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En este verano regresé al lugar donde vivía antes de irme a Monterrey. Un día decidí
visitar a un amigo que estaba apenas iniciando su servicio de este verano y por una
u otra razón terminé inscribiendo ese servicio también. Para esto, me voy en el
expreso que llega a las ocho de la mañana al campus de aquí y el servicio era hasta
las dos de la tarde. Mi amigo se inscribió como staff a un campamento que también
se estaba realizando en el campus y me dijo que requerían más personal de staff,
por lo tanto también me inscribí (para aprovechar mi tiempo y aprender cosas
nuevas). Una vez había trabajado con niños en un campamento de verano, hace
cuatro años, por lo que pensé o tenía la idea de cierto tipo de niños con los que
tratar.
Reflexión:
Sinceramente no es una historia muy feliz, a pesar de ello me lleve sorpresas muy
buenas este verano. Decidí relatar esto porque fue lo que más me sorprendió y
sobre todo el hecho de que nosotros como adultos tenemos que ponernos más
alerta sobre como se están educando a los niños de futuras generaciones o qué es
lo que ven para que lleguen a comportarse o desarrollarse de una manera no
adecuada para su edad. Es algo que realmente no es normal y no debe ser tampoco
normalizado. Esta reflexión es algo que me deja pensando, porque me hace más
consciente de los problemas que se tienen en la actualidad.