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Gamonal y Guidi - Manual Del Contrato de Trabajo PDF
Gamonal y Guidi - Manual Del Contrato de Trabajo PDF
En esta obra hemos buscado redactar un Manual del contrato de trabajo que pueda ser
utilizado en los cursos semestrales de derecho individual del trabajo.
Estimamos que un curso semestral debiera comprender una primera parte teórica (orígenes,
caracteres, fuentes, orden público laboral, derechos fundamentales, principios e
interpretación), con un texto general de carácter introductorio, como por ejemplo los libros
Fundamentos de Derecho Laboral (Gamonal, 2008), Derecho del Trabajo y Relaciones del
Trabajo (Walker, 1989) o Los Principios del Derecho del Trabajo (Plá, 3ª edición, 1998), y una
segunda parte integral de los institutos más importantes del contrato de trabajo.
Esta segunda parte es la que abordaremos en este Manual. Cada capítulo comprende una
sección teórica, una de preguntas, otra de argumentos de reflexión y una de actividades de
discusión. Además, al final de los capítulos figura la bibliografía detectada.
En este manual tratamos solo el contrato de trabajo, excluyendo los contratos especiales y el
procedimiento laboral.
Esperamos contribuir con este Manual docente a un mejor entendimiento del derecho del
trabajo chileno.
S 1: T
Sin embargo, no todos están regulados por el derecho y, dentro de estos últimos, el derecho
del trabajo se ha centrado en el TRABAJO SUBORDINADO PRIVADO.
Es por ello que otras áreas del derecho también pueden regular el trabajo de las personas,
como por ejemplo, el derecho administrativo, el derecho civil y el comercial. En el primer caso,
se trata del trabajo subordinado en el sector público y, en los otros dos, del trabajo no
subordinado o autónomo en el sector privado.
¿Cuál es la especificidad del trabajo subordinado privado? ¿Por qué es regulado por un área
especial del derecho y no forma parte, por ejemplo, del derecho general de los contratos?
Analizando estos elementos del contrato de trabajo y comparándolos, por ejemplo, con los
del arrendamiento de servicios (contrato a honorarios), es fácil advertir que la
SUBORDINACIÓN es el elemento diferenciador más claro.
Por esta causa cuando la jurisprudencia califica el tipo contractual atiende, generalmente, a
este elemento, con base en uno o más indicios como: la obligación de asistencia; de
cumplimiento de horario; la subordinación a las instrucciones, órdenes y directivas del
empleador; la prestación de servicios en forma continua y permanente; el cumplimiento de la
jornada de trabajo; el estar sometido a control, supervigilancia, fiscalización y supervisión de
las actividades; el dar cuenta de las labores realizadas; el requerir autorización para salir del
trabajo; el estar a disposición del empleador, y el tener exclusividad en los servicios.
Esta especial tutela del trabajador ha llevado a parte importante de la doctrina a distinguir
entre RELACIÓN DE TRABAJO y contrato de trabajo. La relación jurídica de trabajo no sería el
resultado de un contrato, sino del hecho de la inserción del trabajador en la empresa. No sería
necesaria la redacción del contrato para que haya relación de trabajo y, por ende, protección
del trabajador.
Antes del surgimiento de la normativa estatal sobre el contrato individual de trabajo, diversas
teorías postularon la posibilidad de enmarcar la relación de trabajo dentro de algunas de las
figuras del derecho civil o comercial, que intercambian trabajo versus retribución (Macchiavello,
1986, 39 y ss., y Thayer y Novoa, 1989: 52 y ss.). En síntesis, estas teorías son las siguientes:
Se objeta esta teoría, ya que la energía de trabajo del dependiente no formaría parte de su
patrimonio y, por lo tanto, no podría ser objeto de contrato. Sin embargo, este argumento es
débil ya que, llevado al extremo, esta energía no podría ser objeto de contrato alguno, ni
siquiera laboral.
Otra crítica a esta tesis del arrendamiento postula que es de la esencia de este tipo de
contratos ceder el uso y goce de una cosa que no se destruye como consecuencia de ello,
para ser devuelta al arrendador cuando expire el contrato, lo que en el contrato de trabajo sería
imposible, ya que la fuerza de trabajo se consume en el acto mismo de la prestación de los
servicios.
Se critica esta tesis por el importante contenido personal del contrato de trabajo, donde la
energía laboral es inseparable de la persona en cuanto sujeto de derecho, que no puede ser
enajenada como una simple mercancía.
Algunos sostuvieron que el contrato de trabajo era una sociedad (en comandita).
Sin embargo se critica esta postura, ya que el trabajador no participa del riesgo de la
empresa y, por ende, no participa de las ganancias, buscando un ingreso seguro y la no
asunción de riesgos.
d) TEORÍA DEL MANDATO: El art. 2116 del CC define el mandato como un contrato en que
una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por
cuenta y riesgo de la primera.
El objeto del mandato es la realización de actos jurídicos, mientras que en la relación laboral
se presta cualquier servicio intelectual o manual y la realización de actos jurídicos en la misma
es excepcional.
El mandatario puede delegar sus funciones. El trabajador no, la relación es más personal,
bajo subordinación y dependencia.
Sin embargo, puede haber trabajadores cuya prestación de servicios en parte implique
actuar como mandatario, como ocurre con el personal superior de empresas. Al respecto el art.
4º inciso primero del CT dispone que para los efectos previstos en el CT, se presume de
derecho que representa al empleador y que en tal carácter obliga a éste con los trabajadores,
el gerente, el administrador, el capitán de barco y, en general, la persona que ejerce
habitualmente funciones de dirección o administración por cuenta o representación de una
persona natural o jurídica.
En cuanto al ÁMBITO DE APLICACIÓN del contrato de trabajo, éste se aplica a todos los
trabajadores subordinados del sector privado y a las personas que trabajan en oficios de
notarías, archiveros y conservadores. Al respecto, la ley Nº 20.510 agregó un nuevo inciso
tercero en el art. 4º del CT (relativo al criterio de continuidad de la empresa), para precisar que
los trabajadores de notarías, conservadores y archiveros no verán alterados sus derechos en
caso de cambio de titularidad en la respectiva notaría, archivo o conservador. Con esta
enmienda el legislador busca proteger a estos trabajadores frente a un cambio de notario,
archivero o conservador.
Con todo, los trabajadores de estas entidades (letras a y b) se sujetan a las normas del CT
en los aspectos o materias no regulados en sus respectivos estatutos, siempre que ellas no
fueren contrarias a estos últimos. Como vemos, el Código del Trabajo es el estatuto de
derecho común en materia laboral, supletorio de los estatutos del sector público.
En consecuencia, por ejemplo, los contratados a honorarios por el Estado que no reúnan los
requisitos legales (a saber, que se trate de cometidos específicos y no estén subordinados) se
regirán por el Código del Trabajo. Al respecto, la Corte Suprema ha precisado en la unificación
de jurisprudencia rol Nº 11584/2014, que corresponde calificar como vinculaciones laborales
sometidas al Código del Trabajo a las relaciones habidas entre una persona natural y un
órgano de la Administración, como la municipalidad demandada, en la medida que dichas
vinculaciones se desarrollen fuera del marco legal que establece el estatuto que autoriza la
contratación sobre la base de honorarios ajustada a las condiciones que la norma describe, y
siempre y cuando dichas relaciones se conformen a las exigencias establecidas por el
legislador laboral para los efectos de entenderlas reguladas por el Código del Trabajo.
a) Los prestados por personas que realizan oficios o ejecutan trabajos directamente al
público (art. 8º inc. 2º). Se trata de los trabajos realizados por los lustrabotas, cuidadores de
vehículos, lavado de autos, duplicadores de llaves, etc.
c) Los servicios que preste un alumno o egresado de una institución de educación superior o
de la enseñanza media técnico-profesional, durante un tiempo determinado, a fin de dar
cumplimiento al requisito de práctica profesional (art. 8º inc. 3º).
d) Las normas del CT sólo se aplicarán a los trabajadores independientes en los casos en
que expresamente se refieran a ellos (art. 8º), por ej.: en el caso del art. 216 letra c) del CT.
Estos trabajadores son definidos como los que en el ejercicio de la actividad de que se trate no
dependen de empleador alguno ni tienen trabajadores bajo su dependencia (art. 3º letra c).
b) Es un contrato personal, dado que versa sobre servicios personales e indelegables del
trabajador.
c) Es consensual (1443 del CC), como lo dispone expresamente el art. 9º del CT.
d) Es bilateral, ya que las partes se obligan recíprocamente (art. 1439 CC). Se trata de
obligaciones patrimoniales y personales.
e) Es oneroso, dado que tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose
cada uno en beneficio del otro (art. 1440 CC).
f) Es conmutativo, ya que las obligaciones contraídas por las partes se miran como
equivalentes (art. 1441 CC). La conmutatividad no es total, es atenuada por técnicas
propias del derecho laboral, como la continuidad en los períodos de suspensión del
contrato, a veces incluso con derecho a remuneración como sucede en el feriado.
g) Es un contrato principal, ya que subsiste por sí mismo, sin necesidad de otra convención
(art. 1442 CC).
Estimamos que de todas las características destacan el ser un contrato personal, dirigido y
de ejecución subordinada.
S 2: G
Glosario
• Relación de trabajo: Vínculo generado por la inserción del trabajador en la empresa, sin que
necesariamente exista un contrato por escrito. No obstante, en el derecho chileno ambas
figuras se identifican, dado que el contrato de trabajo es consensual.
• Trabajo: Actividad física e intelectual que una persona coloca en servicio de otra.
Cuestionario
S 3: A
"Se dice que la ociosidad es la madre de todos los vicios,
pero el exceso de trabajo es el padre de todas las
sumisiones".
(...)
S 4: A
S 5: R
S 1: T
1. El trabajador
El CT lo define para todos los efectos legales como "toda persona natural que preste
servicios personales intelectuales o materiales, bajo dependencia o subordinación, y en virtud
de un contrato de trabajo" (art. 3º letra b).
Por el contrario, una persona jurídica perfectamente podría ser parte del contrato de
arrendamiento de servicios.
Parte de la doctrina agrega que es necesario que haya un contrato de trabajo escrito (Thayer
y Novoa, 1989: 103). Por el contrario, estimamos que no es una característica relevante, dado
que este contrato es consensuado y, por ello, basta la especificación del trabajador a las
labores para que quede perfeccionado el contrato.
Primero, respecto de los SOCIOS, ¿pueden éstos ser contratados laboralmente por la
sociedad? La Dirección del Trabajo (en adelante DT) ha dado una respuesta afirmativa,
siempre y cuando se cumpla con las siguientes condiciones copulativas: que no se trate de un
socio mayoritario y que tampoco tenga facultades de administración y representación (Melis y
Sáez, 2000: 139), porque de lo contrario la voluntad del socio podría confundirse con la de la
sociedad.
Asimismo, no tienen la calidad de trabajador las siguientes personas (Urzúa, 2003: 130 y
ss.):
a) Los socios de sociedades de personas que estén obligados a aportar trabajo en virtud del
pacto social.
b) Los socios de sociedades anónimas abiertas o cerradas que integren el directorio o que
sean socios mayoritarios.
Si los cónyuges están separados de bienes o casados bajo régimen de participación en los
gananciales, perfectamente pueden contratar laboralmente entre sí. En el caso de la
participación de gananciales, cabe recordar que durante la vigencia del matrimonio marido y
mujer se reputan como separados de bienes.
La Constitución Política dispone, expresamente, que la ley podrá estatuir límites de la edad
para los trabajadores (art. 19 Nº 16 párrafo tercero).
Las primeras leyes laborales se referían al trabajo infantil (Gamonal y Rosado, 2014: 9 y
ss.). Lamentablemente, aún en el siglo XXI muchos niños y niñas siguen trabajando en el
mundo y en nuestro país.
Respecto de la abolición del trabajo infantil, la OIT postula los siguientes lineamientos en los
Convenios Nºs. 138 y 182:
a) Debe establecerse una política nacional en esta materia que tienda a la abolición del
trabajo infantil.
e) Las peores formas de trabajo infantil abarcan la esclavitud y sus prácticas análogas; la
utilización, reclutamiento y ofertas de niños para la prostitución, la producción de pornografía o
actuaciones pornográficas; la utilización, reclutamiento y ofertas de niños para realizar
actividades ilícitas, en particular la producción y tráfico de estupefacientes, y los trabajos que
dañen la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.
f) Cada Gobierno deberá asegurar a todos los niños que hayan sido liberados de las peores
formas de trabajo infantil el acceso a la enseñanza básica gratuita y, cuando sea posible y
adecuado, a la formación profesional; deberá identificar a los niños que están particularmente
expuestos a riesgos y entrar en contacto directo con ellos, y tener en cuenta la situación
particular de las niñas.
Los trabajadores mayores de 18 años (art. 13 CT) pueden libremente celebrar contratos de
trabajo, sin intervención de sus padres o representantes legales. En virtud de esta capacidad,
pueden buscar empleo, formarse profesionalmente, celebrar, modificar y terminar contratos de
trabajo, sindicarse, negociar colectivamente, etc.
La menor casada, según las reglas civiles, puede laborar aunque sea menor de 18 años.
Con todo, la ley contempla una importante excepción para el menor de 18 y mayor de 15
años. En estos casos, podrán celebrar contratos de trabajo cumpliendo los siguientes
requisitos (art. 13, vid. dictamen de la DT Nº 0077/006 de 8/1/2008 que fija el sentido y alcance
de los arts. 13 y ss. del CT):
a) Respecto del tipo de trabajo, deberá tratarse de una labor ligera que no perjudique su
salud y desarrollo. En ningún caso los menores podrán trabajar más de ocho horas diarias y,
cuando se encuentren cursando su Enseñanza Básica o Media, no pueden desarrollar labores
por más de treinta horas semanales durante el período escolar.
Los menores de 18 años no serán admitidos en trabajos ni en faenas que requieran fuerzas
excesivas, ni en actividades que puedan resultar peligrosas para su salud, seguridad o
moralidad (art. 14). Esta disposición se encuentra reforzada por el art. 211 J que estatuye,
respecto de los menores de 18 y de la mujer, la prohibición de llevar, transportar, cargar,
arrastrar o empujar manualmente, y sin ayuda mecánica, cargas superiores a 20 kilogramos.
Por su parte, el art. 15 bis incorporado al Código del ramo por la ley Nº 20.821 de 2015,
permite que los menores de dieciocho años y mayores de quince, actúen en espectáculos
vivos que no se desarrollen en cabarets u otros establecimientos análogos o en aquellos en
que se expendan bebidas alcohólicas que deban consumirse en el mismo establecimiento,
siempre y cuando cuenten con la autorización copulativa de su representante legal y del
respectivo Tribunal de Familia.
La ley exige que previo al otorgamiento de esta autorización, se constate que dicha
actuación no reviste peligro para la salud, seguridad o moralidad del menor de edad, como
también, que se han cumplido los requisitos estatuidos en el artículo 13 inciso segundo, a
saber: haber terminado la Educación Media o encontrarse en la actualidad cursando ésta o la
Educación Básica, y contar con las autorizaciones correspondientes, según veremos en la
letras b) y c) del presente apartado.
Por otro lado, la ley Nº 20.539 de 6 de octubre de 2011 sustituyó el art. 18 del CT, en materia
de trabajo de menores de 18 años. Este precepto prohibía el trabajo nocturno de los menores
de 18 años en establecimientos industriales o comerciales, entre las 22:00 horas y las 7:00
horas, con excepción de aquellos en que sólo trabajaban miembros de su familia, bajo la
autoridad de uno de ellos. Además, la norma exceptuaba a los trabajadores varones mayores
de 16 años en las industrias y comercio que determinaba el reglamento, cuando por la
naturaleza de los trabajos debían continuarse necesariamente de día y de noche. Por último,
se disponía que en todos estos casos el menor debiera contar con los requisitos del art. 13 del
CT.
Nuestro legislador, con la Nº 20.539, derogó esta norma y la reemplazó por otra con un
estándar más exigente y acorde al desarrollo de Chile. Actualmente, el art. 18 prohíbe el
trabajo nocturno de los menores de 18 años en establecimientos industriales y comerciales.
Este período abarca 11 horas consecutivas y comprende, a lo menos, el intervalo que va
desde las 22:00 horas hasta las 7:00 horas.
c) Se necesita de una autorización expresa del padre o madre del menor. A falta de ellos,
podrá otorgarla el abuelo o abuela paterno o materno; o a falta de éstos, los guardadores,
personas o instituciones que hayan tomado a su cargo al menor, o a falta de todos los
anteriores, el inspector del trabajo respectivo. En este último caso el inspector pondrá los
antecedentes en conocimiento del Tribunal de Familia correspondiente, quien podrá dejar sin
efecto la autorización (art. 13).
Una vez autorizado el menor será considerado plenamente capaz para la administración y
goce de su peculio profesional o industrial, y le serán aplicables los preceptos del artículo 246
del CC (la referencia que hace el CT ha quedado desactualizada debido a los cambios
insertados por la ley Nº 19.585. Por ello, la referencia debe entenderse al actual art. 251 del
CC).
a) Los menores de 21 años no podrán ser contratados para trabajos mineros subterráneos
sin someterse previamente a un examen de aptitud (art. 14).
Si se contratare a un menor sin sujeción a estas normas, el empleador estará sujeto a todas
las obligaciones inherentes al contrato mientras se aplicare; pero el inspector del trabajo, de
oficio o a petición del parte, deberá ordenar la cesación de la relación y aplicar al empleador
las sanciones que correspondan (art. 17).
Por último, cabe hacer presente que, conforme al art. 214 del CT, los menores no
necesitarán autorización alguna para afiliarse a un sindicato, ni para intervenir en su
administración y dirección.
El CT contempla que el 85% de los trabajadores que laboren para un mismo empleador
deberá ser de nacionalidad chilena, salvo en el caso de los empleadores que ocupan 25 o
menos trabajadores (art. 19).
Para computar la proporción a que se refiere el artículo anterior, se seguirán las reglas que a
continuación se expresan: 1.- se tomará en cuenta el número total de trabajadores que un
empleador ocupe dentro del territorio nacional; 2.- se excluirá al personal técnico especialista
que no pueda ser reemplazado por personal nacional; 3.- se tendrá como chileno al extranjero
cuyo cónyuge o conviviente civil (ley Nº 20.830) o sus hijos sean chilenos o que sea viudo o
viuda de cónyuge chileno, y 4.- se considerarán también como chilenos a los extranjeros
residentes por más de cinco años en el país, sin tomarse en cuenta las ausencias accidentales
(art. 20).
2. El empleador
El CT define al EMPLEADOR como toda persona natural o jurídica que utiliza los servicios
intelectuales o materiales de una o más personas en virtud de un contrato de trabajo (art. 3º
letra a).
a) Se trata de una persona natural o jurídica, a diferencia del trabajador que siempre es una
persona natural.
e) Estas potestades abiertas y relativamente indeterminadas del empleador limitan con los
derechos fundamentales del trabajador, como expresamente dispone el art. 5º inciso primero
del CT, que reconoce expresamente el límite que las garantías constitucionales constituyen
respecto de las facultades del empleador, en especial, cuando se pudiera afectar la intimidad,
la vida privada y la honra de los trabajadores.
Se trata de NOVACIONES SUBJETIVAS por cambio de empleador, sin que esto implique el
término del contrato de trabajo (Gamonal, 2008a: 117 y ss.).
En nuestro país el art. 4º inciso segundo del CT establece que: "Las modificaciones totales o
parciales relativas al dominio, posesión o mera tenencia de la empresa no alterarán los
derechos y obligaciones de los trabajadores emanados de sus contratos individuales o de los
instrumentos colectivos de trabajo, que mantendrán su vigencia y continuidad con el o los
nuevos empleadores".
Otros arts. del CT adoptan esta misma regla, como el artículo 127, cuyo tenor es el
siguiente: "No perderán la continuidad de sus servicios aquellos oficiales o tripulantes que
hubieren servido al dueño de la nave y que, por arrendamiento de ésta, pasaren a prestar
servicios al arrendatario o armador". Asimismo, el artículo 148 estatuye que el contrato de
trabajadores de casa particular subsistirá al fallecimiento del jefe de hogar, en las condiciones
que indica.
Cabe señalar que el art. 4º del CT establece, como presunción de derecho, que representan
al empleador y, en carácter de tal lo obligan con los trabajadores, el gerente, el administrador,
el capitán de barco y, en general, la persona que ejerce habitualmente funciones de dirección o
administración por cuenta o representación de una persona natural o jurídica.
Este precepto configura una REPRESENTACIÓN FORZOSA del empleador, con el fin de
facilitar la interposición de reclamos y acciones (Macchiavello, 1986: 245). Otros autores
hablan del principio de Presunción de Representación del Empleador (Melis y Sáez, 2000:
137). La Corte Suprema, en recurso de unificación de jurisprudencia 4595/2009, precisó el
carácter de presunción de derecho de esta norma, que no permite prueba en contrario. Se
trataba de un anexo de contrato donde se pactaba una indemnización convencional a todo
evento, donde los tribunales de instancia habían estimado que no se aplicaba la presunción del
art. 4º del CT por tratarse de un acuerdo excepcional y particularmente oneroso. La Corte
destaca "la imposibilidad de desconocer la representación del suscriptor del contrato de
trabajo, cuando por la empleadora interviene una persona que posee alguna de las calidades
previstas en el artículo 4º del código citado" (considerando 5º).
Esta disposición no exige que el gerente ostente poderes generales de administración (como
en otras disposiciones del CT), pero sí que ejerza funciones de dirección o administración, por
cuenta y en representación del empresario. Para la jurisprudencia se consagra un
reconocimiento de apariencia optando por la validez y suficiencia del representante legal sólo
aparente (Sierra 2009: 14 y 15).
Este precepto dispone expresamente esta presunción respecto de tres tipos de cargos: el
gerente, el administrador y el capitán de barco.
No obstante, no estamos frente a una norma taxativa, dado que agrega una cláusula
general, en el sentido de que también recaerá la presunción en las personas que ejercen
habitualmente funciones de dirección o administración por cuenta o representación de una
persona natural o jurídica. Se trata de personas que ejercen las potestades propias del
empleador (Lizama, 2003: 11.).
Aplicando la presunción de derecho de esta norma (art. 4º), el trabajador podrá emplazar en
juicio al representante aparente (sin perjuicio de poder emplazar al verdadero representante
legal, si lo conoce) y exigir responsabilidad al empresario por las actuaciones de este
representante aparente (Sierra, 2009: 25).
Por último, cabe precisar que nuestra legislación ha estatuido la figura del COEMPLEADOR
(Gamonal y Prado, 2008: 64). En efecto, en las normas sobre suministro de trabajadores (arts.
183 F y ss. del CT), que analizaremos más adelante, tenemos dos actores (la Empresa de
Servicios Transitorios, EST y la Usuaria, EU) con la calidad de coempleadores y un trabajador
doblemente subordinado. La EST y la EU tienen la calidad de coempleadores, ya que la
primera es quien contrata al trabajador (art. 183-R) y asume diversas obligaciones (por
ejemplo, arts. 183-V y 183-AD) y la EU es quien asume las potestades clásicas del empleador
(arts. 183-W, 183-X y 183-AB). Lo anterior tendrá consecuencias importantes, dado que
permitirá demandar por el procedimiento de tutela de derechos fundamentales a la EU
(Gamonal, 2008b: 23).
La EMPRESA es definida por el legislador laboral en forma amplia como "toda organización
de medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección de un
empleador, para el logro de fines económicos, sociales, culturales o benéficos, dotada de una
individualidad legal determinada" (art. 3º inciso penúltimo del CT). Las palabras "de un
empleador" fueron agregadas por la ley Nº 20.760 (Ley del Multirut).
b) El elemento personal.
d) Luego de la ley Nº 20.760 debemos agregar que esta forma organizativa es dirigida por el
"empleador".
Cabe distinguir entre empresa y ESTABLECIMIENTO. Entre ambas nociones hay una
relación de género a especie. Este último es definido por la doctrina como "la unidad técnica o
de ejecución destinada al logro de las finalidades de la empresa" (Walker, 1989: 216).
Para algunos autores la noción de empresa laboral es esencialmente económica, pese a la
amplitud de fines que nuestra legislación laboral contempla en su definición de empresa:
económicos, sociales, culturales y benéficos (Thayer y Novoa, 1989: 112).
Sin embargo, parte de la doctrina opina que la especificidad del concepto de empresa, dado
por la legislación laboral, aleja a esta noción de un concepto meramente económico, lo que
permite concluir que una persona natural que sólo tiene a su cargo a un trabajador también
queda comprendida en el amplísimo concepto de empresa laboral. En consecuencia, si existe
un empleador existe una empresa para efectos laborales, ya que en el fondo la empresa es
una suerte de proyección material de la actividad jurídica del empleador (Ugarte, 2001: 63 y
65).
Estimamos que las normas laborales se aplican siempre que estemos frente a un empleador.
Por su parte, el empleador puede o no formar parte de una empresa en el sentido laboral del
término.
Aunque nos inclinamos por la tesis patrimonialista, no es posible eludir una serie de
elementos institucionales en nuestra legislación laboral, como el art. 4º inciso segundo sobre
despersonalización del empleador.
Por otra parte, la frase "individualidad legal determinada" ha generado diversos problemas
interpretativos, tanto en el ámbito del derecho individual del trabajo como en el derecho
colectivo del trabajo (Gamonal, 2002: 126 y ss.). nos referimos a los GRUPOS DE EMPRESA
APARENTES.
Los grupos de empresa surgen vinculados a los cambios operados en los últimos decenios
en materia productiva, y que han afectado la organización empresarial y las relaciones entre
las distintas empresas.
En numerosos casos las relaciones entre empresas más que estar orientadas por conflictos
de competencia obedecen a relaciones de autoridad-subordinación y, en la práctica, la
producción y colocación de un bien en el mercado ya no coincide más con la idea tradicional
de una sola empresa sino con una pluralidad de empresas relacionadas en red (Garofalo,
1999: 21).
Las conclusiones que se adopten respecto de los grupos de empresa y su idoneidad para
ser considerados como una sola empresa laboral, redundarán en materias tan trascendentes
como la constitución y disolución de los sindicatos de empresa, la negociación colectiva y la
posibilidad de que el empleador incurra en eventuales prácticas desleales o antisindicales.
En nuestro país se ha utilizado en forma desviada el requisito de que la empresa tenga una
individualidad legal determinada, constituyendo identidades legales o "ruts" de fantasía, con la
finalidad de eludir la normativa laboral de orden público. Se intenta, por esta vía, aparentar que
estamos frente a diversas empresas o a un grupo real de empresas, siendo que, en realidad,
se trata de una única empresa. Estos grupos de empresa aparentes están conformados por
sociedades integradas mayoritariamente por los mismos socios, con un mismo representante
legal, e incluso se da el caso de cargos de nivel gerencial en las filiales ocupados por
dependientes de la matriz en una muy particular "comisión de servicio".
Desde una perspectiva comparada, es dable señalar que en materia de grupos de empresa
el derecho laboral ha "flexibilizado la noción de empresa", por medio de las técnicas propias
del derecho del trabajo, como por ejemplo, la despersonalización del empleador, el principio de
primacía de la realidad, la valoración de elementos como el poder de dirección, la existencia de
una comunidad de trabajadores, o la identidad o complementariedad de las actividades
efectuadas en distintos lugares (De Luca Tamajo y Perulli, 2006: 34 y ss.).
Pero también se han utilizado técnicas del derecho comercial, basándose en el concepto de
control, de junta de accionistas y de construcción unitaria. En fin, se trata de la superación de
la personalidad jurídica aparente para efectos laborales.
En nuestro derecho encontramos en los últimos 20 años, a lo menos, tres respuestas
diferentes para mitigar las infracciones legales de los grupos de empresas aparentes. Y desde
el año 2014, la ya mencionada ley Nº 20.760 (como Ley del Multirut) intentó zanjar en forma
definitiva este tema.
Por un lado, el legislador el año 2001 por medio de la ley Nº 19.759 reforzó la figura del
SUBTERFUGIO (art. 507). Esta norma "sanciona cualquier alteración de la individualidad del
empleador realizada a través del establecimiento de razones sociales distintas, la creación de
identidades legales, la división de empresa, u otras "que signifiquen para los trabajadores
disminución o pérdida de derechos laborales individuales o colectivos". Es decir, el legislador
nacional lo que sanciona es el resultado de la acción, independientemente de si ha existido
dolo o intención fraudulenta por parte del agente provocador del acto" (Irureta, 2005: 261). No
obstante, esto ha cambiado desde el año 2014, dado que la ley Nº 20.760 exige en el nuevo
art. 507 del CT que haya "mala fe" en el subterfugio.
Esta solución no ha sido del todo eficiente, especialmente respecto del respeto del principio
de libertad sindical.
Por otro lado, la Dirección del Trabajo en sus fiscalizaciones ha buscado al empleador real
con el fin de imponer las respectivas sanciones legales.
Asimismo, los tribunales han aplicado la primacía de la realidad en esta materia, imputando
a todas las individualidades legales fraudulentas responsabilidad laboral.
Estas dos últimas soluciones han operado en la práctica, aunque estimamos que una
verdadera solución implicaría la derogación de la frase individualidad legal determinada en la
definición de empresa del art. 3º del CT. Por el contrario, el legislador optó por una vía más
complicada y dictó la ley del Multirut, Nº 20.760.
La ley Nº 20.760 establece en síntesis lo siguiente (art. 3º incisos cuarto y siguientes del
CT):
1. Reconoce que un grupo de empresas puede ser considerado un solo empleador cuando
tengan una DIRECCIÓN LABORAL COMÚN y concurran INDICIOS, como por ejemplo,
la similitud de los productos o servicios que elaboren o la necesaria complementariedad
de los mismos, o la existencia de un controlador común (art. 3º inciso cuarto del CT).
2. El solo hecho de la existencia de participación en la propiedad de las empresas no
configura por sí solo los elementos del punto anterior.
3. Las empresas que reúnan los requisitos del punto 1 (dirección laboral común más uno o
más indicios) serán solidariamente responsables de las obligaciones laborales y
previsionales emanadas de la ley, contratos individuales e instrumentos colectivos.
4. De esta forma los trabajadores de estas empresas consideradas "un solo empleador"
podrán constituir uno o más sindicatos, negociar colectivamente con todas las empresas
consideradas un empleador o con cada una de ellas, estando el empleador obligado a
negociar colectivamente no sólo con el sindicato de empresa sino con el sindicato
interempresa que agrupe exclusivamente a los trabajadores dependientes de las
empresas involucradas (art. 3º inciso octavo del CT).
5. El procedimiento para aplicar esta normativa será el juicio laboral ordinario (de aplicación
general) (art. 3º inciso séptimo del CT). La demanda podrá ser interpuesta por los
trabajadores afectados o los sindicatos (nuevo art. 507 del CT modificado por la ley
Nº 20.760).
6. La sentencia definitiva deberá individualizar las empresas que serán consideradas un solo
empleador (art. 507 inciso tercero Nº 1), las medidas a las que se encuentra obligado el
empleador para materializar su calidad de tal y cumplir con sus obligaciones laborales y
previsionales (art. 507 inciso tercero Nº 2), y la determinación de si la "alteración de la
individualidad del empleador" se debe o no a un SUBTERFUGIO, ocultando, disfrazando
o alterando su individualización o patrimonio, y si ello ha tenido como resultado eludir el
cumplimiento de sus obligaciones laborales o previsionales. En este caso, además de
tener que cumplir con sus obligaciones, el empleador deberá ser multado (art. 507 inciso
tercero Nº 3 del CT). Se agrega como requisito que haya "mala fe" en el subterfugio (art.
507 inciso cuarto).
7. Las acciones podrán ejercerse mientras perdure esta situación y la sentencia será
aplicada a todos los trabajadores de las empresas involucradas (art. 507 incisos quinto y
sexto).
b) Sin embargo, la ley contiene un avance al considerar que puede negociar colectivamente
en forma reglada el sindicato interempresa.
S 2: G
Glosario
• Dirección: se vincula con la organización del trabajo y persigue ordenar todas las actividades
de los trabajadores para encaminarlas al fin perseguido por la empresa. La jurisprudencia
ha sostenido que se cristaliza en las siguientes actividades: suscribir contratos de trabajo;
ponerles término a los mismos, y dar órdenes e instrucciones, velar por que se cumplan e
imponer las sanciones respectivas.
• Empleador: persona natural o jurídica, que utiliza los servicios intelectuales o materiales en
forma subordinada de una o más personas, en virtud de un contrato de trabajo. Además,
detenta las facultades de organizar, dirigir y administrar la empresa, las cuales tienen como
límite las garantías constitucionales de los trabajadores.
Cuestionario
S 3: A
S 4: A
2. D S , Gisella (1991), "La 'Forma Gruppo' nel diritto del lavoro", en Giornale di Diritto
del Lavoro e di Relazioni Industriali, Nº 49, año XIII.
8. G , Mario Giovanni (1999), "Un profilo ideológico del diritto del lavoro", en Giornale
di Diritto del Lavoro e di Relazioni Industriali, Nº 81, año XXI.
21. U C , José Luis (2001), "El concepto legal de empresa en el derecho laboral
chileno: mucho ruido, pocas nueces", Revista Laboral Chilena , Nº 98, julio de 2001.
S 1: T
El art. 1445 del CC dispone que para que una persona se obligue a otra por un acto o
declaración de voluntad es necesario: 1º que sea legalmente capaz, 2º que consienta en dicho
acto o declaración y que dicho consentimiento no adolezca de vicios, 3º que recaiga en un
objeto lícito y 4º que tenga una causa lícita.
El consentimiento puede estar viciado por error, fuerza o dolo (art. 1451 del CC).
Se ha destacado por la doctrina laboral que es más eficaz utilizar los mecanismos laborales
frente a un vicio del consentimiento y no intentar la acción civil de nulidad. Por ej.: si el
trabajador falsificó su título profesional es más eficiente despedirlo invocando las causales de
caducidad del art. 160 del CT, que demandar la nulidad del contrato (Lizama, 2003: 21).
En consecuencia, si por error de derecho se estima que un trabajo subordinado puede ser
regulado por el contrato de arrendamiento de servicios, igualmente el consentimiento es válido
y el contrato es de trabajo por expresa disposición del orden público laboral.
Cabe precisar que en estos casos deberá analizarse la situación al tenor del orden público
laboral (en el mismo sentido Macchiavello, 1986: 146), por ej.: si se escrituró oportunamente el
contrato, si se respetaron los mínimos legales, cómo se ejecutó el contrato, etc.
También se vicia el consentimiento si el error de hecho recae en una calidad o sustancia del
objeto que, sin ser esencial, sea el principal motivo de una de las partes para contratar,
situación que ha sido conocida por la otra (art. 1454 inciso segundo CC). Por ej.: realizar el
trabajo en un determinado lugar.
No obstante, si el trabajo se ejecuta en un lugar distinto del estipulado habrá que entender
que ha operado una cláusula tácita, con base en el principio de protección y a la primacía de la
realidad, salvo que el cambio de lugar perjudique al trabajador (Gamonal, 2008a: 120 y ss.).
No está de más precisar una vez más que la fuerza del derecho civil, como mecanismo
tutelar que vicia el consentimiento, resulta absolutamente ineficiente para proteger al
trabajador y de ahí la necesidad de un área especializada del derecho: el derecho del trabajo.
Al igual que el error y la fuerza, el DOLO también vicia el consentimiento. Se lo ha entendido
como una maquinación fraudulenta empleada para engañar al autor de un acto jurídico (Ducci,
1984: 257).
El dolo puede viciar el consentimiento cuando es obra de una de las partes y aparece
claramente que sin él no hubieran contratado (art. 1458 CC). Por ej.: la empresa está en crisis
económica y lo oculta al futuro trabajador, o el trabajador simula conocimientos que no tiene,
con falsos documentos.
Toda declaración de voluntad debe tener por OBJETO una o más cosas que se trata de dar,
hacer y no hacer (art. 1460 CC). Cuando se trata de una cosa material el objeto debe ser real
(que exista o se espere que exista), comerciable y determinado o determinable (art. 1461 CC).
Si el objeto consiste en un hecho, debe ser determinado, físicamente posible (que no sea
contrario a la naturaleza) y moralmente posible (que no esté prohibido, o no sea contrario a las
buenas costumbre o al orden público) (art. 1461 CC).
No cabe duda de que la determinación del objeto del contrato de trabajo es uno de los temas
más polémicos del derecho laboral, como bien expresa Supiot al referirse al "oscuro objeto del
contrato de trabajo" (Supiot, 1996: 71 y ss.).
Este autor precisa que la calificación contractual de la relación de trabajo permite considerar
al trabajo como un bien, propio del derecho del patrimonio. Así, el trabajador es titular del
mismo y puede negociarlo. Sobre la base de esta construcción encontramos una definición
patrimonial del trabajo de la que se deduce la noción de trabajador. "El trabajo se considera en
sus dos facetas —como cosa y como persona—, pero es la primera la que dicta el perfil de la
segunda: la persona no es más que la sombra de la cosa, su sombra en el campo
extrapatrimonial" (Supiot, 1996: 71).
Lamentablemente, las cosas no son tan simples y no está claro que el "trabajo en sí" sea
separable del trabajador en cuanto persona.
Para la doctrina civil adolecen de objeto ilícito, por atentar contra el orden público, los
contratos que impongan una obligación en desmedro de la personalidad humana. León indica
que el "caso más claro es el comercio de esclavos, aun cuando en este evento la nulidad se
impone más por falta de objeto, ya que se conviene sobre una persona y no sobre una cosa"
(León, 1983: 38). Para este autor, también incurren en objeto ilícito los pactos que impliquen
una renuncia a defender el honor, una renuncia a la libertad de conciencia u obligarse a
profesar solemnemente o a practicar o no practicar una religión determinada (León, 1983: 38).
Respecto de la integridad física de los sujetos, la doctrina civil señala que aquélla es
consustancial al individuo y que está por encima de su propio titular y éste no puede disponer
de ella, no es transmisible y es inembargable. Por tanto, la persona física está fuera del
comercio humano y no puede ser objeto de negocio jurídico (León, 1983: 134), salvo algunas
excepciones (ya que es posible la existencia de pactos que tengan por objeto una parte del
cuerpo humano, a saber, el corte de pelo, una intervención quirúrgica o la donación de
órganos, León, 1983: 135 y ss.).
Supiot precisa que todos los contratos que tienen por objeto la actividad humana implican un
fuerte compromiso de la persona que realiza la actividad. Pero en el contrato de trabajo es el
propio deudor quien constituye la materia del compromiso mismo. En los contratos el objeto es
una cosa o una prestación previamente definida, mientras que en el contrato de trabajo esta
definición se materializará durante su ejecución por la puesta en práctica del dominio que
adquiere el empresario sobre el cuerpo productivo del trabajador. En el contrato laboral el
objeto del trabajo asalariado sigue siendo exterior al campo de la relación sinalagmática que
crea el contrato, o sea, se paga por el trabajo y no por el resultado, ya se trate de un bien
material o de un servicio. El trabajador no adquiere en ningún momento derecho sobre la cosa
producida, ni siquiera cuando la remuneración se fija por pieza o por acto realizado (Supiot,
1996: 81).
Ante esta situación, resulta difícil separar la persona del trabajador de sus energías, el ser
del hacer (Veneziani, 1995: 480). Parte de la doctrina laboral señala que el trabajador no
ofrece su cuerpo sino su "profesionalidad", ya que en las relaciones jurídicas la persona sólo
puede ser sujeto y no objeto de derecho (Mengoni, 1995: 475 y 476). Para otra línea de
pensamiento, aunque el objeto del contrato se centra en la realización de un trabajo intelectual
o manual, la subordinación es el efecto típico y el contenido mismo de la prestación del
trabajador (Ghera, 1997: 118).
Cualquiera sea la solución técnica, resulta difícil eludir las implicancias personales del
contrato de trabajo y el compromiso que implica para el trabajador. Por ello y dado que
pareciera imposible imaginar una sociedad sin trabajo subordinado, el derecho laboral regula,
dirige e interviene este contrato para evitar abusos que perjudiquen al trabajador.
Otro problema de interés es el requisito de que el objeto sea determinado, o sea, debe
conocerse específicamente en qué consiste el hecho o la abstención objeto de la obligación. El
deudor debe saber qué debe y el acreedor qué puede exigir (León, 1983: 26).
Nuevamente el contrato de trabajo constituye una gran excepción a este requisito, a través
del jus variandi que trataremos más adelante.
Otra de las condiciones de validez del contrato es la CAUSA. No puede haber obligación sin
una causa real y lícita, pero no es necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficiencia es
suficiente (art. 1467 inciso primero del CC). En el fondo, se requiere como elemento de
existencia y validez de los actos jurídicos una causa lícita entendida como la consideración de
un fin que los justifique ante el derecho como merecedores de su protección (Vodanovic, 1971:
415).
En nuestro derecho se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato, y por
causa ilícita, la prohibida por ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público (art.
1467 inciso segundo del CC).
En esta tesis clásica, el contrato de trabajo tendría un doble objeto correlativo a las dos
obligaciones principales que genera: el objeto de la obligación del trabajador es la prestación
de servicios personales a los que se compromete y, para el empleador, es el pago de la
remuneración pactada. La causa de la obligación del trabajador sería la remuneración
convenida y para el empleador la prestación de servicios personales a que se compromete el
trabajador.
Antes del nacimiento del derecho laboral esta relación de poder quedaba sujeta a la más
absoluta libertad de contratación. La doctrina civil señala que nuestro CC de 1855 afirmó una
amplia libertad de contratación, sin reconocer los contratos de trabajo agrícolas, mineros o
industriales, que ya tenían importancia global al tiempo de su promulgación (Tapia, 2005: 237)
"Será causa grave respecto del amo la ineptitud del criado, todo acto de infidelidad e
insubordinación, y todo vicio habitual que perjudique al servicio o turbe el orden doméstico; y
respecto del criado el mal tratamiento del amo, y cualquier conato de éste o de sus familiares o
huéspedes para inducirle a un acto criminal o inmoral.
Toda enfermedad contagiosa del uno dará derecho al otro para poner fin al contrato.
Tendrá igual derecho el amo si el criado por cualquier causa se inhabilitare para el servicio
por más de una semana".
Por otro lado, el art. 1995 del CC consagra una presunción de prueba a favor del amo, en los
términos siguientes:
"La persona a quien se presta el servicio será creída sobre su palabra (sin perjuicio de
prueba en contrario),
3.º En orden a lo que diga haber dado a cuenta por mes corriente".
Comentando esta norma la doctrina de principios del siglo XX indicaba: "Mas grave es la
disposición del art. 1995: por ella es creido bajo su palabra, (sin perjuicio de prueba en
contrario), en órden a la cuantia del salario, en órden al pago del salario del mes vencido i en
órden a lo que diga haber dado por mes corriente. Esta es una disposición que encarna un
principio incorrecto, pues da derecho al amo para abusar, i todavía para favorecer mas a éste,
llega nuestro Código hasta alterar los principios jenerales. (...) La lei cree mas en la
honorabilidad del amo que en la del criado, i es por eso que coloca a aquel en una situación
privilegiada; lo cual es hasta cierto punto justificado, pues el amo no se ha de quedar con el
salario del criado por la cuantia del salario que jeneralmente es muy reducido. Esto es al
menos lo que sucede por regla general. Esta es pues la razón que ha tenido la lei para dejar al
criado en una situación de tanta dependencia respecto del amo, tan inferior a primera vista,
pero que como vemos obedece a principios relativamente justificados" (Váras y Vergara, 1908:
286 y 287).
Han debido pasar 151 años para que nuestro legislador laboral revirtiera esta situación y
consagrara en el año 2006 (ley Nº 20.087) la prueba de indicios a favor del trabajador, en el
nuevo procedimiento de tutela de derechos fundamentales (Gamonal, 2008b: 27 y ss.).
En consecuencia, en Gran Bretaña el énfasis estuvo dado por el "poder de mandar o poder
de control" del empleador sobre el trabajador. Se trataba del ejercicio de un poder por el que
se controla no sólo qué trabajo hay que hacer, sino también cómo y dónde debe realizarse
(Veneziani, 1994: 90).
Las leyes laborales de fines del siglo XIX definen el contrato de trabajo en función de la
dependencia y del control (leyes francesas de 1907, 1908 y 1910 e italianas de 1893 y 1904).
De esta forma la subordinación es interpretada de dos maneras, a veces, como sometimiento a
la "dirección, autoridad y control" (Ley Holandesa de 1907 y Ley Belga de 1900) o como
"sometimiento a las órdenes" (Código alemán de 1896).
Para la jurisprudencia italiana del siglo XIX la relación laboral se centraba en "la
disponibilidad continua del trabajador durante un período de tiempo", o sea, la "continuidad" en
la obligación legal de trabajar. La continuidad comprendía también la obligación del trabajador
de obedecer las instrucciones, así como el derecho del empresario a asegurarse de que se
hubieran cumplido. En definitiva, ambas perspectivas implican la aceptación del poder del
empleador (Veneziani, 1994: 91).
Por su parte, Supiot destaca que la relación de trabajo se ha definido como una: "relación en
que uno puede mandar y otro ha de obedecer. Es decir: que la cuestión del poder se halla en
el corazón mismo del derecho del trabajo". Es así como la tensión entre subordinación y
autonomía privada lleva a considerar al trabajador en la empresa como objeto y sujeto del
contrato (Supiot, 1996: 133).
La subordinación y su "alter ego", el poder de mando del empleador, implican una ruptura
con la igualdad de los sujetos propia del derecho privado y con el monopolio estatal de la
administración de justicia. Lo anterior, debido a que el empleador goza de un poder sobre otros
privados e, incluso, cuenta con una importante potestad disciplinaria sobre el trabajador (arts.
154 Nº 10 y 157 del CT).
Por ello, la doctrina trata de limitar al máximo esta noción, llegando a hablar en algunos
casos de HETERODETERMINACIÓN, concepto más neutro, más aceptable desde una óptica
privada y común a las obligaciones de contenido relativamente indeterminado (Palma, 2000:
97).
Los índices ocupados por nuestra jurisprudencia judicial y administrativa (Ugarte, 2008: 20 y
ss. y Urzúa, 2003: 87 y ss.) pueden sistematizarse de la siguiente forma:
Estos índices serán evaluados caso a caso y, como ya dijimos, deberá concurrir el número
suficiente (uno o más) para generar la convicción del juzgador.
Por ello, la doctrina precisa que la noción "física" de subordinación (centrada en los rasgos
materiales o físicos de la relación, en función del método de producción fordista de trabajo en
unidades cerradas, físicamente integradas y bajo control directo del empleador) se
complementa con una noción "funcional" de control y dominio productivo (Ugarte, 2004: 54), lo
que es más acorde con las nuevas tecnologías, la empresa flexible y la sociedad del
conocimiento.
Además, es posible hablar de nuevos datos estructurales que inciden en la noción de
subordinación (Ferraro, 1998: 481 y ss.), a saber:
b) La empresa predominante deja de ser la mediana y grande, dando paso a formas mucho
más flexibles, como los grupos de empresa y las empresas coligadas.
De esta forma podemos sostener la procedencia de un tercer grupo de índices que se unen
a la puesta a disposición y a la fiscalización, a saber, la OBLIGACIÓN DE COORDINACIÓN Y
PRODUCCIÓN (con indicios tales como la fijación del marco disciplinario, el control directo y
pleno de la planificación y de la modalidad productiva, ajenidad en la prestación de los
servicios y exclusividad de los mismos), perdiendo peso, de esta forma, la ubicación espacio-
temporal del trabajador y ganando espacio su ubicación productiva dentro de la organización
del empleador (Ugarte, 2004: 56 y ss.). En el mismo sentido se ha precisado que la
subordinación debe definirse por el sometimiento personal a la potestad de dirección del
empleador, aun cuando el trabajo sea prestado al exterior de su sede física (Ermida y
Hernández, 2002: 70).
Más allá de la extensa y rica discusión doctrinaria en este punto (que por los objetivos de
este Manual no trataremos), la noción de subordinación se mantiene aún como el mejor criterio
tipificador del contrato de trabajo (Ugarte, 2008: 7 y ss. y 70 y ss.).
Por otra parte, debemos señalar que en algunos países europeos, por ej.: Alemania e Italia,
se ha elaborado una categoría intermedia entre trabajadores subordinados y autónomos, los
PARASUBORDINADOS, cuasisubordinados o trabajadores autónomos coordinados, definidos
como trabajadores que, si bien no son subordinados, desde cierta perspectiva gozan de
algunos beneficios legales similares a los subordinados (Mückenberger, 2000: 330).
¿Cuáles beneficios legales les son reconocidos a los parasubordinados? Básicamente, las
contribuciones de seguridad social, el sistema de prevención de accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales y el tratamiento tributario (Santoro-Passarelli, 2002: 246 y 247).
Uno de los problemas poco estudiados en relación a los límites de la subordinación del
trabajador, dice relación con los DERECHOS DE AUTOR.
Se pueden distinguir los siguientes sujetos de este derecho: el titular originario, el titular
secundario y el titular derivado.
Desde este punto de vista, para que el empleador se transforme en titular derivado de la
obra será imprescindible que opere una cesión de los derechos patrimoniales comprendidos en
el derecho de autor del trabajador bajo subordinación y dependencia.
En primer término, el art. 25 de la ley Nº 17.336 sobre Propiedad Intelectual, establece que
"el derecho de autor de una obra cinematográfica corresponde a su productor".
Este enfoque implica que en Chile —adscrito a la mencionada tradición—, sólo podrán
transferirse los derechos patrimoniales de que es titular el trabajador-autor. Así, "el titular del
derecho de autor será el cesionario y lo será en la medida que el autor le haya transferido sus
derechos" (Herrera, 1988: 73).
Para los países anglosajones adscritos al SISTEMA DEL COPYRIGHT, cuando los autores
crean en virtud de una relación contractual de carácter laboral, el empleador es considerado
autor a los efectos de la adquisición de la titularidad originaria del copyright, excepto pacto en
contrario (en el Reino Unido y Estados Unidos, por ejemplo), o bien la titularidad originaria del
copyright es atribuida al empleador, incluido el derecho moral, salvo estipulación en contrario
(en Barbados y Ghana) (Lipszyc, 2001: 147).
S 2: G
Glosario
• Causa lícita: es un elemento de existencia y validez de los actos jurídicos, entendida como la
consideración de un fin que los justifique ante el derecho como merecedores de su
protección.
• Dependencia personal: comprende la sujeción del trabajador al poder directivo del
empleador, en lo referente al lugar de trabajo, al tiempo y a la modalidad de la prestación
laborativa.
• Fuerza: es el temor que experimenta una persona debido a una presión física o moral, y que
la obliga a manifestar su voluntad en un sentido determinado.
• Indicios: son factores reveladores de la posición de subordinación del trabajador respecto del
empleador, cuya concurrencia permite, por el método tipológico, calificar el vínculo jurídico
como vínculo laboral.
• Principio de la Titularidad Autoral Laboral: el trabajador será dueño de los derechos morales y
patrimoniales comprendidos en el derecho de autor, salvo en los casos de excepción
calificados.
Cuestionario
1. ¿Por qué los mecanismos protectores laborales son más eficientes que la teoría de los
vicios del consentimiento?
6. Defina subordinación.
S 3: A
S 4: A
1. Vea la película Las Uvas de la Ira (The Grapes of Warth), dirigida por John Ford, con la
actuación de Henry Fonda, Jane Darwell y John Carradine, rodada en el año 1941 y
ganadora de dos premios Oscar a la mejor dirección (Ford) y a la mejor actriz secundaria
(Jane Darwell). Reflexione sobre (a) el contexto histórico del film, (b) la veracidad de lo
expuesto, (c) si han ocurrido situaciones similares en nuestro país (d) y cómo prevenir
realidades como la mostrada en esta película.
S 5: R
2. D' A , Massimo (1988), "I mutamenti del diritto del lavoro ed il problema della
subordinazione", Massimo D' Antona OPERE, volumen tercero, tomo III (al cuidado de
Bruno Caruso y Silvana Sciarra), Milán, Giuffrè, 2000.
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20. M , Luigi (2000), "Il contratto individuale di lavoro", Giornale di diritto del lavoro e di
relazioni industriali, Nº 86, año XXII.
21. M , Luigi (1995), "Tre Commenti alla Critique Du Droit Du Travail di Supiot", Giornale
di diritto del lavoro e di relazioni industriali, Nº 67, año XVII.
22. M , Ulrich (2000), "Ridefinire la Nozione di Subordinazione? Il dibattito in
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37. V , Bruno (1994), "La evolución del contrato de trabajo", La Formación del Derecho
del Trabajo en Europa, análisis comparado de la evolución de nueve países hasta el año
1945 (Bob Hepple comp. ), Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
S 1: T
Por la naturaleza de este manual sólo nos referiremos al contrato individual de trabajo.
1. Contrato de trabajo de derecho común o típico
Por un lado está el contrato de trabajo regulado en forma general en el CT y, por otro, los
contratos especiales de los arts. 77 y ss.
Por otra parte, podemos hablar de contrato de trabajo de derecho común o típico a
diferencia del CONTRATO ATÍPICO y de los CONTRATOS PRECARIOS.
En este punto cabe advertir que al hablar de atipicidad no aludimos a una situación de
desregulación legal (contrato innominado), sino de contratos que en el derecho laboral clásico
han tendido a ser más bien excepcionales. Con todo, igualmente están regulados por el CT. O
sea, se trata de contratos excepcionales por su temporalidad (plazo y obra o servicios) o por la
forma de organización empresarial (contrato a domicilio) (Caamaño, 2007: 14, 36 y nota 72).
Dado lo anterior, podemos decir que el contrato típico o de derecho común es el contrato
individual indefinido de jornada completa. Por el contrario, son atípicos (pero igualmente
regulados por el CT) el contrato part time, a plazo y por obra o servicios.
Ahora bien, hemos definido el CONTRATO DE TRABAJO TÍPICO en base a dos variables
copulativas:
¿Por qué se trata a este tipo de vínculo como el contrato típico o de derecho común? Por
consideraciones históricas y legislativas.
Además, existe la convicción más o menos arraigada y generalizada de que debe ser la
duración real del trabajo y no la voluntad de las partes, la que determine la extensión en el
tiempo del contrato (Plá, 1998: 225).
Esta preferencia por el contrato típico operará como criterio decidor en casos dudosos, a
saber, si nada se dice en la escrituración del contrato se entiende que es indefinido. Por el
contrario, si es de duración determinada (a plazo, por obra, etc.) debe estipularse
expresamente dicha modalidad. La duración determinada debe ser la excepción. En los casos
difíciles debe preferirse la duración indefinida.
Los contratos de trabajo pueden clasificarse en relación al tiempo en dos grandes grupos:
los de duración indeterminada y los de duración determinada (Plá, 1998: 224). El contrato a
plazo es un tipo de contrato de duración determinada.
En el contrato a plazo las partes estipulan en forma expresa el plazo de duración de los
servicios. Como el legislador prefiere los contratos indefinidos, estatuye una serie de límites a
la contratación a plazo (art. 159 Nº 4 del CT):
a) LÍMITES TEMPORALES: Por regla general el contrato a plazo no puede durar más de un
año.
Excepcionalmente puede durar dos años, tratándose de gerentes o personas que tengan un
título profesional o técnico otorgado por una institución de educación superior del Estado o
reconocida por éste.
¿Y si se pacta un plazo mayor? Vencido el máximo legal (uno o dos años según el caso), el
contrato se convierte en indefinido.
Cabe precisar, que el CT hace referencia al plazo en otras normas especiales, como por
ejemplo, en los arts. 84, 145-A, 152 bis D, 183 O y 183 AC.
b) LÍMITES DE RENOVACIÓN: El contrato a plazo podrá ser renovado una sola vez.
Entenderemos por renovación cuando, por voluntad de las partes, se acuerda mantener la
vigencia del contrato una vez finalizado el plazo, sin solución de continuidad.
¿La renovación opera dentro del plazo máximo o éste podrá contabilizarse nuevamente
desde la renovación? Pongamos un ejemplo: Francisco fue contratado a plazo por 11 meses y
se renueva el contrato a plazo. ¿La renovación puede tener como duración máxima un mes o
podría ser por 12 meses caso en el cual, en total, Francisco estaría a plazo un año y 11
meses?
Estimamos que, claramente, en el ejemplo propuesto la renovación sólo podría ser por el
mes restante del límite máximo estatuido por el CT, que es de un año.
La segunda hipótesis se produce cuando una vez expirado el plazo el trabajador continúa
prestando servicios con conocimiento del empleador. En este caso opera la primacía de la
realidad y el legislador entiende que hay acuerdo de las partes en la transformación del
contrato en indefinido.
Los requisitos para que opere esta presunción simplemente legal son:
Cabe destacar que con anterioridad a esta norma hubo jurisprudencia reiterada en el sentido
de que si entre contratos ha mediado un lapso breve debe entenderse que la intención de las
partes ha sido celebrar un contrato continuo (Farren, 1988: 9 y 10). Este lineamiento
jurisprudencial se mantiene en la actualidad (Gamonal, 2004: 772).
El CONTRATO POR OBRA O SERVICIO es aquel celebrado para la realización de una obra
o faena determinada expresamente en el contrato.
Este contrato no está definido por el CT, aunque se alude a él expresamente en los arts. 159
Nº 5 y 305 Nº 1.
Por tanto, se trata de un contrato donde se conviene de antemano su duración (la duración
de la obra o faena), sin que exista certeza respecto del día en que dicha obra o faena
concluirá. Por ello, jurídicamente es un contrato a plazo indeterminado (Macchiavello, 1986:
494 y Lizama, 2003: 62). En efecto, el art. 1081 del CC precisa que el plazo puede ser cierto y
determinado o cierto e indeterminado. En este segundo caso se sabe que ha de llegar pero no
se sabe cuándo, como el día de la muerte de una persona.
b) Es un contrato excepcional y, por tanto, su estipulación debe ser expresa (Lanata, 2006:
93 y 216). En caso contrario se entenderá como contrato indefinido (Thayer y Novoa, 1989:
374).
c) La obra o faena debe estar determinada de forma tal en el contrato que sea evidente para
ambas partes la conclusión de la misma. En consecuencia, debe estar convenido en forma
expresa cuándo debe entenderse concluido el trabajo o servicio (Lanata, 2006: 93 y 217).
La Corte Suprema ha sentenciado que la invocación de esta causal debe ser oportuna. Por
el contrario, su impetración extemporánea cuando el contrato de trabajo se ha mantenido en
ejecución no obstante haber finalizado la obra, implica un despido injustificado (Gamonal,
2004: 773).
Como hemos visto, el contrato por obra o servicio es a plazo indeterminado. Pero ¿puede
haber un CONTRATO SUJETO A CONDICIÓN? Entendemos por condición "un
acontecimiento futuro que puede suceder o no" (art. 1473 del CC).
Alguna sentencia ha dicho que es lícito cuando, por ejemplo, se establece en el contrato de
trabajo que éste terminará por la finalización del "contrato de casino", si con ello no se vulneran
las normas irrenunciables y el término no se debe a un hecho del empleador (Nadal, 2003:
109).
Incluso jurisprudencia antigua ha permitido que un contrato de trabajo indefinido termine por
aplicación de la causal de "conclusión de la obra o servicio" cuando, por ej.: ha finalizado el
contrato de concesión y el empleador ha perdido la nueva licitación (Nadal, 2003: 113 y 119).
En el fondo, el contrato habría estado sujeto a la condición resolutoria de mantener la
concesión, lo cual traslada el riesgo de empresa al trabajador convirtiéndolo en una especie de
socio, pero sin los derechos propios de tal calidad.
Disentimos de estos criterios. El contrato por obra o servicio es a plazo indeterminado y, por
lo mismo, no es un contrato sujeto a condición. En consecuencia, un contrato sujeto a
concesión no puede terminar por esta causal. En el mismo sentido en forma reciente la sala
laboral de la Corte Suprema ha dictaminado, en la unificación rol Nº 4061/2014 que el prestar
servicios para un tercero en virtud de una concesión, no convierte al contrato de trabajo en uno
por obra o faena. La regla general en Chile es el contrato indefinido.
A propósito de los contratos de concesión, cabe hacer presente que la ley Nº 20.504 de
2011, que modifica el régimen jurídico del transporte público concesionado, introduce una serie
de modificaciones a la ley Nº 18.696, que en lo pertinente establece normas sobre transporte
de pasajeros, para resguardar los derechos laborales y de seguridad social de los trabajadores
de las concesionarias. Así, los atrasos u omisiones en el pago de sus remuneraciones y
obligaciones previsionales que excedan de tres períodos mensuales, o la existencia de más de
cuatro condenas ejecutoriadas dentro de un año calendario por infracciones a los derechos
fundamentales de los trabajadores o a la normativa sobre jornada de trabajo, feriados,
remuneraciones, protección de la maternidad, sindicalización y prácticas antisindicales, se
considerarán incumplimiento grave de las obligaciones del concesionario, dando lugar a la
caducidad de la concesión.
Por esta vía, podríamos sostener incluso desde el punto de vista del derecho civil, que estas
condiciones son moralmente imposibles por consistir en un hecho prohibido por las leyes, u
opuesto a las buenas costumbres o al orden público (Abeliuk, 2005: 437), ya que vulneran el
orden público laboral.
Por tanto, estimamos que un contrato de trabajo sujeto a condición termina por las reglas
generales del art. 161 del CT.
¿Es posible transformar un contrato indefinido en uno a plazo o por obra o servicio
determinado? En principio sí, siempre y cuando no haya perjuicio para el trabajador y se le
indemnice por el término del contrato indefinido.
Evaluando en conjunto tanto al contrato a plazo como al contrato por obra o servicio,
podemos afirmar que en nuestro derecho existe una amplia FLEXIBILIDAD EN LA TIPOLOGÍA
CONTRACTUAL. Incluso parte de la doctrina postula que el principio o criterio de continuidad
no tendría cabida en nuestro ordenamiento jurídico, sobre todo por el hecho de que se permite
celebrar contratos temporales (a plazo y por obra) sin expresión de causa (Lizama y Ugarte,
1998: 123 y 124), a diferencia de lo que ocurre en numerosos ordenamientos comparados.
Por último, cabe hacer presente que los trabajadores contratados para el desempeño en una
determinada obra o faena transitoria o de temporada, no pueden negociar colectivamente,
según el art. 305 Nº 1 del CT.
4. Contrato de trabajo de jornada parcial
Hemos visto que el contrato de trabajo típico es aquel de duración indefinida y de jornada
completa. No obstante, el contrato puede ser de media jornada, jornada reducida, JORNADA
PARCIAL O PART TIME. Incluso, un contrato de trabajo podría tener una jornada muy
reducida, por ej.: una hora diaria.
Desde el año 2001, con la ley Nº 19.759, se reconoció expresamente la procedencia de este
tipo de contrato de trabajo (arts. 40 bis y ss. del CT). Sin embargo, desde muchos años antes
la jurisprudencia administrativa había determinado la legalidad de estipular una jornada parcial.
Los arts. 40 bis y ss. del CT regulan la jornada parcial o part time.
Por otra parte, este tipo contractual ha sido una interesante modalidad para la inserción
laboral de los jóvenes que estudian, de las mujeres con hijos menores y también de los
hombres que cada día más asumen las responsabilidades familiares, sobre todo el cuidado de
sus hijos. Lamentablemente, en Chile esta forma de contratación se ha utilizado sólo
excepcionalmente. Como expresamos el CT y las interpretaciones de la jurisprudencia
administrativa han permitido esta figura hace muchísimos años, pero las prácticas laborales y
la cultura de nuestro país tienden a preferir un trabajo de jornada completa con presencia física
del trabajador y rígido cumplimiento de horario.
En derecho comparado se ha definido el contrato a tiempo parcial como aquel cuya duración
normal es inferior a la de los trabajadores a tiempo completo comparable. Se trata de una
definición amplia que permite flexibilidad para determinar si un trabajador es a tiempo parcial
atendiendo al lugar y a la rama de actividad en que se prestan los servicios (Caamaño, 2007:
52 y ss.).
b) Que se pacte una jornada de trabajo reducida. La jornada se podrá computar en horas,
días, semanas, en el mes o en el año.
c) Voluntariedad. O sea, que el trabajador opte por este tipo de modalidad contractual, ya
sea por razones de estudio o de responsabilidades familiares, entre otras. Cuando, por el
contrario, éste es la única opción frente al desempleo, se habla de TRABAJO A TIEMPO
PARCIAL INVOLUNTARIO asimilándose más a una situación de precariedad laboral o de
subempleo.
En nuestro país el art. 40 bis del CT define el contrato a jornada parcial como aquel en que
se conviene una jornada de trabajo no superior a dos tercios de la jornada ordinaria a que se
refiere el art. 22 (45 horas semanales). En consecuencia, son trabajadores contratados por 30
o menos horas semanales.
Estos trabajadores gozan de los demás derechos que benefician a los trabajadores de
jornada completa (art. 40 bis B).
La jornada ordinaria deberá ser continua y no superior a 10 horas diarias, con un descanso
diario para colación que fluctúa entre 30 minutos y una hora (art. 40 bis A).
La jurisprudencia administrativa ha precisado que este precepto sólo faculta a las partes
para estatuir alternativas de distribución de la jornada pactada y no respecto de la extensión
semanal de la misma. O sea, no es posible pactar una jornada de 30 horas y otra alternativa
de 25. La norma alude a alternativas de distribución, por ejemplo, en una jornada de 20 horas
semanales, la primera alternativa es trabajar de lunes a miércoles y la segunda alternativa de
distribución es de miércoles a viernes.
Podrán acordarse el número de alternativas que se estimen convenientes, sin perjuicio del
límite derivado de la obligación del empleador de dar certeza y seguridad a la relación laboral
respectiva. El derecho de opción del empleador, con una semana de antelación, conlleva la
obligación de comunicarle al trabajador la alternativa elegida con la misma anticipación
(dictamen de la DT Nº 339/27 de 30 de enero 2001).
La ley permite el pacto de horas extras (art. 40 bis A) y su pago no podrá ser inferior al
ingreso mínimo calculado proporcionalmente a las horas pactadas.
Se contempla, asimismo, una reducción proporcional de la gratificación legal del art. 50,
conforme la relación que exista entre el número de horas convenidas para la jornada parcial y
la jornada ordinaria de trabajo (art. 40 bis B).
El CT contempla una norma especial para el pago de la indemnización por años de servicios
(art. 40 bis D), del siguiente tenor: "Para los efectos del cálculo de la indemnización que
pudiere corresponderle al trabajador al momento del término de sus servicios, se entenderá
por última remuneración el promedio de las remuneraciones percibidas por el trabajador
durante la vigencia de su contrato o de los últimos once años del mismo. Para este fin, cada
una de las remuneraciones que abarque el período de cálculo deberá ser reajustada por la
variación experimentada por el índice de precios al consumidor, entre el mes anterior al pago
de la remuneración respectiva y el mes anterior al término del contrato. Con todo, si la
indemnización que le correspondiere por aplicación del artículo 163 fuere superior, se le
aplicará ésta".
Otra solución habría sido que, cuando un contrato de jornada completa se transformara en
uno de jornada parcial, primero debiera pagarse la respectiva indemnización por años de
servicios, y luego pactarse la jornada parcial.
Como vemos, esta regulación es bastante equilibrada, en el sentido de que permite esta
figura sin por ello desproteger al trabajador.
¿Qué ocurre con los trabajadores con una jornada menor de 45 horas y mayor de 30? La
jurisprudencia, específicamente la Corte Suprema, en el recurso de unificación de
jurisprudencia 10889/2013, ha determinado que son trabajadores jornada completa y, por ello,
no se les aplica el principio pro rata temporis. En consecuencia, aunque la jornada de trabajo
sea menor de 45 horas semanales, como laboran más de 30 tienen derecho al pago del
ingreso mínimo en su integridad. No existen jornadas parciales mayores a 30 horas
semanales.
Por tanto, nos encontramos con que nuestro ordenamiento laboral permite ampliamente el
part time o contrato de trabajo a tiempo parcial, por medio de un régimen bastante razonable
que balancea entre tutela y flexibilidad.
Con esta amplitud de gestión, se facilitan las labores de la empresa y la adecuación del
trabajo a las necesidades del trabajador, al permitir la disminución de los tiempos totales
(semanal o anual) de trabajo.
Además, y por aplicación de las reglas generales del CT (artículo 44 inciso tercero), el
ingreso mínimo de los trabajadores part time también se reduce en proporción a su jornada.
Por tanto, el contrato a jornada parcial no implica un mayor costo para el empleador.
Desde la perspectiva legal, el contrato de jornada parcial puede ser pactado libremente por
las partes, sin límite de tiempo, sin necesidad de demostrar una causa objetiva que exija esta
modalidad, sin visación sindical, sin control preventivo de la autoridad administrativa, etc. Por
tanto, su poca utilización no se debe a rigidez legal sino más bien a inflexibilidad en la gestión
del personal y al contexto cultural donde se desarrolla.
5. La subcontratación
En la subcontratación una empresa principal (EP) contrata una obra o servicio de otra
empresa contratista (EC), por medio de un contrato civil o comercial. A su vez, esta empresa
contratista cuenta con sus propios trabajadores bajo vínculo de subordinación y dependencia y
asume estas tareas a su propia cuenta y riesgo, a pesar de realizar su encargo en la sede de
la empresa principal o en uno de sus establecimientos. Por ej.: un banco contrata un servicio
de limpieza o un servicio de almuerzo para sus trabajadores.
En efecto, para el derecho del trabajo chileno el suministro de trabajadores era ilegal. Los
artículos 8º, 7º y 478 inciso primero (actual 507) del CT, en armonía con la primacía de la
realidad aplicada por la jurisprudencia, sancionaban con responsabilidad solidaria al que
contrataba trabajadores simuladamente a través de terceros.
Luego, la ley Nº 20.123 (que agregó al CT los artículos 183 A hasta el 183 AE) reguló, entre
otras materias, el trabajo suministrado. Como ya expresamos, en el próximo párrafo
analizaremos esta figura.
O sea, por el contrario, quedarán sujetas a estas normas de responsabilidad las labores
permanentes o habituales, entendidas por la jurisprudencia administrativa como aquellas cuyo
desarrollo implica permanencia, habitualidad, periodicidad o alguna secuencia en el tiempo,
esto es, que no se realicen o respondan a necesidades específicas, extraordinarias u
ocasionales. Quedarían excluidas, por ej.: las actividades de reparación de maquinarias, de
soporte técnico o de aseo industrial (Lizama y Ugarte, 2007: 21).
Por último, destacamos que en esta y otras sentencias la Corte Suprema reafirma la
vigencia de la REGLA IN DUBIO PRO OPERARIO. En sus palabras: "Menos cuando redunda
en el sacrificio de una máxima inspiradora de un ordenamiento jurídico de excepción, como lo
es el del trabajo, cual la de favorecer al aforado, en caso de duda" (considerando 43º).
FRAUDES: en las obras o servicios que no cumplan con los requisitos del art. 183-A o que
se limiten sólo a la intermediación de trabajadores a una faena, se entenderá que el empleador
es el dueño de la obra, empresa o faena, sin perjuicio de las sanciones que correspondan por
el art. 507 (art. 183-A inciso final).
6. El suministro de personal
En forma bastante gráfica se habla en derecho comparado del "tráfico de mano de obra"
(Supiot, 1999: 57).
b) Usuaria: "toda persona natural o jurídica que contrata con una empresa de servicios
transitorios, la puesta a disposición de trabajadores para realizar labores o tareas transitorias u
ocasionales, cuando concurra alguna de las circunstancias enumeradas en el artículo 183-Ñ
de este Código".
La EST deberá constituir una GARANTÍA PERMANENTE a través de una boleta de garantía
u otro instrumento de liquidez, a nombre de la DT, por un monto de 250 unidades de fomento y
con un plazo de vencimiento no inferior a 120 días (será devuelta dentro de los 10 días
siguientes a la presentación de la nueva boleta). Esta garantía debe constituirse
inmediatamente después de practicada la inscripción a que nos referiremos a continuación y
antes de empezar a funcionar.
El monto mencionado aumentará en una unidad de fomento por cada trabajador transitorio
adicional contratado por sobre los 100 trabajadores; 0,7 unidad de fomento por cada trabajador
transitorio contratado por sobre 150 trabajadores, y 0,3 unidad de fomento por cada trabajador
transitorio contratado por sobre 200 trabajadores. En consecuencia, se ajustará cada 12
meses, tomando en consideración el número de trabajadores transitorios que se encuentren
contratados en ese momento.
Según el propio artículo 183-J del CT, que se refiere expresamente a ella, la garantía
"constituye un patrimonio de afectación a los fines establecidos en este artículo y estará
excluida del derecho de prenda general de los acreedores".
Los fines de la garantía a que hace referencia este precepto legal, consisten principalmente
en responder por las obligaciones legales y contractuales contraídas por la empresa con sus
trabajadores transitorios, como asimismo por las multas eventuales que pudieren corresponder
decretadas por una resolución administrativa ejecutoriada.
Cuando las empresas de servicios transitorios dejan de prestar servicios, el Director del
Trabajo ordenará la devolución de la garantía dentro de un plazo de 6 meses contados desde
el término de la empresa, siempre y cuando ésta acredite el cumplimiento de las obligaciones
legales, contractuales y de seguridad social que le corresponden respecto de sus trabajadores.
Las EST deben, además, inscribirse en un REGISTRO ESPECIAL Y PÚBLICO que llevará
la DT, según prescribe el artículo 183-K.
El nuevo artículo 183-AD establece que estas empresas deben necesariamente proporcionar
capacitación cada año calendario, al menos al 10% de los trabajadores que pongan a
disposición durante ese período, a través de alguno de los mecanismos previstos en la ley
Nº 19.518. El cumplimiento de esta obligación será fiscalizado por la DT.
En cuanto a las sanciones, si una persona natural o jurídica actúa como empresa de
servicios transitorios, sin cumplir con los requisitos de constitución y funcionamiento
incorporados por esta ley, deberá pagar una multa a beneficio fiscal de 80 a 500 unidades
tributarias mensuales, establecida por resolución fundada del Director del Trabajo. Esta
resolución será reclamable ante el Juzgado del Trabajo competente dentro del plazo de 5 días
desde su notificación, según establece el art. 183-L.
Además, según dispone el artículo 183-M, el Director del Trabajo puede ordenar la
cancelación de la inscripción en el registro por resolución fundada, por incumplimientos
reiterados y graves de la legislación laboral o previsional. Se entenderá que la empresa de
servicios transitorios ha incurrido en INCUMPLIMIENTOS REITERADOS cuando "ha sido
objeto de tres o más sanciones aplicadas por la autoridad administrativa o judicial, como
consecuencia del incumplimiento de una o más obligaciones legales, en el plazo de un año".
Por su parte, se entiende por INFRACCIONES GRAVES "todas aquellas infracciones que,
atendidos la materia involucrada y el número de trabajadores afectados, perjudiquen
notablemente el ejercicio de los derechos establecidos en las leyes laborales, especialmente
las infracciones a las normas contenidas en los Capítulos II, V y VI del Título I del Libro I de
este Código, como asimismo las cometidas a las normas del Título II del Libro II del mismo
texto legal". Es decir, infracciones a las normas que regulan la capacidad para contratar, el
trabajo de menores, las remuneraciones y su protección, y la protección de la maternidad.
Otro caso está configurado por tener la EST la calidad de deudora en un procedimiento
concursal de liquidación, en que también se podrá ordenar la cancelación de la inscripción en
el registro, a menos que se decrete la continuidad de sus actividades económicas (art. 183 M
letra b).
La ley establece una serie de requisitos que deben cumplir estos contratos, los cuales
enumeraremos a continuación.
Primero: debe constar por escrito (es solemne), dentro de los 5 días siguientes a la
incorporación del trabajador. En caso que la duración del contrato sea inferior a 5 días, debe
escriturarse dentro de los 2 días de iniciada la prestación de servicios. Si no se cumplen las
normas sobre escrituración recién expuestas, se entenderá que el trabajador es dependiente
de la usuaria según las reglas generales establecidas en la legislación laboral, sin perjuicio de
las demás sanciones que pudieren corresponder.
Tercero: debe indicar los puestos de trabajo para los cuales se realiza.
Séptimo: debe individualizar a las partes indicando el nombre, domicilio y número de cédula
de identidad, o en su caso, el rol único tributario de los contratantes. Si se trata de una persona
jurídica se debe individualizar, además, a su o sus representantes legales.
Por su parte, las nuevas disposiciones introducidas en el CT regulan los casos en que se
permite la celebración del contrato de puesta a disposición de trabajadores de servicios
transitorios, en su artículo 183-Ñ, precisando además los plazos de duración de estos
contratos en el artículo 183-O, a saber:
f) Por último, trabajos urgentes, precisos e impostergables que requieran una ejecución
inmediata, tales como reparaciones en las instalaciones y servicios de la usuaria.
Por su parte, el artículo 183-P enumera ciertos casos en los cuales se prohíbe la celebración
de un contrato de puesta a disposición de trabajadores transitorios. Se trata de los contratos
para realizar tareas en las cuales se tenga la facultad de representar a la EU, tales como los
gerentes, subgerentes, agentes o apoderados; para reemplazar a trabajadores que han
declarado la huelga legal en el respectivo proceso de negociación colectiva, o para ceder
trabajadores a otras empresas de servicios transitorios (se prohíbe el SUMINISTRO DE
SEGUNDO GRADO, vid. Lizama y Ugarte, 2007: 93).
Por último, el artículo 183-Q establece que: "será nula la cláusula del contrato de puesta a
disposición de trabajadores de servicios transitorios que prohíba la contratación del trabajador
por la usuaria a la finalización de dicho contrato".
El art. 183-R en sus incisos segundo, tercero y cuarto establece ciertos requisitos que este
contrato debe cumplir, a saber, debe constar por escrito, dentro de los 5 días siguientes a la
incorporación del trabajador, o sea, es un contrato consensual.
Si la duración del contrato fuere menor a 5 días, debe constar por escrito dentro de los 2
días siguientes a haberse iniciado los servicios. A lo menos deberá contener las menciones
contempladas en el artículo 10 del CT, que estudiaremos en el próximo capítulo.
Además, una copia del contrato de trabajo debe enviarse a la usuaria en la que el trabajador
prestará sus servicios.
Por su parte, el artículo 183-S señala en forma expresa que: "en ningún caso la empresa de
servicios transitorios podrá exigir ni efectuar cobro de ninguna naturaleza al trabajador, ya sea
por concepto de capacitación o de su puesta a disposición en una usuaria".
Por lo demás, si el trabajador continúa prestando servicios para la usuaria una vez
terminado el plazo de su contrato de trabajo, el cual como vimos se encuentra limitado por el
mismo CT en su artículo 183-O, el contrato de trabajo se transforma en un contrato de plazo
indefinido. En consecuencia, la usuaria pasaría a ser el empleador y, además, se considera
que el trabajador ha prestado sus servicios para esta última desde el inicio de la prestación de
servicios, para efectos de determinar su antigüedad.
Los derechos y obligaciones en este nuevo régimen serán los que detallaremos a
continuación.
ASISTENCIA: Según prescribe el artículo 183-W, la usuaria tiene dos obligaciones en esta
materia.
Además debe poner a disposición de la empresa de servicios transitorios copia del registro
donde conste este control.
POTESTAD DE DIRECCIÓN O DE MANDO: La usuaria puede organizar y dirigir el trabajo,
siempre y cuando se mantenga "dentro del ámbito de las funciones para las cuales el
trabajador fue puesto a su disposición por la empresa de servicios transitorios", de acuerdo a
lo dispuesto en el artículo 183-X del CT.
Por su parte, la usuaria debe cumplir íntegramente con aquellas condiciones convenidas
entre el trabajador transitorio y la empresa de servicios transitorios, especialmente en lo que
dice relación con las siguientes materias: duración de la jornada de trabajo, descansos diarios
y semanales, naturaleza de los servicios y lugar de prestación de los mismos.
— gratificación legal,
— desahucio,
Por cierto que excluye la compensación del feriado establecida en el artículo 183-V, ya
analizado.
Por su parte, la EU, según establece el nuevo artículo 183-AB del CT, será subsidiariamente
responsable de las obligaciones laborales y previsionales que afecten a las EST en favor de
sus trabajadores.
Como señalábamos al tratar al empleador como sujeto del contrato de trabajo, la EST y la
EU tienen la calidad de COEMPLEADORES, ya que la primera es quien contrata al trabajador
(art. 183-R) y asume diversas obligaciones (por ejemplo arts. 183-V y 183-AD) y la EU es
quien asume las potestades clásicas del empleador (arts. 183-W, 183-X y 183-AB) (Gamonal y
Prado, 2008: 64).
En nuestra opinión, las falencias y problemas de la ley Nº 20.123 pueden agruparse en dos
temas: a) no se promociona el derecho de negociación colectiva de los trabajadores puestos a
disposición y b) no se estatuye paridad de trato entre los trabajadores permanentes de la
empresa usuaria y los suministrados. No trataremos cada una de estas observaciones dada la
naturaleza de este manual.
S 2: G
Glosario
• Contrato a plazo: aquellos donde las partes estipulan en forma expresa el plazo de duración
de los servicios.
• Contratos atípicos: se trata de contratos que en el derecho laboral clásico han tendido a ser
más bien excepcionales, aunque igualmente están regulados por el CT. Estas figuras son
excepcionales por su temporalidad (plazo y obra o servicios) o por la forma de organización
empresarial (contrato a domicilio).
• Contrato de jornada parcial o part time: aquel cuya duración normal es inferior a la de los
trabajadores a tiempo completo comparable. En Chile la ley lo define como aquel en que se
conviene una jornada de trabajo no superior a dos tercios de la jornada ordinaria a que se
refiere el art. 22 del CT (45 horas semanales). En consecuencia, son trabajadores
contratados por 30 o menos horas semanales.
• Contrato de trabajo colectivo: el pactado por uno o más empleadores con una o más
organizaciones sindicales o con trabajadores que se unan para negociar colectivamente, o
con unos y otros, con el objeto de establecer condiciones comunes de trabajo y de
remuneraciones por un tiempo determinado.
• Contrato por obra o servicio: es aquel celebrado para la realización de una obra o faena
determinada expresamente en el contrato.
• Contratos precarios: aquellas relaciones laborales que se encuentran al margen del derecho
laboral y de la protección básica frente a las contingencias sociales.
• Faena transitoria o de temporada: aquella que por su naturaleza intrínseca tiene el carácter
de momentánea o temporal, situación que sólo puede determinarse caso a caso.
• Subcontratación: una empresa principal (EP) contrata una obra o servicio de otra empresa
contratista (EC), por medio de un contrato civil o comercial. A su vez, esta empresa
contratista cuenta con sus propios trabajadores bajo vínculo de subordinación y
dependencia y asume estas tareas a su propia cuenta y riesgo, a pesar de realizar su
encargo en la sede de la empresa principal o en uno de sus establecimientos.
• Suministro: una empresa usuaria principal (EU) contrata un servicio muy especial con otra
empresa suministradora de servicios transitorios (EST): el traspaso de trabajadores de la
(EST) a la (EU) para que se desempeñen bajo la subordinación de la (EU), aunque
"formalmente" trabajen para la (EST).
Cuestionario
1. Distinga entre contrato de trabajo típico o de derecho común, contrato de trabajo atípico y
contratación precaria.
S 3: A
S 4: A
2. Lea la sentencia González con Resk y Compañía, Corte Suprema, recurso de casación, rol
Nº 4615-03 en Lineamientos de Derecho del Trabajo (Gamonal, LexisNexis, 2006), pp. 136
y ss. y responda las consultas que siguen en las pp. 147 y ss. del referido libro.
S 5: R
17. P , Carlota (2002), "La Reforma Educativa a la luz del cambio de Paradigma
Productivo", en http://www.carlotaperez.org/Articulos/ficha-lareformaeducativaalaluz.htm
18. P R , Américo (1998), Los Principios del Derecho del Trabajo, 3ª edición
actualizada, Buenos Aires, Depalma.
19. S , Alain (coordinador) (1999), Trabajo y empleo, Transformaciones del trabajo y futuro
del Derecho del Trabajo en Europa, Valencia, Tirant lo Blanch.
22. U C , José Luis (2004), El Nuevo Derecho del Trabajo , Santiago, Editorial
Universitaria.
C 5F
S 1: T
Por ello, en nuestro país el inciso primero del art. 9º del CT dispone: "el contrato de trabajo
es consensual; deberá constar por escrito en los plazos a que se refiere el inciso siguiente, y
firmarse por ambas partes en dos ejemplares, quedando uno en poder de cada contratante".
Esto supone, según se desprende del art. 1443 del CC, que el contrato de trabajo se
perfecciona por el solo consentimiento de las partes, sin que la ley exija cumplir con
FORMALIDADES AD SOLEMNITATEM ni la entrega de la cosa material del contrato. Por lo
tanto, existe y es válido desde que el empleador se obliga a pagar la remuneración y el
trabajador a prestar sus servicios bajo subordinación y dependencia del primero.
En este párrafo intentaremos dar noticia de las razones que, a nuestro juicio, explicarían
esta opción normativa.
Conforme a este rol de las formas solemnes, preliminarmente podríamos concluir que
hubiese sido preferible la escrituración para proteger a las partes contratantes de "una
determinación demasiado rápida o irreflexiva [...] contra cualquier abuso de influencia"
(Vodanovic, 1991: 299).
Sin embargo, exigir su escrituración desde el inicio permitiría numerosos fraudes con la
finalidad de eludir la normativa protectora. Bastaría con que el trabajador laborara sin
documento escriturado para sostener que aún no hay contrato de trabajo. Por ello, la
consensualidad permite tutelar al empleado subordinado desde el primer día de trabajo, sin
perjuicio de la posterior escrituración del contrato para efectos de prueba. La consensualidad,
como veremos, permite también la tesis de las cláusulas tácitas y de la regla de conducta.
Por otro lado, cabe considerar el prácticamente nulo poder de negociación del trabajador. Lo
que ha llevado a parte importante de la doctrina a sostener que el objeto del consentimiento en
la formación del contrato de trabajo, no recae tanto en el contenido (determinado
imperativamente por ley en cuanto a los derechos mínimos), sino en su estipulación, o sea, no
se discute el cómo sino el ser del contrato (Ghera, 1997: 101).
Aún más, el consensualismo del contrato de trabajo responde al objetivo de satisfacer "una
necesidad jurídica que instintivamente se reclama por los trabajadores, que buscan la
protección legal, sin que para ello sea necesario un formalismo rígido" (Thayer y Novoa, 2008:
106).
Por último, uno de los principales aspectos a tener en cuenta para entender lo anterior, es
que, en la relación laboral, aparece de manifiesto que se está frente a un notorio desequilibrio
del poder negociador de las partes contratantes y que los principios clásicos del Derecho Civil
se manifiestan inoperantes para actuar en la materia. Esto se traduce en que, pese a su
carácter consensual, el contrato de trabajo deba posteriormente escriturarse y firmarse por
ambos contratantes en dos ejemplares, quedando uno en poder de cada parte, FORMALIDAD
AD PROBATIONEM exigida por el legislador en el art. 9º del CT.
Por lo tanto, la escrituración permite proteger al trabajador y dar certeza al contrato (Walker,
2003: 266).
El inciso segundo del art. 9º del CT dispone que el contrato de trabajo debe constar por
escrito dentro del plazo de quince días corridos contados desde la incorporación del trabajador,
o bien, dentro del plazo de cinco días corridos si se trata de un contrato por obra, trabajo o
servicio determinado o si el contrato a plazo tiene una duración inferior a treinta días.
La única indemnización que procedería sería la del preaviso o del lucro cesante en el caso
del contrato a plazo o por obra (Macchiavello, 1986: 283).
Bajo el esquema de lo establecido en el inciso cuarto del art. 9º, esta presunción legal de
veracidad se traduce en que:
1. La falta de escrituración del contrato de trabajo hará presumir legalmente que son
estipulaciones del contrato las que declare el trabajador.
2. El empleador podrá probar que no existía contrato (se trataba de una prestación de
servicios a honorarios) o que las cláusulas son distintas de las declaradas por el
trabajador. De esta manera, se invierte el ONUS PROBANDI o la carga de la prueba, la
cual recaerá sobre el empleador que ha incumplido la obligación precitada.
La DT ha establecido como condiciones para que opere la aludida presunción, primero: que
no se haya escriturado el contrato o, segundo: en caso de haberse hecho lo anterior, que el
empleador no haya requerido la intervención de la Inspección del Trabajo respectiva cuando el
trabajador se haya negado a firmarlo (Melis y Sáez, 2000: 193).
Por su parte, la Corte Suprema ha precisado que no procede la presunción del art. 9º
respecto de las enmiendas al contrato escriturado y vigente (Gamonal, 2005: 1232).
Nuestros tribunales han efectuado una cautelosa aplicación de esta presunción legal a favor
del dependiente, pues la han aceptado en la medida que el dicho o afirmación del trabajador
sea RAZONABLE y acorde con los restantes elementos del proceso (Thayer y Novoa, 2008:
107).
En este orden de ideas, debemos analizar esta institución desde el punto de vista de su
interpretación judicial, a saber: la necesidad de probar judicialmente la existencia del vínculo
laboral, su razonabilidad y su proporcionalidad.
Sobre este particular, resulta de vital importancia hacer presente que el juez apreciará la
prueba rendida según las reglas de la sana crítica, es decir, aquellas que "prescribe la lógica y
derivan de la experiencia, las primeras con carácter permanente y las segundas, variables en
el tiempo y en el espacio" (Alsina, 1956: 127).
Por último, en materia de escrituración, debemos advertir que diversas normas del CT
estatuyen modalidades y plazos especiales para esta formalidad ad probationem, en los arts.
94, 137, 145-B, 152 bis-C, 183-N incisos cuarto y quinto, y 183-R incisos tercero y cuarto del
CT.
Concordamos con este último criterio. Desde nuestro punto de vista esta disposición no
establece una presunción, sino que cumplidos los requisitos enumerados en el art. 7º, el
vínculo contractual es definitivamente un contrato de trabajo.
Como manifestamos hace algunos capítulos, este precepto más que una presunción dispone
perentoriamente que la determinación de la TIPOLOGÍA CONTRACTUAL queda fuera de la
autonomía de las partes, y es la ley la que determina esto por la realidad de los hechos y no
por lo que se exprese en los acuerdos formales entre los contratantes. En otras palabras, si la
relación laboral es subordinada aunque las partes acuerden que es un contrato de otra
naturaleza, por ejemplo, a honorarios, este acuerdo es nulo y violenta el ORDEN PÚBLICO
LABORAL.
Según la citada disposición legal, entre los contenidos mínimos del contrato de trabajo
figuran las siguientes CLÁUSULAS:
A continuación, nos detendremos en los aspectos más relevantes de cada uno de estos
enunciados. En todo caso, sobre algunas de estas temáticas regresaremos más adelante, al
estudiar las materias respectivas.
Por otra parte, esta norma establece en su inciso final que: "asimismo, podrá interponerse la
demanda ante el tribunal del domicilio del demandante, cuando el trabajador haya debido
trasladar su residencia con motivo del contrato de trabajo y conste dicha circunstancia en el
respectivo instrumento".
Finalmente, este precepto dispone que la competencia territorial no podrá ser prorrogada
expresamente por las partes (art. 423 inciso segundo).
Como es posible apreciar de su sola lectura, esta disposición legal reclama el cumplimiento
de requisitos adicionales para individualizar a los trabajadores, dado que la determinación de la
nacionalidad tiene relevancia para los efectos de dar cumplimiento a la restricción cuantitativa
a la contratación de extranjeros prevista en el art. 19 del CT y de las visas que éstos deberán
obtener para poder trabajar válidamente en el país (Lizama, 2003: 40).
Por su parte, la fecha de nacimiento se vincula directamente con las normas de capacidad
laboral. Por último, la fecha de ingreso del trabajador tiene especial importancia para los
efectos de computar su antigüedad al servicio del empleador.
3. Determinación de la naturaleza de los servicios y del lugar o ciudad en que hayan de
prestarse; el contrato podrá señalar dos o más funciones específicas, sean éstas alternativas o
complementarias
No podría pactarse una cláusula que señale que el trabajador pudiera en términos generales
desarrollar funciones "similares" o "conexas" sin especificarlas (Walker, 2003: 269).
Sobre este particular, la jurisprudencia administrativa ha exigido que esta enunciación sea
precisa y clara, ya que el trabajador puede legítimamente negarse a ejercitar otras labores,
diferentes a las señaladas en el contrato (Lanata, 2006: 111). Asimismo, la Dirección ha
proclamado que si ellas quedan entregadas, en cuanto a su determinación y oportunidad al
arbitrio del empleador, dichas cláusulas serían improcedentes (Melis y Sáez, 2000: 215).
Sin embargo, tras las modificaciones introducidas por la ley Nº 19.759 de 2001, lo anterior
no obsta a que puedan señalarse dos o más funciones específicas, sean éstas alternativas o
complementarias, lo que se conoce como POLIFUNCIONALIDAD. Pese a que del tenor literal
de la norma legal en estudio se desprende la aceptación de una polifuncionalidad regulada y
restrictiva (Walker, 2003: 268), lo anterior podría redundar en diversos abusos.
La validez jurídica de esta cláusula está subordinada a que el contrato especifique clara y
precisamente dichas funciones e, igualmente, a que éstas tengan asignada idéntica
remuneración, ya que de lo contrario los trabajadores no conocerían su remuneración con
anticipación, pudiendo eventualmente sufrir un menoscabo económico, porque el empleador
estaría facultado para destinar al dependiente a una u otra labor y, con ello, rebajar su
remuneración (dictamen de la DT Nº 486/45, de 1 de febrero de 2000).
Por último, conviene precisar que son FUNCIONES ESPECÍFICAS aquellas que son propias
del trabajo para el cual fue contratado el dependiente y que la caracterizan y distinguen de
otras labores; que son FUNCIONES ALTERNATIVAS dos o más funciones específicamente
convenidas, las cuales pueden realizarse unas después de otras, repitiéndose sucesivamente;
y que son FUNCIONES COMPLEMENTARIAS aquellas que estando expresamente
convenidas, sirven para complementar o perfeccionar la o las labores específicamente
encomendadas (dictamen de la DT Nº 2.702/66, 10 de julio de 2003).
Ahora bien, la determinación del LUGAR O CIUDAD en que deben prestarse los servicios
convenidos en el contrato de trabajo tiene importancia para efectos de que el trabajador tenga
certeza respecto del lugar geográfico donde deberá cumplir su obligación (Lizama, 2003: 40),
como asimismo para determinar el tribunal competente según lo dispuesto en el art. 423 del
CT, ya examinado en su oportunidad.
Nos referiremos en profundidad a este tema al analizar el contenido patrimonial del contrato
de trabajo.
Sin embargo, adelantaremos algunas limitaciones impuestas por el legislador a esta cláusula
contractual, a saber: el monto de la remuneración se fija libremente por las partes, siempre y
cuando no sea inferior al sueldo base (cuyo monto es el del ingreso mínimo mensual), según lo
dispuesto en los arts. 42 letra a y 44 inciso tercero del CT. A su vez, el período de pago de la
misma no podrá exceder de un mes.
Por lo demás, el contrato de trabajo deberá contener los beneficios adicionales que
suministrará el empleador en forma de casa habitación, luz, combustible, alimento u otras
prestaciones en especie o servicios, en su caso.
Es dable destacar que el art. 105 inciso final del CT se remite supletoriamente a la
costumbre, para efectos de remunerar el tiempo servido, cuando falta acuerdo entre las partes
al legalizar el contrato de embarco.
5. Duración y distribución de la jornada de trabajo
Con el objeto de dar certeza y seguridad a la relación laboral respectiva, en términos que el
dependiente conozca previamente los días y horas en que le corresponde prestar los servicios
convenidos, el legislador dispuso que la duración y distribución de la JORNADA es cláusula
obligatoria del contrato de trabajo (dictamen de la DT Nº 1517/123, de 14 de abril de 2000).
De esta forma, las partes contratantes están obligadas a indicar: las horas semanales de
trabajo que el trabajador debe cumplir efectivamente, el horario de inicio y término de la
jornada diaria y el tiempo destinado a colación (Lizama, 2003: 42).
Por otro lado, se ha permitido pactar que el horario de trabajo pueda ser alterado por el
trabajador, para adelantar o retrasar su ingreso, cumpliendo las formalidades estipuladas en el
contrato (dictamen de la DT Nº 466/13 de 23 de enero de 1995).
Como expresáramos al hablar de la tipología contractual, el derecho del trabajo tiene una
clara preferencia por los contratos de duración indeterminada; en razón a que generalmente
duran más, dan derecho a indemnización por años de servicios, y los contratos de duración
"determinada", paradójicamente, obligan más al trabajador que los de duración indeterminada.
En efecto, el plazo contractual obliga efectivamente a ambas partes (Plá: 1998: 224 y 225).
Dentro de las consecuencias prácticas debemos reiterar que si nada se dice, se entiende
que el contrato es indefinido. Lo contrario debe estipularse expresamente, debe ser la
excepción. Por ello, si faltare esta enunciación en el contrato, debe entenderse que se trata de
un contrato de duración indefinida.
En consecuencia, fuera de las cláusulas mínimas, las partes podrán convenir libremente
todas aquellas cláusulas lícitas que no importen una renuncia a los derechos establecidos por
el ordenamiento jurídico laboral.
Cabe hacer presente que, a propósito de ciertos contratos especiales, se exigen ciertas
cláusulas adicionales a las contempladas en el art. 10, como ocurre, por ejemplo, en el
contrato de embarco (art. 103 del CT).
La irrenunciabilidad prohíbe toda clase de actos que tengan por objeto disponer de los
derechos laborales al momento de celebrar el contrato y durante su vigencia. En este sentido,
el inciso segundo del art. 5º estatuye en forma expresa que: "los derechos establecidos por las
leyes laborales son irrenunciables, mientras subsista el contrato de trabajo". Lo anterior impide
la incorporación en el contrato de trabajo de todas aquellas cláusulas que representen una
renuncia a los mismos, ya que la ley presume de derecho que mientras subsista el contrato
siempre habrá un vicio del consentimiento en la renuncia.
Una vez estipulado por escrito el contrato puede surgir la necesidad de modificarlo.
Indudablemente, la posibilidad de introducir MODIFICACIONES EN EL CONTENIDO del
contrato de trabajo cobra especial relevancia en consideración a su carácter de contrato de
tracto sucesivo y al criterio de continuidad de la relación laboral.
Los contratos de tracto sucesivo o de ejecución sucesiva son "aquellos en que los
cumplimientos se van escalonando en el tiempo, durante un lapso prolongado" (López, 2001:
135), vale decir, las obligaciones de las partes se cumplen durante la vigencia del contrato de
trabajo, en forma continuada y sucesiva.
Como primer acercamiento a este tema, el inciso primero del art. 11 del CT establece que:
"las modificaciones del contrato de trabajo se consignarán por escrito y serán firmadas por las
partes al dorso de los ejemplares del mismo o en documento anexo".
Ahora bien, si las partes no toman nota escrita de las modificaciones contractuales
introducidas al contrato de trabajo, éstas no se invalidan, en vistas al carácter consensual del
contrato de trabajo. Con todo y como ya explicitamos, la Corte Suprema ha manifestado que
en materia de enmiendas al contrato escriturado no opera la presunción legal de veracidad
contemplada en el inciso cuarto del art. 9º del CT.
Así, no puede acordarse una modificación en el monto de la remuneración que implique que
el trabajador perciba un sueldo base inferior al mínimo legal. Tampoco es posible modificar la
duración de la jornada laboral a una que supere la extensión de la máxima legal. Incluso son
dudosas las enmiendas que rebajen mejores beneficios otorgados con anterioridad por el
empleador, aunque estos beneficios estén por sobre los mínimos legales (Gamonal, 2014:
168).
Empero, el carácter unilateral del orden público laboral sólo excluye la derogación de la
normativa laboral en perjuicio del trabajador, permitiendo que se celebren los acuerdos
individuales o colectivos que le pudieran ser más favorables, salvas las normas laborales de
inderogabilidad absoluta o de derecho necesario absoluto, "que no pueden ser modificadas en
ningún sentido, como ocurre con las normas procesales o las causales de término de contrato"
(Gamonal, 2014: 167).
Otro aspecto que conviene atender es que existen otras fuentes de modificaciones del
contrato de trabajo, a saber: la ley, los instrumentos colectivos y el ejercicio por parte del
empleador del jus variandi, que estudiaremos en capítulos posteriores.
Las cláusulas tácitas se basan en que forman parte del contrato de trabajo no sólo las
estipulaciones consignadas por escrito, sino que además las que emanen del libre acuerdo de
las partes contratantes. Estas cláusulas tácitas son "aquellas no escritas en el documento
respectivo, pero que emanan del acuerdo de voluntades de las partes contratantes,
manifestado en forma libre y espontánea, consentimiento éste que es de la esencia del
contrato y, por ende, requisito de existencia y validez del mismo" (Lizama, 2003: 33).
En este sentido, "la Corte de Apelaciones de Santiago sentenció que si la jornada de trabajo
diaria durante un prolongado período de tiempo ha terminado antes de la estipulada en los
contratos, éstos se entienden tácitamente modificados; el hecho de que ello no se hubiere
escriturado no invalida la modificación, y por lo tanto no pudo el empleador sin la voluntad de
los trabajadores modificar nuevamente el horario de salida" (Thayer y Novoa, 2008: 111).
En síntesis, tanto en las cláusulas tácitas como en las reglas de conducta existe una
voluntad tácita que se manifiesta a través de la reiteración en los hechos de una determinada
práctica. Pero en la regla de conducta, a diferencia de la cláusula tácita, se precisa o fija el
alcance que una cláusula determinada ya existente en el contrato, al tenor de la aplicación que
las partes han hecho de la misma. Por el contrario, en la cláusula tácita se complementa o
modifica un contrato incorporando una "nueva obligación".
Con todo, como ya expresamos, los tribunales engloban ambas situaciones dentro del
concepto de cláusulas tácitas.
Por lo tanto, las cláusulas tácitas y las reglas de conducta se configuran con absoluta
independencia de su constancia escrita en el contrato de trabajo o en sus documentos anexos
o complementarios, por la aplicación reiterada en el tiempo de determinadas prácticas de
trabajo, así como del otorgamiento y goce de beneficios con aquiescencia de ambas partes, lo
que conlleva que los contratos individuales son complementados o modificados (dictamen de
la DT Nº 1513/091, 3 de abril de 1998).
Obviamente, una vez existentes estas prácticas que originan las cláusulas tácitas o reglas
de conducta, la sola voluntad unilateral del empleador no puede dejarlas sin efecto.
En concordancia con lo anterior, las exigencias o elementos que permiten verificar la
existencia de cláusulas tácitas y reglas de conducta en el contrato de trabajo son los
siguientes:
Discrepamos con la posibilidad de que las cláusulas tácitas o las reglas de conducta puedan
eventualmente modificar el clausulado del contrato de trabajo "en perjuicio del trabajador" o
"extinguir" algún beneficio que se hubiere estipulado, ya que no parece procedente que, por
medio de la infracción reiterada por parte de un empleador de alguna de sus obligaciones
contractuales, se pretenda invocar la modificación del contrato, aduciendo una cláusula tácita,
dado que ello normalmente no obedecerá a un consentimiento tácito del trabajador, sino a su
situación de desmedro frente al empleador. Postular lo contrario, violentaría el criterio o
principio de primacía de la realidad (Gamonal, 2014: 181).
Complementan lo anterior los arts. 1545 y 1564 inciso final del CC. El primero dispone que
todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes y no puede ser invalidado
sino por su "consentimiento mutuo" o por causas legales. El segundo establece que las
cláusulas de un contrato se interpretarán por la "aplicación práctica" que hayan hecho de ellas
ambas partes, o una de las partes con aprobación de la otra.
S 2: G
Glosario
• Cláusulas mínimas: Aquellas estatuidas en el art. 10 del CT.
• Cláusulas permitidas del contrato: aquellas cláusulas lícitas que no importan una renuncia a
los derechos establecidos por el ordenamiento jurídico laboral.
• Cláusulas prohibidas: cláusulas que transgreden la protección otorgada por ley al trabajador,
sin que por ello el contrato sea invalidado.
• Cláusulas tácitas: aquellas no escritas en el documento respectivo, pero que emanan del
acuerdo de voluntades de las partes contratantes, manifestado en forma libre y espontánea.
• Funciones alternativas: son dos o más funciones específicamente convenidas, las cuales
pueden realizarse unas después de otras, repitiéndose sucesivamente.
• Funciones específicas: aquellas que son propias del trabajo para el cual fue contratado el
dependiente y que lo caracterizan y distinguen de otras labores.
• Presunción del art. 9º: se traduce en que la falta de escrituración del contrato de trabajo hará
presumir legalmente que son estipulaciones del contrato las que declare el trabajador, a
menos que se pruebe lo contrario.
• Reglas de conducta: implica que las cláusulas estipuladas en el contrato de trabajo (o sea, ya
existentes), pueden ser modificadas o enmendadas por la aplicación práctica que las partes
hagan de ellas.
Cuestionario
6. ¿Por qué la norma del art. 8º inciso primero no es una presunción? ¿Cuál es su
fundamento?
7. Explique los tipos de cláusulas del contrato de trabajo.
8. ¿Qué es la polifuncionalidad?
S 3: A
S 4: A
1. Lea la sentencia Sternsdorf con Manaplast, Corte Suprema, recurso de casación, rol
Nº 3236-02 en Lineamientos de Derecho del Trabajo (Gamonal, LexisNexis, 2006), pp. 91 y
ss. y responda las consultas que siguen en las pp. 101 y ss. del referido libro.
S 5: R
1. A , Hugo (1956): Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Tomo
I, Buenos Aires, Ediar S. A. Editores.
12. P R , Américo (1998), Los Principios del Derecho del Trabajo, 3ª edición
actualizada, Buenos Aires, Depalma.
13. R , Ramón (1991), "La Doctrina de los Actos Propios y el Reglamento Interno de la
Empresa", Contratos, Enrique Barros Bourie (coordinador), Santiago, Editorial Jurídica de
Chile.
S 1: T
Como ya hemos mencionado en otros párrafos, la relación de trabajo es, básicamente, una
relación de poder, donde el trabajador se encuentra subordinado respecto de otro sujeto
particular: el empleador.
Todo el sentido del derecho del trabajo opera en base a dos ejes: equilibrar este poder
(negociación colectiva) y limitarlo (derecho individual del trabajo).
Con todo, como fase previa a su limitación, se hace necesario que el derecho laboral
reconozca el poder del empleador y le otorgue "reconocimiento legal".
1. El contenido potestativo
Se ha subrayado lo excepcional de la situación del derecho laboral. Por regla general las
personas entre sí no están sujetas como lo están respecto de los órganos del Estado a la
voluntad de otro, dado que "las reglas que regulan las relaciones entre individuos tienen una
pretensión de imparcialidad entre los intereses de los sujetos a los que se les aplican que
excluye que ellas sean, por regla general, modificables unilateralmente" (Atria, 2007: 52).
Este contenido potestativo implica la facultad del empleador para determinar el cómo y el
qué de la actividad laborativa de sus trabajadores en la empresa. Como ya precisamos, no es
un poder absoluto sino que se encuentra limitado y reglamentado por la normativa laboral y,
eventualmente, por la negociación colectiva (Gamonal, 2002: 346).
Este contenido comprende, a su vez, tres facetas distintas, a saber, la potestad de mando o
dirección, la potestad de reglamentación y la potestad disciplinaria.
b) Es un PODER PRIVADO de un sujeto sobre otro. Esto implica que el legislador ha sido
especialmente cuidadoso con su regulación.
Resulta imposible determinar a priori todas las alternativas o variables del trabajo diario. Esta
imposibilidad se da tanto a nivel legal como contractual.
d) Es un poder con sentido finalista (límite interno), o sea, sólo se lo permite para dar
cumplimiento al contrato de trabajo y, por ello, la vida privada del trabajador y sus horas libres
quedan, en principio, fuera de su competencia. Es funcional al objetivo del contrato.
g) Es un poder limitado por los derechos fundamentales del trabajador. Por ello, en los casos
de conflicto deberá ponderarse entre derechos del trabajador y del empleador. Con todo, esta
ponderación parte de la base que el trabajador se encuentra sometido al empleador y por ello
es la parte débil de la relación de trabajo. O sea, no es una ponderación de derechos
constitucionales entre iguales.
h) Es un poder cuyos abusos implican una fuerte responsabilidad para el empleador, como
por ej.: en los casos de acoso sexual.
Una primera perspectiva del contenido potestativo del contrato de trabajo está dada por el
PODER DE MANDO O DIRECCIÓN. Al empleador corresponde una posición de supremacía
dentro de la empresa (Marra, 1998: 103), sin perjuicio de los límites generales enunciados
respecto del contenido potestativo.
Este poder tiene su contrapartida en la subordinación del trabajador. Por tanto, lo dicho
sobre éste, en el capítulo respectivo, es pertinente también a esta potestad.
En virtud de este poder el empresario tiene la facultad de dar órdenes sobre el modo, tiempo
y lugar de ejecución del trabajo (Alonso y Casas, 2006: 426). La doctrina lo ha definido como
"un poder jurídico en cuanto especifica el objeto de la obligación de trabajar y, por ende,
establece los términos y el modo en que esta obligación debe cumplirse" (Persiani y Proia,
2008: 224).
El empleador puede dirigir el trabajo, dar órdenes generales y particulares, puede controlar,
fiscalizar y supervigilar la ejecución del trabajo, especificar las prestaciones de su empleado,
etc.
Lo que caracteriza al contrato de trabajo es este poder de mando del empleador, en virtud
del cual va determinando el contenido preciso de la prestación de trabajo que deberá cumplir el
trabajador (Biagi y Tiraboschi, 2007: 604).
En el derecho del trabajo, a diferencia del derecho privado de los contratos, se permite a una
de las partes, el empleador, alterar ciertas condiciones contractuales por medio del jus
variandi. Se lo ha definido en términos amplios como "la potestad unilateral del empleador de
modificar las condiciones del contrato" (Lizama, 2003: 79).
Una definición más precisa lo conceptúa como la "potestad del empleador de variar, dentro
de ciertos límites, las modalidades de prestación de las tareas del trabajador" (Plá citado por
Ermida, 1989: 31). En nuestra doctrina se ha destacado que el jus variandi permite adecuar las
tareas contratadas a la marcha de la producción, frente a situaciones especiales, anormales o
excepcionales (Macchiavello, 1986: 239).
Este poder implica que el empleador por sí puede enmendar la forma, modo y lugar de las
prestaciones de sus dependientes. Es el empleador quien decide cuáles medidas de orden
interno son necesarias para adoptar frente a los nuevos requerimientos de la empresa
(Livellara, 2004: 240).
c) Esta potestad permite variar las modalidades de prestación de las tareas del trabajador. O
sea, recae sobre los aspectos secundarios o accidentales. Más adelante veremos que este
tercer elemento no se da del todo en el derecho de nuestro país.
Las FUNCIONES del jus variandi permiten al empleador ejercer su poder de dirección. Para
el trabajador, por su parte, es una válvula de escape que facilita cierta adaptabilidad del
contrato de trabajo a la realidad. El jus variandi se fundamenta en el poder de dirección del
empleador (Ermida, 1989: 45 y ss.).
Doctrinariamente puede ser CLASIFICADO (Ermida, 1989: 55 y ss.) como jus variandi
normal y excepcional. El primero se da en el día a día, por medio de pequeñas enmiendas en
la actividad rutinaria del trabajador. El segundo se produce en situaciones empresariales de
emergencia.
También se distingue entre jus variandi provisional y definitivo; organizativo y disciplinario; de
variaciones radicales y de variaciones menores en la prestación de trabajo. Serían ilícitos el
disciplinario y el de variaciones radicales.
Además se habla de jus variandi externo e interno. El externo recae sobre las condiciones
contenidas expresamente en el contrato de trabajo y sería ilícito. El interno recae sobre las
condiciones presupuestas o indeterminadas en el contrato y no importa una alteración
contractual.
El jus variandi no es lo mismo que las novaciones objetivas del contrato (Gamonal, 2008:
117). Éstas son de mutuo acuerdo y, por el contrario, el jus variandi es una facultad unilateral
del empleador. Desde esta perspectiva, constituye una gran excepción a la denominada ley del
contrato, art. 1545 del CC.
En cuanto a sus LÍMITES (Livellara, 2004: 240 y ss.), podemos consignar los siguientes:
a) El ejercicio del jus variandi debe ser razonable en el sentido de que el empleador debe
realizar un uso funcional del mismo, en base a necesidades técnicas, administrativas o
económicas reales de la empresa, excluyendo toda conducta abusiva, arbitraria o
contraria a la buena fe.
b) Las modificaciones al contrato en virtud del jus variandi sólo pueden ser accidentales y no
esenciales. En este contexto, se habla de que el jus variandi es una posibilidad residual,
ya que los contratos sólo pueden enmendarse por acuerdo de las partes.
c) Su ejercicio no puede implicar una lesión de los intereses materiales o morales del
trabajador.
El CT regula distintos tipos de jus variandi. Para efectos de nuestro estudio, distinguiremos
entre jus variandi general y especial. Dentro del general, trataremos el jus variandi funcional,
geográfico y temporal.
El jus variandi funcional no rige en el contrato por obra o servicio determinado, ya que
perdería todo sentido este tipo de contrato.
Cabe precisar que a los dirigentes sindicales les es aplicable el jus variandi general, del art.
12, sólo en caso fortuito o fuerza mayor (art. 243).
A este respecto la jurisprudencia administrativa ha señalado que por zona urbana debe
entenderse la misma ciudad, o el mismo predio, campamento o localidad (Melis y Sáez, 2000a:
229).
Tampoco en este caso la decisión del empleador puede significar un menoscabo para el
trabajador.
No constituye uso del jus variandi si la empresa traslada la totalidad de sus instalaciones,
maquinarias y personal de una comuna a otra, de modo que no ejecuta labor alguna en las
antiguas dependencias. Esto se enmarca dentro de las facultades de dirección y
administración del empleador y no se encuentra obligado a pagar a los trabajadores las
diferencias de remuneración (dictamen de la DT Nº 8.272 de 19 de diciembre de 1995).
Un tercer tipo de jus variandi general es el TEMPORAL, con sus dos modalidades en cuanto
a la extensión de jornada y al cambio en la distribución de la misma.
— Fuerza mayor o caso fortuito que, no cabe duda, no pueden establecerse o determinarse
en forma previa en el contrato de trabajo, o
Este jus variandi sólo se establece para prolongar la jornada ordinaria, o sea, por ejemplo,
no puede interrumpir el descanso diario (Melis y Sáez, 2000a: 238).
¿Por cuánto tiempo? No hay un límite expreso. Comprenderá el lapso indispensable para
evitar perjuicios en la marcha normal del establecimiento o faena. Cabe advertir que, como es
una situación excepcional, el jus variandi no podrá prolongarse en el tiempo.
Concluimos lo anterior por diversas razones, a saber: los derechos que el CT reconoce al
empleador no pueden vulnerar los derechos fundamentales del trabajador (art. 5º), debe
precaverse un uso abusivo del jus variandi y no puede producirse un enriquecimiento sin causa
a favor del empleador.
Las principales diferencias entre la jornada extraordinaria (horas extras) y este jus variandi
de jornada extendida o ampliada, son las siguientes:
1) Las horas extraordinarias deben acordarse por los contratantes y plasmarse por escrito,
mientras que en el caso de la jornada ampliada no se requiere del acuerdo de los trabajadores,
ya que el empleador en uso del jus variandi la puede imponer de manera unilateral.
2) Respecto de las horas extras, el legislador ha establecido que sólo pueden pactarse un
máximo de dos horas diarias, en cambio, la duración de la jornada extendida estará
determinada por las circunstancias descritas en el art. 29 del CT.
Por último, debemos mencionar como otro caso de jus variandi de extensión de jornada, el
contemplado en el art. 152 ter D del CT.
El art. 12 inciso segundo del CT estatuye que por circunstancias que afecten a todo el
proceso de la empresa o establecimiento o a alguna de sus unidades o conjuntos operativos,
podrá el empleador alterar la distribución de la jornada de trabajo convenida hasta en sesenta
minutos, sea anticipando o postergando la hora de ingreso al trabajo, debiendo dar el aviso
correspondiente al trabajador con treinta días de anticipación, a lo menos.
Otro caso está contemplado en el art. 37 donde por fuerza mayor el empleador puede
distribuir la jornada ordinaria de trabajo en día domingo o festivo. Con todo, si la DT determina
fundadamente que no hubo fuerza mayor el empleador es multado y deberá pagar lo trabajado
como horas extraordinarias.
La fuerza mayor no puede constituir una circunstancia habitual, sino que, por el contrario,
debe ser transitoria, y debe tratarse de labores que sean necesarias e impostergables para
evitar deterioros (Macchiavello, 1986: 326).
Cuando el trabajo en días domingos y festivos se hace habitual, además de pagársele las
horas extraordinarias respectivas debería devolverse a los trabajadores afectados el derecho
que legítimamente poseen al descanso, otorgándosele efectivamente éste (Walker, 2003: 314).
Por otra parte, una situación mixta de extensión y distribución se contempla en el art. 24 (vid.
el dictamen de la DT Nº 5000/107 de 7/12/2007 que fija el sentido y alcance de esta norma),
que dispone que el empleador podrá extender la jornada ordinaria de los dependientes de
comercio hasta en dos horas diarias durante nueve días anteriores a navidad, distribuidos
dentro de los últimos quince días previos a esta festividad. En este caso no procederá el pacto
de horas extras por sobre lo dispuesto en esta norma. Estos trabajadores, en ningún caso
laborarán en dichos días más allá de las 23 horas y en el día inmediatamente anterior a
Navidad y al 1 de enero de cada año, no trabajarán más allá de las 20 horas.
Estas horas se pagarán como extraordinarias.
Por último encontramos dos casos de JUS VARIANDI ESPECIAL, en los trabajadores
agrícolas (art. 89) y en el contrato de embarco (arts. 101, 117 y 118).
¿Qué derechos tiene el trabajador frente al jus variandi? El art. 12 del CT dispone que el
trabajador afectado podrá reclamar en el plazo de 30 días hábiles ante el Inspector del Trabajo
respectivo, a fin de que éste se pronuncie sobre el cumplimiento de las condiciones señaladas
en la ley, pudiendo recurrirse de su resolución ante el juez competente.
¿Es aplicable este reclamo a los otros supuestos de jus variandi que mencionamos?
Estimamos que no, aunque resulta indemne el derecho del trabajador de recurrir por las
normas generales ante la DT.
En efecto, frente a un JUS VARIANDI ILÍCITO y, por ende, abusivo, concurren las siguientes
alternativas:
b) Accionar por despido indirecto (art. 171 del CT). En caso que el jus variandi ilícito afecte
derechos fundamentales se podrá demandar despido atentatorio (art. 489) junto con despido
indirecto (art. 171).
c) Una opción distinta y también válida sería accionar por el procedimiento de tutela de
derechos fundamentales estando vigente el contrato (art. 485 CT), en caso de que el jus
variandi abusivo vulnere derechos fundamentales del trabajador.
d) Negarse a trabajar frente al uso abusivo de esta institución. La doctrina denomina a esta
negativa como DERECHO DE RESISTENCIA, procedente también frente a las órdenes que
menoscaben la responsabilidad profesional, técnica o científica del trabajador, y en los casos
en que se ordena la realización de un hecho ilícito o contrario al orden público (Thayer y
Novoa, 1989: 183).
El art. 160 Nº 4 letra b) dispone que es incumplimiento grave del trabajador la negativa a
trabajar sin causa justificada en las faenas convenidas en el contrato. Por tanto, un jus variandi
ilícito no respeta dichas faenas y, por esta vía, podemos también fundamentar el derecho de
resistencia.
Otro fundamento a este derecho estaría dado por la EXCEPCIÓN DE CONTRATO NO
CUMPLIDO O EXCEPTIO NON ADIMPLETI CONTRACTUS. En efecto, se trata del derecho
de cualquiera de las partes en un contrato bilateral de suspender el cumplimiento de su
obligación mientras la contraparte no cumpla con la suya (Ermida, 1996: 14).
Para un debido análisis de esta potestad, es necesario tener presente que "el empleador —
en cuanto titular de determinados bienes— decide destinarlos a la función productiva y para tal
objeto organiza una compleja estructura dotada de recursos humanos, infraestructura física y
un conjunto de misiones, visiones, políticas estratégicas y proyectos concretos" (Lizama, 2003:
78).
Para lograr sus objetivos debe ordenar el trabajo por medio de un conjunto de instrucciones
y reglamentos dirigidos a los trabajadores en general (Lizama, 2003: 78), entre ellos, el
Reglamento Interno de Orden, Higiene y Seguridad, temática que abordaremos a continuación.
De esta manera, "su contenido [...] configura un verdadero estatuto de la organización del
trabajo, constituyéndose en la práctica, en el instrumento de mayor idoneidad y eficacia para
que el empleador garantice el orden, la disciplina y la productividad dentro de la empresa". Por
su parte, desde el punto de vista del trabajador, ofrece la garantía de brindar la necesaria
certeza respecto de sus derechos, garantías, prohibiciones y obligaciones (Melis y Sáez,
2000b: 805 y 806).
El REGLAMENTO INTERNO DE ORDEN, HIGIENE Y SEGURIDAD consiste en el "conjunto
de reglas que dicta el empresario-empleador, en su establecimiento-empresa, para regular el
comportamiento laboral y, aun, la conducta de sus trabajadores durante su permanencia en
aquél, dentro del marco de la organización de la empresa y de los derechos, obligaciones y
prohibiciones del contrato de trabajo" (Macchiavello, 1986: 245).
Respecto del contrato de trabajo el reglamento interno puede ser FUENTE EN SENTIDO
IMPROPIO, siempre y cuando lo sea in melius. En consecuencia, el reglamento debe respetar
el derecho estatal y los contratos de trabajo, a menos que los modifique in melius (Thayer y
Novoa, 1989: 479 y 480).
El reglamento interno se encuentra regulado en los arts. 153 a 157 del CT. En términos de
esta normativa, debe contemplar los preceptos que se deben observar para garantizar un
ambiente laboral digno y de mutuo respeto entre los trabajadores y debe contener las
obligaciones y prohibiciones a que deben sujetarse los trabajadores, en relación con sus
labores, permanencia y vida en las dependencias de la respectiva empresa o establecimiento.
Según lo dispuesto en el artículo 154 del CT, a lo menos debe contener las menciones que
enunciamos a continuación:
1. Las horas en que empieza y termina el trabajo y las de cada turno, si aquél se efectúa por
equipos. En este sentido, el art. 10 Nº 5 del CT establece como estipulación mínima del
contrato de trabajo la de la duración y distribución de la jornada de trabajo, salvo que en la
empresa existiere el sistema de trabajo por turno, caso en el cual se estará a lo dispuesto en el
reglamento interno (Lanata, 2006: 39).
2. Los descansos.
3. Los diversos tipos de remuneraciones.
5. Las obligaciones y prohibiciones a que estén sujetos los trabajadores. En relación a este
numeral, el inciso final de la norma legal en comento, establece que: "las obligaciones y
prohibiciones a que hace referencia el número 5 de este artículo, y, en general, toda medida de
control, sólo podrán efectuarse por medios idóneos y concordantes con la naturaleza de la
relación laboral y, en todo caso, su aplicación deberá ser general, garantizándose la
impersonalidad de la medida, para respetar la dignidad del trabajador".
Este registro deberá formar parte del reglamento interno de la empresa (vid. dictamen de la
DT Nº 3723 de 15/8/2009).
7. Las normas especiales pertinentes a las diversas clases de faenas, de acuerdo con la
edad y sexo de los trabajadores. La ley Nº 20.422 agregó en este numeral que el reglamento
interno deberá contener los ajustes necesarios y servicios de apoyo que permitan al trabajador
con discapacidad un desempeño laboral adecuado.
10. Las sanciones que podrán aplicarse por infracción a las obligaciones que señale este
reglamento, las que sólo podrán consistir en amonestación verbal o escrita o multa de hasta
veinticinco por ciento de la remuneración diaria.
13. El procedimiento al que se someterán los reclamos que se deduzcan por la infracción del
art. 62 bis. En todo caso, el reclamo y la respuesta del empleador deberán constar por escrito y
estar debidamente fundados. La respuesta del empleador deberá ser entregada dentro de un
plazo no mayor a treinta días de efectuado el reclamo por parte del trabajador.
Una copia del Reglamento debe remitirse al Ministerio de Salud —el cual revisa la parte de
higiene y seguridad del mismo—, y a la DT —la cual controla su parte laboral—, dentro de los
5 días siguientes a su entrada en vigencia. Dichas instituciones pueden exigir, de oficio,
modificaciones al Reglamento por razones de ilegalidad o bien, solicitar la incorporación de las
disposiciones obligatorias contempladas en el artículo 154 del CT.
Conforme al artículo 156 del CT, el Reglamento debe ponerse en conocimiento de los
trabajadores 30 días antes de la fecha en que comience a regir y fijarse, a lo menos, en dos
sitios visibles del lugar de las faenas con la misma anticipación. Debe, además, entregarse una
copia a los sindicatos, al delegado de personal y al Comité Paritario existente en la empresa.
Empero, según lo dispuesto en el inciso final del artículo 153 del CT, el delegado de
personal, cualquier trabajador o las organizaciones sindicales de la empresa, pueden impugnar
las disposiciones del Reglamento que estimen ilegales, mediante presentación efectuada ante
la autoridad de salud o la DT, según corresponda.
En este orden de ideas, la doctrina explica que en nuestro derecho el reglamento interno es
un acto propio de la empresa, que emana de una facultad del empresario y no de un acuerdo
de voluntades entre el empleador y los trabajadores. La objeción de legalidad que contempla la
ley para los trabajadores y algunos servicios estatales no significa que estos sujetos participen
activamente en la generación del reglamento (Rivas, 1991: 201 y 202).
El reglamento interno es una importante expresión del reconocimiento que el derecho laboral
otorga al poder del empleador, conformando lo que la doctrina denomina la protección flexible
del derecho laboral (Gamonal, 2008: 105).
Por cierto, el empleador está obligado a respetar el reglamento interno aunque éste emane
de una facultad que le confiere la ley, toda vez que la doctrina de los actos propios "permite
concluir que siendo el reglamento interno de la empresa un acto unilateral del empleador, que
obviamente obliga a los trabajadores, vincula también a su autor, porque razonablemente ha
generado en los trabajadores una situación de certeza en el sentido de que no les serán
exigibles otras conductas que las señaladas en el reglamento o de que tienen los derechos
que en él se contemplan" (Rivas, 1991: 203).
El reglamento interno, en cuanto acto soberano de la empresa, puede ser alterado por el
empresario a su arbitrio, pero dichos cambios no pueden tener efecto retroactivo (Rivas, 1991:
204). Además, la norma del art. 4º inciso segundo del CT también es aplicable al reglamento
interno de la empresa, por lo cual rige respecto del nuevo empleador, sin perjuicio de que éste
pueda cambiarlo según lo disponen las normas legales al respecto.
Por último, el artículo 67 de la ley Nº 16.744, que establece normas sobre Accidentes del
Trabajo y Enfermedades Profesionales, "establece la obligación de toda empresa o entidad,
cualquiera que sea el número de los trabajadores, de confeccionar, mantener al día y entregar
gratuitamente a sus trabajadores un "Reglamento Interno de Higiene y Seguridad en el
Trabajo", cuyo cumplimiento es obligatorio para los trabajadores" (Lanata, 2006: 41). En este
reglamento se deberán consultar la aplicación de multas a los trabajadores que no utilicen los
elementos de protección personal que se les haya proporcionado o que no cumplan las
obligaciones que les impongan las normas, reglamentaciones o instrucciones sobre higiene y
seguridad en el trabajo.
No cabe duda alguna de que esta potestad disciplinaria constituye una de las mayores
expresiones de poder privado que el derecho sanciona. Implica una especie de poder de
policía, pero en manos de un particular: el empleador.
Son interesantes los paralelismos con el derecho de familia, con el denominado PODER
PENAL DOMÉSTICO (Couso, 2003: 324). El antiguo art. 233 del CC establecía la facultad del
padre de corregir y castigar moderadamente a sus hijos e, incluso, imponerles la pena de
detención hasta por un mes en un establecimiento correccional. Bastaba sólo con la solicitud
del padre y el juez emitía la orden si el hijo era menor de 16 años. En los otros casos el juez
calificaba los motivos y podía extender el arresto hasta por seis meses más. El padre podía a
su arbitrio hacer cesar el arresto.
Luego, en 1928 esta facultad fue derogada y el actual art. 234 del CC permite a los padres
corregir a sus hijos cuidando que ello no menoscabe su salud ni su desarrollo personal (Couso,
2003: 324). La doctrina ha destacado que esta violencia legal del padre sobre sus hijos tiene
una naturaleza privada y pública. Se le reconoce al padre este derecho por el Estado como
parte de su dominio privado y, a la vez, es una función que al poder público le interesa
preservar (Couso, 2003: 326). "El Estado no solo quiere reconocer un ámbito de dominio
privado al padre de familia, donde este "gobierna", sino también alcanzar objetivos políticos a
través de ese reconocimiento, gobernando a la familia y gobernando a los individuos a través
de la familia" (Donzelot citado por Couso, 2003: 329).
Desde una perspectiva sociológica, el poder disciplinario del empleador se enmarca dentro
de una evolución mayor de la sociedad industrial. "La riqueza de los siglos XVI y XVII se
componía esencialmente de fortuna o tierras, especie monetaria o, eventualmente, letras de
cambio que los individuos podían negociar. En el siglo XVIII aparece una forma de riqueza que
se invierte en un nuevo tipo de materialidad que no es ya monetaria: mercancías, stocks,
máquinas, oficinas, materias primas, mercancías en tránsito y expedición. El nacimiento del
capitalismo, la transformación y aceleración de su proceso de asentamiento se traducirá en
este nuevo modo de invertir materialmente las fortunas. Ahora bien, estas fortunas compuestas
de stocks, materias primas, objetos importados, máquinas, oficinas, están directamente
expuestas a la depredación. (...) el gran problema del poder en esta época es instaurar
mecanismos de control que permitan la protección de esta nueva forma material de fortuna"
(Foucault, 2005: 118 y 119).
En materia laboral el control social se sanciona por medio del contenido potestativo del
contrato de trabajo, especialmente, la potestad disciplinaria.
Para la doctrina laboral nacional esta potestad disciplinaria es expresión del art. 19 Nºs. 21 y
24 de la Constitución, relativo a la libertad para desarrollar cualquier actividad económica y al
derecho de propiedad. Se ha enfatizado que "tiene por objeto mantener el orden de los
trabajadores al interior de la organización y se dirige a la corrección de las conductas
contrarias a la disciplina laboral" (Lizama, 2003: 80).
Con el poder disciplinario el derecho del trabajo busca otorgar medidas efectivas al
empleador, que "sean idóneas para garantizar el desarrollo regular y la continuidad de la
actividad de la empresa" (Persiani y Proia, 2008: 242).
Tanto las sanciones por el incumplimiento de las obligaciones y deberes del empleador,
como el procedimiento destinado a determinarlas, deben establecerse en el Reglamento
Interno de Orden, Higiene y Seguridad.
De lo anterior podemos concluir que el mero hecho de infringir el Reglamento Interno por
parte de un trabajador no es causal que se pueda invocar para poner término al contrato de
trabajo, salvo que la infracción corresponda a hechos o causas contempladas en el CT
(Walker, 2003: 360).
No obstante, en el caso de acoso sexual, la doctrina postula que sería posible dentro de las
medidas de resguardo que el empleador suspendiera el contrato con derecho a remuneración
para el acosador, en casos especialmente graves y cuando no sea posible aplicar las medidas
sugeridas por ley (Lizama y Ugarte, 2005: 40).
a) No pueden exceder del 25% de la remuneración diaria del trabajador, según lo dispuesto
en el numeral 10º del artículo 154.
Por consiguiente, conforme a esta disposición "ninguna pena tiene carácter indemnizatorio,
en particular, las multas, cuyo monto no resarce perjuicios al empleador y debe ser destinado a
los fines de bienestar o de capacitación" (Macchiavello, 1986: 253).
c) Según el tenor literal del inciso primero del art. 157 del CT, de su aplicación puede
reclamarse ante la Inspección del Trabajo competente.
a) Deben enmarcarse dentro de los objetivos del contrato de trabajo (límite interno).
b) Las sanciones deben estar consagradas por ley (legalidad). Quizás la única excepción en
nuestro derecho es la que mencionamos en este mismo párrafo sobre el acoso sexual.
d) Las sanciones no pueden ser por represalia (garantía de indemnidad), con la finalidad de
acosar, abusar o vengarse del trabajador.
e) Las sanciones y la potestad disciplinaria limitan con los derechos fundamentales del
trabajador, art. 5º del CT (límite externo). Por tanto, su viabilidad podrá llegar a ser objeto de
ponderación según el caso, sin perjuicio de que no podrá afectarse la esencia del derecho
fundamental de que se trate (art. 485 del CT).
El contrato de trabajo no sólo tiene un contenido potestativo sino también uno de carácter
personal, tanto para el empleador como para el trabajador.
Así como "el derecho civil contempla la tutela para algunas personas que en una u otra
forma son estimadas incapaces" (Macchiavello, 1986: 181) —por ej.: a través de la exigencia
legal de formalidades habilitantes—, en esta rama del derecho, el contrato de trabajo impone
como obligación principal al empleador la de preocuparse por la persona del trabajador y de
sus legítimos intereses (Thayer y Novoa, 2008: 193).
Por consiguiente, el empleador debe cumplir ciertas obligaciones emanadas de la ley para
proteger a su contraparte trabajadora —parte débil de la relación laboral—, entre los cuales
destacan:
- El DEBER DE PREVISIÓN.
Ahora bien, cabe hacer presente que estos deberes no están a cargo del Estado, sino que
es una obligación legal, de la que es deudor el empresario y acreedor el trabajador
(Macchiavello, 1986: 182).
Como es posible apreciar de su sola lectura, su finalidad consiste en reducir al máximo los
eventuales riesgos intrínsecos a la actividad de que se trata y su íntegra protección, a través
de los mecanismos contemplados en la misma disposición legal.
Este deber se vincula estrechamente con las políticas estatales de Seguridad Social, cuyos
orígenes se remontan a la ley inglesa Moral and Health Act de Robert Peel de 1802 y, en
nuestro país, a la Ley de Sillas —ley Nº 2.951 de 1915—, todavía vigente en el artículo 193 del
CT.
Este deber no sólo se limita a la integridad física del trabajador, sino que cautela también su
integridad psíquica, que, por ejemplo, puede afectarse gravemente en un acoso sexual o en un
mobbing.
Norma Contenido
— Tomar todas aquellas medidas tendientes a que el trabajador y/o su familia puedan utilizar
eficiente y oportunamente los servicios de seguridad social, por ejemplo, otorgarle la
documentación necesaria según el caso.
Además, el art. 184 inciso tercero dispone que los organismos administradores del seguro
de la ley Nº 16.744, deberán informar a sus empresas afiliadas sobre los riesgos asociados al
uso de pesticidas, plaguicidas y, en general, de productos fitosanitarios.
Según el art. 5º de la referida ley, por ACCIDENTE DEL TRABAJO se entiende "toda lesión
que una persona sufra a causa o con ocasión del trabajo, y que le produzca incapacidad o
muerte". Incluye por tanto las lesiones que sufra a causa o con ocasión:
• Del trabajo
• De capacitación ocupacional
En caso de accidente del trabajo o enfermedad profesional del imponente, se le otorgan una
serie de beneficios económicos tendientes a la compensación de sus incapacidades, a saber,
si queda inválido, o a su familia, si fallece, como son por ejemplo: el subsidio por incapacidad
laboral temporal; indemnización si la invalidez es igual o superior al 15% e inferior al 40%;
pensión de invalidez parcial, si la invalidez es igual o superior a un 40% e inferior a un 70%;
pensión de invalidez total, si la invalidez es igual o superior a un 70%, pensión por gran
invalidez (en caso que requiera de la ayuda de terceros para los actos básicos de la vida
diaria), entre otros.
Pero además, el art. 69 letra b) de esta ley señala en forma expresa que el trabajador
afectado y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad cause daño, podrán
demandar a su empleador "las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las
prescripciones del derecho común, incluso el daño moral".
Ahora bien, la palabra "eficazmente" utilizada en el inciso primero del art. 184
aparentemente apunta a un efecto de resultado, el que sin duda se encuentra también
presente; pero fundamentalmente debe entendérsela referida a la magnitud de la
responsabilidad y la acuciosidad con que el empleador debe dar cumplimiento a su obligación
de prevención y seguridad (Thayer y Novoa, 2008: 195).
Asimismo, como este artículo "no determina el grado de culpa de que debe responder el
empleador en su cumplimiento, necesario resulta concluir que éste es el propio de la culpa
levísima, es decir, la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso emplea en
sus negocios importantes" (Thayer y Novoa, 2008: 196), conforme a las prescripciones del
derecho común (art. 44 del CC).
Finalmente, cabe hacer presente que en las empresas con 25 o más trabajadores, deben
constituirse COMITÉS PARITARIOS, en los que habrá representantes de ambas partes:
trabajadores y empleador, los que deberán acordar las condiciones para preservar dicha
seguridad. Además, en las empresas mineras, industriales y comerciales que ocupen a más de
cien trabajadores será obligatoria la existencia de un departamento de prevención de riesgos
profesionales, el que será dirigido por un experto en prevención.
En efecto, así como el trabajador contrae la obligación de prestar los servicios para los
cuales fue contratado, le asiste el derecho correlativo de prestarlos efectivamente. Desde el
punto de vista del empleador, la DT ha dicho que: "sus principales obligaciones consisten en
proporcionar al dependiente el trabajo convenido y en pagar por estos servicios la
remuneración que hubiere convenido" (Ugarte, 1996: 21).
Igualmente, este derecho resulta vulnerado, según la jurisprudencia administrativa, por "el
hecho de que el empleador impida al trabajador la entrada al trabajo por el hecho, por ejemplo,
de llegar atrasado" (Lizama, 2003: 67).
Por último, es claro que el trabajador víctima de estas arbitrariedades podría, en vistas a
este derecho, alegar un incumplimiento grave de las obligaciones que impone el contrato, por
parte de su empleador, accionando por despido indirecto al tenor del art. 171 del CT.
Se ha destacado una suerte de extensión del objeto en el contrato de trabajo, dado que la
relación sinalagmática no se definiría más por medio del binomio trabajo-remuneración, sino
que por vía del trinomio prestación de trabajo-formación-remuneración (Dejean, 1991:114).
Por formación profesional podemos entender "todas las modalidades de formación dirigidas
a capacitar para el desempeño de una ocupación laboral y proveer de una cualificación
profesional, exceptuadas las de nivel superior" (Barbagelata, 2003: 20).
La flexiguridad implica una política laboral (uno de los principales exponentes de este
sistema es Dinamarca) basada en la importancia de la protección social, del diálogo social y de
la cohesión social, en armonía con la necesaria flexibilidad laboral que permita competir a las
economías europeas.
Para estos efectos, el modelo social europeo enfatiza que la flexibilidad en el mercado de
trabajo (especialmente la externa) debe ir acompañada de grandes beneficios para los
desempleados (Philips y Eamets, 2007: 8 y ss.) y de una política de formación permanente
acorde con el desarrollo de las nuevas tecnologías (Philips y Eamets, 2007: 6).
En nuestro derecho, en virtud de lo dispuesto en el art. 179 del CT, "la empresa es
responsable de las actividades relacionadas con la capacitación ocupacional de sus
trabajadores, entendiéndose por tal, el proceso destinado a promover, facilitar, fomentar y
desarrollar las aptitudes, habilidades o grados de conocimiento de los trabajadores, con el fin
de permitirles mejores oportunidades y condiciones de vida y de trabajo; y a incrementar la
productividad nacional, procurando la necesaria adaptación de los trabajadores a los procesos
tecnológicos y a las modificaciones estructurales de la economía, sin perjuicio de las acciones
que en conformidad a la ley competen al Servicio Nacional de Capacitación y Empleo y a los
servicios e instituciones del sector público".
Por su parte, el art. 11 de la ley Nº 19.518 de 1997, que fija el Nuevo Estatuto de
Capacitación y Empleo, dispone que: "las actividades de capacitación corresponderán a las
empresas con acuerdo de los trabajadores o decisión de la sola administración; o al Servicio
Nacional, actuando en este último caso en conformidad con lo dispuesto en la letra d) del
artículo 2º de esta ley", vale decir, formulando, financiando y evaluando programas y acciones
de capacitación desarrolladas a través de los organismos competentes, destinados a mejorar
la calificación laboral de los beneficiarios del sistema que cumplan con los requisitos
contemplados en la ley.
A modo de incentivo, el Estado "establece una franquicia tributaria que facilita a las
empresas el desarrollo de la capacitación ocupacional a favor de los trabajadores" (Lizama,
2003: 68), sea en forma directa o mediante organismos técnicos de ejecución de la
capacitación, ya que "en el sistema de capacitación y fomento del empleo chileno, al Estado le
corresponde solamente una función general de tuición sobre el mismo" (Walker, 2003: 172).
Con todo, "el Estado financia un Fondo Nacional de Capacitación que lleva a cabo
programas de capacitación para aquellas personas que no pueden tener acceso a la
capacitación realizada en las empresas" (Walker, 2003: 173), los cuales se ejecutan a través
de los mismos organismos técnicos de ejecución de capacitación.
Con todo, se ha hecho presente que "no obstante ser un instrumento interesante de
promoción de empleo de jóvenes, es discutible desde el punto de vista de la protección del
trabajador y puede prestarse a abusos, especialmente dado a que, por una parte, se impide al
aprendiz negociar colectivamente y, por otra, se puede pagar una remuneración inferior al
ingreso mínimo" (Walker, 2003: 350).
Lo anterior beneficia al empleador en cuanto le permite "imputar el costo directo de ella a las
indemnizaciones por término de contrato que pudieren corresponderle, con un límite de 30 días
de indemnización", al tenor de lo dispuesto en el inciso primero de la disposición legal en
análisis, para lo cual "cumplida la anualidad del respectivo contrato, y dentro de los siguientes
sesenta días, el empleador procederá a liquidar, a efectos de determinar el número de días de
indemnización que se imputan, el costo de la capacitación proporcionada", so pena de hacer
inimputable dicho costo a la eventual indemnización del trabajador.
S 2: G
Glosario
• Accidente de trabajo: Toda lesión que una persona sufra a causa o con ocasión del trabajo, y
que le produzca incapacidad o muerte.
• Deber de previsión: Obligación de prestar o garantizar los elementos necesarios para que los
trabajadores en caso de accidente o emergencia puedan acceder a una oportuna y
adecuada atención médica, hospitalaria y farmacéutica.
• Derecho de resistencia: Derecho de negarse a trabajar frente al uso abusivo del jus variandi,
o frente a órdenes que menoscaben la responsabilidad profesional, técnica o científica del
trabajador, y en los casos en que se ordena la realización de un hecho ilícito o contrario al
orden público.
• Deber de seguridad del empleador: Obligación del empleador de cumplir ciertos deberes
emanados de la ley para proteger a su contraparte trabajadora, que es considerado el
sujeto débil de la relación laboral.
• Deber general de protección: Obligación del empleador de tomar todas las medidas
necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores, informando de los
posibles riesgos y manteniendo las condiciones adecuadas de higiene y seguridad en las
faenas, como también los implementos necesarios para prevenir accidentes y
enfermedades profesionales.
• Jus variandi: Potestad del empleador de variar, dentro de ciertos límites, las modalidades de
prestación de las tareas del trabajador.
• Potestad: Posición en la que se encuentra una persona cuando mediante una declaración de
voluntad puede modificar la posición normativa de otra.
Cuestionario
2. Explique el contenido potestativo. ¿Por qué este poder se presenta en el derecho laboral
con un gran déficit de imparcialidad?
12. Explique el fundamento y naturaleza jurídica del Reglamento Interno de Orden, Higiene y
Seguridad.
18. Explique el deber de seguridad del empleador. ¿Por qué se habla de obligación de
cuidado?
S 3: A
1. Lea el Convenio Nº 142 sobre desarrollo de los recursos humanos (1975) de la OIT
(www.ilo.org).
S 5: R
5. B G , Antonio (1991), Derecho del Trabajo: Modelo para Armar, Madrid, Trotta.
8. C , Jaime (2003), "La otra violencia. Poder penal doméstico sobre los niños en el
derecho chileno", Informes de Investigación, Centro de Investigaciones Jurídicas, Santiago,
Facultad de Derecho, Universidad Diego Portales.
10. D C , Carlos (1984), Derecho Civil, Parte general, 2ª edición, Santiago, Editorial
Jurídica de Chile.
11. E U , Óscar (1996), Apuntes sobre la huelga, Montevideo, Fundación de
Cultura Universitaria.
19. L , Carlos A. (2004), Derecho del Trabajo, (Dirigido por Carlos Livellara y
Coordinado por Olga Castillejo), Mendoza, Ediciones Jurídicas Cuyo.
22. L S M , Jorge (1998), Los Contratos, Parte General, tomo II, Santiago,
Editorial Jurídica de Chile.
31. R , Ramón (1991), "La Doctrina de los Actos Propios y el Reglamento Interno de la
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Chile.
32. R , Alf (2005), Sobre el Derecho y la Justicia, 3ª edición, Buenos Aires, Eudeba.
36. U C , José Luis (1996), "El Contenido del Contrato Individual de Trabajo",
Boletín Oficial de la Dirección del Trabajo, Santiago, Nº 94, 1996.
S 1: T
El contrato de trabajo no solo tiene un contenido potestativo y otro patrimonial, sino también
uno personal.
Para la doctrina civil, "la buena fe objetiva impone a los contratantes el deber de
comportarse correcta y lealmente en sus relaciones mutuas, desde el inicio de los tratos
preliminares y hasta momentos incluso ulteriores a la terminación del contrato" (López, 1998:
395).
La buena fe objetiva permite dar a cada contrato su real contenido y dimensión según su
especial estructura, permitiendo calificar como obligaciones contractuales a aquellas que por
su naturaleza le pertenecen (Prado, 2009: 9).
Se destaca a la buena fe como "fuente de creación de deberes de conducta exigibles en
cada caso, de acuerdo a la naturaleza de la relación jurídica y con la finalidad perseguida por
las partes a través de ella; las partes no se deben sólo a aquello que ellas mismas han
estipulado o a aquello que determina el texto legal, sino a todo aquello que en cada situación
impone la buena fe" (Caamaño, 2007: 176).
Con todo, estimamos no se trata sólo de deberes accesorios sino más bien complementarios
frente a los meramente patrimoniales, dadas las modalidades del trabajo subordinado.
En base a este contenido personal se impone a las partes el deber de cumplir el contrato de
trabajo en forma leal, recta y honrada (Caamaño, 2007: 178).
Este contenido personal ha fundamentado para algunos autores la noción comunitaria del
contrato de trabajo, como una suerte de comunidad de intereses entre trabajadores y
empleadores. Esta concepción se opone a la tesis del conflicto industrial que ve en el contrato
de trabajo un conflicto inevitable de intereses entre empleadores y trabajadores, donde el
legislador entra a mediar y la autonomía colectiva logra armonizar transitoriamente dichos
intereses. La idea comunitaria ha sido muy criticada, en especial por su carácter corporativista
y reductor de las relaciones de trabajo.
Con todo, cabe advertir que en el contrato de trabajo subsiste por un lado el conflicto entre
los intereses del empleador y del trabajador, expresado entre otras manifestaciones por el
derecho de negociación colectiva y de huelga, así como una vinculación personal que en cierta
medida responde a dicha concepción comunitaria. En este sentido pensamos que el contrato
de trabajo tiene un contenido dual (comunitario/conflictivo) no necesariamente contradictorio,
ya que la sola conflictividad difícilmente podría permitir el desarrollo y la ejecución del contrato.
Un punto distinto son los límites que se imponen a estos deberes de buena fe, fidelidad y
lealtad, producto de la dignidad del trabajador y de la vigencia de sus derechos fundamentales
inespecíficos.
b) Los principios del derecho laboral y el alcance de muchos de los preceptos del CT,
especialmente los de terminación del contrato de trabajo por causales de caducidad, como la
de falta de probidad, dan cuenta de la recepción de este contenido personal.
El trabajador debe cumplir con la prestación de los servicios en forma subordinada y sujeto a
las potestades del empleador que hemos explicado. Por ello, cobra importancia y se constituye
como un derecho esencial el tiempo libre del trabajador y los límites de duración de su jornada
laboral.
Por tanto, el tema del tiempo se configura como de vital importancia en las relaciones de
trabajo y la evolución en esta materia se ha orientado hacia la reducción de los tiempos de
trabajo.
Existen institutos que tienen una específica impronta temporal, como la usucapión (Bretone,
1999: 41). Esta característica también la encontramos en el contrato de trabajo, por ser un
contrato de tracto sucesivo y porque se basa en una relación de poder de un particular sobre
otro (empleador y trabajador), en un contexto temporal diario, semanal, mensual, anual y de
toda la vida (estudios, trabajo y jubilación).
Esta temática no tenía, en las formas preindustriales, la importancia que hoy en día ha
adquirido, dado que las relaciones de trabajo en dicho período conformaban más bien un
vínculo personal que un intercambio de prestaciones (Supiot, 1999: 101).
Durante el siglo XIX se cometieron una serie de injusticias sociales. Dentro del conjunto de
abusos, debidamente documentados por la literatura científica, pueden constatarse las
extensiones excesivas de la jornada de trabajo, las cuales llegaban habitualmente a las 16 o
18 horas continuas (Carro Igelmo, 1991: 75 y 76), lo cual provocó un aumento significativo de
la mortalidad en la segunda mitad de ese siglo. Bajo este modelo, además, se trabajaba de
lunes a domingo y sin derecho a vacaciones.
La idea de limitar la duración del trabajo se basa en la necesidad de proteger la salud física
de los obreros y de los niños. Hombres de ciencia, hombres de bien, patrones ilustrados y
dirigentes de los nacientes movimientos sociales lograron poco a poco la reducción de la
jornada de trabajo. Por otra parte, la OIT, desde su creación, participó activamente de esta
evolución (Servais, 2006: 9).
Un argumento moral y bastante mezquino contrario a limitar la jornada de trabajo, fue que el
aumento de los períodos de descanso, podría llevar al deterioro espiritual de la clase obrera,
considerada inculta y a la que, en consecuencia, se dejaría en libertad para dar rienda suelta a
sus más viles y bajas pasiones (Ramm, 1994: 136).
Desde un punto de vista colectivo, el movimiento sindical norteamericano llamó a una huelga
general para 1 de mayo del año 1886 en Chicago, que terminó en los brutales acontecimientos
que determinaron la instauración del DÍA DEL TRABAJO a nivel mundial (Thayer y Novoa,
2008: 124).
Por su parte, los obreros británicos sintetizaron sus aspiraciones en la conocida consigna: "8
horas para trabajar, 8 horas para jugar y 8 horas para dormir y 8 chelines al día" (Thayer,
Sánchez y Parada, 2005: 20). La limitación de jornada se convirtió en uno de los grandes
valores simbólicos del movimiento obrero.
2.2. Definición
Para la doctrina, la jornada de trabajo puede DEFINIRSE como "el período delimitado por las
partes o por la ley, durante el cual el trabajador deberá estar en el sitio de sus funciones y a
disposición del empleador, para el cumplimiento de su actividad laborativa en forma
subordinada" (Macchiavello, 1986: 301).
La jornada cumple una doble función. Primero, sirve para determinar la cantidad de trabajo a
la que se obliga el trabajador. O sea, determina cuantitativamente la prestación laborativa y,
por ello, en paralelo, sirve para determinar la remuneración a pagar. Segundo, sirve para limitar
la exigibilidad máxima de la prestación de trabajo (Ghera, 1997: 163).
(1) Existencia de una relación laboral entre las partes, conforme al art. 7º del CT. Cabría
preguntarse, entonces, ¿qué ocurre en los casos en que no existe una relación de trabajo
entre empleador y trabajador, como por ejemplo, en el contrato de arrendamiento de servicios
inmateriales? En concordancia con lo explicado en otros capítulos de este manual, de no
existir relación de trabajo no son aplicables los mínimos laborales.
Desde ya, cabe precisar que este precepto legal recoge la definición de "horas de trabajo"
contendida en el Convenio Nº 30, de la OIT, de 1930, ratificado por nuestro país.
Por lo tanto, el empleador debe cumplir con su obligación principal (pagar la remuneración
convenida), siempre que el trabajador se encuentre a su disposición, sin realizar labor alguna,
pero por causas que no le sean imputables.
En otras palabras, esto significa que el empleador será responsable cuando el trabajador no
pueda ejecutar los servicios convenidos por causas imputables al primero, o bien, por caso
fortuito o fuerza mayor (Macchiavello, 1986: 304).
Como ya expresamos, para que haya jornada pasiva la inactividad debe proceder de causas
no imputables al trabajador. En caso contrario, podrá ser sancionado con toda la gama de
medidas que la ley le otorga al empleador (amonestación, multa, despido, etc.).
Desde principios del siglo XIX se pretende limitar la extensión máxima de la jornada para
evitar el DUMPING SOCIAL, consistente en estatuir normas o estándares laborales menores y
más bajos en los sectores de exportación, con la finalidad de obtener ventajas comparativas
para dichos productos en el mercado extranjero (Gamonal, 2008: 75).
Desde una perspectiva de síntesis podemos distinguir entre una determinación cualitativa y
cuantitativa de la prestación de trabajo. La DETERMINACIÓN CUALITATIVA alude a la
amplitud de las distintas modalidades de la prestación de trabajo convenida, a diferencia de la
DETERMINACIÓN CUANTITATIVA donde la subordinación y disposición del trabajador se
mide por el tiempo dentro del cual se ejecuta (Monteiro Fernandes, 1999: 324).
Por el carácter general de este manual, no analizaremos las jornadas especiales ni aquellas
estatuidas en los contratos especiales.
La regla general en nuestra legislación laboral está conformada por la JORNADA NORMAL
U ORDINARIA DE TRABAJO.
En este contexto y en vistas a su fin de protección, "la jornada del trabajo, fija un límite
máximo de horas en que se puede trabajar dentro de cada día y durante la semana"
(Macchiavello, 1986: 303).
Recién a partir del 1 de enero del año 2005, se redujo este máximo legal a 45 horas
semanales, al tenor de las modificaciones introducidas en nuestro sistema jurídico laboral tras
la dictación de la ley Nº 19.759 en el año 2001.
En síntesis, nada obsta a que las partes acuerden en el contrato individual o colectivo de
trabajo otra duración o distribución, siempre que no excedan los límites máximos permitidos
por la ley.
Con todo, "en los casos que convencionalmente se pacten jornadas inferiores a la legal, la
jornada convenida pasa a ser la jornada ordinaria y, en consecuencia, todo trabajo efectuado
en una jornada mayor debe considerarse como extraordinaria en la parte que excede a la
convencional" (Walker, 2003: 310).
Ahora bien, el máximo semanal determinado por el CT, a saber, a las 45 horas, no podrá
distribuirse en más de seis ni en menos de cinco días (art. 28 inciso primero del CT), es decir,
de lunes a viernes o de lunes a sábado, salvo en el caso del art. 27 inciso segundo.
Sobre este particular, resulta importante precisar que no necesariamente debe pactarse la
misma cantidad de horas de trabajo por día, siempre que por cierto la jornada diaria no exceda
de 10 horas diarias (art. 28 inciso segundo del CT). A estas diez horas máximas de jornada
ordinaria por día podremos sumar otras dos, por concepto de jornada extraordinaria (art. 31
inciso primero del CT). En definitiva, el límite máximo de trabajo diario será de 12 horas
considerando la jornada ordinaria y la extraordinaria.
En este orden de ideas, surge la cuestión de determinar qué debemos entender por semana
para estos efectos, encontrándose algunas respuestas en la jurisprudencia administrativa de la
DT, en el sentido de que este lapso no tiene por qué coincidir necesariamente con la "semana
calendario", que es la que comienza el día lunes y termina el domingo, pudiendo al efecto
comprender cualquier período continuo de siete días, sin importar en qué día se inicia ni en
qué día termina. Por lo tanto, "el cómputo [...] se debe realizar tomando en consideración el día
exacto en que el trabajador comienza a prestar sus servicios, sin importar cuál sea, y, a partir
de éste, contabilizar el período de siete días" (Melis y Sáez, 2000: 367).
En efecto, el Director del Trabajo podrá autorizar a través de resolución fundada, en casos
calificados y mediando el consentimiento previo de los trabajadores involucrados, el
establecimiento de sistemas excepcionales de distribución de jornadas de trabajo y descansos,
siempre que se cumplan las siguientes condiciones: a) que no pueda aplicarse la normativa
contemplada en el mismo art. 38 (que analizaremos más adelante), b) que así lo ameriten las
especiales características de la prestación de servicios y que, además, c) se hubiere
constatado, mediante la fiscalización administrativa, que las condiciones de higiene y
seguridad son compatibles con el referido sistema (art. 38 inciso sexto del CT).
La resolución que emita la DT con la distribución excepcional tendrá una vigencia de cuatro
años y podrá ser renovada por la autoridad si se constata que las condiciones que la
justificaron se mantienen.
La distribución del horario de trabajo puede ser común o diferenciada respecto de todos los
trabajadores de la organización empresarial.
Ahora bien, según lo dispuesto en el art. 33 inciso primero del CT, para los efectos de
CONTROLAR LA ASISTENCIA y determinar las horas de trabajo, sean ordinarias o
extraordinarias, el empleador llevará un REGISTRO que consistirá en un libro de asistencia del
personal o en un reloj control con tarjetas de registro.
Por su parte, el art. 20 inciso segundo del decreto supremo Nº 969, Reglamento para la
aplicación del Título IV del Libro I del Código del Trabajo, de 18 de noviembre de 1933 indica
que: "al fin de cada semana, el empleador sumará el total de las horas trabajadas por cada
empleado, y éste firmará en el mismo formulario o libro en señal de aceptación". Lo anterior
permite establecer el cumplimiento de la jornada ordinaria o el exceso sobre la misma. Este
registro debe llevarse cualquiera sea el número de trabajadores en la empresa.
Aparte del sistema de control contemplado en el art. 33 inciso primero del CT, el legislador —
en el inciso segundo de la misma disposición legal—, faculta a la DT para que de oficio o a
petición de parte, establezca y regule mediante resolución fundada, un sistema especial de
control de las horas trabajadas y de determinación de las remuneraciones correspondientes al
servicio prestado.
Esta resolución administrativa sólo será procedente de cumplirse los siguientes requisitos:
1. Que no sea posible aplicar los sistemas contemplados en el art. 33 inciso primero del CT,
a saber: libros de asistencia del personal o reloj control con tarjetas de registro, o bien
que estos sistemas de control dificulten la fiscalización administrativa de la DT.
2. Que el sistema especial que se autorice por la DT sea uniforme para una misma actividad,
según prescribe el art. 33 inciso segundo del CT (Walker, 2003: 312).
Con todo, en ningún caso se puede eximir a una determinada empresa de la obligación de
mantener algún sistema de control de asistencia.
Por último, debemos indicar que las JORNADAS ESPECIALES son aquellas cuya duración
máxima y/o distribución son diferentes a la ordinaria y su establecimiento por ley obedece a
casos excepcionales.
Ahora bien, para estos efectos GERENTE es quien tiene el control y gestión de la empresa,
y ADMINISTRADOR es quien toma las decisiones en la administración de la misma, como por
ejemplo, seleccionar y despedir personal (Lizama, 2003: 91). Los primeros quedan excluidos
por el solo hecho de ser tales, mientras que los segundos siempre que realicen labores de
dirección sin sujeción a fiscalización superior inmediata (Thayer y Novoa, 2008: 126).
Por su parte, los APODERADOS con facultades administrativas "son aquellos dependientes
que representan al empleador y que tienen, en general, poder decisional suficiente para obligar
a éste con los trabajadores en los diversos aspectos inherentes a toda relación laboral, entre
los cuales puede citarse, a vía ejemplar, la facultad de decidir sobre la contratación o despido
de personal, la autorización de permisos y feriados, etc". (Melis y Sáez, 2000: 400).
Sólo quedarán excluidos de las limitaciones a la jornada laboral en tanto tengan un poder o
mandato que les confiera las facultades a que se refiere el artículo 2132 del Código Civil, esto
es, las propias del mandatario, lo que se infiere de la expresión "con facultades de
administración" (Thayer y Novoa, 2008: 127), como son pagar deudas y cobrar créditos de su
mandante en lo tocante al giro administrativo ordinario, perseguir en juicio a los deudores,
intentar las acciones posesorias e interrumpir las prescripciones, contratar las reparaciones de
las cosas que administra, y comprar los materiales necesarios para el cultivo o beneficio de las
tierras, minas, fábricas, u otros objetos de industria que se le hayan encomendado.
Un trabajador que presta servicios a distintos empleadores podría superar el límite máximo
de 45 horas semanales dispuesto por el CT, lo que no pareciera lo más adecuado para tutelar
su integridad física y psíquica. El pluriempleo no debiera desproteger la salud del trabajador y,
por ende, se precisa una política legislativa que les brinde una protección adecuada.
Su exclusión se funda también en la autonomía con la cual prestan sus servicios, lo que
impide que sean fiscalizados por el empleador.
Mientras los trabajadores a domicilio prestan sus servicios en su propio hogar o en un lugar
libremente elegido por ellos (vid. infra párrafo 3), estos trabajadores no prestan sus servicios
en un lugar físico determinado sino que, por el contrario, su actividad consiste en viajar o
desplazarse directamente a los recintos en que se encuentran sus clientes.
Además se incluyen dentro de este criterio, aquellos que trabajan "sin fiscalización superior
inmediata". A propósito de esta categoría de exclusión, la DT ha señalado que existe
FISCALIZACIÓN cuando se puede criticar y traer a juicio las acciones u obras de otro, y es
"superior" cuando se ubica en una posición de preeminencia respecto de otra" (Melis y Sáez,
2000: 401).
b) Este control o supervisión debe estar a cargo de personas de mayor jerarquía dentro de la
estructura organizacional empresarial, y
c) El referido control debe ser ejercido de manera cercana, próxima o contigua. Esta
condición "debe entenderse en el sentido de proximidad funcional entre quien supervise
o fiscalice y quien ejecute la labor respectiva" (Walker, 2003: 306).
Los arts. 23 y 23 bis del CT estatuyen diversas normas especiales para estos trabajadores.
Se trata de los TRABAJADORES A DOMICILIO, entendiéndose por tales los que prestan
servicios en su propio hogar o en un lugar libremente elegido por ellos, y que han sido
contratados en esta calidad de acuerdo a las normas contempladas en el CT.
El principal fundamento de esta excepción radica en que prestan sus servicios en sus
propios hogares, con independencia del control directo del empleador.
3. No se trata de una prestación única, sino de una serie continuada de prestaciones que en
conjunto configuran la obligación principal de la parte trabajadora.
5. El suministro de materia prima y de todo lo necesario para que el trabajador pueda prestar
adecuadamente los servicios convenidos lo efectúa el empleador, en cumplimiento de su
obligación de ocupación adecuada y efectiva (Melis y Sáez, 2000: 402).
Las hipótesis del art. 22 son bastante amplias y permiten abusos o legitiman el pluriempleo,
lo cual, en definitiva, puede perjudicar al trabajador, su salud y su vida familiar. Por tanto, estas
exclusiones debieran revisarse o, al menos, implementarse un mecanismo eficiente de control
administrativo o sindical. Claramente deberán interpretarse restrictivamente.
Por lo demás, se hace necesario precisar que si se estipula en el contrato de trabajo que el
trabajador no estará sujeto a jornada de trabajo, significa que éste no puede ser obligado a
cumplir ninguna jornada precisa. Excepcionalmente, como por ejemplo en el caso de los
vendedores, puede exigírseles que acudan donde su empleador una vez al día a recibir
instrucciones, documentos o dar cuenta de sus labores, siempre y cuando ello no signifique la
imposición de una jornada (Walker, 2003: 306).
En este mismo sentido, a todos los trabajadores excluidos de las limitaciones contempladas
en nuestro ordenamiento jurídico laboral, a propósito de la jornada de trabajo, les
corresponderá atenerse en términos rigurosos a las instrucciones del empleador. En estos
casos la subordinación se materializará principalmente con las instrucciones y el ejercicio del
trabajo precisado por el empleador, y no con las permanencia obligada durante un cierto curso
o el total de la jornada en la sede de la empresa.
Por último, debemos hacer presente que, según lo dispuesto en el art. 42 letra a) del CT, sin
perjuicio de lo dispuesto en la norma legal en comento, se presumirá que el trabajador está
afecto a jornada ordinaria de trabajo en las siguientes hipótesis:
— Cuando deba registrar a través de cualquier medio y en cualquier momento del día el
ingreso o salida de sus labores.
Analizaremos esta norma en las remuneraciones, dado que su objetivo es que los
trabajadores excluidos de jornada igualmente perciban el sueldo base o mínimo.
La jornada ordinaria de trabajo comprende un límite máximo semanal (45 horas) y un límite
máximo de distribución diaria (10 horas). No obstante, diversas situaciones excepcionales
pueden exigir que se trabaje más por un tiempo determinado. En este contexto surgen las
horas extras o jornada extraordinaria de trabajo.
Su regulación gira en torno a dos ideas esenciales: su transitoriedad y que, más allá de la
emergencia, se respeten los fundamentos últimos de los límites de jornada, como por ejemplo,
la salud del trabajador.
Por otra parte, este esfuerzo suplementario deberá ser compensado económicamente al
trabajador, con un aumento retributivo.
Conforme al art. 30 del CT, la jornada extraordinaria es aquella "que excede del máximo
legal o de la pactada contractualmente, si fuese menor". Es decir, aquella que supera la
jornada laboral ordinaria o normal actual de 45 horas semanales o la jornada inferior convenida
por los contratantes.
3.2. Requisitos
La jornada extraordinaria de trabajo debe entonces reunir las características y cumplir las
limitaciones que expondremos a continuación:
Para pactarla debe concurrir la voluntad expresa y por escrito del trabajador afecto a la
misma. Excepcionalmente se acepta en algunos casos un acuerdo tácito.
Lo anterior en atención a que la idea subyacente a esta normativa es que sean realmente
excepcionales, y que no sean impuestas por el empleador. Lamentablemente, la realidad es
bien distinta, dado que en nuestro país son numerosos los trabajadores que laboran horas
extras en forma regular y normal, sin acuerdo previo, aunque se remuneren como horas extras
al tenor del art. 32 inciso segundo ya citado. Esto se debe a la forma en que se organiza el
trabajo, con una mentalidad del siglo XIX de que a más horas en el escritorio se es más
productivo. Por otro lado, los bajas remuneraciones constituyen un incentivo perverso que
conlleva que muchos trabajadores estén dispuestos a realizar todas las horas extras que
puedan.
Su procedencia debe estar fundada en una causa legal, cual es "atender necesidades o
situaciones temporales de la empresa", según dispone el art. 32 inciso primero del CT.
Este requerimiento fue incorporado por la ley Nº 19.759 de 2001, con la idea de que fueran
realmente extraordinarias estas horas, lo cual no se ha logrado en la práctica, por las razones
expuestas en el párrafo anterior.
c) Debe ser transitoria
Por su parte, según vimos, el art. 32 inciso primero del CT dispone que "sólo podrán
pactarse para atender necesidades o situaciones temporales de la empresa", las que
obviamente no son previsibles de antemano al momento de celebrarse el contrato de trabajo.
Así, su necesidad, constatación y estipulación —a través del correspondiente acuerdo por
escrito—, sólo puede presentarse durante el desarrollo de la correspondiente prestación de
servicios, frente a las eventualidades inherentes a toda actividad económica y laborativa.
El pacto de jornada extraordinaria puede ser individual o colectivo y su renovación cada tres
meses sólo podrá proceder en el evento que se mantengan las situaciones o necesidades
temporales que le dieron origen, entendiéndose por tales "todas aquellas circunstancias que
no siendo permanentes en la actividad productiva de la respectiva empresa y derivando de
sucesos o acontecimientos ocasionales o de factores que no sea posible evitar, impliquen una
mayor demanda de trabajo en un lapso determinado" (Lizama, 2003: 98 y 99).
Las horas extraordinarias sólo pueden pactarse en actividades que, por su naturaleza, no
perjudiquen la salud del trabajador (art. 31 inciso primero del CT).
El límite máximo de horas extraordinarias permitido por ley es de dos horas por día (art. 31
inciso primero).
¿Cómo debemos computar este límite, en forma diaria o semanal? La DT ha tenido distintas
posturas. En la actualidad señala que "el límite que sirve de base para establecer la existencia
de horas extraordinarias es de carácter semanal siendo, por tanto, viable afirmar que el hecho
de que se haya laborado en exceso sobre un horario diario no determina por sí solo la
existencia de sobretiempo, sino que, por el contrario, éste se producirá solamente una vez que
se haya enterado el número de horas que constituye la jornada ordinaria semanal convenida"
(Melis y Sáez, 2000: 430).
Por otra parte, la DT es de opinión de que si la jornada ordinaria está distribuida de lunes a
viernes, es perfectamente posible trabajar horas extras el día sábado. En estos casos la
jornada extraordinaria del día sábado deberá sujetarse a los siguientes límites:
a) Sólo podrán trabajarse las horas extras no laboradas en la semana (hasta dos horas por
día).
b) El límite máximo a ocupar el sábado será de 8 horas, aunque en ningún día se haya
trabajado horas extras y, por ende, se disponga de un mayor número de horas extras no
trabajadas.
O sea, aunque pudieran trabajarse más de 8 horas el sábado dado que de lunes a viernes
no se trabajó extra, el sábado sólo podrían trabajarse hasta 8 horas en jornada extraordinaria
(dictamen de la DT Nº 1673/103 de 5/6/2002). Estas 8 horas operaban cuando la jornada
ordinaria era de 48 horas. Actualmente, con la jornada de 45 horas, el límite es de 7,5 horas.
Como ya expusimos, muchas veces los trabajadores siguen prestando servicios fuera de su
jornada ordinaria e, incluso, por un período de tiempo superior a las dos horas diarias extras
que pueden trabajar por ley como extraordinarias, sea a través de un acuerdo expreso o tácito
de los contratantes, o por imposición unilateral del empleador.
Con todo, según dispone el art. 32 inciso final, no se considerarán horas extraordinarias las
trabajadas en compensación de un permiso, siempre que dicha compensación haya sido
solicitada por escrito por el trabajador y autorizada por el empleador. Sobre el particular, la
jurisprudencia administrativa nacional ha dictaminado que la compensación solo puede tener
su origen en un acuerdo expreso de los contratantes, el que debe ser suscrito con antelación a
la época en que dicha compensación deba concretarse. No resulta viable imponerla en forma
unilateral por una de las partes, como tampoco tener lugar con anterioridad a la solicitud y
autorización respectiva (Melis y Sáez, 2000: 441).
Conforme al art. 32 inciso tercero del CT, la jornada extraordinaria debe pagarse con un
recargo del cincuenta por ciento sobre el sueldo convenido para la jornada ordinaria. Esta
forma especial de remuneración, es conocida como sobresueldo o sobretiempo. Su monto es
mayor dado que es un tiempo extra que el trabajador dedica a laborar, y por tanto, implica un
esfuerzo mayor y extra al normal.
De no haberse pactado un sueldo para la misma o de ser éste inferior al ingreso mínimo
mensual que se determina anualmente por ley, este último constituirá la base de cálculo para
determinar el respectivo recargo. Con este precepto se intentaba limitar algunos abusos en la
práctica, donde se remuneraba a trabajadores con un sueldo mensual muy bajo (incluso de un
peso) y por comisión de ventas u otros servicios. De esta forma, el trabajo extraordinario
quedaba en los hechos sin un pago extra, porque el sueldo era ínfimo o casi inexistente (o sea,
el recargo del 50% era sobre un monto bastante menor o un peso...). Esta parte de la norma
está actualmente de más, dado que por expresa disposición del artículo 42 a) del CT,
reformado por la ley 20.281 de 21 de julio de 2008, el sueldo base es obligatorio y su monto
debe ser, a lo menos, equivalente al ingreso mínimo mensual.
Para efectos de computar la base de cálculo sobre la cual se aplicará el recargo legal
contemplado en el CT, la DT ha dictaminado que se deberán considerar "todas aquellas
remuneraciones que queden comprendidas en la definición legal de sueldo" (Lizama, 2003:
100).
En los contratos a tiempo parcial, la base de cálculo para su pago no puede ser inferior al
ingreso mínimo mensual calculado proporcionalmente a la cantidad de horas pactadas como
jornada ordinaria (art. 40 bis A inciso segundo).
En el caso de los trabajadores remunerados exclusivamente por día, su sueldo diario
"incluirá lo pagado por este título en los días domingo y festivos comprendidos en el período en
que se liquiden las horas extraordinarias, cuya base de cálculo en ningún caso podrá ser
inferior al ingreso mínimo mensual", según dispone el art. 45 inciso tercero del CT.
a) Deben liquidarse y pagarse junto con las remuneraciones ordinarias del respectivo
período, según lo dispuesto en el art. 32 inciso tercero del CT.
b) No se permite que las horas extraordinarias puedan ser compensadas con descanso
adicional, ya que deben cancelarse en dinero.
c) Para que se cumplan los límites establecidos por el legislador, el empleador debe llevar
un registro para controlar las asistencias y determinar las horas extraordinarias
trabajadas, según lo dispuesto en el art. 33 del CT.
4. Los descansos
Las FUNCIONES DEL TIEMPO LIBRE serían las siguientes: descanso, distracción y
desarrollo de la personalidad. Incluso se ha planteado la posibilidad de llegar al ocio
contemplativo que permite el desarrollo de la creatividad, imaginación, de la capacidad de
amar y de la evolución espiritual (Livellara, 2003: 143 y 144).
Parte de la doctrina señala que las pausas en la ejecución del contrato de trabajo pueden
agruparse en las siguientes categorías: pausas programadas, no programadas y en parte
programadas. Las programadas (absolutamente determinadas) aluden a los descansos diario,
semanal y anual, las no programadas (eventuales) hacen referencia, por ejemplo, a un permiso
por matrimonio y las programadas en parte, se vinculan con las capacitaciones y la formación
profesional de los trabajadores (Ghezzi y Romagnoli, 1992: 169 y ss.).
Al igual que en el caso de los límites de jornada, diversas declaraciones y tratados
internacionales consagran el derecho al tiempo de descanso, como la Declaración Universal
de Derechos Humanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Los descansos a que nos referiremos en las líneas siguientes pueden ser clasificados como
sigue:
Se lo ha definido como aquella "pausa que debe mediar en la realización del trabajo diario,
en especial para tomar alimentos y, simultáneamente, para descansar" (Thayer y Novoa, 2008:
136).
Conforme al art. 34 del CT este descanso interrumpe o divide la jornada diaria de los
trabajadores en dos partes, para efectos de la colación, y su duración mínima será de media
hora.
Este período de tiempo destinado a colación no se considera como trabajado para computar
la duración de la jornada diaria, según prescribe la disposición legal en comento. En
consecuencia, en principio será de cargo del trabajador, dado que no se imputa a la jornada de
trabajo, por lo que no se paga.
En este sentido, la DT ha sostenido que "el empleador no puede disponer que el descanso
diario se prolongue más allá del tiempo razonable y prudente para la consecución del fin de
esta interrupción: el consumo de alimentos ligeros para reponer las energías consumidas
durante la primera parte de la jornada por el trabajador". Así, ha estimado que si el descanso
aumenta las horas de trabajo, éste se considera dentro de la jornada, porque se desvirtúa su
fin que es el consumo de alimentos ligeros para reponer las energías consumidas en la
primera etapa de la jornada (Lizama, 2003: 104).
Además, en el caso del contrato de jornada parcial, expresamente la ley establece un límite
mínimo y máximo al descanso diario, no inferior a media hora ni superior a una, para efectos
de colación (art. 40 bis A). Perfectamente este precepto podría aplicarse por analogía en los
demás casos.
Ahora bien, además del descanso destinado a colación, podrían pactarse otros períodos de
descanso con fines distintos, en palabras de la DT: "resulta jurídicamente procedente
fraccionar la jornada diaria de trabajo, por razones diversas de la colación, cuando se acuerde
que tales interrupciones serán de cargo del empleador, y siempre que con ello no se exceda la
jornada diaria y semanal de trabajo" (Lanata, 2006: 138).
Por último, cabe precisar que el art. 34 inciso segundo exceptúa del descanso diario los
trabajos de proceso continuo.
Pese a no estar expresamente regulado en forma general en el CT, la DT "ha estimado que
la regulación sobre el tiempo de trabajo lleva implícita la existencia de un tiempo destinado al
reposo entre una jornada diaria y otra", por ejemplo, entre lunes y martes por un lapso no
inferior a 12 horas (Lizama, 2003: 104 y 105).
Lo anterior se funda en "la idea de que si el legislador fija límites a la duración de la jornada
de trabajo, su objeto no puede ser sino que el dependiente goce de un período de inactividad
una vez que haya enterado el total de horas diarias de servicios" (Lizama, 2003: 105).
Sobre el particular, la DT señala los siguientes fundamentos: la regulación legal de los
descansos conlleva implícitamente la existencia, entre una jornada efectiva y otra, de un
espacio de tiempo destinado al reposo. Por otra parte, el legislador fija límites a la duración
diaria de la jornada de trabajo, lo cual no puede tener sino como objetivo que el dependiente
goce de un período de inactividad, una vez enterado dicho total de horas diarias.
En alguna medida el contrato de trabajo sustituyó la antigua legislación solar y religiosa por
otra vinculada parcialmente a la realidad biológica y médica (integridad física y psíquica del
trabajador). Decimos que este cambio operó en parte, dado que se mantiene el día domingo
como fecha general de descanso semanal, así como muchos feriados religiosos. Desde sus
orígenes, cuando el derecho laboral limitó la jornada de los menores, se ha perseguido
acomodar la esfera económica al respeto de las exigencias biológicas que pesan sobre la
definición de jornada laboral (Supiot, 1996: 93 y 94).
Las IDEAS RECTORAS del descanso semanal son las que siguen (Mascaro Nascimento,
1997: 285 y 286):
(1) Es dentro del período semanal: cada seis días corresponde uno de descanso.
(2) Preferencia por el día domingo: aunque no debe ser obligatoriamente en este día,
generalmente su goce es el domingo.
(4) Es remunerado: el descanso semanal debe remunerarse igualmente. Por ello, el sueldo
se paga por mes y, en los casos del pago por día, se estatuye la semana corrida (sin
perjuicio de los cambios introducidos por la ley Nº 20.281, que comentaremos en su
oportunidad).
El descanso semanal o del séptimo día y en días festivos, es "el derecho del trabajador de
interrumpir la continuidad de su obligación laborativa subordinada, durante un día completo,
cada vez que ha cumplido su jornada ordinaria de trabajo semanal, con el objeto de tutelar su
personalidad, integridad física y capacidad laboral" (Macchiavello, 1986: 321).
Para conciliar los intereses religiosos, la OIT en el citado Convenio Nº 14, ha sostenido que
este descanso coincidirá, siempre que sea posible, con los días consagrados por la tradición o
las costumbres del país o de la región (Lizama, 2003: 105). Por su parte, el mismo Convenio
complementa lo anterior, señalando que deben respetarse las tradiciones y costumbres de las
minorías, siempre y cuando ello sea posible.
En nuestro país, la primera ley sobre la materia data del año 1907. Posteriormente se dictó
la ley Nº 2.321 del año 1917, que instauró el referido descanso para los empleados y obreros,
disposición que paulatinamente fue ampliándose a otros sectores productivos, tales como la
agricultura, y a todos los obreros de las empresas (Macchiavello, 1986: 321).
El art. 35 del CT dispone que: "los días domingo y aquellos que la ley declare festivos serán
de descanso, salvo respecto de las actividades autorizadas por ley para trabajar en esos días".
A su vez, constituirán días de descanso semanal aquellos adicionales que las partes hayan
convenido en virtud de su autonomía individual o colectiva, como por ejemplo, cuando por la
distribución de la jornada el día sábado queda libre.
Cabe hacer presente que algunos estiman que esta decisión legislativa, de establecer el
domingo como descanso, conlleva una lesión de derechos fundamentales para aquellos
trabajadores que profesan una religión distinta a la cristiana, cuando el día de descanso es
diferente del domingo, por ej.: el viernes para los musulmanes o el sábado para los judíos
(Lizama, 2003: 106). Se violentaría el derecho a libertad de conciencia, la manifestación de
todas las creencias y el libre ejercicio de todos los cultos que no se opongan a la moral,
buenas costumbres o al orden público, consagrado en el artículo 19 Nº 6º de nuestra Carta
Fundamental.
Sin embargo, estimamos que este tema está absolutamente zanjado tras la dictación de la
ley Nº 19.638 que establece normas sobre la constitución jurídica de las Iglesias y
Organizaciones Religiosas, de fecha 14 de octubre de 1999, al tenor de lo dispuesto en su art.
6º letra b), el cual señala que la libertad religiosa y de culto comprende, entre otras, la facultad
de "observar su día de descanso semanal".
Por lo tanto, esta disposición primaría por sobre el art. 35 del CT y el trabajador debiera
tener su descanso en el día de culto determinado por su religión (no necesariamente el
domingo). Por otro lado, no cabe entender derogado tácitamente el art. 35, por el hecho de que
muchos trabajadores pueden ser agnósticos, ateos o no profesar religión alguna y, por ende,
para ellos el día de descanso será el domingo. Si el art. 35 estuviera derogado y rigiera la ley
Nº 19.638, para gozar de descanso semanal habría que profesar alguna religión, lo cual
claramente atentaría también contra la libertad de conciencia de los ciudadanos.
Empero, ha sido difícil la armonización entre ambas normas legales y en definitiva este tema
no se respeta en la práctica.
Según establece el art. 36 del CT, este descanso del art. 35 y las obligaciones y
prohibiciones de los arts. 35 bis y 35 ter, deberán empezar a regir a más tardar a las 21.00
horas del día anterior al domingo o festivo y terminar a las 6.00 horas del día siguiente a éstos,
a excepción de los casos de alteración horaria producidos a raíz de la rotación de turnos de
trabajo.
Según la DT, en caso de los turnos "la duración del reposo semanal se reduce a 24 horas
porque este se iniciará a más tardar a las 0 horas del día domingo y se extenderá hasta las 24
horas del mismo día" (Lizama, 2003: 107).
Por su parte, la DT ha estimado que "el día domingo no constituye día de descanso respecto
de aquellos trabajadores cuya jornada laboral abarca algunas horas de aquél, no pudiendo, por
tal circunstancia, entender concedido en tal caso, el beneficio de descanso semanal en los
términos previstos en el artículo 36 del Código del Trabajo" (Melis y Sáez, 2000: 489).
Cabe hacer presente que al tenor de lo dispuesto en el art. 35 bis del CT las partes
contratantes pueden pactar por escrito que la jornada de trabajo correspondiente a un día hábil
entre dos días feriados o entre un día feriado y un día sábado o domingo, sea de descanso,
con goce de remuneraciones, conviniendo la compensación de las horas no trabajadas a
través de la prestación de los servicios con anterioridad o posterioridad a la referida fecha. Se
entiende, además, que las horas trabajadas en compensación del descanso pactado no
constituyen jornada extraordinaria de trabajo. Si se trata de empresas o faenas no
exceptuadas del descanso dominical, en ningún caso puede acordarse que la compensación
se realice en día domingo.
Por último, como precisamos en su oportunidad, el art. 37 del CT dispone que por fuerza
mayor el empleador puede distribuir la jornada ordinaria de trabajo en día domingo o festivo.
Con todo, si la DT determina fundadamente que no hubo fuerza mayor el empleador es
multado y deberá pagar lo trabajado como horas extraordinarias.
Las explotaciones, labores o servicios que requieran continuidad por alguna de las
siguientes razones (art. 38 Nº 2): naturaleza de sus procesos, tales como, generación de
energía eléctrica; fundamentos de orden técnico, como explotaciones mineras y fábricas de
productos en general; por las necesidades que satisfacen, como en el caso de las empresas
de transporte de pasajeros y de carga; o bien a fin de evitar notables perjuicios al interés
público o de la industria, en la hipótesis de empresas que suministren servicios (Lizama, 2003:
107 y 108).
Es preciso mencionar que el art. 90 del CT prescribe que las labores agrícolas de riego y
aquéllas que se realizan en épocas de siembra y cosecha, se entienden incluidas dentro de las
excepciones del art. 38 Nº 2 del mismo texto legal.
Además, las obras o labores que por su naturaleza no pueden ejecutarse sino en estaciones
o períodos determinados (art. 38 Nº 3), tales como la siembra, cosecha y vendimia (Lizama,
2003: 108) y labores a desarrollarse en la temporada estival en algunos balnearios
(Macchiavello, 1986: 327). Estas actividades, aunque no son continuas todo el año, son
permanentes en el sentido de que, en cada lapso anual, deben ejecutarse necesariamente.
El trabajo a bordo de naves (art. 38 Nº 5). Estas labores "deben ejecutarse todos los días,
por medio de sistemas de turnos" (Macchiavello, 1986: 327).
Las faenas portuarias (art. 38 Nº 6). En este caso, se trata de los trabajadores que atienden
la carga y la descarga, las labores de muelle en la llegada y salida de los buques, la atención
de los servicios de mantenimiento de ellos, así como la atención de los pasajeros
(Macchiavello, 1986: 327).
Las faenas destinadas a reparar deterioros o daños causados por fuerza mayor o caso
fortuito, siempre y cuando las reparaciones revistan el carácter de impostergables (art. 38
Nº 1). Por ejemplo, en los casos de incendios, naufragios y terremotos (Lizama, 2003: 107).
Las empresas que presten servicios de emergencia, destinadas a auxiliar a quienes sufren
los efectos de un caso fortuito o fuerza mayor caen dentro del numeral 2 del art. 38,
mencionado dentro de las excepciones por la naturaleza permanente de los servicios.
Estos casos son más discutibles. En la práctica, nuestro país es una de las naciones con
mayor cantidad de locales comerciales abiertos en día domingo. Los abusos y las jornadas
excesivas han hecho que el legislador haya precisado, en distintas leyes, que ciertos feriados
no caben dentro de las excepciones al descanso dominical en los centros o complejos
comerciales (mall).
Incluso para la elección presidencial y parlamentaria del año 2009, la ley Nº 20.409 extendió
el feriado legal por votaciones y escrutinios para los trabajadores del comercio que no
laboraren en centros o complejos comerciales (ya que éstos están sometidos al feriado
obligatorio que mencionamos en el párrafo anterior). Para estos efectos, se dispuso medio día
de feriado, como derecho irrenunciable, hasta las 14 horas del día de la respectiva elección.
Quedaron excluidos los dependientes de expendio de combustibles, farmacias de urgencia y
farmacias de turno.
En tanto, la ley Nº 20.828 de 2015, incorporó un nuevo artículo 38 ter en el Código del
Trabajo, que prohíbe contabilizar los días feriados irrenunciables establecidos en la ley
Nº 19.973 dentro de la planificación horaria mensual que determina el sistema de turnos de los
trabajadores del comercio y de servicios que atiendan directamente al público, contemplados
en el artículo 38 Nº 7 del Código del Trabajo.
Ahora bien, el art. 38 dispone, en su inciso segundo, que las empresas señaladas en sus
ocho numerales podrán distribuir la jornada normal de trabajo, en forma que incluya los días
domingo y festivos. Agrega, además, que "las horas trabajadas en dichos días se pagarán
como extraordinarias siempre que excedan de la jornada ordinaria semanal".
Conforme al inciso tercero del art. 38 del CT, los trabajadores exceptuados del descanso
dominical y en días festivos, descansan otro día a la semana en compensación a las
actividades desarrolladas en día domingo y otro por cada festivo en que los trabajadores
debieron prestar servicios, todos en común o por turnos para no paralizar las labores y, según
ha dictaminado la DT, este descanso debe gozarse en la semana siguiente al día domingo o
festivo trabajado. Asimismo, el organismo fiscalizador ha determinado que el descanso
compensatorio debe ser concedido al séptimo día, o sea, después de seis días continuos de
trabajo.
Por su parte, en los casos del art. 38 inciso primero numerales 2 y 7, el trabajador
exceptuado del descanso semanal tiene derecho a que, a lo menos, dos de los días de
descanso sean otorgados efectivamente en día domingo, salvo el caso de los trabajadores
contratados por un plazo de treinta días o menos, y de aquéllos cuya jornada ordinaria
semanal no sea superior a veinte horas o se contraten sólo para trabajar los días sábado,
domingo o festivos, en ambos casos dentro del respectivo mes calendario. Por expresa
disposición legal, esta excepción también se aplica a la hipótesis contemplada en el nuevo
artículo 38 bis, que analizaremos a continuación.
En virtud de lo dispuesto por la ley Nº 20.823 de 2015, el nuevo artículo 38 bis adiciona siete
días domingo de descanso semanal durante cada año de vigencia del contrato de trabajo, al
descanso de los trabajadores contemplados en el numeral 7 del artículo 38 inciso primero, esto
es, los trabajadores del comercio y de servicios que atiendan directamente al público, cuya
jornada ordinaria de trabajo comprenda los días domingo y festivos, aún cuando ésta sea una
jornada parcial.
Asimismo, esta reforma establece que es posible reemplazar tres de estos domingos por
días sábados, siempre que se reúnan las siguientes condiciones: a) exista acuerdo escrito
entre el empleador y los trabajadores, o bien con el o los sindicatos (la DT ha precisado que el
alcance de estos últimos se restringe en sus efectos, sólo respecto a los trabajadores afiliados
a cada una de estas organizaciones), y b) que dichos sábados se distribuyan junto a un
domingo de descanso semanal.
Por su parte, el costo de la hora ordinaria junto con este recargo serán la base de cálculo
para determinar, en su caso, el valor de la hora extraordinaria trabajada en dichos días
domingo.
Según ha interpretado la DT, cabe puntualizar que respecto del beneficio consistente en el
otorgamiento de siete días domingo de descanso adicional durante cada año de vigencia del
contrato de trabajo, y a propósito de los trabajadores con contrato vigente al 7 de abril del año
2015, se entiende que su primer ciclo anual vence el día 6 de abril de 2016, de conformidad a
la fecha de publicación en el Diario Oficial de la ley en comento (precisamente el 7 de abril del
año 2015).
Mientras que respecto a los trabajadores cuya relación laboral ha comenzado el día de
entrada en vigencia de la ley o con posterioridad, la anualidad correspondiente estará
determinada en relación a la fecha de inicio del vínculo contractual.
Conviene hacer presente que los casos excepcionales contemplados en los arts. 38 incisos
sexto y séptimo y 39, los mencionamos al hablar de los sistemas excepcionales de distribución
de jornadas y descansos, en la jornada ordinaria de trabajo.
5. El feriado
Los fundamentos expuestos acerca del descanso semanal pueden también citarse respecto
del DESCANSO ANUAL O FERIADO de los trabajadores.
En Occidente su origen se remonta a las normas reguladoras de las corporaciones de
artesanos, en las que el trabajador tenía derecho a descansar durante los períodos de
celebración de festividades religiosas, particularmente en Navidad, Semana Santa y
Pentecostés (Walker, 2003: 320).
La primera norma sobre feriado es una ley inglesa de 1872 que concedió este derecho a los
obreros del sector industrial. En sus inicios, esta práctica fue reconocida a los funcionarios
públicos, extendiéndose con posterioridad a la Primera Guerra Mundial. En 1934 sólo 12
países tenían consagrado el feriado pagado como derecho. En 1936 la OIT adopta el Convenio
Nº 52, sobre vacaciones pagadas, con la finalidad de difundir este derecho. Luego, en 1948, la
Declaración Universal de Derechos Humanos precisa en su art. 24 que toda persona tiene
derecho a vacaciones periódicas pagadas (Mascaro Nascimento, 1997: 290).
Las ideas comunes que identifican esta regulación en los distintos países son las siguientes.
ANUALIDAD, en el sentido de que los trabajadores tienen derecho a feriado cada doce meses
de trabajo. RETRIBUCIÓN, o sea, durante el feriado el trabajador percibe su remuneración
íntegra. CONTINUIDAD, dado que el feriado debe gozarse en forma continua, siendo
excepcionales los fraccionamientos. Por último, IRRENUNCIABILIDAD, por el hecho de que el
feriado no es compensable en dinero (Mascaro Nascimento, 1997: 291).
En nuestro país, se ha definido al feriado como "el período, durante la vigencia del contrato,
en que el trabajador, luego de un año de servicios, tiene derecho a que se suspendan sus
obligaciones laborativas subordinadas a fin de que se desligue de tales deberes, goce de su
libertad personal y de su propia capacidad de trabajo, recibiendo en el intertanto su
remuneración habitual, como si hubiere estado en funciones" (Macchiavello, 1986: 341).
En Chile siempre se "ha utilizado el término 'feriado' en lugar de usar el de 'vacaciones', que
es más correcto por cuanto el 'feriado' puede confundirse con el 'festivo'" (Walker, 2003: 320).
— Feriado colectivo.
Se ha definido al FERIADO LEGAL BÁSICO como "aquel derecho que tiene el trabajador
para descansar una vez al año y poder reponer el esfuerzo gastado durante el mismo" (Walker,
2003: 321).
De acuerdo al art. 67 inciso primero del CT, todos los trabajadores con más de un año de
servicio tienen derecho a un feriado anual de 15 días hábiles, remunerado íntegramente por el
empleador. Para los trabajadores que prestan servicios en la Provincia de Palena (X Región),
XI y XII Regiones, el feriado anual es de 20 días hábiles.
El requisito para acceder a este derecho es tener más de un año de servicio. Este es el
criterio "usualmente adoptado, aunque con matices no siempre idénticos, por la legislación
comparada" (Thayer y Novoa, 2008: 141).
Para los efectos del feriado, el día sábado se considera siempre inhábil (art. 69). Por tanto,
son quince días hábiles más los sábados, domingos y festivos.
Por último, cabe precisar que para estos efectos, la remuneración íntegra incluye la
remuneración de la semana corrida, cuando corresponda (ley Nº 20.613).
A su vez, de acuerdo al art. 72 del CT, "si durante el feriado se produce un reajuste legal,
convencional o voluntario de remuneraciones, este reajuste afectará también a la
remuneración íntegra que corresponde pagar durante el feriado, a partir de la fecha de entrada
en vigencia del correspondiente reajuste".
Por último, el art. 71 inciso final del CT estatuye que, además, durante el feriado deberá
pagarse también toda otra remuneración o beneficio cuya cancelación corresponda efectuar
durante el mismo y que no haya sido considerado para el cálculo de la remuneración íntegra.
El feriado es IRRENUNCIABLE.
En este sentido, de acuerdo al art. 73 inciso primero del CT, "el feriado establecido en el
artículo 67 no podrá compensarse en dinero".
Excepcionalmente, si el trabajador cumple los requisitos y condiciones para hacer uso del
feriado y deja de pertenecer por cualquier motivo a la empresa, el empleador debe
compensarle el tiempo que por concepto de feriado le habría correspondido, a través de la
correspondiente indemnización, al tenor de lo dispuesto en el art. 73 inciso segundo del CT.
En ambos casos, no se trata de una compensación monetaria de las vacaciones, sino que
ante la imposibilidad jurídica de poderlas otorgar el legislador ordena que se otorgue por vía
sustitutiva una indemnización equivalente (Thayer y Novoa, 2008: 144).
También en forma excepcional es posible compensar económicamente el feriado progresivo,
según lo dispuesto en el art. 68 del CT, que veremos más adelante.
El inciso final del art. 73 del CT establece que: "en los casos a que se refieren los dos incisos
anteriores, y en la compensación del exceso a que alude el artículo 68, las sumas que se
paguen por estas causas al trabajador no podrán ser inferiores a las que resulten de aplicar lo
dispuesto en el artículo 71".
Finalmente, cabe advertir que, según lo dispuesto en el art. 44 incisos cuarto y quinto, en los
contratos de corta duración (de hasta 60 días), se entenderá incluida en la remuneración todo
lo que deba pagarse por feriado y demás derechos que se devenguen en proporción del
tiempo. O sea, en estos casos no se cancela feriado proporcional.
El art. 70 del CT establece que el feriado debe ser continuo, lo que significa que debe
cumplirse en forma ininterrumpida. Excepcionalmente, el CT permite que el exceso sobre 10
días hábiles pueda fraccionarse de común acuerdo.
El fundamento de esta disposición legal responde a "la idea de permitir el uso del descanso
anual durante dos o incluso más períodos en el año, consultándose siempre, por razones
obvias, un período mínimo no fraccionable" (Thayer y Novoa, 2008: 142).
La jurisprudencia judicial ha sostenido que "dicho exceso puede ser utilizado sea en forma
previa o con posterioridad al uso de los diez días" (Walker, 2003: 324).
Por último, el fraccionamiento no puede ser impuesto, debe basarse en un acuerdo libre de
las partes del contrato, dado que se trata de una situación excepcional. Si el trabajador se
niega al fraccionamiento, no incurre en falta al trabajo o abandono del mismo.
El CT precisa en su art. 70 del CT que el empleador, cuyo trabajador tenga acumulados dos
períodos consecutivos, debe otorgar en todo caso al menos el primero de éstos, antes de
completar el año que da origen a un nuevo período. Por tanto, el empleador cumple un rol de
custodio del descanso de sus trabajadores, que constituye una especie de extensión del deber
de seguridad del art. 184 del CT. Por ello, debe velar porque efectivamente el trabajador goce
de vacaciones y se acumulen sólo hasta dos períodos. Llegado el momento que da derecho al
tercero deberá conceder, a lo menos, uno de los períodos acumulados y el trabajador no podrá
negarse a descansar.
Por lo tanto, estimamos que si esto ocurre en la práctica, el trabajador tendrá derecho a
impetrar por dicho concepto la totalidad de los días comprendidos en la acumulación que
sobrevenga. Y en caso de que el contrato haya terminado, deberá ser indemnizado por estos
feriados faltantes.
El feriado se interrumpe o suspende por enfermedad o accidente del trabajador siempre que
le otorgue derecho a la correspondiente licencia médica, básicamente porque "para el logro
efectivo del feriado, se tiene que estar en buenas condiciones físicas para poder aprovecharlo
y, en consecuencia, es una aberración que quien se encuentra enfermo pierda su feriado"
(Walker, 2003: 325).
Además, como la licencia por enfermedad lleva aparejado el subsidio que paga el sistema
previsional y no el empleador, resulta claro que si un trabajador se enferma durante su feriado,
éste se suspende, para pasar a gozar de la licencia del subsidio, y, que, una vez recuperado,
deberá reintegrarse a su feriado (Macchiavello, 1986: 355). La DT ha sostenido un criterio
similar en el caso del feriado colectivo. Si durante el mismo el trabajador se encuentra en
licencia por enfermedad o maternidad, mantiene su derecho a feriado en otra fecha distinta.
Por último, conforme al art. 74 del CT "no tendrán derecho a feriado los trabajadores de las
empresas o establecimientos que, por la naturaleza de las actividades que desarrollan, dejen
de funcionar durante ciertos períodos del año, siempre que el tiempo de la interrupción no sea
inferior al feriado que les corresponda de acuerdo a las disposiciones de este Código y que
durante dicho período hayan disfrutado normalmente de la remuneración establecida en el
contrato".
Si bien esta disposición legal reconoce la especial naturaleza de los procesos productivos de
ciertas empresas que obstan a su funcionamiento continuo, "flexibiliza las reglas generales
sobre el ejercicio del feriado, manteniendo eso sí incólumes los principios protectores que
inspiran esta institución, a saber: el goce del período de descanso y la percepción de la
remuneración íntegra durante este lapso" (Melis y Sáez, 2000: 531 y 532).
Finalmente, sólo nos resta mencionar que el art. 75 del CT establece que: "cualquiera sea el
sistema de contratación del personal docente de los establecimientos de educación básica y
media o su equivalente, los contratos de trabajo vigentes al mes de diciembre se entenderán
prorrogados por los meses de enero y febrero, siempre que el docente tenga más de seis
meses continuos de servicio en el mismo establecimiento". Con esta norma el legislador puso
fin a una práctica abusiva que consistía en contratar a los profesores de marzo a diciembre,
vulnerándose la norma del feriado y, por razones obvias, afectando la calidad de la educación.
El nuevo art. 75 bis, agregado por la ley Nº 20.787, ha extendido este beneficio a los
manipuladores de alimentos que hayan laborado 6 meses en forma continua en empresas que
presten servicios de alimentación a establecimientos de educación parvularia, escolar y
preescolar de conformidad a la ley Nº 19.886, y cuyos contratos se encontraren vigentes al
mes de noviembre. Si estos trabajadores son despedidos, además de la indemnización por
años de servicio, tienen derecho al pago de la remuneración del referido período.
Así, la ley confiere derecho al trabajador con 10 años de trabajo, a un día adicional de
feriado por cada tres nuevos años trabajados, al tenor de lo dispuesto en el inciso primero del
art. 68 del CT. Por tanto, si el trabajador tiene una antigüedad de 10 años, cada tres aumenta
un día, o sea, a los 13 años tiene 16 días hábiles, a los 16 años tiene 17 días hábiles, etc.
1. Antigüedad: el trabajador debe tener 10 años de trabajo, para uno o más empleadores,
continuos o no.
Por su parte, la DT ha dictaminado que, a fin de acreditar los años de servicio que habilitan
para tener derecho al feriado progresivo, se debe utilizar alguno de los medios de prueba
contemplados en el art. 10 del Reglamento Nº 586 de 1965, a saber:
Si los trabajadores laboraron para diferentes empleadores, a fin de probar los años de
servicio ante su actual empleador, podrán utilizar alguno de los siguientes medios de prueba:
Por lo demás, el derecho a adicionar días de descanso al feriado básico nace en el momento
en que se acreditan los años de servicio, no siendo viable acumular y exigir retroactivamente
los días de feriado progresivo de que se habría podido hacer uso en caso de haber probado
oportunamente los años de trabajo (Lizama, 2003: 117), salvo que acreditados no sean
otorgados por el empleador, caso en el cual el dependiente conserva su derecho a hacerlos
valer de modo retroactivo.
Según dispone el CT (art. 68) los días del feriado progresivo pueden COMPENSARSE EN
DINERO producto del acuerdo individual o colectivo de las partes contratantes.
Conforme al art. 73 inciso cuarto, las sumas que se paguen a los trabajadores a modo de
compensación por el feriado progresivo no pueden ser inferiores a la remuneración íntegra
contemplada en el art. 71 del CT.
Según dispone el art. 76 del CT, "los empleadores podrán determinar que en sus empresas o
establecimientos, o en parte de ellos, se proceda anualmente a su cierre por un mínimo de
quince días hábiles para que el personal respectivo haga uso del feriado en forma colectiva",
vale decir, estamos en presencia de una facultad de carácter unilateral del empleador.
De existir personas con derecho a un feriado mayor, el empleador está obligado a darles la
diferencia en descanso o a compensarles en dinero (Walker, 2003: 326). Por otro lado, según
ha sostenido la DT, "no resulta jurídicamente procedente que el empleador que ha determinado
el cierre de un establecimiento por un período superior a quince días hábiles, para que el
personal haga uso de feriado en forma colectiva, impute los días que excedan de dicho
período al feriado que corresponde a sus trabajadores en los años siguientes" (Melis y Sáez,
2000: 551).
Finalmente, hacemos presente que el CT contempla permisos especiales (art. 66, 66 bis
añadido por la ley Nº 20.769 y 207 bis agregado, este último, por la ley 20.764) y la posibilidad
de adelantar el feriado (art. 199 bis).
El trabajo regulado por el derecho laboral no es una actividad gratuita o ad honorem, sino
remunerada por el empleador.
En efecto, el texto constitucional ampara el derecho de todo individuo para elegir libremente
su trabajo y contratar sus servicios, todo ello sujeto a una justa retribución. El artículo 19,
Nº 16º, inciso segundo, al establecer la necesidad de una "justa retribución" para el derecho a
la libre contratación y a la libre elección de trabajo, asegura a todas las personas una
retribución equitativa a la naturaleza del "trabajo" en cuanto objeto de un contrato, el contrato
de trabajo. Dicha retribución debe considerar la especial naturaleza de la prestación de trabajo,
como energía humana inseparable del ser humano que la produce y sólo apreciable en sus
efectos.
Del mismo modo, el derecho a la justa retribución es uno de los fundamentos directos de
nuestro Código del Trabajo, no sólo respecto de las normas sobre remuneraciones y su
protección, sino también de los preceptos protectores en general.
Lo que se discute es que el RENDIMIENTO sea un criterio absoluto, así como el método
utilizado para medirlo.
En primer lugar, debemos precisar que es difícil determinar objetivamente el rendimiento de
todos los trabajos. En muchas labores se requiere la presencia y disposición del trabajador
aunque no se genere un bien o servicio determinado, sin perjuicio de que corresponda
remunerar dicha disposición.
En segundo término, puede darse que el rendimiento del trabajador sea bajo, pero no por su
responsabilidad, sino por ineficiencia en la organización productiva del empleador, por lo que
no pareciera justo que su remuneración disminuyera, ya que el trabajador no tiene acceso a la
administración y gestión de la empresa y no participa en el riesgo de la misma.
En tercer lugar, el trabajo no es una mercancía, ya que forma parte del trabajador, y por lo
tanto no es un bien común y corriente, lo que implica que el rendimiento como único parámetro
a fin de remunerarlo es inadecuado. La pregunta es ¿cuánto cuesta tener a otro ser humano a
disposición, bajo subordinación y dependencia de otra persona, sea cual fuere su rendimiento?
Por otra parte, en lo relativo al método utilizado para medir el rendimiento, es necesario
interrogarse si ¿podemos reducirlo al mercado? En nuestra realidad social existe una amplia
demanda de trabajo, por consiguiente siempre habrá trabajadores dispuestos a aceptar
menores condiciones de trabajo, impulsados por el instinto de sobrevivencia.
Por último, el mismo legislador contempla una noción omnicomprensiva para efectos de la
determinación de las remuneraciones, siendo el rendimiento sólo un criterio más entre otros.
En efecto, en el art. 363 del CT, en materia de arbitraje obligatorio en la negociación colectiva
reglada (hipótesis de huelga en servicios esenciales, arts. 384 y 385), se enumeran los
elementos a considerar para optar entre la propuesta del empleador y la de los trabajadores,
tales como el nivel de remuneraciones vigentes en la plaza, la especialización y experiencia de
los trabajadores, los aumentos de productividad obtenidos por distintos grupos de trabajadores
y el nivel de empleo en la actividad de la empresa objeto de arbitraje.
En nuestro país, el Código del Trabajo de 1931 distinguía el concepto de sueldo vital
aplicable a los empleados y el de salario mínimo que regía para los obreros.
El primero reconoce sus orígenes en la ley Nº 7.295 de 1942 y era fijado por comisiones de
naturaleza tripartita y carácter provincial. El segundo, data de 1956, fecha en que entró en
vigencia la ley Nº 12.006, y también era determinado por una comisión tripartita, cuya función
era precisamente establecer el salario mínimo para cada área de producción. Éstos coexistían
con otros salarios mínimos, como el determinado para el sector agrícola.
Sin embargo, estas normas eran discriminatorias, ya que contemplaban diversos valores. Lo
anterior se subsanó con la entrada en vigencia del D.L. Nº 275 de 1974, el cual instauró el
ingreso mínimo mensual como fórmula de remuneración mínima para todos los trabajadores
del sector privado (Lanata, 2006: 174).
Por su parte, el D.L. Nº 670 de 1978 estableció que a "los trabajadores de toda empresa,
actividad o faena, debía cancelárseles una remuneración que no podía ser inferior al ingreso
cuyo monto esta misma disposición establecía". O sea, se entendía que ingreso mínimo
mensual se enteraba con todos los tipos de remuneraciones que se cancelaban al trabajador,
como el sueldo o la gratificación u otros. Sin embargo, desde la dictación de la ley Nº 20.281,
publicada en el Diario Oficial de fecha 21 de julio de 2008, que modifica el CT en materia de
salarios base, debemos entender que esta suma de dinero ya no está integrada por la suma de
remuneraciones o asignaciones contempladas por el legislador, sino exclusivamente por el
sueldo, entendiéndose por tal, según la definición legal contemplada en la letra a) del art. 42
del CT: "el estipendio obligatorio y fijo, en dinero, pagado por períodos iguales, determinados
en el contrato, que recibe el trabajador por la prestación de sus servicios en una jornada
ordinaria de trabajo, sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso segundo del art. 10". Este
precepto añade que "el sueldo, no podrá ser inferior a un ingreso mínimo mensual".
Por su parte, el inciso tercero del art. 44 del CT dispone que el monto mensual del sueldo no
podrá ser inferior al ingreso mínimo mensual y que de convenirse jornadas parciales de
trabajo, el sueldo no podrá ser inferior al mínimo vigente, proporcionalmente calculado en
función de la jornada laboral ordinaria.
— Los trabajadores menores de edad, esto es los menores de 18 años, y los mayores de 65.
En su caso, el mínimo que pueden percibir por los servicios prestados se fija anualmente
por el legislador. Cabe hacer presente, que a partir del año 2003 este ingreso ha tendido
a ser equivalente al 75% del mínimo mensual aplicable a los demás trabajadores.
— Los trabajadores con discapacidad mental. El art. 16 de la ley Nº 18.600 de 1987, que
establece normas sobre deficientes mentales, prescribe que no les serán aplicables las
normas sobre ingreso mínimo, quedando por tanto, la determinación de su monto al
arbitrio de las partes.
— Los trabajadores de casa particular hasta el año 2011. Hasta el año 2008, el inciso
segundo del art. 151 del CT establecía que su remuneración mínima debía ser
equivalente al 75% del ingreso mínimo mensual. A fin de terminar con dicha
discriminación, la ley Nº 20.279 de 2008 que reajustó el ingreso mínimo mensual,
sustituyó el referido inciso por el siguiente: "la remuneración mínima en dinero de los
trabajadores de casa particular estará sujeta a lo previsto en el inciso tercero del artículo
44 de este Código". A su vez, estatuyó que esta modificación legal comenzaría a regir a
contar del 1 de marzo del año 2011. Con todo, desde el 1 de marzo de 2009 el ingreso
mínimo mensual para esta categoría de trabajadores comenzó a ser equivalente al 83%
del ingreso mínimo mensual y a contar del 1 de marzo de 2010 alcanzó el 92% de dicho
ingreso.
a) Es una norma de orden público como todos los derechos mínimos laborales y, por ende,
IRRENUNCIABLE (art. 5º del CT).
e) El sueldo base como toda remuneración es en TÉRMINOS BRUTOS, o sea, del monto
mínimo determinado por la ley deberán descontarse los pagos previsionales respectivos.
Como ya expresamos, una de las estipulaciones mínimas que debe contener el contrato de
trabajo es la referida al "monto, forma y período de pago de la remuneración acordada", según
establece el art. 10 numeral cuarto del CT. Recordemos, en todo caso, que sin perjuicio de su
carácter imperativo, su omisión no se sanciona con nulidad sino con la multa genérica
contemplada en el art. 506 del CT.
De la definición legal transcrita se colige que los REQUISITOS que deben concurrir
copulativamente, para que una determinada contraprestación pueda ser considerada
remuneración, son los siguientes:
En primer término, el estipendio debe tener una naturaleza pecuniaria (obligación de dar), es
decir, necesariamente debe estar representado en dinero, aun cuando el legislador en el inciso
segundo del art. 10 del CT permite que sea aumentada por prestaciones adicionales en
especies o servicios, siempre y cuando sean avaluadas en dinero. Se trata de las llamadas
REGALÍAS.
En todo caso, se exige un pago mínimo en dinero, lo cual obsta a que toda la remuneración
esté constituida por regalías. Por ejemplo, en el contrato de trabajadores agrícolas, el art. 91
inciso segundo del CT preceptúa que las prestaciones en especie en ningún caso pueden
exceder del cincuenta por ciento de la remuneración total del trabajador.
Cabe hacer presente que desde la ley Nº 20.786, en el nuevo art. 151, se determina que las
remuneraciones de estos trabajadores de casa particular debe ser en moneda de curso legal,
sin que puedan comprender regalías como los alimentos o la habitación, las cuales serán
siempre de cargo del empleador.
En segundo lugar, este estipendio debe ser pagado por el empleador al trabajador, en
atención al carácter bilateral y oneroso del contrato de trabajo.
En consecuencia, no pueden ser calificadas como remuneración las sumas que un tercero
paga al trabajador, como por ejemplo los beneficios sociales que entrega el Servicio de
Bienestar a sus afiliados, las ayudas que el Sindicato reparte entre sus socios o las
asignaciones familiares que la seguridad social paga a sus beneficiarios (Lizama, 2003: 127).
Para la DT, "por regla general todas las contraprestaciones que percibe el trabajador de
parte de su empleador tienen su causa en el contrato de trabajo. La excepción está dada por
las prestaciones no remuneratorias contenidas en el inciso segundo del artículo 41 del Código
del Trabajo". En consecuencia, "ha calificado como remuneratorios una serie de bonos y
asignaciones que han sido creados por las partes en los contratos individuales y colectivos de
trabajo y que no están expresamente regulados en el Código del Trabajo. Para estos efectos,
ese Servicio se ha pronunciado respecto de la concurrencia de los elementos que definen y
caracterizan la remuneración", tales como la asignación de zona, los bonos extraordinarios, la
bonificación por feriados, los aguinaldos convencionales, los bienios, asignaciones pagadas
durante el reposo maternal y las asignaciones de cargo de responsabilidad (Melis y Sáez,
2000: 572).
En este contexto, se señala que toda retribución que conste en el contrato debe ser
considerada remuneración, salvo los estipendios que la propia ley declara no constitutivos de
remuneración, que ya analizaremos, especialmente las devoluciones de gastos en que se
incurra por causa del trabajo (Walker, 2003: 328).
Por ello en nuestro sistema podemos hablar de la PRESUNCIÓN DE RETRIBUCIÓN del CT,
en el sentido de que todo pago hecho por el empleador constituye remuneración, salvo las
excepciones contempladas en la ley.
— En el art. 40 bis D que se refiere al concepto de "última remuneración" para efectos del
cálculo de la indemnización por término del contrato de trabajo en el caso de la jornada
parcial.
— En el art. 61 del CT, para efectos de lo dispuesto en el artículo 2472 numeral quinto del
CC, vale decir, del privilegio que las ampara.
— En el art. 71, que define "remuneración íntegra" a fin de determinar la remuneración que
debe pagarse durante el feriado.
— En el artículo 172 del CT, que especifica el concepto de "última remuneración" para
efectos de determinar la base de cálculo de las indemnizaciones por años de servicio.
— En el art. 183-V inciso final, dentro del suministro de personal, se define remuneración
para efectos del cálculo de la indemnización que menciona.
Finalmente, cabe hacer presente que la remuneración no sólo produce efectos laborales
sino que también tributarios y previsionales, ya que por un lado constituye renta (sobre un
determinado monto) y, por otro, constituye la base sobre la que se calcularán las cotizaciones
previsionales del trabajador (AFP, FONASA, ISAPRE, etc.).
— De movilización.
— De pérdida de caja.
— De desgaste de herramientas.
— De colación.
— Viáticos.
— Indemnización por años de servicios establecida en el art. 163 y las demás que
corresponda pagar al extinguirse la relación contractual.
— En general, las devoluciones de gastos en que incurra el trabajador por causa del trabajo.
Además, a estos pagos no remuneratorios no les son aplicables las normas de protección de
las remuneraciones (Fariña, 2009: 11).
Es preciso hacer presente, además, que los faltantes deben producirse con ocasión de los
servicios convenidos y que su origen obedece a la voluntad de las partes, vale decir, ante la
ausencia de una disposición legal que las exija imperativamente se regula en los contratos
individuales y colectivos de trabajo (Walker, 2003: 332).
Con esta asignación se intenta impedir que el trabajador se responsabilice con su propio
patrimonio de las mermas de poca monta que pueden provocarse frecuentemente a raíz de
una equivocación excusable. En otras palabras, se funda en el supuesto que resulta razonable
la existencia de faltantes menores en las cuentas de los trabajadores que en razón de su
trabajo deben manipular dinero, sea que éstos se produzcan por extravíos o por diferencias
menores al enterar los pagos o los vueltos (Melis y Sáez, 2000: 581).
Ahora bien, los faltantes mayores de dinero o aquellos que tengan su origen en una
negligencia grave del trabajador, así como los faltantes que tengan su causa en un acto doloso
del dependiente (hurto o robo) no se encuentran considerados en esta asignación y a su
respecto procede la aplicación de todas las sanciones laborales y criminales contempladas en
la ley (Melis y Sáez, 2000: 581). Así lo ha sostenido también la jurisprudencia administrativa, e
incluso ha manifestado que en estos casos el empleador podría deducir de esta asignación los
montos aludidos, sin que se requiera el consentimiento del dependiente.
En todo caso la DT entiende que por participar el beneficio llamado "Cheque Restaurant" de
las características y finalidades de la "asignación de colación", debe entenderse que estamos
en presencia de un beneficio cuya naturaleza jurídica corresponde a la de esta última
asignación.
Su origen se remonta al D.L. Nº 97 de 1973 y al D.L. Nº 300 de 1974, que contemplaban una
asignación de locomoción para aquellos trabajadores que debían trasladarse en algún vehículo
del transporte público al lugar donde debían prestar sus servicios. Con posterioridad, la ley N
18.717 de 1988 derogó esta normativa y estatuyó que aquellos dependientes que a la fecha de
su entrada en vigencia gozaban de este beneficio, seguirían percibiéndolo, pero ahora como
asignación no imponible incorporada en sus respectivos contratos individuales de trabajo
(Lanata, 2006: 164).
Tampoco constituyen remuneración los pagos efectuados al trabajador por los gastos
razonables de traslado de ida y vuelta, en aquellos casos en que el empleador lo haya hecho
cambiar de residencia para prestar los servicios convenidos, de acuerdo al art. 53. No sólo se
comprenden los gastos en que incurra el trabajador para estos efectos, sino que también los
de su familia siempre que vivan con él.
En todo caso, si el contrato de trabajo termina por culpa o renuncia del trabajador, no existe
esta obligación.
La ley no ha definido qué debe entenderse por VIÁTICO, sin embargo "la jurisprudencia lo
ha considerado como la devolución de gastos correspondientes a tareas efectuadas fuera del
lugar físico donde habitualmente se realizan las estipuladas en el contrato" (Walker, 2003:
333).
En otras palabras, busca proveer y reponer de fondos al trabajador, a fin de solventar sus
"gastos de alimentación, estadía y traslado" cuando, para cumplir su obligación contractual
deba efectuar desplazamientos fuera de su lugar habitual de trabajo. Este contenido
(alimentación, estadía y traslado), se desprende claramente de lo dispuesto en los arts. 129 y
145-F del CT.
Se discute la naturaleza de las indemnizaciones por años de servicios, sin perjuicio de estar
eximidas del concepto de remuneración.
Para la DT, las pactadas individualmente no están excluidas de este carácter, en virtud de lo
dispuesto en el art. 178 del Código y, por ende, son remuneración.
Por último, cabe hacer presente que se han considerado comprendidas bajo este concepto
las cuotas mortuorias, que son beneficios convencionales que la empresa paga por una sola
vez a los herederos legítimos del trabajador en caso de fallecimiento de éste (Lizama, 2003:
132).
— Bonos de ayuda otorgados por los Servicios de Bienestar de la empresa a sus afiliados,
ya que se consideran beneficios de carácter previsional. Lo anterior en atención a que
cuentan con recursos propios que integran un fondo común, con cargo al cual financian
las prestaciones que ellos otorgan, entre los cuales normalmente figuran aportes de los
trabajadores afiliados, aportes del empleador, reajuste por los préstamos que se
conceden a los afiliados, comisiones provenientes de convenios, herencias y legados,
etc. (Lizama, 2003: 133).
— Hasta antes de la ley Nº 20.786 las prestaciones de casa habitación y alimentación de los
trabajadores de casa particular no eran imponibles para efectos previsionales (art. 151
inciso final del CT). En la actualidad, el nuevo art. 151 es terminante al señalar que las
remuneraciones de estos trabajadores debe ser en moneda de curso legal, sin que
puedan comprender los alimentos o la habitación, las cuales serán siempre de cargo del
empleador.
Así, serán contractuales aquéllas que deban su origen al contrato de trabajo, sea en su
dimensión individual o colectiva, y legales, aquéllas que se generen en la ley.
Esta clasificación se desprende del tenor literal del art. 41 del CT, el cual define
remuneraciones como las "contraprestaciones en dinero y las adicionales en especie
avaluables en dinero".
De esta disposición legal se concluye que las remuneraciones en especie sólo pueden tener
un carácter adicional o complementario, lo que es enfatizado por las siguientes disposiciones
legales, a saber: art. 10 inciso segundo, 54, 91 y 151 del Código. Por consiguiente, lo habitual
será que la remuneración sea pagada en dinero.
Serán actuales aquellas que se pagan durante la vigencia de la relación de trabajo, como es
el caso del sueldo.
Por el contrario, serán diferidas las que se pagan una vez finalizada la vigencia del mismo,
como es el caso de la gratificación que queda pendiente en el finiquito sujeta al balance del
próximo año.
Esta clasificación se desprende del art. 44 inciso primero del CT, en los siguientes términos:
"la remuneración podrá fijarse por unidad de tiempo, día, semana, quincena o mes o bien por
pieza, medida u obra, sin perjuicio de lo señalado en la letra a) del artículo 42", vale decir de
las limitaciones impuestas al sueldo base obligatorio en el sentido de estimar que, a lo menos,
debe ser equivalente a un ingreso mínimo mensual. En consecuencia, más allá del acuerdo
remuneratorio de las partes (por pieza, medida u obra), el trabajador deberá siempre percibir el
sueldo base obligatorio del art. 42 letra a) del CT.
En último término, las remuneraciones esporádicas son las que se conceden en razón de la
conmemoración o celebración de determinados acontecimientos, frente a estados de
emergencia o ante ciertos sucesos referidos al trabajador, a saber: aguinaldos de Fiestas
Patrias, de Navidad, aniversario de la empresa; gratificaciones extraordinarias; bono o
asignación de vacaciones, de matrimonio, de escolaridad, entre otros (Thayer y Novoa, 2008:
163).
Por su parte, el art. 42 letra a) del CT establece que el sueldo, o sueldo base —tras las
reformas introducidas por la ley Nº 20.281 de 2008—, "es el estipendio obligatorio y fijo, en
dinero, pagado por períodos iguales, determinados en el contrato, que recibe el trabajador por
la prestación de sus servicios en una jornada ordinaria de trabajo, sin perjuicio de lo señalado
en el inciso segundo del art. 10", a saber: de la existencia de beneficios adicionales avaluables
en dinero.
Por su parte, además de equiparar el sueldo base al monto del ingreso mínimo mensual;
exceptúa de la aplicación de esta norma a aquellos trabajadores que se encuentran exentos
del cumplimiento de jornada; y establece, como una especie de contraexcepción, presunciones
que obligan a remunerar con sueldo base a ciertos trabajadores precarios que están exentos
de cumplimiento de jornada ordinaria de trabajo (arts. 42 a) y 22).
En palabras de la DT, esta modificación legal "tuvo por objeto delimitar y diferenciar en el
concepto de remuneración, aquellos componentes fijos de los variables, entendiendo que
éstos últimos dicen relación inequívoca con la productividad del trabajador, en tanto que
aquellos, compensan el tiempo o jornada de trabajo en que el trabajador se pone a disposición
del empleador para los servicios que se pacten en el contrato de trabajo" (Nadal, 2008: 38).
Agrega este organismo que "si el sobresueldo es la compensación por una mayor jornada que
la ordinaria —jornada extraordinaria—, forzoso es concluir que el sueldo es la contraprestación
de los servicios prestados dentro de la jornada ordinaria de trabajo" (Nadal, 2008: 39).
Para estos efectos, se presumirá legalmente que el trabajador está afecto al cumplimiento
de jornada de trabajo cuando deba registrar por cualquier medio y en cualquier momento del
día el ingreso o egreso a sus labores, o cuando el empleador efectúe descuentos por los
atrasos en que incurriere el trabajador.
Del mismo modo, se presumirá que el trabajador está afecto a la jornada ordinaria de
trabajo, cuando el empleador, por intermedio de un superior jerárquico, ejerza una supervisión
o control funcional y directo sobre la forma y oportunidad en que éste desarrolla las labores.
Con todo, se entiende que no existe tal funcionalidad cuando el trabajador sólo entrega
resultados de sus gestiones y se reporta esporádicamente, especialmente si desarrolla sus
labores en regiones distintas de la del domicilio del empleador.
Las remuneraciones deben pagarse en dinero efectivo. No obstante las regalías también son
sueldo, como la casa habitación, luz, combustibles, alimentos, y las demás prestaciones en
especie o servicios, conforme al inciso segundo del art. 10, con las limitantes ya analizadas.
Ahora bien, del inciso primero del art. 41 del CT se infiere que para que estas prestaciones
en especie o servicios constituyan remuneración, y en este caso sueldo, deben ser avaluables
en dinero. La razón de fondo de esta exigencia legal estriba en que su evaluación pecuniaria
permitirá "cotizar previsionalmente e imponer tributariamente sobre ellos" (Walker, 2003: 329).
Hay quienes sostienen que no corresponde pagar el sueldo en moneda extranjera, por
cuanto ésta también sería una especie, sin embargo ocurre en la práctica que las partes
muchas veces pactan el sueldo en dólares, Unidades de Fomento u otras unidades
reajustables. Por lo demás, de considerarlas regalías, éstas de igual forma constituirían sueldo
y podrían ser avaluables en dinero. Asimismo, el art. 128 del CT permite que los sueldos de los
oficiales y tripulantes de naves, sean pagados en moneda nacional o en su equivalente en
moneda extranjera.
Por otro lado, para que las regalías puedan ser consideradas sueldo, deben reunir las
características propias del mismo, vale decir: deben ser fijas, periódicas y contractuales.
A su vez, "debe responder a la prestación de servicios, o sea, debe reconocer como causa
inmediata de su pago la ejecución del trabajo convenido, en términos tales que se entiende
que cumplen esta condición todos aquellos beneficios que dicen relación con las
particularidades de la respectiva prestación, por ejemplo, las establecidas en razón de la
preparación técnica que exige el desempeño del cargo, el lugar en que se encuentra ubicada
la faena, las condiciones físicas, climáticas o ambientales en que deba realizarse la labor, etc".
(Lizama, 2003: 137).
b) Su MONTO DEBE ESTAR PREDETERMINADO en el contrato de trabajo, o bien éste
debe CONTENER LAS BASES PRECISAS QUE PERMITAN DETERMINARLO, por ejemplo,
cuando se lo pacta en Unidades de Fomento.
c) Su PAGO ES PERIÓDICO.
Ahora bien, se presentaron ciertas dificultades respecto a algunos contratos en los que se
pactaban bonos con carácter anual, pero que en definitiva se pagaban mensualmente, en la
proporción correspondiente. La DT entendió que "había que estarse a la fecha de devengación
y pago del beneficio más que a lo literal del pacto, que en este caso lo definía como un bono
de carácter anual" (Melis y Sáez, 2000: 599). Por esta razón estimó que los mismos
constituían sueldo, "en una clara aplicación del "principio de primacía de la realidad" que
inspira el Derecho del Trabajo. Así, incluso un beneficio de carácter anual puede llegar a ser
considerado como parte del sueldo, cuando en la práctica sea una remuneración permanente,
ordinaria y en los hechos en todo asimilable al sueldo mensual" (Melis y Sáez, 2000: 599).
Las partes contratantes de mutuo acuerdo fijan su monto, o las bases precisas que permitan
determinarlo, en su caso. No obstante, deben respetarse las normas mínimas referidas al
sueldo base.
Por último cabe precisar que nuestros tribunales de justicia y la DT califican como sueldo
todas las remuneraciones que reúnan los caracteres de permanencia, fijeza y periodicidad,
aunque las partes les hayan dado otra denominación. Por ello, la DT ha calificado de sueldo la
asignación de representación y la de estímulo, los bonos de asistencia, de cargo, de
antigüedad, de turno nocturno, de seguridad, de trabajo en caldera, entre otros.
Según la dogmática laboral "es una remuneración "correlativa" de la actividad del trabajador
determinada por la cantidad real de producción que ha efectuado o en la cual ha intervenido,
dentro de un período de tiempo". Por lo tanto, su monto puede variar de mes a mes o en
comparación a otros trabajadores contratados para prestar los mismos servicios y bajo la
misma modalidad (Macchiavello, 1986: 376).
No obstante, la tarifa en sí misma cumple el carácter de fijeza, "en cuanto significa un valor
asignado a un valor unitario" (Macchiavello, 1986: 376).
Se ha precisado que las remuneraciones por rendimiento, como la tarifa, motivan más al
trabajador (a mayor rendimiento, mayor remuneración), los satisface más y les permite un
mayor sentido de participación en los logros de la empresa, y para el empleador constituye una
herramienta importante para conformar la política productiva de la empresa, así como un
mecanismo adecuado para la reducción de los costos de producción (Fariña, 2009: 40).
El art. 42 letra c) del CT la define como el porcentaje sobre el precio de las ventas o
compras, o sobre el monto de otras operaciones (por ej. arriendo o leasing), que el empleador
efectúa con la colaboración del trabajador.
Dada la imperatividad del sueldo base, si el trabajador es remunerado por comisión también
lo será por sueldo base, a lo menos. O sea, su remuneración será mixta o compuesta.
d) El período de las comisiones es fijado por las partes, y su pago se hará en LAPSOS
CONVENIDOS PERO NO SUPERIORES A UN MES.
Debe tenerse presente que la comisión es una retribución híbrida dado que, por una parte,
se basa en el esfuerzo del trabajador (correlatividad) y, por otra, en el éxito de la empresa
(asociatividad).
El inciso segundo del D.S. Nº 811 de 1967, sobre Registro Nacional de Viajantes, establecía
el texto refundido de la ley Nº 9.588 y consagraba el sistema de COMISIÓN INDIRECTA.
Ésta consistía en que el vendedor viajante tenía derecho a comisión por ventas indirectas,
calculadas en función de los negocios celebrados directamente por su empleador con clientes
de su cartera —determinada por zona o región—, siempre que el dependiente le hubiera
vendido a dicho cliente en los doce meses anteriores a la fecha de la venta indirecta.
Ahora bien, sin perjuicio de que las propinas que los clientes pagan a los garzones en
restaurantes, bares, pubs, clubes, discotecas, fondas y similares establecimientos que
atienden público no constituyen comisión, ya que son pagadas por los consumidores y no por
el empleador; en este acápite nos referiremos brevemente a la ley Nº 20.729 de 2014, que las
regula, debido a que al igual que las comisiones, se calculan aplicando un porcentaje por sobre
el consumo del cliente en el respectivo establecimiento.
Así, el nuevo art. 64 obliga al empleador a "sugerir", en cada cuenta de consumo, un monto
correspondiente a una propina de a lo menos el 10% del valor del mismo, a pagarse por el
cliente, salvo que este último manifieste su voluntad en contrario.
Por su parte, la letra d) del art. 42 la define como "la proporción en las utilidades de un
negocio determinado o de una empresa o sólo de la de una o más secciones o sucursales de
la misma".
Entre sus CARACTERÍSTICAS destacan las siguientes:
Esta modalidad se vincula con la productividad que, como ya explicamos, es la relación que
se da entre lo producido y los recursos empleados (Fariña, 2009: 38). Por ello, se trata de una
remuneración asociativa, porque depende marginalmente del trabajador, siendo esenciales
otros múltiples factores.
a) Stock options u opciones de compra. Se les ha definido como aquel "contrato que
materializa un sistema de compensación laboral, y mediante el cual se otorga al trabajador, la
facultad de ejercer la opción de comprar en un plazo predeterminado, acciones de la sociedad
anónima abierta, con la cual se relaciona directa o indirectamente a través de su contrato de
trabajo" (Schmitz, 2001: 3).
c) Phantom shares. Este sistema fue estructurado para aquellas sociedades que no
disponen de acciones, ya que otorga a los administradores el derecho a conseguir unidades
equivalentes a las acciones de la compañía.
d) Stock appreciation rights (sars). Consiste en el derecho del trabajador de recibir, por parte
de la sociedad, el valor equivalente a la valorización futura de sus acciones, el cual se recibirá
en dinero (esta institución se asemeja a las stock options, con la diferencia de que en este
caso no hay cesión de propiedad).
Se las define como "una remuneración variable, diferida, aleatoria, asociativa, suplementaria,
que tiene por objeto retribuir la actividad laborativa del personal, considerada globalmente en
su significado de relación de productividad e ingresos y que contribuyó a posibilitar las
utilidades obtenidas en el ejercicio de la empresa" (Macchiavello, 1986: 382).
El Código, en el art. 42 letra e), las define como "la parte de utilidades con que el empleador
beneficia el sueldo del trabajador".
Cumplidos los requisitos previstos en el art. 47 del CT, nace la obligación de otorgarla,
cualquiera sea la forma de remuneración convenida en el contrato de trabajo.
Los REQUISITOS copulativos que deben concurrir para que nazca la obligación legal de
gratificar son los siguientes:
Se entiende que una entidad persigue fines de lucro "cuando los beneficios pecuniarios que
provienen de la actividad que desarrolla, ingresan al patrimonio individual del dueño de la
misma, en caso de ser éste persona natural, o de cada uno de sus asociados, en el evento que
lo sea una sociedad, esto es, una persona jurídica que por esencia persigue una finalidad de
lucro o beneficio directo de las personas naturales que la componen" (Lizama, 2003: 142).
Para efectos del CÁLCULO de las gratificaciones, el art. 48 del CT define utilidad y utilidad
líquida. Por su parte, la expresión "excedente líquido" se aplica a las cooperativas.
Ahora bien, cumplidos los requisitos expuestos, los referidos establecimientos y las
cooperativas, en su caso, deberán gratificar anualmente a sus trabajadores en una proporción
no inferior al 30% de las utilidades o excedentes de sus giros.
Sobre este resultado —utilidad determinada según cálculos del impuesto a la renta—, el
Servicio de Impuestos Internos deducirá el 10% del valor del capital propio del empleador, por
interés de dicho capital. El resultado de la operación anterior determinará la cantidad que será
"considerada utilidad para efectos de gratificar el 30% a los trabajadores".
Si el empleador está exceptuado del pago del impuesto a la renta, el Servicio de Impuestos
Internos igualmente, deberá realizar los cálculos descritos para el solo efecto del pago de las
gratificaciones legales.
Ahora bien, según dispone el inciso primero del art. 49 del Código, para los efectos del pago
de gratificaciones, el Servicio de Impuestos Internos determinará, en la liquidación, el capital
propio del empleador invertido en la empresa y calculará el monto de la utilidad líquida que
deberá servir de base para el pago de gratificaciones. El referido Servicio comunicará este
antecedente al Juzgado de Letras del Trabajo o a la Dirección del Trabajo, cuando éstos lo
soliciten. Asimismo, deberá otorgar certificaciones a los empleadores, sindicatos de
trabajadores o delegados del personal cuando ellos lo requieran, dentro del plazo de treinta
días hábiles contados desde que el empleador haya entregado todos los antecedentes
necesarios y suficientes para determinar la utilidad de la empresa conforme al art. 48 del CT.
Además, al tenor del inciso final del art. 48 del Código, los empleadores estarán obligados a
pagar las gratificaciones al personal con el carácter de anticipo sobre la base del balance o
liquidación presentada al Servicio de Impuestos Internos, mientras se practica la liquidación
definitiva.
¿Y si los anticipos son mayores que lo que corresponde pagar en definitiva por concepto de
gratificación o no se cumplen los requisitos que originan la obligación de gratificar?
Para calcular este porcentaje se ajustarán las remuneraciones mensuales percibidas durante
el ejercicio comercial, conforme a los porcentajes de variación que hayan experimentado tales
remuneraciones dentro del mismo.
El empleador puede ejercer su derecho a optar por cualquiera de los mecanismos previstos
para el pago de la gratificación legal hasta que presenta su declaración de renta al Servicio de
Impuestos Internos, o sea, hasta el 30 de abril de cada año, ya que, como ha señalado la
Corte Suprema, desde ese momento se hace exigible la obligación de pagar gratificación a sus
trabajadores.
Se trata de un derecho unilateral y discrecional del empleador. Así, puede optar por uno u
otro sistema año a año, sin perjuicio de que exista una cláusula tácita al respecto, o sea, que
durante años el empleador haya optado por el mismo tipo de gratificación.
Si el empleador nada dice, se entiende que opta por la gratificación legal del art. 47.
Además, la elección de este sistema alternativo debe ser oportuna, ya que si el empleador es
demandado pierde su derecho de opción desde que se le notifica la demanda, y regirá lo
dispuesto en el art. 47 del CT.
Conforme a los arts. 44 incisos cuarto y quinto y 52 del CT, los trabajadores que no
alcanzaren a completar un año de servicios en la empresa y hayan trabajado 61 días o más,
tendrán derecho a una GRATIFICACIÓN PROPORCIONAL a los meses trabajados.
Ahora bien, ésta se calcula dividiendo por doce el monto total de la gratificación anual y
multiplicando este resultado por el número de meses íntegramente trabajados en ese año
calendario.
Por último, cabe precisar que en ciertas ocasiones el CT utiliza erróneamente el término
gratificación, como por ej.: en los arts. 23 bis inciso final y 125.
Otra de las instituciones remuneratorias que consagra nuestro CT es el pago del séptimo día
o el BENEFICIO DE LA SEMANA CORRIDA. Este beneficio se fundaba en el hecho de que los
trabajadores remunerados "por día" no percibían remuneración los domingos y festivos, a
diferencia de los remunerados mensualmente, donde el estipendio recibido comprende todo el
mes.
Antes de las modificaciones introducidas al art. 45 por la ley Nº 20.281 de 2008, los
trabajadores remunerados por sueldo mensual y remuneraciones variables no tenían derecho
al pago de este beneficio, ya que se entendía que el sueldo base cubría el pago de los días de
descanso. No obstante, se extendió una práctica fraudulenta consistente en contemplar un
sueldo base de un peso o de un monto irrisorio, para evitar el pago de la semana corrida y
disminuir asimismo la base de cálculo de las horas extraordinarias. Ante esta situación, la DT
estimó que los trabajadores en estos casos igualmente eran titulares de semana corrida por un
monto equivalente al ingreso mínimo mensual, siempre y cuando las remuneraciones fijas no
cubrieran dicho mínimo legal.
En este sentido, el legislador parte del supuesto que los ingresos de naturaleza variable —
que conforman en parte la remuneración de estos trabajadores—, se devengan día a día.
En síntesis, la nueva semana corrida comprende desde el año 2008 tanto a los trabajadores
remunerados por día, como a aquellos remunerados por sueldo mensual y por remuneraciones
variables.
Sin duda, esta nueva configuración es un poco confusa y se debe a que con la instauración
del sueldo base en la ley 20.281, obligatorio para "todos" los trabajadores, en cierta forma se
acaba con aquellos pagados por día (porque el pago del domingo o festivo estaría
comprendido dentro de su sueldo base). O sea, en buenas cuentas con esta ley se dejaba
inaplicable la semana corrida, dado que esta procedía para el caso de los trabajadores
pagados por día. Pero ahora todos tienen sueldo base.
Por consiguiente, uno de los fines que tuvo en vista el legislador, al tramitar las
modificaciones en comento, fue precisamente evitar que los trabajadores que tenían derecho a
este beneficio lo perdieran al efectuarse el ajuste a que se refiere el art. transitorio de la ley
Nº 20.281, sobre el sueldo base obligatorio.
Dentro de las normas de FLEXIBILIDAD SALARIAL que contempla el CT, el art. 44 en sus
incisos cuarto y quinto dispone que en los contratos que tengan una duración de treinta días o
menos, se entenderá incluida en la remuneración convenida, todo lo que deba pagarse al
trabajador por feriado y demás derechos que se devenguen en proporción al tiempo laborado.
Esto no rige respecto de aquellas prórrogas que, sumadas al período inicialmente estipulado
en el contrato, excedan de sesenta días.
Garantías adjetivas
Conjuntamente al pago, el
empleador debe entregar al
trabajador un comprobante de
pago de remuneraciones en que
consten las siguientes menciones
obligatorias: monto de lo pagado,
cómo se lo determinó y las
deducciones realizadas. En todo
Liquidación: art. 54 caso, su omisión no invalida el
inciso tercero pago sin perjuicio de las multas
aplicables al empleador infractor.
La ley no exige formalidad alguna
para su confección. Previa
fiscalización de la DT podrá
implementarse un sistema
computacional para la entrega de
este comprobante (vid. dictamen
de la DT Nº 3161 de 29/7/2008).
miento de modalidades —
condición, plazo o modo—,
deducir, retener o compensar con
la remuneración créditos
eventuales que pudiera tener en
contra del trabajador, celebrar
negocios u otros actos jurídicos
Descuentos: art. 58 con el dependiente que en
definitiva impliquen efectuar
pagos con las remuneraciones,
como asimismo, efectuar
descuentos que no estén
autorizados por el ordenamiento
jurídico laboral o que excedan los
límites legales.
Garantías conservativas
Garantías alimentarias
Por último, el art. 62 bis consagra que el empleador debe dar cumplimiento al PRINCIPIO
DE IGUALDAD DE REMUNERACIONES ENTRE HOMBRES Y MUJERES, que presten un
mismo trabajo. No obstante, no serán consideradas arbitrarias las diferencias objetivas
fundadas en las capacidades, calificaciones, idoneidad, responsabilidad o productividad.
En este contexto, se dispone que las empresas con 200 trabajadores o más, deberán tener
un registro que consigne los diversos cargos o funciones dentro de la misma, así como sus
características técnicas esenciales (art. 154 Nº 6 del CT).
La libertad sindical es uno de los principios del derecho del trabajo y es, además, un derecho
fundamental (Gamonal, 2008: 124 y ss.).
Por lo anterior, nos limitaremos a mencionar los DERECHOS BÁSICOS del trabajador en
materia de libertad sindical (desde una óptica individual), sin referirnos a la faceta colectiva de
la libertad sindical, a saber, la negociación colectiva y el derecho de huelga.
En segundo lugar los trabajadores gozan de la LIBERTAD DE AFILIACIÓN, o sea, son libres
de adherir a la o las organizaciones o agrupaciones que deseen.
S 2: G
Glosario
• Asignaciones familiares: Son prestaciones de carácter económico que la seguridad social (el
Estado), otorga periódicamente a un trabajador o pensionado por las personas que viven a
sus expensas, siempre y cuando se cumplan los requisitos previstos por el legislador.
• Descanso entre jornadas: Aquel tiempo destinado al reposo entre una jornada diaria y otra,
por un lapso no inferior a 12 horas.
• Descanso semanal: derecho de los trabajadores a descansar los días domingos y festivos.
• Horario de trabajo: Distribución concreta del tiempo de trabajo durante la jornada laboral.
• Ingreso mínimo mensual: La cantidad de dinero fijada por ley a que tiene derecho el
trabajador que presta servicios en jornada completa.
• Jornada activa: Tiempo durante el cual el trabajador debe prestar efectivamente sus servicios
en conformidad al contrato.
• Jornada de trabajo: Período delimitado por las partes o por la ley, durante el cual el trabajador
deberá estar en el sitio de sus funciones y a disposición del empleador, para el
cumplimiento de su actividad laborativa en forma subordinada.
• Jornada pasiva: Tiempo en que el trabajador se encuentra a disposición del empleador sin
realizar labor, por causas que no le son imputables.
• Sobresueldo: Remuneración que se realiza con un recargo del cincuenta por ciento sobre el
sueldo convenido para la jornada ordinaria, por razón de haberse trabajado horas extras.
• Sueldo: Es el estipendio obligatorio y fijo, en dinero, pagado por períodos iguales,
determinados en el contrato, que recibe el trabajador por la prestación de sus servicios en
una jornada ordinaria de trabajo, sin perjuicio de los beneficios adicionales avaluables en
dinero.
• Sueldo base: Piso mínimo que la remuneración debe tener en cuanto a su monto y que
corresponde al ingreso mínimo mensual.
Cuestionario
2. ¿Cuál es su origen?
12. ¿Qué criterios se utilizan para determinar los trabajadores excluidos del límite de jornada
ordinaria?
20. ¿Cómo se define el feriado anual? ¿Cuáles son sus elementos rectores?
23. ¿En qué consiste el principio constitucional de la justa retribución? ¿Cómo se vincula con
el sueldo base o mínimo?
27. ¿Por qué los pagos y asignaciones no remuneratorias deben ser razonables y prudentes?
34. Explique los derechos básicos de los trabajadores en materia de libertad sindical.
S 3: A
"¡Quien pudiera dejar el alma, al entrar, con la tarjeta de
fichar, y recogerla intacta a la salida! Pero sucede lo
contrario. Se la lleva a la fábrica, donde sufre; por la noche,
ese agotamiento que la ha aniquilado, y las horas de ocio
son vanas".
S 4: A
1. Lea el cuento "Por horas" de Francisco Pérez de los Cobos, en el libro del mismo autor No
Hay Derecho, Barcelona, El Cobre ediciones y editorial La Ley, pp. 15 a 19. Coméntelo con
sus compañeros de estudio.
S 5: R
11. G , Otto von (1989), Las raíces del contrato de servicios, Reimpresión, Madrid, Civitas.
15. L S M , Jorge (1998), Los Contratos, Parte General, Tomo II, 2ª edición
actualizada, Santiago, Editorial Jurídica de Chile.
16. M C , Guido (1986), Derecho del Trabajo, Santiago, Fondo de
Cultura Económica.
19. M M , Rubén (1968), "El contenido ético del contrato de trabajo", Estudios de
Derecho del Trabajo y de Seguridad Social en Homenaje al profesor don Francisco Walker
Linares, Santiago, Editorial Jurídica de Chile.
22. O C., Pablo (2006), "Incentivos: ¿Por qué las empresas no retienen a nadie?",
artículo publicado en Economía y Negocios On Line, con fecha 12 de diciembre de 2006,
www.economiaynegocios.cl
24. R , Thilo (1994), "El Laissez-Faire y la protección de los trabajadores por parte del
Estado", La Formación del Derecho del Trabajo en Europa, análisis comparado de la
evolución de nueve países hasta el año 1945 (Bob Hepple comp. ), Madrid, Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social.
27. S , Jean-Michel (2006), "Les Temps de la Vie au Travail", Travail et Temps au XXIe
Siècle, Ginebra, Oficina Internacional del Trabajo.
29. S , Alain (1996), Crítica del Derecho del Trabajo, Madrid, Ministerio del Trabajo y
Asuntos Sociales.
S 1: T
Las potestades del empleador limitan con los derechos fundamentales del trabajador. La
amplitud de los poderes del empleador es de tal magnitud y la novedad de recurrir a los
derechos fundamentales como límites presenta tan interesantes lineamientos que dedicaremos
este capítulo a esta materia.
No obstante, desde principios de la década de los setenta del siglo pasado, han cobrado
importancia derechos fundamentales no propiamente laborales pero que igualmente tienen una
proyección importante en la relación laboral. Esta tendencia ha sido conocida como
CIUDADANÍA EN LA EMPRESA.
Se trata de aquellos derechos que tiene el trabajador como ciudadano, derechos civiles y
políticos que, en cierta forma, quedaban disminuidos en la relación de trabajo, ya sea por la
necesidad de una mejora urgente de las condiciones económicas y de trabajo o por efecto de
la exacerbación de la potestad de mando del empleador.
A fines de 2001 fue promulgada la ley Nº 19.759, reforma laboral que enmendó diversas
materias del CT. Esta ley recepciona la tendencia tutelar en materia de derechos
fundamentales no propiamente laborales de algunas legislaciones comparadas. En esta línea,
se reconoce el límite que las garantías constitucionales constituyen respecto de las facultades
del empleador, en especial cuando se pudiera afectar la intimidad, la vida privada y la honra de
los trabajadores (nuevo inciso primero del art. 5º del CT).
Asimismo y como estudiamos en su momento, la ley dispuso que las medidas de control de
los trabajadores deben efectuarse por medios idóneos, de aplicación general, garantizándose
la impersonalidad del respectivo mecanismo para resguardar la dignidad del trabajador (art.
154 inciso final del CT). Además, se exige reserva al empleador en relación a la información y
datos privados del trabajador a que tenga acceso con ocasión de la relación laboral (art. 154
bis).
Todas estas modificaciones son de gran importancia, especialmente, el art. 5º del CT,
considerando las críticas de la doctrina a la eficacia horizontal y al principio de vinculación
directa.
La eficacia mediata o indirecta postula que los derechos fundamentales rigen entre
particulares por medio de la doble mediación del legislador y del juez (Venegas, 2004: 113).
Los derechos fundamentales operan como decisiones valorativas objetivas que se proyectan
sobre la labor del legislador y del juez. O sea, los derechos fundamentales obligan
directamente a los poderes públicos e indirectamente a los privados.
Por el contrario, la eficacia inmediata o directa señala que los derechos fundamentales rigen
y obligan directamente a los particulares en los actos realizados en el ejercicio de su
autonomía privada (Venegas, 2004: 179).
(1) El CT y la legislación del trabajo deben ser interpretados por el juez a la luz de los
derechos fundamentales (eficacia mediata).
(2) Si existen vacíos legales el juez no puede negarse a resolver el conflicto (principio de
inexcusabilidad, art. 76 inciso segundo de la Constitución), y en este caso perfectamente
podrá aplicar directamente los derechos fundamentales (eficacia inmediata).
(3) Si un precepto laboral vulnera los derechos fundamentales, el juez debe remitir la norma
laboral al Tribunal Constitucional por estimarla inconstitucional, aplicando de esta forma
el mecanismo que la propia Carta Fundamental estatuye (art. 93 Nº 6º) (eficacia
mediata).
(4) En materia laboral, el principio de vinculación directa implicará que los derechos
fundamentales operarán como límite directo de las potestades abiertas que el propio CT
otorga al empleador (eficacia inmediata) (art. 5º inciso primero del CT). Estas potestades
abiertas y unilaterales pueden ser vistas como un vacío legal donde los derechos
constitucionales son el límite del actuar empresarial, caso en que estaríamos en el Nº 2
anterior y las consecuencias serían idénticas.
En cuanto al alcance del art. 5º del Código del Trabajo debemos distinguir su ámbito de
aplicación y sus efectos. En cuanto al ÁMBITO DE APLICACIÓN el precepto habla de
facultades del empleador, o sea abarca en forma amplia todas las potestades del empleador, a
saber, de mando, de reglamentación y disciplinaria. Todas quedan sujetas al límite de esta
norma, especialmente la de mando por ser una facultad abierta e indeterminada que es
concretada en el día a día por el empleador. Sin duda este poder limita con los derechos
fundamentales del trabajador.
La potestad reglamentaria está sujeta a los controles que determina el art. 153, lo cual no
obsta a postular que el reglamento interno legítimamente aprobado igualmente tiene como
límite las garantías constitucionales de los trabajadores. Asimismo, el inciso segundo del art.
153 prescribe que en el reglamento deben estipularse las normas que tendrán que observarse
para garantizar un ambiente laboral digno y de mutuo respeto a los trabajadores, conforme a
las modificaciones agregadas por la ley Nº 20.005.
Debemos tener presente que todas estas potestades legales del empleador pueden ser
utilizadas de mala fe, en forma desviada pero aparentemente técnica, lo que representa todo
un desafío para la tutela del trabajador. Este ejercicio desviado puede implicar un despido,
sanciones disciplinarias, la concesión o no de bonos o primas especiales, la eventualidad de
suspender determinados aportes voluntarios a servicios de bienestar o a seguros colectivos de
salud, los ascensos o promesas de ascensos, la contratación o abstención de contratar, los
permisos, las licencias, el período en el cual es posible hacer uso del feriado, el pago de una
sala cuna de determinado nivel, etc. En todos estos casos estas facultades legales pueden
atentar contra derechos fundamentales sobre todo si son usadas en forma persecutoria. Se
trata de la utilización desviada o de la adaptación conflictiva de las potestades de gestión o
administración de la empresa (Ermida, 1999: 24), conformándose una especie de autotutela
patronal.
En este contexto, los límites estatuidos por el legislador en el art. 5º son plenamente
pertinentes.
Respecto de los EFECTOS del art. 5º inciso primero, cabe precisar que el legislador ha
limitado las facultades empresariales con las garantías constitucionales del trabajador, en
especial cuando pudieren afectar su intimidad, vida privada y honra. En este punto deberemos
abordar dos aspectos: la amplitud de los límites y la operatividad de los mismos.
Sobre la AMPLITUD DE LOS LÍMITES, debemos precisar que la norma hace referencia a
las garantías constitucionales, por tanto se comprenden los derechos fundamentales
propiamente laborales, como la libertad sindical, y los inespecíficos, como, entre otros, los que
el mismo legislador señala en dicho artículo. La norma no efectúa una enumeración taxativa
por lo que, al hablar de garantías constitucionales, el intérprete deberá recurrir en principio al
art. 485 del CT, como veremos en su oportunidad.
Este procedimiento de tutela enumera los derechos fundamentales protegidos, por ende, su
ámbito de aplicación es más restrictivo que el art. 5º inciso primero del CT. Además, el nuevo
procedimiento aclara algo obvio pero no menos importante: la existencia del contrato de
trabajo no implica que no pueda haber límites a los derechos fundamentales del trabajador,
sino que estos límites deben ser racionales y proporcionales, como el nuevo procedimiento
regula. Este juicio de ponderación debería también aplicarse en el caso de los derechos
fundamentales no contemplados en el procedimiento de tutela, pero que puedan tener
aplicabilidad vía art. 5º del CT.
Con posterioridad, varias reformas legales han reforzado la ciudadanía en la empresa. La ley
Nº 19.889 reguló las condiciones de trabajo y contratación de los trabajadores de artes y
espectáculos, disponiendo, en el nuevo art. 145-A inciso final del CT, que el contrato de trabajo
no podrá afectar en ningún caso la libertad de creación del artista contratado. Se trata de la
tutela de un derecho de rango constitucional (art. 19 Nº 25º de la Constitución Política) que
puede verse afectado por la potestad de mando del empleador.
Por su parte, la ley Nº 20.005, sobre acoso sexual, agrega un nuevo inciso segundo al art. 2º
del CT, para disponer que las relaciones laborales deberán siempre fundarse en un trato
compatible con la dignidad de la persona.
Esta ley es de suma importancia para la protección de los derechos fundamentales de los
trabajadores. ¿Qué debemos entender por condena? En nuestra opinión se requiere una
sentencia ejecutoriada en el nuevo procedimiento de tutela. El Estado es un gran contratante
de bienes y servicios y resulta razonable exigirles a sus colaboradores privados que respeten
la ley y los derechos fundamentales de sus trabajadores.
Por último, la ley Nº 20.607, de 2012, regula el acoso laboral como veremos en su
oportunidad.
Sin duda estos textos normativos profundizan la tutela de los derechos fundamentales del
trabajador asumida por la ley Nº 19.759.
1.1. Algunas manifestaciones concretas de esta tendencia en nuestro derecho nacional
Aunque en esta obra estamos haciendo un tratamiento general y de síntesis del contrato de
trabajo, estimamos relevante analizar someramente algunas expresiones concretas de los
derechos fundamentales inespecíficos del trabajador, a saber: (a) el derecho al honor y vida
privada del trabajador; (b) la integridad psíquica; (c) la libertad ideológica y religiosa, y (d) la
libertad de expresión.
Se ha definido a la vida privada como "el conjunto de los asuntos, conductas, documentos,
comunicaciones, imágenes o recintos que, el titular del bien jurídico protegido, no desea que
sean conocidos por terceros sin su consentimiento" (Cea, 1988: 103).
Por otra parte, la ley Nº 19.628, sobre protección de la vida privada, indica en su art. 2º letra
g) que, entre otros, son datos sensibles los referidos a hechos o circunstancias de la vida
privada o intimidad, tales como los hábitos personales, el origen racial, las ideologías y las
opiniones políticas, las creencias o convicciones religiosas, los estados de salud físicos o
psíquicos y la vida sexual.
Por su parte, la HONRA hace referencia a la buena fama, el crédito, prestigio o reputación
de que una persona goza en el ambiente social, es decir, ante el prójimo o los terceros en
general, encontrándose íntima e indisolublemente unida a la dignidad e integridad de la
persona, sobre todo de naturaleza psíquica (Cea, 2004: 180).
La honra es el conjunto de cualidades éticas que permiten que la persona merezca y reciba
la consideración de los demás. Se relaciona con el buen nombre, la buena fama y el bien
moral (Evans, 2004: 218).
Una enmienda reciente vinculada a esta materia es la dispuesta por la ley Nº 20.786 que
agregó un artículo 151 bis dentro del contrato de trabajadores de casa particular, señalando
que el empleador no podrá condicionar su contratación, permanencia o renovación de contrato,
o la promoción o movilidad en el empleo, al uso de uniformes, delantales o cualquier otro
distintivo o vestimenta identificadores en espacios, lugares o establecimientos públicos como
parques, playas, restaurantes, hoteles, locales comerciales, clubes sociales y otros de similar
naturaleza.
Respecto del derecho al honor y vida privada del trabajador, el art. 5º del CT reconoce el
límite que las garantías constitucionales constituyen respecto de las facultades del empleador,
en especial cuando se pudiera afectar la intimidad, la vida privada y la honra de los
trabajadores. Asimismo, y como ya comentamos anteriormente, el art. 154 inciso final del CT
estableció que las medidas de control de los trabajadores deben efectuarse por medios
idóneos, de aplicación general, garantizándose la impersonalidad del respectivo mecanismo
para resguardar la dignidad del trabajador. Se exige, además, reserva al empleador en relación
a la información y datos privados del trabajador a que tenga acceso con ocasión de la relación
laboral (nuevo art. 154 bis).
1. Las medidas de revisión y control de las personas, de sus efectos privados o de sus
casilleros, al importar un límite a la privacidad de las personas, deben necesariamente
incorporarse en el texto normativo que la ley establece para el efecto, esto es, el Reglamento
Interno de la empresa, dictado en conformidad a ley.
2. Las medidas de revisión y control deben ser idóneas a los objetivos perseguidos como
son el mantenimiento del orden, la higiene y la seguridad de la persona y sus trabajadores, no
debiendo importar actos ilegales o arbitrarios por parte del empleador, según lo señala la
Constitución en su art. 20, como por ejemplo la selección discrecional de las personas a
revisar o la implementación de medidas extrañas e inconducentes a los objetivos ya
señalados.
De este modo, el mecanismo de selección de las personas cuyos efectos sean objeto de
revisión deberá, para asegurar el rasgo de universalidad, recaer sobre todas las personas de la
empresa o una sección de ella y, además, para garantizar la despersonalización, deberá
realizarse en todos y cada uno de los trabajadores o, en su defecto, establecer un sistema de
sorteo que la empresa explicitará directamente en el Reglamento respectivo.
En cuanto a las consecuencias legales en caso de que el examen de drogas resulte positivo,
la jurisprudencia administrativa ha precisado que sólo podría importar, en principio, alguna de
las sanciones que contempla la ley en el marco de la facultad disciplinaria del empleador, es
decir, amonestación verbal o escrita, o multa, sin perjuicio de que el empleador estime que se
ha configurado una causal de despido, situación que, en definitiva, será evaluada por los
Tribunales de Justicia (dictámenes de la DT Nº 6658 de 29 de noviembre de 1996 y Nº 287 de
11 de enero de 1996).
La doctrina constitucional precisa que el derecho a la vida implica una facultad jurídica para
exigir la protección de la vida humana, en cuanto actividad sustancial propia del hombre, desde
una dimensión biológica así como desde una perspectiva psíquica (Verdugo, Pfeffer y
Nogueira, 2002: 199).
Dada la potestad de mando del empleador y la subordinación del trabajador, puede haber
casos en los cuales se vulnere la integridad psíquica del trabajador, por ejemplo, por medio de
un acoso sexual o moral.
En ambas situaciones estimó que puede haber graves secuelas psíquicas para el trabajador.
Nuestra Constitución Política, en su art. 19 Nº 6º, asegura a todas las personas la libertad de
conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que
no se opongan a la moral, las buenas costumbres y al orden público.
La libertad de conciencia significa, desde una perspectiva subjetiva, que el ser humano tiene
derecho a pensar y adherir a la verdad de cualquier orden que se le presente a su inteligencia,
sin presión de ninguna especie (Verdugo, Pfeffer y Nogueira, 2002: 258).
Esta libertad no puede ser objeto de prohibición, regulación, sanción u orden alguna por
parte del ordenamiento jurídico mientras permanezca en el fuero interno. Desde una
perspectiva objetiva, la libertad de conciencia comprende el derecho de manifestación exterior
o pública de todas las creencias, en forma individual o colectiva, se trate de una simple
manifestación, de su práctica o de su enseñanza (Verdugo, Pfeffer y Nogueira, 2002: 258).
En la actualidad, la ley Nº 19.638, que establece normas sobre la constitución jurídica de las
iglesias y organizaciones religiosas, precisa, en su art. 2º, que ninguna persona podrá ser
discriminada en virtud de sus creencias religiosas, ni tampoco podrán éstas invocarse como
motivo para suprimir, restringir o afectar la igualdad consagrada en la Constitución y en la ley.
Tres son los aspectos centrales de esta garantía (Verdugo, Pfeffer y Nogueira, 2002: 261), a
saber, el derecho a emitir información, la libertad de información y el derecho a recibir
información. El primero comprende el derecho de toda persona para exteriorizar por cualquier
medio y sin coacción lo que piensa o cree. La libertad de información, por otra parte, implica la
posibilidad de hacer partícipes a los demás de esa información. El derecho a recibir
información se comprende dentro de la libertad de información.
Por último, cabe agregar que la ley Nº 19.733, sobre libertades de opinión e información y
ejercicio del periodismo, se vincula directamente con los derechos fundamentales en estudio.
1.2. Las empresas de tendencia o ideológicas
Debemos precisar que nuestro ordenamiento carece de una regulación relativa a las
EMPRESAS DE TENDENCIA O IDEOLÓGICAS, lo que dificulta la delimitación de
responsabilidades en esta materia.
Por regla general las opciones ideológicas del trabajador no deben importar al empleador.
No obstante, en casos excepcionalísimos, cuando la organización empresarial es expresiva de
una ideología esencial en sus objetivos y actuaciones, puede adquirir cierta importancia la
ideología del trabajador.
En efecto, desde una perspectiva interna el ideario o la creencia que profesan estas
organizaciones obliga, en principio, a los integrantes de la misma en el sentido de tener que
adecuar su conducta al referido ideario (Irureta, 2003: 236) o, al menos, observar una
"neutralidad" que no implica una renuncia de sus propias convicciones, sino que, en el
desarrollo de la actividad laboral, deben respetar y no enfrentar la opción ideológica de la
organización en que presta sus servicios propagando en ella sus propias ideas (Rodríguez-
Piñero, 2004: 366).
Agrega que, sin perjuicio de las disposiciones de la Directiva, las iglesias y las demás
organizaciones públicas o privadas cuya ética se base en la religión o las convicciones,
actuando de conformidad con las disposiciones constitucionales y legislativas nacionales,
podrán exigir a las personas que trabajen para ellas una actitud de buena fe y de lealtad hacia
la ética de la organización.
Desde una perspectiva crítica se ha señalado que, así como la organización de tendencia
puede exigir un trato excepcional, también la tendencia ideológica del trabajador debiera
importar en la relación laboral (Viscomi, 2003: 593). Se habla del TRABAJADOR
IDEOLÓGICO, poniendo en duda la supremacía de los fines ideológicos del empleador por
sobre el trabajador (Bavaro, 2003: 201).
Nuestro CT no hace referencia expresa a las empresas de tendencia. Por su parte, la ley
Nº 19.638, que establece normas sobre la constitución jurídica de las iglesias y organizaciones
religiosas, precisa, en su art. 2º, que ninguna persona podrá ser discriminada en virtud de sus
creencias religiosas, ni tampoco podrán éstas invocarse como motivo para suprimir, restringir o
afectar la igualdad consagrada en la Constitución y en la ley.
Esta prohibición será general sin perjuicio de reconocer, muy excepcionalmente, la situación
de las empresas de tendencia, como puede ocurrir con un partido político o una iglesia
específica.
1.3. Los derechos fundamentales del trabajador frente a las nuevas tecnologías
Los avances científicos y tecnológicos cada vez invaden más la intimidad del trabajador en
el lugar de trabajo. El poder de control del empleador se ha perfeccionado y es posible vigilar
la conducta de sus subordinados por medio de tecnologías invasivas de su privacidad. Se
habla de CIBERSUBORDINACIÓN, CIBERVIGILANCIA, TELESUBORDINACIÓN O
VIDEOVIGILANCIA.
El empleador, gracias a estos avances y en base a su facultad de mando y disciplinaria,
administra y gestiona la red, y puede adoptar las medidas técnicas necesarias para el uso
adecuado del sistema informático de su empresa, por ejemplo, por medio del reglamento
interno (Benalcázar, 2003: 95 y ss.).
El control del trabajador por parte de estas tecnologías ha sido justificado, por algunos
empleadores, por la necesidad de proteger los bienes de la empresa; para conocer el
desempeño de los trabajadores en su puesto de trabajo, y para adoptar las medidas
adecuadas de higiene y seguridad dentro de la fábrica (Chapman, 2002: 74).
La cibervigilancia sólo se justifica por razones técnicas o de seguridad, pero jamás podrá
aceptarse como método de control de la labor de los trabajadores.
La DT agrega en el pronunciamiento que comentamos que este control sólo puede resultar
lícito en la medida que se cumpla con los requisitos generales de toda medida de control
(artículo 154 inciso final) y, además, con algunos singulares o específicos relacionados con el
medio empleado, a saber:
b) Deben ser conocidos por los trabajadores, es decir, no pueden tener un carácter
clandestino; y
c) Su emplazamiento no debe abarcar lugares, aun cuando ellos se ubiquen dentro de las
dependencias de la empresa, dedicados al esparcimiento de los trabajadores, tales como
comedores y salas de descanso, así como tampoco a aquellos en los que no se realiza
actividad laborativa, como los baños, casilleros, salas de vestuario, etc.
En cuanto a los resultados obtenidos con estos mecanismos de control audiovisual (las
grabaciones), la DT señala en su resolución criterios generales relativos al contenido esencial
del derecho a la intimidad del trabajador, en la perspectiva del control sobre los datos relativos
a su persona:
b) Los trabajadores deberán tener pleno acceso a las grabaciones en las que ellos
aparezcan, pudiendo en caso de autorizarlo permitir el acceso a las mismas a los
representantes sindicales;
e) Resulta del todo ilícito alterar o manipular el contenido de las grabaciones o editarlas de
modo que se descontextualicen las imágenes en ellas contenidas.
Agrega que cualquier uso de información de las grabaciones con finalidades distintas de las
que motivaron su implementación (razones técnico productivas o de seguridad), debe ser
desestimada, como por ejemplo la adopción de medidas disciplinarias por la actividad del
trabajador captada en las grabaciones, lo que implicaría elevar a la categoría de principal la
actividad de control de la prestación laboral mediante el uso de estos mecanismos. En este
caso, se limitaría el derecho de la intimidad del trabajador, constituyendo una presión indebida
a su dignidad y la anulación de todo espacio de privacidad de su persona.
Para estos efectos se agregó un inciso penúltimo al artículo 22 del CT, excluyendo de la
limitación de jornada (45 horas semanales) a: "los trabajadores contratados para que presten
sus servicios preferentemente fuera del lugar o sitio de funcionamiento de la empresa,
mediante la utilización de medios informáticos o de telecomunicaciones".
En consecuencia este reconocimiento del teletrabajo es muy flexible y poco protector del
trabajador, lo que implica que muchos derechos fundamentales de los teletrabajadores pueden
quedar amenazados frente a las potestades empresariales.
Al respecto, se precisó en el mencionado dictamen que: "la experiencia práctica que emana
de los hechos y la costumbre, indican que en el ámbito de las relaciones de trabajo, lo habitual
y frecuente es que el empleador no pretenda enterarse del contenido de las llamadas
telefónicas de sus dependientes, aún cuando la línea y el aparato pertenezcan al empleador.
Igual cosa sucede con cierto mobiliario y lugares de la empresa que usa el dependiente, tales
como casilleros, escritorios y cajones, entre otros, en que lo corriente será que estos reductos
sean una proyección natural de la persona y actividad del dependiente, y por tanto,
habitualmente tampoco serán controlados ni invadidos por el empleador, aún cuando —se
reitera— en estricto rigor sean de propiedad de éste. Con similar predicamento deben
abordarse las situaciones a que dé lugar el uso del correo electrónico".
Concluye este dictamen señalando que "de acuerdo a las facultades con que cuenta el
empleador para administrar su empresa, puede regular las condiciones, frecuencia y
oportunidad de uso de los correos electrónicos de la empresa, pero en ningún caso podrá
tener acceso a la correspondencia electrónica privada enviada y recibida por los trabajadores".
a) El empleador puede regular las condiciones, frecuencia y oportunidad de uso del correo
electrónico.
b) El empleador, incluso, podría estatuir que todos los correos electrónicos que se remitan
desde el servidor de la empresa vayan con copia a gerencia.
Consideramos que para responder adecuadamente a los desafíos planteados por las TICs es
recomendable regular formalmente el uso de los medios o herramientas informáticas que el
empleador pone a disposición de los trabajadores bajo su dependencia, para el desarrollo de
los servicios convenidos en el contrato de trabajo (Guidi, 2009: 474).
Cabe preguntarse por los alcances del uso extraproductivo del correo electrónico. En estas
situaciones deberá ponderarse cada caso concreto para evaluar las consecuencias jurídicas
de este uso extralaboral. Por un lado, un uso mínimo y razonable no podría ser sancionado, al
igual que el uso del teléfono de la empresa o de los artículos de escritorio.
Por el contrario, una utilización abusiva que desvía al trabajador de sus quehaceres podrá
ser sancionada, según su gravedad, hasta con un despido disciplinario. Igualmente en el caso
de que el dependiente haya accedido a información confidencial de la empresa o a los correos
de sus superiores o compañeros de trabajo, afectando la privacidad de estas personas
(Falguera, 2004: 301).
Para efectos de evaluar cada caso la doctrina menciona los siguientes criterios (Falguera,
2004: 304 y ss.): los costos de la comunicación extraproductiva; el impacto de ese uso en el
proceso productivo o en los servicios; si el trabajador es emisor o receptor de correos
electrónicos, caso este último donde el mero hecho de recibir y abrir un correo no involucraría
responsabilidad alguna, y si existe o no un marco jurídico normativo o contractual en cuanto al
derecho de comunicación en la empresa.
Por último, debemos señalar que el uso del correo electrónico para fines sindicales no
constituye incumplimiento contractual, más aún si se considera que la legislación estatuye
permisos semanales para los dirigentes sindicales, de 6 u 8 horas, para efectos de desarrollar
su labor (art. 249 CT). En esas horas de permiso perfectamente el dirigente podrá remitir
correos electrónicos a sus representados. Además, podría regularse este uso en el reglamento
interno o en el contrato colectivo de la empresa.
Para finalizar este análisis general de la Ciudadanía en la Empresa, realizaremos una breve
descripción del procedimiento de tutela de derechos, establecido recientemente en nuestro CT
para tutelar los derechos fundamentales del trabajador.
1. Tutela estando vigente el contrato de trabajo, arts. 485 y ss. del CT.
Este procedimiento, consagrado por la ley Nº 20.087 (arts. 485 y ss. del CT), se aplicará
respecto de las cuestiones suscitadas por aplicación de las normas laborales, cuando los
DERECHOS HUMANOS que expresamente se mencionan resulten lesionados en el ejercicio
de las facultades del empleador. Se trata de las siguientes garantías constitucionales: derecho
a la vida, integridad física y psíquica siempre que la vulneración de estas garantías sea
consecuencia directa de actos ocurridos en la relación laboral; vida privada y honra;
inviolabilidad de las comunicaciones privadas; libertad de conciencia y culto; libertad de opinión
y libertad de trabajo (art. 485).
Asimismo, los nuevos arts. 292, 294 y 389 incluyen las vulneraciones a la LIBERTAD
SINDICAL (prácticas desleales y antisindicales) en este nuevo procedimiento de tutela.
El art. 485, inciso tercero del CT, precisa que se entenderá que estos derechos y garantías
resultan lesionados cuando el ejercicio de las facultades que la ley le reconoce al empleador
limite el pleno ejercicio de aquéllos sin justificación suficiente, en forma arbitraria o
desproporcionada, o sin respeto a su contenido esencial.
A través de la misma se protege al trabajador frente a las represalias del empleador "en el
ejercicio de sus derechos laborales de cualquier naturaleza (fundamentales específicos o
inespecíficos, legales o contractuales)" (Ugarte, 2006: 109). Inclusive se contiene la protección
del "ejercicio de la propia acción de tutela de derechos fundamentales" (Ugarte, 2006: 109).
Incluso, podría haber represalias empresariales una vez terminada la relación laboral, como
se indica en una sentencia española de 1988, en el caso de la negativa del empresario a
suministrar referencias de una extrabajadora como represalia por las reclamaciones judiciales
realizadas en contra de la empresa (Álvarez, 2005: 120). También por la "circulación de listas
negras entre empresarios, la exclusión de los trabajadores conflictivos de la previsión social
complementaria de la empresa, la negación de determinadas ventajas o beneficios que la
empresa pudiera tener establecidas para sus antiguos empleados (por ejemplo, tarifas
reducidas o acceso gratuito a los servicios proporcionados por la empresa) o, si se trata de una
empresa que ofrece productos o servicios al público en general (banca, electricidad, agua)
algún tipo de discriminación en el acceso a ellos" (Álvarez, 2005: 121).
Nuestros tribunales han aplicado la garantía de indemnidad a una trabajadora que había
sido testigo en un juicio laboral contra su empleador (Juzgado de Letras del Trabajo de La
Serena, RIT T-13-2009).
Ahora bien, el procedimiento de tutela podrá ser INTERPUESTO en contra del empleador o
en contra de la empresa de servicios transitorios o de la empresa usuaria definidas en las
letras a y b del art. 183-F de la ley Nº 20.123, que regula la subcontratación y el suministro de
trabajadores.
En estos casos, la Inspección del Trabajo, a requerimiento del tribunal, deberá emitir un
informe acerca de los hechos denunciados. Podrá, asimismo, hacerse parte en el proceso al
igual que la organización sindical de la cual forme parte el trabajador, que podrá hacerse parte
como tercero coadyuvante, directamente o por intermedio de su organización de grado
superior. Con todo, la organización sindical a la cual se encuentre afiliada la víctima podrá
interponer directamente la denuncia y en este caso actuará como parte principal.
¿Qué deberemos entender por interés legítimo? Habrá interés legítimo cuando se invoque
un interés directo vinculado al ejercicio de las funciones que la ley les reconoce a las
organizaciones sindicales, especialmente a la protección y promoción de los derechos
laborales (Ugarte, 2006: 104). ¿Qué sindicato será titular de este interés? Tanto el sindicato de
base como la respectiva organización de grado superior. ¿Cuál es el alcance de este interés
legítimo? Tanto la organización sindical que ve vulnerada la libertad sindical puede accionar
por esta vía como en representación de un trabajador miembro de la misma que vea
transgredidos sus derechos fundamentales, al tenor de los fines sindicales precisados en el art.
220 del CT.
Además, si la DT actuando dentro del ámbito de sus atribuciones y sin perjuicio de sus
facultades fiscalizadoras toma conocimiento de una vulneración de derechos fundamentales,
deberá denunciar los hechos al tribunal competente y acompañar a dicha denuncia el informe
de fiscalización correspondiente. Esta denuncia servirá de suficiente requerimiento para dar
inicio a la tramitación de un proceso. La DT podrá hacerse parte en el juicio que por esta causa
se entable. No obstante, la Inspección deberá llevar a cabo, en forma previa a la denuncia, una
mediación entre las partes a fin de agotar las posibilidades de corrección de las infracciones
constatadas.
Por último, cabe hacer presente que el procedimiento de tutela de derechos fundamentales
también puede ser interpuesto por los funcionarios públicos. Lo anterior, dado que su estatuto
no contempla una acción similar y el Código del Trabajo es el estatuto de derecho común en
materia laboral en nuestro país y, por ende, supletorio en caso de lagunas. En este sentido ha
razonado la Corte Suprema, en la unificación de jurisprudencia rol Nº 10.972/2013,
señalándose, además, que la voz "trabajadores" ocupada en el art. 1º también comprende a
los del sector público (funcionarios).
Estas denuncias deberán interponerse dentro del PLAZO de sesenta días contados desde
que se produzca la vulneración de derechos fundamentales alegada. Este plazo se
suspenderá en la forma estatuida en el artículo 168 (art. 486 inciso final). Obviamente si la
vulneración es continua, este plazo no corre.
Deberá también hacerlo en cualquier tiempo, desde que cuente con dichos antecedentes.
En materia probatoria se consagra la PRUEBA INDICIARIA al señalar lo siguiente: cuando
de los antecedentes aportados por la parte denunciante resulten indicios suficientes de que se
ha producido la vulneración de derechos fundamentales, corresponderá al denunciado explicar
los fundamentos de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad (art. 493). La Corte
Suprema, en recurso de unificación de jurisprudencia 7023/2009, precisó que la prueba de
indicios es aplicable a todas las hipótesis del art. 485, incluyendo los actos discriminatorios, así
como a las del art. 489 del CT.
Con el mérito del informe de fiscalización, cuando corresponda, de lo expuesto por las partes
y de las demás pruebas acompañadas al proceso, el juez dictará sentencia en la misma
audiencia o dentro de décimo día (art. 494).
(2) Indicará en forma concreta las medidas a que se encuentra obligado el infractor dirigidas
a obtener la reparación de las consecuencias derivadas de la vulneración de derechos
fundamentales, bajo el mismo apercibimiento anterior, incluidas las indemnizaciones que
procedan.
(3) Aplicará las multas a que hubiere lugar, de conformidad a las normas del CT.
(4) El juez deberá velar para que la situación se retrotraiga al estado inmediatamente
anterior a producirse la vulneración denunciada y se abstendrá de autorizar cualquier tipo de
acuerdo que mantenga indemne la conducta lesiva de derechos fundamentales.
Cabe destacar la amplitud de potestades del juez en esta materia y como el Nº 2 de este art.
495 al referirse a "las indemnizaciones que procedan", contempla expresamente el DAÑO
MORAL en favor del trabajador afectado. Por tanto, durante la ejecución del contrato, en virtud
del procedimiento de tutela de derechos, es plenamente factible demandar y obtener una
reparación del daño moral del trabajador.
Son ya numerosas las sentencias que han condenado por daño moral. Citaremos una de las
más conocidas, el caso de discriminación de una trabajadora musulmana en TP Chile
(Inspección del Trabajo con TP Chile, RIT T-38-2010 Primer Juzgado del Trabajo de
Santiago.). La trabajadora ganó el pleito y estando vigente el contrato el empleador debió
indemnizarla con $ 5.000.000 por concepto de daño moral.
Por último, cabe advertir que una falencia grave del nuevo procedimiento es que su ámbito
de aplicación excluye la etapa precontractual (arts. 485 inciso segundo y 2º inciso sexto).
A modo ilustrativo, nos referiremos brevemente a la situación de los test de VIH Sida. Como
sabemos, la exigencia de EXÁMENES PREOCUPACIONALES únicamente se justifica en
cuanto tengan por objeto establecer la capacidad o idoneidad personal del postulante a un
empleo o trabajo determinado. Expresamente el art. 7º, de la ley Nº 19.779, que establece
normas relativas al Virus de Inmuno Deficiencia Humana y crea Bonificación Fiscal para
Enfermedades Catastróficas, modificada por la ley Nº 20.077, del año 2005, prohíbe
condicionar la contratación de trabajadores (en el sector público como privado), o la
permanencia o renovación de su empleo, o su promoción, a los resultados del examen
destinado a detectar la presencia del virus de inmunodeficiencia humana, como también,
requerir para dichos fines la realización del mencionado examen.
2. El acoso sexual
El acoso no es exclusivo de las relaciones laborales, sino de todos los vínculos de poder, en
ámbitos tan distintos como el educativo, religioso, deportivo, penitenciario, etc. Tampoco es un
problema contemporáneo, sino una situación que se ha dado a través de la historia, sobre todo
en las relaciones de servidumbre. De hecho, en la Biblia se cuenta el caso de José acosado
sexualmente por la esposa de su señor Putifar. José rechazó las propuestas y, ante ello, fue
acusado injustamente por ella de intentar abusarla (Génesis 39, 1-20).
El término acoso sexual surge en Estados Unidos (sexual harassment) en los años setenta.
Para muchos autores el acoso sexual es una de las PEORES PRÁCTICAS
DISCRIMINATORIAS. De hecho, numerosas leyes extranjeras al prohibir la discriminación
sexual mencionan directamente el acoso sexual, por ejemplo, en Alemania, Australia, Canadá,
Dinamarca, Estados Unidos, Irlanda, Nueva Zelandia, Reino Unido y Suecia (Suazo, 2000:
129)
Asimismo, la Unión Europea estima que el acoso sexual constituye una discriminación
sexual debido a que el factor género de la víctima es determinante en el hostigamiento
(Blanpain, 2000: 325).
En nuestro país, muchos años antes de la publicación de la ley de acoso sexual (Nº 20.005
del año 2005) el Centro de Estudios de la Mujer hizo pública una investigación cuyos
resultados indicaban que el 20% de las trabajadoras chilenas encuestadas habían sido
acosadas sexualmente alguna vez en su vida laboral (Délano y Todaro, 1993: 30).
Cabe hacer presente que no siempre el acoso implica una conducta discriminatoria, sino
cuando constituye una práctica que afecta fundamentalmente a las mujeres. Por ejemplo, en
Estados Unidos, la Suprema Corte ha aceptado en algunos casos el argumento de que el
acoso sexual constituye una forma de discriminación vinculada al poder del hombre sobre la
mujer más que a la atracción sexual (Gold, 2001: 7).
El acoso sexual puede ser DEFINIDO como la conducta de naturaleza sexual indeseada por
la víctima y que afecta o amenaza su dignidad en el trabajo, incidiendo negativamente en su
situación laboral.
El acoso sexual implica conductas o acciones sexuales indeseadas, no recíprocas, que casi
siempre son reiteradas en el tiempo, sin perjuicio de que una sola conducta, por su entidad o
gravedad, constituya en sí un acoso. Puede tratarse de una conducta física, verbal o no verbal
o cualquier otra basada en el sexo. Esta conducta afecta o amenaza la dignidad en el trabajo,
incidiendo negativamente en la situación laboral de la víctima. Para estos efectos, basta una
amenaza para alterar dicha situación.
En nuestro CT (enmendado por la ley Nº 20.005 sobre acoso sexual), se tipifica y sanciona
el acoso sexual, definiéndolo como "el que una persona realice en forma indebida, por
cualquier medio, requerimientos de carácter sexual, no consentidos por quien los recibe y que
amenacen o perjudiquen su situación laboral o sus oportunidades en el empleo" (art. 2º inciso
segundo del CT).
c) El asedio debe efectuarse en forma indebida. ¿Quiere decir esto que podría realizarse un
acoso sexual en forma debida? La respuesta es negativa. La idea de acoso sexual conlleva la
de ilicitud. Siempre será una conducta indebida. Por el contrario, un flirteo, amistad o relación
amorosa no conlleva la idea de ilicitud o acoso sexual.
d) El acoso puede realizarse por cualquier medio, esto es, por escrito, por correo electrónico,
por carta, verbalmente, por amenazas, grabaciones, rumores, conductas físicas u otros medios
idóneos para tal fin.
e) Los requerimientos de carácter sexual no son consentidos por quien los recibe. Este
elemento es de gran trascendencia ya que marca la diferencia entre la seducción y el acoso.
En cuanto al acoso e íter contractual, la definición dada por el CT abarca tanto la etapa
precontractual (de contratación), de ejecución y de término del contrato. Lo anterior por el
carácter amplio de los términos utilizados, a saber, que se amenacen o perjudiquen las
oportunidades de empleo de las víctimas.
En derecho comparado, la VÍCTIMA (SUJETO PASIVO) puede ser de cualquier sexo y tener
cualquier orientación sexual. Con todo, desde una PERSPECTIVA DE GÉNERO, el acoso
sexual constituye una manifestación de la violencia contra las mujeres, configurándose un
problema social serio y una discriminación dado que, por el solo hecho de ser mujer, la
trabajadora deberá tomar más precauciones que un hombre, considerando la alta tasa de
acoso que sufren las mujeres en comparación con el colectivo masculino.
Por este motivo, la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer, de la Organización de Naciones Unidas (aprobada y ratificada por Chile), del
año 1979, dispone que los Estados partes tomarán medidas apropiadas para modificar los
patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la
eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que
estén basadas en la idea de inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en
funciones estereotipadas de hombres y de mujeres (art. 5º letra a).
Por su parte, el Convenio Nº 111 de la OIT, de 1958 (aprobado y ratificado por Chile),
considera como discriminación, entre otras conductas, cualquier distinción, exclusión o
preferencia basada en motivos de sexo que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de
oportunidades o de trato en el empleo o en la ocupación (art. 1º punto 1 letra a).
Según las estadísticas del Centro de Estudios de la Mujer, el acoso sexual en nuestro país
se vincula con la segregación sexual vertical (mujeres concentradas en cargos subordinados
respecto de jefes que en su mayoría son varones) y horizontal (labores propias de mujeres)
(Délano y Todaro, 1993: 40 y ss.). Se estableció que existe una tendencia mayor al acoso en
las ocupaciones femeninas auxiliares de profesiones masculinas, como las secretarias y las
enfermeras. Se determinó, además, que en el mundo del trabajo el principal asediador es el
jefe directo, sin perjuicio de la existencia de acoso de jefes no directos y de colegas. Sólo en el
caso de las mujeres jefas, se produce acoso de los colegas en proporción mayor que los jefes
directos.
Estudios en España destacan que las mujeres entre los 26 y 30 años tienen más
posibilidades de sufrir un acoso. En el caso de las mujeres separadas, divorciadas y viudas el
acoso sexual asume las formas más duras. En Bélgica las posibles víctimas con mayor
frecuencia son las solteras, separadas o viudas, y las mujeres menores de 30 años son las
más expuestas (Martínez, 2002: 31 y 32).
En cuanto a los SUJETOS ACTIVOS, el acosador sexual puede ser un superior jerárquico,
un gerente o delegado, un colega, un grupo de empleadores, el hijo del patrón, un amigo, un
proveedor e, incluso, un cliente o usuario del servicio (Puyesky, 1999: 14). También puede
darse el caso de terceras personas que sirvan como "enlace" para los propósitos del acosador
(Reynoso, 2005: 10). Como señalamos, puede haber acoso no sólo respecto de los
trabajadores ya contratados, sino también para los que se encuentran en la etapa de
postulación a un puesto de trabajo (Martínez, 2002: 33).
En nuestro país, el CT comprende como sujeto activo en la figura del acoso al empleador, a
los superiores jerárquicos, a los representantes del empleador al tenor de lo dispuesto en el
art. 4º inciso primero del CT, así como a los colegas y compañeros de trabajo de la víctima,
incluso los que hagan labores de enlace.
¿Qué ocurre con sujetos ajenos a la relación laboral pero vinculados con el negocio o sus
dueños? Estimamos que el legislador no contempló expresamente a estas personas, como el
hijo del empleador, o los clientes o amigos del dueño de la empresa. Con todo, estos sujetos
activos quedarán comprendidos en la ley en la medida que las víctimas vean amenazada o
perjudicada su situación laboral o sus oportunidades de empleo.
Existen muchas clasificaciones del acoso sexual. La clasificación más conocida es entre
acoso por CHANTAJE O QUID PRO QUO, y el acoso por INTIMIDACIÓN, ENTORNO HOSTIL
O AMBIENTAL.
En derecho comparado, el acoso por chantaje o quid pro quo implica exigencias sexuales a
cambio de alguna ventaja o del mantenimiento del empleo o de las condiciones de trabajo. Fue
el primer tipo de acoso reconocido por la Suprema Corte de Estados Unidos (Boland, 2002:
45). Para configurarlo debe haber una relación jerárquica y una amenaza o pérdida efectiva de
derechos. Incluso, puede comprender un acoso indirecto, cuando la víctima no es acosada
directamente pero toma conciencia de que los únicos trabajadores que ascienden son los que
han aceptado un requerimiento de tipo sexual del superior.
El acoso por intimidación, entorno hostil o ambiental somete al afectado a una conducta que
incide negativamente en el medio en el cual se desempeña, causándole inseguridad o temor.
Produce efectos indeseados aunque no consecuencias negativas directas.
Este tipo de acoso puede ser, a su vez, vertical u horizontal, y se caracteriza por la creación
de un entorno intimidatorio, hostil o humillante para el trabajador. Se trata, por ejemplo, de
bromas reiteradas de orden sexual, lenguaje impropio y ofensivo, ilustraciones con desnudos
en las paredes de la oficina, que en definitiva conforman un ambiente de trabajo
absolutamente intimidatorio, hostil o humillante para la sensibilidad de la víctima.
Este acoso sexual ambiental es producto de "visiones machistas" del mundo laboral y se
utiliza, en cierta forma, para "mantener a las mujeres en su lugar". Algunos autores
extranjeros, utilizan un enfoque nuevo para explicar el acoso por entorno laboral hostil,
basándose en el PARADIGMA BASADO EN LA COMPETENCIA, en el sentido de que el
acoso respondería a la defensa, por parte de algunos hombres, de los mejores puestos de
trabajo, dada la competencia de las mujeres en el mercado de trabajo. Para estos efectos,
muchos hombres defienden un "modelo masculino" de trabajador al cual las mujeres no se
adaptarían por su "incapacidad". Este modelo tiene la ventaja de incluir situaciones que en
cierta forma han pasado desapercibidas para la tesis tradicional, como por ejemplo, el acoso
de trabajadores varones respecto de otros hombres sin que exista un componente sexual, por
ejemplo, cuando un trabajador hombre no se adecua a la imagen masculina del trabajo, por ser
soltero, o demasiado emotivo, o cuidar a sus hijos, o porque su esposa gana más que él, o
porque realiza labores de hogar o porque, en definitiva, transmite una imagen de debilidad
masculina (Schultz, 1999: 103 y ss.).
La definición de nuestro CT comprende tanto el acoso por chantaje o quid pro quo, como el
asedio por intimidación o entorno hostil, dada la amplitud de la palabra "requerimientos"; los
alcances del efecto del acoso, que incluyen la "situación laboral" de la víctima; así como la
exigencia de que las relaciones laborales se funden en un trato compatible con la "dignidad
humana".
El CT en lo referido a las MEDIDAS DE PREVENCIÓN impone al empleador su
implementación, atendido que el mismo ordenamiento laboral le otorga expresamente la
facultad de organizar, dirigir y administrar la empresa (art. 306 inciso segundo del CT), así
como las facultades de mando, de reglamentación y disciplinaria. Además, el empleador tiene
el deber de protección del trabajador, expresamente contemplado en el art. 184 del CT. Estas
medidas de prevención deberán buscar la creación de un adecuado ambiente de trabajo, de
respeto mutuo entre los trabajadores y sus superiores jerárquicos.
¿Cuáles serán los EFECTOS DEL ACOSO SEXUAL en nuestro derecho? nos referiremos al
procedimiento de investigación y sanción del acoso, así como sus consecuencias laborales y
patrimoniales.
La ley Nº 20.005 agregó un Título IV, nuevo, en el Libro II del CT, a continuación del art. 211.
Este Título añade los arts. 211-A a 211-E, sobre investigación y sanción del acoso sexual.
Respecto de su contenido, cabe señalar que podemos distinguir tres etapas: denuncia,
investigación y sanciones.
La DENUNCIA debe ser realizada por la persona afectada por el acoso, haciendo llegar su
reclamo por escrito a la dirección de la empresa, establecimiento o servicio o a la respectiva
Inspección del Trabajo (art. 211-A).
De esta forma, la víctima decide ante quién presentar su reclamo. Sin duda, si el acosador
es el empleador preferirá dirigirse a la Inspección del Trabajo.
Cuando se optare por una investigación interna, ésta deberá constar por escrito, ser llevada
en estricta reserva, garantizando que ambas partes sean oídas y puedan fundamentar sus
dichos, y las conclusiones deberán enviarse a la Inspección del Trabajo respectiva (art. 211-C).
Obviamente, si la Inspección difiere de las conclusiones del empleador, podrá hacer reparos u
observaciones a las mismas, debiendo ponerlas en conocimiento del empleador, del
denunciante y del denunciado (vid. dictamen de la DT Nº 4354 de 29/10/2009)
Por último, las conclusiones de la investigación realizada por la Inspección del Trabajo, o las
observaciones de ésta a aquélla practicada en forma interna en la empresa, serán puestas en
conocimiento del empleador, del denunciante y del denunciado (art. 211-D).
En cuanto a los efectos del acoso, cabe distinguir entre las distintas posibilidades que tiene
el empleador en virtud de su facultad disciplinaria.
Además, podrá utilizar el jus variandi estatuido en el art. 12 del CT, cuando necesite
trasladar al victimario a otra dependencia, así como otras medidas no expresamente
contempladas en la ley, como por ejemplo, la suspensión de la ejecución del contrato de
trabajo, con derecho a remuneración del acosador, como medida provisoria de resguardo a la
víctima (Lizama y Ugarte, 2005: 40). Es dable precisar que, desde ya, podrán mantenerse las
medidas de resguardo adoptadas al tenor del art. 211-B.
El acosador podrá ser amonestado en forma verbal o escrita. Asimismo, se le podrá imponer
una multa de hasta un 25% de la remuneración diaria, al tenor de lo dispuesto en los arts. 154
Nºs. 10 y 11, y 157 del CT.
También el empleador podrá despedir al acosador por configurarse una causal de caducidad
del contrato. Para estos efectos, la ley Nº 20.005 intercaló en el CT una letra b) nueva en el
Nº 1 del art. 160, relativa a las conductas de acoso sexual. Este despido libera al empleador de
pagar la indemnización del preaviso y la de por años de servicios.
¿Qué ocurre si el trabajador despedido demanda por despido injustificado y demuestra que
no realizó acoso sexual alguno? En este caso, el empleador no estará afecto al incremento
contemplado en la letra c) del art. 168 del CT, o sea, un 80% de la indemnización por años de
servicios (arts. 168 inc. tercero y 154 inc. penúltimo). No obstante, en este caso deberá pagar
la indemnización del preaviso y la indemnización por años de servicios que corresponda.
Asimismo, estimamos que esta exención no podrá operar en forma automática y el juez deberá
ponderar caso a caso, por ej.: si el empleador ha sido diligente, si el empleador actuó de mala
fe, etc.
¿Y si el acoso fue efectuado por el mismo empleador o si éste no adopta las medidas
adecuadas para tutelar a la víctima? En el primer caso la denuncia habrá sido efectuada ante
la Inspección del Trabajo y la víctima podrá poner término al contrato en virtud del despido
indirecto o autodespido, consagrado en el art. 171 del CT. En el segundo, la víctima podrá
denunciar esta situación ante la Inspección del Trabajo, sin perjuicio de finalizar el contrato por
despido indirecto.
Si el acosador era el empleador se aplicará como causal de despido indirecto la del art. 160
Nº 1 letra b) en relación al 171, esto es, conductas de acoso sexual.
Cabe recordar que si bien en estos casos el empleador no es el acosador directo, la ley
dispone su deber de cuidar la salud de sus trabajadores, comprensiva de su integridad física y
psíquica, lo cual incluye también las situaciones de acoso sexual, según ha declarado la Corte
Suprema (Gamonal, 2004b: 756). Fundamenta su criterio en el deber general de protección del
trabajador, por parte del empleador, contemplado expresamente en el art. 184 del CT, en
armonía con el art. 19 Nºs. 1º y 4º de la Constitución Política. La Corte aceptó un despido
indirecto por acoso sexual por haber sido la demandante objeto de prácticas y conductas
hostiles, intimidantes y ofensivas, conformándose en este caso un acoso sexual por parte de
un superior jerárquico.
La sentencia de casación explicó que las cartas enviadas por el acosador a la demandante,
con claras intenciones afectivas para con ella, son insuficientes para establecer una conducta
de acoso al interior del establecimiento en que trabajaba la demandante. No obstante, agrega
la Corte, el empleador conocía de la situación y, de hecho, solicitó las cartas con el fin de
evaluar el problema. En este contexto, se acoge la demanda de despido indirecto por las
causales de los números 5 y 7 del art. 160, ya que el empleador debía cuidar la salud de sus
trabajadores. En el caso en cuestión, conociendo la situación de acoso denunciada, el
empleador no adoptó con prontitud y eficiencia medida alguna para evitar el comportamiento
del jefe directo de la actora, hecho que le ocasionaba padecimiento y aflicción, como lo
demuestra su licencia médica por estrés laboral. Se concluye que el empleador desconoció su
obligación contractual de protección y el principio de buena fe con que deben cumplirse los
contratos.
El CT aclara en forma expresa (art. 171 inciso segundo) que el trabajador afectado podrá
reclamar del empleador, simultáneamente con el ejercicio de la acción por despido indirecto,
las otras indemnizaciones a que tenga derecho. ¿Cuáles serán estas otras indemnizaciones?
Las INDEMNIZACIONES POR DAÑO PATRIMONIAL Y MORAL que correspondan, dadas las
secuelas del acoso (pérdida de la fuente de trabajo, cesantía, estrés, depresión, fatiga, etc.).
Esta norma es de vital importancia ya que concede competencia al juez del trabajo en esta
materia al disponer que el afectado podrá ejercer simultáneamente estas acciones respecto del
empleador. Éste ha sido, por otro lado, el criterio adoptado por parte de la doctrina (Gamonal,
2007: 79 y ss.).
Por otra parte, la responsabilidad que emana del acoso sexual realizado directamente por el
empleador es de naturaleza contractual, según se deduce claramente de lo dispuesto en los
arts. 160 Nº 1 b) y 171, sobre término de contrato y despido indirecto por acoso sexual, y 184
del CT sobre el deber de protección del empleador. Esta reparación del daño moral por acoso
sexual deberá ordenarse una vez probada su gravedad y siempre que el acosador sea el
mismo empleador. Si, por el contrario, el acosador fue un trabajador de la empresa (superior
jerárquico, compañero de trabajo o subordinado), las causales para proceder al despido
indirecto serán las de los Nºs. 1 letra a), 5 y 7 del art. 160, y procederá el daño moral cuando
impetrada la falta de probidad del empleador se acredite que su negligencia o intención afectó
los intereses extrapatrimoniales del trabajador, sin perjuicio de las responsabilidades del
acosador directo (de naturaleza extracontractual).
El inciso tercero del art. 171 dispone, por otra parte, que cuando el empleador no hubiera
observado el procedimiento establecido en el Título IV del Libro II, responderá en conformidad
a los incisos primero y segundo del art. 171, sobre despido indirecto. Cabe preguntarse ¿cuál
es el alcance de esta frase? Sólo puede concluirse que se trata del caso en que el acosador no
era el empleador. Además, esta excepción debiera quedar entregada al juez y no operar en
forma automática. Podría suceder, por ejemplo, que el empleador realizara el procedimiento y
no sancionara al acosador e, inclusive, podría haber apoyado o felicitado al victimario por su
conducta impropia, caso en el cual no pareciera razonable eximirlo de los aumentos
indemnizatorios.
Por el contrario, cuando el acosador sea el empleador no operará esta eximente, ya que
quedaría a su arbitrio la posibilidad de acosar y de liberarse de los referidos aumentos
indemnizatorios.
El CT contempla un inciso final al art. 171, disponiendo que si el trabajador hubiese invocado
la causal de la letra b) del número 1 del art. 160, falsamente o con el propósito de lesionar la
honra de la persona demandada y el tribunal hubiese declarado su demanda carente de motivo
plausible, estará obligado a indemnizar los perjuicios que cause al afectado. En el evento que
la causal haya sido invocada maliciosamente, además de la indemnización de los perjuicios,
que podrá comprender el daño moral, quedará sujeto a las otras acciones legales que
procedan.
Con este precepto se pretende limitar la interposición de denuncias temerarias o mal
intencionadas respecto del empleador o de otros trabajadores de la empresa. Su aplicación
deberá ser especialmente ponderada por los tribunales, dadas las dificultades probatorias
existentes en la figura del acoso sexual.
Cabe precisar que, por afectarse gravemente derechos fundamentales en el acoso sexual,
perfectamente el trabajador afectado podrá interponer una tutela de derechos fundamentales,
tanto en la ejecución del contrato como por despido atentatorio de derechos fundamentales e
incluso, en nuestra opinión, podrá demandar despido indirecto y despido atentatorio de
derechos fundamentales.
a) Denunciar el caso a la Dirección del Trabajo, sin perjuicio de las acciones que ahora
detallaremos.
b) Además puede demandar tutela de derechos sin por ello poner término al contrato de
trabajo.
e) En todos los casos anteriores (letras b a d), puede demandar daño moral.
e) En todos los casos anteriores (letras b a d), puede demandar daño moral.
Para terminar, y en cuanto a la evaluación de las conductas de acoso sexual, cabe destacar
el CRITERIO DE LA MUJER RAZONABLE elaborado por la jurisprudencia norteamericana en
el caso Kerry Ellison v. Nicholas F. Brady en 1991 (Corte de Apelaciones del 9º Circuito
Federal), en el sentido de que la ponderación de estos casos no debe sustentarse en el de la
persona razonable, sino en el de la mujer razonable cuando la víctima sea una mujer (Puyesky,
1999: 19 y ss.).
Este criterio comparado constituye un referente importante para la labor de nuestros jueces
en materia de acoso sexual, pero aún no se ha aplicado en nuestro país.
Preferimos la denominación de acoso moral o mobbing, por sobre otras como acoso
psíquico, acoso psicológico, psicoterror laboral o bullying (González, 2002: 63 y 173, Prado,
2005: 91 e Hirigoyen, 2001: 69 y ss.).
Dado el poder de mando del empleador este tipo de acoso puede ser extremadamente
dañino y la variedad de conductas que comprende es amplia (Viscomi, 2002: 57), por ej.: no
hablarle a la víctima, criticar su labor por correo electrónico enviado a los restantes
trabajadores de la empresa, no darle trabajo, marginarla de las reuniones habituales, no
entregarle implementos de trabajo, encomendarle un trabajo excesivo e imposible, etc.
Además, este tipo de acoso puede ser cometido por los pares del trabajador.
Con todo, las malas condiciones laborales, el simple exceso de trabajo o los horarios
excesivos no configuran un acoso moral.
El acoso moral ha sido definido como "toda conducta abusiva (gesto, palabra,
comportamiento, actitud...) que atenta, por su repetición o sistematización, contra la dignidad o
la integridad psíquica o física de la persona poniendo en peligro su empleo o degradando el
ambiente de trabajo" (Hirigoyen, 2001: 19).
El efecto del mobbing puede ser muy perturbador. Desde la perspectiva psicológica se han
descrito más de cuarenta y cinco conductas tipificadoras de mobbing. Para Leymann, estos
comportamientos deben ser sistemáticos, a saber, al menos una vez por semana y con una
cierta duración en el tiempo de, a lo menos, seis meses (Gamonal y Prado, 2006: 21).
No obstante, existe una extensa discusión sobre los plazos mínimos para entender que se
configura un mobbing. En efecto, se ha destacado que seis meses sería la regla general pero
que, excepcionalmente, podrán bastar tres meses si los ataques son muy frecuentes (diarios) e
intensos, conformando un QUICK MOBBING (Ege, 2002: 56). Un criterio más amplio propone
la concurrencia de "actos perturbantes frecuentes y duraderos" (Viscomi, 2002: 57).
La FINALIDAD perseguida con el acoso moral laboral puede ser de distinta índole. Si el
acosador es el empleador podría tener como objetivo eliminar un trabajador de la empresa a
través de una renuncia forzada (Piñuel, 2005: 58), con ello evita el despido y pago de las
indemnizaciones legales. Asimismo puede tratarse de buscar un ambiente que facilite el
posterior despido de la víctima, como el deterioro del rendimiento o la comisión de errores, o
coaccionar al acosado para que renuncie a algunos de sus derechos (sueldos o cargo) o a la
defensa jurídica de los mismos (Guidi, 2006: 68).
Puede ocurrir que la víctima sea una persona recta, honrada, o con gran capacidad de
trabajo, o que se destaque por su carácter autónomo, o tenga una vida personal o familiar
satisfactoria, o sea popular en la organización (Abajo, 2004: 114), todo lo cual lo transforma en
foco de envidias y rivalidad por parte de sujetos acosadores (Piñuel, 2005: 58). Otra razón es
lo que se denomina el ACOSO DISCRIMINATORIO que emana del rechazo por parte de la
organización —jefes y compañeros de trabajo— de una diferencia que presenta la víctima
(Hirigoyen, 2001: 92 y ss.), que puede ser de distinta naturaleza: porque es mujer o porque
tiene cierta orientación homosexual o distintas creencias políticas o religiosas, etc.
Según los EFECTOS causados en la víctima, las conductas tipificadoras de mobbing pueden
agruparse de la siguiente forma (Gamonal y Prado, 2006: 15 y ss.):
— Efectos en la posibilidad de mantener sus contactos sociales, como cuando los gerentes y
compañeros no le dirigen la palabra, o cuando la víctima está aislada en una oficina
lejana.
— Efectos vinculados a la reputación personal, por ejemplo, cuando los acosadores cuentan
chismes de la víctima, o se divierten por su manera de moverse o caminar, o cuando se
ríen de alguna característica étnica del acosado o cuando le ridiculizan.
Otro de los probables efectos del acoso moral incide en la vida familiar y privada de las
víctimas. Se trata del DOBLE MOBBING. Éste se produce cuando los problemas familiares
surgen con posterioridad al acoso moral laboral, y conlleva un proceso que puede sintetizarse
de la siguiente forma: etapa de empatía y comprensión; etapa de desinterés (por el
agotamiento y exasperación de la familia frente a la situación del acosado, debido a que éste
vuelca en ella, en forma reiterada, la negatividad de su situación laboral); etapa de hostilidad
(la familia ve amenazada su integridad y serenidad por la víctima y efectúa una especie de
contraataque...). En definitiva, esta situación de doble mobbing aumenta el espiral de
negatividad en el acosado (Ege, 2002: 49 y 50).
Cabe precisar que el acoso moral puede vincularse con el acoso sexual. Parte de las
conductas constitutivas del mobbing pueden ser molestias o asedios sexuales. Por el contrario,
un acoso sexual donde la víctima rechazó al atacante perfectamente puede derivar en un
posterior mobbing con fines persecutorios por parte del victimario. Estamos frente al
denominado MOBBING SEXUAL (Ege, 2002: 22).
En el caso de Alemania, la tutela del acoso moral se ha configurado sin una legislación
especial, en base a los principios constitucionales (dignidad, libre expresión de la personalidad
humana, derecho a la vida, integridad física y libertad personal, igualdad y prohibición de
discriminación), y a las normas legales que establecen el deber del empleador de adoptar
medidas que protejan al trabajador de eventuales peligros a su vida y salud, en la medida que
lo permita la naturaleza de la prestación, así como el deber general de protección. Las
sanciones se han centrado en la indemnización del daño causado (Mazzamuto, 2004: 16).
En el caso de nuestro país por mucho tiempo no existió una legislación específica en la
materia. Sin embargo, se entendía que el art. 145-J aludía indirectamente al mobbing, al
prohibir que se excluyera arbitrariamente al trabajador de artes y espectáculos, de los
correspondientes ensayos y de las demás actividades preparatorias para el ejercicio de su
actividad artística.
Igualmente era factible demandar por acoso moral a un empleador en base al deber de
protección consagrado en el art. 184 del CT, y al inciso segundo del art. 2º, relativo a que las
relaciones laborales deberán siempre fundarse en un trato compatible con la dignidad de la
persona. Por otro lado, como el mobbing implica necesariamente (al igual que el acoso sexual)
la vulneración de los derechos fundamentales de la víctima, como su integridad psíquica y
eventualmente su privacidad y honra, resultaba plenamente aplicable el procedimiento de
tutela de derechos fundamentales.
Actualmente, tras la dictación de la ley Nº 20.607 en el 2012, el art. 2º define acoso laboral
como "toda conducta que constituya agresión u hostigamiento reiterados, ejercida por el
empleador o por uno o más trabajadores, en contra de otro u otros trabajadores, por cualquier
medio, y que tenga como resultado para el o los afectados su menoscabo, maltrato o
humillación, o bien que amenace o perjudique su situación laboral o sus oportunidades en el
empleo".
Por su parte, esta ley modifica los arts. 160 y 171, y, en consecuencia, el trabajador afectado
tendrá las siguientes opciones judiciales:
En todos los casos anteriores (letras a y b) la víctima puede ser compensada por el DAÑO
MORAL provocado.
El afectado podría recurrir de protección constitucional, acción poco efectiva para estos
efectos (no es posible obtener una indemnización reparatoria, ni contempla aligeramientos
probatorios) e incompatible con la acción de tutela de derechos fundamentales del art. 485 y
ss. del CT. Claramente sería un curso de acción inútil.
Por otra parte, los salarios miserables y las largas jornadas de trabajo (de 15 ó 16 horas
diarias) tuvieron un fuerte impacto negativo, por ejemplo, en el amamantamiento de los hijos
recién nacidos (Mascaro Nascimento, 1997: 367).
Las primeras leyes laborales del siglo XIX buscaron la protección de los menores y de las
mujeres.
En esta materia la legislación ha evolucionado desde una tutela diferenciada a una paritaria
(Ghera, 1997: 238). La tutela de la maternidad obedece a la lógica de una TUTELA
DIFERENCIADA, por razones obvias (por ejemplo, embarazo o el art. 211-J). La paridad de
trato y la igualdad de remuneraciones (art. 62 bis del CT) obedecen a la tendencia
prevaleciente en el mundo de TUTELA PARITARIA.
En este sentido, es preciso señalar que "la protección de la maternidad tiene un carácter de
bien jurídico, en el más amplio sentido de la palabra, por cuanto al tutelarse a la madre no sólo
se la cuida a ella sino que también al hijo y a toda la comunidad" (Walker, 2003: 286).
Numerosas leyes han abordado esta materia, transitando "desde la protección de la salud de
la madre y del recién nacido, hasta un régimen que incluye entre sus objetivos el apego de los
padres al niño, reflejado entre otras cosas con la extensión al padre de beneficios que sólo
estaban reservados a la madre" (Cifuentes, Arellano y Walker, 2011: 46). Una de las primeras
normas destinadas a tutelar la maternidad fue la ley Nº 3.185 de 1917, que versaba sobre el
derecho a sala cuna y contemplaba esta obligación para aquellas empresas o establecimientos
con más de 50 obreras. Posteriormente, la ley Nº 4.053 de 1924 prohibió el trabajo de las
mujeres embarazadas durante los 40 días anteriores al parto y los 20 días siguientes al mismo,
estableciendo la obligación del empleador de reservarle su puesto de trabajo. Más tarde, a
través del D.L. Nº 442 de 1925 se estableció que durante el período prenatal el empleador
debía pagar un subsidio equivalente a la mitad del salario de la obrera y conservarle su puesto
de trabajo. El CT de 1931 reguló esta materia en el Título III del Libro II sobre "La Protección
de las Madres Obreras". Luego, la ley Nº 11.462 de 1953, siguiendo las recomendaciones de la
OIT referidas al tema, estableció una serie de disposiciones destinadas a proteger a las
madres obreras y empleadas, especialmente las siguientes: descanso pre y postnatal, pago
íntegro de sus remuneraciones en tales períodos y reserva de sus puestos de trabajo hasta su
posterior reintegro. Recientemente, la ley Nº 20.545 de 2011 modificó estas normas e
incorporó el permiso postnatal parental (en el nuevo art. 197 bis del CT).
En nuestro país, el inciso final del artículo 194 del CT establece expresamente que: "ningún
empleador podrá condicionar la contratación de trabajadoras, su permanencia o renovación de
contrato, o la promoción o movilidad en su empleo, a la ausencia o existencia de embarazo, ni
exigir para dichos fines certificado o examen alguno para verificar si se encuentra o no en
estado de gravidez".
En todo caso, aun cuando esto fuera posible y en el entendido de que "con este recurso, el
ofendido puede evitar que se consume la amenaza a un derecho esencial de que sea titular, o
bien que se atenúen los efectos de una ofensa ya cometida" (Figueroa, 2001: 63 y 64),
estimamos que lo anterior resultaría inoficioso, entre otras razones, debido a que "la vía
estándar que nuestro ordenamiento jurídico contempla para la tutela de los derechos
fundamentales garantizados en la Constitución, como es la acción de protección, se ha
mostrado absolutamente inútil para la protección de dichos derechos en la relación laboral"
(Ugarte, 2001: 47), principalmente por las siguientes razones, a saber: "la construcción
jurídicamente neutra del recurso de protección, y de la forma de tramitación en el auto-
acordado complementario, alejados de los principios propios del Derecho del Trabajo y de su
rol compensador a favor del contratante débil, produce una evidente insensibilidad de esta
acción a la posición procesalmente débil del trabajador en litigios de derechos fundamentales"
(Ugarte, 2001: 48). Incluso este recurso se ha utilizado en forma desviada para tutelar
transgresiones evidentes de otras garantías constitucionales, al inhibir el actuar fiscalizador de
la DT afectando el cumplimiento de una serie de derechos establecidos a favor de la parte
débil de la relación laboral y que, por este mismo concepto, exigen de una fiscalización
permanente (Gamonal, 2001: 84).
Por otro lado, la vía extracontractual tampoco permite solucionar la falencia de una acción
adecuada en contra de la discriminación por maternidad, en la fase precontractual y
contractual propiamente tal.
En este sentido el inciso primero del art. 202 establece que: "durante el período de
embarazo, la trabajadora que esté ocupada habitualmente en trabajos considerados por la
autoridad como perjudiciales para su salud, deberá ser traslada, sin reducción de sus
remuneraciones, a otro trabajo que no sea perjudicial para su estado".
La ley otorga una serie de LICENCIAS Y PERMISOS para proteger a la trabajadora y al hijo
tanto en su gestación como una vez nacido.
Cabe hacer presente que "el reposo de 18 semanas establecido por la ley chilena está a la
par de las legislaciones más avanzadas del mundo y es uno de los más extensos de América
Latina" (Walker, 2003: 288). Por su parte, el tiempo contemplado para el descanso postnatal
resulta complementado por el permiso postnatal parental.
Las CARACTERÍSTICAS DEL PRE Y POSTNATAL son las siguientes: es una suspensión
temporal, irrenunciable, flexible en cuanto a su duración y subsidiada.
Estos descansos se caracterizan por ser IRRENUNCIABLES, durante los mismos queda
prohibido el trabajo de las mujeres embarazadas o puérperas, no obstante cualquier
estipulación en contrario.
Si la mujer trabajadora se enferma con ocasión o después del parto y no puede volver a
trabajar pasadas las 12 semanas del postnatal, puede alargar este descanso, previa
presentación de certificado médico. En este caso estamos en presencia del descanso posnatal
ampliado (art. 196 inciso tercero).
Por su parte, de conformidad al inciso cuarto del art. 196, el descanso postnatal general se
amplía a un total de 18 semanas en las siguientes hipótesis: a) si el alumbramiento se produce
antes de iniciada la trigésimo tercera semana de gestación, o b) si al nacer, el niño o niña pesa
menos de 1.500 gramos.
En caso de partos múltiples, esto es de dos o más niños, el período de descanso postnatal
contemplado en el art. 195 inciso primero (12 semanas) se aumenta en 7 días corridos por
cada niño nacido a partir del segundo (art. 196 inciso quinto). Por ejemplo, el nacimiento de
mellizos amplía el descanso postnatal en 7 días corridos.
De producirse las circunstancias de parto prematuro o bajo peso del niño o niña
conjuntamente con el parto múltiple, la duración del descanso postnatal será la de aquel que
posea una mayor duración, "bastando, en el caso del bajo peso, que éste se dé en un solo
niño" (Cifuentes, Arellano y Walker, 2011: 52).
Los descansos pre y postnatal son SUBSIDIADOS como analizaremos más adelante.
El inciso cuarto del art. 195 dispone que el padre privado por sentencia judicial del cuidado
del menor pierde el derecho a fuero y subsidio. Lo propio ha sostenido la DT a propósito de la
persona privada de la custodia del menor por sentencia judicial (vid. dictamen de la DT
Nº 4052/083 de 17/10/2011).
Si el período de pre o postparto coincide con el del feriado del trabajador, éste se suspende
y el trabajador podrá utilizarlo una vez terminados sus descansos de maternidad.
Las formalidades para el uso del descanso de maternidad se encuentran en el art. 197 del
CT.
En este último caso, el padre también debe informar a su empleador a través de carta
certificada, remitida a lo menos 10 días antes de la fecha en que comenzará a utilizar el
respectivo permiso, con copia a la Inspección del Trabajo y al empleador de la trabajadora.
Concordamos con quienes sostienen que "una mejor solución hubiera sido que la opción que
ejerce la madre indique la cesión de permiso, la cual, con la firma del trabajador beneficiario se
remita a ambos empleadores con la correspondiente copia a la Inspección del Trabajo, no
obstante, se generaría un problema con el fuero del padre" (Cifuentes, Arellano y Walker, 2011:
51).
Si ambos padres trabajan, la madre puede traspasar el beneficio postnatal parental al padre
—con derecho a subsidio—, sea a tiempo completo o parcial, a partir de la séptima semana del
mismo y por el número de semanas que ella indique. En otras palabras, "la trabajadora que
opta por un permiso a tiempo completo, podrá ceder hasta 6 semanas al padre trabajador. En
el caso del permiso a tiempo parcial, el traspaso puede ser de hasta 12 semanas" (Cifuentes,
Arellano y Walker, 2011: 50 y 51). En todo caso, las semanas utilizadas por el padre deben ser
continuas y ubicarse en el período final del permiso.
Si la madre trabajadora fallece o el padre tuviere el cuidado personal del menor por
sentencia judicial, corresponderá al padre el total de este permiso o lo que reste de él, con
derecho a subsidio o a subsidio y remuneración, en su caso (dictamen de la DT Nº 4052/083
de 17/10/2011). Agrega la DT, en el mismo dictamen, que en estos casos "la forma en que el
padre deberá ejercer el permiso será aquella por la que hubiere optado la madre, salvo que el
fallecimiento de ésta o la resolución que otorgue el cuidado personal al padre se hubieren
producido con anterioridad al plazo de 30 días de terminado el descanso postnatal, caso en el
cual corresponderá al padre ejercer tal opción dentro del plazo establecido en el inciso 4º del
artículo 197 bis". En cambio, "si la muerte o el cuidado personal se produce u otorga después
de los treinta días anteriores al término del postnatal, el aviso respectivo deberá darse con 10
días de anticipación a la fecha que se hará uso del beneficio, conforme al inciso 9º del artículo
197 bis".
Por su parte, de conformidad a lo previsto en el art. 200 del CT, la trabajadora o trabajador
que tenga bajo su cuidado a un menor por habérsele otorgado judicialmente la tuición, o el
cuidado personal como medida de protección o en virtud de lo dispuesto en los arts. 19 o 24 de
la ley Nº 19.620, también tendrá derecho al permiso postnatal parental. Si el menor tiene
menos de seis meses, previamente podrá gozar de un permiso por 12 semanas, con derecho a
subsidio.
Si la trabajadora decide reincorporarse a sus labores una vez terminado el permiso postnatal
por la mitad de su jornada, el empleador deberá avisar a la entidad pagadora del subsidio
antes del inicio del permiso postnatal parental. Asimismo, compete al empleador del padre
trabajador avisar a la entidad correspondiente, previo a su utilización. En el caso de los
trabajadores independientes, son ellos mismos quienes deben informar a la entidad pagadora
del subsidio con a lo menos 10 días de anticipación al término del período postnatal, a fin de
ejercer el permiso postnatal parental en su modalidad parcial (Cifuentes, Arellano y Walker,
2011: 53).
Por su parte, si la trabajadora opta por reincorporarse por la mitad de su jornada laboral, el
empleador estará obligado a reintegrarla, a menos que, por la naturaleza de los servicios
convenidos y las condiciones en que desempeña sus funciones, éstas sólo puedan
desarrollarse ejerciendo la jornada que cumplía previo a su permiso prenatal.
Lo propio será aplicable al padre trabajador, en caso que la madre le haya cedido el goce de
este beneficio a tiempo parcial, y al trabajador o trabajadora que tenga a su cuidado un menor
de edad, por habérsele otorgado judicialmente la tuición, o el cuidado personal como medida
de protección o de conformidad a los arts. 19 o 24 de la Ley de Adopción, eso sí, con la
salvedad de que en estos últimos casos la negativa del empleador debe fundarse en que las
respectivas funciones sólo pueden ejecutarse si se cumple la jornada que se desarrollaba
antes de iniciarse el correspondiente permiso (dictamen de la DT Nº 4052/083 de 17/10/2011).
Finalmente, de conformidad a lo dispuesto en el inciso final del art. 197 bis del CT, la
Inspección del Trabajo —de oficio o a petición de parte—, podrá sancionar a los empleadores
que impidan el uso del permiso postnatal parental o realicen cualquier práctica arbitraria o
abusiva dirigida a dificultar o imposibilitar su utilización, a través de una multa a beneficio fiscal
de 14 a 150 unidades tributarias mensuales. Aclara la Dirección del Trabajo que estos rangos
pueden duplicarse o triplicarse según lo dispuesto en el art. 506 inciso quinto del CT (dictamen
de la DT Nº 4052/083 de 17/10/2011).
Resulta interesante este nuevo permiso. Por un lado, aumenta el tiempo de la madre con el
hijo o hija (de 3 a 6 meses), permitiendo que parte de este tiempo sea utilizado por el padre si
la madre debe retornar a su empleo. Que la ley considere que los padres también pueden
cuidar al bebé es un gran avance para superar estructuras machistas en la sociedad y en el
empleo.
El art. 199 del CT contempla otro permiso, pero en este caso destinado a proteger al hijo ya
nacido.
Según lo dispuesto en esta disposición legal, cuando la salud de un niño menor de un año
requiera de atención en el hogar con motivo de enfermedad grave, circunstancia que deberá
ser acreditada mediante certificado médico otorgado o ratificado por los servicios que tengan a
su cargo la atención médica de los menores, la madre trabajadora tendrá derecho al permiso y
subsidio del art. 198 por el período que el respectivo servicio determine.
Agrega además el mismo art. 199 del CT que "en el caso que ambos padres sean
trabajadores, cualquiera de ellos y a elección de la madre, podrá gozar del permiso y subsidio
referidos. Con todo, gozará de ellos el padre, cuando la madre hubiere fallecido o él tuviere la
tuición del menor por sentencia judicial".
Con todo, "las licencias de este tipo, sólo podrán seguir otorgándose, de existir fundamento,
una vez concluido el permiso post natal parental de la madre, si este fuere a tiempo completo.
Si el permiso post natal parental es a mitad de jornada, puede invocar esta licencia el padre
que haga uso del permiso" (Cifuentes, Arellano y Walker, 2011: 52).
También tiene derecho a este subsidio el padre trabajador que utiliza íntegra o parcialmente
el descanso de doce semanas posteriores al parto, en caso de muerte de la madre en el parto
o durante el período de descanso postnatal (art. 195 inciso tercero).
Para poder acceder a dicho subsidio es necesario no sólo estar afiliado al respectivo
régimen de seguridad social, sino que además cumplir los requisitos de cotización
correspondientes.
Para efectos de determinar a cuánto asciende y su base de cálculo, es preciso hacer las
distinciones que pasamos a explicar a continuación.
Cabe precisar que "la modalidad de tiempo parcial hace compatible el subsidio postnatal con
otros subsidios a que haya derecho (enfermedad común o enfermedad grave del hijo menor de
un año, por ejemplo) en virtud del trabajo, pero nunca podrá exceder el monto total del subsidio
postnatal parental completo" (Cifuentes, Arellano y Walker, 2011: 50).
Como ya mencionamos, el padre que haga uso del beneficio postnatal parental tendrá
derecho a subsidio en cualquiera de sus modalidades. Debe tratarse de un trabajador afecto al
sistema previsional, sea como dependiente o independiente (Cifuentes, Arellano y Walker,
2011: 50), ya que el correspondiente subsidio también se calculará de acuerdo a sus
remuneraciones.
Por último, cabe precisar que el subsidio derivado del permiso postnatal parental se financia
con cargo al Fondo Único de Prestaciones Familiares y Subsidio de Cesantía contemplado en
el decreto con fuerza de ley Nº 150, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, de 1982.
Según se colige del art. 201 en relación al art. 174 del CT, el fuero se otorga desde la
concepción hasta un año después de terminado el período de descanso postnatal (o en su
caso, el descanso postnatal de plazo ampliado), excluido el permiso postnatal parental
contemplado en el art. 197 bis del CT. Esta medida de protección implica que la trabajadora no
podrá ser despedida, salvo que incurra en determinadas causales (vencimiento del plazo,
conclusión de la obra o servicio y caducidad) y se solicite previamente la autorización al
Tribunal competente.
Ahora bien, si el contrato finaliza por la referida causal legal mientras el trabajador está
haciendo uso de los descansos y permisos del art. 198, no se tomarán en consideración para
el cálculo de esta indemnización, las semanas durante las cuales el trabajador o trabajadora,
en su caso, tenga derecho a los subsidios derivados de aquéllos.
Hechas las correspondientes precisiones a propósito del fuero maternal y parental en
relación a la causal de término de contrato contemplada en el art. 163 bis, cabe hacer presente
ahora respecto del fuero en general que el Tribunal deberá "pesar cuál de los intereses
corresponde que prime, si el del ejercicio industrial o el de la protección a las funciones de
madre de la criatura que no puede subsistir por sí sola" (Macchiavello, 1986: 229).
Resulta importante reiterar que "al señalar el texto legal que dicho estatuto laboral se
extiende "hasta un año después de expirado el descanso de maternidad", se infiere que
cuando el descanso postnatal ha sido ampliado, el plazo de un año se cuenta a partir del
término de la ampliación y no desde el término del período normal de las 12 semanas de
descanso puerperal. Es como se ha interpretado la norma por la jurisprudencia" (Thayer y
Novoa, 1998: 139).
Asimismo, gozarán de este fuero las mujeres y hombres solteros o viudos que manifiesten al
tribunal competente su voluntad de adoptar un hijo o hija de acuerdo a las disposiciones de la
ley Nº 19.620, correspondiente a un año desde que el juez les otorgue el cuidado personal o
tuición del menor, según lo dispuesto en el inciso segundo del art. 201.
Por el imperativo superior que busca la tutela de la maternidad, el fuero opera incluso frente
a la ignorancia del estado de embarazo. En efecto, si se pusiere término al contrato en
contravención a lo dispuesto en el art. 174 (juicio previo de desafuero), la medida quedará sin
efecto y la trabajadora volverá a su puesto de trabajo (art. 201 inciso cuarto del CT), para lo
cual bastará la sola presentación del correspondiente certificado médico o de matrona que
acredite el embarazo, dentro de los 60 días hábiles siguientes al despido, lo que obliga a su
empleador al reintegro inmediato y a pagarle al momento de la reincorporación las
remuneraciones por todo el tiempo que estuvo indebidamente separada de sus funciones,
siempre que durante ese tiempo no tuviere derecho a subsidio.
Del mismo modo, en el caso de que se haya puesto término al contrato por ignorancia del
cuidado personal o de la tuición del menor, la medida quedará sin efecto y la trabajadora o el
trabajador volverá a su puesto de trabajo (art. 201 inciso cuarto del CT), para lo cual bastará la
sola presentación de la copia autorizada de la resolución judicial que haya otorgado el cuidado
personal del menor o su tuición, dentro de los 60 días hábiles siguientes al despido, lo que
obliga a su empleador al reintegro inmediato y a pagarle al momento de la reincorporación las
remuneraciones por todo el tiempo que estuvo indebidamente separada o separado de sus
funciones, siempre que durante ese tiempo no tuviere derecho a subsidio.
Una vez reintegrada a sus funciones, "la dependiente deberá restituir el desahucio, la
indemnización por años de servicios y demás beneficios que hubiere percibido con ocasión del
término de la relación laboral que queda sin efecto", según ha sostenido también la
jurisprudencia administrativa (Melis y Sáez, 2000: 757).
El derecho a fuero "no se aplica cuando se pierde el embarazo" (Lanata, 2006: 265). En este
sentido, la DT ha estimado que "tomando en consideración que el fuero maternal busca
proteger la fuente laboral de la trabajadora y con esto proveer lo necesario para la mantención
y cuidado del menor, nacido o por nacer, no existiendo menor a quien proteger, sea por aborto
o por muerte del hijo recién nacido, no existe fundamento para mantener el fuero" (Melis y
Sáez, 2000: 752).
Por último, "si la mujer embarazada renuncia voluntariamente a su trabajo, dicha renuncia es
perfectamente legítima siempre que sea auténticamente voluntaria". La DT ha sostenido que
"no procede la reincorporación de una dependiente embarazada que renuncie voluntariamente
a la empresa, aun cuando hubiere ignorado su estado de embarazo" (Walker, 2003: 294).
Ya hemos analizado varias normas que amparan al padre trabajador, debido a la creciente
disposición legislativa a nivel nacional y comparado a ampliar las normas protectoras a su
respecto. Por ello, desde septiembre de 2005 nuestro ordenamiento jurídico establece un
permiso paternal irrenunciable en el art. 195 inciso segundo del CT, una vez que nace un
nuevo hijo o hija.
El padre biológico tiene derecho a un descanso pagado, de cargo del empleador, de cinco
días en caso de nacimiento de uno o varios hijos, el que podrá utilizar desde el momento del
parto —caso en el cual será de días corridos—, o bien, distribuirlo dentro del primer mes desde
la fecha de nacimiento, a su elección.
La intención del legislador fue que este permiso se otorgara exclusivamente en aquellos días
en que se encuentra distribuida la respectiva jornada de trabajo (lunes a viernes o de lunes a
sábado, salvo en el caso del part time), sin contabilizar para estos efectos los días en que le
corresponde al trabajador hacer uso de su descanso semanal, sea éste legal (domingos o
festivos) o convencional (sábado u otro día si la jornada está distribuida en menos días o si se
trata del contrato part time).
Con la finalidad de solucionar este problema, la ley Nº 20.482 precisó que el permiso
postnatal del padre debe ser continuo y excluye el descanso semanal, sea el legal (domingos o
festivos), el compensatorio (en el caso de las faenas que laboran los domingos o festivos) o el
pactado (cuando la jornada es part time o se distribuye de lunes a viernes o en menos días).
Al padre que se encuentre en proceso de adopción también se le otorga este permiso por el
mismo espacio de tiempo, contado desde la fecha de la notificación de la respectiva resolución
que le otorgue el cuidado personal o acoja la adopción del menor, de conformidad a lo
dispuesto en los arts. 19 y 24 de la ley Nº 19.620.
Una vez nacido el hijo o hija, la trabajadora reintegrada después de las licencias a sus
labores tiene derecho a DARLE ALIMENTOS y, en algunos casos, tiene derecho a SALA
CUNA.
El art. 206 del CT establece que, para alimentar a su hijo o hija menor de dos años, la madre
trabajadora dispondrá de a lo menos una hora al día. La ley Nº 20.761 ha permitido que este
derecho sea gozado por el padre en vez de la madre, cuando ambos sean trabajadores y así lo
acuerden de esta forma. El acuerdo deberá constar por escrito y ser enviado a ambos
empleadores con 30 días de anticipación, con copia a la Inspección del Trabajo. Asimismo, el
padre ejercerá este derecho cuando tuviere la tuición del menor, o cuando la madre hubiere
fallecido o estuviere inhabilitada (art. 206 nuevos incisos cuarto y quinto).
Este derecho podrá ser ejercido preferentemente en la sala cuna o donde se encuentre el
menor. Este tiempo, para todos los efectos legales, se considerará como trabajado. Se trata de
un derecho irrenunciable y es aplicable a todas las madres, tengan o no derecho a sala cuna
(art. 206).
Si la empresa está obligada a tener sala cuna este período de tiempo se ampliará al
necesario para el viaje de ida y vuelta de la madre para dar alimentos al hijo o hija. El
empleador deberá pagar el transporte en estos casos (art. 206).
Cuando la trabajadora tiene más de un hijo menor de dos años, no procede aumentar el
tiempo dedicado a dar alimento. Sin embargo, existe jurisprudencia "que señala que es
improcedente que el empleador otorgue en forma proporcional el tiempo para alimentar a los
hijos menores de dos años cuando la trabajadora labora en jornada parcial" (Walker, 2003: 297
y 298).
Cabe hacer presente que el art. 150 ter M faculta para que se acuerde una modalidad
especial (por acuerdo individual o colectivo), para dar alimentos al hijo o hija, en el caso de los
tripulantes de vuelo y tripulantes auxiliares de aeronaves comerciales de pasajeros y carga, sin
que ello pueda implicar disminución de las remuneraciones de las trabajadoras. Si el acuerdo
es colectivo, debe ser adoptado a lo menos por ocho trabajadoras y el empleador podrá
extender a otras trabajadoras, que se integren con posterioridad a la empresa, el pacto
colectivo acordado. Se echa de menos alguna referencia a los sindicatos, generalmente bien
organizados en el rubro de la aviación. Opinamos que el acuerdo debiera ser siempre colectivo
y pactado por el sindicato. En caso de no haber sindicato, debiera ser autorizado por la DT
para que no haya abusos en esta materia.
Con el DERECHO A SALA CUNA, se persigue que "la madre trabajadora tenga un lugar
donde dejar a su hijo mientras desarrolla sus funciones y donde pueda también alimentarlo
adecuadamente" (Melis y Sáez, 2000: 721).
Por este motivo, el art. 203 del CT establece que las empresas con un mínimo de 20
trabajadoras de cualquier edad o estado civil, deben tener salas cuna, en donde las madres
trabajadoras puedan dejar y alimentar a sus hijos menores de dos años mientras se
encuentran trabajando, aunque estas trabajadoras se encuentren distribuidas en varios locales
o establecimientos de la empresa.
Esta obligación es de cargo exclusivo del empleador. Para su cumplimiento debe contratar a
una persona competente para la atención y cuidado de los menores, la que preferentemente
debe poseer un certificado de auxiliar de enfermería otorgado por la autoridad correspondiente,
según establece el art. 205 del CT.
Las salas cuna deben mantener las condiciones de higiene y seguridad determinadas por la
autoridad competente. Por su parte, "cuando se trate de construir o transformar salas cunas,
los propietarios de los establecimientos respectivos deberán someter previamente los planos a
la aprobación de la comisión técnica del plan nacional de edificaciones escolares del Ministerio
de Educación Pública", según preceptúa el art. 204 del CT.
El empleador deberá pagar los pasajes de ida y vuelta del menor por su transporte al
establecimiento respectivo.
También se entenderá que el empleador cumple con su obligación "si paga los gastos de
sala cuna directamente al establecimiento al que la mujer trabajadora lleve sus hijos menores
de dos años" según lo dispuesto en el inciso quinto del art. 203. Esta modalidad puede
cumplirse por medio de la suscripción de convenios con salas cuna o pago directo a la
trabajadora contra boleta de la sala cuna que ella ha escogido, ello naturalmente con el
acuerdo del empleador (Melis y Sáez, 2000: 727). El empleador designará una sala cuna, para
estos efectos, que cuente con la autorización de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (art.
203 inciso sexto).
El empleador no está obligado "a pagar los gastos de la sala cuna durante los períodos en
que las trabajadoras con hijo menor de dos años, hacen uso de feriado o permiso de
enfermedad u otra causa", como tampoco a la trabajadora que esté haciendo uso de su
permiso puerperal por motivo de nacimiento de otro hijo, "por cuanto la procedencia de dicho
beneficio está condicionada a que la dependiente desempeñe efectivamente sus labores"
(Walker, 2003: 296).
La ley Nº 20.399 agregó dos incisos finales al art. 203 extendiendo el derecho a sala cuna al
trabajador o a la trabajadora que por sentencia judicial tenga el cuidado del menor de dos
años, si se cumple con la hipótesis de esta norma. Además, indica que si la madre fallece, el
padre tendrá derecho a sala cuna salvo que haya sido privado del cuidado del menor por
sentencia judicial.
Consideramos que el beneficio de la sala cuna debiera ser objeto de numerosas enmiendas,
a saber, todas las madres con hijos menores de dos años debieran ser acreedoras del mismo y
la responsabilidad por su goce debiera recaer en el Estado y no en los empleadores.
Igual sanción tendrán los empleadores que infrinjan lo dispuesto en el art. 194
(discriminación por maternidad y exigencia de certificados o exámenes) o cuando por su culpa
los organismos pertinentes no cancelen los subsidios estatuidos por el CT. En este último caso,
los empleadores deberán pagar los subsidios correspondientes.
S 2: G
Glosario
• Acoso Sexual: Conducta de naturaleza sexual indeseada por la víctima y que afecta o
amenaza su dignidad en el trabajo, incidiendo negativamente en su situación laboral o sus
oportunidades de empleo.
• Derecho a sala cuna: En las empresas con 20 o más trabajadoras, la madre tendrá un lugar
donde dejar a su hijo mientras desarrolla sus funciones y donde pueda también alimentarlo
adecuadamente. Se puede cumplir esta obligación si el empleador paga el costo de la sala
cuna directamente al establecimiento al que la madre lleva a la criatura. Este derecho opera
hasta que el bebé tiene dos años de edad.
• Eficacia inmediata o directa: Los derechos fundamentales rigen y obligan directamente a los
particulares y no sólo al Estado.
• Eficacia mediata o indirecta: Los derechos fundamentales obligan directamente a los poderes
públicos (orden objetivo de valores) e indirectamente a los privados.
• Fuero maternal: Derecho al fuero del art. 174 del CT, que se otorga a la madre desde la
concepción hasta un año después de terminado el período de descanso postnatal (o en su
caso, el descanso postnatal de plazo ampliado), excluido el permiso postnatal parental
contemplado en el art. 197 bis del CT. Esta medida de protección implica que la trabajadora
no podrá ser despedida, salvo que incurra en determinadas causales (vencimiento del
plazo, conclusión de la obra o servicio y caducidad) y se solicite previamente la autorización
al Tribunal competente.
• Honra: Conjunto de cualidades éticas que permiten que la persona merezca y reciba la
consideración de los demás. Se relaciona con el buen nombre, la buena fama y el bien
moral.
• Libertad de Expresión: La libertad de opinión se concibe como la facultad que tiene toda
persona de exteriorizar, por cualquier medio y sin coacción, lo que piensa y cree.
• Libertad ideológica y religiosa: La libertad de conciencia significa que el ser humano tiene
derecho a pensar y adherir a la verdad de cualquier orden que se le presente a su
inteligencia, sin presión de ninguna especie.
23. ¿En qué consiste la explicación del acoso que se basa en el paradigma de la
competencia?
24. ¿Cómo pueden y deben adoptarse medidas de prevención?
36. ¿Cuál es el bien jurídico protegido por las normas de tutela de la maternidad?
S 3: A
Acoso sexual:
Mobbing:
Tutela de la maternidad:
S 4: A
1. Derechos fundamentales. Vea la película El placard (Le placard), dirigida por Francis Veber,
con la actuación de Daniel Auteil, Jean Rocheford, Gérard Depardieu y Thierry L' Hermitte,
rodada en el año 2001. Reflexione sobre (a) el contexto del film, (b) la veracidad de lo
expuesto, (c) si nuestra legislación laboral tutela situaciones como la de esta película, (d)
acerca de la fuerza de los prejuicios, y (e) de cómo prevenir realidades como la mostrada en
esta película.
2. Acoso sexual: Vea la película Tierra Fría (North country), dirigida por Niki Caro, con la
actuación de Charlize Theron, Frances McDormand, Richard Jenkins, Sissy Spacek, Woody
Harrelson, Sean Bean y Michelle Monaghan, rodada en el año 2005. Reflexione sobre (a) el
contexto histórico del film, (b) la crudeza de lo expuesto (se trata de un caso real), (c) si han
ocurrido situaciones similares en nuestro país (d) y cómo prevenir realidades como la
mostrada en esta película.
3. Mobbing: Haga un análisis crítico de los siguientes proyectos de ley: a) Boletín Nº 3198-13 y
b) Boletín Nº 4815-13, disponibles en www.bcn.cl Haga una propuesta alternativa.
4. Discriminación de la mujer: Vea la película Cantando Bajo la Lluvia, dirigida por Stanley
Donen y Gene Kelly, con la actuación de Gene Kelly, Jean Hagen y Debbie Reynolds,
rodada en el año 1950. Reflexione sobre (a) el contexto del film y (b) las ideas y
concepciones que le subyacen. (c) Luego lea el comentario del profesor Gastón Soublette
en su libro Los Mensajes Secretos del Cine, Santiago, Andrés Bello, 2001, pp. 185-216. (d)
A continuación vea nuevamente la película. (e)¿Observó cosas nuevas? ¿Qué diferencias
existen entre el análisis hecho por usted y el del profesor Soublette?
S 5: R
7. B , Roger (2000), European Labour Law, 7ª edición revisada, La Haya, Kluwer Law
International.
8. B , Mary L. (2002), Sexual harassment: your guide to legal action, Naperville, Illinois,
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notas a propósito del nuevo procedimiento", Derecho Laboral, Tomo XLIX Nº 221, enero-
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71. V , Antonio (2002), "Il mobbing : alcune questioni su fattispecie ed effetti", Lavoro e
Diritto , 1/2002 .
1* En la parte de este capítulo destinada al estudio de los derechos fundamentales dentro del contrato de
trabajo, nos hemos basado fundamentalmente en los siguientes textos, sin perjuicio de los numerosos cambios: El
procedimiento de tutela de derechos laborales (G , 2008, 2ª edición, LegalPublishing), El daño moral en el
contrato de trabajo (G , 2007, 2ª edición, LexisNexis) y "El derecho del trabajo y las nuevas tecnologías en
Chile" (G , Revista de Derecho Social Latinoamérica, Editorial Bomarzo Latinoamericana, 1, 2006).
C 9T
S 1: T
El contrato de trabajo es un contrato de TRACTO SUCESIVO, que puede ser indefinido pero
jamás perpetuo. Por otro lado, la ejecución del contrato puede suspenderse, en el entendido
de que estas suspensiones no implican la ruptura del vínculo, manteniendo la continuidad de la
relación de trabajo.
b) Es un cese transitorio.
c) Es fundado.
d) El vínculo jurídico se mantiene.
Una suspensión absoluta, por ejemplo, es el caso de la huelga legal, art. 377 del CT. Un
ejemplo de suspensión relativa, es la del feriado, art. 67 y ss. del CT, donde el trabajador cesa
de trabajar pero el empleador debe seguir pagando la remuneración.
Por otra parte, la suspensión puede ser, en cuanto a su fuente, legal, judicial o convencional.
Es LEGAL si está dispuesta por ley, como ocurre con el trabajador en servicio militar o cuando
forme parte de las reservas nacionales movilizadas o llamadas a instrucción, art. 158 del CT.
Es JUDICIAL cuando es dispuesta por el juez, como en el caso del juicio de desafuero, art. 174
inciso segundo del CT y es CONVENCIONAL la acordada libremente por las partes, como
cuando un trabajador se va a especializar en el extranjero y le guardan su puesto de trabajo.
Como dijimos, el contrato de trabajo puede ser indefinido pero no perpetuo. El legislador
busca que, en la medida de lo posible, el vínculo contractual se proyecte en el tiempo
otorgando la necesaria estabilidad al trabajador.
En esta materia, la idea matriz es que el empleador sólo puede poner término al contrato
laboral por determinadas causales específicas, establecidas por ley, lo que configura la
denominada ESTABILIDAD LABORAL.
La estabilidad laboral ha sido definida como "el derecho a permanecer en el cargo asalariado
que se desempeña, a no ser despedido sin causa justificada calificada por autoridad
competente y, en caso de despido inmotivado, a ser reintegrado en el empleo o, en subsidio, a
ser indemnizado adecuadamente" (Escríbar, 1968: 91).
La idea de estabilidad parte del supuesto de que el empleador no tiene derecho a despedir,
sino cuando hay una causa justificada (Plá, 1998: 242). En este sentido, la terminación del
contrato de trabajo por la sola voluntad patronal es excepcional: la estabilidad ha alejado al
contrato de trabajo de los principios comunes sobre extinción de los contratos, estableciéndose
causales específicas para ponerle fin (Ghezzi y Romagnoli, 1987: 314).
Los derechos que contemplan las legislaciones en caso de despido arbitrario o incausado
son los siguientes, pudiendo operar copulativa o conjuntamente:
Es posible distinguir entre estabilidad absoluta y relativa, pudiendo ser esta última propia e
impropia. La ESTABILIDAD ABSOLUTA significa que el trabajador injustamente despedido es
efectivamente reincorporado a sus labores una vez declarado nulo el despido. La
ESTABILIDAD RELATIVA PROPIA estima nulo el despido injustificado pudiendo el trabajador
seguir considerándose empleado de la empresa, percibiendo su salario, incluso si el
empleador no lo readmite. Por el contrario, la ESTABILIDAD RELATIVA IMPROPIA no produce
la ineficacia del despido, sino que sanciona al empleador por su incumplimiento contractual
(Plá, 1998: 242 y 243).
La Unión Europea, por ejemplo, en las Directivas de 1975 y 1992 configura el despido
colectivo en torno a tres elementos: causal invocada, temporalidad y cantidad. Respecto de la
causal, ésta no debe obedecer a motivos inherentes a la persona del trabajador (por ejemplo,
despido disciplinario), la temporalidad implica que los despidos se efectúan dentro de un
período de tiempo que va de 30 a 90 días, y en cuanto a la cantidad, el despido debe afectar a
un umbral mínimo de trabajadores (por ejemplo, si se despide en un período de 30 días a 10
trabajadores de una planta entre 20 y 100 funcionarios, o si se despide en un período de 90
días a 20 trabajadores, con independencia del número total de laboradores). En todos los
casos contemplados en esas directivas se exige la aplicación de un procedimiento de consulta
con los representantes de los trabajadores, cuyo resultado deberá notificarse a la autoridad
competente. En el caso específico de España, se requiere, además, una autorización
administrativa para proceder a los despidos (Martin y Mateos, 2004: 399).
En Chile, la ley Nº 7.747 de 1943, reguló esta materia. Para despedir a diez trabajadores o
más era necesario contar con una autorización administrativa previa de los Ministerios de
Economía, Fomento y Reconstrucción y de Trabajo y Previsión Social, y haber avisado
previamente a la Inspección del Trabajo y a los trabajadores afectados por la misma. Estas
normas fueron derogadas por la ley Nº 18.018 de 1981 y no han sido restablecidas a la fecha.
Estimamos que una falencia grave de la actual legislación es la ausencia de una regulación
sobre despidos masivos.
Nuestro CT regula la terminación del contrato en el Título V del Libro I, arts. 159 a 178. Al
tenor de estas normas, podemos afirmar que nuestro Código distingue entre despido
justificado; injustificado; abusivo, e indirecto.
Intentar una clasificación de las causales de término de contrato puede resultar difícil y
complejo.
Para efectos de este manual y con un fin didáctico, distinguiremos entre causales objetivas y
subjetivas. Las OBJETIVAS se vinculan con hechos o acontecimientos que no dependen de la
voluntad de las partes —muerte, caso fortuito o fuerza mayor, necesidades de la empresa,
invalidez y procedimiento concursal de liquidación respecto del empleador (quiebra)— o que
acordado previamente por los contratantes implican el término del contrato por hechos
objetivos —vencimiento del plazo o conclusión de la obra—. Hacemos presente que incluimos
la invalidez y el procedimiento concursal de liquidación (quiebra), por las razones que
expondremos al analizar el art. 161 bis, en el primer caso, y en el segundo, según se
desprende de la historia fidedigna del establecimiento de la ley Nº 20.720, que incorpora a
nuestro ordenamiento jurídico laboral este nueva causal legal de término del contrato de
trabajo (vid. Castro, 2014: 95 y ss.).
Las CAUSALES SUBJETIVAS se vinculan con un acto volitivo posterior a la celebración del
contrato. Este acto puede ser de una (renuncia) o de ambas partes (mutuo acuerdo), o puede
originarse ante un incumplimiento grave (causales disciplinarias), o por una pérdida de
confianza en el trabajador (desahucio).
Como vemos, esta es una gran excepción al carácter unilateral del orden público laboral,
dado que una eventual enmienda en materia de causales de término de contrato no será
aceptable aunque beneficie al trabajador.
Esta indisponibilidad sólo comprende las causales y no las indemnizaciones por término de
contrato, cuyo monto mínimo (art. 163 inciso segundo) perfectamente puede aumentarse (no
disminuirse) en beneficio del trabajador. Igualmente respecto de su procedencia, puesto que es
perfectamente factible acordar su pago, por ej.: en caso de renuncia o muerte del trabajador.
Cabe hacer presente que, en la práctica, las normas de término de contrato operan con
bastante flexibilidad, porque en nuestro país es bastante fácil despedir. Numerosos
trabajadores están contratados a plazo y por obra, la ley no regula los despidos colectivos y,
considerando los bajos montos de las remuneraciones, incluso cuando hay que pagar
indemnización por años de servicios ésta es de un monto bastante bajo, para la mayoría de los
trabajadores. Por otro lado, la reincorporación es excepcional en nuestro sistema, como por
ejemplo, en los casos de los arts. 174, 294 y 489 inciso cuarto. O sea, son pocas las
situaciones en que el despido es nulo. Si el empleador despide mal, vulnerando normas de
orden público, el despido sigue siendo válido y sólo se deberán pagar mayores
indemnizaciones al trabajador.
Así, creemos que el sistema de estabilidad imperante sólo presenta como límite el pago de
una indemnización de origen legal —indemnización por años de servicio—, por cuanto el art.
161 del CT contempla la posibilidad de poner término a la relación de trabajo por necesidades
de la empresa, establecimiento o servicio, causal que, por su amplitud, opera en la práctica
como libre despido.
Para que el despido produzca los efectos que le son propios, deben cumplirse una serie de
formalidades contempladas en el art. 162 del CT, sin perjuicio del necesario examen de las
disposiciones del art. 177, que realizaremos al analizar los requisitos del finiquito. Por tanto,
desde una perspectiva jurídica el despido es un ACTO SOLEMNE.
Según se colige de los incisos 1º, 4º y 5º del artículo 162 del CT, si el contrato de trabajo
termina por vencimiento del plazo convenido en el mismo, conclusión del trabajo o servicio que
le dio origen, caso fortuito o fuerza mayor, por alguna causal de caducidad, necesidades de la
empresa, establecimiento o servicio, o por desahucio (art. 161 inciso segundo), el empleador
debe COMUNICARLO POR ESCRITO al trabajador, ya sea personalmente o por carta
certificada enviada al domicilio consignado en el contrato, expresando la o las causales
invocadas, los hechos en que se funda y el estado de pago de las cotizaciones previsionales
devengadas hasta el último día del mes anterior al del despido, adjuntando los comprobantes
que lo justifiquen.
Por lo tanto, las causales que no obligan a dar este aviso al empleador son: el mutuo
acuerdo de las partes, la renuncia del trabajador y su muerte. En el caso de las dos primeras,
sus formalidades son las mismas que el finiquito, art. 177 del CT.
Desglosando esta norma debemos distinguir los siguientes REQUISITOS de forma del aviso
que da cuenta de la terminación del contrato de trabajo:
b) Los hechos en que se funda la causal legal invocada, salvo en el caso de despido por
desahucio ya que por su naturaleza no requiere expresión de causa alguna.
Por consiguiente, el aviso en que se comunica el despido por alguna de las causales
indicadas "debe expresar en forma precisa, no vaga, las razones de hecho y de derecho en
que se fundamenta" (Nadal, 2003: 545).
Estas dos menciones son de tal importancia que nuestra jurisprudencia ha señalado que
carece de valor el aviso en que no se expresen (Thayer y Novoa, 1998: 68). El legislador, por
su parte, precisó que en el juicio de despido el empleador no podrá alegar hechos distintos que
los establecidos en esta comunicación como justificativos del mismo (art. 454 Nº 1 del CT).
El inciso noveno del art. 162 otorga a la Inspección del Trabajo las siguientes facultades, sea
de oficio o a petición de parte:
d) El monto preciso de las indemnizaciones a pagar por años de servicio, al invocar como
causal del despido las necesidades de la empresa, establecimiento o servicio, o el desahucio,
y de la indemnización por el preaviso, en su caso.
No obstante, las partes podrán acordar formalmente el fraccionamiento del pago de las
indemnizaciones en cuotas que se deberán consignar con los intereses y reajustes del
período. Dicho pacto deberá ser ratificado ante la DT. El simple incumplimiento del pacto hará
inmediatamente exigible el total de la deuda y será sancionado con multa administrativa, esto
significa, que se ha establecido una CLÁUSULA DE ACELERACIÓN.
Por último, es necesario hacer presente que, conforme a la DT, otorgado el aviso de término
de contrato por necesidades de la empresa, dicho aviso no puede dejarse sin efecto, dado que
constituye una "oferta irrevocable de pago de indemnizaciones". Sin embargo, nada obsta a
que si el trabajador durante el preaviso incurre en una causal disciplinaria de las del art. 160,
se cambie la causal de terminación del contrato, caso en el cual el empleador no está obligado
a respetar la referida oferta irrevocable (Melis y Sáez, 2000: 284).
Ahora bien, la única forma para un fiscalizador de dar por cumplida la obligación de
escrituración del aviso sería por reconocimiento del trabajador o porque en la copia del
empleador o en otro documento el trabajador estampó su firma en señal de recepción. Para
acreditar su envío por carta certificada se deberá exhibir el comprobante respectivo de la
oficina de correos desde la cual se franqueó (Melis y Sáez, 2000: 283).
Tercero, conforme a lo dispuesto en los incisos segundo y cuarto de esta disposición legal,
los PLAZOS para entregar o enviar esta comunicación escrita son los siguientes, a saber:
Dentro de los 3 DÍAS HÁBILES siguientes a la separación del trabajador si las causales son:
vencimiento del plazo convenido, conclusión del trabajo o servicio que le dio origen o alguna
de las causales de caducidad contempladas en el artículo 160 del CT.
En caso de caso fortuito o fuerza mayor, dentro del plazo de 6 DÍAS HÁBILES a contar de la
separación del trabajador.
En este último caso, el objeto del aviso es poner en conocimiento del trabajador la
circunstancia de que su contrato terminará dentro de un determinado plazo y que, por ende,
éste continuará plenamente vigente y producirá todos sus efectos hasta el día fijado para su
extinción (Lizama, 2003: 190).
El plazo de preaviso puede interrumpirse por una licencia por enfermedad o en el caso de
que se configure, a favor del trabajador, uno de los casos que da derecho a fuero.
Por otra parte, la DT ha sostenido que resulta jurídicamente procedente dar el aviso previo
de término de contrato de trabajo de un dependiente, por las causales previstas en el artículo
161 del Código del Trabajo, durante el período en que el mismo está haciendo uso de su
feriado legal (Thomas, 2008: 395). Sin embargo, si el término efectivo de los servicios se
produjere antes de finalizado el feriado, el empleador estará obligado a indemnizar por este
último concepto al trabajador por los días que faltaren para completar su feriado (Thomas,
2008: 399). Por el contrario, si el feriado finaliza antes de que el plazo de preaviso se concrete,
el trabajador deberá reintegrarse a sus labores, toda vez que la relación laboral se encontrará
aún vigente.
En cuarto lugar, se debe enviar copia del aviso a la Inspección del Trabajo respectiva en los
mismos plazos indicados previamente. Conforme al inciso tercero del referido art. 162, las
Inspecciones del Trabajo tendrán un registro de las comunicaciones de término de contrato de
trabajo que se les envíen, el que mantendrá actualizado con los avisos recibidos en los últimos
treinta días hábiles.
El cargo o timbre de esta entidad administrativa, estampado en la copia del aviso con que se
queda el empleador, servirá para acreditar el cumplimiento de esta exigencia legal (Melis y
Sáez, 2000: 283).
Finalmente, cabe tener presente las exigencias adicionales requeridas por el legislador
respecto de los trabajadores aforados, que estudiaremos en este mismo capítulo.
Ahora bien, el inciso octavo del art. 162 prescribe que "los errores u omisiones en que se
incurra con ocasión de estas comunicaciones que no tengan relación con la obligación de pago
íntegro de las imposiciones previsionales, no invalidarán la terminación del contrato, sin
perjuicio de las sanciones administrativas que establece el artículo 506 de este Código". Por lo
tanto, "la omisión de estas formalidades por el empleador no vicia de nulidad el despido"
(Thayer y Novoa, 1998: 67), pero sí lo transforma en un despido injustificado al tenor del art.
454 Nº 1) del CT.
Finalizada la relación de trabajo por cualquier causa legal es necesario que se otorgue el
correspondiente FINIQUITO.
Nuestro legislador no ha definido qué debe entenderse por finiquito, pero ha señalado los
requisitos necesarios para su validez y oponibilidad, y el plazo para su otorgamiento.
El finiquito puede ser DEFINIDO como "el instrumento emanado y suscrito por las partes del
contrato de trabajo, empleador y trabajador, con motivo de la terminación de la relación de
trabajo, en el que dejan constancia del cabal cumplimiento que cada una de ellas ha dado a las
obligaciones emanadas del contrato, sin perjuicio de las excepciones o reservas con que
alguna de las partes lo hubiere suscrito, con conocimiento de la otra" (Thayer y Novoa, 1998:
120).
El finiquito sirve para dejar testimonio escrito del término de la relación laboral y ajustar o
saldar cuentas pendientes.
El art. 177 prescribe que debe ser otorgado por el empleador y puesto su pago a disposición
del trabajador dentro de los diez días hábiles siguientes a la separación del trabajador (ley
Nº 20.684). Por su parte, en caso de quiebra, el numeral quinto del art. 163 bis establece que
el liquidador debe poner a disposición del trabajador el respectivo documento por lo menos
diez días antes de la expiración del período de verificación ordinaria de créditos contemplado
en la Ley de Reorganización y Liquidación de Activos de Empresas y Personas.
El finiquito debe ser acordado y suscrito por ambos excontratantes. Este instrumento es una
convención y, en la mayoría de los casos, de carácter transaccional (Thayer y Novoa, 1998:
120)
Por parte del empleador, el finiquito puede ser suscrito por cualquiera de las personas
comprendidas en la presunción de derecho del art. 4º inciso primero del CT (Sierra, 2009: 28).
b) Es SOLEMNE. El finiquito válido debe constar por escrito, ser firmado por ambas partes y,
además, con la finalidad de proteger los intereses del trabajador, la ley exige que el finiquito
sea suscrito por el presidente del sindicato o por el delegado de personal o sindical respectivo,
o debe ser ratificado por el trabajador ante el inspector del trabajo.
Para estos efectos, podrán actuar también como ministros de fe un notario público de la
localidad, el oficial del registro civil de la respectiva comuna o sección de comuna o el
secretario municipal correspondiente (art. 177 inciso primero y segundo del CT).
Tratándose de la actuación de los ministros de fe, la jurisprudencia estima que éstos deben
estampar en el mismo finiquito la expresión ratificar o cualquiera otra que denote la aprobación
del trabajador respecto del contenido del instrumento. En este sentido, si el ministro de fe se
limita a autorizar la firma del trabajador, con ello no se ha dado cumplimiento al mandato
legislativo (Thayer y Novoa, 1998: 121).
El finiquito sólo cumple la finalidad de preconstituir una prueba escrita, entre las partes, una
vez finalizado el contrato de trabajo, para saldar aquellas cuentas pendientes que pudieren
existir, con motivo de esta relación. La ausencia de ministro de fe en la ratificación, por parte
del trabajador, sólo tiene como sanción que no puede ser invocado por el empleador en contra
del trabajador en una causa del trabajo (Lizama, 2003: 218).
Según prescribe el art. 163 bis, en caso de quiebra, el finiquito suscrito por el trabajador
debe ser autorizado por un ministro de fe —que puede ser sólo un notario público o inspector
del trabajo—, aunque las cotizaciones previsionales estén impagas.
Por último, cabe hacer presente que la voluntad del trabajador debe estar exenta de vicios
del consentimiento, especialmente de fuerza. En este caso el finiquito será nulo y la relación
laboral permanecerá vigente (Thayer y Novoa, 1998: 121 y 122).
Lo mismo ocurre con los fraudes destinados a no otorgar vacaciones a los trabajadores, a
vulnerar el art. 4º inciso segundo del CT, a incumplir las hipótesis de conversión del contrato a
plazo, etc. En estos casos operará la continuidad y la primacía de la realidad (Gamonal, 2008:
115 y ss.).
El poder liberatorio implica que, por una parte, el trabajador no podrá demandar el
cumplimiento de obligaciones derivadas de la relación contractual que lo vinculaba con el
empleador, y que este último podrá invocar legítimamente el finiquito ante un eventual reclamo
del trabajador, a excepción que se haya formulado en él una reserva expresa de derechos o
acciones (Lizama, 2003: 218).
Ello significa que las obligaciones en él consignadas son líquidas y exigibles mientras la
acción ejecutiva no se encuentre prescrita (Lizama, 2003: 218), y que éste se puede invocar
ante el juez de manera inmediata y exigir su cumplimiento sin discutir su fondo (Walker, 2003:
389).
Por tanto, si el finiquito sólo es firmado por el presidente del sindicato, delegado de personal
o sindical, carecerá de mérito ejecutivo y será poco operativo para el trabajador (art. 464 Nº 3
del CT).
Por último, hacemos presente que existen ciertas reglas especiales aplicables a los finiquitos
en caso que el contrato de trabajo termine por un procedimiento concursal de liquidación, las
cuales serán analizadas en el acápite correspondiente.
Una de las medidas de protección del trabajador vulnerable más importantes del derecho
laboral es el FUERO LABORAL.
El fuero se encuentra regulado en el art. 174 del CT y puede ser DEFINIDO como una
medida de protección, otorgada por la ley, respecto de ciertos trabajadores que se estiman en
situación de vulnerabilidad, para efectos de impedir su despido en ciertos casos y permitirlo en
otros, siempre y cuando exista una autorización judicial previa.
Excepcionalmente, no es necesaria esta autorización previa como ocurre con el art. 183-AE,
caso en el cual pierde todo su sentido. Lo mismo sucede con los arts. 66 inciso cuarto, 163 bis,
195 inciso cuarto, 243 inciso final, 302 y 309 inciso final del CT.
Otra definición lo conceptúa como una forma de protección legal, establecida a favor de los
trabajadores que se encuentran en estado de vulnerabilidad, con el fin de evitar que,
arbitrariamente, sean despedidos de su trabajo, en tanto dure dicho estado (Macchiavello,
1986: 537).
b) Opera de PLENO DERECHO. Dado que emana de una normativa de orden público, no es
necesario realizar enmienda alguna en el contrato de trabajo o en el anexo respectivo.
c) DIFICULTA EL DESPIDO DEL TRABAJADOR. Con todo, el aforado podrá ser despedido
por vencimiento del plazo (art. 159 Nº 4), conclusión de la obra o servicio (art. 159 Nº 5),
y por las causales disciplinarias del art. 160. Para estos efectos, deberá cumplirse con lo
dispuesto en el art. 174 del CT.
d) Para despedir a un trabajador con fuero, por alguna de las causales mencionadas en la
letra anterior, debe requerirse AUTORIZACIÓN JUDICIAL PREVIA.
El juez verificará si concurren los requisitos y podrá conceder o denegar el desafuero según
el caso. Cumplidos los requisitos perfectamente podría denegar la autorización, por ejemplo, si
era evidente que el contrato a plazo se iba a prorrogar (la trabajadora era entrenada para
asumir un cargo determinado), pero al saber del estado de embarazo de la trabajadora se
decide su desafuero. En este sentido se ha manifestado la sala laboral de la Corte Suprema,
recurso de unificación de jurisprudencia 12051/2013.
En el juicio de desafuero laboral, según dispone el inciso segundo del art. 174 del CT, "el
juez, como medida prejudicial y en cualquier estado del juicio, podrá decretar, en forma
excepcional y fundadamente, la separación provisional del trabajador de sus labores, con o sin
derecho a remuneración". Si en definitiva el Tribunal decide no conceder la autorización
solicitada para poner término al contrato de trabajo, ordenará la inmediata reincorporación del
trabajador suspendido judicialmente de sus funciones. Este período se entenderá como
efectivamente trabajado para todos los efectos legales y contractuales. Si la suspensión se
hubiere decretado sin derecho a remuneración, decretará, además, el pago íntegro de las
remuneraciones y beneficios —debidamente reajustados y con el interés establecido en el art.
173 del mismo cuerpo legal, vale decir con el interés máximo permitido para operaciones
reajustables—, correspondientes al período de suspensión.
El inciso cuarto del art. 201 establece que el plazo para reclamar judicialmente la
reincorporación de una trabajadora despedida, sin la correspondiente autorización judicial, en
el caso del fuero maternal, es de 60 días hábiles contados desde el despido.
En los demás casos de fuero no existe norma expresa que regule la materia, razón por la
cual creemos que debería recurrirse a la norma general contenida en el artículo 168 del citado
Código y, entonces, el plazo de reclamación sería de 60 días hábiles contados desde el
despido (Nadal, 2003: 366).
3. Causales objetivas
Conforme al numeral tercero del art. 159 del CT el contrato de trabajo terminará por muerte
del trabajador.
El contrato de trabajo es INTUITO PERSONAE respecto del trabajador, por tanto, es de toda
lógica que termine por su fallecimiento. La prestación laboral es personalísima e indelegable.
Ahora bien, conforme al art. 60 del CT, en caso de fallecer el trabajador, el empleador debe
pagar las remuneraciones que se le adeuden a la persona que se hizo cargo de sus funerales,
hasta concurrencia del costo de los mismos. El saldo, si lo hubiere, y las demás prestaciones
pendientes a la fecha de su fallecimiento se pagarán al cónyuge, a los hijos o a los padres del
trabajador fallecido, unos a falta de otros, en el orden indicado, bastando acreditar el estado
civil respectivo, y siempre y cuando estas sumas no superen las cinco unidades tributarias
anuales. Lo propio ocurre respecto de los fondos de la cuenta especial de la indemnización
sustitutiva a todo evento, al tenor del art. 165 inciso segundo letra b del CT.
Cabe hacer presente que no resulta jurídicamente procedente exigir que en el finiquito se
deje constancia de la causa de la muerte, así como tampoco exigir para proceder a los pagos
contemplados en el artículo 60 del Código del Trabajo, la obtención de la posesión efectiva
(Melis y Sáez, 2000: 257).
No se aplica esta causal en el caso de la muerte del empleador. El CT en el art. 148 regula
especialmente esta situación, a propósito del contrato de trabajo de los trabajadores de casa
particular, y establece que en caso de fallecer el jefe de hogar, el contrato subsiste con los
parientes que hayan vivido en la casa de aquél y continúen viviendo en ella después de su
muerte, los cuales serán solidariamente responsables del cumplimiento de las obligaciones
contractuales.
Excepcionalmente el contrato de trabajo puede ser intuito personae respecto del empleador,
cuando el trabajador tuvo en cuenta la persona del empleador para celebrar el contrato, por
tratarse de una actividad íntimamente ligada o conexa con la vida del mismo, que no puede ser
continuada por sus herederos, como en el caso del secretario de un político o del ayudante de
un profesional liberal (Plá, 1998: 272).
Conforme al numeral sexto del art. 159 del CT, el contrato de trabajo termina por CASO
FORTUITO o FUERZA MAYOR.
En estos casos, no procede el pago de ningún tipo de indemnización (preaviso y años de
servicios), con excepción de lo dispuesto en los arts. 123 y 137 letra c del CT.
Desde el derecho romano se estudia el caso fortuito y la fuerza mayor en vinculación con el
cumplimiento contractual. La prestación que constituía el objeto de la obligación podía ser
imposible de cumplir por hechos naturales (terremoto), jurídicos (la cosa adeudada pasaba a
ser incomerciable) o humanos (la guerra) y, en ese caso, el deudor quedaba liberado de
responsabilidad (Larrañaga, 1991: 13).
El caso fortuito alude a las circunstancias que no pudieron ser objeto de deliberación al
momento de actuar y que, por lo tanto, no pueden atribuirse a una falta en la diligencia exigida
(Barros, 2006: 90). Por su parte, la fuerza mayor comprende hechos ajenos al demandado,
incluyendo el hecho de terceros (Barros, 2006: 414).
Ulpiano definió el caso fortuito como aquel evento que ninguna humana inteligencia puede
prever, es decir, aludía a un hecho imprevisible. En cambio, la fuerza mayor era aquel evento
que si bien era previsto, no podía evitarse. La fuerza mayor enfatizaba el carácter irresistible,
inevitable del evento. Con todo, en la práctica esta diferencia era teórica, dado que el deudor
se liberaba cuando el acontecimiento reuniera ambos caracteres (Larrañaga, 1991: 13).
¿Es pertinente aplicar un concepto como el de caso fortuito o fuerza mayor al derecho del
trabajo? La respuesta es afirmativa, considerando que el mismo art. 159 Nº 6 lo hace aplicable
al término del contrato de trabajo. No obstante, deberán considerarse ciertos
PARTICULARISMOS DEL DERECHO LABORAL.
En efecto, la doctrina ha subrayado que esta noción surge en el derecho romano como una
forma de eximir y de proteger al deudor y favorecer el comercio, en cambio, el derecho del
trabajo protege a la parte débil, esto es el trabajador, quien generalmente es acreedor del
empleador. Además, en el derecho común el riesgo afecta a ambos contratantes por igual, a
diferencia del derecho laboral, donde el trabajador es ajeno al riesgo de empresa, si no más
que trabajador sería socio y podría intervenir en la gestión del negocio. Por otra parte, en el
derecho común el caso fortuito o la fuerza mayor extingue por sí las obligaciones, a diferencia
del derecho laboral donde el empleador no queda automáticamente liberado, sino que debe
manifestar su voluntad en este sentido (despidiendo por el 159 Nº 6). Por ello, en el derecho
del trabajo la aplicación de esta noción será EXCEPCIONAL y deberá estar estatuida por ley
(Larrañaga, 1991: 22 y 24).
El artículo 45 del Código Civil define el caso fortuito o fuerza mayor como: "el imprevisto a
que no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto, el apresamiento de enemigos, los
actos de autoridad ejercidos por un funcionario público, etc.". En nuestro derecho, para
encuadrarse en esta figura deben cumplirse tres REQUISITOS, a saber, imprevisibilidad,
irresistibilidad y que el hecho no haya sido provocado por quien lo alega (inimputabilidad)
(Lizama, 2003: 187).
No han sido aceptados como caso fortuito o fuerza mayor las licencias reiteradas del
trabajador, la incapacidad del mismo o su jubilación, la insolvencia y la quiebra de la empresa,
la reorganización empresarial, la clausura del local, el incendio parcial, el incendio por
negligencia o falta de previsión del empleador, etc.
Por el contrario, sí se ha aceptado como caso fortuito o fuerza mayor el incendio total del
local y la destrucción de la empresa (inundación, terremoto).
Los casos de fuerza mayor impropia, para ser aceptados, deben requerir un análisis
detallado en cuanto a su imprevisibilidad e inevitabilidad. En este sentido, la Corte Suprema de
nuestro país estimó injustificado un despido motivado porque uno de los clientes de la empresa
había puesto término a sus servicios, precisando que correspondía al demandado probar la
concurrencia de los requisitos del caso fortuito o fuerza mayor, lo que no ocurrió respecto de la
"imprevisibilidad", porque no se trataba de un hecho cuya ocurrencia, racionalmente, no
pudiera ser anticipada (Gamonal, 2004: 774 y 775).
Finalmente, cabe advertir que esta causal debe ser aplicada en forma RESTRICTIVA,
considerando que exime al empleador de los pagos indemnizatorios. En otros ordenamientos
el empleador queda igualmente sujeto a responsabilidad, en otros es eximido, en otras
experiencias debe cancelar la mitad de la indemnización por años de servicios y en otros
casos la autoridad laboral autoriza el despido por fuerza mayor fijando el monto a indemnizar
(Larrañaga, 1991: 99 y ss.).
Esta causal se configura frente a una necesidad empresarial como las derivadas de la
racionalización o modernización de los servicios, bajas en la productividad, cambios en las
condiciones del mercado o de la economía, que hagan necesaria la separación de uno o más
trabajadores (art. 161 del CT).
Para invocar esta causal el empleador debía dar un aviso al trabajador con treinta días de
anticipación. Si se determinaba judicialmente que el despido era injustificado, se ordenaba la
inmediata reincorporación del trabajador a sus labores habituales, con derecho al pago de las
remuneraciones correspondientes por el período en el cual no cumplió funciones. Si el
empleador se negaba a readmitir al trabajador dentro del plazo de dos días hábiles, el juez
fijaba una indemnización que no podía ser inferior a un mes por años de servicio continuos o
discontinuos prestados a la misma empresa, y fracción no superior a seis meses.
Durante su vigencia hubo varios juicios que trataron de precisar qué debía entenderse por
necesidades de funcionamiento de la empresa, establecimiento o servicio, ya que su aplicación
resultó bastante discutida, pues su texto no precisaba el carácter de las necesidades, para
darla por configurada (Nadal, 2003: 291). Así, la jurisprudencia, por un lado, asoció esta causal
con motivos de índole tecnológico, económico y estructural, lo que ahora se explicita en el CT
a través de los ejemplos que se enuncian en la disposición legal en estudio; y, por otro, exigió
que mediara una relación de causalidad entre las necesidades económicas o tecnológicas por
una parte, y el despido, por la otra. Esta relación de causalidad está actualmente recogida en
nuestro CT en la expresión "que hagan necesaria la separación de uno o más trabajadores"
(Thayer y Novoa, 1998: 92 y 93).
Esta causal constituye una suerte de antecedente del actual art. 161 inciso primero del CT.
Más adelante, el decreto ley Nº 2.200, de 1978, realizó diversas reformas en materia de
término de contrato, consagrando el DESAHUCIO O DESPIDO LIBRE (AD NUNTUM) del
empleador, como causal general para poner término al contrato. Luego de la vuelta a la
Democracia, la ley Nº 19.010, de 1990, limitó la posibilidad de despedir por desahucio y
estableció la causal de necesidades de la empresa que estamos analizando.
Por último, cabe hacer presente que el inciso final del mismo art. 161 prescribe que esta
causal no puede ser invocada "con respecto a trabajadores que gocen de licencia por
enfermedad común, accidente del trabajo o enfermedad profesional, otorgada en conformidad
a las normas legales vigentes que regulan la materia".
La Corte Suprema ha fallado que en caso que el empleador invoque cualquiera de las
causales referidas para terminar el contrato de un trabajador acogido a licencia médica el
DESPIDO ES NULO (Lizama, 2003: 185). La jurisprudencia ha sostenido, además, que "esta
situación no implica el establecimiento del fuero laboral a que se refiere el artículo 174 del
Código del Trabajo, desde que no se exige la autorización judicial para que el empleador
pueda poner término al contrato de trabajo" (Thomas, 2008: 386).
El D.L. Nº 3.500 de 1980, que consagra el nuevo sistema de pensiones, reconoce las
siguientes categorías de invalidez: total, cuando producto de enfermedad física o mental el
trabajador sufre una pérdida de su capacidad de trabajo igual o mayor a dos tercios, y parcial,
si es igual o superior al cincuenta por ciento e inferior a dos tercios.
Por otra parte, como señalamos (vid. capítulo 6), conforme a lo dispuesto en la ley
Nº 16.744, en caso de accidente del trabajo o enfermedad profesional se le otorgan al
trabajador una serie de beneficios económicos tendientes a compensar disminuciones en su
capacidad de ganancia, si queda inválido, o a su familia, si fallece, como son por ejemplo: el
subsidio por incapacidad laboral temporal; indemnización si la invalidez es igual o superior al
15% e inferior al 40%; pensión de invalidez parcial, si la invalidez es igual o superior a un 40%
e inferior a un 70%; pensión de invalidez total, si la invalidez es igual o superior a un 70%,
pensión por gran invalidez (si requiere de la ayuda de terceros para los actos básicos de la
vida diaria), entre otros.
Ahora bien, como antecedente debe tenerse presente que, en la generalidad de los casos, el
trabajador que se invalida obtendrá la correspondiente pensión del sistema previsional
respectivo, pensión que en estricto rigor viene a sustituir la remuneración que en sus actuales
condiciones no podrá seguir percibiendo (Lanata, 2006: 219). Sin embargo, las personas
declaradas inválidas pueden seguir trabajando, sin necesidad de renunciar a la pensión que
están recibiendo producto de esta declaración.
Hechas las precisiones del caso, cabe hacer presente que el art. 161 bis del CT fue
incorporado a nuestro CT por la ley Nº 19.759 de 2001.
El artículo 161 bis del CT establece que: "la invalidez, total o parcial, no es justa causa para
el término del contrato de trabajo. El trabajador que fuere separado de sus funciones por tal
motivo, tendrá derecho a la indemnización establecida en los incisos primero o segundo del
artículo 163, según correspondiere, con el incremento señalado en la letra b) del artículo 168".
La enmienda en comento tuvo un fin protector, dado que elimina toda duda respecto a que la
invalidez pueda considerarse como caso fortuito o fuerza mayor sin lugar a indemnización
alguna (Walker, 2003: 378), contemplando esta situación expresamente en el art. 161 bis y
suprimiendo la "falta de adecuación laboral" del art. 161. Pero en algunas hipótesis desprotege
en mayor forma al trabajador inválido.
En efecto, aunque prohíbe el despido por invalidez, en el mismo inciso tarifica el despido sin
declararlo nulo. Por tanto, en el fondo, más que prohibir el despido del trabajador inválido lo
que hace es tasar el monto indemnizatorio en caso de despido. Para este cometido la norma
indica que deberá pagarse la indemnización por años de servicio con un aumento del 50% (art.
168 letra b). Por tanto aumenta la indemnización del art. 161 en forma automática en un 50%.
Pongamos un caso. Si Pedro tiene 4 años de antigüedad y es despedido por invalidez tendrá
derecho a 120 días de la última remuneración mensual devengada (art. 163) más 60 días de
aumento (50%), en total 180. Pero si su antigüedad era de 3 meses, con el antiguo art. 161
tenía derecho al preaviso o su indemnización. Con la actual no tiene este derecho y por su
antigüedad tampoco le corresponde indemnización por años de servicio, o sea, no tiene
derecho alguno.
Si la antigüedad de Pedro era de 1 año, con la nueva norma tiene derecho a 45 días de
indemnización y, con la antigua, a 30 días más 30 días de preaviso si no lo hubiere.
Si la antigüedad de Pedro era de 2 años, con la nueva norma tiene derecho a 90 días de
indemnización y, con la antigua, a 60 días más 30 días de preaviso si no lo hubiere.
Si la antigüedad de Pedro era de 3 años, con la nueva norma tiene derecho a 135 días de
indemnización y, con la antigua, a 90 días más 30 días de preaviso si no lo hubiere.
Como vemos, recién a partir del tercer año de antigüedad resulta más ventajoso lo dispuesto
en el art. 161 bis.
Estimamos que una situación tan delicada como la invalidez del trabajador debe ser de
cargo de la sociedad toda, por medio de un sistema de protección social eficaz y redistributivo,
más que impedir el término del contrato.
Agrega que para todos los efectos legales, la fecha de término del contrato será la fecha de
dictación de la resolución judicial de liquidación de los bienes del empleador, enunciando a
continuación una serie de reglas que pasaremos a explicar, a saber:
En todo caso, el error u omisión en que se incurra con ocasión de esta comunicación no
invalidará el término de la relación laboral por la referida causal.
En el mismo plazo fatal, debe enviar copia de esta comunicación a la Inspección del Trabajo,
la que mantendrá un registro actualizado con las comunicaciones de término de contrato de
trabajo recibidas en los últimos treinta días hábiles. La Inspección del Trabajo, de oficio o a
petición de parte, deberá constatar el cumplimiento de los requisitos formales relativos a la
referida comunicación y certificado que se debe adjuntar a la misma por el liquidador. En caso
de incumplimiento de tales requisitos por parte del liquidador, deberá informar tal circunstancia
a la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento, la cual podrá sancionar
administrativamente al liquidador por los hechos que le sean imputables, según lo establecido
en el art. 338 de la Ley de Reorganización y Liquidación de Activos de Empresas y Personas,
e incluso perseguir su responsabilidad penal, de ser ello procedente, de conformidad al párrafo
7 del Título IX del Libro Segundo del Código Penal.
Lo propio ocurre con el monto de esta indemnización, ya que éste se determina según lo
establecido en el art. 163 incisos 1º y 2º, y por lo tanto, corresponde a aquél que las partes
hayan convenido individual o colectivamente, siempre que fuera superior al legal, y en caso
contrario o a falta de esta estipulación, equivaldrá a treinta días de la última remuneración
mensual devengada por cada año de servicio y fracción superior a seis meses, con el límite
máximo de trescientos treinta días de remuneración.
Conviene acotar que esta indemnización es compatible con la sustitutiva del aviso previo.
4. En el caso de trabajadores que al momento del término del contrato de trabajo estén
gozando de fuero según lo prescrito en el art. 174, no es preciso solicitar la autorización previa
de desafuero del juez competente.
Cabe hacer presente que esta indemnización es compatible con la indemnización por años
de servicio contemplada en el número 3 del art. 163 bis, pero incompatible con la sustitutiva del
aviso previo prevista en el número 2 de la misma disposición legal.
5. En cuanto al finiquito, como tuvimos ocasión de mencionar, éste debe ser puesto a
disposición del trabajador, por el liquidador, con a lo menos diez días de anticipación a la
expiración del período de verificación ordinaria de créditos que contempla la Ley de
Reorganización y Liquidación de Activos de Empresas y Personas.
El finiquito suscrito por el trabajador debe ser autorizado ante un Ministro de Fe —Notario
Público o Inspector del Trabajo—, aunque el empleador no se encuentre al día en el pago de
las cotizaciones previsionales, y debe ser acompañado por el liquidador al tribunal que está
conociendo del procedimiento concursal de liquidación, dentro de los dos días siguientes a su
suscripción.
Ahora bien, una vez suscrito por el trabajador y autorizado por el Ministro de Fe, aunque las
cotizaciones previsionales estén impagas, éste se entiende como antecedente documentario
suficiente para justificar un pago administrativo de lo adeudado al trabajador en el
procedimiento concursal respectivo, sin perjuicio de los otros documentos que sirven de
fundamento para su pago de acuerdo al artículo 244 de la Ley de Reorganización y Liquidación
de Activos de Empresas y Personas, a saber: sentencias judiciales definitivas firmes o
ejecutoriadas que ordenen el pago de las indemnizaciones previstas en el art. 168, el solo
mérito de demandas interpuestas por los trabajadores antes del inicio del procedimiento
concursal de liquidación, o bien, la notificación al liquidador de la demanda interpuesta
después del referido inicio. En las dos últimas hipótesis, el liquidador debe reservar fondos
suficientes para el evento que las referidas acciones sean acogidas, sin perjuicio de los pagos
administrativos que correspondan.
Cabe hacer presente que, de conformidad al art. 244 de la referida ley, son pagos
administrativos aquéllos que el liquidador puede efectuar apenas disponga de fondos
suficientes para ello, siempre y cuando el activo remanente sea suficiente para pagar a los
acreedores de mejor derecho y asegurar los gastos del procedimiento concursal de liquidación.
Por último, es preciso hacer presente que el liquidador debe reservar fondos, si los hay, para
pagar aquellos finiquitos no suscritos por los trabajadores o no acompañados por el liquidador
al Tribunal que está conociendo del procedimiento concursal de liquidación dentro de los dos
días siguientes a su suscripción. Reservará estos fondos por un plazo de treinta días contados
desde la fecha en que el respectivo finiquito haya sido puesto a disposición del trabajador.
Se ha subrayado que, dentro de las ventajas de esta nueva legislación concursal, estaría el
haber creado una causal especial de término de contrato por esta situación, y el haber
simplificado los procedimientos y clarificado los topes a pagar. Sin embargo, también existen
críticas. Por un lado, esta legislación conduce sea como sea al término de los contratos de
trabajo, sin considerar ni siquiera qué ocurre cuando hay continuidad de giro, casos en que se
requerirá la celebración de nuevos contratos laborales. Por otro lado, esta ley ignora la faceta
colectiva del derecho del trabajo al no considerar a los sindicatos, sus dirigentes y al no
respetar el fuero que los acoge (Castro, 2014: 118 y 119).
Como vemos, esta nueva normativa consideró más bien el lado del derecho comercial de la
quiebra dejando de lado la faceta del derecho laboral. Principios como el de continuidad y de
libertad sindical están preteridos en estas nuevas reglas concursales. Nos parece delicado que
se dejen sin aplicar las sanciones de la Ley Bustos, vinculadas directamente con el derecho de
propiedad de los trabajadores (de sus imposiciones), considerando además que el término de
sus contratos les acarreará tantos o más problemas de subsistencia que la quiebra de la
empresa a sus dueños.
S 2: G
Glosario
• Aviso de despido: Aviso en el que se comunica el despido por alguna de las causales
indicadas, expresando, de forma precisa, las razones de hecho y de derecho en que se
fundamenta.
• Caso fortuito: Aquel evento que ninguna humana inteligencia puede prever, es decir, que es
imprevisible.
• Causales subjetivas de despido: Se vinculan con un acto volitivo posterior a la celebración del
contrato.
• Despido: Cese unilateral de la relación de trabajo dispuesto por el empleador, cualquiera sea
su causa.
• Despido justificado: Derecho del empleador de poner término a la relación laboral por alguna
de las causales que establece la ley.
• Finiquito: El instrumento emanado y suscrito por las partes del contrato de trabajo, empleador
y trabajador, con motivo de la terminación de la relación trabajo, en el que dejan constancia
del cabal cumplimiento que cada una de ellas ha dado a las obligaciones emanadas del
contrato, sin perjuicio de las excepciones o reservas con que algunas de las partes lo
hubiesen suscrito, con conocimiento de la otra.
• Fuero laboral: Una medida de protección, otorgada por la ley, respecto de ciertos
trabajadores que se estiman en situación de vulnerabilidad, para efectos de impedir su
despido en ciertos casos y permitirlo en otros, siempre y cuando exista una autorización
judicial previa.
• Fuerza mayor impropia: La decisión proveniente de una autoridad o del poder público,
imprevisible o inevitable, que impide la continuación de las relaciones laborales.
Cuestionario
6. ¿Qué es el finiquito?
8. ¿Qué es el fuero?
10. ¿Por qué el contrato de trabajo es intuito personae respecto del trabajador?
11. Explique las diferencias originarias entre caso fortuito y fuerza mayor.
13. ¿Cuáles son los elementos del caso fortuito o fuerza mayor?
S 3: A
"La segunda línea de inserción del razonamiento
economicista sobre la regulación del despido, la relativa al
abaratamiento del coste del despido —y ya no la pura
desaparición, que es otra de las consecuencias de la
descausalización del despido a través de la temporalidad
del contrato— ha sido protagonista de hitos legislativos
diversos (...). La voracidad de quienes insisten en estos
planteamientos que colocan en rebaja permanente las
indemnizaciones se acentúa con ocasión de las crisis
económicas como aquella en la que estamos instalados y
que se conoce como el crack del 2008. Se mantiene
entonces que la única forma de crear empleo pasa porque
cueste menos destruirlo".
S 4: A
1. Estabilidad en el empleo. Vea la película Los lunes al sol, dirigida por Fernando León de
Aranoa, con la actuación de Javier Bardem, Luis Tosar, Miguel Ángel Egido y Nieve de
Medina, rodada en el año 2002. Reflexione sobre (a) el contexto del film, (b) la veracidad de
lo expuesto, (c) si en nuestro país ocurren situaciones similares (d) cómo otorgar estabilidad
a los trabajadores.
S 5: R
11. G C , Sergio (2000), El Daño Moral por Término del Contrato de Trabajo,
Santiago, Editrem.
24. T , Tiziano (1993), "La flexibilidad laboral en Europa", en Revista Internacional del
Trabajo , volumen 112, Número 2.
S 1: T
1. Mutuo acuerdo
El contrato de trabajo puede terminar por MUTUO ACUERDO de las partes (art. 159 Nº 1 del
CT).
Considerando los caracteres tan especiales de la relación laboral, el art. 177 del CT exige
los mismos requisitos formales del finiquito para efectos de acreditar la concurrencia de la
"voluntad real" del trabajador.
b) Es solemne, debe constar por escrito y, para ser válido, debe ser firmado por el
presidente del sindicato o el delegado de personal o sindical respectivo, o debe ser
ratificado ante el inspector del trabajo o un notario de la localidad, el oficial del registro
civil de la respectiva comuna o sección de comuna, o el secretario municipal
correspondiente.
El mutuo acuerdo que no cumpla con estos requisitos no podrá ser invocado por el
empleador.
Estos requisitos se explican considerando que, por esta causal, el trabajador no tiene
derecho a percibir una indemnización por años de servicio. Por tanto, se busca evitar
presiones del empleador para firmar el acuerdo.
Estas exigencias legales no tendrán lugar respecto de los contratos a plazo de duración no
superior a 30 días, a menos que se prorrogaren por más de treinta días o que vencido este
plazo el trabajador continuare prestando servicios con conocimiento del empleador, esto es,
que el contrato se transforme en indefinido (art. 177 inciso séptimo).
2. Renuncia
El contrato de trabajo puede terminar por renuncia del trabajador (art. 159 Nº 2 del CT), que
puede ser DEFINIDA como la manifestación unilateral de voluntad del trabajador, en orden a
poner fin al contrato de trabajo.
Si el trabajador renuncia, no tiene derecho a percibir indemnización por años de servicio, por
lo que el art. 177 del CT exige los mismos requisitos formales del finiquito, para efectos de
acreditar la concurrencia de la "voluntad real" del trabajador en orden a terminar con el
contrato.
b) Es solemne, debe constar por escrito y, para ser válida, debe ser firmada por el presidente
del sindicato o el delegado de personal o sindical respectivo, o debe ser ratificada ante el
inspector del trabajo o un notario de la localidad, el oficial del registro civil de la respectiva
comuna o sección de comuna, o el secretario municipal correspondiente.
c) El trabajador que renuncia debe dar aviso a su empleador con, a lo menos, 30 días de
anticipación.
La renuncia es unilateral, o sea, para que tenga plenos efectos no se requiere la voluntad del
empleador, quien no la puede condicionar y no queda sujeta a aceptación del mismo (Lizama,
2003: 169).
La renuncia del trabajador equivale al libre despido del empleador y, en estos casos, no hay
consideraciones de estabilidad que la limiten, dado que la relación de trabajo es una relación
de poder del empleador respecto del trabajador, donde éste debe seguir instrucciones y
someterse al poder disciplinario de su jefe. Por ello, el trabajador es libre y no requiere causal
para poner fin al contrato. En caso contrario, podríamos llegar a una situación de trabajo
forzoso.
La renuncia otorgada por el trabajador, bajo amenaza del empleador de invocar algunas de
las causales del art. 160, es inválida por la concurrencia de fuerza que vicia el consentimiento
(Lizama, 2003: 169).
Estas exigencias legales no tendrán lugar respecto de los contratos a plazo de duración no
superior a 30 días, a menos que se prorrogaren por más de treinta días o que vencido este
plazo el trabajador continuare prestando servicios con conocimiento del empleador, esto es,
que el contrato se transforme en indefinido (art. 177 inciso séptimo).
3. Despido disciplinario*2
Aunque el derecho laboral busca la permanencia del contrato de trabajo, no pueden permitirse INCUMPLIMIENTOS GRAVES por cualquiera de las
partes. Si el incumplidor es el trabajador, puede ser despedido por las causales del art. 160, que estudiaremos en este párrafo. Si el incumplidor es el
empleador, el trabajador puede recurrir a la figura del despido indirecto, que analizaremos en el capítulo sobre despido injustificado.
El despido disciplinario puede ser DEFINIDO como la facultad del empleador para poner
término al contrato cuando el trabajador ha incurrido en un incumplimiento grave de las
obligaciones del mismo. Es una facultad, dado que no basta con el incumplimiento, sino que a
éste debe adjuntarse la decisión del empleador de terminar el contrato.
Por ello se ha destacado que el despido disciplinario tiene dos caras o facetas en cuanto
fenómeno jurídico, como extinción de la relación jurídica y como poder del empresario (Gil y
Gil, Gómez y Matorras, 2004: 71). En esta última perspectiva el despido constituye el ejercicio
de un poder de AUTOTUTELA PRIVADA (Baylos y Pérez, 2009: 46 y ss.).
Asimismo, el art. 140 del CT, dentro del contrato de trabajadores portuarios eventuales,
dispone que constituye incumplimiento grave del trabajador el atraso en la presentación a las
faenas.
Por otro lado, cabe precisar que el legislador, en una grave omisión, no contempló un plazo
para que el empleador pudiera aplicar esta causal. Por tanto, ha sido la jurisprudencia la que
ha suplido este vacío con la noción de PERDÓN DE LA CAUSAL (Gamonal, 2004: 775 y 776).
O sea, la aplicación de las causales disciplinarias debe ser oportuna y, en caso contrario, se
presume el perdón tácito de la misma. En consecuencia, ocurrido el incumplimiento grave el
empleador debe ser diligente respecto de la aplicación de su sanción (despido disciplinario). Si
pasa el tiempo y nada hace, si promociona al trabajador, le da un premio o reconocimiento
(trabajador del año...), lo capacita, etc., habrá que entender que en uso de sus potestades ha
decidido darle otra oportunidad al trabajador.
¿Puede REVOCARSE el despido disciplinario? Una vez cumplidas las formalidades del art.
162 (vid. el capítulo respectivo), la respuesta es negativa, salvo que concurriera la voluntad
positiva del trabajador, o sea, su consentimiento expreso (Sierra, 2009: 27).
¿Puede haber DESPIDO PARCIAL? Por ejemplo, el empleador como medida disciplinaria
reduce la jornada laboral a part time. La respuesta es negativa, no hay despido si permanece
vigente la relación (Gil y Gil, Gómez y Matorras, 2004: 101). Por otra parte, la reducción del
tiempo de trabajo no es una medida disciplinaria justificada.
Veremos cada uno de estos supuestos planteados por el CT (hipótesis general del Nº 7 y
luego las específicas de los primeros seis numerales del art. 160).
(1) Artículo 160 Nº 7: El incumplimiento grave de las obligaciones que impone el contrato. Es
la CAUSAL GENÉRICA del despido disciplinario e implica un incumplimiento de tal entidad que
el empleador puede poner fin al contrato.
Las obligaciones tampoco podrían emanar del contrato colectivo, dado que estas causales
deben interpretarse restrictivamente.
b) El incumplimiento debe SER GRAVE.
La interpretación de la gravedad debe ser muy estricta porque, en caso contrario, esta
causal puede deformar en un despido sin causa o ad nuntum (desahucio).
Con todo, podría darse el caso de que exista una causal de justificación del incumplimiento.
Por ejemplo, el chofer que choca evitando atropellar a un transeúnte que cruzó corriendo la
calle en forma imprudente, o el trabajador que entrega valores de la empresa en caso de
asalto.
(2) Artículo 160 Nº 1: Alguna de las conductas indebidas de carácter grave, debidamente
comprobadas, que a continuación se señalan: a) Falta de probidad del trabajador en el
desempeño de sus funciones; b) Conductas de acoso sexual; c) Vías de hecho ejercidas por el
trabajador en contra del empleador o de cualquier trabajador que se desempeñe en la misma
empresa; d) Injurias proferidas por el trabajador al empleador, e) Conducta inmoral del
trabajador que afecte a la empresa donde se desempeña, y f) Conductas de acoso laboral.
La Corte Suprema ha precisado que por probidad debe entenderse buena conducta, buena
fe, honestidad, honor y corrección en el obrar (Gamonal, 2004: 777).
Existe bastante casuística en esta materia (Vivanco, 1994: 62 y ss. y Lizama, 2003: 174), por
ejemplo, se ha estimado falta de probidad la sustracción de dineros al empleador, las
defraudaciones reiteradas al empleador reutilizando boletas dejadas por los clientes, el
otorgamiento de créditos sin la documentación necesaria, la sustracción de sumas de dinero a
otros trabajadores, los hurtos en la empresa, la alteración, por parte del profesor evaluado, de
las encuestas de calificación realizadas por los alumnos universitarios sobre su desempeño
como profesor, el registro de asientos contables falsos, el estado de ebriedad, etc.
También se ha entendido que la competencia desleal configura una falta de probidad. Según
su entidad, no es necesario probar habitualidad o un perjuicio para el empleador.
De hecho, la Corte Suprema en el caso de un gerente general de una sociedad anónima que
formó una sociedad de responsabilidad limitada con terceros, participando en un 50% del
capital, y cuyo objeto coincidía en parte con el de la sociedad donde prestaba servicios, señaló
que no es necesario acreditar la habitualidad de la conducta reprochable del empleado y
menos aún que éste le hubiere causado un perjuicio económico grave o extendido en el tiempo
al empleador, para dar por concluida la relación laboral.
Además, la Corte aplicó el principio de especialidad por estimar que la legislación sobre
sociedades anónimas es más específica que la laboral y, en este entendido, regían en este
caso las prohibiciones que dicho régimen establece respecto de los gerentes y directores,
impidiéndole al gerente adoptar decisiones que no tengan por finalidad el interés social sino
sus propios intereses y prohibiéndole ejecutar actos contrarios al interés social ni usar su cargo
para obtener ventajas indebidas para sí o para terceros relacionados, en perjuicio del interés
social. Añade que esta normativa impone a los gerentes un mínimo ético que debe ser
observado y cumplido con rigurosidad y celo extremo. La Corte manifestó que en el contrato de
trabajo se entienden incorporados los deberes de lealtad y fidelidad que obligan al
cumplimiento de ciertos principios como la honradez, la confianza y la buena fe, sin que se
requiera una estipulación expresa en este sentido. Esta exigencia es más relevante aún en el
caso del gerente que administra y ejecuta los negocios de una sociedad anónima (Gamonal,
2004: 776 y 777).
Las vías de hecho deben afectar la marcha de la empresa y deben ser de gravedad. De esta
forma, la jurisprudencia ha determinado que no son vías de hecho (tan graves como para
despedir) aquellas que no constituyen una amenaza seria para los compañeros de trabajo y
sus jefes, por no haber trascendido a los clientes ni afectar el desarrollo de la empresa (la
pelea fue en los vestidores), por no haber sido el trabajador despedido quien dio origen a la
riña (Caamaño 2012: 1359 a 1361).
Los tribunales han exigido para la configuración de esta causal la presencia del ánimo o
intención de injuriar, descartándose de esta forma la simple crítica del actuar de otros (Lanata,
2006: 225). En efecto, para la jurisprudencia no constituyen injurias las discusiones de palabra,
incluso en términos groseros propios del lenguaje utilizado en tales casos, ni las reacciones
verbales de un trabajador en contra de su jefe directo por la extensión indebida de su jornada
de trabajo (Lizama, 2003: 175).
Tampoco se pueden utilizar las declaraciones judiciales del trabajador para justificar esta
causal de despido (Caamaño, 2012: 1365).
b) El incumplimiento (de todas las letras del 160 Nº 1) debe ser GRAVE E INJUSTIFICADO y
LA DECISIÓN DE DESPIDO DEBE SER PROPORCIONAL. Nos remitimos a lo señalado
respecto del art. 160 Nº 7.
(3) Artículo 160 Nº 2: Negociaciones que ejecute el trabajador dentro del giro del negocio y
que hubieren sido prohibidas por escrito en el respectivo contrato por el empleador.
En alguna medida esta causal se centraba en los altos directivos, pero se ha expandido a
todos los trabajadores. Sin duda, mientras de mayor responsabilidad sea el cargo del
trabajador dentro de la empresa, más riguroso será el análisis de la eventual competencia
desleal (Irureta, 2007: 54, 55 y nota 20 y 60).
La causal se circunscribe sólo al giro del negocio, dado que el trabajador fuera de su horario
de trabajo puede ejercer cualquier actividad lícita.
Habrá que considerar como giro al que se dedica la empresa, el declarado para fines
tributarios (Lanata, 2006: 226).
Se busca impedir que el trabajador desarrolle otros trabajos dirigidos a la misma clientela del
empleador, o que se aproveche de los conocimientos adquiridos en la empresa o que use la
información a la que tiene acceso por trabajar al interior de la misma. O sea, que el trabajador
por su conocimiento de las técnicas organizativas y productivas del empleador otorgue
ventajas suplementarias al segundo empresario (Irureta, 2007: 64).
No es necesario un perjuicio cierto para el empleador, basta con que la actitud del trabajador
sea potencialmente idónea para producir un daño (Irureta, 2007: 65 y 66).
¿Sería factible considerar que las negociaciones han sido autorizadas por medio de una
cláusula tácita? La jurisprudencia aplicando primacía de la realidad así lo ha determinado
(Caamaño 2012: 1369).
Este requisito pareciera estar de más, considerando que la jurisprudencia ha estimado como
falta de probidad la conducta del trabajador que compite deslealmente con su empleador
(Thayer y Novoa, 1989: 390). También se podría entender que constituye un incumplimiento
grave de las obligaciones del contrato.
Esta causal sólo opera mientras dure el contrato de trabajo. Las cláusulas de no
competencia para ser aplicadas una vez finalizado el contrato no producen efecto alguno, al
limitar la esencia de la libertad de trabajo y de la libertad de contratación (Lizama, 2003: 177).
(4) Artículo 160 Nº 3: No concurrencia del trabajador a sus labores sin causa justificada
durante dos días seguidos, dos lunes en el mes o un total de tres días durante igual período de
tiempo; asimismo, la falta injustificada, o sin aviso previo de parte del trabajador que tuviere a
su cargo una actividad, faena o máquina cuyo abandono o paralización signifique una
perturbación grave en la marcha de la obra.
La AUSENCIA INJUSTIFICADA implica que el trabajador faltó a sus labores y, por ende,
incumplió el contrato de trabajo. ¿Cuándo esta ausencia será grave? Cuando se cumplan los
requisitos del art. 160 Nº 3, a saber:
¿Es ausencia injustificada el caso del trabajador imputado por la comisión de un delito que
se encuentra en prisión preventiva? En una causa del año 2005, donde el trabajador estuvo 5
días detenido por conducir en estado de ebriedad a raíz de lo cual se instruyó un proceso
penal, la Corte Suprema estimó injustificada la ausencia, aun cuando se desconocía el
resultado final de dicho proceso penal. La Corte razonó sobre el hecho de que "quien ejecuta
voluntariamente un acto penado por la ley, debió prever los resultados de esa acción y la
posibilidad de ser, finalmente, encausado y privado de libertad" (Gamonal, 2009: 104).
El art. 160 Nº 3 dispone que la ausencia debe ser: durante dos días seguidos, dos lunes en
el mes o un total de tres días durante igual período de tiempo; o, asimismo, la falta
injustificada, o sin aviso previo de parte del trabajador que tuviere a su cargo una actividad,
faena o máquina cuyo abandono o paralización signifique una perturbación grave en la marcha
de la obra.
Dos días seguidos: El trabajador falta un lunes y un martes. La doctrina ha precisado que
deben ser dos días completos. No podrían sumarse los medios días (Lanata, 2006: 227 y 228).
¿Y si en el medio hay un día feriado, por ejemplo el trabajador falta de lunes a miércoles
pero el martes era feriado y no tenía que trabajar? No se configura la causal. Lo mismo si se
trata del domingo o un día en el cual no tiene distribuida la jornada, por ejemplo trabaja lunes,
miércoles y viernes y falta de miércoles a viernes, no incurre en causal de despido dado que el
jueves no tenía que trabajar.
Respecto de este último punto, la jurisprudencia ha tenido un criterio distinto (Melis y Sáez,
2009: 128).
Dos lunes en el mes: esta norma es arcaica y prevé influenciar las actividades del trabajador
durante el fin de semana, en orden a abstenerse del consumo excesivo de alcohol, que
eventualmente podía influir en su ausentismo el día lunes. Debiera ser derogada.
Un total de tres días durante igual período de tiempo: Son tres días completos, seguidos o
no, dentro del mes calendario.
Esta hipótesis está mal redactada, porque dice: "la falta injustificada, o sin aviso previo" y
debiera decir: "la falta injustificada, o sin aviso previo siempre y cuando el trabajador haya
estado en condiciones de darlo". O sea, no es posible sancionar con despido disciplinario a un
trabajador que no pudo avisar, por ejemplo, por haber sido atropellado y haber quedado
inconsciente. Por tanto, aunque la redacción pareciera objetiva deberá aplicarse con esta
salvedad.
Se trata de una falta (incluso de un solo día) injustificada en los términos que ya hemos
explicado, o (disyuntiva) la falta sin aviso previo aunque sea justificada (con la salvedad
anotada en el párrafo anterior). Son dos hipótesis distintas.
¿En qué casos? Ambas procederán cuando el trabajador tuviere a su cargo una actividad,
faena o máquina cuyo abandono o paralización signifique una perturbación grave en la marcha
de la obra.
(5) Artículo 160 Nº 4: Abandono del trabajo por parte del trabajador, entendiéndose por tal:
a) la salida intempestiva e injustificada del trabajador del sitio de la faena y durante las horas
de trabajo, sin permiso del empleador o de quien lo represente, y b) la negativa a trabajar sin
causa justificada en las faenas convenidas en el contrato.
El Nº 4 del art. 160 considera dos causales distintas aunque las titule de abandono: el
abandono del trabajo propiamente tal y la negativa a cumplir con las faenas convenidas en el
contrato.
El ABANDONO DEL TRABAJO, propiamente tal, implica que el trabajador está laborando y,
en forma intempestiva e injustificada sale de su lugar y se ausenta aunque la jornada de
trabajo no haya finalizado. Esta salida no debe haber sido autorizada por el empleador o sus
representantes.
¿Qué deberemos entender por causa justificada? Los motivos que permiten excusar el
abandono del trabajo a la luz de la razonabilidad y sensatez del caso, como un llamado
urgente frente a una desgracia familiar.
¿Cómo deberá ser la autorización? Verbal o por escrito. ¿Quiénes pueden darla? El
empleador, los representantes del art. 4º y el jefe directo, dado que la redacción del precepto
es bastante amplia.
La NEGATIVA A CUMPLIR CON LAS FAENAS DEL CONTRATO conlleva que el trabajador
se niega, sin causa justificada, a realizar las faenas convenidas.
¿Qué deberemos entender por causa justificada? Los motivos que permitan excusar la
negativa del trabajador a la luz de la razonabilidad y sensatez del caso, como un jus variandi
abusivo, una orden atentatoria de derechos fundamentales, o la negativa fundada en el atraso
del empleador en el pago de las remuneraciones.
(6) Artículo 160 Nº 5: Actos, omisiones o imprudencias temerarias que afecten a la seguridad
o al funcionamiento del establecimiento, a la seguridad o a la actividad de los trabajadores, o a
la salud de éstos.
La Corte Suprema ha precisado que, en el caso de la causal del artículo 160 Nº 5, los actos
ejecutados por el dependiente deben ser de naturaleza temeraria, es decir, extremadamente
imprudentes o con una negligencia considerable (Gamonal, 2004: 780).
No es necesario que se produzca un daño cierto. Basta con el peligro y la eventualidad del
mismo.
¿Y si los actos, omisiones e imprudencias afectan la seguridad o salud del empleador? Este
caso no está contemplado en el precepto, sin perjuicio de que pueda constituir un
incumplimiento grave de las obligaciones del contrato (art. 160 Nº 7).
Aquí estamos frente a conductas delictivas (delito de daño) que obviamente autorizan a
aplicar el despido disciplinario.
Esta causal alude a hechos que se remontan a los orígenes del derecho laboral,
específicamente al LEVANTAMIENTO LUDDISTA de 1811-1812 en Inglaterra. En esa época,
multitudes revoltosas de obreros manuales, cohesionados por algunas organizaciones, se
dedicaron a la destrucción de la maquinaria textil y, a veces, de las fábricas (Webb y Webb,
1990: 101). Sus causas no están del todo determinadas, pero esta actividad violenta de los
trabajadores obedece en parte a la desolación que se produjo por la sustitución del trabajo
manual por maquinaria.
4. Desahucio
El desahucio es expresión del libre despido, esto es, de la facultad del empleador de poner
término al contrato de trabajo en forma inmediata aún sin causa justificada. Con todo, el libre
despido en nuestro ordenamiento jurídico se atenúa por la necesidad de dar un plazo de
preaviso al trabajador y por el pago de una indemnización por término del contrato de trabajo
(Lizama, 2003: 186).
En nuestro sistema el contrato de trabajo podrá finalizar por voluntad unilateral del
empleador sin expresión de causa (desahucio), sólo en los siguientes casos (art. 161 inciso
segundo):
Además, el poder general debe contar con, a lo menos, las facultades señaladas en el
artículo 2132 del Código Civil, que son las generales de administración que permiten al
mandatario realizar todos los actos ordinarios de administración (Thomas, 2008: 405), como
son las de pagar las deudas y cobrar los créditos del mandante, perteneciendo unos y otros al
giro administrativo ordinario; perseguir en juicio a los deudores, intentar las acciones
posesorias e interrumpir las prescripciones, en lo tocante a dicho giro; contratar las
reparaciones de las cosas que administra, y comprar los materiales necesarios para el cultivo o
beneficio de las tierras, minas, fábricas, u otros objetos de industria que se le hayan
encomendado (vid. capítulo 7).
Ahora bien, respecto del cargo de gerente general, la jurisprudencia judicial ha precisado
que la naturaleza del cargo está dada por la extensión y alcance de las facultades que le han
sido conferidas al trabajador, resultando obvio que éste ostenta poder para representar a su
empleador y que está revestido de facultades generales de administración (Lizama, 2003:
186).
Como vemos, a diferencia de la presunción del art. 4º del CT, aquí se exige expresamente
que el gerente o apoderado esté dotado de facultades generales de administración. O sea, se
requiere un poder otorgado por el empresario a dicha persona para que desarrolle sus
funciones, sin que haya cabida para el gerente aparente del art. 4º (Sierra, 2009: 31 y 32).
¿Y cuál debe ser la extensión de estos poderes, la totalidad del negocio, un establecimiento
o una sucursal? Como la norma habla de gerente, subgerente, agentes y apoderados cabe
concluir que son posibles todas las opciones (Sierra, 2009: 33).
Este supuesto, a diferencia de los dos anteriores, es general y no específico. Incluso, podría
sólo haberse establecido esta hipótesis dado que los otros dos casos ya explicados implican la
exclusiva confianza en sus cometidos (Sierra, 2009: 35).
El CT no define lo que debemos entender por cargos o empleos de exclusiva confianza del
empleador, pero da ciertas luces acerca de su real significado al expresar que son aquellos
"cuyo carácter de tales emane de la naturaleza de los mismos".
En mayor o menor medida, el factor confianza está presente en todo contrato de trabajo; así,
ella será más tenue mientras menor sea la responsabilidad de la labor desarrollada por el
dependiente y más acentuada en la situación inversa, llegando a su extremo en aquellos casos
en que la responsabilidad del trabajador sea de tal magnitud que llegue a comprometer los
intereses del empleador (Lanata, 2006: 234). En el mismo sentido, la jurisprudencia ha
señalado que "todo contrato de trabajo prevé la existencia del factor confianza" pues no sería
razonable que se contratara los servicios de un trabajador que no inspira confianza (Nadal,
2003: 310).
Ahora bien, habida consideración de esa particular forma en que el empleador puede poner
término a los servicios —con la sola manifestación de voluntad— es claro que, en este caso, el
elemento "confianza" debe ser preponderante y crucial (Thomas, 2008: 406). En consecuencia,
la disposición debe entenderse referida a los trabajadores que no obstante desempeñar cargos
de gran responsabilidad, no gocen de facultades de representación (Lanata, 2006: 234),
porque de lo contrario no tendría sentido y sería redundante, ya que se contempla
expresamente la procedencia del desahucio respecto de los trabajadores que tengan poder
para representar al empleador, tales como gerentes, subgerentes, agentes o apoderados.
Serían cargos que realizan tareas que comportan cierta dirección en un área especializada o
determinada, que resultan claves para la empresa, de forma que su función no puede
encomendarse a cualquiera. Se trata de cargos que implican la dirección de un proyecto, la
realización de tareas de índole comercial, el control técnico o el manejo de información
reservada (Sierra, 2009: 37).
A mayor abundamiento, la jurisprudencia ha sostenido que los servicios que está obligado a
prestar en virtud del contrato de trabajo deben significar una función directa y especial entre las
partes, con posibilidad de comprometer gravemente los intereses de la empresa, lo que en
otros pronunciamientos ha llevado a sostener que no es empleado de exclusiva confianza
quien en cada una de sus actividades está supeditado a la concurrencia de la voluntad de otra
persona, al carecer de facultades para comprometer los intereses de la empresa (Thomas,
2008: 406)
Por último, cabe preguntarse si ¿es impugnable el desahucio por medio de las normas de
despido injustificado, art. 168 del CT? En principio no, dado que es "sin expresión de causa".
No obstante, excepcionalmente podrá ser impugnado si el trabajador estima que sus funciones
no se encuadran en algunas de las hipótesis del art. 161 y que, por ende, no es trabajador de
confianza y no puede ser despedido sin causa.
Por su parte, el art. 170 regula la forma de instar por el pago de la indemnización del
preaviso y de la por años de servicio.
S 2: G
Glosario
• Abandono del trabajo: Implica que el trabajador está laborando y, en forma intempestiva e
injustificada, sale de su lugar de prestación de servicios y se ausenta aunque la jornada de
trabajo no haya finalizado.
• Ausencia justificada: Motivos que permiten excusar la falta del trabajador a la luz de la
razonabilidad y sensatez del caso, como enfermedad o accidente.
• Desahucio: Derecho del empleador para despedir a los trabajadores de confianza, incluyendo
a los trabajadores de casa particular, sin expresión de causa y pagando la indemnización
por años de servicio que corresponda.
• Despido disciplinario: Facultad del empleador para poner término al contrato cuando el
trabajador ha incurrido en un incumplimiento grave de las obligaciones del mismo.
• Despido pluricausal: Caso en que la conducta del trabajador puede cubrir varias causales de
despido.
• Incumplimiento injustificado: Incumplimiento que es producto del dolo o de la culpa grave del
trabajador.
• Vías de hecho: Implican que el trabajador ejerce violencia física en contra del empleador o de
cualquier persona que trabaje en la empresa.
Cuestionario
11. ¿Cuáles son los requisitos del incumplimiento grave de las obligaciones del contrato, art.
160 Nº 7? ¿Por qué se trata de una hipótesis general?
S 3: A
"El despido es por tanto un acto de fuerza que se inscribe
en los itinerarios del ejercicio de la autoridad en los lugares
de producción, y al que prestan su potencia la dogmática
contractual y su equivalente dinerario. Proviene del poder
privado de la empresa, un poder ejercido efectivamente por
la dirección de la misma en régimen de monopolio. Es el
leviatán del poder económico que produce un poder
privado, una relación de dominación que supone la
aplicación de la fuerza con vistas a los resultados
preordenados en la organización técnica de la producción.
S 4: A
S 5: R
*
2 Agradecemos los comentarios hechos a este párrafo por los profesores Pamela Prado y Rodolfo Caballero,
sin perjuicio de la responsabilidad final de su contenido es exclusivo de los autores.
C 11 I
S 1: T
En este capítulo estudiamos los pagos indemnizatorios por término de contrato de trabajo,
*.
específicamente la indemnización del preaviso y la indemnización por años de servicio 3
1. Definiciones
Las indemnizaciones legales por término del contrato son las siguientes:
(1) Indemnización sustitutiva del aviso previo: Como ya expresamos, si el empleador pone
término al contrato por necesidades de la empresa, establecimiento o servicio, o por
desahucio, debe dar un aviso previo de treinta días al trabajador, salvo que le cancele una
indemnización sustitutiva de dicho aviso previo, denominada indemnización del preaviso, de un
monto equivalente a la última remuneración mensual devengada (arts. 161 inc. 2º y 162 inc. 4º
del CT). Con todo, si el contrato de trabajo termina por un procedimiento concursal de
liquidación (art. 163 bis), el liquidador, en representación del empleador, deberá pagar al
trabajador una indemnización sustitutiva del aviso previo por un monto en dinero equivalente al
promedio de las tres últimas remuneraciones mensuales devengadas, si es que las hubiere. Si
existieran menos de tres remuneraciones mensuales devengadas, esta indemnización
equivaldrá al promedio de las últimas dos, o en su defecto, a la última remuneración mensual
devengada.
(2) Indemnización por años de servicio: Terminada la relación laboral por necesidades de la
empresa, establecimiento o servicio, por desahucio, o por un procedimiento concursal de
liquidación, y siempre que el contrato de trabajo hubiere estado vigente un año o más, el
empleador, o el liquidador en su caso, debe pagar una indemnización por años de servicio en
beneficio del trabajador, cuyo monto mínimo debe ser equivalente a treinta días de la última
remuneración mensual devengada, por cada año de servicio y fracción superior a seis meses,
prestados continuamente en la empresa.
Como señalamos las partes pueden convenir una indemnización por años de servicio por
pacto individual o colectivo, siempre que sea de monto superior al mínimo establecido en la
ley.
b) El contrato debe haber terminado por necesidades de la empresa, por desahucio o por un
procedimiento concursal de liquidación.
Según lo dispuesto en el art. 7º transitorio del CT, los trabajadores contratados antes del 14
de agosto de 1981 no tienen el límite de 330 días en su indemnización por años de servicio.
¿Y el límite de 90 Unidades de Fomento rige en estos casos? La jurisprudencia ha
manifestado que este límite es plenamente aplicable.
La indemnización por años de servicio es incompatible con toda otra indemnización por
término de contrato de trabajo o por años de servicio y a cuyo pago concurra el empleador total
o parcialmente. En este caso se pagará al trabajador la indemnización por la que opte (art. 176
del CT).
Para efectos de la indemnización por años de servicio, el CT da una noción especial de
remuneración (art. 172), a saber: Toda cantidad percibida por el trabajador por la prestación de
sus servicios al término del contrato, incluidas las imposiciones y cotizaciones de previsión o
seguridad social de cargo del trabajador y las regalías o especies avaluadas en dinero, con
exclusión de la asignación familiar legal, pagos por horas extraordinarias y beneficios o
asignaciones que se otorguen en forma esporádica o por una sola vez al año, tales como las
gratificaciones o los aguinaldos de Navidad.
Además, el CT establece una indemnización por años de servicio especial, y a todo evento,
para los trabajadores de casa particular (art. 163 inciso cuarto). La naturaleza de esta
indemnización es similar a la indemnización sustitutiva a todo evento que explicaremos a
continuación.
(3) Indemnización sustitutiva a todo evento: Las partes pueden a contar del séptimo año de
relación laboral sustituir la indemnización por años de servicio por una indemnización a todo
evento, pagadera por la terminación del contrato de trabajo, cualquiera sea la causa que la
origine (art. 164 del CT).
Esta indemnización comprende el lapso que va desde el séptimo año de servicio hasta el
término del undécimo año de relación laboral, debe pactarse por escrito y se conforma por un
aporte del empleador no inferior a un 4,11% de las remuneraciones mensuales de naturaleza
imponible, que devengue el trabajador a partir de la fecha del acuerdo. El señalado porcentaje
se aplicará hasta una remuneración máxima de 90 Unidades de Fomento, será depositado
mensualmente en una cuenta de ahorro especial en la Administradora de Fondos de
Pensiones, y sólo podrán ser girados los fondos una vez que el trabajador acredite que ha
dejado de prestar servicios en la empresa, cualquiera sea la causa de la terminación del
contrato (arts. 164 y 165).
Este sistema mantiene la vigencia de la indemnización por años de servicio respecto de los
primeros seis años de relación laboral, es aplicable sólo desde el séptimo año y la ley permite
que pueda incluso pactarse con posterioridad, siempre que el período anterior comprendido
sea desde el séptimo año (art. 167 del CT).
2. Naturaleza jurídica
Analizaremos la naturaleza de las indemnizaciones por años de servicio, sustitutiva del aviso
previo y sustitutiva a todo evento.
Los sistemas de indemnización por término de la relación laboral pueden clasificarse, según
sus montos, en fijos y variables. Los primeros consisten en el pago de una suma determinada,
la cual puede ser absolutamente fija o puede tener cierta variación según determinados
parámetros, como la antigüedad (Ruprecht, 1977: 473).
Esta indemnización por años de servicio, en sus orígenes, buscaba premiar al trabajador
despedido en reconocimiento de la duración de la relación laboral casi a título de mera
liberalidad, a fin de reparar el daño por el despido y como recompensa por la obra realizada
(Piccinini, 1997: 210 y 211).
La doctrina señala que su naturaleza jurídica es muy discutible, ya que no se trata de una
indemnización en el sentido técnico de la palabra, como pago para resarcir daños y perjuicios
causados por la infracción de un deber jurídico (Ruprecht, 1979: 476).
Se la critica señalando que si la indemnización por años de servicio fuera un salario diferido,
siempre debiera proceder al terminarse el contrato, lo cual no es así.
b) PREMIO A LA FIDELIDAD: Los trabajadores que se han desempeñado por algún tiempo
en la empresa, dedicándole sus afanes y esfuerzos, tienen derecho a una recompensa similar
a los aguinaldos.
En contraposición a esta tesis se indica que ella sólo es viable en aquellas legislaciones que
otorgan la indemnización a trabajadores con una antigüedad notable, y no en aquellas en las
cuales el plazo requerido para su goce es breve, por ejemplo un año.
Se la critica, ya que cuando la empresa tiene pérdidas igual el trabajador tiene derecho a la
indemnización, incluso en caso de quiebra. Además, el monto de la indemnización no
considera la valorización de la empresa.
Se enjuicia esta teoría, porque de ser efectiva debiera también cancelarse la indemnización
en caso de renuncia del trabajador.
Esta tesis es bastante exacta en las legislaciones en que no existe una INDEMNIZACIÓN
TARIFADA O FORFAITAIRE, calculándose los perjuicios sufridos por el trabajador de acuerdo
a la realidad.
Sin embargo, en aquellos sistemas con indemnización tarifada según antigüedad del
trabajador, no es aplicable esta teoría ya que el monto de la indemnización no considera el
perjuicio sufrido por el laborador despedido. Además, hay sistemas en los cuales estas
indemnizaciones se pagan inclusive cuando el despido sea lícito y no se haya violado deber
alguno por el empresario, como en nuestro país.
Por otra parte, si el trabajador encuentra de inmediato trabajo no existe daño y no procedería
la indemnización.
Como crítica, se ha observado que no procede hablar de pena, ya que ésta es aplicable
cuando existe una intención dolosa lo que no ocurre necesariamente en el despido.
Por otra parte, esta tesis solamente explicaría la naturaleza de la indemnización cuando ésta
es cancelada por término injustificado del contrato, pero no cuando ella procede por despido
justificado.
g) PREVISIÓN Y ASISTENCIA SOCIAL: La indemnización por antigüedad sería una forma
de previsión y asistencia social. Se ha dicho que es una suerte de seguro contra la
desocupación.
Se critica esta tesis ya que ambas situaciones tienen una naturaleza distinta, el preaviso
busca que el trabajador encuentre un nuevo empleo y la indemnización por años de servicio
cubre otros perjuicios.
Otros sostienen que se trata tanto de la reparación de daños como de previsión social y
salario diferido.
Se postula también que es una institución de naturaleza compleja, que combina una sanción
al empresario y la necesaria protección económica al trabajador.
Finalmente, se indica que tendría una naturaleza mixta que contempla un premio por la
antigüedad y una forma de previsión.
Opinamos que el actual régimen indemnizatorio por años de servicio participa de la idea de
PREMIO A LA FIDELIDAD para aquellos trabajadores que han laborado por cierto tiempo en la
empresa, dedicando sus esfuerzos y energías al desarrollo de la misma, en consideración a
que la indemnización procede para los trabajadores que tienen una antigüedad mínima de un
año, y que la tarifa legal se calcula en relación a los años de servicio.
Por otra parte, la existencia de esta indemnización por aplicación de las causales de
necesidades de la empresa, desahucio (éste de carácter excepcional para ciertos
trabajadores), invalidez total o parcial y procedimiento concursal de liquidación, diferencia este
sistema de término de contrato de un sistema de libre despido, configurando una estabilidad
relativa impropia (que no es lo mismo que inamovilidad), ya que para el empleador despedir a
un trabajador puede implicar un costo económico que, en algunos casos, no es menor. Desde
esta perspectiva la indemnización obedecería a una finalidad de PROMOCIÓN DE LA
ESTABILIDAD EN EL EMPLEO, sin perjuicio de que la amplitud de la causal de necesidades
de la empresa (de uso común en la práctica) permita bastante flexibilidad en materia de
despido.
Resulta claro que esta indemnización no resarce el daño producido al trabajador por el
despido, ya que el legislador regula esta indemnización en forma TARIFADA O FORFAITAIRE,
en atención a la antigüedad del trabajador, lo cual no se relaciona con los eventuales daños
que éste pueda sufrir por el término del contrato. En esta misma opinión, la sala civil de la
Corte Suprema ha dictaminado que la indemnización por años de servicios tiene una
naturaleza ecléctica de premio a la fidelidad, previsión y asistencia social, y promoción a la
estabilidad en el empleo, en la sentencia de casación rol Nº 7270-2009.
S 2: G
Glosario
• Indemnización por término de contrato: Es el monto que debe pagar el empleador, cuando el
contrato de trabajo termina por ciertas causales y cuando se cumplen los requisitos
señalados en la ley. Las causales en donde procede son necesidades de la empresa,
desahucio, invalidez total o parcial y procedimiento concursal de liquidación.
• Indemnización sustitutiva a todo evento: Las partes pueden pactar, a contar del séptimo año
de relación laboral, sustituir la indemnización por años de servicio por una indemnización a
todo evento, pagadera por la terminación del contrato de trabajo, cualquiera sea la causa
que lo origine. El monto de esta indemnización es menor que la de por años de servicio.
• Indemnización sustitutiva del aviso previo: Es la suma que debe pagar el empleador, cuando
omita dar el aviso previo con 30 días de anticipación al despido (en los casos de
necesidades de la empresa y desahucio). Su monto es equivalente a la última remuneración
mensual devengada del trabajador.
Cuestionario
1. ¿Cómo se clasifican las indemnizaciones por término de contrato?
S 3: A
"125
(...)
1. Lea el capítulo II, Formas de Contratación Laboral, pp. 39-52 de la ENCLA 2008, Sexta
Encuesta Laboral, Santiago, División de Estudios, Dirección del Trabajo, 2009. ¿Qué podría
concluir usted respecto del término del contrato de trabajo en Chile y del pago de
indemnizaciones?
S 5: R
*
3 En este capítulo nos hemos basado fundamentalmente en los siguientes textos, sin perjuicio de los diversos
cambios y síntesis realizados: El daño moral por término del contrato de trabajo ( G , 2000, Editrem) y El
daño moral en el contrato de trabajo ( G , 2007, 2ª edición, LexisNexis).
C 12 D , ,
( )
S 1: T
1. Despido injustificado.
Este uso impropio de la causal puede deberse a una actuación de mala fe del empleador o a
un error.
El despido injustificado no constituye una hipótesis de despido nulo. Por ende, no conlleva la
reincorporación del trabajador, sino un aumento de la indemnización por años de servicio.
En estos casos, cuando el despido es DECLARADO INJUSTO (por transgredir el art. 159), o
INDEBIDO (por vulnerar la norma del art. 160) o IMPROCEDENTE (por no ajustarse a lo
dispuesto en el art. 161) por el tribunal competente, el empleador es obligado al pago de la
indemnización del preaviso y a una indemnización equivalente a la de por años de servicio con
los aumentos que establece la ley (art. 168). En adelante denominaremos genéricamente a
esta situación "despido injustificado". Cuando se despide sin invocar causal alguna, es
igualmente injustificado el término del contrato.
El trabajador afectado podrá recurrir al juzgado competente, dentro del plazo de sesenta
días hábiles, contados desde la separación, a fin de que éste así lo declare. Este plazo se
suspenderá cuando, dentro de éste, el trabajador interponga un reclamo por cualquiera de las
causales indicadas, ante la DT. Dicho plazo seguirá corriendo una vez concluido este trámite
ante dicho organismo. No obstante lo anterior, en ningún caso podrá recurrirse al tribunal
transcurridos noventa días hábiles desde la separación del trabajador (art. 168 inc. final).
Los pagos que decretará el juez en estos casos, son los siguientes:
(1) En un treinta por ciento, si se hubiere dado término por aplicación improcedente del
artículo 161;
(2) En un cincuenta por ciento, si se hubiere dado término por aplicación injustificada de las
causales del artículo 159 o no se hubiere invocado ninguna causa legal para dicho término;
(3) En un ochenta por ciento, si se hubiere dado término por aplicación indebida de las
causales del artículo 160.
Por último, cuando el juez estima que no se ha acreditado alguna de las causales de los
arts. 159 y 160, se entenderá que el contrato ha terminado por las causales indicadas en el art.
161, sin perjuicio de los recargos indemnizatorios ya mencionados.
Encontramos situaciones en las cuales el empleador desea despedir a un trabajador, pero no se ha configurado causal alguna que le permita poner
término a la relación de trabajo o, con el objetivo de no pagar las indemnizaciones por término de contrato, aplica una causal que le permite exonerarse
del referido pago.
En otros casos el empleador no invoca una causal de despido o la causal impetrada oculta las verdaderas motivaciones del despido, de naturaleza
ilícita, como discriminaciones o persecución sindical.
En todos estos despidos el empleador actúa de MALA FE e intenta aplicar una causal de despido que no corresponde, o no invoca causal alguna,
incurriendo en un DESPIDO ABUSIVO O ARBITRARIO.
Según el Diccionario de la Real Academia abusar significa usar mal, excesiva, injusta, impropia o indebidamente de algo o de alguien y la
arbitrariedad implica un acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes, dictado sólo por la voluntad o el capricho, por lo cual opinamos que en
las situaciones descritas es más pertinente hablar de DESPIDO ABUSIVO, salvo cuando el empleador no impetra causal alguna, situación que genera un
DESPIDO ARBITRARIO. Con todo, en adelante y para una mayor claridad terminológica, al hablar de despido abusivo también comprenderemos al
arbitrario.
La concepción de despido abusivo, basada en el abuso del derecho de despedir, ha sido ampliamente desarrollada por la doctrina francesa, en la
cual se postula que por la ruptura abusiva del contrato de trabajo deben indemnizarse los perjuicios materiales y morales del trabajador (Camerlynck y
Lyon-Caen, 1974: 139 a 146). En efecto, entre los años 1859 y 1890, se produjo en Francia una interesante polémica en orden a asegurar a los
trabajadores cierta estabilidad en sus empleos, especialmente los trabajadores de ferrocarriles, no comprendidos en los aranceles de los antiguos
gremios.
En este período los tribunales inferiores comenzaron a aplicar la teoría civil del abuso del
derecho a ciertos casos de término unilateral del contrato de trabajo, tesis no aceptada por la
Corte de Casación. Sin embargo, ya en 1890 (por ley de 27 de diciembre de ese año) se
reforma el artículo 1780 del Código Civil francés y se sientan las bases para demandar por
daños en los casos de despido abusivo. En otros países, como Grecia y Suiza, también se
aplica el concepto de abuso del derecho ante los despidos abusivos y, en el caso de Japón, es
donde más se ha sistematizado el concepto de despido abusivo, por la protección
constitucional que garantiza el trabajo y el sistema de empleo de por vida, los cuales han
influenciado la existencia de un riguroso criterio jurisprudencial en materia de despido abusivo
(Hepple, 1993: 274 y 275).
Las circunstancias en las cuales se produce el despido pueden generar un daño distinto del
provocado por la ruptura de contrato, inclusive cuando el despido se basa en una causa real y
seria, caso en el cual el trabajador tendrá derecho a solicitar una indemnización de daños y
perjuicios —compatible con las establecidas en sede laboral— cuyo monto será determinado
en forma soberana por el juez. Esta indemnización puede ser complementada con una
publicación en la prensa si el caso lo amerita (Gatumel, 1997: 205).
Por el contrario, en una concepción más restringida, se postula que para que se configure un
despido abusivo no es suficiente que se carezca de causa o de justa causa en el despido, sino
que es necesario que el empleador cometa un hecho ilícito o incumplimiento contractual
distinto del deber de conservar el empleo del trabajador (Mangarelli y Rosenbaum, 1988: 229).
Por ejemplo, en el caso Pugh v. See´s Candies, un Tribunal de Apelación consideró que un
empresario había efectuado una promesa implícita de no despedir a un trabajador, basando su
existencia en la duración del trabajo del empleado, sus promociones y funciones, los seguros
que recibió del empresario y la conocida política de personal del mismo. Asimismo, en el
asunto Cleary v. American Airlines, un Tribunal de Apelación entendió que un trabajador estaba
protegido por la existencia de un pacto tácito de buena fe y comportamiento leal, fundado en lo
prolongado de sus servicios, y en que el empleador no había seguido los procedimientos
dispuestos a fin de resolver los conflictos laborales (Gould IV, 1986: 170).
En nuestro país, el Código del Trabajo de 1987 contemplaba una forma de DESPIDO
ARBITRARIO que definía como "aquel que el tribunal estime que careció de motivo plausible
respecto de la aplicación de la causal invocada o cuando se retardare sin justo motivo el pago
de lo debido", norma que no subsiste en el actual CT.
Del mismo modo, opinamos que si el empleador no invoca causal alguna se configura
siempre un despido abusivo.
En efecto, si el empleador hubiere invocado las causales de los números 1, 5 ó 6 del art. 160
y el despido fuere declarado carente de motivo plausible, la indemnización por años de servicio
será aumentada en un 100% (art. 168 inc. 2º).
Por otra parte, la consagración expresa del DESPIDO ANTISINDICAL, en el art. 294, implica
un reconocimiento a un tipo especial de despido abusivo.
En cuanto al FUNDAMENTO del despido abusivo, por parte de nuestra legislación, más que
la sanción a un "abuso del derecho" (limitada por nuestra doctrina y jurisprudencia al ámbito
extracontractual, vid. López, 1998a: 303 a 305) creemos que obedece a una aplicación en el
ámbito laboral del principio general de la BUENA FE OBJETIVA, consagrado en el art. 1546
del Código Civil, que establece que los contratos deben ejecutarse de buena fe, lo que significa
que las partes contratantes deben comportarse correcta y lealmente en el cumplimiento de sus
obligaciones.
Por otro lado, el principio general de buena fe en materia laboral reviste una especial
importancia por el componente personal del derecho del trabajo, que no sólo regula relaciones
patrimoniales sino también personales, en una relación contractual estable y continuada que
crea confianza recíproca entre las partes. Por ello, repugna al legislador un despido abusivo y
ordena al juez aumentar la indemnización por años de servicio en un 100%. Como veremos en
su oportunidad, esta indemnización no comprende los eventuales daños morales del despido
abusivo.
Además, en esta sentencia la Corte explicita que: "Las indemnizaciones que la ley establece
como consecuencia del término irregular de un contrato de trabajo, son de carácter universal,
sin que corresponda demandárseles la satisfacción de esa veta íntima del patrimonio espiritual,
como lo son la honra y la integridad, donde se anidan inéditas expresiones de privación y dolor,
incompatibles con cualquier previsión de antemano reguladora. La generalidad de una
normativa jamás podrá abarcar a cabalidad semejante hondura. Así, no existe oposición entre
los resortes previstos por el ordenamiento jurídico para paliar las derivaciones, que prevé
negativas, de una exoneración irrespetuosa de las reglas con las cuales ha buscado
resguardar la estabilidad en el empleo como bien público económico y social, por un lado, y la
individual expectativa de reparación del mal interno, por el otro" (considerando 8º).
La Corte señala por otro lado que: "Una acusación de falta de honradez es directamente
sugestiva de ausencia de rectitud, probidad, moralidad, honestidad, integridad. Otra de falta de
responsabilidad trae de suyo a colación la idea de ineptitud, abandono, indisponibilidad, falta
de compromiso, dejación, indiferencia, desidia, desgano, indolencia. Cuando consumadas
sobre la base de hechos falsos, normalmente han de generar en el dependiente secuelas que
desorbitan el área propiamente cubierta por el derecho del trabajo, cuyo apogeo se encuentra
recogido en el artículo 2º del código, en el sentido que la dignidad de la persona ha de presidir
las relaciones afines" (considerando 9º).
Por último, resulta destacable que en este y otros temas la Corte Suprema reitere la vigencia
de la REGLA IN DUBIO PRO OPERARIO en el derecho laboral: "Entre las guías
hermenéuticas se halla una según la cual en sede de fueros protectores las opciones de
inteligencia no deben discurrir por la senda del sacrificio o preterición de lo por ellas amparado,
expresión viva del axioma pro homine que irradia al derecho del trabajo, como rama que éste
es de la teoría de los derechos humano-sociales" (considerando 10).
En consecuencia, si se produce un despido por cualquiera de las causales de los arts. 159,
160, 161 y 161 bis y en este acto se transgrede un derecho fundamental podrá accionarse por
esta vía. En nuestra opinión, se consagran dos figuras: el DESPIDO ATENTATORIO DE
DERECHOS FUNDAMENTALES y el DESPIDO DISCRIMINATORIO GRAVE. El legislador en
el art. 485 precisó de qué derechos fundamentales se trata:
• A la vida, integridad física y psíquica, siempre que la vulneración sea consecuencia directa de
actos ocurridos en la relación laboral
• Vida privada
• Honra
• Libertad de opinión
• Libertad de trabajo
• Garantía de indemnidad
Si de los mismos hechos emanaren dos o más acciones de naturaleza laboral y una de ellas
fuere la de tutela de que trata el Párrafo 6º (o sea tanto la tutela general de derechos
fundamentales como la por despido atentatorio de los mismos), dichas acciones deberán ser
ejercidas conjuntamente en el mismo juicio, salvo si se tratare de la acción por despido
injustificado, indebido o improcedente, que deberá interponerse subsidiariamente. El no
ejercicio de alguna de estas acciones en la forma señalada importará su renuncia.
De esta forma, siempre que se accione por despido atentatorio de derechos fundamentales
deberá accionarse subsidiariamente por DESPIDO INJUSTIFICADO, INDEBIDO O
IMPROCEDENTE, para el caso de que esta acción principal sea desechada. Cabe recordar
que perfectamente un despido puede ser injustificado, indebido o improcedente y no por ello
ser atentatorio de derechos fundamentales. Por el contrario, todo despido atentatorio de
derechos fundamentales es injustificado, indebido o improcedente.
Para efectos de este tipo especial de despido atentatorio de derechos fundamentales ¿qué
deberemos entender por la frase con ocasión del despido? Con OCASIÓN DEL DESPIDO
comprenderá tanto situaciones de fondo como de forma.
De FORMA: cuando al despedir (quizás por una razón lícita) se violentan derechos
fundamentales del trabajador, por ejemplo, ridiculizándolo o vulnerando su correspondencia.
En todos los casos se trata de atentados graves a los derechos fundamentales del
trabajador.
Lo mismo ocurre con la discriminación, en el sentido de que la decisión de optar por uno u
otro trabajador al momento de despedir por cualquiera de las causales de los arts. 159 y ss.,
no constituye discriminación ilícita. Si no, todos los despidos serían discriminatorios. Un
DESPIDO DISCRIMINATORIO es aquel basado exclusivamente en las motivaciones ilícitas
contenidas en el art. 2º del CT, por ejemplo, por motivos de raza, edad, estado civil, sindicación
o sexo, caso en el cual de no presentarse esos factores u opciones el trabajador hubiera
continuado prestando sus servicios normalmente. También sería discriminatorio si el
empleador, debiendo elegir entre varios trabajadores para despedir por necesidades de la
empresa, por ejemplo, sólo opta en base a criterios discriminatorios de los contemplados en el
art. 2º del CT.
Los EFECTOS de este despido atentatorio de derechos fundamentales serán los siguientes
(art. 489):
• El juez decretará el pago de la indemnización del inciso cuarto del art. 162, del preaviso.
• El juez ordenará el pago de la indemnización del art. 163, por años de servicios.
• El juez fijará una indemnización adicional no inferior a seis meses ni superior a once meses
de la última remuneración mensual. Ésta será fijada incidentalmente por el tribunal que
conozca de la causa.
En la misma línea, en la doctrina civil, Barros señala que la indemnización del daño moral
está sujeta a condiciones de responsabilidad diferentes de la patrimonial, pudiendo el
legislador estatuir criterios razonables o baremos para limitar la indemnización, mencionando
jurisprudencia de los tribunales constitucionales italiano y español (Barros, 2007: 253 y nota
112).
Además, el despido discriminatorio DEBERÁ SER GRAVE, o sea, el juez deberá sopesar los
elementos fácticos de la discriminación, valorando el peso y entidad del daño provocado, como
puede ser el caso del despido de un trabajador por razones de su avanzada edad, meses
antes de cumplir la edad para jubilar (60 o 65 años según el caso).
• Opción 2: preferir el pago de la indemnización del inciso cuarto del art. 162 del preaviso, de
la indemnización del art. 163, por años de servicio, con los recargos del art. 168, además
de la indemnización adicional que determine el juez no inferior a seis meses ni superior a
once meses de la última remuneración mensual.
Respecto de la opción 2, pueden hacerse los mismos comentarios que en el caso del
despido atentatorio de derechos fundamentales.
Pero puede ocurrir que el empleador incumpla gravemente el contrato de trabajo, y que, en
consecuencia, sea el trabajador quien se ve forzado a terminar el contrato. Esta hipótesis es
plenamente asimilable al despido del empleador, dado que el término del contrato es de su
exclusiva responsabilidad (ha incumplido gravemente el contrato). Por ello, se le denomina a
esta situación AUTODESPIDO o DESPIDO INDIRECTO.
En los casos de duda debe asimilarse esta figura al despido, si no, el empleador se vería
BENEFICIADO DE SU PROPIO DOLO. Por ejemplo, ¿son aplicables al despido indirecto las
normas sancionatorias por el no pago de imposiciones, art. 162, o los preceptos del despido
atentatorio de derechos fundamentales, art. 489? Por cierto, en caso contrario al empleador, en
vez de despedir, le convendría, por ejemplo, golpear diariamente al trabajador hasta que éste
accionara por despido indirecto.
En el fondo, a través del despido indirecto el empleador logra poner fin al contrato sin
formalizar el despido, pero forzando al trabajador a adoptar la decisión de cesar en el trabajo
(Barahona, 2009: 7).
El despido indirecto es DEFINIDO como el término del contrato de trabajo adoptado bajo
presión por el trabajador, dado que el empleador ha incumplido gravemente el contrato, lo cual
le da derecho al pago de la correspondiente indemnización por años de servicios, sin perjuicio
de accionar por el procedimiento de tutela, según el caso.
Los FUNDAMENTOS de esta institución son los siguientes (Barahona, 2009: 20):
a) La equidad y la justicia dado que, si en un contrato bilateral una de las partes no cumple
con sus obligaciones, la otra puede desligarse del vínculo jurídico, dejando sin efecto la
relación contractual.
(1) Art. 160 Nº 1: Alguna de las conductas indebidas de carácter grave, debidamente
comprobadas, que a continuación se señalan: a) Falta de probidad del trabajador en el
desempeño de sus funciones; b) Conductas de acoso sexual; c) Vías de hecho ejercidas por el
trabajador en contra del empleador o de cualquier trabajador que se desempeñe en la misma
empresa; d) Injurias proferidas por el trabajador al empleador; e) Conducta inmoral del
trabajador que afecte a la empresa donde se desempeña. Esta infracción será difícilmente
aplicable al empleador, dado que generalmente el empleador no tiene intención de afectar a su
empresa. Debiera redactarse en forma especial este incumplimiento para efectos del despido
indirecto, como una conducta inmoral que afecte al trabajador en su ámbito laboral (Barahona,
2009: 64). Con todo, en este caso sería aplicable la falta de probidad al empleador. Por último,
el incumplimiento grave del empleador puede recaer en una conducta de acoso laboral, según
dispone la nueva letra f) del Nº 1 del art. 160.
(2) Art. 160 Nº 5: Actos, omisiones o imprudencias temerarias que afecten a la seguridad o
al funcionamiento del establecimiento, a la seguridad o a la actividad de los trabajadores, o a la
salud de éstos.
Por ejemplo, el empleador incumple el deber de seguridad del art. 184, incumple
disposiciones sobre el trabajo de menores o de mujeres embarazadas, hace trabajar en faenas
peligrosas a los trabajadores, les hace levantar pesos excesivos o utilizar elementos
defectuosos, etc. (Barahona, 2009: 65 y ss.).
(3) Art. 160 Nº 7: Incumplimiento grave de las obligaciones que impone el contrato, como por
ejemplo el no pago de las remuneraciones, el no pago de las cotizaciones previsionales, un jus
variandi abusivo, el no otorgar ocupación efectiva y adecuada, el no respetar las normas sobre
licencias médicas, etc.
Aunque estemos dentro del ámbito del contrato de trabajo, el daño moral deberá ser
acreditado fehacientemente, al tenor de los desarrollos de la doctrina civil en esta materia.
En cuanto a las FORMALIDADES, el inciso primero del art. 171 establece que el trabajador
luego de poner término al contrato debe demandar judicialmente al empleador, dentro del plazo
de 60 días hábiles, contados desde el término de la relación laboral, para que el tribunal
competente declare procedente el despido indirecto y ordene el pago de las indemnizaciones
correspondientes.
El trabajador deberá dar los avisos del art. 162 en la forma y oportunidad allí indicados (art.
171 inciso cuarto). La omisión de los avisos no implica la pérdida de las indemnizaciones a que
tiene derecho el trabajador.
Si el tribunal rechazare el reclamo del trabajador, se entenderá que éste renuncia al contrato
(art. 171 inciso quinto).
¿Puede un trabajador aforado ejercer el despido indirecto? Por supuesto y en este caso será
acreedor de las indemnizaciones del art. 171 más las que correspondan a los meses restantes
del desafuero. En caso contrario, el empleador se aprovecharía de su propio dolo.
Por último, debemos mencionar el art. 171 inciso tercero que concede una causal eximente
de responsabilidad al empleador, en el caso de acoso sexual, que no podrá aplicarse
literalmente al tenor de lo comentado en el capítulo destinado al acoso sexual.
S 2: G
Glosario
• Despido atentatorio de derechos fundamentales: Se trata de un despido que atenta contra las
garantías fundamentales establecidas en el art. 485 del CT.
• Despido indirecto: Término del contrato de trabajo adoptado bajo presión por el trabajador,
dado que el empleador ha incumplido gravemente el contrato, lo cual le da derecho al pago
de la correspondiente indemnización por años de servicios, sin perjuicio de accionar por el
procedimiento de tutela, según el caso.
• Despido injustificado: Cuando no concurren los requisitos legales de la causal que se imputa
para despedir, ya sea por mala fe del empleador o debido a un error del mismo. También
cuando el empleador no se basa en ninguna causal.
Cuestionario
S 1: T
La Ley Nº 19.631, conocida como Ley Bustos, enmendó el artículo 162 estableciendo que el
empleador, para despedir por las causas de los artículos 159 Nºs. 4, 5 y 6, 160, 161 y 161 bis,
requieren estar al día en el PAGO DE LAS IMPOSICIONES PREVISIONALES DEL
TRABAJADOR.
Para los efectos anteriores, el empleador deberá informar al trabajador por escrito el estado
de pago de las cotizaciones previsionales devengadas hasta el último día del mes anterior al
del despido, adjuntando los comprobantes que lo justifiquen.
Complementando lo anterior, la ley Nº 19.844 agregó nuevos incisos al artículo 177 del CT
para que el ministro de fe respectivo, al otorgarse el FINIQUITO, constate el cumplimiento de
esta obligación mediante certificados de los organismos competentes o copia de las
respectivas planillas de pago, hasta el último día del mes anterior al despido. En caso contrario
deberá dejar constancia en el finiquito que "el contrato no ha terminado" (sic). Como ya
advertimos, este es un error del legislador. El finiquito no tiene como efecto el de poner término
al contrato. Deberá entenderse que el ministro de fe debe dejar constancia de la falta de pago
de las imposiciones y que, por lo mismo, se producirán los efectos del art. 162 incisos quinto y
ss. del CT, a saber, la suspensión relativa del contrato, salvo que la causal de término de
contrato sea la contemplada en el art. 163 bis, que establece que las disposiciones allí
contenidas se aplicarán preferentemente a lo establecido en el art. 162, y en caso alguno se
producirá el efecto previsto por el inciso 5º de esta norma legal. Lo anterior con el objeto de
evitar gravar la masa de bienes con mayores obligaciones que las fijadas a la fecha en que se
declaró la quiebra, generando una desigualdad entre los acreedores y sus preferencias, según
se sostuvo por la Corte Suprema en la sentencia rol Nº 7076-2009 y por la Corte de
Apelaciones de Puerto Montt en la sentencia rol Nº 855-2013 (Castro, 2014: 110).
Ahora bien, el art. 177 en comento precisa que los organismos respectivos deberán emitir un
documento denominado CERTIFICADO DE COTIZACIONES PREVISIONALES PAGADAS,
para efectos de acreditar el cumplimiento ante el ministro de fe.
• Las cotizaciones establecidas por la ley Nº 16.744, sobre accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales.
Se trata, en definitiva, de una obligación adicional para que el despido pueda perfeccionarse
válidamente (Lizama: 2003, 191).
Cabe agregar que el artículo 13 de la ley Nº 17.322, dispone que se aplicarán las penas del
artículo 467 del Código Penal al que, en perjuicio del trabajador o de sus derechohabientes, se
apropiare o distrajere el dinero proveniente de las cotizaciones que se hubieren descontado de
la remuneración del trabajador.
La JUSTIFICACIÓN de esta normativa radica en que numerosos empleadores no enteran
las cotizaciones previsionales de los trabajadores, de propiedad del trabajador, lo cual altera
gravemente su red de protección social, como ocurre, por ejemplo, con las pensiones, ya que
el sistema actual se basa en la capitalización individual (Walker: 2003, 379).
Por tanto los REQUISITOS para que opere esta figura son los siguientes:
a) El contrato debe haber terminado por alguna de las causales de los artículos 159 Nºs. 4, 5
y 6, 160, 161 y 161 bis del CT.
Es dable indicar que esta figura fue reinterpretada en numerosas ocasiones por la Corte
Suprema, limitando su eficacia y su carácter protector del trabajador.
b) Para guardar una adecuada armonía con el plazo de prescripción de seis meses desde la
suspensión de los servicios, que establece el artículo 510 inciso tercero del CT, para accionar
en base al artículo 162 en comento (Gamonal, 2004: 782).
Respecto de esta interpretación limitativa de la Corte Suprema, cabe hacer los siguientes
comentarios:
— No debe olvidarse que el principal fundamento de la ley Nº 19.631 fue la gran cantidad de
imposiciones impagas por parte de los empleadores.
— Además, numerosas imposiciones impagas redundan en pensiones más bajas para los
trabajadores, lo que, en definitiva, afecta el funcionamiento del sistema previsional y la
responsabilidad subsidiaria del Estado.
— En consecuencia, cualquier aplicación limitativa del tenor literal de dicho precepto debe
ser justificada en forma especial (Gamonal, 2004: 782 y 783).
La ley Nº 20.194 buscó reforzar las sanciones al empleador moroso en los pagos
previsionales descontados de las remuneraciones de sus trabajadores, interpretando el CT
para reiterar que el empleador debe seguir pagando la remuneración íntegra del trabajador
hasta que se ponga al día con todas las cotizaciones adeudadas (más allá de los 6 meses, de
ser el caso).
En cuanto a las CAUSALES de término de contrato que quedan cubiertas por esta
normativa, la Corte Suprema manifestó que el inciso quinto del artículo 162 del CT al hacer
referencia "al despido", sólo sería aplicable a la manifestación unilateral del empleador de
poner término a la relación laboral, por lo cual sería inaplicable en el caso del vencimiento del
plazo o de la conclusión del trabajo o servicio que dio origen al contrato (Gamonal, 2004: 783 y
ss., y Gamonal, 2005: 1248 y ss.).
Disentimos de la opinión anterior, por estimar que limita el tenor literal del precepto y
restringe esta norma protectora. En definitiva, si a un trabajador se le adeudan imposiciones
poco importa si se trata de un contrato indefinido o por obra o servicio o a plazo, o si el
empleador ha invocado una renuncia que no tiene validez legal. La norma debiera aplicarse
igualmente, considerando, además, que el legislador no distingue en la materia. Un trabajador
puede estar toda su vida laboral contratado por obra o servicios y, en estos casos, el
empleador tendrá un estímulo menor para estar al día en sus obligaciones debido a esta tesis
restrictiva. No quedan claras las razones para que el derecho de propiedad de estos
trabajadores tenga una tutela menor que la de otros, por ejemplo, contratados indefinidamente.
La Corte Suprema ha hecho presente en distintas sentencias que nada obsta para que se
demande despido injustificado y, a la vez, se requiera la aplicación del artículo 162 inciso
quinto del CT. Opinamos que esta precisión es muy pertinente, ya que la misma Corte ha
aclarado que los efectos de este precepto no dicen relación con la nulidad, término impropio
para este caso, sino con una suspensión relativa impropia. En consecuencia, este despido no
es nulo y tampoco procede la reincorporación del trabajador.
La Corte Suprema ha precisado que el artículo 162 inciso quinto es aplicable aún cuando no
se haya solicitado expresamente en el libelo la "nulidad del despido", sino sólo la sanción
respectiva estatuida por dicho precepto, a saber, la condena al pago de remuneraciones y
demás prestaciones consignadas en el contrato de trabajo (Gamonal, 2005: 1250).
Concordamos plenamente con este criterio.
¿Puede el trabajador al ejercer el DESPIDO INDIRECTO demandar por el art. 162 inciso
quinto del CT? Estimamos que sí, dado que la misma sala laboral de la Corte Suprema ha
sostenido, en la unificación de jurisprudencia 15323/2013, que el no pago de las cotizaciones
es incumplimiento grave de las obligaciones del contrato, por parte del empleador, y que, en
consecuencia, el trabajador puede demandar por despido indirecto y es plenamente aplicable
el art. 162 incisos quinto y ss. sin importar quién haya deducido la acción pertinente para poner
término al contrato. En definitiva, dice la sentencia, el despido indirecto es una especie de
renuncia forzosa provocada por el empleador.
Como vemos, este art. 162 ha sido una de las norma más reinterpretadas del derecho
laboral chileno, en contra de su sentido e historia fidedigna, facilitando la impunidad de los
empleadores que no enteran las cotizaciones previsionales y que, además, cometen un delito
al tenor del artículo 13 de la ley Nº 17.322. Con todo, la actual sala laboral de la Corte
Suprema ha retornado a una argumentación respetuosa de los principios del derecho laboral
en esta y otras materias.
S 2: G
Glosario
• Convalidación del despido: Posibilidad que establece la misma ley, para que el empleador
pague las cotizaciones del trabajador adeudadas, cumpliendo con la comunicación
respectiva del pago enterado y de esta manera confirmando el despido.
• Despido nulo por no pago de imposiciones: Figura contemplada en el art. 162 inciso quinto y
ss. del CT, en virtud de la cual si un empleador no está al día en el pago de las
imposiciones, el despido producirá sólo una suspensión relativa del contrato, debiendo el
empleador continuar pagando las remuneraciones hasta que se ponga al día con las
imposiciones adeudadas.
Cuestionario
8. ¿Se puede accionar por el art. 162 en el caso del despido indirecto?
S 3: A
S 4: A
1. Lea la sentencia Zúñiga con Vanward S.A., Corte Suprema, recurso de casación, rol
Nº 5417-03, en Lineamientos de Derecho del Trabajo (Gamonal, LexisNexis, 2006), pp. 191
y ss. y responda las consultas que siguen en las pp. 194 y ss. del referido libro.
S 5: R
S 1: T
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5
1. Prescripción y caducidad
Prescripción de la acción por despido por no pago de imposiciones: La acción para reclamar
la nulidad (sic) del despido, por aplicación de lo dispuesto en el artículo 162, prescribirá
también en el plazo de seis meses contados desde la suspensión de los servicios.
c) Debe interponerse dentro de los plazos de prescripción establecidos por el artículo 510;
Un caso especial es la prescripción de cinco años contemplada en el artículo 507 inciso final.
El problema de la prescripción laboral no radica fundamentalmente en la extensión de los
plazos, sino desde cuándo se contabiliza dicho término. Lo anterior es delicado dado el estado
de inferioridad socioeconómica de una de las partes. En efecto, el problema consiste en si es
razonable que, para que no transcurra el plazo de prescripción, el trabajador deba verse
obligado a demandar a su empleador estando aún pendiente el contrato de trabajo (Ghezzi y
Romagnoli: 1992, 338 y 339).
Otros autores estiman que no existe una diferencia sustancial entre la prescripción y
caducidad. No debe buscarse en un criterio a priori la diferenciación de la prescripción y de la
caducidad. Todo plazo puede ser de prescripción o caducidad, según la regulación legislativa
que se adopte. Se trata de dos modos de ser de un mismo fenómeno jurídico, y su única
diferencia estribaría en la más fuerte tutela, de certeza jurídica, que se logra por medio de la
caducidad, lo cual no significa una diversidad de funciones (Gil y Gil: 1993, 54 y ss.).
Las normas laborales establecen beneficios para los trabajadores que son irrenunciables, lo cual implica que su incumplimiento genera la nulidad del
acto (Ruprecht, 1994: 62).
La NULIDAD es "una sanción civil establecida por el legislador y que consiste en el desconocimiento de los efectos jurídicos de un acto por la omisión
en él de los requisitos y formalidades prescritos por la ley" (Ducci, 1984: 316).
Las disposiciones comunes sobre nulidad son aplicables al derecho laboral, con las adaptaciones que resultan del carácter particular del contrato de
trabajo (Krotoschin, 1993: 73 y 74).
Como se explicará a continuación, los efectos de la nulidad laboral tienen CARACTERES propios que se originan en los particularismos del contrato
de trabajo:
b) Por lo general, la nulidad no comprende al contrato de trabajo en su totalidad, sino SÓLO A LA CLÁUSULA AFECTADA (Santoro-Passarelli, 1963:
147).
En casos excepcionales la nulidad puede abarcar a toda la figura contractual, como muchas veces sucede, en la práctica, cuando se pacta un
contrato a honorarios como forma de simular un contrato de trabajo. En este caso, la ley sustituye por entero el contrato nulo por las disposiciones que
señale (Santoro-Passarelli, 1963: 148). En nuestro país, sobre esta materia, podemos citar los arts. 7º y 8º del CT, ya estudiados en los capítulos iniciales
de este Manual.
c) La cláusula nula SE SUSTITUYE POR LO DISPUESTO POR LA LEY LABORAL aplicable al caso (Alarcón Caracuel, 1990: 854).
Sin embargo, esta sustitución legal de las cláusulas del contrato nulo no es aplicable a todos los casos laborales, como ocurriría si la nulidad fuera por
objeto o causa ilícitos (Santoro-Passarelli, 1963: 149), por ej.: si se contrata a un ingeniero como médico cirujano.
d) Todos los actos realizados bajo la vigencia de la cláusula nula conservan sus efectos y las partes pueden reclamar las consecuencias que han
derivado de los mismos (Ruprecht, 1994: 62). Por lo general, los efectos de la nulidad laboral serán sólo EX NUNC, esto es a futuro, y jamás serán EX
TUNC, o sea, hacia el pasado (Montoya Melgar, 1981: 256).
Por el carácter continuado del contrato de trabajo y con el objeto de proteger al asalariado,
quien normalmente no es responsable de las causales de nulidad, la doctrina y jurisprudencia
laboral han abandonado la ficción civilista de la nulidad retroactiva, incluso en ciertos casos de
nulidad por motivos de orden público. Consecuente con lo anterior, el trabajador podrá
reclamar el pago de las remuneraciones por el trabajo ejecutado no obstante la nulidad del
contrato, o de una de sus cláusulas (Camerlynck y Lyon-Caen, 1974: 119).
Nuestra legislación laboral no contempla en forma expresa la nulidad laboral, sin perjuicio de
que las reglas civiles en esta materia deban aplicarse a la luz de los efectos descritos
anteriormente. La doctrina explica que el artículo 17 del CT recoge la nulidad con efectos ex
nunc, al disponer: "Si se contratare a un menor sin sujeción a lo dispuesto en los artículos
precedentes, el empleador estará sujeto a todas las obligaciones inherentes al contrato
mientras se aplicare; pero el inspector del trabajo, de oficio o a petición de parte, deberá
ordenar la cesación de la relación y aplicar al empleador las sanciones que correspondan"
(Macchiavello, 1986: 448).
La consagración de derechos mínimos e irrenunciables no es suficiente para lograr una tutela adecuada del trabajador, ya que su posición de
subordinación y su falta de poder frente a la contraparte empleadora, impiden que pueda exigir sus derechos sin quedar sujeto a represalias posteriores.
Por ello, una de las técnicas normativas más importantes del orden público laboral ha sido la denominada VIGILANCIA ADMINISTRATIVA DE LA
EJECUCIÓN DEL CONTRATO.
Caracterizada la relación laboral como un vínculo de poder, es difícil que el trabajador individual accione por sus derechos e, inclusive, represente las
situaciones que le causan perjuicio, ya que corre el peligro de perder su fuente laboral. En sistemas de libre despido o de estabilidad relativa impropia
que, en la práctica, operan como libre despido (como ocurre en nuestro país), si el trabajador exige el cumplimiento de sus derechos corre el riesgo de
perder su fuente laboral o de ser objeto de abusos de difícil prueba en sede judicial.
En este contexto el derecho laboral ha estructurado dos grandes cauces de protección frente
a este poder, a saber, (1) la tutela colectiva y la (2) administrativa.
Por su parte, el decreto con fuerza de ley Nº 2, de 1967, del Ministerio del Trabajo y
Previsión Social, establece entre otras funciones de la DT, la fiscalización de la aplicación de la
legislación laboral y el fijar de oficio o a petición de parte por medio de dictámenes el sentido y
alcance de las leyes del trabajo (art. 1º letras a y b).
Dentro de las facultades del Director del Trabajo, Jefe Superior de este organismo, se
contempla la representación del Estado en la aplicación y fiscalización de las leyes sociales;
fijar la interpretación de la legislación y reglamentación social, salvo que el caso esté sometido
al pronunciamiento de los Tribunales y esta circunstancia esté en su conocimiento, y velar por
la correcta aplicación de las leyes del trabajo en todo el territorio de la República (art. 5º letras
a, b y c del decreto con fuerza de ley Nº 2).
Por otra parte, la ley confiere la calidad de MINISTROS DE FE a los Inspectores del Trabajo
(arts. 23 decreto con fuerza de ley Nº 2 y 177, 218, 313 y 503 del Código del Trabajo).
Cabe señalar que el legislador otorga facultades especiales a la DT para resolver sobre la
aplicación de diversas normas del Código, de cuya resolución se puede entablar reclamo al
tribunal del trabajo respectivo (Novoa: 1998, 193 y ss.) (arts. 503 y 504 del CT).
Cabe recordar que el orden público laboral informa con derechos mínimos e irrenunciables a
todo el contrato de trabajo, lo que implica que, para velar por su correcta aplicación, la DT
puede referirse a contenidos contractuales. Otra interpretación implicaría que jamás podría
fiscalizar ya que la misma ley exige que haya un contrato de trabajo y, por ende, la tutela
laboral se aplica cuando hay un contrato o una prestación de servicios que cumpla con los
requisitos del artículo 7º, aunque no esté escriturado, y los derechos mínimos legales deberán
ser respetados en el mismo, correspondiendo a la DT, por mandato legal, velar por el
cumplimiento de los derechos irrenunciables.
S 2: G
Glosario
• Ex nunc: Frase en latín, que significa "desde ahora". Esto es, que posee un sentido
prospectivo (hacia futuro). Por ello se dice que los efectos de la nulidad laboral operan ex
nunc.
• Nulidad: Sanción civil establecida por el legislador que consiste en el desconocimiento de los
efectos jurídicos de un acto, producto de la omisión de requisitos y/o formalidades prescritos
por ley para aquél.
• Tutela colectiva: Aquella que se encuentra presente en los sistemas donde predomina un
movimiento sindical fuerte, el cual tiene la capacidad de velar por los intereses de sus
asociados y demás trabajadores en el mismo lugar de trabajo o en el sector de actividad.
Cuestionario
9. ¿Por qué la DT puede interpretar la legislación laboral? ¿Quién está obligado a seguir esta
interpretación?
S 3: A
S 4: A
a) Lea el Convenio Nº 81, sobre la Inspección del Trabajo, de 1947, de la OIT disponible en
www.ilo.org.
S 5: R
9. G G , José Luis (1993), La Prescripción de las Faltas Laborales, Madrid, Ministerio del
Trabajo y Seguridad Social.
10. K -F , Otto (1987), Trabajo y Derecho, Madrid, Ministerio del Trabajo y Seguridad
Social.
11. K , Ernesto (1993), Manual de Derecho del Trabajo, 4ª edición actualizada por el
Dr. Gustavo Raúl Meilij, Buenos Aires, Depalma.
*
5 En este párrafo nos hemos basado fundamentalmente en la primera parte del capítulo XIII del libro
Lineamientos de Derecho del Trabajo , ( G , 2006, LexisNexis).
6* En este párrafo nos hemos basado esencialmente en el capítulo V, párrafos 31 y 32, del libro Introducción al
Derecho del Trabajo, (Gamonal, 1998, ConoSur).
7* En este párrafo nos hemos basado fundamentalmente en la primera parte del capítulo XIV del libro
Lineamientos de Derecho del Trabajo, (G , 2006, LexisNexis).