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Con días y ollas venceremos
A principios de junio de 1821, recibió el ejército patriota acantonado en
Huaura, el siguiente santo, seña y contraseña: “Con días y ollas,
venceremos”, que para casi todos, el santo y seña era una frase
disparatada; y los que juzgaban a San Martín más caritativamente se
alzaban de hombros murmurando: “¡Extravagancias del general! Sin
embargo, el santo y seña tenía malicia, y es la síntesis de este gran
suceso histórico:
San Martín, por razones que la historia consigna, no quería deber la
ocupación de Lima al éxito de una batalla, sino a los ardides de la política.
En correspondencia secreta y constante con los patriotas de la capital,
confiaba en el entusiasmo de estos para conspirar; pero con frecuencia los espías interceptaban las
comunicaciones entre San Martín y sus amigos, frustrando el desarrollo de un plan y fusilando a quienes
sorprendían con mensajes. Era necesario encontrar un medio seguro de comunicación.
Preocupado con este pensamiento, paseaba una tarde el general y fijó su mirada en un horno para fundición de
ladrillos y alfarería. San Martín tuvo una de esas repentinas inspiraciones que acuden únicamente a los
hombres de genio, y exclamó para sí: -¡Eureka! ya está resuelta la X del problema.
El dueño de la casa era un indio entrado en años, gran partidario de los insurgentes. Entendióse con él San
Martín, y el alfarero se comprometió a fabricar una olla con un doble fondo.
El indio hacía semanalmente un viajecito a Lima, conduciendo dos mulas cargadas de platos y ollas de barro.
Entre estas últimas, iba la “olla revolucionaria”, llevando en su doble fondo importantísimas cartas en clave. El
conductor se dejaba registrar por los guardias, respondía con naturalidad a los interrogatorios, y hasta gritaba
antes de retirarse: “¡Viva el rey! ¡Muera la patria!” ¿Quién se iba a imaginar que ese pobre indio estaba metido
en política?
Don Javier de Luna Pizarro, sacerdote, fue designado por San Martín para entenderse con el obrero. Pasaba
éste a las ocho de la mañana por la calle de la Concepción, pregonando con fuerza: “¡Ollas y platos! ¡Baratos!
¡Baratos!”.
Hasta hace pocos años, los vendedores de Lima eran famosos por su puntualidad. Y en las casas, para saber la
hora, no se consultaba el reloj, sino el pregón de los vendedores ambulantes.
Pedro Manzanares, mayordomo del señor Luna Pizarro, era un negrito retinto, muy leal a su amo. Jamás dejaba
de acudir y pagar un real por una olla de barro; pero al día siguiente volvía a presentarse con la olla en mano y
gritando:
-Oiga usted, so cholo ladronazo, con sus ollas que se chirrían toditas... Ya puede usted cambiarme ésta que la
compré ayer, antes de que se la rompa en la tutuma para enseñarle a no engañar al marchante. ¡Pedazo de
pillo! El alfarero sonreía como quien desprecia las injurias y cambiaba la olla.
Y tanto se repitió la escena, que el barbero de la esquina, andaluz, llegó a decir una mañana:
-¡Córcholis! ¡Vaya con el cleriguito para entrometido! Ni yo, que soy un pobre de hacha, hago tanta alharaca por
un miserable real. ¡Recórcholis! Oye, macuito, las ollas de barro se toman sin lugar a devolución.
- Y a usted, ¿quién le dio vela en este entierro? -contestó con su habitual insolencia el negrito Manzanares.
Vaya usted a desollar barbas, y no se meta en lo que no le va ni le viene...
El barbero muy molesto exclamó:
-¡María Santísima! Hoy me pierdo... ¡Aguárdate, gallinazo de muladar!
Y echando mano al puñalito, se fue sobre Pedro Manzanares, que sin esperar la embestida se refugió en las
habitaciones de su amo. Afortunadamente, el incidente no llegó a despertar sospechas sobre las ollas, pues el
escándalo pasó el 5 de julio, y al amanecer del siguiente día, el virrey La Serna abandonaba la ciudad, de la
cual tomaron posesión los patriotas en la noche del 9.
La victoria codiciada por San Martín era apoderarse de Lima sin violencia y, merced a las ollas que llevaban
en el vientre ideas más formidables que los cañones modernos, el éxito fue total. El 28 de julio se juraba en
Lima la Independencia y se declaraba la autonomía del Perú. Junín y Ayacucho fueron después el corolario.
Tradiciones Peruanas
Ricardo Palma
• Lee y desarrolla
¿Qué ¿En qué ¿En qué ¿Quiénes son ¿Qué ¿Cuál fue
sucedió época lugar los acciones desenlac
? sucedió? sucedió? personajes? sucedieron?
* Dirigente de guerreros.
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* Rebelde, amotinado.
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10. Elige el pregón que más te guste y representa, luego sube tu video al Facebook
grupo cerrado.
PRACTICAMOS LO APRENDIDO
1. Escribo las oraciones sustituyendo las palabras resaltadas por un pronombre
personal
Andrés, ¿cómo luchas por el Perú?
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4. Escribo una oración con cada uno de los siguientes pronombres personales
- yo - conmigo - nosotros
- te - los - ellos