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Efecto de la tecnología en los países latinoamericanos

Escenario Internacional

El conocimiento tecnológico se ha convertido en uno de los principales motores del desarrollo social y económico a escala mundial, los
países más avanzados del mundo destinan anualmente enormes recursos y esfuerzos para apoyar la investigación y el desarrollo
experimental y estimular la innovación, como fuente de generación de avances en materia de salud, biotecnología, agricultura, nuevos
materiales, nanotecnologías nuevas tecnologías de la información, productos y servicios, educación y en general todos aquellos avances
que contribuyan al bienestar social y en general. En los principales países de América Latina y el Caribe tanto los gobiernos como los
principales actores privados están reconociendo en forma progresiva la importancia de la ciencia para el desarrollo social y económico.

El fin del siglo pasado estuvo marcado por una convergencia entre la electrónica, la informática y las telecomunicaciones, que
constituye el núcleo central de la transformación multidimensional que experimenta la economía y la sociedad, imponiéndole al ser
humano modificar no sólo sus hábitos y patrones de conducta, sino, incluso, su forma de pensar. Diversos estudios previeron ya desde
la década del setenta, incluso antes, que las tecnologías microelectrónicas y de telecomunicación, conocidas como las Tecnologías de la
Informática y las Comunicaciones (TIC), transformarían a corto plazo las estructuras y sistemas de producción y servicios en los países
industrializados, agudizando al mismo tiempo la desigualdad y dependencia del Tercer Mundo.

El desarrollo tecnológico en los países industrializados ha agudizado el desequilibrio y la desigualdad de recursos en los países del
Tercer Mundo, afectando sus posibilidades de avance. Las nuevas tecnologías, monopolizadas desde el diseño a la comercialización por
un minúsculo número de gigantescas corporaciones, han ahondado la brecha entre los que tienen acceso a la información y los que no
disponen de recursos ni de oportunidad para acceder de modo suficiente o racional a las mismas.

Las tendencias a la concentración y centralización del capital.

Son tendencias normales del capitalismo y ambas se manifiestan en la concentración estadístico estructural, es decir en si misma ella
resulta del crecimiento de las empresas, lo cual engrandece la economía pero también puede tener consecuencias negativas, como la
formación de monopolios y oligopolios. Ahora bien, la concentración implica tanto como las propiedades y el ingreso, lo cual tiene
repercusiones serias en términos sociales y de equidad. En este caso se habla de un grupo oligárquico porque controlan las finanzas,
sectores importantes de la actividad económica nacional. Entre las tendencias que presenta el sistema capitalista pueden considerarse
como tendencias normales del sistema, en la que se cabe destacar las tendencias a la concentración y centralización del capital que es
el proceso de crecimiento de una empresa fundamentada en la reinversión de sus ganancias, lo que secar5acteriza como proceso de
concentración del capital, obviamente en un asunto que se corresponde con la normalidad capitalista.

Las consecuencias de la ausencia de una verdadera política científico-tecnológica e innovativa, estriban en la dispersión irrecuperable
en el mediano plazo, de lo más valioso del potencial científico-tecnológico, su componente humano-intelectual y el estímulo a la fuga
de cerebros, produciéndose flujos de migración laboral calificada hacia el extranjero. La llamada brecha digital entre los países
industrializados y los países en desarrollo es aún más amplio que las brechas que los separan en términos de otros indicadores de
productividad, bienestar socioeconómico y capacidad de innovación científico-tecnológica. Lo mismo ocurre al interior de cada país,
entre sectores de altos y bajos ingresos. Los países latinoamericanos en el año 2000 tenían sólo 3,5% de los usuarios de la red Internet y
menos del 1% del comercio electrónico global.5 Tal como sucede en otros aspectos del proceso de globalización en condiciones
neoliberales, la transformación en el ámbito de las TIC está marcada por una dinámica de injusta distribución, tanto entre países como
al interior de ellos, una gran dispersión en términos de costo y cobertura de telecomunicaciones, de capacitación de los recursos
humanos para hacer un uso eficaz de los mismos, así como de preparación de las estructuras estatales y empresariales para la
economía digital.

Una política estratégica en lo que a nuevas tecnologías se refiere tiene necesariamente que conceder un peso fundamental al sector de
las telecomunicaciones, que es uno de los centros vitales de desarrollo social en el presente siglo. Para que cualquier país pueda sacar
provecho de esa situación requerirá, a la larga, tomar decisiones de regulación y planificación del desarrollo tecnológico en este campo,
lo cual significará considerar no solamente al sector de las telecomunicaciones sino también al sector de la industria audiovisual y de las
comunicaciones y la información, por ello las decisiones en política tecnológica no pueden desvincularse de las políticas
comunicacionales, educativas y culturales como un todo.

No se puede pensar en un modelo de planificación de las comunicaciones, que solo se sustente en grandes ganancias financieras de los
servicios de información y de comunicación, o que solo piense en las ventajas industriales de los productos informáticos, porque ese
modelo estaría alejado de la realidad estructural de los países y de sus papeles en las relaciones internacionales. Mientras que a los
países productores de las nuevas tecnologías, les resulta vital para su modelo económico-social competir con sus productos telemáticos
en el mercado internacional porque de eso depende su posición como potencias y su nivel de desarrollo, a los países en desarrollo solo
les está asignado en ese modelo ser receptores pasivos de los productos tecnológicos y de los programas y contenidos producidos por
los primeros.

Otro.

Describir la situación de la ciencia y la tecnología en las Américas conlleva la grave dificultad de que se trata, en realidad, de dos
universos diferentes. Por un lado, Estados Unidos es, en el escenario internacional actual y desde hace muchas décadas, el principal
país del mundo en materia de producción y uso de conocimiento científico y tecnológico. En menor medida, Canadá, siendo uno de los
países industrializados líderes, presenta una problemática en materia de ciencia y tecnología en la que se pone de manifiesto una
importante fortaleza relativa de la que dan cuenta los indicadores que se consideran en este informe. Por otro lado, América Latina y el
Caribe constituyen una de las regiones con menor grado de desarrollo científico y tecnológico en el mundo. En su conjunto, estos países
invierten menos que Canadá en investigación y desarrollo (I+D), aunque lo superan levemente en el número de recursos humanos
disponibles, pero su producción en materia de artículos publicados en revistas internacionales de primera línea es inferior, resultando
prácticamente equivalente a la de España. Los historiadores de la ciencia coinciden en señalar que el campo de las políticas públicas de
ciencia y tecnología en casi todo el mundo se expandió a partir de la segunda guerra mundial y se inspiró en el modelo propuesto por
Vannevar Bush en el documento “Ciencia, la frontera infinita”. Desde entonces hasta el presente el papel de los Estados Unidos se ha
ido incrementando y, de acuerdo a todos los indicadores actuales, supera la capacidad científica y tecnológica tanto de Japón como de
la Unión Europea, constituyéndose en el referente mundial en esta materia. Los países de América Latina y el Caribe no permanecieron
pasivos frente al desarrollo de la política científica y tecnológica en la segunda mitad del siglo pasado. Muy por el contrario, las
problemáticas del desarrollo científico y la transferencia de tecnología formaron parte de las estrategias conducentes al desarrollo de la
región. Generaron, además, un “pensamiento” propio en lo referido a las relaciones entre ciencia, tecnología y desarrollo. La OEA no
fue ajena a tal esfuerzo, sino que jugó un papel de liderazgo en la formación de una conciencia pública acerca de la importancia
prioritaria de fortalecer las capacidades científica y tecnológica y organizar el sistema institucional adecuado para ello. Los resultados
no fueron los esperados, tanto en lo que concierne a la política de ciencia y tecnología como al logro de la ansiada meta del desarrollo.
Sin embargo, esto no quita la validez de los esfuerzos realizados ni de la experiencia adquirida durante las últimas décadas. Hoy los
países de América Latina y el Caribe enfrentan angustiantes problemas sociales, tales como la pobreza y la marginación y su traducción
en cuestiones relativas a los derechos básicos de educación, salud y vivienda, entre otros. También enfrentan la necesidad de
modernizar sus sistemas productivos y adecuarlos a las nuevas condiciones de competencia a escala internacional. Para dar solución a
estas demandas, el conocimiento científico y tecnológico es una herramienta indispensable, pero la debilidad estructural de la región
en esta materia hace cada vez más difícil su efectiva utilización y torna ineludible la búsqueda de nuevos caminos y estrategias para
ello.

Frente a un panorama tan disímil, ¿en qué medida es posible hablar de una problemática científica y tecnológica común para el
conjunto de las Américas? Ciertamente, la respuesta sólo puede ser dada en el plano normativo; esto es, formulando una propuesta
tendiente a lograr una mayor integración de los países líderes de América del Norte con el conglomerado de países de tamaños tan
divergentes como los que conforman América Latina y el Caribe. La cooperación interregional es una asignatura pendiente y debería ser
el objeto de una activa política que tienda a estimularla y a procurar la constitución de equipos de investigación, formación de recursos
humanos y otras actividades científicas y tecnológicas en un marco de esfuerzos comunes.

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