Está en la página 1de 3

Buenas tardes para todos, Excelentísimo cuerpo de docentes, Hermanas,

compañeras graduadas y familias, es para mí un grato honor dirigirme este día


ante ustedes.
Día tan especial donde nos encontramos celebrando el ocaso de una gran etapa,
así como la aurora de otra. Me embargan sentimientos encontrados “agridulces”
como le solía llamar... estoy muy feliz por terminar esta etapa y también altamente
a la expectativa de lo que me espera en el futuro, como también nostalgia por
despedirme de personas tan maravillosas que, sin duda, han marcado
significativamente mi vida. Parecía que este día no iba a llegar, pues estuvimos
envueltas en las des venturanzas de la pandemia, sin embargo, aquí estamos,
sintiendo el murmullo de aquellos momentos donde en un efímero segundo
sentimos que la niñez era eterna, donde la vida de bachiller estaba muy lejana.
Cada una de nosotras hoy ha cumplido un gran objetivo, no ha sido fácil, y eso
mismo es lo que hace que sea mucho más especial.
Quiero empezar este testimonio agradeciendo primeramente a nuestro Padre
Celestial, Dios, por brindarnos esta enorme alegría que es graduarnos como
bachilleres. Es él quien ha guiado nuestros pasos y el que nos permitió llegar
hasta acá.
Agradezco enormemente a mi familia por su constante e incondicional apoyo y
confianza para mi persona, de manera especial por aquellos innumerables
desvelos, donde mi madre me acompañó y me ayudó a estudiar; y también a mi
padre que siempre me trajo y recogió del colegio, no hubiera deseado que otra
persona aparte de ellos dos, fuesen los que vinieran a recibirme al terminar mi
jornada de estudio.
Quiero agradecer por esos inmensos esfuerzos que todos los padres de familia
hacen día a día por nosotras, gracias a ustedes somos jóvenes exitosas,
responsables, estudiosas y honestas, gracias por traernos a este Colegio,
sabemos que desearon lo mejor para nosotras y lo lograron. Gracias por el cariño
expresado y la paciencia aportada.
Al culminar esta meta, como hijas podemos decir que es de nuestros más grandes
deseos, hacerles sentir orgullosos.
No puedo dejar de agradecer a mi colegio por abrir sus puertas sin condición
alguna, estudiar en esta prestigiosa institución, que no sólo me enseñó material
académico, sino me ha preparado para vivir, y más importante, me ha enseñado
de Dios. Aprendí a trabajar en equipo, a encontrar soluciones rápidas, importantes
valores espirituales y morales, me ha enseñado a convencerme que soy capaz de
tomar decisiones correctas ya no sólo basándome en mi repercusión, sino también
en la vida de mi prójimo.
Gracias docentes, por esa dedicación y paciencia con que nos trasmitieron sus
conocimientos, todas ustedes me han dejado una lección más allá de la materia,
algo que me convertirá en mejor persona. Gracias por el amor que imprimieron en
todas nosotras, gracias por siempre creernos capaces de todo.
Y con mis compañeras, quedan mis mejores recuerdos con ustedes; Sé que no las
conozco desde hace mucho, pero déjenme decirles que me ha sido tan fácil
quererlas a todas. Mi mamá solía decirme, “El bachillerato es la mejor etapa de los
estudios”, ahora que estoy frente a ustedes y a punto de marcharme, puedo
asegurar que es así. Y no fueron los grandes acontecimientos los que hicieron de
esta aventura algo memorable, sino los pequeños placeres que pudieron
obsequiarme... algo como permitirme sentarme a desayunar con cada grupo de
compañeras acá presentes, o incluirme en actividades como ver una película o
compartir en un pequeño ágape.
¡Qué locura! Al principio de este año me aterraba entrar al colegio de manera
presencial, me decía a mí misma que yo no iba a encajar a estas alturas, me
repetía que no iba a pertenecer a los grupitos ya establecidos con años de
anticipación. Y ahora, lo que me aterra es dejarlas tan pronto. ¿Cómo fue que el
tiempo se nos pasó tan rápido? Si parece que fue ayer que me limité a escuchar
las divertidas anécdotas que se contaban en los recesos, y ahora, es tan grato
poder desenvolverme con mucha facilidad entre sus chistes y bromas.
Quiero que sepan que, independientemente de las vueltas que dé la vida, ustedes
serán lo bello de mi pasado.
Por mi parte puedo afirmar que hubo días donde lloré, donde fui frágil, me
desmotivé, no me sentí capaz, pero con mucho orgullo puedo decir que entendí un
ejercicio de matemática, memoricé una fórmula de física, comprendí un hecho
histórico del país, puse en práctica las frases para empezar el día, esas que nunca
faltaron en las clases de seño Jennifer, atesoré las hermosas y creativas
actividades que realizábamos con Teacher Maureen, al fin entendí qué era una
oración subordinada (pero ahora mismo no me pregunten porque no me acuerdo).
Y fue difícil, pero obtuve una calificación de diez con la Hermana María Soledad, o
que por primera vez vi la radiante sonrisa de la licenciada Blanquita Hernández,
que, por cierto, esa vez nos hacía una pequeña broma sobre la baja nota de un
examen... En fin, así podría continuar con la mención de incontables hechos que
me hicieron muy feliz y me llenaron de satisfacción.
Con este testimonio de clausura congelo por un momento mi amado Colegio
Santa María, que en tan poco tiempo se adueñó de mi corazón y de mis más
gratas experiencias. En este espacio evoco aquellas risas que compartimos en un
círculo confidencial del recreo, evoco los recuerdos de las alegrías que tuvimos
tras los muros de nuestras aulas, los gritos de victoria que repartimos en la cancha
tras un partido de baloncesto, la expresión del arte que transformamos en una
coreografía que costó trabajo perfeccionar, sí, me refiero a la danza de los
abanicos.
Compañeras mías, hemos crecido bajo la mala creencia de que luego del colegio,
la vida que nos espera es cruel y despiadada, pero hoy les digo que, de la mano
de Dios, ustedes lograrán todo lo que se propongan. No olviden lo lejos que han
llegado, todas las adversidades que han superado, recuerden aquellas veces que
se esforzaron incluso cuando estaban en la cúspide del desánimo, todas esas
veces que nos levantamos en la mañana para venir a estudiar, luego de apagar
cinco veces el despertador.
Dios nos dotó de capacidad, inteligencia, perseverancia y aptitudes, ahora está en
nuestras manos saber aprovecharlos con su gracia.
Así como hace unos días escuchamos en el retiro que compartimos, no es una
casualidad que estuviéramos estudiando en este Colegio, ha sido mera decisión
de Dios, nos pensó acá desde la eternidad. Así que espero que lo hayan
disfrutado tanto y más que yo.
La vida nos enseñará, a base de experiencias tanto positivas como negativas, así
que las motivo a no tener miedo a equivocarse, aprendamos de los errores y
crezcamos con las equivocaciones, no se conformen, propónganse metas
ambiciosas sin importar lo grandes o imposible que parezcan, todas empiezan con
un primer paso y nuestro pie ya aprendió a no ser dubitativo.
Crecer duele, pero tenemos que motivarnos por esta etapa que vamos a empezar,
nuevos sueños, metas, lugares, personas... la aventura continúa. Hemos
conquistado una meta, ahora conquistemos nuestros sueños.
Que Dios los bendiga a todos. Muchas gracias.

También podría gustarte