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Bronislaw | Malinowski Una teoria cientifica de la, cultura Bronislaw Malinowski Sobre Malinowski FRAZER, J. G., Prélogo a Los argonautas del Pacifico occidental. Barcelona, Peninsula, 1973. GLUCKMAN, M., «Datos etnogrificos en la antropolo- fa social inglesa», en Llobera, J. R., ed., La antro- pologia como ciencia. Barcelona, Anagrama, 1975. KAPLAN, D., y MANNERS, R. A., «Antropologia. Viejos temas y nuevas orientaciones», en Llobera, J.R., ed., La antropologia como ciencia. Barcelona, ‘Anagrama, 1975. KuPER, A., Antropologia y antropologos. La escuela briténica: 1922-1972. Barcelona, Anagrama, 1975. MAIR, L., Introduccién a la antropologia social. Ma- drid, Alianza Editorial, 1970. MERCIER, P., Historia de la antropologia. Barcelona, Peninsula, 1969. Una teoria cientfica de ta cultura Capituto 1 LA CULTURA COMO OBJETO DE LA INVESTIGACION CIENTIFICA. La denominacién “estudio del hombre” es ciertamente algo presuntuosa, por no decir descabellada, cuando se apli- ©a a la antropologia académica, tal como se nos presenta hoy. Diversas disciplinas, antiguss y recientes, venerables y nuevas, se ocupan también de investigar la naturaleza del hombre, sus obras manuales y las relaciones entre los eres humanos. Todas y cada una de ellas pueden reclamar el derecho de ser consideradas como ramas del legitimo “estudio del hombre”. Las més antiguas, desde luego, son las contribuciones de la filosoffa moral, de Ia teologia, de la historia més 0 menos legendaria y de las interpretaciones del viejo derecho y la.costumbre. Tales aportes pueden ser rastreados hasta las culturas que todavia perpetiian Ia edad do piedra; han florecido por cierto en las viejas civilizacio- fies de China y de la India, de Asia occidental y de Egipto. Hiconomia y derecho, ciencia politica y estética, lingifstica, urqueologia y el estudio comparaco de las religiones, cons- tituye la mis reciente contribucién al humanismo. Hace unos dos siglos, la psicologia Hamada del alma y mas tarde |s sociologia, es decir, 1a investigaci6n de las relaciones Humanas, se agregaron a Ia lista de estudios académicos oficiales. Ea Bronislaw Malinowski La antropologia, como ciencia del hombre, en sentido amplio, como la mas comprensiva disciplina en el huma- nismo, fue la iltima en egar. Ella debié limitar sus alcan- ces y su campo, su contenido y su método lo mejor que pudo, Asimilé lo que habia sido dejado de lado y aun tuvo que usurpar antiguos materiales que otras ciencias conser- vaban. La constituyen ahora disciplinas tales como la pre historia, el folklore, la antropologia fisica y cultural. Estas se aproximan peligrosamente a otros legitimos campos de ciencias sociales y naturales: psicologia, historia, arqueolo- gia, sociologia y anatomia. ' La nueva ciencia naci6 bajo el signo del evolucionismo entusiasta, de los métodos antropométricos y de los revela- dores descubrimientos prehist6ricos. No debe asombrar que su interés originario se haya concentrado alrededor de la reconstruccién de los origenes humanos, de la busqueda del “eslabn perdido”, investigando paralelamente en los ‘campos prehistéricos y en los datos etnogréficos. Conside- rando retrospectivamente las conquistas de la ltima centu- ria, podriamos ver en ellas, no sdlo un conjunto de dispu- tas e intentos de los anticuarios, que abarcaban la erudicién etnogrifica, mediciones y recuentos de créneos y huesos, ¥ tuna coleccién de datos sensacionales acerca de nuestros an- tepasados semi-humanos. Esta estimacién, sin embargo, de- jarfa de lado ciertamente las mejores contribuciones de precursores en el estudio comparativo de las culturas, como Herbert Spencer y Adolf Bastian, E. B. Tylor y L. H. Mor= gan, Pitt-Rivers y Frederick Ratzel, W. G. Summer y R. S. Steinmetz, E. Durkheim y A. G. Keller. Estos pensa~ dores, asi como algunos de sus discfpulos, han elaborado gradualmente una teorfa cientifica de la conducta, y han ttabajado por una comprensién mejor de la naturaleza, de Jw sociedad y de la cultura humanas. quando trata acerca de la manera cientifica de enoarar el “estudio del hombre”, cl antropélogo afronta ‘una (area nada fell, que resulta de apreciable importancia Una teoria cientifica de ta cultura 25 Debe definir en qué relacién recfproca se encuentran las varias ramas de la antropologia. Tiene que determinar la posicién que éste debe ocupar en la amplia fraternidad de los estudios humanisticos. Esté forzado a reabrir también la vieja cuestién: en qué sentido el humanismo puede ser cientifico. En este ensayo intentaré mostrar que el verdadero cam- po de reunién de todas las ramas de la antropologia es el estudio cientifico de la cultura. Tan pronto como el antro- pologo fisico reconozea que “la raza es lo que la raza hace”, admitiré también que las medidas, tablas clasifica- torias o descripciones de indole fisica no tienen aplicabili- dad alguna, excepto cuando podamos correlacionar el tipo fisico con la facultad creadora de la cultura de una raza. La tarea del prehistoriador y del arquedlogo es recons- truir la plena realidad viviente de una cultura extinguida con s6lo el testimonio parcial de los restos materiales. Por sul parte el etndlogo, que se basa en’la evidencia de las ictuales culturas primitivas o evolucionadas, con el objeto de reconstruir la historia humana desde el punto de vista ya de la evolucién, ya de la difusién, puede basar sus argu- mentos sobre datos cientificos seguros, s6lo en el caso de que interprete realmente lo que es la cultura. Por fin, el einégrafo no puede hacer observaciones sobre el terreno a menos que distinga qué es importante y esencial, y sea asf paz de descartar los hechos adventicios y fortuitos. Por lo tanto, el aspecto cientifico de todo trabajo antropolégico feside en la teorfa de la cultura, con referencia al método de observacién de campo y al significado de la cultura emo proceso y como resultado. En segundo lugar, pienso que si la antropologia puede ribuir a una perspectiva més cientifica de su asunto legllimo, es decir, la cultura, prestar4 un servicio indispen- sable a las otras disciplinas humanisticas. La cultura, por sor cl contenido més amplio de la conducta humana, es tan \mportante para el psic6logo como para el investigador de 6 Bronislaw Malinowski {o social, para el historiador como para el lingilista. Supon- go que Ia linglistica det futuro, especialmente en relacién con la sem4ntica, legard a ser el estudio del lenguaje en el contexto de la cultura, Por otra parte, la economia, fen tanto es investigaciOn acerca de la riqueza y el bienestar, como medio de cambio y produccién, podré hallar stil en el futuro no considerar al “hombre econémico” com- pletamente apartado de otros objetivos y consideraciones, sino basar sus principios y razonamicntos en el sentido del hombre como realmente es, actuante en el medio comple- jo y pluridimensional de los intereses culturales. En verdad, muchas de las modernas tendencias en economia, Ilamense “institucional”, “‘psicolégica” 0 “hist6rica”, no hacen sino complementar las viejas teorias puramente econémicas, ‘considerando al “hombre econémico” dentro del conjunto de sus méltiples impulsos, intereses y hdbitos, vale decir, tal como es, modelado por el complejo ambiente, en parte racional y en parte emotivo, de su cultura, También el derecho tiende gradualmente a considerar la ley, no-como un mundo especulativo de contenido pro- pio, sino como uno de los varios sistemas de control scciall ten el que los conceptos de motivacién, valor, coaccién mo- ral y fuerza consuetudinaria deben ser tenidos en cuenta, ademis del aparato formal del c6digo, los tribunales y los alguaciles. Asi, no s6lo la antropologia, sino el estudio del hombre en general, comprendiendo todas las ciencias soci les, todas las nuevas disciplinas, psicoldgica o sociolégica~ mente orientadas, pueden y deben cooperar en la construc= cién de una base cientifica comin, que deberd ser por fuerza idéntica para los diversos studios humanisticos. Una teorta cientfica de la cultura Carfruto I UNA DEFINICION MINIMA DE CIENCIA PARA EL HUMANISTA Queda ahora por explicar mas especificamente por qué y de qué modo 1a antropologia, entre todas las disciplinas sociales, puede aspirar a contrits ir de manera efectiva a que sea més cientifico el “estud: del hombre”. Descaria establecer primeramente que el enfoque cientifico no es desde luego el dnico interés o aspiracién en cl dominio del humanismo. Tanto los puntos de vista filoséficos o morales, como las inspiraciones estéticas, humanitarias y teolégicas, © bien el deseo de conocer cémo fue el pasado (el cual pro- yoca nuestros sentimientds de modo que no necesita ser justificado pero no puede ser contradicho), son motivacio- ines legitimas de las humanidades. La ciencia, sin embargo, por lo menos como instrumente, como medio para un fin, 6 indispensable. Como trataré de sefialar, un verdadero método cienti- fico ha sido inherente a todo trabajo histérico, al relato de todas las crénicas, a cualquier tema tratado en derecho, ‘economfa o lingiifstica. No existen cosas tales como la des- cripeién completamente desprovista de teorfa. Toda ex- Posicién © razonamiento debe ser expresado con palabras, © decir, por medio de conceptos, ya se trate de reconstruir as histéricas, se leve a cabo una investigacin de 28 Bronislaw Malinowski campo en tribus salvajes 0 en comunidades civilizadas, se analicen estadisticas o se extraigan inferencias de un monu- ‘mento arqueol6gico o de un hallazgo prebistérico. Cada concepto a su tumo es ¢l resultado de una teoria que declara que algunos hechos determinan el curso de los acontecimientos y otros son accesorios meramente acciden- tales: que las cosas ocurren como ocurren porque determi- nadas personas, el pueblo en general o factores materiales del ambiente las producen. La trillada distincién entre dis- ciplinas nomotéticas e idiogrificas es una artimaiia filos6- fica que deberia haber sido eliminada hace tiempo ante la simple consideraci6n de lo que significa en el sentido de ‘observar, reconstruir o registrar un hecho hist6rico. La causa de todo el trastorno reside en el hecho de que Ia mayoria dé los principios, generalizaciones y teorfas es- tuvo implicita en la reconstruccién del historiador y fue naturaleza intuitiva mas bien que sistemética, El historiador tipico y muchos antropélogos gastan la mayor parte de su energia teorética y de sus ocios epistemol6gicos en refutar el concepto de ley cientifica en los procesos culturales, em erigir comportamientos estancos entre el humanismo y la ciencia y en proclamar que el historiador o el antropélogo pueden reconstruir el pasado gracias a una visién especifica, a cierta intuici6n o revelacién, en una palabra, que pueden confiar en la gracia de Dios més bien que en el sistema met6dico de trabajo concienzudo. ‘Como quiera que definamos la palabra ciencia sogin cualquier sistema filos6fico o epistemolégico, es claro que aquélla comienza aplicando 1a observacién previa a la pre- diceién del futuro. En este sentido, tanto el espfritu como Ja realizaciOn cientifica deben haber existido en la con- ducta razonable del hombre, aun en el caso en que se em arcara en la empresa de crear, construir y desarrollar la cultura, Tomad un arte 0 manualidad primitiva, cualquiera de aquellas con las cuales se inicié probablemente la cultu- ¥ que, luego de haber sido desarrollada y remodelada ‘Una teoria cientfica de ta cultura 29 permanece desde entonces como su verdadero cimiento: por ejemplo, el arte de hacer fuego, de construir herra- mientas de madera o de piedra; de edificar viviendas rudi- mentarias, de usar cuevas para vivir. Qué suposiciones debemos hacer en lo que se refiere a la razonable conducta del hombre, a la incorporacién permanente de esta conduc- ta en la corriente tradicional y al apego de cada generacién al saber heredado de sus mayores? Uno de los artificios primitivos més simples y funda- mentales es el de hacer fuego. En este caso, por sobre la ha~ bilidad manual del operario, encontramos una definida teo~ ria cientifica incorporada a cada ejecucién y al saber tradi- cional del grupo. Tal tradicién ha debido definir de manera general y abstracta el material y forma de los dos tipos de madera usados, asi como los prinsipios del acto, el tipo del movimiento muscular, su velocidad, la captaci6n de Ia chis- pa y el mantenimiento de la llama. La tradicién se ha con- servado viva, no en los libros ni en teorias fisicas explicitas; pero presupone dos elementos, el tedrico y el pedagdgico. En primer lugar, ha sido agregada a las habilidades ma- hnuales de cada generacién, las que, por medio del ejemplo y el precepto, la han ido transmitiendo a los nuevos miem- bros. En segundo término, si el simbolismo primitivo estaba representado por expresiones verbales, por gestos significa tivos 0 por una accién concreta, tales como instrucciones jobre dénde encontrar y cémo almacenar los materiales y producir las cosas, estos simbolismos deben haber estado en accién, como yo mismo los he visto durante mis investiga- ciones de campo. Podemos inferirlo asi, porque el resultado final, 0 sea la produccién del fuego, no serfa nunca posible, A menos que los distingos generales acerca del material, la actividad y la coordinacién se mantenga dentro de las con- dliciones necesarias y suficientes para lograr en la practica una operacién exitosa. Quisiera al mismo tiempo agregar aquf que en el cono- ‘imiento primitivo interviene aun otro factor. Cuando es- 30 Bronislaw Malinowski tudiamos los salvajes actuales que todavia producen fuego por friccién, que fabrican utensilios de piedra y construyen viviendas rudimintarias, podemos observar que su conducta racional, su fidelidad a los principios te6ricos, de acuerdo con los cuales trabajan, y su agudeza técnica, son determi- nados por el deliberado fin que su actividad persigue. Este fin es un valor en su cultura. Es algo que aprecian porque satisface uno de sus vitales requerimientos. Es un requisito de su existencia misma. Este sentido del valor impregna todo y pronto llega a estar permanente mente asociado, tanto a la habilidad manual como al co- nocimiento teérico. La actitud cientifica est incorporada a toda tecnologia primitiva y también a las empresas ccon6~ micas y a la organizacién social; es aquella confianza cn el pasado con miras a la actuacién futura y constituye un factor integral que debemos suponer ha estado actuando desde los comienzos mismos de la humanidad, desde que las especies iniciaron su evolucién como homo faber. homo: sapiens y homo politicus. Si llega a extinguirse ta actitud cientifica y Ia valoracién de ella, aun por s6lo una gene= racién, en una comunidad primitiva, ésta retrogradaria a tun estado animal 0, mas probablemente, se extinguicia. Por lo tanto, el hombre primitivo, de acucrdo con su actitud cientifica, debe aislar los elementos pertinentes del conjunto de los proporcionados por el medio, de las casia= les adaptaciones y de sus experiencias, ¢ incorporarlos en sistemas de relaciones y factores determinantes. El motivo impulso final en todo esto es principalmente la superviven= cia biolégica. La llama cra necesaria para calentarse y cociy nar, para seguridad c iluminacién. Algunos utensilios, Las construcciones y tallados de madera, los tejidos de juncoy las embarcaciones, han debido también ser producidos @ fin de que el hombre viva. Todas estas provechosas activi= dades tecnolégicas estuvieron basadas en una teoria en la cual fueron aislados los factores decisivos, en la que se preeid el valor de 1a penetracién tedrica y en la que 'a pre: Una teorta cientfica de la cultura 31 yn del resultado se bas6 en experiencias anteriores cui- dadosamente formuladas. El punto principal que trato de establecer aqui, no es tanto que el hombre primitivo tiene su ciencia, sino mas bien que, en primer término, ta actitud eientifica es tan antigua como la cultura, y luego, que Ia definicién minima de ciencia se deriva de cualquier actividad préctica, Si confrontéramos estas conclusiones sobre la naturale~ za de la ciencia, extraidas de nuestros anilisis de los descu- brimientos, invenciones y teorias del hombre primitivo, con cl progreso de la fisica moderna desde Copérnico, Galileo, Newton 0 Faraday, hallarfamos los mismos factores dife- renciales que distinguen la forma cientifica de los otros modos de pensamiento y conducta humanos. En todos los casos comprobados, en primer término, que han sido aisla- dos los factores efectivos y pertinentes en un proceso dado. La vigencia y aplicabilidad de estos factores se descubren por la observacién o el experimento que establecen su repe- ticién constante. La continua verificacién empirica, asi como el fundamento original de la teoria y la experiencia cientificas, participan evidentemente de la naturaleza mis- ma de la ciencia. Una teoria que fracasa debe ser corregida escubriendo por qué ha fallado. Por consiguiente, es indis- pensable una fertilizacién reciproca incesante entre la ex- periencia y los principios. La ciencia comienza realmente cuando los principios generales han sido erigidos en testi- monios de los hechos y cuando los problemas pricticos y las relaciones tedricas de tos factores pertinentes son aplica- dios para manejar la realidad de las acciones humanas. La lefinici6n minima de ciencia, por lo tanto, implica invaria- blemente la existencia de leyes generales, pero también la posterior y no menos importante verificacién del discurso weadémico por la aplicacién practica. Es en este punto donde los reclamos de la antropologia ticben ser satisfechos. Esta disciplina, por varias razones, ha ebido convergir sobre el asunto central del mas amplio 32 Bronislaw Malinowski tema de las investigaciones humanisticas, es decir, Ia cultu- ra, Ademis, la antropologia, especialmente en su moderno desarrollo, cuenta en su haber el hecho de que la mayoria de sus adeptos han practicado el trabajo de campo o sea el tipo empirico de investigacién. La antropologia debe ser quizé la primera de todas las ciencias sociales en establecer su laboratorio junto a su gabinete te6rico. El etnélogo es- tudia las realidades de Ja cultura bajo la mayor variedad de condiciones, ambientes, raciales y psicol6gicas. Debemos ser, al mismo tiempo, diestros en el arte de la observaciGn, en el trabajo etnolégico de campo y exper= tos en la teoria de la cultura. En la investigacién sobre el terreno y en el andlisis cultural comparativo se aprende que ninguno de estos dos empefios tiene valor alguno a menos que se leven a cabo conjuntamente. Observar significa se- leccionar, clasificar, aislar sobre 1a base de la teoria. Cons- truir una teoria significa resumir la aplicabilidad de la observaci6n pasada y anticipar la confirmacién o la refuta~ cién empirica de los problemas tedricos planteados. ‘Asi, desde el punto de vista de los estudios histéricas, el antropélogo ha actuado simulténeamente como su propio cronista y como manipulador de las fuentes que él mismo produce. Segiin el criterio de la sociologia moderna, el etn6- Jogo, gracias a su tarea mucho més simple, puede conside- rar las culturas como un todo y observarlas integralmente a través del contacto personal. De este modo, ha proporcio= nado muchas de las sugestiones hacia las tendencias real- mente cientificas en la sociologia moderna; y hacia el and~ lisis de los fenémenos culturales de nuestros dias y la observacién directa, con preferencia a las cOmodas reve- laciones intuitivas y apodicticas. En el campo del derecho, Ia economia, la politica o la teoria de la religién, el antro- pologo despliega la mAs amplia evidencia intuitiva para la comparacién y Ia discriminaci6n. Por es0 no es fatil, estéril ni presuntuoso, como podria parecer, el discutir Ia manera cientifica de encarar el estudio Una teorta cientfica de ta cultura 33 del hombre como Ia contribucién real de la modema y fu- tura antropologia al humanismo en su conjunto. Necesita- mos una teoria de la cultura, de sus procesos y resultados, de su determinismo especifico, de sus relaciones con los hechos basicos de la psicologia y de los fenémenos orgini- cos del cuerpo inumano, y de la dependencia de la sociedad con respecto a su ambiente. Esta teoria no es, en modo alguno, monopolio del antropélogo. Tiene, sin embargo, una especial contribucién que ha- cer, y esto puede provocar los esfuerzos correspondientes de parte de los historiadores, socidlogos y psicélogos empiri- camente dotados, asi como de los investigadores de un tipo pecifico de actividades, ya sean legales, ya econémicas o educativas. Este examen algo pedante de la participacién cientifica cn los estudios sociales no necesita apologia. No cabe duda que en Ia crisis presente de nuestra civilizacién hemos al- canzado alturas vertiginosas en las ciencias mecanicas y qui- micas, puras y aplicadas, en la teoria de 1a materia y en la ingenieria mecdnica. Pero no tenemos fe ni respeto por las conclusiones de los estudios bumanisticos, ni por la va~ lidez de las teorfas sociales. Mucho necesitamos hoy contra balancear 1a influencia hipertrofigda de la ciencia natural y sus aplicaciones, por una parte, y, por otra, el atraso de la ciencia sociolégica y la impotencia constante de la ingenie~ via social. La facil petulancia de muchos humanistas ¢ historiadores en cuanto concierne a la naturaleza cientifica tle sus estudios, no es slo epistemolégicamente desprecia~ bile, sino en cierto modo inmoral, en el sentido pragmitico. La historia y la sociologia, tanto como la economia y el tlerecho, deben apoyar sus fundamentos —cuidadosa, cons~ tiente y deliberadamente— sobre la roca del método cien= lifico, La ciencia social debe también profundizar en el poder del espiritu empleado para controlar el poder mecé- nico. El humanismo no dejaré nunca de tener sus clemen- os artisticos, afectivos y morales. Pero la verdadera esen- 4 Bronislaw Malinowski cia de los principios éticos reclama su evidencia y ésta puede obtenerse slo si el principio es tan verdadero con respecto a los hechos como indispensables para el sent miento. Otra raz6n por Ia cual hemos tratado tan explicita- mente la definiciGn minima de ciencia, es que, en un campo de investigacién enteramente nuevo, como la cultura, uno de los procedimientos més peligrosos es tomar de prestado los métodos de una de las mas antiguas y mejor afianzadas disciplinas. Las comparaciones organicistas y las metéforas de ins- piraci6n mecénica, la creencia de que contar y medir defi- nen Ja linea de distincién entre la ciencia y la tarea indtil — todo esto y muchos otros pretextos para pedir prestados elementos a otras disciplinas e inclinarse a ellas, han hecho més dafio que bien a Ia sociologia. Nuestra definicién mf ima presupone que la primera tarea de cada ciencia es reconocer su legitimo contenido. Debe tender hacia mé= todos de verdadera identificacién o al aislamiento de los factores determinantes del proceso. Esto significa nada me= nos que el establecimiento de leyes generales y de conc que tales leyes incorporan. Lo cual implica, por lo t to, que todo principio teérico debe ser trasladable a método de observacién y, ademés, que en la observaci se siguen cuidadosamente las Ifneas del andlisis conceptual. Por fin, en todo esto la sugerencia derivada de los prot ‘mas précticos, que pertenecen legitimamente a la anti Iogia (tales como policia colonial, labor de los mision dificultades de los contactos de cultura y transculturacién) és un constante correctivo de las teorias generales. Una teoria cienuifica de ta cultera 35 CapituLo Il CONCEPTOS Y METODOS DE LA ANTROPOLOGIA Una historia de 1a antropologia, aun siendo breve, es- tarfa fuera de lugar en este ensayo. Una competente y com- prensiva exposicién de todas las curiosidades, investigacio- nes y teorfas acerca de los pueblos exéticos y culturas remotas, no ha sido escrita todavia." No hay duda de que, para tal historia, se encontrarfan fuentes de inspiracién no s6lo cientificas, sino también sensacionales, en los escritos de Herodoto y de Técito, en los relatos de Marco Polo, de los viajeros espaftoles y portugueses y, més tarde, en los descubridores y misioneros de los siglos xvi y xvi. La influencia de esta ampliacién del horizonte humanfstico rbre algunos enciclopedistas franceses, merece especial meneién. Las descripciones de Bougainville y de algunos de los jesuitas franceses influyeron en la teorfa del “hombre na- " (Noble Savage) ¢ inspiraron a Rousseau y a Montes- , en cuyos escritos hallamos ya dos fuentes de cardcter ‘untropolégico: el considerar la vida primitiva como un mo- delo para el hombre civilizado, y la critica de la civilizacion |. La historia de te, antropolosta (Londres, 1944), de A.C. Haddon, Dok Fe. Smee Fee, Ue sie de, eursnciort (Londres, naman, es mis complete, Pero. algo inulsa. La. Astor Wi teorks ernolagicn (Maeva, York, 1980, 86 Re He Lowe, e6 eatetenda, ‘manifestamentepartigoria’ y"mo" siempre exnca ; Bronislaw Malinowski Carfruto IV {QUE ES CULTURA? Como punto de partida ser bueno tener una visién a vista de pdjaro de la cultura en sus varias manifestaciones. Es ella evidentemente el conjunto integral constituido por los utensilios y bienes de los consumidores, por el cuerpo de normas que rige los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanfas, creencias y costumbres. Ya considere- mos una muy simple y primitiva cultura o una extremada— mente compleja y desarrollada, estaremos en presencia de tun vasto aparato, en parte material, en parte humano y en parte espiritual, con el que el hombre es capaz de superar los concretos, especificos problemas que lo enfrentan. Estos problemas surgen del hecho de tener el hombre un cuerpo sujeto a varias necesidades orgénicas, y de vivir en un am- Diente natural que es su mejor amigo, pues lo provee de Jas materias primas para sus artefactos, aunque es también peligroso enemigo, en el sentido de que abriga muchas fuerzas hostiles. En este enunciado, por cierto contingente y desprovisto de pretensién, que més adelante ser4 desarrollado parte por parte, queda implicito, en primer lugar, que la teorfa de la cultura debe basarse en. los hechos biolégicos. Los seres humanos constituyen una especie animal. Estén sujetos a Jas condiciones elementales que deben ser cumplidas para Una teoria cientifica de ta cultura 7 que los individuos puedan sodrevivir, subsistir la raza y los organismos sin excepcién ser mantenidos en condiciones de actividad, Por otra parte, con todo el equipo de artefactos, con su aptitud para producirlo y valorarlo, el hombre crea un ambiente secundario. No hay en lo dicho nada nuevo, y definiciones similares de la cultura han sido expuestas con frecuencia, No obstante, extraeremos una 0 dos conclusio- nes adicionales. En primer lugar, es claro que la satisfaccién de las nece- sidades orgénicas o bésicas del hombre y de la raza repre senta una serie minima de condiciones impuestas en cada cultura. Los problemas planteados por las necesidades nu- titivas, reproductivas ¢ higiénicas del hombre, deben ser resueltos, y lo son mediante Ia construccién de un nuevo ambiente, artificial o secundario. Este ambiente, que es ni més ni menos fa cultura mi ma, debe ser reproducido, conservado y administrado per manentemente. Esto produce lo que puede denominarse, en el sentido més general de la expresién, un nuevo nivel de vida, dependiente del plano cultural de la comunidad, del medio fisico y de la eficiencia del grupo. Un nivel cul- tural de vida significa, a su vez, que nuevas necesidades aparecen y nuevos imperatives o determinantes son im- puestos a Ia conducta humana. Desde luego, la tradicién cultural necesita ser transmitida de cada generacién a la subsiguicnte, Métodos y mecanismos de cardcter ediicativo existen en toda cultura. El orfen y la ley deben ser conser- vados, desde que la cooperacién es la esencia de toda con- quista cultural. En cada comunidad es menester que existan disposiciones para sancionar la costambre y las normas Gticas y legales. El substrato material de Ia cultura requiere er renovado y mantenido en condiciones de uso, En conse- cueneia, son indispensables algunas formas de organizacién econémica aun en las culturas mis primitivas. Asi pues, el hombre tiene, primero y ante todo, que sa~ tisfacer las necesidades de su organismo. Debe tomar las 8 Bronislaw Malinowski providencias y desarrollar actividades para alimentarse, ca- entarse, guarecerse, vestirse y protegerse del frio, del viento y de la intemperie, Esté forzado a defenderse y organizarse para tal defensa contra los enemigos y peligros externos, ya scan fisicos, ya animales humanos. Todos estos proble- mas primarios son solucionados por los individuos con he- rramientas, mediante la organizacién en grupos cooperati- vos y también por el desarrollo del conocimiento y un sentido del valor y de la moral. Intentaremos mostrar que puede concebirse una teoria segtin Ia cual las necesidades bisicas y su satisfaccién cul- tural se ligan con nuevas necesidades culturales derivadas y que éstas imponen al hombre y a la sociedad un tipo se- cundario de determinismo. Estaremos en condiciones de distinguir entre los imperativos instrumentales —que surgen de tipos de actividad como el econdmico, el normativo, el educacional y el politico— y los integrativos. Entre éstos anotaremos el conocimiento, la religion y la magia, Podre- mos relacionar directamente las actividades artisticas y re- creativas con ciertas caracteristicas fisiolégicas del organis~ mo humano, y ciertos modos de accién concertada y creen- cias magicas, industriales y religiosas. este andlisis nos revela que, tomando una cultura individual como un conjunto coherente, logramos establecer un niimero de determinantes generales a los cuales aquélla debe conformarse, podremos precisar una serie de proposi- ciones predictivas como guias para la investigacién de campo, como modelos para los modelos comparativos como medidas comunes en el proceso de adaptacién y cambio cultural, Desde este punto de vista la cultura no nos parecer una “taracea de harapos y retazos”, como ha sido descrita hace muy poco por uno © dos competentes antro- pélogos. Estaremos en condiciones de rechazar la opinién de que “no puede hallarse una medida comin para los fenémenos culturales” y la de que “las leyes de los proce sos culturales son vagas, insipidas ¢ inttiles”. Una teorta cientfica de ta cultura 9 El analisis cientifico de la cultura, por el contrario, pue~ de mostrar otro sistema de realidades que también se con- forma a leyes generales, y en consecuencia puede ser usado como guia para el trabajo de campo, como medio de iden- tificacién de realidaties culturales y como base de conduc cién social, El andlisis ast bosquejado, con el que intenta- mos definir la relacién entre un comportamiento cultural y una necesidad humana, bésica o derivada, puede ser denominado funcional. La funcién no admite ser definida sino como Ia satis faccién de necesidades por medio de una actividad en la cual los seres humanos cooperan, usan utensilios y consu- men mercaneias. Aun esta simple definicién implica otro principio con el cual podemos integrar concretamente cual~ quier fase del comportamiento cultural. Este concepto esen- cial es el de organizacién. Con el propésito de lograr cual- quier objetivo o alcanzar un fin, los hombres deben organi zarse. Como lo mostraremos més adelante, 1a organizacién implica un esquema o estructura muy definidos, cuyos prin- cipales factores son universales en tanto que son aplicables 1 todos los grupos organizados, los cuales a su turno, en su forma tipica, son también universales en toda la extensién del género humano. Propongo que llamemos a tales unidades de ta organi cién humana con el término institucién, antiguo ya pero no siempre definido con claridad ni usado convenientemente, Fste concepto implica un acuerdo sobre una serie de valo- res tradicionales alrededor de los que se congregan los weres humanos. Esto significa también que esos seres man- ticnen una definida relacién, ya entre sf, ya con una parte specifica de su ambiente natural o artificial. De acuerdo con lo estatuido por su tradicional propésito 0 mandato, obedeciendo las normas especificas de su asociacién, tra- ajando con el equipo material que manipulan, los hombres weldan juntos y asf satisfacen algunos de sus deseos, mar- cando al mismo tiempo su impronta en el medio circun- oo Bronislaw Malinowski dante. Esta definicién preliminar apareceré después mis precisa, mAs concreta y més convincente. Pero por el mo- mento deseo principalmente insistir en que, a menos que el antropélogo y su colega el humanista se pongan de acuerdo en aislar algo definido en la concreta realidad cultural, nunca existiré una ciencia de la civilizacién. Por Io tanto, si conseguimos tal acuerdo, si podemos desarrollar algunos principios de accién institucional universalmente validos, habremos echado una vez més,los cimientos cientificos para nuestras indagaciones empiricas y tedricas. Desde luego, ninguno de estos dos esquemas de anilisi significa que todas las culturas son iguales, ni tampoco que el estudioso debe interesarse por las identidades o similitu- des més que por las desemejanzas. Yo opino, sin embargo, que con el fin de comprender las divergencias, es indispen- sable una clara y comiin medida de comparacién. Ademis, sera posible demostrar que Ia mayoria de las diferencias frecuentemente atribuidas al “genio” especifico, nacional o tribal (y esto no s6lo en Ia teorfa del nacionalsocialismo) constituyen Ia raz6n de ser de instituciones organizadas en tomo a alguna necesidad o valor sumamente especializados. Fenémenos tales como la caza de cabezas, extravagantes ritos funerarios, formas de inhumacién y practicas magicas, pueden ser mejor interpretados como elaboracién local de tendencias e ideas esencialmente humanas, pero en tales casos hipertrofiadas. Nuestros dos tipos de anilisis, funcional ¢ institucional, nos permitirén definir la cultura mas concreta, precisa y exhaustivamente. La cultura es un compuesto integral de instituciones, en parte aut6nomas y en parte coordinadas. Est4 constituida por una serie de principios tales como la comunidad de sangre a través de Ia descendencia; la conti- giiidad en el espacio, relacionada con Ia cooperacién; las actividades especializadas; y el iltimo, pero no menos im- portante principio de! uso del poder en Ia organizaci6n po: Iitica. Cada cultura aleanza su plenitud y autoeficiencia Una teoria cientifica de la cultura a Por el hecho de satisfacer el conjunto de necesidades basi- cas, instrumentales ¢ integrativas. Por lo tanto, sugerir, como recientemente se ha intentado, que cada cultura abar- ca s6lo un pequefio segmento de su Ambito potencial, es radicalmente erréneo, por lo menos en uno de los sentidos, Si trazdramos el esquema de todas las manifestaciones de las culturas del mundo, encontrariamos naturalmente clementos tales como canibalismo, caza de cabezas, “cova~ da", “potlach”, “kula”, cremacién, momificacién y una vasta serie de minuciosas excentricidades. Desde este punto de vista, ninguna cultura abarca, como ¢s obvio, todas las especificas rarezas y extravagancias de las demés. Y hasta considero que este enfoque es esencial- mente anticientifico. Fracasa, ante todo, en la definicién de los que deben ser considerados como reales y significativos clementos de cultura, Falla también en el sentido de que, comparando algu- nos de estos rasgos aislados, aparentemente ex6ticos, con las costumbres u ordenamientos culturales de otras socieda- des, no Hega a proporcionarnos gufa alguna valedera. En realidad, podremos mostrar que algunas manifestaciones que parecen muy extrafias a primera vista, estén en esencia emparentadas con clementos culturales universal y funda- mentalmente humanos; y esto se comprobaré si se explican y describen en términos familiares aquellas costumbres exdticas. Sera desde luego necesario introducir el factor tiempo, es decir, el cambio social. Trataremos de mostrar que todos los procesos de evolucién o difusi6n ocurren principalmente bajo la forma de cambio institucional, Sea como invencién, sea como un fenémeno de difusién, un dispositivo técnico se incorpora a un sistema de conducta organizada ya esti bilecido y produce gradualmente un remodelado completo dle Ia institucién de que se trate. Por otra parte, desde el Punto de vista de nuestro andlisis funcional, demostraremos que ningéin invento o verdadera revolucién, ningun cambio 0 Bronislaw Malinowski social o intelectual ocurren jamés sin que hayan sido crea- das necesidades nuevas; y asf las invenciones en los campos de la técnica, el conocimiento o a creencia, se van incorpo rando al proceso cultural de una institucién. Este breve esquema, que es como un bosquejo para el anilisis subsiguiente, mas minucioso, indica que la antropo- logia cientifica se basa en una teorfa de las instituciones, esto és, en el anélisis concreto de las unidades tipicas de una organizacién. Como teorfa de las necesidades bisicas y de los imperativos instrumentales ¢ integradores derivados de aquéllas, 1a antropologia nos proporciona el andlisis funcional, el que nos permite definir tanto 1a forma como el significado de un utensilio o de una idea consuetudinaria. Como se ve fécilmente, tal concepcién cientifica no pasa por alto o niega en modo alguno la validez de las investiga- ciones evolucionistas © histéricas. Simplemente les suminis- tra una base cientifica. Una teorta cientifica de ta cultura 3 Carfruto V ‘TEORIA DE LA CONDUCTA ORGANIZADA. El rasgo esencial de 1a cultura tal como la vivimos y experimentamos, como la podemos observar cientificamen= tc, es la organizaci6n de los seres humanos en grupos per= manentes. Tales hechos estén relacionados por cierto acuer= do, por leyes 0 costumbres tradicionales, por algo que corresponde al contrato social de Rousseau. Los vemos sicmpre cooperando dentro de un determinado Ambito material: un sector de ambiente geogréfico reservado para su uso, un equipo de herramientas y artefactos, una por= cién de riqueza que les pertenece por derecho. En esa cooperacién ellos siguen tanto las reglas técnicas de su “status” 0 profesién, las normas sociales de etiqueta y con- ideraciones consuetudinarias, como las costumbres religio- juridicas y morales que informan su conducta. Es siempre posible también definir y determinar sociolégica- mente qué efecto producen las actividades de un grupo no ast organizado, qué necesidades satisfacen, qué rvicios presta cada uno a s{ mismo y a la comunidad en su conjunto. Sera bueno hacer aceptable esta general asercién por medio de una breve referencia empirica. Consideremos pri- mero bajo qué condiciones 1a iniciativa privada llega a ser un hecho cultural. La invencién de un nuevo recurso tec~

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