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El profesional de protocolo

Por MAR CASTRO

Formo parte de un grupo de expertos en protocolo, en continuo crecimiento,


que debaten sobre todo tipo de temas y situaciones intentando que las
aportaciones de cada profesional ayuden a resolver dudas, aclarar conceptos o
simplemente narrar anécdotas, casos, provocaciones o decisiones.

Una de las múltiples discusiones trataba de las cualidades básicas que debe
tener el experto en protocolo. Gran pregunta, sí señor. Las respuestas
ofrecidas por los distintos especialistas pusieron de manifiesto la tan extendida
creencia de lo bien que se sabe la teoría y lo poco que se practica…

Entre las distintas capacidades mencionadas destacaban la empatía, la


paciencia, la amabilidad, el sentido de la oportunidad, el poder de convicción,
las dotes de orador, el liderazgo, la soltura en el trato con gobernantes, la
proactividad, la resolución de conflictos o la extroversión amén de la necesaria
formación y su consiguiente experiencia.

Tanto en mi vida profesional como personal he defendido que el ejemplo es un


valioso instrumento de aprendizaje, formación y resolución. Que la posesión de
efectivos y cuantiosos conocimientos técnicos no suple, en ninguna medida, la
falta de calidad humana. Que primero hay que ser persona para poder ser
profesional. Que el respeto genera respeto y que la honestidad, la preparación,
la disposición, la entrega, el entusiasmo, la preocupación por el trabajo bien
hecho y la satisfacción de los alumnos en cuanto a aprendizaje, métodos de
enseñanza y tiempo invertido en formación hayan merecido la pena. Mi
creencia, mi comportamiento y actitud siempre se han mantenido en esa línea.

Desgraciadamente, la experiencia y el trabajo diario te demuestran que la vida,


en ocasiones, es injusta; que las oportunidades de unos provocan iras en otros;
que los intereses personales, personalísimos, priman sobre los colectivos; y
que el trabajo bien hecho y felizmente desarrollado pueden generar hipocresía,
descrédito y mentiras, en lugar de satisfacción, consideración y reconocimiento.

El profesional de protocolo debe poseer sólida formación en su área de


actividad y entregado cometido además de ser el estandarte de la lealtad, la
humildad, el respeto, la honestidad y la credulidad. Estos valores, firmemente
interiorizados y expresados, y la confianza que depositan en ti compañeros y
amigos de gran talla personal y prestigio profesional te hacen superar duros
momentos, inmerecidos e injustificados. Te ayudan a seguir adelante y a darte
cuenta de que, en muchas ocasiones, el saber ser, el saber estar y el saber
hacer te ofrecen muchas oportunidades.

El tiempo pone a cada uno en su lugar…

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