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Los limites de la dignidad humana, tema tratado teniendo como poniente a Xavier Etxeberria

Mauleón, trata de ampliar la visión de distintos dilemas éticos relacionados a la dignidad del
ser humano, centrándose en tres casos de la actualidad, tales como la dignidad de las personas
pobres (o en todo caso de la dignidad en su calidad de vida), la delincuencia, y de manera más
amplia en las personas con discapacidades intelectuales. Tomando como referente los
planteamientos sobre la dignidad enunciados por Aristóteles, Santo Tomas de Aquino y Kant.

Como se menciona en el debate las primeras sociedades adjudican a la dignidad un carácter


cultural que lo hace “propio de”, verbigracia “tengo dignidad de ser en tanto pertenezca a
dicho pueblo, crea en dicha divinidad, descienda de dicho ancestro”. Por otro lado, las
posturas adoptadas por los griegos afirman que la dignidad (y en sentido más amplio, la misma
existencia como ser humano) se da en base a la naturaleza propia del ser, teniendo como
representante ultimo de este postulado al estagirita, Aristóteles. En la ética aristotélica la
dignidad humana depende del uso de la razón, pero por naturaleza no todo hombre nace con
ella, jerarquizando al hombre entre quienes la poseen como dignos, y a los que no como seres
puestos a disposición de los que sí (en este aspecto dista de su maestro Platón, quien creía que
por naturaleza todo ser humano tenía la capacidad de razonar). Se crea una relación de
propietario-herramienta que incluye a esclavos y mujeres, aunque claro está, jerarquizando
entre unos y otros. De la visión aristotélica se hereda a la posteridad el concepto de “ser
racional” como distintivo del “ser digno”.

Por otro lado, Santo Tomas de Aquino (quien basa su estudio en lo escrito por Aristóteles,
pudiéndose decir que “cristianizó” sus ideas) describe la dignidad como atributo al hombre de
bien, es decir, un hombre se vuelve más o menos digno en tanto obre bien o mal. Por tanto,
son las acciones humanas las que nos vuelven dignos de ser humanos, pudiendo llegar al nivel
de animales en tanto el mal nos quite nuestro carácter humano. Si bien en el debate se hace
mención de un sistema tal en la Roma del bajo imperio, en la actualidad se tiene un caso
similar en China, donde los derechos civiles son privados y restaurados en tanto el sujeto
cumpla o no con las normas estatales impuestas, como si de una “cuota social” se tratase.

Finalmente, Kant aboga en que todo ser humano debe ser tratado como fin y no como “medio
entero” (en otras palabras, todo hombre puede servir como medio, pero sin negarle su
condición como fin en sí mismo), además de que generaliza el uso de la razón (y en específico
de la razón moral, que permitiría al sujeto seguir y formular los imperativos categóricos
representativos en su filosofía) a todo hombre, lo cual lo hace digno de un respeto que ni
siquiera se pueden vulnerar contra uno mismo.

Con este marco teórico, de proceder con el análisis de los tres dilemas actuales mencionados
anteriormente, no se abordará en el orden seguido en el debate.

En primer lugar, los limites que separan la dignidad humana de la de los animales podrían ser
vulnerados en ciertos casos, ya que, de basarnos únicamente en la razón, terminaríamos con
animales con más dignidad que algunos humanos en casos especiales. Dado que determinar la
dignidad de un animal termina siendo tedioso en tanto los percibamos como iguales o
análogos, adjudicándoles sus derechos en torno a esta disyuntiva. Para fines prácticos,
concluiremos de manera breve en que sus derechos son propios a su naturaleza, por tanto, no
son iguales al hombre (es más, son medios del mismo) pero siguen teniendo dignidad en tanto
su bienestar los vuelva fines en si mismos, resumiendo en que se debe dejarlos ser en tanto a
su modo de vida, no generarles sufrimiento y tomar de ellos solo cuanto lo requiera nuestra
necesidad de subsistencia.
Hilando al punto de los animales, cabe destacar que su dignidad es dada por nosotros (pues,
para algunos autores, la dignidad no es un tema innato, sino inventado por el colectivo
humano) siendo de esta manera una atribución en donde nosotros seguimos teniendo
superioridad frente a ellos, lo cual asemeja al siguiente punto a tratar, la pobreza, o mas
específicamente, la calidad de vida. Tomando de base a Kant, la razón es innata, pero las
condiciones en que uno pueda ejercerla no lo son, por tanto, se necesitaría de guías, que
“solidariamente” doten de dignidad a los que por diversas razones no puedan realizarse como
seres dignos. También cabe destacar que los hijos cono entes que socaven la calidad de vida, y
por tanto la dignidad, entrarían dentro de la disertación (incluyendo el tema del aborto), pero
todo argumento que inválido cuando se precisa la “calidad de vida” y si esta es objetiva o
impuesta, dificultando más la precisión de la dignidad humana en este ámbito.

Prosiguiendo, nos encontramos con el problema de la dignidad del delincuente, que según la
visión de Aquino, sus actos lo volverían no digno, sin embargo, cerrar de manera tan impositiva
los límites de la dignidad sería imprudente, pues en potencia el criminal tiene la capacidad de
rehabilitarse, aunque en el ejemplo citado en el debate (y en el caso peruano de igual manera)
se denuncia el poco tino del sistema en este proceso, pues la mecanicidad de la rehabilitación
(verbigracias, “en tantos años de encierro de seguro que cambia”) no resultan ser óptimas
para tal fin.

Finalmente, y con más interés, se aborda el tema de los discapacitados intelectuales, quienes
presentan un déficit en tanto a su razón, por lo que lleva a la creencia de que no son aptos
para tomar decisiones, por tanto, se debe interpelar por ellos, negando obviamente su opinión
y por tanto su dignidad. El marco histórico presentado por el poniente, revela una casi
satanización de su condición, hasta hace pocos años atrás donde se empezó a precisar sus
derechos. Claro está, la “solidaridad” también juega un papel pernicioso como en el caso de los
pobres, y las implicaciones de una subordinación de su dignidad a la de otros, podría
desembocar en posturas utilitarias en donde hasta su derecho a la vida se vea sujeto a análisis,
por ejemplo, determinar el aborto para un feto que halla sido detectado con síndrome de
Down.

Todos estos son dilemas que hoy en día gozan de relevancia en lo que refiere a la dignidad
humana, cuyas precisiones sobre quienes, y en que casos deben aplicarse, aun son tema de
debate entre intelectuales y filósofos.

Esta sería la apreciación que saque del debate, sin embargo no puedo retirarme sin destacar el
hecho de que en un futuro podría incorporase a estas disyuntivas, casos como la dignidad de
seres extraterrestres (en caso de llegar al contacto con ellos, en un escenario que recordaría a
la película Avatar de James Cameron) o a los trashúmanos, pues determinar los particulares en
torno a la dignidad seguirán siendo tema de debates en lo que nos depara el futuro.

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