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¿Qué es la química orgánica?

La química orgánica es una rama de la química que estudia las sustancias y compuestos de tipo


orgánico; o sea, aquellos que contienen en su estructura atómica el carbono. Por esa razón, esta
disciplina también es conocida como la “química del carbono”.
No obstante, los químicos modernos han ampliado su campo de estudio. Aunque el alma de la química
orgánica sigue siendo el carbono, también se consideran compuestos orgánicos aquellos que
contengan hidrógeno, azufre, oxígeno, nitrógeno y halógenos, los cuales aparecen con frecuencia en
los organismos vivos y sus compuestos derivados.
La química orgánica se interesa en general por la estructura, el comportamiento, las propiedades y los
usos de esos compuestos químicos, por lo que es esencial para comprender cómo funciona la vida en
nuestro planeta.
La principal diferencia entre química orgánica e inorgánica radica precisamente en los elementos que
estudian. Mientras que la química orgánica analiza los compuestos del carbono y sus derivados, la
química inorgánica se enfoca en la composición, estructura interna y reacciones de los compuestos
químicos inorgánicos, como los óxidos, hidróxidos, ácidos o sales.
Origen y evolución de la química orgánica
Si estás preguntando “¿Qué es la Bioquímica?” y la química orgánica, te explicamos ahora su origen y
evolución. Ambos permiten explicar los procesos químicos que ocurren en los organismos vivos y
entender su funcionamiento a nivel molecular. De hecho, todos los compuestos responsables de la vida,
desde los ácidos nucleicos y las proteínas hasta las enzimas, son sustancias orgánicas. Entender su
estructura y las transformaciones que sufren es fundamental para aprovechar todo su potencial.
Cabe aclarar que el término “química orgánica” fue introducido en 1807 por Jöns Jacob Berzelius, quien
se dedicaba a estudiar los compuestos derivados de los recursos naturales. En aquel momento, se
pensaba que era imposible obtener un compuesto orgánico en el laboratorio.
Sin embargo, en 1928, Friedrich Wöhler observó que un compuesto inorgánico podía convertirse en un
compuesto orgánico, lo cual confirmó que los compuestos orgánicos también pueden sintetizarse en el
laboratorio. Cuando los químicos se dieron cuenta de que podían preparar compuestos orgánicos en el
laboratorio a partir de sustancias que tuvieran carbono procedente de compuestos inorgánicos, abrieron
la puerta a una amplia gama de aplicaciones derivadas de las síntesis de moléculas.
La importancia de la química orgánica en la actualidad
El sector industrial de la química orgánica es probablemente uno de los que más ha crecido en las
últimas décadas, en gran parte debido a su diversidad y la cantidad de recursos que produce para otras
industrias, por lo que desempeña un papel protagónico en la economía mundial. Hoy, la química
orgánica está presente en los procesos a través de los cuales se obtienen el petróleo, la gasolina, el
gas natural o el butano, combustibles esenciales para el funcionamiento de la industria y los hogares.
La química orgánica también se encuentra en la base de los procesos de fermentación y destilación de
azúcares que se llevan a cabo por microorganismos y se utilizan tanto en la industria alimentaria para
elaborar alimentos como en el sector cosmético para fabricar solventes. De hecho, es esencial para la
fabricación del jabón a partir de las grasas animales y vegetales.
No obstante, la química orgánica no solo se encuentra en la base de muchos procesos industriales,
también es esencial en el campo médico, donde se utiliza fundamentalmente para  identificar, sintetizar
y desarrollar nuevos compuestos químicos aptos para el uso terapéutico, desde los antibióticos hasta
sustancias que imitan la función de las hormonas y enzimas, por lo que también es vital para nuestra
salud.
Hoy por hoy, la importancia de la química orgánica es tal, que forma parte del currículo de una amplia
gama de carreras, desde la Biotecnología hasta la Bioquímica, Farmacia, la Medicina o la Ingeniería
Ambiental.

Importancia de la Química Orgánica


La química representa todo un amplio universo de reacciones y organizaciones de la materia, desde los
niveles subatómicos hasta las más grandes moléculas. Dentro de este vasto campo de la ciencia
existen dos grandes géneros que distinguen a los compuestos químicos en función de los elementos
que los componen. En un primer lugar tenemos a los compuestos inorgánicos, los cuales se encuentran
presentes de una u otra forma en toda la materia que compone al Universo y cuyo estudio nos permite
comprender las reacciones elementales existentes entre los átomos y las moléculas; mientras que en
segundo término encontramos un área enteramente dedicada a las moléculas cuya composición se
encuentra centrada en un elemento base particular, el carbono, por ello que esta área científica ha sido
conocida bajo los nombres de: química del carbono, química orgánica y hasta química de la vida.
Moléculas para la vida
Si el carbono no hubiese podido establecer la afinidad química y organizacional que tiene con el
hidrógeno en primera instancia y luego con elementos como el nitrógeno, el oxígeno, el azufre y hasta
los halógenos, no solo careceríamos de una química orgánica de la cual hablar, sino que la propia vida
no hubiese sido posible tal y como la conocemos, desde las organizaciones moleculares más básicas
como los virus, hasta los humanos y demás formas de vida superior.
Aunque científicamente no se descarta la posibilidad de que esta fortuita combinación de elementos con
los cuales se ha estructurado toda la materia orgánica sobre el planeta pudiera haberse generado
empleando algún otro elemento base en sustitución del carbono, para igualmente hacer posible la
aparición de las primeras células, sin lugar a dudas, la gran abundancia de carbono disponible en el
Universo, hizo posible que éste asumiera semejante responsabilidad, ya que absolutamente todas las
moléculas que constituyen la base de la química de la vida, son de naturaleza exclusivamente orgánica,
perteneciendo a uno de los tres grandes grupos estructurales, proteínas, lípidos e hidratos de carbono o
incluso siendo combinación entre dos grupos, como por ejemplo en el caso de las lipoproteínas que
constituyen parte del colesterol disuelto en nuestra sangre y los glucolípidos que conforman las
membranas celulares, moléculas sin las cuales definitivamente la vida no se hubiese podido originar, al
no existir una estructura molecular que a modo de membrana pudiese contener en un espacio reducido,
protegido y controlado, todo el resto de moléculas orgánicas que cumplen con las diversas funciones de
lo que conocemos como procesos metabólicos y las actividades propias de los organismos vivos.
Funciones moleculares
Además de presentar características específicas según el tipo de enlaces que se generan entre los
átomos de carbono, que les confieren la cualidad de ser alcanos, alquenos o alquinos, la química
orgánica ha podido establecer la distinción también de las propiedades particulares que puedan tener
las moléculas orgánicas según los distintos tipos de configuración, tanto si su cadena central es lineal, o
si, por el contrario, se junta en sus extremos, conformando un ciclo.
Del mismo modo, la química orgánica, clasifica a las moléculas según sus estructuras radicales, es
decir, las ramificaciones secundarias anexas a la cadena principal. Cuando estas ramificaciones están
presentes particularmente en los extremos de la cadena principal tienen la capacidad de conferir
propiedades específicas a la molécula, según las cuales han sido clasificadas funcionalmente como: 1)
Alcoholes, 2) Fenoles, 3) Éteres, 4) Aldehídos, 5) Cetonas, 6) Ácidos Carboxílicos y 7) Aminas.
Toda esta clasificación según la estructura de las moléculas ha permitido la evolución de los propios
estudios de la química orgánica como ciencia, generando así los grandes avances que se tienen sobre
la comprensión de los diversos fenómenos químicos que afectan la vida, tanto de forma positiva como
negativa. En este sentido, la importancia de la química orgánica se encuentra extendida desde los
aportes que ésta ha brindado para el estudio y comprensión de cada uno de los procesos metabólicos,
el descubrimiento incluso del propio DNA y el vínculo entre los genes, sus expresiones y alteraciones,
hasta cada uno de los campos de la tecnología que disfrutamos a diario, ya que si la química orgánica,
no se hubiesen podido descubrir, procesar y aprovechar los diversos productos que se obtienen del
petróleo y por supuesto, esta propia industria siquiera se hubiese generado, ni mucho menos
expandido.
Polímeros Naturales
Ciertamente, es asombrosa la capacidad que tiene la química orgánica para establecer enlaces entre
las moléculas y cómo éstas a su vez logran alcanzar “gigantescos” niveles de organización, al punto de
poder hallar auténticas macromoléculas conformadas por una gran cantidad de polímeros, los cuales a
su vez pueden hallarse como moléculas independientes y funcionales, tal como es el caso de las
enormes proteínas, las cuales poseen no menos de 50 aminoácidos en su estructura, siendo éstos
piezas clave en el desarrollo de un gran número de procesos metabólicos.
Igualmente, ocurre con otra gran variedad de polímeros ya sintetizados de forma industrial, que han
permitido el desarrollo de compuestos altamente complejos, destinados a facilitar la vida de la
humanidad, gracias a toda la funcionalidad que la química orgánica le brinda a las industrias y a la
tecnología.
Referencias
Chang, R. (1997). Química. 4ta Edición (1era en español). McGraw-Hill. México.
Morrison, R. T., & Boyd, R. N. (1998). Química orgánica. S/E. Pearson educación. Madrid – España.
Solomons, G. (1978). Organic Chemistry. Editorial John Wiley & Sons. USA.
WADE, L. G., et al. (2004). Química orgánica. S/E. Editorial Pearson educación. Madrid, España.
Wolfe, D. (1995). Química General, Orgánica y Biológica. 2da Edición (en español). McGraw-Hill.
México.

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