Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Limites y Psicoanálisis
Limites y Psicoanálisis
SOPORTE: ¿QUÉ LÍMITES?
mireille cifali
¿Tengo legitimidad para hablar de acompañamiento cuando utilizo muy poco este término para describir lo
que hago? Y, sin embargo, estoy profesionalmente allí, por ejemplo, para permitir que los estudiantes completen
su tesis al final de su carrera universitaria. Todos los meses ya veces desde hace algunos años sigo ahí, con
grupos de profesionales para trabajar juntos su día a día personal e institucional. Prefiero usar la palabra
“presencia” y “trabajo”. Por otro lado, acompaño a un niño a su lección de piano, mi madre en un viaje difícil...
Y la imagen que me conmueve es la de un hombre o una mujer que lleva a
un niño de la mano y se enfrenta con él a veces a una prueba insoportable, a veces a un acontecimiento de
alegría. No siempre necesitas palabras, solo silencio y confianza.
Protegido
"Entonces, ¿vas a venir conmigo?" », estas palabras sellan una relación que se establece entre dos personas,
una tiene un proyecto y la otra se suma a él, haciendo así que este proyecto sea más fácilmente realizable. Hay,
sin embargo, una diferencia notable entre un "vamos juntos..." y este acompañamiento. En la primera formulación,
el
proyecto es común; en el segundo, uno es el motor y el otro viene como un bono. Y luego “¿eres tú quien me lo
pide o soy yo quien te lo ofrezco? “Te acompaño” significa que “Ofrezco mi habilidad para un pasaje de vida”.
Acompañamos así al dolor, al moribundo, dondequiera que haya riesgo de permanecer en la soledad.
Acompañar es por lo tanto al menos “ir con”. Estamos en la eficacia de una intersubjetividad. El acompañante
ocupa una posición particular, donde los problemas de la alteridad son agudos, exigentes e ineludibles. Cada vez
que alguien se enfrenta a una experiencia, a un proyecto que no requiere su compromiso con ningún otro sustituto,
el apoyo puede ser una postura adecuada.
El término es halagador, parece resguardar al profesional de la violencia que suele inscribirse en el encuentro,
y potenciar cualidades como el altruismo, el respeto, la benevolencia. Damos importancia al otro, no a nosotros
mismos; apoyamos, no imponemos; hacemos un trabajo de generosidad, no estamos en una autoridad represiva;
se da prioridad a las capacidades y proyectos de otro, no se determina sólo desde afuera; no lo abandonamos,
entramos en complicidad de presencia... Aquí se reconoce al otro como capaz de planificar, de iniciativa, y no
como víctima potencial en perpetua demanda de reparación. Esto requiere que lo creamos verdaderamente
animado por las fuerzas de la vida, capaz de atravesar las dificultades presentes y que el acompañamiento se
conciba como un "momento" que luego le permite encontrar solo sus recursos y la solidaridad siempre necesaria
para no volverse un anillo.
El reverso del lugar
Estamos tocando el quid de nuestras relaciones actuales y de nuestro intento de salir de una relación de
autoritarismo e imposición que considera ignorante al más débil, que se dirige a él sólo como un objeto
manipulable, exige obediencia. Se trata, en efecto, de un intento encomiable que remite a todos a una reflexión
sobre su lugar, el del otro, sobre lo que cada uno puede aportar.
¿Pero no es la novia demasiado hermosa? Sabemos que ningún gesto es inmune a la negatividad, la
destrucción y la perversión. Que incluso el amor puede contener odio y aspirar a la destrucción. Entonces el
acompañamiento? Hermosa postura, sin duda, pero ¿dónde comienzan las derivas y las trampas? Quizás
precisamente en que queremos evitar la confrontación, la imposición, la insistencia, la influencia y sobre todo la
violencia; en el hecho de que tratamos de cancelar
Machine Translated by Google
las jerarquías del saber diluyendo la relación de autoridad, y que desarrollemos un respeto por el otro
y por su proyecto que puede llevar a la parálisis, si lo dejamos como está, sin atrevernos a empujarlo
para que salga de donde puede que se haya encerrado.
De hecho, me temo que este término vendrá a suavizar la aspereza de cualquier encuentro; que
descuida la necesidad de avanzar también a través de la confrontación; minimiza el beneficio de nuestra
dependencia ocasional de alguien que pone a nuestra disposición su conocimiento sin abusar de él
pero también sin negarlo; lo que exige la renuncia a nuestras convicciones, el borrado de nuestro lugar
y por tanto de un debate. Pero si evitamos estos escollos, entonces sí, el término "acompañamiento"
puede ser interesante de hilar.
Calidad y propiedad
Cualquiera que sea la dificultad o la prueba, el acompañante tiene el deber de orientarse; debe
estar adentro, pero también afuera; comprometerse, sin perderse: trabajo psíquico para mantener una
buena distancia, una justa medida. Ciertas cualidades del ser y del saber son entonces importantes:
fiabilidad, autenticidad, sinceridad, discernimiento, fidelidad, capacidad de salir de uno mismo,
inteligencia del momento. A partir de ahí adquirimos esta capacidad de acompañar, y ¿cómo nos llega?
¿Tienes que ir muy lejos tú mismo en la búsqueda del conocimiento, en la identificación de la vida, en
la experiencia profesional? El acompañamiento sin duda convoca una sabiduría y una ética singulares,
una relación específica con el saber y una movilización particular de la teoría: compromiso reflexivo
sobre el uso del saber, sensibilidad ante lo que significa hoy la intervención en la cotidianidad del saber
científico.
Queda, como momento de lucidez, identificar quién al final se apropiará de la experiencia así
realizada. ¿Es, por ejemplo, el acompañante quien escribirá, transmitirá la experiencia así seguida?
¿Es el que la condujo, incluso la acompañó? ¿Es un "nosotros" quien será el autor? Quien firma el
texto marca la pauta de esta relación en la que tanto esperábamos que la habitual relación de poder se
desvaneciera. Y bien puede ser que no siempre consigamos romper la brecha entre los que escriben y
los que no escriben cuando podrían haber...
Valor a preservar
Esta palabra acompañamiento debe, como todas las palabras hermosas, ser preservada. Si
queremos salvaguardar la estética y la ética de este gesto, entonces tenemos que estar atentos y
desechar los actos que, en su nombre, hacen lo contrario de lo que nombran. Esto se llama
manipulación, ilusión o incluso perversidad. Es importante que defendamos este valor y cualidad
humana como los de la bondad, la benevolencia, el amor, el respeto... para que sigan siendo eficaces
en
nuestra relación con los demás, pero cuidado con la retórica vacía y engañosa, tanto más culpable en
que lleva a creer en la dignidad del hombre y en su relación con la alteridad.
Sin embargo, ¿se trata de hacer del soporte una técnica, e incluso un concepto? Prefiero mantener
esta palabra, así como la de “encuentro”, como nodal, en el seno mismo de nuestros actos profesionales,
sin codificarlos racionalmente, imprimiéndolos con el término método o técnica. Escapan así a la mera
racionalidad y dejan lugar legítimo a las poéticas de las relaciones humanas hechas de compromiso y
reflexión constante sobre la incertidumbre de nuestros saberes y afectos.