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UNIVERSIDAD VERACRUZANA

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

ÁREA

CLÍNICA

EXPERIENCIA EDUCATIVA

INTERVENCIÓN Y PSICOTERAPIA

TRABAJO

ENSAYO SOBRE LA PSICOTERAPIA

PRESENTA

CRYSTAL GARCÍA MORALES

CATEDRÁTICO A CARGO

JOSE ARTURO JARDINEZ HERNÁNDEZ

POZA RICA, VER. A 07 DE DICIEMBRE DEL 2017


¿Qué es la psicoterapia?

Responder a esta pregunta y realmente entender qué es la psicoterapia es


realmente una tarea difícil, debido a que existe una enorme diversidad de ellas,
por lo tanto comenzaré separando la palabra, está primero el término “psico” que
hace referencia a la psique, al alma o mente y por otro lado “terapia” que hace
referencia rama de la medicina enfocada a enseñar a tratar o afrontar diversas
enfermedades, así como al tratamiento mismo (Julián Pérez Porto, 2012).

Siguiendo con la palabra terapia, es necesario conocer los inicios de la terapia


misma, desde la antigüedad la experiencia ha mostrado que la vida humana es
inherentemente problemática, por lo tanto a lo largo de la historia y de las culturas
se ha buscado la forma de hacerle frente a la gran diversidad de problemas que
aquejan a los humanos, de ahí la diversidad de terapias existentes a lo largo de la
historia, por ejemplo la magia, la medicina, la religión y la psicología misma.

Los médicos en general y muchos científicos de otras profesiones siguen sin


aceptar que haya dolencias o trastornos puramente psíquicos, y es precisamente
la conducta de los médicos, todavía en la actualidad, considerando al enfermo
exclusivamente bajo el aspecto somático, lo que le crea inseguridad, descontento,
decepciones y le obliga a buscar ayudas extramédicas, para poder dar solución a
sus conflictos o problemas, además la mayoría de los psicoterapeutas, sobre todo
los psicoanalistas, utilizan un lenguaje académico, florido, estético, pero que no
está al alcance de las amplias capas de la población, éstas son una de las
razones por las que los inicios de la terapia es la magia y la religión, y que además
perdura en la actualidad, es decir que debemos ser respetuosos y cautelosos al
escuchar al paciente (Cruz, 1992).Aunque la cultura como proceso produzca
constantemente variaciones, la cultura como sistema tiene siempre la tendencia a
conservar su identidad, es decir, a salvaguardar los principios según los cuales se
ha interpretado.

Los estudios antropológico-culturales reconocen que cada colectivo crea las


soluciones para los problemas humanos generales, en tanto que una comparación
de culturas muestra que no sólo hay una solución para tales problemas, sino que
para una determinada cuestión de vida humana posiblemente hay diferentes
soluciones para poder asegurar suficientemente recursos existenciales. Al
respecto debería reconocerse, que cada comunidad ha elegido determinadas
posibilidades entre las que se le ofrece (Cruz, 1992).

Por tanto regresamos al punto de inicio, los profesionales de la salud, deben


respetar y tolerar, deben comprender que en su encuentro con pacientes de
pueblos y aldeas, incluso de barrios populares de las grandes ciudades, tienen
que tener en cuenta los aspectos de medicina popular, respetarlos, si quieren ser
correctos en su tarea o exigencia médica, de quitar a los pacientes sus
sufrimientos o de reducirlos lo máximo posible.

Todo lo anteriormente mencionado no significa que personas de otras etnias o de


capas sociales diferentes a las nuestras no tengan acceso a nuestras formas de
vida, ni a nuestras manifestaciones culturales. Sin embargo, para ello es necesario
tener muchas experiencias, mucho tiempo y la disposición pertinente, para poder
lograr un acercamiento y Pero, si estas personas no desean tal acercamiento, los
médicos, psicoterapeutas y todos los demás profesionales de la salud deberíamos
tener en cuenta y respetar las formas de conducta, las manifestaciones culturales
y las condiciones de socialización de personas procedentes del extranjero, de
grupos marginados o de minorías étnicas (Cruz, 1992).
Pasa lo mismo con la brujería, ya que ésta es una forma totalmente distinta de
encontrar la cura que no se encuentra con los médicos o psicólogos. En la época
anterior a la psicología psicoanalítica resultaba muy difícil pensar en la existencia
intrínseca de un mundo de fantasías sádicas y macabras, entre otras razones,
porque esta idea habría despertado la alarmante sospecha de que quizás todos
tengamos un fuero interno poblado de “demonios”. Fue Freud quien expondría que
éste era precisamente el caso, para mortificación de la vanidad humana
(Paniagua, 2003).

Recuérdese que para el niño lo desconocido y secreto es siempre ominoso, en


principio. Los razonamientos de la niñez persisten en la adultez porque el
desarrollo mental del ser humano consiste en la adición de conocimientos guiados
por el realismo y la lógica por encima de dichas reacciones infantiles, a las que
nunca consigue sustituir plenamente, en contra de lo que preferiríamos creer.
Muchas de las fuerzas primitivas y ocultas que el hombre presiente en su corazón
implican, efectivamente, una amenaza psicológica. Contra estas fuerzas, los
humanos nos hemos defendido inventando ritos diversos, ceremonias mágicas,
sortilegios, fórmulas esotéricas y amuletos que proporcionasen una sensación,
ilusoria, claro, de seguridad (Paniagua, 2003).

Ahora prosigamos con el primer término, psico que como ya se menciona hace
referencia a la psique y por lo tanto a la psicología, que justamente estudia los
problemas sentimentales y de pensamiento, es la ciencia que estudia el
comportamiento del individuo, en su relación con el medio socialmente construido
(Psicología médica, 2011), por lo tanto podemos definir a la psicoterapia como “un
tratamiento ejercido por un profesional que utiliza medios psicológicos para ayudar
a resolver problemas humanos en el contexto de una relación profesional”
(Sánchez, 1998).
Después de aclarar qué es la psicoterapia, podemos permitirnos volver al tema de
la basta variedad existen de la misma, la primera psicoterapia reconocida como tal
es el psicoanálisis, fundado por Sigmund Freud de ahí comenzaron otras, como lo
son el conductismo iniciado por los rusos Pavlov y Skinner, y el humanismo
iniciado por Carl Rogers. En el presente ensayo nos enfocaremos en el
psicoanálisis.

Un tema que me parece de gran importancia y que se puede comparar con las
diferentes psicoterapias es cómo se inicia el tratamiento psicoanalítico y cómo es
que se va desarrollando. Freud siempre sugirió que antes de aceptar un paciente
se les comentara que sólo los atendería por una o dos semanas, así en caso de
no ser aplicable la terapia analítica el sujeto no se sentiría frustrado ante una
tentativa de curación fracasada (Freud, La iniciaicón del tratamiento analítico,
1913).

Otro punto vital al iniciar la psicoterapia analítica es que no debe existir ninguna
clase de afecto o amistad entre el analista y el paciente ya que esto hace que el
enfermo se presente con una transferencia ya definida, el hecho de que entre el
médico y el paciente que va a ser sometido al análisis, o entre sus familias
respectivas, existan relaciones de amistad o conocimiento, suscita también
especiales dificultades.

Es necesario también tomar en cuenta que la confianza del paciente hace muy
agradable nuestro primer contacto con él, y le damos las gracias por ello, pero al
mismo tiempo Freud sugiere que le advirtamos que tan favorable disposición se
estrellará seguramente contra las primeras dificultades emergentes en el
tratamiento suyo, y no habrá de perturbar, de modo alguno, la marcha del
tratamiento, siempre que, por su parte, se preste él a observar concienzudamente
las normas del análisis (Freud, La iniciaicón del tratamiento analítico, 1913).

Otro punto que menciona y que hasta la actualidad causa controversia, es lo que
se refiere al tiempo, sigo estrictamente y sin excepción alguna el principio de
adscribir a cada paciente una hora determinada. Esta hora le pertenece por
completo, es de su exclusiva propiedad y responde económicamente de ella,
aunque no la utilice, el principio de exigir a cada enfermo la retribución
correspondiente a la hora que se le ha señalado, la utilice o no, nos convencen
decisivamente de la importancia de la psicogenia en la vida cotidiana de los
hombres, de la frecuencia de las «enfermedades escolares» y de la inexistencia
del azar.

Por lo general, trabajo diariamente con mis enfermos, excepción hecha de los
domingos y las fiestas muy señaladas, viéndolos, por tanto, seis veces por
semana. En los casos leves, o cuando se trata de la continuación de un
tratamiento ya muy avanzado, pueden bastar tres horas semanales. Una labor
más espaciada nos impediría seguir paso a paso la vida actual del paciente, y la
cura correría el peligro de perder su contacto con la realidad y desviarse por
caminos laterales.

Otra de las cuestiones que deben ser resueltas al iniciar un tratamiento es lo


referente al dinero; es indudablemente digno y más moral declarar con toda
franqueza nuestras necesidades y nuestras aspiraciones a fingir un filantrópico
desinterés incompatible con nuestra situación económica, como aún es habitual
entre los médicos, e indignarnos en secreto de la desconsideración y la tacañería
de los enfermos o incluso criticarla en público.

En general, no importa cuál sea la materia con la que iniciemos el análisis: la


historia del paciente, sus recuerdos infantiles o el historial de su enfermedad. Lo
único de que debemos cuidarnos es de empezar dejando hablar al enfermo sobre
sí mismo, sin entrar a determinar su elección del punto de partida. Así, pues, nos
limitaremos a decirle: «Antes que yo pueda indicarle nada, tengo que saber mucho
sobre usted. Le ruego, por tanto, que me cuente lo que usted sepa de sí mismo»
ésta es una de las sugerencias más importantes, ya que sí se hiciera de otra
forma se comprometería el análisis y probablemente sería mucho más difícil
identificar las pistas que nos brinda el inconsciente.

Por lo antes mencionado, llegamos a la regla dorada del psicoanálisis, donde se


realiza la advertencia de que notara usted que durante su relato acudirán a su
pensamiento diversas ideas que usted se inclinará a rechazar con ciertas
objeciones críticas. Sentirá usted la tentación de decirse: «Esto o lo otro no tiene
nada que ver con lo que estoy contando, o carece de toda importancia, o es un
desatino, y, por tanto, no tengo para qué decirlo.» Pues bien: debe usted
guardarse de ceder a tales críticas y decirlo a pesar de sentirse inclinado a
silenciarlo. Esto es de vital importancia para esta psicoterapia, debido a que se
piensa que solamente de esta forma se podrá rastrear indicios de lo inconsciente
reprimido que aqueja al paciente, de otra forma no habrá una cura significativa y el
síntoma prevalecerá o solo se transformará en otro (Freud, La iniciaicón del
tratamiento analítico, 1913).

El psicoanálisis precisa siempre períodos prolongados, desde un semestre hasta


un año cuando menos, y desde luego mucho más prolongados de lo que por lo
general espera el enfermo. A los pacientes les permitimos abandonarlo cuando
quieren, aunque sin ocultarles que la interrupción de la cura iniciada excluye todo
posible resultado positivo y puede provocar un estado insatisfactorio, como una
operación no llevada a término.
La abreviación de la cura analítica continúa siendo una aspiración, se opone a ella
un factor muy importante: la lentitud con que se cumplan las modificaciones
anímicas algo profundas. También la neurosis de un individuo posee los
caracteres de un organismo, y sus fenómenos parciales no son independientes
entre sí, sino que se condicionan y se apoyan unos a otros. No se padece nunca
más que una sola neurosis y no varias que hayan venido a coincidir casualmente
en el mismo individuo. Para el psicoanalista, los pacientes más gratos habrán de
ser aquellos que acuden a él en busca de la más completa salud posible y ponen
a su disposición todo el tiempo que le sea preciso para conseguir su
restablecimiento. Naturalmente, sólo pocos casos nos ofrecen condiciones tan
favorables.

Todo esto sobre lo prolongado que es un tratamiento analítico, me lleva a recordar


a otro de los escritos de este mismo autor, que justamente habla sobre si
realmente un proceso analítico puede terminar o no, observancia. La
extraordinaria diversidad de las constelaciones psíquicas dadas, la plasticidad de
todos los procesos psíquicos y la riqueza de los factores que hemos de determinar
se oponen también a una mecanización de la técnica y permiten que un
procedimiento generalmente justificado no produzca en ocasiones resultado
positivo alguno, o inversamente, que un método defectuoso logre el fin deseado
(Freud, Análisis terminable e interminable, 1937).

Para finalizar un análisis, en otros casos, Freud utilizaba la fijación de un plazo, no


puede dudarse del valor de esta medida coactiva. Ella es eficaz, bajo la premisa
de que se la adopte en el momento justo, pero no puede dar ninguna garantía de
la tramitación completa de la tarea (Freud, Análisis terminable e interminable,
1937).Sin embargo el mismo Freud menciona que es muy complejo acertar al
momento indicado y sí se llegase a errar no hay forma de remediarlo, por lo tanto
no es una herramienta de la que esté a favor aunque no niega que cuando se
acierta, realmente se logra ayudar de forma más rápida al paciente.
Para Freud el análisis ha terminado cuando analista y paciente ya no se
encuentran en la sesión de trabajo analítico y esto ocurrirá cuando estén
aproximadamente cumplidas dos condiciones: la primera, que el paciente ya no
padezca a causa de sus síntomas y haya superado sus angustias así como sus
inhibiciones, y la segunda, que el analista juzgue haber hecho conciente en el
enfermo tanto de lo reprimido, esclarecido tanto de lo incomprensible, eliminado
tanto de la resistencia interior, que ya no quepa temer que se repitan los procesos
patológicos en cuestión (Freud, Análisis terminable e interminable, 1937).

Realmente lo que se busca con un análisis más que desaparecer el síntoma (lo
cual sí es importante) es que el sujeto se conozca profundamente y se acepte,
para esto se le va entrenando en diferentes recursos para hacer lo inconsciente,
consciente.

En este punto es interesante mencionar cómo concibe el psicoanálisis al síntoma,


y esto es que el síntoma solamente busca expresar que existe algo en el
inconsciente que no ha sido tramitado de forma correcta, una escena que se repite
en busca de una nueva y mejorada elaboración. Es decir que para que el síntoma
desaparezca y no vuelva o se transforme es necesario analizarlo, debido a que no
tiene un significado natural o literal, más bien está íntimamente relacionado con la
vida e infancia del sujeto que lo presenta.

Para concluir, queda claro que para que se considere psicoterapia debe al menos
contar con los siguientes requisitos: Que se desarrolle por un profesional
acreditado por alguna institución u autoridad, que tenga un método aplicable a una
gran variedad de personas y que obviamente busque ayudar a resolver problemas
sentimentales, de conducta o de pensamientos de una persona. Además es de
suma importancia reconocer y recordar que no solamente las personas acuden a
la ciencia, sino que también están los ancestros que aún coexisten con la
psicoterapia como lo son los curanderos, brujas, la magia en general y la religión,
y se debe estar preparado para recibir a estos pacientes creyentes, ya que al fin y
al cabo todo esto es parte de una cultura y sistema en el que el mismo médico o
psicólogo está sumergido. Asimismo lo vital es que los pacientes se sientas
comprendidos y atendidos, así como respetados y escuchados.

El psicoanálisis cumple con la mayoría de los requisitos para ser considerado una
psicoterapia, como su técnica de asación libre y del habla, así como todo un
sustento teórico explicativo sobre la psique, aunque claro que también cuenta con
varias limitantes como es la complejidad del lenguaje utilizado por lo que no es
viable para utilizar con cualquier tipo de persona y los largos periodos y frecuencia
de la terapia en sí misma.

BIBLIOGRAFÍA
Cruz, E. B. (1992). Los curanderos, psicoterapuetas populares.

Freud, S. (1913). La iniciaicón del tratamiento analítico.

Freud, S. (1937). Análisis terminable e interminable.

Julián Pérez Porto, A. G. (2012). Definición.de. Obtenido de https://definicion.de/terapia/

Paniagua, C. (2003). Psicología de la brujería.

Psicología médica. (2011). Obtenido de http://www.ub.edu/iasc/content/t1-el-objeto-de-


estudio-de-la-psicologia

Sánchez, J. R. (Mayo de 1998). Facultad de medicina, UNAM. Obtenido de


http://www.facmed.unam.mx/deptos/familiar/compendio/Tercero/III_EMF_31.pd
f

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