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El ocultismo y la creación poética

Tercera edición revisada


Prólogo de Francisco García Bazán
Eduardo Antonio Azcuy

El ocultismo y la creación poética

Tercera edición revisada


Prólogo de Francisco García Bazán

Editorial Biblos
Teoría y crítica
Cuando el hombre superior escucha el Tao,
hace cuanto puede por practicarlo.
Cuando el hombre medio oye el Tao a veces
lo conserva, a veces lo pierde. Cuando el
hombre inferior oye el Tao, se reirá de él en
alta voz.
Diseño de tapa: Luciano Tirabassi U. Si no riera, no sería el Tao.
Armado: Luciano Paez S. Lao-Tsé
© Eduardo Antonio Azcuy, 2013
© Editorial Biblos, 2013
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Esta primera edición se terminó


de imprimir en, Imprenta Dorrego,
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República Argentina,
en XXXXXXXXXXXX de 2013.
Índice

Prólogo
Francisco García Bazán.............................................................

PRIMERA PARTE
LA POESÍA COMO AVENTURA METAFÍSICA

Capítulo I. La búsqueda del paraíso perdido ..................


La nostalgia del paraíso - Schelling y el tiempo primordial
- Los orígenes fabulosos - El Shamanismo y las técnicas del
éxtasis - Repetición y eterno retorno - Regreso a la eternidad -
Nacimiento de la poesía - El poeta y el místico

Capítulo II. Ocultismo y poesía ...........................................


Más allá de la conciencia habitual - La tradición es algo
vivo - El mundo de la totalidad - La mentalidad del hombre
arcaico - Animismo y prelógica - Los “poderes maravillosos”
- Energía psíquica y “mana” - Rhine y el factor “extrafísico”
- Los maestros del ocultismo - “Coincidencias significativas”
- Los poetas tradicionales - La analogía poética y la analogía
mística - La imagen indescriptible

Capítulo III. Romanticismo y misticismo .........................


La noche, símbolo de lo absoluto - La muerte no existe -

9
Descubrimiento de lo infinito - Los dos misticismos - El Mysterium Capítulo VIII. Rilke: el diálogo con lo invisible ..............
Magnum - Conocer es descender en sí mismo - Microcosmos y Un estado de transparencia - El valor ante lo más extraño -
macrocosmos - Los exploradores del “yo” - Novalis: profeta del Reelaborar la concepción mítico-simbólica - Una voz misteriosa
Hombre-Dios en el castillo de Duino - Lo “abierto” como segunda realidad -
“Irse” del nivel ordinario - El valor ante la muerte - El “Ángel”
Capítulo IV. Novalis y la visión del “otro reino” ............. de las elegías
“El camino que lleva a casa”- Una visión “abierta” y “porosa”
de la realidad - La noche como madre cósmica - El mensaje de Capítulo IX. Surrealismo y revolución interior ..............
los himnos - Caracterización del “otro reino” - Los elementos
La ascesis surrealista - Sólo es bello lo maravilloso -
viven, sienten y se corresponden - El universo en un organismo
Surrealismo y existencialismo - Los “juegos” no han terminado
animado - Avanzar en lo desconocido
- El verdadero fin del hombre - Las técnicas de acceso - Más
allá de la religión - El látigo de Maldoror. Sade y el rescate de
Capítulo V. La unidad cósmica y el sueño
la autenticidad - Los buscadores de infinito - Hacia el “hombre
en la poética de Nerval..........................................................
despierto”
Los maestros del ensueño - Guérin y el jivan-mukta - La
noche será negra y blanca - Aurelia y las “puertas en el muro” Capítulo X. La tentación luciferina
- Gerardo ve a su doble - Diecisiete religiones - Una biblioteca de René Daumal ......................................................................
inquietante - El oro espiritual - Poeta y ocultista - La clave de
La rebelión literaria - Transformar el mundo o cambiar la
Les Chimères - Alquimia mística - Peregrino de la gnosis
vida - El universo mágico de Ouspensky - Guerra Santa contra
la ilusión - Daumal y Pauwels parten con Gurjieff - Una vía
que une la Tierra con el Cielo - Sobre el “filo de la navaja” -
SEGUNDA PARTE
DESCENSO AL COSMOS INTERIOR
Transformación y renacimiento - El “castillo del dragón en el
fondo del mar - Las dos revoluciones
Capítulo VI. Baudelaire y las doctrinas esotéricas ........
La tradición hermética - El hombre arrojado en el mundo -
Baudelaire entre Dios y Satán - En busca de la unidad perdida
- Las visitaciones de la gracia - El universo de las analogías
- ¿Qué es un poeta, sino un traductor, un descifrador? - La
imaginación nada en pleno simbolismo - Conocer a cualquier
precio

Capítulo VII. Rimbaud y la rebelión fundamental .........


La cólera en la sangre - Desterrado en el Tiempo - Tomar el
cielo por asalto - La lucha por el “estado de alerta” - El gran
maldito y el supremo sabio - Rimbaud y Gurdjieff - Pugnando
por la superconciencia - El temor de lo numinoso - La revolución
permanente
Prólogo
Francisco García Bazán*

Marco temporal

Transcurría el segundo semestre del año lectivo 2011.


Mientras atendía un curso libre sobre la “Epistemología
de las ciencias ocultas” ante una concurrencia entusias-
ta de alumnos y graduados, debí recurrir a materiales de
estudio de los tiempos de estudiante que circulaban en el
medio universitario público cuando transitaba los prime-
ros tramos de la Carrera de Filosofía. En aquellos años
predominaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires la transmisión del pensa-
miento idealista alemán y francés, conceptualista y abs-
tracto, junto con algunos atisbos del existencialismo y el
neopositivismo lógico. Toda esta disciplina de estudio se
mantenía alejada del gusto por la investigación humanís-
tica. Era el sello improvisado que la Revolución Liberta-
dora de 1955 había impuesto en los programas de Filoso-
fía después que el Rector Interventor de la Universidad,
José Luis Romero, dejara cesantes a la mayor parte de
los miembros del claustro anterior de profesores, entre
ellos, Carlos Astrada, Luis Juan Guerrero, Miguel Ángel

* Investigador superior del CONICET, presidente de la “Fundación


de Estudios de la Antigüedad Tardía”.
13
y Rafael Virasoro, Armando Asti Vera, Ángel Vassallo, ducía y comentaba la literatura y el arte surrealista y pre-
Eugenio Pucciarelli. Sobre dos de ellos se hicieron gestio- sentaba en el Instituto Di Tella la muestra “Surrealismo en
nes exitosas y pudieron volver. El resto deambuló por las la Argentina”; Leopoldo Marechal publicaba El Banquete
aulas de instituciones de enseñanza superior del país o de Severo Arcángelo, EUDEBA editaba Las sociedades se-
impiadosamente fallecieron durante el período, alejados cretas y Los gnósticos de Serge Hutin y la misma editorial
del medio universitario. ponía a la venta Símbolos fundamentales de la ciencia sa-
Por lo dicho, para mí fue una sorpresa redescubrir el rico grada de René Guénon con un ilustrativo Estudio Prelimi-
contenido de una revista publicada hacía precisamente me- nar: “René Guénon, el último metafísico de Occidente” debi-
dio siglo, Buenos Aires. Revista de Humanidades (año I, Nº do a la pluma de Armando Asti Vera, quien por primera vez
1, La Plata, 1961). Por entonces la nación había vuelto a presentaba en lengua española con conocimiento directo y
retomar la normalidad institucional. Era Gobernador de la autoridad, al autor tradicionalista franco-egipcio;2 el mis-
Provincia de Buenos Aires Oscar. E. Alende, y Presidente mo Asti Vera había dado a conocer anteriormente Funda-
de la República Arturo Frondizi, y en esta nueva publica- mentos de la filosofía de la ciencia e impulsaba la edición
ción periódica figuraban parte de los profesores suprimidos de Estudios de Filosofía y Religiones del Oriente desde el
en la Universidad porteña, Eugenio Pucciarelli, Ángel Vas- Centro de Estudios de Filosofía Oriental de la Facultad de
sallo, Armando Asti Vera, junto con docentes provenientes Filosofía y Letras de la UBA (I/1, 1971). Luc Benoist se ha-
de otros puntos geográficos, como Rodolfo M. Agoglia y Gui- cía presente en nuestro medio por El esoterismo y F. García
llermo A. Maci. En la misma revista salían a la luz dos va- Bazán por Gnosis. La esencia del dualismo gnóstico (1971)
liosos trabajos que despertaban vivamente en mí el interés –tesis de la UBA–. Héctor A. Murena, publicaba el ensayo
ocasional: “Ciencia e historia de las religiones” de Armando Homo atomicus, Premio Municipal 1967, y completaba más
Asti Vera y “La unidad cósmica y el sueño en la poética de adelante, poco antes de su muerte, sus inquietudes religio-
Nerval” de Eduardo A. Azcuy. so-metafísicas con La metáfora y lo sagrado.
Es que contra lo que rutinariamente se repite y sobre Durante el trienio en que Jorge E. Gallardo, recien-
lo que últimamente han surgido voces para contrarrestar temente fallecido, fue director del Suplemento Literario
sus efectos simplificadores,1 la década de los años 60 –y sus del diario La Nación –fines de 1977-1981–, los autores y
proyecciones en la del 70– no se caracterizó con exclusivi- temas tradicionales fueron difundidos con constancia en
dad por ser una monocorde sucesión de mensajes revolucio- esas páginas de encumbramiento aúlico, prestigiosas en
narios, sino que también hubo en la cultura argentina una toda la geografía iberoamericana.3 Más tarde, vendría el
ágil corriente de pensamiento animada por la inspiración
del espiritualismo tradicional. Durante esa época la obra de
Mircea Eliade se iba difundiendo en los medios universita- 2. Como oportunamente lo hemos recordado, Armando Asti Vera ha
rios y ganaban terreno las traducciones de Elémire Zolla, lo sido el introductor sistemático de la doctrina guenoniana en lengua
mismo que los escritos de Carl G. Jung. Aldo Pellegrini tra- española, cfr. F. García Bazán, René Guénon y el ocaso de la metafí-
sica, Ediciones Obelisco, Barcelona, 1990, cap. VI, pp. 73-87.
3. Era la época en que los grandes suplementos literarios, como los
1. Cf. Ch. Ferrer, “El frágil ardor del instante”, en Revista Ñ, 14-IV- de La Prensa y La Nación, eran orgullo de la cultura argentina. Pos-
2012, p. 12 y A. Faretta, «La elección del enemigo», ibídem, p. 18. teriormente todo ese esfuerzo secular ha sido desmantelado. Igual-
14 15
florecimiento de este tipo de publicaciones que inundó patrióticas y políticas tendientes a la dignificación de la
anárquicamente el mercado hispanoamericano, fogonea- sociedad y del pueblo argentino, y no con fines efímeros,
do por las editoriales españolas. sino con una orientación de amplia apertura cultural de
Las páginas de El ocultismo y la creación poética no destino trascendente, superación espiritual y precisión
sólo reflejan la efervescencia espiritualista propia de crítica en los temas seleccionados. Estas exigencias no
toda la década del 60, que iba acompañada de las ofertas eran más que la objetivación de virtudes intrínsecas a
de las novedades en francés, italiano, inglés y alemán la naturaleza humana de Eduardo Azcuy, a las que as-
de las grandes librerías de la Capital Federal, circuns- piraba ofrecer una realización histórica.
tancias de las que participa Eduardo Azcuy como poeta Durante estas circunstancias halagüeñas dentro de
y ensayista relevante ya en esos años4 sino que también un proyecto cultural y editorial promisorio, conocí a
anticipan lo que llegará a publicar5 y particularmente a fines del año 1976 a Eduardo Azcuy y a su esposa, Gra-
llevar a concreción en la próxima década, hasta su pre- ciela Maturo, comprometidos con la gestión y dirección
maturo fallecimiento el 14 de enero de 1992. Facilitaré del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) y su
unas fugaces impresiones sobre esta segunda etapa de revista Megafón. Eduardo con sus cincuenta y un años
su existencia. estaba armado con todos los recursos de optimismo y
Efectivamente, en torno al año 1975 Fray Juan Al- formación intelectual, de humildad, de convicciones
berto Cortés le ofrece a Eduardo la dirección de un em- espirituales y de experiencia que lo constituían para
prendimiento editorial de la Orden Franciscana radi- ser en la Argentina un director de ediciones fuera de
cado en San Antonio de Padua (Provincia de Buenos serie. Cuando se leen sus libros se advierten estas cua-
Aires); se trata de Ediciones Castañeda, que publica en lidades que pudo materializar en planes editoriales,
los años subsiguientes casi medio centenar de volúme- pero cuando se ingresa en la lectura de El ocultismo
nes, en los cuales se hallan presentes las convicciones y la creación poética, esas dotes adquieren para el ob-
servador sus perfiles de formación “claros y distintos”,
como diría Renato Descartes, amasados en la frecuen-
mente editoriales como Sudamericana, Losada, Kapelusz, EMECE tación de poetas románticos, simbolistas y surrealistas
o Nova, que marcaban el ritmo del progreso intelectual en español, que había traducido y comentado por muchos años, la
fueron superadas por los tiempos sin orientación. lectura constante y sistemática de críticos e historia-
4. Aquí debemos agregar la presencia de los grupos de seguidores dores de la literatura europea de los siglos XVIII, XIX
de los maestros provenientes de Europa Oriental, G.I. Gurdjieff y y la primera parte del XX y, sobre todo, el conocimien-
P.D. Ouspensky, que tuvieron resonancia en la Argentina y a los que
to de una bibliografía sobre la sabiduría de los mitos,
nuestro autor se refiere en los capítulos IV y VII. Ver J. Needleman
en Wouter J. Hanegraaf (ed.), Dictionary of Gnosis & Western Esote- las religiones comparadas y la filosofía teosófica de
rism, Brill, Leiden, 2005, I, 445-454 y II, 911-913. las tradiciones sagradas de Oriente y Occidente, que
5. Ver en particular, Eduardo A. Azcuy: Arquetipos y símbolos ce- constituyen el sostén de interpretación subyacente a
lestes, F. García Cambeiro, Buenos Aires, 1976; Identidad cultural la exposición de las corrientes literarias y de los poetas
y cambio tecnológico en América Latina, Centro de Estudios Lati- que expone en esta obra. Quizás el libro más valioso
noamericanos, Buenos Aires, 1985; Asedios a la otra realidad, Kier, dentro de su multiforme producción, y que constituye
Buenos Aires, 1999.
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en el marco cronológico de los tiempos modernos, una esos paradigmas y su íntima organización. El ser huma-
contribución singular a la historia de la poesía y al no no reposará hasta encontrar esa patria añorada y el
proceso de la inspiración poética inseparable del senti- mito (palabra autorizada) y el logos (palabra discursiva)
do de lo sagrado.6 no se oponen, sino que se complementan hasta encarnar-
se en la unidad: “En el Principio era el Logos” (Jn 1,1). Lo
expuesto explica no sólo la interpretación hierológica de
Contenido e interpretación del libro los estudiosos y filósofos contemporáneos de las religio-
nes (Mircea Eliade, Georges Gusdorf), y de antropólogos
El volumen que el lector tiene entre sus manos se e historiadores de las religiones comparadas (Lucien Lé-
compone en su edición original de ocho capítulos con sus vy-Bruhl y W. Schmidt), sino asimismo el renacimiento
respectivas notas bibliográficas, a los cuales fueron agre- de la recuperación de lo arcaico por parte de los román-
gados dos más en la segunda edición, tal como figuran en ticos alemanes o de metafísicos sensibles al valor de la
la presente. revelación contenida en la historia primitiva del mundo
El libro posee propia organicidad interna y así está di- y la humanidad (F.W. Schelling, Introducción a la filoso-
vidido en dos partes y éstas repartidas en ocho capítulos fía de la mitología).
que fueron ampliados a diez en la segunda edición. La El capítulo II acerca de “Ocultismo y poesía” es la bi-
primera parte bajo el título de “La poesía como aventura sagra que articula el planteamiento hierológico general
metafísica” ofrece la clave de interpretación de la poesía del libro con su material específico: la poesía y la creación
como meta realizativa y sus caminos de acceso tempo- poética entre los vates “esotéricos” u “ocultistas”. No hay
rales. De esta manera el capítulo I plantea la realidad que confundirse con los términos y los tiempos históricos.
del “paraíso perdido”, su humana búsqueda y el secreto La concepción ocultista se refiere a lo “oculto” en sentido
del reencuentro. Los relatos míticos en diversas escalas general y a los medios de comunicación que este núcleo
y universalmente transmiten la conciencia de esa rea- significativo promueve para llegar a ser efectivo, que con
lidad, la nostalgia de su pérdida y la posibilidad de su anterioridad a la postura de Paul Vulliaud –en torno a
actualización. Una dimensión transcendente al tiempo, 1906– y la distinción y separación entre “esoterismo” y
el espacio y la historia, invariante y arquetípica, que en “ocultismo” a la que René Guénon adhirió con rígida deci-
lo oculto de sus vivencias primordiales llama al hombre sión, carecía de vigencia.7 Lo fundamental del sentido ge-
caído o alejado de la perfección y que merced al recita- nérico del ocultismo, sin embargo, se debe a Éliphas Lévi
do de esas palabras que reproducen el estado primero, y al éxito de su obra, Dogme et rituel de la haute magie
“la historia verdadera”, y los ritos, asimismo miméticos o (1856). Sostenía que en las doctrinas secretas de los he-
reproductores de las acciones o aventuras ejemplares de breos, caldeos y egipcios se encontraba la solución para
las figuras míticas, permiten la cíclica reactualización de

6. El ocultismo y la creación poética ha generado un justo reconoci- 7. Cfr. J.P. Laurant, “Occultisme”, en J. Servier (dir.), Dictionnaire
miento a su autor en el área de la lengua española y asimismo en critique de l’ésotérisme, PUF, París, 1998, pp. 964-967 y L’ésoterisme
Francia, en los círculos de investigadores del hermetismo literario. chrétien en France au XIXe. siècle, L’Âge d’Homme, París, 1992.
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el retorno a la unidad de la ciencia y la religión.8 Y si vol- de los elementos de dicho conjunto relaciones necesarias,
vemos a la línea de los impulsores del valor de lo oculto intencionales, no temporales y no espaciales” (p. 44). Así
que se encubre bajo lo normalmente aceptado como signi- seguirá avanzando este auténtico ensayista argentino10
ficativo –percepción sensible, razonamiento e intelección– para internarse en los casos particulares.
desde Alberto Magno al abate Juan Tritemio pasando por Por ese motivo en el capítulo III bajo el título de “Ro-
Nicolás de Cusa y alcanzando en la misma línea alemana manticismo y misticismo”, se examinará la relación de
a Cornelio Agripa,9 observamos que lo importante no es familiaridad que existe entre los románticos alemanes
llegar a intuir o palpar lo que se oculta entre las aparien- y franceses, y el proceso universal de la mística cuya es-
cias, cuanto ahondar eficazmente lo oculto, la naturaleza cala, orientándose desde lo producido agotado y efíme-
de lo inmanifiesto. ro, se levanta hacia los principios productores, desde los
Este es el itinerario universal del ocultismo y los poe- seres naturales a la naturaleza misma y desde ésta a
tas particularmente dotados para ceñirse al paso de esta sus gérmenes eficientes. El alma del mundo es la ver-
escalada o descenso –es indiferente el sentido de lo hacia dadera fuente vivificante y tras ella reina la totalidad
arriba o hacia abajo–, a lo real, y que Azcuy trata desde una y el Uno inefable. Plotino, Meister Eckhart y los neo-
los románticos en adelante (Novalis, Nerval, Baudelai- platónicos teúrgicos como Jámblico de Calcis y Sinesio
re, Rimbaud, Daumal, Rilke, el Surrealismo) mediante de Cirene padres de la oniromancia y la onirocrisia, y el
el estilete de la inspiración poética, tienen el privilegio mismo Shankaracharya, maestro de la no dualidad del
de horadar el muro de la multiplicidad ilusoria y pene- Vedânta, son en este punto los guías y psicopompos uni-
trar –pese a ellos mismos– en el diamante indestructible versales. Unos versos de William Blake sirven para ilus-
de la Unidad. Enlazados por esta profunda afinidad en- trar esta atmósfera romántica que reposa en tan dignos
tre el Uno y la poesía, el autor convencido tomará como antepasados: “Ve un mundo en un grano de arena/ y un
flecha indicadora la caracterización de Robert Amadou: cielo en una flor silvestre. / Ten el infinito en la palma de
“El ocultismo es el conjunto de las doctrinas y de las ac- una mano/ y la eternidad en una hora” (p. 59). El lugar
ciones fundadas en la teoría según la cual, todo objeto prototípico alcanzado por Novalis ejemplifica convenien-
pertenece a un objeto único y posee con todos y cada uno temente la exaltación de la introspección ascética que
profetiza el renacimiento divino de lo que es el hombre,
porque: “Dios quiere dioses” (p. 63).11
8. Cfr., ibídem, p. 964.
9. Cfr. F. García Bazán, “El neoplatonismo cristiano medieval: en-
tre los dominicos de Colonia y sus proyecciones filosóficas”, en VIIas
Jornadas Nacionales de Filosofía Medieval, 19 abril 2012, Centro 10. En nuestra decadente cultura ciudadana ocurre con el término
de Estudios de Filosofía Eugenio Pucciarelli, Academia Nacional de “ensayista” igual que ha sucedido con el vocablo “filósofo”. Pero la
Ciencias de Buenos Aires; CD ISBN 978-987-537-118-7 (“Actualidad naturaleza propia de ambos se distingue tanto por el género fun-
del Maestro Interior”); Noel L. Brann, “Trithemius, Johannes”, en cional controlado por los pares, como por los fines a que tienden los
W.J. Hanegraaf, Dictionary of Gnosis & Western Esoterism II, pp. autores, antes a los superiores que permiten crecer a la cultura que
1135-1139 y “Trithemius, Cusanus, and the Will to the Infinite: A a los mediocres o subalternos, que buscan los intereses políticos o
Pre-Faustian Paradigm”, en ARIES. Journal for the Study of Wes- sociales en beneficio propio.
tern Esoterism 2/2 (2002), 153-172. 11. Sobre el misticismo cósmico ver. F. García Bazán, Aspectos in-
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Sin artificio esta primera parte concluía originaria- El capítulo titulado “Baudelaire y las doctrinas eso-
mente con el capítulo : “La unidad cósmica y el sueño en téricas” comienza haciendo hincapié en el mundo cuyo
la poética de Nerval”, porque en Gerardo de Nerval la co- múltiple y sutil entramado revela la voluntad de sepa-
rriente de Maestros Iluminados y en especial el Filósofo ración de la unidad de la que procede por actitud y obra
Desconocido, Louis-Claude de Saint Martin, han incitado satánica. La tradición ocultista de sesgo hermético que a
una fina sensibilidad que vincula los ritmos y analogías través del Medioevo despierta en el Renacimiento por la
del cosmos percibido en estado de vigilia como la cara traducción latina del Poimandres y los restantes trata-
convexa del interior onírico y se entrega y sumerge en los dos del cuerpo literario hermético, se conserva y difunde
estados de sueño dejándose conformar por sus profundi- en la Francia decimonónica por medio del martinismo.
dades. Son los estados de sueño los que se interpretan Martínez de Pasqually y sus discípulos marcan la línea
por sí mismos no sus exégesis significativas en situación de influencia doctrinal. Charles Baudelaire, sumergido
de vigilia. Desde luego que esto no es posible sino con la en este mundo invertido y en tensión entre las analogías
expresión connatural que se revela en la poesía y por la entrevistas y los modelos celestes, busca en su conflicto
poesía, así no sólo es posible deslizarse hacia lo humana profundo el “paraíso perdido” oscuramente vislumbrado,
y cósmicamente impensable, sino asimismo experimen- persiguiendo sus indicios hasta las más oscuras profun-
tar directa y espontáneamente lo abismalmente secreto didades. Arrojado en el mundo y sintiendo todos los em-
que no se conquista, sino que se otorga, cuando inclu- bates de su cautiverio lucha con su impulso poético, el
so se deponen todos los recursos de las ciencias ocultas solo recurso eficaz en su impotencia, porque la poesía es
que tanto costo personal exigieron para ser obtenidos. la “cadena de oro” imperceptible y dolorosa que une con
De Nerval se ha escrito como ratificación de lo descripto: el origen y la transmisión de los eslabones herméticos así
“Se obstina en ese abismo atrayente, en ese sondeo de lo lo va enseñando. El propio título de una de las grandes
inexplorado, en ese desinterés por la tierra y por la vida, obras de Baudelaire, Las flores del mal, expresa con elo-
en esa entrada en lo prohibido, en ese esfuerzo por pal- cuente desesperación la ambivalencia de la actitud del
par lo impalpable, en esa mirada sobre lo invisible; a él hombre y poeta perdido en el cieno terrenal, pero bus-
viene, a él vuelve, a él se asoma, sobre él se inclina; da en cando en el barro la “pepita de oro”, ajena al mundo y a
él un paso, luego dos, y así penetra en lo impenetrable, y la falsa civilización, que lo pueda redimir. El resplandor
avanza en las extensiones sin fronteras de la meditación intermitente de la belleza sepultada lo atrae irresistible-
infinita” (p. 89). mente y así su individualidad se opone heroicamente a
La Parte segunda del volumen, titulada “Descenso al todos y a todo y llega a buscar, fuera de una tradición ri-
cosmos interior”, es al mismo tiempo su culminación a tual que considera viciada y perimida, también los recur-
través de la exposición de los tres poetas francófonos – sos de los “paraísos artificiales”, que le ayudan a trans-
Baudelaire, Rimbaud, Daumal– y otros representantes poner la conciencia en un tipo de inconsciencia superior.
del movimiento surrealista, pertenecientes a la especie En su caso presiente que la destrucción del compuesto
de los “malditos”. psicosomático sentido como un lazo aterrador, lo levan-
ta hacia la pureza. Pero la ambigüedad de esta posición
y su ambivalente vocación cainita frente al compromiso
usuales de lo sagrado, Trotta, Madrid, 2000, pp. 79-100, esp. 82-84.
22 23
–“Raza de Caín, ¡Sube al cielo y arroja a Dios sobre la ¿Qué es lo que Azcuy captó primordialmente en el
tierra!”–,12 ha quedado, sin embargo, testimoniada por numen del “poeta maldito”, principio conformador de su
el mismo poeta de modo más explícito en el esplendor personalidad de vidente y base que subyace a los indicios
esperanzado de L’ art romantique, como lo registra Az- ocultistas, orientalistas y esotéricos que señala? Estimo
cuy: “Este admirable, este inmóvil instinto de lo Bello es que ha sido la impronta activa en un artista, de un ar-
el que nos hace considerar a la Tierra y sus espectáculos quetipo perdurable. El paradigma del noûs o pneûma,
como un resumen, como una correspondencia del Cielo. del espíritu exiliado, fuera de sí y oculto en las sombras,
La sed insaciable de todo lo que está más allá y que la el motivo inextinguible que humanamente irrumpe como
vida revela, es la prueba más viva de nuestra inmortali- “nostalgia del Paraíso”, que el mito gnóstico describe
dad. Por la poesía y a través de la poesía, por y a través trágicamente como la situación del pneûma abandonado
de la música, el alma entrevé los esplendores situados en la tiniebla o de la Sabiduría mancillada que corre de
detrás de la tumba; y cuando un poema exquisito hace burdel en burdel, pero que cuando adquiere conciencia,
asomar las lágrimas a los ojos, esas lágrimas no son la retorna sobre sí, abandona la propia ilusión biopsíqui-
prueba de un exceso de goce, son más bien el testimo- ca, despierta en el caos –que se ofrece como el mundo
nio de una melancolía irritada, de una postulación de de los sentidos y la razón– lo rechaza como obra de un
los nervios, de una naturaleza exilada en lo imperfecto y demiurgo ignorante y nocivo y comienza a balbucear mí-
que quisiera apoderarse inmediatamente en esta tierra ticamente la plenitud redescubierta adentrándose por el
de un paraíso revelado” (p. 101). silencio en el seno del Dios real, desconocido e inefable.
La poética baudelaireana, transida de estro gnosti- Y ahora, sí, instalado el pneumático en el nuevo nivel
zante, naturalmente desemboca en el siguiente capítulo, de conciencia no consciente, logrado por la quiebra del
que guía y encamina al lector desde su título: “Rimbaud orden habitual, se ha hecho posible pasar de la ignoran-
y la rebelión fundamental”. cia al conocimiento, de la oscuridad a la luz, de las pe-
A Jean-Arthur Rimbaud ha dedicado Eduardo Azcuy sadillas del sueño al despertar jubiloso extraonírico. El
una atención múltiple, varias ediciones de sus poemas y que conoce se siente en el desorden a su pesar, pero sabe
diversos estudios, de manera que lo tratado en el presen- también que la anarquía, aunque lo esclaviza y maltra-
te capítulo puede ser amplificado con los restantes traba- ta, no lo cambia; por eso Sofía, bajo la figura femenina
jos hasta el más reciente del año 1991. Las etapas de Az- de Eva-Norea, hace mofa de sus pretendidos violadores
cuy en sus traducciones de la poesía de Rimbaud, tarea arcónticos que, frustrados, maltratan a su simulacro. El
en la que se cuenta entre los pioneros en la Argentina, y gnóstico es como el oro –imagen valentiniana preferida,
los artículos que dedicó al poeta, reunidos más tarde en a la que más arriba hicimos alusión– al que oculta el ba-
Rimbaud. La rebelión fundamental, quedan como panta- rro, pero no lo mancha; libre del sometimiento de la ley
lla de fondo de El ocultismo y la creación poética. moralizante, goza –como liberado viviente– de la libertad
del espíritu. Por eso el gnóstico puede expresar: “Somos
despreciados por los mundos, aunque ningún interés les
12. Sobre el sentido profundo del cainismo ver F. García Bazán, El prestamos cuando nos difaman. Los ignoramos cuan-
gnosticismo: esencia, origen y trayectoria, Ed. Guadalquivir, Buenos do nos persiguen. Cuando nos insultan, los miramos y
Aires, 2009, pp. 82-92.
24 25
guardamos silencio”.13 Azcuy ha percibido esta cualidad cuerpo de engaño universal. El poeta se ha instalado
pneumática invicta como propia en el tejido de la crea- también más allá de los maestros y de las iniciaciones,
ción poética de Rimbaud. Esta experiencia le permite al como la Erminia de Hesse transforma a Harris, Beatriz
“poeta maldito” romper el nivel ordinario de la concien- a Dante y Sophia von Kühn a Novalis. Pero el plan-
cia, descubrirse como un “yo otro” que el yo psíquico, to- teo del tema –en relación con la Sabiduría (Sophia) o la
car las profundidades de lo no consciente, un estado di- Pistis-Sophia de los gnósticos valentinianos-setianos y
verso que lo conduce a “estar fuera del mundo” y lo lleva su lenguaje– en vínculo con el “alma del universo” nos
en retorno, como extranjero, hacia la patria abandonada introduce en la parte última del comentario. Ya con las
o la “pureza salvaje”. Su rebeldía contra el mundo y los anteriores consideraciones sobre este poeta prototipo de
hábitos literarios, su grito de “mort à Dieu”, su búsqueda la galería de los poetas ocultistas y su sentido, hemos
de un lenguaje inédito e imposible de decir y su aspira- llegado al centro creativo de El ocultismo y la creación
ción, incluso, hacia otro Dios, ignoto, escondido, se inscri- poética. El capítulo “Surrealismo y revolución interior”
ben en este principio estructurante. Pero también como no tiene otro objetivo que señalar el cuadro en el que
conformación de este áspero camino contra la naturaleza los autores surrealistas (André Breton, Louis Aragon,
traicionada y contra Dios disminuido, se da su inevita- Paul Éluard y otros) han articulado los aportes de la
ble errancia por un mundo cuyas ilusiones enfrenta, pero familia constituida por los anteriores precursores ful-
que no le da pausa, ni refugio, ni reposo, como un extraño minadores del mundo y sus convenciones sociopolíticas
en él. “Su alienación”, como escribe Azcuy, “es semejante y económicas –por encima de las controversias ideoló-
a la del hombre-Dios… es un «herético» sin fe que abo- gicas– no por constituir un absurdo existencial como
mina de las posturas occidentales y añora… «la patria querría la interpretación de Jean Paul Sartre, tan de
primitiva»”. moda en esos años, cuanto porque lo establecido super-
Es natural que quien haya experimentado el conoci- ficialmente entendido a imagen del hombre, es engaño-
miento, palpado la plenitud arcana, esté por encima de so –simple nombre y convención sin raíz– es deleznable
la fe, y que llevado de su pasión luciferina –“portadora y aborrecible en su esencia. Con René Daumal se puede
de la luz”– y sobrecogido por el misterio de lo numino- confirmar el ejemplo de la peripecia humana y la obra,
so tenga solo desdén y silencio para el mundo, o sea, indisociable de ella, de un testigo sacrificado en la pira
para el espejismo de lo ilusorio. Esa alma extraviada purificatoria de la propia poesía que separa del mundo
entre los hombres se desplazará sin aparente sosiego y sube al empíreo sellado de los poetas, cuando el artis-
por los desiertos del amor humano. Pero esa experien- ta creador se experimenta verídicamente. Como dice la
cia lograda sin maestros y sin instituciones le ha per- Upanishad, como oferente, don ofrecido y acción sacrifi-
mitido, “despertar en el alma universal”, acota Azcuy, cial: sacerdote, ofrenda y rito.
y de este modo, agregaríamos, ser señor invisible de El texto de El ocultismo y la creación poética que aho-
su cuerpo y de su psique, al participar del gobierno del ra se reedita no es el mismo que publicara en 1965 la
editorial Sudamericana, y que fuera premiado por la
Sociedad Argentina de Escritores, en 1967, con el Gran
13. Ver F. García Bazán, “Resurrección, persecución y martirio se- Premio de Honor –otorgado por un jurado que presidió
gún los gnósticos”, en Revista Bíblica, 42/175/1 (1980), 31-41.
26 27
Lysandro S.Z. de Galtier el año anterior– sino el de la proposiciones, número completo en la serie de los núme-
segunda edición, que amplía con dos nuevos capítulos, ros naturales, según lo enseña la tradición de Pitágoras.14
IV y VIII, a la anterior. Esa edición, que sirve de base a 1º Porque hay poesía existen los poetas.
la nuestra, le fue solicitada a Eduardo Azcuy por el poeta 2º El poeta genera una obra poética. En esto Eduardo
venezolano Juan Liscano, y salió a la luz en Caracas, por Azcuy no se separa de Aristóteles, la poesía se concreta
la editorial Monte Ávila, en 1982. como poema.
El primero de esos capítulos dedicado a “Novalis y la 3º Pero la producción poética se origina en la actividad
visión del «Otro reino»”, muestra la originalidad mayor mediadora y productiva del poeta y esta acción arraiga y
del joven poeta al hacer hincapié en la figura gnóstica se nutre de la poesía. Hay una obvia desproporción entre
de Sofía, la Madre oculta, que gobierna invisiblemente el principio y sus productos y el franqueamiento de esta
el designio providencial del mundo caído en el tiempo. grieta exige purificación.
La muerte prematura de su prometida Sofía von Kühn 4º La poesía es por esencia universal y anterior a la
despertó en Novalis, imprevista pero inconteniblemente, caída del hombre del estado de perfección. De esa situa-
el impulso de un proceso interior que combinado con la ción primordial hablan los mitos, la reflejan los paradig-
melancolía de la ausencia de la amada, lo llevaba incons- mas rituales y las grandes doctrinas metafísicas y reli-
cientemente hacia la verdadera meta, la divinidad escon- giosas. Ésa es la tradición perenne, rediviva.
dida en lo profundo del alma. 5º No obstante, esa tradición primordial, presente por
El otro capítulo intercalado, sobre “Rilke: el diálogo con doquier, la vemos envilecida y encubierta, aunque se la
lo invisible”, complementa admirablemente al anterior haya querido conservar en sus virtualidades prístinas
en el plano teosófico, puesto que pone de relieve la sutil por corrientes que cultivan lo oculto. Lo “oculto”, empe-
religiosidad del autor de La elegías del Duino, quien asi- ro, no es una realidad meramente confidencial, sino la
mismo percibe en el mundo interconectado de manera in- sabiduría sustancial mantenida y cuidada, que subyace
visible, la comunicación entre las entidades espirituales y y se distingue de las instituciones y convenciones, de las
su intimidad personal. Es el nivel de la realidad ajena a lo racionalizaciones científicas, filosóficas y teológicas, y de
empírico, que vibra al entrar en contacto con el fondo sin las prácticas sociales rutinarias.
fondo de la divinidad. 6º La tradición primordial es una vigencia escondida a la
Hemos intentado glosar al creador y la obra en una que se llega por vías diversas, pero todas despojadas de ex-
época no tan lejana de claros y de sombras, pero es ne- terioridad: la teosofía metafísica, la mística con sus diver-
cesario –a modo de colofón– decir unas palabras, aunque sas manifestaciones y experiencias, el cultivo del saber y las
sean arriesgadas, acerca del arte poética de Eduardo Az- prácticas esotéricas, la poesía incluida entre las bellas letras.
cuy, según se desprende de su trabajo como poeta, como 7º Por este motivo entre estas cuatro esferas del hu-
teórico y crítico de los poetas ocultistas examinados en su manismo universal existen connaturales paralelismos y
extraordinario libro, que ahora se reedita por compulsión analogías.
de los tiempos maduros. Estas máximas conclusivas he-
mos querido encerrarlas, de acuerdo con la organización
decimal del libro en su estadio último, en una decena de 14. Cfr. F. García Bazán, La concepción pitagórica del número y sus
proyecciones, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2005, cap. 1, pp. 23-33.
28 29
8º En fin de cuentas, todas estas vías convocan a la
experiencia por medio de sucesivos despojos y transfor-
maciones de estado, que buscan lo en sí inmanifiesto o el
“conocer desconociendo”.
9º Resulta evidente que el reconocimiento de las vías,
caminos o escalas de acceso efectivos hacia lo oculto, es
inexcusable y ávidamente apetecible por los buscadores
de lo Absoluto (cultos mistéricos, iniciaciones, prácticas
espirituales, aproximación eficaz al sentido de las cien-
cias ocultas). En la declinación radical de la cultura con-
temporánea es lo más difícil de encontrar y la impacien-
cia ha inducido muchos desvíos. La humildad y sabiduría
de Eduardo Azcuy, notablemente visible para quienes lo PRIMERA PARTE
hemos frecuentado estrechamente, quizás sea el mejor
antídoto para evitar las precipitaciones. La poesía como aventura
10º Los poetas ocultistas, por su parte, sirven de ratifi-
cación para descubrir este momento especialmente comple-
metafísica
jo del vínculo poesía-poeta. Estos creadores poéticamente
inspirados son impregnados por la poesía y así lo prueban.
Cómo llegan al contacto poético se ignora, aunque es evi-
dente que en ellos se han dado cambios interiores para po-
der aproximarse al principio. No se sabe de los medios de
acceso indómitamente buscados, pero sí de los resultados
revelados por ellos mismos: “la poesía es magia”, es decir
el toque o inmersión en la poesía compele a crear armóni-
camente, o sea, a manifestar lo inexpresable a través de la
expresión rítmica y con consonancia tonal. La poesía no es
la música de las esferas, pero sí melodía de los ángeles y
démones.15 Poesía, misterios, mística y metafísica resultan
inexplicables sin la propedéutica de las ciencias ocultas.

15. En este punto intersectan la sinestesia, la teúrgia y la magia.


Cfr. F. García Bazán, Oráculos Caldeos con una Selección de Tes-
timonios de Proclo, Pselo y Miguel Itálico, Gredos, Madrid, 1991,
Introducción, esp. pp. 28-31.
30
Todo hombre es libre de ir o de no ir a
ese terrible promontorio del pensamiento
desde el cual se divisan las tinieblas. Si
no va, se queda en la vida ordinaria, en la
conciencia ordinaria, en la virtud ordina-
ria, en la fe ordinaria o en la duda ordina-
ria; y está bien. Para el reposo interior, es
evidentemente lo mejor. Si va a esa cima
queda apresado. Las profundas olas del
prodigio se le han mostrado. Nadie ve im-
punemente ese océano. Desde ese momen-
to será el pensador dilatado, agrandado,
pero flotante; es decir el soñador. Un ex-
tremo de su espíritu lindará con el poeta
y el otro con el profeta. Cierta cantidad de
él pertenece ahora a las sombras. Lo ilimi-
tado entra en su vida; en su conciencia…
Se convierte en un ser extraordinario para
los otros hombres, pues tiene una medida
distinta que la de ellos. Tiene deberes que
ellos no conocen.
Víctor Hugo, Shakespeare
CAPÍTULO I
La búsqueda del paraíso perdido

La nostalgia del paraíso. Schelling y el tiempo primordial.


Los orígenes fabulosos. El Shamanismo y las técnicas del
éxtasis. Repetición y eterno retorno. Regreso a la eternidad.
Nacimiento de la poesía. El poeta y el místico

La mitología en tanto que historia de


los dioses, no puede haber sido sino un
producto de la vida: una cosa vivida,
experimentada, probada.
Friedrich Schelling, Introducción a
la filosofía de la Mitología

Había entonces gigantes en la tierra,


y también después, cuando los hijos de
Dios se unieron con las hijas de los hom-
bres, y les engendraron los héroes, esos
valientes del mundo antiguo.
Génesis 6:4

En lo profundo de su psique, el hombre guarda un


sentimiento ahistórico, la huella de una existencia más
completa, más rica, de una época en la que participó de la
condición paradisíaca del Hombre perfecto. Esa situación
primordial tuvo lugar in illo tempore, en el Gran Tiem-
po de los orígenes, en una Edad de Oro “absolutamente
mítica”. En ese tiempo fabuloso, el hombre “natural”, en
estado de beatitud y libertad, se hal1aba frente a fren-
te a los superhombres que descendían a la Tierra, para
mezclarse en sus asuntos y orientar su vida. Los mitos de

35
ascensión nos hablan de la extrema “proximidad” entre caídos y de imágenes degradadas”. Ese tesoro subsiste,
la Tierra y el Cielo. Sin embargo, un profundo trastro- aflora en múltiples expresiones del alma, inspira a los
camiento alteró ese régimen existencial. El hombre ex- poetas, vivifica a la cultura y proyecta al hombre condi-
perimentó una modificación cualitativa en el interior de cionado por la historia, hacia un ilimitado cosmos espi-
su ser y fue proyectado al cauce de la temporalidad. La ritual. Como expresa Dardel,2 se manifiesta en los más
caída significó una “ruptura” esencial en la condición hu- naturales sentimientos colectivos y es el resorte secreto
mana. Sus consecuencias fueron el sufrimiento, la sexua- de nuestra visión del mundo.
lidad, el politeísmo y la muerte. El cielo se tornó lejano, Su presencia es el signo de una antigua armonía, de
las “escalas” que comunicaban con los niveles superiores, una vida más plena y profunda que mantenía corres-
fueron abatidas y la montaña mágica aplanada. La época pondencias con el cosmos y disponía de facultades para
paradisíaca llegó a su fin y el hombre, privado de su con- captar la realidad que hoy se adelgaza y se degrada a
dición original, se convirtió en un ser caído. través de los canales sensoriales. Los ensueños, los entu-
A partir de entonces, limitado en su percepción y en siasmos las imágenes del inconsciente “poético” son fuer-
sus poderes, segregado del seno generoso de la natura- zas plenas de significado que jamás podrán extirparse.
leza, añora su antigua condición edénica. El recuerdo del El espíritu humano nunca ha dejado de experimentar ese
Paraíso, impreso aún en las estructuras psíquicas que oscuro deseo de trascender el tacto, de acrecentar los sur-
preceden a nuestra psiquis individual, es decir en lo que cos invisibles, de transitar a tientas las sendas interiores
Jung denomina inconsciente colectivo, supervive degra- en busca de un nivel paradisíaco, fuera del Tiempo y de
dado en imágenes y símbolos. Se lo intuye en las islas la Historia. El hombre del reino pugna en el inconscien-
terrestres, en el paisaje de los trópicos, en la libertad se- te, se abalanza en los sueños, crece en los éxtasis y en
xual, en la beatitud de la desnudez, en la búsqueda del lucha permanente con los “yo” sucesivos que elabora la
“otro lugar” y en el deseo de algo completamente distinto percepción condicionada, intenta superar el pensamiento
del instante presente. discursivo y acceder a un estado impersonal e intemporal
Esas nostalgias pertenecen a lo más profundo de la más allá de la vida y de la razón ordinarias.
vida espiritual y exponen al desnudo las secretas modali- Friedrich Wilhelm Schelling (1775-1854), que adelan-
dades del ser. Mircea Eliade1 considera que la existencia tándose a la búsqueda de los modernos etnólogos, dete-
más mediocre está plagada de símbolos, de hierofanías rioró la imagen falsa acuñada por el racionalismo, fue
en desuso y de mitos olvidados. “El hombre más realis- uno de los primeros en penetrar con agudeza el enigma
ta vive de imágenes y la nostalgia más abyecta disfraza de la mitología.3 Considera a la “caída” como una con-
la nostalgia del paraíso”. Separar los entusiasmos y los moción esencial que interrumpió una época homogénea
sueños de lo concreto de la vida no corresponde a la rea- y la homologa a una crisis espiritual ocurrida en la con-
lidad. “El hombre moderno que desprecia las mitologías,
no deja, por ello, de nutrirse permanentemente de mitos
2. Eric Dardel, “Lo mítico”, en Diógenes, año II, Nº 7, Buenos Aires,
1954, p. 63.
1. Véase Mircea Eliade, Imágenes y Símbolos. Ensayos sobre el sim- 3. Friedrich Wilhelm Schelling, Introduction à la philosophie de la
bolismo mágico-religioso, Madrid, 1956. Mythologie, París, 1945, 2 t.
36 37
ciencia humana. El filósofo especula sobre varios proce- duce, de acuerdo con Kühn el descubrimiento de la agri-
sos sucesivos. El primero, más íntimo, se desarrolla en la cultura con sus ciclos periódicos y el hombre, vuelto objeto
propia conciencia transformándola cualitativamente. El de su propia naturaleza, comienza a percibir lo que existe
segundo, más exterior y perceptible, se manifiesta, por la detrás de las cosas y a reconocer su sentido abstracto y
involuntaria diferenciación de las lenguas, y el tercero se trascendente.
traduce en la separación de la humanidad primordial, en Esta interpretación, menos audaz y más racionalista
grupos que se excluyen mutuamente. que la del filósofo romántico, tiene el mérito de acercar
La ciencia moderna también se acerca a estas concep- la ciencia a la religión, pero no determina el grado de
ciones románticas. Herbert Kühn4 relaciona la antropo- profundidad que caracteriza a esa honda transformación
logía científica con la antropología religiosa. De acuerdo mental que es en definitiva la “caída”.
con los últimos estudios y hallazgos, se juzga como un Para el hombre arcaico, ese hombre que describen los
hecho seguro la realidad de una época edénica que coin- mitologemas y que se mueve fuera de las culturas his-
cidiría con la Edad Glacial. toriográficas en una supuesta dimensión intemporal, la
Los escritos más antiguos de la Biblia; el Rig-Veda; el realidad se inscribe en un solo orden. No existen para él
poema épico de Gilgamés, cuyos fragmentos se remontan dos imágenes del mundo, sino una. La conciencia mítica
al tercer milenio; y Los Trabajos y los Días, de Hesíodo, que permite al hombre original soldarse con los ritmos
conservan el fabuloso recuerdo del Edén. Textos sume- de la naturaleza, genera una imagen ensanchada de lo
rios y babilónicos lo citan y asoma asimismo con su perfil real. La lógica ordinaria y la lógica afectiva se integran
intemporal en el Mahabharata (VI, 7), el Ramayana (IV, con una lógica que hoy llamaríamos de lo “paranormal”,
43), las tradiciones budistas y la literatura de los griegos. formando una unidad originaria de la conciencia y del
El cristianismo habla de un estado primordial de perfec- mundo. La pérdida de esta totalidad, con su secuela de
ción espiritual llamado justitia originalis. limitaciones, constituye el hecho fundamental que deter-
Kühn afirma que esa época estuvo representada por la mina la iniciación de la cronología y el nacimiento de los
Edad Glacial, en cuyo transcurso no existió propiamente mitos.
la historia, pues el hombre vivió en una substancial ino- Schelling considera la existencia de una época inicial,
cencia respecto de cuanto lo rodeaba y en una absoluta un período atemporal, “absolutamente prehistórico” o
identificación con la naturaleza. “El estado, paradisíaco – mítico que no revela sucesión ni cambios. A ese tiempo
escribe– tiene su raíz en el pensamiento armónico, en la primordial que caracteriza a la humanidad indivisa se
conciencia sin falla, en la simple dedicación a la naturale- superpone lo “relativamente prehistórico”, es decir que,
za, en la concreción de la vida, en la claridad para concebir afirmando la separación efectiva de los períodos tempo-
al mundo”.5 Sin embargo, entre el fin de la Edad Glacial y rales, el primero es una especie de Eternidad. Solamente
principio del Neolítico (10.000 a 6.000 años A.C.), se pro- se perfila como pasado, al conectarse con lo relativamen-
te prehistórico y con lo propiamente histórico regido por
la cronología. Para Schelling, ese tiempo primordial po-
4. Cf. Herbert Kühn, Los primeros pasos de la humanidad, Buenos see un particular contenido y se rige por principios y le-
Aires, 1962.
yes diferentes. Es la época de una humanidad en muchos
5. Ibidem, p. 12.
38 39
aspectos superior a la actual, que protagonizó sucesos formas de aprehensión lo confina en los estrechos límites
reales de carácter extraordinario. De ahí que afirme la de la percepción sensorial. De la visión indivisa se acen-
realidad de los héroes y rechace los orígenes humildes túan con particular nitidez las nociones de causalidad, de
que se asignan a la humanidad primera. Schelling in- tiempo y de espacio, cercenando en la psiquis la imagen
siste en una comunidad original no desmembrada, que total del universo. El “Logos” desplaza gradualmente al
hablaba un solo idioma y veneraba a un solo Dios. Esta “Mythos”. Lo invisible, lo infinito, se recorta en secciones,
idea de un monoteísmo inicial, ya entrevista por Lessing en planos, se escalona, mientras el “yo”, oscurece parte
en La Educación del Género Humano (1780), la desarro- de sus facultades de aprehensión en los abismos de lo
lló Lang hacia 1900 y finalmente fue fundamentada por inconsciente.
Wilhelm Schmidt, en sus minuciosos estudios etnográfi- El nuevo hombre que traspone los límites brumosos de
cos sobre el “Dios Altísimo”.6 la época “relativamente mítica” para penetrar en el ám-
Vista a través del pensamiento de Schelling, la mito- bito de la historicidad, se caracteriza por su progresiva
logía no es el producto de la imaginación de los poetas, conciencia de la realidad de tres dimensiones captada a
ni deriva de la personificación simbólica de nociones mo- través de los sentidos comunes y por la aceptación de los
rales. Tampoco proviene de la interpretación que el hom- conceptos tempo-espaciales que de ella se derivan. Pero
bre arcaico habría hecho de los prodigios naturales, como ese hombre posee una tradición; trae consigo los mitos,
pretenden los mitólogos naturalistas que todo lo refieren es decir las historias sagradas, que han tenido lugar en
a los cuerpos celestes o a los fenómenos de la meteorolo- el Gran Tiempo y que en épocas posteriores serán orga-
gía. La mitología nace con la irrupción de los arquetipos nizadas por los poetas. A pesar de las deformaciones que
y se desarrolla conjuntamente con esa sociedad inicial puedan haberse producido en ese cuerpo de recuerdos,
en la época “absolutamente prehistórica”. Sin embargo, las coincidencias son notables y todos los pueblos memo-
no existe como tal, hasta después de ese acontecimiento ran el sentido creador de seres semidivinos o héroes civi-
de consecuencias múltiples (la caída) que conmociona al lizadores que en un mundo diferente fundaron los modos
mundo antiguo. El hombre comienza entonces a vivir en de ser que sirven de modelo al comportamiento de los
un tiempo “relativamente prehistórico”. La unidad origi- hombres.
naria se quiebra, la confusión de lenguas acentúa la divi- La mitología llega desde el origen y nace al mismo
sión y una profunda transformación psicológica modifica tiempo que el pueb1o, conjuntamente con su conciencia
gradualmente la cosmovisión del hombre caído, dentro primordial. Cuando los grupos humanos comienzan a
de un mundo que fluye hacia el “acontecer”. La expe- dar testimonio real de su existencia, ya veneran a esos
riencia evaluativa del tiempo sustituye a esa supuesta personajes notables cuyo recuerdo proviene de un remoto
dimensión intemporal a medida que declinan las faculta- pasado. Schelling se pregunta si el Heleno seguiría sien-
des hoy consideradas “paranormales”. El hombre pierde do un heleno y el Egipcio un egipcio si se les quitaran sus
la conciencia de la totalidad, y el triunfo de una de las respectivas mitologías, ya que precisamente, son tales,
gracias al hecho mismo de poseerlas. Si un pueblo reci-
biera su mitología en el curso de la historia –argumen-
6. Véase P. Guillermo Schmidt, Historia comparada de las religio- ta– resultaría que tendría una historia antes de tener
nes, Madrid, 1941, cuarta y quinta parte.
40 41
una mitología. Pero generalmente ocurre lo contrario: no perpetúan por interés vano o como mero relato de fic-
es por su historia que recibe la mitología, sino que es la ción, sino que constituyen la afirmación de una realidad
mitología la que determina su historia o, mejor dicho, no primera, más grande e importante”. Lévy Bruhl, en sus
la determina sino que constituye su destino.7 recordados Carnets, también afirma que “se trata de his-
Estas ideas se han ido abriendo paso lentamente y han torias que realmente han acontecido, pero que han suce-
preparado el camino para una nueva comprensión de los dido en un tiempo, en un espacio, en un mundo que no
mitos. Como afirma Steffens Soler, en un esclarecedor se confunde con el tiempo, el espacio, el mundo de hoy,
trabajo sobre los tiempos primeros, el mundo mitológico y que por ser distintos y aún separados no son por ello
contiene una riquísima substancia espiritual, y su trama menos reales”.9
posee concepciones filosóficas, morales y artísticas que Sin embargo, ese hombre de las sociedades arcaicas,
suponen abstracciones de gran poder. víctima de la degradación temporal, enfrentado a un
mundo pleno de hostilidad, encuentra en el mito no sólo
Los simbolismos mitológicos, profundos, agu- la narración de sucesos extraordinarios ocurridos in illo
dos, finos y encantadores a veces, cuya significa- tempore sino una forma segura de instalarse en lo real y
ción y belleza escapan a la inteligencia y sensibi- reintegrarse en el universo. Actúa como restaurador del
lidad de la mayoría de los habitantes de nuestras equilibrio perdido y constituye –para el hombre tradicio-
ciudades civilizadas, corresponderían –dentro de nal– la única revelación válida de la realidad. El mito se
la lógica positivista– a la etapa primitiva y me-
convierte entonces en estructura de existencia y torna
nesterosa de la humanidad. Resulta así pesado
posible la vida. El hábitat humano adquiere forma men-
imaginarse que la literatura y el arte hayan vivi-
do y vivan aún a expensas de las concepciones de tal. Como dice Gusdorf, ese significado vital del mito per-
esos hipotéticos salvajes, que vinieron marchan- mite a la conciencia del hombre arcaico “constituir una
do por las encrucijadas de la prehistoria científi- envoltura protectora en cuyo interior el hombre encuen-
ca, apenas ascendidos a hombres por sus propios tra su lugar en el universo”.10
medios.8 El tiempo histórico, con sus momentos que se impli-
can recíprocamente, es considerado profano. La realidad,
Existe sin duda una prehistoria que posee un conteni- en cambio, existe siempre en el tiempo sagrado, el Gran
do distinto y difiere esencial e interiormente del perío- Tiempo de los orígenes. La actividad esencial consiste en
do histórico. El relato mitológico –como reconoce Eric proyectarse a ese tiempo primordial y abolir la historia.
Fromm– no es simplemente un producto de la imagina- Aparece entonces el hombre diferente llamado a ejercer
ción desbordada de seres “primitivos”, sino un recipiente la tutela espiritual sobre el grupo. Frazer los conside-
de apreciados recuerdos del pasado. “Los mitos –expre- ra como la clase social más antigua de la historia. Es el
sa Malinowski en Myth in Primitive Psychology– no se shamán (palabra tungusa que llega a las lenguas occi-

7. Friedrich Wilhelm Schelling, ob. cit. pp. 77-78. 9. Lucien Lévy-Bruhl, Les Carnets de Lucien Lévy-Bruhl, París,
8. Carlos Steffens Soler, “Mitología e Historia”, en Trabajos y Comu- 1949, p. 81.
nicaciones, t. 4, Buenos Aires, 1954. 10. Georges Gusdorf, Mito y metafísica, Buenos Aires, 1960, p. 15.
42 43
dentales a través del ruso), el hombre medicina (medi- Su actitud profundamente religiosa se homologa a la
cine-man), el brujo, el mago, el sanador.11 Se caracteriza de los místicos de las grandes civilizaciones posteriores.
por sus poderes psíquicos. Vive lo sagrado con particular El comportamiento shamánico es perfectamente normal,
intensidad y puede penetrar mediante 1as técnicas del y, como dice Eliade, lejos de ser neurópatas, los shama-
éxtasis en una esfera superior de realidad mediante una nes aparecen bajo la faz cultural como superiores a su
ruptura del nivel ordinario de conciencia. Es el hombre medio.
capaz de conducir a las almas de los muertos, rescatarlas
de las regiones inferiores o guiarlas en el ascenso místi- Son los principales guardianes, de la rica lite-
co al cielo. Provocando el necesario estado de trance por ratura oral: el vocabulario poético de un shaman
medio de invocaciones y de danzas, el shamán dialoga yakuta comprende doce mil vocablos, cuando su
con el dios supremo, al cabo de una simbólica ascensión lenguaje habitual –por otra parte el único conocido
celeste al árbol ritual que simboliza la montaña cósmica por la comunidad– sólo posee cuatro mil. Entre los
kazak-kirghizes, el bagsa, cantor, poeta, músico,
o el pilar del mundo que une la Tierra con el Cielo.
adivino, sacerdote y médico, parece ser el guardián
Fuera del tiempo profano, inmerso en un éxtasis lúcido de las tradiciones religiosas populares y el conser-
en el que zozobran las limitaciones, el alma del shamán vador de las antiguas leyendas seculares.12
puede proyectarse a voluntad y aprehender más allá de
nuestra percepción sensorial relaciones y aspectos insos- No obstante, al margen de la actividad espiritual de
pechados del universo. El “Paraíso Perdido” es reencon- esos hombres excepcionales, la comunidad, como sistema
trado en otra parte del tiempo, y la condición humana, apropiado para lograr el retorno al prototiempo, formula
por obra de esa singular experiencia, entra en contacto elaboraciones arquetípicas y sistemas paradigmáticos.
con la realidad primordial y recupera la perfección de los Se huye del terror de la historia, del dolor sin sentido que
comienzos. comporta ese ritmo irreversible y aplastante que en úl-
Para ello debe necesariamente retroceder, evadirse tima instancia nos aproxima a la muerte. El devenir im-
aunque no sea más que por breves instantes, de ese deve- placable del tiempo lineal no permite regresos, y el dolor
nir falto de todo significado al que lo ha empujado la “caí- cotidiano acentúa esa sensación de gratuidad. El hombre
da”. Es imprescindible “retornar hacia atrás”, escapar al se resiste a admitir como una constante de su vida ese
irreversible tiempo común que al imponer una duración tránsito lineal que lo destruye. Entonces se defiende del
regular, hace provenir el presente del pasado y el futu- tiempo y le practica “cortes” de la misma manera que la
ro del presente. La experiencia consiste en desplazarse naturaleza atempera ese transcurrir inacabable median-
hacia la época “absolutamente mítica” para vivenciar la te las estaciones, los días y las noches. Es preciso volver
“plenitud inicial”, reintegrándose al illud tempus y vol- a comenzar, quebrar el tiempo profano que pugna por
ver a vivir el no-tiempo, el eterno presente atemporal an- convertirse en histórico mediante la repetición y el eterno
terior a la “caída”.

11. Véase Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del 12. Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios, Buenos Aires, 1961, p.
éxtasis, México, 1960. 98.
44 45
retorno. Los modelos de toda actividad significativa se por encima de los sentidos en un nivel de suprema es-
determinan por los mitos, y el hombre, que padece en tabilidad interior. Abolir la Historia, salir del Tiempo,
el cauce de la duración, destruye la irreversibilidad del recobrar el “Paraíso”, es decir, la situación del hombre
devenir mediante la repetición incesante de gestos que primordial, constituyen apetencias comunes tanto del
renuevan acciones primordiales. Por la repetición del shamanismo primitivo, como de los santos orientales y
acto cosmogónico, el tiempo vulgar en el que se realiza el cristianos. Todas las técnicas ascéticas y contemplati-
ritual se proyecta en el tiempo mítico en que se produce vas y las iniciaciones esotéricas tienden a transformar al
la fundación del mundo. La ceremonia se desarrolla no hombre, a “curarlo” de la degradación temporal. El hom-
sólo en un espacio consagrado, es decir, esencialmente bre “enfermo”, debe volver a nacer. La filosofía de la In-
distinto del espacio profano, sino además en un “tiempo dia aporta una “medicina nueva” para el sufrimiento y la
sagrado”, en aquel tiempo (ab origine), cuando el ritual angustia existencial. La “curación” está presente en todo
fue llevado a cabo por primera vez por un antepasado.13 el saber tradicional. El ilusorio velo de Maya debe ser
La repetición descubre la posibilidad de un reencuen- desgarrado para acceder a la no-dua1idad, al centrum
tro con el universo total y permite una participación on- naturae de Boehme, o a la “vacuidad resplandeciente” de
tológica con el ámbito trascendente. Para el hombre que los maestros del Zen. Los santos y los místicos, los sha-
accede a una visión épica del mundo, el tiempo que pasa manes y los magos, guardan especialmente esa huella
es todavía un tiempo indiferente; el esencial es el tiempo primordial en las capas profundas de su psique.
sagrado, al que podrá proyectarse en espíritu en la medi- Cuando la fuerza del mito se transfiere a la memoria
da en que, por la actualización del mito, logre reproducir colectiva, junto a la experiencia del éxtasis que realizan
el gesto del arquetipo que creaba el mundo en la época los shamanes, surge y se manifiesta la poesía. Poco a
auroral. De esa manera el hombre de las sociedades ar- poco el mito se torna legendario, pero sobrevive su en-
caicas logra vivir en un tiempo sagrado que surge a in- cantamiento y su poder. Si por un lado se ritualiza y sir-
tervalos esenciales tras la invocación mágica del rito. Se ve de sostén a los éxtasis místicos que permiten revivir
sitúa fuera de la duración, vive de momento a momento, los comienzos y acceder al tiempo primordial en que los
en ahoras, a saltos, en un “eterno presente” que seres arquetipos fundaron el mundo, por otro, comienza a poe-
especialmente dotados habrán de perpetuar a través de tizarse otorgando un nuevo sentido a las formas descrip-
las épocas. tivas que se integran con invocaciones y plegarias. Los
Este regressus ad originem, a la eternidad, que consti- hechos ejemplares se incorporan a la memoria popular
tuía el anhelo fundamental del hombre de las sociedades que recrea las antiguas tradiciones y revive el pasado en
arcaicas, es asimismo el elemento primordial de la expe- un lenguaje significativo.
riencia mística en las tradiciones orientales del yoga y el Para el hombre caído, que ha perdido la facultad de
budismo y en las místicas judeo-cristianas. Lo esencial aprehender la imagen real del universo, la poesía es una
consiste en trascender la condición humana, situándose vía más accesible que las técnicas del éxtasis, para desa-
rraigarse del tiempo y de la historia. Los temas mágicos y
místicos, las fórmulas y los conjuros, se tornan poéticos a1
13. Cf. Mircea Eliade, El mito del eterno retorno. Arquetipos y repeti- desasirse del ritual, y perduran en multitud de epopeyas.
ción, Buenos Aires, 1952, p. 33.
46 47
Como el shamán, el poeta es también en alguna me- pecie de exaltación angélica a través de la cual el alma
dida el “hombre diferente”, que crea sobre la fugacidad y entrevé los esplendores situados más allá de la tumba”.
reactualiza el sentido profundo de su ser, mediante pala- El místico, en cambio, realiza una experiencia más or-
bras que describen vivencias y contenidos cognoscitivos gánica e intensa y en la pasividad del éxtasis trasciende
que in illo tempore posibilitan la aprehensión de lo real. el nivel parapsíquico, visionario o mediúmnico, y progre-
Para él la destrucción y la muerte se superan proyectán- sa hacia el foco de la conciencia unitaria. Ambos, poesía
dose hacia una realidad espiritual que estabiliza la vida y mística, son actos de orden cognoscitivo; pero mientras
y lo libera de la prisión historicista. Como el especialista el místico accede a la fuente intemporal del Ser, y perma-
del éxtasis, el poeta alienta una nostalgia de absoluto y nece en ella realizando una suprema unión existencial, el
accede a su modo en una indecible dimensión intemporal. poeta, por las imágenes y el sueño, obtiene un contacto
A través de todas las épocas, los poetas ambicionan fugaz con ese nivel incondicionado de la psique y constru-
vivenciar la Unidad, evadirse del mundo sensorial y los ye con palabras y ritmos un testimonio oscuro para ese
límites del yo. También ellos anhelan descender a los desborde numinoso del alma.
abismos interiores para esbozar una respuesta a la an- El poeta se impone, entonces, una riesgosa aventura.
gustia existencial de la creatura prisionera en el tiempo. Debe internarse en lo más profundo de su ser, pero sus
“La poesía es el arte de construir la salud trascendental. métodos de acceso –a diferencia de las vías contempla-
El poeta, por consiguiente, es el médico trascendental”, tivas de despojo gradual– son ensayos anárquicos con
escribió Novalis. Es él quien se anticipa al conocimiento “temporadas de infierno”. Su testimonio escrito responde
y enfrenta la multiplicidad. Su función instauradora res- a la vida profunda, se nutre en los sueños y en los au-
cata, de la corriente impermanente de las cosas, viven- tomatismos inconscientes y, al tender los puentes más
cias esenciales, momentos cósmicos y expresiones aní- maravillosos entre los objetos del cosmos, ofrece una
micas que adquieren dimensión ontológica. Frente a las imagen fragmentada de esa realidad esencial que esca-
apariencias, separado de la Naturaleza, el poeta lucha pa a la percepción ordinaria. Como dice Shelley, “crea
por superar esa “realidad” que le ofrecen las categorías de nuevo el universo, aniquilado en nuestro espíritu por
lógico-cognoscitivas. Su apetencia ontológica lo impulsa la repetición de impresiones, y arranca de nuestra vida
hacia la realización de la Unidad, suprema vivencia poé- interior la película del hábito que nos oculta la maravilla
tica que le permitirá integrarse y recobrar su situación de nuestro ser”.
paradisíaca. Para ello, el poeta traza su propio camino.
Es un sendero en ciertos aspectos paralelo al del místi-
co. Sin embargo, la esencia invisible y omnipresente del
Todo, vivida en el ámbito del verso, no posee ni puede
poseer la plenitud contemplativa que adviene en los ni-
veles mentales donde se aniquila totalmente el mundo
sensible. EI poeta progresa hacia los niveles profundos
de la psique y alcanza su último grado en la deposición
momentánea del “yo”. Es, como dice Baudelaire, “una es-

48 49
CAPÍTULO II
Ocultismo y poesía

Más allá de la conciencia habitual. La tradición es algo vivo. El


mundo de la totalidad. La mentalidad del hombre arcaico. Ani-
mismo y prelógica. Los “poderes maravillosos”. Energía psíquica
y “mana”. Rhine y el factor “extrafísico”. Los maestros del ocultis-
mo. “Coincidencias significativas”. Los poetas tradicionales. La
analogía poética y la analogía mística. La imagen indescriptible

Todo se entreteje para formar un todo,


unas cosas actúan y viven en las otras,
suben y bajan como fuerzas celestes y se
entrecruzan con sus cubos de oro, oscilan
de un lado a otro, con benéfico impulso,
bajan del cielo y atraviesan la tierra y
resuenan armónicamente en todo el uni-
verso. ¡Grandioso espectáculo!
Goethe, Fausto

Es verdad sin mentira, cierto y muy


verdadero. Lo que está abajo es como lo
que está arriba; y lo que está arriba es
como lo que está abajo para realizar los
milagros de una cosa única.
Hermes Trismegisto, Tabula
Smaragdina

“El mundo material”, escribió Poe, “está lleno de analo-


gías rigurosas con el mundo inmaterial”. “La naturaleza
es un verbo”, afirmó Baudelaire, “una alegoría, un molde,
51
un vaciado, si queréis. Nosotros sabemos todo esto y no lo El hombre que logre “permeabilizar” su psique tornán-
sabemos por Fourier, lo sabemos por nosotros mismos”. dola receptiva a la vivencia de lo infinito, despertará de
Estos conceptos revelan la filiación tradicional de ambos los fantasmas ilusorios de la pluralidad y accederá a un
poetas y en cierta medida constituyen lúcidas aproxima- estado sin tiempo, en que el ser, trasmutado, obtiene la
ciones a la visión del mundo postulada por el ocultismo. suma de sus posibilidades en una verdadera experiencia
Tanto Baudelaire como Poe participan de una vivencia de inmortalidad. Mediante esa presencia envolvente, se
similar, de una Weltanschauung caracterizada por un or- hace parte de lo real, y deja de sentir el universo como
den cosmológico distinto, es decir el de la prefiguración, separado. Como pensaba Bergson, se produce un contac-
la correspondencia y la armonía preestablecida. Pero esa to unitivo con el impulso central de la actividad univer-
vivencia que les es común no se origina en la simple ad- sal. Desde ese indescriptible punto de mira, el mundo se
hesión racional a una doctrina expuesta y cristalizada, ofrece bajo otra faz que la creada por la experiencia sen-
sino que proviene de una actividad existencial que per- somotriz, pues en última instancia las diversas imágenes
mite a la mente intuir la presencia del cosmos enlazado del mundo se articulan de acuerdo con las rectificaciones
por las analogías. sucesivas operadas en la conciencia.
Más allá de la conciencia habitual, a la que Maeter- La experiencia transformadora es fundamentalmente
linck denomina conciencia pasional o conciencia de las la misma en todas partes. Como dice Rodolfo Otto es la
relaciones de primer grado, el hombre –mediante psico- “realidad de la profunda unidad del espíritu humano”,
técnicas diversas– puede acceder a un reino de sabiduría pero la capacidad de progresión del sujeto al avanzar en
espiritual. Su psique, autolimitada en términos de dua- los distintos niveles de la psique determina matices bien
lidad, posee la facultad de liberarse de la tensión de los diferenciados.
opuestos y gravitar en torno de un eje de polarización La vida mental por debajo de la conciencia es un vas-
trascendente, para luego remontarse en un itinerario as- to organismo compuesto de varios estratos. “Nuestra
censional hacia cierto punto del espíritu (el punto supre- conciencia –escribió Maeterlinck– consta de más de un
mo de Breton, el punto fosforoso de Artaud) donde la luz grado y si los verdaderos sabios sólo se preocupan de la
y las tinieblas nacen una de otra y la dualidad se resorbe conciencia más o menos inconsciente, es porque ella está
en la experiencia Una de lo intemporal. a punto de tornarse divina. El deseo supremo y desco-
Ese singular estado de conciencia, esa intuición pri- nocido de los hombres parece siempre haber tendido a
mordial del mundo que permite el acceso a la compren- aumentar esa conciencia trascendental”.1
sión efectiva de una realidad completamente distinta, Ante todo debe lograrse un estado receptivo carac-
es un estado despojado de atributos, pero sin embargo terizado, por la ausencia o disminución sensible de la fa-
extraordinariamente consciente. No existe separación cultad crítica. El “estado de encanto” como lo llama Lie-
alguna entre el sujeto que conoce y el objeto conocido. beault, o estado psicofisiológico de “trance”, puede ser leve
El conocimiento está allí en su fuente, más allá de toda o acentuado pero siempre es condición necesaria para la
formulación. Es un “impensable” que debe ser “vivencia-
do”, pues no se lo puede concebir ni alcanzar por la lógica
formal. 1. Mauricio Maeterlinck, Introducción a Novalis, Los Fragmentos
seguidos de Los discípulos en Sais, Buenos Aires, 1948, p. 15.
52 53
internalización de la Psique. Esto es importante subra- El hecho paranormal, la exaltación poética, la expe-
yarlo. Es necesaria una cierta “ausencia”, un grado de con- riencia mística y la experiencia liberadora se determinan
centración, de despersonalización, aunque sea muy leve, por el grado de profundidad a que accede la conciencia en
para la internalización más ligera y fugaz. Sin embargo, su internalización hacia el punto de referencia axil. Es
la profundidad del “trance” no guarda relación con el sis- necesario no confundir los planos, ni mezclar los órdenes
tema de inducción aplicado “más bien parece estar condi- experienciales. La percepción extrasensoria y la psico-
cionada por las creencias religiosas del sujeto y por los há- quinesia, los sucesos “mágicos”, no trascienden los terri-
bitos adquiridos en el ejercicio inicial de su facultad. Una torios de la psique. Conforman el grado más bajo de la es-
vez obtenido el estado inicial por el procedimiento que en cala y si bien en ese nivel visionario la conciencia puede
cada sujeto es habitual, aquél avanza generalmente hasta recorrer y conocer las distintas direcciones del volumen
el grado de profundidad que también en cada sujeto es tempoespacial, el conocedor y lo conocido permanecen en
habitual, pero sin que la profundidad dependa aparente- el mundo fenoménico, en el universo de los opuestos y las
mente del procedimiento empleado en la inducción”.2 Lo contradicciones. El nivel paranormal, el de los “poderes
cierto es que el “estado de encanto”, leve o profundo, es maravillosos”, los siddhis como lo llaman los hindúes, es
siempre condición necesaria para obtener la ruptura del el de las prácticas ocultistas, el nivel donde “funcionan”
nivel ordinario de conciencia que lleva a la iluminación. las correspondencias y se expresan los magos y los “do-
El canto, la danza, la monocorde repetición de fórmu- tados parapsíquicos”. El nivel de la conciencia en que se
las (mantras), el ayuno, los perfumes, las substancias manifiesta la experiencia trascendente, ya sea en forma
venenosas, los narcóticos, las particulares posturas del fugaz como en la poesía o intensa como en los estados mís-
cuerpo, la atención en un punto brillante y la oración fer- ticos, sobrepasa los dominios de la psique. La conciencia
vorosa, son algunas de las técnicas de inducción destina- resorbe en sí misma las categorías de causalidad, espacio
das a destruir los cuadros “profanos” de la sensibilidad e y tiempo, ubicándose en una posición fiscalizadora de ab-
internalizar a la psique hacia el foco impersonal e intem- soluta impersonalidad. Es la experiencia liberadora que
poral de la conciencia. alcanza su máxima expresión en el “liberado viviente”,
Esa ampliación provocada de la conciencia ordinaria, el jivan-mukta hindú; pero es también la vivencia que
esa transformación mental y orgánica que permite el permite la intuición primordial, la intuición de la Unidad
afloramiento de primordiales estructuras psíquicas ca- que conduce al universo regido por las analogías, cuyo
paces de ampliar la comprensión del universo, es la fina- análisis escapa a las formulaciones de la ciencia.
lidad declarada o no, consciente o inconsciente, explícita La historia de esa intuición primordial es vasta y ma-
o cubierta de farragosas concepciones, del misticismo, el ravillosa. Se extiende en todas las épocas como una sa-
ocultismo y las religiones, que sólo pueden expresar esos biduría subyacente, al margen de los particulares uni-
niveles desconocidos de la mente por medio de analogías versos creados por las religiones oficiales, la ciencia y la
éticas y simbólicas. filosofía.
Los ocultistas, junto con los poetas y los místicos,
herederos de esa primitiva imagen del mundo, denomi-
2. Ricardo Musso, Los límites de la psicología. Desde el espiritismo nan Tradición a la vigencia ininterrumpida de la mis-
hasta la parapsicología, Buenos Aires, 1954, p. 79.
54 55
ma. Pero aquí, el vocablo Tradición no se halla identi- En la época “absolutamente mítica” como la denomi-
ficado con el hecho simple de una mera transmisión nara Schelling, el hombre parece haber vivido en estado
oral. El sentido de la noción de Tradición en el enten- atemporal, en una especie de infinitud en que lo visible
dimiento ocultista es mucho más complejo y respon- percibido por los sentidos ordinarios, coexistía con una
de a profundas motivaciones del espíritu. Si el ocul- singular perspectiva de las cosas, derivada de la espon-
tismo –como veremos más adelante– es una doctrina tánea actividad de ciertos dinamismos psíquicos que hoy
coherente, una filosofía, o mejor aún, un conjunto de permanecen inactivos.
teorías y de prácticas fundadas sobre la intuición pri- Esa visión unitaria, esa captación indivisa del hombre
mordial del mundo, la Tradición confiere una profunda mítico es la que en cierto modo ha conservado la Tra-
unidad a esos sistemas coincidentes y les asegura una dición. Y ese universo distinto, particular, cuestionado
ortodoxia y una continuidad. Es, sin duda, el elemento por el racionalismo, es un enfoque perfectamente válido.
imponderable que sostiene a todas las racionalizacio- Aunque no sea susceptible de reducción al mundo de la
nes elaboradas a partir de la intuición primordial. De ciencia, coexiste con él, pues ambos integran el universo
esa manera la Tradición es algo vivo, una permanencia real. El mundo es uno y ambas visiones, la ocultista y la
revitalizada a través de los siglos, “la supervivencia científica, existen sin contradecirse. No es necesario opo-
inconsciente en el seno del alma colectiva, de una es- nerlas pues se yuxtaponen normalmente sin destruirse.
tructura mental primitiva que una vez exteriorizada Son dos aspectos distintos de un mundo único y multi-
en palabras, engendrará las exposiciones dogmáticas forme que “posee un aspecto científico y otro ocultista”,
de un Hermes o de un Boehme, los manuales de un pues desde cierto punto de vista “todos los objetos están
Eliphas Levi y los poemas de un Rimbaud”.3 sometidos a la ley de las correspondencias y a las leyes
Los pensadores ocultistas, los poetas y los místicos científicas”.
participan de ese saber tradicional no solamente porque El mundo visible en el que habitualmente nos move-
conceden validez a determinadas doctrinas basadas so- mos, es sólo un aspecto de la totalidad, la perspectiva
bre una particular cosmovisión, sino y fundamentalmen- incorrecta, o mejor dicho, parcial del mundo. “El mundo
te porque ellos mismos, partiendo de experiencias análo- espiritual –señala Novalis– se halla abierto para noso-
gas, la captan sin intermediarios. El ocultismo tiene así tros y es siempre visible. Si adquiriésemos de pronto la
asegurada su presencia a través de todas las épocas. elasticidad necesaria, veríamos que nos hallamos en me-
Desde la pérdida de la “totalidad psíquica” siempre dio de ese mundo”. “Este mundo es el mundo del más
existieron hombres especialmente aptos para actualizar allá –afirma Ouspensky–, sólo que extrañamente perci-
las estructuras mentales arcaicas y reencontrar, más bido”. Para ambos, la imagen real del universo no es algo
allá de la pluralidad aparente de las formas, el acceso que yace en el futuro ni guarda relación con el Progreso
que conduce a la percepción del universo mágico de las temporal. Por el contrario, la realidad está siempre pre-
analogías o mundo multidimensional de las causas. sente y si no podemos percibirla se debe a que todavía no
hemos “despertado”. El gran secreto, es decir la causa de
nuestra limitación, reside en nuestra captación parcela-
3. Robert Amadou, L‘occultisme, Esquisse d‘un monde vivant, París, da. Vemos el universo a través de la estrecha ranura de
1950, pp. 72-73.
56 57
los sentidos. Como dice Huxley, apoyándose en la teoría Ouspensky considera que tenemos derecho a suponer
de Bergson, la función del cerebro, el sistema nervioso y a cierto nivel de la psique del hombre (lo ultraconscien-
los órganos sensoriales, es fundamentalmente elimina- te), como la función de éste en una sección del mundo
tiva, es decir que actúan protegiendo nuestra concien- diferente de la tridimensional, en que se mueve su cuer-
cia, reduciendo nuestro conocimiento e impidiendo que po, y Maeterlinck afirma que allí donde el hombre pa-
la visión ensanchada de la realidad nos abrume. De esa rece terminar, es donde probablemente comienza, y sus
manera nuestra inteligencia individual recibe material partes esenciales e inagotables sólo se encuentran en lo
utilitario, cuidadosamente seleccionado, y elabora una invisible, en cuyo reino debe acecharse de continuo.
reducida imagen de lo real que le permite limitarse y so-
brevivir en un mundo de posibilidades infinitas. “Para
que la supervivencia biológica sea posible, la Inteligencia 2
Libre (cada uno de nosotros sería potencialmente Inteli-
gencia Libre) tiene que ser regulada mediante la válvula Hemos dicho que los autores ocultistas, los poetas y
reducidora del cerebro y del sistema nervioso. Lo que sale los místicos participan de la Tradición y que la Tradición
por el otro extremo del conducto es un insignificante hi- no es otra cosa que la supervivencia colectiva de una es-
lillo de esa clase de conciencia que nos ayudará a seguir tructura primitiva de pensamiento.
con vida en la superficie de este planeta determinado”.4 Dilatados estudios han aportado distintas versiones
Los poetas siempre han intuido ese universo total de de la mentalidad “primitiva”, denominada así en virtud
coexistencias y se han rebelado contra las causas que im- del preconcepto evolucionista de las escalas de progre-
piden al hombre su verdadera plenitud. Rimbaud afirma so. La recordada oposición entre la escuela antropológica
que “nuestra pálida razón nos oculta el infinito” y Wi- inglesa y la francesa, ha perdido actualidad, y tanto las
lliam Blake escribe: teorías de Tylor y Frazer como las de Lévy-Bruhl, a pesar
de sus notables aportes, deben estimarse parcialmente
Si las puertas de la percepción quedaran depu- fundadas. Tampoco la hipótesis bergsoniana que conside-
radas, ra la profunda transformación mental del hombre como
todo se habría de mostrar al hombre tal cual es: resultado de la experiencia adquirida por generaciones
infinito. sucesivas, ni la “narcisista” de Freud, ni la “vulgar” de
los modernos folklorólogos, logran desentrañar los pecu-
De ahí que la suprema apetencia del hombre consista liares mecanismos de la psique del hombre arcaico.
en descubrir ese mundo de la totalidad, esa plenitud de Los antropólogos y etnólogos elaboraron sus teorías
la existencia desnuda, en que la conciencia modificada basándose en las sociedades “primitivas” existentes.
intuye oscuramente “que Todo está en Todo y que Todo Pero esos pueblos, ubicados en los estadios más antiguos
es realmente cada cosa”. de la cultura, también se integran con hombres “caí-
dos”, seres que añoran la perfección de los comienzos y
padecen su condición actual, como consecuencia de una
4. Aldous Huxley, Las puertas de la percepción, Buenos Aires, 1956, remota catástrofe ocurrida in illo tempore. Sus antepa-
pp. 28-29.
58 59
sados, igual que los antepasados bíblicos, vivieron una te de las veces al margen de la contradicción, la com-
existencia paradisíaca. Sin embargo, y allí debe señalar- paración, la clasificación y los análisis previos. Se halla
se una diferencia capital con las civilizaciones antiguas, aprisionado en lo que Ribot denomina “lógica de la vida
las sociedades “primitivas” se esfuerzan en no olvidar lo afectiva” o “lógica de los sentimientos” en contraposición
ocurrido en los comienzos y para ello actualizan el no- a la lógica clásica o racional. De todos modos, ambas ló-
tiempo, trascendiendo la condición humana mediante los gicas coexisten y conforman lo que Lévy-Bruhl denomina
ritos y accediendo a la eternidad que precedió a la expe- “prelógica” y Van der Leew propone que llamemos “hete-
riencia temporal. rológica”.
De todos modos, el hombre considerado “primitivo” Sin embargo, ni el animismo tyloriano ni la mística
conserva, aunque sensiblemente deformadas, ciertas ca- levybruhliana ofrecen respuestas definitivas al origen de
racterísticas del hombre primordial. Por ello el estudio las creencias. Ambas teorías a pesar de sus aspectos po-
sin prejuicios de su estructura psíquica puede permitir sitivos pecan de culturocentrismo y permanecen de algún
una aproximación a la mentalidad de aquellos que vi- modo aprisionadas en los prejuicios racionalistas. “Como
vieron los mitologemas en un mundo distinto donde los buenos positivistas –escribe Mircea Eliade– Tylor y Fra-
Dioses efectuaban los gestos ejemplares y con sus actos zer consideraban la vida mágico-religiosa de la humani-
fundaban la civilización. dad arcaica como un conjunto de ‘supersticiones’ pueriles:
El animismo tyloriano, basado en las especulaciones frutos de miedos ancestrales o de la estupidez ‘primitiva’.
del hombre sobre la muerte y las formas humanas que Pero este juicio de valor contradice los hechos. El com-
pueblan las alucinaciones y las representaciones oníricas, portamiento mágico-religioso de la humanidad arcaica
postula con fuerza de axioma la identidad de la lógica revela, en, el hombre, una toma de conciencia existencial
en todos los tiempos y lugares. Lévy-Bruhl, en cambio, con respecto al cosmos y a sí mismo. Allí donde un Frazer
señala que las representaciones colectivas serían repre- no veía más que una ‘superstición’, había implícita ya
sentaciones cognoscitivas que el individuo adquiere como una metafísica, aun cuando se expresara por mediación
representante del grupo social, en condiciones especiales de símbolos más bien que por el entrelazamiento de con-
que actúan profundamente sobre su sensibilidad. Esas ceptos: una metafísica, es decir una concepción global y
“emociones socializadas”, condicionan y particularizan coherente de la realidad, y no una serie de gestos instin-
su actividad mental, la que se expresa estableciendo una tivos regidos por la misma y fundamental reacción del
interrelación cualitativa con el cosmos, en virtud de la animal humano ante la naturaleza”.5
cual el universo se puebla de “influencias”, de “deseos” y La actitud del hombre “primitivo”, y esto es necesario
de “potencias ocultas”, que no serían otra cosa que viven- destacarlo, se halla determinada por elementos cognos-
cias propias sin elaboración racional proyectadas a los citivos, más que por elementos afectivos y motrices. Su
seres y a las cosas del medio ambiente. conciencia no desarrollada en la dirección de la nuestra,
Esta interpretación destruye las especulaciones tylo- logra descubrir correspondencias cualitativas de orden
rianas y señala el predominio del factor emocional. Es vital que al enlazar los elementos de los distintos reinos,
decir que el hombre “primitivo”, cargado de una fuerte
suma de elementos emocionales, razona la mayor par-
5. Mircea Eliade, Imágenes y Símbolos, Madrid, 1956, pp. 189-190.
60 61
posibilitan la unidad del cosmos en un todo viviente. Pero El origen de las creencias estaría entonces fundamen-
no sólo las intuye, sino que también las utiliza poniendo tado por realidades objetivas y la mentalidad del hombre
en juego la intencionalidad. arcaico sería, para nuestra comprensión actual, lógica e
Tomada en su origen, al margen de racionalizaciones ilógica a la vez. Lo lógico, producto racional de lo apre-
posteriores, la intuición primitiva del mundo revela un hendido por los sentidos ordinarios, coexistiría junto a
universo viviente trabado por la correspondencia uni- una lógica determinada por un factor que integra la per-
versal y actualiza la facultad, hoy paranormal, de influir sonalidad con funciones cognoscitivas y activas. Esta do-
intencionalmente sobre cualquier elemento del cosmos, ble actitud mental fundida en una síntesis homogénea,
dirigiendo mediante la voluntad –como instrumento de mostraría con respecto a nuestra lógica formal, una di-
participación– las relaciones analógicas que dicho ele- ferencia esencial de mecanismo intrínseco. Nuestra in-
mento posee con el resto de los elementos del universo. teligencia ha evolucionado en determinado sentido y los
Esa actitud vital, que puede considerarse esencial- hábitos intelectuales adquiridos a través del tiempo se
mente “mágica”, sólo es posible por la actividad de ciertas han tornado hereditarios, concluyendo por modificar me-
estructuras mentales no determinadas por las estructu- diante una lenta evolución, la naturaleza de la concien-
ras físicas, es decir, que las correspondencias “funcionan” cia original.
no por simple analogía de símbolos, sino por la virtuali- La mentalidad arcaica habría sido entonces cualitati-
dad de la mentalidad “primitiva” abierta a la percepción vamente distinta, dueña de “una dimensión suplemen-
extrasensoria y a la facultad de dirigir alguna clase de taria que la nuestra ignora”. De esa manera, al intuir
energía o factor desconocido capaz de actuar sobre la ma- el sentido de lo real mediante una experiencia global,
teria. totalitaria, a determinado nivel de la internalización de
Estos conceptos nos acercan a lo actualmente considerado la conciencia, habría desembocado necesariamente en la
paranormal y nada impide suponer que en la conciencia posesión de “poderes maravillosos”: los siddhis de la tra-
mítica, la subestructura no física de nuestra personalidad dición panindia tan conocidos por Patanjali y por Buda,
que hoy permanece normalmente inactiva, haya desempe- que los consideraba vanos y peligrosos. De ahí la idea ge-
ñado un papel preponderante. A esto se refiere De Vesme neralizada de un misterioso y milagroso poder disemina-
(L’Uomo Primitivo), cuando asigna al sueño del hombre ar- do en la naturaleza, una fuerza única de la que participa
caico, no el carácter del sueño común, sino los atributos de todo lo que existe. Los hindúes la llamaron “akasa”; los
ese sueño crepuscular que se identifica con el éxtasis. Un sioux, “wakanda”; los iroqueses, “orenda”; los algonqui-
considerable número de documentos etnográficos –afirma nos, “manitu”; los individuos de la tribu kabi, en Queens-
Eliade–6 han puesto ya fuera de duda la autenticidad de los land, “manngur” y los malayos, “pantang”. El obispo R.
poderes paranormales y las capacidades de percepción ex- H. Codrington divulgó esa creencia a propósito de los me-
trasensoria entre los pueblos “primitivos” que por muchos lanesios, quienes denominaron “mana” a esa misteriosa
conceptos se asemejan a nuestros antepasados míticos. fuerza sutil.

Creen en la existencia de una fuerza absoluta-


6. Véase Mircea Eliade, Mitos, Sueños y Misterios, Buenos Aires, 1961, p. mente distinta a toda fuerza material –escribió Co-
109 y ss.
62 63
drington–, que obra toda especie de maneras para cepción general de la energía psíquica; esta ener-
el bien y para el mal y que es de la mayor ventaja gía, en el estadio de la personificación, es conside-
colocar bajo su mando o dominar. Es el “mana”. Yo rada de una manera animista, y resulta así una
creo que esta palabra pertenece a todo el Pacífico, importante condición previa a la idea de Dios, y
y se han hecho muchos esfuerzos por dar definicio- quizá el más primitivo de todos estos conceptos.9
nes de lo que es en los diversos países en que apa-
rece. Creo comprender el sentido que tiene para De esa manera, la concepción de un poder interior
mis indígenas, sentido que abraza, a mi parecer, surge en el hombre de su frecuentación con los niveles
todos los que le han sido atribuidos en otras par- profundos de la psique donde se liberan los siddhis. La
tes. Es una influencia o un poder no físico, pero se magia aparece entonces como 1a forma más temprana de
manifiesta como fuerza física o como cualquier tipo
creencia en energías espirituales y precede al animismo
de poder o superioridad que posea un hombre. El
en el desarrollo de la religión. Es razonable suponer que
“mana” no está fijado a cosa alguna y puede ser
portado casi por cualquier cosa; pero esencialmen- el hombre “primitivo”, ignorante de la estructura psi-
te, corresponde a los seres personales originarlo.7 cológica de su propia naturaleza, llegó a la creencia en
la existencia del alma o psique, a partir de su actividad
Gusdorf8 ve en el “mana” el probable origen de la apre- paranormal. El orden de desarrollo parecería entonces
hensión religiosa del mundo. El “mana” –dice– es forma ser el siguiente: primero, la práctica de la magia, el sen-
y estructura de conocimiento y corresponde a cierto en- tido de lo numinoso, y simultáneamente el concepto de
frentamiento del hombre con la realidad ambiente que “mana” y el de alma. Luego, como extensión y proyección
señala una polarización de la existencia en su conjunto. de esos principios, la creencia de que cada objeto está
Jung, por su parte, considera que él concepto de “mana” animado de una vida similar a la nuestra (animatismo) y
como poder, no era pensado en términos de almas o es- finalmente el animismo.
píritus, sino como algo efectivo, poderoso y creador. Para La concepción de “mana” no derivaría de la creencia
él, la idea de energía es una “imagen primordial” surgida en la magia, como postularon Hubert y Mauss,10 sino que
del inconsciente colectivo. En todas partes del mundo – provendría de un proceso inverso; es decir, que la prácti-
sostiene– hay una suerte de “energética primitiva”, sub- ca mágica fue la que propuso al entendimiento arcaico la
yacente a la religión, que Tylor y Frazer interpretaron noción de “mana”, pues entre las actividades propias de
erróneamente como animismo. su mente existía la facultad de intuir y dirigir, mediante
el deseo proyectado por la voluntad, ese lazo invisible de
La concepción de “mana” –dice Jung– parece naturaleza inmaterial que, cargado de humanidad, es-
ser, por lo tanto un estadio inicia1 de nuestra con- tablecía más allá del tiempo y del espacio, particulares

7. R.H., Codrington, citado por Max Müller, La ciencia de la religión 9. C. G. Jung, citado por G. Stephens Spinks, Introducción a la psi-
y Origen y desarrollo de la religión, Buenos Aires, 1954, p. 128. cología de la religión, Buenos Aires, 1965, p.63.
8. Véase Georges Gusdorf, Mito y metafísica, Buenos Aires, 1960, p. 10. Cf. Hubert y Mauss, Magia y sacrificio en la historia de las reli-
40 y ss. giones, Buenos Aires, 1946.
64 65
relaciones entre los elementos del universo, realizando el El doctor Hornell Hart –también profesor de la Univer-
milagro de una unidad viviente. sidad de Duke– abre aun más las puertas a la irrupción de
Esa subestructura no física de la mente que cumple las teorías tradicionales, y sus trabajos sobre proyección
funciones reguladoras intencionales, ha comenzado a ser de ese algo extrafísico (energía o campo psi) que actúa al
reconocida por la ciencia. El doctor Joseph B. Rhine de la nivel de lo inconsciente, contribuyen al estudio de las apa-
Universidad de Duke, afirma que ha llegado el momento riciones y actualizan las ideas de Myers y de Geley sobre
de admitir científicamente que psi pertenece a un nivel no “proyecciones astrales”, tan cercanas a los “viajes de al-
físico de la realidad y estima que se trata de un factor in- mas” y a los “dobles” de la psicología primitiva.
observable cuya existencia sólo puede verificarse a través El hombre arcaico ha frecuentado lo paranormal, ha
de efectos observables. En la telepatía y la clarividencia, la proyectado su energía psi; ha influido sobre los seres y
mente aparece ejerciendo una acción de carácter recíproco las cosas de su medio ambiente, ha visto fantasmas y se
sobre el objeto. Esta interacción, de evidente naturaleza ha concebido integrando el universo y participando en él.
extrafísica, se convierte en acción física en la psicoquine- Un universo mágico cuyos elementos se relacionan unos
sia. De esa manera, la energía mental se torna capaz de con otros por “correspondencias” de tipo cualitativo.
alterar un sistema físico, ejerciendo sobre éste una deter- Este universo, que no es otro que el que reivindica la
minada influencia, hoy estadísticamente mensurable. filosofía ocultista, es el universo invisible que se yuxtapo-
De sus múltiples y variadas experiencias sobre la caí- ne al cosmos sensible, objeto del método científico. En el
da de los dados, el doctor Rhine concluye que la psico- hombre arcaico ambos coexisten en la mente y ambos in-
quinesia es evidentemente una acción orientada hacia tegran la totalidad. El hombre actual, sólo por excepción
un propósito determinado, y no podría por ende ser de puede penetrar de manera espontánea o inducida en ese
naturaleza física. mundo mágico común al hombre arcaico. El componente
“primitivo” ha sido contenido y domeñado por convencio-
Todo físico –escribe– rechazaría de inmediato la nes de relativa solidez, de forma tal que la percepción or-
idea de que una energía puramente física pueda dinaria nos muestra solamente un mundo parcializado,
operar de modo tal que manifieste por sí misma un un mundo de efectos, cuyas causas invisibles se hallan,
propósito inteligente… Aunque débil o inconstan- como intuían los pueblos arcaicos, en otro “plano” de la
te, la psicoquinesia reacciona con el objeto físico de realidad.
acuerdo con una dirección o intención inteligente....
En la medida en que alcanzamos, en este momen-
to, a comprender ese proceso, debemos inferir que
hay una convertibilidad inmediata de esas ener- 3
gías, terminando la energía psíquica como energía
quinésica.11 Sobre esa intuición primordial del mundo y sobre los
“poderes” de la psique, se ha edificado el alucinante im-
perio de lo esotérico, de las ciencias malditas, las tradi-
ciones secretas. A partir de esa particular cosmovisión
11. J .B. Rhine, El alcance de la mente (The Reach of the Mind), Bue- se han elaborado los sistemas más diversos. Algunos de
nos Aires, 1956, p. 132.
66 67
singular armonía, otros confusos y dogmáticos. El grado de la escolástica y de la mística con los comienzos del co-
de racionalización se modificó de acuerdo con las épocas nocimiento científico-natural.
y el genio de los pensadores que afrontaron la empresa. En el siglo XVI se destacan Jerónimo Carda; el sor-
Seguir la huella de las sociedades iniciáticas12 y de los prendente erudito Agripa de Nettesheim, autor de De
hombres que participaron de alguna manera en la Tradi- oculta philosophia; Guillermo Postel, Juan Baustista
ción, excede la finalidad de este trabajo. Porta; Nostradamus; Khunrath; Teofrasto Bombasto
Digamos solamente que los libros sagrados de la In- Paracelso, que reforma la medicina por medio de la ma-
dia, Egipto, Caldea, Persia, Israel y aun el Popol Vuh son gia y compendia el esoterismo y la mística medieval en
afines a esa corriente de pensamiento esotérico. De Lao- una metafísica fantástica, y finalmente el joven dominico
Tsé y Confucio a Plotino y Porfirio; de Orfeo y Pitágoras Giordano Bruno, que busca conocer la naturaleza y com-
a Dionisio el Areopagita y Sinesio, el universo mágico prender la unidad de la vida universal e intuye a Dios
asoma en distintas doctrinas ya sean religiosas, filosó- dentro del mundo y de la serie infinita de las cosas.
ficas o místicas. Partiendo de la Cábala, la Edad Media El siglo XVII tiene en Juan Bautista Van Helmont, en
actualizó las antiguas tradiciones y en muchos sentidos el alquimista inglés Roberto Fludd y especialmente en
corrompió y llevó a extremos irreconocibles a las doctri- Jacobo Boehme, a los representantes más notables del
nas edificadas sobre la intuición primordial. La antología ocultismo místico; mientras que Swedenborg, Mesmer,
de Grillot de Givry13 recuerda a numerosos alquimistas, Martínez de Pasqually y Claudio de Saint Martin, ca-
gnósticos y hermetistas que participaron de esa mística racterizan al siglo XVIII. En esa época comienzan a bos-
“analógica” o “simbolista” que conduce a la percepción quejarse las racionalizaciones modernas y el siglo XIX ve
global de la totalidad. aparecer inquietantes figuras: Fabre de Olivet, Court de
En los siglos XII y XIII, se puede señalar a Rogerio Ba- Gebelin, Eliphas Levi, Estanislao de Guaita, Gerard En-
con, Alberto el Grande, Arnoldo de Vilanova, Raimundo causse. Son los últimos grandes maestros del ocultismo
Lulio y Meister Eckhart. En los siglos XIV y XV a Nicolás que en cierto modo resumen las más oscuras tradiciones
Flamel, Basilio Valentin y los discípulos de Eckhart que y a menudo trabajan sobre textos apócrifos. Algunos son
difundieron un misticismo popular orientado hacia acti- grandes eruditos y conocen a fondo la literatura cabalís-
tudes prácticas: Enrique Suso, Juan Tauler, Juan Ruys- tica y grecoegipcia y todo el hermetismo de la Edad Me-
broeck y Tomás de Kempis, el recordado autor del libro dia. Sin embargo, a pesar de las interpretaciones nuevas
De Imitatione Christi. En Italia, la réplica del misticismo y atrevidas, de las intuiciones asombrosas y de los curio-
alemán la constituyó el naturalismo teosófico de Marcilio sos hallazgos, ninguno consigue ofrecer una imagen del
Ficino y de Juan Pico della Mirandola. Asimismo se debe ocultismo desbrozada de prejuicios y creencias irritantes.
mencionar al humanista Juan Reuchlin, y a Nicolás de Las tradiciones arbitrarias contribuyen a su descré-
Cusa, obispo de Brixen, que sintetiza el mundo espiritual dito y lo impulsan a la clandestinidad. El espiritismo,
la teosofía y el rosacrucianismo moderno, al reivindicar
algunos de sus principios de manera unilateral y dog-
12. Véase Serge Hutin, Historia mundial de las sociedades secretas, mática, trabajan indirectamente para su desprestigio,
Barcelona, 1963, y Las Sociedades Secretas, Buenos Aires, 1961.
encerrando la visión del cosmos viviente y el acontecer
13. Cf. Grillot de Givry, Anthologie de l’occultisme, París, 1939.
68 69
paranormal, en la red asfixiante de neorreligiones y doc- lación causal reconocible o siquiera concebible. Sus ejem-
trinas cristalizadas. plos “mágicos” o sincronísticos, eluden sistemáticamente
No obstante, el mundo mágico de las corresponden- la noción de intencionalidad que, sin embargo, constitu-
cias y la energía misteriosa susceptible de ser dirigida ye el factor cualitativo que caracteriza y condiciona la
mediante la acción de estructuras mentales “primitivas” práctica del ocultismo tradicional.
que superviven en la psique, es objeto de constantes y La “correspondencia” ocultista descansa sobre el
serias indagaciones. La parapsicología admitida ya sin concepto de participación, y esa participación es ante
reservas en el contexto de la ciencia, investiga en pro- todo la del hombre y el cosmos. El universo ocultista es
fundidad diversos aspectos de la praxis ocultista, mien- aquel en el cual el hombre participa. El factor cualita-
tras que calificados estudiosos se acercan sin prejuicios tivo de esa relación es, sin duda, la intencionalidad, la
al universo postulado por las relaciones analógicas. voluntad. Las operaciones mágicas exigen la fe. Para
Jung ha dado una versión particular de algunos pro- actuar sobre los elementos del cosmos ocultista es pre-
cedimientos intuitivos de tipo “mágico”, pertenecientes ciso ese factor intencional, ya sea individual o colecti-
al ámbito de las prácticas ocultistas. En su estudio so- vo, consciente o inconsciente, acumulado en los ritos
bre la interpretación de la naturaleza y la psique,14 in- o en las fórmulas. La magia, la mántica y la alquimia
vestiga lo que él denomina “coincidencias significativas”, son fundamentalmente prácticas, pero no tendrían
estableciendo la existencia de un principio de conexión sentido sin el soporte que les suministra la filosofía
acausal en igualdad de derechos con el de causalidad. del ocultismo.
Jung opina que ese factor desconocido que se presenta
–tal como lo confirma la experiencia extrasensoria– libe- El esfuerzo permanente del cientificismo (ya
rado del marco tempo-espacial, podría tener un funda- que no de la ciencia) para reducir la acción ocultis-
mento arquetípico y elige para nominarlo el término sin- ta y explicarla según sus principios, ¿no es un tes-
cronicidad. Con ello quiere significar concretamente la timonio de la persistencia y de la eficacia de la ac-
simultaneidad de un estado psíquico inesperado, con uno ción ocultista? Nadie cree ya en el diablo oculto en
la sombra del brujo, pero nadie se atreve a afirmar
o varios acontecimientos externos que aparecen como
que el brujo es tan sólo un hábil prestidigitador. La
paralelos significativos con el momentáneo estado sub-
realidad de la acción ocultista sobre el mundo debe
jetivo. Asimismo reconoce a los autores ocultistas, como ser admitida por el observador imparcial.15
precursores de ese factor sincronístico, al que considera
susceptible de integrarse como cuarto principio, a la tría- El ocultismo es un vasto conjunto de teorías y de prác-
da espacio-tiempo-causalidad, que constituye la clásica ticas; una cosmovisión y una regla de vida; en fin, una
imagen física del mundo. doctrina filosófica que acentúa especialmente la diversi-
De todos modos, Jung ejemplifica siempre con “analo- dad infinita y la unidad esencial del universo.
gías” o “correspondencias” que no muestran ninguna re-

14. Cf. C.G. Jung, La interpretación de la naturaleza y la psique,


Buenos Aires, 1964. 15. Robert Amadou, ob. cit., p. 60.
70 71
El ocultismo –escribe Amadou en su notable en- Se originan en zonas vecinas al centro del
sayo sobre el tema– es el conjunto de las doctrinas alma; en las fuentes vivas de la vitalidad pre-
y de las acciones fundadas en la teoría según la conceptual o supraconceptual del espíritu. No es
cual, todo objeto pertenece a un conjunto único y pues de extrañar que ambas experiencias se en-
posee con todos y cada uno de los elementos de di- trecrucen y comuniquen recíprocamente en una
cho conjunto relaciones necesarias, intencionales, variedad infinita de modos; que la experiencia
no temporales y no espaciales.16 poética predisponga naturalmente al poeta tan-
to a la contemplación como a confundir todos los
Tal como lo hemos entrevisto, los expositores cons- modos de las otras cosas con ella; y que la ex-
cientes o inconscientes de esta teoría constituyen una periencia mística prepare naturalmente al con-
familia numerosa y heterogénea. Algunos han intenta- templativo para que éste haga del silencio, del
do elaborar construcciones racionales y sistemas que amor, a veces, una expresión poética abundante,
a la que se deben algunos de los más admirables
expliquen la intuición primordial: son los pensadores
poemas.18
y filósofos del ocultismo. Otros reencuentran la tradi-
ción y la expresan al margen de fórmulas dogmáticas
Para Novalis el poeta es mago, representa el sujeto-
o filosóficas. Ese es el lugar reservado a los poetas. La
objeto: el alma y el mundo. El sentido poético, como el
cosmovisión que se insinúa en la obra de Poe, o se en-
místico, coincide con el sentido de lo desconocido, de lo
mascara en la insólita belleza de las Iluminaciones
revelador, de lo fatal fortuito. Representa a lo no repre-
rimbaudianas, es, de algún modo, la expresión de esa
sentable, ve lo invisible y siente lo no-sensible.
imagen interior que perdura en los niveles profundos
Cada vez que los poetas intentan reflexionar sobre
de la psique. Su grado de racionalización es menor y
sí mismos se sienten ligados con la unidad secreta de
de índole muy particular, pero ¿quién negará que la
las cosas. Por eso la tradición ocultista se transmite
poesía no sea con la mayor frecuencia otra cosa que un
entre ellos sin mediación humana.19 Dante, Ronsard,
intento de racionalización de una intuición fundamen-
Scève, Rabelais, Milton, Cyrano de Bergerac, partici-
tal del mundo?17
pan espontáneamente de la doctrina secreta. El ro-
La experiencia poética se revitaliza de continuo en
manticismo, de Goethe y Hugo a Novalis y Nerval,
las zonas más profundas del ser y trasciende la esfera
del arte. La poesía es liberación y conocimiento. Conoci-
miento de la interioridad de las cosas, y por consecuencia 18. Jaques Maritain, La Poesía y el Arte, Buenos Aires, 1955, p. 281.
diferente del conocimiento científico o filosófico. Aunque 19. Sobre las relaciones del ocultismo y la poesía, puede consultarse:
distintas por su naturaleza y sus fines, la poesía, la ma- Claude D’Yce, Anthologie de la Poèsie hermétique, París, 1948; Robert
gia y la mística: Amadou et Robert Kanters, Anthologie Litteraire de l’Occultisme, Pa-
rís, 1950; A. Viatte, Les Sources occultes du Romantisme, París, 1928;
Denis Saurat, La Littérature et l’Occultisme, París, 1929; Rolland de Ré-
neville, L’Experience poétique, París, 1938, Univers de la Parole, París,
1944; Les Lettres Françaises et la Tradition, en Les cahiers d’Hermes,
16. Ibídem, pp. 20-21. t. I, París, 1946; Michel Carrouges, Surréalisme et Occultisme, en Les
17. Ibídem, p. 92. Cahiers d’Hermes, t. II, París, 1947.
72 73
muestra claras aspiraciones místicas y una decidida “se cumpla el milagro de una sola cosa”. Tal el postulado
inclinación hacia los temas esotéricos. La obra de Bau- fundamental de la poesía y el ocultismo. La cadena de
delaire, Poe, Rimbaud y otros maestros del simbolismo las analogías aparece como un lazo que recorre lo infinito
ofrece claras alusiones a la teoría de las corresponden- estableciendo vínculos y posibilitando la indisoluble co-
cias y a los principios de la gnosis. Rilke, Nietzsche, hesión del ser. El poeta las utiliza para penetrar en esa
Yeats, Claudel y Milosz invocan al dios desconocido en cosmovisión tradicional.
profundos arrebatos místicos. El surrealismo configu- La analogía poética –dice Breton– tiene en común con
ra, de hecho, una maravillosa aventura mágica, y sus la analogía mística el hecho de que ambas transgreden
técnicas apuntan a la recuperación de los poderes per- las leyes de la lógica y muestran al espíritu la interde-
didos y de la situación primordial. pendencia de dos objetos de pensamiento situados sobre
planos diferentes, entre los cuales, el funcionamiento ló-
La percepción y la representación no deben ser gico del espíritu no es apto para establecer ningún puen-
considerados más que como los productos de la te y se opone a priori a que todo puente sea establecido.
disociación de una facultad única, original, de la Por otra parte, la analogía poética difiere de la mística,
cual da cuenta la imagen eidética y de la que se en- en que es totalmente empírica en su gestión lo cual le
cuentran rastros en el primitivo y en el niño. Todos asegura la necesaria libertad de movimiento y le permite
aquellos que se preocupan por definir la verdadera
permanecer en el marco sensible. Sin embargo, conside-
condición humana aspiran más o menos confusa-
mente a retornar a ese estado de gracia.20
rando sus efectos, ambas analogías militan a favor de
un mundo ramificado y recorrido en su totalidad por una
Para el poeta, como para el ocultista, lo esencial con- misma savia. De ahí que ambas visiones del mundo pre-
siste en obtener un nivel de conciencia donde no rijan los senten marcadas semejanzas.
opuestos y pueda experimentarse el universo enlazado Para poetas y ocultistas, la palabra se halla someti-
por las correspondencias. Esta aprehensión permite si- da a las leyes que rigen las correspondencias. “Hay
en el verbo algo sagrado que os veda hacer de él un
tuarse en un punto interior de perspectiva única, desde
juego de azar”, escribe Baudelaire. “La palabra es un
donde la gestión poética y la gestión ocultista parecen
ser vivo. Sépase esto”, afirma Hugo. De ahí el sentido
singularmente idénticas. El mundo sensible, que nos re-
mágico del verso y el valor de la plegaria fervorosa.
vela el ejercicio normal de los sentidos y que la ciencia se
Ambos pueden actuar como un conjuro intencional que
esfuerza por tornar inteligible no es más que un aspecto
dinamiza la proyección del deseo. Baudelaire sostiene
del mundo. Como quería Novalis, todo lo visible adhiere
que la plegaria es el depósito de la fuerza. “En la ple-
a lo invisible, todo lo que puede ser oído a lo que no puede
garia –dice– hay una operación mágica. La plegaria es
serlo, todo lo sensible a lo insensible; quizá, también, todo
una de las grandes fuerzas de la dinámica intelectual”.
lo que es posible pensar a lo que no puede ser pensado, a
Cuando es realmente intensa puede provocar una es-
fin de que, como está escrito en la Tabula Smaragdina,
pecie de transformación mental y orgánica. Parece ser
una tensión del espíritu hacia el substractum inmate-
rial del mundo y a veces “se convierte en una serena
20. André Breton, Point du jour, p. 250.
74 75
contemplación del principio inmanente y trascendente décimas restantes son un vasto campo silencioso. Sin em-
de todas las cosas”.21 bargo, las facultades inactivas pueden actualizarse me-
Por eso el discurso poético posee el ritmo de la vida diante una “alteración renovadora”. La conciencia puede
y no el de la lógica. El poeta se esfuerza por recrear el pasar del estado binario al estado analógico y provocar la
lenguaje, por abolir el lenguaje corriente e inventar un “puesta en marcha de las máquinas ultrarrápidas conte-
nuevo idioma personal y secreto. Es un técnico del he- nidas en la parte dormida del cerebro”.23
chizo que establece entre las imágenes y su modelo una Esa transformación ha permitido al hombre intuir,
participación total. El poema sintetiza todo ese cosmos a través de las épocas, la imagen real del universo. Los
viviente de mitos, imágenes y símbolos que hacían posi- vestigios de esa cosmovisión tradicional se hallan en-
ble la vida al hombre de las sociedades arcaicas. De ahí cubiertos en miles de testimonios distintos. Coloreados
que la creación poética implique la abolición del tiempo, por las creencias, asociados a la noción de Dios, perdidos
de la historia concentrada en el lenguaje, y tienda hacia en el fárrago de misteriosos textos, inmóviles en la pie-
la recuperación de la situación paradisíaca. dra de ciertos monumentos antiguos o vivos en los ver-
sos de un poeta, son signos que revelan la presencia de
Desde un cierto punto de vista, se puede decir esa “absoluta, pura y clara unidad”, que apenas vislum-
que todo gran poeta descubre el mundo como si bramos.
asistiese a la cosmogonía, por cuanto se esfuerza Los autores tradicionales han trazado con audacia su
por verlo como si el Tiempo y la Historia no exis- imagen presumible. A partir de la intuición primordial –
tiesen. Todo lo cual recuerda extrañamente el com- más allá del criterio científico de verdad– la inteligencia
portamiento del hombre de las sociedades tradicio-
ha pretendido racionalizar esos estados en doctrinas co-
nales.22
herentes. La experiencia directa, en cambio, supone una
progresión intrapsíquica –ascensión o sumersión (en este
De la “heterológica” de las sociedades arcaicas, al sha-
caso las imágenes espaciales son puramente simbólicas)–
manismo y los ritos de iniciación; de las técnicas del yoga
que permita a la conciencia replegarse hacia el centro
y los misterios eleusinos a las prácticas ocultistas y la
ontológico y gozar de su posición intemporal. Quien logre
aprehensión del poeta, la liberación del principium indi-
esa transformación psicológica alcanzará el nivel impen-
viduationis, es decir, la substitución del estado de vigilia
sable, ese “estado natural” de sahaja samadhi, como lo
normal por un estado de hiperlucidez, es siempre el ca-
llaman los hindúes, y tal vez, más allá de la pluralidad
mino propuesto para trascender el nivel ordinario de la
aparente de las formas, el conocimiento del mundo mági-
mente y experimentar el torrente de la vida universal.
co o universo multidimensional de las causas.
En el estado de vigilia –afirman Pauwels y Bergier– sólo
una décima parte del cerebro está en actividad, las nueve

21. Cf. Alexis Carrell, La oración, su poder y sus efectos, Buenos


Aires, 1948, p. 19. 23. Louis Pauwels y Jacques Bergier, El retorno de los brujos (Le
22. Mircea Eliade, ob. cit., p. 33. Matin des Magiciens), Barcelona, 1961, p. 390.
76 77
CAPÍTULO III
Romanticismo y misticismo

La noche, símbolo de lo absoluto. La muerte no existe.


Descubrimiento de lo infinito. Los dos misticismos. El
Mysterium Magnum. Conocer es descender en sí mismo.
Microcosmos y macrocosmos. Los exploradores del “yo”.
Novalis: profeta del Hombre-Dios

La suprema tarea de la cultura con-


siste en apoderarse del Yo trascendental.
Novalis, Fragmentos

Este Yo no es advertible por el estudio


ni aun por la inteligencia y la erudición.
Este Yo revela su esencia únicamente
a aquel que se aplica al Yo. El que no
abandonó los caminos del vicio, que no
puede dominarse, que no posee la paz
interior, cuya mente está turbada, no
puede nunca advertir el Yo, aunque esté
lleno de toda la ciencia del mundo.
Katha Upanishad

Desde la antigua oposición entre “lo mágico platónico


y lo racional aristotélico”, la poesía padeció el predomi-
nio del espíritu lógico sobre la inspiración y el entu-
siasmo. El orden “apolíneo” se impuso al furor
“dionisíaco”, la razón a la magia, la imitación a
la creación y al éxtasis. Una sucesión de precep-
tivas esterilizó al componente misterioso que pugnaba
por liberarse de los clisés literarios. Al margen de ais-
lados precursores, hubo que esperar al siglo XVIII para
asistir a la revolución que lanzó a la poesía en el camino
79
del conocimiento de sí misma y de la aventura metafí- ro mundo en pequeño”, es el que mejor comprende a la na-
sica. Desde entonces, la rebelión se afirmó y las crisis turaleza. Novalis encontró en la poesía el valor máximo,
de purificación se acentuaron. La etapa del servilismo el fluido universal, la única realidad del gran Todo. “La
y la inocencia quedó cerrada para siempre. La concien- poesía es lo real absoluto, esto constituye el núcleo de mi
cia del gramático, que había pretendido sacrificar a la filosofía; cuanto más poética es una cosa tanto más real
poesía tornándola como un mero artificio racional, se es”. Consideró a la poesía como la corriente esencial que
transformó al influjo de imperativas exigencias. Los representa a lo no representable, ve lo invisible y siente
que consideraban a la poesía como un oficio destinado lo no sensible. En suma, resolvió en poesía todas las ex-
a distraer o a cantar hazañas, fueron desplazados por periencias del espíritu. Como la de Nietzsche, su cosmo-
hombres que incorporaron la poesía a la vida y descen- visión fue eminentemente estética. “Sólo el artista puede
dieron a los infiernos interiores buscando liberarse de intuir el sentido de la vida”.
la angustia del tiempo. Los románticos alemanes “en- El poeta se equiparó al demiurgo, capaz de ampliar
traron en el reino propio de las realidades poéticas” y a voluntad el mundo sensible, y la poesía se consideró
Baudelaire y Rimbaud las impulsaron más allá de la camino seguro hacia el trasfondo originario anterior a la
frontera del espíritu.1 división de lo objetivo y subjetivo.
El romanticismo se apoyó en intuiciones y alimentó Shelley, en su famosa Defense of Poetry, escribió que
el mito del sueño y de la noche. Afirmó el irracionalismo “la poesía es verdaderamente algo divino, es a la par el
y apeló a las potencias primitivas del alma; a las zonas centro y la circunferencia del conocimiento, lo que com-
oscuras y elementales de la psique. Los filósofos román- prende toda ciencia y a lo que toda ciencia debe ser refe-
ticos rebelados contra el Iluminismo, el predominio de la rida”. Nos permite habitar un mundo, ante el cual, “este
Aufklärung, la venerada Razón, pusieron su fe en una in- mundo que conocemos es un caos”, y al arrancar de nues-
terpretación intuitivamente organológica o religiosamen- tra vista interior la película de los hábitos que nos ocul-
te simbolista de la naturaleza. Reconocieron en la noche el tan las maravillas del ser, “recrea de nuevo el univer-
símbolo de lo Absoluto, de la imagen unitaria y animada so, aniquilado en nuestros espíritus por la repetición de
de la realidad superior a la que sólo se llega aniquilando impresiones”. Como dirá más tarde Heidegger, la exis-
las apariencias del mundo sensible. “Romantizar –escribió tencia humana es “poética” en su fundamento mismo;
Novalis– significa dar a lo común un sentido superior; a lo y la poesía –institución verbal del ser– “es el nombrar
ordinario, un aspecto misterioso; a lo conocido, la virtud que instaura los dioses y la esencia de las cosas”.2 Estas
de lo desconocido; y a lo finito, una apariencia de infinito”. afirmaciones van a caracterizar a todo un movimiento
En la poesía vieron los “signos manifiestos” de ese nivel filosófico y poético cuya visión del mundo, derivada del
superior de la realidad, que negaban los sentidos ordina- pensamiento monista, constituyó en último análisis un
rios. La poesía tomó entonces una tendencia absolutista y retorno a la cosmovisión oriental, en oposición al dualis-
se tornó “progresivamente universal”. El poeta, “verdade- mo doctrinario de Occidente.

1. Cf. Jacques y Raissa Maritain, Situación de la poesía, Buenos 2. Martin Heidegger, Hölderlin y la esencia de la poesía, México,
Aires, 1946, p. 108 y ss. 1958, p. 108.
80 81
El romanticismo revivió la antigua cosmogonía místi- cher, un estado inexpresable de impotencia y pequeñez;
ca, agregándole un principio ético de acción y perfeccio- de sujeción a una desconocida vida total, un “sentir ab-
namiento. A la experiencia de los antiguos brahmanes soluto”, que no se halla en los dogmas ni en los cuerpos
de fundirse con el Ser infinito, situándose por encima del doctrinales, sino que se oculta en el alma. El hombre es
mundo en un universo sin sentido, los metafísicos román- verdaderamente religioso cuando descubre en sí lo infi-
ticos la interpretaron asignando a lo absoluto irracional, nito. “Se puede definir el romanticismo –señala Farine-
un principio optimista de armonía y de belleza. lli– como la embriaguez de lo infinito”.3 Esa es, por otra
Herder, activo propulsor del Sturm und Drang, había parte, la actitud fundamental que habrá de culminar con
postulado una concepción orgánica y vitalista del cosmos, Hegel. Lo finito es ilusorio y sólo puede considerarse real,
que fue perfeccionada por los filósofos y físicos románticos. en cuanto en él se realiza y se manifiesta lo infinito. Nico-
“El universo es el resultado de una Inteligencia In- la Abbagnano, al caracterizar a la filosofía del ochocien-
finita” y puede ser aprehendido por medio de la expe- tos, definió al romanticismo como un clima, como una
riencia interior. Es omnipresente y lo recorre un etéreo temperie filosófica cuya tendencia principal consiste en
flujo vital que se transforma en diferentes expresiones. reconocer como única y sola realidad al infinito y acep-
La vida universal le confiere vitalidad al individuo ence- tar lo finito (el hombre, el mundo, la historia) solamente
rrado entre los límites del nacimiento y la muerte. Pero como manifestación o revelación de lo infinito.4
esta vida momentánea, confinada a los límites del “yo” de Mientras los filósofos románticos formulaban estas
los sentidos, es un breve aleteo sobre el fondo de la vida atrevidas concepciones y rematando los hallazgos kan-
cósmica. Novalis concibió a la muerte como una fase de tianos contribuían a cimentar la nueva doctrina de la
la vida, como el fin de la limitación, como término y prin- naturaleza, los poetas se lanzaron por la senda interior
cipio, como separación y enlace consigo misma. “La vida y uniendo en sus visiones extáticas lo finito y lo infinito,
es muerte y la muerte también es vida”, escribió Hölder- abrieron a la poesía los mundos inquietantes del ocul-
lin. Morir, para Oken, es acceder a otra forma de vida. tismo y la magia. Lo esencial consistió en afirmar que la
Lo esencial consistió en proclamar la inexistencia de la aptitud religiosa del hombre puede y debe actualizarse.
muerte. Todo lo que muere se disgrega en el universo Lichtenberg y Moritz, Hamann y Herder, Jean Paul y
generador eterno de la vida. Los conceptos de principio Jean Jacques, los pietistas y los ocultistas, todos en di-
y término se deslíen. La vida infinita es el substrato real versos niveles y con más o menos fuerza constructora,
del Todo sin tiempo, por eso, el individuo, de acuerdo con comienzan de nuevo a percibir el mundo como una pro-
Baader, sólo vive en proporción a su identificación con el longación de sí mismos, y su propio ser como inserto en
Todo, es decir, en la medida en que una ek-stasis lo arre- el flujo de la vida cósmica.5 En ese sentido, la Weltans-
bata de su individualidad.
Este misticismo natural, de profundo arraigo en el
alma germana, se resolvió en un panteísmo idealista, en 3. Arturo Farinelli, El romanticismo en Alemania, Buenos Aires,
que el conocimiento emerge como la actividad suprema. 1948, p. 58.
La religión sería entonces una vivencia trascendente, un 4. Cf. Nicola Abbagnano, “Romanticismo y Existencialismo”, en Cua-
dernos de Filosofía, Fascículo III, Nº 3 y 4, Buenos Aires, 1949, p. 20.
sentimiento de dependencia, como afirmaba Schleierma-
5. Cf. Albert Béguin, El alma romántica y el sueño, México, 1954, p.
82 83
chauung romántica descubrió su afinidad con la doctrina El pasaje de la Unidad a la multiplicidad de los seres y
de los Vedas. Por instinto, más que por conocimiento, los el del retorno de los seres al seno de la Unidad indiferen-
pensadores alemanes del romanticismo como Lessing, ciada, fueron siempre los problemas –metafísico y ético–
los hermanos Schlegel, Schleiermacher, Novalis y hasta que determinaron la existencia de dos corrientes místi-
el mismo Goethe se sintieron arrebatados hacia cas y paralelas que en muchos aspectos se confunden. El
esa tierra ideal poblada de arcanos y virgen de investiga- concepto trascendente e inmanente que cada una de ellas
ciones. Aun desconociendo muchos aspectos del Oriente asigna a la Divinidad, engendra distintas actitudes.
que los apasionaba, las correspondencias espirituales en- Una deriva en un misticismo quietista, la otra en un
tre la revolución romántica y el pensamiento de la India misticismo dinámico. La primera acentúa la importancia
fueron singularmente notables. del Ser Absoluto, lo concibe en eterno reposo sin deve-
La universalidad de la experiencia mística fue la pie- nir ni movimiento. El hombre debe retornar a la Unidad,
dra de toque de esa similitud que atestigua la realidad huir de lo temporal hacia lo eterno, trascender las apa-
del espíritu humano. Desde el sentimiento de lo Uno de riencias y anonadarse en lo Absoluto. Es el misticismo
que hablan los Upanishad al inescrutable Tao en Lao- de los Upanishads, de Sankara, de Lao-Tsé, de Plotino y
Tsé y en Chuang-Tsé; desde los éxtasis de Filón y del su- Eckhart. La segunda es la actitud de Confucio. Admite
fismo hasta la suprema unión de Plotino, el mayor in- el devenir y el fluir heracliteano, se complace en la cam-
tento cognoscitivo del hombre se realiza en aquellos que, biante multiplicidad de lo Uno en el mundo y busca par-
desprendiéndose del “yo” creado por la acumulación de ticipar en él y vivir sus transformaciones para hallar de
sensaciones adulteradas, experimentan los estados mís- esa manera la senda del retorno a la Unidad. El místico
ticos de la conciencia. Partiendo de lo Uno, el misticismo temporalista, al regresar de los niveles de la supracons-
especulativo racionalizó lo infinito en la visión del mundo ciencia, se considera un colaborador de las energías crea-
que postula un universo viviente donde todo se corres- doras, un vidente capaz de descifrar los signos, y actuar
ponde por sutiles y misteriosos lazos. Esa primitiva Wel- en consecuencia interpretando los designios divinos.
tanschauung actualizada, sin duda, por la inmanencia Esta mística de la extraversión (lo Infinito), opues-
de una intuición primordial, se reencontró en los órficos ta a la mística introvertida de la tradición agustina y
y pitagóricos y se introdujo en el alma religiosa de Oc- medieval (lo Absoluto) es, por su aceptación del mundo,
cidente a través del misticismo alejandrino. A partir de fermento de conocimiento. Ella se perpetúa en toda la
entonces sus temas esenciales se propagaron como una corriente esotérica que, de la Gnosis y la Alquimia pre-
tradición subyacente. A través de Proclo, el seudo Areo- cristianas, se extiende a través de la Edad Media hasta
pagita fue discípulo de Plotino y, a través del Areopa- la filosofía de la naturaleza, en el Renacimiento, y de allí,
gita, lo fueron los grandes místicos medievales: Escoto siempre por las mismas vías subterráneas, a la “ciencia
Erígena, Eckhart y sus discípulos, los Gottesfreunde o romántica”.6 Sin embargo –insiste Besset– se debe seña-
“amigos de Dios”, especialmente Tauler, Suso y Ruys- lar que no se trata de dos corrientes netamente distintas,
broeck.

6. Cf. Maurice Besset, Novalis et la pensée mystique, París, 1947,


77. p.12.
84 85
sino, más bien, de dos tendencias cuya acción se ejerce, a entre el Deseo inconsciente y la Voluntad consciente.
menudo, simultáneamente en la misma persona. De allí, de esa lucha de opuestos se opera una síntesis
El Renacimiento florentino del siglo XV asistió a un que Boehme denomina la Sabiduría Divina: el Hijo de la
despertar del misticismo extravertido. A la influencia teología cristiana. Este nacimiento de Dios se reproduce
alejandrina, especialmente de Plotino, los renacentis- eternamente y la Divina Trinidad enseñada por la Igle-
tas Marcilio Ficino y Pico della Mirandola le suma- sia es en el fondo una representación simbólica de estas
ron su interés por la Cábala judía, la astrología y la verdades místicas. Las tres personas son tres momentos
alquimia. El misticismo y la magia se identificaron en del proceso permanente de autorrevelación y autocon-
ese materialismo teosófico que pretendía dominar a ciencia del Abismo indiferenciado. El Padre es Voluntad
la naturaleza y dotar al hombre de poderes para ope- consciente; el Hijo, Sabiduría Divina y el Espíritu, la Ac-
rar maravillas. Esas ideas penetradas de esoterismo y tividad de esa autorrevelación con la cual la Divinidad
gnosticismo se desarrollaron en Nicolás de Cusa, Geró- se crea a sí misma y forma el mundo. Para la mística, el
nimo Cardan, Agripa de Nettsheim, Paracelso, Giorda- hombre como microtheos, por su identidad con lo divino,
no Bruno, Fludd y Boehme. Este último, puesto en boga es la revelación de todos los misterios, el principio del
por Tieck dos siglos más tarde, fue leído con pasión por conocimiento.
los pensadores románticos. En su obra confluyen las dos Sólo se puede conocer lo Absoluto si lo Absoluto está
corrientes místicas que hemos señalado, pero se acen- en nosotros, en lo profundo de nuestra alma. Se trata de
túa la perspectiva temporalista; por lo menos en lo que una identificación de esencia entre el sujeto y el objeto.
se refiere al universo material. El hombre puede conocer, mediante una “contemplación
Todos parten de la Unidad Primitiva, de la raíz de inefable”. El conocimiento se identifica con la fe y se pre-
toda existencia, lo que Boehme llamaba el Urgrund, senta como la actividad suprema. La Sabiduría Divina
el abismo sin fondo y también la Matriz Eterna o omnipresente se torna consciente en el espíritu humano,
Mysterium Magnum, y Eckhart, la Divinidad, Die y el hombre, imagen y símbolo del Todo, puede intentar
Gottheit, distinguiéndola cuidadosamente de Der su máxima experiencia y alcanzar la última realidad es-
Gott, o Dios. piritual que genera todas las mutaciones. “Sólo el conoci-
Este Ser indiferenciado es una aspiración, un impulso miento de nosotros mismos, ese descenso a los infiernos,
vital, un deseo inconsciente que tiende a volverse cons- nos abre el camino de la divinización”. Estas palabras de
ciente: la naturaleza innaturada que tiende a naturar- Hamann descubren la clave de la gnoseología romántica.
se. Una Unidad que se va diferenciando y multiplicando Conocer es descender en sí mismo, muriendo al mundo,
mediante emanaciones sucesivas. El Urgrund –sin dejar “elevándose hasta donde no hay cosa creada”, como decía
de ser Uno– comienza por revelarse a sí mismo. Suscita Boehme. Sólo puedes conocer a Dios, si tú eres Dios, si
su antítesis; hace de sí mismo un espejo, se desdobla en Dios está en ti. Tanto para el Misticismo como para la fi-
sujeto y objeto y como ya lo enseñara el antiguo Libro de losofía de la naturaleza y la “ciencia” romántica, conocer
las Mutaciones, la existencia brota de la oposición de los algo significa llegar a fusionarse con ese algo, siempre
contrarios. Para emplear las imágenes boehmianas, la que lo conocido y el cognoscente sean de igual naturale-
Matriz de los Mundos desarrolla en su seno la oposición za y partes del mismo complejo vital. Sólo se aprehende

86 87
el objeto en su ser verdadero cuando se intuye en él la alma y en espíritu –escribió en los Fragmentos–, éste una
misma vida que advertirnos en la experiencia de nuestro abreviación, aquél una elongación de la misma substan-
propio “yo”.7 Los simples –pensaba Eckhart– imaginan cia”. El hombre es el parvus mundus, el microcosmos, la
que deberían ver a Dios, como si El estuviera allí y ellos imagen reducida pero fiel del universo, el macrocosmos.
aquí, pero en realidad, Dios y el hombre son Uno en el La antigua idea de que el hombre refleja y contiene
conocimiento. el universo, de que es un ser compuesto que participa
Pero ese conocimiento no puede provenir de la ac- en todos los niveles de la procesión divina, que revivie-
tividad cognoscitiva común. Se impone una elevación del ra Plotino y que Boheme tomara de los cabalistas, cobró
alma que reduzca las apariencias múltiples, y eliminan- fundamental importancia en la filosofía romántica. La
do los opuestos conduzca al nivel de coincidentia oppo- concepción orgánica de la naturaleza extendió esta doc-
sitorum. La conciencia debe modificarse, transformarse, trina a todos los objetos que componen el mundo, y al
situándose más allá de la dualidad en el eje mismo del insistir en la diversidad infinita y en la unidad esencial
Ser: en consecuencia no puede comportar grados ni tran- del universo, postuló la gran ley de las correspondencias,
siciones. Como quería Nicolás de Cusa, quien busque lo según la cual, el microcosmos y el macrocosmos se rela-
infinito debe desligarse de la multiplicidad fenomenal y cionan y se enlazan por analogías de orden cualitativo
realizar una comprehensio incomprehensibilis, una in- sólo aprehensibles por la intuición, capaces de conciliar
mersión en la misteriosa profundidad de la conciencia lo múltiple y lo Uno. William Blake, en el primer cuar-
del cosmos, para “volverse uno” y tornarse semejante a teto de Auguries of Innocence, expresa esta idea que “no
Dios. De ese modo Dios nace en el alma del hombre. Se es solamente la base del solipsismo romántico en todas
produce un renacimiento, que no es otra cosa que el des- sus formas distintas, sino que es, por sí misma, el fun-
pertar de la conciencia en un nivel de supervigilia desde damento y la esencia de la estética del romanticismo
el cual tal vez sea posible percibir toda la realidad. Para temprano”.8
decirlo con el lenguaje de la alquimia superior, se realiza
la transformación del cuerpo mortal en una imagen ra- Ve un mundo en un grano de arena
diante y el hombre “caído” se reúne con Dios consumando y un cielo en una flor silvestre.
la Gran Obra Mágica. Ten el infinito en la palma de la mano
La unidad de la vida no admite límites ni separacio- y la eternidad en una hora.
nes. La vida está presente en todo, entera e indivisa, tan-
to en los astros como en el más simple de los elementos, Esta concepción tradicional no sólo admite la ma-
igual en lo inferior como en lo superior. El Gran Todo es gia, sino que precisamente la demanda. La magia,
lo único que vive. Esta certeza es la que movió a Novalis a como afirmaba Pico y reconocía la filosofía natural del
expresar su fe en la unidad de la existencia. “EI universo Renacimiento, era la suma de toda la sabiduría sobre
es completamente análogo al ser humano en cuerpo, en la naturaleza y la parte práctica de toda ciencia na-

7. Cf. Ernst Cassirer, Individuo y cosmos en la filosofía del Renaci- 8. Alexander Gode-von Aesch, El romanticismo alemán y las cien-
miento, Buenos Aires, 1951, p.188. cias naturales, Buenos Aires, 1947, p. 164.
88 89
tural. Si todos los elementos se responden enlazados feccionamiento mayor. “La fuerza que piensa en mí, es
por la universal analogía, era posible actuar sobre tan eterna como aquella que sostiene los planetas y las
todo partiendo de todo. Por medio de la experiencia estrellas”, había afirmado Herder.
mística, el mago podría acercarse a Dios y restituir al Sankara, el advaitista indio, campeón del monismo
hombre los poderes soberanos que poseía antes de la impersonal y absoluto, renació de improviso en Fichte,
degradación que le impusiera la “caída”. Cuando en cuya obra parangonada con la de aquél demostró que
illo tempore el hombre se hallaba en relación armonio- ambos se hallaban unidos por una notable afinidad de
sa con el cosmos, le era posible conocer contemplando pensamiento. Fichte sostuvo que el mundo es la múltiple
por analogía en sí mismo el substrato simple e indis- apariencia de una vida divina, de la cual veía en él mis-
componible de lo real. Era la Edad de Oro, antes de la mo un reflejo, y en ese sentido, su cosmovisión resultaba
limitación en el tiempo y la percepción condicionada. un eco de la sabiduría lejana de los Upanishads: “Aquel
La época absolutamente mítica, intemporal: la época que ve lo Uno en este mundo de multiplicidad, aquel que
del superhombre dotado de mágicos poderes integrado en este mundo siempre cambiante ve a El que nunca
en la unidad primordial. cambia, como el alma de su alma, como su propio ser, ése
Los románticos padecieron esa eterna Sehnsucht, es libre, ha alcanzado la meta”.
esa oscura nostalgia que al recordar los orígenes, los Todo el romanticismo tendía hacia ese anhelo de uni-
impulsaba a utilizar a la poesía y al ensueño como má- dad. Como afirma Béguin, su grandeza consistirá en ha-
gicos accesos al Paraíso Perdido. Los físicos román- ber reconocido y afirmado la profunda semejanza de los
ticos, los filósofos de la naturaleza y especialmente los estados poéticos y de las revelaciones de orden religioso,
poetas, vivieron y “pensaron místicamente” como decía haber puesto su fe en los poderes irracionales y haberse
Novalis, el más profundo de los integrantes del “círcu- consagrado en cuerpo y alma a la gran nostalgia del ser
lo de Jena”. desterrado.
Schleiermacher postuló lo infinito como condición Su exploración del cosmos interior contribuyó a exten-
de vida para el arte y para la fe, ambas provenientes der el misticismo; el poeta romántico, convertido en con-
de un origen común. Para él, como para los filósofos quistador de verdades esenciales, preanunció la aventu-
indios, la religión fue una experiencia sentida y vivi- ra espiritual surrealista, y pugnando por acceder a un
da; la percepción real de algo arracional, cuestión de estado superior de la conciencia y al Conocimiento total,
hechos y no de palabras. El arte sería entonces para atravesó las puertas que conducen a la transformación
la religión lo que el lenguaje es para la ciencia. La re- psicológica.
ligión y la poesía se fusionaban. Ambas, como escribió Tieck, Brentano y Arnim, profetizaron el advenimien-
Novalis, poseían la virtud de interrumpir el estado ha- to de una época edénica, en la que el poeta, dueño de la
bitual, manteniendo más activo en el hombre el sen- visión indivisa, pudiese dominar las fuerzas de la natu-
tido de la vida. raleza y trascender la barrera sensorial en busca de la
Schelling, en quien la influencia de Boehme fue muy reintegración maravillosa. Los poetas aparecieron como
notable, intuyó una naturaleza orgánica, una inteligen- artífices conscientes de esa conciliación final, siempre que
cia universal desarrollándose eternamente hacia un per- lograsen un estado de “exaltación angélica” semejante al

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éxtasis de los místicos. En 1828, Franz Von Baader es- sentidos, nos ha sido negado. El hombre puede en todo
cribió que “todo auténtico poeta es un vidente o un visio- instante colocarse por encima de los sentidos”. Siguiendo
nario” y Passavant anotó adelantándose a Rimbaud: “el esa línea de pensamiento, Novalis habló de una “magia
poeta es esencialmente un vidente; la poesía es profecía, poética” capaz de realizar milagros y experimentó la sen-
visión extática del pasado, del porvenir, de la totalidad”. sación de estar unido al cosmos por lazos invisibles y de
Poco después, Hoffmann descendió a las azules cavernas hallarse en el interior de los objetos que observaba. La
del sueño. Como Nerval, no se contentó con vivir en esa vieja fórmula Erites sicut Dei (Seréis como dioses), se ac-
jungla encantada en la que lo acechaban las apariciones tualizaba en la exclamación del poeta: Dios quiere dioses.
y se alargaban los ecos y las sombras. Intentó dominar- El ocultismo como filosofía y la alquimia mística como
la, internarse por sus fantásticas “picadas” siguiendo el práctica plena de desmesuradas ambiciones se expresa-
rastro de la presencia perturbadora e inefable. En su ron a través de sus Fragmentos. Novalis, como el adepto
Kreisleriana, anticipó la estética de las correspondencias de la Obra Mística, exaltó la radical purificación del ser
que culminaría con Baudelaire y con Rimbaud. “No es mediante una ascesis regulada que permitiese situar a la
propiamente en sueños, sino más bien en ese estado de conciencia en un plano de pureza absoluta.
delirio que precede al dormir, sobre todo si he oído mu- Anunciador del superhombre, imaginó que el cuerpo
cha música, cuando percibo una especie de concordancia debía ser puesto completamente en acción por medio del
entre los colores, los sonidos y los perfumes”. Pero Hoff- espíritu. “Es extraño –dice uno de sus Fragmentos– que
man no fue el único en adelantarse, con sus “sensaciones el interior del hombre haya sido considerado de modo tan
enlazadas”, a ese aspecto del simbolismo que en Francia miserable y tratado tan estúpidamente”. El poeta estimó
se llamó “audition colorée”. Brentano hizo referencia a necesario que la voluntad se proyectase sobre aquéllas
la “luz de los sonidos”, Eichendorff se preguntó si: “¿Aca- partes del cuerpo que habitualmente se hallan sustraí-
so los colores no son sonidos y los sonidos no son alas?”, das a su imperio.
y Tieck, para quien “los colores cantan”, preanunció las
ambiciones rimbaudianas de inventar el color de las vo- Cuando hayamos obtenido este resultado cada
cales, escribir silencios y fijar vértigos, en un esfuerzo hombre será su propio médico y podrá obtener el
sobrehumano por hallar el lenguaje perfecto. “¿Por qué sentimiento exacto de su cuerpo; entonces y por
no nos está permitido pensar en sonidos y hacer música vez primera, sintiéndose realmente independiente
con palabras y pensamientos?” de la naturaleza, logrará quizá hacer renacer un
miembro perdido, quitarse la vida por su propia
Novalis, por su parte, insistió en profetizar el adve-
voluntad y de esa manera obtener aclaraciones
nimiento de un hombre superior que, desarrollando las auténticas con respecto a los cuerpos, las almas,
potencias secretas del alma, fuese dueño de su esencia el universo, la vida, la muerte y el mundo de los
y dominara la naturaleza. Para él, el hombre es suscep- espíritus.9
tible de evolucionar psicológicamente y adquirir nuevas
y sorprendentes facultades. “El prejuicio más arbitrario
–escribió– es el que pretende que el poder de exteriori-
zarnos, de hallarnos conscientemente más allá de los 9. Nova1is, Los Fragmentos, seguido de Los discípulos en Sais, Bue-
nos Aires, 1948, pp. 66-67.
92 93
En este como en otros aspectos coincidió con el mile- CAPÍTULO IV
nario pensamiento de la India y con las postulaciones de
la doctrina secreta. Al avanzar por el “camino misterioso
Novalis y la visión del “otro reino”
que se extiende hacia lo interior”; mientras se acentúa la
disolución del “yo” creado por los sentidos, se manifiestan
“El camino que lleva a casa”. Una visión “abierta” y “porosa”
al experimentador diversos “poderes”. Es entonces poder
de la realidad. La noche como madre cósmica. El mensaje de
adquirir el dominio de las funciones neurovegetativas y los himnos. Caracterización del “otro reino”. Los elementos
de las facultades que el poeta atribuye a su hombre divi- viven, sienten y se corresponden. El universo en un organismo
no. “Tendrá la facultad de separarse de su cuerpo cuando animado. Avanzar en lo desconocido
le agrade; verá, oirá, sentirá lo que quiera y desde el pun-
to de vista que desee”. Pero la meta final no es ese nivel
parapsíquico. El Hombre-Dios que ambiciona Novalis es
Si en la noche surgiera la luz, si un
el ser transformado, “renacido” en un “cuerpo glorioso”,
día nocturno y una noche diurna pudie-
análogo al que poseía el hombre antes de “la caída”. Un
ra abrazarnos a todos, ese sería el fin
ser que acceda libremente al mundo del espíritu que “no
supremo de nuestros deseos. ¿Será por
está cerrado para el hombre” y que “siempre es vivible”.
eso que la noche iluminada por la luna
Aparentemente tan desligado de la tierra, Novalis lle-
conmueve tan maravillosamente nuestra
gó a afirmar que el cuerpo humano es el único templo
alma y despierta en nosotros el temblo-
del mundo. El poeta-místico logró entonces su equilibrio
roso presentimiento de otra vida, muy
perfecto. Ocupado en ensanchar su existencia hacia lo in-
cercana?
finito, fue un poco ese ciudadano del universo que él mis-
Friedrich Schelling
mo profetizara, ese Hombre-Dios exteriorizado conscien-
temente más allá de los sentidos, para el que la paridad
¡La luz tiene fijado su tiempo, pero
entre el hombre y el cosmos se revelaba como una reali-
fuera del tiempo, fuera del espacio, está
dad. “No debemos ser sencillamente hombres –escribió–,
el Reino de la Noche!
es preciso que seamos más que hombres”, porque la su-
Novalis, Himnos a la Noche, II
prema tarea, como lo quería el maestro Eckhart, consiste
en descubrir la otra persona que habita el interior, aquel
“El sentido poético representa a lo no representable
que las Escrituras llaman el Hombre Nuevo, el Hombre
ve lo invisible y siente lo insensible”, escribió Jorge Fe-
Celeste, el Joven, el Amigo…
derico Felipe Baron de Hardenberg, más conocido por
Novalis, en aquel movimiento espiritual que conmovió
al pensamiento europeo a fines del siglo XVIII. Su vida,
breve e intensa (nació en Wiedestad, Alemania, en 1772
y murió en Weissenfels, en 1801 cuando aún no había
cumplido 29 años) es un ejemplo de hiperlucidez. Tan
profundo como Pascal; tan universal como Pico; tan vi-
94 95
dente como Rimbaud y tan “abierto” como Rilke, Nova- revela entonces como el plano más original y profundo, y
lis sintetiza el mayor nivel de conocimiento de su época. dentro de él, los románticos privilegian la palabra en su
Su obra, aparentemente inorgánica, –poemas en prosa y dimensión de Logos, de Verbo. La palabra poética es un
verso, meditaciones, relatos inconclusos, apuntes, aforis- agente de reintegración a la Totalidad de la que el hombre
mos– aparece como un repositorio de intuiciones fulgu- se ha desgajado, pues conserva, en ese sentido, la virtua-
rantes y pensamientos generales. Inmerso en el universo lidad creadora de la palabra divina. De ahí que el artista,
romántico, su temprana amistad con Schiller, su admi- el poeta, “comprenda a la naturaleza mejor que el sabio”
ración y rechazo de Goethe, su profunda coincidencia con y sea el único que “puede penetrar el sentido de la vida”.
los hermanos Federico y Augusto Guillermo Schlegel y Capaz de atraer sobre sí las vibraciones de lo Absoluto,
con Ludwig Tieck, fueron conformando una personalidad el poeta percibe los mensajes de una esfera superior y los
volcada a la intuición poética y a la experiencia mística trasmite a los demás hombres. A través de su palabra es
pero también a la indagación científica. posible acceder a intuiciones primordiales y a una visión
El pensamiento romántico propone un hombre inte- “abierta” y “porosa” de la realidad. En virtud de su natu-
gral que habrá de realizarse en la apertura metafísica raleza el poeta romántico opera naturalmente un retorno
y en la proyección escatológica. Combate la tiranía de al origen fabuloso. Abre una “puerta en el muro” hacia
la razón e intenta integrarla con otros modos de cono- la patria perdida que Swedenborg denomina Jerusalem
cimiento. Toma cuerpo una nueva actitud gnoseológica Celeste y que no es otra cosa que una nueva traducción de
basada en el valor de la intuición. Baader habla de la la noción de “Jardín de los Dioses” o “Paraíso Perdido”.
importancia del sentido interno, que da acceso a una per- Novalis insiste en que todo buen poema es infinito por-
cepción no habitual del mundo y a un saber de lo real que el sentido poético posee íntima relación con el senti-
sólo trasmisible por símbolos. Se desciende a los abismos do religioso y profético. “Toda obra de arte –dice– es un
interiores, a las profundidades del Ser; como dice Ricar- elemento espiritual” y “todo poema un individuo vivien-
da Husch, se colma en gran medida la conciencia con el te”. Como diría Ouspensky, la poesía ve más y a mayor
contenido de lo inconsciente. Frente a la multiplicidad distancia, en el principio de la visión; el verdadero poeta
de la visión ordinaria, se exalta el deseo de retornar al es de hecho un clarividente. “Sólo ese fino aparato al que
reino de la no-individualidad, por hallar –como quería se llama el alma del poeta puede comprender y sentir el
Novalis– “el camino que lleva a casa”. reflejo de los significados ocultos en el mundo formal”.1
El ensueño romántico penetra con particular agudeza Novalis, “doctor maravillado frente a las correspon-
los misterios de la vida y de la muerte. Intenta recons- dencias invisibles que enlazan a las cosas”, no se dedica
truir la fabulosa Edad de Oro e intuye en el origen de los exclusivamente a la poética, a la teosofía, a la teurgia,
mitos una suprahistoria sagrada signada por irrupciones a la pneumatología trascendental, a la cosmología me-
verticales. tafísica, ni a nada de lo que se encuentra en los círculos
Al considerar a la razón como un instrumento insufi- especiales de la mística formal. Si todo pensamiento que
ciente para aprehender a la Naturaleza y penetrar en la comunica con lo infinito es un pensamiento místico, su
intimidad del fenómeno, se busca un conocimiento uniti-
vo, una verdadera aproximación a la realidad. El arte se
1. Pedro Ouspensky, Tertium Organum, México, 1950, p.137.
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modo natural de pensar es místico. “Nada ve aisladamen- Dos años después, en marzo de 1799, Novalis da térmi-
te. Tiene el sentido y la suave obsesión de la unidad”.2 no a los Himnos a la Noche.4 Frente a ellos se experimenta
La prematura muerte de su prometida Sofía von Kuhn, una turbadora sensación de vacío. El discurso se abre a
de sólo quince años, marcó al poeta con un sentimiento múltiples valencias y propone una lectura total. El mundo
dramático del mundo y exaltó su deseo por superar los de la naturaleza es leído, es interiorizado. Un gran símbo-
límites penetrando en los dominios de lo desconocido. Se lo opera a través de los himnos y si bien adquiere connota-
acentúa entonces su ambición gnoseológica. Considera ciones diversas mantiene un inmenso soporte estructural:
que la palabra poética debe constituir el centro y la base la Noche, la Amada, la Madre, la Muerte.5
del conocimiento supremo. “Escribir un poema es engen- Como símbolo de lo infinito, la Noche proyecta al
drar”, anota en sus Fragmentos. “El poeta es mago”. “La poeta hacia un cosmos abierto sin referencias ciertas.
poesía es lo real absoluto. Esto constituye el núcleo de La Noche es la gran intercesora, el abismo húmedo de
mi filosofía. Cuanto más poética es una cosa, tanto más vida primordial donde lo sagrado y lo profano confun-
real es”. den sus contornos. Para Novalis, la Noche pertenece
Este clima de permanente tensión hacia lo real, cul- a ese orden de vivencias que se hallan ligadas al pre-
mina en una experiencia de orden intemporal que ha- sentimiento de lo Absoluto y permiten obtener un con-
brá de generar sus celebrados Hymnen an die Nacht. El tacto arracional con el mundo invisible. En la tiniebla
13 de mayo de 1797, Novalis visita la tumba de Sofía nocturna las cosas adquieren particular ingravidez, se
y padece una extraña conmoción. El texto correspon- liberan de su orden cotidiano y se reagrupan con un
diente de su Diario describe una experiencia espiritual sentido imprevisible. El espíritu experimenta el asom-
profunda en la que Sofía se confunde con la “Sophia” bro y la exaltación de lo maravilloso: todo es nuevo,
de los gnósticos y asimismo se fusiona con la imagen como en el momento auroral. Adviene entonces la des-
intercesora de la Noche, en su versión del arquetipo de personalización, el anonadamiento de la criatura ante
la Madre Cósmica. el vasto paisaje de fosforescencias extrañas…
De la Noche primordial, de ese estado espiritual im-
Por la tarde fui a ver a Sofía. Allí se apoderó pregnado de sensaciones numinosas, Novalis reaparece
de mí un indecible gozo. Instantes de entusiasmo con los sentidos purificados. Es capaz de “ver”, de “oír”,
surgían como relámpagos. De un soplo dispersé de descubrir impensables analogías, de hacernos com-
la tumba como si fuera polvo; los siglos parecían prender la fugacidad de lo transitorio e inducirnos cam-
minutos; se la sentía próxima: creí que iba a apa- bios cualitativos a partir de los cuales nos sea posible
recer.3
intuir la realidad del “otro reino”.

2. Mauricio Maeterlinck, Introducción a Novalis: Los Fragmentos y 4. Véase también Novalis, Himnos a la Noche y otras composicio-
Los Discípulos en Sais, Buenos Aires, 1948, p. 28. nes, traducción y prólogo de J. Francisco Elvira-Hernández, Madrid,
3. Véase el texto íntegro de esta anotación en Novalis, Himnos a la 1974.
Noche y Cánticos Espirituales seguidos de La Cristiandad o Europa, 5. Cf. Mauricio Besset, Novalis et la penseé mystique, París, 1947,
estudio y versión de Alfredo Terzaga, Córdoba 1966, pp. 155-156. p. 137.
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La palabra del poeta convoca símbolos de insólita be- En el tercero el éxtasis es finalmente alcanzado, se
lleza. Estallan y se recomponen imágenes arcaicas libe- produce el acceso a la experiencia intemporal y el poeta
radas de su contexto mítico. El gran organismo universal recrea los momentos mágicos vividos junto a la tumba de
revela su rostro sagrado. El poeta oye “la voz del silencio” Sofía. El tiempo se aleja rápidamente como una tormen-
y se entabla un profundo diálogo con el Ser desconocido. ta más allá del horizonte. En el Himno cuarto, Novalis
Novalis experimenta entonces el sentimiento de lo inac- retoma en un plano cósmico el tema de la experiencia
cesible y majestuoso; el espanto ante el caos; el vértigo; trascendente. La luz aparece prisionera en la Noche que
la revelación; el llamado a la sumisión del ser. “La ale- la contiene; por eso, quien contemple el “país nuevo”, “la
gría de expresar en este mundo –como él mismo dice– lo morada de la Noche”, no volverá a descender hacia el tu-
que está fuera de él”. multo del mundo, hacia el lugar donde se mueve la luz en
La Noche adquiere por fin su máximo valor de alte- permanente inquietud.
ridad. Una transrealidad pocas veces alcanzada. Es la Finalmente en los himnos quinto y sexto, la ambición
“ventana a lo infinito”, la “abertura” que se comunica con novaliana por irrumpir en la “patria celeste”, se desplie-
los niveles invisibles, la vía por la que se accede –después ga en un marco cristiano. El Dios-Hombre, reaparecido
de haber superado la soledad y la desesperación– a la con “rostro nunca visto” en la poética “cabaña de la po-
plenitud de un nuevo nacimiento, a ese estado de ser que breza”, es el centro de toda contemplación. Queda atrás
no es distinto del amor. la época del Sol, cuando los Seres Celestes habitaban la
A través de los Himnos se produce la verdadera trans- tierra. Ahora el nuevo dios impone su religión de la No-
posición de la experiencia mística novaliana. Para Bé- che. El epílogo es la resurrección, la derrota de la muer-
guin constituyen “la obra maestra de la poesía propia- te, el Nuevo Nacimiento.
mente romántica y uno de los más bellos testimonios que En la Canción de los muertos, composición extraña,
poeta alguno haya dejado de una aventura personal me- que según el testimonio de Tieck, Novalis pensaba in-
tamorfoseada en mito”.6 cluir en la segunda parte de Enrique de Ofterdingen,
En el Himno primero, la Noche se internaliza en el autor de los Himnos avanza un paso más en la ca-
el poeta y establece un canal que permite la aproxi- racterización del “reino”.
mación de Novalis a la Totalidad. En el segundo, la En medio de la tempestad y el peligro existe un
Noche se carga de profundos contenidos y el amor universo superior, “otro reino” en el que rigen otras
se revela como energía; los ojos infinitos del sueño normas; en el que imperan otras realidades. Allí
se abren sobre la eternidad. El sueño como prefigu- mora Sofía, pero no sólo ella, también las almas de
ración de la muerte o anticipo de la reintegración a los muertos. El espacio infinito, la noche estrellada,
la Conciencia Cósmica, se revela como la clave del se ha convertido, en “cielo”, en hábitat, en lugar inapre-
“reino”. “¡La luz tiene fijado su tiempo –dice el poeta– hensible; un determinado “arriba”, al que la presencia
pero fuera del tiempo, fuera del espacio, está el Reino de Dios-Hombre, la Virgen y las jerarquías angélicas le
de la Noche!”. confieren un sesgo marcadamente cristiano.
La vivencia del cosmos unitario, ese oscuro sentimien-
to de participación en el Todo, donde los elementos viven,
6. Albert Béguin, El alma romántica y el sueño, México, 1954, p. 264.
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sienten y se corresponden por misteriosos lazos, fue sin mánticos perciben el mundo como una prolongación de
duda propiedad común y espontánea de la generación sí mismos e intuyen a su propio ser inserto en el flujo de
romántica, adquirida en un clima de intensa exaltación la vida cósmica. Para ellos el universo es un ser viviente,
espiritual. un organismo animado no divisible en sus distintos ele-
La concepción unitiva de la Naturaleza, la integración mentos. La multiplicidad de las apariencias es reductible
del hombre a sus ritmos profundos y el permanente afán a una Unidad fundamental. En el tiempo, ella se desplie-
de obtener una síntesis entre espíritu y materia, consti- ga en un ciclo infinito en que toda experiencia individual
tuyeron ideales románticos que hallaron formas coheren- nace y muere sin tener sentido sino por su subordinación
tes de expresión al concebir un monismo integral diferen- al conjunto; en el espacio, la naturaleza abarca todos los
ciado. Este monismo peculiar habría de permitir dentro fenómenos. Por influencia de las teorías galvanistas se
de la síntesis, otorgar valores distintos al alma y al cuer- considera a la vida como una especie de circuito cósmico
po. En la naturaleza, pensaba Herder, los sistemas de en que los organismos individuales –como precisa Ritter–
fuerzas pueden ser diferentes y no obstante ello seguir no son más que remansos que interrumpen la corriente
una sola clase de leyes, pues en la naturaleza, cada cosa para intensificarla. Lo que posee de vitalidad el individuo
depende de todo lo demás y por lo tanto no puede haber como tal, lo toma de la vida universal y es preciso que un
sino una intencionalidad primordial conforme a la cual trabajo continuo de asimilación y desasimilación –cuyos
las fuerzas más diferentes estén ordenadas. límites extremos son el nacimiento y la muerte– resta-
El concepto romántico de la organización infinita –una blezca incesantemente el circuito interrumpido y encau-
continuidad interminable de eslabones finitos– aparece ce la corriente de la vida. “el Todo –dice Baader– es lo
con nitidez en la obra Sobre la Naturaleza de J.B. Ro- único que vive; cada individuo sólo vive en su relación
binet publicada en 1761.7 A través de la intuición y la con lo Absoluto, esto es en la medida en que supera
reflexión de Herder, Schelling, Steffens, Carus, Schlegel, la individualidad por el éxtasis”. De ahí que morir es
Novalis, Baader, Oken, Schubert y Ritter, se va confor- acceder a otra forma de vida, pues “todo lo que es per-
mando la visión unitaria del mundo como una sola rea- fecto en su especie debe elevarse por encima de ella
lidad interconectada; un organismo universal pleno de y convertirse en otra cosa, en un ser incomparable”
sentido, que sólo puede comprenderse a partir de una (Goethe).
reestructuración del concepto de realidad. A la zaga de Herder y de Baader, Novalis ha poe-
El genio romántico prepara el advenimiento de una tizado esa intuición organológica y simbólica de la
era metafísica. “La percepción de la unidad –escribe Bé- naturaleza. Si la esencia del Todo organizado ha
guin– es una premisa que los románticos aplican al mun- sido inculcada en el hombre por el Creador, existe
do exterior pero que tiene su fuente en una experiencia un grado determinado de interdependencia entre lo
absolutamente interior y básicamente religiosa”.8 Los ro- infinitamente pequeño, representado por el hom-
bre, y la infinita grandeza del universo. Aproximar
los planos distintos, avanzar en lo desconocido a
7. Véase Alexander Gode-von Aesch, El romanticismo alemán y las través de lo conocido, es función de la analogía. El
ciencias naturales, Buenos Aires, 1947, p. 167 y ss.
conocimiento de sí abre las puertas del conocimien-
8. Albert Béguin, ob. cit., p. 99.
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to total. A partir de ese conocimiento surge la pre- CAPÍTULO V
sencia de lo real en el interior del hombre y adviene
un nuevo estado de conciencia.
La unidad cósmica y el sueño en
En los Fragmentos, Novalis intuye los grandes la poética de Nerval
misterios y afirma que el hombre está en contacto
con todo el universo, así como con lo porvenir y lo
pasado. “El mundo de los espíritus –escribe– está Los maestros del ensueño. Guérin y el jivan-mukta. La noche
ya abierto para nosotros, es siempre manifiesto. Si será negra y blanca. Aurelia y las “puertas en el muro”.
de pronto tuviésemos la elasticidad necesaria, nos Gerardo ve a su doble. Diecisiete religiones. Una biblioteca
inquietante. El oro espiritual. Poeta y ocultista. La clave de
veríamos en medio de ese mundo”. Su concepción Les Chimères. Alquimia mística. Peregrino de la gnosis
del universo, fruto de sus vivencias profundas, man-
tiene hoy inalterable vigencia. Tanto en los Frag-
Todo vive, todo se agita, todo se co-
mentos, como en Los discípulos en Sais o en Enrique
rresponde; los rayos magnéticos emana-
de Ofterdingen, avanza sobre la ciencia de su época
dos de mí mismo o de otros, atraviesan
preanunciando el sentido de las más modernas y auda-
sin obstáculo la cadena infinita de las
ces hipótesis cosmológicas: “Los mundos superiores se
cosas creadas: es una red que cubre el
hallan mucho más cerca de nosotros de lo que nos atre-
mundo y cuyos hilos se comunican con
vemos a pensar. Es nuestra conciencia la que vincula
los planetas y las estrellas.
a nuestro limitado mundo sensorial con esos mundos
Nerval, Aurelia
superiores”.9 Veamos uno de sus tantos apuntes, bre-
ves y taxativos, perdido en el abigarrado conjunto de
El reino del cielo es el reino de
sus gérmenes: “Cosmología. Universo-multiverso-om-
las causas. Estando los efectos terres-
niverso. Para lo más elevado, para lo más universal,
tres ligados a sus causas celestes hacen
una expresión que no tiene nombre”.10
que todo sea correspondiente y que tenga
un profundo significado. El nombre es el
medio de unión entre lo natural y lo es-
piritual.
Swedenborg, Arcanos Celestes

El romanticismo francés tuvo en Gerardo de Nerval


a uno de sus más puros representantes. Muy cercano a
9. Cf. Nova1is, Enrique de Ofterdingen, Buenos. Aires, 1951, pp.126 los románticos alemanes, que conferían al poeta una ta-
y 180.
rea metafísica, y pretendían acceder a un conocimiento
10. Novalis, La Enciclopedia. Notas y Fragmentos, Madrid, 1976,
objetivo y a una captación de lo real por medio de psico-
p. 431. Esta nueva versión castellana se ha realizado siguiendo el
texto establecido por Edward Wasmuth en el primer tomo de los técnicas y ascesis de tipo místico, Nerval perteneció a un
Fragmentos, Heidelberg, 1957. romanticismo menor que mostraba marcada predilección
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por lo maravilloso, y tratando de expresar lo inexpresa- Bretonne (alguno de ellos figurará en Les Illuminés de
ble, señalaba a la poesía nuevas y riesgosas posibilida- Gerardo), a pensadores de la más pura línea tradicio-
des. nal que, partiendo de intuiciones y experiencias men-
En Alemania, Novalis, Arnim, Tieck, Brentano y otros tales, repensaban el ocultismo y estructuraban doctri-
audaces exploradores del “yo”, se esforzaban por llegar a nas interdictas, basándose en la percepción primitiva
lo desconocido, a una existencia más auténtica, a un nivel de la correspondencia universal.
intemporal, en el que liberada de opuestos, la conciencia Gerardo constituye, sin duda, el punto culminante
se fundiese en una unidad original, plena y viviente. La de esa honda inquietud espiritual, pero su ámbito no es
poesía, el sueño, la magia y la cima del amor, eran segu- el de la especulación racional, sino el de la ensoñación
ras “puertas en el muro” para penetrar el sendero de la y el éxtasis poético. Nerval interroga con terror a las
posible liberación suprema. Todo el ser, y no sólo las facul- tradiciones primitivas, pretende develar los antiguos
tades racionales, debían participar en esa gran aventura arcanos y entabla a través de su obra una lucha deci-
metafísica de relevamiento del alma. Se trataba de un des- siva por el conocimiento. La poesía es una revelación
censo a los oscuros estados de la mente desde donde fuese y fluye de las profundidades del sueño, mundo miste-
posible reencontrar el “Paraíso Perdido” e integrarse en la rioso y trascendente que habrá que iluminar y forzar.
vida unida, presentida más allá del universo sensible. La aventura interior de Gerardo lo acerca asimismo a
Los modernos estudios nervalianos identifican a Ge- los “maestros de la ensoñación”, especialmente a Sé-
rardo con esa familia de buscadores de infinito. Richer, nancour, Nodier y Guérin. Con ellos comparte gran
Le Breton, Béguin y Marie han aportado elementos número de temas, comunes también a los románticos
de juicio que contribuyen a perfilar la dimensión es- alemanes. Albert Béguin los enumera: “analogía entre
piritual del poeta, aislándolo en cierto sentido de los el hombre y la naturaleza, percepción de lo invisible a
prominentes románticos que se alinean detrás de La- través de los objetos, esperanza de dominar sus pro-
martine y de Vigny. No obstante, Gerardo no respon- pios estados de alma y de servirse de ellos a fin de con-
día enteramente a la vieja Alemania, “nuestra madre quistar un poder nuevo sobre el mundo, mística de los
común”, como él mismo la llamara. Francia registraba números y búsqueda de la unidad más allá de las apa-
al respecto antecedentes ilustres y tanto con anterio- riencias múliples”.1 Estas afinidades presentaron –no
ridad a sus grandes románticos, como en la corrien- obstante– una sensible diferencia, que podría esque-
te posterior que partiendo de Nerval, Petrus Borel y matizarse en la oposición mística-magia. Mientras los
otros, alcanzaría su máxima cumbre en Baudelaire; prerrománticos franceses buscaron el éxtasis, la salida
muchos “horribles trabajadores”, habían forzado las del tiempo, la inmersión del “yo” en un eterno presente
compuertas del sueño, lanzándose hacia lo irracional atemporal libre de opuestos y la unificación de la vida
o en un intento desesperado por develar lo incognos- en una suprema y fugaz aspiración de eternidad, los
cible, pedían al ocultismo y a la magia las llaves sa- alemanes pretendieron, ante todo, poderes para modi-
gradas para dominar a la naturaleza. El siglo XVIII
había tenido en el conde de Saint-Germain, en Fabre
d´Olivet, en Claude de Saint-Martin o en Restif de la 1. Albert Béguin, El alma romántica y el sueño, México, 1954, p.
403.
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ficar la naturaleza y fórmulas mágicas para poseer ese para modelar un cosmos acorde con sus dramáticos re-
forzado paraíso. En esa tentativa sobrehumana habrá clamos. Nodier es un espíritu ávido de curiosidad para
de acompañarnos Nerval y posteriormente Baudelaire el que “el mapa del universo imaginable sólo se traza en
y Rimbaud, quien, por la magia del verso, pretendía sueños”. Acuciado por sus propios conflictos, bucea las
captar la magia real del universo y hallar los secretos profundidades, liberando imágenes que lo angustian y
para cambiar la vida. transformándolas en mitos que enriquecen su obra y le
En Obermann, Sénancour anticipa la aprehensión de permiten su reconciliación interior.
esas correspondencias, que Nerval conocerá en momen- Pero ni el ensueño de Obermann ni los mitos de No-
tos de exaltación dramática. Sénancour accedía a la con- dier en El Hada de las Migajas, alcanzan la profundidad
ciencia impersonal siguiendo en el ambiente el sentido mística que impregna las obras de Maurice de Guérin.
de los ritmos. Mediante particulares métodos de induc- El sentimiento de la vida cósmica que asoma en las úl-
ción (dispersión o despliegue del “yo”) obtenía lentamen- timas visiones de Hugo y que habrá de patentizarse en
te ese estado de gracia, verdadera fusión en el torrente Aurelia, se anuncia ya en el Cuaderno verde. Guérin es
de la vida cósmica. La realidad exterior se aniquilaba por un niño maravillado que transita los límites del tiempo.
sí misma, y el soñador, liberado de la continuidad, subs- Por momentos cruza su frontera y retorna impregnado
traído de la vida separada, gozaba en la atemporalidad de eternidad. No posee biografía ni alimenta pasiones te-
del ser. rrestres. Vive en los ritmos cambiantes, en los rumores
inaudibles y en los contraluces del crepúsculo. Como Mi-
Entregados a todo cuanto se agita y se suce- chel, el demente de Nodier, es una criatura de desecho o
de en torno nuestro, afectados por el pájaro que de elección, que vive de invención, de fantasía y de amor
pasa, la piedra que cae, el viento que muge, la en las regiones más puras de la inteligencia. Su sola fe-
nube que avanza; accidentalmente modificados licidad es esa que consiste en renunciar al egotismo, y
en esta esfera siempre móvil, somos lo que nos en lograr el “minuto fuera del tiempo” fundiéndose en el
hacen ser la calma, la sombra, el ruido de un in-
torrente de la vida cósmica.
secto, el olor que emana de una hierba, todo ese
universo que vegeta y se mineraliza a nuestros
Habito con los elementos interiores de las cosas,
pies; cambiamos según sus formas instantáneas,
subo a lo largo de los rayos de las estrellas y de la
somos movidos por sus movimientos, vivimos con
corriente de los ríos hasta el seno de los misterios
su vida.2
de su generación. Soy admitido por la naturaleza
en el más secreto de sus divinos recintos, en el pun-
Esta pasividad de Sénancour lo aleja de Nodier, cuyo to de partida de la vida universal; ahí sorprendo la
paisaje espiritual, aunque registra afinidades y coinci- causa del movimiento y escucho el primer canto de
dencias notables, rechaza la nolición y las incertidum- los seres en toda su frescura.3
bres de Obermann y busca en los sueños la materia

2. Citado por Béguin, ob. cit., p.405. 3. Ibídem, p. 424.


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Su alma fluctúa entre esos anticipos de la eternidad y volvió a ver y supo más tarde de su muerte, persistió en
los crueles e inevitables descensos al universo de la ex- descubrirla en las mujeres que asomaron a su vida en la
periencia sensoria y la captación condicionada. Llega en- realidad o en el ensueño. Ella fue Silvia y Aurelia y fue
tonces la hora de la decepción, del profundo sufrimiento. también Jenny Colon, la actriz a la que Gerardo escribió
Su alma acostumbrada a penetrar las tinieblas más allá diversas obras y fundó, para celebrarla, la revista Monde
de las cuales “se ve cara a cara ciertos misterios o se dis- Dramatique.
fruta de las más dulces visiones”, cae, se condensa, sufre Su sensibilidad exacerbada, su descenso a los infier-
un súbito encogimiento, “se contrae y se enrolla sobre sí nos, y la dualidad desconcertante que se proyectó so-
misma como una hoja tocada por el frío”. bre su trágico destino, son los factores conformantes
Guérin se nos presenta como un ser abierto a las de una personalidad única en las letras francesas. De
divinidades del sueño. Su vida oscura, que se acerca sólida formación clásica, romántico por temperamen-
por la intensidad de su experiencia al nivel de “sahaja to y vocación, precursor del simbolismo y anunciador
samadhi” de los jivan-muktas hindúes, comunica con del surrealismo, Nerval parece hoy superior a Lamar-
otra realidad más vasta que se prolonga de su propio tine y a Musset y por lo menos igual a Hugo. En su
ser. Las imágenes y los símbolos del inconsciente pro- Introduction à la poésie française, Thierry Maulnier
yectan sus sombras en un universo total; el universo ha escrito que en la primera mitad del siglo XX en la
viviente de la tradición ocultista que el romanticis- historia de la poesía francesa, no es ni Hugo, ni Vigny,
mo recreará, exaltando los mitos del inconsciente, del ni Lamartine ni Musset, sino Gerardo de Nerval, ese
alma del mundo, de la unidad universal y de las co- diamante de limpidez insondable, donde se refleja la
rrespondencias invisibles. parte invisible del mundo.

También como Guérin, Gerardo tuvo a su alma como Tan atormentado como Baudelaire, pero sin
primer horizonte. Hijo de un cirujano mayor de los ejér- sacrificar al gusto por la joyería macabra de Les
citos imperiales, Gerard Labrunie nació en París el 21 de Fleurs du Mal; tan punzante como Rimbaud, pero
mayo de 1808. El niño jamás conoció a su madre. “Nun- sin su risa provocativa; tan dolorido como Verlai-
ca he visto a mi madre –escribió–; sus retratos han sido ne, sin su crápula; tan sabio como Mallarmé, sin su
pose. Era por naturaleza lo que Valéry ha sido por
perdidos o robados”. Fue criado en Loisy, municipio de
oficio, un Valéry desinfatuado.4
Ver y pasó largas temporadas en la casa de su tío abue-
lo Boucher, en Mortefontaine, no lejos de aquel “cercado
En Aurelia intentó penetrar el “más allá”, atravesan-
de Nerval”. Allí, en casa del Tío Boucher, halló la vieja
do los indescifrables y helados subterráneos del sueño.
biblioteca de ocultistas y mistagogos a la que hace refe-
No conozco otra obra que esté tan vinculada con la exis-
rencia en Sylvie y en el prefacio de Les Illuminés. Tam-
tencia de su autor, escribió Béguin. Su nostalgia de la
bién allí bailó sobre el pasto, en medio de las niñas del
pueblo y entró en la ronda con la hermosa Adriana, que
venía del castillo a mezclarse con las campesinas. Esa
impresión fue tan profunda que, a pesar de que no la 4. J. Steinmann, “Gérard de Nerval et Mortefontaine”, en La vie in-
tellectuelle, París, 1952, p. 44.
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unidad esencial lo llevó a una búsqueda en la que puso de un ave, a la forma de una nube, a todo lo vagoroso
en juego su propia vida y no retrocedió, como Rimbaud, que pasa por los aires”. La vida universal le concedía su
ante “el mundo de los espíritus”. Imperativo y trágico, embriaguez y la contemplación, liberadora de la conti-
con ese rostro consumido por fiebre de infinito, que la nuidad, era un método seguro de inducción para traspo-
foto de Nadar muestra con implacable crudeza, Gerar- ner la conciencia ordinaria e integrarse en una infinitud
do libró su última batalla espiritual la noche del 26 de independiente del tiempo.
enero de 1855. Cuando amaneció en la sórdida calleja de Algunas veces –escribió Gautier– se lo veía en la es-
la Vieille Lanterne, su cuerpo material, que albergara a quina de una calle, con el sombrero en la mano, en una
un espíritu puro de poesía, se balanceaba entre el cielo especie de éxtasis, evidentemente ausente del lugar en
y la tierra. La víspera, había escrito a su tía, madame que se hallaba… Cuando lo encontrábamos de esa mane-
Labrunie, una esquela esotérica y breve que terminaba ra absorta, tomábamos precauciones para no abordarlo
con estas palabras: “Hoy no me esperes porque la noche bruscamente, de miedo de hacerlo caer de lo alto de su
será negra y blanca”. sueño, como un sonámbulo que se despierta sobresal-
El genio que poseyó a Gerardo, impulsándolo a sus tado, paseándose con los ojos cerrados y profundamen-
extrañas actitudes de alucinado, no guardó, segura- te dormido al borde de un tejado. Nos situábamos en su
mente, ninguna relación con la locura. La genialidad campo visual y le dejábamos el tiempo necesario para
nervaliana, producto, tal vez, de una mezcla feliz de dis- volver del fondo de su sueño, esperando que su mirada
posiciones biológicas discordantes, desarrolló su curva nos encontrase por sí misma.5
vital en esa zona imprecisa que se halla entre las fron- La sensación de esa experiencia liberadora del prin-
teras del equilibrio mental y la perturbación psíquica. cipium individuationis, se proyecta en su obra poética
Un psiquiatra alemán se asombraba de que su “enfer- mezclándose a sus lecturas y a sus recuerdos personales.
medad mental” hubiese sido notablemente creadora y La simbología tradicional se confunde con sus propias vi-
constructiva. vencias, los paranormales estados de su psiquis se agu-
Existió en él la fría razón a la cabeza de la fiebre. Como dizan. El poeta crea con febril premura y las raíces de su
decía Gautier, la alucinación analizándose a sí misma creación literaria se hunden en el maravilloso universo
mediante un supremo esfuerzo filosófico. Nunca como en de las correspondencias invisibles, ese mundo simbóli-
esos momentos de exaltación que le valieron reiteradas co, atormentado de augurios, donde los astros influyen
visitas al doctor Blanche, Gerardo se halló tan libre de a las flores y los espíritus de los ritos malditos animan
inhibiciones y dueño de una fuerza que multiplicaba su la materia y dirigen la vida múltiple y cambiante de las
comprensión y su agudeza. “Me parecía saberlo todo – esferas celestes.
escribe–, comprenderlo todo. La imaginación me apor- Aurelia es una obra sin antecedentes en las letras
taba delicias infinitas…Al recobrar lo que los hombres francesas. Gerardo le ha conferido una misión que tras-
llaman la razón, ¿será preciso sentir haberla perdido?” ciende el marco de lo puramente artístico. Mediante el
Como Obermann, se abstraía de su contorno aniquilando
la realidad exterior, “soñando con los ojos abiertos, aten-
to a la caída de una hoja, al vuelo de un insecto, al paso 5. Citado por Arvede Barine, Los neuróticos, Buenos Aires, 1937, p.
190.
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encantamiento literario pretende concretar un descenso El sueño es una segunda vida. No he podido
a lo desconocido, “abrir puertas” en el muro que lo se- penetrar sin estremecerme esas puertas de marfil
para del universo invisible. Para ello, habrá de valerse o de cuerno que nos separan del mundo invisible.
del sueño que pone al hombre en comunicación con el Los primeros instantes del sueño son la imagen de
reino de los espíritus. El sueño deviene, así, factor esen- la muerte; un adormecimiento nebuloso embarga
nuestro pensamiento y no podemos determinar el
cial en la búsqueda de esa realidad que se evade tras de
instante en que el yo, bajo otra forma, continúa la
cambiantes máscaras. Su concepción mística del mundo,
obra de la existencia. Es un subterráneo indefinido
derivada del pensamiento monista, y su frecuentación de que se ilumina poco a poco, y donde se desenvuel-
las doctrinas esotéricas, le señalan que “el camino miste- ven, a la sombra de la noche, las pálidas figuras
rioso va hacia el interior”, único lugar donde podrá reali- gravemente inmóviles que habitan en la mansión
zar el hallazgo supremo. del limbo. Después el cuadro se forma, una nueva
El hombre, en su remoto origen, poseía esa intuición claridad lo ilumina y las apariciones fabulosas se
primordial que, por analogía, le permitía conocer en sí mueven: el mundo de los Espíritus se abre ante
mismo la imagen real del universo. Gerardo ambicionaba nosotros.6
reencontrar una vía de acceso, un modo seguro de induc-
ción; por eso concibió su vida como la búsqueda del alfa- Ese es el mundo que Gerardo pretendía dominar,
beto mágico, de la carta perdida o el signo borrado que le analizando su estructura y descifrando su lenguaje
permitirían recuperar fuerzas en el invisible “más allá”. simbólico. Un mundo interdicto, donde no rige la cau-
“Mi misión –escribió– me pareció ser la de restablecer la salidad y caducan las nociones comunes del espacio y
armonía universal por arte cabalística y buscar una solu- el tiempo, pero donde sí, es posible, identificarse con
ción, evocando las fuerzas ocultas de las antiguas religio- el sentido de la vida cósmica, realizando un anticipo
nes”. El triunfo del “Logos” sobre el “Mythos”, de la visión de reintegración en la unidad presentida más allá del
racional sobre la visión indivisa; “la caída” en lo condicio- universo sensible.
nado y en la existencia separada, que cierra al hombre las Nerval rechazó siempre las explicaciones psicológicas
puertas de la infinitud, atormentaron siempre a Gerardo. del sueño. Los conflictos inconscientes, las motivacio-
De ahí que forjara a la literatura como instrumento válido nes irracionales y los deseos reprimidos que emergen en
de búsqueda, especialmente si la obra literaria se concibe nuestra vida onírica en asociaciones extrañas, constitu-
en un estado en que la vigilia y el sueño se tornan porosos yeron para él sólo un aspecto de esa actividad misterio-
y ambos planos se interpenetran y confunden. sa. El hombre es el microcosmos en el macrocosmos, y el
Aurelia contiene la suma del conocimiento nervaliano inconsciente donde se mueven los sueños, la raíz del ser,
y es el ejemplo más notable de esa literatura-actividad verdadero nexo con el alma universal omnipresente. Su
del espíritu que se inserta en el mismo corazón de la ex- propósito confesado consistió en internarse en el sueño,
periencia humana. En su comienzo, Gerardo relató esos para penetrar más allá en el misterio.
momentos inefables en que el sueño, envolviendo a sus
sentidos, lo arrastraba hacia regiones desconocidas don-
de se movían fantásticas sombras.
6. Gerardo de Nerval, Aurelia, Buenos Aires, 1945, p. 9.
114 115
Me lancé a una audaz tentativa. Resolví captu- complejos), que se agrupan en torno de pensamientos
rar el sueño y arrancarle su secreto. ¿Por qué, me activos o fuertes experiencias emocionales (Jung). Sin
dije, no forjar por fin esas puertas místicas, arma- embargo, no puede descartarse totalmente la posibili-
do de toda mi voluntad y dominar mis sensaciones dad de que en algunos casos, personas particularmen-
en vez de soportarlas pasivamente?... Nunca he te sensibles efectúen, consciente o inconscientemente,
sentido que el dormir sea un descanso. Después de
cierto tipo de proyecciones paranormales, conocidas
un sopor de algunos minutos, comienza una nueva
como fenómenos de bilocación.
vida emancipada de las condiciones del tiempo y el
espacio y semejante, sin duda, a la que nos aguar- Una noche, cuando el épanchement du songe dans la
da después de la muerte. ¿Quién sabe si será posi- vie réelle había alcanzado un grado peligroso, Gerardo
ble al alma, unir desde ahora esas dos existencias? vio por primera vez a su doble. Fue, tal vez, un sueño,
Desde ese momento me esforcé en buscar el senti- y en todo caso una premonición. Detenido por una ron-
do de mis sueños y esa inquietud influyó sobre mis da nocturna, vio, recostado en su celda, cómo dos de sus
reflexiones del estado de vigilia. Creí comprender amigos lo reclamaban y alguien de su estatura –él mis-
que entre el mundo externo y el mundo interno mo– partía acompañándolos: “pero se equivocan –se de-
existía un vínculo.7 cía–, es a mí a quien han venido a buscar y es otro el que
sale”. Por fin los dos amigos vinieron a llevarlo y al co-
Sin embargo, la experiencia de Gerardo no quedó nocer el relato de Gerardo, negaron que hubiesen estado
localizada en esa aspiración de unidad mística, en durante la noche.
ese retorno al gran Tiempo que servía de fuente a sus
creaciones literarias. Junto a los éxtasis profundos y ¿Quién era pues ese espíritu que estaba en mí y
los accesos a una conciencia modificada en la que “el fuera de mí? ¿Era el doble en cuestión o el herma-
alma más exaltada y sutil halla relaciones invisibles, no místico que los orientales llaman feruer?... Sea
coincidencias no percibidas y goza de espectáculos que cual fuere, creo que la imaginación humana no ha
escapan a los ojos materiales”, Gerardo conoció esos inventado nada que no sea verdad en este mundo o
estados singulares en los que la emergencia de un nue- en los otros y no podía dudar de lo que había visto
vo “yo” conduce a un proceso de desdoblamiento. Esa tan perfectamente. Una idea terrible me asaltó: “el
hombre es doble”, me dije.8
doble personalidad, además de caracterizar a ciertos
estados patológicos, se puede inducir mediante el em-
Pero Gerardo era doble, no cuando él lo deseaba, como
pleo del hipnotismo. Generalmente esas “personalida-
los antiguos iniciados, sino cuando lo quería esa fuerza
des alternantes”, espontáneas o inducidas, obedecen a
misteriosa que se disociaba espontáneamente en su inte-
una fragmentación de la conciencia; a la emergencia
rior y le producía euforias memorables o penosas angus-
de los contenidos del inconsciente personal producidos
tias. De acuerdo con las antiguas creencias animistas,
por la traslación del foco de la conciencia (Freud) o a
que el ocultismo moderno en parte reivindica, el hombre
la personificación de procesos mentales inestables (los

7. Ibídem, p. 125. 8. Ibídem, p. 50.


116 117
posee una contraparte fluídica, “cuerpo astral” o “doble”, Desde el momento en que me invadió la segu-
que se interpenetraría totalmente en el cuerpo físico, de ridad de estar sometido a las pruebas de la inicia-
manera tal que, si pudiésemos verlo cuando se separa del ción sagrada, una fuerza invencible se apoderó de
organismo durante el estado de ensueño, nos parecería mi espíritu. Me consideraba un héroe viviente bajo
semejante a nosotros. Ese “doble” (posible intermediario la mirada de los dioses; todo en la naturaleza to-
maba nuevos aspectos, y voces sagradas salían de
invisible en el proceso de extrasensorial de captación),
la planta, del árbol, de los animales, de los más hu-
al que modernos parapsicólogos (H. Carrington, Hornell
mildes insectos, para avisarme y darme aliento.9
Hart) intentan incorporar en el contexto de la ciencia,
como proyección de una modalidad energética no física
Como en las antiguas pruebas de Eleusis, en que los
(campo o energía psi); se mantendría unido al cuerpo del
sacerdotes preparaban el temple de los futuros deposi-
sujeto por un vínculo fluídico de igual naturaleza: el fa-
tarios de la ciencia sometiéndolos a peligrosísimas prue-
buloso cordón de plata.
bas, Gerardo ganó su derecho a conocer las voces de la
Identificado con el principio vital y reconocido por
intuición y de la música del alma. Su predisposición or-
todos los pueblos arcaicos, el “doble” fue llamado ka
gánica para transitar las misteriosas sendas del “mundo
por los egipcios y carro sutil por los pitagóricos, que
intermedio” parece confirmarlo. ¿Sería Gerardo un dota-
lo consideraron destinado a llevar el alma después de
do parapsíquico? ¿El doble que lo atormentaba guarda-
la muerte. La posibilidad de disociarlo del cuerpo físi-
ría relación con ese ente no concebible como físico, deno-
co mediante un acto voluntario, fue uno de los secretos
minado energía psi?
mayores de los antiguos sacerdotes y formó parte de los
Estos interrogantes nos acercan a otro aspecto de la
“grandes misterios”. Los iniciados se hacían acreedores
vida mística del autor de Les Chimères. El hombre que
de ese nombre cuando por medio de una rigurosa pre-
crea, que sueña o que alcanza estados de conciencia más
paración psicofísica lograban desprenderlo del cuerpo y
sutiles, intuye que la mente, trascendiendo el razona-
proyectarlo conscientemente más allá de los límites del
miento y los sentidos ordinarios, puede enfrentarse a
espacio y del tiempo. Gerardo, que gustaba llamarse a
una realidad de índole desconocida. Esa experiencia vital
sí mismo “iniciado”, “vestal”, e “hijo de fuego”, anheló,
se logra merced a progresiones intrapsíquicas que supe-
y no sabemos hasta qué punto fue recompensado, esa
rando diversos niveles acceden más allá de las aparien-
preparación, gradual de todo el ser hacia las cumbres
cias y de las formas, a un plano en que se extinguen el
vertiginosas del espíritu, desde donde es posible colo-
espacio y el tiempo. En el hombre vive inmanentemente
carse en relación consciente con las potencias del uni-
la posibilidad de realizar esa aprehensión de lo absoluto,
verso. La iniciación despierta los sentidos dormidos del
que brota ante las grandes conmociones del espíritu, en
alma. Es la “muerte” y la “resurrección”. El ser se pu-
la exaltación creadora o en la plenitud del amor. Par-
rifica transformando su psiquis. Se ilumina y accede al
tiendo de esa vivencia fundamental, el ocultismo racio-
Conocimiento perfecto, encuentra el “alfabeto mágico”,
nalizó el contacto del hombre con la infinitud de la visión
como decía Gerardo, y finalmente se reintegra a la época
atemporal, anterior a “la caída”.
9. Ibídem, p. 93.
118 119
del mundo que postula un universo viviente donde todo lianos en el terreno del ocultismo. “Más que un iniciado
se corresponde por sutiles y misteriosos lazos. Gerardo, estrechamente unido a una doctrina –escriben Amadou y
identificado con la naturaleza, sintió de esa manera la Kanters– Nerval es en el ocultismo un apasionado auto-
eterna omnipresencia de la Existencia Una. “Dios está didacta. Inquieto por todos los misterios, él ha ensayado
en todas partes”, le contestó una vez su hermano místico. ver en todas la fuentes de la tradición, en las fuentes
“Él está en ti y en todos. Te escucha y aconseja; eres tú y pitagóricas y neoplatónicas, alquimistas y cabalistas”.11
yo que pensamos y soñamos juntos, que jamás nos hemos Un indicio de su vinculación con Sociedades Secre-
abandonado y somos eternos”. tas parece constituirlo su conocimiento del Traité de la
Para él todas las religiones poseían fragmentos de la Réintégration, de Martínez de Pasqually, que por aquella
verdad primitiva, y a las imágenes y signos del culto, los época circulaba en manuscrito y solamente entre grupos
consideraba “símbolos de apoyo”, destinados a sostener martinistas. Las Memorabilia de Emmanuel Sweden-
vivencias esenciales realizadas por hombres espiritual- borg, fue una de sus lecturas favoritas y por sus sueños
mente superiores. De ahí su aceptación de los credos transitaron a menudo las sombras de Jacob Boehme y
más diversos. Cierta vez que discurría en casa de Víctor Paracelso. Sus libros, “montón desordenado de la ciencia
Hugo, alguien le dijo: “¡Pero, Gerardo, usted no tiene nin- de todos los tiempos, historia, viajes, religiones, cábala y
guna religión! -¿Yo, no tengo religión? Tengo diecisiete… astrología, dignos de impresionar los manes de Pico della
por lo menos”.10 Mirandola y de Nicolás de Cusa”, acentuaron en Gerardo
Mago y cabalista, pagano y cristiano, trazador de ho- esa natural propensión a interpretar el mundo desde el
róscopos y fabricante de talismanes, Gerardo pudo ha- punto de vista de la filosofía esotérica. “La convicción que
berse dotado de poderes parapsíquicos, si hubiese logrado me había formado de la existencia del mundo exterior –
dirigir esa facultad misteriosa que se manifestaba al al- escribió– coincidía demasiado bien con mis lecturas, de
canzar su psique cierto nivel de internalización. Empero, modo que no podía dudar de las revelaciones del pasado”.
su fracaso lo arrastró a peligrosos desbordes. Influido por Los últimos estudios sobre la obra de Gerardo de Ner-
mágicos relatos, conjuraba espíritus por medio de ritos val han comprobado el influjo, en muchos casos ostensi-
extraños que en otra época le hubiesen valido la hogue- ble, de tratados famosos de alquimia y ocultismo. Es se-
ra, o siguiendo la dirección de una estrella por oscuras guro que ha leído los cuatro tomos de Edipus Egiptiacus,
callejas, terminaba con los brazos abiertos esperando el de Kircher; la Bibliothèque Orientale, de d`Herbelot de
momento en que su alma, separándose del cuerpo, fuese Molainville y el Traité sur la vie de l`homme et l`homme
a penetrar en el astro lejano atraído magnéticamente. posthume, de Desvines de Valgay. Asimismo, ha tomado
Su relación con las doctrinas esotéricas es tan eviden- numerosos apuntes del Dictionnaire Mytho-Hermétique
te, que no se descarta la posibilidad de que hubiese sido y Les Tables Egyptiennes et Grecques, de Dom Pernety;
realmente un “iniciado”. Generalmente este interrogante de Monde Primitif, de Court de Gebelin y de Religions
se considera resuelto en forma negativa, pero, de todos de l`Antiquité, traducción de la Symbolique, de Creu-
modos, evidencia el avance de los conocimientos nerva-

11. R. Amadou y R. Kanters, Anthologie Littéraire de l’Occultisme,


10. Citado por Arvede Barine, ob. cit., p. 242. París, 1950, p. 242.
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zer. Cotejando textos, Jean Richer ha señalado notables cuerdos que más concretamente pueden haberlo influido.
coincidencias, especialmente entre la descripción del co- En general Les Chimères responden en su totalidad al
mienzo de las iniciaciones egipcias que hace Nerval en mismo sistema; son productos del ensueño nervaliano
los capítulos La plate-forme y Les épreuves de su Voya- donde las referencias mágicas dan el toque de misteriosa
ge en Orient y la obra Sethos, del abate Terrason.12 Por sugestión. Entre ellas, Vers Dorés y El Desdichado, han
su parte Georges Le Breton afirma, como veremos más sido objeto de prolijos comentarios. Vers Dorés, como su
adelante, que el soneto Vers Dorés, le ha sido inspirado nombre y el epígrafe lo indican, se relaciona con la filo-
por el relato Les Douze surprises de Pythagore, de Delisle sofía de Pitágoras, el profundo conocedor de la antigua
de Sales. Todo ese bagaje de conocimientos cabalísticos ciencia de los sacerdotes, cuyos versos del mismo nombre
esotéricos –en colaboración con Henri Delaage redactó constituyen, de acuerdo con Eliphas Levi,13 las leyes pre-
el almanaque cabalístico para 1850– otorgó a Gerardo liminares de la iniciación mágica. No debe olvidarse que,
la posesión de una fuente inagotable de figuras y sím- en el espíritu de los adeptos, el oro espiritual es el gran
bolos, la que fusionada con sus íntimas experiencias de arcano, la luz condensada, y que a los sagrados números
introvertido dieron por resultado las páginas sibilinas de de la cábala los denominan números de oro. Esta rela-
Aurelia y los herméticos sonetos de sus Chimères. ción se hace extensiva a los versos pitagóricos y se vincu-
Les Chimères reúnen todos sus materiales poéticos, y la, asimismo, con El Asno de Oro, el enigmático libro de
no han hallado mejor definición que la que él mismo les Apuleyo. El tema fundamental del soneto es la presencia
da, en el prefacio de Les Filles du Feu, dirigida a Alejan- de la vida universal:
dro Dumas.
¿Cómo? ¡Todo es sensible! (Pitágoras)
Y, puesto que usted ha tenido la imprudencia de
citar uno de los sonetos compuestos en ese estado ¡Pensador, hombre libre! No sólo piensas tú
de ensueño supernaturalista, como dirían los ale- en un mundo libre en que estalla la vida en cada
manes, será necesario que los oiga todos… No son cosa.
más oscuros que la metafísica de Hegel o que las Tu libertad dispone de tus múltiples fuerzas,
memorables de Swedenborg, y perderían su encan- pero de tus consejos está ausente la tierra.
to al ser explicados, si la cosa fuese posible; concé-
dame al menos el mérito de la expresión; la última Un espíritu que obra respira en todo bruto,
locura que me restará, será probablemente la de cada flor es un alma que se abre silenciosa,
creerme poeta: tocará a la crítica curarme. un misterio de amor en el metal descansa,
“¡todo es sensible!”. Y todo, sobre ti, poderoso.
No obstante el riesgo a que alude Gerardo, veremos
a la luz de los más recientes estudios, algunos de los re- Teme en los muros ciegos el ojo que te espía:
A la misma materia se halla ligado el verbo…
¡No permitas que sirva para algún uso impío!

12. Jean Richer, “Sources inconnues de Gérard de Nerval”, en Ca-


hiers d’Hermès, Nº1, París, 1947, p. 121. 13. Eliphas Lévi, Historia de la magia, Buenos Aires, 1944, p. 64.
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Pues en el ser oscuro puede ocultarse un Dios, Hugo y Novalis; el de Pasqually y Saint Martin; el de
y cual ojo naciente por su párpado preso Schlegel y Schelling. Pero los alemanes no habían he-
un espíritu puro se agita en el guijarro… cho otra cosa que repensar una primitiva Wesensscha-
aung (“intuición esencial”). Hamman, Herder, Baader
El hombre se halla inmerso en un océano de vida inte- y tantos otros seguían una constante de pensamiento
ligente. Todo se agita y piensa: Mens agitat molem. Una subyacente, común a Boehme y a Paracelso, a Lulio,
esencia común se revela tras la multiplicidad aparente. Flamel, Vilanova y Bacon, y siempre retrocediendo en
El universo es un organismo animado, un Todo intencio- la cronología, a Plotino y los neoplatónicos; a los gnósti-
nal ligado por las analogías. Un animal vivo –como dice cos, a los filósofos presocráticos y de ahí al oriente fabu-
Jámblico– cuyas partes, cualquiera sea su separación, se loso de Hermes Trismegisto, de Zoroastro, los Upanis-
hallan unidas entre sí de modo conveniente. Esta certi- hads y el Rig-Veda. La intuición permanecía idéntica a
dumbre común a los “filósofos de la naturaleza” y a los “fí- despecho de la multiplicidad de sus máscaras. EI ocul-
sicos románticos”, es la que Gerardo había experimentado tismo, según Cornelio Agrippa, es una hidra de Lerna.
en su propia conciencia. El hombre puede reencontrar la “La sangre que anima todas las cabezas es la misma.
Unidad perdida porque él es un microcosmos que posee Son innumerables los filósofos que tornaron a la fuente
sutilizadas todas las partes del universo y su alma es una original del conocimiento… En todos ellos se halla la
porción del alma divina. Si la “caída” lo condenó a la vida doctrina tradicional del universo Uno, regido por la ley
separada, la transformación y el acceso al estado intempo- de las correspondencias”.15
ral de la psique lo conducirán al Supremo Conocimiento Gerardo ha expresado como ninguno esa estética de
(gnosis) y a la identificación con la Causa Primera. Por las analogías que más tarde postulará Baudelaire, esa
eso, al vivenciar esa intuición primordial y acceder a la identidad de esencia entre la conciencia del hombre y la
Unidad primitiva que in illo tempore se ofrecía espontá- conciencia del cosmos, experimentando el universo como
nea a la mente del hombre arcaico, el poeta se libera del una sentida presencia.
tiempo y por breves momentos obtiene la aprehensión del
universo animado y la certeza de hallarse conectado con El lenguaje de mis compañeros tenía giros mis-
todos los seres y las cosas. teriosos que yo comprendía perfectamente, y los
“No es dudoso que la grandeza de Nerval –expresa objetos sin forma ni vida se sometían a los cálculos
Roland de Réneville– consista precisamente en el hecho de mi espíritu: combinaciones de guijarros, de figu-
de que revivió, por su propia cuenta, los mitos en que se ras angulares, de hendiduras y aberturas, de hojas
inspiró, y logró darles una nueva vida, su propia vida”.14 recortadas, de colores, olores y sonidos, veía surgir
Gerardo vivía la Tradición y se ubica conscientemen- con armonías hasta entonces desconocidas.
te entre sus heraldos. El ocultismo que impregnaba su ¿Cómo –me decía– he podido existir tanto tiem-
particular cosmovisión fue de la misma índole que el de po fuera de la naturaleza y sin identificarme con
ella? Todo vive, todo se agita, todo se corresponde;

14. Citado por Robert Amadou, L’occultisme. Esquisse d’un monde


vivant, París, 1950, p. 81. 15. Ibídem, p. 89.
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los rayos magnéticos emanados de mí mismo o de en el país del que no se retorna. Su aventura, de acuer-
otros, atraviesan sin obstáculo la cadena infinita do con Raymond, es un caso límite en el corazón del
de las cosas creadas: es una red que cubre el mun- ámbito francés.17
do y cuyos hilos se comunican con los planetas y En sus estudios sobre los Vers Dorés, Georges Le Bre-
las estrellas. Cautivo en la tierra en este momento ton18 afirma haber hallado la fuente inmediata de la
converso con el corazón de los astros que toman
inspiración de Gerardo, en el relato de Delisle de Sales,
parte en mis penas y en mis alegrías.16
Les Douze surprises de Pythagore, que figura al final del
tomo segundo, en la edición en seis volúmenes de De la
Aquí se identifican el ocultista y el poeta. La intui-
philosophie de la nature, publicada en 1777. La primera
ción de las analogías, la voluntad antiintelectualista
página del relato se ilustra con un grabado que represen-
de captar la totalidad de las cosas acerca los caminos
ta a Pitágoras escribiendo sobre una roca frente al mar.
y ambos marchan unidos hacia el reencuentro de un
Debajo se halla la leyenda: “Quoi tout est sensible?”, que
modo primitivo de conocimiento que se revela más allá
coincide con el epígrafe de la versión original de Vers Do-
de las oposiciones. Lo esencial de esta relación radica
rés, en L`Artiste: “Eh quoi, tout est sensible!” Más ade-
en el hecho de que, tanto la poesía considerada como
lante, Delisle narra las meditaciones del filósofo y su
experiencia cognoscitiva, como la tradición esotérica,
sorpresa ante las palabras que le dirigen los animales,
que ha contribuido a esclarecer no pocas obras de arte,
las plantas y las rocas. El lenguaje que emplea y ciertos
coinciden en el plano ascendente donde pugnan por
versos de Gerardo ofrecen notables coincidencias, por lo
penetrar el misterio de la naturaleza y el sentido de
que Le Breton concluye expresando que, de un relato me-
la creación. Experimentada o presentida, esa aprehen-
diocre, Nerval ha extraído un soneto que por su lenguaje
sión del universo animado y consciente, ha colmado de
de oráculo y su influencia sobre Baudelaire y Hugo, fun-
secreta alegría a los grandes poetas de todos los tiem-
da en el dominio poético, un pitagorismo moderno.
pos. El surrealismo la considera como un medio seguro
Más discutible es el estudio que Le Breton dedica al
de reconciliación con el cosmos. Su estética predica el
soneto El Desdichado, una de las piezas más difundidas
retorno al simultaneísmo y el rechazo de toda distin-
de Gerardo. El crítico supone que la clave de Les Chi-
ción entre objeto y sujeto. Más allá de sus “juegos”,
mères y especialmente de El Desdichado, obedece a un
permanece vigente su apetencia de unidad universal
doble origen: el simbolismo de la alquimia y el simbo-
y su afán por penetrar en lo paranormal y suprarreal.
lismo del Tarot, conocidos por Nerval a través del Dic-
Breton ha escrito que el sentido del surrealismo tiende
tionnaire Mytho-Hermétique, de Pernety y del volumen
hacia la recuperación total de nuestra fuerza psíquica,
octavo de Monde Primitif, de Court de Gebelin, donde
mediante el descenso vertiginoso en nuestro interior y
la iluminación sistemática de los lugares ocultos. Sin
embargo, nadie como Gerardo “que se adelantó desde
17. Marcel Raymond, De Baudelaire al surrealismo, México, 1960,
siempre a Breton”, se ha internado con tanta audacia p. 13.
18. Georges Le Breton, “Le Pythagorisme de Nerval et la source des
«Vers dorés»”, en La Tour Saint Jacques, Nº 13-14, París, 1958, p.
16. Gerardo de Nerval, ob. cit., p. 93. 79.
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se encuentra el grabado de las 22 figuras del Tarot y Et j’ai deux fois vainqueur traversé l’Achéron:
se demuestra la perfecta analogía existente entre los Modulant tour à tour sur la lyre d’Orphée
símbolos de la antigüedad. Si bien, en los tres primeros Les soupirs de la Sainte et les cris de la Fée.
versos, puede admitirse la relación con respecto a las
figuras del Tarot, la pretensión de que todo el soneto Ensayemos una traducción:
fuese concebido como una exitosa operación de alqui-
mia, resulta injustificada. Yo soy el tenebroso, el viudo, el desdichado,
Recordemos que el Tarot, llamado también “libro de príncipe de Aquitania, de la torre abatida:
mi sola estrella ha muerto, y mi laúd constelado
Thot”, compendia y oculta bajo símbolos y alegorías los
va mostrando el sol negro de la Melancolía.
temas fundamentales de la filosofía y la cosmogonía her-
mética. Su origen es sumamente misterioso y fue intro- En la noche mortuoria, tú que has sido un con-
ducido en Europa por los bohemios a fines del siglo XIV. suelo,
Concretamente se trata de un extraño juego de naipes vuélveme el Pausilipo y el viejo mar de Italia,
cuyas veintidós figuras mayores y cincuenta y seis meno- la flor que tanto anhela mi corazón herido,
res, representan ideas universales y absolutas. Los dio- y el árbol donde se unen el pámpano y la rosa.
ses son letras; las letras, ideas; las ideas, números y los
números signos perfectos. Tres de esos jeroglíficos, para ¿Soy Amor o soy Febo? ... ¿Byron o Lusignan?
ser más exactos, los números XV (Tifón o el Diablo), XVI Mi frente aún está roja del beso de la
(La torre fulminada) y XVII (La Estrella rutilante), se reina.
corresponden de manera especial con los tres primeros He soñado en la gruta que alberga a la sirena…
versos de El Desdichado.
Y dos veces triunfante navegué el Aqueronte,
modulando a intervalos, en la lira de Orfeo,
Je suis le Ténébreux, - le Veuf, - l’Inconsolé,
las voces de la santa y los gritos del hada.
Le Prince d’Aquitaine à la Tour abolie:
Ma seule Étoile est morte, - et mon luth constellé
Porte le Soleil noir de la Mélancolie. El número XV de la clavícula del Tarot representa al
tenebroso emperador de la noche: el demonio.19 Dragón
Dans la nuit du Tombeau, Toi qui m’as consolé, en las teogonías antiguas, Arimán de los persas y Tifón
Rends-moi le Pausilippe et la mer d’Italie, de los egipcios, encarnaría más tarde al Bahomet de los
La fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé Templarios y al macho cabrío del Sabbat. La figura co-
Et la treille où le Pampre à la Rose s’allie. rrespondiente al número XVI muestra una torre fulmi-
nada por el rayo, desde donde se precipitan dos perso-
Suis-je Amour ou Phoebus ?... Lusignan ou Bi- najes, que se supone representen a Nemrod y a su falso
ron?
Mon front est rouge encor du baiser de la Reine;
J’ai rêvé dans la Grotte où nage la Sirène...
19. Georges Le Breton, Le Clé des Chimères: l`Alchimie; l`Alchimie
dans Aurélia, dos artículos en Fontaine, Nº 44-45.
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profeta. En cuanto al jeroglífico XVII, denominado La de las leyes de la vida en el hombre y la naturaleza y
Estrella, lo constituye una mujer que simboliza simultá- la reconstrucción del proceso mediante el cual esta vida,
neamente a la Verdad, a la Sabiduría y a la Naturaleza. adulterada aquí abajo por la caída de Adán, puede reco-
Por sobre su cabeza brilla el septenario estrellado, alre- brar su pureza perdida, su plenitud y sus prerrogativas
dedor de la estrella de Venus. Es evidente que al iniciar primordiales.
el poema, Gerardo ha combinado conscientemente estos La Alquimia mística fue entonces la ciencia de la
símbolos, asociándolos a sus propios sentimientos. “Sin transformación espiritual, el camino hacia el superhom-
un conocimiento preciso en ese dominio –afirma Richer–, bre, hacia el “hombre despierto”, “curado” de la percep-
no habría podido atribuir, en cada caso, un significado ción tridimensional. Para esa Alquimia verdadera, el
espiritual correcto”.20 hombre constituyó la materia misma de la Obra, que
Insistiendo en el simbolismo de la alquimia, Le Breton podía consumarse siguiendo las fórmulas perfectas con-
supone que el personaje que dice “yo” en el primer verso, tenidas en la fabulosa Tabula Smaragdina. Este texto
es el Plutón alquímico, que representa a la tierra filosófi- de origen incierto, del que Eliphas Lévi afirma que con-
ca oculta bajo el color negro. Por nuestra parte, conside- densa toda la magia en una sola página, se atribuye a
ramos a la primera cuarteta relacionada exclusivamente Hermes Trismegisto (el Thot de los egipcios); el “tres vec-
con el Tarot. Nerval, identificado con el ídolo tenebroso, es grande”, encarnación de la Suprema Sabiduría y cus-
lamenta no poder alcanzar la verdad representada por todio y trasmisor de la Tradición. En las trece proposi-
La Estrella y predice mediante el “sol negro”, el término ciones grabadas sobre la “tabla de esmeralda” el iniciado
de su vida. El cuarto verso es preciso referirlo a un pá- hallaba la doctrina de la unidad del cosmos y las leyes de
rrafo de Aurelia, en el que Gerardo, obsesionado por el la analogía entre todas las partes de la Creación.
suicidio, relata una visión extraña: “Creí que nuestros Pero volvamos al poema de Gerardo. Si bien en el vaso
días estaban cumplidos y que tocábamos el fin del mundo sellado del adepto, la mezcla secreta o compost muere y
anunciado en el Apocalipsis de San Juan. Creí ver un sol resucita, purificándose en metamorfosis sucesivas para
negro en el cielo desierto…” culminar en la Piedra, no creemos que El Desdichado
Los antiguos alquimistas, a pesar de que se expresa- represente exactamente el mismo proceso regenerati-
ron en metáforas, fábulas y alegorías, coincidieron siem- vo, referido al espíritu del poeta. Le Breton insiste en
pre en diversos principios fundamentales: una doctrina las alegorías relativas al nacimiento de la Piedra, como
secreta, la filosofía hermética; una práctica, la trasmuta- producto del incesto cometido entre el sol y la luna. El
ción de los metales en oro (crisopea) o en plata (argiropea) sol representa al azufre, principio masculina y la luna
mediante el descubrimiento de la Piedra Filosofal o gran al mercurio, proncipio femenino. De allí, concluye, que
agente mágico; y una mística, el Ars Magna o Arte Regia, el Pausilipo es la piedra roja o azufre y que el mar, en
la que de acuerdo con la definición de Savoret –uno de el lenguaje de los alquimistas, podría ser el mercurio.
sus intérpretes modernos– consistía en el conocimiento En el octavo verso encuentra que la unión, en este caso
del pámpano y la rosa, que también podrían represen-
tarse por Marte y Venus, respectivamente, da lugar al
20. Jean Richer, “Compléments au Tarot de Nerval”, en La Tour nacimiento de la piedra filosofal: Amor o Febo.
Saint Jacques, Nº 13-14, París, 1958, p. 12.
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Esta interpretación es evidentemente forzada. Ge- sea una referencia a las temporadas que debió pasar
rardo no ha pretendido en su poema lograr una oper- en la clínica del doctor Blanche o, en todo caso, a cual-
ación alquímica; sólo se ha limitado a enmascarar sus quiera de sus penosas crisis espirituales. Por último,
dramáticas vivencias con símbolos herméticos. Como la presencia de Orfeo acentúa el carácter esotérico del
dice Richer,21 actúan allí los grandes sueños arquetípi- poema. El poeta griego es uno de los héroes de la fábula
cos que no son particulares de Gerardo, sino que se hal- que liga a la magia hermética con las iniciaciones de
lan ligados a un fondo muy antiguo y común a todos los Grecia.
hombres. Algunos se remontan a las imágenes de los La búsqueda del vellocino de oro, es la búsqueda de la
Arcanos del Tarot: Isis, La Muerte, La Estrella, etc., luz apropiada a los usos del hombre; el gran agente mági-
junto a ellos aparecen los sueños individuales, más per- co, la “luz astral”. Como Orfeo, Gerardo trató de poseerla
sonales, nacidos de sus sentimientos y deseos. Lo prue- y dirigirla, explorando la noche y descendiendo a bucear
ban los dos tercetos en los que volvemos a encontrar las tinieblas del “yo”. Verdadero “ladrón de fuego”, en el
símbolos conocidos que se aplican fácilmente a su propio sentido rimbaudiano, peregrino de la Gnosis, construyó
sistema poético. En el primero, Gerardo parece identifi- su poesía con la esperanza de reflejar en ella fragmen-
carse con Lusignan, caballero del siglo XI enamorado de tos de esa realidad invisible, que escapa a la percepción
Berta, la joven Isis gala, reina de las iniciaciones que, condicionada, pero se halla siempre presente y abierta
bajo la forma de sirena, tomaba, el nombre de Melusi- ante nosotros. Nada mejor que sintetizar su ambición
na, la cantora o reveladora de armonías. En la leyenda, prometeica con aquellas líneas en las que Hugo, “que ha
Lusignan, atormentado por los celos, perdió el amor de visto bien en los últimos volúmenes”, señala la obsesión
Melusina al quebrar su juramento y sorprenderla du- del buscador de infinito, “supremo sabio”, que ansía el re-
rante una de sus metamorfosis, lo cual constituye una torno al paraíso y permanece junto al abismo con el nos-
alusión a las iniciaciones sacrílegas y a la profanación tálgico deseo de huir del tiempo y establecer profundas y
de los misterios de la magia y del amor. El verso duo- armónicas correspondencias con el universo que habita:
décimo, igual que los dos restantes que cierran el son-
eto, se explica fácilmente. El Aqueronte es el río de cor- Se obstina en ese abismo atrayente, en ese son-
riente rápida e irresistible que todo lo arrastra y que deo de lo inexplorado, en ese desinterés por la tie-
corre en sentido opuesto al Phlegeton, un río de fuego. rra y por la vida, en esa entrada en lo prohibido,
Ambos, junto al Cocyto, que es el rio de los dolores y los en ese esfuerzo por palpar lo impalpable, en esa
gemidos, el Leteo, cuyas aguas simbolizan el olvido y mirada sobre lo invisible; a él viene, a él vuelve, a
él se asoma, sobre él se inclina; da en él un paso,
a un quinto que serpentea siete veces entre los otros,
luego dos, y así penetra en lo impenetrable, y así
figuran en la descripción alegórica que los hierofantes avanza en las extensiones sin fronteras de la me-
griegos hacían del infierno. Gerardo ha navegado dos ditación infinita.22
veces sus aguas frías y negras. No es imposible que esto

21. Jean Richer, “Gérard de Nerval”, en Poétes d’aujourd‘hui, París,


1950, p. 98. 22. Citado por Béguin, ob. cit., p. 451.
132 133
SEGUNDA PARTE
Descenso al cosmos interior
La puerta es estrecha y angosto el ca-
mino que conduce a la vida, y pocos son
los que lo encuentran.
Mateo 7: 14
CAPÍTULO VI
Baudelaire y las doctrinas esotéricas

La tradición hermética. El hombre arrojado en el mundo.


Baudelaire entre Dios y Satán. En busca de la unidad perdida.
Las visitaciones de la gracia. El universo de las analogías. ¿Qué
es un poeta, sino un traductor, un descifrador?. La imaginación
nada en pleno simbolismo. Conocer a cualquier precio

Las cosas se han expresado siempre


por una analogía recíproca, desde el día
en que Dios hizo al mundo como una to-
talidad compleja e indivisible.
Baudelaire, L’art romantique

La Naturaleza, incluido el Universo,


es una, y su origen sólo puede ser la eter-
na Unidad. Es un vasto organismo en el
cual las cosas naturales se armonizan y
simpatizan recíprocamente.
Paracelso, Philosophia ad Athenien-
ses

A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, la idea


del universo concebido como una unidad esencial, cuyas
partes, no obstante las diferencias, están íntimamente li-
gadas entre sí y constituyen un todo armonioso, es postu-
lada por hombres notables que, partiendo de intuiciones
primordiales, reencuentran los temas de la tradición ocul-
tista. Además de Swedenborg, el visionario sueco que pro-
fesa la concepción orgánica del cosmos y elabora la teoría
de las correspondencias que influirá la obra de Nerval y
Baudelaire, una sucesión de filósofos herméticos difunde
la doctrina secreta y la torna accesible a numerosos escri-
139
tores y poetas. Rolland de Réneville señala esta circuns- maldición acompaña a la facultad creadora del hom-
tancia al analizar la influencia de Martínez de Pasqually, bre, no podía menos que establecer cierta clase de vín-
Swedenborg y Wronski, sobre muchos de aquellos que, por culos con el romanticismo francés.
la magia del Verbo, se proponían reintegrar al hombre a El mensaje de las ciencias ocultas prefigura el método
su condición primordial.1 de conocimiento que elaboran muchos poetas, basándose
En líneas generales, tanto Martínez de Pasqually, su en sus propias experiencias y en la “enseñanza” de gru-
discípulo Claude de Saint-Martin, el erudito Fabre d’ pos esotéricos que reivindican la herencia del misticismo
Olivet y otros ocultistas como Eliphas Lévi, Court de Ge- medieval y el naturalismo teosófico italiano. Para ellos,
belin, Dom Pernety, Delisle de Sales y el abate Terrason, el mundo físico no es más que un símbolo del mundo es-
resumen el hermetismo medieval, la literatura cabalís- piritual. Nerval, Hugo, Baudelaire, y Balzac renuevan
tica, las tradiciones egipcias e indias y el pensamiento la tradición hermética de los poetas franceses del Rena-
alejandrino. Sus documentos esenciales son el Sefer Yesi- cimiento y propagan la mística romántica en el naciente
rah, el Zohar, el apocalíptico Libro de Enoc, los Escritos simbolismo. Aurelia, junto a ciertos poemas de Hugo, Les
de Hermes Trismegisto en la versión de Louis Menard, y Fleurs du Mal y Une Saison en Enfer, constituyen los
el Tarot. Aunque algunos de ellos son textos apócrifos y más altos exponentes poéticos de Francia en el siglo XIX.
en general sospechosos, la obra de estos “filósofos maldi- Decidido a obtener nuevos estados de conciencia y ob-
tos”, al margen de sus oscuridades irritantes, errores y sesionado por la búsqueda de una primitiva inocencia,
prejuicios, ofrece –como afirma Maeterlinck, refiriéndose el poeta se arroja al cielo o al infierno en una búsqueda
al doctor Gérard Encausse– “puntos de vista originales, suprema. Revela sus abismos y muestra su esencia. Mez-
intuiciones atrevidas, ingeniosos paralelos y hallazgos cla la vigilia y el sueño, la voluptuosidad y el hastío, la
curiosos”.2 belleza maldita y la impotencia; la nostalgia del Paraíso
La Cábala y el cristianismo constituyen las fuentes Perdido y el anhelo de ser más que humano.
de la enseñanza teórica de Martínez de Pasqually. Sus
discípulos consideran al hombre como un ser limitado Todo ocurre en ellos como si, estando en la poe-
y miserable por haber pretendido igualar a Dios eri- sía el lugar de la ruptura, del derrumbe y también
giéndose en demiurgo. Este drama no cesa y se renue- del remordimiento, de la nostalgia de lo que fue
va en el espíritu humano. El hombre debe intentar la antes, la poesía fuera en el hombre la cicatriz mal
reconciliación con Dios para lo cual, la orden marti- cerrada del pecado original. Lo que en otro tiempo
había sido ofrecido libremente, lo que se encontra-
nista ofrece a sus adeptos la práctica de ciertas ope-
ba en estado de libertad, de inmediación, sólo se
raciones mágicas, que hacen posible la obtención de obtiene hoy de manera mediata, con el sudor de
un bien espiritual inefable y misterioso. Esta doctrina, nuestra frente y gracias a un acto obstinado, labo-
cuyo principal acto de fe consiste en afirmar que una rioso, cotidiano.3

1. Veáse RolIand de Réneville, “Sciences maudites et poètes mau- 3. Benjamín Fondane, “El poeta y el esquizofrénico. La conciencia
dits”, en Cahiers d’Hermès, I, Paris, 1947. p. 153. vergonzosa del poeta (II)”, en Sur, N° 38, Buenos Aires, noviembre,
2. Mauricio Maeterlinck, El gran secreto, Buenos Aires, 1946, p.168. 1937, p. 52.
140 141
La poesía se convierte en alucinante aventura meta- analizando con implacable crueldad sus debilidades y
física, en instrumento válido para explorar la interiori- condicionamientos. Nosotros seguiremos las huellas de
dad del ser. Nerval esboza la partida mortal. Hugo des- la inasible Sehnsucht romántica que se vislumbra en su
ciende en la “espiral vertiginosa del yo” a los profundos vida y en su obra y por un momento asomaremos a ese
subsuelos de la psique para dialogar con los espectros abismo de múltiples tensiones que anhelan secretamen-
del sueño. De cada inmersión en ese caos intemporal, te la unidad.
reaparece enriquecido de imágenes y símbolos. En su Baudelaire es el hombre arrojado en el mundo. Des-
espíritu se confunden y agitan restos de antiguas cos- de su nacimiento está maldito y condenado por haber
mogonías. Impregnado de la gnosis cabalista y obsedido pretendido usurpar los poderes creadores del Verbo.
por los grandes mitos, se interna en “esa orilla de la Sobre la tierra, o para ser más exactos, en el nivel or-
muerte” que es el sueño. Como Nerval, considera que el dinario de conciencia, las salidas están clausuradas.
sueño debe ser capturado, pero el poeta que lo intente Su idea de la redención del pecado se aparta de la con-
se expone a todos los peligros. “Es preciso que el soña- cepción ortodoxa para situarse en el nivel impreciso de
dor sea más fuerte que el sueño”, para sobrevivir a los un oscuro pitagorismo. Baudelaire busca una desdibu-
graves siniestros que lo acechan en las profundidades. jada trascendencia hacia la unidad primordial. Para
Después de Hugo, es Baudelaire quien insiste en afir- ello emplea técnicas diversas y anuncia a Rimbaud y
mar esa intuición fundamental del mundo, que las doc- al surrealismo al pretender experimentar por la poesía
trinas tradicionales han pretendido racionalizar en un el estado intemporal de la conciencia y el conocimien-
conjunto de sistemas. Para él, “la verdadera civilización to absoluto. Entretanto, en el nivel impermanente de
no está en el gas ni en el vapor, sino en la disminución la percepción sensible, sigue las reglas del juego, pero
de las huellas del pecado original”. Esta afirmación nos acentúa su distinción, se torna diferente, entregándose
introduce en el universo religioso del poeta, donde se ha- al influjo del mal, desvalorizando la realidad cotidiana
llan las claves de su obra y de su actitud frente al mundo. y sufriendo o fingiendo que sufre, detrás de la sonrisa
La religiosidad baudelaireana es una dimensión impre-
cisa donde se mueven contradictorias impulsiones y se
confunden las filosofías interdictas y los dogmas cristia- Baudelaire a un místico católico. Por el contrario Paul Arnold, Le
nos con sentimientos personales coloreados por la ficción Dieu de Baudelaire, París, 1947 y Le Cosmos de Baudelaire. Cahiers
y la miseria. Penetrar ese mundo, deliberadamente alte- d‘Hermès, I, París, 1947, intenta situarlo dentro de un pitagorismo
rado por un particular dandismo, ha sido una empresa proclive a la palingenesia. Sobre el misticismo baudelariano pue-
apasionante. Múltiples exegetas han visto un Baudelaire den consultarse La Mystique de Baudelaire, París, 1945, de Jean
satánico o católico místico o influenciado por el esoteris- Pommier y Le Mysticisme de Baudelaire, de R. Hubert. Entre los
más recientes estudios, merecen citarse Connaissance de Baudelai-
mo.4 Sartre ha trazado un deformado retrato del poeta, re, París, 1951, de Henri Peyre; Baudelaire. Essai sur l’inspiration
et la création poétiques, París, 1953, de Jean Prévost; Charles Bau-
delaire, sa vie et son oeuvre. Notes inédites de Baudelaire, Lettres
4. La religiosidad del poeta ha sido objeto de variados estudios: á Poulet-Malassis, París, 1953, de Charles Asselineau; Propos sur
Stanislas Fumet (Notre Baudelaire, Paris, Plon) y Jean Massin Baudelaire, rassemblés et annotés par Claude Pichois, París, 1957,
en Baudelaire entre Dieu et Satan, París, 1946, han reconocido en de J. Crépet, etcétera.
142 143
del dandy hipersensible, que gusta polarizar en su fi- De estos planos en que puede expresarse el senti-
gura maldita el “asco y el horror universales”. miento religioso, Baudelaire ha elegido desde el co-
He ahí, a grandes rasgos, el cuadro sobre el que se mienzo el misticismo “hecho para los alquimistas del
gestan las actitudes del poeta. Su devenir no trascien- pensamiento”. En Mon coeur mis à nu se lee esta re-
de el esquema pero se valoriza con su genio de artista veladora confesión: “Desde mi infancia, tendencias al
y se enriquece con su permanente elección del dolor. El misticismo. Mis conversaciones con Dios”, y en Journ-
esoterismo que impregna sus ideas deriva de una parti- aux intimes: “Panteísmo. Yo soy Todo; Todo es Yo”. Sin
cular manera de aprehensión del mundo y se apoya en embargo, el misticismo baudelaireano no conduce al
las doctrinas e intuiciones místicas de ciertos pensado- panteísmo espinosista, sino que, a través del roman-
res de neta filiación tradicional. Lejos de la ortodoxia, ticismo, coincide con la teosofía de Boehme que, im-
busca mentores entre los “filósofos malditos” y se remite pregnada de elementos ocultistas, muestra una doctri-
constantemente a ellos a través de su obra. Rolland de na religiosa según la cual el universo y el hombre son
Réneville insiste en que no es posible develar los secre- símbolos de Dios. Esta concepción se asienta sobre el
tos de la obra baudelaireana sin referirse a Pasqually y principio ocultista de las analogías. El macrocosmos
Swedenborg. El primero por sus ideas sobre la fatalidad corresponde al microcosmos a causa de la Voluntad
del destino del hombre y el segundo por su doctrina de infinita y la Intención eterna que coordinan los ele-
las correspondencias. La admiración que Baudelaire les mentos de los distintos planos. Tal como la Tradición
profesa se extiende también al matemático Wronski, a lo describe, Dios es la explicación suprema del Univer-
Lavater, a Fourier y a Joseph de Maistre, cuyo catolicis- so, el principio a que se refiere toda la intencionalidad
mo iluminista pleno de resonancias esotéricas “alimenta que anima al cosmos y al hombre. “Las cosas –escri-
al poeta de formas ambientales para su especulación so- be Baudelaire en L`art romantique– se han expresado
brenatural”. siempre por una analogía recíproca, desde el día en
En Mon coeur mis à nu escribe: “Existe una religión que Dios hizo al mundo como una totalidad compleja e
universal hecha para los alquimistas del pensamiento, indivisible”. A despecho de su pretendido dualismo, el
una religión que se desprende del hombre, considera- pensamiento del poeta tiende decididamente a la Uni-
do como un recuerdo divino”. Esta religión universal en dad. La totalidad es compleja porque refleja la creación
el sentido prístino, religión abierta, mística puramente por emanaciones sucesivas y es indivisible por el enca-
espiritual, desembarazada de elementos filosóficos o so- denamiento ininterrumpido de los distintos planos. El
ciales, establece ante todo una relación del hombre con bien y el mal, Dios y Satán, son consubstanciales al
Dios. Frente a ella, la magia es una práctica ocultista hombre. Para Baudelaire, Satán no es una fuerza exte-
dirigida a realizaciones temporales, pero entre ambas se rior, es una energía abstracta e inmanente que puede
mueve el vasto imperio de la región socializada, lo que paralizar la voluntad y reducir su “elección”. “El cere-
Bergson denomina “religión cerrada”, es decir, la religión bro bien conformado –escribe el poeta– lleva en sí dos
adaptada a la sociedad, que se vivifica con los aportes infinitos: el cielo y el infierno; y en toda imagen de uno
del misticismo y utiliza en sus ritos elementos mágicos de esos infinitos, reconoce inmediatamente la mitad de
atenuados. sí mismo”. El hombre baudelaireano, como lo quiere

144 145
Sartre,5 es la interferencia de dos movimientos cen- tiempo y la multiplicidad. “Me habéis echado –dirá a sus
trífugos y opuestos, de los cuales uno se dirige hacia padres– me habéis arrojado de este todo perfecto donde
arriba y otro hacia abajo. Estos movimientos a los que me perdía, me habéis condenado a la existencia separa-
llama trascendencia y trasdescendencia, utilizando la da… En adelante, cuando queráis atraerme ya no será
terminología de Jean Wahl, no son otros que las céle- posible, pues he adquirido conciencia de mí en oposición
bres postulaciones simultáneas: una hacia Dios, otra y contra todos”.
hacia Satán”. La primera es la espiritualidad que se El “pecado” de la existencia separada, el destierro en
concreta en un deseo de “subir de grado”, la segunda el tiempo, la ilusión de la vida ordinaria; todo se deriva
es la “alegría de descender”. Baudelaire ha elegido la de esa pérdida que in illo tempore sufrió la humanidad
ascesis invertida que por los caminos del vértigo, del primitiva. Semejante al comienzo del tiempo, cuando la
tedio y del orgullo puede también llegar a experimen- Unidad Absoluta se tornó consciente y se desdobló en ob-
tar “la punta acerada del infinito”. jeto y sujeto de su propio conocimiento, para dar paso a
Paul Arnold, que adjudica a Baudelaire una concep- la Voluntad creadora de la multiplicidad, el hombre tam-
ción palingenésica basándose en la falta de una idea bién perdió su visión indivisa y, confinado a su yo senso-
concreta del poeta sobre la redención, interpreta la hi- rial vive el trágico destino del segregado. El principium
perlucidez en el mal, como la posición espiritual elegida individuationis es el fatal hechizo que le cierra el acceso
para evitar la corrupción del alma que tiende a aliarse al infinito. Vive entre sombras, ciego y enfermo, adorme-
más intensamente a la materia. Esta tesis,6 que puede cido y envuelto en la fantasmagoría del Velo de la Maya.
apoyarse analizando algunos poemas de las Fleurs, ha Todo su dolor, su sufrimiento y su incoherencia provie-
sido desestimada por Crépet que sospecha simplemente nen de la engañosa ilusión. El hombre debe limpiar las
una influencia de Nerval. Lo innegable es que a través puertas de la percepción, como quiere Blake, “despertar”,
de muchos poemas –recuérdese la Invitation au voyage liberarse de esa degradación temporal; debe “curarse”,
de los Petits poèmes en prose– Baudelaire culmina el pro- buscando lo permanente en lo fugaz, lo Uno en lo múlti-
ceso de su hiperlucidez y convierte su postulación hacia ple. “Condúceme de lo irreal a lo real, de las tinieblas a la
Satán, es decir hacia lo múltiple, en impulso hacia Dios luz, de la muerte a la inmortalidad” dice el Brihadaran-
o la Unidad primigenia. Aflora entonces la necesidad de yaka Upanishad; y como los antiguos brahmanes, Bau-
“salir del tiempo”, de superar el nivel ordinario de con- delaire intenta recobrar su propia unidad, para vivenciar
ciencia, que él traduce por ir “a cualquier parte, con tal la Unidad eterna. Pero Baudelaire no es un místico en
de que sea fuera de este mundo”. Es la insatisfacción por sentido estricto. Su estética, escribe Béguin, “es insepa-
el exilio, la nostalgia del Paraíso Perdido que ya vimos rable de su destino espiritual y de su aventura humana”.
en el romanticismo. Baudelaire reproduce en su propia Sus modos de acceso están íntimamente ligados a su más
vida el proceso cosmogónico de la degradación hacia el puro lirismo. Baudelaire es ante todo un poeta genial, “el
rey de los poetas, un verdadero Dios”, como lo calificará
más tarde Rimbaud.
5. Jean-Paul Sartre, Baudelaire, Buenos Aires, 1949, p. 28. En ese sentido considera al principio de la poesía como
6. Cf. Paul Arnold, Le cosmos de Baudelaire, en Cahiers d’Hermès, la aspiración humana hacia una Belleza superior; belle-
I, París, 1947, p. 148.
146 147
za que para el poeta se confunde con la imagen del Edén un estado de inmersión en el presente perfecto; momen-
primordial. tos en que el yo transformado se sitúa en una posición
impersonal e intemporal, más allá de las categorías del
Este admirable, este inmóvil instinto de lo Bello mundo relativo. Baudelaire los consideró como la “cima
–escribió en L‘art romantique– es el que nos hace de su vida espiritual”.
considerar a la Tierra y sus espectáculos como un
resumen, como una correspondencia del Cielo. La El hombre favorecido por esa bienaventuran-
sed insaciable de todo lo que está más allá y que za, desgraciadamente rara y pasajera, se siente
la vida revela, es la prueba más viva de nuestra a la vez más artista y más joven, más noble, para
inmortalidad. Por la poesía y a través de la poesía, decirlo en una sola palabra. Pero lo más singu-
por y a través de la música, el alma entrevé los lar de ese estado excepcional del espíritu y de los
esplendores situados detrás de la tumba; y cuando sentidos que sin exageración puedo llamar para-
un poema exquisito hace asomar las lágrimas a los disíaco en comparación con las pesadas tinieblas
ojos, esas lágrimas no son la prueba de un exceso de la existencia común y cotidiana, es que no ha
de goce, son más bien el testimonio de una melan- sido creado por ninguna causa visible y fácil de
colía irritada, de una postulación de los nervios, de definir… Nos sentimos forzados de reconocer que
una naturaleza exiliada en lo imperfecto y que qui- esta maravilla, esta especie de prodigio, suele
siera apoderarse inmediatamente en esta tierra de producirse como si fuera el efecto de una potencia
un paraíso revelado. superior e invisible, exterior al hombre después
de un período en que éste hubiese abusado de sus
Sacudido por las más violentas crisis espirituales, in- facultades físicas… Prefiero considerar esta con-
tuye el Mal (la existencia separada); abraza el pecado (la dición anormal del espíritu, como una verdadera
voluntad de acceder a la Unidad por cualquier medio) y gracia, como un espejo mágico en que el hombre
tiende al Dios desconocido, a ese “Gran Ser” (el principio está llamado a verse con rasgos hermosos, una es-
inmanente y trascendente de todas las cosas). Su clara y pecie de exaltación angélica.
profunda concepción religiosa y metafísica del mundo se
encarna en la raíz de la poesía, a la que erige en instru- Pero ese estado que Baudelaire describe en Les para-
mento de conocimiento de “todo lo que está más allá y es dis artificiels, es “raro y pasajero”. Desaparece dejando
revelado por la vida”. al experimentador con un oscuro deseo de perpetuarlo,
Esta aspiración espiritual se realiza en Baudelaire por de obtener nuevamente ese minuto de reconciliación, de
las visitaciones espontáneas de la gracia, por las visita- escapar a la conciencia ordinaria para alcanzar el estado
ciones forzadas por el haschich y por la “magia sugesti- edénico. Sobreviene pues la rebelión y el intento de for-
va” de las correspondencias. Como los místicos románti- zar los accesos. En ese sentido, Baudelaire abandona la
cos, Baudelaire experimenta esos “minutos felices”, esos pasividad romántica y preanuncia la aventura que Rim-
“estados de salud poética”, que Hoffman denominaba sus baud llevará hasta sus últimas consecuencias. Él tam-
“momentos cósmicos”. Son instantes en que los marcos bién pertenece a la raza de Caín y en busca del paraíso
tempo-espaciales se derrumban y la conciencia adquiere entrevisto se lanzará al fondo del abismo.

148 149
Raza de Caín, ¡sube al cielo sa Baudelaire, y su imaginación exacerbada recrea el
y arroja a Dios sobre la tierra! universo de la Doctrina Secreta, el cosmos vivo de la
tradición ocultista, que postula relaciones intrínsecas,
Influído por el “poder sagrado del opio”, la leyenda de esenciales y permanentes entre todos y cada uno de los
Poe, Baudelaire ha querido atisbar un instante el paraí- objetos que lo integran.
so, mediante la experiencia artificial. Se abre entonces El mundo es único y viviente, pero esa noción de uni-
la posibilidad de utilizar la vía descendente de los alu- dad no significa el desconocimiento de la multiplicidad
cinógenos. Sin embargo, a pesar de sus visitas al “club de los objetos. Para conciliar la variedad y la unidad
de los comedores de haschich” fundado por Gautier, pue- fundamental, el ocultismo apela a las analogías, rela-
de afirmarse que su frecuentación de las drogas fue una ciones cualitativas que operan “el milagro de una sola
breve y circunstancial concesión a un atractivo mito ro- cosa” uniendo los elementos de los distintos reinos. “Lo
mántico. En Les paradis artificiels, Baudelaire compara que está arriba es como lo que está abajo” (superius est
la ascesis y afirma que el tóxico, a pesar de excitar al sicut quod inferus) dice la Tabla de Esmeralda, lo visi-
máximo la imaginación, no la lleva a sobrepasar los pri- ble es el reflejo de lo invisible, el macrocosmos repro-
meros tramos de la senda que conduce hacia el centro. El duce el microcosmoss. Swedenborg le había enseñado
veneno es un sucedáneo engañoso, dispensa un “paraíso que el cielo es un hombre de mucho valor; y que todo:
comprado”, y a los que se entregan a su magia bastarda forma, movimiento, guarismos, colores, perfumes, tan-
les muestra “una falsa dicha y una falsa luz”. En tanto to en lo “espiritual” como en lo “natural”, es signifi-
que “nosotros –dice Baudelaire, incluyéndose–, poetas y cativo, recíproco, convergente y “correspondiente”. El
filósofos, hemos regenerado nuestra alma con el trabajo hombre se corresponde con el mundo y puede conocer
continuo y con la contemplación”. conociéndose. El poeta intuye por la analogía la uni-
Esta contemplación –que el haschich anarquiza y dad espiritual del mundo y establece relaciones entre
degrada– puede lograrse mediante una magia poética las cosas creando un método de conocimiento simbóli-
basada en las correspondencias. Baudelaire es el pri- co que es también el del ocultismo. La poesía es “una
mero en transitar ese camino que seguirán más tarde cosa y todas las cosas”, por eso el poeta “comprende la
Rimbaud y los surrealistas y paralelamente, pero con naturaleza mejor que el sabio” y puede llegar a conocer
otras apetencias, Mallarmé y Valéry. “Todo lo visible el plan del universo: La nature est un temple où des
adhiere a lo invisible, todo lo que puede ser oído a lo vivants piliers…
que no puede serlo, todo lo sensible a lo suprasensi-
ble”, había escrito Novalis. El poeta, cuando se halla Naturaleza es templo donde vivos pilares
poseído por “ese estado excepcional del espíritu”, intu- dejan salir a veces tal cual palabra oscura;
ye que el universo es un documento cifrado, un “bosque entre bosques de símbolos va el hombre a la ven-
de símbolos” de la gran Unidad, en que todos los obje- tura,
tos “se responden” por imponderables lazos vitales que que lo contemplan con miradas familiares.
sólo descubre la intuición. “Todo el universo visible no
es más que un depósito de imágenes y signos” expre- Como ecos prolongados, desde lejos fundidos
en una tenebrosa y profunda unidad,

150 151
vasta como la noche y cual la claridad delaire –escribe Raymond–7 parece iluminarse con un
se responden perfumes, colores y sonidos. rayo de la hoguera del más remoto misticismo. Diríase
(Baudelaire, Correspondencias, versión de que para él se trata de renovar la antigua alianza”. Sin
E.A.A.) embargo, el Baudelaire esteticista mantiene un difícil
equilibrio entre la inspiración pura y la elaboración
Baudelaire penetra entonces en el más allá espiritual voluntaria. Lo mismo hará Rimbaud, aunque fuerte-
y establece contacto con el mundo Uno de las causas al mente acuciado por las formas nuevas.
recrear en su conciencia un orden inefable construido con La impureza de la inspiración primera, como la deno-
imágenes y símbolos significantes, que luego pretenderá mina Fondane, se perfecciona por el trabajo del propio
transmutar en poesía. “¿Qué es un poeta –se pregunta– poeta que, movido por un desasosiego que lo hace retor-
sino un traductor, un descifrador?”. nar sobre sus pasos como un remordimiento, corrige su
El poeta “corresponde” a lo real en lo profundo de texto en un estado de segunda inspiración. No es la au-
su interioridad. De allí, de ese subsuelo esencial e im- sencia lógica ni el limo profundo que deja el inconsciente
prescriptible donde superviven las imágenes, los mitos al retirarse, lo que le choca y ofende; sino esos residuos
y los símbolos de las teologías arcaicas, provienen las del lenguaje, esos resabios prosaicos y discursivos que
formas oscuras que substituyen a la percepción senso- proyecta el automatismo. Baudelaire –escribe Fondane–
rial y estructuran fragmentos de la realidad plenos de “se encarniza en su poema como si el poema escrito no
relaciones significativas. El idioma de los signos y de fuese sino una vulgar y mala copia de un original perdi-
las analogías es el idioma del espíritu común a la parte do”; el poeta ve primero la chispa que ha de producir y
y al todo. Baudelaire ha intuido que el mundo físico luego “pondrá las palabras unas frente a otras, las frota-
no es más que una sección de otro mundo muchísimo rá, las juntará al azar, hasta que al fin la corriente pase
más vasto y complejo que para nosotros permanece a través de ellas”.8
invisible. Es posible entonces obtener otras perspec- Esa pretensión de obtener por la poesía la visión pri-
tivas, tornar a la psique diferente y comenzar a perci- mordial y la “verdadera vida”, que Baudelaire comien-
bir analogías insospechadas. Las cosas separadas, sin za a tornar en exigencia y que Rimbaud buscará entre
conexiones aparentes, asumen de pronto agrupaciones estallidos de cólera, se halla limitada por el lenguaje.
distintas y se manifiestan en categorías enteramente Formular lo inefable, comunicar lo esencial, lo incomu-
nuevas. La poesía, que nada ve aisladamente, obtiene nicable, lo intransmisible, es una imposibilidad que la
el milagro de comprender y representar (aunque con poesía substituye con bellas e inquietantes metáforas. El
instrumentos imperfectos) el significado y la función poeta puede ser vidente, místico o mago; puede ser poeta
de las cosas ocultas. El poeta debe ser necesariamente con su cuerpo, con su sangre, con su imaginación, pero
vidente y mago; debe ver lo que los demás no ven y cuando pretende comunicar su “exaltación angélica” des-
debe poseer el poder de hacer que los otros vean lo que
por sí mismos no pueden percibir. “El rostro de Bau-
7. Marcel Raymond, De Baudelaire al surrealismo, México, 1960, p. 21.

8. Cf. Benjamín Fondane, ob. cit., p. 49.


152 153
ciende al nivel convencional de las palabras y el mensaje Tener imaginación, escribe Mircea Eliade –calificado
se transforma en las imágenes y los símbolos del poema: como pocos para avanzar en el conocimiento de los sím-
“traducir” una imagen en términos concretos es esterili- bolos– es ver el mundo en su totalidad, porque la mi-
zarla en cuanto a instrumento de conocimiento. Por su sión y el poder de las imágenes es hacer ver todo cuanto
estructura, las imágenes son polivalentes. Su significado permanece refractario al concepto. La imaginación imi-
no se agota con una referencia a lo concreto, cada una es ta modelos ejemplares –las imágenes– los reproduce, los
un haz de significación; por eso, el poeta recurre a ellas actualiza. De ahí procede el que la desgracia y la ruina
para aprehender de algún modo la realidad contradicto- del hombre que “carece de imaginación” sea el hallarse
ria, imposible de expresar en términos de pensamiento segregado de la realidad profunda de la vida y de su pro-
discursivo. pia alma.10
Las imágenes constituyen una aproximación efectiva La parte profunda del ser que origina el pensamiento
a esa visión del mundo que desde el inconsciente se pro- simbólico, esa zona ahistórica y suprarracional que se si-
yecta reproduciendo el macrocosmos. El hombre posee en túa en el misterio, allende el pensamiento discursivo, lle-
sí mismo las fuentes del pensamiento simbólico. En las va el recuerdo de una situación paradisíaca del hombre
zonas oscuras de su psique permanecen vastos depósitos primordial; de una existencia más rica, más completa; de
arcaicos poblados de símbolos y hierofanías olvidadas; una “inocencia fabulosa” en la que el mundo se percibía
“la imaginación nada en pleno simbolismo” y a pesar de indiviso, con sus múltiples significados. Era la Edad de
su desacralización permanente, el hombre vive envuelto Oro, anterior a la “caída”, la época del “Paraíso Perdido”
en imágenes antiguas y mitos degradados. El poeta es el fuera del tiempo y de la historia, que habría de degradarse
predestinado para despertar ese caudal significativo. con la limitación, con la autoconsciencia del “yo” senso-
rial, con el condicionamiento histórico, con el “momento
El poeta es soberanamente inteligente; es la in- parcelado”. Los místicos y los poetas, los “iniciados” en las
teligencia por excelencia, y la imaginación es la tradiciones secretas y los santos, buscan ese mundo espi-
más científica de las facultades porque sólo ella ritual infinitamente más rico que determina la condición
comprende la analogía universal, o lo que una re- del hombre perfecto.
ligión mística (el swedenborgismo) llama la corres- Baudelaire, el gran perseguidor de sueños, siempre a
pondencia… El hombre razonable no ha tenido que
la búsqueda de lo absoluto, fue uno de aquellos seres cas-
esperar a que viniese Fourier a la tierra para com-
prender que la naturaleza es un verbo, una ale-
tigados en su grandeza por haber pretendido conocer la
goría, un molde, un vaciado, si queréis. Nosotros verdad a cualquier precio. Recordemos aquí las palabras
sabemos todo esto, y no lo sabemos por Fourier; lo que el propio poeta escribió refiriéndose a Poe, otro de
sabemos por nosotros mismos, los poetas.9 los cortesanos oscuros de las ciencias ocultas, encadena-
do a la ley fatal que lleva a la degradación a cierta clase
particular de hombre: “Vosotros, los que habéis buscado
9. Charles Baudelaire, Lettre á Toussenet, en Mercure de France, ardientemente descubrir las leyes de vuestro ser, que ha-
1908, p. 83. Este texto ha sido citado por André Breton, Arcane 17,
París, 1947, p. 221; y por Robert Amadou, L’occultisme. Esquisse
d’un monde vivant, París, 1950, p. 91. 10. Cf. Mircea Eliade, Imágenes y Símbolos, Madrid, 1956, p. 20.
154 155
béis aspirado al infinito y cuyos sentimientos reprimidos CAPÍTULO VII
han debido buscar un espantoso alivio en el vino y en el
libertinaje, rogad por él. Ahora, su ser corporal, ya puri-
Rimbaud y la rebelión fundamental
ficado, nada por en medio de los seres cuya existencia él
entrevía. Rogad por él, que ve y que sabe, y él intercederá
La cólera en la sangre. Desterrado en el Tiempo. Tomar el
por vosotros”.
cielo por asalto. La lucha por el “estado de alerta”. El gran
maldito y el supremo sabio. Rimbaud y Gurdjieff. Pugnando
por la superconciencia. El temor de lo numinoso. La revolución
permanente.

¡Si siempre hubiese estado despierto,


yo bogaría en plena sabiduría!
Rimbaud

¿Cómo despertar? ¿Cómo librarnos


de ese estado de sueño? Estas pregun-
tas son las más vitales y las de mayor
trascendencia que pueda formularse un
hombre. Pero, antes de hacérselas, de-
berá convencerse del hecho mismo de su
sueño.
Gurdjieff, transcripto por P.D. Ous-
pensky en Fragmentos de una enseñan-
za desconocida

“La mayor parte de nuestro cuerpo, de nuestra huma-


nidad misma, duerme aún un sueño profundo”. “Cuando
soñamos que soñamos es que ya nos vamos acercando al
despertar”. Estos fragmentos de Novalis iluminan el an-
helo rimbaudiano de despertar de los sentidos, de lograr
la hiperlucidez en un minuto de vigilia, para poder dar
cima a la prometeica aventura del “ladrón de fuego”.
La “nostalgia” del romanticismo reaparece en este
adolescente iracundo que habrá de rebelarse contra todo
y contra todos. Su itinerario alucinante se halla jalonado
156 157
de rebeliones sucesivas. Rimbaud encarna la intoleran- en primer término, es preciso vengarse”.2 Escribe “Mort
cia metafísica: es el indignado, el intransigente feroz, el à Dieu!” sobre los bancos de las plazas públicas y en su
ser que nos desprecia por demasiado humanos, por nues- letanía de negaciones caben la autoridad, la Iglesia y el
tras aceptaciones y condicionamientos. Su juventud es orden.
un desafío, un atreverse a lo imposible, una búsqueda, Como Nerval y Baudelaire, manifiesta en forma emo-
con técnicas precarias e imperfectas, de lo absoluto, de cional y confusa la idea socialista de una comunidad fra-
la “verdadera vida”. También es impotencia, frustración ternal. Aislado por la mediocridad burguesa, se refugia
y fracaso. Después del silencio, término de la opción que en una posición antisocial y construye su universo priva-
le permitió sobrevivir, se arrojó en una vorágine incohe- do en las antípodas de la vulgaridad. Su primera rebel-
rente que lo fue devorando, mientras huía vencido por día que simboliza un esfuerzo individualista e inorgánico
la “rugosa realidad” cotidiana. Sin embargo, su derrota por reformar el mundo, le dicta estas frases terribles, re-
previsible –en cuanto poeta– contiene la innegable gran- cogidas por Ernest Delahaye:
deza de aquel que, arriesgándolo todo, emprende una
partida que excede en mucho sus posibilidades. Rimbaud Hay destrucciones necesarias... Hay árboles
libró con irreprimible violencia ese “combate espiritual viejos que es preciso cortar, hay lugares de sombra
tan brutal como la batalla de los hombres”. Fue una lu- secular cuya amable costumbre perdemos. Esta so-
cha desigual, de ritmo vertiginoso, sostenida con armas ciedad misma: pasaremos por ella las hachas, los
impropias; una lucha que, aunque dejó un saldo poéti- azadones, los rodillos niveladores. Todo valle será
colmado, toda colina rebajada, los caminos tortuo-
co invalorable, no debería sostenerse en el terreno de la
sos se volverán rectos y las asperezas serán apla-
poesía. Ese fue el error de Rimbaud; error en el que rein- nadas. Se arrasarán las fortunas y se abatirán los
cidió más tarde el surrealismo, a pesar de la experiencia orgullos individuales. Un hombre ya no podrá de-
negativa de sus frustrados precursores. cir: “Yo soy más fuerte, más rico”. Se reemplazará
La aventura “Rimbaud” es ejemplar y define de una la envidia amarga y la admiración estúpida por la
vez para siempre los límites de la poesía. Su primera apacible concordia, el trabajo de todos para todos.3
rebelión –entre los 16 y 18 años– es la de la existencia
rabiosa, la cólera en la sangre. Es el voyou, como lo ve Esta rebelión mostrará bien pronto el aspecto más
Fondane.1 Su alzamiento abarca aspectos exteriores, es trágico de su drama interior. Con inigualable talento
una insurrección contra la sociedad condicionada, contra Rimbaud ha poetizado sus vivencias, ha transfigurado
los privilegios y la desigualdad. Su odio se torna agresi- en estrofas llameantes su incontenible furor vindicativo
vo, implora las “destrucciones necesarias” y los “rodillos y subversivo; pero como a todo auténtico poeta, lo irá in-
niveladores”; se burla de las idiotas alegrías burguesas, vadiendo una difusa “nostalgia” primitiva, una mística
practica el mal, insulta y clama con acentos obscenos y se
encanalla en la abyección. Lo anima un oscuro deseo de
venganza. “Considera a cada ser como alguien de quien, 2. Jacques Rivière, Rimbaud, Buenos Aires, 1944, p. 21.
3. Véase Arthur Rimbaud, Oeuvres Complètes, texto establecido y
anotado por Rolland de Réneville y Jules Mouquet, París, 1946, p.
1. Benjamín Fondane, Rimbaud le Voyou, París, 1933. XXII.
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impulsión por retornar a un estado de pureza salvaje, Pero Rimbaud, que busca morir a la conciencia psicoló-
libre de inhibiciones. Esa intuición fundamental coincide gica para nacer a la conciencia cósmica, no sigue el cami-
con su orgullo de creador y con el drama de su infan- no de la iniciación gradual y reflexiva. Su terapéutica es
cia perdida tras la crisis de la adolescencia. En adelante anárquica y amarga. Marcha sobre “el filo de la navaja”,
Rimbaud sumará a su rebeldía una postulación metafí- en sentido descendente. Su meta es la de los místicos y
sica. Su pureza tradicional se funde con su orgullo, con los yoguis, la de los iniciados en las tradiciones secretas y
su tendencia al aislamiento, su deseo de plenitud y su la de los discípulos del Zen. No tiene maestros y la poesía
anhelo de ser diferente, de hallar las sendas del retorno a sólo le ofrece vislumbres fugaces del “estado otro”. Sin
los orígenes. Reencontrar la eternidad, he ahí una meta embargo, su decisión se afirma. Como Gurdjieff, podría
ambiciosa para un poeta provinciano de dieciocho años. haber exclamado: “Mi camino es el desarrollo de las posi-
Sin embargo, Rimbaud tiene plena conciencia de su em- bilidades ocultas del hombre. Es un camino contra la na-
presa. turaleza y contra Dios”. La experiencia poética, unida a
Para retornar a la “fabulosa inocencia”, al illud tempus su disposición natural para acceder a otros niveles de la
mítico, Rimbaud cuenta con un arma falible: la experien- mente, le crean la ilusión de que forzando la poesía (Ner-
cia poética. En las sociedades arcaicas, hubiese sido un val había pretendido forzar el sueño), y encarnizándose
manipulador de lo sagrado, un shamán especialista en en los excesos y en el desarreglo de todos los sentidos, lo-
las técnicas del éxtasis, entregado a su ambición de “as- graría ampliar el orificio penosamente abierto en el muro
cender al cielo” para abolir la condición humana y reinte- de la conciencia ordinaria. Pero Rimbaud es impacien-
grarse a la situación paradisíaca del hombre primordial, te y brutal. Si por momentos asoma en sus poemas una
restableciendo la comunicabilidad entre el Cielo y la Tie- presencia perturbadora, y el aventurero de lo fantástico
rra. Su experiencia también puede homologarse con las interior –convertido en una “opera fabulosa”– penetra
místicas indias y las técnicas budistas del “retorno hacia en lo desconocido, bien pronto retorna para permanecer
atrás” que al remontar el Tiempo “a contrapelo” acceden apegado a la tierra, preso de sus pasiones y su orgullo.
al eterno presente atemporal, anterior a la “caída”. Su actitud es la del “pecador”, tal como lo concibe
Todos son actos de trascendencia, de ruptura de nivel, Arthur Machen, el olvidado autor de The Great God
mediante los cuales el hombre supera la condición huma- Pan. Para Machen, adepto a la orden hermética de la
na “por arriba”, se reintegra a la libertad y se libera de Golden Dawn, el pecado es una pasión positiva y so-
los límites del “yo” merced a un esfuerzo “espiritual” que lidaria del espíritu. A su juicio, entre los actos con-
determina una mutación ontológica. El hombre “enfer- siderados pecaminosos o culpables (el asesinato, el
mo”, desterrado en el Tiempo, desciende a los infiernos, robo, el adulterio) y el Pecado con mayúscula, existe la
“muere” y “resucita”. Durante el éxtasis es abolido el uni- misma relación que entre el alfabeto y la poesía más
verso sensorial y el místico emerge similar a los dioses. genial. El hombre vulgar, “normal”, no será jamás un
Se halla “curado” del dolor y la angustia existencial. En santo, pero tampoco un pecador. “Los grandes, tanto
ese sentido los yoguis son terapeutas del alma y Buda es en el bien como en el mal –escribe Machen–4 son los
“el rey de los médicos”. También el poeta, como quería
Novalis, es un “médico trascendental”.
4. Citado por Louis Pauwels y Jacques Bergier, El retorno de los
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que abandonan las copias imperfectas y se dirigen a burgueses. Su actitud permanente consiste en escapar a
los originales perfectos… La ciencia del pecado sería los condicionamientos y a la subordinación que significa
querer tomar el cielo por asalto, penetrar de manera hallarse atrapado en la máquina social. Ese comporta-
prohibida en otra esfera más alta. Esto explica que sea miento, que forma parte de su ascesis, le permitirá dar
tan raro. En realidad, pocos hombres desean penetrar el “salto por las cosas inauditas e innumerables”. Como
en otras esferas, sean altas o bajas, y de manera auto- afirma Krishnamurti, sólo la mente que está en absoluto
rizada o prohibida. Hay pocos santos y los (verdaderos) descontento es la que puede dar el salto hacia la rea-
pecadores son todavía más raros”. lidad, no la mente respetable, rodeada de una valla de
Rimbaud aparece entonces revestido con los atributos creencias.
del pecador de Machen. Su ambición manifiesta es “to- Comienza entonces por desvalorizar el universo ordi-
mar el cielo por asalto” utilizando las sendas prohibidas. nario que captan los sentidos en su trabajo previo por
Los que han visto en Rimbaud sólo un poeta, un deca- aproximarse a ese nivel absoluto de la mente donde no
dente, un vicioso o un artista bohemio, se han equivocado rigen los opuestos. Un nivel supraético, atemporal e im-
totalmente. Sus aberraciones y sus posturas arbitrarias pensable en el que la personalidad ordinaria, el “yo” de
obedecen a un sistema meditado y puesto en práctica con la experiencia sensomotriz desaparece, para dar paso al
increíble decisión. Es el hombre duro, implacable, “el sin “hombre nuevo”, capaz de conocer la realidad y prescin-
corazón de Rimbaud”. “La ausencia de sentimientos –es- dir de las nociones relativas.
cribe Jung refiriéndose al Ulises de Joyce–5 es el contra- León Pierre Quint, en un libro sobre Proust,6 escribe
golpe a la sentimentalidad insana”. “El hombre debe ser lo siguiente refiriéndose al ser profundo del artista: “La
valiente, sin piedad, duro. Lo más duro es lo más noble”, conciencia humana está recubierta, según la imagen
exclama Nietzsche. “La causa de mi superioridad es que bergsoniana, sin duda cara a Proust, de una espesa cos-
no tengo corazón”, escribe Rimbaud. tra en la que se han solidificado nuestros hábitos, los
Rimbaud odia al “hombre de la superficie”, a los super- sentimientos a los que estamos acostumbrados. Es ahí,
fluos y vacíos, a los idiotas autosuficientes que pretenden en esa corteza de la conciencia, en donde encontramos
saberlo todo y que no son más que vanidosos proyectos. por nuestro trabajo y nuestras conversaciones de cada
Experimenta náuseas por los imprescindibles, por los sa- día, mecanismos ya montados, sentimientos ya hechos.
tisfechos; embiste contra la seguridad y la respetabilidad Pero bajo esa capa superficial está en nosotros la parte
y desprecia a los funcionarios y a los escritores que “jun- más rica, esencial de nuestro yo, que no interviene casi
tan una parte del fruto del cerebro” y acumulan “los pro- nunca en la actividad cotidiana… Gritamos, reímos, aún
ductos de sus inteligencias miserables proclamándose derramamos lágrimas reales, pero sin que nuestra perso-
autores”. Sus irreductibles enemigos son el conformismo, nalidad profunda entre en escena”.
los lugares comunes, el oficialismo y los mitos pequeño- Rimbaud ha practicado desde el comienzo esa ascesis
del “estado alerta”, que habrá de permeabilizar su psi-
que y tornarla receptiva para recibir lo desconocido. En
Brujos (Le Matin des Magiciens), Barcelona, 1961, p.253 y ss.
5. C.G. Jung, Ulises, en Realidad del Alma, Buenos Aires, 1940, p.
118. 6. León Pierre-Quint, Marcel Proust, Buenos Aires, 1944, p. 247 y ss.
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la primera etapa de su lucha por romper el espeso velo na”. Desgraciadamente no hay en nuestro idioma verbos
que enmascara a la realidad, el poeta combate contra impersonales que puedan aplicarse a los actos humanos.
los hábitos y las reacciones automáticas que la heren- Debemos pues continuar diciendo que el hombre piensa,
cia, la educación y la sociedad han depositado sobre la ama, lee, escribe, detesta, emprende guerras, combate,
superficie de su “yo”. Adviene entonces la experiencia etc. En realidad todo eso sucede”8.
del vidente. Rimbaud cree poseer la clave y se dispone a No debe confundirse entonces la conciencia con las
“develar todos los misterios: misterios religiosos o natu- fuerzas psicológicas. El hombre tiene que comenzar por
rales, muerte, nacimiento, porvenir, pasado, cosmogonía, darse cuenta de lo que posee y de lo que puede poseer.
la nada”. En sus famosas cartas a Georges Izambard y a Debe adquirir realmente los poderes que se atribuye.
Paul Démeny, del 13 y 15 de mayo de 1871,7 nos ha dado Para ello es preciso que desarrolle una nueva capaci-
una lección de literatura nueva y ha condescendido a re- dad, se torne diferente, despierte del sueño mediante
velarnos parte de su sistema. una profunda revolución psicológica. Rimbaud lo ha
comprendido: “El primer estudio del hombre que quiere
Ahora soy crapuloso lo más posible. ¿Por qué? ser poeta es su propio conocimiento entero”. Es lógico
Quiero ser poeta, y trabajo para volverme vidente: entonces que comience por negar su personalidad. “Yo
usted no comprenderá del todo y yo no sabría casi es otro”, exclama. “Si el cobre se despierta clarín no es
explicarle. Se trata de llegar a lo desconocido por por su culpa. Me es evidente esto: asisto a la eclosión de
el desarreglo de todos los sentidos. Los sufrimien- mi pensamiento: lo miro, lo escucho: doy un golpe en el
tos son enormes, pero es preciso ser fuerte, haber
arco del violín: la sinfonía se mueve en las profundida-
nacido poeta, y yo me he reconocido poeta. No es
esa toda mi falta. Es falso decir: Yo pienso. Se de-
des o sube de un salto a la escena”.
bería decir: Se me piensa. Perdón por el juego de Hasta aquí Rimbaud ha sido el poeta, el medium que
palabras. hace escuchar lo que trae de allá abajo, la “Pitia exalta-
da”, como dice Rops.9 Nos habla del inconsciente desde su
Aquí Rimbaud se adelanta a la prosa sobre el porvenir “estado otro”. Sin embargo, en la misma carta, el poeta
de la poesía que enviará dos días después a Démeny. El agrega al ser vidente el hacerse vidente. No existe en ello
poeta sabe que el hombre en su nivel mental ordinario contradicción alguna, a pesar de la opinión de algunos de
es un autómata que ignora sus límites y sus posibilida- sus críticos. Lo espontáneo, es decir su capacidad natu-
des. Es una máquina movida por influencias exteriores y ral para despersonalizarse en un éxtasis pasivo, deberá
por choques exteriores. El hombre no se conoce. El hom-
bre nada puede hacer, escribe Ouspensky a la zaga de
Gurdjieff. “Todo lo que cree hacer, en realidad sucede. 8. Pedro D. Ouspensky, Psicología de la posible evolución del hom-
Eso ocurre exactamente como “llueve”, “nieva” o “true- bre, Buenos Aires, 1952, p. 16.
9. Cf. Daniel Rops, Rimbaud, Buenos Aires, 1954, p. 100. Para pro-
fundizar ciertos aspectos del ocultismo de Rimbaud, véase Jacques
Gengoux, La Symbolique de Rimbaud, París, 1947, y “Le gran Oeu-
7. Cf. Jean Marie Carré, Cartas de la vida literaria de J.A. Rim- vre de Rimbaud”, en Les Cahiers d’Hermès, I, París, 1947. También
baud, Buenos Aires, 1945, pp. 43-54. Rolland de Réneville, Rimbaud le Voyant, París, 1929.
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encauzarse de tal modo que le permita controlar su expe- He abandonado desde hace más de un año la
riencia. Rimbaud tiene su propia técnica de acceso: vida ordinaria por lo que usted sabe. Encerrado sin
cesar en esta incalificable comarca de Ardennes,
El poeta se hace vidente por un largo, inmenso no frecuentando a ningún hombre, recogido en un
y razonado desarreglo de todos los sentidos. Todas trabajo infame, inepto, obstinado, misterioso; no
las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él respondiendo sino por el silencio a las preguntas, a
busca por sí mismo, agota en sí todos los venenos los apóstrofes groseros y malvados, mostrándome
para no guardar de ellos sino las quintaesencias. digno en mi posición extralegal.
Inefable tortura para la que se tiene necesidad
de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, en Rimbaud ha mantenido en secreto las características
la que él llega a ser entre todos el gran enfermo, de ese trabajo obstinado que abría de permitirle desper-
el gran criminal, el gran maldito. ¡Y el supremo tar en el alma universal. Ha comprendido que su espíritu
sabio! Puesto que llega a lo desconocido y, cuando duerme y que debe trabajar sobre sí mismo para acceder
enloquecido, termina por perder la inteligencia de a la vigilia. “Despiértate tú que duermes, y levántate de
sus visiones, ¡él las ha visto! los muertos”, dice Pablo (ef. 5: 14). El hombre que aspi-
ra a una regeneración ha de elevarse sobre su condición
Su ambición es semejante a la del Hombre-Dios so- ordinaria. Mientras no logre evadirse de su propio deseo
ñado por Novalis. La mística se transformará en magia será un ser incompleto, inacabado, vivirá identificándo-
y el vidente tratará de adquirir poderes sobrenaturales se, preso de las pasiones y de los hábitos de la mente. El
e inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, mundo será sólo una confusa imagen sensoria. Es pre-
nuevos idiomas. Su soberbia alcanza entonces el nivel ciso tener conciencia de que, a pesar de que se vive vol-
culminante. En su Crimen Amoris, Verlaine lo ha repre- cado hacia afuera en un mundo cuyas causas permane-
sentado exclamando: “Yo seré aquel que será Dios”. cen ocultas, existe en el hombre una categoría superior
El demiurgo desplaza al poeta. La aventura espiritual que puede permitirle un grado nuevo de comprensión.
ha superado en mucho las fronteras de la literatura y Rim- La esencia de lo esotérico es que el hombre puede pa-
baud parte en busca del Graal, el conocimiento perfecto, el sar por una transformación y alcanzar un nuevo nivel
vaso sagrado, con el ardiente anhelo de gustar “el brebaje de sí mismo. En Une Saison en Enfer, Rimbaud escribe
de la inmortalidad”. En un sentido amplio, sus apetencias estas líneas reveladoras: “Si estuviese siempre despierto,
son las del gnosticismo que antepone el conocimiento a la fe a partir de este momento, alcanzaríamos pronto la ver-
y pretende retornar a la fuente primera desarrollando has- dad que probablemente nos rodea con sus ángeles que
ta la iluminación las facultades ocultas del hombre. Para lloran”. Sin embargo, el mantenerse despierto constituyó
ello, Rimbaud queda librado a sus propias fuerzas. Carece una empresa superior a sus fuerzas. Mediante este tra-
de guías e iniciadores, es un “herético” sin fe que abomi- bajo en sí mismo (“él busca su alma, la inspecciona, la
na de los pantanos occidentales y añora el pensamiento de tienta, la comprende”), había logrado despertar. Su alma
la sabiduría de Oriente, la patria primitiva. Su sistema de era rica, más que nadie, pero tenía que cultivarla; debía
mística invertida está erizado de peligros y puede conducir- ser consciente de sí mismo en una permanente vigilia y
lo al borde del abismo. dejar de moverse y razonar sumido en el sueño.
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Gurdjieff, dueño de un método esencialmente prácti- pero afirma que sin la dirección de un hombre despierto
co de la “conquista del yo”, ha expuesto estas ideas con que guíe el desarrollo de las facultades de la mente, será
especial claridad. Para él existen cuatro estados de con- difícil acceder al tercer estado de conciencia. Mediante
ciencia. El hombre vive solamente en los dos primeros: la autoobservación permanente se adquiere la certeza de
el sueño y la vigilia ordinaria. Los estados superiores que “yo es otro”. El “otro es el verdadero él, el verdadero
de autoconciencia y conciencia objetiva, le son inacce- ‘yo’, aquel que aparece en la vida sólo durante instantes
sibles. El estado de sueño es pasivo y absolutamente muy breves y que puede convertirse en algo firme y per-
subjetivo; pero cuando el hombre despierta y creyendo manente después de un largo período de trabajo”.12 Al al-
que ha tomado el gobierno de su personalidad comienza canzar la conciencia de sí, es posible obtener vislumbres
a actuar, permanece aún inmerso en el sueño y su ac- del último estado al que Gurdjieff denomina estado de
tividad es obviamente peligrosa. Como dice Gurdjieff,10 conciencia objetiva. En este grado de conciencia fiscali-
el hombre de la vigilia ordinaria es una mera máquina zadora, el hombre transformado, “renacido”, aprehende
y todo le sucede. No puede controlar su imaginación ni la unidad; la psique progresa hacia el foco originario y
detener el fluir de su pensamiento; se halla entregado alcanza un eje de polarización intemporal e impersonal.
al despotismo de sus “yo” sucesivos y obedece “dormido” Quien alcanza ese nivel, ese estado natural de Sahaja
a la imperativa compulsión de sus sentimientos y emo- Samadhi, como lo llaman los místicos indios, realiza el
ciones. máximo de sus posibilidades.
Si aplicamos este esquema de ideas a la experiencia
Es posible pensar durante mil años; es posible de Rimbaud, veremos que el poeta ha pugnado infruc-
escribir bibliotecas completas, crear montones de tuosamente hacia la obtención de una superconciencia,
teorías y hacerlo todo sumido en el más profundo de un “estado de alerta”. Para ello partió de su condición
de los sueños y sin posibilidad alguna de desper- de poeta y avanzó dificultosamente merced a una pre-
tar. Antes bien, todos estos libros y todas estas disposición psicológica y a las técnicas del desarreglo de
teorías, escritas y concebidas en el sueño, sólo ser-
todos los sentidos. Comprendió que la hiperlucidez po-
virán para aumentar el sueño de otras personas.11
dría sobrevenir como consecuencia de ciertas actitudes
precisas, de ciertos sistemas ascéticos, y que la realidad
Es natural, entonces, que el primer anhelo del hombre
de esa conciencia cósmica se situaba más allá de postu-
que ha reconocido la realidad de ese estado de sueño, esté
laciones sagradas o profanas. Para decirlo con la termi-
determinado por la necesidad de despertar. Gurdjieff
nología de Gurdjieff, Rimbaud frecuentó el tercer estado
señala que el comienzo del trabajo para lograr la auto-
de conciencia (autoconciencia), y tuvo en los más duros
conciencia debe iniciarse con la recordación de sí mismo,
momentos de su ascesis vislumbres fugaces del estado
de conciencia objetiva. Pero como afirma Gurdjieff, un
hombre solo difícilmente podrá mantenerse despierto,
10. Véase G. Gurdjieff, Todo y todas las cosas, Relatos de Belcebú a aun cuando se torture y realice denodados esfuerzos.
su nieto, Buenos Aires, 1957, Tercera Parte, p. 284.y ss.
11. Citado por Pedro D. Ouspensky, Fragmentos de una enseñanza
desconocida. En busca de lo milagroso, México, 1952, p. 183. 12. Ibídem, p. 186.
168 169
Además, Arthur Rimbaud no poseía una justa noción de conciencia donde se hallen abolidas las nociones del
de los niveles en los que se desarrolla la experiencia tras- espacio y el tiempo contribuye a desdibujar y quitar
cendente. sentido a las palabras forjadas en la duración y la ex-
En la marcha hacia el Centro, se distinguen di- tensión. Es lógico entonces que el poeta busque una
versos grados y matices derivados de la intensidad y lengua enteramente nueva, fundada en la experiencia
duración del proceso y de la capacidad orgánica para misma de lo incondicionado.13 Ese esfuerzo sobrehu-
realizarlo. La unidad de la experiencia incondicionada mano por fijar lo inexpresable le permite la obtención
no puede ser controvertida, pero los diferentes niveles de nuevas formas poéticas. Su poesía se enriquece, pero
que presenta derivan de la calidad de las progresiones no transmite sino muy parcialmente su deseo manifies-
intrapsíquicas. Existe una progresión que denomina- to. El poema en sí, no es un conjuro mágico suficiente
remos “poética”, por estar referida a los procesos de para develar todos los misterios. Y esto es lo que Rim-
la creación artística; otra progresión que llamaremos baud comprende al fin. Además, el vidente que posee
parapsíquica y que involucra las variaciones visiona- la intuición directa de lo sobrehumano experimenta,
ria o mediúmnica y finalmente la progresión intrapsí- en los límites del nivel parapsíquico, el sobrecogimien-
quica multidireccional, es decir, la iluminación de los to y espanto característicos que produce lo numinoso.
procesos psíquicos conscientes e inconscientes, de la Este neologismo propuesto por Rodolfo Otto,14 designa
totalidad psíquica. la emoción arracional que percibe el hombre ante lo
Rimbaud ha superado el nivel poético, ha luchado con sobrenatural o lo divino. Despojado de todo contenido
los espectros y las larvas del nivel visionario y en algunos ético, lo numinoso es la esencia misma del sentimiento
instantes ha alcanzado a poseer la verdad en un alma y religioso; la reacción subjetiva producida por algo obje-
un cuerpo. tivo. Rimbaud, colocado ante el mysterium tremendum
–como lo llamaba Boehme– por obra de una ascesis in-
¡Oh, pureza! ¡Pureza! . vertida y anárquica, se pierde en ese vacío de espanto
Este minuto de vigilia me ha mostrado la y de terror que produce lo numinoso.
visión de la pureza ¡Por el espíritu se va a Dios!
¡Desgarrador infortunio!

En medio de su pasión luciferina, Rimbaud, que 13. Cf. Eduardo A. Azcuy, Aproximaciones a la poética de Rimbaud,
parece hallarse tan lejos de la literatura, ambiciona estudio preliminar a Arthur Rimbaud, Poemas y los Desiertos del
mostrar esa “segunda realidad”; recrear por medio de Amor, versión castellana de Eduardo A. Azcuy, E. González Trillo
la poesía ese continente desconocido de la mente. Se y L. Ortiz Behety, Buenos Aires, 1958, p. 29 y ss. Existen diversas
traducciones de la obra de Rimbaud que merecen señalarse: J. Ar-
plantea entonces el problema del lenguaje. Conscien-
thur Rimbaud, Iluminaciones y Otros Poemas, estudio y versión de
te de que “las invenciones de lo desconocido reclaman Alfredo Terzaga, tercera edición, Córdoba,1960; Arthur Rimbaud,
formas nuevas”, Rimbaud “inventa el color de las voca- Obra poética, versión, cronología y notas de E.M.S. Danero, Buenos
les”, escribe noches, silencios, fija vértigos. No hay que Aires, 1959.
olvidar que su capacidad para frecuentar otros niveles 14. Véase Rodolfo Otto, Lo Santo, lo racional y lo irracional en la
idea de Dios, Madrid, 1965.
170 171
Mi salud se vio amenazada. El terror llegaba. En sus ojos azules arde la llama del descontento. El es
Caía dormido varios días y, una vez levantado, la revolución; él es el hombre peligroso para la sociedad
continuaba con los sueños más tristes. Estaba ma- inmersa en el sueño, y también es él el que conoce la Sa-
duro para la muerte; y por un camino lleno de pe- biduría Infernal de aquel proverbio que Blake leyera en
ligros, mi debilidad me conducía hacia los confines su Visión Memorable:
del mundo y de la Cimeria, patria de las sombras y
de los torbellinos.
El rugido de los leones, el aullido de los lobos,
la cólera del mar tempestuoso y la espada destruc-
Adviene entonces el silencio, el misterioso silencio tora, son porciones de eternidad demasiado gran-
rimbaudiano. Silencio ante la imposibilidad de expresar des para el ojo del hombre.
1os “encantamientos reunidos en su cerebro”. Silencio
ante el temor de la locura, silencio impotente, silencio y
orgullo, silencio y desprecio.

Llamé a los verdugos para morder, en mi ago-


nía, la culata de sus fusiles.
¡No! ¡No! Ahora me rebelo contra la muerte.
En el último momento atacaré a derecha e iz-
quierda.

La experiencia metafísica y la literatura se convierten


en un lastre despreciable. Las arroja lejos y recomienza
su marcha querellándose con las apariencias del mun-
do, hacia otro aspecto de lo desconocido. Java, Chipre, el
Mar Rojo, Abisinia, lo ven pasar como una sombra venci-
da. “He creído adquirir poderes sobrenaturales. ¡Y ahora
tengo que enterrar mi imaginación y mis recuerdos! […]
¡Yo que me he dicho mago o ángel, que me he dispensado
de toda moral, vuelvo a la tierra con un deber que buscar
y la realidad rugosa que abrazar! ¡Campesino!”.
Ahora Rimbaud deja de soñar, de planear, de crear.
En adelante es sólo un hombre joven, de piel oscureci-
da por soles de fuego, que trafica con armas, comercia y
explora regiones desconocidas por el hombre blanco. A
veces parece moverse por intereses mezquinos. Sin em-
bargo, aunque no posee más técnicas para reencontrar
el Paraíso, su revolución inconclusa permanece en él.

172 173
CAPÍTULO VIII
Rilke: el diálogo con lo invisible

Un estado de transparencia. El valor ante lo más extraño. Reelaborar


la concepción mítico-simbólica. Una voz misteriosa en el castillo de
Duino. Lo “abierto” como segunda realidad. “Irse” del nivel ordinario.
El valor ante la muerte. El “Ángel” de las elegías

Cuanto más se eleva y se ensan-


cha el pensamiento humano, menos
comprensibles aparecen la nada y la
muerte. Todo lo que muere cae en la
vida; y todo lo que nace tiene la misma
edad de lo que muere.
Maeterlinck, La muerte

La muerte es el lado de la vida


que no está vuelto hacia nosotros, ni
iluminado por nosotros... no hay ni
un más acá ni un más allá, sino la
gran unidad en cuyo dominio se en-
cuentran los seres que nos sobrepa-
san, los “ángeles”.
Rilke, Carta a Witold Von Hulewicz
del 13 de noviembre de 1925

Como una casa grande está la noche,


/la angustia de las manos laceradas/
arranca puertas a los muros; / vienen pa-
sos después, interminables/ y hacia afuera
ninguna puerta se abre./ Y así, Dios mío,
es cada noche;/ siempre hay algunos des-
velados/ que van y van y no te encuentran.
175
Estos versos de Rilke, del Libro de la Peregrinación, re- Aunque símbolos degradados de una vivencia cósmica,
velan su esfuerzo permanente por asediar la fuente in- Las Elegías de Duino y Los Sonetos a Orfeo son el vivo
temporal del Ser mediante la experiencia poética. Su testimonio de su aventura metafísica. El poeta “despier-
obra, vivida en función de un indeclinable sentimiento to” avanzó sin pausa hacia el lugar donde muere el hom-
de cautividad, de ausencia y de búsqueda de Dios, fue un bre mecánico y nace el nuevo hombre al que los Evange-
largo proceso de muerte y resurrección, un puente para lios comparan a una semilla capaz de crecimiento. ·
superar la pluralidad de las formas y despertar a un ni- Rilke advirtió que las pasiones pasan a enorme distan-
vel de conciencia cualitativamente distinta. Para él, el cia de nuestra vida profunda. “No es en el umbral de las
“estado poético” fue ante todo contemplación y videncia; pasiones –había escrito Maeterlinck– donde se encuen-
un estado de transparencia apto para intuir lo invisible tran las leyes puras de nuestro ser. Llega un momento en
y revelar ese centro absoluto situado más allá de la fron- que los fenómenos de la conciencia habitual, que podría
tera del dualismo. Convencido de que existe un “mundo llamarse la conciencia personal o la conciencia de las re-
abierto”, una realidad distinta de la que revela la per- laciones de primer grado no nos aprovechan ni llegan a
cepción ordinaria, se impuso la ardua tarea de despertar nuestra vida”.1 Más allá de esos niveles habituales, el
de los sentidos alternando dentro de sí las causas que poeta fue hacia dentro de sí, en un itinerario introspec-
engendran la visión fragmentada. Como los románticos, tivo pleno de hallazgos deslumbrantes. En Cartas a un
admitía que la “vida oscura” se encuentra en incesante joven poeta, escribió a su amigo Kappus:
comunicación con esa otra realidad más vasta, anterior
y superior a la vida individual. Para Rilke, el hombre Debemos aceptar nuestra vida tan ampliamen-
es el desgarrado peregrino de un mundo visible y otro te como sea posible. Todo, aun lo insólito debe ser
invisible. El primero conocido por los sentidos, el segun- posible en ella. En el fondo, el único valor que se
do accesible por la intuición y la visión espiritual. Uno nos exige es ser animoso ante lo más extraño, pro-
tridimensional y discontinuo, otro multidimensional y digioso e inexplicable que puede acaecernos. Que
los hombres hayan sido pusilánimes en ese sen-
continuo, sólo perfilado a través del lenguaje de los sím-
tido ha hecho infinito daño a la vida; los sucesos
bolos. El hombre que acepta únicamente el mundo físico, denominados ‘fenómenos’, la totalidad del llama-
–pensaba el poeta– se desplaza como inmerso en el sueño do “mundo de los espíritus’, la muerte, todas esas
y no supera un conocimiento literal. Se halla hipnotizado cosas que nos son afines han sido tan reprimidas,
por el mundo de las formas, reacciona a los estímulos con tan alejadas de la vida por un rechazo cotidiano,
respuestas estereotipadas y piensa que su ser es la suma que los sentidos con que podríamos aprehenderlas
de esa multitud de actitudes mecánicas. Sin embargo, se han atrofiado.2
detrás de esa niebla de gestos repetidos y palabras con-
vencionales existe un grado de verdad que Rilke cono-
ció por sus vivencias religiosas, por su capacidad para
experimentar lo incondicionado; ese “momento fuera del 1. Mauricio Maeterlinck, introducción a Novalis, Los Fragmentos y
tiempo’ que permite la visión unitaria del cosmos, el ac- los Discípulos en Sais, Buenos Aires, 1948, pp. 17-18.
ceso al “yo” secreto y misterioso. 2. Rainer María Rilke, Cartas a un joven poeta, Buenos Aires, 1953,
VIII, p. 57.
176 177
En otras de las cartas, Rilke insiste en el tema de la a la ciencia de algún recién salido de la muerte”.5 Como
soledad. “Usted dice que los que están cerca están lejos ellos Rilke participó de la intuición primordial del mundo
y ahora comienza a hacerse la amplitud en torno suyo. que aflora a la conciencia cuando –al cesar el principium
Alégrese de su crecer en el cual no puede ciertamente individuationis– se actualizan las estructuras arcaicas
llevar a nadie consigo y sea bueno con los que quedan de la psique y se alcanza a aprehender la Unidad viva
atrás”. Esa alusión a la soledad, enfatizada y exaltada y cambiante que subyace detrás de la percepción parce-
en la sexta de las cartas a Kappus, “ir-hacia-sí, y duran- lada. De ahí su certeza de que todos nuestros órganos
te horas no encontrar a nadie”; “estar en soledad como son los cómplices de un ser superior y que “los hombres
lo estaba uno de niño”, revela su frecuentación de esa de aquí y de ahora no estamos inmovilizados en el mun-
zona misteriosa y aislada donde se aclara el sentido de la do del tiempo, sino que desbordamos sin cesar hacia los
vida y de la muerte. Allí el poeta trabajó sobre las emo- hombres de antaño, hacia nuestro origen y hacia los que
ciones negativas, las identificaciones, los “yo” sucesivos vienen detrás de nosotros”.
que pretenden alternarse en el comando de la personali- El universo interconectado, las correspondencias invi-
dad y sobre los estados de autocompasión y justificación sibles que unen los elementos de los distintos reinos, la
de sí. Comprendió el sentido que existe por encima del visión totalizante del cosmos, se hizo carne en el poeta e
significado corriente de la vida y ascendió por grados ha- impregnó su obra de aliento trascendente. La alquimia
cia su ser consciente dispuesto a realizar aquella tarea del verbo obró el milagro de la anulación de los contra-
sagrada que Maritain concebía para el poeta: “Concluir rios. La experiencia se transmutó en sangre de su san-
en sí mismo la obra de la creación, colaborar en divinos gre, en gesto y mirada anónimos imposibles de separar
equilibrios, desplazar misterios y estar connaturalizado de su ser. “Sólo entonces –admite el poeta– puede aconte-
con las potencias secretas que actúan en el universo”.3 cer que en una hora muy singular se alce de las profundi-
Como todo verdadero poeta, Rilke integra esa corriente dades y se exprese, la primera palabra de un verso”.
de pensamiento que reelabora –a través de las épocas– Esa hora singular cobró extrema gravedad para Ri-
la concepción mítico-simbólica del mundo. Como dice lke cuando en 1911, frente al mar conturbado por una
Amadou, “una estructura mental originaria supervive tormenta inminente, escuchó en la terraza del castillo
inconsciente en el seno del alma colectiva”.4 En ese sen- de Duino, en Istria, una voz misteriosa que le dictaba el
tido la cosmovisión y los éxtasis rilkeanos se relacionan verso inicial de la primera Elegía:
con la realización metafísica de Eckhart, con la teosofía
de Boehme, las visiones transfísicas de Swedenborg, y ¿Quién si yo gritara, podría escucharme
la contemplación creadora de Ruysbroeck el Admirable, entre la jerarquía de los ángeles?
místico flamenco que vivió a principios del siglo XIV y
que según Maeterlinck “unía la ignorancia de un niño Exaltado ante ese inefable símbolo de lo infinito, Rilke
vivió un estado de diafanía, esa transparencia que como

3. Cf. Jacques Maritain, Fronteras de la poesía, Buenos Aires, 1945.


4. Robert Amadou, L’Occultisme. Esquisse d’un monde vivant, París, 5. Mauricio Maeterlinck, El tesoro de los humildes, Buenos Aires,
1950, p. 72. 1943, capítulo VI, p. 63.
178 179
dice Teilhard de Chardin posibilita la captación de la om- canzó con una velocidad creciente y un ligero des-
nipresencia divina y libera al espíritu de su matriz ma- lizamiento.6
terial para proyectarlo hacia el centro de convergencia
cósmica. Aquello fue el principio de su obra más lograda, No obstante, el poeta intuyó que esa consunción no era
la recompensa de una larga espera, y el canto, después definitiva, que una parcela o núcleo de la personalidad
de un prolongado silencio, brotó con fuerza incontenible. podía sobreponerse a la disgregación y proyectarse hacia
Sin embargo, la guerra abrió un dilatado paréntesis y “lo abierto”. En las últimas elegías, Rilke elaboró los sig-
Rilke pudo terminar sus Elegías once años después. En nos positivos de su conflicto existencial y se acercó a la
la décima y última se sintió arrebatado por un vértigo Weltanschauung del romanticismo alemán. Lo invisible,
sin determinación ni cualidades. Por momentos alcanzó la dimensión del Ángel, aparece como el otro reino u otro
la noche oscura de los sentidos y del intelecto. Superó el lugar. Un hábitat al que es posible acceder cuando “se
juego de los complementarios y ascendió al punto original arrancan puertas a los muros”, cuando se recomponen
donde nacen las tinieblas y la luz y se realiza la perpe- los vínculos entre la criatura y “lo abierto”; es decir cuan-
tua formación del espacio y el tiempo. Ante su mirada el do el poeta por una transformación cualitativa halla el
mundo adquirió su cualidad de “lugar abierto”, de ámbi- sendero preciso que une a los dos reinos. Por esa travesía
to libre pleno de coexistencias. “Fue en pocos días –escri- religante lo existencial se torna trascendente, la aparen-
bió–; hubo una tormenta indescriptible, un huracán en te seguridad de la finitud y de la muerte, se revierte en
el espíritu, todo lo que en mí es fibra o tejido se quebró, la certeza de la metamorfosis. Las barreras sensoriales
comer ni pensarlo; sólo Dios sabe quién me alimentó”. responsables de la visión discontinua y tabicada se aba-
En esa exaltación angélica, como la quería Baudelai- ten frente al sentimiento de la perduración en la unidad.
re, el poeta culminó su largo diálogo con lo invisible y La profunda religiosidad del poeta se tornó nítida y
avanzó a tientas hacia el conocimiento. La sensación de fulgurante cuando “la progresiva transformación de su
“perderse”, de “no sentirse consigo”, revelada a través de visión”, como dice Gabriel Marcel, lo enfrentó con “lo
cartas y poemas, cobró intensidad en las Elegías. Rilke abierto”, lo que está más allá del límite de las criatu-
experimentó el sentimiento no habitual de que su perso- ras. Esa segunda realidad apareció como “el otro lado
nalidad se disgregaba, y esa vivencia de enajenación lo de lo finito, el estado al que un ser accede cuando cum-
impulsó a un permanente y doloroso esfuerzo para recu- ple el movimiento que lo conduce fuera de sí”.7 Allí, en
perar su identidad. En Los Cuadernos de Malte Laurids esa dimensión invisible se recompone el hombre dis-
Brigge, ese “irse” del nivel ordinario se manifestó por la gregado y se comparte el espacio del Ángel.
pérdida del marco temporal. El “momento fuera del tiem- La vida y la muerte se presentan al poeta como un único
po” fue para el poeta un modo de situarse en la realidad, proceso, una unidad que compartimos con los que se han
de tenderse hacia lo grande y “abierto”.

Tuve la sensación de que el tiempo, súbitamen- 6. Cf. Rainer María Rilke, Los cuadernos de Malte Laurids Brigge,
te, estaba fuera de la habitación. Estábamos como Buenos Aires, 1957.
en una trampa. Pero en seguida el tiempo nos al- 7. Véase Gabriel Marcel, “Rilke testigo de lo espiritual”, en Prole-
gómenos para una metafísica de la esperanza, Buenos Aires, 1954.
180 181
ido y los que serán. “Quien tiene miedo a la muerte –había toda vez que en su tránsito terrestre el hombre es sólo
dicho Hölderlin– no ama la vida universal”. Novalis habló un transformador, cuya misión consiste en grabarse in-
de la muerte como la emancipación de dios en el hombre, tensamente lo visible que lo rodea de manera tal que
y ambos asertos son convertibles. Rilke, sensible sólo a lo su esencia tome a renacer invisible. ¿Transformar? Sí,
esencial, postuló también el valor ante la muerte. “En las –insiste el poeta– porque tal es nuestro deber: “impri-
Elegías, –escribió en su recordada carta a Von Hulewicz– mir esta tierra provisoria y caduca en nosotros, tan pro-
la afirmación de la vida y de la muerte se revelan como funda, tan dolorosamente, tan apasionadamente, que su
formando una sola. Admitir la una sin la otra es una limi- esencia resucite en nosotros “invisible”. Somos las abejas
tación que termina por excluir todo lo infinito”.8 El hombre de lo invisible. Libamos locamente la miel de lo visible
ha vivido y vive apegado a cosas intrascendentes. Com- para acumularla en la colmena de lo invisible”. Estas
plicado en pequeños problemas, alineado en una sociedad ideas rilkeanas que fueron desarrolladas en la carta an-
que es el reflejo de su estado se sueño, huye de la muerte, tes citada, culminan con la aproximación a la enigmática
le vuelve la espalda y oscurece esa idea inquietante en lo figura del “Ángel”, una entidad de esencia superior, un
más profundo de su conciencia. Trata de ignorarla hasta supremo iniciado, especie de semidios o intermediario ce-
el momento decisivo en que ella lo sorprende y lo paraliza. leste que ha trascendido los misterios de la vida y de la
Entonces con el temor reflejado en el rostro, el hombre que muerte y que se mueve con esa serena majestad que le
en un alarde de soberbia había intentado desasirse de los confiere el hecho de transitar en lo invisible y reconocer
lazos que lo vinculaban al Todo, no puede reconocer a la en ello a la realidad en grado superlativo.
fuerza que lo arrebata. La vieja idea de que en medio de
la vida estamos rodeados por la muerte, se manifiesta en El ángel de las Elegías es esa criatura en la cual
una nueva interpretación, la vida no está rodeada por la la transformación de lo visible en lo invisible, que
muerte sino que la contiene… nosotros vamos realizando, aparece ya cumplida.
Para el ángel de las Elegías, todas las torres y to-
La muerte es grande, dos los palacios de antaño son “existentes”, porque
nosotros somos suyos desde hace mucho tiempo son invisibles, y las to-
con labios sonrientes, rres y los puentes de nuestra existencia que to-
si nos creemos en medio de la vida davía subsisten son ya invisibles para él, aunque
ella se atreve a llorar dentro de nosotros. para nosotros duren aún en su materialidad. El
ángel de las Elegías es ese ser que garantiza el re-
conocimiento en lo Invisible de un grado superior
La sabiduría –piensa Rilke– consiste en haber fre-
de la realidad. Por ello es “terrible” para nosotros,
cuentado a la muerte, en aprobarla y vivirla con amor,
suspendidos aún en lo visible.9

8. Carta enviada por Rilke a Witold Von Hulevicz el 13 de noviembre


de 1925. Véase el texto completo en Rilke, Elegías de Duino. Sonetos
a Orfeo, versión de José V. Álvarez, estudios de Alfredo Terzaga,
Córdoba, 1957, pp. 159-163. 9. Ibídem, p. 126.
183
CAPÍTULO IX
Surrealismo y revolución interior

La ascesis surrealista. Sólo es bello lo maravilloso. Surrealismo y


existencialismo. Los “juegos” no han terminado. El verdadero fin
del hombre. Las técnicas de acceso. Más allá de la religión. El látigo
de Maldoror. Sade y el rescate de la autenticidad. Los buscadores de
infinito. Hacia el “hombre despierto”

Todo induce a creer que existe cierto


punto del espíritu en el cual la vida y la
muerte, lo real y lo imaginario, lo pasa-
do y lo futuro, lo comunicable y lo inco-
municable, lo alto y lo bajo dejan de ser
percibidos contradictoriamente. Ahora
bien, sería vano buscarle a la actividad
surrealista otro móvil que la esperanza
de determinar dicho punto.
Breton, Segundo Manifiesto

La Gran Obra es la conquista del


punto central donde reside la fuerza
equilibrada. Los hombres que llegan
a ese punto central son los verdaderos
adeptos, son los amigos y los confidentes
de los príncipes del cielo; la naturaleza
les obedece porque quieren lo que quiere
la ley que hace marchar a la naturaleza.
Eliphas Levi, Historia de la Magia

Hombres nacidos de la crisis, comprometidos en una


búsqueda sobrehumana, los surrealistas revivieron la
concepción mágica del cosmos, agotaron rápidamente
sus imperfectas técnicas de acceso a lo incondicionado y
185
perseguidos por la frustración y el deterioro progresivo, les, los surrealistas enfrentan al mundo oficial con inau-
se extraviaron en heterodoxias previsibles. Unos insis- dita violencia y furor iconoclasta. Practican la rebelión
tieron en la gran aventura de renovación esteticista, y absoluta, están contra todo, o casi todo, niegan las evi-
otros, ante el llamado del marxismo, sólo consideraron la dencias y como Rimbaud se querellan con las apariencias
revuelta del arte contra el orden social imperante. del mundo. Son poetas y escritores que han partido hacia
Ambas “desviaciones” perdieron su vigencia y hoy per- la libertad. Odian al arte, pero lo realizan en nuevos ni-
tenecen a la historia del arte o a la de los sueños irrea- veles. Pretenden utilizar a la poesía abriendo delibera-
lizados. El surrealismo literario fue fulgurante y positi- damente las compuertas del inconsciente y se entregan a
vo, el surrealismo político fue quimérico y muy pronto los sueños y a la escritura automática.
mostró sus limitaciones insalvables. Pero tanto uno como No buscan la belleza. No buscan cambios en “el orden
otro fueron signos exteriores de un pensamiento trascen- físico”, ni construyen fórmulas artísticas. Son “especia-
dente, la corteza –ahora caduca, expuesta a la crítica y a listas en rebelión”. Ellos mismos se hallan en estado de
las “defunciones” prematuras– que guardaba el verdade- revolución y su actividad fundamental consiste en elabo-
ro sentido de una memorable pero equívoca insurrección rar técnicas para liberar al hombre de las trabas morales
del espíritu. Por eso, los caminos coherentes no estaban y de la pesada carga de los condicionamientos. El surrea-
en el arte ni en la lucha política. Cuando los componen- lismo se autodefine como una “vibración”, como un “grito
tes doctrinarios comenzaron a desintegrarse, sólo unos del espíritu que se vuelve sobre sí mismo”. Su modo de
pocos disidentes entrevieron la clave. Frente a los here- acción es una ascesis, una particular ascesis colectiva por
jes y a Breton, que mantenía una solitaria fidelidad a medio de la cual un grupo de “iniciados” pretende nada
los principios, surgieron jóvenes como Lecomte y Daumal menos que trascender la condición humana. Ese y no
que jugaron su vida al margen de la literatura y la políti- otro, es su verdadero significado. “Colocar al hombre por
ca en una empresa de transformación espiritual, erizada encima de los sentidos”, como pedía Novalis; lograr la li-
de peligros. Esa meta esencial, oscurecida por el “arte beración interior por medio de la destrucción sucesiva de
surrealista” o por la revolución literaria, es la que per- los hábitos, las actitudes cristalizadas y las repeticiones.
manece vigente. Acceder finalmente a una conciencia de la totalidad y a
El surrealismo, como actitud de rebelión con- una perfecta espontaneidad creadora. En otras palabras,
tra los condicionamientos que cercan al hombre en surrealismo equivale a un estado de conciencia en rebe-
su interior y exterior, y como impulso para superar el lión, que intenta penetrar el velo de la Maya y conocer lo
nivel ordinario de conciencia y trascender, se inscribe infinito y, bajo ciertos aspectos, conforma una moderna
en la vasta empresa individual y colectiva, que en todas secta de tipo gnóstico. Como afirma Michel Carrouges,
las épocas pugna por hallar el sendero que conduce al nació de una inmensa desesperación ante el estado en
conocimiento metafísico, es decir, a la comprensión y a que el hombre ha quedado reducido sobre la tierra y de
la experiencia inmediata de la Realidad última, que es una esperanza sin límites en la metamorfosis humana.1
fundamento y causa del universo y principio y sentido de
la vida humana.
Unidos frente a la hipocresía de las estructuras socia- 1. Cf. Michel Carrouges, André Breton et les données fonda-
mentales du surréalisme, París, 1950.
186 187
Al recordar su punto de partida Breton ha compara- na y lo injustificable de ese accionar carente de sentido.
do al surrealismo con un campamento de jóvenes que, Apresado por el temor se esfuerza en olvidar, se propone
en torno del fuego, discuten los detalles de la más respuestas y acude a los razonamientos, pero ese senti-
ambiciosa de las expediciones: forzar los límites del miento obsesionante ya se ha instalado en él y comienza
mundo “real” con el solo instrumento de la poesía. Por a crecer la contingencia.
eso, en medio de las burlas y los desafíos, de los ataques
múltiples a los sistemas y a los tabúes que condicionan Lo esencial es la contingencia –dice Sartre-Ro-
al hombre, de los escándalos y de las destrucciones nece- quentin–, quiero decir que por definición la existen-
sarias, existe en ellos una profunda nostalgia metafísica cia no es la necesidad. Existir es estar ahí simple-
que es la que otorga sentido trascendente a esa rebelión mente: los existentes aparecen, se dejan encontrar
desesperada. pero jamás se los puede deducir... todo es gratuito,
este jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno lo
La gran ascesis surrealista comienza con una toma de
entiende el corazón se sobresalta y todo flota.2
conciencia de lo absurdo del mundo, de la gratuidad de
la existencia. La vida se les presenta como una incon-
Ante esa revelación el surrealismo lucha por descu-
sistente sucesión de momentos carentes de sentido. Hay
brir las estructuras primitivas de la mente, se nutre de
una ansiedad frente a la muerte y a la nada. Ese vértigo
pensamiento mágico y de filosofías orientales e intuye
mórbido, esa náusea en el sentido sartreano es solamen-
que sin esa profunda agonía no podrá lograrse la muerte
te un punto de partida. Pero al contrario de Sartre que
ritual y el renacimiento a una personalidad transfor-
ve en la temporalidad de la existencia una dimensión fa-
mada.
tal, e incapaz de superarla, se instala en esa gratuidad y
Las primeras etapas de su ascesis consisten en en-
acepta con horror el juego de ejercer una responsabilidad
frentar los mecanismos que tornan inauténtico y ficticio
condicionada, el surrealismo entiende que esa terrible
el devenir del hombre. Se ataca al arte, a la moral, a la
experiencia de la angustia y la desesperación no es un
sociedad. Se escarnece la mediocridad, se repudian las
fin en sí mismo, sino el indispensable prolegómeno para
costumbres, los sistemas cristalizados, las complacen-
el nacimiento de un hombre nuevo.
cias fáciles y las estériles rutinas que aniquilan en el
El existencialismo ha llevado al máximo esa lucidez
espíritu la imagen real del universo. Se abren brechas
exacerbada del hombre frente a lo ilusorio de la tempo-
hacia la realidad, la liberación del hombre comienza con
ralidad. Su filosofía es la del hombre único que pretende
la destrucción de las normas y la desesperada búsqueda
ser responsable de su vida y de su muerte. La del hombre
de autenticidad. “Las leyes, las morales, las estéticas,
sin Dios cuya existencia precede a la esencia; la del ser
se hicieron para conseguir el respeto a las cosas frági-
que se construye a sí mismo sobre la base de una intrans-
les; lo que es frágil debe ser destruido” exclama Aragon.
ferible responsabilidad y de una completa libertad. Pero
La fascinante consigna rimbaudiana de “transformar la
el precio de esa libertad responsable no es otro que la
vida” dinamiza la acción. Se escupe sobre lo convenien-
angustia. De pronto, al detener su activismo insensato,
su carrera vana tras lo convencional y superfluo, el hom-
bre experimenta el vacío, la impostura de la vida cotidia-
2. Jean-Paul. Sartre, La Náusea, Buenos Aires, 1947, p. 161.
188 189
te, lo útil y lo práctico. A la vida empobrecida y me- raza de Abel que tienen “el cielo para sí y también los
diocre, gangrenada por repeticiones fatigosas, la con- gendarmes”.5
mueven los encantamientos, hechicerías y maravillas, “La verdadera vida está ausente” había dicho Rim-
destinadas a desvalorizar la imagen relativa del mundo baud, y el surrealismo no puede resignarse a perma-
que revelan los sentidos condicionados. “Lo maravilloso necer en la película exterior. Frente a las evidencias
es siempre bello y sólo es bello lo maravilloso”, dice Bre- pretende despertar a los cochinos de sus “pequeños
ton mientras renueva sus pupilas con espectáculos in- santuarios pintados”. ¡Qué farsa! dirá Sartre ante es-
sólitos y vilipendia al trabajo y a las estrechas cisternas tos fariseos.
del pensamiento lógico donde “los rayos espirituales se
pudren como paja”. Salen de las oficinas, después de la jornada de
Los surrealistas recorren el país ignorado, exaltan a trabajo, miran las cosas y las plazoletas con aire
los desposeídos, a los marginados, justifican a los parrici- satisfecho, piensan que es su ciudad, una hermo-
das y alaban a los asesinos y a los sacrílegos conscientes. sa ciudad burguesa... Cien veces por día tienen la
Aragon es arrestado por robar objetos sagrados en las prueba de que todo se hace mecánicamente, que
el mundo obedece a leyes fijas e inmutables. Los
iglesias de Moisenay y Bombon. Se frecuentan los sór-
cuerpos abandonados en el vacío caen todos a la
didos burdeles en busca de la cruda naturalidad de las misma velocidad, el jardín público se cierra todos
rameras y en un intento por conmover los cimientos del los días, a las 16 en invierno, a las 18 en verano, el
mundo se procura la cretinización misma.3 Repudian la plomo se funde a 335 grados, el último tranvía sale
injusticia social, la opresión de una parte de la humani- del ayuntamiento a las 23 y 5.6
dad por la otra, se cuidan de exaltar a ese “liberalismo”
alienado que al plantear el problema de la libertad in- A esos inexistentes que se exilian de las cosas y avan-
trínseca del hombre, sin tener en cuenta su limitación zan penosamente envueltos en toda clase de compromi-
psicológica y la mala organización de las estructuras so- sos, a esos indispensables que han huido del “terror de
ciales, hace consciente o inconscientemente el juego a los la historia” refugiándose en las escatologías, Sartre los
reaccionarios y a los falsificadores.4 incita a una toma existencial que los ubicará de pronto
La violencia se ejerce contra aquellos cuyo espíritu frente a la aceptación de lo absurdo y de la nada. Pero el
vive en la superficie de las cosas, contra los que transitan existencialismo sartreano no irá más allá, sino que ha-
sin pasar por la náusea y consideran justificada su exis- brá de abandonarlos en una absoluta libertad incondi-
tencia con artificiales rutinas, con rangos arbitrarios, cionada, donde no existe nada ni queda ninguna razón
con prejuicios y suficiencias ilusorias. Son los fariseos, para existir. “Soy libre: solo y libre. Pero esta libertad se
los cochinos sartreanos, los justificados, los justos de la parece un poco a la muerte”.

3. Cf. Maurice Nadeau, Historia del Surrealismo, Buenos Ai-


res, 1948, p.93. 5. Jean Anouilh, Medée, citado por René Marill Albères, Jean Paul
4. Véase Tristán Tzara, Le Surréalisme et l’après guerre, París, 1947, Sartre, Buenos Aires, 1953, p. 52.
nota 6. 6. Jean-Paul Sartre, La Náusea, Buenos Aires, 1947, p. 191.
190 191
Sin embargo, estos seres arrojados en el mundo, deses- ca de la historia y se arroja en un remolino de agitación
perados y confusos, son para Sartre capaces de discrimi- y ocupaciones artificiales; el surrealismo vive en la histo-
nar y elegir, aclarando los objetos exteriores mediante el ria, pero impugna su realidad. Frente a la vida inautén-
ejercicio de una libertad necesaria. Esta es la solución del tica, lucha por trascender al hombre, por transformarlo
existencialismo, solución totalmente exterior, derivada de en un ser nuevo, substancialmente distinto. Su toma de
una filosofía antropológica que niega o ignora la existencia conciencia de lo absurdo no se pierde frente a la nada de
de todo lo que no esté dentro del reino de la relatividad y la muerte, sino que percibe oscuramente que los juegos
la contingencia. En el vacío donde se debaten los seres sar- no han terminado, que aún todo puede salvarse. Tiene
treanos las puertas están definitivamente cerradas. Todo la sensación de que el mundo real escapa a la percepción
está fuera, fuera del mundo, fuera del pasado; el hombre ordinaria y que la imagen ilusoria aprisionada por la li-
no posee otra cosa que la libertad de su exilio. La tortura mitación sensorial y por el tiempo, le oculta las sendas
de vivir en el tiempo, en la historicidad, de permanecer milagrosas del Paraíso Perdido.
aferrado al no-yo y a la individualidad ilusoria, le dictan El existencialista se considera psicológicamente aca-
a Sartre la angustiosa reflexión del hombre condenado a bado y sumergido en la confusión de sus sentidos, y pre-
la “caída”. tende hacerse, optando por una permanente actividad;
se considera condenado a elegir sin guías ni valores, fun-
Extendió sus manos y las pasó lentamente sobre dándose a sí mismo y fracasando de continuo tras un in-
la piedra de la balaustrada; era rugosa; resquebra- útil compromiso que lo conduce a lo absurdo y a la nada;
jada, una esponja petrificada todavía caliente bajo se empeña en ejercer su “libertad” para no ver “su obs-
el sol de la siesta. Estaba allí, enorme, maciza, en- cena e inútil existencia”. En tanto, el surrealista alcanza
cerrando en sí el silencio aplastado; las tinieblas la certeza de que es posible acceder a lo incondicionado
comprimidas que son el interior de las cosas. Esta-
y a la verdadera libertad. La angustia que provenía de
ba allí: una plenitud. Hubiera querido adherirse a
descubrirse devorado por el tiempo y proyectado a una
esa piedra, fundirse a ella, llenarse de su opacidad,
de su reposo. Pero la piedra no podía prestarle nin- muerte segura, se transforma en la convicción de que
gún socorro, estaba fuera para siempre.7 este mundo perecedero e ilusorio es sólo un aspecto de
la totalidad. Sobreviene entonces una segunda toma de
Ahí, en esa dramática impotencia por trascender la conciencia.
condición humana, en ese naufragio en la temporalidad Los surrealistas, continuadores de la actitud román-
y en la historia, se agrava la angustia de la existencia tica, profesan una visión del mundo de clara proceden-
separada. cia oriental. Para ellos, como para el pensamiento de
El existencialismo acepta la condición humana tal la India, el mundo físico aunque tangible y hasta cier-
como parece ser, se obliga a creer en la realidad ontológi- to punto real, es un producto de la ilusión cósmica, de
la Maya, construido por la temporalidad. La oposición
sólo corresponde a la esfera de lo finito y lo conocido.
Por eso aspiran a captar la superrealidad, accediendo
7. Jean-Paul Sartre, El Aplazamiento (Le Sursis), Buenos Aires, a cierto punto del espíritu donde los opuestos dejan de
1950.
192 193
ser percibidos contradictoriamente, “un punto fosforo- no-yo, nuestra propia Maya, nos identifica con un mundo
so donde toda la realidad se recupera, pero cambiada, de efectos cuyas causas están en otro nivel de lo real y
transformada”.8 nos mantiene encadenados a la ilusión.
Comprenden entonces que “yo es otro” y que la ver- Se impone entonces, además de la acción agresiva,
dadera libertad no implica la elección, pues en el estado acentuar la búsqueda en el interior del hombre. El su-
ordinario de conciencia, hablar de libertad es sólo una rrealismo se convierte en un centro de experiencias y
inútil evasión. La libertad tal como la entienden el his- practica un escepticismo constructivo, teñido de esperan-
toricismo y el existencialismo, es una libertad en estado za en la posible evolución del yo. Considera indispensa-
de confusión, presa de condicionamientos múltiples, y ble encontrar el acceso a un grado superior de compren-
a la postre es la negación de la libertad. Antes que ele- sión y se coloca en el terreno de la psicología esotérica al
gir perderse en la Maya, desgarrados por la precariedad convenir que el hombre puede transformarse y alcanzar
esencial, es necesario desembarazarse de los condiciona- un nuevo nivel de sí mismo. Si la destrucción de las repe-
mientos, aclarar el estado de confusión y transformarse ticiones y las reacciones habituales había sido el comien-
psicológicamente mediante una verdadera revolución in- zo de la ascesis, en adelante, habrá que vivir conscien-
terior. “Tomar conciencia de que uno está condicionado temente y tornar receptivo el espíritu para posibilitar el
no tiene sentido más que cuando el hombre se vuelve ha- nuevo nacimiento. El hombre posee una meta interior y
cia lo incondicionado y busca la liberación”.9 es preciso ir hacia ella, hacia el Hombre del Reino. Como
Los existencialistas no superan la primera toma de Artaud, habrá que experimentar “esa especie de dismi-
conciencia, practican un nihilismo sin salida y se ins- nución constante del nivel normal de la realidad”; sentir
talan en la historia y en la irrealidad de la existencia que el universo posee nuevo significado, que el conoci-
angustiados ante la muerte de su personalidad ilusoria. miento sensorio del mundo exterior no es el único posible
Los surrealistas también descubren en la temporalidad y que tras la realidad cotidiana existe un orden superior
“la dimensión de la existencia” pero, como los pensadores de realidad, una superrealidad que explica a este mundo
orientales, no aceptan ese destino como definitivo, sino imperfecto de opuestos y contradicciones.
que intentan con técnicas propias anular o superar la Con un correcto punto de partida; habían llegado a las
condición humana. Siguiendo el pensamiento tradicio- fronteras del Paraíso Perdido, pero para internarse más
nal consideran que lo universal e infinito es el verdadero allá del conocimiento sensible en busca de una nueva ca-
fin del hombre. El budismo, el vedanta, el yoga y el zen lidad de la conciencia, era preciso un inteligente y dirigi-
aportan su sabiduría milenaria a muchos de los rebeldes do trabajo interior, una profunda revolución mental. La
que se aprestan a crear un hombre nuevo. ascesis surrealista se mostró insuficiente para llegar al
La marcha hacia la libertad comienza renunciando al fin de la aventura, sus técnicas no poseían el rigor reque-
apego por este pequeño universo sensorial. La mente del rido y las mágicas linternas que debían iluminar la su-
perrealidad se revelaron imperfectas y gastadas. El su-
rrealismo se mostraba impotente por superar la primera
8. Antonin Artaud, El pesa-nervios, Buenos Aires, 1959, p.20. ruptura con lo racional y lo sensible.
9. Véase Mircea Eliade, “Simbolismo religioso y valoración de la an-
gustia”, en Mitos, sueños y misterios, Buenos Aires, 1961, p. 57. y ss.
194 195
Para adelantar en la vía del verdadero misti- das, hablan inconscientemente como abogados en
cismo, cristiano o no, les faltó fuerza, es decir una plena tierra. Robert Desnos se duerme a voluntad,
fe cualquiera, una continuidad de intención… Po- en el café, en medio del ruido, de las voces, a plena
dría reprocharse a la mayoría de los surrealistas luz, recibiendo empujones, no tiene más que cerrar
el haberse rezagado en transacciones, burlándose los ojos y habla.
del arte sin atreverse a romper con él más que en
palabras, sin conseguir librarse de sus recuerdos, De acuerdo con Rimbaud anhelan hacer sentir y pal-
de sus costumbres, de su mala conciencia de lite- par sus invenciones. “Si lo que trae de allá abajo tiene
ratos.10 forma, él da forma; si es informe, él da lo informe”.
Ya en el primer manifiesto, este “dictado del espíritu”
Sus pretendidas llaves maestras para acceder a los ni- se define como un esfuerzo por expresar el funciona-
veles intemporales de la psique son los sueños, las aluci- miento real de la mente. Breton intenta atravesar los
naciones y la escritura automática. La poesía se convierte abismos que conducen al cosmos suprarreal, tendiendo
en un método psicoanalítico de la búsqueda y se torna per- “un hilo conductor entre los mundos demasiado diso-
ceptible la influencia de Freud. Para Breton, el automa- ciados de la vigilia y el sueño, de la realidad exterior
tismo es un primer intento, destinado a lograr la revisión e interior”. Conciliar los niveles antagónicos del sueño
general de los modos de conocimiento. Los sueños que se y la vigilia, convertir a los sueños en acción, integrar-
evaden de la herrumbrosa trama de la lógica, y no el pen- los en el mundo profano para que la nueva visión sea
samiento discursivo, constituyen la vía por la que aspiran suprarreal y absoluta, es la más cara de las ambicio-
a aprehender la imagen real del universo. Al transcribir- nes surrealistas. Para Breton la vigilia y el sueño son
los, los poetas surrealistas se proponen ampliar los límites “vasos comunicantes” capaces de producir un mila-
de su conciencia, creando nuevas concepciones y liberando gro fusionándose en una síntesis suprema. Por eso
al pensamiento de las acostumbradas categorías de per- se encamina a la conquista de esa mística vivencia
cepción en el espacio y el tiempo. Actúan con la secreta “casi cierto de no lograrla pero con la suficiente in-
esperanza de captar fragmentos del universo real y supe- diferencia hacia su muerte como para especular un
rar las antinomias de “la vigilia y el sueño, lo objetivo y lo poco con el placer de tal posición”. Novalis, cuyos
subjetivo, la percepción y la representación, el pasado y el Fragmentos reelaboran y condensan bajo el brillo
futuro, e inclusive la vida y la muerte”. romántico las tesis de una tradición primordial, ha-
Es entonces cuando una ola de sueños se abate sobre bía escrito refiriéndose a la fusión futura de esos
los surrealistas. estados contradictorios: “Llegará un día en que el
hombre no cesará de velar y dormir a la vez”.
Son siete u ocho que no viven más que para esos Bajo el signo del surrealismo, los poetas se con-
instantes de olvido, en los cuales, las luces apaga- vierten de nuevo en “ladrones de fuego”, en inspira-
dores y profetas, en legisladores de lo desconocido y
en videntes. Sus guías y precursores se descubren
10. Marcel Raymond, De Baudelaire al surrealismo, México, 1960, concretamente en el primer manifiesto de 1924.
p. 254. “Leed a Raimundo Lulio, y Flamel, no leáis a Santo
196 197
Tomás de Aquino; leed a Arnin, Rabble, Nerval, no tadoras imágenes.11 Los Cantos configuran un poema
leáis a Vigny y Lamartine; leed a Rimbaud, a Huys- sacrílego y magnífico. El surrealismo lo exaltó por su
mans, a Jarry, no leáis a Claudel, Mistral ni Peguy”, estado de rechazo total y por la atmósfera tenebrosa
piden los surrealistas mientras exaltan a Swift, a y sangrienta de su obra que de acuerdo con la inter-
Sade, a Nerval, a Hugo, a Borel, a Bertrand, a Poe, pretación hermética de Arpad Mezei y Marcel Jean,
a Baudelaire, a Mallarmé, a Lautréamont. Las lis- representan las seis operaciones de la piedra filoso-
tas son extensas y heterogéneas: en ellas alternan fal, “la Gran Obra Satánica”. Sin embargo, y a pesar
escritores, poetas, filósofos, santos, místicos ocul- de Breton que explica su dualismo flagrante, situan-
tistas y revolucionarios. Todos ofrecen singulares do la unidad ducassiana en un supremo sentido del
coincidencias y todos en alguna medida, a pesar de humor, Lautreámont es para nosotros más equívoco
poseer actitudes mentales y temperamentales diver- que los descalificados Baudelaire y Rimbaud. Su fe-
sas, participan de las supremas apetencias de la Phi- roz requisitoria, neutralizada en parte por el famoso
losophia perennis, ese reino de sabiduría espiritual Prefacio, no trasciende del abominado plano literario.
que no choca con la religión ni la reemplaza porque Lautréamont es un eximio poeta. Su sensibilidad pe-
en cierto sentido está fuera de la esfera religiosa. Ese culiar plasma una obra técnicamente surrealista, pero
reino inalcanzable por la reducción o la lógica, al que sólo aporta un maravilloso incendio, la primera toma
la religión sólo puede expresar por medio de analogías de conciencia hacia la aventura mortal. Es un látigo
éticas y simbólicas; ese Máximo Factor Común, cuya tenebroso y perverso que restalla sobre el formulismo
metafísica reconoce un absoluto espiritual, inefable en y la realidad burguesa de su tiempo. Más que surrea-
términos de pensamiento discursivo, pero susceptible lista, Isidoro Ducasse se nos presenta aprisionado por
de ser directamente experimentado y advertido por el una náusea existencial. Tiene conciencia de lo absurdo
ser humano “en la parte más honda y más central de y esa misma conciencia crea la rebelión, el paroxismo
su alma”. y la violencia. Su grito de protesta, que se apoya en sí
Aunque más adelante Breton recusa a sus mento- mismo para sustraerse al vacío, no se encuentra “de-
res, especialmente a Rimbaud, Baudelaire y Poe (“es- trás del miedo” sino “delante de la amenaza”. Gaston
cupamos al pasar sobre Edgar Poe”), pretextando que Bachelard, que considera a los Cantos una verdadera
en trance de rebelión el surrealismo no necesita ante- fenomenología de la agresión, otorga a ese grito du-
pasados, no todos son arrojados por la borda; algunos cassiano, henchido de potencia primitiva, la claridad
permanecen en el santoral surrealista y dos en espe- de un cogito sonoro y energético. Se equivocan quienes
cial, Lautréamont y Sade nunca sufrirán mengua en ven en los Cantos sólo una maldición teatral, dirá re-
su prestigio. futando implícitamente a Camus que, en L‘Homme re-
El primero es sin duda una figura única en la lite- volté, los considera “trivialidades laboriosas”. Hay que
ratura. De vida breve y misteriosa (24 años oscuros)
sus Chants de Maldoror muestra la eclosión de un es-
píritu satánico que blasfema y canta en un maravillo- 11. Véase Conde de Lautréamont, Obras completas. Los Cantos de
so lenguaje poblado de apocalípticas figuras y arreba- Moldoror, poesías, cartas, versión castellana, introducción y notas
de Aldo Pellegrini, Buenos Aires, 1964.
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ascender a lo humano para tener los gritos dominan- Racionalista y sensual, afiliado a las evidencias, las “re-
tes, expresa Bachelard. “Son un universo especial, un sistencias” lo exacerban, y ese negado anhelo de fusión
universo activo, un universo gritado. En ese universo dirigido a lo concreto, lo abisma en la existencia separa-
la energía es una estética”.12 da. Impotente de toda trascendencia, el excluido exalta
En cuanto a Sade, más allá de su perfil infernal y la supremacía del mal y acomete contra Dios buscando
del clima aberrante y monstruoso que caracteriza a sus una verdad inmanente en el mundo de los sentidos. Por
obras, ha sido interpretado en su dimensión verdadera eso, sus héroes martirizan, asesinan y destruyen a los
por quienes desafiando prejuicios siguieron aquellas pa- seres humanos, conduciendo a los objetos del deseo a la
labras de Swinburne: “Acercaos y oiréis palpitar en esta destrucción y a la muerte en una suprema apetencia de
carroña cenagosa y sangrienta las arterias del alma uni- unidad.
versal”. Rehabilitado en Alemania por el doctor Duehren No obstante la admiración que le dispensan, ni Lau-
y en Francia por Apollinaire y Mauricio Heine, ha sido treámont ni Sade representan cabalmente el sentido es-
recientemente consagrado por los escritos de Paulhan, catológico de la aventura surrealista. Ducasse es el in-
Klossowski, Bataille, Blanchot y Simone de Beauvoir. De consciente desbordado, Sade, la destrucción enumerada
ellos emerge la figura de Sade despojada de estúpidas le- hasta el agotamiento en su lenguaje que, como expresa
yendas. Su originalidad no estriba ni en sus vicios, ni en Bataille a propósito de los Ciento veinte días de Sodo-
su filosofía ni en los crueles refinamientos sexuales que ma, es “el lenguaje de un universo lento, que degrada
“han diluido su nombre en pesados vocablos”. gota a gota, que tortura y que destruye la totalidad de
Cercado por la nobleza decadente que condena su li- los seres por él engendrados”.14 Ante el vacío existencial
bertad clandestina y su desordenado erotismo, Sade se afirman los límites sensuales y se entregan al desorden
rebela e intenta el rescate de su propia autenticidad. total de los sentidos sin pensar en ambiciones trascen-
En esa empresa a contrapelo erige en elección moral su dentes ni en transformaciones esenciales. No pretenden
anómalo destino y elabora un sistema para reivindicar, un universo suprarreal, sino que trastornan el que les
mediante una suprema decisión individual, su existencia fuera impuesto, reflejándolo de manera irrisoria. Am-
desgarrada por violentas impulsiones aberrantes. “Su bos concitan el fervor surrealista por su estado de insu-
grandeza –escribe Simone de Beauvoir– surge de su ten- rrección permanente, por su culto de la provocación y
tativa por captar desde su singularidad la esencia misma por la inusitada violencia que utilizan para escarnecer
de la condición humana”.13 las convenciones respetables de una sociedad intrínse-
El universo de Sade es un cosmos cerrado, existencial camente inauténtica.
y opresivo. Los objetos son formas impenetrables y hosti- Sin embargo, esa rebelión sensual y pesimista no supera
les que exasperan sus deseos de posesión y producen en el punto de partida. El surrealismo ha pretendido mucho
su sensibilidad un frenesí de modificación y destrucción. más y la imparidad de su empresa se refleja con singular
coherencia en Gérard de Nerval y Arthur Rimbaud. Ellos
han vivido las supremas tensiones del espíritu y han pre-
12. Gaston Bachelard, Lautréamont, París, 1956, capítulo 5, p.115.
13. Simone de Beauvior, El marqués de Sade, Buenos Aires, 1956.
p.138. 14. Georges Bataille, La literatura y el mal, Madrid, 1959, p.93.
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figurado el esplendor y la frustración de la aventura me- vacío de la existencia. Rigaud a los veintinueve cedió al
tafísica, que llevada a sus últimos extremos no tenía, para vértigo impaciente del suicidio. “Cierro herméticamente la
los poetas en cuanto tales, otra alternativa que el suicidio ventana y abro la llave del gas; olvido encender el fósforo”,
o el silencio. Rimbaud, el precursor recusado por “no haber había escrito Crevel, el más buen mozo de los surrealistas,
hecho imposibles ciertas interpretaciones deshonrosas de anticipándose con sentido premonitorio al momento en que
su pensamiento, al estilo Claudel”, será siempre la clave él también aceptara esa solución “justa y definitiva”. Deses-
de esa aventura metafísica. Rimbaud, “el que sufre y se perado y doliente, Antonin Artaud seguía las huellas de Ge-
ha sublevado” desciende hasta el extremo de la angustia rardo y se internaba en un cosmos de sombras. “Yo puedo
humana en una serie de rebeliones sucesivas. La ascesis decir verdaderamente que no estoy en el mundo y esto no
surrealista, con su violento rechazo de las normas y sus téc- es una mera actitud espiritual”, escribe en carta a Jacques
nicas de acceso basadas en el automatismo y el ensueño, se Rivière. Para Artaud, el surrealismo fue una nueva especie
torna menor ante el apocalíptico furor y el orgullo satánico de magia, un camino peligroso que puede conducir al cono-
“de aquel que será Dios”. De aquel que en medio del desa- cimiento de lo universal e infinito. Su aventura espiritual
rreglo y la anarquía de los sentidos, con el alma monstruosa anárquica y salvaje, sobrepasa los límites y lo abisma en el
y agotando en sí mismo todos los venenos, “ha visto” las vacío de la locura. Pero hay otros que se acercan con más
cosas innumerables e inauditas y ha lanzado su desafío seguridad al estrecho sendero de la liberación. Gilbert-Le-
y su anatema antes de precipitarse a la rugosa realidad comte y René Daumal, promotores del surrealismo disiden-
fulminado por el rayo del cielo. “No os enseño nada nue- te de Le Grand Jeu, recorren un itinerario alucinante. Por
vo –escribe Fondane– al deciros que él fue el primer poeta distintos caminos avanzan hacia el interior de sí mismos,
surrealista; y tampoco he de sorprenderos al decir que fue hacia el íntimo océano abisal, que iluminado permitirá la
el último. Esa “experiencia” empieza con él y acaba con él; visión angélica de la totalidad y los transformará en esen-
después de él ya no es una experiencia poética, o si prefe- cia, tornándolos hombres despiertos.
rís, no es más que una experiencia poética, una experiencia Según la doctrina metafísica (no en sentido de especu-
teórica”.15 Como Nerval, el autor de Saison en Enfer fue un lación ni de teoría de los principios últimos, sino del co-
auténtico precursor y a su modo completó la experiencia, nocimiento de lo que está más allá de lo individual, finito
pero no fue el único ni el último como afirma Fondane. El y temporal) el fin verdadero del hombre es la compren-
surrealismo, además de los teóricos y los esteticistas que sión de la Identidad del Yo trascendental, fundamento
no lograron superar el plano discursivo, rescata también a supraindividual de la conciencia en que existen todas
un grupo de hombres desesperados que luchan contra las sus experiencias, y lo infinito, es decir, comprensión de
evidencias, hasta el límite de sus posibilidades. EI precio la identidad entre Atman y Brahma, para expresarlo
de esa ascesis imperfecta fue la locura y el suicidio. Vaché a con los términos indios. Como objeto de su propio cono-
los veintrés años afirmó su voluntad de substraerse al gran cimiento, el hombre es el ego, como sujeto cognoscente o
Atman es idéntico con lo infinito o Brahma. La esencia de
la comprensión consiste en vivenciar este descubrimien-
15. Benjamín Fondane, El poeta y el esquizofrénico. La conciencia to. Conociendo su propia eternidad esencial el hombre es
vergonzosa del poeta (II), en Sur, N° 38, Buenos Aires, noviembre, capaz de entregarse a la vida, ser libre sin restricciones
1937, p. 55.
202 203
ni temor, pues esa experiencia suprema, indescriptible CAPÍTULO X
pero absolutamente simple, en la que la conciencia se re-
pliega a su origen, sería en suma una intuición trascen-
La tentación luciferina de René Daumal
dente de lo intemporal, una verdadera experiencia de in-
mortalidad que abriría ante el sujeto un universo nuevo,
La rebelión literaria. Transformar el mundo o cambiar la
muy distinto del mundo creado por la visión sensomotriz.
vida. El universo mágico de Ouspensky. Guerra Santa contra
Si Lecomte y Daumal cumplieron su anhelo no lo sa- la ilusión. Daumal y Pauwels parten con Gurjieff. Una vía
bremos nunca. Lejos de la literatura comprometieron sus que une la Tierra con el Cielo. Sobre el “filo de la navaja”.
vidas en una empresa más que humana. Ambos murie- Transformación y renacimiento. El “castillo del dragón en el
ron jóvenes, a la edad de treinta y seis años, uno des- fondo del mar. Las dos revoluciones
truido por la droga que le ayudó “a soportar el suplicio
mental, que eligió con plena voluntad”; otro, discípulo de
En ese vasto silencio acorazado de gri-
Gurdjieff, sobrellevó los dolores físicos, morales y espiri-
tos de guerra, oculto del exterior por el
tuales de una iniciación destructora que prometía con-
huidizo espejismo del tiempo, el Eterno
ducirlo al estado del hombre despierto, dueño de la visión
Vencedor oye la voz de otros silencios…
indivisa. Sus últimos años son testigos de un combate
Pero yo estoy separado de él por estos
espiritual que lo acerca a las fronteras de la muerte. A
ejércitos de, fantasmas que debo aniqui-
esa empresa luciferina, él mismo la denominó La Guerre
lar…
Sainte, la lucha contra la ilusión, contra los “yo” sucesi-
Rene Daumal, La Guerre Sainte
vos e inauténticos, contra la percepción condicionada y la
falsedad del dualismo. Daumal, extenuado por una dis-
El hombre se niega a reconocer que
ciplina agobiadora, llega a las puertas del “Conocimien-
puede y debe transformarse en algo en-
to” y tal vez accede a esa “soledad central”, a ese “vasto
teramente diferente. Sólo el desarrollo
silencio acorazado de gritos de guerra” donde mora el Yo
interior, el despertar de una nueva cua-
trascendental, acabado y extático.
lidad de la conciencia, le dará correcta
Pueda yo un día instalarme en esa ciudadela – comprensión de sí mismo y le permitirá
había escrito–. Sobre las murallas, que me desga- organizar su vida sobre la tierra. El fu-
rre hasta los huesos, para que el tumulto de los turo pertenece no al hombre, sino al su-
fantasmas ilusorios no penetre en la cámara real.16 perhombre, que ha nacido ya y vive entre
nosotros.
Ouspensky, Tertium Organum

René Daumal es el poeta de la aventura trascendente,


de la búsqueda enriquecedora, de la aspiración decisiva
16. Louis Pauwels, Gurdjieff, el hombre más extraño de este siglo, y prometeica. Su revolución psicológica señala uno de los
Buenos Aires, 1955, p. 492. caminos más arduos y erizados de peligros que pueda
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transitar el hombre, en busca de la transformación de su En la época de la primera posguerra, cuando los jóve-
ser interior. Su vida breve (1908-1944), se halla signada nes se enfrentan al desconcierto y a la crisis, Daumal,
por una preocupación fundamental: superar el mundo de sediento de renovaciones, siente la atracción irresisti-
la percepción condicionada, para acceder al nivel de con- ble del grupo iconoclasta, que de las cenizas de Dadá,
ciencia impensable, a la fuente intemporal del ser, a ese acaba de forjar el movimiento surrealista. Por primera
Centro absoluto situado más allá del flujo del devenir y vez, desde el romanticismo germano, un movimiento li-
de la impermanencia de las cosas, que se oculta bajo el terario acude a la poesía y al ensueño para trascender la
mito del Paraíso perdido. condición humana y, buceando en los oscuros pasadizos
Como Novalis, considera que la tarea suprema de la del alma, lucha por abrir una puerta en el muro hacia el
cultura consiste en apoderarse del “yo” trascendental. conocimiento supremo. Sin embargo, su adhesión al su-
Para ello, el poeta deberá sustraerse a la experiencia sen- rrealismo es sólo relativa. Si bien se pliega a la rebelión
somotriz mediante un heroico trabajo de despojo, tornar literaria, comprende claramente sus limitaciones insal-
a la psique permeable y receptiva y avanzar unificando vables. Muy pronto se lo acusa de excesivo misticismo y
la aparente pluralidad del cosmos en una introversión entonces, con sus amigos Vailant, Lecomte y Réneville,
incesante. Entonces, más allá del cautiverio sensible y funda en 1928 la revista Le Grand Jeu, y dedica sus ma-
de la frontera del dualismo, podrá realizar la conciencia yores esfuerzos a profundizar los estudios orientales.
unitaria y “despertar” al gran satori que la degradación Cuando sobreviene la crisis surrealista, y la rebelión
tempoespacial no alcanza jamás a perturbar. literaria se transfiere de la condición humana a la con-
Su técnica de acceso consiste en elevar el potencial dición social, unos proclaman que la revolución debe pri-
de las fuerzas contrarias. De la indagación sistemática meramente liberar al hombre de las “trabas materiales
a la desesperada reducción del pensamiento discursivo, exteriores”; otros, en cambio, otorgan capital prioridad
Daumal, como el adepto zenista, rompe las ligaduras a la liberación interior, tratando de conciliar el ideal de
que condicionan a su psique y destruye los marcos del Marx y el de Rimbaud. Ante esta alternativa los jóvenes
Yang y el Yin en una dura ascesis de imprevisibles con- de Le Grand Jeu radicalizan el pensamiento rimbaudia-
secuencias. no y apelando a peligrosas psicotécnicas se lanzan a la
Desde muy joven camina tras las pistas de la vacui- búsqueda del conocimiento absoluto. Se trata de cambiar
dad resplandeciente. La poesía, la mística y el ocultismo la vida, y a la zaga de los grandes místicos, piensan que
lo acercan a la certidumbre del “saber escondido” con el la transformación del mundo sobrevendrá como conse-
que ha soñado desde su adolescencia. La suya es una re- cuencia de la revolución interior. Cuando cada uno altere
volución permanente que sólo se extingue al contacto con fundamentalmente dentro de sí las causas que engen-
la muerte prematura. Pero antes del fin, o del principio, dran el conflicto y la miseria, se producirán gradualmen-
ese “heroico conquistador de nuestras verdades funda- te en el mundo externo los cambios masivos que reclama
mentales y misteriosas”, ese audaz escalador de la mági- la sociedad progresista. Por eso abandonan la seducción
ca montaña que une a la Tierra con el Cielo, recorre todo de la mera reforma o del fácil repudio, para internarse
un ciclo de revoluciones, desde la rebelión literaria hasta por la senda difícil del conocimiento propio y la sistemá-
la revolución psicológica. tica indagación del yo.

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La weltanschauung romántica de clara procedencia doctrinas nacidas de una intuición primordial del mun-
oriental que impregna a la doctrina surrealista, se agudi- do, han sido elaboradas por excelentes racionalistas. El
za en Daumal. Como antes en Novalis, surge la voluntad ocultismo filosófico descubre un universo yuxtapuesto al
de transfigurar la vida, hic et nunc, y acceder a lo real de la ciencia, en el que la causalidad es substituida por
colocando al hombre por encima de los sentidos. Debe- la analogía y donde sus leyes, prescindiendo del marco
mos ser más que hombres, había escrito Novalis mientras tempoespacial se expresan en términos de corresponden-
pugnaba por obtener “superiores estados de conciencia”, cias simbólicas o de campos de sincronicidad, según la
anticipándose al superhombre nietzscheano y a la mecá- terminología junguiana.
nica de las mutaciones entrevista en las tesis hörbigeria- Pedro Ouspensky (1878-1947), moviéndose dentro de
nas. esa particular cosmovisión, elabora mediante una “lógica
Esta ambición desmesurada, tenía, no obstante, lí- afectiva” las proposiciones coherentes de lo maravilloso.1
mites ciertos. Transmutar la poesía en un conjuro má- Apoyándose en las geometrías no euclidianas de Gauss,
gico para cambiar la vida, había llevado a Rimbaud de Riemann y Lobachevski, en las experiencias místicas y
la desesperación al silencio y transformar el mundo en en las intuiciones de otros exploradores del hiperespa-
plazos perentorios, requería una fuerza política capaz de cio como Hinton y Bucke, considera que para acceder al
realizar una revolución profunda en las estructuras so- nivel de conciencia objetiva, lo esencial consiste en alte-
cioeconómicas. Por eso, en el momento de la crisis, las rar el sentido ordinario del tiempo; ese tiempo que pasa
salidas coherentes se ofrecen al margen de la literatu- inexorable, el Fugit Irreparabile Tempus virgiliano. El
ra. El surrealismo disuelve sus componentes dificultosa- filósofo ruso enfrenta el problema otorgando al tiempo
mente unidos por una dialéctica exaltada. Los impacien- el carácter de dimensión superior del espacio. El tiempo
tes marchan al marxismo, otros persisten en conciliar lo sería entonces otra dirección igualmente real a las tres
espiritual y lo social en una correlación superada. Los que captan nuestros sentidos, condenados a percibir en
menos, Daumal entre ellos, comprometen su vida y esbo- el “ahora”. El mundo, las cosas y nosotros mismos, ten-
zan la partida mortal bajo la vigilancia de Gurdjieff, en dríamos una extensión en esa dimensión invisible y al
una de las sociedades iniciáticas más extraordinarias de experimentarla mediante el éxtasis profundo, sobreven-
nuestro tiempo. dría una transformación radical en la conciencia. El salto
La consigna fáustica, que había sido también la del de lo finito a lo infinito, de la parte al Todo, se produciría
naturalismo teosófico italiano con Ficino y Pico y en ge- cuando el hombre que vive tocando esa dimensión en un
neral de ciertos grupos del Renacimiento, cobra en el punto (el ahora) y al que el pasado y el futuro le resultan
pensamiento de Daumal singular vigencia. “Por eso me inasibles, acierta a “ver” en esa cuarta dimensión. Podría
entregué a la magia”, es también su consigna. Discípu- entonces contemplar el Tiempo en sí, ver en otros luga-
lo tardío de Agrippa, de Paracelso, de Van Helmont y res del tiempo, vivenciar ese estado donde se dan todas
Fludd, Daumal solicita a la magia las claves del conoci-
miento y se entrega a la férrea disciplina de un misterio-
so credo metafísico. Pero el ocultismo ya no es Martínez 1. Véase Pedro D. Ouspensky, Tertium Organum, México, 1950, es-
de Pasqually ni Swedenborg, ni Wronski; ahora, esas pecialmente, las pp. 245-259, y Un nuevo modelo del Universo,
México, 1950, capítulos II y XXI.
208 209
las posibilidades de aprehensión, donde existen todos los Hombre”, ofrece una psicotécnica esotérica que comienza
puntos del mundo. con el análisis del “yo” y el dominio de las funciones neu-
Estos conceptos que recuerdan el regressus ad origi- rovegetativas. Su enseñanza alterna los temas básicos
nem, provocado por magos y shamanes, se hallan condi- de la Tradición Secreta con antiguas doctrinas del Asia
cionados para cualquier verificación objetiva, por la ob- Central y su aplicación dentro del marco de una discipli-
tención de un nivel diferente de conciencia. Ouspensky na agobiadora, tiende a la implacable disolución del “yo”
propone al hombre la aventura no euclidiana de bosque- mediante ejercicios mentales y danzas presumiblemente
jar una nueva gnoseología, frecuentando mentalmente derviches, que propician una singular atomización psico-
el espacio multidimensional con el arma de una “lógica lógica.
distinta”, el Tertium Organum. Para ello sería preciso Daumal coincide con Gurdjieff en que los “yo” suce-
desechar las leyes de identidad y contradicción, superar sivos que conforman nuestra personalidad convencional
la dualidad del pensamiento ordinario, lograr la amplia- deben sacrificarse a fin de que aparezca lentamente, de-
ción de la conciencia y remontar a tientas a partir del trás de esas fugaces imposturas, el verdadero “yo”, radi-
vacío y la oscuridad del éxtasis, la vía superhumana que calmente distinto. Es preciso luchar contra esas aparien-
conduce al mundo UNO de las causas. Daumal presta su cias, pues en medio del combate espiritual se va creando
adhesión racional y afectiva a estos fragmentos de una la substancia del auténtico “yo”. Rimbaud lo intuyó así
enseñanza desconocida, pero no se contenta con ello. An- cuando decidió buscar su “yo” verdadero en otra parte
hela una praxis, una psicotécnica segura que eliminando que en las ordinarias manifestaciones de la personali-
los opuestos y reduciendo las apariencias múltiples eleve dad. Yo es otro afirmó el autor de la Lettre du voyant y
su conciencia al nivel de coincidentia oppositorum, en el Keats, el apasionado visionario, escribió alguna vez ade-
eje mismo del Ser. lantándose a Gurdjieff: “Llamad al mundo el valle donde
Mientras Gilbert Lecomte arde en una ascesis anár- se fabrican las almas y comprenderéis entonces su pro-
quica y se obstina en alcanzar lo absoluto destruyéndo- fundo sentido”.
se, haciéndose vidente por un largo, inmenso y razonado El creador de Le contre-ciel (1936) y La Grande Beu-
desarreglo de todos los sentidos. Mientras agota todas las verie (1938) pretende explicar por la poesía el todo del
formas de amor, de sufrimiento y de locura, como quería hombre y comienza por abandonarse a la escritura
Rimbaud, y no desdeña frecuentar los “paraísos artificia- automática en un esfuerzo por liberar el subconsciente,
les”, para llegar a ser el gran enfermo, el gran maldito, pero con la secreta finalidad de poner en evidencia esa
y el supremo sabio; Daumal elige en oposición a la vía corriente engañadora que forma “la trampa incoheren-
“húmeda” de Lecomte, la vía “seca” del conocimiento pro- te de nuestra vida común” y poder aniquilarla para ir
gresivo que conduce a la aniquilación de todos los pen- descubriendo los perfiles reales del “yo” superconsciente.
samientos, emociones y deseos, es decir, de todo lo que “El poeta –escribe Daumal– nos hará asistir a la bata-
conforma una personalidad que es necesario destruir por lla que libra contra la ilusión, hablará de sí mismo, de
inauténtica y superflua. Daumal conoce entonces a Geor- sus tormentos, dejará hablar a sus pasiones, sus manías,
ges Ivanovitch Gurdjieff, el enigmático mago caucasiano sus sentidos, para combatirlos mejor, para vencerlos y
que, en su “Instituto para el Desarrollo Armonioso del encerrarlos en el sepulcro de una palabra medida”. Sin

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embargo, esa técnica que agotó el surrealismo, no es Profundizar la aventura que señalan estas proposicio-
suficiente para calmar su ardiente necesidad de ser. El nes significó para Daumal avanzar por una vía sobrehu-
poeta debe callar hasta tanto no consume en sí mismo mana desde la cual “las comunicaciones con el mundo
esa transformación necesaria que le permitirá nombrar a corren el riesgo de cortarse definitivamente”. Pauwels,
las cosas creándolas, convocándolas a la existencia real. que se internó acompañando a Daumal en las trampas
Mientras no exista en él el poeta responsable, sólo le será mortales de la Enseñanza Gurdjieff, ha resumido en bre-
permitido hablar para incitar a la destrucción de su iden- ves palabras el sentido de la “ambición luciferina”, que
tidad ilusoria. los guiaba por una vía dudosa a los confines del silencio
y de la muerte.
Hablaré para convocarme a la Guerra Santa.
Hablaré para denunciar a los traidores que he ali- Eso, era, pues, lo que queríamos llegar a ser:
mentado. Hablaré para que mis palabras produz- poetas responsables, que han sobrepasado la ins-
can vergüenza a mis acciones, hasta que llegue el piración en provecho del conocimiento, libres y no
día en que una paz acorazada de trueno reine en la cantores, sino creadores. Queríamos ser Dios que
cámara del Eterno Vencedor. habla. Queríamos pasar hacia aquel lado en que el
Verbo se hace carne. Habíamos partido con Gurd-
El artista subjetivo no crea, se halla sometido al caos jieff en busca del conocimiento, de la libertad y de
de los pensamientos que lo gobiernan y realiza su obra de la unión. Nuestra poesía no podía ser sino ese len-
acuerdo con las imposiciones de los “yo” sucesivos. Vive guaje superior que al expresar este conocimiento,
en la hipnosis de sus pasiones, de sus gustos y de sus esta libertad, esta unión recrea las cosas y todos
hábitos. Como dice Gurdjieff, la humanidad mecánica no los movimientos de la vida humana en su signifi-
cado paradisíaco.
puede tener sino un arte subjetivo. El arte objetivo, por
el contrario, es esencialmente creador y requiere un ar-
He ahí sintetizada la apasionante y trágica “tentación
tista consciente, despierto, que por lo menos haya logrado
luciferina”. Pero la vía de acceso elegida, el “cuarto ca-
vislumbrar el nivel de conciencia objetiva.
mino” preconizado por Gurdjieff para obtener un nivel
En una colección de notas y ensayos de Daumal apa-
superior de conciencia y ser idéntico a lo absoluto, si bien
recida después de su muerte (Chaque fois que l‘aube
se inspiraba en líneas generales en los principios de la
paraît, N.R.F., París, 1953), el poeta comenta cinco
mística oriental, especialmente búdica –que Daumal ya
proposiciones de Rolland de Réneville, que sintetizan
conocía–, poseía con respecto a otras técnicas de ascesis,
el pensamiento íntimo de esos buscadores de absoluto
matices propios de extremada dureza. Avanzar a “con-
que experimentan la radical insuficiencia de su exis-
trapelo” de la naturaleza, sacrificar las creencias más
tencia personal: a) La poesía es un instrumento de
íntimas, hachar los sentimientos, no identificarse, no ad-
conocimiento; b) El verdadero conocimiento es experi-
herirse, desprenderse de los gustos, de los sufrimientos,
mental; c) El verdadero conocimiento es identidad del
de las pequeñas alegrías, abdicar la falsa personalidad.
sujeto y el objeto; d) El verdadero conocimiento es el de
En suma, no existir hasta que “renacido” se pudiese vol-
lo absoluto; e) La producción de un poema es análoga a
ver a experimentar la vida en relación a lo real, al “yo”
la génesis de un mundo.
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verdadero. Daumal acepta esta experiencia sobrehuma- imagen de un axis mundi que in illo tempore posibilitaba
na y se somete a ese trabajo pleno de rigidez y frialdad la comunicación con el cielo. Es la Montaña Cósmica, el
que preconiza la Enseñanza Gurdjieff, con un entusias- Árbol situado en el centro del mundo, el Pilar central que
mo que, según Réneville, adoptó en el comienzo casi una sostiene los niveles cósmicos. Desde allí las relaciones con
forma de intolerancia. Formula duros juicios sobre las lo divino no ofrecían dificultades y el hombre primordial,
ascesis de Lecomte y profetiza su derrota. Pero, como ex- en estado de beatitud, podía gozar de plena espontanei-
presa Pierre Minet, el entrañable amigo de ambos desde dad creadora. Sin embargo, una ruptura cósmica o falta
los tiempos de Le Grand Jeu, Daumal no es sólo uno de ritual (la caída) los separó violentamente interrumpien-
1os hombres superiores que vivieron últimamente, sino do esa situación paradisíaca y arrastrando al hombre a
el tránsfuga de una aventura mucho más enriquecedora, su actual condición humana. Desde entonces, muy pocos
mucho más humana que aquella de la que el Mont Ana- elegidos obtienen mediante las prácticas del éxtasis, un
logue es el relato inacabado.2 estado mental que les permite –aunque por breve tiem-
La enseñanza Gurdjieff ha sido enaltecida y execrada. po– reintegrarse a los comienzos y recuperar el Paraíso
Minet considera que se trataba de una búsqueda adecua- Perdido. Para ello deben actuar desde un “centro” donde
da para devolver a la vida su profunda utilidad y otorgar lo sagrado se manifieste, un espacio consagrado ritual-
una lucidez extremada, pero que desdeñaba su belleza y mente, desde el que sea posible la ruptura de nivel que
su calor, comenzando por negar que el hombre liberado caracteriza el retorno al Gran Tiempo Mítico.
a sí mismo fuese algo más que una máquina incoheren- La ambición de Daumal es la de reintegrarse a esa si-
te presa de las solicitaciones externas. Era “una sombra tuación primordial. Como los shamanes, intenta regre-
glacial volcada sobre la esperanza y el deseo, una tumba sar hacia atrás, a la “plenitud inicial”, retrocediendo en
para todos aquellos que consideran que la vida es sinóni- el tiempo hasta la perfección de los comienzos. Su ex-
mo de amor”. periencia mística equivale a una muerte ritual y puede
El literato que aún pervive junto al metafísico expe- homologarse a la ascensión al cielo que practican los sha-
rimental va narrando en su Mont Analogue (NRF, Pa- manes en el árbol ceremonial y a los siete pasos de Buda
rís, 1952)3 –completamente inspirado en la enseñanza de que lo llevan a la cima del mundo cósmico.
Gurdjieff, según afirma Pauwels– las alternativas de su El Monte Análogo que Daumal nos presenta es la ré-
aventura interior, encubriéndola con metáforas y símbo- plica de una imagen arcaica y constituye una variante
los. del simbolismo de ascensión. Es el monte sagrado de las
El Monte Análogo es una vía que une la Tierra con el mitologías, el Monte Meru, de los hindúes; el Sumeru,
Cielo y su característica esencial consiste en su inaccesi- de los pueblos uraloaltaicos; el Zinnalo de los budistas
bilidad por los medios humanos ordinarios. Es la mítica laosianos; la roca Batu-Ribn, de los semangs de Malaca.
También puede homologarse al ziqqurat considerado por
Eliade como una verdadera montaña cósmica. Sus siete
2. Cf. Louis Pauwels, Gurdjieff, el hombre más extraño de este siglo pisos representaban los siete cielos planetarios y al su-
(Monsieur Gurdjieff), Buenos Aires, 1955, p. 488 y ss. birlos el sacerdote llegaba a la cima del universo. Esta
3. René Daumal, El Monte Análogo, traducción de Alicia Renard, concepción sostiene asimismo el sentido secreto de1 tem-
Mundonuevo, Buenos Aires, 1961.
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plo de Barabudur, construido como una montaña artifi- El acto paradójico de la “salida del tiempo”, siempre se
cial. “Ascender a él equivalía a un viaje extático al centro formula a través de simbolismos de trascendencia espa-
del mundo; al alcanzar la terraza superior, el peregrino cial o cosmológica. Subir al Cielo, constituye una empre-
realizaba una ruptura de nivel, trascendía el espacio pro- sa riesgosa, y acceder a “otro mundo”, es un paso difícil,
fano y penetraba en una pura región”.4 que deberá intentarse por la “puerta estrecha”, como se-
Daumal utiliza esta imagen de e1evación aplicada ñala el Evangelio, o andando sobre “el filo de la navaja”,
universalmente por todas las místicas cuando tratan de para emplear la imagen del Katha Upanishad.
expresar la idea de trascendencia. La simbología reviste Pero volvamos al poeta. Daumal ha experimentado las
una particular riqueza y denuncia un arcaico comporta- severas técnicas impuestas por Gurdjieff y se halla listo
miento de la psique, cuyo significado se esclarece en los para la aventura que supone distanciarse de un mundo
mitos y ritos de iniciación. de ignorancia y de dolor que se desarrolla en el tiempo, y
Eliade afirma que la equivalencia vida mística=retorno dar el paso decisivo de la “muerte a la vida”, del “sueño
al Paraíso, es un “dato” humano universal de antigüe- a la vigilia” de “lo irreal a lo real”. Como dice Jung, refi-
dad incontestable. Unir la Tierra con el Cielo significa, riéndose al Zaratustra de Nietzsche, “Un hombre nuevo,
entonces, abolir la condición humana profana, provocar un hombre completamente transformado está por apare-
una ruptura de nivel en la conciencia y recobrar la con- cer en escena; uno que ha roto el caparazón del hombre
dición divina, accediendo a un nuevo modo de ser. Para antiguo y que no sólo mira hacia un nuevo cielo y una
expresarlo con otros símbolos comunes, este proceso de nueva tierra sino que los ha creado”.5
iniciación se homologa con el segundo nacimiento; el des- El Monte Análogo existe en algún lugar del plane-
censo al infierno (la muerte), y la ascensión al Cielo (la ta y su pie debe estar siempre al alcance de los seres
resurrección). humanos tal como la naturaleza los ha hecho, pues “la
En la perspectiva del Tiempo Cósmico, la existencia es puerta hacia lo invisible debe ser visible”. El poeta de-
ilusoria e irreal. El hombre arcaico intuye un tiempo cí- cide escalarlo y con un grupo de iniciados, parte a las
clico, en el cual, el mundo se crea, permanece y se destru- antípodas bajo el mando del extraño Padre Sogol, es-
ye periódicamente. Visto de esa manera, nuestro mundo pecie de Gurdjieff-Ouspensky, que ha comprobado ra-
histórico es sólo un instante, una ilusión fugaz, y el hom- cionalmente la existencia del monte y al que Daumal
bre que reconoce esa precaria situación y busca liberarse señala como “nuestro mayor en las cosas de la mon-
de las apariencias, o bien se aleja del mundo y se refugia taña”. Finalmente los aventureros fuerzan la entrada
en las técnicas del éxtasis pugnando por entrar en con- de ese mundo oculto, al que la curvatura de su espacio
tacto con la realidad absoluta, inaccesible a los demás protege de la curiosidad y la codicia, como una gota
medios de conocimiento; o bien permanece en la acción, de mercurio es impenetrable para el dedo que intenta
pero renunciando al fruto de la misma, sin identificarse tocar su centro. La ascensión es difícil, pero Daumal,
ni aferrarse a la irrealidad de las formas que nacen y se luego de alcanzar un refugio, retorna al anterior para
desvanecen en el tiempo.

5. C.G. Jung, prólogo a Daisetz Teitaro Suzuki, Introducción al bu-


4. Mircea Eliade, Imágenes y símbolos, Madrid, 1956, p. 46. dismo zen, Buenos Aires, 1960.
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“enseñar nuestros primeros conocimientos a otros bus- mental y emocionalmente dormido ante el sentido fun-
cadores”. A cada avance le sigue un retroceso, pues damental de la existencia.
es ineludible preparar a los que habrán de ocupar el Múltiples condicionamientos lo mantienen en un es-
lugar que se abandona. De pronto, la muerte planea tado de letargo. La historia, la cultura, los factores so-
sobre el buscador y una frase del V capítulo queda de- cioeconómicos, son otras tantas “alienaciones” que se
finitivamente trunca. Las últimas palabras se tornan suman a sus instintos, sus complejos o sus glándulas de
simbólicas. El gran silencio lo penetra mientras avan- secreción interna. Sin embargo, tanto en Oriente como
za decidido sobre “las tierras movedizas”, y acaso sea en Occidente, las místicas aportan psicotécnicas diversas
entonces cuando René Daumal completa su aventura y destinadas a lograr la “liberación” (Moksha). El hombre
se instala en la cámara real, en ese vasto silencio amu- que se aplique a la destrucción sistemática de las falsas
rallado de gritos de guerra, del que lo separaban los identificaciones podrá repetir con el Buda, “esto no es yo”
ilusorios fantasmas de la captación sensorial. Su lucha (na me so atta); es decir, podrá reintegrarse a la realidad
permanente, su Guerra Santa6 contra las apariencias intemporal (akaliko) y acceder a un nivel de conciencia
y la multiplicidad, su ambición luciferina por trascen- transpersonal (shahaja) que le permita ver con ojos nue-
der los opuestos y las limitaciones, por “despertar del vos y actuar al margen de los engranajes, con perfecta
sueño”, como pedía Gurdjieff, para liberarse del tiempo espontaneidad creadora.
y conocer, hundiéndose en la corriente de la vida que Hay una vida superficial que mira hacia afuera y se
impregna el cosmos enlazado por las analogías, hizo nutre de la apariencia de las cosas y hay otra vida inte-
de Daumal uno de los más lúcidos integrantes de esa rior generalmente vaga e imprecisa que presiente den-
vanguardia de hombres, a los que Pauwels considera tro de sí misma un nivel superior de realidad. Cuando
con razón, como los únicos verdaderamente “compro- predomina la visión extravertida, el hombre no es más
metidos” en la aventura del mundo actual. que el fariseo capaz únicamente de un entendimiento
El hombre debe transformarse, de lo contrario la revo- literal. Un ser en estado de sopor, que elogia, que teme,
lución y el progreso serán la continuidad modificada de que presume y que sólo actúa por la satisfacción del mé-
un estado de confusión y de caos. Debe comprender que la rito o la alabanza. Cuando el hombre percibe claramen-
evolución interior es posible y que existe un significado te la relatividad del ego y acentúa su visión interna,
más allá y por encima del significado corriente de la vida. es susceptible de crecer y evolucionar hasta obtener un
“Aquel que comprende tiene alas”, afirma el Pañca Umsa renacimiento que lo transforme en un hombre diferen-
Brahmana (IV, 1, 13). Tal como parece ser, el hombre es te, despierto, dueño de un nuevo nivel de pensamiento,
un producto inacabado, un ser incompleto que se halla sentimiento y comprensión. Ese estado paradisíaco –al
que los Evangelios denominan el Reino de los Cielos–
no es un lugar exterior, es una posibilidad precisa de
6. La Guerre Sainte. Texto inédito de René Daumal, publicado en desarrollo íntimo, un estado real que se encuentra en el
junio de 1946 por la revista Fontaine. De acuerdo con la opinión de hombre mismo.
Pauwels, que no pudo transcribirlo en su libro, debido a la prohibi- Como lo indican las más profundas enseñanzas re-
ción de los “grupos” Gurdjieff, dicho texto constituyó el “Levántate y lativas a la psicología, si bien el hombre se halla entre
anda” de los intelectuales que frecuentaban la Enseñanza.
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dos niveles de ser, entre la “tierra” y el “cielo”, puede trar en la “sala purpúrea de la ciudad de jade” o en el
acceder a su meta suprema por medio de un segundo “castillo del dragón en el fondo del mar”, para expre-
nacimiento. “El que no naciere de nuevo, no podrá ver sarlo con las imágenes que emplea el Hui Ming King
el Reino de Dios”, dice Cristo (Juan 3:3). La concep- para determinar ese “lugar germinal” que se oculta en
ción central de estas doctrinas es la de que el hom- el símbolo mandálico de la Flor de Oro.
bre puede alcanzar ese nivel superior mediante una Pero esa transformación que comienza con el conoci-
verdadera revolución mental. Un esfuerzo continuo, miento de sí, no es en el futuro ni depende del tiempo, ni
un cambio total de las reacciones habituales, de las tampoco se experimentará como final del ciclo terrestre
propias tendencias, de los modos comunes de aprehen- de existencia. Lo que pertenece al tiempo no puede ex-
sión, un moverse hacia adentro, hacia los signos más perimentar lo intemporal. La transformación no se pro-
profundos y sutiles. Dejar de ser un hombre de los sen- ducirá en un cierto momento que imaginamos adelante,
tidos, un hombre literal, un hombre de la “tierra” y en el futuro; por el contrario, lo real carente de tiempo
luchar contra el “fariseo”, que, incapaz de captar nada está siempre al alcance del hombre. Como afirma Kris-
interiormente, sólo piensa en términos de logro y se hnamurti, la verdad sólo puede ser ahora, de instante
complace en las apariencias y el aplauso, cerrando el en instante, y sólo el hombre desesperado puede hallar-
acceso del Reino. Cuando Cristo fustigó a los fariseos la, pues ese no necesita técnicas para ser revolucionario;
que dormían bajo el poder de tos sentidos, se refería a sino que por sí mismo es la revolución, está en estado de
aquellos hombres imbuidos en los asuntos del mundo revolución.
que marchan enceguecidos por la posición, el poder y el Cierto positivismo hablará de sueños utópicos y an-
dinero. Esos hombres realmente muertos son los ricos tihistóricos, de evasiones del tiempo y de fórmulas de
en espíritu, aquellos que ya poseen su consuelo, que “compensación”. Sin embargo, lejos de negar la realidad,
no entrarán en el reino pues se consideran superiores los hombres que buscan el “estado de alerta”, la hiperlu-
y satisfechos con sus posesiones materiales y sociales. cidez, y luchan por el “despertar”, son los que marchan
En cambio, los pobres en espíritu se hallan abiertos a “en el sentido del porvenir y dan sólidamente la mano a
una modificación substancial, a una remoción radical los filósofos, a los físicos, a los matemáticos y a los biólo-
de las bases espirituales y morales, a una transmuta- gos que preparan el advenimiento de un mundo sin me-
ción que puede conducirlos al despertar de una “sur- dida común, con el mundo de pesada transición en el que
perconciencia”. Son los que se hallan vacíos, los des- vivimos aún por una hora”.7
contentos, los desesperados, los que han dejado atrás La transformación psicológica es la revolución esen-
la vanidad y el amor propio, los que ven lo falso como cial. El hombre que ansía esa transformación modifica
falso y lo verdadero como verdadero y logran asimismo de hecho la realidad que lo circunda y su insatisfacción
percibir la verdad que puede esconderse en lo falso y radical supera el reformismo cortical y parcelado de los
la falsedad en aquello que se considera verdadero. De que postulan exclusivamente la revolución exterior. Am-
ellos será el “reino de los cielos”, el “palacio cerrado bas revoluciones son aquí y ahora y en determinados as-
del rey”, según la expresión de Filaletes, o la “cámara
real” de que hablara René Daumal. Ellos podrán pene-
7. Louis Pauwels, ob. cit., p. 495.
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pectos coinciden y se complementan. La lucha es contra He muerto porque no tengo deseos,
los condicionamientos, el conformismo, los prejuicios, el no tengo deseos porque creo poseer,
subdesarrollo y la miseria. creo poseer porque no trato de dar, al tratar de
En este mundo en transformación los poetas y los mís- dar
ticos se alinean junto a los sabios de vanguardia. La bús- me doy cuenta que nada poseo,
al comprobar que nada poseo, trato de darme yo
queda de un nivel impersonal e intemporal de la concien-
mismo,
cia es el común denominador que los une en una misma
al tratar de darme yo mismo, comprendo que
familia. Como afirma Oppenheimer, uno de los matemá- nada soy,
ticos físicos más importantes de nuestra época, el mundo al ver que nada soy, deseo transformarme,
que definen los sentidos es simplemente un mundo de al desear transformarse, se vive.
apariencias. El mundo de la realidad se oculta bajo la
superficie de las cosas y en ese mundo real, tanto el mís-
tico como el hombre de ciencia y el poeta se esfuerzan
por penetrar mediante sus propias técnicas. El místico,
por una toma de posición ontológica más allá de la limi-
tación tempoespacial; el científico por las matemáticas
y el razonamiento inductivo; el poeta, abandonándose a
las imágenes que brotan de los abismos de su ser y esta-
bleciendo relaciones entre los objetos más alejados en el
espacio y en el tiempo, a fin de recuperar por un instante
esa visión unitaria del cosmos que escapa a la percepción
ordinaria.
Rimbaud despertó al dios que vivía bajo su arcilla
carnal y, sabiéndose del cielo, escrutó los cielos. Daumal
abandonó la vida periférica y buscando evadirse de los
límites del “yo” descubrió el mensaje secreto de los libros
sagrados. Siguiendo el sabio consejo de Chuang-Tsé, usó
su mente sólo como un espejo. No aferró nada, no rechazó
nada. Recibió, pero no conservó. Desterrado en el tiempo,
la rebelión metafísica lo impulsó –más allá de toda litera-
tura– hacia ese peligroso y estrecho sendero interior que
conduce a la agonía, a la muerte y a la resurrección. Su
voz adquirió entonces el tono del “artista objetivo” capaz
de convocar a los seres a la existencia absoluta y restituir
al mundo su maravillosa apariencia.

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