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Maite: Paratexto
Bs. As., Instituto de Lingüística, Facultad de Filosofía y Letras (UBA), Cátedra Semiología, 1994.
(RESUMEN PARA LA CÁTEDRA)
PARATEXTO
Etimológicamente, “paratexto” sería lo que rodea al texto (para‐: “junto a/ al lado de”). Sus
límites son arbitrarios ya que es muy difícil determinar la frontera que separa al texto de su
entorno.
Consideramos parte del paratexto tanto la tapa, la contratapa, la solapa y las ilustraciones
de un libro, diario o revista, como el diseño gráfico o tipográfico, el formato y el tipo de papel,
es decir, el soporte material del texto. También se incluyen en la categoría prólogos, notas,
epígrafes, dedicatorias, índices, apéndices, resúmenes y glosarios. Podríamos decir que el
paratexto es todo lo que queda de un libro u otro tipo de publicación sacando el texto
principal. Muchas de las observaciones a propósito del libro son también válidas para las
publicaciones periódicas (diarios y revistas de diferentes características).
Lo que llamamos texto es, en primera instancia, una superficie . escrita en la que, a simple
vista, se distinguen zonas o bloques diferenciados. Los títulos se destacan por su ubicación, por
la distancia que los separa del resto del texto y por otras marcas gráficas, como tipo de letra
distinto o subrayado. La disposición en párrafos, que pueden estar separados por un
interlineado más amplio o empezar con sangría, es otra de las primeras informaciones que el
lector obtiene, antes incluso de emprender la lectura propiamente dicha, junto con lo escrito
en los márgenes, las notas o anotaciones que no pertenecen al texto sino que son agregados o
aclaraciones hechas en un momento posterior. A estos primeros datos, presentes en casi todos
los textos, impresos o manuscritos, pueden sumarse variaciones de tipo y cuerpo de letra,
asteriscos o números insertados sobre o al nivel de la línea, comillas; paréntesis, guiones,
signos todos que son captados por contraste con la grafía dominante. Algunos de ellos son
signos de puntuación, es decir, forman parte del código escrito en su dimensión ideográfica.
[…] Las variaciones tipográficas y de diagramación o disposición de texto y gráfica (cuadros,
gráficos, ilustraciones, etc.) en la página, son cuestiones morfológicas, que hacen a la forma en
que el texto se presenta a la vista. Un mismo texto puede asumir ‘formas’ (diseños) distintos,
sin que el contenido del mismo se modifique sustancialmente. Estos aspectos morfológicos
constituyen un ‘plus’ que se agrega al texto para facilitar la lectura o para favorecer un tipo de
lectura que interesa al autor propiciar. Se trata, entonces, de elementos paratextuales,
auxiliares para la comprensión del texto.
El paratexto es un discurso auxiliar al servicio del texto, el rito de iniciación del texto que
ingresa a la vida pública, el umbral del texto, el primer contacto del lector con el material
impreso. Contribuye a concretar la lectura, a guiarla. Por una parte, condiciona o predispone
para la lectura Y, por otra, acompaña en el trayecto, cooperando con el lector en su trabajo de
construcción del sentido.
“Antes de ser un texto, el libro es, paro el lector, una cubierta, un título, una puesta en
página, una división en párrafos y en capítulos, una sucesión de subtítulos eventualmente
jerarquizados, una tabla de materias, un índice, etc., y, desde luego, un conjunto de letras
separadas por blancos. En síntesis, un libro es ante todo un proceso multiforme de
especialización del mensaje que se propone a la actividad de sus lectores" (J. Hébrard, 1983).
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Desde una perspectiva pragmática, se podría decir que es el objetivo de la lectura el que
decide el recorte y, por lo tanto, define el carácter paratextual o textual de algunos elementos.
Un prólogo puede perder su carácter paratextual al ser desvinculado del corpus que prologa y
analizado en sí mismo como un texto.
Si bien no es privativo del material impreso, es ahí donde el paratexto se manifiesta en todo
su esplendor. El crecimiento de la tecnología ha multiplicado los recursos destinados a facilitar
la lectura dado que la mayoría de los textos impresos van destinados a un receptor plural: un
público lector y un mercado. Los libros compiten en un mercado específico y, por tal motivo,
requieren un aparato para textual cada vez más sofisticado; proliferan las fajas, fundas, tapas
de colores llamativos, etc., destinados a atraer la atención del público.
Los elementos paratextuales permiten al lector anticipar, en cierta medida el contenido del
texto, formular las primeras hipótesis que la lectura, a posteriori, confirmará o refutará.
Entonces, por una parte, el paratexto predispone (o condiciona) a la lectura; por otra,
acompaña en el trayecto, cooperando con el lector en su trabajo de construcción o
reconstrucción del sentido del texto.
La comunicación escrita exige la puesta en funcionamiento de un dispositivo que asegure o
refuerce la interpretación del texto que el autor quiere privilegiar. Este dispositivo actúa, en
buena parte, sobre el componente gráfico del texto, sobre su carácter espacial, reforzando
visualmente el sentido, o bien superponiéndole un segundo mensaje, de naturaleza
instruccional: lea A antes que B, lea C con más atención que B, lea X junto con Y.
ELEMENTOS DEL PARATEXTO
Según quien lo emite, el paratexto puede clasificarse en paratexto del editor y paratexto del
autor. Ambos poseen elementos icónicos (gráfica, ilustraciones) y verbales.
Paratexto editorial
El paratexto editorial es la cara del libro, lo más exterior; depende de la decisión del editor
y de la ejecución del imprentero. Se ocupa, de la transformación del texto en mercancía y los
diversos elementos que lo integran son marcas de ese proceso. Este carácter mercantil, que en
los libros a veces se desdibuja detrás de sobriedad o el esteticismo, es evidente, en cambio, en
los medios de prensa: el contraste en el diseño de las tapas de los diarios desplegadas en los
quioscos permite apreciar, sin demasiado esfuerzo, la estratificación del público al que apelan,
y, por lo tanto, el intento de ocupar una franja del mercado.
■ Elementos icónicos
a) La ilustración. Cumple distintas funciones. De su significado original de “iluminar, dar luz,
esclarecer” (presente en la denominación que se daba a los ilustradores en la Edad Media:
“iluminadores”), conserva el matiz de “esclarecer” mostrando. Perola ilustración también es
una forma de embellecer u ornamentar el texto, con lo que se cumple, además, un objetivo
comercial: atraer la atención del público. Se observa particularmente en las tapas de los libros.
En las novelas de aventuras publicadas en el siglo XIX y parte del XX, la ilustración anclaba el
texto representando escenarios y personajes, pero también contribuía a la constitución de un
imaginario social del mundo conocido; se buscaba especialmente la “exactitud”, a la manera
de la fotografía. Por el contrario, en la actualidad, muchos libros para niños están ilustrados
por artistas plásticos cuya preocupación es más bien contrarrestar el efecto de la iconografía
naturalista de los medios audiovisuales en el imaginario infantil y vincularse con el texto a
través de la connotación.
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Otro tipo de ilustración es la fotografía. En las obras documentales, las fotografías (supuesta
representación más mecánica de lo real) son preferidas a los dibujos. Usualmente, se les
otorga carácter probatorio, testimonial: lo que se está fotografiando es considerado
“verdadero”. No obstante, la fijación de la realidad a través de la imagen fotográfica es
también una fragmentación, lo que disminuye el valor documental de la fotografía.
Aparte de fotografías y dibujos, las publicaciones científicas y los libros de texto incluyen
otros tipos de ilustraciones: esquemas y gráficos. La gráfica exige un tratamiento lógico de la
información que rara vez es tarea del editor, es un elemento del paratexto autora. Los
esquemas suelen encargarse al ilustrador, son una especie de dibujos simplificados al extremo,
que constituyen el género de imagen más sencillo, claro, breve y legible.
b) El diseño. Se puede definir como el ordenamiento y combinación de formas y figuras. El
diseño gráfico es la manipulación del texto, la ilustración y los márgenes con vistas a su
impacto visual. Dentro del diseño gráfico, el diseño tipográfico es la elección y distribución de
tipos de letras a lo largo del libro; se diferencian por su grosor; su cuerpo o tamaño; su estilo
(romana, bastardilla, negritas). El diseño, especialmente en los libros de texto, jerarquiza la
información según grados de importancia y facilita la comprensión. Los procedimientos más
habituales son la diferenciación de bloques tipográficos (presentación, texto central, resumen,
comentarios, ejercicios, epígrafes de las fotos, etc.) o el destacado de palabras o frases clave a
través de la diferenciación tipográfica.
■ Elementos verbales
La tapa impresa —que se remonta apenas a principios del siglo XIX— lleva tres menciones
obligatorias: el nombre del autor, el título de la obra y el sello editorial, a los que puede
agregarse, de haberlo, el sello de la colección. Además de la tapa, el paratexto editorial verbal
ocupa, por general, la contratapa, la solapa, las primeras y las últimas páginas.
La contratapa comenta brevemente el texto: resume el argumento, analiza los elementos
más relevantes y emite juicios de valor. La tapa, la solapa y la contratapa concentran la función
apelativa, el esfuerzo por capturar el interés del público.
Las primeras páginas (anteportada, frente‐portada y post‐portada) llevan indicaciones
editoriales; como el título de la colección y el nombre del director; la mención de la tirada; las
obras publicadas en la misma colección; menciones legales (copy original); si es traducción, el
título original y el nombre del traductor; fechas de ediciones anteriores; lugar y fecha de la
actual; dirección editorial. En algunas colecciones se acostumbra colocar en las primeras
páginas o en las solapas los datos bio‐bibliográficos del autor, acompañados generalmente por
una fotografía. Cuanto más masiva sea la obra, más se exacerbará el aparato destinado a
acercar el libro (y su autor) al lector potencial.
En las últimas páginas se ubica el colofón, es decir, la marca del trabajo de impresión:
nombre de la imprenta, fecha de impresión y cantidad de ejemplares. Es la carta de
presentación del imprentero.
Paratexto autoral
El paratexto del autor es básicamente verbal, aunque hay autores que ilustran sus libros.
Tiene intención de asegurar la legibilidad del texto, ampliarlo, legitimarlo y justificarlo. El
paratexto de autor es propio del libro y de aquellas publicaciones periódicas (revistas técnicas,
científicas y de divulgación) que, por el tipo de público al que se dirigen, por los temas que
abordan y por su misma periodicidad, dan al autor el tiempo y el espacio para volver sobre el
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texto y operar sobre él. Los diarios carecen de paratexto autoral y compensan esta carencia
exacerbando el paratexto editorial.
■ Elementos icónicos
La gráfica. Según el diccionario, gráfica es todo lo que se representa por medio de figuras y,
en otra acepción, es la representación de datos numéricos de cualquier clase por medio de una
o varias líneas que exponen la relación que entre sí guardan esos datos. El tratamiento gráfico
en un libro consiste en transcribir cada componente de la información mediante una variable
visual, de tal modo que la construcción sea conforme a la imagen natural. Pertenecen a la
gráfica: los diagramas, redes, mapas, cuadros. Estos recursos, ¿son parte del, contexto,
auxiliares del texto a los que este envía para sintetizar, reorganizar o simplemente visualizar la
información que brinda? ¿O están integrados al texto, al que complementan? La ubicación es
en este caso relevante, porque la gráfica puede presentarse a manera de ilustración, incluso en
hoja aparte o claramente diferenciada del texto, o bien puede integrarse al texto de tal manera
que su lectura sea complementaria.
■ Elementos verbales
b) El título. Es el elemento más externo del para texto de autor. Como parte de la tapa,
coincide con el paratexto editorial y, en muchos casos, está sujeto a la aprobación del editor o
es fruto de una negociación entre este y el autor. Equivale, según Barthes, a la marca de un
producto comercial y acompaña la constitución del texto en mercancía. Es una especie de
bisagra entre el paratexto de autor y el editorial. Es la tarjeta de presentación del autor en
público, el primer mensaje que envía a sus lectores potenciales. Para el lector, en general, es la
primera clave del contenido del libro, por lo que ―junto con la ilustración de tapa y el sello de
colección― constituye el disparador de sus primeras conjeturas.
El titulo tiene tres funciones: 1. Identificar la obra. 2. Designar su contenido. 3. Atraer al
público. No necesariamente están las tres presentes a la vez, y solo la primera es obligatoria,
ya que la función principal del título es nombrar la obra. El título puede no ser atractivo ni
guardar ninguna relación con el texto, pero siempre será el modo de identificarlo.
Se pueden distinguir: a) título propiamente dicho; b) subtítulo; y c) indicación de género. A
veces se superponen o integran, es decir, que la indicación genérica aparece aclarada en el
título, de tal modo de aclarar de qué tipo de texto se trata. Por ejemplo:
Los cuerpos dóciles. Hacia un tratado de la moda
Te digo más... y otros cuentos
En otros casos, la indicación genérica constituye por sí misma el título; por ejemplo:
Memorias Confesiones Poemas
Diccionario de autores latinoamericanos
Los títulos pueden clasificarse en:
‐ Literales: son informativos, es decir que designan de alguna manera el contenido del texto.
Por ejemplo: La guerra y la paz; Paratexto; Infancia; Historia.
‐ Metafóricos: atraen la atención del lector a través de la sugerencia; no remiten
directamente al contenido del texto. Por ejemplo: Rojo y negro; Cosecha roja; El sueño eterno;
Alrededor de la jaula.
‐ Intertextuales: son los que aluden a otros textos conocidos cultural y socialmente. Por
ejemplo: Arráncame la vida.
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b) La dedicatoria. Suele ubicarse al principio del libro, antes o después de la página del
título. Los destinatarios pueden ser personas relacionadas con el autor, o grupos, instituciones,
personas a quienes se rinde homenaje y reconocimiento. La forma más común que asume es la
mención del dedicatario, acompañada o no de una frase que se le dedica y cuyo sentido no
siempre es claro para el lector. A veces hay dedicatorias que se apartan de la forma más o
menos canónica y encierran la reflexión y el homenaje en el aspecto de un poema o una breve
narración.
Decía Jorge Luis Borges: “…todo regalo verdadero es recíproco. El que da no se priva de lo
que da. Dar y recibir son lo mismo. Como todos los actos del universo, la dedicatoria de un
libro es un acto mágico. También podría definirse como el modo más y grato y más sensible de
pronunciar un nombre”.
Detrás de las dedicatorias impresas en los libros hay historias conocidas y otras que
esconden misterios. Están aquellas destinadas al lector y hasta al enemigo. Existen distintos
tipos de dedicatorias:
‐ A la persona que se admira, se agradece o ama:
“A Vera”, su mujer de toda la vida, dedica siempre Nabokov sus novelas.
‐ Humorísticas:
“Dedico esta edición a mis enemigos que tanto me han ayudado en mi carrera”
(Camilo José Cela, en su libro La familia de Pascual Duarte).
‐ Enigmáticas:
“A S.A." (T.E. Lawrence, en Los siete pilares de la sabiduría). Nadie sabe con
certeza a quién corresponden estas iniciales. Algunos sostienen que a Alim
Ahmed, el árabe que habría conquistado el corazón de Lawrence.
“A ella” (Henry Miller, en Trópico de Capricornio).
‐ Entre escritores:
"Todo aquel que pueda estar junto a Usted sentirá la imperiosa necesidad de
quererlo. Y le agasajarían a Ud. y a falta de algo más hermoso le ofrecerán
palabras. Por eso yo le dedico este libro" (Roberto ArIt, en El juguete rabioso).
‐ Dirigidas al lector:
“A León Werth. Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una
persona grande. Tengo una seria excusa: esa persona grande es el mejor amigo
que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede
comprender todo; hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta
persona grande vive en Francia donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera.
necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero
dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las
personas grandes fueron niños antes. (Pero pocos lo recuerdan.) Corrijo, pues, mi
dedicatoria: A León Werth cuando era niño” (A. de Saint Exupéry, en El
Principito).
Cuando no existían los derechos de autor y los escritores dependían de la generosidad de
protectores y mecenas para poder publicar sus obras, las dedicatorias cumplían una función de
reconocimiento y compromiso. Como generalmente los escritores y los mecenas no tenían una
relación personal, las dedicatorias estaban escritas con una serie de lugares comunes, que se
repetían de una obra a otra del autor con pocas variaciones. Es el caso de la dedicatoria de la
Primera parte del Quijote.
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Hoy las dedicatorias tienen a veces una función de padrinazgo intelectual o estético. Aun
cuando no exista re1ación entre el autor y el destinatario de la dedicatoria, este es
indirectamente responsable del texto que se le dedica, lo que puede constituir en algunos
casos, un argumento de valoración de la obra.
c) El epígrafe. Suele estar ubicado en la página siguiente a la dedicatoria y anterior al
prólogo. Es siempre una cita, verdadera o falsa (atribuida a un autor imaginado), y puede ser
anónima. Las funciones son: de comentado del título, como un anexo justificativo, de
comentario del texto, de precisando indirectamente la significación, de padrinazgo indirecto (lo
importante es quién dice la cita no lo que dice).
d) El prólogo. Llamado también prefacio, es un discurso que el autor —u otra persona en
quien el autor (o el editor) delega esta función— produce a propósito del texto que precede o
sigue (en este caso se denomina postfacio o epílogo. La mayoría de los prólogos cumplen con
dos funciones básicas: una informativa e interpretativa respecto del texto y una función
persuasiva o argumentativa, destinada a captar al lector y retenerlo. Puede informar al lector
sobre el origen de la obra y las circunstancias de su redacción. Puede incluir la mención de
fuentes y reconocimientos a personas e instituciones que han colaborado con el autor en la
elaboración del libro. En obras no ficcionales, el prólogo puede cumplir una función didáctica:
explicar los contenidos y el orden de estos en el libro.
e) El índice. Su función es facilitar al lector la búsqueda de los temas de su interés en el
texto. También refleja la estructura lógica del texto, por lo tanto cumple una función
organizadora de la lectura, ya que arma el esquema del contenido previamente, sobre todo
cuanto más articulado esté en capítulos y parágrafos. Hay índices analíticos o temáticos e
índices de autores o nombres. Es indistinto que esté al comienzo o al final del libro, ya que lo
que importa es que el lector acuda a él antes de leer el texto —e incluso, antes de comprar el
libro— para saber de qué se trata o, aún sabiéndolo, cómo lo trata. De más está decir que esta
función es central en los textos no ficcionales.
f) Las notas. La nota es una “advertencia, explicación, comentario o noticia de cualquier
clase, que en impresos o manuscritos va fuera del texto”. Las notas suelen aparecer al final de
la página, del capítulo, en las páginas finales del libro, en los glosarios, en la bibliografía.
Pueden tratarse de un comentario al margen, que no hace al desarrollo del texto; también
puede suceder que el comentario sea hecho por otro sujeto distinto del autor, que elige,
respetuosamente, no interferir en el discurso ajeno: hay notas de autor (N.A.), de editor (N.E.)
y de traductor (N.T.). Desde su exilio, las notas responden, disienten, corrigen, aprueban,
amplían, ubican, cuestionan. Las notas de traductor, por lo general, aclaran la traducción de
algún término, citan el original, proponen variantes, cotejan con otras traducciones. Las notas
de editor a veces funcionan como comentarios críticos al texto o como lugar de encuentro con
otros autores a través de títulos o frases citadas.
g) La bibliografía. En principio, habría que distinguir la bibliografía propiamente dicha ―una
lista ordenada alfabéticamente de autores y títulos de las obras consultadas por el autor, que
se ubica al final del libro, antes del índice, o al final del capítulo― de las referencias
bibliográficas, que son una variedad de las notas, ya que se ubican en relación con un
fragmento de texto determinado y se numeran correlativamente, distribuyéndose a lo largo de
todo el texto. Tanto las referencias bibliográficas como la bibliografía propiamente dicha son
los enclaves privilegiados del intertexto en el paratexto.
h) El glosario. Es una lista ordenada alfabéticamente de términos técnicos o que, por alguna
razón, pueden presentar dificultad al lector, acompañados de una definición. Esta lista suele
ubicarse al final del libro, una vez terminado el texto, aunque existen casos que extraen del
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texto términos considerados difíciles o desconocidos para los lectores y los definen a la manera
de una nota que acompaña al texto en las márgenes. Tiene una función que podríamos llamar
didáctica.
i) El apéndice. Textos, cuadros, documentos, testimonios diversos, suelen agruparse en las
últimas páginas del libro como Anexo o Apéndice. Se trata, por lo general, de un complemento
del texto que, en razón de su extensión, no puede incluirse en forma de notas. El texto puede
remitir o no al apéndice, pero, en cualquier caso, este es de lectura facultativa.
ELEMENTOS PARATEXTUALES QUE COLABORAN EN LA COMPRENSIÓN
Algunos elementos del paratexto colaboran en el proceso de la comprensión lectora
ayudando al lector a integrar la información que obtiene. Las contratapas, los prólogos y los
índices suelen cumplir una función de anticipación del contenido del texto, que ayuda a la
integración de información.
A partir de estos anticipadores paratextuales, el lector elabora hipótesis sobre el contenido
del texto, que en el transcurso de la lectura irá testeando. Así, el lector no parte de cero, sino
de una primera representación del texto, que se irá reformulando sobre la marcha. Ese modelo
previo ―por precario que sea― activará en la memoria del sujeto la información pertinente
para la comprensión de ese texto. La información que brinda el paratexto antes de la lectura
propiamente dicha activa en la memoria del lector la red de conocimientos conceptuales,
lingüísticos e intertextuales que le facilitarán la construcción del significado. Cuanto más
extendida sea esa red, más fácil será la tarea.
Por otra parte, la manipulación gráfica y tipográfica del texto permite atraer la atención ―y
mantenerla― sobre ciertos ítems y ayuda a relacionar las informaciones: recuadro, grosor y
estilo de letra sirven para destacar palabras, frases o párrafos, favoreciendo la integración del
contenido del texto.
La ilustración, por último, favorece fundamentalmente la representación mental de la
situación o el mundo de referencia del texto. La gráfica, en general, facilita la integración de la
información, ya que permite visualizar las relaciones jerárquicas entre datos y/o conceptos.
PARATEXTO Y COMPETENCIAS LECTORAS
Es sabido que las dificultades de comprensión, en el caso de lectores no competentes, se
deben, en gran parte, a que estos se conducen frente al texto escrito como lo harían frente a
un enunciado oral, desconocen qué es lo específico del código escrito y,. por lo tanto, las
estrategias que deben desplegar para desentrañar el significado de un mensaje. Estos lectores
no registran el paratexto o, si lo hacen, no saben cómo decodificarlo. Lo periférico del texto
puede connotar, para un lector poco competente, escasa importancia: algunos elementos
paratextuales pueden ser digresivos, un desvío innecesario (por ejemplo, las notas al pie de
página). El lector se siente apelado más frontalmente, lo que puede generar una injerencia en
la privacidad de la lectura o bien puede provocar indiferencia si se asimila a otros discursos de
carácter persuasivo, como el publicitario.
En cualquier caso, el paratexto es una herramienta útil para operar con la maquinaria del
texto, siempre y cuando se sepa manejarla. El conocimiento de esta herramienta es un aspecto
fundamental de la competencia lectora.