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Documentación Técnica 1.
Estamos expuestos a tal cantidad de información que puede ser una fuente de ansiedad,
confusión y aislamiento.
Más es menos
La información que existe en todo el planeta se duplica actualmente cada cuatro años
En el origen de este trastorno está el volumen creciente de estímulos que nos asalta
diariamente. La información que generamos y recibimos se multiplica cada vez más y
nos sentimos angustiados ante la imposibilidad real de estar al día. Entre correos
electrónicos, SMS, mensajes al buzón de voz y llamadas telefónicas, el globo de
información al que tenemos que dar respuesta se va hinchando exponencialmente.
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A estos estímulos personales tenemos que sumar la radio, la televisión, la publicidad en
los medios escritos y audiovisuales, los mensajes que nos llegan cuando salimos a la
calle, en el trabajo, dentro de casa con la familia... Todos estos inputs sumados producen
un agotamiento intelectual creciente que puede derivar en diferentes grados de
ansiedad. La sensación de que no podemos con todo acaba generando depresión y
aislamiento, ya que la persona infoxicada no pierde la esperanza de ponerse al día y se
zambulle cada vez más en su estrés comunicacional.
Cada día vemos a ejecutivos que prácticamente chocan con los peatones mientras
avanzan por la calle contestando mensajes con su BlackBerry, o personas incapaces de
atender medio minuto seguido en una reunión o entrevista porque su artilugio no para
de vibrar con la entrada de cada mensaje. Sobre esto, el novelista J.B. Priestly afirmaba
que “cuanto más avanzan los medios de comunicación, más nos cuesta comunicarnos”.
Un mar de estímulos
En un estudio realizado en Estados Unidos, este experto señala que el número diario de
mensajes publicitarios que recibía un ciudadano en la década de los años 70 era de unos
500, que no son pocos, pero hoy le llegan más de 3.000. Encontramos un crecimiento
parecido en otras clases de información, y las personas con un cargo ejecutivo están
expuestas a diez o veinte veces este volumen. Se ha calculado que un gerente típico,
entre mensajes e informes, tiene que leer un millón de palabras por semana. Es decir:
el equivalente a tragarse tres veces el Quijote entero.
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En contraste con eso, Halpern señala que “en la sociedad de nuestro tiempo, en cambio,
el nivel de ruido es tan grande que sacude nuestros cuerpos y nos aparta de los ritmos
naturales. Este asalto del ruido y otros estímulos a través de nuestros oídos, mentes y
cuerpos añade una carga extra de estrés a todos los que intentamos sobrevivir en un
entorno que, de hecho, ya es altamente complejo”. Ante esta multiplicación del ruido
informativo vale la pena que nos preguntemos si es un error en nuestra evolución o bien
desempeña alguna función en la supervivencia de nuestra especie.