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EXP. N. 0 5854-2005-PA/TC
PIURA
PEDRO ANDRÉS LIZANA PUELLES
ASUNTO
ANTECEDENTES
Con fecha 27 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo
contra el Jurado Nacional de Elecciones (NE), con el objeto de que se declare la nulidad de
la Resolución N.0 315-2004-JNE, de fecha 17 de noviembre de 2004, por considerar que
vulnera el derecho fundamental al debido proceso.
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impugnada en un proceso contencioso administrativo, a pesar de lo cual el JNE ha
declarado fundado un recurso de apelación interpuesto contra ella, ordenando su inmediata
vacancia en el cargo de Alcalde de la Municipalidad Distrital de Canchaque.
El Procurador adjunto a cargo de los asuntos judiciales del JNE contesta la demanda
estando que el literal u) del artículo 50 de la Ley N.0 26486 —Ley Orgánica del JNE , en
desarrollo del inciso 6) del artículo 1780 de la Constitución, dispone que es
competencia del JNE declarar la vacancia de los cargos elegidos mediante sufragio directo;
que, conforme al artículo 23 0 de la LOM, el JNE debe resolver el recurso de apelación
interpuesto contra el acuerdo del Concejo Municipal que declara o rechaza la vacancia
solicitada; y que los actos de nepotismo que determinaron declarar vacante el cargo de
Alcalde que ejercía el recurrente quedaron plenamente acreditados en sede del JNE, motivo
por el cual se resolvió declarar fundado el recurso de apelación interpuesto. En suma —
agre , la resolución del JNE ha sido expedida con plena observancia del derecho ame tal al
debido proceso. Finalmente, sostiene que, sin perjuicio de lo expuesto, al retende e vía
amparo dejar sin efecto una resolución emitida por el JNE, se afectan los artículos 142 0 y
181 0 de la Constitución que establecen que contra las resoluciones dictadas por el , no
procede recurso alguno.
El Quinto Juzgado Civil de Piura, con fecha 14 de marzo de 2005,
declaró infundada la demanda, por considerar que el JNE ha actuado de
conformidad con el artículo 230 de la LOM y sin afectar el derecho al
debido proceso. Añade que la decisión jurisdiccional del JNE ha respetado
la tutela procesal efectiva a la que hace referencia el inciso 8) del artículo 5 0
del Código Procesal Constitucional.
FUNDAMENTOS
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Municipalidad Distrital de Canchaque-Piura, por la causal de nepotismo, prevista en el
inciso 8) del artículo 220 de la Ley N.0 27972 -Ley Orgánica de Municipalidades
(LOM)-. A criterio del demandante, la referida resolución contraviene el derecho
fundamental al debido proceso, previsto en el inciso 3) del artículo 139 0 de la
Constitución.
2. El asunto controvertido, exige, ante todo, que el Tribunal Constitucional determine (no
por primera vez -Cfr., por todas, la STC 2366-2003-AA/TC-), si los artículos 142 0 y 181
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de la Constitución, instituyen a una resolución del JNE como una zona exenta de
control constitucional y, consecuentemente, exceptuada de ser sometida a una
evaluación de validez constitucional mediante el proceso de amparo previsto en el
inciso 2) del artículo 2000 de la Constitución.
"No son revisables en sede judicial las resoluciones del Jurado Nacional de
Elecciones en materia electoral, ni las del Consejo Nacional de la
Magistratura en materia de evaluación y ratificación dejueces.
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Es decir, significó superar la concepción de una pretendida soberanía parlamentaria,
que consideraba a la ley como la máxima norma jurídica del ordenamiento, para dar
paso -de la mano del principio político de soberanía popular- al principio jurídico de
supremacía constitucional, conforme al cual, una vez expresada la voluntad del Poder
Constituyente con la creación de la Constitución del Estado, en el orden formal y
sustantivo presidido por ella no existen soberanos, poderes absolutos o autarquías.
Todo poder devino entonces en un poder constituido por la
Constitución y, por consiguiente, limitado e informado, siempre y
en todos los casos, por su contenido jurídico-normativo.
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§3. El Tribunal Constitucional y la garantía jurisdiccional de la
Constitución.
7. Pero, ¿tiene algún sentido reconocer que la Constitución tiene
carácter jurídico, para luego afirmar que existen actos de los poderes
públicos que escapan al control constitucional ejercido por la
jurisdicción constitucional?, ¿es posible afirmar que todo poder está
sometido a la Constitución y a los derechos fundamentales que ella
reconoce, y a la par sostener que los actos de estos poderes están
relevados de control constitucional, pese a que contravienen la
Constitución y los derechos fundamentales?
Sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos en el Caso Marbury v. Madison (1803). Texto
tomado de: Beltrán de Felipe, Miguel y Gonzáles García, Julio. Las sentencias básicas del Tribunal Supremo
de los Estados de América. Madrid: Boletín Oficial del Estado / Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2005, pp. 1 11-112.
2 Concepto al que acude con frecuencia la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Costa Rica (Vid. Res.
2004-09992, de fecha 8 de septiembre de 2004, recaída en el Exp. 03-004485-0007-CO, mediante la cual se
declara la inconstitucionalidad del acuerdo del Poder Ejecutivo de brindar apoyo a la "Coalición" de países
que incurió en acciones bélicas en Iraq), cuyas competencias materiales resultan sustancialmente idénticas a
las de un Tribunal Constitucional.
3 Artículo 51 de la Constitución.- La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas
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Constitución ha perdido su condición de norma jurídica, para volver a ser una mera carta
política referencial, incapaz de vincular al poder.
Pretender que el Tribunal Constitucional se adhiera a esta tesis, equivale a pretender que
abdique del rol de guardián de la Constitución que el Poder Constituyente le ha confiado
(artículo 201 0 de la Constitución). Tentativa que, como será sencillo de entender, jamás
será de recibo en sede de este Colegiado.
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y Democrático de Derecho, erigiéndose como una institución de diálogo social
y de construcción pacífica de la sociedad plural."7
11. El Tribunal Constitucional aprecia que los problemas suscitados con relación a los
artículos 1420 y 181 0 de la Constitución, se encuentran en estrecha vinculación con su
nterpretación. Por ello, considera pertinente abordar algunos puntos relacionados con os
métodos de interpretación constitucional y su objeto.
Fundamento 3.
Vid. STC 1797-2002-HD, Fundamento 11; s rc 2209-2002-AA, Fundamento 25; STC 0001-2003-AI /0003-
IO
r
2003-A1, Fundamento 10; STC 0008-2003-AI, Fundamento 5; STC 1013-2003-HC, Fundamento 6; 1076-
2003-HC, Fundamento 7; STC 1219-2003-HD, Fundamento 6; 2579-2003-HD, Fundamento 6; STC 0029-
2004-AI, Fundamento 15.
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c) El principio de corrección funcionalil : Este principio exige al juez constitucional que, al
realizar su labor de interpretación, no desvirtúe las funciones y
competencias que el Constituyente ha asignado a cada uno de los
órganos constitucionales, de modo tal que el equilibrio inherente al
Estado Constitucional, como presupuesto del respeto de los derechos
fundamentales, se encuentre plenamente garantizado.
d) El principio defunción integradora 12 : El "producto" de la interpretación
sólo podrá ser considerado como válido en la medida que contribuya a
integrar, pacificar y ordenar las relaciones de los poderes públicos entre
sí y las de éstos con la sociedad.
e) El principio de fuerza normativa de la Constitución 13: La
interpretación constitucional debe encontrarse orientada a relevar y
respetar la naturaleza de la Constitución como norma jurídica,
vinculante in toto y no sólo parcialmente. Esta vinculación alcanza a
todo poder público (incluyendo, desde luego, a este Tribunal) y a la
sociedad en su conjunto.
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16. Pues bien, resulta evidente que luego de la lectura aislada de alguna
de estas disposiciones, se llegará a resultados inconsecuentes con el
postulado unitario o sistemático de la Constitución. De ahí que
nunca ha sido ni será válido interpretar las disposiciones
constitucionales de manera aislada. Es indiscutible que esta es una
lectura más sencilla; sí, tan sencilla como ilegítima.
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7. Qué duda cabe de que una interpretación literal y aislada de los artículos 142 0 y 181 0 de
la Constitución, concluirá en que, sin ingresar en consideración adicional alguna, una
resolución en materia electoral expedida por el JNE, es inatacable jurisdiccionalmente;
es decir, incluso en aquellos supuestos en los que afecten los derechos fundamentales de
la persona. Empero, el resultado de esta interpretación ¿es sustentable
constitucionalmente?
18.Son distintas las razones que permiten al Tribunal Constitucional sostener que tal
interpretación resulta manifiestamente inconstitucional. En primer lugar porque, lejos de
optimizar el contenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales,
esconoce la limitación que dicho contenido representa para los actos llevados a cabo por
todo poder público, incluyendo, desde luego, los que efectúe el JNE.
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control constitucional en aquellos casos en los que resulten contrarias a los principios y
derechos fundamentales reconocidos en la Carta Fundamental. Lo que equivaldría a
sostener que para el JNE, tales principios y derechos no resultan vinculantes.
2 . Al referir que las resoluciones del JNE en materia electoral se dictan en última instancia
y no pueden ser objeto de control constitucional en sede jurisdiccional, los artículos
1420 y 181 0 de la Constitución, tienen por propósito garantizar que ningún otro órgano
del Estado se arrogue la administración de justicia sobre los asuntos electorales, pues en
sta materia técnico-jurídica, el JNE es, en efecto, instancia
definitiva. Así lo ordena la onstitución y bajo el principio de
corrección funcional ese fuero debe ser plenamente respetado por
todo poder constituido, incluyendo, desde luego, a este Tribunal.
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constitucional se torna inmediatamente en el fuero competente para dirimir la litis
circunscrita a si existió o no violación de la Carta Fundamental. Sin que pueda caber aquí,
desde luego, una subrogación en las funciones reservadas constitucionalmente al JNE.
Sería, por ejemplo, absurdo sostener que porque el Tribunal Constitucional tiene
competencia para declarar la nulidad de una sentencia expedida por un juez penal o civil
que contravenga los derechos fundamentales, tiene capacidad de administrar justicia penal
o civil. Es evidente que en tales supuestos el Tribunal Constitucional se limita a administrar
justicia constitucional, reponiendo las cosas al estado anterior al momento en que tuvo
lugar la afectación del derecho fundamental (primer párrafo del artículo 1 0 del Código
Procesal Constitucional), para que luego el proceso continúe siendo resuelto por su
respectivo juez competente. La secuencia es idéntica en los supuestos de resoluciones
expedidas por jueces que administran justicia electoral.
Incluso, existe también una disposición constitucional que expresamente establece que
nguna autoridad (...) puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en a oridad de
cosa juzgada" (artículo 1390 2) y, sin embargo, hoy en día a nadie se le o e sostener que
las resoluciones firmes emanadas de un proceso en el que han e istido violaciones a los
derechos fundamentales, están exceptuadas de control c nstitucional mediante los
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procesos de amparo o hábeas corpus. Son los principios de unidad de la Constitución,
de concordancia práctica y de fuerza normativa de la Constitución, los que han
permitido que esta última tesis se consolide sin reparo (artículo 4 0 del Código Procesal
Constitucional).
22. Tal como lo dispone el artículo 550 de la Constitución, los tratados celebrados por el
Estado y en vigor forman parte del derecho nacional. De esta manera, los tratados sobre
derechos humanos ratificados por el Estado peruano, por pertenecer al ordenamiento
jurídico interno, son Derecho válido, eficaz y, en consecuencia, inmediatamente
aplicable al interior del Estado.
23. Los derechos fundamentales reconocidos por nuestra Constitución, deben ser
obligatoriamente interpretados de conformidad con los tratados y los
convenios internacionales sobre derechos humanos ratificados por el
Perú y en concordancia con las decisiones adoptadas por los tribunales
internacionales sobre derechos humanos constituidos según tratados de
los que el Perú es parte (Cuarta Disposición Final y Transitoria de la
Constitución y artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional).
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derechos humanos y por la interpretación de las mismas realizada por los tribunales
internacionales sobre derechos humanos a través de sus decisiones.
Es también en base a estas consideraciones que debe ser analizada la aplicación aislada
de los artículos 1420 y 181 0 de la Constitución, según la cual las resoluciones del JNE
en materia electoral no pueden ser objeto de control
constitucional, incluso en los supuestos en los que resulten
contrarias a los derechos fundamentales.
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determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otra índole. " entras que los incisos 1) y 2) de su artículo 25 0, refieren:
'ICA
"1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención,
aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en
ejercicio de sus funciones oficiales.
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que:
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"los Estados Partes se obligan a suministrar recursos judiciales efectivos a las
víctimas de violación de los derechos humanos (Art. 25 0), recursos que deben
ser sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso legal (Art.
8.1 0), todo ello dentro de la obligación general a cargo de los mismos Estados,
de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos
reconocidos por la Convención a toda persona que se encuentre bajo su
jurisdicción.
Casos Velásquez Rodríguez, Fairén Garbi y Solís Corrales y Godínez Cruz, Excepciones Preliminares,
Sentencias del 26 de junio de 1987, párrafos 90 y 92, respectivamente.
27. Asimismo, en el Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, la Corte ha referido:
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adoptar resoluciones apegadas las garantías del debido proceso legal en los
términos del artículo 80 de la Convención Americana.
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Independientemente de la regulación que cada Estado haga respecto del órgano
supremo electoral, éste debe estar sujeto a algún control jurisdiccional que
pemita determinar si sus actos han sido adoptados al amparo de los derechos y
garantías mínimas previstos en la Convención Americana, así como los
establecidos en su propia legislación, lo cual no es incompatible con el respeto
a las funciones que son propias de dicho órgano en materia electoral. Este
control es indispensable cuando los órganos supremos electorales, como el
Consejo Supremo Electoral en Nicaragua, tienen amplias atribuciones, que
exceden las facultades administrativas, y que podrían ser utilizados, sin un
adecuado control, para favorecer detenninados fines partidistas. En este
ámbito, dicho recurso debe ser sencillo y rápido, tomando en cuenta las
particularidades del procedimiento electoral.
30. Las similitudes con el caso peruano son manifiestas. El artículo 173 0 de la Constitución
nicaragüense es sustancialmente análogo a los artículos 1420 y 181 0 de la Constitución
peruana. Y el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua tiene en el JNE peruano a su
homólogo.
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sí las cosas, una interpretación aislada de los artículos
constitucionales sub exámine, resulta incompatible con el artículo
80 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el
artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;
el artículo XVIII de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre; y los artículo 80 1 y 250 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
32. Son, justamente, aplicaciones literales de los artículos 1420 y 181 0 de la Constitución,
las que han ocasionado que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostenga
lo siguiente:
33. El Tribunal Constitucional considera, sin embargo, que, tal como ocurriera en su
oportunidad con el artículo 173 0 de la Constitución (relacionado a las competencias de
19 Informe N.0 119/99, caso 1 1.428, Susana Higuchi Miyagawa (Perú), del
6 de octubre de 1999, párrafo 55.
20 Op. cit., punto 1 de la parte resolutiva. 21 Idem, párrafo 93.
19
a jurisdicción militar3), la reforma
de los artículos 1420 y 181 0 resulta
innecesaria, ues por vía de una
interpretación constitucional
adecuada, su contenido normativo
es ceptible de compatibilizarse con
los tratados sobre derechos humanos
ratificados por I Estado peruano y
las decisiones y recomendaciones de los organismos
ternacionales relacionados con la materia.
20
cualquier órgano del Estado, tiene límites en sus funciones,
pues resulta indiscutible que estas no dejan en ningún momento
de sujetarse a los lineamientos establecidos en la norma
fundamental. Por consiguiente, sus resoluciones tienen validez
constitucional en tanto las mismas no contravengan el conjunto
de valores, prmcipios y derechos fundamentales de la persona
contenidos en la Constitución, lo que supone, a contrario sensu,
que si ellas son ejercidas de una forma tal que desvirtúan el
cuadro de principios y valores materiales o los derechos
fundamentales que aquella reconoce, no existe ni puede existir
ninguna razón que invalide o deslegitime el control
constitucional señalado a favor de este Tribunal en los artículos
201. 0 y 202.0 de nuestro texto fundamental."
21
36. Como quedó dicho en el Fundamento 33, supra, en criterio
del Tribunal Constitucional, el conflicto, strictu sensu, no
reside en las disposiciones 1420 y 181 0 de la Constitución,
sino en la inconstitucional interpretación y consecuente
aplicación literal y aislada que de ellas pretenda hacerse.
Por ello, no corresponde concentrar el análisis en si pueden
o no ser objeto de control constitucional las resoluciones
del JNE en materia electoral que violen derechos
fundamentales, pues no cabe duda de que lo son, sino en
determinar cómo debe operar dicho control constitucional.
22
Con ecuentemente, la posibilidad
de ejercer control constitucional a
las resoluciones del JNE que
resulten contrarias a los derechos
fundamentales no sólo emerge de
una adecuada interpretación de la Carta Fundamental, sino
que se encuentra expresamente concretizada en una
disposición del CPConst.
23
demanda de amparo contra el JNE suspende el
calendario electoral, el cual sigue su curso inexorable.
Toda afectación de los derechos fundamentales en la
que incurra el JNE, devendrá en irreparable cada vez
24
República introducir en el CPConst, en el más breve plazo
posible, las modificaciones conducentes a:
Reducir sustancialmente el plazo de prescripción
para interponer una demanda de amparo contra
una resolución del JNE en materia electoral.
Que las demandas de amparo contra una
decisión del JNE en materia electoral sean
presentadas ante la Sala Constitucional y Social
de la Corte Suprema; y cuyas resoluciones
denegatorias, emitidas en un plazo sumarísimo,
puedan ser conocidas por el Tribunal
Constitucional, mediante la interposición de un
recurso de agravio constitucional a ser resuelto
también en tiempo perentorio.
24 Segundo párrafo del artículo 1 0 del
CPConst.: Si luego de presentada la demanda
cesa la agresión o amenaza por decisión
voluntaria del agresor, o si ella deviene en
irreparable, el Juez, atendiendo al agravio
25
Estas medidas no sólo garantizarán la seguridad jurídica
del proceso electoral, sino que también permitirán la oportuna protección de
los derechos fundamentales. Debe recordarse cómo, por ejemplo, a pesar de
haberse acreditado la manifiesta afectación por parte del
JNE del derecho a la presunción de inocencia (artículo 20 24 C e.
de la Constitución) de un ciudadano y, como consecuencia de
ello, la afectación de su derecho político a ser candidato a un
cargo público (artículos 20 17, 31 0 y 350 de la Constitución),
la ausencia de plazos perentorios en los procesos de amparo
orientados a la protección de derechos fundamentales
políticos, el debido proceso y la tutela jurisdiccional
efectiva, determinó la imposibilidad de reponer las cosas al
estado anterior, al haber devenido dichas afectaciones en
irreparables27
26
e este modo, el JNE resultaba plenamente competente
para conocer el asunto, lo que, por lo demás, está
reafirmado por el artículo 50 u. de la Ley N.0 26486 —Ley
Orgánica del Jurado Nacional de Elecciones—.
27 Vid. STC 2366-2003-AA.
I conocer el caso, el JNE encontró
plenamente acreditada la causal de
nepotismo que terminaba la
vacancia del demandante en el cargo
de Alcalde, tal como se encuentra
evisto en el inciso 8) del artículo 220
de la LOM.
27
145-2005-JUS/CNDHSE/CESAPI, de la Secretaría
Ejecutiva del Consejo Nacional de Derechos Humanos.
28
Jurado Nacional de Elecciones que afecten los
derechos fundamentales."
29
Por estas consideraciones, el Tribunal
Constitucional, con la autoridad que le
confere la Constitución Política del Perú,
HA RESUELTO
1. Declarar INFUNDADA la
demanda.
30
voluntad popular, a la que hace alusión el artículo 1760 de la
Constitución, haya sido manifestada en las urnas. En dichos
supuestos, el proceso de amparo sólo tendrá por objeto
determinar las responsabilidades a que hubiera lugar, de
conformidad con el artículo 1 0 del CPConst.
5.
Publíquese
ss.
ALVA
BARDELLI
GONZALES
GARCÍA
VERGARA
LANDA
31
Publíquese
ss.
ALVA
BARDELLI
GONZALES
GARCÍA
VERGARA
LANDA
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Víctor García Toma
La Ley en el
Pett
Técnica de elaboración,
interpretación, aplicación e
integración
35
lulio e. @v/tucuya
ABOGAOO
CA'. 1290
Edición: Febrero 1995
DERECHOS RESERVADOS
g
LEY N 13714
Composición e Impresión
Zaaa 4ta/ ,41uaŒ4d.a
36
Ventas por mayor y menor
Jr. Lampa N Q 1 1 15 - Of. 206 Lima 1
Telefax: 4276038
mis padres -Pepe 1] osa
gran -Peperi
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PRESENTACION
39
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Vtctor García Toma
La Ley en el Perú
Técnica de elaboración, interpretación,
aplicación e integración
ABOGA00
CAP. 1290
41
42
Julia C
CAPITULO 1
LA ESTRUCTURA JERARQUICA DE
LAS NORMAS EN EL ESTADO PERUANO
1 POSTULADOS
Antipater de Sidón, precursor de cierta modalidad
periodística, se ocupó, hace muchos siglos, de escoger las
siete maravillas de su tiempo, entre las que incluyó a las
Pirámides de Egipto. Por ello, si hoy compartiésemos
semejante afición por la hipérbole, entre las del mundo
jurídico mencionaríamos, sin duda, la Pirámide de Kelsen.
UNIDAD.
COHERENCIA.
La
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estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano
yuxtapuestas y coordinadas; sino por normas jerárquicas y
superpuestas" (1).
— Normas de I categoría.
(Normas productoras de legislación)
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estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 46
Normas de la III, IV y V categorías
(Normas ejecutoras de legislación).
— Poder constitucional.
— Poder reglamentario.
— Poder jurisdiccional.
— Poder negocial o de declaración de voluntad.
La
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estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano
— Deber de reglamentar las leyes sin transgredirlas ni
desnaturalizarlas.
CI PRINCIPIO DE CONSTITUCIONALIDAD.
Las normas del texto fundamental tienen supremacía sobre
cualquier otra norma del sistema, por lo que cuando una
norma de inferior jerarquía se le oponga de alguna manera, se
aplicará la norma constitucional sobre aquélla.
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estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano
tratadista Marcial Rubio Correa, dicho principio se cumple
mediante dos formas:
1.0
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PRINCIPIO DE FORMALIDAD EXTRAORDINARIA.
50
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 51
Las categorías.
— Los grados.
Son los que exponen una jerarquía existente entre las normas
adscritas a una misma categoría. Esta prelación interna se
establece por la utilización de los principios de competencia
funcional o territorial, formalidad extraordinaria y jerarquía
del órgano legislativo (resoluciones supremas, resoluciones
ministeriales, resoluciones vice-ministerriales, etc.).
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 52
Antinomias directas.
Se trata de dos normas que expresa, inequívoca y claramente se
contradicen.
Antinomias indirectas.
Se trata de normas que sin tener referencia mutua entre sí se
contradicen.
52
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 53
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 54
CV PRINCIPIO DE FAVORABILIDAD.
Es una regla sólo aplicable a materias de carácter penal que
incide en aplicar la norma que más favorezca al reo. Dicho
criterio surge de lo dispuesto en el art. 103Q de la
Constitución.
PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD.
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 55
PRINCIPIO DE COMPLEMENTARIEDAD.
PRINCIPIO DE SUPLEMENTARIEDAD.
11 ESQUEMA JERARQUICO
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Convenios o Acuerdos .
Conforme a lo dispuesto en la "Convención de Viena sobre el
Derecho de los tratados entre Estados y organizaciones
internacionales o entre Organizaciones Internacionales", de
1986, la denominación convenio puede ser utilizada en los
dos (2) siguientes casos:
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 65
En relación con los acuerdos, ellos son los que tienen una
forma simplificada de aprobación; en donde el Poder
Ejecutivo realiza en un solo acto la aprobación y ratificación
del instrumento compromisorio. Se les conoce como los
compromisos "executive agreements".
Como puede observarse, los acuerdos, según la Convención de Viena,
vienen a ser los convenios aludidos por nuestro tatofundamentd.
Protocolos.
Son los instrumentos aclaratorios o complementarios de un
anterior tratado. Esta modalidad supone y requiere de la
existencia de un convenio o acuerdo previo.
Modus Vivendi.
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Actas.
Concordatos.
Comþromisos.
Cartas Constitutivas.
Declaraciones.
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Pactos.
Son los compromisos que se revisten de una solemnidad
especial. Los casos más importantes los tenemos en la
suscripción del pacto de derechos civiles y políticos; así como
el de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Nueva
York (1966).
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 68
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 69
Reforma Constitucional.
Aprobación de Tratados.
Aprobación de la Ley de Presupuesto.
Aprobación de la Ley de la Cuenta General de la
República.
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— Medida Extraordinaria.
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— Motivación fundamentada.
— Carácter Provisional.
— Interés Nacional.
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— Control Parlamentario.
El Presidente del Congreso o de la Comisión Permanente,
según sea el caso, remite el Decreto Supremo Extraordinario a
las Comisiones de Constitución y Leyes Orgánicas de ambas
Cámaras -que integradas conforman una Comisión Mixta
Especial-, a efecto de que dictaminen sobre sus alcances.
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 74
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 77
— Teoría de la Caducidad.
Ella plantea que una vez reconstituído el Estado de Derecho, dichas
— Teoría de la Revisión.
— Teoría de la Continuidad.
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78
Víctor García Toma
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 81
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La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano82
determinado, sino que meramente señalan el entorno
preceptivo de quienes se encuentran obligados a su
cumplimiento. En suma, establecen los supuestos de hecho
por características generales (los propietarios de casas, los
empresarios, los usuarios de un senricio público, etc.). Los
límites de su obligatoriedad se encuentran en la ley. El
contenido de la reglamentación debe encontrarse
razonablemente encuadrado dentro de lo que es la "sustancia"
o "espíritu" de la ley.
Su expedición hace posible una mejor aplicación de la ley.
Para ello, específican detalles y aspectos accesorios no
incluidos expresamente en la norma antes citada.
Desde una perspectiva doctrinaria, se les clasifica de la
siguiente manera:
— Reglamentos Administrativos.
Son aquellos preceptos generales de la Administración
Pública que tienen obligatoriedad interna (al interior de un
organismo estatal). Tienen entroncamiento explícito con una
ley orgánica u ordinaria de creación o implementación de una
institución estatal,
— Reglamentos Ejecutivos.
82
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 83
— Reglamentos Autónomos.
Son aquéllos que no se fundan directamente sobre la base de
una ley; empero, coadyuvan al cumplimiento de tareas,
atribuciones o funciones encomendadas por ella.
IV LAS RESOLUCIONES.
83
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano
84
Se tratan de normas que tienen por finalidad resolver casos
particulares y concretos del ámbito de la administración
gubernamental.
sector.
84
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 85
Son dispositivos que permiten formular, ejecutar y
supervisar la política general de los órganos autónomos no
descentralizados. Son emitidas por la máxima autoridad de la
entidad.
Los organismos autónomos no descentralizados son personas
jurídicas de derecho público interno, que no se encuentran
adscritos a ninguno de los Poderes del Estado por expreso
mandato constitucional.
Entre ellos, se puede mencionar a la Contraloría General de
la Republica, Superintendencia de Banca y Seguros,
Tribunal Constitucional, Ministerio Público, etc.
85
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano
86
Son las disposiciones dictadas por la autoridad inmediata a
un Ministro de Estado. Están referidas a asuntos de carácter
administrativo adcritos a su sector o área de competencia
asignada.
86
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 87
87
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 88
88
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 89
NOTAS AL CAPITULO 1
89
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 90
2. IGNARIO DE OTTO.
3. MIGUEL DE LA LAMA.
90
91
La estructura jerárquica de las normas en el Estado peruano 92
C O N C O RD AN C IAS
Art. 236 de la Constitución de 1979.
Art. 295 de la Constitución de 1979.
Art. 298 de la Constitución de 1979.
Art. 87 de la Constitución de 1979.
Art. 87 de la Constitución de 1979.
Arts. 164 - 306.
Arts. 103, 194 y 306 de la
Consütución de 1979. Art.
233, inc. 6to. de la
Consütución de 1979.
92
93
CAPITULO 11
LA TECNICA JURIDICA DE
ELABORACION DE LAS NORMAS
1 POSTULADOS
La expresión técnica viene de la voz griega techne que indica
el método, procedimiento o arte a emplearse para llevar a la
práctica la ejecución de un fin.
Técnica de Elaboración
Técnica de Interpretación
Técnica de Aplicación
— Técnica de Integración
11 NOCION INTERNA
65
95
La técnica de integración de las normas
conocimiento de los modos o de las formas adecuadas para
que las disposiciones generales del derecho sean susceptibles
de una posterior y adecuada aplicación. Por ende, su labor
debe estar orientada a posibilitar la realización efectiva y
práctica del derecho.
Ella comprende dos (2) aspectos:
— Estudio de las categorías jurídicas: presunciones,
ficciones, conceptos, definiciones y construcciones
jurídicas.
Estudio de la codificación.
Estos aspectos deben ser estudiados durante el proceso de
elaboración normativa. Los legisladores pueden ampliar las
nociones ya existentes a condición de respetar la coherencia
del orden jurídico.
PRIMER ASPECTO.
96
La técnica de integración de las normas
Expresan una noción o concepto fundamental: que como tal
comprende otros de menor rango o valor; ergo, las subordinan
o infieren.
Su inserción dentro de un ordenamiento jurídico sirve de
apoyo para comprender y ordenar una materia sobre la base de
un axioma básico.
97
La técnica de integración de las normas
cónyuge ni sus parientes dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad.
La aplicación de lo más favorable al reo en caso de
duda o de conflicto en el tiempo de leyes penales.
La instancia plural.
Los referidos principios regulan e informan toda la
normatividad pública o no pública referida a los aspectos
disciplinarios, en sentido lato. Por ende, deben ser tomados
en cuenta, por ejemplo, al elaborarse un Reglamento de faltas
y sanciones de una asociación deportiva, funcionarios públicos,
etc.
En el ámbito laboral (sustantivo o procesal) operan los seis (6)
siguientes principios basilares:
98
La técnica de integración de las normas
La primacía de la realidad y la buena fe en las relaciones
99
La técnica de integración de las normas 100
Así, tenemos que la noción mercantil sirve de
categoría para la regulación de las operaciones de
comercio; empero es inviable en la esfera de los actos
ilícitos.
La expresión costumbre sirve de categoría para la regulación
de las prácticas sociales con conciencia de cumplimiento
obligatorio; mas carece de utilidad en la esfera de las
disposiciones legales emanadas de autoridad competente.
2. Las Presunciones.
100
La técnica de integración de las normas 101
101
La técnica de integración de las normas 102
El art. 994 del C.C. señala que las paredes situadas entre dos
predios son comunes.
En resumen el fundamento lógico para la elaboración de las
presunciones legislativas radicaría en la dificultad de alcanzar
una verdad o certeza plena; lo que podría generar en el seno de
la sociedad, la pérdida de prerrogativas o deberes
significativos.
En materia procesal se les clasifica en absolutos y relativos; tal
y conforme lo disponen los arts. 277 y ss. del Código Procesal
Civil.
3. Las Ficciones.
102
La técnica de integración de las normas 103
Tenemos el caso del inc. 4to. del art. 885 del C.C. que
considera como bienes muebles, por su destino legal, las naves
y aeronaves.
103
La técnica de integración de las normas 104
cosa que no lo es; la presunción, en cambio, supone acerca de
una cosa dudosa que puede o no existir. De aquí que la ficción
nunca convenga con la verdad y la presunción a menudo"
4. Los Conceptos.
104
La técnica de integración de las normas 105
Los conceptos devienen en los instrumentos mediante los
cuales el Derecho actúa sobre la realidad; por tanto, requieren
ser definidos con toda precisión para determinar los casos
concretos que han de ser regidos por las normas relativas a
ella; pues las que no engranan dentro de esos conceptos
dependen de otras normas.
105
La técnica de integración de las normas 106
— El contenido
Ejemplo matemático:
Concepto: La circunferencia.
Ejemplos jurídicos:
Concepto: Territorio.
del concepto:
— superficie terrestre.
— sometimiento a la jurisdicción de un Estado.
Concepto: Testamento.
106
La técnica de integración de las normas 107
El testamento es la declaración escrita y revocable
de la última voluntad de conformidad con la ley,
por parte de una persona, por la cual dispone de sus
bienes, total o parcialmente, para después de su
muerte. (Def. Joaquín Diez)
— La extensión.
Ejemplos jurídicos:
Concepto: Territorio.
Extensión: suelo, subsuelo, dominio marítimo,
espacio aéreo.
Concepto: Testamento.
Extensión: cerrado, abierto, ológrafo.
5. Las Definiciones.
107
La técnica de integración de las normas 108
Se les concibe como operaciones lógicas, consistentes en
manifestar y delimitar los contenidos y extensión de los
conceptos. Devienen en la explicitación de los citados.
108
La técnica de integración de las normas 109
nota genérica sería la animalidad y su diferencia específica la
racionalidad.
Ello permite que se delimite de manera óptima la extensión del
concepto definido.
109
La técnica de integración de las normas 110
por ende, completan una serie de artículos en los que son
empleados, también es evidente que la tarea básica de la
técnica de elaboración no se centra en convencer o ilustrar
legislando; sino de ordenar en uno u otro sentido.
110
La técnica de integración de las normas 111
Implican un proceso de sistematización y de dogmática
jurídica; o sea, aspiran a formular una constelación de ideas
rectoras que subyacen en las normas, dándoles armonía y
sentido. Entre todas ellas existe un marco conductor inspirado
por la lógica, los fines y los valores del Derecho.
111
La técnica de integración de las normas 112
También son citables, como ejemplo, los casos de
construcciones jurídicas como Representación Parlamentaria y
Estado de Derecho.
— Sistemáticas.
— Creadoras.
SEGUNDO ASPECTO.
La codificación.
112
La técnica de integración de las normas 113
Es evidente que la codificación representa un significativo
avance técnico en el mundo del Derecho. En ella las leyes no se
encuentran yuxtapuestas, sino refundidas en una agrupación
orgánica, sistemática y con unidad científica.
113
La técnica de integración de las normas 114
incisos; en tanto que el Código Civil, se conoce mediante
libros, secciones, títulos, capítulos, artículos e incisos.
PLENITUD SOCIOLÓGICO-POLÍTICA.
114
La técnica de integración de las normas 115
Debe promoverse una legislación con plenitud de
determinación; esto es, debe hacerse mención de la totalidad de
los casos recogidos de la vida en sociedad, así como de las
plurales posibilidades de su aplicación.
— Perfección de adaÞtación.
115
La técnica de integración de las normas 116
— Necesidad de realización.
Debe aspirarse a plasmar claridad en la determinación de los
casos legislados; así como certeza de las consecuencias jurídicas
derivadas de la norma elaborada.
LA UNIDAD LEGISLATIVA.
— Forma material.
El contenido de la norma coincide por implicación, con los
alcances de una pauta legal de mayor valor, rango o jerarquía; de
modo tal, que en la relación particular entre dos normas pueda
existir subordinación y/o coordinación.
Al respecto, de manera práctica podemos plantear un esquema
que dilucida claramente sobre el aspecto material de la unidad
legislativa:
"Una persona no debe lastimar a su hermano, porque no debe
dañar a otro; porque debe amar al prójimo"
— Forma Procesal.
La norma derivada debe ser creada mediante el procedimiento y
con las formalidades establecidas en una norma superior.
116
La técnica de integración de las normas 117
— Iniciativa Parlamentaria. —
Discusión y Aprobación.
— Sancionamiento.
— Promulgación y Publicación.
— Vigencia.
1. LA INICIATIVA (**).
2. DISCUSIÓN Y APROBACIÓN.
117
La técnica de integración de las normas 118
— Votación ordinaria.
— Votación nominal.
3. SANCIONAMIENTO.
118
La técnica de integración de las normas 119
4. PROMULGACIÓN Y PUBLICACIÓN.
119
La técnica de integración de las normas 120
120
La técnica de integración de las normas 121
5. VIGENCIA.
121
La técnica de integración de las normas 122
122
La técnica de integración de las normas 123
Lenguaje y estilo.
123
La técnica de integración de las normas 124
125
La técnica de integración de las normas 126
126
La técnica de integración de las normas 127
— La ambigüedad.
— La oscuridad.
— La polisemia.
— La imÞroPiedad.
127
La técnica de integración de las normas 128
128
La técnica de integración de las normas 129
— La necesidad de generalidad.
La exigencia de casuismo.
— Oportunidad.
— Ductilidad.
129
La técnica de integración de las normas 130
— Precisión.
— Sencillez.
— Estilo.
Intentar la conservación del orden y armonía dentro de la
norma.
130
131
La técnica de integración de las normas 132
NOTAS AL CAPITULO 11
1. MARIANO IBERICO.
2. CLAUDE DU PASQUIER.
"Introducción al Derecho"
Edit. Themis Bogotá (1983).
7. FERNANDO LÁZARO
"Curso de Lengua EsÞañola
Manual de Orientación
Universitaria. Madrid
(1979).
133
CONCORDANCIAS
( * ) El art. 1ero. de la Constitución de 1979 textualmente
señala: "La persona humana es el fin supremo de la sociedad y
del Estado. Todos tienen la obligación de respetarla y
protegerla".
134
con cincuenta mil firmas comprobadas por el Jurado Nacional
de Elecciones.
135
No se considera como hábiles a los que estén con licencia,
ejercen función ministerial o misión oficial dentro o fuera del
país, así como a los suspendidos.
136
137
CAPITULO 111
LA TECNICA JURIDICA DE
INTERPRETACION DE LAS NORMAS
1 POSTULADOS
La expresión interpretación procede de la voz latina
"interpretari" que significa venir en ayuda de algo o de alguien,
es decir, en servir de intermediario.
139
La técnica jurídica de interpretación de las normas 140
Ahora bien, como consecuencia del paulatino distanciamiento
140
La técnica jurídica de interpretación de las normas 141
En el último momento, durante la época imperial, se convirtió
en una facultad especial del emperador. Así el gran Justiniano
declaró que, en su condición de legislador exclusivo, tenía el
derecho eminente de interpretar el Derecho.
141
La técnica jurídica de interpretación de las normas 142
imperiales, feudales, etc.). Con ellos constituyeron un sistema
jurídico.
142
La técnica jurídica de interpretación de las normas 143
inter-subjetiva, aprehendida directamente mediante la
significación que emana de la ciencia y la filosofía.
143
La técnica jurídica de interpretación de las normas 144
De orden categorial.
De orden lógico.
De ordten axiológico.
144
La técnica jurídica de interpretación de las normas 145
La norma jurídica (4) preconiza un debe ser como fundamento
y objeto de su naturaleza; la cual como prescripción genérica,
existencial y coercible, comprende una gama de atribuciones y
responsabilidades que pueden ser singularizadas, que tienden a
ser vida humana viviente; ya que sirvan como referencia
concreta de una conducta para la vida en sociedad.
145
La técnica jurídica de interpretación de las normas 146
atribuye sustantivamente su "sentido". El debe ser del precepto
para descender al hecho sub-judice y engranarlo con la norma,
sin traspasar ni rebasar su marco conceptual.
— Los Magistrados.
146
147 Víctor García Toma
— Los Parlamentarios
DETERMINACIÓN SUBJETIVA.
DETERMINACIÓN OBJETIVA.
148
La técnica jurídica de interpretación de las normas 149
149
La técnica jurídica de interpretación de las normas 150
Si la duquesa, tiene que entrar que lo haga sin pone? los pies
en el umbral".
151
La técnica jurídica de interpretación de las normas 152
152
La técnica jurídica de interpretación de las normas 153
Al verificarse en 1991, que una pareja ejecuta públicamente,
con plena ortodoxia, los pasos de baile de un mambo, caben
dos (2) posibilidades:
153
La técnica jurídica de interpretación de las normas 154
Como bien señala Simeón Bastidas (5), la valoración es un
producto integral del espíritu; es el resultado de la totalidad de
factores que intervienen en la existencia y coexistencia del
hermeneuta. Allí aparecerán las preeminencias afectivas. El
Tratadista Brantano fija que en todo juicio u opción hay una
operación de admisión o de rechazo.
154
La técnica jurídica de interpretación de las normas 155
privilegiadora de alguna cualidad, con anterioridad a la
utilización de un método interpretativo.
1. A. A. Tecnicista.
Se parte del criterio de acudir única y exclusivamente a los
medios y procesos forjados o aceptados por la ciencia jurídica;
por ende, no se permite la intervención de ningún elemento
ajeno o extraño al campo del derecho en sí mismo.
155
La técnica jurídica de interpretación de las normas 156
Este tipo de criterio impera grandemente en los Estados
adscritos al sistema del Teísmo Jurídico. Al respecto, es válido
resaltar la interpretación hebraica y shiíta.
2. A. A. Teleológica.
156
La técnica jurídica de interpretación de las normas 157
El tratadista Rudolf Ihering afirma que la pauta legal es sólo un
medio al servicio de un fin; ésta se convierte en vital para la
existencia de la sociedad. En este contexto, el sentido de la
norma surge del fin perseguido, en razón de que el mundo del
Derecho obedece a la ley de la finalidad: "En la norma no hay
acción sin fin
3. A. A. Sociológica.
157
La técnica jurídica de interpretación de las normas 158
158
La técnica jurídica de interpretación de las normas 159
4. A. A. Practicística.
Se parte de una postura pragmática que considera que, en la
realidad, ningún hermeneuta elige o privilegia un solo criterio,
en desmedro del resto.
Es frecuente que el intérprete combine varios de los criterios
anteriormente señalados. La adopción de esta postura puede
ser objeto de una acción consciente o inconsciente.
159
La técnica jurídica de interpretación de las normas 160
Método Exegético.
Método Histórico.
Método Histórico-Evolutivo.
1. Método Exegético.
160
La técnica jurídica de interpretación de las normas 161
Características.
Entre las principales características, tenemos las tres
(3) siguientes:
161
La técnica jurídica de interpretación de las normas 162
racional.
Proceso.
Por ende, la norma que ostenta una redacción clara genera una
investigación puramente gramatical o literal.
162
La técnica jurídica de interpretación de las normas 163
163
La técnica jurídica de interpretación de las normas 164
164
La técnica jurídica de interpretación de las normas 165
165
La técnica jurídica de interpretación de las normas 166
166
La técnica jurídica de interpretación de las normas 167
Inferencia Hipotética.
Inferencia Disyuntiva.
167
La técnica jurídica de interpretación de las normas 168
Ejemplo:
La Constitución tiene mayor jerarquía que una Ley; ésta
tiene mayor valor que un Decreto.
Razonamiento:
La Constitución tiene mayor jerarquía que un Decreto.
Razonamiento Inmediato.
168
La técnica jurídica de interpretación de las normas 169
Razonamiento Mediato.
Razonamiento Inductivo.
Es aquél que progresa de la observación de un hecho,
acontecimiento o suceso de carácter particular que concluye en
la formulación de una consecuencia jurídica que los comprende
como totalidad.
Razonamiento Deductivo.
169
La técnica jurídica de interpretación de las normas 170
a) Término mayor.
Consiste en el predicado -lo que atribuye o niega- de la
conclusión.
b) Término menor.
Consiste en la determinación del sujeto de la norma a quien la
conclusión silogística le atribuye o niega algo.
c) Término medio.
Consiste el nexo o enlace entre el término mayor y menor de la
conclusión. En puridad no se encuentra expresada en éste, sino
únicamente en las premisas.
170
La técnica jurídica de interpretación de las normas 171
Negativa.
Cuando se rechaza la existencia de una propiedad, situación,
cualidad, derecho, prerrogativa, etc.
Afirmativa.
Cuando se afirma la existencia de un hecho, estado, relación,
derecho, prerrogativa, etc.
Universal.
Cuando abarca afirmativa o negativamente la totalidad de
hechos, acontecimientos y sucesos.
Particular.
Cuando sólo abarca parcialmente la globalidad de los
hechos, acontecimientos o sucesos.
171
La técnica jurídica de interpretación de las normas 172
— P. directa.
172
La técnica jurídica de interpretación de las normas 173
173
La técnica jurídica de interpretación de las normas 174
Dicha regla indica que la inclusión de un hecho en una
hipótesis normativa origina su exclusión en otra. Como puede
verse, se trata de una noción referencial. típica.
La Lógica Externa
Establecida la lógica interna de la norma, es oportuno
relacionarla con las circunstancias que la rodean, tales como:
encontrar el fin que persigue la sanción de la norma (ratio-
legis) y conocer los motivos por los que se dictó la misma
(ocassio legis).
174
La técnica jurídica de interpretación de las normas 175
175
La técnica jurídica de interpretación de las normas 176
necesidad de promover un criterio denominado de Libre
Investigación Científica para guiar la labor hermenéutica.
Características.
Entre las principales tenemos las seis (6) siguientes:
176
La técnica jurídica de interpretación de las normas 177
Plantea como criterios orientadores dentro de ese
proceso investigatorio, los conceptos de la autonomía
de la voluntad orden e interés público y el justo
equilibrio o armonización de los intereses privados en
oposición.
177
La técnica jurídica de interpretación de las normas
179
La técnica jurídica de interpretación de las normas 180
180
La técnica jurídica de interpretación de las normas 181
181
La técnica jurídica de interpretación de las normas 182
Características.
Enfre las principales, tenemos las cuaff•o (4) siguientes:
182
La técnica jurídica de interpretación de las normas 183
Proceso.
Se estima que cuando un precepto es conforme al Derecho
Libre, el hermeneuta debe interpretarlo con apego a ella. En
cambio, cuando ofrece o puede generar una situación jurídica
no deseada de haber sido prevista, entonces debe interpretársele
como hubiera querido el legislador o, en su defecto, inspirarse
en el Derecho Libre.
183
La técnica jurídica de interpretación de las normas 184
4. El Método Histórico.
Su inspirador fue el tratadista alemán Federico Carlos de
Savigny en su obra "Sistema de Derecho Romano Actual", a
comienzos del siglo XIX.
184
La técnica jurídica de interpretación de las normas 185
Características.
Entre las principales tenemos las dos (2) siguientes:
— Incluye el espíritu histórico en el análisis interpretativo.
185
La técnica jurídica de interpretación de las normas 186
Proceso.
La interpretación consiste en reconstruir el pensamiento
normativo surgido del espíritu popular. Se estructura en base a
cuatro (4) elementos constitutivos:
— El Elemento Gramatical.
— El Elemento Lógico.
Tiene por objeto promover la descomposición del pensamiento
o relación lógica que une a sus diferentes partes, es decir, se
verifica un análisis del material suministrado en el examen
gramatical, abriendo su estructura lógica.
186
La técnica jurídica de interpretación de las normas 187
— El Elemento Histórico.
— El Elemento Sistemático.
Tiene por objeto encontrar el lazo íntimo que una a las
instituciones y reglas del derecho, en el seno de una vasta
unidad.
187
La técnica jurídica de interpretación de las normas 188
188
La técnica jurídica de interpretación de las normas 189
Características.
Entre las principales tenemos las tres (03) siguientes:
Proceso.
189
La técnica jurídica de interpretación de las normas 190
190
La técnica jurídica de interpretación de las normas 191
191
La técnica jurídica de interpretación de las normas 192
— Interpretación Restrictiva.
192
La técnica jurídica de interpretación de las normas 193
— Interpretación Extensiva.
— Interpretación Mutativa.
193
La técnica jurídica de interpretación de las normas 194
— Interpretación Analógica.
La Interpretación Constitucional.
La mayoría de los doctrinarios argentinos recogen las siguientes
cinco (5) pautas, para efectuar la interpretación de un texto
constitucional.
194
La técnica jurídica de interpretación de las normas 195
195
La técnica jurídica de interpretación de las normas 196
A Modo de Conclusión.
196
La técnica jurídica de interpretación de las normas 197
197
NOTAS AL CAPITULO 111
2. ABEIARDO TORRÉ.
"Introducción al Derecho".
Ed. Themis Bogotá-Colombia, 1983.
4. OB CIT.
5. SIMÓN BASTIDAS.
198
"La Aplicación de la LRY". S/R
6. TERESA PAZ.
7. MARIANO IBERICO.
199
"Criterios de Aplicación de
las Leyes". Edit. Libertad,
Trujillo.
CAPITULO IV
1 POSTULADOS
Su ámbito está referido al traslado material del proceso de
interpretación de una norma a un caso particular y concreto.
200
Desde una perspectiva doctrinaria, se acepta que aplicar un
precepto es incorporar lógicamente el caso concreto en el
supuesto abstracto de una norma, a fin de atribuirle sus
consecuencias normativas (asignación de derechos o deberes).
Ejemplos:
201
La técnica jurídica de aplicación de las normas 202
11 LA NORMA EN EL TIEMPO
Las normas poseen límites en cuanto a su vigencia en el
tiempo. Están marcadas por su entrada en vigor y por su
cesación.
202
La técnica jurídica de aplicación de las normas 203
— Causales intrínsecas.
203
La técnica jurídica de aplicación de las normas 204
a) En forma expresa.
Cuando ha transcurrido el término final de duración que ella
misma se fijó explícitamente. Ejemplo: las leyes anuales de
presupuesto.
b) En forma tácita.
— Cuando fue dictada en función de una circunstancia
pasajera.
204
La técnica jurídica de aplicación de las normas 205
1. LA APLICACIÓN INMEDIATA.
205
La técnica jurídica de aplicación de las normas 206
circunstancias:
— Aþarición de una ley interpretativa.
Es expedida para determinar, de manera precisa y clara, el
significado de una ley anterior acusada de ambigüedad u
obscuridad. Se le entiende aplicable desde la fecha de
vigencia de la primera ley (la norma interpretada). Por un
artificio jurídico, ambas leyes devienen en un solo cuerpo
legal.
206
La técnica jurídica de aplicación de las normas 207
2. LA APLICACIÓN RETROACTIVA.
207
La técnica jurídica de aplicación de las normas 208
208
La técnica jurídica de aplicación de las normas 209
3. LA APLICACIÓN ULTRACTIVA.
Es aquella que se efectúa a los hechos, relaciones y
situaciones que ocurren luego que ha sido derogada,
abrogada, modificada, subrogada o suspendida, ya sea de
manera expresa o tácita; es decir luego que ha terminado su
aplicación inmediata. Ella plantea la aplicación de un
dispositivo derogado.
El tratadista Vicenzo Manzini (4) sostiene que una ley es
ultractiva cuando continúa manteniendo su actividad sobre
hechos, relaciones y situaciones acaecidas durante su
imperio, pese a que ya rige sobre la misma materia, un
precepto posterior y de distinto contenido. Ella propone que
sea obligatoria aún después de haber sido formalmente
cesada o suspendida en su vigencia.
En materia penal opera previo acreditamiento de su
benignidad en favor del procesado, en relación a la norma
que ha sucedido en el tiempo.
209
La técnica jurídica de aplicación de las normas 210
210
La técnica jurídica de aplicación de las normas 211
211
La técnica jurídica de aplicación de las normas 212
212
La técnica jurídica de aplicación de las normas 213
213
La técnica jurídica de aplicación de las normas 214
214
La técnica jurídica de aplicación de las normas 215
215
La técnica jurídica de aplicación de las normas 216
216
La técnica jurídica de aplicación de las normas 217
217
La técnica jurídica de aplicación de las normas 218
218
La técnica jurídica de aplicación de las normas 219
En esta teoría se plantea que desde que entra en vigor una ley,
instaura, de una manera general y abstracta, derechos y
obligaciones que son susceptibles de concretarse para ciertas
personas.
219
La técnica jurídica de aplicación de las normas 220
220
La técnica jurídica de aplicación de las normas 221
CASOS:
RESOLUCION SUPREMA
221
La técnica jurídica de aplicación de las normas 222
222
La técnica jurídica de aplicación de las normas 223
RESOLUCION SUPREMA
223
La técnica jurídica de aplicación de las normas 224
RESOLUCION SUPREMA
224
La técnica jurídica de aplicación de las normas 225
El art. III del T.P. del C. Civil se inclina por la teoría de los
hechos cumplidos; a diferencia del texto de 1936 que se
inclinó por la teoría clásica (D. adquiridos).
225
La técnica jurídica de aplicación de las normas 226
226
La técnica jurídica de aplicación de las normas 227
227
La técnica jurídica de aplicación de las normas 228
Addendas y conclusiones.
228
La técnica jurídica de aplicación de las normas 229
solución de continuidad.
229
La técnica jurídica de aplicación de las normas 230
230
La técnica jurídica de aplicación de las normas 231
Estado o la extranjera.
Clasificación:
Sistema de la personalidad de la ley.
— Sistema de la nacionalidad.
231
La técnica jurídica de aplicación de las normas 232
232
La técnica jurídica de aplicación de las normas 233
3. SISTEMA ESTATUTARIO.
De fondo:
Estatutos Personales.
233
La técnica jurídica de aplicación de las normas 234
Estatutos reales.
De forma:
Estatutos sobre la forma de los actos jurídicos.
Los aspectos exteriores de un acto jurídico se rigen por la ley
del lugar en que se celebran.
b) Estatutos suþletivos .
Constituyen el régimen que permite que en circunstancias
especiales, se propugne la autonomía de la voluntad, dejando a
las partes el señalar que la ley a aplicarse.
234
La técnica jurídica de aplicación de las normas 235
El derecho sucesorio.
235
La técnica jurídica de aplicación de las normas 236
5. SISTEMA DE NACIONALIDAD.
236
La técnica jurídica de aplicación de las normas 237
237
La técnica jurídica de aplicación de las normas 238
238
La técnica jurídica de aplicación de las normas 239
239
La técnica jurídica de aplicación de las normas 240
240
La técnica jurídica de aplicación de las normas 241
242
La técnica jurídica de aplicación de las normas 243
243
244 Víctor García Toma
245
La técnica jurídica de aplicación de las normas 246
246
La técnica jurídica de aplicación de las normas 247
247
La técnica jurídica de aplicación de las normas 248
248
La técnica jurídica de aplicación de las normas 249
249
La técnica jurídica de aplicación de las normas 250
1. El exequátor.
250
La técnica jurídica de aplicación de las normas 251
251
La técnica jurídica de aplicación de las normas 252
252
La técnica jurídica de aplicación de las normas 253
IX EL AMBITO ESPACIAL EN LA
LEGISLACION PENAL PERUANA
El Código Penal establece que sus normas se aplican a toda
persona que comete un hecho punible en el territorio de la
República, salvo las excepciones contenidas en el Derecho
Internacional.
253
La técnica jurídica de aplicación de las normas 254
— Asilo diplómatico.
254
La técnica jurídica de aplicación de las normas 255
— Asilo territorial.
255
La técnica jurídica de aplicación de las normas 256
XI EL DERECHO DE EXTRADICION
256
La técnica jurídica de aplicación de las normas 257
257
La técnica jurídica de aplicación de las normas 258
Extradición activa.
Es aquella en que el Estado peruano es el sujeto requiriente.
El art. 2do, del Código Penal señala que éste es aplicable a todo
delito cometido en el extranjero, en los cinco (5) casos
siguientes:
258
La técnica jurídica de aplicación de las normas 259
— El Ministerio Público.
— El actor.
— La parte civil.
259
La técnica jurídica de aplicación de las normas 260
Atestado policial.
Acusación fiscal.
Auto de enjuiciamiento.
Sentencia condenatoria.
— Pruebas de cargo y descargo.
260
La técnica jurídica de aplicación de las normas 261
Extradición pasiva.
Es aquella en que el Estado peruano es el requerido. En este
caso, carece de relevancia que el sujeto solicitado sea residente,
turista, o mero transeúnte en el aeropuerto:
261
La técnica jurídica de aplicación de las normas 262
262
La técnica jurídica de aplicación de las normas 263
263
264
NOTAS AL CAPITULO IV
265
234 Víctor García Toma
4. VICENZO MANZINI.
7. AUT. CIT.
Ob. cit.
8. JULIÁN BONNECASE.
9. PAUL ROUBIER.
266
«Introducción al Derecho».
El Ateneo, Buenos Aires.
La técnica jurídica de aplicación de las
normas 235
«Normas de Derecho
Internacional». Edit. U. de
Lima. (s/f).
267
17. CFR. RAÚL FERRERO COSTA.
268
CONCORDANCIAS
269
270
CAPITULO V
LA TECNICA DE INTEGRACION DE
LAS NORMAS
1 POSTULADOS
Es evidente que ninguna norma, por minuciosa y de casuística
que sea, puede prever o adelantar la solución a la pluralidad de
casos que la realidad plantee. Como bien afirma el tratadista
José María Díaz Cousuelo: "La vida se renueva sin cesar y
nuevas necesidades se presentan que no caben dentro de la
fórmula rígida e inflexible de la ley". Asimismo señala que,
como problema solidario de todas las épocas, se manifiesta con
mayor intensidad en aquellos momentos en que se producen en
forma acelerada profundas transformaciones sociales.
272
La técnica de integración de las normas 273
273
La técnica de integración de las normas 274
Como bien afirma el tratadista Giorgio del Vecchio (3): "No hay
interferencia alguna entre los hombres, no hay controversia
posible, por muy complicada e imprevista que sea, que no
admita y exija una solución jurídico cierta.
274
La técnica de integración de las normas 275
275
La técnica de integración de las normas 276
Tipos DE LAGUNAS
El art. 248 del Código Civil señala que "el matrimonio inválido
produce efectos civiles respecto al cónyuge e hijos, si se
contrajo de buena fe, como si fuese un matrimonio disuelto por
el divorcio.
276
La técnica de integración de las normas 277
277
La técnica de integración de las normas 278
278
La técnica de integración de las normas 279
a) Contradicciones Técnico-Legales.
Aparecen cuando dos o más normas carecen de unidad en la
definición y conceptualización técnico-lógica. Tal el caso de la
denominación funcionario para las disciplinas como el D. Penal,
D. Constitucional y D. Administrativo.
b) Contradicciones de Principio.
279
La técnica de integración de las normas 280
280
La técnica de integración de las normas 281
La Equidad.
Los Principios Generales del Derecho.
281
La técnica de integración de las normas 282
282
La técnica de integración de las normas 283
283
La técnica de integración de las normas 284
Fundamentos Jus-Axiológicos.
284
La técnica de integración de las normas 285
— Fundamentos Ideológicos.
Se trata de axiomas o ideas fundamentales que usualmente
aparecen en la fórmula política vigente en un orden social
determinado. Se constituyen en el vector de lo que dicha
sociedad expresa acerca de su sistema jurídico. Por dicha razón
inspira a los legisladores y jueces.
285
La técnica de integración de las normas 286
286
La técnica de integración de las normas 287
287
La técnica de integración de las normas 288
288
La técnica de integración de las normas 289
11. Nadie puede transmitir a otro más derechos de los que tiene.
289
La técnica de integración de las normas 290
290
La técnica de integración de las normas 291
2. LA ANALOGÍA
291
La técnica de integración de las normas 292
292
La técnica de integración de las normas 293
293
La técnica de integración de las normas 294
294
La técnica de integración de las normas 295
ESQUEMA
Caso Previsto
Caso no Previsto
SUPUESTO DEBE SER CONSECUENCIA
295
La técnica de integración de las normas 296
Caso Previsto:
"La tierra está poblado por seres vivos de carne y hueso que
tienen protección jurídica"'
Caso no Previsto:
Requisitos
296
La técnica de integración de las normas 297
297
La técnica de integración de las normas 298
298
La técnica de integración de las normas 299
La Analogía de la Ley,
LA ANALOGIA DE LA LEY
299
La técnica de integración de las normas 300
— Normas
— Principio General
Sostiene que dado R + R deber ser RR.
— Caso no previsto
I Q
Se discute la facultad de un socio gestor de una
empresa en liquidación, de retener para sí
300
La técnica de integración de las normas 301
301
La técnica de integración de las normas 302
302
La técnica de integración de las normas 303
3. LA EQUIDAD
303
La técnica de integración de las normas 304
Clases de equidad.
Puede ser clasificada de las dos (2) maneras siguientes: Equidad
correctora.
Se establece como un criterio ponderador, juicioso y prudente en
la aplicación de una norma (tarea readaptativa). Sirve como
elemento de apoyo al intérprete o hermeneuta en la técnica de
interpretación
— integración normativa.
Se desempeña como correctivo de los defectos que acarree la
aplicación de una norma al ser aplicada a casos particulares y
concretos no previstos, de manera plenaria, por el legislador.
304
La técnica de integración de las normas 305
Equidad sustitutiva.
Se establece como un criterio integrador propiamente dicho
(tarea legisferante). Sirve como mecanismo de sustitución ante
la incuria, negligencia, ocio, autorización .o delegación por parte
del legislador. En este caso, la equidad es base exclusiva de una
decisión administrativa o judicial.
305
La técnica de integración de las normas 306
306
La técnica de integración de las normas 307
307
La técnica de integración de las normas 308
FUNCIONES DE LA EQUIDAD
308
La técnica de integración de las normas 309
309
La técnica de integración de las normas 310
310
La técnica de integración de las normas 311
Tal es el caso, entre otros, del art. 1953 del C.C. que señala: "El
juez apreciará las circunstancias que indujeron al gestor a
encargarse de la gestión para fijar la amplitud de su
responsabilidad, establecer el monto de los gastos que deben
reembolsársele y fijar la indemnización por los daños y
perjuicios que hubiera sufrido en el desempeño de la función".
311
La técnica de integración de las normas 312
El art. 1346 del mismo texto, vinculado con las obligaciones con
cláusula penal y referido específicamente a la reducción
equitativa de la pena, establece que: "El juez, a solicitud del
deudor, puede reducir equitativamente la pena cuando sea
manifiestamente excesiva o cuando la obligación principal
hubiese sido en parte o irregularmente cumplida".
312
La técnica de integración de las normas 313
VI EL CASO DE LA COSTUMBRE
El inc. 8vo. del art. 139 de la Carta Política señala
equivocadamente la costumbre como un modo de integración
jurídica, ya que doctrinariamente es en realidad una Fuente
Formal subsidiaria de la Ley. No obstante lo expuesto sobre la
costumbre puede referirse lo siguiente:
LA COSTUMBRE JURIDICA
Es frecuente en el lenguaje común utilizar indistintamente
expresiones tales como hábito, regla de trato social, uso y
costumbre jurídica, etc. Es por ello oportuno hacer un breve
deslinde.
— El hábito.
El hábito se entiende como un modo de obrar determinado. Ello
no conlleva una presión normativa; por ende, no encierra en sí
misma una idea del debe-ser.
313
La técnica de integración de las normas 314
Uso social.
Son aquellas prácticas que regulan aspectos no jurídicos. Sus
consecuencias no tienen relación alguna de deberderecho.
Uso convencional.
Expresa las prácticas de consenso general; así como aquellas
otras surgidas espontáneamente de estipulación y realización de
los contratos por razones de utilidad u oportunidad. Estas
últimas permiten interpretar o completar la voluntad de las
partes. Alcanzan juridicidad cuando la norma escrita se remita a
ellas para la solución de controversias judiciales.
314
La técnica de integración de las normas 315
1. Definición.
La costumbre jurídica es el conjunto de normas jurídicas
derivadas a la repetición más o menos constante de actos de
conducta uniforme, que han adquirido fuerza obligatoria por la
convicción social de la necesidad del respeto y acatamiento.
315
La técnica de integración de las normas 316
3. Características.
Ellas pueden ser expresadas en los siguientes seis (6) términos:
Racionalidad.
Ostenta la capacidad de alcanzar comportamientos jurídicos
coherentes con la razón. Ella no debe ser contraria a la moral,
ni contradecir los principios básicos sobre los que descansa el
Derecho.
Reconocimiento estatal.
Representa una regla emanada de la comunidad, que estando
reconocida como obligatoria por ella, se encuentra respaldada y
respetada por la organización estatal.
Espontaneidad.
316
La técnica de integración de las normas 317
Formación lenta.
No se instituye en un momento único y preciso. Al contrario, es
más bien un proceso de inducción normativa a partir de
conductas ejercitadas a lo largo del tiempo, por la presencia de
una generalidad de casos: Ello no implica necesariamente un
origen ancestral, ni un tiempo determinado para su aceptación.
Autor no conocido,
Carece de un legislador específico a quien atribuirle la creación
de la norma. En los hechos, es el grupo social en su conjunto
auien la convierte en pauta de cumplimiento obligatorio.
Imprecisión.
Carece de los contornos normativos exactos, claros y precisos
que sí tiene la ley.
4. Elementos.
Se puede establecer la existencia de dos (2) elementos
constitutivos:
Elemento material.
317
La técnica de integración de las normas 318
— Elemento espiritual.
Existe una conciencia de obligatoriedad en su cumplimiento;
así la OPINIO JURIS NECESSITATIS equivale a establecer
que los sujetos que la practican tienen la convicción que el
cumplir con la conducta prescrita, expresa una necesidad
jurídica inexorable dentro de la sociedad en que se encuentran
ubicados.
318
La técnica de integración de las normas 319
319
320
NOTAS AL CAPITULO V
"Introducción al Derecho".
Colección de Manuales
Jurídicos.
2. MÁXIMO PACHECO G.
6. CARLOS Coso.
7. KARL ENGLISH.
"Introducción al Pensamiento
Jurídico".
321
292 Víctor García Toma
8. ENNECERUS.
9. PHILIPP HECK.
322
"El Sistema Jurídico".
Colección de textos de la P.U.C.
La técnica de integración de las normas 293
"Introducción al Derecho".
Fondo de Cultura Económica.
"Introducción al
Derecho". Edit.
Amelio Fernández.
323
21. ARTURO CÁRDENAS KRENZ.
Tesis de Bachiller "La
Costumbre como Fuente del
Derecho Civil Peruano.
Conflicto entre Ley y Realidad
Social". Universidad de Lima.
324
325
INDICE
GENERAL
326
327
PRESENTACIÓN
CAPÍTULO 1
LA ESTRUCTURA JERÁRQUICA DE LAS
NORMAS EN EL ESTADO PERUANO
1 POSTULADOS 12
Unidad 12
Coherencia 12
Principio de constitucionalidad 15
Principio de legalidad 17
Principio de subordinación subsidiaria 17
— Las categorías 19
Indice general 329
— Los grados 19
— Antinomias indirectas 20
11 ESQUEMA JERÁRQUICO 24
I Las normas constitucionales y las normas con fuerza
constitucional 24 1.1. La constitución 24
1.2 Las leyes constitucionales 25
1.3 Los tratados con habilitación legislativa 26
2.2.dLos tratados 31
— Convención o acuerdos 33
329
Indice general 330
Protocolos 34
— Modus vivendi 34
— Actas 35
— Concordados 35
— Compromisos 35
— Cartas constitutivas 35
— Declaraciones 35
— Pactos 36
— Control parlamentario 42
330
Indice general 331
— Teoría de la revisión 47
— Teoría de la continuidad 47
— Reglamentos autónomos 52
331
Indice general 332
NOTAS AL CAPÍTULO 1 59
332
Indice general 333
CONCORDANCIAS 61
CAPÍTULO 11
LA TÉCNICA JURÍDICA DE
1. POSTULADOS 63
11. NOCIÓN 64
INTERNA
Primer aspecto
1. Las categorías 65
jurídicas
2. Las presunciones 69
333
Indice general 334
3. Las ficciones 71
4. Los conceptos 73
— El contenido 75
— La extensión 76
ELABORACIÓN DE LAS NORMAS
5. Las definiciones 77
6. Las constituciones jurídicas 80
— Sistemáticas 82
— Creadoras 82
Segundo aspecto
La codificación 82
334
Indice general 335
1, NOCIÓN EXTERNA 83
Plenitud sociológico-polìtica
— Comprensión global de la materia legislable
— Perfección de adaptación 84
— Necesidad de realización 85
La unidad legislativa 85
— Forma material 85
— Forma procesal 85
CAPÍTULO 111
LA TÉCNICAS JURÍDICA DE
335
Indice general 336
1. POSTULADOS 107
Los Hermeneutas o intérpretes 115 —
Los abogados litigantes 115 — Los
juristas y comentaristas 115
— Los magistrados 115 —
Los parlamentarios 116
Determinación subjetiva 117
Determinación objetiva 117
136
336
Indice general 337
136
137
137
137
139
139
337
Indice general 338
140
tinguir 140
o su
140
338
— Características 156
Indice general 339
— Proceso 157
CAPÍTULO IV
LA TÉCNICA JURÍDICA DE AMPUACIÓN DE IAS NORMAS
1. POSTULADOS 167
339
Indice general 340
340
Indice general 341
VI APLICACIÓN DE NORMA EN EL
ESPACIO 198
341
Indice general 342
342
Indice general 343
extranjero 218
1. El exequator 10
343
Indice general 344
CONCORDANCIAS 237
CAPÍTULO V
LA TÉCNICA DE INTEGRACIÓN DE LAS NORMAS
1. POSTULADOS 239
— La analógica 249
La equidad 249
344
Indice general 345
2. La analogía 261
Analogía y la interpretación extensiva 263
Esquema 265
— Requisitos 266
— Normas 270
345
Indice general 346
3. La equidad 273
Clases de equidad 274
— Integración .. 274
normativa
Equidad sustitutiva 275
- El Hábito 283
INDICE.
346
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
GUSTAVO ZAGREBELSKY
El siglo XIX es el siglo del «Estado de derecho» o, según la expresión alemana, del Rechtsstaat. En la
tipología de las formas de Estado, el Estado de derecho, o «Estado bajo el régimen de derecho», se
distingue del Machtstaat, o «Estado bajo el régimen de fuerza», es decir, el Estado absoluto característico
del siglo XVII, y del Polizeistaat, el «Estado bajo el régimen de policía», es decir, el régimen del
Despotismo ilustrado, orientado a la felicidad de los súbditos, característico del siglo XVIII. Con estas
fórmulas se indican tipos ideales que sólo son claros conceptualmente, porque en el desarrollo real de los
hechos deben darse por descontado aproximaciones, contradicciones, contaminaciones y desajustes
temporales que tales expresiones no registran. Éstas, no obstante, son útiles para recoger a grandes rasgos
los caracteres principales de la sucesión de las etapas históricas del Estado moderno.
La expresión «Estado de derecho» es ciertamente una de las más afortunadas de la ciencia jurídica
contemporánea. Contiene, sin embargo, una noción genérica y embrionaria, aunque no es un concepto
vacío o una fórmula mágica, como se ha dicho para denunciar un cierto abuso de la misma. El Estado de
derecho indica un valor y alude sólo a una de las direcciones de desarrollo de la organización del Estado,
pero no encierra en sí consecuencias precisas. El valor es la eliminación de la arbitrariedad en el ámbito
de la actividad estatal que afecta a los ciudadanos. La dirección es la inversión de la relación entre poder
y derecho que constituía la quintaesencia del Machtstaat y del Polizeistaat: no más rex facit legem, sino
lex facit regem.
Semejante concepto es tan abierto que todas las épocas, en función de sus exigencias, han podido llenarlo
de contenidos diversos más o menos densos, manteniendo así continuamente su vitalidad'. El propio
Estado constitucional, que es la forma de Estado típica de nuestro siglo, es presentado con frecuencia
como una versión particular del Estado de derecho. Esta visión no resulta necesariamente forzada, si
consideramos la elasticidad intrínseca del concepto, aunque para una mejor comprensión del mismo es
aconsejable no dejarse seducir por la continuidad histórica e intentar, por el contrario, poner en claro las
diferencias.
No cabe duda que el Estado de derecho ha representado históricamente uno de los elementos básicos de
las concepciones constitucionales liberales, aunque no es en absoluto evidente que sea incompatible con
otras orientaciones político-constitucionales. Antes al contrario, en su origen, la fórmula fue acuñada
para expresar el «Estado de razón» (Staat der Vernunft), o «Estado gobernado según la voluntad general
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
de razón y orientado sólo a la consecución del mayor bien general», idea perfectamente acorde con el
Despotismo ilustrado. Luego, en otro contexto, pudo darse de él una definición exclusivamente formal,
vinculada a la autoridad estatal como tal y completamente indiferente a los contenidos y fines de la
acción del Estado. Cuando, según la célebre definición de un jurista de la tradición autoritaria del
derecho público alemán6, se establecía como fundamento del Estado de derecho la exigencia de que el
propio Estado «fije y determine exactamente los cauces y límites de su actividad, así como la esfera de
libertad de los ciudadanos, conforme a derecho (in der Weise des Rechts)» y se precisaba que eso no
suponía en absoluto que el Estado renunciase a su poder o que se redujese «a mero ordenamiento jurídico
sin fines administrativos propios o a simple defensa de los derechos de los individuos», aún no se estaba
necesariamente en contra del Estado de policía, aunque se trasladaba el acento desde la acción libre del
Soberano a la predeterminación legislativa.
Dada la posibilidad de reducir el Estado de derecho a una fórmula carente de significado sustantivo desde
el punto de vista estrictamente político-constitucional, no es de extrañar que en la época de los
totalitarismos de entreguerras se pudiese originar una importante y reveladora discusión sobre la
posibilidad de definir tales regímenes como «Estados de derecho». Un sector de la ciencia constitucional
de aquel tiempo tenía interés en presentarse bajo un aspecto «legal», enlazando así con la tradición
decimonónica. Para los regímenes totalitarios se trataba de cualificarse no como una fractura, sino como
la culminación en la legalidad de las premisas del Estado decimonónico. Para los juristas de la
continuidad no existían dificultades. Incluso llegaron a sostener que los regímenes totalitarios eran la
«restauración» tras la pérdida de autoridad de los regímenes liberales que siguió a su democratización-
del Estado de derecho como Estado que, según su exclusiva voluntad expresada en la ley positiva,
actuaba para imponer con eficacia el derecho en las relaciones sociales, frente a las tendencias a la
ilegalidad alimentadas por la fragmentación y la anarquía social".
Con un concepto tal de Estado de derecho, carente de contenidos, se producía, sin embargo, un
vaciamiento que omitía lo que desde el punto de vista propiamente político-constitucional era, en
cambio, fundamental, esto es, las funciones y los fines del Estado y la naturaleza de la ley. El calificativo
de Estado de derecho se habría podido aplicar a cualquier situación en que se excluyese, en línea de
principio, la eventual arbitrariedad pública y privada y se garantizase el respeto a la ley, cualquiera que
ésta fuese. Al final, todos los «Estados», por cuanto situaciones dotadas de un orden jurídico, habrían
debido llamarse genéricamente «de derecho». Llegaba a ser irrelevante que la ley impuesta se resolviese
en medidas personales, concretas y retroactivas; que se la hiciera coincidir con la voluntad de un Führer,
de un Soviet de trabajadores o de Cámaras sin libertades políticas, en lugar de con la de un Parlamento
libre; que la función desempeñada por el Estado mediante la ley fuese el dominio totalitario sobre la
sociedad, en vez de la garantía de los derechos de los ciudadanos.
Al final, se podía incluso llegar a invertir el uso de la noción de Estado de derecho, apartándola de su
origen liberal y vinculándola a la dogmática del Estado totalitario. Se llegó a propiciar que esta
348
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Pero el Estado liberal de derecho tenía necesariamente una connotación sustantiva, relativa a las
funciones y fines del Estado. En esta nueva forma de Estado característica del siglo XIX lo que
destacaba en primer plano era «la protección y promoción del desarrollo de todas las fuerzas naturales
de la población, como objetivo de la vida de los individuos y de la sociedad». La sociedad, con sus
propias exigencias, y no la autoridad del Estado, comenzaba a
ser el punto central para la comprensión del Estado de derecho. Y la ley, de ser expresión de la voluntad
del Estado capaz de imponerse incondicionalmente en nombre de intereses trascendentes propios,
empezaba a concebirse como instrumento de garantía de los derechos.
En la clásica exposición del derecho administrativo de Otto Mayer, la idea de Rechtsstaat, en el sentido
conforme al Estado liberal, se caracteriza por la concepción de la ley como acto deliberado de un
Parlamento representativo y se concreta en: a) la supremacía de la ley sobre la Administración; b) la
subordinación a la ley, y sólo a la ley, de los derechos de los ciudadanos, con exclusión, por tanto, de
que poderes autónomos de la Administración puedan incidir sobre ellos; c) la presencia de jueces
independientes con competencia exclusiva para aplicar la ley, y sólo la ley, a las controversias surgidas
entre los ciudadanos y entre éstos y la Administración del Estado. De este modo, el Estado de derecho
asumía un significado que comprendía la representación electiva, los derechos de los ciudadanos y la
separación de poderes; un significado particularmente orientado a la protección de los ciudadanos frente
a la arbitrariedad de la Administración.
Con estas formulaciones, la tradicional concepción de la organización estatal, apoyada sólo sobre el
principio de autoridad, comienza a experimentar un cambio. El sentido general del Estado liberal de
derecho consiste en el condicionamiento de la autoridad del Estado a la libertad de la sociedad, en el
marco del equilibrio recíproco establecido por la ley. Éste es el núcleo central de una importante
concepción del derecho preñada de consecuencias.
Se habrá notado que los aspectos del Estado liberal de derecho indicados remiten todos a la primacía de
la ley frente a la Administración, la jurisdicción y los ciudadanos. El Estado liberal de derecho era un
Estado legislativo que se afirmaba a sí mismo a través del principio de legalidad.
349
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
El principio de legalidad, en general, expresa la idea de la ley como acto normativo supremo e
irresistible al que, en línea de principio, no es oponible ningún derecho más fuerte, cualquiera que sea su
forma y fundamento: ni el poder de excepción del rey y de su administración, en nombre de una superior
«razón de Estado», ni la inaplicación por parte de los jueces o la resistencia de los particulares, en
nombre de un derecho más alto (el derecho natural o el derecho tradicional) o de derechos especiales
(los privilegios locales o sociales).
La primacía de la ley señalaba así la derrota de las tradiciones jurídicas del Absolutismo y del Ancien
Régime. El Estado de derecho y el principio de legalidad suponían la reducción del derecho a la ley y la
exclusión, o por lo menos la sumisión a la ley, de todas las demás fuentes del derecho.
Pero ¿qué debemos entender en realidad por ley? Para obtener una respuesta podemos confrontar el
principio de legalidad continental con el rule o f law inglés.
En todas las manifestaciones del Estado de derecho, la ley se configuraba como la expresión de la
centralización del poder político, con independencia de los modos en que ésta se hubiese determinado
históricamente y del órgano, o conjunto de órganos, en que se hubiese realizado. La eminente «fuerza»
de la ley (force de la lo¡ - Herrschaft des Gesetzes) se vinculaba así a un poder legislativo capaz de
decisión soberana en nombre de una función ordenadora general.
En la soberanía legislativa estaba ínsita la fuerza formativa absoluta, pero también el deber de asumir por
entero el peso de todas las exigencias de regulación. Máximo poder, pero máxima responsabilidad. En
este sentido, el principio de legalidad no era más que la culminación de la tradición absolutista del Estado
y de las concepciones del derecho natural racional «objetivo» que habían sido su trasfondo y
350
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
justificación". El hecho de que el rey fuese ahora sustituido o apoyado por asambleas parlamentarias
cambiaba las cosas en muchos aspectos, pero no en la consideración de la ley como elemento de sostén o
fuerza motriz exclusiva de la gran máquina del Estado". El buen funcionamiento de la segunda coincidía
con la fuerza incondicionada de la primera.
Rule of law and not of men no sólo evocaba en general el topos aristotélico del gobierno de las leyes en
lugar del gobierno de los hombres, sino también la lucha histórico-concreta que el Parlamento inglés
había sostenido y ganado contra el absolutismo regio. En la tradición europea continental, la
impugnación del absolutismo significó la pretensión de sustituir al rey por otro poder absoluto, la
Asamblea soberana; en Inglaterra, la lucha contra el absolutismo consistió en oponer a las pretensiones
del rey los «privilegios y libertades» tradicionales de los ingleses, representados y defendidos por el
Parlamento. No hay modo más categórico de indicar la diferencia que éste: el absolutismo regio fue
derrotado, en un caso, como poder regio; en otro, como poder absoluto 19. Por eso, sólo en el primer caso
se abrió la vía a lo que será el absolutismo parlamentario por medio de la ley; en el segundo, la ley se
concebía solamente como uno de los elementos constitutivos de un sistema jurídico complejo, el
«common law», nacido de elaboración judicial de derecho de naturaleza y de derecho positivo, de razón
y de legislación, de historia y de tradiciones.
La historia inglesa, cien años antes que la continental, había hecho del Parlamento el órgano tutelar de
los derechos contra el absolutismo regio, mientras que los Parlamentos continentales postrevolucionarios
seguían más bien la vía de concentrar en sí mismos la suma potestad política bajo forma legislativa. La
originaria concepción inglesa de la ley como «producto de justicia», más que voluntad política soberana,
puede sorprender a quien tiene las ideas modeladas sobre la tradición constitucional de la Europa
continental, pero a la luz de los avatares históricos del constitucionalismo inglés no tiene nada de
incomprensible.
La naturaleza de órgano de garantía de las libertades inglesas armonizaba perfectamente, por lo demás,
con una concepción de la actividad parlamentaria más «jurisdiccional» que «política», en el sentido
continental`. Como es sabido, el Parlamento inglés tiene su origen en los consejos que el rey consultaba
para mejorar el derecho existente, que tenían -desde el punto de vista actual- carácter incierto. La
consulta, con frecuencia, venía determinada por los malos resultados del common law en los casos
concretos. Según las categorías actuales, podría hablarse de una función entre la normación y el juicio. El
351
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Por lo dicho, al menos en el origen del Parlamento inglés de la época moderna no se producía un salto
claro entre la producción del derecho mediante la actividad de los tribunales y la producción
«legislativa».
Circumstances, conveniency, expediency, probability se han señalado como criterios esenciales de esta
«extracción» del derecho a partir de los casos. Y en efecto, los progresos del derecho no dependían de
una cada vez más refinada deducción a partir de grandes principios racionales e inmutables (la scientia
iuris), sino de la inducción a partir de la experiencia empírica, ilustrada por los casos concretos (la iuris
prudentia), mediante challenge and answer, trial and error.
En esto radica toda la diferencia entre el Estado de derecho continental y el rule o f law británico. El rule
o f law -como se ha podido decir- se orienta originariamente por la dialéctica del proceso judicial, aun
cuando se desarrolle en el Parlamento; la idea del Rechtsstaat, en cambio, se reconduce a un soberano
que decide unilateralmente. Para el rule o f law, el desarrollo del derecho es un proceso inacabado,
históricamente siempre abierto. El Rechtsstaat, por cuanto concebido desde un punto de vista
iusnaturalista, tiene en mente un derecho universal y atemporal. Para el rule of law, el derecho se origina
a partir de experiencias sociales concretas. Según el Rechtsstaat, por el contrario, el derecho tiene la
forma de un sistema en el que a partir de premisas se extraen consecuencias, ex principüs derivationes.
Para el rule of law, el estímulo para el desarrollo del derecho proviene de la constatación de la
insuficiencia del derecho existente, es decir, de la prueba de su injusticia en el caso concreto. La
concepción del derecho que subyace al Rechtsstaat tiene su punto de partida en el ideal de justicia
abstracta. La preocupación por la injusticia da concreción y vida al rule of law. La tendencia a la justicia
aleja al Estado de derecho de los casos.
Estas contraposiciones reflejan los modelos iniciales, pero han cambiado muchas cosas al hilo de una
cierta convergencia entre los dos sistemas.
352
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
señalar, éstas sirven para esclarecer los caracteres originarios del Estado de derecho continental y mostrar
la existencia de alternativas basadas en concepciones no absolutistas de la ley. Más adelante veremos
cómo estas referencias pueden hablar un lenguaje que el Estado constitucional, en ciertos aspectos, ha
actualizado.
El principio de legalidad se expresaba de manera distinta según se tratase de la posición que los
ciudadanos asumían frente al mandato legislativo o de la posición que la Administración asumía frente a
dicho mandato.
La sumisión de la Administración a la ley se afirmaba con carácter general, pero eran varias las
formulaciones de esta sumisión y de significado no coincidente. No era lo mismo decir que la
Administración debía estar sujeta y, por tanto, predeterminada por la ley o, simplemente, delimitada por
ella". En el primer caso, prevalente en el «monismo» parlamentario francés donde sólo la Asamblea
representaba originariamente a la Nación y todos los demás órganos eran simples «autoridades»
derivadas", la ausencia de leyes -leyes que atribuyesen potestades a la Administración- significaba para
ésta la imposibilidad de actuar; en el segundo, extendido en Alemania y en las constituciones
«dualistas» de la Restauración, la ausencia de leyes -leyes que delimitasen las potestades de la
Administración comportaba, en línea de principio, la posibilidad de perseguir libremente sus propios
fines. La «ley previa», como garantía contra la arbitrariedad, era aquí tan sólo una recomendación válida
«en la medida en que fuese posible», no un principio inderogable.
Según la primera y más rigurosa concepción del principio de legalidad, el poder ejecutivo, carente de
potestades originarias, dependía íntegramente de la ley, que -como «por medio de un cuentagotas» 31- le
atribuía cada potestad singular. La capacidad de actuar del ejecutivo dependía de leyes de autorización y
sólo era válida dentro de los límites de dicha autorización. La segunda concepción, por el contrario,
atribuía al ejecutivo la titularidad originaria de potestades para la protección de los intereses del Estado,
circunscribiéndola solamente desde fuera por medio de leyes limitadoras.
En cualquier caso, sin embargo, se coincidía al menos en un punto, sin lo cual se habría contradicho
irremediablemente la esencia del Estado liberal de derecho. Aun cuando se sostuviese la existencia de
potestades autónomas del ejecutivo para la protección de los intereses unitarios del Estado, eso sólo
podía valer en la medida en que no se produjeran contradicciones con las exigencias de protección de los
derechos de los particulares, la libertad y la propiedad. Según una regla básica del Estado de derecho, las
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
regulaciones referentes a este delicado aspecto de las relaciones entre Estado y sociedad eran objeto de
una «reserva de ley» que excluía la acción independiente de la Administración. La tarea típica de la ley
consistía, por consiguiente, en disciplinar los puntos de colisión entre intereses públicos e intereses
particulares mediante la valoración respectiva del poder público y de los derechos particulares, de la
autoridad y de la libertad.
Ahora bien, es característico del Estado liberal de derecho el modo en que se establecía la línea de
separación entre Estado y ciudadanos. Según tal modelo, la posición de la Administración frente a la ley
se diferenciaba esencialmente de la de los particulares.
La ley, de cara a la protección de los derechos de los particulares, no establecía lo que la Administración
no podía hacer, sino, por el contrario, lo que podía. De este modo, los poderes de la Administración, en
caso de colisión con los derechos de los particulares, no se concebían como expresión de autonomía, sino
que se configuraban normalmente como ejecución de autorizaciones legislativas.
No habría podido decirse lo mismo de los particulares, para quienes regía justamente lo contrario: el
principio de autonomía, mientras no se traspasara el límite de la ley. Aquí la ley no era una norma que
debiera ser ejecutada, sino simplemente respetada como límite «externo» de la «autonomía contractual»
o, como también se decía, del «señorío de la voluntad» individual. Era así diferente el sentido de la ley en
cada caso: subordinación de la función administrativa, de cara a la protección del interés público
preestablecido legislativamente; simple regulación y limitación de la autonomía individual, en defensa
del interés individual.
Esta distinta posición frente a la ley, que diferenciaba a la Administración pública de los sujetos
privados, era la consecuencia de asumir, junto al principio de legalidad, el principio de libertad como
pilar del Estado de derecho decimonónico. La protección de la libertad exigía que las intervenciones de
la autoridad se admitiesen sólo como excepción, es decir, sólo cuando viniesen previstas en la ley. Por
eso, para los órganos del Estado, a los que no se les reconocía ninguna autonomía originaria, todo lo que
no estaba permitido estaba prohibido; para los particulares, cuya autonomía, por el contrario, era
reconocida como regla, todo lo que no estaba prohibido estaba permitido. La ausencia de leyes era un
impedimento para la acción de los órganos del Estado que afectara a los derechos de los ciudadanos;
suponía, en cambio, una implícita autorización para la acción de los particulares. Como acertadamente se
ha dicho33, libertad del particular en línea de principio, poder limitado del Estado en línea de principio.
Estas afirmaciones no son más que un modo de expresar los principios fundamentales de toda
Constitución auténticamente liberal, de todo Estado liberal de derecho: la libertad de los ciudadanos (en
ausencia de leyes) como regla, la autoridad del Estado (en presencia de leyes) como excepción". Tales
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
principios constituyen la inversión de los principios del «Estado de policía», fundado no sobre la libertad,
sino sobre el «paternalismo» del Estado, donde, en general, la acción de los particulares se admitía sólo
mediante autorización de la Administración, previa valoración de su adecuación al interés público. En el
Estado de policía, una sociedad de menores; en el Estado liberal, una sociedad de adultos.
El Estado de derecho es enemigo de los excesos, es decir, del uso «no regulado» del poder. La
generalidad de la ley comporta una «normatividad media», esto es, hecha para todos, lo que naturalmente
contiene una garantía contra un uso desbocado del propio poder legislativo.
La generalidad de la ley era, en fin, garantía de la imparcialidad del Estado respecto a los componentes
sociales, así como de su igualdad jurídica. En todas las Cartas constitucionales liberales del siglo XIX
está recogido el importante principio de la igualdad ante la ley como defensa frente a los «privilegios»
(etimológicamente: leges privatae) típicos de la sociedad preliberal del Antiguo régimen. Desde el punto
de vista del Estado de derecho, sólo podía llamarse ley a la norma intrínsecamente igual para todos, es
decir, a la norma general.
Vinculada a la generalidad estaba la abstracción de las leyes, que puede definirse como «generalidad en
el tiempo» y que consiste en prescripciones destinadas a valer indefinidamente y, por tanto, formuladas
355
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Por lo que se refiere al ejecutivo, poder en manos del Rey, la cuestión era más difícil no sólo política,
sino también constitucionalmente, pues latía la exigencia de garantizar el llamado «privilegio de la
Administración», de acuerdo con su naturaleza de actividad para la protección de los intereses públicos.
Esta función eminente de la Administración, ligada aún a lo que quedaba de la soberanía regia,
difícilmente podía conducir a la plena asimilación de su posición a la de cualquier otro sujeto del orden
jurídico. Desde luego, la Administración estaba subordinada a la ley, pero, dadas las premisas
constitucionales que derivaban de las raíces absolutistas de los ordenamientos continentales, difícilmente
podía pensarse que aquélla, como regla general, se situara en una posición de paridad con otros sujetos
no públicos y entrase en contacto con ellos mediante auténticas relaciones jurídicas.
Esta consideración explica las dificultades, los límites y, en todo caso, las peculiaridades que, pese a la
afirmación generalizada del principio de legalidad, se presentaron durante todo el siglo XIX a propósito
de la realización de dicho principio en relación con la Administración. Dificultades que alcanzaron su
grado máximo cuando se trató de organizar de forma concreta la supremacía de la ley por medio de
controles eficaces y externos a la propia Administración, como los judiciales.
356
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Sin embargo, y pese a las dificultades que encontraron para afirmarse plenamente, las dos vertientes del
principio de legalidad, en relación con los jueces y en relación con la Administración, aseguraban la
coherencia de las manifestaciones de voluntad del Estado, en la medida en que todas venían uniformadas
por el necesario respeto a la ley. No se planteaba, en cambio, porque aún no existía, la exigencia de
asegurar también la coherencia del conjunto de las leyes entre sí. Este punto es de importancia capital.
Cualquier ordenamiento jurídico, por el hecho de ser tal y no una mera suma de reglas, decisiones y
medidas dispersas y ocasionales, debe expresar una coherencia intrínseca; es decir, debe ser reconducible
a principios y valores sustanciales unitarios. En caso contrario se ocasionaría una suerte de «guerra civil»
en el derecho vigente, paso previo a la anarquía en la vida social.
Así pues, las leyes, al ocupar la posición más alta, no tenían por encima ninguna regla jurídica que
sirviese para establecer límites, para poner orden. Pero no había necesidad de ello. Jurídicamente la ley
lo podía todo, porque estaba materialmente vinculada a un contexto político-social e ideal definido y
homogéneo. En él se contenían las razones de los límites y del orden, sin necesidad de prever ninguna
medida jurídica para asegurarlos. El derecho entra en acción para suplir la carencia de una ordenación
expresada directamente por la sociedad, y no era éste el caso. Una sociedad política «monista» o
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
«monoclase», como era la sociedad liberal del siglo pasado, incorporaba en sí las reglas de su propio
orden.
Naturalmente, las consideraciones precedentes no son más que una drástica esquematización y
simplificación de acontecimientos bastante diferentes que se desarrollaron con características y ritmos
desiguales en los distintos países de la Europa continental. No obstante, en general puede constatarse un
movimiento unívoco de las fuerzas que animaban la legislación. Las fuerzas antagonistas, en lo esencial,
aparecían neutralizadas y no encontraban expresión en la ley. El proletariado y sus movimientos políticos
eran mantenidos alejados del Estado mediante la limitación del derecho de voto. El catolicismo -única
fuerza religiosa que habría podido plantear conflictos cuando no venía integrado en el derecho común
permanecía al margen del mismo, bien a consecuencia de una autoexclusión, como en Italia, bien debido
a la política concordataria que le reconocía un espacio separado del resto del ordenamiento, de manera
que así no comprometía la homogeneidad de la «legislación civil».
Estos principios del ordenamiento, es decir, su propia unidad, nacían, pues, de una unidad presupuesta
que, al ser fundamental, tampoco tenía que ser expresada formalmente en textos jurídicos. Sobre la base
de esta premisa, la ciencia del derecho podía mantener que las concretas disposiciones legislativas no
eran más que partículas constitutivas de un edificio jurídico coherente y que, por tanto, el intérprete podía
recabar de ellas, inductivamente o mediante una operación intelectiva, las estructuras que lo sustentaban,
es decir, sus principios. Este es el fundamento de la interpretación sistemática y de la analogía, dos
métodos de interpretación que, en presencia de una laguna, es decir, de falta de una disposición expresa
para resolver una controversia jurídica, permitían individualizar la norma precisa en coherencia con el
«sistema». La sistematicidad acompañaba, por tanto, a la «plenitud» del derecho.
No podríamos comprender esta concepción en su significado pleno si pensáramos «en la ley» como «en
las leyes» que conocemos hoy, numerosas, cambiantes, fragmentarias, contradictorias, ocasionales. La
ley por excelencia era entonces el código, cuyo modelo histórico durante todo el siglo XIX estaría
representado por el Código civil napoleónico. En los códigos se encontraban reunidas y exaltadas todas
las características de la ley. Resumámoslas: la voluntad positiva del legislador, capaz de imponerse
indiferenciadamente en todo el territorio del Estado y que se enderezaba a la realización de un proyecto
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
jurídico basado en la razón (la razón de la burguesía liberal, asumida como punto de partida); el carácter
deductivo del desarrollo de las normas, ex principiis derivationes; la generalidad y la abstracción, la
sistematicidad y la plenitud.
En verdad, el código es la obra que representa toda una época del derecho". Parecidas características
tenían también las otras grandes leyes que, en las materias administrativas, constituían la estructura de la
organización de los Estados nacionales.
No es que los regímenes liberales no conocieran otro derecho aparte de éste. Sobre todo en relación con
los grupos sociales marginados, las constituciones flexibles permitían intervenciones de excepción
(estado de sitio, bandos militares, leyes excepcionales, etc.) para contener la protesta política y
salvaguardar así la homogeneidad sustancial del régimen constitucional liberal. Pero tales intervenciones,
consistentes en medidas ad hoc, irreconducibles a los principios, temporales y concretas en
contradicción, por tanto, con los caracteres esenciales de la ley, según los cánones jurídicos liberales eran
consideradas como algo ajeno al ordenamiento, como actos episódicos incapaces de contradecir la
homogeneidad básica que lo inspiraba.
Una «ciencia del derecho» reducida a esto no habría podido reivindicar ningún valor autónomo. Era,
pues, apropiada la afirmación despectiva: tres palabras rectificadoras del legislador convierten bibliotecas
enteras en basura.
Pero esta vocación de la ciencia del derecho es la que ha sido mantenida por el positivismo acrítico en el
curso del siglo XIX -aun cuando existe distancia entre esta representación de la realidad y la realidad
misma- y todavía hoy suele estar presente, como un residuo, en la opinión que, por lo general
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
inconscientemente, tienen de sí mismos los juristas prácticos (sobre todo los jueces). Pero es un residuo
que sólo se explica por la fuerza de la tradición. El Estado constitucional está en contradicción con esta
inercia mental.
Quien examine el derecho de nuestro tiempo seguro que no consigue descubrir en él los caracteres que
constituían los postulados del Estado de derecho legislativo. La importancia de la transformación debe
inducir a pensar en un auténtico cambio genético, más que en una desviación momentánea en espera y
con la esperanza de una restauración.
La respuesta a los grandes y graves problemas de los que tal cambio es consecuencia, y al mismo tiempo
causa, está contenida en la fórmula del «Estado constitucional». La novedad que la misma contiene es
capital y afecta a la posición de la ley. La ley, por primera vez en la época moderna, viene sometida a una
relación de adecuación, y por tanto de subordinación, a un estrato más alto de derecho establecido por la
Constitución. De por sí, esta innovación podría presentarse, y de hecho se ha presentado, como una
simple continuación de los principios del Estado de derecho que lleva hasta sus últimas consecuencias el
programa de la completa sujeción al derecho de todas las funciones ordinarias del Estado, incluida la
legislativa (a excepción, por tanto, sólo de la función constituyente). Con ello, podría decirse, se realiza
de la forma más completa posible el principio del gobierno de las leyes, en lugar del gobierno de los
hombres, principio frecuentemente considerado como una de las bases ideológicas que fundamentan el
Estado de derecho. Sin embargo, si de las afirmaciones genéricas se pasa a comparar los caracteres
concretos del Estado de derecho decimonónico con los del Estado constitucional actual, se advierte que,
más que de una continuación, se trata de una profunda transformación que incluso afecta necesariamente
a la concepción del derecho.
360
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
La crisis de la vinculación de la Administración a la ley previa deriva de la superación, por parte del
aparato del Estado, de su función prevalentemente «garantizadora» -es decir, de su función de garantía
concreta de las reglas jurídicas generales y abstractas mediante actos aplicativos individuales y concretos
(prohibiciones, autorizaciones, habilitaciones, decisiones, etc.)- y de la asunción de tareas de gestión
directa de grandes intereses públicos. La realización de estas tareas de gestión requiere la existencia de
grandes aparatos organizativos que actúan necesariamente según su propia lógica, determinada por reglas
empresariales de eficiencia, exigencias objetivas de funcionamiento, intereses sindicales de los
empleados (por no hablar de las reglas informales, pero no por ello inexistentes, impuestas por el
patronazgo de los partidos políticos). Este conjunto de reglas es expresión de una lógica intrínseca a la
organización y refractaria a una normativa externa. He aquí un importante factor de crisis del principio
tradicional de legalidad.
Quienquiera que reflexione sobre su propia experiencia con las grandes organizaciones públicas
dedicadas a la gestión de intereses públicos, como por ejemplo la sanidad o la enseñanza, seguro que
podrá ofrecer muchos ejemplos de la fuerza ineluctable de la que podríamos llamar la concreta
«legislatividad de la organización». Frente a ella, el principio de legalidad, es decir, la predeterminación
legislativa de la actuación administrativa, está fatalmente destinado a retroceder.
Se afirma así un principio de autonomía funcional de la Administración que, en el ámbito de leyes que
simplemente indican tareas, restablece situaciones de supremacía necesarias para el desempeño de las
mismas, atribuyendo implícitamente, en cada caso, las potestades que se precisan para su realización". En
estos supuestos no podría hablarse, salvo a costa de un malentedido, de mera ejecución de la ley. En
presencia de objetivos sustanciales de amplio alcance, indicados necesariamente mediante formulaciones
genéricas y cuya realización supone una cantidad y variedad de valoraciones operativas que no pueden
ser previstas, la ley se limita a identificar a la autoridad pública y a facultarla para actuar en pro de un fin
de interés público. Para todo lo demás, la Administración actúa haciendo uso de una específica
autonomía instrumental, cuyos límites, en relación con el respeto a las posiciones subjetivas de terceros,
resultan fundamentalmente imprecisos.
361
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En segundo lugar, se produce también una pérdida de la posición originaria de los particulares frente a la
ley en numerosos sectores del derecho que ya no se inspiran en la premisa liberal de la autonomía como
regla y del límite legislativo como excepción.
No es sólo que la ley intervenga para orientar, esto es -como suele decirse- para enderezar la libertad
individual a fines colectivos (como en el caso de la propiedad y la iniciativa económica), autorizando a la
Administración a poner en marcha medidas «conformadoras» de la autonomía privada. Es que además,
en determinados sectores particularmente relevantes por la connotación «social» del Estado
contemporáneo, se niega el principio de la libertad general salvo disposición legislativa en contrario. En
su lugar se establecen prohibiciones generales como presupuesto de normas o medidas particulares que
eventualmente las remuevan en situaciones específicas y a menudo tras el pago de sumas en concepto de
títulos diversos. Piénsese en las actividades relacionadas con la utilización de bienes escasos de interés
colectivo, y por ello particularmente «preciosos» (el suelo, los bienes ambientales en general). La
tendencia es a considerarlas prohibidas en general, salvo autorización cuando sean compatibles con el
interés público, situación que deberá ser valorada por la Administración en cada caso, y mediante pago
por el particular de sumas equivalentes a la incidencia sobre la colectividad de la utilización privada del
bien.
Presumiblemente, en una lógica no muy distinta está también destinada a inspirarse -en los casos en que
el derecho consiga establecer su primacía- la regulación jurídica de la aplicación de la tecnología a otro
bien «precioso» para la sociedad, la vida. Todo lo relacionado con las intervenciones artificiales sobre la
vida humana (genética, reproducción, extracción y trasplante de órganos, interrupción voluntaria del
embarazo, suicidio y eutanasia) está regulado, y aún lo estará más, mediante prohibiciones generales,
salvo las excepciones establecidas positivamente. De este modo, frente a los peligros de una libertad sin
responsabilidad, resurge la llamada a un «paternalismo» del Estado del que quizás no pueda prescindirse
en asuntos como éstos.
Por ello, hoy ya no es posible razonar en general partiendo de las premisas del principio de legalidad
decimonónico. El significado que debe atribuirse a la ausencia de leyes es una cuestión que habrá de
resolverse dependiendo de los distintos sectores del ordenamiento jurídico, en algunos de los cuales se
podrá mantener la existencia de normas generales implícitas de libertad, mientras que en otros deberá
reconocerse si acaso la existencia, por así decirlo, de normas generales prohibitivas. La regla liberal
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
clásica, según la cual las actividades privadas siempre son lícitas si no vienen expresamente prohibidas
por la ley, invierte su sentido en algunos supuestos y, en cualquier caso, ya no puede ser afirmada con
carácter general.
Hoy día ya no se mantienen los caracteres liberales de la ley, concebida como límite a la situación de
libertad «natural» presupuesta en favor de los particulares. Separada de este contexto general de
referencia, en el que actuaba estableciendo los límites entre dos ámbitos perfectamente distinguibles, el
de la autoridad pública y el de la libertad privada, la ley ha perdido el sentido de la orientación,
haciéndose temible por lo imprevisible de su dirección.
La época actual viene marcada por la «pulverización» del derecho legislativo, ocasionada por la
multiplicación de leyes de carácter sectorial y temporal, es decir, «de reducida generalidad o de bajo
grado de abstracción», hasta el extremo de las leyes-medida y las meramente retroactivas, en las que no
existe una intención «regulativa» en sentido propio: en lugar de normas, medidas.
Sintéticamente, las razones de la actual desaparición de las características «clásicas» de la ley pueden
buscarse sobre todo en los caracteres de nuestra sociedad, condicionada por una amplia diversificación
de grupos y estratos sociales que participan en el «mercado de las leyes».
Dichos grupos dan lugar a una acentuada diferenciación de tratamientos normativos, sea como
implicación empírica del principio de igualdad del llamado «Estado social» (para cada situación una
disciplina adecuada a sus particularidades), sea como consecuencia de la presión que los intereses
corporativos ejercen sobre el legislador. De ahí la explosión de legislaciones sectoriales, con la
consiguiente crisis del principio de generalidad.
La creciente vitalidad de tales grupos determina además situaciones sociales en cada vez más rápida
transformación que requieren normas jurídicas ad hoc, adecuadas a las necesidades y destinadas a perder
rápidamente su sentido y a ser sustituidas cuando surjan nuevas necesidades. De ahí, la crisis del
principio de abstracción.
363
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
A estas explicaciones debe añadirse aún la cada vez más marcada «contractualización» de los contenidos
de la ley. El acto de creación de derecho legislativo es la conclusión de un proceso político en el que
participan numerosos sujetos sociales particulares (grupos de presión, sindicatos, partidos). El resultado
de este proceso plural está, por su naturaleza, marcado por el rasgo de la ocasionalidad. Cada uno de los
actores sociales, cuando cree haber alcanzado fuerza suficiente para orientar en su propio favor los
términos del acuerdo, busca la aprobación de nuevas leyes que sancionen la nueva relación de fuerzas. Y
esta ocasionalidad es la perfecta contradicción de la generalidad y abstracción de las leyes, ligadas a una
cierta visión racional del derecho impermeable al puro juego de las relaciones de fuerza.
La ley -en este punto de su historia- ya no es la expresión «pacífica» de una sociedad política
internamente coherente, sino que es manifestación e instrumento de competición y enfrentamiento social;
no es el final, sino la continuación de un conflicto; no es un acto impersonal, general y abstracto,
expresión de intereses objetivos, coherentes, racionalmente justificables y generalizables, es decir, si se
quiere, «constitucionales», del ordenamiento. Es, por el contrario, un acto personalizado (en el sentido de
que proviene de grupos, identificables de personas y está dirigido a otros grupos igualmente
identificables) que persigue intereses particulares.
La ley, en suma, ya no es garantía absoluta y última de estabilidad, sino que ella misma se convierte en
instrumento y causa de inestabilidad. Las consecuencias de la ocasionalidad de las coaliciones de
intereses que ella expresa se multiplican, a su vez, en razón del número progresivamente creciente de
intervenciones legislativas requeridas por las nuevas situaciones constitucionales materiales. El acceso al
Estado de numerosas y heterogéneas fuerzas que reclaman protección mediante el derecho exige
continuamente nuevas reglas e intervenciones jurídicas que cada vez extienden más la presencia de la ley
a sectores anteriormente abandonados a la regulación autónoma de los mecanismos sociales espontáneos,
como el orden económico, o dejados a la libre iniciativa individual, como era la beneficencia, hoy
respaldada o sustituida por la intervención pública en la asistencia y en la seguridad social. En estos
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
campos, en los que las leyes actúan sobre todo como medidas de apoyo a este o aquel sujeto social y
vienen determinadas más por cambiantes relaciones de fuerza que por diseños generales y coherentes, la
inestabilidad es máxima y se hace acuciante la exigencia de protección frente a la ocasionalidad de los
acuerdos particulares que impulsan la legislación.
La consecuencia es el carácter cada vez más compromisorio del producto legislativo, tanto más en la
medida en que la negociación se extienda a fuerzas numerosas y con intereses heterogéneos., Las leyes
pactadas, para poder conseguir el acuerdo político y social al que aspiran, son contradictorias, caóticas,
oscuras y, sobre todo, expresan la idea de que -para conseguir el acuerdo- todo es susceptible de
transacción entre las partes, incluso los más altos valores, los derechos más intangibles.
Además de ser consecuencia del pluralismo político-social que se manifiesta en la ley del Parlamento, los
ordenamientos actuales también son el resultado de una multiplicidad de fuentes que es, a su vez,
expresión de una pluralidad de ordenamientos «menores» que viven a la sombra del estatal y que no
siempre aceptan pacíficamente una posición de segundo plano53. A este respecto, se ha hablado de
«gobiernos particulares» o «gobiernos privados» que constituyen ordenamientos jurídicos sectoriales o
territoriales.
De tales ordenamientos, algunos pueden considerarse enemigos del estatal y ser combatidos por ello,
pero otros pueden ser aceptados para concurrir con las normas estatales en la formación de un
ordenamiento de composición plural. De este modo, la estatalidad del derecho, que era una premisa
esencial del positivismo jurídico del siglo pasado, es puesta en tela de juicio y la ley se retrae con
frecuencia para dejar sectores enteros a regulaciones de origen diverso, provenientes bien de sujetos
públicos locales, en conformidad con la descentralización política y jurídica que marca de forma
característica la estructura de los Estados actuales, bien de la autonomía de sujetos sociales colectivos,
como los sindicatos de trabajadores, las asociaciones de empresarios y las asociaciones profesionales.
Tales nuevas fuentes del derecho, desconocidas en el monismo parlamentario del siglo pasado, expresan
autonomías que no pueden insertarse en un único y centralizado proceso normativo. La concurrencia de
fuentes, que ha sustituido al monopolio legislativo del siglo pasado, constituye así otro motivo de
dificultad para la vida del derecho como ordenamiento.
Según lo que se acaba de describir, hoy debe descartarse completamente la idea de que las leyes y las
otras fuentes, consideradas en su conjunto, constituyan de por sí un ordenamiento como podía suceder en
365
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
el siglo pasado-. La crisis de la idea de código es la manifestación más clara de este cambio. En estas
condiciones, la exigencia de una reconducción a unidad debe tener en cuenta la crisis del principio de
legalidad, determinada por la acentuada pérdida de sentido, pulverización e incoherencia de la ley y de
las otras fuentes del derecho.
No debe pensarse que la inagotable fragua que produce una sobreabundancia de leyes y otras normas sea
una perversión transitoria de la concepción del derecho, pues responde a una situación estructural de las
sociedades actuales. El siglo xx ha sido definido como el del «legislador motorizado» en todos los
sectores del ordenamiento jurídico, sin exclusión de ninguno. Como consecuencia, el derecho se ha
«mecanizado» y «tecnificado». Las Constituciones contemporáneas intentan poner remedio a estos
efectos destructivos del orden jurídico mediante la previsión de un derecho más alto, dotado de fuerza
obligatoria incluso para el legislador. El objetivo es condicionar y, por tanto, contener, orientándolos, los
desarrollos contradictorios de la producción del derecho, generados por la heterogeneidad y
ocasionalidad de las presiones sociales que se ejercen sobre el mismo. La premisa para que esta
operación pueda tener éxito es el restablecimiento de una noción de derecho más profunda que aquélla a
la que el positivismo legislativo lo ha reducido.
Como la unidad del ordenamiento ya no es un dato del que pueda simplemente tomarse nota, sino que se
ha convertido en un difícil problema, la antigua exigencia de someter la actividad del ejecutivo y de los
jueces a reglas generales y estables se extiende hasta alcanzar a la propia actividad del legislador. He
aquí, entonces, la oportunidad de cifrar dicha unidad en un conjunto de principios y valores
constitucionales superiores sobre los que, a pesar de todo, existe un consenso social suficientemente
amplio. El pluralismo no degenera en anarquía normativa siempre que, pese a la diferencia de estrategias
particulares de los grupos sociales, haya una convergencia general sobre algunos aspectos estructurales
de la convivencia política y social que puedan, así, quedar fuera de toda discusión y ser consagrados en
un texto indisponible para los ocasionales señores de la ley y de las fuentes concurrentes con ella.
La ley, un tiempo medida exclusiva de todas las cosas en el campo del derecho, cede así el paso a la
Constitución y se convierte ella misma en objeto de medición. Es destronada en favor de una instancia
más alta. Y esta instancia más alta asume ahora la importantísima función de mantener unidas y en paz
sociedades enteras divididas en su interior y concurrenciales. Una función inexistente en otro tiempo,
cuando la sociedad política estaba, y se presuponía que era en sí misma, unida y pacífica. En la nueva
situación, el principio de constitucionalidad es el que debe asegurar la consecución de este objetivo de
unidad.
366
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En primer lugar, lo que se viene operando en éste no es en absoluto una unificación, sino una serie de
divisiones, cuya composición en unidad no puede proponerse en los términos lineales con que en el
pasado se realizaba la coherencia del ordenamiento bajo la ley.
A este respecto, podemos decir, a grandes rasgos, que lo que caracteriza al «Estado constitucional» actual
es ante todo la separación entre los distintos aspectos o componentes del derecho que en el Estado de
derecho del siglo XIX estaban unificados «reducidos» en la ley. Para expresar cumplidamente la
soberanía histórico-política de la clase social dueña de la ley y para hacerse posible en la práctica, la
«soberanía» de la ley debía suponer también la reconducción y, por tanto, la reducción a la propia ley de
cualquier otro aspecto del derecho. En esta reconducción y reducción consistía propiamente -como se ha
dicho- el positivismo jurídico, es decir, la teoría y la práctica jurídica del Estado de derecho
decimonónico. Si el positivismo todavía no ha sido abandonado ni en la teoría ni en la práctica jurídica
del tiempo presente, y si los juristas continúan considerando su labor básicamente como un servicio a la
ley, aunque integrada con la «ley constitucional», no es porque aún pueda ser válido en la nueva
situación, sino porque las ideologías jurídicas son adaptables. La supervivencia «ideológica» del
positivismo jurídico es un ejemplo de la fuerza de inercia de las grandes concepciones jurídicas, que a
menudo continúan operando como residuos, incluso cuando ya han perdido su razón de ser a causa del
cambio de las circunstancias que originariamente las habían justificado.
Antes de pasar a considerar su modo de componerse, es preciso prestar atención a las separaciones que
constituyen la novedad fundamental de los ordenamientos jurídicos del siglo XX y que hacen del
iuspositivismo decimonónico un puro y simple residuo histórico.
367
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
CXX NOTAS
1. Nótese el orden de construcción de las fórmulas compuestas Staatsrecht (supra, p. 11), y
Rechtsstaat, en cada una de las cuales el significado fuerte corresponde al primero de los dos
términos.
2. Indicaciones en P. Kunig, Das Rechtsstaatsprinzip, Mohr, Tübingen, 1986, cap. 1.
3. K. Eichenberger, « Gesetzgebung im Rechtsstaat», en Veroffentlichungen der Vereinigung der
Deutschen Staatsrechtslehrer, W. de Gruyter, Berlin-New York, 1982, p. 8.
4. K. T. Weicker, Die letzten Gründe von Recht, Staat and Strafe (1813), reed. Scientia, Aalen, 1964,
pp. 25-26 y 71 ss.
5. J. C. F. von Aretin, «Staatsrecht der konstitutionellen Monarchie» (1824), citado en E. W.
Bókenfórde, Entstehung and Wandel des Rechtsstaatsbegriffs (1969), ahora en Recht, Staat,
Freiheit, Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1991, p. 145.
6. F. J. Stahl, Philosophie des Rechts II, Rechts- and Staatslehre auf der Grundlage christlicher
Weltanschauung, parte II, libro IV (1878), reimpresión G. Olms, Hildesheim, 51963, pp. 137138.
7. La discusión -que en Alemania implicó no sólo al ámbito de los juristas, como C. Schmitt, O.
Koellreutter, J. Binder, E. R. Huber y E. Forsthoff, sino también a un círculo de hombres del
régimen, como J. Frank y H. Goring- fue reconstruida por F. Neumann, The Governance of the Rule
of Law. An Investigation into the Relationship between the Political Theory, the Legal System and
the Social Background in the Competitive Society, 1936 [trad. alemana Die Herrschaft des Gesetzes,
Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1980, pp. 249 ss.]. Para la discusión en Italia, cf. P. Bodda, Lo stato di
diritto, Milano, 1935; E. Allorio, «L'ufficio del giurista nello Stato unitario»: Jus (1942), p. 282. Para
el debate en cuestión, C. Lavagna, La dottrina nazionalsocialista del diritto e dello Stato, Giuffré,
Milano, 1938, pp. 71 ss.; F. Pierandrei, I diritti subbiettivi pubblici nell'evoluzione della dottrina
germanica, Giappichelli, Torino, 1940, pp. 225 ss.
Entre todas, resulta elocuente la doble posición asumida por C. Schmitt, quien en un primer momento
sostuvo la irreductibilidad del nuevo Estado a los principios del Rechtsstaat, considerado este último
sustancialmente como un concepto del liberalismo («Nationalsozialismus and Rechtsstaat»: Juristische
Wochenschrift [1934], pp. 17 ss.) y después, adecuándose al ambiente oficial, se dispuso a aceptar la tesis
de la continuidad, pese a desvalorizar el significado global de la discusión mediante la reducción del
«Estado de derecho» a un concepto exclusivamente formal («Was bedeutet der Streit um den
"Rechtsstaat"?»: Zeitschrift für die gesamte Staatswissenschaft [1935], pp. 189 ss.). En esta segunda
ocasión, se suprimía del concepto de Rechtsstaat cualquier connotación (o incrustación) sustancial-
constitucional mediante su total formalización y tecnificación.
8. M. Fioravanti, «Costituzione e Stato di diritto»: Filosofía política 2 (1991), pp. 325 ss.
368
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
9. Así, en consonancia con su genérica desvalorización de todo concepto que no fuese exclusivamente
formal, H. Kelsen, Teoría pura del Derecho (1960), trad. de R. Vernengo, UNAM, México, 1979, p.
315; Id., Der soziologische und der juristische Staatsbegriff. Kritische Untersuchung des
Verháltnisses von Staat und Recht, Mohr, Tübingen,-1928, p. 191.
10. C. Schmitt, «Was bedeutet der Streit um den "Rechtsstaat"?», cit., p. 201.
11. R. v. Mohl, Encyklopddie der Staatswissenschaften, Siebeck, Freiburg-Tübingen, 21872, p. 106.
Sobre las transformaciones de las concepciones originarias del Rechtsstaat, D. Grimm, «Die
deutsche Staatsrechtslehre zwischen 1750 und 1945» (1984), ahora en Recht und Staat der
bürgerlichen Gesellschaft, Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1987, pp. 298 ss. y E. W. Bóckenfórde,
«Entstehung und Wandel des Rechtsstaatsbegriffs», cit., pp. 144 ss.
12. O. Mayer, Derecho administrativo alemán (1904), trad. de H. H. Heredia y E. Krotoschin, Depalma,
Buenos Aires, 1982, vol. 1, pp. 72 ss.
13. Por ejemplo, E. W. Bóckenfórde, « Geschichtliche Entwicklung und Bedeutungswandel der
Verfassung», en A. Buschmann (ed.), Festschrift für R Gmür zur 70. Geburtstag, Gieseking,
Bielefeld, 1983,p. 10.
14. C. Schmitt, Legalidad y legitimidad (1932), trad. de J. Díaz García, Aguilar, Madrid, 1971.
15. A. de Tocqueville, El Antiguo Régimen y la Revolución (1856), trad. D. Sánchez de Aleu, Alianza,
Madrid,1982, p. 58, cita una ilustrativa carta del 1790 de Mirabeau a Luis XVI en la que dice:
«Comparad el nuevo estado de cosas con el antiguo régimen; esta comparación consuela y hace
nacer la esperanza. Una parte de los actos de la Asamblea nacional, la más importante, es claramente
favorable al gobierno monárquico. ¿No significa nada, pues, no tener Parlamento (el Parlamento
nobiliario del Antiguo régimen, que controlaba los actos del rey), ni países de estados, ni cuerpos del
clero, de la nobleza, de los privilegiados? La idea de no formar más que una sola clase de ciudadanos
le hubiese agradado a Richelieu: esta superficie completamente igual facilita el ejercicio del poder.
Muchos reinados de gobierno absoluto no habrían hecho tanto por la autoridad real como este solo
año de revolución».
16. Sobre las metáforas mecánicas del Estado y su significado en el ámbito de las concepciones del
Estado, O. Mayr, Authority, Liberty and Automatic Machinery in Early Modere Europe (1986), trad.
¡t. La bilancia e l'orologio. Liberta e autoritá nel pensiero politico dell'Europa moderna, II Molino,
Bologna, 1988. La tradición continental absolutista se reconduce a la imagen del reloj, es decir, del
mecanismo capaz de funcionar sólo si el movimiento se le confiere desde el exterior, desde la fuerza
que puede operar como la cuerda: al margen ya de la metáfora, la ley del Soberano. La tradición
antiabsolutista británica, en cambio, se refleja en la imagen de la balanza, cuyo funcionamiento
consiste en el equilibrio y se determina a través de un juego interno de acciones y reacciones que
actúan por el reequilibrio. Además, B. Stollberg-Riligne, «Der absolute deutsche Fürstenstaat als
Maschine», en Annali dell'Istituto storico ítalo-germanico in Trento, Il Molino, Bologna, 1989, pp.
99 ss.; S. Smid, «Recht und Staat als "Maschine". Zur Bedeutung einer Metapher», en Der Staat,
1988, pp. 325 ss. y F. Rigotti, Metafore della política, II Molino, Bologna, 1989, sobre todo, pp. 61
ss.
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17. L. Paulson, «Teorie giuridiche e Rule of Law», en P. Comanducci y-R. Guastini (coords.), Analisi e
diritto 1992, Giappichelli, Torino, 1992, pp. 251 ss.
18. D. N. MacCormick, «Der Rechtsstaatund die rule of law»: Juristenzeitung (1984), pp. 65 ss.
19. Sobre el desarrollo del rule of law en la época del conflicto entre Jacobo I y el Parlamento en las
primeras décadas del siglo xvii, K. Kluxen, Geschichte und Problematik des Parlamentarismus,
Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1983, pp. 50 ss.
20. Sobre el significado doblemente antiabsolutista de la defensa del common law hecha por Edward
Coke, tanto contra el absolutismo regio como contra el absolutismo parlamentario, K. Kluxen, op.
cit.
21. R. Dreier, «Recht und Gerechtigkeit» (1982), ahora en Recht - Staat - Vernunft, Suhrkamp, Frankfurt
a. M., 1991, pp. 24 ss. y G. Bognetti, «I diritti costituzionali nell'esperienza costituzionale»: Quaderni
di Justitia (Milano) 27 (1977), p. 27, nota 4.
22. J. Habermas, Morale, diritto, politica, Einaudi, Torino, 1992, p. 70; R. Dreier, op. cit.; M. Kriele, op.
cit., pp. 106 ss.
23. U. Mattei, Common Law. Il diritto anglo-americano, Utet, Torino, 1992, pp. 77 ss.
24. K. Kluxen, «Die geistesgeschichtlichen Grundlagen des englischen Parlamentarismus», en Id.
(coord.), Parlamentarismus, Athenáum, Berlin,'1980, p. 103.
25. M. Kriele, Introducción ala Teoría del Estado (1975), trad. de E. Bulygin, Depalma, Buenos Aires,
1980, pp. 146 ss.
26. A. V. Dicey, Introduction to the Study of the Law of the Constitution, Macmillan, London, >1915,
pp. XXXVI SS.
27. K. Eichenberger, Gesetzgebung ¡in Rechtsstaat, cit., p. 9.
28. Por ejemplo, R. Carré de Malberg, La lo¡, expression de la volonté générale, Sirey, Paris, 1931, pp.
17 y 29 ss.
29. O. Mayer, op. cit., vol. 1, pp. 80 y 84 (en las posteriores ediciones de esta obra, la idea de la potestad
originaria del ejecutivo aún queda más puesta en evidencia, al observar que compete a éste «vivir y
actuar, incluso en ausencia de una ley que dirija su acción»).
30. O. Ranelletti, Principi di diritto amministrativo, vol. 1, Pierro, Napoli, 1912, p. 143.
31. R. Carré de Malberg, op. cit., p.30.
32. La fórmula «ley en sentido material» -en contraposición a la ley en sentido meramente formal- hacía
referencia a las normas que incidían sobre la libertad y los derechos individuales, y, dada la ideología
jurídica del Estado liberal de derecho, ésta era la «auténtica» tarea de la ley. Este concepto tenía un
significado desde el punto de vista de la división de poderes constitucionales. En las constituciones
dualistas, en efecto, la función de dictar normas legislativas sólo en sentido formal (referentes a la
organización y a la acción del Estado, sin consecuencias directas sobre los derechos de los
particulares) podía dejarse en manos del gobierno. Sobre el tema, P. Laband, Das Staatsrecht des
deutschen Reiches, vol. II, Mohr, Freiburg i. Br., `1887, pp. 226 ss.
33. C. Schmitt, Teoría de la Constitución (1928), trad. y prólogo de F. Ayala con un epílogo de M.
García Pelayo, Alianza, Madrid, 1982.
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34. El antecedente famoso de esta concepción está contenido en el artículo 5 de la Declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano de 1789: «La Loi n'a le droit défendre que les actions nuisibles
a la société. Tout ce qui n'est pas défendu par la Loi ne peut étre contraint á faire ce qu'elle n'ordonne
pas».
35. La discusión indicada en el texto volvió a cobrar actualidad a propósito del así llamado «Estado
administrativo», una continuación tardo-decimonónica de temáticas del Estado de policía. Se trataba
de definir el significado del «silencio legislativo», del «espacio vacío de derecho». La doctrina
liberal, en contraste con la proclive a la autoridad, sostenía que las intervenciones administrativas
praeter legem deberían considerarse ilegítimas, en la medida en que entran en contradicción con la
llamada <'norma general exclusiva» de libertad, según la cual todo lo que no está expresamente
prohibido está permitido.
Los términos de la discusión en F. Cammeo, «Della manifestazione della volonté dello Stato nel campo
del diritto amministrativo», en V. E. Orlando (comp.), Primo trattato completo di diritto amministrativo
italiano Ill, Societá Editrice Librarla, Milano, 1901, p. 143; D. Donati, Il problema delle lacune
nell'ordinamento giuridico, Societá Editrice Libraria, Milano, 1910; O. Rannelletti, op. cit., vol. 1, pp.
279 ss. (los primeros para los principios del Estado de derecho, el último, para los del Estado
administrativo). Sobre este debate histórico, R. Guastini, «Completezza e analogia. Studi sulla teoria
generale del diritto italiano del primo Novecento», en Materiali per una storia della cultura giuridica,
recopilados por G. Tarello, vol. VI, 11 Mulino, Bologna, 1976, pp. 513 ss.; y M. Fioravanti,
«Costituzione, amministrazione e trasformazione dello Stato», en A. Schiavone (coord.), Stato e cultura
giuridica in Italia dall'Unitá alla Repubblica, Laterza, Bar¡, 1990, p. 36.
36. A partir de estos elementos, los modelos ideales de la generalidad de la ley en el siglo xix liberal se
asientan en la süreté como condición de la libertad de la que habla Montesquieu (Esprit des lois, XII,
2; trad. de M. Blázquez y P. de Vega, Del espíritu de las leyes, Tecnos, Madrid, 1985) ), más que en
la rousseauniana volonté générale del pueblo soberano que decide teniendo frente a sí al pueblo
mismo en corps (Contrat social, II, 6; trad. de S. Masó, en Escritos de combate, Alfaguara, Madrid,
1979).
37. L. Duguit, Traité de droit constitutionel, vol. II, Fontemoing, Paris, 1923, p. 145: «la ley puede ser
mala, todo lo injusta que se quiera, pero su redacción general... reduce al mínimo este peligro. El
carácter garantista de la ley e incluso su propia razón de ser se encuentran en su carácter general».
38. C. Schmitt, Teoría de la Constitución, cit., p. 159.
39. La expresión «supuesto de hecho» (el término italiano es fattispecie) significa 'representación» o
descripción del hecho de la vida al que la norma atribuye una cierta relevancia jurídica (como
derecho subjetivo, ilícito, deber, etc.). El supuesto de hecho es abstracto cuando es indicado no en
concreto, es decir, con referencia a circunstancias históricamente determinadas, sino con vocación de
permanencia. En la lengua alemana, el equivalente de «supuesto de hecho» es Tatbestand, expresión
que encierra en sí, de modo más claro que la expresión italiana, la idea del estar, de la estabilidad, de
la duración, expresada por la raíz st de bestehen.
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40. Éste es el gran tema de la «justicia en la Administración», a propósito del cual es preciso señalar la
dificultad de considerar a la Administración como parte de una relación sobre la que un juez es
llamado a juzgar en un procedimiento contradictorio y paritario. Queda, por lo general, un
reconocimiento residual de la posición de autoridad de la Administración en relación con la libertad
de los administrados que lleva a la creación de sistemas de justicia administrativa diferentes de los
sistemas jurisdiccionales comunes, en los cuales el «juez administrativo» está llamado a proteger la
legalidad del acto de la Administración más bien que las pretensiones jurídicas subjetivas de los
administrados. El modelo, a grandes rasgos, viene representado por el napoleónico Conseil d'État
francés. La alternativa es la representada por el sistema de «derecho común» vigente en Gran
Bretaña, donde, en aplicación del rule of law, los administradores (civil servants) se sitúan en el
mismo plano que los administrados y sus controversias se dirimen ante los tribunales de justicia
ordinarios (aunque sea con algunas limitaciones): al respecto, el famoso capítulo XII de la parte II
(del título Rule of Law Compared with Droit administratif) de la Introduction to the Study of the Law
of the Constitution, cit., pp. 213 ss., de A. V. Dicey. Para la cuestión en Italia, en el ámbito del debate
europeo, B. Sordi, Giustizia e amministrazione nell'Italia liberale, Giuffré, Milano, 1985;
sintéticamente, A. Romano, Premessa a Comentario breve alíe leggi sulla giustizia amministrativa,
Cedam, Padova, 1992, pp. IX ss. Puede verse un cuadro comparativo en G. F. Ferrari, «Giustizia
amministrativa in diritto comparato», en Digesto IV, Discipline pubblicistische, Utet, Torino, 1991,
pp. 567 ss.
41. La «doctrina» de la concepción de las Cartas octroyés como constituciones flexibles puede ser
representada en Italia por el célebre artículo de Camillo de Cavour, aparecido en Il Risorgimento del
10 de marzo de 1848; sobre el mismo véase J. Luther, Idee e storie di giustizia costituzionale
nell'Ottocento, Giappicelli, Torino, 1990, pp. 170 ss.
42. Sobre la base de este presupuesto, se sostenía que las concretas disposiciones legislativas podían
considerarse como partículas constitutivas de un edificio coherente y que el intérprete, recurriendo a
los principios que sustentaban aquél, podía recabar, mediante una simple operación intelectiva, las
normas necesarias para colmar las eventuales lagunas de tal edificio. 43. H. Coing, «Allgemeine
Züge der privatrechtlichen Gesetzgebung im 19. Jahrhundert», en Id. (coord.), Handbuch der
Quellen und Literatur der neueren europaischen Privatrechtsgeschichte, parte I11, Das 19.
Jahrhundert, vol. I, pp. 3 ss., Beck, München, 1989, pp. 4 ss.
44. El autor de esta expresión (que se suele usar en la forma: «un plumazo del legislador y bibliotecas
enteras se convierten en papel mojado») es J. H. Kirchmann, La jurisprudencia no es ciencia (1847),
trad. de A. Truyol y Serra, CEC, Madrid, '1983. El contexto de la referida afirmación es la concepción de
la jurisprudencia como un mero trabajo a partir de los defectos de la legislación positiva: «la ignorancia,
la desidia, la pasión del legislador» constituyen el objeto de los estudios de los juristas. «Ni siquiera el
genio se niega a ser instrumento de la sinrazón, ofreciendo para justificarla toda su ironía, toda su
erudición. Por obra de la ley positiva, los juristas se han convertido en gusanos que sólo viven de la
madera podrida; alejándose de la sana, establecen su nido en la enferma» (Ibid., p. 29). Sobre esta
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56. Así, en un marco conceptual de trazos distintos, pero análogamente inspirado, A. Baldassare,
«Costituzione e teoria dei valori», en Politica del diritto, 1991, pp. 639 ss.
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