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¿U N A E C O N O M IA SIN CIE N C IA E C O N O M IC A ?

I. ¿C A P IT A L IS M O DE ESTADO ?

A l r e s u m i r n u e s t r a investigación deben subrayarse los siguientes


puntos: la estructura política del nacional-socialismo presenta una se­
rie de elementos divergentes; el concepto de estado totalitario fuerte,
(|ue lo abarca todo, es, con gran diferencia, el más característico, aunque
hoy se rechace desde un punto de vista ideológico; es total el gobierno
de la burocracia y de las fuerzas armadas que representa el Consejo
Ministerial de Defensa del Reich; la única restricción a que está some­
tido el estado es en la administración de la policía y de la juventud,
cimpos en que el partido es soberano; la ideología en que se basa es
d racismo, la soberanía del pueblo racial que encarna el Führer;
toda la estructura está al servicio de dos ideas, el Nuevo Orden y el
racismo proletario: la supremacía de la nación “ insatisfecha” rodeada
tic democracias plutocráticas y hostiles.
Pero la cuestión esencial que exige una respuesta urgente es ésta:
¿cuáles son las fuerzas que mantienen la cohesión de la sociedad na­
cional-socialista? En modo alguno podemos tener la pretensión de dar
una respuesta exhaustiva. No podemos proporcionar un análisis cabal
de la sociedad nacional-socialista y hemos de omitir de manera espe­
cífica la cultura y la ediicación. La tercera parte de este libro se ocu­
pará de tres problemas importantes: i ) La nueva economía — inten­
taremos poner al desnudo cómo funcionan las fuerzas materiales que
sostienen a la sociedad nacional-socialista— . 2) La nueva sociedad
■ —un análisis de las fuerzas sociales que determinan la estructura de
la sociedad; sobre todo la estratificación de clases y la formación
de una élite— . 3) La propaganda y el terror como dos aspectos de un
solo hecho: la transformación del hombre en víctima pasiva de una
fuerza cabal que le alaba y le acobarda, que le eleva y le manda a
(ampos de concentración. En el capítulo final de este libro intenta-
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remos describir el módulo total de la sociedad nacional-socialista: la
trabazón de estado, derecho, economía, política y cultura.
Los éxitos de la economía alemana son asombrosos. La elimi­
nación de la desocupación, el aumento de la producción, el progreso
de las industrias de productos sintéticos, la subordinación absoluta de
las actividades económicas a las necesidades de la guerra, el sistema
de racionamientos antes de ésta y durante ella, el éxito del control de
precios, son todos logros difíciles de superar. Todos los observadores
están de acuerdo en emitir este juicio; pero la coincidencia termina
aquí. No hay acuerdo respecto a cómo se ha realizado este milagro,
porque tampoco lo hay respecto a la naturaleza del sistema económico.
Existe una tendencia creciente a negar el carácter capitalista del
nacional-socialismo.1 Se le llama sistema de bolcheviquismo pardo,
de capitalismo de estado, de colectivismo burocrático, de gobierno de
una burocracia de gerentes. Según esta escuela de pensamiento, en
Alemania ya no hay empresarios, sino sólo gerentes; ya no hay li­
bertad de comercio y de contratación ; tampoco hay libertad de hacer
inversiones; se ha suprimido el mercado y, con él, las leyes que lo ri­
gen. En consecuencia, los precios son administrativos y también lo
son los salarios. Por tanto, ya no funciona la ley del valor. Los va­
lores son en su totalidad valores en uso y no valores en cambio. Las
clases, si se admite su existencia, no son ya resultado de la producción.
E l poder a que está sometido el obrero no es económico. Es una ex­
plotación política y no es ya resultado de la posición que ocupa dentro
del proceso productivo. La apropiación de su trabajo es un acto político,
no económico. En consecuencia, la nueva economía es una economía
sin ciencia económica. Esta se ha convertido en una técnica administra­
tiva. E l hombre económico ha muerto. Se ha sustituido el incentivo
de la ganancia por el incentivo de poder. E l motor esencial de esa
sociedad gobernada por una élite que forman gerentes, burócratas del
partido, altos funcionarios, oficiales del ejército, es la fuerza, no la
ley económica.
Casi todas estas teorías se basan en la opinión de que la época de
las revoluciones industriales ha terminado. Desde luego, se admite
que ocurren cambios técnicos, pero se niega que provoquen alteraciones
fundamentales en la estructura de la sociedad. Esta opinión se pro­
pugnó por primera vez antes de que Hitler llegara al poder, por el
llamado Tatkreis> un grupo de reaccionarios románticos relacionados
con la revista mensual Die Tat (Acción),2 que más tarde derivaron
Inicia el nacional-socialismo más morboso. Su dirigente, Ferdinand
Fried,2 anunció el final de la era de las invenciones, y con ella el final
del capitalismo. Lawrence Dennis cree que “ la Revolución Industrial
luí terminado como dinamismo capitalista” y que los nuevos cambios
técnicos no son “ ni dinámicos ni constructivos” .3 Para Dennis, en con­
secuencia, una revolución política totalitaria ha de ocupar el lugar de
l;i Revolución Industrial.
Rudolf Hilferding, el teórico alemán del partido social-demó-
crata, es quien mejor ha formulado este tipo de teoría,4 no con res­
pecto a Alemania, sino a Rusia.
L o que hace una economía oficial es precisamente abolir la autonomía de las
leyes económicas: no es una economía de mercado, sino una economía de uso. Lo
t|ue se produce y la forma de producirlo no lo determina ya el precio, sino la comi-
nión planeadora del estado que establece el carácter y la amplitud de la producción.
I,.i apariencia exterior es de que sigue habiendo precios y salarios, pero la función
1I1' éstos ha cambiado por completo. Y a no determ inan el rumbo de la producción,
<|tic dirige el gobierno central. . . Ahora los precios y los salarios sólo son instrumentos
1I1: distribución que determinan la parte que recibirá cada individuo de la suma total
«|iie el gobierno central atribuye a toda la población. Los precios se han convertido
•tliora en el medio técnico de distribuir, un m edio más sencillo de lo que sería una
orden directa que estipulase la cantidad de cada uno de los diversos productos (que
lian dejado de ser “ mercancías” ) que ha de recibir cada individuo. Los precios han
llegado a ser símbolos de distribución; pero no rigen ya la economía de la nación;
l.i función ha cambiado del todo, aunque se haya mantenido la forma.

Quienes creen que esta teoría también es válida para Alemania,


aceptan la interpretación fascista del liberalismo y la democracia. Sos­
tienen que el capitalismo se caracterizaba por la libertad de iniciativa,
por la relación capitalista-obrero, por la existencia de numerosos esta­
dos con soberanía política, por las instituciones parlamentarias, por una
dase dirigente formada de capitalistas y por la existencia de derechos
civiles y naturales en favor del individuo. Nada de esto existe ya.
Desde luego, hay diferentes formas de abordar la situación ale­
mana. E l estado alemán no posee todo el capital del país, pero a la
escuela de pensamiento que examinamos no le importa eso. En cual­
quier caso, arguye, ese estado controla, por lo menos, todo el capital.
Mas para otros autores la tesis de Hilferding presenta un tipo o mo­
delo ideal, y creen que se está llegando a él rápidamente.
Este es, pues, en resumen, el punto de vista que mantienen mu­
chos comentaristas de Alemania. Es una opinión seductora, pues hace
que la diferencia entre el nacional-socialismo y la democracia no pa­
rezca sólo política e ideológica, sino también económica; es decir, los
considera como dos sistemas económicos: capitalismo privado y capi­
talismo de estado, o capitalismo y dictadura de gerentes.
Esta teoría se puede refutar de dos maneras. La primera consis­
tiría en deducir teóricamente la imposibilidad de semejante estructura;
la segunda, en mostrar con detalle la estructura y funcionamiento de la
economía alemana. Nos proponemos seguir sobre todo el segundo méto­
do, y para ello habrá que hacer algunas observaciones preliminares.
La expresión misma “ capitalismo de estado” es una contradictto
in adiecto, “ E l concepto de ‘capitalismo de estado’ no resiste un aná­
lisis desde el punto de vista económico. Una vez que el estado ha
llegado a ser el único propietario de los medios de producción, impide
el funcionamiento de una economía capitalista, destruye el mecanismo
que mantiene en existencia activa el proceso mismo de la circulación
económica.” 5 Por consiguiente, semejante estado ya no es capitalista.
Se le puede llamar estado esclavo o dictadura de gerentes o sistema
de colectivismo burocrático — es decir, hay que describirlo valién­
dose de categorías políticas y no económicas.
Los teóricos hablan a menudo de un tipo o modelo ideal, que no
se ha alcanzado aún, pero que va en camino de realizarse. Es evi­
dente que Alemania tiene residuos de mercados y, por tanto, de pre­
cios; pero la escuela de capitalismo de estado sostiene que esos rema­
nentes no tienen importancia básica y que la realidad se está acercando
con rapidez al modelo. Tal procedimiento no es legítimo y no pue­
de justificarse remitiéndose a modelos similares, como los construi­
dos por Adam Smith y Karl Marx. Estos limitaron su análisis a
las tendencias que prevalecían dentro de un determinado sistema y
no las rebasaron. Marx aun se negó de una manera deliberada a des­
cribir el sistema de una sociedad sin clases y se mantuvo estrictamente
dentro de los límites de un orden: el capitalismo. La nueva teoría
viola el principio de que el modelo o tipo ideal se debe derivar de la
realidad y no trascenderla, pues sus partidarios describen un sistema
del todo extraño al capitalismo, un sistema que, de hecho, es su polo
opuesto, que exige un salto de una realidad a otra. Claro que esta
objeción metodológica no invalida su teoría, pero les obliga a demos­
trar en detalle que el capitalismo alemán ha dejado de existir. Para
demostrar que ciertas tendencias inherentes al capitalismo han de en-
pendrar por fuerza un sistema de política de poder sin ciencia econó­
mica, 110 pueden limitarse a señalar esas tendencias, sino que han de
demostrar su aserto en cada uno de los sistemas de que se trata. Aún
no se presentó esa prueba, y en este estudio demostraremos lo contrario.
Un último problema. ¿Qué significaría para la humanidad este
"colectivismo burocrático” ? ¿Traería paz y felicidad, o guerra y
opresión?
En nuestra opinión, esos teóricos han de admitir que su sistema
hicn pudiera ser el milenio. E l mantenimiento de la sociedad no se
liasa sólo en la política. Los obstáculos con que ésta se enfrenta son
inclusivamente naturales, no ya económicos. Los recursos humanos
y los naturales son los únicos factores que tendrían alguna posibilidad
tic estorbar la dilatación de semejante sociedad. Ya no existe ningún
antagonismo entre las fuerzas productivas y las condiciones sociales
de la producción. El aliciente de las ganancias no dificulta más la
productividad del trabajo. Ninguna planta industrial puede negarse
a crecer, pues no la detiene ninguna mira de ganancia. E l progreso
técnico, que en el sistema capitalista surge del incentivo de las ga­
nancias, ahora proviene de la decisión de un órgano del gobierno cen­
tral. La viabilidad política, y no la ley de acumulación, determina
si se adopta esa decisión, si se han de producir bienes de consumo o
de producción. Semejante sistema bien puede dar a todo el mundo
una casa, un automóvil, seis trajes y diez pares de zapatos por año.
lJuede hacer subir ininterrumpidamente el nivel de vida; podría re­
ducir las horas de trabajo mediante la instalación de métodos que lo
;ihorren; en consecuencia, podría realizar el sueño de la humanidad.
Ksto sería cierto aun si el nacional-socialismo no pudiera conquistar
el mundo entero, pues, de acuerdo con esta escuela, el mundo entero
sigue el camino de Alemania. Se considera el New Deal como el
precursor del colectivismo burocrático y de una burocracia de gerentes.
Pronto el mundo estará dividido en imperios donde rija el capi­
talismo de estado, libres de agobios económicos. Pero, si esto es así,
entonces no habrá siquiera un mercado mundial, y si éste se elimina
puede no haber siquiera una lucha entre los imperios contendientes
por una participación en ese mercado. Lo que tenemos es el go­
bierno pura y exclusivamente de la política, y la eficacia de ésta muy
l>ien puede evitar la guerra durante décadas. Por consiguiente, la
tesis del capitalismo de estado no está de acuerdo con la opinión bol­
cheviquista que propugnara Bujarin en 1 9 1 7, 6 de que los estados
capitalistas se transformarían en gigantescos trusts de estado y compe-j
tirían en el mercado mundial de manera que los antagonismos internosf
se reproducirían en la esfera internacional con una intensidad mayor,
Los partidarios del capitalismo de estado no opinan así, porque si el:
mundo entero va hacia el capitalismo de estado o colectivismo buro­
crático, dejaría de existir el mercado mundial y las relaciones entre
estados llegarían a ser exclusivamente políticas, manejándoselas por
procedimientos políticos en su integridad.
Si participamos de este criterio, también habremos de sacar la
conclusión de que sólo una serie de accidentes puede destruir esos
sistemas. Si éstos se mantienen unidos por lazos exclusivamente po­
líticos y no por una necesidad económica ineludible, sólo las equivo­
caciones políticas pueden destruirlos. Pero ¿por qué había de ocurrir
esto? La política divorciada de la ciencia económica no es sino una
técnica, un arte. En la era del capitalismo de estado es una técnica
de dominación de masas, una técnica que sin duda se ha desarrollado
mucho. Si la dominación de las masas lo exige, se puede aumentar el
nivel de vida; se podrían producir bienes de consumo en abundancia.
Si entre grupos inferiores surge una oposición contra ese sistema, se
les puede incorporar a la élite. Un sistema tan inteligente de domi­
nación de masas puede lograr su estabilidad durante mil años. Esta
es, por cierto, la promesa que Hitler ha hecho a su pueblo. Podría
incluso suprimirse la guerra mediante manipulaciones políticas hábiles,
pues no existen necesidades económicas que impulsen hacia-ella.
Pero los partidarios del capitalismo de estado no son nacional­
socialistas. Por el contrario, por mucho que les fascine la eficacia del
sistema alemán y por mucho que crean que es el resultado obligado
de las tendencias inherentes al capitalista monopólico, no les gusta
nada y, por tanto, propenden a descubrir razones favorables a su de­
cadencia. Pero ¿son capaces de descubrirlas? Dicen que el sistema
no puede darse el lujo de aumentar de una manera permanente el
nivel de vida, pues esto, creen, produciría inevitablemente descontento
•entre las masas. Arguyen que en tal caso las masas empezarían a pen­
sar en la compatibilidad de la gran eficacia técnica con la maquinaria
terrorista y represiva y a ponerla en duda. No sé si será verdad que
los estómagos satisfechos incitan a la libertad de pensamiento, pues
igual podría serlo la tesis opuesta, de que la saciedad material pro­
mueve la laxitud y pereza política; pero aun cuando la primera hipó­
tesis fuera cierta, nada podría impedir al sistema silenciar esta especie
de oposición incorporando a los adversarios a la élite dirigente. Y si
Lis masas mismas se rebelan ¿por qué no habría de establecerse una
(sociedad sin clases? ¿‘Por qué los terroristas de hoy no habrían de
llegar a ser los dirigentes de la sociedad sin clases de mañana? No
liay ninguna necesidad económica que imposibilite esa transición.
Los partidarios del capitalismo de estado pueden objetar que hay
leyes biológicas, morfológicas o sociológicas que tienden hacia la des­
integración de cualquier sistema social una vez que ha recorrido su
cimino. Se han “ descubierto” muchas de estas leyes. Abundan las
u-orías cíclicas de la historia} pero nunca se ha demostrado su validezj
son categorías metafísicas.
Tal podría ser, pues, la suerte de la humanidad bajo la égida
del colectivismo burocrático. Un intelectual podría no encontrar que
d mundo fuera precisamente un lugar donde la vida es agradable,
pero podría resultar un paraíso para las grandes masas de la sociedad.
Mas con la misma facilidad podría ser un infierno. Domi­
nar a la masa podría exigir opresión, una maquinaria terrorista ma­
yor, reducción del nivel de vida y guerra contra otras potencias
donde rigiera el capitalismo de estado, para mantener a raya a las ma-
s;is. Existen ambas posibilidades. Repetimos que, si aceptamos los
supuestos de la teoría del capitalismo estatal, la elección la determina
sólo la viabilidad política. Los gobernantes tienen libertad absoluta
para fijar el carácter de su gobierno: su sistema de dominación de
masas es tan flexible que parece potencialmente invulnerable desde
dentro.
Nosotros no aceptamos esta opinión profundamente pesimista.
Creemos que los antagonismos del capitalismo funcionan en Alema­
nia a un nivel superior y, por consiguiente, más peligroso, aun si los
«ubre un aparato burocrático y una ideología de la comunidad del
pueblo.
A l analizar la estructura y funcionamiento de la economía na-
«ional-socialista no debemos contentarnos nunca con las formas legales
y administrativas, que siempre dicen muy poco. “ Quien quiera co­
nocer la organización [del sistema económico] no puede lograrlo li­
mitándose a estudiar las leyes, ordenanzas y órdenes.. . Algunas
disposiciones han caído prácticamente en desuso, otras nunca llegaron
i ser una realidad.” 7 Esta es la opinión del comentarista oficial de
las leyes sobre organización de los negocios. Nosotros vamos más
lejos. Un estudio cuidadoso de los periódicos y revistas alemanes es
mucho más importante que el de las disposiciones legales administra­
tivas. Nuestro análisis se basa por completo en fuentes alemanas,
empleándose los estudios extranjeros sólo para referencias ocasionales.

UNA T E O R ÍA E C O N Ó M IC A N A C IO N A L -S O C IA L IS T A : * EL M IT O

DEL ESTADO C O R P O R A T IV O

¿Coincide la teoría económica del nacional-socialismo con las doc­


trinas de “ capitalismo de estado” que hemos expuesto? La respuesta
es negativa. No existe más teoría económica nacional-socialista que
la consigna de que el bienestar general es más importante que el par­
ticular, consigna que se repite casi en todas las ocasiones posibles y
que se emplea para apoyar casi todas las decisiones de tipo económico.
Aparte de frases tan vacías como ésta, podemos encontrar en la so­
ciedad nacional-socialista tantas teorías económicas como grupos hay
en ella. Hemos de sentar de una vez para siempre que la estructura
del sistema económico nacional-socialista no 'se ajusta a ningún pro­
grama, no se basa en ninguna doctrina coherente, sea neo-mercanti­
lismo, teoría corporativa o “ estamentalista” , ningún dogma liberal o
socialista. La organización del sistema económico es pragmática; la
dicta toda ella la necesidad de la mayor eficacia y productividad po­
sibles para hacer la guerra. Desde luego, puede observarse un mó­
dulo general, pero no es producto de una doctrina, sino de la estructura
material de la economía.
E l programa del partido, del 25 de febrero de 1920, contenía
una serie de declaraciones programáticas sobre la reorganización eco­
nómica de Alemania. Los puntos 11, 19 y 25 incluyen demandas taleí
como la eliminación de los obstáculos que impone el interés; la abo*
lición de todo ingreso obtenido sin trabajo y esfuerzo; la confiscación
total de las ganancias de guerra; “ la nacionalización de las plantas [dft
los trusts] socializadas [ya]” ; la participación de los obreros en lai
ganancias de las grandes empresas; ampliación liberal de las pensione!
de vejez; creación de una clase media sólida comunizando los grandes
almacenes y su alquiler a precios bajos a pequeños comerciantesj
mayor participación de los pequeños negociantes en los contratos pú­
blicos; reforma agraria; “ promulgación de una ley de expropiación
sin indemnización con fines de bienestar común” ; abolición de la
renta de la tierra y una guerra sin cuartel a los usureros. E l pro-
# V éase tam bién infra, pp. 35 7-6 5.
grama también contenía una propuesta específica para la organización
ilel sistema económico: pedía la creación de cámaras estamentales y
profesionales para la ejecución de las leyes aprobadas por las auto­
ridades legislativas con el fin de reforzar el principio de que el bien­
estar público es superior al particular.
E l 22 de mayo de 1926 se declaró que el programa era inalte­
rable, y Gottfried Feder, el autor de las teorías económicas durante
esa etapa del nacional-socialismo, añade que Hitler exigía que los dos
principales postulados del programa se imprimieran con gruesos ca­
racteres : la primacía del bienestar general y la eliminación de la tiranía
del interés.8 E l libro de Feder 9 desarrolla esas teorías, y Adolfo Hitler
lo llamó “ el catecismo de nuestro movimiento” . Por último, en 1926
I litler nombró a Feder árbitro supremo de todas las disputas que sur­
gieran con motivo de la interpretación del programa del partido.
Feder siguió desempeñando un papel de cierta importancia hasta poco
tiempo después de llegar Hitler al poder: fué nombrado secretario
de estado del Ministerio de Economía del Reich; pero su influencia se
fué reduciendo poco a poco, y el que en un tiempo fuera árbitro ideo­
lógico supremo hoy no cuenta para nada.*
E l hecho de que Feder fuera perdiendo importancia indica el
abandono completo de las secciones económicas del programa del par­
tido, pues no se ha puesto en práctica ni un solo punto de ese pro­
grama inalterable y todos los fenómenos condenados por el mismo
han crecido a pasos agigantados en el régimen nacional-socialista. Ya
el 13 de abril de 1928 se suspendió la inalterabilidad del programa
cuando Hitler, deseoso de ganar el apoyo de la aristocracia terrate­
niente, abandonó mediante “ una interpretación auténtica” , el punto 17,
que exigía la expropiación de la tierra sin indemnización. En lugar
de ello, la expropiación se limitó a las “ sociedades judías que es­
peculan en bienes raíces” .10
Las teorías económicas formuladas durante esa etapa del nacio­
nal-socialismo se enderezaban sobre todo contra la supremacía del
capital monetario, a la protección de las clases medias y contra las
empresas judías. No se atacó nunca al empresario. Por el contra­
rio, se hicieron comentarios laudatorios sobre hombres como “ Alfred
Krupp, Mannesmann, Werner Siemens, Thyssen [padre], Borsig,
Krauss, M affei” .11

Feder ha muerto recientemente.


Algunos nacional-socialistas, inspirados por el punto 25 del pro-:
grama del partido, formularon programas muy completos para una
reorganización del sistema económico alemán sobre una base corpo­
rativa.12 Aún después de subir Hitler al poder 18 se creó un instituto
nacional-socialista para la organización estamental,14 pero duró poco.
Muchos observadores sostienen la opinión errónea de que la or­
ganización económica de Alemania está determinada sobre todo por
ideas estamentales o corporativas. Estas ideas tienen una relación es­
trecha con el movimiento romántico alemán, que representó la pri­
mera protesta contra el capitalismo y el parlamentarismo inglés y
tendió a salvar la tradición germana. Adam Müller, cuyas teorías
económicas son tan confusas que es casi imposible ponerlas en orden,
apareció al principio de la Revolución francesa, y quizá fuera el pri­
mero en propugnar una organización estamental en contraposición
a una organización de clase. Temía que la nación se dividiera en dos
clases, y quería impedir el antagonismo resultante con un sistema
estamental compuesto de una aristocracia, un clero, los industriales y
los comerciantes, con lo que haría entrar al sistema industrial dentro
del político.15 Hegel, en su Filosofía del Derecho (secciones 203, 205)
concebía los estamentos como mediadores entre el estado y la sociedad
civil, como si se encontraran entre los reinos del derecho público y el
privado. Creía que un sistema de corporaciones podría fundir a la
sociedad civil y al estado de manera que formaran un todo. En víspe­
ras de la revolución de 1848, el más grande y al mismo tiempo el
menos conocido de los teóricos estamentalistas, Karl Mario (Karl
Georg Winkelblech), presentó una crítica amplia, detallada y en mu­
chos aspectos admirable, de la economía nacional, y abogó por una
organización estamental.16 A Winkelblech le alarmaba el tinte radical
que tomaba el proletariado industrial, que atribuía a las duras condicio­
nes económicas impuestas por el primitivo industrialismo. Le produ­
cía horror la desaparición del artesano y el obrero manual, y atacó, por
tanto, la libre competencia, el liberalismo y el divorcio de la socie­
dad y el estado inherente a todo sistema liberal. Para él, la reconcilia­
ción de las dos esferas se había de lograr con una organización estamen­
tal en la que el estado mismo aparecía como un estamento. Sus teorías
llegaron a tener importancia práctica en una propuesta al parlamento
de Francfort de 1848 17 pidiendo la creación de una “ cámara social
[parlamento social] que estudiara toda la legislación social y que
sometiera las resoluciones que adoptara a la cámara política [parla-
mentó político] para que ésta decidiera” . “ Los miembros de la cá­
mara social habían de elegirse por todos los estamentos sociales de
acuerdo con una ley electoral que garantizara bien la representación
de todas las ocupaciones especiales.” Aunque la petición de Mario
exigía la coexistencia de una cámara profesional y una política y la
subordinación de la primera a la segunda, condición que más tarde se
cumplió durante la república de Weimar, el movimiento reaccionario
adoptó en seguida la idea profesional con objeto de suprimir las ins­
tituciones parlamentarias, como, por ejemplo, en la teoría política
y social de Bismarck. Este describió su plan político ideal como una
monarquía fuerte, restringida por un sistema de representación cor­
porativa.18 No obstante, la idea de la representación profesional no
tuvo nunca gran importancia durante el imperio, probablemente por
no existir teorías sindicalistas.
Pero volvió a surgir en 1918 y 1919 cuando el grupo revisionista
del partido social-demócrata (Max Cohén y Julius Kaliski) intentó ga­
nar a éste para la idea de una cámara de trabajo, es decir, de la repre­
sentación profesional, con iguales derechos que el parlamento polí­
tico. E l más eminente de los especialistas en derecho obrero, Hugo
Sinzheimer,10 desbarató el plan en dos brillantes discursos, en los que
señaló que la representación profesional conduciría a estabilizar las
relaciones clasistas existentes, destruiría la elasticidad que ofrecía el
sistema parlamentario, provocaría una rigidez absoluta del sistema
social y, con ello, cerraría el camino al cambio pacífico. La oposición
de Sinzheimer triunfó. En la constitución de Weimar no quedó más
rastro de la idea corporativa que el consejo federal económico provi­
sional, compuesto por la industria, el trabajo, los consumidores, las
profesiones liberales y los técnicos, una organización sin éxito alguno,
con iniciativa legislativa y ciertas funciones consultivas, de las que el
gobierno prescindió, sin embargo, sobre todo durante la gran de­
presión.
Desde el punto de vista ideológico las ideas corporativas reci­
bieron un cierto estímulo del fascismo italiano y de la teoría social
católica expuesta en la encíclica Quadragesimo Anno (19 3 1), que
se transformó en la doctrina católica del solidarismo.20 No obstante,
los católicos alemanes, en contraste con sus hermanos austríacos, tu­
vieron siempre cuidado en insistir sobre la compatibilidad de sus ideas
corporativas con la democracia parlamentaria. E l sociólogo vienés Oth-
mar Spann y su escuela fueron quienes primero abogaron por la ten-
denria fuertemente reaccionaria de la idea corporativa.21 Basándose
en una doctrina universalista, este grupo desarrolló una teoría es-
tamentalista radical que pretendía sustituir a las instituciones parla­
mentarias. E l todo social “ es una realidad independiente anterior al
individuo. . . No es nunca tangible ni visible a simple vista. Se nece­
sita una concentración espiritual profunda para poderlo captar” .22 In­
cluso el estado y la economía se conciben como estamentos; el primero
es el estamento supremo que coordina a todos los otros.
Aunque las teorías de Spann recibieron mayor atención en 1932
y fueron impulsadas en 1933 por ciertos grupos de la órbita nacional­
socialista — por el instituto para la organización de estamentos, por
algunos círculos del frente de trabajo y por los dirigentes de la orga­
nización nacional-socialista del comercio al menudeo y el artesanado— ,
fueron, sin embargo, rechazadas y, según las cartas de Thyssen pu­
blicadas en Life de 29 de abril de 1940, el director del instituto fué
a dar en un campo de concentración.
En un principio el frente de trabajo insistió mucho en una orga­
nización corporativa del sistema económico alemán. En una serie de
discursos, el líder del frente, el Dr. Robert Ley, pedía esa base: “ La
ciudadanía está ligada a la pertenencia a un estamento” (9 de mayo
de 1933). “ Un estamento es aquéllo en que el hombre se encuentra
en cuanto profesional, como químico, como ingeniero...” (12 de
agosto de 1933). “ La célula germinal de la estructura estamental
ha de ser la planta, en que los hombres se conocen unos a otros ínti­
mamente. Es prerrogativa de la clase la regulación del salario y de
las condiciones de trabajo.” También se permitió a Feder, en su dis­
curso al congreso del partido en 1933, abogar por una reorganización
completa de la economía alemana sobre base corporativa.23
De hecho, el corporativismo y el nacional-socialismo son incom­
patibles. Para éste la primacía de lo político es esencial. “ Durante sus
años de lucha el partido no se ha permitido nunca.. . colocar. . . los
problemas económicos en primer plano ni dictar amplios programas
económicos oficiales de partido.” Ha insistido siempre en la supre­
macía de la política sobre la economía y, por lo tanto, de una manera
deliberada, ha sido un partido político sin ninguna orientación eco­
nómica básica. Esta es la opinión de Wilhelm Keppler, el consejero
del Führer en cuestiones económicas.24 La misma opinión expresó el
difunto Bernhard Kohler, antiguo presidente del comité económico
del partido. “ Desde su principio mismo, el nacional-socialismo fué
una rebelión de los sentimientos vivos del pueblo contra el hecho de
<)ue toda su vida estaba regida por la economía, por la existencia ma­
terial.” 25 Con el simple cambio de la estructura económica no se con­
seguirá “ una estructura socialista de la vida del pueblo” (p. 9). Sólo
pueden lograrla los cambios políticos. Estos dos discursos son un
ataque decidido contra las ideas corporativas, contra los intentos de la
escuela corporativa y contra ciertos grupos del frente de trabajo y
otros. Alfred Rosenberg ha atacado ya la base filosófica de la teoría
cstamentalista de Spann, a saber, el carácter abstracto de los conceptos
universales y la no incorporación de las ideas raciales.28 E l dirigente
del frente de trabajo, Robert Ley, se unió al coro 27 abjurando de sus
errores previos.
Además, los cárteles recogieron en seguida la idea estamental par$
fortalecer su poder y destruir a los elementos extraños y a los compe­
tidores. Inmediatamente después de la revolución nacional-socialista,
muchos cárteles introdujeron en sus organizaciones el principio del
liderazgo. Nombraron gerentes nacional-socialistas y, respaldados por
la fuerza del partido, obligaron a los que permanecían fuera a unirse
al cártel si no querían desaparecer. De este modo se abusó de la idea
de los estamentos para lograr la cartelización forzosa. Según los na­
cional-socialistas, ésta es una de las razones por las que en 1933 se
suspendió toda la organización estamental.28
La organización económica de Alemania no tiene, en efecto, se­
mejanza alguna con las teorías corporativas o estamentales. No tiene
ese carácter ni siquiera el estamento de la alimentación ni la cámara
de la cultura, a los que se da oficialmente el nombre de estamentos.
No son autónomos, sino órganos del estado; no funcionan desde abajo
hacia arriba, sino a la inversa; no regulan los salarios y las condiciones
de trabajo. Son organizaciones de negociantes, excluidos los obreros,
que el estado domina y que desempeñan ciertas funciones adminis­
trativas.
De este examen se desprenderá que no existe un cuerpo de doc­
trina nacional-socialista autorizado acerca de la organización económica
de Alemania. Hitler mismo ha rechazado repetidas veces todos los
proyectos, aunque en Mein Kampf hace observaciones halagadoras
para la ideología estamental: “ queremos restaurar la primacía de la
política, que tiene la obligación de organizar y dirigir la batalla por
la vida de la nación” (21 de marzo de 1933). “ L a desocupación no
puede suprimirse con comités económicos, organizaciones, construc-
dones y teorías” (6 de julio de 1933). E l comentarista oficial antes
mencionado formula del siguiente modo la actitud del partido: “ La
no sujeción a doctrinas y dogmas.. . trae como resultado el hecho de
que en el estado nacional-socialista la política económica se rija por
consideraciones de conveniencia y aplique sin prejuicios los medios ne­
cesarios en cada caso concreto para el bienestar económico del pueblo.” 29
En consecuencia, hay grandes diferencias de opinión respecto a la
futura estructura de la economía nacional-socialista. Muchos ven en
la reglamentación presente del sistema económico una simple fase de
transición condicionada por las exigencias de la guerra e insisten en
que después de ella se habrá de dejar una mayor libertad económica.
L o creen así porque, según ellos, la situación específica de Alemania,
sobre todo a causa de la falta de materias primas, determina su propia
organización económica.30 Otros se inclinan a creer que el futuro
del sistema económico alemán puede ser un control perpetuo del
estado. Pero ningún líder nacional-socialista de alguna monta aboga
por la expropiación de la propiedad privada ni por la sustitución do i
un sistema capitalista controlado o “ pilotado” por uno socialista o semi-
socialista (en el sentido que nosotros entendemos el socialismo). En
resumen, no hay ningún partidario de la teoría del capitalismo de
estado que hemos venido examinando. Esto no quiere decir, desde
luego, que el sistema económico real no sea a-capitalista, o que las
tendencias inherentes al régimen no terminen por llevar o hayan abo­
cado ya a la dictadura de la burocracia de gerentes. Pero esta meta
no es la finalidad declarada del nacional-socialismo.

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