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Resumen:
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Las prácticas en la cotidianidad, como portadoras y constructoras de
identidades y subjetividades a través del espacio
La vida cotidiana es un espacio de construcción donde se cruzan circunstancias
políticas, culturales, históricas, económicas y personales, dándole al hombre la
oportunidad de construir su subjetividad e identidad social. (Lindón, 2006:232).
No se debe considerar a la cotidianidad como un ámbito más en el cual se analiza
la espacialidad o la relación espacio-sociedad. Según Lindón (2001) quien estudia
esa relación entre la espacialidad y la temporalidad son las geografías de la vida
cotidiana.
Estas situaciones interactivas refieren a las personas ubicadas en el espacio-
tiempo sobre un contexto subjetivo, dándole sentido al espacio y al otro ser, en un
proceso constante de interpretación, resignificacion y construcción de los espacios
de vida. Es por ello que no existe una geografía de la vida cotidiana sin sujetos de
acción en un lugar particular.
La espacialidad es en donde se realiza una práctica y la temporalidad como
tiempo consumido en ella. Es allí donde surgen nuevos comportamientos espacio-
temporales de los sujetos de la sociedad (Hagerstrand, 1978).
La interrelación entre las prácticas y la subjetividad es muy compleja, ya que se
retroalimenta constantemente los contenidos, los significados e imágenes sobre el
espacio, estas se reconstruyen y toman nuevas formas durante el desarrollo de las
prácticas y a su vez condicionan prácticas futuras.
Las prácticas ancladas en un lugar son las que realiza una persona relativamente
fija en un espacio delimitado, sea por un tiempo extenso o corto (Seamon, 1979).
La práctica corporal a veces busca formas de relación entre sí (Cachorro, 2009:7),
entre personas, entre el tiempo-espacio, ofreciéndose como puertas de acceso a
la subjetividad. Estas adquieren sentido porque cobijan una subjetividad y operan
en tramas intersubjetivas montando complejos dispositivos de interrelación
cultural.
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Si bien mencioné que este deporte se fundó en la ciudad de La Plata, donde tuvo
una debilitada expansión en sus inicios, no fue tal en el viejo continente, siendo allí
furor primero en España, para luego expandirse por toda Europa.
Es por eso que el pasaje del mapa a la cartografía nos coloca en las mudanzas,
recorridos, las refundaciones de espacio y tiempos de la cultura urbana, siendo
esto más complejo que una representación meramente grafica (Cachorro,
2009:23).
El Padbol es posible de ser cartografiado por las apropiaciones subjetivas de los
sujetos que frecuentan los espacios en donde lo practican con criterios de uso y
valoraciones heterogéneas.
Según Goffman (1981) quién analiza las prácticas cotidianas a través de los
escenarios, los espacios y tiempos en los cuales las personas tienen encuentros
con otros sujetos en espacios concretos, tales como lo son los torneos de Padbol,
donde estos escenarios implican negociación con el otro (alteridad), siendo este
constitutivo de la experiencia espacial.
Los escenarios difieren sustancialmente cuando ocurren dentro o fuera de un
recinto según D. Ley (1981), porque estas presentan comportamientos típicos o
específicos motrices-corporales en la realización de ejecuciones técnicas o
habilidades propias del deporte.
En esta línea Relph (1976) amplia diciendo que los escenarios poseen un sentido
físico desde la subjetividad espacial, donde la exterioridad o interioridad de los
mismos, no solo tiene que ver con lo material sino también el sentido que le da el
sujeto al lugar o a la cancha de Padbol.
El autor agrega que se generan así campos de información espacial, los cuales
siempre son transitorios, ya que cada nueva experiencia motriz permite la
incorporación de una nueva información espacial, que varían como los roles
sociales que desarrollan las personas en la comunidad. Esto se vuelve tangible y
palpable cuando los recién iniciados en el Padbol poseen menos información
espacial de que los que ya tienen una regularidad en la práctica deportiva, solo por
el hecho de que estos últimos vienen jugando hace más tiempo logrando
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apropiarse de las dimensiones de la cancha, la temporalidad que lleva consigo la
pelota y sus rebotes, por así mencionar algunas características del deporte.
Amplia Relph advirtiendo que esta información espacial se relaciona con la
habilidad espacial y la experiencia previa en otros deportes de los sujetos para
resolver cuestiones prácticas como orientarse en el espacio, comparar y
diferenciar, elegir y ejecutar las mejores opciones a la hora de disputar un
encuentro de Padbol.
Esa habilidad espacial se debe a los procesos de socialización que limitan el radio
de acción (Mathews, 1987), los sujetos que tienen experiencias previas en
deportes tales como el futbol tendrán una gran ventaja en utilizar como recursos
durante el juego a la recepción, pase y remate orientado con diferentes segmentos
corporales (parte frontal o parietal de la cabeza y los pies), y los que provengan
del pádel utilizaran mejor el uso de las paredes y así lograr una mejor defensa y
armado de juego para un posterior ataque.
Los espacios de vida que podemos rescatar de Di Meo (1991) son aquellos
lugares que frecuenta regularmente en la cotidianidad el ser humano, los
desplazamientos, los caminos que recorre en la ciudad hacia los sitios o los clubes
de padbol, diariamente, semanalmente, mensualmente o de manera anual, en
donde se llevan a cabo encuentros de carácter amistoso, solo por el hecho de
realizar actividad física o de manera competitiva ya sean torneos locales,
nacionales o internacionales.
Esta noción nos brinda propiedades dinámicas que le imprimen los sujetos en el
trazado de estas trayectorias, recorridos, desplazamientos y la ocupación de
espacios o territorios (Di Meo, 1996) específicos del Padbol, dándole valor y
significado a la materialidad de estos, los cuales son propios del deporte.
El territorio refiere a la puesta en escena, a la actuación de los individuos
participes de la práctica en un espacio que es cambiante, refundado y
reconfigurado según el contexto sociocultural donde se desarrollen.
La territorialidad es el conjunto de relaciones tejidas por el individuo, tanto
miembro de una sociedad con su entorno (Buttimer, 1979), es un escenario en
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donde se juegan representaciones en varios actos (Gumuchian, 1991), es todo lo
externo al individuo como el lugar, una comunidad, otro sujeto o alteridad, una
institución, etc.
Existen variantes de la territorialidad diferenciadas según las vivencias y
experiencias de los sujetos en ese espacio frecuentado y vivido. Estas se
diferencian según a lo que los sujetos perciben durante y luego de la práctica.
Esta pueden generar una sensación de topofilia, la cual es una experiencia grata,
de disfrute y placer por la realización de la practica (Tuan, 1974); otra variante
puede ser la topofobia, la cual según Reguillo (2000,2001) en este caso genera
una sensación incomoda entre el sujeto y el espacio, debido a una incongruencia,
lo que le impide estar o volver al recinto.
Otra variable es la de confinamiento que plantea Rose (2002), la cual está
centrado en el género, manifestándose en la corporeidad y sus dificultades en un
lugar determinado, como por ejemplo, la mirada masculina que se impone sobre la
mujer que realiza prácticas deportivas que son legitimadas y referenciadas
moralmente como actividades para hombres. Para darle una definición más
sustentable a estas variabilidades de territorialidad daré algunos ejemplos
prácticos sobre ellos.
Una sensación de topofilia es la que percibe un ex jugador de futbol amateur
donde al practicar padbol logro representar a su país en mundial de esta disciplina
y todo lo que significa para un futbolero dicha instancia, es allí donde surge esta
percepción de afectividad intensa con el espacio propio de este deporte.
Sin embargo una percepción contraria es la que resulta de la topofobia, la cual
genera temor por un hecho desafortunado que puede ser una colisión de la
cabeza con una pared lateral, recibir un impacto del balón en la cara, lo que
generaría un momento no grato y la duda de volver a practicar padbol o el
abandono inmediato de la misma.
Un caso particular recae sobre el confinamiento, aquí me valgo en mencionar el
último mundial de padbol donde se incluyó la modalidad femenina en el deporte,
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causando gran asombro entre el público masculino por como la rubia de la
selección rumana ejecutaba una poderosa y asombrante volea.
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Este deporte alternativo presenta un fácil aprendizaje desde sus inicios con
habilidades sencillas que provocan de inmediato el paso a una situación de juego
real, en que los que además de perfeccionarlas se divierten. Se puede practicar
sin distinción de edad, sexo, sin tener en cuenta el nivel de destreza corporal de
cada participante al menos en las fases de iniciación, sobre todo si se elimina la
competitividad, valorando más la dimensión cooperativa.
Es el sujeto quien realiza actividad física y no el cuerpo, siendo este quien está
comprometido en una acción motriz mediante la cual construye una técnica o
habilidad.
El padbol emerge tal vez en la búsqueda de alguna práctica corporal nueva, o un
espacio donde ser acobijados los sujetos y así realizar actividades deportivas, por
el solo hecho de experimentar el placer de jugar en un sitio desconocido o
incursionar en un deporte que se fusiona con otro, nucleando a ex futbolistas
tratando de despuntar el “vicio” como lo es llamado en la jerga futbolera, como así
también tener aspiraciones profesionales y representar a su territorio, localidad,
región, ciudad o al país.
Según David Beer (2012) la práctica corporal difiere del ejercicio físico, y se refiere
a toda actividad física planificada y repetitiva que tiene como objetivo la mejora o
mantenimiento de la condición física, ignorando el carácter vivencial o social.
Sin embargo Largadera (2009) sostiene que la práctica de actividad física
perdurable en el tiempo, es más que un simple habito saludable, resaltando el
papel clave que juega la incidencia social en la configuración corporal del
individuo.
Referencias bibliográfícas:
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