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Paco Quero

“EL ÚLTIMO BANDOLERO”

Guión escrito por:


JORGE DORADO
Y
JUAN MANUEL ROMERO GÁRRIZ

Juan Manuel Romero

646 17 07 21

Jorge Dorado
617 63 09 60
1 CORTIJO DEL LOBO. COBERTIZO. EXT. AMANECER.

Fachada trasera de un mítico cortijo andaluz. Decenas de


guardias civiles vigilan la entrada desde el exterior,
atrincherados tras sacos de avena, abrevaderos y carros
volcados.

Sobreimpresionado: “Verano, 1944.”

Tensión contenida. El silencio sólo es interrumpido por un


inquietante canto de pájaros. El sol sale por encima de los
tejados del cortijo.

2 CORTIJO DEL LOBO. ENTRADA. INT. DÍA.

Apoyados sobre una pared blanca, ANTONIO QUERO (32) hombre


robusto y de rostro infantil, y PACO QUERO (24), joven
aguerrido, reponen energías. Ambos van vestidos con uniformes
de guardia civil. Su rostro está lleno de arañazos, su cuerpo
de heridas de bala. La peor la presenta Paco, en su pierna
izquierda, visiblemente profunda y encharcada en sangre. Tras
unos jadeos prolongados, los hermanos sonríen y cargan sus
armas.

GUARDIA CORTIJO (OFF)


¡Salid, bandidos! ¡Estáis rodeados!

La voz del guardia, ligeramente aguda, no impone mucho


respeto. Antonio y Paco se miran sin dejar de sonreír.

PACO
(le cuesta hablar)
¿Ha... ha dicho... bandidos?

ANTONIO
(lo confirma, tras resoplar)
Bandidos...

PACO
(con sorna, deletrea las sílabas)
Malhechores...

Antonio y Paco ríen. Tanto que a Paco termina por dolerle la


pierna. Observa detenidamente como las moscas se agolpan en
torno a la sangre seca.

3 CARNICERÍA. MATADERO. TIENDA. INT./ EXT. ATARDECER.

Un grupo de moscas vuela alrededor de una carne


sanguinolenta.

-1-
Un cuchillo corta de lado a lado el cuello de un cochino
rosado. Una sala fría y aséptica, desprovista de adornos;
sólo los utensilios imprescindibles para llevar a cabo el
despiece de un animal. En un extremo, una barra horizontal de
la que penden una serie de ganchos en vertical, y un diminuto
fregadero. Las paredes blancas se presentan oscurecidas,
dadas las innumerables limpiezas de la sangre impregnada. Una
puerta en cada extremo de la sala: una conduce a la calle, la
otra a la tienda. FRANCISCO QUERO (50), afable a pesar del
aspecto de su rostro y manos, llenos de grietas, es el
encargado de la matanza. Sus hijos, ANTONIO (24) y PEDRO
(22), sujetan el animal. Pedro presenta un innato gesto de
bondad y despiste en su cara. PACO QUERO (16), de
adolescente, asiste con asombro y temor a la escena desde la
puerta de entrada. Todos visten por encima de su ropa un
mandil negro.

Sobreimpresionado: “Primavera, 1936.”

Francisco dirige el cuello del animal en dirección a un cubo


negro, que se llena de la sangre aún caliente.

FRANCISCO
(al ver a Paco)
¡Paco! No te asustes, hijo. Para tu padre
este es el pan de todos los días.

Paco sigue mirando fijamente al animal que agoniza.

FRANCISCO
(a Antonio y Pedro)
Está más asustado que el propio gorrino.

PACO
(serio, sin dejar de mirar)
A mí no me asusta nada.

El cerdo es colgado de uno de los ganchos que penden de la


barra horizontal. Francisco se lava las manos en el
fregadero.

PEDRO
Padre, ¿podemos irnos ya?

FRANCISCO
Anda, marchad...

Antonio y Pedro se despojan de sus mandiles y emprenden la


salida con prisa. Paco permanece inmóvil. Francisco saca del
bolsillo un viejo reloj con cadena. Observa asombrado la
hora.

-2-
FRANCISCO
(quitándose el mandil)
Pues sí que se ha hecho tarde...¡Antonio!

Pedro desaparece tras la puerta. Antonio retrocede al oír su


nombre.

FRANCISCO
Hijo, te importa acabar y cerrar tú, yo
llego tarde a la partida.

ANTONIO
(cansado)
Padre...

PACO
Me quedo yo.

Antonio mira sorprendido a Paco.

ANTONIO
Nos quedamos los dos.

FRANCISCO
(orgulloso)
Gracias hijos.

Francisco abre la puerta de la sala que accede a la tienda,


una carnicería sencilla con estantes y ganchos llenos de
embutidos y piezas de animales. Recoge su chaqueta de un
perchero oculto tras una estantería. Se agacha para traspasar
un mostrador a través de un hueco de escasa altura.

FRANCISCO
Y cuidado con lo que hacéis luego. Que ya
os conozco, ya...

Antonio y Paco despiden a su padre desde la puerta. Luego la


cierran. Regresan a la sala. Con una escoba grande barren el
suelo. Echan trozos de tripa sobrante en un segundo cubo
negro. Un aullido de perro proveniente de la calle les
alerta.

A través de un cuadrado de apertura en la puerta de madera,


con dos barrotes en forma de cruz, se ve una estrecha calle,
ya sumida en sombras. Un pastor alemán, sucio, husmea entre
los restos de comida que hay cercanos a la puerta.

Por la acera aparecen LUIS GUINEA (25), un joven de aspecto


desagradable y andar presuntuoso, MARTÍN GUINEA (11) de ojos
saltones y mirada profunda.

-3-
El perro se pone a la altura de los viandantes;
interrumpiéndoles el paso, levanta el morro para pedir
alimento. Martín le propina una fuerte patada en el lomo que
hace que el perro corra dolorido a la puerta del matadero.

Antonio y Paco lo observan todo desde el interior.

ANTONIO
Esos cabrones no van a cambiar nunca.

Paco recoge el cubo. Abre la puerta. Se asegura de que los


Guinea se han alejado y se acerca para dárselo al perro, que
devora ansioso el contenido. Paco, agachado, le acaricia.

PACO
Antonio...¿nos lo quedamos?

ANTONIO
Ya me gustaría.

4 TABERNA “LA PERLA”. EXT. NOCHE.

Una estrecha calle granadina. Francisco, aseado, con su ropa


de diario, camisa y pantalón de tela, cruza el umbral de "La
perla", una pequeña taberna, aunque concurrida, según se
deduce por el ruido que proviene de su interior.

5 TABERNA “LA PERLA”. INT. NOCHE.

Una taberna de colores ocres, con media docena de mesas


circulares y velas en cada una de ellas. Una barra amplia al
fondo. En un extremo de ésta, un grupo de amigos recibe
calurosamente a Francisco. Una de las mesas la preside CARLOS
GUINEA (52), de rostro duro. Eleva la voz a otro hombre que
le acaba de replicar. No quita ojo de Francisco, a quién
vigila con rencor contenido. A su lado, recta como una
efigie, LUISA GUINEA (60), delgada, casi esquelética, vestida
totalmente de luto y con gesto serio e impertérrito, bebe un
vino sin dejar de airearse con su abanico negro. A su lado,
una serie de acólitos, entre ellos RAMÓN MAYA (49), fuerte y
de mirada segura.

Ramón abandona la mesa de los Guinea y acude a saludar a


Francisco a la barra. Se estrechan con fuerza las manos. Se
palpa el mutuo respeto que hay entre los dos hombres.

RAMÓN
Francisco...

FRANCISCO
Don Ramón... ¿Anda el patio revuelto?

-4-
RAMÓN
Pues sí. Y es comprensible. El Guinea
quería esas tierras.

FRANCISCO
La puja ha sido legal.

RAMÓN
Sí, pero hay cosas que a uno le gusta
seguir viendo en su sitio. No sé si es
buena idea que la gente humilde se
dedique ahora a comprar terrenos.

Francisco le mira desilusionado.

RAMÓN
¡No lo digo por mí! Sabes cuáles son mis
ideas... Pero la gente de a pie no acepta
los cambios de golpe. Hay que darles la
alternativa como se da el jarabe que no
gusta: poquito a poco, de cucharada en
cucharada.

FRANCISCO
Pues yo pienso que las cosas justas
cuanto antes mejor.

RAMÓN
Si, pero entonces que no te sorprenda el
revuelo. Esas tierras han pertenecido
toda la vida a los Guinea y es muy duro
para ellos perderlas ahora, de pronto,
sólo porque andan de mala racha.

FRANCISCO
Yo sólo creo en el presente. Si un día me
veo en la necesidad de vender mi
carnicería lo haré sin reproche.

RAMÓN
(cambia de tema)
Hablando de cosas justas. A ver si atas
más en corto a tus hijos.

FRANCISCO
¿A qué te refieres?

RAMÓN
Aquí todos saben que es tu Antonio, y el
tal Matías, que ese sí que es un mal
bicho, los que se dedican a hacer
gamberradas en el ferrocarril.

-5-
Y tu Paco ronda más de la cuenta mi casa.
El otro día me encontré una ventana rota.

FRANCISCO
¿Pero cómo sabes que...?

RAMÓN
Francisco, ¿nos conocemos o no? Si admiro
en ti cosa alguna, es tu honestidad.

FRANCISCO
Son chiquilladas, Ramón... A ver, ¿cuánto
cuesta esa ventana?

Francisco saca su cartera. Ramón se pone colorado, obliga a


Francisco a guardársela con cierta violencia, mirando en
todas las direcciones del bar.

RAMÓN
Guarda eso. No es una cuestión de dinero.

Francisco se queda sorprendido de la avergonzada reacción de


Ramón Maya que vuelve a su mesa en compañía de Carlos Guinea.

Un grupo de tres hombres sentado en una mesa dan vueltas a


las fichas de un dominó. PASCUAL (50) un hombre manco, de
aspecto afable, le apremia.

PASCUAL
Francisco, ¿qué? ¿Vienes a la partida?
Por unas o por otras siempre te tenemos
que estar esperando.

Francisco se sienta a la mesa, tratando de olvidar lo


sucedido.

Por la puerta entra Luis Guinea, acompañado de su hermano


Martín. Luis se acerca al oído de su padre, Carlos, para
susurrarle algo. Éste se levanta, ayudándose de un ostentoso
bastón de madera con empuñadura de marfil.

CARLOS GUINEA
Ramón, me vas a disculpar... Pero es que
esto apesta a bolchevique.

Ramón baja la cabeza. Las palabras, dichas en voz alta,


provocan cierto silencio y las más diversas reacciones.
Francisco, sin darse por aludido, no deja de atender a sus
fichas. Carlos besa la mejilla de su hermana Luisa. Sale de
la taberna con la ayuda del bastón y de su hijo Martín.
Francisco, en mitad de la partida de dominó, le sigue con la
mirada.

-6-
6 CORTIJO DE LAS AGUAS. EXT. NOCHE.

Una piedra roza el cristal de una ventana. Nada sucede. Es


Paco, quien desde la parte trasera del cortijo, coge una
nueva piedra del suelo, esta vez más pesada, y la lanza con
más fuerza. La piedra rompe el cristal. Paco se lleva las
manos a la cabeza. A través de la ventana rota, aparece
TERESA MAYA (17) joven de una belleza excepcional, morena, de
ojos negros. Se lleva la mano a la boca para contenerse la
risa. Luego le hace señas a Paco para que espere abajo.

7 LADERA RÍO. EXT. NOCHE.

Paco y Teresa recorren la ladera de un río plateado por el


efecto del reflejo de la luna. Paco continúa jugando con
piedras, que recoge y tira contra la corriente.

TERESA
Eres un caso.

PACO
¿Por qué?

TERESA
Dos ventanas en menos de una semana. Mi
padre te va a matar.

PACO
Bah...

TERESA
(muy seria)
O me terminará matando a mí.

PACO
(se detiene)
¿Por qué dices eso?

TERESA
No creo que le guste mucho que nos
veamos...

PACO
¿Por qué?

Teresa se encoge de hombros.

TERESA
Supongo que... porque... no sois gente de
dineros...

Paco mira a Teresa desilusionado.

-7-
PACO
Te lo ha dicho...

Teresa no contesta. Paco sigue caminando. Coge una piedra del


suelo y la estalla con más violencia contra el agua.

PACO
Pues tu padre debería de saber que nadie
le prohíbe nada a un Quero.

Paco se detiene. Fija sus ojos en Teresa con mirada


imbatible.

PACO
Y menos si se trata de ti.

Paco y Teresa se miran. El mutuo enamoramiento brilla en los


negros ojos de ambos.

8 CASA DE LOS QUERO. EXT. NOCHE.

Francisco regresa a casa, un edificio bajo y humilde.

9 CASA DE LOS QUERO. INT. NOCHE.

Del salón sale un largo pasillo que da a las habitaciones.


Puertas de madera verde y cristal dan a un patio típicamente
andaluz, con pozo y montones de macetas con plantas y flores.
Junto al mismo, una cuadra con caballos que tiene salida por
la calle posterior de la casa.

En el salón, acogedor, con lumbre a un costado y mesa camilla


en el centro, MATILDE (45) y su hija ENCARNA (16) reciben al
cabeza de familia. Matilde es muy maternal, siempre
preocupada si no están su marido y sus chicos. Encarna,
tranquila y silenciosa. Cosen al amparo de la lumbre.

FRANCISCO
(tras besar a las dos)
¿No es un poco tarde para estar levantadas?

MATILDE
A la niña le hacía ilusión terminar el
bordado.

FRANCISCO
Y los chicos sin venir, ¿no?

MATILDE
Pues eso digo yo...

-8-
Francisco sonríe. La perfecta complicidad del matrimonio le
permite adivinar a Francisco que esa es la verdadera causa
del desvelo.

FRANCISCO
¡Ay, los bordados! Cómo se resisten... ¡Y
que tarde llegan a casa!

Justo en ese momento entra JOSÉ QUERO (18) por la puerta.


José tiene el mismo gesto serio que su hermana Encarna, y que
no comparten el resto de sus hermanos. Es el más responsable
y generoso. Carga con una pila de libros.

FRANCISCO
¡Hombre! Aquí llega el primer hijo pródigo.

JOSÉ
Disculpad la tardanza. He estado
estudiando con Manolo. (Señala los
libros.) Y viendo la biblioteca de su
padre. ¡Es fantástica!

MATILDE
¿Y te ha dejado esos libros su padre?

JOSÉ
No, son de Manolo. Los del padre no me he
atrevido a pedirlos.

La familia mira al suelo, con cierta humillación. Francisco


rompe el hielo.

FRANCISCO
Ya veréis que abogado va a ganar la
familia, ya...

José sonríe.

JOSÉ
¿Y mis hermanos qué? ¿De parranda?

ENCARNA
Eso... O vete a saber.

10 DESCAMPADO DEL FERROCARRIL. EXT. NOCHE.

Una línea de ferrocarril asentada sobre un montículo. Al


amparo del saliente, Antonio se lía un cigarrillo junto a su
amigo “EL MATÍAS” (25), de aspecto travieso. A lo lejos, se
oye el silbido de una locomotora.

-9-
ANTONIO
¡Ya viene!

Antonio termina de encenderse el cigarro. “El Matías” termina


de atar con una cuerda una lagartija viva a la vía del tren.

ANTONIO
¡Espera!

Antonio coge varias piedras y las coloca sobre la vía. A cada


cual mas grande y pesada. El tren avanza hacia ellos, sin
dejar de silbar.

EL MATÍAS
¡Ya!

“El Matías” se aparta y se resguarda. Antonio sigue colocando


piedras divertido.

EL MATÍAS
¡Antonio! ¡Quítate de ahí ya, joder!

El tren está a punto de alcanzar el lugar donde se encuentra


Antonio, quien coloca piedras hasta el último instante. Luego
se aparta con una rápida voltereta. Las piedras en los raíles
salen disparadas.

EL MATÍAS
Estás loco.

ANTONIO
Lo que pasa es que tú a la valentía la
llamas locura...

El tren brama con fuerza mientras se aleja. Antonio lo mira


desafiante.

ANTONIO
Algún día descarrilaremos uno de verdad.

EL SONIDO FUNDE CON:

11 TABLAO FLAMENCO. ESCENARIO. INT. NOCHE.

De unos labios irrumpe el apasionado lamento de un cante


jondo. Se trata de Pedro, que canta sobre un tablao, en una
concurrida cueva del Albaicín. Los asistentes le escuchan
emocionados, entre ellos, alguno con aspecto extranjero. Al
finalizar, todos le aplauden.

-10-
12 CASA DE LOS QUERO. EXT. NOCHE.

Las luces del salón siguen encendidas. Pedro llega hasta la


puerta. La abre y entra en la casa. A través de las ventanas,
sombras que se levantan y la de Pedro que llega. Pedro besa a
Matilde. Las sombras desaparecen. Tras unos segundos, la luz
se apaga.

13 CALLE GRANADA. EXT. DÍA.

Pedro Quero camina por la acera de la calle. Mira al suelo.


Entona por lo bajo la misma tonadilla que cantaba a pleno
pulmón en el tablao. Al cruzarse con un hombre, recibe un
fuerte golpe en el hombro y cae al suelo junto a un barrizal.
Pedro se gira y, con miedo, mira a la cara de su agresor: es
Luis Guinea, que le da una fuerte patada en el costado.

LUIS GUINEA
Bájate de la acera, carnicero. La acera
es para las personas honradas. Las
bestias debéis andar por el arroyo. Y a
tu hermano le dices que se aleje de la
Maya. Esa mujer es mía.

Luis escupe a la cara de Pedro, el cual recibe la humillación


rabioso y atemorizado. Ahogado, trata de tomar aire, incapaz
de articular palabra, dominado por el asma.

LUIS GUINEA
¿Esta es la fiereza de los Quero?

Luis se aleja, mientras ríe a carcajadas.

14 CASA DE LOS QUERO. INT. DÍA.

Toda la familia está reunida en torno a la mesa. En el centro


de ella, una humeante olla llena de garbanzos. Pedro,
nervioso, entra por la puerta, todo enrojecido y con las
ropas manchadas de barro. Se limpia continuamente la cara con
la manga de su chaqueta. Basta que haya entrado para que la
familia comience a servirse la comida.

FRANCISCO
¡Vamos hijo! Estamos que nos morimos de
hambre.

Pedro da vueltas sin apenas moverse del sitio.

FRANCISCO
¿Qué te ha ocurrido?

-11-
PEDRO
Nada.

Pedro deja de dar vueltas y se sienta. Intenta comer en


silencio.

FRANCISCO
¿Cómo que nada? A ti te ha pasado algo.
¿Y esas ropas manchadas?

PEDRO
Me caí.

Pedro se llena la boca de comida para no hablar.

PACO
¿Quién ha sido esta vez?

Pedro se levanta. Intenta salir del salón. Paco se levanta y


le frena.

PACO
¿Quién de los Guinea?

Pedro suspira hondo. Mira al suelo y traga su comida. Paco le


coge de la barbilla y le obliga a que le mire a los ojos.

PACO
¿Quién?

PEDRO
Luis... Luis Guinea.

Antonio se levanta con violencia. Tira su servilleta contra


la mesa.

ANTONIO
¡Su puta madre...!

Como un acto reflejo habitual, todos, salvo Encarna y José,


se levantan para apaciguar a Antonio.

MATILDE
¡Antonio!

FRANCISCO
Hijo...

ANTONIO
Ni hijo ni...

Antonio se muerde las palabras. Sale del salón enfurecido. Se


mete en su habitación.

-12-
ANTONIO
Vamos, Paco.

Paco le mira sin moverse del sitio. Antonio regresa al salón


con la chaqueta al hombro.

FRANCISCO
¿Vamos a dónde? No vais a ningún sitio.
Estas cosas no se solucionan así, por el
amor de Dios. Sed un poco sensatos.

Francisco mira a Paco con la esperanza de que éste sea más


comprensivo.

PACO
No se puede ser sensato cuando no pasan
dos días sin que nos humillen.

FRANCISCO
La venganza no tiene fin, Paco. Nunca se
acaba.

PACO
Nuestra dignidad tampoco, Padre.

Francisco y Paco se miran y se comprenden. El cabeza de


familia suspira triste y resignado. Antonio sale al patio con
decisión. Paco le acompaña. José, que no ha abierto palabra,
se limpia la comisura de los labios y se levanta para también
acompañarlos, como si fuera un deber que ha de cumplir,
gustoso o no. Pedro y el resto de la familia observa cómo los
tres se meten en la cuadra.

15 CORTIJO DEL LOBO. CUADRA. EXT. NOCHE.

Luis Guinea sale a caballo de la cuadra del cortijo de su


familia. Cabalga al galope en dirección a la salida. No
advierte que los tres hermanos le aguardan escondidos tras
las ruinas de un molino. Antonio monta un caballo ágil
mientras Paco y José comparten el lomo de uno más viejo y
lento. Cuando Luis se encuentra a una distancia prudencial,
los hermanos emprenden la cabalgadura.

16 CAMINO DEL CORTIJO DE LAS AGUAS. EXT. NOCHE.

Antonio, Pedro y Paco siguen a Luis Guinea. Al tomar Luis el


camino, Paco se detiene de golpe.

PACO
Hijo de puta...

-13-
JOSÉ
¿Qué pasa?

PACO
Va al cortijo de los Maya.

Antonio y José miran a Paco, comprendiendo su rabia.

17 CORTIJO DE LAS AGUAS. EXT. NOCHE.

El caballo de Luis Guinea descansa en el apeadero de la


entrada. Los hermanos vigilan la casa mientras fuman de un
mismo cigarro. De la puerta principal sale Ramón Maya, que
despide cordialmente al invitado. Teresa también se asoma al
umbral. Luis la despide con ademanes de caballero, besando su
mano. Paco observa la escena con el rostro desencajado.

18 CAMINO DEL CORTIJO DE LAS AGUAS. EXT. NOCHE.

Luis regresa del cortijo de las aguas. Cabalga despacio. El


camino está oscuro. Al sentir un sonido de cascos detrás de
él se gira sin advertir nada. Nervioso, comienza a trotar.
Vuelve a oír el sonido de los cascos que le siguen, se gira y
no ve nada. Al volver la cabeza al frente, encuentra a los
tres hermanos Quero a caballo, obstaculizando el camino. Luis
frena el caballo que, asustado, levanta sus patas delanteras.
El jinete cae al suelo y el caballo huye a galope. Antonio se
apea, mientras José y Paco permanecen en sus monturas.

LUIS GUINEA
(dolido por la caída)
¡Muy valientes los Quero! Atacando en
cuadrilla, en un camino oscuro.

ANTONIO
Vengo yo solo, Guinea. Mis hermanos
vienen a disfrutar del espectáculo.

Antonio se acerca a Luis y le agarra fuertemente de la solapa


de la camisa. El Guinea, por más que intenta zafarse, sólo
consigue realizar una serie de ridículas contorsiones en el
aire.

ANTONIO
No te haremos nada, si por vuestra parte
dejáis en paz a nuestra familia.

LUIS GUINEA
¿Te atreves a amenazarnos, Antonio?

-14-
ANTONIO
Me atrevo a tener la educación de no
partirte la cara ahora mismo. Para
intentar arreglar las cosas sin que en
esta ciudad haya una sangría.

Luis guarda silencio, aunque mira enfurecido a Antonio. Éste


se relaja. Suelta despacio a Luis, el cual, sin que nadie se
de cuenta, saca una navaja de bolsillo trasero de su
pantalón. Antonio se gira. Luis se abalanza sobre él con la
navaja en alto.

JOSÉ
¡Antonio, cuidado!

Antonio reacciona con soltura. Agarra la mano de Luis Guinea


y lentamente, en una lucha de fuerzas, consigue dirigir la
navaja contra la mejilla de su agresor. Al apretar comienza a
sangrar. José y Paco se apean del caballo para sujetar a
Antonio, quien corta la cara del Guinea desde el ojo hasta la
barbilla. Luis Guinea suelta la navaja y se revuelve en el
suelo entre gritos. José y Paco obligan a Antonio a soltar el
arma y a marchar de allí. Luis queda en el suelo. Se tapa la
hemorragia con las manos.

ENCADENA A

19 CORTIJO DEL LOBO. EXT. NOCHE.

Luis llega caminando al cortijo. Con un pañuelo se tapa la


mejilla herida.

ENCADENA A

20 CORTIJO DEL LOBO. SALÓN. INT. NOCHE.

Luisa Guinea cose con su habitual frialdad la herida de Luis.


Pasa una compresa mojada en agua para limpiar la zona. La
deja sobre un cuenco lleno de agua enrojecida por el contacto
de la sangre. En el otro extremo de la mesa, Carlos Guinea
observa pensativo a su hijo, con los ojos brillantes. A Luisa
se le escapa una risa nerviosa.

ENCADENA A

21 CUARTEL DE LA GUARDIA CIVIL. EXT. NOCHE.

Carlos Guinea se adentra en un edificio gris de estilo


neoclásico colonial: el cuartel de la guardia civil. Un
guardia civil armado custodia la entrada.

-15-
GUARDÍA CUARTEL
Buenas noches, Don Carlos.

CARLOS GUINEA
No tan buenas, Miguel.

22 CARNICERÍA. EXT. NOCHE.

La carnicería en medio de la noche presenta un aspecto


pacífico. El rápido fulgor de una botella con tela prendida
en aceite y el sonido de un cristal roto perturban la
tranquilidad. A través de la ventana rota comienza a
atisbarse el inicio de un fuego.

CASA DE LOS QUERO. INT. NOCHE.

La casa de los Quero en silencio. Todos duermen. A través de


una ventana se ve la sombra de un hombre correr.

VECINO 1
¡Fuego! ¡Fuego en la carnicería de los
Quero!

La luz del salón se enciende. Alguien llama a la puerta.


Francisco, en pijama, somnoliento, acude a abrir. Un vecino,
fuera de sí, le advierte de lo sucedido.

VECINO 1
¡Francisco! ¡Vamos! Tienes la tienda en
llamas.

Matilde se acerca por detrás.

FRANCISCO
(alarmado)
¿Qué dices? ¡Matilde! Dame todos los
cubos que tengas, cacerolas, lo que sea.
¡Hijos!

Matilde corre a la cocina. Francisco abre las puertas de las


habitaciones.

FRANCISCO
Vamos, Paco, Antonio.

Antonio, José y Paco se calzan y visten a gran velocidad.


Pedro sale el último.

PEDRO
¿Qué pasa?

-16-
FRANCISCO
Tú no, hijo. Debes cuidar tu asma...

Pedro se avergüenza de su tara. Mira con cierto reproche a su


padre. Éste, a pesar de la crítica situación, lo aprecia y
rectifica.

FRANCISCO
Y de las mujeres de la casa...

Pedro parece más satisfecho con ese encargo. La familia sale


de la casa a toda prisa con cubos y cacerolas.

23 CARNICERÍA. EXT. NOCHE.

La carnicería está completamente en llamas. Varios vecinos


han improvisado una cadena humana de modo que pueden llevar a
mayor velocidad los cubos llenos de agua desde una fuente
cercana hasta el mismo incendio. Francisco y sus hijos se
incorporan a la tarea, formando una segunda cadena desde el
pozo de un patio cercano.

Paco se coloca el primero, en el puesto más cercano al fuego,


y arroja los cubos. De entre las llamas sale disparado el
pastor alemán que Paco recogió de la calle. Se acerca a sus
pies. Paco le acaricia ligeramente.

PACO
(para si)
Chico listo...

24 CARNICERÍA. CALLE ADYACENTE. EXT. NOCHE.

Desde una zona de penumbra de la calle, Carlos Guinea,


apoyado en un bastón, su hijo Luis y dos guardias civiles
observan el incendio. A su lado pasa apresurado con un cubo
grande un segundo vecino.

CARLOS GUINEA
¡Tsssh! ¡Tomás!

El vecino, TOMÁS (40) en pijama, se gira sin dejar de


caminar. Al reconocer a Carlos Guinea se detiene.

CARLOS GUINEA
¿A qué tanta prisa?

TOMÁS
(sorprendido)
Don Carlos, hay que apagar ese incendio
como sea... Todo el pueblo está...

-17-
CARLOS GUINEA
¿No es un poco tarde? Si hoy te fatigas,
mañana rendirás poco en mis tierras. O a
lo mejor es que ahora los Quero te
ofrecen mejor jornal...

Tomás queda de una piedra. El cubo se balancea en su mano


hasta caer al suelo y derramar toda el agua.

25 CARNICERÍA. EXT. NOCHE.

La cadena trabaja de forma infatigable. Todo el pueblo


coopera con la causa. Tomás, derrotado, se acerca a uno de
los eslabones de la cadena. Le dice algo al oído. El oyente
se sorprende de igual modo. Tras recapacitar, abandona la
fila.

Tomás se acerca para hablar al oído de otro eslabón, el cual


también deja de trabajar y ayuda a Tomás a pasar la
información. El número de voluntarios comienza a reducirse.
Francisco y sus hijos, sin dejar de trabajar, comienzan a
apreciarlo.

FRANCISCO
(a Tomás)
¡Vamos! ¿Qué pasa? ¡Tomás! ¿Qué ocurre?

Tomás evita la mirada y las palabras de Francisco.


Afortunadamente, otros vecinos, en cambio, no dejan de
trabajar. Empujan con violencia a Tomás o al vecino que
intenta convencerles de que abandonen.

Pero no es suficiente. El techo de la carnicería se viene


abajo con estrépito. Las llamas fulguran como si alardearan
de su victoria. Los Quero contemplan cansados cómo su negocio
se derrumba.

26 CARNICERÍA. CALLE ADYACENTE. EXT. NOCHE.

Carlos y Luis Guinea lo observan satisfechos. Hacen una señal


a los dos guardias para marchar de allí.

27 CASA DE LOS QUERO. SALÓN. INT. NOCHE.

Pedro y Encarna tratan de animar a su madre, llena de


angustia.

MATILDE
¡Dios mío! ¿Y si nos quedamos sin la
tienda? ¿Qué va a ser de nosotros?

-18-
ENCARNA
Tranquila, madre. También el ayuntamiento
ardió el año pasado, y con la ayuda de
todo el pueblo consiguió apagarse.

MATILDE
Dios te oiga, hija.

Inesperadamente, llaman a la puerta con fuertes golpes.


Matilde, Encarna y Pedro se asustan. Matilde no tarda en
reaccionar. En silencio, con gestos, ordena a sus hijos que
se escondan en sus habitaciones. Vuelven a llamar a la
puerta. Matilde se arregla la bata que viste, se seca las
lágrimas y abre. En el umbral aparecen Carlos y Luis Guinea
acompañados por los dos guardias civiles.

28 CARNICERÍA. EXT. NOCHE.

Las llamas consumen las ruinas del edificio derrumbado. Los


últimos voluntarios desisten en seguir intentándolo. Tratan
de dar ánimos a Francisco, pero él también ha desistido. Se
sienta en el suelo y oculta la cabeza entre las manos. Sólo
los tres hermanos Quero parecen empeñados en acabar con las
llamas.

29 CASA DE LOS QUERO. SALÓN. COCINA. INT. NOCHE.

Carlos y Luis están sentados en la mesa del salón, sin


guardar compostura alguna. Matilde, de pie, trata de resolver
la situación amablemente. Los guardias hurgan en una cacerola
y comen los restos de chorizo que allí encuentran.

CARLOS GUINEA
No me puedo creer que hayan dejado sola a
la mujer de la casa.

MATILDE
Pues ya lo ve, Don Carlos. Se nos va la
vida en ese incendio.

CARLOS GUINEA
Desde luego, es una desgracia sin
precedentes...como la de mi hijo.

Carlos señala a Luis, que ostenta su herida cosida. Matilde


mira a Luis. Comienza a adivinar lo sucedido.

CARLOS GUINEA
Hay que acabar con los desalmados que se
dedican tan pronto a desfigurar rostros
como a provocar incendios. ¿No cree,
Matilde? Son la misma mierda.

-19-
Matilde le mira sin saber qué decir. Finalmente se atreve.

MATILDE
Una reyerta no es lo mismo que un
incendio.

CARLOS GUINEA
No, la verdad es que no... Todo depende
del bando en que se esté. Y nosotros
salimos ganando, Matilde, porque en
nuestro bando está la justicia.

Carlos mira a Matilde con desafío. Hace un gesto a los


guardias, que comienzan a registrar la casa. Tiran muebles y
abren puertas.

MATILDE
(agarra a los guardias)
¡No! ¡Por favor! Ya les he dicho que mis
hijos están con su padre, vayan allí a
buscarles... (A Carlos.) O a ayudarles,
que es lo que tendríais que hacer.

Matilde agarra el hombro de Carlos, que se zafa de la mujer


con violencia. Abre una de las puertas, la del dormitorio de
Encarna.

30 CASA DE LOS QUERO. HABITACIÓN DE ENCARNA. INT. NOCHE.

CARLOS GUINEA
Mirad aquí también, por todas partes.

Los dos guardias se introducen en una habitación sencilla.


Cama de sábanas blancas y, sobre ella, retrato de una Virgen
Inmaculada. Las botas negras pisan el suelo de la habitación.
Hay un pendiente en el suelo que no parecen advertir. Debajo
de la cama, Encarna guarda silencio y se lleva la mano a su
oreja para cerciorarse de que ha perdido un pendiente. Los
guardias salen de la habitación. Encarna suspira hondo.

31 CASA DE LOS QUERO. HABITACIÓN DE PEDRO Y PACO. INT. NOCHE.

Uno de los guardias entra en una habitación con dos camas


deshechas y sin apenas muebles. Las botas de uno de los
guardias pisan el suelo que cruje de la humedad. Las suelas
dejan un reguero de polvo. A través de los tablones, se
aprecia una nariz. Es Pedro, escondido en un habitáculo de
muy reducidas dimensiones.

-20-
32 CASA DE LOS QUERO. HABITACIÓN DE ENCARNA. INT. NOCHE.

Carlos Guinea entra en la habitación de Encarna. Pisa el


pendiente de cristal, que cruje levemente al romperse. Carlos
retira su bota. Observa el pendiente hecho añicos. En un
rápido movimiento, vuelca la cama. Encarna grita y trata de
huir desesperada pero Carlos la sujeta por los brazos.

33 HABITÁCULO OSCURO. INT. NOCHE.

Los escasos espacios entre tabla y tabla permiten respirar a


Pedro en su escondrijo. Desde allí, Pedro escucha impotente
cómo golpean e intimidan a su hermana y a su madre, que acude
a separar a Carlos de su hija.

34 CASA DE LOS QUERO. SALÓN. INT. NOCHE.

Encarna llega corriendo al salón donde Luis la retiene.


Cuando éste se dispone a pegar una bofetada a Encarna,
alguien atrapa su mano en el aire. Es Paco, de vuelta con su
padre y hermanos, que asesta un cabezazo a Luis noqueándole
por completo.

CARLOS GUINEA
(a los guardias)
¡Son ellos!

Los guardias se abalanzan sobre los Quero, pero tanto Paco


como Antonio se defienden diestramente con los puños. José
cae al suelo tras ser golpeado por Carlos Guinea. Antonio
derriba a uno de los guardias y éste desde el suelo
desenfunda su pistola y dispara a Antonio en el brazo.
Antonio cae al suelo gritando de dolor. Paco, tras abatir al
otro guardia, cae derribado por Luis, quien le inmoviliza,
boca arriba, en el suelo. Carlos aprieta un mecanismo en el
mango de su bastón que acciona un brillante filo en la punta.
Lo acerca al ojo izquierdo de Paco.

LUIS GUINEA
Verás que bien te queda, Paco...

Paco grita. Gira la cabeza, provocando que la herida se abra


desde el ojo hasta la oreja. Sangra en abundancia.

Francisco, que hacía de escudo de las mujeres, se incorpora


para arremeter contra Carlos, pero este alza su bastón y se
lo pone muy cerca del rostro a Francisco.

CARLOS GUINEA
Ni se te ocurra, Francisco.

-21-
José, asustado, se incorpora como puede y sale corriendo de
la casa. El guardia que disparó sobre Antonio sale tras él.

35 CASA DE LOS QUERO. EXT. NOCHE.

José corre con dificultad. Tras él, sale de la casa el


guardia civil, que se detiene en medio de la calle y dispara
concentrado. En la distancia, José cae al suelo. Sin embargo
bastan dos segundos para que José se levante y continúe
corriendo, ahora con más velocidad. El guardia vuelve a
disparar, esta vez sin éxito.

36 CASA DE LOS QUERO. SALÓN. INT. NOCHE.

El otro guardia civil termina de esposar a Antonio. Luis


tiene el pie puesto sobre la cabeza de Paco, como si de un
trofeo se tratase. El guardia civil que disparó sobre José
vuelve al interior y comienza a esposar a Paco.

GUARDIA CUARTEL
Le he dado, no llegará muy lejos.

Carlos toma aire sin dejar de señalar con el bastón a


Francisco, que ha vuelto a cubrir a su mujer y a su hija.
Habla mientras mira el desastre organizado a su alrededor.

CARLOS GUINEA
Nunca debiste comprar esas tierras.

FRANCISCO
(desesperado)
Suelta a mis hijos y son tuyas.

CARLOS GUINEA
Tu caridad ya no me vale. Es basura. (A
los guardias.) Esposadle a él también.

Los guardias se miran entre sí, con cierta verguenza.

GUARDIA CUARTEL
Lo siento, Don Carlos, pero no tenemos
más esposas.

Carlos les atraviesa con la mirada.

CARLOS GUINEA
Pues con una cuerda, joder, con lo que
sea.

Los guardias otean el salón en busca del objeto que pueda


cumplir la función de las esposas.

-22-
37 CASA DE LOS QUERO. EXT. NOCHE.

Los guardias salen de la casa con Antonio, Paco y Francisco


apresados. Les meten en la parte trasera de una furgoneta.
Luis sale de la casa satisfecho. Se sorprende al ver a su
padre salir detrás de él con Encarna en brazos que patalea y
se revuelve.

CARLOS GUINEA
Vete tú con ellos.

LUIS GUINEA
Pero padre...

CARLOS GUINEA
¡Que te vayas!

Luis Guinea, no muy satisfecho, observa a su padre y se sube


a la furgoneta junto a los guardias. Carlos Guinea deja a
Encarna tumbada sobre la grupa de su caballo y sale en
dirección contraria. Antonio le observa desesperado desde la
furgoneta que se aleja.

ANTONIO
(gritando)
¡Guinea! ¡Te mataré, Guinea! ¡Juro que te
mataré!

Mientras, Paco fija su mirada en el infinito, cargada de


rabia.

38 CASA DE LOS QUERO. SALÓN. INT. NOCHE.

La calma se extiende ahora a lo largo del salón. Todo está


destrozado. El silencio sólo es quebrado por el llanto de
Matilde tendida en el suelo. Pedro sale de su agujero y
abraza a su madre. Ésta se asusta al notar que alguien le
toca. Al reconocer a su hijo, le abraza con fuerza. Pedro
comienza también a sollozar.

PEDRO
Lo siento, madre, soy un cobarde...

MATILDE
No, hijo... No sirve de nada enfrentarse.
Siempre van a ser ellos los fuertes.

Matilde mira a Pedro con los ojos llorosos.

MATILDE
Es mejor que no salgas nunca... Es lo
mejor... No llamar la atención nunca...

-23-
Resignarse... Me quieren quitar a todos
mis chicos. A Dios gracias que tú has
tenido más cuidado... A Dios gracias...

Matilde vuelve a cobijarse en el hombro de Pedro, que mira


tembloroso el lamentable estado de la casa.

39 CÁRCEL DE “LA CAMPANA”. EXT. DÍA.

Francisco, Antonio y Paco caminan hasta la entrada de un


edificio grisáceo, de muros altos y lleno de alambradas. Van
esposados y escoltados por cuatro guardias civiles. Al llegar
a una garita de vigilancia observan cómo un hombre vestido de
militar empuja a otro hasta un paredón exterior, no visible.
Los Quero atraviesan el muro. El sonido de un disparo llama
su atención. Paco gira la cabeza, pero uno de los guardias
civiles le golpea con la culata de su escopeta en la espalda.
Comprende lo ocurrido cuando ve regresar solo al militar a la
garita.

El grupo llega a un patio. Un pastor alemán, el mismo que


Paco recogió en la carnicería, sale tras un muro. Paco le
reconoce y sonríe. El perro le sigue en la distancia.

40 CÁRCEL DE “LA CAMPANA”. SALA DE RECLUSOS. INT. DÍA.

Una sala grande y fría. Las paredes están desconchadas y


negras, signos de fuegos pasados. Al menos cincuenta hombres,
hacinados, sentados en el suelo. Algunos juegan con piedras,
otros charlan. Uno en concreto corre lentamente y sin
descanso en círculos por los bordes de la estancia. De vez en
cuando pisa a alguno de los cautivos que le increpa e
insulta.

Un enrejado de acero se cierra tras Francisco, Antonio y Paco


que caminan hasta sentarse junto a una de las paredes. Paco
busca entre los rostros a algún conocido.

Un joven delgado, BASILIO (23) pálido y de rostro enfermizo


les observa.

PACO
¿Qué miras?

BASILIO
Eres Antonio Quero, ¿verdad?

ANTONIO
Ése soy yo.

Basilio se acerca y le da la mano. Se sienta junto a ellos.

-24-
BASILIO
Mi nombre es Basilio. Soy amigo de
Matías. Te conozco de algunas tardes, en
la taberna de la Pica. ¿No me recuerdas?

ANTONIO
¡Claro que me acuerdo! Siempre ganabas a
las cartas...

BASILIO
Mi única virtud. Y que no puedo practicar
aquí por desgracia.

Paco observa intrigado al hombre que corre sin parar.

PACO
¿Quién es?

BASILIO
Le llamamos “El pulga”. Lleva así dos
días. Los mismos que hace desde que le
llamaron al patio. Allí le esperaba su
padre contra el paredón. Querían que
viera cómo le fusilaban. Aquí se están
volviendo todos locos.

ANTONIO
¿Y tú que haces aquí? ¿Cuánto tiempo
llevas?

BASILIO
Una semana que parece un mes. Los
militares me arrestaron por repartir
propaganda anarquista en una escuela.
Todos hablan de un golpe de estado
militar. Si no, no tiene sentido. Saben
que les daremos guerra en las calles si
la cosa se pone fea.

Francisco le escucha impresionado.

La puerta se abre. Dos militares se llevan a dos hombres que


les siguen entre empujones. El pastor alemán aprovecha la
oportunidad y entra en la sala. Se acerca a Paco.

PACO
(a Antonio)
¿Te acuerdas de él? (Al perro.) Chico
listo... Te hace falta un nombre.
Veamos... ¿Cuál puede ser?

-25-
41 CÁRCEL DE “LA CAMPANA”. SALA DE RECLUSOS. INT. NOCHE.

Todos los reclusos duermen encogidos en el suelo, sin mantas


ni colchones.

“El pulga” continúa corriendo sin descanso. Antonio duerme


junto al perro. Francisco llora en silencio. Paco, con los
ojos abiertos le escucha y se acerca a él.

PACO
Padre... ¿Estás bien?

Francisco se gira hacia su hijo. Del bolsillo del pantalón


saca su viejo reloj con correa.

FRANCISCO
Los guardias no se dieron cuenta. Ni los
militares. Vaya inútiles... (Sonríe
amargamente.) Hijo, si algún día yo falto
quiero que cuides de tu madre y tus
hermanos.

Francisco le entrega el reloj a su hijo.

FRANCISCO
Eres valiente y tienes un corazón puro.

A Paco, sin saber qué decir, se le saltan las lágrimas. Padre


e hijo se funden en un largo abrazo.

42 CÁRCEL DE LA “CAMPANA”. SALA DE RECLUSOS. INT. AMANECER.

El pastor alemán husmea y lame la cara de Paco, que se


despierta sobresaltado, como de una pesadilla.

Varios militares entran en la sala con un carro lleno de pan


y patatas semipodridas.

MILITAR 1
En orden, joder, que hay para todos.

Basilio es el primero en recoger su ración y volver junto a


Antonio, ya despierto, que mira con aprensión la patata
florecida.

BASILIO
Al principio yo pensaba igual. (Ríe, con
la boca llena.) Pero el hambre puede con
todo... Los principios y los valores se
rinden tarde o temprano al estómago.

-26-
Un segundo militar, MILITAR 2 (30), de aspecto amable, se
acerca al grupo.

MILITAR 2
¿Quién es Francisco Quero?

Francisco se incorpora al oír su nombre. Antonio y Paco


tragan saliva, se temen lo peor. Francisco levanta la mano,
tembloroso.

MILITAR 2
Tiene que acompañarme.

PACO
Nosotros vamos con él.

MILITAR 2
(comprensivo y conciliador)
Vamos, chicos. No hagáis tonterías.

Francisco se levanta, besa a sus hijos secamente en la


mejilla y se marcha acompañado por el soldado. Antonio y Paco
aprietan las mandíbulas con fuerza.

43 CÁRCEL DE “LA CAMPANA”. SALA DE VISITAS. INT. DÍA.

Una sala pequeña con una mesa y dos sillas. Junto a una
puerta enrejada hay varias cajas amontonadas con munición.

Ramón Maya, vestido con un traje blanco elegante y limpio,


está sentado en un extremo de la mesa. Juega nervioso con su
sombrero entre las manos. Francisco llega acompañado por el
militar, que se queda junto a la puerta. Francisco se sienta
en la otra silla, contrariado.

FRANCISCO
¡Ramón! ¿Cómo está Matilde? ¿Y mi hija?

RAMÓN
Tu mujer está bien. Ayer la llevé algo de
comida. (Baja la cabeza) De tu hija no sé
nada...

FRANCISCO
Ramón, tú sabes que soy un hombre honrado
y trabajador. Nunca he hecho mal a nadie.
Si esas tierras son el motivo de esta
tragedia ya no las quiero, dile a Carlos
Guinea que renuncio a ellas. Si no las
acepta, dile que te las he vendido a ti y
tú se las cedes, me da igual. Sólo quiero
volver a empezar, sin rencor.

-27-
A Francisco se le saltan las lágrimas.

RAMÓN
He hablado con el general en mando y te
van a soltar ahora mismo.

FRANCISCO
¿Y mis hijos?

RAMÓN
Tus hijos están mejor aquí dentro.
Créeme, Francisco. Se va a armar una muy
gorda. El ejército se ha sublevado. El
país se está dividiendo a paso de
gigantes.

FRANCISCO
Yo sin mis hijos no voy a ningún sitio.

Ramón se levanta y se pone el sombrero.

RAMÓN
Tú verás... Tu mujer también te necesita.

Los ojos de Francisco brillan con el recuerdo de su mujer.


Una mirada basta para que Ramón sepa que ha aceptado su
propuesta. El visitante se levanta.

RAMÓN
Me gustaría acercarte, pero no quiero que
nos vean llegar juntos a Granada.

Ramón camina hacia la salida y desaparece tras la puerta


enrejada. Francisco ve decepcionado cómo su supuesto amigo se
aleja.

44 TRASERA CAMIÓN. CAMINO. EXT. DÍA.

Francisco viaja en la parte trasera de un camión. En la


cabina, dos militares, uno de ellos al volante. La mirada de
Francisco se pierde en el paso constante del los olivos que
dominan el paisaje. Las aceitunas están en el suelo, caídas,
sin jornaleros que las recoja. A lo lejos, Francisco
distingue la figura de una mujer que camina con dificultad.
Al pasar junto a ella reconoce a su hija Encarna. Francisco
golpea la cabina del camión para que se detenga.

FRANCISCO
Pare... ¡Pare! Me bajo aquí...

El camión se detiene. Francisco corre al encuentro de su


hija. La abraza con todos sus fuerzas.

-28-
Encarna está semidesnuda. Tiene la cara llena de magulladuras
y las ropas destrozadas.

45 CASA DE LOS QUERO. EXT. DÍA.

Francisco y Encarna entran por la puerta principal de la


casa. El padre abriga a la hija con su chaqueta y la ayuda a
andar agarrándola del hombro.

46 CÁRCEL DE “LA CAMPANA”. PAREDÓN. EXT. DÍA.

Estampa exterior de la cárcel donde, ahora sí, puede


apreciarse el muro que sirve de paredón para las ejecuciones
de los militares. Una mancha de sangre sobre el muro gris
recuerda el asesinato presenciado por los Quero el día
anterior.

ENCADENA A

47 CÁRCEL DE LA CAMPANA. PAREDÓN. EXT. DÍA.

La mancha de sangre se extiende ahora a lo largo de todo el


muro, hasta el punto de que sólo su parte superior nos
recuerda el color gris de antaño.

Sobreimpresionado: “Verano, 1940”

Un camión de reparto se detiene en la entrada. Un grupo de


militares descarga cajas de legumbres y hortalizas.

48 CÁRCEL DE “LA CAMPANA”. PATIO. EXT. DÍA.

Un patio amplio de arena vigilado por cinco garitas elevadas


con dos soldados en cada una. Un grupo de reclusos juega al
fútbol con una pelota hecha a base de trapos.

Antonio y Paco están sentados en unas escaleras. Antonio


observa el partido mientras Paco juguetea destrozando con el
pie un hormiguero. Sus rostros se han vuelto más duros y
delgados. Llevan las mismas ropas que cuando llegaron, ahora
viejas y rotas. El pastor alemán de Paco, también más viejo
y delgado, husmea el hormiguero.

ANTONIO
Lo que daría yo por un par de botas.

PACO
Cambian los turnos cada seis horas y por
la noche sólo hay uno en cada torre.

-29-
ANTONIO
Olvídalo, Paco. Ya sabes lo que le
ocurrió a Basilio.

PACO
Si hubiera ido más decidido habría
alcanzado la salida y ahora estaría
dinamitando el muro para liberarnos a
todos.

ANTONIO
Pero acabó con un tiro en la cabeza. Como
acabaremos nosotros...

PACO
Antonio, prométeme una cosa. Cuando
salgamos de aquí, volveremos para hacer
volar estos muros, aunque ya no sea una
cárcel. Solo por el placer de verlos
volar en mil pedazos.

ANTONIO
(desganado)
Te lo prometo.

Varios militares cruzan el patio con las cajas del reparto


llenas de alimentos. El perro corre hacia las cajas.

PACO
Durruti, ven aquí. Deja eso.

El perro no obedece y se lanza sobre una de las cajas,


provocando la caída de uno de los soldados. Paco corre para
recoger al perro.

ANTONIO
Paco, ¿qué haces? Déjalo.

Paco coge al perro por el pescuezo y se lo lleva lentamente.

PACO
Durruti, ¿qué te he dicho?

El militar se levanta del suelo. Saca su pistola y apunta al


perro.

MILITAR 3
Así que Durruti, ¿eh? Tú, (A Paco.)
suelta el perro.

-30-
PACO
¿Qué va a hacer? El perro no tiene...la
culpa es mía.

Antonio se acerca hasta Paco para disuadirle.

El militar acerca la pistola a la cabeza del perro y le


dispara. Durruti se desploma con la cabeza destrozada. Paco
se abalanza sobre el militar pero Antonio le detiene a
tiempo.

MILITAR 3
(a un compañero)
Jacinto, vamos a llevarnos a esta
parejita a donde tú y yo sabemos...

Dos soldados más esposan a los hermanos y les llevan en


dirección a la salida.

49 FURGONETA. CAMINO CÁRCEL. INT./ EXT. DÍA.

Antonio y Paco van en la parte trasera de una furgoneta,


junto a otros dos presos, custodiados por dos guardias.

ANTONIO
Cortés... Balboa... Aguirre... Anda que
no te di nombres para el perro...
Durruti...

Antonio intenta animar así a Paco, el cual mira al infinito


con gesto neutro.

50 CANTERA. MURO DESCAMPADO. EXT. DÍA.

La furgoneta se detiene junto a una cantera de granito. Paco,


Antonio y los otros dos reclusos bajan y se miran presos de
la angustia.

PRESO 1
¿Nos vais a fusilar, verdad?

Los militares ríen, al tiempo que sacan del automóvil cuatro


picos y se los lanzan a los cuatro reclusos.

MILITAR 3
Por ahora sólo tenéis que picar un poco
de piedra. Pero si hay ganas no os
preocupéis, que en cuanto acabéis la
faena, os fusilamos.

Los otros dos militares montan en el vehículo.

-31-
MILITAR 4
Vamos a por algo de comer. Volvemos en
diez minutos.

MILITAR 3
Tranquilos, ya me quedo yo con estos.

Antonio y Paco pican con fuerza. Escuchan cómo las puertas


del furgón se cierran y se aleja. Se han quedado solos con un
militar. Los hermanos se miran cómplices.

51 ROTATIVO PERIÓDICO. INT. DÍA.

La portada da fe del acontecimiento: "AYER SE FUGARON DE "LA


CAMPANA" CUATRO PRESOS, DESPUÉS DE HABER DADO MUERTE AL
CENTINELA QUE LES ESCOLTABA."

52 MONTE. EXT. DÍA.

Paco y Antonio caminan monte arriba. Observan emocionados el


paisaje, los árboles, los arbustos, todo parece
sorprenderles. Ríen de alegría. En un extremo de la ladera,
un pastor “EL BARTOLO” (45) de rostro ajado, curtido por el
sol, pasea un gran rebaño de ovejas. Se fija en los hermanos.

53 CUEVA DEL MONO. INT. NOCHE.

Paco y Antonio se adentran en una cueva oscura, llena de


humedad y barro.

PACO
Aquí estaremos a salvo.

Paco y Antonio duermen acurrucados en el interior de la


cueva. Paco se despierta sobresaltado al oír ruidos en el
exterior. Toca el hombro de su hermano, que se despierta
alarmado. Pasos que se acercan. La figura de un hombre se
recorta en la entrada de la cueva. Lleva al hombro una
escopeta. Paco coge una piedra grande y se prepara para
atacar. La figura se agacha. Se escucha como si estuviera
escarbando en la tierra. Se enciende la luz de una linterna.
Antonio se alarma, y en un acto reflejo, mueve el pie dejando
caer grava. El sonido les delata. La figura se incorpora y
acerca a los hermanos el haz de luz.

VOZ
¿Quién vive?

Silencio. Paco y Antonio mantienen la respiración sin saber


muy bien qué hacer.

-32-
VOZ
Decid quién vive.

PACO
No des un paso más. Estamos armados.

VOZ
Sólo soy un campesino. No quiero hacer
daño a nadie. Si estáis bien ya me
marcho.

Antonio parece reconocer la voz del campesino.

ANTONIO
¿Matías?

La figura dirige la linterna a su rostro, confirmándose que


es “El Matías”, con un aspecto casi igual que el de hace
cuatro años.

EL MATÍAS
El mismo. ¿Quién eres?

“El Matías” vuelve a iluminar el fondo de la cueva. Antonio


se acerca al haz de luz.

EL MATÍAS
¡Antonio! ¡Me cago en todo lo sagrado,
estás vivo! Dios te ha bendecido...

Antonio y “El Matías” se unen en un estrecho abrazo. Paco


suspira.

PACO
Joder, primero se caga en dios y luego le
da las gracias.

ANTONIO
Es mi hermano, Paco.

Paco y “El Matías” se estrechan la mano.

ANTONIO
¿Qué haces tú por el monte?

EL MATÍAS
En esta cueva se cogen los mejores
gusanos para la pesca. Ahora soy un
trabajador. Me he casado. ¿Te acuerdas de
la Sonsoles? Pues toda mía.

Antonio ríe emocionado, casi se le saltan las lágrimas.

-33-
EL MATÍAS
¡Pero bueno! Este no es lugar para que un
Quero duerma. Venís ahora mismo a mi
casa.

“El Matías” emprende la salida de la cueva.

ANTONIO
Debes saber que somos fugitivos de la
justicia.

“El Matías” se vuelve hacia los hermanos.

EL MATÍAS
(sonriendo)
¿Habéis descarrilado un tren?

54 CASA DE “EL MATÍAS”. INT. NOCHE.

Un casa pequeña de piedra. Los hermanos y “El Matías” toman


una sopa sentados alrededor de una mesa de madera. El salón
está lleno de herramientas de labranza y flores, ramos
completos de jazmín en jarrones y sueltos.

EL MATÍAS
Nada más empezar la guerra mataron a mi
padre por no querer ir a luchar. Mi
madre, aconsejada por el cura, me dijo
que luchara del lado nacional y así me
tiré año y medio. Luego me hirieron en
Málaga, y en el hospital me encontré con
ésta...

SONSOLES (24) pelirroja y algo rechoncha, llega de la cocina


con una botella de vino. “El Matías” coge a su mujer de la
cintura y la sienta sobre sus rodillas.

SONSOLES
Quita, loco.

EL MATÍAS
...que es la ilusión de mi vida. Siéntate
con nosotros, mujer. No conocerás en tu
vida familia más excepcional.

“El Matías” besa a su mujer en la boca. Sonsoles se ruboriza


y vuelve a la cocina.

EL MATÍAS
Trabajo de labrador en el cortijo de un
Coronel. Bueno, seis meses trabajo, seis
meses me largan.

-34-
Y al año siguiente lo mismo... Me da lo
justo para vivir. Ya no le pido más a la
vida, sólo que me dejen tranquilo. Fue
muy duro ver morir uno a uno a todos mis
compañeros. Y mis amigos en el otro
bando. Una locura...

PACO
¿Y no has vuelto a Granada?

EL MATÍAS
Alguna vez.

ANTONIO
¿Viste a mi madre?

EL MATÍAS
Me crucé con tu padre en una taberna.
Pero te estoy hablando de hace uno o dos
años. No le dejaban visitar la cárcel.
Hablaba de vosotros como si estuviérais
muertos.

A Paco se le ilumina la cara al descubrir que su padre está


vivo.

EL MATÍAS
Sé poco más. Le expropiaron las tierras y
vive casi de la caridad y los
racionamientos. De tu madre no he oído
hablar, pero sé que tu hermana Encarna ha
tenido un hijo...

“El Matías”, por pudor, no sigue contando, pero todos intuyen


lo que sigue. Antonio baja la cabeza y aprieta los dientes de
rabia. Paco mira pensativo a “El Matías”.

55 PLAZA DEL PUEBLO. TIENDA DE “EL BARTOLO”. EXT. DÍA.

Una plaza pequeña. De un balcón cuelga una gran bandera


española. Dos guardias civiles custodian la puerta. Un joven
ofrece el periódico en una esquina. “El Matías” cruza la
plaza y entra en una tienda de variedades.

56 TIENDA DE “EL BARTOLO”. INT. DÍA.

Una tienda abarrotada de alimentos, conservas y sacos de


legumbres. Tras el mostrador “El Bartolo”, el pastor que vio
subir a los hermanos al monte, atiende las numerosas
peticiones de “El Matías”. “El Bartolo” termina de pesar dos
kilos de judías.

-35-
EL BARTOLO
Pues si que llevas este mes cantidad. ¿Te
ha subido la paga Don Carrasco?

EL MATÍAS
(incómodo, sin saber qué
responder)
Un capricho de vez en cuando no le va mal
al cuerpo...

EL BARTOLO
Mucha comida para dos bocas... ¿O es que
tienes visita?

“El Matías”, cansado, intenta cortar la conversación.

EL MATÍAS
Están por venir unos familiares.

EL BARTOLO
¿Tuyos o de Sonsoles?

EL MATÍAS
Cóbrate.

“El Bartolo” termina de llenar las bolsas mientras mira


inquisitivamente a “El Matías”. Éste le paga y se va sin
decir nada. “El Bartolo” observa fijamente el umbral tras el
que se ha marchado. Justo, al lado, en la pared, hay un
cartel que informa de la búsqueda y captura de los hermanos
Quero. Una frase es particularmente llamativa: “Se
recompensará a todo aquél que aporte información sobre su
paradero.”

57 CASA DE “EL MATÍAS”. INT. DÍA.

Paco lee el periódico donde viene la noticia de su fuga.


Antonio echa troncos a la chimenea mientras “El Matías”
desempaqueta la compra.

PACO
Cuatro años siendo unos don nadie... Y de
repente... En primera plana... Según esto
somos “sujetos peligrosos”, Antonio.

ANTONIO
Estoy de acuerdo.

Antonio y Paco sonríen.

-36-
EL MATÍAS
Ahí le dan mucho bombo. Pero en un par de
semanas la cosa estará fría y ya nadie se
acordará de vosotros. Lo mejor es que os
quedéis aquí y luego, si queréis, bajáis
a Granada.

ANTONIO
Matías, no tenemos con qué pagarte todo
esto.

EL MATÍAS
Y aunque lo tuviérais, no lo aceptaría.

Sonsoles entra en el salón con un montón de ropa usada.

SONSOLES
Esto es todo lo que había en el baúl.
Mirad a ver si os sirve algo.

Paco se levanta y coge un jersey grueso de lana.

Unos golpes fuertes sobresaltan a los cuatro.

GUARDIA PUEBLO (OFF)


Abran a la guardia.

EL MATÍAS
Joder. No puede ser.

Antonio y Paco se quedan paralizados sin saber qué hacer ni


dónde esconderse.

EL MATÍAS
Vamos. Hay una ventana que da atrás.
Sonsoles abre tú y entretenles un poco.
Yo vuelvo enseguida.

Antonio, Paco y “El Matías” corren hacia la parte trasera.

58 CASA DE “EL MATÍAS”. PARTE TRASERA. EXT. DÍA.

“El Matías” abraza rápidamente a Antonio.

EL MATÍAS
Por ahí todo recto atravesáis el monte y
llegáis a Padul. (A Antonio, agarrándole
con fuerza del brazo.) Mucha suerte,
hermano.

Antonio y Paco echan a correr todo lo rápido que pueden. “El


Matías” entra en la casa.

-37-
Suena un disparo. Antonio y Paco se detienen en seco. Tras el
segundo disparo se escucha un grito ahogado que proviene de
la casa. Los hermanos cruzan una corta mirada. Un escalofrío
les recorre a ambos al mismo tiempo.

59 CASA DE “EL MATÍAS”. INT. DÍA.

Dos guardias civiles registran la casa tirando al suelo todo


lo que les impide el paso. Junto a ellos, “El Bartolo”,
impasible. “El Matías” está arrodillado en el suelo con la
cabeza de su mujer entre las manos. Sonsoles yace muerta
junto a la chimenea, con un disparo en el pecho.

EL MATÍAS
(llorando, con voz temblorosa)
Asesinos...

EL BARTOLO
(a los guardias)
A lo mejor en la leñera.

Los guardias se dirigen hacia la puerta principal cuando son


sorprendidos por Antonio y Paco que hacen su aparición de
improviso.

Paco, armado con un palo, golpea la cabeza de uno de los


guardias que cae inconsciente al momento. Antonio lanza una
piedra de gran tamaño a la cabeza del otro guardia
derribándole antes de que pueda apuntar con su escopeta. “El
Bartolo”, asustado, trata de huir por la ventana trasera,
pero Paco le alcanza y le sujeta por la chaqueta, casi
elevándole del suelo.

“El Matías”, se levanta lleno de rabia, coge la escopeta de


uno de los guardias y acerca el cañón al pecho de “El
Bartolo”. Paco se retira.

EL BARTOLO
¡Clemencia! ¡Matías, clemencia, por lo
que más quieras!

"El Bartolo" se arrodilla y comienza a llorar. “El Matías”


apunta con la escopeta. Aprieta los dientes. El sudor se
desliza sobre su piel. Mira a los Quero en espera de una
decisión, éstos le miran impasibles, aprobando la muerte.

EL BARTOLO
Veníamos a por ellos. Lo de Sonsoles ha
sido un acci...

Basta oír el nombre de su mujer en los labios de “El Bartolo”


para que “El Matías” coja fuerzas y dispare a bocajarro.

-38-
60 CASA DE “EL MATÍAS”. MONTE CERCANO. EXT. DÍA.

Los cuerpos de “El Bartolo” y los dos guardias civiles están


amontonados junto a un árbol. “El Matías” alisa con las manos
un montículo de tierra. Coloca encima una rama de jazmín.
Antonio y “El Matías” emprenden la marcha.

PACO
¿Qué hacemos con estos?

EL MATÍAS
(sin dejar de andar)
Que se los coman los gusanos.

Paco se une a los dos amigos. Los tres marchan despacio monte
arriba, provistos de macutos con alimentos. Paco y Antonio
portan lar armas de los guardias, “El Matías” la suya propia.

61 CASA DE LOS QUERO. SALÓN. INT. DÍA.

El hogar de los Quero se presenta frío y desangelado. Hay


menos muebles, la mayoría de ellos empeñados.

Matilde, más delgada y pálida, termina de bordar una bufanda


de lana a la luz de la ventana. Encarna, con aspecto cansado,
mueve la cuna en la que está tumbado su HIJO (3), el cual
llora sin parar. Pedro, con una guitarra entre las manos,
intenta descifrar una partitura sin mucho éxito.

MATILDE
Ese niño es un infierno. Me va a volver
loca. Ninguno de mis hijos lloró tanto.
(Nostálgica.) Incluso al nacer, las
comadronas tuvieron que golpearlos para
que lloraran. No bastaron unos simples
azotes, no...

Las palabras de Matilde hacen que a Encarna se le caigan las


lágrimas, que se seca disimuladamente con la manga del
jersey. Pedro se mantiene ajeno al comentario de su madre.

Llaman a la puerta. Pedro deja rápidamente la guitarra sobre


la mesa y corre cojeando hacia su habitación. Se detiene al
reconocer una secuencia de golpes. Regresa a la mesa con su
guitarra.

Matilde se levanta sin abandonar el bordado y abre la puerta.


Francisco, cargado con un saco, entra en la casa. Lo deja en
el suelo de golpe, superado por el peso. Toma aire. Matilde
abre el saco para ver su contenido.

-39-
MATILDE
¡Patatas! Habrá por lo menos diez kilos.

FRANCISCO
Me las ha dado Pascual. No he sabido
decir que no, pero vengo deslomado.

Pedro se da por aludido. Deja la guitarra y, con la cabeza


baja, camina a recoger el saco de la entrada para llevarlo
hasta la cocina. Francisco se dirige a la cuna.

FRANCISCO
¿Y a este canijo cómo le va?

Encarna reacciona con una mirada de odio hacia su padre que


éste no aprecia, como si no soportara o no creyera en los
gestos de cariño del abuelo a su nieto.

MATILDE
(a Francisco)
Lleva toda la tarde llorando. No hay
manera de hacerle callar.

Francisco coge al bebé entre sus brazos. Lo mece y le susurra


una nana. El niño comienza a callarse. Matilde y Encarna
bajan la cabeza entre orgullosas y avergonzadas.

De pronto, llaman a la puerta. El bebé regresa a su llanto.


Francisco lo deja en la cuna y camina hasta la puerta.

MATILDE
(a Francisco)
¡Espera! Pedro...

Pedro, que vuelve de la cocina, se dirige a duras penas hacia


su habitación. Cuando Pedro ha abandonado el salón, Francisco
abre la puerta, molesto porque su hijo tenga que esconderse.
En el umbral, dos guardias civiles.

FRANCISCO
Buenos días. ¿Qué se les ofrece?

GUARDIA JOVEN 1
¿Es usted Francisco Quero?

Francisco asiente.

GUARDIA JOVEN 2
Supongo que estará al corriente... Dos de
sus hijos, Antonio y Paco Quero, se
fugaron hace dos días de la cárcel de “La
Campana”.

-40-
Francisco y Matilde abren los ojos emocionados.

GUARDIA JOVEN 2
Se les atribuye el asesinato de tres
personas en Trevélez. Vamos a realizar un
registro rutinario. Si no esconden a
nadie no hay nada que temer.

FRANCISCO
(resignado)
Adelante.

Francisco deja paso como si fuera ya algo habitual. Los


guardias empiezan a inspeccionar con detalle y sin violencia
cada una de las estancias. El hijo de Encarna no cesa de
llorar. Francisco se sienta en el sofá del salón, junto a
Matilde, quien le agarra la mano con fuerza mientras el
registro prosigue.

GUARDÍA JOVEN 1 (OFF)


(a su compañero)
Mira, aquí parece como si hubiera una
trampilla.

Matilde se lleva las manos a la cara. Francisco palidece.

A los pocos segundos los dos guardias regresan al salón.

GUARDÍA JOVEN 2
Gracias, señor Quero, y disculpen las
molestias.

Francisco no da crédito a lo que escucha. Se levanta


lentamente y acompaña a los guardias hasta la puerta. Cuando
se han marchado, Francisco y Matilde corren en dirección a
las habitaciones.

62 CASA DE LOS QUERO. HABITACIÓN DE PEDRO Y PACO. INT. DÍA.

Francisco y Matilde observan el hueco del escondrijo de Pedro


al descubierto. Dirigen, al mismo tiempo, sus miradas hacia
la ventana, cuyas cortinas se mueven ondeadas por un fuerte
viento.

63 CUEVA DE LAS RAPACES. EXT. NOCHE.

Sobreimpresionado: “Otoño, 1940”

Paco, Antonio y “El Matías” están sentados a la puerta de una


cueva. “El Matías” intenta encender un fuego golpeando dos
piedras.

-41-
ANTONIO
Si es que somos idiotas. Mira que no
traer cerillas.

PACO
Yo me voy a dormir.

Paco recoge su macuto y se adentra en la cueva. “El Matías”,


con los ojos rojos, tira las piedras al suelo lleno de rabia.

EL MATÍAS
(nervioso, desesperado)
¿Qué vamos a hacer ahora, Antonio?

ANTONIO
Lo de siempre, Matías: sobrevivir.

PACO (OFF)
(emocionado)
¡Antonio, Matías! ¡Venid aquí!

“El Matías” y Antonio se levantan y entran en la cueva.

64 CUEVA DE LAS RAPACES. INT. NOCHE.

Paco tiene una caja de munición entre las manos. Bajo una
lona se encuentran apiladas decenas de armas, munición,
combustible y alimentos embutidos y en conserva. Quesos en
aceite, chorizos, sardinas...

Antonio y “El Matías” observan el hallazgo con estupor.

ANTONIO
Esto es muy raro.

EL MATÍAS
No. Yo había oído hablar de esto. Tanto
la guerrilla como los campesinos dejan,
estrategicamente, en algunas cuevas sólo
conocidas por ellos, armas y alimentos
para ayudarse mutuamente. Pensé que eran
leyendas.

PACO
Pues ya ves que no. Al final vamos a
cenar como señores.

65 CUEVA DE LAS RAPACES. EXT. NOCHE.

Los tres amigos están sentados alrededor de un gran fuego.


Comen chorizo frito y mojama.

-42-
PACO
Matías... Tu patrón, el tal Carrasco,
¿era buena gente?

EL MATÍAS
Nunca se portó mal conmigo. ¡Si apenas
aparecía por allí! Muy de vez en cuando y
para llevarse los dineros... Me regateaba
en los pagos, y a veces me tenía
trabajando once o doce horas, pero nada
más.

PACO
(asombrado)
¿Te parece poco? Ese hombre es un
explotador.

EL MATÍAS
Te aseguro que los hay peores.

ANTONIO
Eso no le justifica.

PACO
A ver, dime uno peor.

EL MATÍAS
Manuel Acosta. Una de las familias más
ricas de Motril. Con más de cinco
haciendas. Sus trabajadores se mueren de
hambre y en épocas de recolecta apenas
les deja dormir cuatro horas. Ha amasado
fortuna a costa del sudor de los demás.
Ese si que es un verdadero hijo de puta.

PACO
¿Y sabes dónde vive ese Acosta?

EL MATÍAS
Claro, lo sabe todo el mundo.

PACO
Pues si el señor Acosta es tan rico y tan
hijo de la gran puta, estará encantado de
que le hagamos una visita...

Antonio y “El Matías” se miran sorprendidos. Interrumpen


momentáneamente la comilona. Antonio sonríe a Paco en señal
de aprobación y muerde de nuevo con ganas.

-43-
EL MATÍAS
(asustado)
¿Un atraco? Somos fugitivos, Paco, nos
estarán buscando por todas partes...

PACO
Sobrevaloras la inteligencia de las
fuerzas del orden. Que te cuente Antonio
algún día cómo nos fugamos de la Campana.

ANTONIO
(con la boca llena)
Además, que tenemos que reponer todo lo
que hemos comido...

Paco afirma con la cabeza en señal de aprobación. “El Matías”


mira pensativo los restos del banquete.

PACO
Es mucho más sencillo de lo que parece...

La voz en off de Paco se escucha sobre las imágenes que


siguen.

66 CASA DE LOS ACOSTA. EXT. DÍA.

Antonio llama a la puerta de una lujosa mansión. MANUEL


ACOSTA (40), delgado, de pelo canoso y vestido con un batín,
le abre la puerta. Antonio, amablemente, le pide ayuda,
dinero, una limosna...

PACO (OFF)
Antonio o yo, da lo mismo, se presenta en
la casa de nuestro buen amigo Manuel. Hay
que estudiar bien a qué hora está en
casa, pero bueno, eso es fácil. El señor
Acosta abrirá la puerta y le preguntará
qué desea. Antonio le contará que fue
injustamente encarcelado y que ahora le
busca la guardia civil. Luego le pedirá
dinero, por caridad, para poder
mantenerse. Como es natural, si lo que
cuentas del señor Acosta es cierto, le
cerrará con la puerta en las narices.

El señor Acosta cierra enfurecido la puerta. Antonio le


suplica hasta que se encuentra fuera de su vista.

-44-
67 CASA DE LOS ACOSTA. INT. DÍA.

Paco y “El Matías” entran por una ventana y se presentan en


el salón, donde se encuentran Manuel Acosta, de vuelta de la
entrada, la SEÑORA ACOSTA (40) y la HIJA (5), la cual juega
con varias muñecas recién desenvueltas de varios paquetes
abiertos de par en par. Paco encañona a Manuel mientras “El
Matías” abre la puerta principal por la que entra Antonio. La
mujer abraza a su hija que, sin percatarse de lo que sucede,
continúa jugando con sus muñecas.

PACO (OFF)
Al mismo tiempo, y por una ventana de la
parte de atrás entramos en la casa Matías
y un servidor. Amenazamos a Manuel de
muerte, ayudados de escopetas para
hacernos respetar, comprobado ya, que no
es suficiente con la palabra. Y le
pedimos que nos acompañe a su banco, de
donde sacaremos una cantidad
insignificante... 500.000 pesetas, por
ejemplo.

68 CAMINO CASA DE LOS ACOSTA. EXT. DÍA.

Antonio y “El Matías” salen de la casa acompañados por Manuel


Acosta. Manuel camina serio, con la mirada baja. “El Matías”
le habla al oído, muy concentrado, como si le estuviera
recitando una lección.

PACO (OFF)
Vosotros dos acompañáis a Manuel al
banco, dando un paseo y charlando sobre
la recolección de la remolacha. Tú,
Matías, que sabes bien sus costumbres, le
puedes aconsejar que no es bueno trabajar
más de nueve horas seguidas. Mientras, yo
os espero en la casa custodiando al resto
de la familia.

69 BANCO DE PUEBLO. INT. DÍA.

Una sucursal bancaria poco concurrida. Hay tres cajas


abiertas y algunos clientes, la mayoría ancianos. El cajero
entrega a Manuel 500.000 pesetas con una sonrisa. Antonio y
“El Matías” a su lado sonríen también. Manuel le entrega la
mitad a cada uno y se estrechan la mano ante la mirada
tranquila del cajero.

-45-
PACO (OFF)
En el banco, Manuel saca lo prometido en
la caja central. Se trata de una
operación que seguramente repetirá con
asiduidad... Y os entrega el dinero a la
vista de todo el mundo.

70 CASA DE LOS ACOSTA. INT. DÍA.

Paco está sentado en el suelo jugando a las muñecas con la


niña. La madre, sentada en el sofá, les observa preocupada.
La niña se muestra entretenida con las ocurrencias de Paco.
Llegan Antonio, “El Matías” y Manuel Acosta. Paco se despide
efusivamente de la niña y le da la mano a Manuel. Salen por
la puerta despidiéndose repetidas veces. Cuando se han
marchado, Manuel y su esposa se miran sin saber qué decir ni
qué hacer.

PACO (OFF)
Y asunto resuelto. Volvéis con Manuel a
casa, donde os recibo con los brazos
abiertos. Le damos las gracias a la
familia diciéndoles que esperamos volver
a colaborar con ellos en futuras
ocasiones y nos vamos por donde hemos
venido.

71 CUEVA DE LAS RAPACES. EXT. NOCHE.

Antonio y “El Matías” escuchan atentamente el relato de Paco.

EL MATÍAS
¿Y luego?

PACO
Luego, si todo ha salido bien, compramos
unos caballos y lo celebramos.

Comienza a escucharse el punteo de una guitarra flamenca.

72 HOSTAL. EXT. NOCHE.

Paco, Antonio y “El Matías” llegan a la entrada del hostal,


cada uno con sus respectivos caballos. Ríen, gritan y
bromean.

73 HOSTAL. CANTINA. INT. NOCHE.

Un antro oscuro y lleno de humo. Una barra metálica de gran


longitud y una decena de mesas donde los asistentes beben y
juegan al dominó y a las cartas. Un ANCIANO (70), sentado en
una de las mesas, toca flamenco con una guitarra.

-46-
PETRI (45) maternal y opulenta, recorre las mesas llenando
vasos y recogiendo botellas. En una de ellas, Paco, Antonio,
“El Matías” y FARINA (50), delgado y afable, juegan una
partida de dominó. Las piezas se dejan caer con fuerza contra
la madera. Petri rellena los vasos de cada uno de ellos.

FARINA
¡Manda huevos con los hermanitos! ¿Qué te
parece, Petri? Aquí jugando una partida
de dominó con una panda de bandidos.

Paco y Antonio ríen. El Matías chistea en señal de silencio.

FARINA
¿Qué pasa? Que estoy en mi casa, coño...
No te preocupes, Matías, que ni un
guardia civil pisa aquí. Preocúpate de
jugar bien que no das ni una.

PETRI
Para mí son los chicos de Francisco...
Igual que siempre...

FARINA
Claro que sí... Igual de revoltosillos...
Joder con los Quero, los Quero, los
Quero, no hacen más que hablar de
vosotros.

De repente, entra un grupo de seis hombres armados por la


puerta principal. Arman un gran escándalo. Paco y Antonio se
asustan. Buscan sus armas, pero éstas caen al suelo. Los
hermanos no se dan cuenta, incapaces de encontrar nada en tal
estado de ebriedad. José Quero se les acerca, con un trabuco
apoyado en el hombro.

JOSÉ
¿Alguien por aquí habla mal de los Quero?

Paco y Antonio se sorprenden. Luego se sonríen. Paco se


abraza a José con efusividad.

PACO
¡José! ¡Joder!

Antonio le da un beso sin despegar a Paco de José, que parece


no querer separarse.

ANTONIO
José...

-47-
JOSÉ
(emocionado)
Antonio...

La partida queda interrumpida. Ahora los tres hermanos


conversan en la misma mesa donde quedan desperdigadas las
fichas y algún que otro vaso de aguardiente. “El Matías”
está, pero como si no estuviera: duerme, y de vez en cuando,
pega cabezadas.

El anciano termina de tocar. Una señora mayor se lanza a


cantar a capela una canción flamenca.

JOSÉ
Cuando acabó la guerra fue casi peor.
Toda la ilusión, que al final era lo que
contaba, lo único que te daba un poco de
apoyo, desapareció. Se fue al garete. Los
que no habían muerto, se iban al
extranjero, y todavía hubo algún hijoputa
que se pasó a los nacionales sin
reservas. De un día para otro parecía que
nadie se acordaba de que nos habíamos
dejado la piel, otros la vida, en esta
guerra para ahora...

ANTONIO
¿Y qué esperabas, José?

JOSÉ
No lo sé, Antonio. Nuestros antepasados,
los de Numancia, se resistieron a los
romanos hasta la muerte. No nos han
ganado, joder. La hemos dado por perdida.
Para mí la guerra no ha acabado.

PACO
Para nosotros tampoco, Antonio.

JOSÉ
¿Habéis luchado?

ANTONIO
¿Cómo? Si estuvimos en “La Campana”...

PACO
Estamos luchando ahora. Es nuestra
particular guerra civil. Bueno, casi
local. Nos hemos echado al monte.

JOSÉ
Pues entonces estáis igual que nosotros.

-48-
PACO
¿Estáis todos en el monte?

JOSÉ
Sí. La guerrilla de resistencia
“Mediodía” para servirles en lo que haga
falta.

José y Paco se sonríen. Antonio no quita ojo de CARMELA (28),


guapa y sensual. Apoyada en la barra, fuma un cigarro y viste
provocadoramente.

ANTONIO
Ala, vamos a acostarnos Matías...

Antonio se lleva al Matías cogiéndole del hombro. Al pasar


junto a Carmela, basta un cruce de palabras para que la mujer
les acompañe.

JOSÉ
No sabe nada, este Antonio...

PACO
Hemos pasado mucho tiempo solos, José.

JOSÉ
Me lo vas a decir a mí. Todo el día
rodeado de hombres...

PACO
¿No has conocido a ninguna mujer?

José niega con la cabeza.

JOSÉ
¿Y tú?

Paco niega con la cabeza. José levanta el vaso de aguardiente


en señal de brindis.

JOSÉ
Pues nada, por Antonio.

PACO
Por Antonio.

74 HOSTAL. HABITACIÓN CARMELA. INT. NOCHE.

Una cama, un armario empotrado y una mesilla son todos los


muebles de la habitación. La escasa luz que entra por la
ventana apenas deja entreverla.

-49-
Antonio y Carmela descansan tras hacer el amor. Antonio le
llena de besos la cara, cariñosamente. Se abraza a ella.
Quedan abrazados de lado, mirándose a los ojos.

ANTONIO
¿Cómo te llamas?

CARMELA
Carmela.

ANTONIO
Carmela, gracias.

Carmela le mira sorprendida. Antonio la mira enamorado como


si fuera un adolescente.

CARMELA
Estoy acostumbrada a que me den la
espalda, una vez que...

ANTONIO
¿Quieres que te de la espalda?

CARMELA
No...

Carmela no pierde su gesto de asombro. Antonio empieza a


besarle todo el cuerpo, le recorre el pecho y luego la
espalda. Se detiene en una gran cicatriz que le recorre todo
el costado.

CARMELA
No toques ahí. Me da vergüenza.

ANTONIO
¿Cómo te hiciste esto?

CARMELA
Son malos recuerdos.

ANTONIO
¿Quién te lo hizo?

CARMELA
Alguien que no tenía tus ganas de
mimarme...

Antonio la mira con mucha seriedad. Luego, al comprender la


frase, sonríe. Carmela también, pero luego queda pensativa.

-50-
75 HOSTAL. CANTINA. INT. NOCHE.

Paco y José siguen en el mismo sitio. Una nueva botella hace


compañía a la anterior. Paco sirve a José, con el pulso
tembloroso por la borrachera.

JOSÉ
Me preocupan padre y madre, Paco. Y
Encarna. Solos con todo el pueblo
mirando, y chismorreando... Que si no se
les enseña parece ser lo único que saben
hacer los pueblos de este país...

PACO
José. Únete a nosotros, ¿quieres?

JOSÉ
No puedo dejar la guerrilla.

PACO
No tienes porqué dejarla. Puedes estar en
contacto con ella. La puedes ayudar más
estando con nosotros. José, no
fallaremos. Vamos a robar el dinero que
haga falta, y se lo daremos a tu
guerrilla y a los campesinos que esta
guerra ha dejado sin pan y que ningún
gobierno va a alimentar.

José se lo piensa.

JOSÉ
Soy un soldado, José, no un bandido...

PACO
(borracho, pero lúcido)
¿Es lo que te parezco? ¿Te parezco un
bandido, sin más? Yo iba a ser carnicero,
o vete a saber qué. No me dieron ni la
oportunidad de soñarlo. Tú ibas a ser
abogado. Tal y como están las cosas,
José, nadie se va a molestar en
diferenciar a un guerrillero de un
bandido, ni a un bandido de un maqui.
Para ellos somos igual de peligrosos, la
misma mierda. Y ya no es sólo eso. Tú lo
has dicho, José, es la familia. ¿Qué pasa
con nuestra familia? ¿Vamos a estar
siempre separados el uno del otro? ¿Va a
estar siempre Madre cosiendo a la lumbre?
¿

-51-
Esperando nuestra vuelta, como cuando
salíamos de juerga y volvíamos a las
tantas? Ahora las horas se han hecho
años, y ya está bien. José, la familia
tiene que juntarse de nuevo. Hay muchos
asuntos en Granada que se han quedado sin
cerrar.

José mira pensativo a Paco.

76 HOSTAL. CANTINA. EXT. AMANECER.

La calle está vacía. Paco ensilla su caballo. A pocos metros


de distancia terminan de montar los compañeros de José. José
sale por la puerta. Paco le sigue con la mirada. José llega
hasta sus compañeros y se despide de ellos. Paco sonríe
satisfecho al ver cómo los hombres de la guerrilla se marchan
al galope. José comienza ensillar su caballo y se acerca a
Paco.

Por la puerta, salen Antonio y Carmela, ésta con una abultada


maleta y un montón de trastos. Antonio la ayuda a cargar con
los bultos. Paco les mira alucinado.

PACO
Antonio, Antonio... ¿A dónde vas con todo
eso?

ANTONIO
Carmela se viene con nosotros.

Paco coge del hombro a Antonio y le lleva a un lugar


apartado.

PACO
Antonio, no podemos, ¿qué dijimos cuando
todo empezó?

ANTONIO
Nada de mujeres.

PACO
Eso es, nada de mujeres.

ANTONIO
¡Pero es que no entiendo porqué nada de
mujeres!

PACO
¿Quieres verla morir por tu culpa? Ya no
te acuerdas de la mujer de “El Matías”...
¿

-52-
Quieres que ella vea cómo cualquier día
te meten un balín en las tripas? Antonio,
joder...

JOSÉ
Yo he visto a mujeres guerrear como
hombres, Paco. Estás siendo un poco...

ANTONIO
Machista.

Paco se encoge de hombros sin saber qué decir.

ANTONIO
Está bien. Pero puedo... quiero...
sacarla de aquí.

PACO
¿Quieres darle parte del botín?

ANTONIO
O el botín entero...

El Matías sale del local.

EL MATÍAS
¡Ey! ¿Qué se cuece aquí?

Paco mira a José que afirma con la cabeza. Paco mira a


Antonio que a su vez le mira con cara de no haber roto nunca
un plato.

Antonio entrega el dinero envuelto en papel de periódico a


Carmela, quién le mira agradecida.

ANTONIO
Te haces con una casa y me dejas aquí las
señas.(Señala al hostal.) Volveré pronto.

Antonio besa a Carmela, quien le abraza apasionadamente. El


grupo emprende el paso, subidos a sus caballos.

EL MATÍAS
¡No me lo puedo creer! Estas cosas se
consultan, ¿no? ¿Le habéis dado las
450.000 a esa...?

Antonio se incorpora al grupo. “El Matías” se muerde la


lengua y carraspea.

EL MATÍAS
Antonio, eres un calzonazos.

-53-
ANTONIO
Cállate, Matías. Te corroe la envidia.

EL MATÍAS
Pues sí. Pero no de ti, de ella, que se
ha quedado con las 450.000 calas que yo
me he ganado a pulso, ¿o no?

PACO
¡Venga, Matías, que enseguida nos hacemos
con eso y con más!

Paco azota a su caballo para ir al galope. El resto del grupo


imita y jalea a los caballos.

La rápida melodía de caja y guitarra flamenca acompaña las


siguientes secuencias.

77 CORTIJO DE LA LUNA NEGRA. EXT. DÍA.

Unas tierras amplias llenas de olivos. En la puerta de la


casa Paco recibe de manos del dueño, un hombre grueso de
rostro sonrojado, un gran fajo de billetes. Antonio, “El
Matías” y José aguardan subidos a sus caballos.

Paco monta en el suyo. El dueño les despide diciéndoles adiós


con la mano.

78 FÁBRICA DE PÓLVORA. INT. DÍA.

Los tres hermanos encañonan a cinco hombres vestidos con


monos de trabajo. “El Matías” aparece tras una puerta
acompañado de un hombre trajeado que lleva una bolsa de red.

79 FERROCARRIL. VAGÓN BLINDADO. EXT. DÍA.

Un tren descarrilado junto a un arroyo. Varios guardias


civiles inspeccionan el lugar y hablan con el MAQUINISTA
(40). Hay cajas rotas, abiertas por todas partes. Su
contenido esparcido por el suelo: legumbres, hortalizas, etc.

Por un camino aparece un coche. Un guardia civil acude a


abrir la puerta del copiloto. Tras ella aparece Carlos
Guinea. Los años no parecen haberle afectado, salvo en que se
presenta algo más grueso. De la parte trasera sale su hijo,
Luis Guinea. Observan el destrozo.

CARLOS GUINEA
¿Se sabe quién ha sido?

-54-
GUARDIA VAGÓN
Aún no... Con certeza... Pero nos lo
podemos imaginar.

Carlos asiente preocupado.

80 CÁRCEL DE “LA CAMPANA”. MURO TRASERO. EXT. DÍA.

Paco termina de colocar una gran cantidad de explosivos junto


al muro. Corre hasta unos matorrales cercanos donde le espera
Antonio con el detonador. Paco lo acciona.

Una gran explosión derriba el muro. A los pocos segundos


empiezan a salir presos que corren desde el interior. Los
hermanos se miran satisfechos.

81 CUEVA DE LA VERDE TIERRA. EXT. DÍA.

El grupo de guerrilleros amigos de José, “Mediodía”, se


adentran en la cueva. En el interior descubren una cajas
llenas de munición y alimentos. En la parte delantera de una
de las cajas, con pintura roja y en letras grandes está
escrito: “LOS QUERO SIEMPRE CON LA GUERRILLA MEDIODÍA”. Uno
de los guerrilleros descubre cerca un recado parecido, una
pequeña caja llena de sobres con billetes. En la caja con
pintura roja: “LOS QUERO SIEMPRE CON EL PUEBLO”.

82 MONTE. CRUCE DE CAMINOS. EXT. DÍA.

Los tres hermanos y “El Matías” huyen a caballo a gran


velocidad. Al llegar a un cruce de caminos se separan en
grupos de dos. A los pocos segundos llegan al galope dos
guardias civiles. Se detienen en el cruce sin decidir que
camino tomar.

Junto a las imágenes, los titulares de los periódicos se


suceden: "UNOS BANDIDOS SAQUEAN LA CASA DE UN INDUSTRIAL
CATALÁN", "LOS ASALTANTES HAN SIDO RECONOCIDOS COMO MIEMBROS
DE LA FAMILIA QUERO DE GRANADA", "LOS MALHECHORES ANTONIO,
JOSÉ Y PACO QUERO HUYEN DEL BANCO DE ANDALUCÍA CON MAS DE
300.000 PESETAS, LA GUARDÍA NO PUDO HACER NADA POR
DETENERLOS", etc.

83 ENCINAR. EXT. DÍA.

Sobreimpresionado: “Primavera, 1944”

Antonio, José, Paco y “El Matías”, están sentados bajo la


sombra de una encina; este, con un periódico abierto de par
en par, lee una de las columnas.

-55-
EL MATÍAS
“Sin lugar a dudas estos hermanos
despiadados están dispuestos a regar de
sangre toda la provincia de Granada en
pos de su ánimo de lucro y sed de crimen.
Son fuertes, inclementes, sin corazón
alguno. Imbatibles, como el dragón que
protege el castillo. Ellos solos, tres
hermanos, son el ángel exterminador de
nuestra antaño próspera y floreciente
sierra andaluza.”

El Matías interrumpe la lectura de mala gana. Los Quero no


paran de reír.

EL MATÍAS
Joder, no soy Quero pero algo sí que
hago, ¿no?

ANTONIO
Claro que sí, Matías, no tengas celos,
hombre, que ya tendrás tu momento de
fama.

Los hermanos ríen.

ANTONIO
Al menos a ti no te dan por muerto día
sí, día no en la prensa. “Hoy, quince de
agosto, se dio por muerto al despiadado
bandido Antonio Quero”, y a la semana
siguiente otra vez... “Hoy, 23 de agosto,
Antonio Quero, el bandido despiadado, ha
sido dado por muerto”.

Antonio ríe. Paco sonríe. José permanece serio.

PACO
¿Qué pasa, José?

JOSÉ
Nada... Pensaba en nuestros padres. Y en
la risa que les debe entrar cuando leen
esas noticias.

Paco afirma comprensivo. A Antonio también se le congela la


sonrisa.

ANTONIO
Lo siento, José... No había caído...

-56-
JOSÉ
No pasa nada, Antonio. Si la culpa es
mía, por amargarme. Tienes derecho a
divertirte con esto, porque si no...

EL MATÍAS
(le interrumpe)
¡Chicos!

El Matías mira en dirección a un camino de arena, por el cual


se aproximan dos guardias civiles a caballo, con sendas
escopetas al hombro. Los Quero esconden las armas a la
espalda. Los guardias llegan a su posición.

GUARDIA OLIVO 1
¡Buenas tardes!

JOSÉ
Buenas...

GUARDIA OLIVO 1
¿Qué les trae por estos caminos?

JOSÉ
Nada, vamos a Granada y hemos decidido
hacer un alto en el camino.

Antonio y “El Matías” se sonríen. El segundo guardia civil lo


aprecia.

GUARDIA OLIVO 2
A ver, identificación.

Todo el grupo permanece quieto, en silencio. Tensos cruces de


miradas.

GUARDIA OLIVO 2
(cada vez más nervioso)
¡He dicho identificación!

PACO
¿De verdad no sabéis quienes somos?

Paco comienza a reír. Los dos guardias buscan sus armas de


reojo.

PACO
(a su grupo)
¿Pero en qué mundo vive esta gente? ¡Que
no saben quienes somos!

-57-
El resto del grupo ríe, pero disimuladamente empuñan sus
armas. Los guardias civiles pierden los papeles y levantan
sus escopetas.

GUARDIA OLIVO 2
¡La identificación u os pego un tiro
ahora mism...!

Antonio, José y “El Matías” abaten a los dos guardias en una


rápida ráfaga de disparos. Caen en cuestión de segundos. Paco
se levanta, coge las dos escopetas y cierra los ojos del
segundo guardia.

PACO
Estos guardias deberían leer más.

Todo el grupo ríe la broma de Paco mientras se dirigen a sus


caballos.

84 CASA DE CARMELA. SALÓN. INT. DÍA.

Las paredes de la casa están recién empapeladas con motivos


florales. Pocos muebles. Parece una casa sin vida, recién
estrenada.

Carmela abre la puerta principal de su casa. Afuera le espera


Antonio, sucio y cargado de trastos y regalos. Se funden en
un abrazo. Antonio la besa apasionadamente.

CARMELA
¿Qué te parece?

ANTONIO
¿El qué?

CARMELA
¿El qué va a ser? ¡La casa!

ANTONIO
Pues muy bien, ¿qué me va a parecer?

CARMELA
Mira la sala de estar, a ver si te
gusta...

ANTONIO
(la abraza)
Me encanta, me encanta...

Carmela se deshace de Antonio y abre una puerta tras que la


se ve un dormitorio de bebé, mejor acondicionado que el resto
de la casa: cuna, muñecos, etc.

-58-
CARMELA
Y este cuarto... ¿Qué te parece?

Antonio mira el cuarto fugazmente sin prestar atención y


vuelve a abrazar a Carmela.

CARMELA
Entonces...¿te gusta? He elegido el azul
a ciegas.

Antonio vuelve a fijarse en la habitación, ahora parece


comprender. Carmela sonríe.

ANTONIO
¿Estás...estás embarazada?

Carmela afirma con la cabeza sin dejar de sonreír. Antonio se


inclina. Levanta la camisa de Carmela y besa con fuerza su
vientre. Luego comienza a dar besos cada vez más abajo...

CARMELA
¡Antonio! Antonio, no hay ninguna prisa.

Carmela levanta con sus manos la cabeza de Antonio y le mira


para cerciorarse de que es así. Pero Antonio tiene un gesto
de preocupación.

CARMELA
Sí que hay prisa.

Antonio se levanta. Carmela se abotona la falda.

ANTONIO
En unas horas, preparamos un nuevo golpe.

Carmela se acerca por detrás y le besa el cuello.

85 PLAZA. BANCO. EXT. DÍA.

José, Paco y “El Matías” están sentados en el banco de una


plaza con mucha actividad: Señoras que van a la compra, niños
que salen de un colegio cercano, un grupo de monjas de un
convento...

Los tres observan la rutina de una sucursal de banco que se


encuentra en una de las esquinas de la plaza.

-59-
JOSÉ
Los primeros lunes de cada mes, o sea, el
lunes que viene, pasa por el callejón de
enfrente un carro blindado con las
nóminas de los jornaleros de toda la
región.

EL MATÍAS
Eso sería robar a los trabajadores.

JOSÉ
No si se hace antes de que el dinero
entre en el banco y se distribuya a los
beneficiarios.

Paco observa el callejón al que se ha referido José. Se trata


de una calle estrecha dominada a ambos lados por un colegio
de monjas femenino y un hostal.

PACO
Es un suicidio, José. A plena luz del día
y con todos los niños y mujeres en la
calle. Puede haber muchos muertos.

JOSÉ
La confusión será nuestra arma secreta.
Tendríamos que preparar un explosivo en
ese buzón...

José señala un buzón de correos que se encuentra junto a la


puerta principal del banco.

JOSÉ
...justo antes de que el carro enfile el
callejón. La gente grita, corre, la
guardia se alerta y el carro es
desatendido por unos minutos; los pocos
que nosotros necesitamos para volar la
puerta y llevárnoslo todo.

EL MATÍAS
Yo no lo veo nada claro...

86 CASA DE CARMELA. CUARTO DE BAÑO. INT. DÍA.

Un cuarto de aseo provisto de una bañera y un lavabo. Antonio


y Carmela disfrutan de un espumoso baño. Antonio abraza por
detrás a Carmela. Ésta tan pronto se enjabona a sí misma como
lo hace sobre los secos brazos de Antonio. Luego deja apoyar
su cabeza sobre el pecho de él.

-60-
CARMELA
¿Por qué tienes que irte, Antonio?

ANTONIO
Tengo que ganarme nuestra felicidad.
¿Cómo si no te podía haber sacado de tu
trabajo? ¿Cómo te podría haber dado esta
casa?

CARMELA
¿Y para qué quiero esta casa si no la
comparto contigo? Ahora te vas, después
de hacerme el amor, y me quedo tan vacía
como... (No se atreve a decirlo.)

ANTONIO
¿Como qué?

CARMELA
Como cuando trabajaba...

Silencio. Antonio la mira sin comprender.

CARMELA
Las horas se me hacen muy largas en esta
casa, yo sola. Necesito tenerte a mi lado
a la mañana siguiente... ¿Lo entiendes,
Antonio?

Antonio afirma con la cabeza lentamente.

ANTONIO
Creo que sí.

87 CALLEJUELA. EXT. NOCHE.

Paco, José y “El Matías” caminan por la callejuela donde


pretenden realizar el asalto. Llevan dando vueltas al tema
varias horas. Paco levanta la mirada hacia el hostal.

PACO
Sería bueno tener acceso a ese balcón. Tú
podrías estar ahí, Matías. Se debe ver
toda la plaza y es un buen punto para
cubrirnos al resto.

“El Matías” asiente, le parece más sensata la propuesta de


Paco.

Los tres continúan calle arriba. El llanto de dos


adolescentes les llama la atención.

-61-
DOS JOVENES (16) están sentados a la puerta de una casa
llorando uno sobre el hombro del otro.

Paco se acerca a ellos.

PACO
¿Os podemos ayudar, chicos? ¿Por qué
lloráis?

Pero los chicos no responden. Paco coge a uno de ellos de la


barbilla y le levanta la cara obligando a mirarle.

PACO
Dime que te pasa.

ADOLESCENTE
Esta mañana han fusilado a nuestro padre
... Y nuestra madre está enferma en cama.
El médico ha dicho que aquí no tiene
cura.

Paco mira a “El Matías”, que saca de una bolsa grande dos
fusiles, los que quitaron a los guardias que abatieron en el
encinar. Paco entrega las armas a los chicos.

PACO
Tomad, para que a partir de ahora
defendáis lo que es vuestro. No os dejéis
nunca pisar por nadie.

Los chicos cogen las armas, incrédulos. Paco le da una ligera


torta a uno de ellos, como para espabilarle.

PACO
¿Vale?

El chaval afirma con la cabeza. Paco saca de su zurrón algo


de dinero y se lo entrega.

PACO
Con esto a lo mejor el médico opina
distinto sobre la enfermedad de vuestra
madre.

Los chicos se miran sin saber qué decir. Los dos hermanos y
“El Matías” continúan subiendo la cuesta. José se pone a la
altura de su hermano.

JOSÉ
Son unos chavales, Paco...

-62-
PACO
Lo mismo me da.

JOSÉ
A ver que hacen ahora con las
escopetas... Meterse en un lío...

PACO
Joder, José, o defender lo que les
pertenece... Que es lo que tendría que
estar haciendo todo el pueblo en vez de
echar siestas o dormir la mona.

José le mira pensativo. Finalmente afirma con la cabeza.

JOSÉ
Tienes razón, Paco. Es que... a veces
dudo de todo. Incluso de lo que estamos
haciendo.

Paco le mira comprensivo. Le coge del cuello fraternalmente.


“El Matías” se acerca para escuchar el final de la
conversación.

PACO
Lo que pasa es que necesitamos
divertirnos. Un poco. Y en Granada.

EL MATÍAS
¿Qué dices?

PACO
Lo que has oído. (A José.) Cada vez más
cerca de casa.

88 CALLE ALBAICÍN. TABERNA “LA CHISPA”. EXT. NOCHE.

Calle estrechísima del Albaicín granadino. El ruido y el


jaleo invaden las calles. “Ladridos de perro y guitarras
dolientes”. José, Paco y “El Matías” se cruzan con todo una
galería de personajes pintorescos : brujas echadoras de
cartas, gitanos con guitarra en mano, vendedores de amuletos,
embarazadas que piden limosna, prostitutas demasiado jóvenes
y demasiado viejas... Paco pasa su brazo por encima del
hombro de José, que sigue preocupado.

JOSÉ
Esto es una locura, Paco. Aquí puede
reconocernos cualquiera.

-63-
PACO
Déjalo ya, José. Estamos fuera de la
jornada de trabajo.

Pasan junto a la puerta de una tasca, “LA CHISPA”, de donde


proviene la tenue melodía de un cante flamenco. Paco se
detiene. La voz le resulta familiar...

89 TASCA “LA CHISPA”. INT. NOCHE.

Un gran escenario con un cantaor y un guitarrista domina el


centro de la taberna. Mesas y sillas bajas. La estancia está
a rebosar de gente que escucha en silencio el momento álgido
de la actuación.

Paco, José y “El Matías” entran por la puerta principal. Paco


fija su vista en el cantaor, que no es otro que su hermano
Pedro. Paco sacude la manga de José, quien al reconocer a su
hermano sonríe. Pedro desde el escenario, sin dejar de
cantar, cruza una mirada cómplice con sus hermanos. La
actuación termina. El público rompe en aplausos. Paco y José
dedican un sonoro “bravo”.

Pedro se reúne con sus hermanos en la barra. Paco se fija en


su acentuada cojera. Los tres se funden en un largo abrazo.

PEDRO
Esto hay que celebrarlo. (Al camarero.)
Camilo, tres güisquis por aquí.

PACO
Cuatro. (Señala a Matías.) Te presento a
“El Matías”. (Señala a Pedro.) Aquí, mi
hermano Pedro.

PEDRO
Encantado. ¿Tú eres el cuarto? Los
periódicos hablan siempre de cuatro, pero
nunca dicen tu nombre.

EL MATÍAS
El anonimato es mi sino.

PEDRO
¿Y Antonio?

PACO
Anda ennoviado.

-64-
PEDRO
¡Joder! Del último que me lo esperaba...
Pero, ¿cómo habéis sabido que actuaba
aquí?

PACO
¡No lo sabíamos! Ha sido casualidad...

Pedro no cabe en sí de la felicidad.

PEDRO
¡Cago en la mar! ¡Un brindis ahora mismo!

Pedro, mirando de reojo al camarero, estira su brazo por


detrás de la barra para coger cuatro vasos y una botella de
güisqui. Paco no pierde detalle de todo. Llena los vasos y
los reparte. Alza su copa. Antonio, Paco y “El Matías” le
imitan. Las copas chocan con fuerza.

El grupo está ahora sentado en torno a una mesa. Todos, salvo


Matías, que charla con un grupo de hombres en la barra. Paco
mira de reojo, de vez en cuando, al grupo. José, al ver a su
hermano alerta, también los vigila. Pedro, en cambio, está a
lo suyo, sin perder un ápice de alegría.

PEDRO
Os he seguido día a día, golpe a golpe.
Tengo en casa todos los recortes de
periódicos. Sois famosos en toda Granada,
y supongo que fuera también.

JOSÉ
¿Vives en casa?

PEDRO
No. Hará cuatro años que marché. Vivo por
la Trinidad, muy cerca de la plaza.

PACO
¿Dónde? ¿Frente al convento?

Paco y José cruzan sus miradas con astucia.

PEDRO
Ahí mismo. Aquí gano lo justo para mis
gastos, no necesito más. Ahora, algún día
tendré un local como este o mucho mejor.

JOSÉ
¿Sabes algo de nuestro padre?

-65-
PEDRO
Perdimos hasta la casa. Se han trasladado
a otra más chica, cerca de Santa
Catalina. Desde la guerra no hemos
levantado cabeza.

PACO
Queremos ir a verles, Pedro. Nos hemos
cansado de escondernos.

PEDRO
Es peligroso. Me han dicho que la casa
suele estar vigilada por la guardia o por
algún Guinea, por si se os ocurre
aparecer...

JOSÉ
Siempre lo mismo... Nunca cambiará...

PEDRO
(ríe amargamente)
Es como una maldición... El tren que
hicisteis descarrilar en Tudela llevaba
mercancía suya. Le habéis hecho perder
varios miles.

Paco observa cómo, en la barra, “El Matías” habla ahora con


con un solo hombre, al que luego reconoceremos como JESUS
SALCEDO (19), con barba espesa y ojos inquietantes.

PACO
Pedro, no me creo que las cosas te vayan
tan bien por aquí.

Pedro se sorprende de la reacción tan brusca de su hermano.

PACO
Eso que llamas casa lo he visto yo desde
fuera y no es mas que un hostal
cochambroso. El camarero, que tiene pinta
de ser el dueño, no te ha hecho ni caso
con las bebidas. Creo que vives de las
propinas y comes de la caridad.

Pedro mira a sus hermanos intrigado. Paco mira a José


fijamente.

PEDRO
¿Qué tramáis?

-66-
PACO
Con nosotros... Con tu parte te podrías
montar tu propio bar, en cualquier otro
sitio, y llevar la vida que de verdad has
soñado.

PEDRO
Pero Paco...

PACO
No hay peros. Además, que sin tu
habitación, no hay atraco...

Pedro se queda mudo. Paco sonríe. José, serio, le pasa el


brazo por el hombro: se ve a si mismo unos años atrás, cuando
tuvo que pasar por el mismo trance.

JOSÉ
Yo pasé por lo mismo, Pedrito. Y no hay
modo de negarse.

PEDRO
Si es que yo...

PACO
Anda, que os invito a otra...

Paco acude a la barra. De repente, el público rompe a


aplaudir. Una mujer hace su aparición en el escenario. Se
trata de Teresa Maya, que comienza un sensual baile flamenco
sin percatarse de la presencia de Paco. Los años la han
vuelto más bella. Su cuerpo se contorsiona con gran
expresividad. Paco se despega de la barra con la boca
abierta, sin dar crédito a lo que ve.

PACO
(para si)
Teresa...

Mientras, “El Matías” vuelve con el grupo.

JOSÉ
¿Quién era ése?

EL MATÍAS
Uno que dice que quiere unirse a
nosotros. Se ha escapado de la cárcel y
ahora le persigue la guardia.

JOSÉ
¿Qué le has dicho?

-67-
EL MATÍAS
Que se equivocaba de personas.

Por la puerta hacen su aparición dos parejas de guardias


civiles. “El Matías” hace una señal a José y Pedro para
levantarse. José se acerca a Paco y le empuja, pero no
consigue que éste retire la mirada del escenario. Es Pedro
quien tiene que coger a Paco de la manga para que se ponga en
marcha. El grupo sale disimuladamente de la tasca por una
puerta trasera.

90 CALLEJUELA Y PLAZA BANCO. EXT. DÍA.

El atraco en pleno apogeo. Antonio termina de colocar un


explosivo en la puerta trasera de un carro blindado detenido
en mitad de la calle. Pedro, armado con una pistola, cubre
las espaldas de su hermano. Paco y José vigilan el vehículo
en su parte delantera, con sendas escopetas. Miran de frente,
en dirección a la plaza. Las puertas de la cabina abiertas.
Dos hombres en el suelo, boca abajo, el conductor y el
copiloto. El conductor tiene las manos en la nuca. Junto al
copiloto, inmóvil, una extensa mancha de sangre.

En la plaza, la gente huye descontrolada. La guardia se ha


concentrado en el incendio que ha provocado una explosión a
las puertas del banco.

Desde un balcón superior, la habitación de Pedro, “El Matías”


armado con un fusil, vigila los alrededores y cubre al grupo.

Antonio termina la colocación del explosivo y se resguarda


con su hermano Pedro en un portal cercano. Hacen una seña a
Paco y José, que también se refugian. Paco coge al conductor
del cuello de la camisa. Antonio activa el detonador, pero
éste no responde. Lo vuelve a intentar con igual fortuna.

Desde su posición, “El Matías” observa cómo el incendio de la


puerta del banco termina de ser controlado. Cuatro guardias
se aproximan hacia el carro. “El Matías” silba con todas sus
fuerzas. Los cuatro hermanos miran en dirección a la plaza.

PACO
Mierda.

Los guardias están realmente cerca de Paco y José. “El


Matías” dispara sobre uno de ellos, que cae al instante. Los
otros tres guardias se refugian y comienza un tiroteo.

Paco y José retroceden hasta unirse a Antonio y Pedro. El


conductor se zafa de Paco y corre hacia los guardias.

-68-
CONDUCTOR
¡Por allí, se escapan!

Los guardias disparan en la confusión al conductor, que cae


al suelo herido en el pecho. Los guardias corren calle arriba
a la caza de los hermanos.

“El Matías” dispara sobre uno de ellos sin éxito. Éste se


refugia tras el carro sin que “El Matías” lo advierta. En
francotirador sigue disparando hacia los portales. El guardia
escondido se refugia debajo del balcón. Comienza a vaciar el
cargador de su escopeta disparando sobre la débil base de
adobe del saliente. “El Matías” recibe los disparos
sorprendido. Es alcanzado en los muslos y en la entrepierna.
Pierde el equilibrio y cae a la calle.

91 CUEVA DE LA VERDE TIERRA. INT. DÍA.

Antonio, José y Pedro están sentados en el interior de la


cueva, apoyados sobre una serie de cajas y sacos. José limpia
el polvo acumulado sobre una de la superficie de las cajas.
Sonríe con amargura y mira a sus hermanos para que lo lean.
Una frase pintada sobre la caja reza: “DEL PUEBLO PARA LOS
QUERO”. José abre la caja. Saca varias hogazas de pan.
Alcanza una a Pedro, que la come despacio. Antonio,
destrozado, rechaza el ofrecimiento.

Paco entra con varios ejemplares de periódico en las manos.

ANTONIO
(se levanta precipitado)
¿Qué hay de Matías?

Paco guarda silencio. Mira a Antonio y hace una señal de


negación con la cabeza. Antonio mira al suelo. En un
arrebato, golpea la pared de la cueva con su puño. Vuelve a
sentarse, se lleva las manos a la nuca.

PACO
(señala a los periódicos)
También hablan de ti, Pedro. Saben que
“El Matías” estaba en tu habitación y ya
te relacionan con nosotros.

Paco le da uno de los periódicos a José.

ANTONIO
(desconsolado)
Todos estos años quejándose de que no
salía su nombre en el periódico y mira...
Ahora que puede leerlo...

-69-
José, Pedro y Paco miran al suelo con abatimiento.

ANTONIO
Yo me vuelvo a casa. Si me tienen que
matar como a Matías que sea después de
haber visto a mis padres. Estoy harto de
esconderme.

Todos los hermanos asienten.

ANTONIO
Además, que vais a tener un sobrino.

Todos se quedan de piedra.

92 CUEVA DE LA VERDE TIERRA. EXT. DÍA.

Los cuatro hermanos preparan sus caballos y bultos. José lee


detenidamente uno de los periódicos.

JOSÉ
Paco... (Señala el periódico y lee.)
“Mañana se fusilará en la cárcel de
Villasanta a los dos jóvenes de quince
años acusados de asesinar a dos guardias
civiles. Encontraron en su casa los
fusiles de los caídos, lo cual les acusa
directamente de su muerte.”

PACO
Antonio...

ANTONIO
Dime...

PACO
¿No te importará que resolvamos un asunto
de camino, antes de llegar a Granada?

ANTONIO
(satisfecho de que se le
consulte)
Lo que haga falta, Paco. Pero siempre por
la puerta grande...

Paco sonríe. El grupo emprende la marcha.

93 CUESTA DEL SACROMONTE. EXT. DÍA.

Los cuatro hermanos Quero bajan la cuesta del Sacromonte en


dirección al centro de Granada.

-70-
94 CÁRCEL DE VILLASANTA. EXT. DÍA.

Una amplia alambrada rodea todo el edificio. Paco, con un


bigote falso, y José, con una barba postiza, se acercan a la
garita de entrada, custodiada por dos soldados muy jóvenes.
Antonio y Pedro les esperan en la lejanía. Paco se dirige a
uno de los soldados.

PACO
Venimos a ver al Coronel Lacomba. Somos
Luis Andujar y Carlos Millán, inspectores
de ferrocarril. El Coronel nos está
esperando.

El soldado les hace pasar con timidez, intimidado por la


seriedad que Paco ha empleado para hablar.

95 CÁRCEL DE VILLASANTA. DESPACHO DEL CORONEL. INT. DÍA.

Un despacho amplio. Recargado de adornos, cuadros y objetos


que recuerdan varias victorias en campañas militares. El
CORONEL LACOMBA (50) de tez pálida y vestido con uniforme de
paseo, abre la puerta y recibe a los hermanos.

CORONEL LACOMBA
Pasen señores, ¿en qué puedo ayudarles?

El Coronel se sienta tras su mesa, Paco y José permanecen de


pie.

PACO
Venimos a interceder por los muchachos a
los que han detenido por encontrarles
unos fusiles de la guardia civil. Esos
muchachos no tienen nada que ver con este
asunto. Somos nosotros quienes les
dijimos que guardasen esos fusiles.

Paco cambia el tono de voz mientras se desprende de su


bigote, provocando el desconcierto en el coronel Lacomba.

PACO
Somos los hermanos Quero y debe tener
usted presente que si a esos muchachos se
les fusila, tanto usted como toda su
familia, estarán firmando su sentencia de
muerte. Sin duda, sabe que hablamos en
serio.

El coronel, tenso, ha escuchado con atención cada una de las


palabras de Paco. Se levanta de su silla y ofrece su mano,
llena de sudor, a los hermanos.

-71-
CORONEL LACOMBA
Les agradezco su visita, señores. No les
quepa duda de que los chicos serán
liberados de inmediato.

PACO
Le rogamos que no nos obligue a dudar de
su palabra.

CORONEL LACOMBA
Por supuesto que no.

96 CÁRCEL DE VILLASANTA. CELDA. INT. DÍA.

La puerta de robustos barrotes se abre de golpe. De espaldas,


los dos hermanos adolescentes, que se giran asustados, sin
comprender qué ocurre.

97 CÁRCEL DE VILLASANTA. CAMINO. EXT. DÍA.

Paco y José parten de la cárcel al galope, gritando. En la


puerta, los adolescentes se miran perplejos. Echan a andar en
libertad.

98 CASA DE LOS QUERO 2. EXT. DÍA.

Un casa pequeña, casi una choza, situada en la falda del


barrio del Albaicín.

Un NIÑO de 6 años juega haciendo montones de arena en la


acera.

Los cuatro hermanos salen de un callejón y llegan


sigilosamente a la puerta de la casa, vigilando cada esquina.
Cuando los Quero entran en la casa, el niño se levanta y sale
corriendo hacia el final de la calle.

99 CASA DE LOS QUERO 2. INT. DÍA.

Un salón mínimo lleno de grietas y humedades. Alrededor de


una mesa, toda la familia reunida de nuevo. Encarna es la
única al margen, con la mirada perdida, sentada en un sillón.
Matilde coge las manos de Paco, luego las de Antonio, uno a
cada lado. Francisco mira a cada uno de sus hijos sin creer
lo que está viendo.

MATILDE
Mis niños...

FRANCISCO
No podéis quedaros mucho tiempo. Este es
un sitio peligroso para vosotros.

-72-
PACO
Hemos venido para quedarnos, padre.
Estamos cansados. Ningún Quero tendrá que
huir de nadie nunca más.

Antonio se acerca a su hermana Encarna. Se sienta en el brazo


del sillón y la abraza. Ella no reacciona.

PACO
(a su madre)
¿Qué le ha pasado?

A Matilde se le saltan las lágrimas.

MATILDE
El mes pasado... No paraba de llorar. Le
tapó la cabeza con la manta para que no
le escucháramos. La culpa es mía...

Paco abraza a su madre.

PACO
Vamos, madre...

Los hermanos se miran entre ellos, conscientes del infierno


vivido en la casa.

100 TABERNA “LA PERLA”. INT. NOCHE.

El tiempo no ha pasado para “La perla”. Las mesas, la


decoración, todo se mantiene como hace ocho años. Sin embargo
hay menos gente que en el pasado. Más partidas de cartas y
dominó y menos charlas políticas y sociales.

Carlos Guinea apura un vaso de ginebra apoyado en la barra.


Por la puerta entra el niño que jugaba a la puerta de la casa
de los Quero. Se acerca a una de las mesas donde se encuentra
Luisa Guinea. Su rostro, con los años, se ha vuelto más
enfermizo e inquietante. El niño le dice algo al oído.

Luisa sonríe, se levanta y se acerca a su hermano Carlos.

LUISA GUINEA
Los mochuelos han vuelto al nido.

Carlos se atraganta con el último sorbo de su copa. Se vuelve


hacia su hermana. Emprende precipitado la salida, pero Luisa
le frena.

LUISA GUINEA
Esta vez vamos a hacerlo distinto.

-73-
101 CORTIJO DE LAS AGUAS. EXT. NOCHE.

Paco, después de tantos años, vuelve a la parte de atrás de


la casa de Ramón Maya.

La puerta principal se abre. Paco se esconde tras unos


arbustos y observa salir a dos hombres. Uno, Luis Guinea. El
otro, un hombre delgado y con barba apenas visible, oculto
por las sombras nocturnas. Se alejan de la casa, cada uno en
un caballo.

En la parte trasera del cortijo, Paco observa la ventana de


la habitación de Teresa sin luz. Se agacha para coger una
piedra cuando descubre, oculto bajo unos matorrales, un
camisón de mujer. Lo recoge.

Un nuevo ruido alerta a Paco. Pasos que se dirigen a su


posición. Paco se esconde agachado detrás de los matorrales.
Desde allí adivina la figura de Teresa, que llega con prisas
por la ribera del río, vestida de bailaora flamenca.

Teresa se acerca a los arbustos y palpa el suelo en busca de


su camisón mientras comienza a desabrocharse su vestido.

PACO
¿Buscas esto, querida?

Paco se muestra ante Teresa jugando con el camisón en la


mano. Teresa se ruboriza y sonríe, presa de la emoción de ver
a Paco de nuevo. Sin embargo, intenta aparentar fortaleza y
enfado.

TERESA
Francisco Quero hijo, déme eso ahora
mism...

No puede terminar la frase. Paco la besa apasionadamente,


rodeando con su fuerte brazo el dulce tallo de Teresa.

102 CORTIJO DE LAS AGUAS. HABITACIÓN TERESA. INT. DÍA.

Paco y Teresa hacen el amor sobre la cama. Tratan de guardar


silencio, lo cual provoca alguna que otra risa.

La luna asoma a través de la ventana abierta. Teresa se


incorpora. Se sienta en el borde de la cama. Alcanza el
camisón de una silla cercana y se lo pone. Paco, tumbado, más
relajado, acaricia su espalda.

TERESA
Tienes que irte. Mi padre o la tata
pueden entrar en cualquier momento.

-74-
PACO
Después de todo, ¿qué más nos daría?

TERESA
Paco, estoy prometida.

PACO
(sereno, deja de acaricarla)
¿Con quién? ¿Le quieres?

TERESA
Las cosas no le van demasiado bien a mi
familia.

PACO
Niégate. Nadie puede obligarte a eso. Ni
siquiera tu padre.

TERESA
Ya lo sé. Pero tampoco puedo quedarme sin
hacer nada mientras mi familia se deshace
cada día un poco más. No soportaría ver a
mi padre en las condiciones...

PACO
Dilo. En las condiciones del mío.

Paco ofendido, se levanta de la cama. Sentado en el borde


contrario, comienza a vestirse. Teresa empieza a llorar.

TERESA
No podría vivir, siempre con la culpa
encima de que yo pude haber solucionado
los problemas de mi familia y no quise.
Todo por egoismo.

Paco se levanta en dirección a la ventana.

PACO
(derrotado)
Por amor, Teresa, Por amor...

Paco levanta a Teresa de la cama cogiéndola de los brazos.

PACO
Tengo algo de dinero, Teresa... Yo
puedo...

TERESA
Ya. Dinero...robado.

-75-
Paco la mira sin entenderla. Una becha se ha abierto entre
ambos. Paco hace el ademán de huir por la ventana, pero es
Teresa quien ahora le agarra. Se abraza a él con el rostro
bañado en lágrimas.

PACO
Vente conmigo. Mandaremos dinero a tus
padres. Las cosas se solucionarán, ya lo
verás. Sólo hace falta un poco de
voluntad.

Teresa le mira con admiración. Pasa su dedo por la cicatriz.

TERESA
No sigas, Paco, por favor.

PACO
Yo te quiero, Teresa. Siempre te he
querido.

TERESA
Yo puedo escaparme de noche en noche, a
bailar en un tablao, pero no sirvo para
ir de monte en monte, día tras día,
huyendo eternamente. No sirvo para ser la
mujer de un ladrón, por muy justo y
honrado que sea. Levantándome cada mañana
sin saber si sigues vivo o si ya estás
muerto.

Paco la mira con lástima. Ahora parece entenderla.

PACO
¿Quién es el afortunado?

Teresa besa los labios de Paco. Una lágrima se desliza por su


mejilla. Paco se resigna a no insistir. Sale por la ventana.

103 TABERNA DEL MANCO PASCUAL. INT. NOCHE.

Una taberna de reducidas dimensiones, cerrada, con todas las


mesas recogidas. Todas menos una. Antonio, José y Pedro están
sentados alrededor de ella. Platos de potaje y vasos de vino
sobre un mantel. Pascual, el amigo de Francisco, llega desde
la barra y se sienta con ellos.

PASCUAL
Os he dejado listas las camas. A alguno
le va a tocar dormir en el suelo o encima
de algún saco.

-76-
ANTONIO
Gracias, Pascual. Dios te lo pague. Este
guiso está de muerte.

Llaman a la puerta.

JOSÉ
Debe ser Paco. Ya abro yo.

José se levanta. Abre la puerta, cerrada con llave, y deja


pasar a su hermano, que se sienta con ellos en la mesa.
Pascual acude a por un plato más y un vaso de vino.

PEDRO
(pícaro)
¿Qué tal te ha ido, bribón?

PACO
Mal.

Pedro se queda helado. José nota el dolor en el rostro de


Paco y trata de guiar por otro lado la conversación. Paco
come y bebe para olvidar sus penas.

JOSÉ
¿Qué tal te ha ido el negocio todos estos
años, Pascual?

PASCUAL
¡Bien! A este país le encanta el vino y
la buena comida. Pero hoy es el último
día que abro. Mañana se acabó la taberna.

PACO
¿Te jubilas? ¿Por qué no se lo dejas a tu
hijo? Es una pena que se pierda este
sitio.

PASCUAL
El negocio no es mío, Paco, ya lo
quisiera yo...

PACO
Ya lo sé, es de Don Amancio...

PASCUAL
Era. Don Amancio, que en paz descanse, ya
no es el dueño de este local. Tras la
guerra las gentes de clase utilizaron los
favores del bando nacional para
apropiarse de ciertas tierras y
edificios.

-77-
Lo mismo le ha ocurrido a tu padre, que
os voy a contar... El nuevo dueño me
impone cada mes un alquiler distinto y
ahora pretende que le pague la diferencia
de los últimos tres años. Nada menos que
100.000 pesetas. Si no pago mañana, se
acabó.

Paco mueve indignado la cabeza.

PACO
Estos garbanzos están muy buenos. Y éste
vino...si yo tuviera que ponerle precio
sería un vino carísimo. Yo creo que el
precio justo de esta comida son 100.000
como mínimo. ¿No Antonio?

ANTONIO
Como poco.

Cada hermano saca varios billetes de su bolsillo hasta


completar las 100.000 pesetas. Pascual no puede creer lo que
está viendo.

PASCUAL
(emocionado)
No tenéis porqué hacer esto.

PACO
Y no te olvides de pedir el recibo.

104 TABERNA DEL MANCO PASCUAL. EXT. AMANECER.

Acaba de amanecer. Los cuatro hermanos salen de la taberna


uno a uno y se reúnen en el exterior. Del final de la calle
llega un lujoso coche. Los Quero se ocultan en los portales y
observan cómo el coche se detiene a la puerta de la taberna.
De su interior sale un HOMBRE TRAJEADO (50) con un maletín de
cuero negro. Paco y José se miran cómplices.

PACO
(a Antonio)
Nosotros nos quedamos un rato aquí. Nos
vemos esta tarde en la cueva.

Antonio y Pedro se marchan. Paco y José aguardan junto al


coche a que el hombre salga.

Minutos más tarde el hombre sale con un fajo de billetes en


la mano. Camina mientras los cuenta con cuidado. José se
acerca a él. El hombre levanta la mirada.

-78-
JOSÉ
Disculpe caballero. Pero creo que tiene
algo que nos pertenece.

El hombre está a punto de decir algo cuando se da cuenta de


que José le apunta con una pistola. Le quita todo el dinero y
se lo guarda en un zurrón.

JOSÉ
Muchas gracias.

José guarda su arma y, junto a su hermano, se dan media


vuelta. Tranquilamente, se alejan por la calle.

El hombre abre la puerta del coche, abre la guantera y saca


una pistola. Paco se gira para mirarle mientras camina cuando
se da cuenta de que el hombre ya les está encañonando y a
punto de disparar.

Suena un disparo y el hombre cae al suelo. Tras una esquina


aparece un hombre con un fusil en la mano que acaba de
disparar. Se trata de Jesús Salcedo, el mismo hombre que Paco
vio hablar con “El Matías” en la tasca de “La Chispa”.

105 CUEVA DE LA VERDE TIERRA. EXT. DÍA.

Salcedo fuma un cigarrillo junto a la entrada principal de la


cueva. Observa tranquilo el paisaje.

106 CUEVA DE LA VERDE TIERRA. INT. DÍA.

Los cuatro hermanos, sentados en círculo, discuten. Al fondo,


en la salida se recorta a contraluz la figura de Salcedo.

JOSÉ
A mí me ha salvado la vida y con eso me
basta.

PACO
No le conocemos de nada.

JOSÉ
Yo sí. “El Matías” habló con él en la
taberna donde actuaba Pedro. Le dijo que
había estado en la cárcel y que quería
unirse a nosotros.

PACO
(a Pedro)
¿Tú le has visto alguna vez?

-79-
PEDRO
Nunca. Pero estoy con José, no me parece
un mal tipo.

PACO
No podemos ir por ahí fiándonos de
cualquiera. ¿Tu que dices Antonio?

ANTONIO
A mí me gusta su plan. Es mucho dinero.
Carmela y yo, quizás así, podríamos
marchar a Francia.

PEDRO
Si es verdad lo que dice podría ser
nuestro último robo. Y el plan no parece
demasiado descabellado...

Paco se gira para observar la silueta de Salcedo que


permanece inmóvil a la entrada de la cueva.

107 CASA SALCEDO. EXT. NOCHE.

Salcedo camina por las calles de Granada y llama a la puerta


de una casa grande, muy lujosa. Carlos Guinea le abre la
puerta.

108 CASA DEL INDUSTRIAL. EXT. NOCHE.

Sobreimpresionado: “Verano, 1944”

Los cuatro hermanos y Salcedo llegan a la puerta de una


hacienda. Salcedo, José y Pedro van por la parte trasera.
Antonio y Paco llaman al timbre de la puerta principal. Un
hombre mayor, CASTELO (60) les abre la puerta. Paco le apunta
con una pistola.

PACO
No queremos hacerle daño. Sólo queremos
que nos deje pasar.

109 CASA DEL INDUSTRIAL. RELLANO. INT. NOCHE.

Una gran chimenea encendida. Lámparas, esculturas. Una casa


llena de pomposidad y derroche. Paco y Antonio entran tras
Castelo.

PACO
Siéntese.

-80-
Salcedo, José y Pedro llegan por la puerta que da a la
cocina. Traen de la mano a HIJO CASTELO (30), disminuido
mental, que viste y se comporta como un niño.

JOSÉ
Nos hemos encontrado a éste.

PACO
(a Salcedo)
Dijiste que estaría solo.

Salcedo se encoge de hombros.

PACO
Pedro, mira la planta de arriba.

Pedro obedece y sube unas amplias escaleras de caracol.

CASTELO
No hay nadie más en la casa.

110 CASA DEL INDUSTRIAL. EXT. NOCHE.

En el exterior, más de cuarenta guardias civiles se


despliegan por las calles y los tejados cercanos.

111 CASA DEL INDUSTRIAL. RELLANO. PASILLO SUPERIOR. HABITACIÓN


CAJA FUERTE. INT. NOCHE.

Pedro baja las escaleras deprisa.

PEDRO
Está vacío.

PACO
(a Castelo)
Levántese. Va a ser tan amable de abrir
su caja fuerte.

CASTELO
Yo sin mi hijo no voy a ningún sitio.

Paco mira a José.

JOSÉ
No pasa nada. Subo yo. Salcedo, ayuda a
subir al chico. Paco, vosotros vigilar
los accesos, bajamos enseguida.

Castelo se levanta y seguido de José comienza a subir las


escaleras. Salcedo sube a continuación, llevando de la mano
al hijo de Castelo.

-81-
Paco se queda al pie de la escalera. Pedro junto a la puerta
principal. Antonio en la cocina.

En un lujoso despacho, Castelo retira un cuadro tras el que


se deja ver una caja fuerte de combinación. Salcedo custodia
la puerta acompañado del hijo, que se mantiene serio y
rígido.

José se coloca muy cerca de Castelo, vigilando cada uno de


sus movimientos. Castelo gira el bombo hasta completar la
combinación. La abre despacio, con cuidado. Mira a José,
ofreciéndole el interior. José mete la mano para recoger su
contenido pero no hay más que recortes de papel de periódico.

José, sorprendido, se gira hacia Salcedo, quién le recibe con


la pistola en alto.

En la planta inferior, Paco se sobresalta al escuchar un


disparo y sube las escaleras rápidamente. Paco entra en la
habitación. Ve cómo Salcedo salta por la ventana.

Paco, confuso, levanta su arma, pero, antes de que pueda


disparar, otro disparo le abate a él, hiriéndole en el brazo.
Paco cae al suelo y desde allí puede ver al hijo de Castelo,
de rodillas, detrás del escritorio, disparando de forma
descontrolada una pistola. Varios disparos más. Paco se tumba
en el suelo y se tapa la cabeza.

La cadencia de los disparos se convierte en el martilleo del


cargador vacío. Paco se incorpora apuntando con su pistola
indistintamente a Castelo y a su hijo. Por gestos les increpa
a levantarse. Castelo y su hijo se levantan abrazados del
suelo. Paco llega hasta el hijo y le golpea furioso con la
culata de su revolver. Hace el ademán de repetir el golpe,
pero Castelo se interpone.

CASTELO
¡No, por favor, no le haga daño! A mí lo
que quiera, pero a él no le haga daño.

Paco les mira sin saber qué hacer. Otea alrededor. Observa
que la caja fuerte está manchada de sangre que aún se desliza
por la pared. Sigue el rastro con la mirada hasta dar con el
cadáver de José.

ANTONIO (OFF)
(gritando)
¡Es una encerrona, esto está lleno de
guardias!

-82-
De nuevo en la entrada, Castelo y su hijo bajan las escaleras
hasta el rellano. Paco va tras ellos. Antonio y Pedro,
nerviosos, les esperan abajo.

ANTONIO
¿Qué ha pasado? ¿Y José?

Paco no puede contener las lágrimas. Antonio corre escaleras


arriba pero Paco le detiene abrazándole muy fuerte. Pedro
camina nervioso por el salón sin saber qué hacer ni qué
decir.

PEDRO
(para sí)
Dios mío. Qué vamos a hacer ahora. Nos
van a matar.

Paco suelta a su hermano y se acerca a Castelo. Coloca el


revolver bajo su mandíbula.

PACO
¿Quién era ese hombre?

CASTELO
No lo sé. Yo sólo he hecho lo que me han
dicho. Me dijeron que no me harían nada.
Yo no vivo aquí. Esta no es mi casa.

PACO
(enfurecido)
¿Quién le dijo? ¡¿Quién le dijo qué?!

CASTELO
No sé su nombre. Un tal Guinea.

Paco aprieta los dientes de rabia. Parece a punto de


disparar, pero finalmente se contiene. Antonio se asoma por
las ventanas de la fachada principal. Aparentemente no hay
nadie en la calle.

ANTONIO
¡Hijos de puta! Parece que no hay nadie.
Pero si esperas un momento quieto...

Paco se acerca a la ventana y observa el exterior junto a su


hermano. La sombra de un guardia cruza corriendo por un
tejado.

ANTONIO
Y como esos debe haber decenas. Les he
visto situarse por la parte de atrás. No
hay manera humana de salir de aquí.

-83-
PACO
Claro que la hay. Somos Quero, Antonio.
Por la puerta grande, siempre.

112 CASA DEL INDUSTRIAL. CRUCE. EXT. NOCHE.

La puerta principal se abre. Todo permanece estático. No


corre nada de aire. Castelo sale por la puerta sirviendo de
escudo humano a Paco y Antonio que caminan pegados detrás de
él. Pedro sale acompañado del hijo, con una brecha en la
frente y visiblemente mareado tras el golpe de Paco.

El grupo camina despacio. Los hermanos llevan sus pistolas en


la mano y miran inquietos en todas direcciones. Nada sucede.

El grupo llega a un cruce, a una cierta distancia de la casa,


y toma el camino de la izquierda. Las ramas de los árboles se
mueven, se escuchan pasos, pero la oscuridad de la noche no
permite distinguir figuras.

PACO
Ahora.

Los tres hermanos dejan a sus rehenes y echan a correr en


dirección al bosque. Se escucha un reguero de disparos.
Castelo y su hijo caen muertos al instante y Pedro es herido
en un brazo.

113 BOSQUE. EXT. NOCHE.

Los hermanos corren despavoridos entre arbustos, maleza y


zarza, resbalando y cayendo al suelo constantemente. Diez
guardias corren tras ellos y disparan al mismo tiempo. Pedro
va el más retrasado. Su habitual cojera no le permite correr
mucho. Al llegar a un conjunto rocoso, toma un pequeño atajo,
muy empinado, apenas visible entre la mole de rocas.

Antonio se detiene para coger aire. Paco da media vuelta y


regresa por su hermano. Le coge del brazo, pero Antonio ha
llegado al límite de su resistencia. Ambos se tiran al suelo
y se ocultan entre la maleza. Aguantan la respiración.

Escuchan cada vez más cerca las pisadas de los guardias.


Vatias botas pisan corriendo muy cerca de sus rostros.
Después se alejan.

114 CASA DE CARMELA. HABITACIÓN. INT. NOCHE.

Carmela está tumbada sobre la cama. Junto a ella un COMADRONA


(50) le ayuda a dar a luz. Carmela parece relajada, resopla
pero no grita de dolor.

-84-
La puerta se abre de golpe. Entran Paco y Antonio sin
aliento. Disparan sus pistolas hacia el exterior.

PACO
Son sólo dos.

Antonio abre una de las ventanas y se gira para ver la


escena. Sin dejar de pegar tiros anima a Carmela a empujar.

CARMELA
¿No había otro momento para esto, mi
amor?

Carmela grita, y su grito se funde con un llanto de bebé. La


comadrona azota al niño en las nalgas. Antonio contempla la
escena asombrado, descuidando la defensa.

PACO
¡Antonio! ¡Joder! No me dejes solo...

La comadrona corta el cordón umbilical y le entrega el bebá a


la madre, que sonríe de felicidad.

COMADRONA
Es un chico. Además, bien fortote.

Antonio queda embobado junto a ellos, en la cama. Coge a su


hijo en brazos y le besa.

Los tiros dejan de escucharse. Paco no deja de apuntar a la


oscuridad.

PACO
O les dimos o se marcharon.

Se gira para descubrir a Antonio con el bebé. La emoción


también le sobreviene.

ANTONIO
¿Podemos llamarle José, Carmela?

Antonio mira triste a Carmela, quien intuye lo ocurrido y


afirma con la cabeza.

ANTONIO
Bienvenido, José.

115 CUEVA DE LA VERDE TIERRA. EXT. AMANECER.

Un grupo de diez guardias civiles custodian la entrada de la


cueva habitual de los hermanos Quero.

-85-
GUARDIA CUEVA 1
Tire las armas y salga con los brazos en
alto. No tiene escapatoria.

Silencio. No hay respuesta.

GUARDIA CUEVA 1
(a otro compañero)
¿Me habrá oído?

GUARDIA CUEVA 2
Grita más.

GUARDIA CUEVA 1
¡Tire las armas y salga con los brazos en
alto! ¡No tiene escapatoria! (A su
compañero.) ¿Qué hacemos? ¿Entramos?

GUARDIA CUEVA 2
¿Estás loco?

Desde el interior de la cueva se escucha la voz lejana de


Pedro.

PEDRO (OFF)
Denme un cigarrillo y me entregaré sin
condiciones.

El guardia que ejerce de portavoz mira a su compañero sin


saber qué hacer. Éste saca una cajetilla de cigarros del
bolsillo frontal de su chaqueta. Se acerca a la cueva y lo
tira dentro. Regresa de nuevo a su posición, más segura.

116 CUEVA DE LA VERDE TIERRA. INT. DÍA.

Pedro se recuesta sobre una de las paredes de la cueva. Fuma


plácidamente un cigarrillo. En el torso y en las piernas
presenta heridas de bala con muy mal aspecto. Tras una
calada, tiene que tomar aire profundamente. Se ahoga. Tira el
cigarrillo. Tararea la melodía de su canción preferida. Abre
el tambor de su revólver y comprueba las balas que le quedan.

117 CUEVA DE LA VERDE TIERRA. EXT. DÍA.

Los guardias miran la entrada de la cueva, entre atemorizados


y expectantes. Desde el interior de la cueva comienza a
escucharse una canción flamenca que Pedro entona con
maestría. Los guardias se asustan primeramente, levantan sus
armas. Luego escuchan sorprendidos, al final reflexivos y
emocionados. La canción termina con un estruendoso disparo
que saca a los guardias de su ensimismamiento.

-86-
118 CASA DE CARMELA. SALÓN. INT. DÍA.

Noticia de periódico: "AYER FUE MUERTO BAJO EL FUEGO DE LA


GUARDÍA CIVIL EL MALHECHOR PEDRO QUERO. ASÍ TERMINAN LOS QUE
TRAS UN AFÁN DE LUCRO Y VICIO ABANDONAN LA SENDA DE LA LEY".

Paco y Antonio toman café sentados en el sofá. Paco termina


de leer el titular y se levanta bruscamente.

PACO
Vamos a Granada, Antonio. Ahora mismo.

ANTONIO
¿Para qué? No vamos a conseguir nada.

PACO
Nos han matado a dos hermanos, Antonio.
Venganza, es lo único que me sale del
alma.

ANTONIO
Ese niño que hemos visto nacer es lo
único que a mi me sale de dentro ahora
mismo, eso y el dolor por la muerte de
mis hermanos. Vente con nosotros a
Francia, Paco. Empecemos de cero, aquí ya
no hay nada que ganar.

PACO
La dignidad, Antonio, ¿te parece poco? Yo
sería incapaz de seguir viviendo si sé
que los asesinos de mi familia están
bebiéndo y riéndo. (Le señala una nota
del periódico.) Mira.

Antonio lee una nota pequeña. “MAÑANA MIERCOLES TENDRÁ LUGAR


EN LA CAPILLA DEL CORTIJO DEL LOBO EN GRANADA EL ENLACE
MATRIMONIAL ENTRE TERESA MAYA Y EL HIJO DEL TERRATENIENTE
CARLOS GUINEA, LUIS GUINEA.”

PACO
Lo haré contigo o sin ti. Después iré
donde tu me digas y haré lo que tu
quieras.

Antonio mira a Paco fijamente.

CARMELA (OFF)
Antonio. ¿Estás abajo?

-87-
119 CORTIJO DEL LOBO. ENTRADA PRINCIPAL. EXT. ATARDECER.

Dos guardias civiles vigilan la puerta de entrada del cortijo


del lobo.

Antonio y Paco llegan a su altura, visten ropas sucias y


deshilachadas.

PACO
Buenas tardes. ¿Es aquí donde se celebra
la boda de los Guinea?

GUARDIA BODA
(serio)
Aquí es. ¿Por qué queréis saberlo? No
habrá restos hasta que termine el
banquete.

El otro guardia civil ríe la ocurrencia del primero.

PACO
Venimos a matarlos.

Los guardias quedan serios, pero luego comienzan a reírse,


progresivamente. Los Quero ríen con ellos. Hasta que de golpe
les miran muy serios.

120 CORTIJO DEL LOBO. CAPILLA. INT. ATARDECER.

Los novios se encuentran sentados junto al altar. Frente a


ellos un sacerdote oficia la misa. Más de doscientos
invitados se encuentran sentados en los bancos. Silencio,
toses, abanicos que se mueven.

En el banco más cercano al altar se encuentran Carlos Guinea,


que bosteza aburrido, Luisa Guinea, que mueve con agilidad su
abanico, y Ramón Maya entre otros familiares y amigos.

Antonio y Paco, vestidos de guardias civiles, entran por la


puerta principal. Paco se fija en Teresa y en como ésta, con
los ojos llorosos, mira hacia atrás constantemente en busca
de la mirada de su padre.

Del banco de familiares se levanta un hombre vestido de


blanco que Antonio reconoce enseguida: Jesús Salcedo. Salcedo
sale de la capilla por una puerta lateral. Antonio le señala
a Paco el recorrido del traidor.

121 CORTIJO DEL LOBO. PATIO DEL POZO. ATARDECER.

Un pequeño patio lleno de flores y un pozo decorativo en el


centro.

-88-
Salcedo se apoya en el pozo y saca un cigarrillo de su
chaqué. Busca algo en todos sus bolsillos. Saca algo que
encuentra en uno de ellos, una pequeña cajita negra. La abre.
Dentro están los anillos del enlace. Los guarda y sigue
buscando.

Paco y Antonio salen al patio y llegan a su posición.


“Salcedo” se percata de su presencia sin mirarles a la cara.

SALCEDO
¿Tenéis fuego?

Antonio enciende una cerilla y se la acerca al cigarrillo.

SALCEDO
Gracias.

Salcedo levanta la mirada y descubre con estupor a los


hermanos. Antonio le tapa la boca y Paco le acerca una navaja
a la garganta. Salcedo, más que asustado, parece desafiar a
los hermanos con la mirada y una sonrisa sarcástica.

PACO
¿Quién eres, hijo de la gran puta? Grita
y te cerceno la garganta. ¿Quién eres?

Antonio le retira lentamente la mano para que Salcedo pueda


hablar.

SALCEDO
(susurrando)
No olvides nunca Paco, que yo, Martín
Guinea, maté a tu hermano José Quero.
Martín Guinea, a mucha honra, hijo de
Carlos Guinea.

Paco le mira fijamente a los ojos, trata de recordar.

CARNICERIA. MATADERO. INT./EXT. ATARDECER (FLASH-BACK).

Por la calle caminan Luis, Luisa y un niño, Martín Guinea


(11) de ojos saltones y mirada profunda que pega una patada a
un perro pastor alemán.

122 CORTIJO DEL LOBO. PATIO DEL POZO. ATARDECER.

Pacoy Antonio le miran enfurecidos.

123 CORTIJO DEL LOBO. CAPILLA. INT. ATARDECER.

El sacerdote oficia unas últimas palabras previas a la


colocación de los anillos.

-89-
Carlos Guinea busca a su hijo Martín con la mirada. Luis
suspira aliviado al ver cómo Martín aparece por la puerta
lateral.

Pero Martín camina lento, se sujeta el cuello con la mano.


Intenta hablar, pero sólo emite gruñidos. De entre sus dedos
comienza a brotar la sangre con violencia. Martín se
desploma.

Tras Martín aparecen Paco y Antonio, armados con las


escopetas de los guardias civiles y comienzan a disparar al
aire.

Los invitados y familiares chillan y corren descontrolados en


busca de la salida. El cura corre a refugiarse en la
sacristía. Carlos, de la mano de su hermana, sale tras el
sacerdote. Teresa se tira al suelo.

Algunos de los invitados desenfundan armas y disparan sobre


los hermanos, pero Antonio, refugiado tras el altar, derriba
a la mayoría. Luis alcanza en el aire la pistola que un
invitado le lanza. Paco coge a la novia por la cintura y con
su escopeta revienta la cabeza del novio, que se acercaba
hacia él descargando su pistola.

El tiroteo llega a su fin.

124 CORTIJO DEL LOBO. CUADRA. EXT. ATARDECER.

Antonio y Paco, con Teresa en brazos, llegan a la cuadra.


Antonio desata dos caballos. Paco coloca a Teresa, envuelta
en lágrimas y aturdida, sobre el lomo.

PACO
Lo siento.

Paco besa a Teresa. Paco está a punto de subir al caballo


cuando Antonio le llama la atención.

El sacerdote, Luisa y Carlos Guinea suben corriendo unas


escaleras. Paco mira a Teresa.

PACO
Estaré en “La Chispa” esta noche.

Paco azota la grupa del caballo y éste sale del recinto al


galope.

-90-
125 CORTIJO DEL LOBO. DORMITORIO CARLOS GUINEA. INT./ EXT. NOCHE.

Carlos Guinea se arrodilla frente a un pequeño altar y


comienza a llorar. Luisa, de pie, se ríe de su hermano como
una loca.

Paco y Antonio entran tranquilos en la habitación. Carlos se


refugia en una esquina. Luisa continúa riendo. Paco se acerca
a él y le encañona. Carlos, arrodillado, ruega, entre
dientes, perdón a Paco.

PACO
¿Clemencia? Te daré la única clemencia
posible: recibir en un sólo disparo el
sufrimiento que tú nos has provocado en
años.

Dispara con sangre fría. Luisa sentada en una butaca no deja


de reír, nerviosa, fuera de si.

Antonio mira por la ventana. Decenas de guardias corren por


el exterior y rodean el cortijo. Antonio se acerca a Luisa y
la zarandea.

ANTONIO
¿Hay alguna otra salida?

Luisa no responde. No cesa de reír. Paco se fija en un


ventanuco en lo alto del techo.

PACO
Por ahí, Antonio.

126 CORTIJO DEL LOBO. TEJADOS. EXT. NOCHE.

Paco y Antonio corren cansados por los tejados del cortijo.


Se resbalan con las tejas. Se escucha algún disparo cercano,
pero no son capaces de adivinar su origen. Los hermanos se
resbalan perdiendo totalmente el equilibrio y caen en picado.

127 CORTIJO DEL LOBO. COBERTIZO. INT. NOCHE.

Los hermanos caen sobre un montón de paja. Han caído el uno


junto al otro, cabeza con cabeza. Sin moverse, se observan
vestidos de guardias civiles y comienzan a reír. Una risa
contagiosa y absurda.

128 CORTIJO DEL LOBO. COBERTIZO. EXT. AMANECER.

Decenas de guardias civiles vigilan la entrada desde el


exterior, atrincherados tras sacos de avena, abrevaderos y
carros volcados. Tensión contenida.

-91-
El silencio sólo es interrumpido por un inquietante canto de
pájaros. El sol sale por encima de los tejados del cortijo.

129 CORTIJO DEL LOBO. ENTRADA. INT. DÍA.

Apoyados sobre la blanca pared, Antonio y Paco reponen


energías. Su rostro está lleno de arañazos, su cuerpo de
heridas de bala. La peor la presenta Paco, en su pierna
izquierda, visiblemente profunda y encharcada en sangre. Tras
unos jadeos prolongados, los hermanos sonríen y cargan sus
armas.

GUARDIA CORTIJO (OFF)


¡Salid, bandidos! ¡Estáis rodeados!

La voz del guardia, ligeramente aguda, no impone mucho


respeto. Antonio y Paco se miran sin dejar de sonreír.

PACO
(le cuesta hablar)
¿Ha... ha dicho... bandidos?

ANTONIO
(lo confirma, tras resoplar)
Bandidos...

PACO
(con sorna, deletrea las
sílabas)
Malhechores...

Los hermanos se miran y ríen. Su aspecto es descorazonador.

PACO
No se atreven a entrar. Tendremos que
salir nosotros porque esto es muy
aburrido.

ANTONIO
Por la puerta grande... ¿no, Paco?

Paco sonríe.

PACO
Siempre por la puerta grande, Antonio.

Armados de valor, los hermanos se levantan y corren en


dirección a la puerta principal, donde les espera una muerte
segura.

FIN.

-92-

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