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Jacques Donzelot, Michel Foucault, Jean Paul de Gaudemar, Francine Muel - Espacios de Poder
Jacques Donzelot, Michel Foucault, Jean Paul de Gaudemar, Francine Muel - Espacios de Poder
ESPACIOS DE PODER
Traducción:
Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría
LAS EDICIONES DE
'P�-----
"Genealogía del poder", colección dirigida por
Julia Vare/a y Fernando Alvarez-Uría
Diseño cubierta:
Roberto Turégano
l.S.B.N.: 84-7443-034-8
Dep. Jégal: M-749-1981
Imprime: Técnicas Gltáficas, S.L.
Las Matas, S. Madrid-29
INDICE
Págs.
- 9 -
Miche/ Foucau/t
10
los,
lle- de las relaciones de fuerza como principio de i ntel i gibilidad y de
cos racionalización de las relaciones internacionales; en último l ugar,
ma contexto de la u nidad territorial de I talia y de Alemania, dado que
de Maquiavelo era de los que había intentado definir las condiciones
fos bajo las cuales podría ser realizada la unidad territorial italiana.
.vi· Es pues en esta situación cuando Maquiavelo resurge de nuevo .
ua- Pero es cierto que entre el honor hecho a Maquiavelo a comienzos
ual del siglo X VI y su redescubrimiento en el X I X, se ha jugado en
pia torno a él toda u na partida, partida compleja y multiforme: algu·
nos elogios expl ícitos ( Naudé, Machon), numerosas cr íticas fron·
ra, tales (de origen católico: A mbrogio Politi, Disputationes de Libris a
de Olristiano detestandis; y de origen protestante: l nnocent Gentillet,
1si- Discours su r les moyens de bien gouverner contra Nicolas Machía·
ita vel, 1576). y numerosas cr íticas i m pl ícitas ( G . de la Perriere, M iroir
ica politique, 1567: Th . E l yott, The Governor, 1580, P. Paruta, D11ll a
Perfezione della Vita política, 1579).
se Este gran debate no sólo es visto en relaci ón al texto de Maquia·
ue velo, a l o que ten ía de escandaloso y d e radicalmente i nasi milable
¡u - para su época, sino en relación a algo que se in.tentaba definir en su
na especificidad: un arte de gobierno. Unos refutaban la idea de un
ra- nuevo arte de gobierno centrado en el Estado y en la razón de
ás Estado, estigmatizándola con el nombre de m aq uiavelismo; otros
lo refutaban a Maqu iavelo por defender que existía un arte de gober·
:le nar, al mismo tiempo racional y legítimo, del cual el Príncipe no
11, era más que una aprox i mación i mperfecta, casi una caricatura;
te otros, en f i n, para mostrar la legitimidad de un arte de gobierno
Je justificaban al menos algunos textos de Maquiavelo (lo que hacía
JS Naudé en sus comentarios a Tito L ivio; Machon hab ía incluso in·
tentado mostrar que nada era más maquiavélico que el modo me·
te diante el cual, según la B iblia, D ios m ismo y sus profetas hab ían
J· gu iado al pueblo hebreo ) . En todo caso , se trataba de distanciarse
lr de una cierta concepción del arte de gobierno que, según sus funda·
1e mentos teológicos o sus justificaciones religiosas, tuviese por puro
r- objetivo y princi pio de racionalidad el sólo interés del Pr íncipe.
11- M antenemos entre paréntesi s el problema de si la interpretación
o que se ha hecho de Maquiavelo en este debate era o no correcta. Lo
1; ' esencial es que se intentaba hacer aparecer un tipo de racionalidad
•
n que sería i ntr ínseca al arte de gobierno sin estar subordinada a la
o Problemática del Pr íncipe, y a su relación con el principado del
IS que es señor y patrón.
I·
El arte de gobierno se definirá, pues, d iferenciándose de una
i·
cierta habi lidad del Príncipe que algunos crs yeron encontrar en los
i·
textos de Maquiavelo, que otros no encontraron. mientras que
ll
otros incluso llegaron a criticar este arte de gobierno como una
o
, , nueva figu ra del maquiavelismo.
Michel Foucault
Esta pnl ítica más o menos ficticia del Príncipe respecto a la que
intentamos distanciarnos está caracterizada por un principio: que
para Maquiavelo, sea esto cierto o no poco importa, el Pr íncipe
estar ía en u na relación de singularidad y de exterioridad, de tras·
cendencia respecto a su principado. Recibe su principado por he
rencia, por adquisición o por conquista, en todo caso no forma �
i
parte de él, es exterior a él. Los lazos que lo ligan a su principado 1
son de violencia o de tradición, ya se haya establecido por tratados,
o con la complicidad y alianza de otros príncipes; es pues una ligazón 1
puramente sintética, no hay una pertenencia fundamental, esencial,
natural y jurídica entre el príncipe y su principado. Corolario de
este principio : en la medida en que la relación es de exterioridad, es
frágil y no cesará de estar amenazada. Amenazada desde e l exterior
por los enemigos del Pr íncipe que quie'ren apropiarse o reapropiarse
de su principado, y desde el interior ya que no hay razón a priori
' para que los súbditos acepten el princ:pitdo del Príncipe. En fin, de
este principio y de este corolario se ded, .-;e un imperativo: el obje
tivo del ejercicio del poder será mantener, reforzar y proteger este
principado entendido no como el conjunto constituido por los súb-
_, ditos sino en tanto que relación del Pr íncipe con aquel lo que posee,
r
la gubernamentalidad
13
r
J
Miche/ Foucault ..
i
tales como los incidentes o desgrac ias del tipo de la carest ía,
la epidemia, la muerte, etc. Y puesto que el gobierno se refiere
a las cosas así entendidas, a estas imbricaciones entre los hom·
bres y las cosas, pienso que se encontraría fácilmente su confir·
mación en la metáfora inevitable a la que se refieren siempre estos
tratados de gobierno, es decir, la metáfora del navío. lQué significa
gobernar una nave? . Significa por supuesto ocuparse de los marine
ros, pero también de la nave, del ca rgamento; gobernar una nave
significa además tener en cuenta los v ientos, los escollos, las tem
pestades; es esto lo que caracteriza el gobierno del navío: poner en
relación los mari neros con la nave que debe ser salvada, con el
cargamento que es preciso conducir al puerto, y todo ello en rela
ción con sucesos tales como los v ientos, los escollos, las tempesta·
des, etc. Lo mismo ocurre respecto a una casa : gobernar una casa,
u"a fami lia, no es esencial mente tener por objetivo salvar la propie
dad de la familia, es tener como objetivo a los individuos que la
componen, su riqueza, prosperidad, tener en cuenta los sucesos que
pueden acaecer en ella tales como la m uerte o el naci miento, tener
en cuenta las cosas que pueden hacer dichos m iembros, tales como
las alianzas con otras fami lias... ; todas estas cuestiones generales que
caracterizan al gobierno, respecto al cual el problema de la propie
dad de tierras en el caso de la fami l ia o la adquisición de la sobera
nía sobre un territorio en el caso del Pr íncipe no son más que
elementos relativamente secundarios. Lo esencial es pues este com
plejo,de cosas y hombres, no siendo la propiedad y el territorio más
que unas de sus variables.
Este tema del gobierno de las cosas q Úe 1arece con La Perriere
<,
1 pre, para ser un buen soberano, proponerse un fin: "el bien común
y la salvación de todos."
Tomo como ejemplo un texto de finales del siglo XV I I ; Pufen·
dorf dice: " No se ha conferido (a los soberanos ) la autoridad sobe·
rana más que con el fin de que se sirvan de ella para procurar o
conservar la util idad pública." Un soberano no debe considerar
nada ventajoso para sí mismo si al mismo tiempo no lo es para el
Estado. lEn qué consiste este bien común o esta salvación de la
que hablan los juristas y que normalmente se invoca y se considera
como el fin m ismo de la soberan ía? . Si se observa el contenido real
que juristas y teólogos le confieren , se ve que para ellos bien común
es que los súbditos obedezcan todos y sin excepción a las leyes, de
donde se deduce que confían en ellas, practican los menesteres a
los que son desti nados, respetan el orden establecido, al menos en
la medida en que este orden se conforma a las leyes que Dios ha
impuesto a la naturaleza y a los hombres; esto quiere decir que el
bien públ ico es esencial mente obediencia a las leyes, a la del sobera·
no terrenal o a la del soberano absoluto, Dios. En cualquier caso lo
que caracteriza el fin de la soberan ía, este bien común y general, no
es en suma más que la sumisión a la soberan ía . Esto quiere decir
que el fin de la soberan ía es circular, reenv ía al ejercicio m ismo de
la soberan ía. E l bien es la obediencia a las leyes, en consecuencia el
bien que se propone la sobera n ía es que la gente la obedezca.
Circu laridad esencial que sea cual sea la estructura teórica, la justifi·
cación moral, y los efectos prácticos, no está muy lejos de lo que
decía Maquiavelo cuando afirmaba que el objetivo, principal del
Príncipe debía ser el de conservar su princi pado. Se vuelve así
siempre a este c írculo de la soberan ía o del principado en relación a
s í mismo .
Ahora bien, con la nueva definición de La Perriere, con su bús·
queda de definición del gobierno, creo que se ve aparecer otro tipo
de final idad. El gobierno se define como una manera de disponer
las cosas para conducirlas no al bien común, como decían los textos
de los juristas, sino a u n fin conveniente para cada una de las cosas
que hay que gobernar. Esto implica ante todo una plural idad de
fines específicos; por ejemplo, el gobierno debe obrar de tal modo
que se produzca la mayor cantidad posible de riquezas, q ue se le
proporcione a la gente medios suficientes de subsistencia, incluso
la mayor cantidad posible de dichos medios; deberá procurar que la
población pueda multi plicarse, etc. En consecuencia toda una serie
de final idades espec íficas se convertirán en el objetivo mismo del
gobierno. Y para alcanzar estas distintas final idades se dispondrán
las cosas -y es importante esta palabra disponer ya que en la so·
beranía el i nstrumento que l e permitía alcanzar su fin, es decir, la
obediencia a las leyes, eran las leyes mismas; leyes y soberan ía
constitu ían un solo cuerpo-. Por e l contrario, en el caso del gobier·
Michel Foucault
podr íamos perfilar sus correlaciones con la real idad: por una parte,
lé' teoría del arte de gobernar ha estado l i gada en el siglo XVI a
todo el desarrol lo del aparato ad ministrativo de las monarqu ías
territt.,riales (aparición de los aparatos de gobierno ) ; ha estado l iga·
da, además, a todo un conjunto de aná l isis y de saberes que se
perfi lan a finales del siglo XVI y que cobran toda su importancia en
el XV 1 1, ligada esencialmente al conoci miento del Estado en sus
disti ntos elementos, en sus diferentes dimensiones, en los diversos
factores de su potencia, conocimiento que ha sido l lamado estadís·
tica -ciencia del Estado-; en fin, y en tercer l ugar, pienso que esta
búsqueda del arte de gobernar no puede dejar de ser puesta en
relación con el mercanti l ismo y el cameral ismo.
Para exponer las cosas muy esquemáticamente, el arte de gober·
nar encuentra a finales del siglo XVI y com ienzos del X VI 1 una
primera forma de crista l i zación, forma q ue se organiza en torno al
tema de una razón de E stado entendida no en el sentido negativo y
peyorativo que se le da hoy (infringir los principios del derecho, de
la equidad o de la humanidad por el solo interés del Estado ) sino en
un sentido positivo y p leno: el Estado se gobierna según reglas
racionales que le son propias, que no se deducen ni de las solas
leyes naturales o divinas, ni de los solos preceptos de prudencia o
de sabiduría; el Estado al igual que la naturaleza tiene su racional i ·
dad propia aurque sea d e tipo distinto. Inversamente, el arte de
gobierno, en ·vez de intentar encontrar sus fundamentos en reglas
trascendentales en un modelo cosmológico o en un ideal f ilosófico·
moral, deberá encontrar los fundamentos de su racionalidad en lo
que constituye la realidad específica del Estado. Serán los elemen·
·
tos de esta pri mera racionalidad lo que trataremos en la próx ima
lección.
De todos modos y rápidamente, se puede decir que esta "razón
de Estado" ha constituido una especie de bloqueo en el esbozo del
arte de gobierno que ha durado hasta comienzos del siglo XVIII.
E x iste un determi nado número de razones. Primero, razo
nes h istóricas en sentido estricto: la serie de grandes crisis del
siglo XV 1 1 : la primera Guerra de los Treinta Años con sus devasta·
ciones; luego, a mediados de siglo, las grandes revueltas campesinas
y u rbanas, y en f i n la crisis financiera, la crisis de los medios de sub·
s istencia que gravitaron sobre toda la pol ítica de las monarq u ías oc
cidentales a fina les del s iglo XVII. E l arte de gobernar no pod ía
desplegarse, desarrollarse, multiplicar sus dimensiones más que en
un período de expansión, es decir, fuera de las grandes u rgencias
m i l itares, pol íticas y_ económicas que no dejaron de asolar el si·
glo XVII desde e l comienzo al final. Razones h istóricas, masivas y
elementales han bloqueado, pues, el arte de gobierno. Pienso, en
consecuencia, que si bien el arte de gbbierno se formula en el si·
glo XVI, se encuentra l uego bloqueado en el XVII a causa de una
Michel Foucault
20
:•
ESPAC I O C E R R ADO, T RABAJO Y
M O R A L I ZAC ION ( * )
Génesis y transformaciones paralelas de la
prisión y del manicomio
Jacques DONZEL OT
- 27 -
:•
Jacques Donzelot
28
4 Los c r lmenes contra las personas y los crimenes contra la propiedad van a
"desl i zarse" de l primer sistema hacia el seg1 ndo a f i nales del siglo X V 1 1 1 _
ten ían ya una alianza sel lada con el mundo del internamiento reli
gioso.
Recordemos las significaciones del gran encierro de 1656. En su
versión laica ( los hospitales generales con su administración burgue
sa! ) , al igual que en su versión religiosa (San Vicente de Pau l . ..) , el
i nternamiento refuerza la gran ruptura entre, de una parte, la vida
mundana con sus b u l l icios y sus desórdenes, y de otra, la vida
descansada y ordenada de los que están , fuera del mundo, proxi
mos a Dios por la observancia común, en un lugar cerrado y protegi
do, de los principios de la religión, aunque sea según u n modelo
autoritario y con una población rechazada y condenada por la
sociedad. " E l encierro, escribe M. Foucault, oculta a la vez una
metafísica de la ciudad y una pol ftica de la religión, se plantea
como un esfuerzo de s 1 n tesis tiránica entre esa distancia que sepa
ra el Jard ín de Dios y las ciudades que los hombres, expulsados del
paraíso, han levantado con sus manos" 6 .
La obligación del trabajo establecida en el internamiento desde
su aparición hay que i nterpretarla en relación con este fundamento
religioso. En un decreto de 1612, María de Medicis insiste sobre su
importancia: " Los pobres encerrados en los hospitales deben ser
tratados y alimentados lo más austeramente posible, y con el fin de
· no mantenerlos en la ociosidad serán empleados en moler el trigo
en mol i nos de mano, cortar mieses, fabricar cerveza, preparar ce
mento y realizar otras obras penosas, después de lo cual darán al
final del d ía cuenta del trabajo que hicieron bajo pena de ser casti
gados j:>or los maestros" 7 •
Este trabajo debe por supuesto servir para c�brir los gastos de su
subsistencia, s i n embargo, no se trata de suprimir la asistencia carita
tiva. Las parroquias pagan tasas destinadas a mantener las casas de
trabajo en I nglaterra. En Francia, los hospitales generales y los
prioratos se establecen según el principio de fundaciones caritati
vas. La preocupación pri ncipal no es, pues, suprimir la caridad, del
mismo modo que tampoco se espera que la apl icación al trabajo
solucione el problema de la miseria.
No se da, pues, tanto una valoración del trabajo como práctica
salvífica para el hombre en la tierra cuanto una condena moral y
religiosa del no-trabajo. El espectáculo de la ociosidad, el vagabun
deo y la mendicidad es rechazado: y en este rechazo es más fácil
entonces encontrar una di mensión rel igiosa que un razonamiento
económico : existe u na rebelión contra D ios, y en consecuencia
contra el rey, cuando u no n·o se incl i na ante la exigencia de un
11 Sobre este tema ver: P. LANTZ : " Etude sur A(lam Smith" en Revue d'his
toire economique et socia/e, 1968, núm. 3. '
Jacques Donzelot
34
9 lbid.
Espacio cerrado 35
10
Sobre este p un to : P L A N Y 1 : The great transformarían, cap itulo "paupe
rísm and utop ía", Boston , Beacon press , 1 963. •
12
Ph . P I N E L: Traité de la mania, París, aí'lo VI.
Espacio cerrado
37
Regeneración y adaptación
U
1 cerebro, más activa es la susceptibilidad, mAs aumentan las nece
idades, mAs imperiosos son los deseos, más se multiplican las cau
sas de la pesadumbre, más frecuentes son las alienaciones mentales,
20 •
más suicidios deben producirse"
20 ESQ
UIROL: " Le suicide", ert(culo.en Dictionnairt1 de1 1eience1 m«Jica
la, 1 8 1 9.
Espacio cerrado
41
la raza ( ra51uitism9 ) .
A traves de este tema la degeneración es puesta en relación con
el estudio del med io, es decir, con la búsqueda de una explicación
que i ncluya en una determi nante un itaria causal idades de orden
f ísico y moral a la vez. A este nivel, pues, la degeneración es anali
zada sirviéndose d e u n esquema indisolublemente médico y moral .
E l otro tema es el de la excesiva d ivisión del trabajo :
" En un análisis profundo se constata que el principio de la
división del trabajo refuerza la negatividad, ya por s í m isma mal ig
na, que la v ida manufacturera tiene sobre la vida de un pueblo.
Estamos convencidos de que si este famoso principio alcanza el
desarrol l o al que la codicia lo empuja, formará una raza de hombres
cobardes y degradados" 2 2 . Este texto data de 1B15, su autor es
un tal Lemontey, más l iterato que teórico, pero q ue fue uno de los
primeros en hablar de las consecuencias nefastas de la d i v isión del
trabajo y que será citado numerosas veces d urante la primera mitad
del siglo X I X . El tema no es sin embargo ajeno a los economistas:
para J.B. Say, un hombre q ue no hace en toda su vida más q ue una
sola operación, sin duda consigue ejecutarla mejor y con más rapi
dez que cualquier otro hombre, "pero al mismo tiempo se convier
te en alguien cada vez más inútil para cualquier otra ocupación, sea
ésta f ísica o moral; sus otras facultades se apagan y el resultado es
una degeneración en el hombre considerado i ndividual mente" 2 3 •
M iseria y debilidad por un lado, servilidad y ausencia de emula
ción por otro; la influencia del medi o y de l a división excesiva del
trabajo manufacturero produce un hombre degradado que por serlo
estará expuesto más q ue n ingún otro a las seducciones: "para quien
no tiene n i nguna idea, cualquier idea es una novedad, del mismo
modo que la embriaguez es más propensa en q uien nunca tomó
licores fuertes. En el seno de los pacfficos rebaños es donde los
re
civ i lización, asociado y subord i nado a una es r
or n ICO.
creacion en I nglaterra de las Work Houses corresponde asi
mi�mo a una ·condena de la indigencia y es a la vez una tentativa
para deli m itarla y supr i mirla. Si bien sus formas son muy semejan
tes a las de la colonia agr ícola (encierro, trabajo obligatorio) , el
dispositivo estratégico que ponen en marcha corresponde a catego
r(as de análisis total mente diferentes, cuyo principio esencial lo
pr4porciona la oposición individuo-sociedad.
H asta 1 834 la asistencia a la i ndigencia en I nglaterra descansaba
en la tasa de los pobres, i mpuesto percibido en las parroqu ias sobre
los propietarios agrícolas y manufactureros, redistribu ido a las fa
milias en forma de un salario de apoyo, de un subsidio de paro o de
una s.ubvención car itativa. Indexado a partir del precio agr ícola,
funciona a l a .vez como u n sistema de ayuda caritativa con carácter
religioso y como un instrumento económico de regulación del mer
cado mediante un doble efecto de estabil ización de los salarios y de
garantía del mercado i nterior.
· La ley de 1834, al suprimir la asistencia a los pobres, conmociona
completamente este equil ibrio que estaba �..., :-iertecta armon ía con
el capita lismo agrario, pero que no correspona1a al desarrollo de las
manufacturas, puesto q ue aseguraba una renta m ín ima a la porción
pobre de la población y por tanto la estimulaba a vivir en la depen
dencia de las parroquias falseando así l os datos del mercado de la
mano de obra.
En las grandes encuestas exigidas por el Parlamento en 1 832
para preparar la nueva ley sobre los pobres, las categor ías funda
mentales del anál isis son muy diferentes de las utilizadas por los
propagandistas de las colon ías agrícolas. Se las podía reagrupar
bajo una misma rúbrica constitu ida ahora por la oposisión i ndivi-
duo-sociedad . E n efecto, el erismo ueda a hora rele ado a un
d imensión puramente mora , es
los que pesa más fuertemente el acento: " Un establec imiento, cuyo
principal objetivo es el de aislar del mundo a seres que la vida social
ha privado de su razón, necesariamente producir ía consecuencias si
se situase en med io de los hombres. y puesto que la a lienación,
en la i nmensa mayor ía de los casos, debe su origen a nuestros
vicios, pasiones, miserias, en una palabra a la civil ización, es preciso
alejar a la v íctima de l os l ugares que le evocan su mal" (2 7 ) . Una
campiña solitaria, con terrenos cultivables, hermosos paisajes, aire
puro que invita a pasear, engendran una sana fatiga y d isponen al
reposo del alma; sobre esto el acuerdo es unáni me. La coacción, la
reclusión individual no son menos necesarias, pero entre estos ele·
mentos y l os otros existe a la vez complementariedad y encadena'
m iento lógico. Hay que reducir en pri mer lugar la enfermedad, el
ex'ceso, para qÚe pueda obrar la naturaleza.
Vemos pues como las categor ías de saber que per miten expl icar
la " marginación" a comienzos del siglo X I X , pese a divergencias de
fondo con el monasterio, concurren sin embargo a reactivar dos
aspectos fundamentales de éste : su sistema discipl inario y su carác
ter de comunidad humana q ue escapa a las disipaciones secu lares
(medio, histor ia) .
El trabajo terapéutico
La Moralización
3 2 Scipión P I N E L . op. c.
e estrategia.
J. El espacio cerrado extrae su fundamento y su coherencia de
una doble valoración del aislamiento. La desviación es reconducida,
en efecto, a dos n iveles: u no que es pura exterioridad (el med io, la
civil ización). otro que es pura interioridad (elección moral ) . Para
paliar los efectos nocivos del medio hay que efectuar un desplaza
miento de los individuos para instalarlos en un espacio protegido
del medio por la clausura. Y para actuar eficazmente sobre la mora
l idad del individuo, es preciso aislarlo previamente a fin de poder
inculcarle preceptos de conducta sin que se vea pertyrbado por
ninguna otra influencia.
4. Tras la teoría de u na preocupación humanitaria de moraliza
ción del recluso no hay más qve dos operaciones concretas :
Jacques Donzelot
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LA E NSE ÑANZA AG R I CO LA Y LA
DOM I NAC ION SIMBOL I CA DEL CAMP ESI NADO ( * )
Claude GRIGNON
- 53 �
ORGANIGRAMAS SUCESIVOS
1 848 1 920
1 N A (Versalln) cerrado en 1 N A: Restaurada en París en 1 876; otorga
1852. es
d de 1 892 un diploma de Ingeniero agróno·
mo.
EscuelH nacionales de 111rtcultura: Grlgnon,
Rennes, Montpelller: d i ploma de Ingeniero
· agricol1 desde 1 9 1 8.
Escuela nacional de horticultura ( 1 87 3 )
E s c u e l a n a cional de l ndustrlH agrícolas
( 1 893)
Ensei'lanza prl vada católica: Escuela de agrl·
cultura de Angers ( 1 89 9 ) , I nstituto agr(cola
de Beauvals ( 1 8 54)
Escuela femenina "" Coetlogon ( 1 923)
D E LA E NS E Ñ A N Z A AG R ICO LA
1 970
Eacuelas 1uperlorea n1ctonate1 111 ronómtc11 (ENSA) , entre las que está
el I N A ("prlmus lnter pues") , las antlguu •cuelas nacionales y la
escuela de In dustrias agr ícolas.
I nstituto nacional de formación de los profesores de enseñanza a g r ícola
( DIJon).
i
Escuetas nacionales de Ingen ieros de labor ( E N I T A , Angers , Beauvals,
Ll l l e, I T PA.
Escuela superior nacional femenina de agronom1'a (Coetlogon ) .
Escuela nacional femenina d e agronomi"a (Toulouse).
Clases de técnicos superiores de l os Institutos agrícolas (BTSA)
Colegl:>1 agrlco l u (ciclo corto; n iños o niñas) preparan para el diploma 'O m
"' :i
de enseñanza profesional agr ícola ( BEPA)
6. rD
r
Centro• de formación P ofe1 l o na t agrlcola para Jóvene1 (CEPAJ) que "' :>1
- "'
preparan para el di ploma de aprendizaje agr ícola ( BAA)
Centro• de aprendizaje prtv1do1 (ensenanza agr icola o del hogar)
< �
e "'
;; �
Cuaa fa m i l iares ruralea ( fundadas en 1 9 3 6 ; ntnos o nlflas) ensenanza
"' "'
alternante ( 8 d ías e n la escuela, 15 d 1'as en li explotación familiar) que � . (!)
3
N
preparan para el B A A , y, e n 4.º año para el S E PA
Cursos post -escolares profesionales agrlcol as y del hogar ag r lco las . � :l
g· "'!.
56 Claud6 Grignon
éme
3 Cf. A . J . Bourde, "Agronomie et agronomft en F race au X V l l l
siecle", París, S E V P E N , 1 967 .
Claude Grignon
58
verá obl igada a rural izarse para sobrevivir; los republicanos modera·
dos, y más tarde l os radicales, no pueden acceder ni mantenerse en
el poder más que conquistando el campo, conci l iándose o al menos
estableciendo un compromiso electoral con el campesinado que
sigue siendo mayoritario en el país. Los republ icanos, arriesgándose
a contrariar a las clases populares urbanas practicando la poi ítica
del "pan caro", abandonan su doctrina económica tradicional -el
l ibre cambio- conv irtiéndose al proteccionismo, en parte sin duda
por la presión de los mismos industriales pero también para dete·
ner, lo más pronto posible, el hundimiento de los precios agr ícolas,
en la crisis general de la agricultura. Pero solamente transformando
desde el interior las formas de actuar y de pensar campesinas, prin
cipal mente a través de la escuela. l os republ icanos pueden esperar
atraerse por mucho tiempo a los campesinos, sustrayéndolos de la
influencia de la iglesia y de l a aristocracia terrateniente que acaba
de perder un poder pol ítico recientemente conquistado (protegién·
dolos no obstante contra las tentaciones del socialismo) . y obtener
as í, a cambio de la conversión de la República en democracia rural,
la conversión de l os campos en Repúbl ica. La acción específica de
la enseñanza agr ícola sobre el campesinado no puede sin duda com
prenderse independientemente del trabajo realizado por la escuela
r u ra l de la que esta enseñanza constituye uno de sus e lementos.
1
por relegar la agricultura al puesto de materias accesorias, por susti
tuir la verdadera enseñanza, útil y práctica, por un conjunto dema
siado ambicioso de conocimientos agroriómicos l ibrescos, superfi·
ciales y sin relación con las necesidades y los intereses reales de los
agricultores. Si la enseñanza agrícola no encuentra su lugar en la l �1
escuela pri maria, se debe, según los "conserva.dores" , a que los '
programas de dicha escuela están demasiado recargados, a que se
hace perder el tiempo a los niños del campo con la qu ímica o la
h istoria antigua, y a que los maestros, que tambiér. pierden su
tiempo en las Escuelas Normales adquiriendo conoci mientos i núti·
les, tales como las lenguas extranjeras, son incapaces de enseñar lo
que desconocen. En suma, si los n iños de los agricultores est�n mal
i nstruidos (y mal educados) . se debe a que están "demasiado" ins·
truidos por maestros a su vez demasiado instruidos para estar bien
instruidos (y bien educados) . El tema de los eeligros de la instruc· ,!
ción, la necesidad de l imitar a lo rudi mentario el saber de las clases
populares es uno de los temas tradicionales de las fracciones domi·
Claude Grignon
62
.¡¡ Berlier de Vauplane, "Le cinquantenaire de Mettray ", Pa� ís, de Soya et
fila. 1890, p. 18.
Claude Grignon
¡U-
_es morales d cam �esigo jdet,; repcupa a por " i nstruir". pero
también por 1 educa r 1 por formar la razón d i ri giéndose al "cora
zón", la escuela primaria asocia la poes ía a la ciencia, la recitación
al aprendizaje del sistema métrico. El análisis de los manuales esco
lares, de los l i bros premiados, de los temas de redacción, de los .
textos seleccionados para la l ectura, o para el dictado, mostrar ía sin
duda que el campesino personi fica por excelencia las vi rtudes que
la escuela pri maria se esfuerza por inculcar al conjunto de los n iños
de las clases populares; las cual idades del trabajador y del ciudada
no (templanza, amor al trabajo, econom ía, sentido de la equidad,
probidad ) , pueden encontrarse tamb ién en el obrero (o mejor
en el artesano), en el comerciante, o, excep· 'rial mente, en el em
·
82
PO LITICA
EVOLUCION DE LA AG R IC U LTURA AGR ICOLA
r·
-
.. o
-
1 850
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_E ., [;] 66 1 1 ,1 Licencia de caza
.. "' 50 76 1 1 .4
1860 e 1J
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"O .. ·-
u Sociedad de los agris;ulto-
1 870 0i e 74 10,7 res de F rancia (aristocrata
v conservadora)
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� a. Unión central de los sindi·
10,9 catos agrícolas (rue d' Athé-
'
1880 es nes).
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75
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creación por Gambetta del
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Mi nisterio de Agricultura.
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1890 '.-'. g,
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... "tl cionismo .
� '"a Ley Mél i ne sobre el crédito
.. ...
·- e 92 1 3,2 agrícola
.. ·- ,
·¡: :l Primeros elementoli del Co·
1 900 u e;¡ digo rural
· -
43 87
p.
Federación nacional de la
mutualidad y de la coope·
1 5,8
·� o ración agrícola ( Bd . S t . Ger·
-
1 910 (J u
s mainl .....
1 920 G 78
B �
1 octubre
1 848 ' I nstituto N acional rev o l u c i ón de 1 848 , 1orna-
agronómico cerrado das de febrero, repres1on
_ a partir de 1 852. d e j u n io
escuelas regionales Ley F al l oux golpe de Estado del 2 de
granjas-escuelas d i ciembre
..
,_ enseñanza esµecial"
a guerra t rdnco-alemana
ca
na anexión c1e Madagascar
escuelas µrácticas de comercio la r ep ú b l i c a r ud i l
y de industria
} 1
escuelas de agricu l t u ra de
i nvierno guerrn de 1914-1918
1 918, ley Pl issonnier
enseñanzas d e l hogar pa- 1919: Ley Astier sobre
ra las n i ñas la enseñanza técnica. cur-
enserian z a agr i cola sos profesionales par"a e
- -
post-escolar aprendices
Claude Grignon
84
- 85 -
Jean Paul de Gaudemar
86
2
M. F O U C A U L T: op. c., p. 1 40 ( 1 4 1 - 1 42 en la Ed. castellana).
3
o. LANDES: L'Europe technicienne, Révolution technique e t li bre essor
industrial en E urope Occidentale de 1 7 50 a nos jours, Londres 1969, París,
Ed. G allimard, 1 975. Cf. concretamente p. 1 7 1 y ps. 264 y ss. Ver además
J.P. R I O U X : La Révolution indust r iel le 1 780-1 880. Ed. Seuil, Col. Points
H istoire. París, 1 97 1 , ps. 1 58 y ss .
4 s . PO LLA R D : The genesis o f modern �nagement. Harvard University
Pr,ss. 1 965, concretamerite el cap(tulo 5.
Jean Pau/ de Gaudemar
88
proceso de trabajo mismo, y no, como sucede con el trabajo a
domicilio o en el putti�out ayttem, sobre la materia prima, los
medios de trabajo o simplemente su producto. La discipl i na i nnova
pues al i naugurar un control sobre el modo mismo de la prod1,1c
ción de la mercancía. Pero al mismo tiempr reproduce formas de
control de laa poblaciones ya experimentadéb , otrós l ugares. Es
lógico, ya que en este campo la innovación es difícil y los primeros
industriales se muestran desorientados, desarmados frente a las ne
cesidades de este control de masa, tentados en consecuencia a reto
mar las viejas recetas de las disciplinas coactivas directas: fam i l ia y
ejército, hospital y escuela en menor medida, le proporcionan los pri
meros modelos. Se retoman pues las tecnolog ías de dominación
que venían ejerciéndose: fragmentación de las poblaciones y divi
sión de laa tareas, organización panóptica del espacio, codificación
estricta de las actividades, jerarqu ía piramidal... Y se introducen en
el nuevo espacio industrial hasta el momento en que se muestran
inadecuadas a las final idades del sistema productivo capitalista y a
la dinámica económica y social que engendran.
De aqu í se deriva una segunda fuente de i nterrogantes: la disci
plina-'como forma históricamente determinada del control patronal
sobre el proceso de trabajo no ser ía ni una, ni universal, sino que se
inscribiría en las transformaciones de la misma relación social capi
talista. Y si es cierto que la disciplina constituye el punto neurálgi
co de la relación de subordinación del trabajo al capital, el análisis
de la evolución de las formas de esta disciplina (por ejemplo las
formaa de control del proceso de trabajo) puede ser un indicador
fundamental de la evolución de la relación social en su conjunto .
De donde se deriva la i mportancia de la elaboración de un cua
dro teórico que permita establecer dicha relación. Esta será pues la
cuestión central que aquí nos planteemos.
Se intentará sobre todo desbrozar el terreno i nterrogando en
primer lugar este consenso tan contestable que opone disciplina
tecnológica y disciplina dominadora. Se lo interrogará util izando
como transfondo un estudio h istórico en marcha sobre la evolución
de las formas de disciplina y de control del proceso de trabajo en la
formación social francesa; util izando pues una serie de cuestiones
surgidas en el curso de dicho estudio, cuestiones quizá provisionales
en lo que a su formulación se refiere, pero no en lo que respecta a
los problemas de fondo que suscitan.
Se interrogará en primer lugar a Marx: lha simplemente leido
mal a Marx el marx ismo vulgar , defensor de la buena disciplina,
la tecnológica? l Fue Marx, citando abundantemente a Ure, eco
nomista disciplinario donde los haya, uno de. ' ' 'ls primeros teóricos
en denunciar sistemáticamente la discipli n• de r irica como "djsci,·
Para una genealogía de las formas de disciplina
89
5
plina de cuarte l , perfectamente elaborada."? . lO vehicu l a el
propio discurso de Marx algunas ambigüedades respecto a este pun·
to? lNo se presta Marx a una interpretación d icotóm ica de la dis
ciplina de fábrica?
Se planteará a continuación la polémica desarroll ada desd e hace
años entre los marxistas a propósito de la división del trabajo.
Polémica que abarca en parte el estatuto de la disciplina: l as críti
6
cas hechas en otro tiempo al célebre ensayo de S. Marg l i n lo
ponen de manifiesto. F i na lmente se conclu irá formulando l as cues
tiones que orientan el desarrollo del estudio histórico al que nos
hemos referido, a guisa de prel i minares para una geneal og ía de la
disciplina en el proceso de trabajo.
10 Respecto a este tema puede verse el número especial del Mouvement So
cial, oct.-diciembre 1 9 7 6 , consagrado al nacimiento de la clase obrera y en el
que se contienen monografías de manufacturas.
1 1
K . MAR X , op . c., p. 50
12 K . M AR X , op . c . , p . 57
14 K. MAR X , op. c . . p . 1 03 ,
Para una genealogía de las formas de disciplina 93
1f/;, :.i
1 7 H. B R A V E R MA N : Travail et capitalisme monopoliste. Ed . �-:
Eco. e t Socialisme. París, 1 976, p. 62.
111 K . MARX : op. c., p. 1 06. E ste texto va seguido de not• con eielllM••
tomados �r.Marx de los reglamen '9 s de lai ' i� inglf••t·
._ ..
Para una genealogía de las formas de disciplina 95
Esto recuerda sin duda la frase con que concluye Marx más ·
adelante: " lSe eqlfivoca F ourier cuando l lama a las fábricas presi
d ios atenuados?" 1 9 • Nada más cierto históricamente que estas
realidades evocadas por Marx de las primeras fábricas carcelarias en
sentido estricto, próximas a los presidios 2 0 , que después sufren
mejoras progresivas como atestiguan con frecuencia las fábricas
construidas en la actual idad.
Podemos de todos modos preguntarnos, cien años más tarde,
sobre cuestiones que Marx difícilmente pod ía plantearse, sobre el
futuro que el capital ismo ha reservado a esos "presidios atenuados"
y que constituye nuestro presente; sobre la forma en que se ha rea·
l izado o no la tendencia "puramente tecnol ógica" de la división y
de la disci plina del trabajo.
Los hechos en s í mismos están claramente establecidos: en l í·
neas generales, las condiciones de trabajo en las fábricas, desde la
época de Marx, han mejorado, y el nivel de mecani zación se ha
ciertamente elevado. Por e l contrario, lo que no está muy claro es
la forma en que se ha real i zado esta transformación, ni la incidencia
que ha tenido en la discipl i na del trabajo:
1 - E l propósito de Marx es ambiguo cuando señala en una
anotación que "las mejoras que se van introduciendo en la maqui
naria imponen hasta cierto punto una " mejor construcción de los
edificios frágiles, que redunda ind irectamente e n beneficio de los
obreros " 2 º . l las fábricas modernas, a veces l impias, ai readas,
espaciosas (al menos en ciertos sectores de la producción), donde
reinan condiciones de trabajo correctas ( no me refiero al ritmo de
trabajo sino al ambiente circundante inmediato), habrfan pues surgí·
do de una dinámica interna al maquinismo? ¿Y esta dinámica
tendería en cuanto ial a suprimir el lado puramente disciplinario de
las cond iciones de trab1jo, 101 11pecto1 no productivos de la disci·
plina, para conservar solamente la sumisión al mecanismo objetivo
de las técnicas de producción? Curiosa reflexión la de Marx, del
que más bien se hubiese esperado la: idea de que en el origen de
estas mejoras están las reacci ones colectivas de los trabajadores.
lt K .
MAR X : op, c., p. 1 0S. Referencia a La fause Industrie de C. Fourier.
P•b, 1 835, vol. 1 , p. 59. Marx añade "Ahora bien en los establecimientos
tOnllltidos por más tiempo a la ley de la fábrica, han desaparecido muchos de
los 11\tiguos abusos. Así, en cierto modo, el perfeccionamiento ulterior del
sistema mecánico exige una construcción perfeccionada de los edificios de
._ fíbl:icas, lo que beneficia a los obreros."
20 Sobre este punto disponemos, que yo conozca, de muy pocos trabajos
históricos más atractivos que la tabla construida por Marx en sus páginas
consagradas a la legislación de la fábrica (et. d\e punto K . Marx, op. c., ps.
t69 y ss . ,. '
:.:, , \"
Jean Paul de Gaudemar
96
23
Cf. por ejemplo en las manufacturas textiles, la desaparición de los
nii'los "tiradores" en los allos 1 830 a continu ación de la invención del "tira
dor mecánico", o de las mujeres "pinoeladoras"' en los ai'los 1 800-1820 cuan
do el descubrimiento de nuevos colores de aplicación hace inútil su trabajo.
Cf. P. CASPA R D : La fabrique au village. En L11 Mouv11m11nt Social, op. c.
2 4 K. MAR X : op. c ., tomo 2, p. 1 1 0 .
2 5 E.P. Tl:iOMPSON : op. c . , p, 694.
2 6 Cf. sobre este punto las importan tes observaciones de C. CASTORIADIS
sobre ti tema "La bou i:geoiaie ._ fait comme bour"8oi•ie", en: L '11Xpérience
du ritCMIVfHTIBnt ouvrillf, 1 0/18/tono 1 , pa. 46 y u. ,
Jean Pau/ de GaudtlfTlar
27
K . MARX: op. c., tomo 2, p. 92.
2 11
S . de B R U N H OF F : E t at et capi tal. Ed Maspero I P.U.G. París, 1 976, p .
18, e n el que se refiere a varios trabajos, entre el los los d e M . A G L I E TTA:
Régulation et crisis du capitalisme. Ed. Calmann-Lévv . 1 9 77. v C . PA LLOI X :
Pr9Ci5 d e pr � ctipn et ccise du capi�illJl •· P . U .G ./Maspero. París, 1 9 7 7 .
: I
Para '!na genealogía de las formas de disciplina
99
31
Cf. sobre este punto de nuevo a S. PO LLAR O, op. c.
3 2 J. BENTHAM: Le panoptique; París y Londres 1 79 1 . Publicado en
catellano por Ed. La Piqueta, 1 979. Con una entrevista introductoria de M i-
. chel FOUCAULT.
33 Utilizo este término en el sentido que tuvo a principios del siglo X 1 X en
DUPIN, BERGERV v los otros primeros politécnicos economistas e indus
triales, utilizado como discurso racionalizador de la organización de la pro·
dua:ión industrial, d iscurso que intenta precisamente, para uso de empresa·
rio1 y dtl obntro1, sistematizar la experiencia adquirida desde comienzos del
c:apitlll i smo.
Las obras da economla industrial son los ante\:"'- •ntes de los manua
lat da gestión.
El úrmino no tiene pues en absoluto el sentido que le dan algunos eco
nomist• con111mporáneos como J.M. CHEVALI E R : L'économie industrielle
en question. Ed. Calman-Levy. 1 977, o los recientes promotores de una revis
ta de Economía Industrial, una especie de "méso-économie" , economía de
sectores v de ramas, a medio camino entre la micro v la macroeconom ía.
34 M. PERROT: Travailler et produire, C . L . B E R G E R Y y los comienzos del
management en Francia, en : Mélanges en l 'honneur de Jean MA ITRON . Les
EdWons Ouvriéres.
lS
. i,t. BRAVERMAN ..op. �-
.
Para una genealogía de las formas de disciplina 1 01
ley del valor sin comprender ni anal izar las condiciones en las que
se maiifiesta, las condiciones que tendencial mente crea, pero que
de rechazo la c:onstituyen.
11
49 R . C E SSI E U X : op. c . . p . 63
so
C . PA L LO I X : op. c., p . 1 7 1
51 C . P A L L OI X : o p . c ., p . 1 82
Para una genealogía de las formas de disciplina 1 07
52 C. P A L LO I X : op . c .. p . 1 1 9- 1 20
53 C. P A L LO I X : o p . c . , p. 1 22
54 K. MA R X : U n chapitre i né d i t du Capita l . 1 0. 1 8 , p. 1 22. "Del m ismo mo
do que la. mercan cía es u n i d ad i n mediata de valQT de uso y de valor de cam
bio, e l proceso de producción es u n id ad i n mediata del proceso de trabajo y
del proceso de val oración " , cit ado por PA L L O I X , op. c . , p . 1 20.
Jean Paul de Gaudemar
1 08
5 6 C. P A L L O I X : op. c . p.
. 1 7 2.
Jean Paul de Gaudemar
1 10
precisar esta relación de deter minación rec íproca entre dos aspec
tos del proceso de trabajo.
Tomemos como ejemplo a Gorz cuando escribe, en paralelo con
Margl i n: "La parcelación y especi a l i zación de las tareas, la escisión en
tre trabajo i ntelectua l y trabajo manual, la monopo l i zación de la cien
cia por las él ites, el g i gantismo de l as i nstalaciones y la centraliza
ción de los poderes que de ellos se deriva, nada de todo esto es
necesario para u na producción eficaz. Es necesar io. a la inversa,
para la perpetuación de la domi nación del ca pita l " 5 ' ; Gorz quie·
re decir simplemente· no sólo que el capital busca siempre una
técnica de producción que sea a la vez una técnica de do minación,
sino también - y fel i z mente para nuestras esperanzas social istas
que l a eficacia productiva no depende necesariamente de estas téc
nicas de producción. Porque lcómo imagi narse que un d ía será
posible escapar a una marca tan determ inante de una tecnolog ía
semejante con el pretexto de que entonces ser ía una propiedad
colectiva? 5 8 •
Se podr ía añadir que además esto conducir ía a la idea de que
nada está adqu i ri do de antemano, que existen distintos acoplamien-
1:0S posibles entre técnica de dominaci6n y técnica de producción
como muestra el esbozo teórico antes desarro llado, que no puede
simplemente afirmarse, como hace Pa lloix, que el capita l i smo se ve
"presionado para organ izar los procesos de trabajo de la produc
ción comercia l sobre la única base que le conviene, el sistema jerár
quicp con parcelación de las tareas de concepción y de real iza
ción1' 5 9 .
En realidad aqu í encontramos tesis evocadas más arriba, a saber:
que e n el modo de producción capital ist,• :¡¡ci ente, l os empresarios
se encontraron con la necesidad de optar pL. tácticas locales que se
consol idaron más tarde en estrategias de clase, pero que ni estas
tácticas ni estas estrategias estaban preparadas de antemano, que se
modificaron a lo largo del desarrollo capital ista al mismo tiempo
que se modificaban l os términos de la relación social misma.
59 G. P A L LO I X : op. c . , p. 1 80
Para una genealog/a de las formas de disciplina
111
63 C . P A L LO I X : op . c., p . 1 85 .
111
6 8 S . MARG L I N : op . c . , p. 81 .
Para una genealogía de las formas de disciplina
115
vos 7 0 pero el tratamiento de los datos resulta dif íci l ; también ex is
te sobre todo u na superabunda nte l i teratura oficial que f lorece, so
bre todo en la mitad del siglo X I X , sobre la condición obrera y la
'cuestión social" 7 1 . Conju nto importante y d if íci l de manejar del
que se puede, con precaución, exhumar no sólo la constitución pro
gresiva de la empresa a partir de un pri ncipio panóptico, sino ta mbién
la emergencia de los otros modos d isci pl i narios evocados a t ítulo de
h i pótesis 7 2 .
Esto no es tan ex acto fe l i zmente en lo que se ref iere a las demás obras de
B . GI L L E . Cf. concretamente :
- R e cherches sur la formation de la grande entreprise capitaliste ( 1 8 1 5-1 8481
S . E .-V .P . E .N . 1 959.
- Les origines de la grande industrie métallurgique en F rance ( 1 66 1 -1 789 1 .
Domat-Montchrest ien . 1 967 .
Existen algunas obras de vulgarización q ue s>:: ,- ..-¡ u y útiles. C f . por ejem
plo : C . F O H L E N : Le travail au X I X e siécle. P U F . üue sais-j e ?
./ J. K UCZYNS K I : Les origines d e l a classe ouvriére en F ran ce , Hachette,
1 967.
o H istorias del t rabajo más o menos monumentales. De tipo bastante conciso
es l a d e G. L E F RA C : Histoiredu t ravail e t des travailleurs. Flanmarion, 1 975.
Recien te v bien hecha; de tipo monumental, los 35 volúmenes en alemán de
J. K UCZYNS K I : D ie Gesth ich te der Lage der A rbeiter unter dem Kapitalisms.
Akademic Verlag. Berli n . Apasionan tes pero poco accesibles v dogmáticos
en el fondo. En f í n , revistas como Le Mouvement Social que publica regular
mente artículos que poco a poco van dando una visión coherente del tema de
la disciplina (en especial el núm. citado consagrado al nacimiento de la clase
obrera) v Révoltes /ogiques dirigida por J. R A N C I E R E .
70 N o en umeraré sus fuentes. E n concreto puede consultarse e l apasionante
(aunque parcial y ya un tanto absoletol inventario confeccionado por J .
M A I T R O N v M . P E R ROT e n "Sources, institutions et recherches e n histoire
ouvriere fra�aise", Le mouvement Social, núm. 65, oct. -déc. 1 968 .
7 1 Dos referencias ú tiles:
M . P E R ROT: Enquetes sur la condiction ouvriére en F ran ca au x 1 x e sié
cle, l ndex bibliograph ique. Hachette.
M. de C R ECY: B ibl iographie analytique des enquétes effectueés par or
dre du M inistere du Commerce e t de l 'Agriculture de 1 800 a 1 9 1 8 , Histoire
de Entreprises, núm. 1 0 , novembre 1 962.
pueden verse además los anti guos pero siempre ricos trabajos de' E. L E VA
S S E UR : H istoire des classes ouvriéres et de !'i ndustrie en F ranca , 1 789- 1 8 1 0 .
A . Rousseau, 1 903. Y d e G . D U V E A U : L a vie ouvriére sous l e Second E m
pire. G al l i mard, 1 946. Mejor q u e nadie a vec;es, h a n sabido sintetizar l o s re
sultados de las grandes encuestas de V i l larmé, Aud iganne, Reybaud, Turgan
v otras.
72 Estudio a punto de aparecer, que intenta mostrar la articulación concreta
de las disciplinas de fábrica con otros modos de disciplinarización social.
Para una genealogía de las formas de disciplina
117
76 g
Cf. sobre este punto a A. MOUTET: Les ori ines du systéme Taylor en
F rance. Le point de vue patronal ( 1 907- 1 9 1 5). Le Mouvement Social núm.
93, oct-déc. 1 975.
Jean Paul de Gaudemar
1 18
77
Basta para convence� leer el Rapport Sudreau sobre la reforma de la
empresa. 1 0/ 1 8, 1 975.
té
QI
11 2
Sobre este punto se espera con impaciencia la apar ición de la obra prome H
tida por M. PEA ROT cuya tesis " Les ouvriers en gréve 1 8 7 1 - 1 890 " , 2 vols. ·
11
Mouton, 1 974, constituye ya una contribución muy importante.
91
83 Intento proporcionar u n marco teórico para el análisis de este fenómeno: JU
J .P . de GAUDEMAR: Mobilité du travail et accumulation d u capital. Maspe
ro, Col. Economie et Socialisme, 1 976. dt
Para una genealogía de las formas de disciplina
1 21
84 La "Démocratie Social" fue por otra parte el t ítulo de una revista de cor
ta duración publicada de 1 909 a 1 9 1 1 como ó rgano poi ítico del grupo B riand
que comprendla entre otros a A . Thomas .
C f . M . R E B E R I O U X : La R épublique Radicale? 1 989- 1 9 1 4 . Seu i l , points/
H i stoire, 1 97 5 , ps. 1 4 1 - 1 42 .
Francine MUEL
- 1 23 -
Francine Mue/
1 24
directame nte expuestos. "Se fabr icaran de los no-valores sociales con
frecuencia enojosos, seres capaces de entrar en l a vida de los norma
les o al menos entidades capaces de proporcionar u n trabajo úti l y
de disminuir as í sus gastos de manten imiento ( . .. ) . E l fin de la
educación de l os retrasados parece resumirse en esta frase de Se
gu i n : "dar a estos enfermos la capacidad de hacer un trabajo cuyo
producto compense sus gastos", o, en otra de Sol l ier: " máximo de
educación práctica, m i n i mo de instrucción esco lar. " 4 .
Una aprox imación h istórica debe permitirnos no caer en la i l u
sión d e u na autonomía absoluta d e l campo médico-pedagógico.
" Lo mismo sucede con el derecho: desde que la nueva división de l
trabajo se instaura y crea juristas profesionales, se abre a su vez un
campo nuevo, autónomo, que siendo dependiente de un modo ge
neral de la producción y del comercio, posee no obstante una
capacidad particular de reacción sobre estos dom inios ( . . . ) , el ju ris
ta se imagina que opera mediante proposiciones a priori cuando no
son sin embargo más que reflejos económicos . " 5 .
No se trata aqu í de hacer u na cr ítica interna de las pri meras
teorías psicológicas a la l uz de los recientes descubri mi en tos de la
psicología del n i ño sino de plantear la relación existente entre estas
teorías y la sociedad de la época, relaci ón que ciertos autort> def i
nen el los mismos as í : " La ciencia pura y desinteresada conserva
adeptos, pero crece el número de los que buscan a la ciencia apl ica ·
ciones prácticas y úti l es, o, que más bien piensan en la sociedad que
en l a ciencia; lo que l os sabios intentan estudiar son fenómenos
sociales dirigibles, proporcionando as í a l os hombres de acción , que
suelen ser con frecuencia empíricos, el tesoro de métodos más
precisos" . 6 .
4
D r . G . J acq u i n , " D e l 'assistance et de l 'educat1on des e n f an ts a r r iérés.
Rapport au 3. e Congres d'assistance publique et de bienfaisance privée. Bor
deaux, 1903.
Engels, Lettre ¡j Conrad Schmidt (27 oct. 1 890).
6
A . B i net et D r . T h . S i mon : Les enfan ts anormat.!x . gu 1 d iJdf il l a ad m 1 S 1 o n
d e l o s n i ños anormales en las clases d e pe r fecc1 o n an11ento. P dr i s . A Co l 1 11 ,
1 907.
Francine Mue/
1 26
Asistencia de la infancia
des de patronato, sucede también que los n iños concern idos fueron
los m ismos socialmente y que del "enderezamiento moral " a la
"ortopedia mental" solamente cambian l os nombres; asimismo, los
oficios previstos para los n iños pobres reeducados (abandonados,
del i ncuentes o enfermos mentales) no varían tampoco apenas (jar·
dineros, trabajadores manuales, criados, jornaleros ) .
Es entre los más pobres d e los pobres donde se agazapa el futuro
pel igro social. Son precisamente ellos los que no cesarán de salir de
la escuela pri maria con la etiqueta de anormales, después de no
haber cesado de entrar en e l la. "Una corresponsal que considera
con razón que los niños estar ían a lejados del pel igro de la ca lle si
fuesen regu larmente a la escuela , nos induce a pub l i car el sig uiente
extracto de l a ley escolar de 1 88 2 (obligación ) " 1 3 . "Hasta a hora
de 30 a 40.000 ni ños fueron dejados fuera de las escuelas a car
go de l a asistencia púb l ica y d e l a beneficencia pr i vada . Estos ol
vidados tienen una desgracia com ú n : no pueden ser instru idos
j unto con los otros niños, necesitan una pedagog ía part icu
lar. S e tiene l a costumbre de designarlos con un tér m i no co lec
tivo: l os " n i ños anorma les" 1 4 . Lo que ca mbia pues son las deno
m inaciones mientras que se afirma sin cesar la autonom ía del mun
do de la i n fancia y se separa del de los adultos (n i ños, enfe r mos ,
jóvenes cri minales, etc. ) justificando as í la creación de un cuerpo
de especial istas inventores a su vez de términos clasificatorios y de
un corpus científico, que ejercen sus funciones en los márgenes de
la escuela primari a.
La seguridad
Los escritos referentes al tema " infancia anorma l " , que apare
cen aproxi madamente entre 1 890- 1 91 O, ofrecen una serie de d is
cu rsos que pueden anal izarse a nivel de los términos uti l i zados
(sentido banal y uso cient íf ico ) . de las i mágenes elegidas (metáfo
ras, etc. ), y de los tema s i nsistentes en tanto q ue expresión de
fantasmas soc i a les (el cr i men, la propiedad, la ca lle, el orden, etc. ) .
y e n tanto que ecos del catac l i smo social , que para la cl ase dominan·
te igual que para los "capacitados", constituyó lo innombrable : Ja
Comuna de Par í� .
As í la l ocalización y selección de l o s a normales está asociada en
todos los discursos al tema de la seguridad (sobre la vida ) , o más
ampl iamente a todo lo que supone una garantía contra Jos r iesgos
imprevistos del futuro. " Ayudando a la sociedad del Patronato de
la infancia, hacéis un buen negocio, una buena i n versión al mismo
tiempo que un acto d e car idad. Pagáis en i:-;erto modo una pr ima de
seguro contra el robo " 1 5 . "Este deber además ex igido por
nuestro mayor interés ya que, si en un determ inado plazo de tiem
po, no se da satisfacción a lo que tienen de legítimo las rei v indica
ciones de los 9/ 1 0 de la sociedad ( ... ) . se puede prever una revolu
ción violenta en la que los que poseen no tendrán mucho que
ganar, y que trastornaría de abajo arriba la organización actual de
la sociedad " 1 6 , ( . . . ) "por falta de clar ividencia en lo que respecta
a la atribución de estos n iños a un especial ista se deja pasar la época
más favorable para su curación con el grave prejuicio de su futuro y
de la seguridad social ( ... ) . Muchos n iños que no serían más que
retrasados o i nestables en la escuela se convierten, en contacto con
la cal le, en vagabundos e incl uso e n ladrones. E l hecho es bien
conoc i do de los magistrados: es sobre todo frecuente en Pa- ·
r I, S ,, 1 7 .
El tratamiento y l ocal i zación deben permitir además asegurarse
de la sinceridad del futuro ser social. Absolutamente sintomáticas a
este respecto son las pri meras e ncuestas de la Sociedad l ibre para e l
estudio psicológico del n i ño referentes a la mentira. Trabajar cien
t(ficamente sobre la mentira es por otra parte no fiarse de las
apariencias: "Algunos niños son con frecuencia bastante intel igen
tes para captar con rapidez buen n ú mero de las expl icaciones aue
se hacen en clase, pero uno no está n unca seguro de su atención . "
Este tema, acerca del que podr ían multipl icarse l a s citas, apare
ce en los discursos y en las prácticas de casi todas las instituciones
laicas de asistencia y de educación social. En el campo de la infan
cia anormal, el proceso de i nstitucionalización se ve subrayado e
ilustrado en la med i da en que este discurso sobre la sociedad no se
ha disuelto todav ía en un discurso puramente científico. Aparece
en este campo, en este momento h istórico, otro tema muy frecuen
te, que surge en todos los mercados referentes a la i nfanci a : la
famil ia; tema que va a suscitar la fabricación de u n d iscurso que ya
no l lama a las cosas por su nombre y que oculta la cuestión de la
pertenencia de clase. Para el 40 % de las famil ias cuyos n iños fueron
recogidos, entre 1 887 y 1 9 1 7, por la U n ión francesa para la salva
guarda de la i nfancia, se pronunció un j u icio de delegación de la
patria potestad. " E l m al ha llegado a tal punto que fue preciso,
hace dos años, crear una ley para suprimir la autoridad paterna a
aquel los padres desnaturalizados que la envilecen y se sirven de e l la
únicamente para atormentar a las i nstituciones caritativas. Suced ía
1 5 L 'enfant, 1 89 1 .
1 6 A. Binet e t Th. S i rno n , op. c.
17 Dr. G. Paul-Boncour et Dr. J. Philippe , Les anomalies men tales chez les
tícoliers, París, A l ean, 1 905.
la escuela obligatoria 131
rios a no ser que tengan fortuna personal " ; de 1 50.000 maestros los
2/3 están "en una estrechez vecina de la miseria", y para 1 50 plazas
en París hay 1 5.000 sol i citudes. Si no se toman medidas, estas
categorías sociales se convertirán en "almas i ncli nadas al servi l ismo
o a la rebel ión (. . . ); estado ma yor revolucionario y anarquista . "
Este artículo d e u n a revista d e derechas e s signif icativo, pese a sus
excesos, del desequ i l ibrio que caracteriza al mercado de trabajo.
Los futuros especial i stas del campo médico-pedagógico van a ser
reclutados de entre estos grupos profesionales.
La creación de u n " mercado de la i nfancia" que se desarrolla en
los campos médicos, jur ídicos y escolares, y muy pronto en un
campo nuevo que debe su especificidad a la relación que establece
con el sistema escolar ( escuela pri mar ia, gratuita, obligator ia y lai
ca) . e l campo médico - pedagógico converge con los i ntereses econó
m i.cos de estos grupos sociales en ascensión2 1 . Se trata de los co
m ienzos de un proceso de institucional ización, en el que la def i n ición
de u n mercado va a la par de la constitución de u n corpus científ ico y
de taxonom ías (en competencia con la nosograf ía psiquiátrica ) ; la
obl igación para ciertos agentes sociales es encontrar una especifici
dád que manifieste def i n i r casi di rectamente las categorías de n iños
que se derivan de el la. A veces existe una confusión total entre un
discurso corporativista y un discurso pseudocientífico de carácter
nosográfico, especial mente con ocasión de las contradictorias discu
siones entre médicos, psicólogos y educadores2 2 • A. B i net, cr iti
cando la distinción administrativa entre "anormales médicos" y
"anormales pedagógicos", dice : "Serla prPferible evitar el equ ivoco
del tér m ino médico y decir s i mplemente '" umales de hospicio y
anormales de escuela para mostrar claramente la diferencia de sus
destinos"2 3 . "Gracias a estad ísticas parciales ( . .. ) se puede for
mular esta regla que además suscr i be el sentido comú n : la uti l i za
ción social de un sujeto cualquiera está en razón i nversa a su grado
de retraso, y se puede determi n ar a partir de ella la 1 ínea fronteriza
entre los anorma les de hospicio y los anormales de escuela "2 4 . '
24 V . Vaney , " Les classes pour enfants arriérés". Bul/etin spécial de la Socie·
·
té d'étude psychologique de l 'enfant, 1 9 1 1 .
25 �
G. P ul-Boncour et J . P hil ippe, op. c .
38 M . Nerthet, " Les dégén e 1 és dans les écoles pri maires", separata.
Francine Mue/
1 38
41 G . Paul·Boncour et J . Philippe, op . c .
en Ed. de La Piqueta) .
_ 44 G. Paul-�oncour et J. Philippe, op . c .
La escuela obligatoria
1 39
45
I n forme de la Comisión especial para l a creación de escuelas para los
niños anormales. Buletin de la Société pédagogique des direcceurs e t di·
rectrices d 'éco/es publiques de París.
4 6 G. Baguer, com u n i cación al 1 1 Congreso de educación social , Bordeau x ,
1 90 7 .
47 D r . V . Abad i e . " R ecensement d e s enfants anormaux d e s écoles publiques
de gan;ons de la v i l l e de Bordeau x " . Annales de l 'A lliance d'h vgiene socia/e,
6, 1907; R ecensement des enfants anormaux des écoles publiques de tilles,
Bordeau x , imprim iere de l'avenir d e l a m u tu a l i té, '1.908.
48 Lacoste. "Observation d 'u n e classe d'anormau x " . Revue pédagogique,
1 92 2 .
Francine Mue/
1 40
54 A . B i net et T h . S 1 m o n , op. c .
Francine Mue/
1 42
56 G. Paul-Boncour e t J. Philippe , op . c.
57 A . B inet et T h . Simon, op. c.
Robert CASTEL
- 1 43 -
Robert Castel
1 44
3 E rving G O F F MAN : Asiles, Trad. Ir� .. Ed. de M i nuit, París, 1 968, trad .
castellana, E d . Amorrortu . Buenos A i res, 1 97 3 .
1 1. Un proyecto ambiguo
6 Señalemos aqu 1 que esta orientación se define v comienza a inspi rar las
primeras real izaciones concretas en Sai n t - Alban, en F leury - les -Aubrais, etc.,
antes del descubrimiento de los medicamentos psicótropos en 1 952. No he
"olvidado" por tanto el papel de los medios. farmacológicos. Se puede decir,
pienso, que al "calmar" los episodios de gran agitación ,los medicamentos han
sido l a condición de posibil idad (ni necesaria ni su ficiente, sino general ) de
u na cierta mejora lo en todo caso de un aligeramiento) de la vida hospitalaria
·
en la aglomeración de los servicios. En un segundo momento los medicamen
·
tol permitieron esperar una salida más fácil , o el tratamiento en el exterior,
de los enfermo "calmados" por este método. Esto no excluye, como todo el ,
mundo sabe, que se pueda hacer el uso más represivo de tos medicamentos.
Roben Castel
1 50
1 1 1. Implicaciones contemporáneas
la ventaja del enfermo con el bien general" (De la l�islation relative aux alie
nti1 et aux enfants assisttís, Berger -Levrault, París 1 833, T. 1 1 , pg. 3 1 6) (So
bre la institucionalización del manicomio en 1 838 y la pol (tica de salud men
tal en el s. X I X pueda consultarse la obra de Robert CAST E L : El orden psi
quiátrico publicada en esta misma colección de Ed. dela Piqueta ) . Los psi
quiatras que en la actualidad se sorprenden de su suerte por haber encontra
do amigos en el m i nisterio son tan i ngenuos como este honorable parlamen
tario.
1 2
Ver : Martin G I TT E L M A N · "Sectorizat ion : The Ouiet Revol u t ion in
Eu
ropean Mental Hel th Care", Amer . J . Orth opsychatr . , 42 ( 1 ) , E nero 1
972.
Robert Castel
1 54
P'>icoa1a l ít ica . Y hasta los a ños cincuenta, los psiqui atras que busca
ban soportes teóricos para contestar el "statu quo" se inclinaban más
bien hacia el marxismo o la fenomenología que hacia el psicoa ná l i
sis1 3 . Las cosas s i n embargo, han cambiado progresi vamente des
de hace d iez años y una de las particularidades actuales de la situa
ción francesa es la presencia en el seno de la psiquiatría pública de
una corriente psicoanal ítica dinámica. La paradoja es tanto más
admirélble si se tiene en cuenta que, a diferencia de lo que se
observa en la mayoría de otros pa íses en lo que respecta c. la
evolución histórica del psicoanál isis, la escuela más activa -llamada
psicoterapia institucional anal ítica- se confiesa freudiana ortodoxa
e i ncluso h i perortodoxa en la medida en que se ref iere a la enseñan·
za de Jacques Laca n , cuyo "retorno a Freud " va _a c'.::.n t ra;>el c. de
toda la evolución del psicoanál isis de los países angl osajones denun
ciando la ruptura del orden i nconsciente y de l os elementos de la
realidad que podrían aflorar, ya sea del anál isis del yo en la l ínea
Sullivan-Erikson, ya sea de un análisis cultural en la l ínea Karen
H ornev -Erich Fromm : el cultura l ismo.
A mi ju icio se trata de u na situación única . Suger i r ía dos ele·
mentos de expl icación:
- U n hecho aparentemente anecdótico: la conversión en tos
años cincuenta a la nueva ortodoxia lacaniana de los protagonistas
importantes de "la experiencia de Sai nt-A lba n " , cuya �igniti.::a c i :. n
para la evolución d e la psiquiatr ía francesa y a he señalado. Gracias
al prose l itismo psicoanal ítico de algunos de sus 1 íderes (y en cabeza
F rancisco Tosquel l es) , el sent ido del "modelo " de Saint-A Iban se
c.lesplaza. Tras haber sido el ejemplo de una psiquiatrí<; m'Jderna,
parec ía mostrar a una nueva generación de jóvenes psiquiatras, ávi
d.�.s de ca mb io, que era posiLle concil iar una p�;iq uiJtr ía pro�res isca,
ejercida en el servicio públ i co con los pacientes habituales de los
hospitales psiquiátricos, y una actitud psicoana l ítica rigurosa. E 1
psicoanál isis se encontraba as í l ibre de la sospecha de estar ind icado
para privilegiados, acantonado en el marco estrecho de la relación
dual de la práctica privada. Comenzaba un trabajo teórico y prácti·
co importante para adaptar l os conceptos psicoanal íticos a las con·
d iciones de la práctica hospitalar ia -transferencia, contratransfa·
Pero a l menos. sus adeptos se esfuerzan por superar esta dicoto m ía,
re::hazan el eclecticismo y luchan por modificar las condiciones
objetivas de la situación i nstitucional (la contrapartida de esta lu
cha, son el dogmatismo, el terrorismo intelectual y el sectari smo de
la mayor parte de los adeptos franceses al psicoanálisis. Pero este es
otro asun to ) .
Sea esto motivo d e aleg r ía o d e tristeza, la reciente moda del
psicoanál isis en l os medios psiquiátricos "avanzados" ha producido
también un cierto número de efectos i m portantes que explican en
parte la singu laridad de la si tuación francesa. Esta moda ha coloca·
do en situación defensiva a los partidarios de orientaciones más
tradicionales. Ha au mentado la separación entre la psi q u iatr ía de
"cuerpo" y la psiquiatría un iversitaria. Tiende a monopolizar lo
esencial de lo que se hace actual mente en psiquiatr ía i nfantil, p r i nci
palmente en la región par isina. El prestigio que tiene es una de las
razones principa les del bloqueo -provisional sin duda- de otras
orientaciones terapéuticas: casi i nex istencia de la behaviour modifi·
cation, ti midez de las terapéuticas de grupo, restricción de las tera·
pías fami l ia res en el marco del " familiarismo" f reudiano bajo el
reino de Edipo, etc. I ncluso la anti psiqu iatría, pese a ser popular a
nivel de las discusiones ideológicas, no ha encontrado práct icamente
en F rancia una i nscripción institucional seria comparable a l o que
ha sucedido por ejemplo en I tal ia, en la medida en que su motiva- ·
1t
_.te-.
Sin duda esta transformaci6n explica que hayamos podido cons·
tittr analogías de país a país entre las medidas legislativas adopta·
das en estos quince últimos años (asi el Menbll Act inglés, el
t<fnnedy � americano, y la circular sobre la sactorisation franca·
Si) ;"analogías entre las estad ísticas relativas a las poblaciones trata·
dás 'por la pSiquiatría (por ejemplo, la di!iminución continua del
1
número de hospitalizados desde finales de los años cincuenta, o los 1
cambios en las caracterlsticas sintomatol6gicas y socio-demográfi ·
cas de los nuevos pacientes); analogías también en las innovaciones
institucionales (por ejemplo entre la Community Mental Heeh:h
t
. Centar y el sector) . Pero -puesto que el juego de semejanzas es
lltiigroso..- mt parece aun más esencial todavía le constatación c:ht
que se plantean CU81tiones comunes que pueden ayudar a defi n ir
una problemática general. Alaí las cuestiones de' la autonomía de 14
Génesis y ambigüedad•
1 6§
1l
1
f
t