¿U N A E C O N O M IA SIN CIE N C IA E C O N O M IC A ?
I. ¿C A P IT A L IS M O DE ESTADO ?
A l r e s u m i r n u e s t r a investigación deben subrayarse los siguientes
puntos: la estructura política del nacional-socialismo presenta una se rie de elementos divergentes; el concepto de estado totalitario fuerte, (|ue lo abarca todo, es, con gran diferencia, el más característico, aunque hoy se rechace desde un punto de vista ideológico; es total el gobierno de la burocracia y de las fuerzas armadas que representa el Consejo Ministerial de Defensa del Reich; la única restricción a que está some tido el estado es en la administración de la policía y de la juventud, cimpos en que el partido es soberano; la ideología en que se basa es d racismo, la soberanía del pueblo racial que encarna el Führer; toda la estructura está al servicio de dos ideas, el Nuevo Orden y el racismo proletario: la supremacía de la nación “ insatisfecha” rodeada tic democracias plutocráticas y hostiles. Pero la cuestión esencial que exige una respuesta urgente es ésta: ¿cuáles son las fuerzas que mantienen la cohesión de la sociedad na cional-socialista? En modo alguno podemos tener la pretensión de dar una respuesta exhaustiva. No podemos proporcionar un análisis cabal de la sociedad nacional-socialista y hemos de omitir de manera espe cífica la cultura y la ediicación. La tercera parte de este libro se ocu pará de tres problemas importantes: i ) La nueva economía — inten taremos poner al desnudo cómo funcionan las fuerzas materiales que sostienen a la sociedad nacional-socialista— . 2) La nueva sociedad ■ —un análisis de las fuerzas sociales que determinan la estructura de la sociedad; sobre todo la estratificación de clases y la formación de una élite— . 3) La propaganda y el terror como dos aspectos de un solo hecho: la transformación del hombre en víctima pasiva de una fuerza cabal que le alaba y le acobarda, que le eleva y le manda a (ampos de concentración. En el capítulo final de este libro intenta- 253 remos describir el módulo total de la sociedad nacional-socialista: la trabazón de estado, derecho, economía, política y cultura. Los éxitos de la economía alemana son asombrosos. La elimi nación de la desocupación, el aumento de la producción, el progreso de las industrias de productos sintéticos, la subordinación absoluta de las actividades económicas a las necesidades de la guerra, el sistema de racionamientos antes de ésta y durante ella, el éxito del control de precios, son todos logros difíciles de superar. Todos los observadores están de acuerdo en emitir este juicio; pero la coincidencia termina aquí. No hay acuerdo respecto a cómo se ha realizado este milagro, porque tampoco lo hay respecto a la naturaleza del sistema económico. Existe una tendencia creciente a negar el carácter capitalista del nacional-socialismo.1 Se le llama sistema de bolcheviquismo pardo, de capitalismo de estado, de colectivismo burocrático, de gobierno de una burocracia de gerentes. Según esta escuela de pensamiento, en Alemania ya no hay empresarios, sino sólo gerentes; ya no hay li bertad de comercio y de contratación ; tampoco hay libertad de hacer inversiones; se ha suprimido el mercado y, con él, las leyes que lo ri gen. En consecuencia, los precios son administrativos y también lo son los salarios. Por tanto, ya no funciona la ley del valor. Los va lores son en su totalidad valores en uso y no valores en cambio. Las clases, si se admite su existencia, no son ya resultado de la producción. E l poder a que está sometido el obrero no es económico. Es una ex plotación política y no es ya resultado de la posición que ocupa dentro del proceso productivo. La apropiación de su trabajo es un acto político, no económico. En consecuencia, la nueva economía es una economía sin ciencia económica. Esta se ha convertido en una técnica administra tiva. E l hombre económico ha muerto. Se ha sustituido el incentivo de la ganancia por el incentivo de poder. E l motor esencial de esa sociedad gobernada por una élite que forman gerentes, burócratas del partido, altos funcionarios, oficiales del ejército, es la fuerza, no la ley económica. Casi todas estas teorías se basan en la opinión de que la época de las revoluciones industriales ha terminado. Desde luego, se admite que ocurren cambios técnicos, pero se niega que provoquen alteraciones fundamentales en la estructura de la sociedad. Esta opinión se pro pugnó por primera vez antes de que Hitler llegara al poder, por el llamado Tatkreis> un grupo de reaccionarios románticos relacionados con la revista mensual Die Tat (Acción),2 que más tarde derivaron Inicia el nacional-socialismo más morboso. Su dirigente, Ferdinand Fried,2 anunció el final de la era de las invenciones, y con ella el final del capitalismo. Lawrence Dennis cree que “ la Revolución Industrial luí terminado como dinamismo capitalista” y que los nuevos cambios técnicos no son “ ni dinámicos ni constructivos” .3 Para Dennis, en con secuencia, una revolución política totalitaria ha de ocupar el lugar de l;i Revolución Industrial. Rudolf Hilferding, el teórico alemán del partido social-demó- crata, es quien mejor ha formulado este tipo de teoría,4 no con res pecto a Alemania, sino a Rusia. L o que hace una economía oficial es precisamente abolir la autonomía de las leyes económicas: no es una economía de mercado, sino una economía de uso. Lo t|ue se produce y la forma de producirlo no lo determina ya el precio, sino la comi- nión planeadora del estado que establece el carácter y la amplitud de la producción. I,.i apariencia exterior es de que sigue habiendo precios y salarios, pero la función 1I1' éstos ha cambiado por completo. Y a no determ inan el rumbo de la producción, <|tic dirige el gobierno central. . . Ahora los precios y los salarios sólo son instrumentos 1I1: distribución que determinan la parte que recibirá cada individuo de la suma total «|iie el gobierno central atribuye a toda la población. Los precios se han convertido •tliora en el medio técnico de distribuir, un m edio más sencillo de lo que sería una orden directa que estipulase la cantidad de cada uno de los diversos productos (que lian dejado de ser “ mercancías” ) que ha de recibir cada individuo. Los precios han llegado a ser símbolos de distribución; pero no rigen ya la economía de la nación; l.i función ha cambiado del todo, aunque se haya mantenido la forma.
Quienes creen que esta teoría también es válida para Alemania,
aceptan la interpretación fascista del liberalismo y la democracia. Sos tienen que el capitalismo se caracterizaba por la libertad de iniciativa, por la relación capitalista-obrero, por la existencia de numerosos esta dos con soberanía política, por las instituciones parlamentarias, por una dase dirigente formada de capitalistas y por la existencia de derechos civiles y naturales en favor del individuo. Nada de esto existe ya. Desde luego, hay diferentes formas de abordar la situación ale mana. E l estado alemán no posee todo el capital del país, pero a la escuela de pensamiento que examinamos no le importa eso. En cual quier caso, arguye, ese estado controla, por lo menos, todo el capital. Mas para otros autores la tesis de Hilferding presenta un tipo o mo delo ideal, y creen que se está llegando a él rápidamente. Este es, pues, en resumen, el punto de vista que mantienen mu chos comentaristas de Alemania. Es una opinión seductora, pues hace que la diferencia entre el nacional-socialismo y la democracia no pa rezca sólo política e ideológica, sino también económica; es decir, los considera como dos sistemas económicos: capitalismo privado y capi talismo de estado, o capitalismo y dictadura de gerentes. Esta teoría se puede refutar de dos maneras. La primera consis tiría en deducir teóricamente la imposibilidad de semejante estructura; la segunda, en mostrar con detalle la estructura y funcionamiento de la economía alemana. Nos proponemos seguir sobre todo el segundo méto do, y para ello habrá que hacer algunas observaciones preliminares. La expresión misma “ capitalismo de estado” es una contradictto in adiecto, “ E l concepto de ‘capitalismo de estado’ no resiste un aná lisis desde el punto de vista económico. Una vez que el estado ha llegado a ser el único propietario de los medios de producción, impide el funcionamiento de una economía capitalista, destruye el mecanismo que mantiene en existencia activa el proceso mismo de la circulación económica.” 5 Por consiguiente, semejante estado ya no es capitalista. Se le puede llamar estado esclavo o dictadura de gerentes o sistema de colectivismo burocrático — es decir, hay que describirlo valién dose de categorías políticas y no económicas. Los teóricos hablan a menudo de un tipo o modelo ideal, que no se ha alcanzado aún, pero que va en camino de realizarse. Es evi dente que Alemania tiene residuos de mercados y, por tanto, de pre cios; pero la escuela de capitalismo de estado sostiene que esos rema nentes no tienen importancia básica y que la realidad se está acercando con rapidez al modelo. Tal procedimiento no es legítimo y no pue de justificarse remitiéndose a modelos similares, como los construi dos por Adam Smith y Karl Marx. Estos limitaron su análisis a las tendencias que prevalecían dentro de un determinado sistema y no las rebasaron. Marx aun se negó de una manera deliberada a des cribir el sistema de una sociedad sin clases y se mantuvo estrictamente dentro de los límites de un orden: el capitalismo. La nueva teoría viola el principio de que el modelo o tipo ideal se debe derivar de la realidad y no trascenderla, pues sus partidarios describen un sistema del todo extraño al capitalismo, un sistema que, de hecho, es su polo opuesto, que exige un salto de una realidad a otra. Claro que esta objeción metodológica no invalida su teoría, pero les obliga a demos trar en detalle que el capitalismo alemán ha dejado de existir. Para demostrar que ciertas tendencias inherentes al capitalismo han de en- pendrar por fuerza un sistema de política de poder sin ciencia econó mica, 110 pueden limitarse a señalar esas tendencias, sino que han de demostrar su aserto en cada uno de los sistemas de que se trata. Aún no se presentó esa prueba, y en este estudio demostraremos lo contrario. Un último problema. ¿Qué significaría para la humanidad este "colectivismo burocrático” ? ¿Traería paz y felicidad, o guerra y opresión? En nuestra opinión, esos teóricos han de admitir que su sistema hicn pudiera ser el milenio. E l mantenimiento de la sociedad no se liasa sólo en la política. Los obstáculos con que ésta se enfrenta son inclusivamente naturales, no ya económicos. Los recursos humanos y los naturales son los únicos factores que tendrían alguna posibilidad tic estorbar la dilatación de semejante sociedad. Ya no existe ningún antagonismo entre las fuerzas productivas y las condiciones sociales de la producción. El aliciente de las ganancias no dificulta más la productividad del trabajo. Ninguna planta industrial puede negarse a crecer, pues no la detiene ninguna mira de ganancia. E l progreso técnico, que en el sistema capitalista surge del incentivo de las ga nancias, ahora proviene de la decisión de un órgano del gobierno cen tral. La viabilidad política, y no la ley de acumulación, determina si se adopta esa decisión, si se han de producir bienes de consumo o de producción. Semejante sistema bien puede dar a todo el mundo una casa, un automóvil, seis trajes y diez pares de zapatos por año. lJuede hacer subir ininterrumpidamente el nivel de vida; podría re ducir las horas de trabajo mediante la instalación de métodos que lo ;ihorren; en consecuencia, podría realizar el sueño de la humanidad. Ksto sería cierto aun si el nacional-socialismo no pudiera conquistar el mundo entero, pues, de acuerdo con esta escuela, el mundo entero sigue el camino de Alemania. Se considera el New Deal como el precursor del colectivismo burocrático y de una burocracia de gerentes. Pronto el mundo estará dividido en imperios donde rija el capi talismo de estado, libres de agobios económicos. Pero, si esto es así, entonces no habrá siquiera un mercado mundial, y si éste se elimina puede no haber siquiera una lucha entre los imperios contendientes por una participación en ese mercado. Lo que tenemos es el go bierno pura y exclusivamente de la política, y la eficacia de ésta muy l>ien puede evitar la guerra durante décadas. Por consiguiente, la tesis del capitalismo de estado no está de acuerdo con la opinión bol cheviquista que propugnara Bujarin en 1 9 1 7, 6 de que los estados capitalistas se transformarían en gigantescos trusts de estado y compe-j tirían en el mercado mundial de manera que los antagonismos internosf se reproducirían en la esfera internacional con una intensidad mayor, Los partidarios del capitalismo de estado no opinan así, porque si el: mundo entero va hacia el capitalismo de estado o colectivismo buro crático, dejaría de existir el mercado mundial y las relaciones entre estados llegarían a ser exclusivamente políticas, manejándoselas por procedimientos políticos en su integridad. Si participamos de este criterio, también habremos de sacar la conclusión de que sólo una serie de accidentes puede destruir esos sistemas. Si éstos se mantienen unidos por lazos exclusivamente po líticos y no por una necesidad económica ineludible, sólo las equivo caciones políticas pueden destruirlos. Pero ¿por qué había de ocurrir esto? La política divorciada de la ciencia económica no es sino una técnica, un arte. En la era del capitalismo de estado es una técnica de dominación de masas, una técnica que sin duda se ha desarrollado mucho. Si la dominación de las masas lo exige, se puede aumentar el nivel de vida; se podrían producir bienes de consumo en abundancia. Si entre grupos inferiores surge una oposición contra ese sistema, se les puede incorporar a la élite. Un sistema tan inteligente de domi nación de masas puede lograr su estabilidad durante mil años. Esta es, por cierto, la promesa que Hitler ha hecho a su pueblo. Podría incluso suprimirse la guerra mediante manipulaciones políticas hábiles, pues no existen necesidades económicas que impulsen hacia-ella. Pero los partidarios del capitalismo de estado no son nacional socialistas. Por el contrario, por mucho que les fascine la eficacia del sistema alemán y por mucho que crean que es el resultado obligado de las tendencias inherentes al capitalista monopólico, no les gusta nada y, por tanto, propenden a descubrir razones favorables a su de cadencia. Pero ¿son capaces de descubrirlas? Dicen que el sistema no puede darse el lujo de aumentar de una manera permanente el nivel de vida, pues esto, creen, produciría inevitablemente descontento •entre las masas. Arguyen que en tal caso las masas empezarían a pen sar en la compatibilidad de la gran eficacia técnica con la maquinaria terrorista y represiva y a ponerla en duda. No sé si será verdad que los estómagos satisfechos incitan a la libertad de pensamiento, pues igual podría serlo la tesis opuesta, de que la saciedad material pro mueve la laxitud y pereza política; pero aun cuando la primera hipó tesis fuera cierta, nada podría impedir al sistema silenciar esta especie de oposición incorporando a los adversarios a la élite dirigente. Y si Lis masas mismas se rebelan ¿por qué no habría de establecerse una (sociedad sin clases? ¿‘Por qué los terroristas de hoy no habrían de llegar a ser los dirigentes de la sociedad sin clases de mañana? No liay ninguna necesidad económica que imposibilite esa transición. Los partidarios del capitalismo de estado pueden objetar que hay leyes biológicas, morfológicas o sociológicas que tienden hacia la des integración de cualquier sistema social una vez que ha recorrido su cimino. Se han “ descubierto” muchas de estas leyes. Abundan las u-orías cíclicas de la historia} pero nunca se ha demostrado su validezj son categorías metafísicas. Tal podría ser, pues, la suerte de la humanidad bajo la égida del colectivismo burocrático. Un intelectual podría no encontrar que d mundo fuera precisamente un lugar donde la vida es agradable, pero podría resultar un paraíso para las grandes masas de la sociedad. Mas con la misma facilidad podría ser un infierno. Domi nar a la masa podría exigir opresión, una maquinaria terrorista ma yor, reducción del nivel de vida y guerra contra otras potencias donde rigiera el capitalismo de estado, para mantener a raya a las ma- s;is. Existen ambas posibilidades. Repetimos que, si aceptamos los supuestos de la teoría del capitalismo estatal, la elección la determina sólo la viabilidad política. Los gobernantes tienen libertad absoluta para fijar el carácter de su gobierno: su sistema de dominación de masas es tan flexible que parece potencialmente invulnerable desde dentro. Nosotros no aceptamos esta opinión profundamente pesimista. Creemos que los antagonismos del capitalismo funcionan en Alema nia a un nivel superior y, por consiguiente, más peligroso, aun si los «ubre un aparato burocrático y una ideología de la comunidad del pueblo. A l analizar la estructura y funcionamiento de la economía na- «ional-socialista no debemos contentarnos nunca con las formas legales y administrativas, que siempre dicen muy poco. “ Quien quiera co nocer la organización [del sistema económico] no puede lograrlo li mitándose a estudiar las leyes, ordenanzas y órdenes.. . Algunas disposiciones han caído prácticamente en desuso, otras nunca llegaron i ser una realidad.” 7 Esta es la opinión del comentarista oficial de las leyes sobre organización de los negocios. Nosotros vamos más lejos. Un estudio cuidadoso de los periódicos y revistas alemanes es mucho más importante que el de las disposiciones legales administra tivas. Nuestro análisis se basa por completo en fuentes alemanas, empleándose los estudios extranjeros sólo para referencias ocasionales.
UNA T E O R ÍA E C O N Ó M IC A N A C IO N A L -S O C IA L IS T A : * EL M IT O
DEL ESTADO C O R P O R A T IV O
¿Coincide la teoría económica del nacional-socialismo con las doc
trinas de “ capitalismo de estado” que hemos expuesto? La respuesta es negativa. No existe más teoría económica nacional-socialista que la consigna de que el bienestar general es más importante que el par ticular, consigna que se repite casi en todas las ocasiones posibles y que se emplea para apoyar casi todas las decisiones de tipo económico. Aparte de frases tan vacías como ésta, podemos encontrar en la so ciedad nacional-socialista tantas teorías económicas como grupos hay en ella. Hemos de sentar de una vez para siempre que la estructura del sistema económico nacional-socialista no 'se ajusta a ningún pro grama, no se basa en ninguna doctrina coherente, sea neo-mercanti lismo, teoría corporativa o “ estamentalista” , ningún dogma liberal o socialista. La organización del sistema económico es pragmática; la dicta toda ella la necesidad de la mayor eficacia y productividad po sibles para hacer la guerra. Desde luego, puede observarse un mó dulo general, pero no es producto de una doctrina, sino de la estructura material de la economía. E l programa del partido, del 25 de febrero de 1920, contenía una serie de declaraciones programáticas sobre la reorganización eco nómica de Alemania. Los puntos 11, 19 y 25 incluyen demandas taleí como la eliminación de los obstáculos que impone el interés; la abo* lición de todo ingreso obtenido sin trabajo y esfuerzo; la confiscación total de las ganancias de guerra; “ la nacionalización de las plantas [dft los trusts] socializadas [ya]” ; la participación de los obreros en lai ganancias de las grandes empresas; ampliación liberal de las pensione! de vejez; creación de una clase media sólida comunizando los grandes almacenes y su alquiler a precios bajos a pequeños comerciantesj mayor participación de los pequeños negociantes en los contratos pú blicos; reforma agraria; “ promulgación de una ley de expropiación sin indemnización con fines de bienestar común” ; abolición de la renta de la tierra y una guerra sin cuartel a los usureros. E l pro- # V éase tam bién infra, pp. 35 7-6 5. grama también contenía una propuesta específica para la organización ilel sistema económico: pedía la creación de cámaras estamentales y profesionales para la ejecución de las leyes aprobadas por las auto ridades legislativas con el fin de reforzar el principio de que el bien estar público es superior al particular. E l 22 de mayo de 1926 se declaró que el programa era inalte rable, y Gottfried Feder, el autor de las teorías económicas durante esa etapa del nacional-socialismo, añade que Hitler exigía que los dos principales postulados del programa se imprimieran con gruesos ca racteres : la primacía del bienestar general y la eliminación de la tiranía del interés.8 E l libro de Feder 9 desarrolla esas teorías, y Adolfo Hitler lo llamó “ el catecismo de nuestro movimiento” . Por último, en 1926 I litler nombró a Feder árbitro supremo de todas las disputas que sur gieran con motivo de la interpretación del programa del partido. Feder siguió desempeñando un papel de cierta importancia hasta poco tiempo después de llegar Hitler al poder: fué nombrado secretario de estado del Ministerio de Economía del Reich; pero su influencia se fué reduciendo poco a poco, y el que en un tiempo fuera árbitro ideo lógico supremo hoy no cuenta para nada.* E l hecho de que Feder fuera perdiendo importancia indica el abandono completo de las secciones económicas del programa del par tido, pues no se ha puesto en práctica ni un solo punto de ese pro grama inalterable y todos los fenómenos condenados por el mismo han crecido a pasos agigantados en el régimen nacional-socialista. Ya el 13 de abril de 1928 se suspendió la inalterabilidad del programa cuando Hitler, deseoso de ganar el apoyo de la aristocracia terrate niente, abandonó mediante “ una interpretación auténtica” , el punto 17, que exigía la expropiación de la tierra sin indemnización. En lugar de ello, la expropiación se limitó a las “ sociedades judías que es peculan en bienes raíces” .10 Las teorías económicas formuladas durante esa etapa del nacio nal-socialismo se enderezaban sobre todo contra la supremacía del capital monetario, a la protección de las clases medias y contra las empresas judías. No se atacó nunca al empresario. Por el contra rio, se hicieron comentarios laudatorios sobre hombres como “ Alfred Krupp, Mannesmann, Werner Siemens, Thyssen [padre], Borsig, Krauss, M affei” .11
Feder ha muerto recientemente.
Algunos nacional-socialistas, inspirados por el punto 25 del pro-: grama del partido, formularon programas muy completos para una reorganización del sistema económico alemán sobre una base corpo rativa.12 Aún después de subir Hitler al poder 18 se creó un instituto nacional-socialista para la organización estamental,14 pero duró poco. Muchos observadores sostienen la opinión errónea de que la or ganización económica de Alemania está determinada sobre todo por ideas estamentales o corporativas. Estas ideas tienen una relación es trecha con el movimiento romántico alemán, que representó la pri mera protesta contra el capitalismo y el parlamentarismo inglés y tendió a salvar la tradición germana. Adam Müller, cuyas teorías económicas son tan confusas que es casi imposible ponerlas en orden, apareció al principio de la Revolución francesa, y quizá fuera el pri mero en propugnar una organización estamental en contraposición a una organización de clase. Temía que la nación se dividiera en dos clases, y quería impedir el antagonismo resultante con un sistema estamental compuesto de una aristocracia, un clero, los industriales y los comerciantes, con lo que haría entrar al sistema industrial dentro del político.15 Hegel, en su Filosofía del Derecho (secciones 203, 205) concebía los estamentos como mediadores entre el estado y la sociedad civil, como si se encontraran entre los reinos del derecho público y el privado. Creía que un sistema de corporaciones podría fundir a la sociedad civil y al estado de manera que formaran un todo. En víspe ras de la revolución de 1848, el más grande y al mismo tiempo el menos conocido de los teóricos estamentalistas, Karl Mario (Karl Georg Winkelblech), presentó una crítica amplia, detallada y en mu chos aspectos admirable, de la economía nacional, y abogó por una organización estamental.16 A Winkelblech le alarmaba el tinte radical que tomaba el proletariado industrial, que atribuía a las duras condicio nes económicas impuestas por el primitivo industrialismo. Le produ cía horror la desaparición del artesano y el obrero manual, y atacó, por tanto, la libre competencia, el liberalismo y el divorcio de la socie dad y el estado inherente a todo sistema liberal. Para él, la reconcilia ción de las dos esferas se había de lograr con una organización estamen tal en la que el estado mismo aparecía como un estamento. Sus teorías llegaron a tener importancia práctica en una propuesta al parlamento de Francfort de 1848 17 pidiendo la creación de una “ cámara social [parlamento social] que estudiara toda la legislación social y que sometiera las resoluciones que adoptara a la cámara política [parla- mentó político] para que ésta decidiera” . “ Los miembros de la cá mara social habían de elegirse por todos los estamentos sociales de acuerdo con una ley electoral que garantizara bien la representación de todas las ocupaciones especiales.” Aunque la petición de Mario exigía la coexistencia de una cámara profesional y una política y la subordinación de la primera a la segunda, condición que más tarde se cumplió durante la república de Weimar, el movimiento reaccionario adoptó en seguida la idea profesional con objeto de suprimir las ins tituciones parlamentarias, como, por ejemplo, en la teoría política y social de Bismarck. Este describió su plan político ideal como una monarquía fuerte, restringida por un sistema de representación cor porativa.18 No obstante, la idea de la representación profesional no tuvo nunca gran importancia durante el imperio, probablemente por no existir teorías sindicalistas. Pero volvió a surgir en 1918 y 1919 cuando el grupo revisionista del partido social-demócrata (Max Cohén y Julius Kaliski) intentó ga nar a éste para la idea de una cámara de trabajo, es decir, de la repre sentación profesional, con iguales derechos que el parlamento polí tico. E l más eminente de los especialistas en derecho obrero, Hugo Sinzheimer,10 desbarató el plan en dos brillantes discursos, en los que señaló que la representación profesional conduciría a estabilizar las relaciones clasistas existentes, destruiría la elasticidad que ofrecía el sistema parlamentario, provocaría una rigidez absoluta del sistema social y, con ello, cerraría el camino al cambio pacífico. La oposición de Sinzheimer triunfó. En la constitución de Weimar no quedó más rastro de la idea corporativa que el consejo federal económico provi sional, compuesto por la industria, el trabajo, los consumidores, las profesiones liberales y los técnicos, una organización sin éxito alguno, con iniciativa legislativa y ciertas funciones consultivas, de las que el gobierno prescindió, sin embargo, sobre todo durante la gran de presión. Desde el punto de vista ideológico las ideas corporativas reci bieron un cierto estímulo del fascismo italiano y de la teoría social católica expuesta en la encíclica Quadragesimo Anno (19 3 1), que se transformó en la doctrina católica del solidarismo.20 No obstante, los católicos alemanes, en contraste con sus hermanos austríacos, tu vieron siempre cuidado en insistir sobre la compatibilidad de sus ideas corporativas con la democracia parlamentaria. E l sociólogo vienés Oth- mar Spann y su escuela fueron quienes primero abogaron por la ten- denria fuertemente reaccionaria de la idea corporativa.21 Basándose en una doctrina universalista, este grupo desarrolló una teoría es- tamentalista radical que pretendía sustituir a las instituciones parla mentarias. E l todo social “ es una realidad independiente anterior al individuo. . . No es nunca tangible ni visible a simple vista. Se nece sita una concentración espiritual profunda para poderlo captar” .22 In cluso el estado y la economía se conciben como estamentos; el primero es el estamento supremo que coordina a todos los otros. Aunque las teorías de Spann recibieron mayor atención en 1932 y fueron impulsadas en 1933 por ciertos grupos de la órbita nacional socialista — por el instituto para la organización de estamentos, por algunos círculos del frente de trabajo y por los dirigentes de la orga nización nacional-socialista del comercio al menudeo y el artesanado— , fueron, sin embargo, rechazadas y, según las cartas de Thyssen pu blicadas en Life de 29 de abril de 1940, el director del instituto fué a dar en un campo de concentración. En un principio el frente de trabajo insistió mucho en una orga nización corporativa del sistema económico alemán. En una serie de discursos, el líder del frente, el Dr. Robert Ley, pedía esa base: “ La ciudadanía está ligada a la pertenencia a un estamento” (9 de mayo de 1933). “ Un estamento es aquéllo en que el hombre se encuentra en cuanto profesional, como químico, como ingeniero...” (12 de agosto de 1933). “ La célula germinal de la estructura estamental ha de ser la planta, en que los hombres se conocen unos a otros ínti mamente. Es prerrogativa de la clase la regulación del salario y de las condiciones de trabajo.” También se permitió a Feder, en su dis curso al congreso del partido en 1933, abogar por una reorganización completa de la economía alemana sobre base corporativa.23 De hecho, el corporativismo y el nacional-socialismo son incom patibles. Para éste la primacía de lo político es esencial. “ Durante sus años de lucha el partido no se ha permitido nunca.. . colocar. . . los problemas económicos en primer plano ni dictar amplios programas económicos oficiales de partido.” Ha insistido siempre en la supre macía de la política sobre la economía y, por lo tanto, de una manera deliberada, ha sido un partido político sin ninguna orientación eco nómica básica. Esta es la opinión de Wilhelm Keppler, el consejero del Führer en cuestiones económicas.24 La misma opinión expresó el difunto Bernhard Kohler, antiguo presidente del comité económico del partido. “ Desde su principio mismo, el nacional-socialismo fué una rebelión de los sentimientos vivos del pueblo contra el hecho de <)ue toda su vida estaba regida por la economía, por la existencia ma terial.” 25 Con el simple cambio de la estructura económica no se con seguirá “ una estructura socialista de la vida del pueblo” (p. 9). Sólo pueden lograrla los cambios políticos. Estos dos discursos son un ataque decidido contra las ideas corporativas, contra los intentos de la escuela corporativa y contra ciertos grupos del frente de trabajo y otros. Alfred Rosenberg ha atacado ya la base filosófica de la teoría cstamentalista de Spann, a saber, el carácter abstracto de los conceptos universales y la no incorporación de las ideas raciales.28 E l dirigente del frente de trabajo, Robert Ley, se unió al coro 27 abjurando de sus errores previos. Además, los cárteles recogieron en seguida la idea estamental par$ fortalecer su poder y destruir a los elementos extraños y a los compe tidores. Inmediatamente después de la revolución nacional-socialista, muchos cárteles introdujeron en sus organizaciones el principio del liderazgo. Nombraron gerentes nacional-socialistas y, respaldados por la fuerza del partido, obligaron a los que permanecían fuera a unirse al cártel si no querían desaparecer. De este modo se abusó de la idea de los estamentos para lograr la cartelización forzosa. Según los na cional-socialistas, ésta es una de las razones por las que en 1933 se suspendió toda la organización estamental.28 La organización económica de Alemania no tiene, en efecto, se mejanza alguna con las teorías corporativas o estamentales. No tiene ese carácter ni siquiera el estamento de la alimentación ni la cámara de la cultura, a los que se da oficialmente el nombre de estamentos. No son autónomos, sino órganos del estado; no funcionan desde abajo hacia arriba, sino a la inversa; no regulan los salarios y las condiciones de trabajo. Son organizaciones de negociantes, excluidos los obreros, que el estado domina y que desempeñan ciertas funciones adminis trativas. De este examen se desprenderá que no existe un cuerpo de doc trina nacional-socialista autorizado acerca de la organización económica de Alemania. Hitler mismo ha rechazado repetidas veces todos los proyectos, aunque en Mein Kampf hace observaciones halagadoras para la ideología estamental: “ queremos restaurar la primacía de la política, que tiene la obligación de organizar y dirigir la batalla por la vida de la nación” (21 de marzo de 1933). “ L a desocupación no puede suprimirse con comités económicos, organizaciones, construc- dones y teorías” (6 de julio de 1933). E l comentarista oficial antes mencionado formula del siguiente modo la actitud del partido: “ La no sujeción a doctrinas y dogmas.. . trae como resultado el hecho de que en el estado nacional-socialista la política económica se rija por consideraciones de conveniencia y aplique sin prejuicios los medios ne cesarios en cada caso concreto para el bienestar económico del pueblo.” 29 En consecuencia, hay grandes diferencias de opinión respecto a la futura estructura de la economía nacional-socialista. Muchos ven en la reglamentación presente del sistema económico una simple fase de transición condicionada por las exigencias de la guerra e insisten en que después de ella se habrá de dejar una mayor libertad económica. L o creen así porque, según ellos, la situación específica de Alemania, sobre todo a causa de la falta de materias primas, determina su propia organización económica.30 Otros se inclinan a creer que el futuro del sistema económico alemán puede ser un control perpetuo del estado. Pero ningún líder nacional-socialista de alguna monta aboga por la expropiación de la propiedad privada ni por la sustitución do i un sistema capitalista controlado o “ pilotado” por uno socialista o semi- socialista (en el sentido que nosotros entendemos el socialismo). En resumen, no hay ningún partidario de la teoría del capitalismo de estado que hemos venido examinando. Esto no quiere decir, desde luego, que el sistema económico real no sea a-capitalista, o que las tendencias inherentes al régimen no terminen por llevar o hayan abo cado ya a la dictadura de la burocracia de gerentes. Pero esta meta no es la finalidad declarada del nacional-socialismo.