esa ecoansiedad que nos puede generar muchas veces tener tanto
conocimiento de lo que sucede, y no tener soluciones tangibles y factibles
que podamos aplicar para el día a día, puede ser que nos inmovilice, como
bien dices.
Pero a la misma vez tampoco podemos dejar de decir la realidad que tenemos.
Y la ventaja que tenemos en este momento es que nunca ha habido en la
historia tanta evidencia científica.
Los científicos y científicas, de hecho, ya se están cansando de repetirlo. Y hay
movimientos como el de Rebelión Científica, del que quizás hayáis escuchado
hablar, que cada vez va a ir cobrando mucho más impulso, y es precisamente
para identificar soluciones prácticas que nos permitan no inmovilizarnos.
Y en ese sentido también os recomiendo mucho a Yayo Herrero, y soluciones
que se dan en plataformas educativas como FUHEM. Y ahí enlazo con lo que
comentabas antes, porque creo que el conectarnos, uno, conectarnos como
grupo, saber que tenemos, como colectivo, que organizarnos cada vez más
para poder dar soluciones que, como colectivo, nos puedan llegar a aportar un
cambio. Eso en primer lugar.
Segundo, definir muy bien cuál es nuestro bienestar, saber decir "me basta,
hasta aquí llego y esto realmente no es necesario, no necesito llegar más allá".
Y ese saber decir "me basta", ese saber hasta dónde llegan mis límites
personales también nos puede llegar a dar soluciones concretas en las que
podernos mover.
Organizarnos, superimportante. Hacer una reflexión individual de qué es para
mí el bienestar y hasta dónde puedo llegar a... a reducir, digamos, mis cuotas
de consumo. Y que al final el consumo es energía y es todo esto.
Y ahí lo que más consumimos, lo vuelvo a decir, es la comida.
A todos y todas nosotros nos gusta comer cada día, al menos tres veces, y lo
necesitamos, ¿no?
Y las personas que no lo hacen tienen serios problemas.
El poder, quizás, enfrentar el momento actual desde ese ángulo también puede
ser realmente inspirador y a la misma vez plantear una solución que nos quite
esa sensación de estar bloqueados.
Hay muchísimos... Bueno, no sé si es vuestro caso. Si estáis ahí dando vueltas
a qué hacer de manera práctica, hay muchos proyectos de impacto, de impacto
social y ambiental positivo, que no solamente buscan el ser, al menos,
sostenibles económicamente, sino que su núcleo de acción es generar un
impacto ambiental y social positivo.
Y en ese sentido hay muchos alrededor del "cero residuos" y de la reducción
de huella.
Hay infinidad de buenos ejemplos y eso nos hace tener esperanza, a la vez
que nos hace que sea mucho más sencillo podernos adaptar a ese contexto de
cambio. Eso por un lado. Creo que es importante que eso lo tengamos en
cuenta.
Y en parte todos esos emprendimientos, y cada uno de nosotros y nosotras,
somos como pequeños colibríes.
No sé si habréis escuchado el cuento del colibrí en medio del incendio.
Muchas veces la gente me pregunta que para qué me quiebro tanto la cabeza
reduciendo huella y tal, si solamente soy una persona en medio de tantas.
¿Para qué tanto esfuerzo?
Y en mi caso os diría que por dos razones. Primero, siempre menciono lo del
cuento del colibrí.
Cuentan que un colibrí estaba llevando agua a un incendio enorme que había.
Con su pequeño pico, llevaba una gota de agua cada vez. Y claro, llevaba una
gota de agua y el elefante le decía:
"¿Para qué haces ese esfuerzo, si no vas a poder apagar el incendio?".
Y el colibrí le dijo: "Bueno, al menos yo hago mi parte". Así, normalmente,
termina el cuento, pero la gente no sabe que el cuento realmente sigue. Y
cuando el elefante escuchó eso, se dio media vuelta y llevó una gran cantidad
de agua al incendio.
Y cuando la gente vio que el elefante llevaba esa cantidad de agua al incendio,
hubo más personas y animales que se unieron a llevar agua a ese incendio y al
final se apagó. Bien es verdad que perecieron muchísimos árboles en ese
incendio, pero al final se logró apagar y muchos otros sobrevivieron.
Así que un pequeño colibrí sí que puede generar un gran cambio cuando hay
otros seres que lo ven.
Eso en primer lugar. Y luego, en segundo lugar, creo que el hacer ese esfuerzo
y el mirar las cosas de manera diferente también me ayuda a poder acompañar
a instituciones, a personas, a organizaciones, a que piensen las cosas de otra
manera, porque si llevaba... Yo no estudié Medioambientales, estudie Políticas.
Mi razón de ser. Porque no olvidemos que tenemos dos días más importantes
en nuestra vida: el día que nacemos, obviamente, y el día que sabemos para
qué hemos nacido.
Y yo creía que había nacido para acabar con la pobreza en el mundo, o al
menos contribuir a algo.
Y esto del medioambiente me parecía que era algo que no tenía nada que ver.
Y hasta los 23 años no me di cuenta, cuando empecé a trabajar en
cooperación al desarrollo, de que estaba tan relacionado, de que estaban tan
conectados,
de que no podíamos acabar con ninguna pobreza de ningún tipo, ni siquiera
con nuestra pobreza espiritual,
si no trabajábamos en la naturaleza y si no comprendíamos que realmente
teníamos que vivir en conexión con esa naturaleza
y saber hasta dónde llegaban nuestros límites, de que la economía era
simplemente un invento
que habíamos hecho relativamente hace poco tiempo. En fin, que no me di
cuenta hasta bastante tarde.
Y cuando estuve tantos años después trabajando en medio ambiente, sin tener
la coherencia del colibrí,
porque decía una cosa y luego decía: "Bueno, ¿qué más da una persona?".
Pues sí, da mucho. Y cuando trabajas con y te esfuerzas acompañando
a organizaciones e individuos, incluso de manera voluntaria, a poder vivir
mucho más...
a tener soluciones más regenerativas para su día a día, cuando las acompañas
en ese camino
y a la misma vez estás viviendo ese camino, resulta más coherente y a la vez
muchísimo más sencillo.
Muchísimas gracias por haber venido hoy aquí. Muchas gracias por vuestro
tiempo,
por vuestra sonrisa, por vuestra complicidad. Porque estoy completamente
segura,
o al menos espero que salgáis de aquí
con otra sensación, con pensar las cosas de otra manera
y con al menos la idea de llegar a pensar, de cada cosa que pasa por nuestra
vida,
de dónde viene y adónde va. ¿Realmente la necesito? ¿Realmente la puedo
sustituir?
¿La energía y el agua que se necesita para esto que estoy haciendo
realmente es necesaria? En fin, creo que, como decíamos, tenemos
dos días más importantes en nuestra vida: el día que nacemos y el día que
sabemos para qué hemos nacido.
Y ojalá que sintáis que ese efecto perspectiva de ver ese pálido punto azul en
medio del vacío,
y sentir que esa es nuestra casa, y que estamos en el momento de poder hacer
y contribuir
a que esta humanidad persista, es algo de todos y todas nosotras.
No sé los años que tengo. Sé los años que he vivido, no los años que me
quedan, pero los años que me queden
estoy aquí para lo que queráis. Muchas gracias.
Español (España)
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